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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

(UAPA)

Asignatura:
Psicología Clínica 2
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Tema:
Trastorno cognitivo.
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Facilitador:
Karen Gonzales
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Participante:
Karina Vásquez
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Matricula:
15-1379
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Fecha:
01 de octubre del 2018
Santo Domingo,

República Dominicana
Guía de estudio No. III

"Trastornos Cognitivos"

1. Define "cognición"

2. Resume lo siguiente:

a) Lesiones cerebrales en adultos. Aspectos diagnósticos.


b) Indicadores clínicas del daño cerebral.
c) Síntomas clínicos asociados a lesiones de: lóbulo frontal, temporal,
occipital y temporal.
d) Describa los cuadros clínicos y tratamiento de: Delirium, demencia y
Alzheimer.
e) Trastornos amnésicos
Cognición.
El término “cognición” se puede definir como la capacidad de algunos seres
vivos de obtener información de su entorno y, a partir de su procesamiento por
parte del cerebro, de interpretarla y darle un significado. En este sentido los
procesos cognitivos dependen tanto de las capacidades sensoriales como del
sistema nervioso central.

En el ámbito de la psicología la cognición se entiende como el procesamiento


de cualquier tipo de información mediante las funciones mentales. Desde un
punto de vista histórico esta conceptualización se deriva de la tradicional
separación entre lo racional y lo afectivo; no obstante, en la actualidad la
emoción con frecuencia es vista también como un proceso cognitivo.

Lesiones cerebrales en adultos. Aspectos diagnósticos.


La lesión cerebral puede ser definida como una lesión del cerebro
independientemente de la edad en que se produzca. Una lesión cerebral le
puede suponer un impedimento sustancial a la persona que la padece,
pudiendo causar diversas formas de deterioro cognitivo como son los
problemas en la atención, de memoria o motores.

Una lesión cerebral también puede incluir cualquier tipo de lesión vascular,
siempre y cuando ningún factor externo haya creado directamente la lesión.
Este tipo de lesión se diferencia de una lesión cerebral traumática en que en
este último caso la lesión se produce cuando una fuerza externa daña el
cerebro de una manera traumática.

Lesión cerebral traumática, también conocida como lesión intracraneal, se


puede categorizar según la gravedad, el origen de la lesión (interna o externa)
y otras características tales como la ubicación del daño cerebral ocasionado.
Cuando hablamos de lesión en cerebro o cabeza, por lo general nos referimos
a una lesión cerebral traumática.

Indicadores clínicas del daño cerebral.


Los más comunes son.

Traumatismos craneoencefálicos: Se produce por un golpe intenso en el


cráneo que provoca una alteración de la conciencia y puede causar una
fractura craneal.

 Ictus o infartos cerebrales: Se producen por problemas de riesgo cerebral


como obstrucciones de las arterias. En estos casos hablaríamos de
trombosis cerebral.
 Anoxia Cerebral: Se produce una lesión cerebral por la falta de oxígeno en
el cerebro y uno de los motivos más frecuentes es por una parada cardíaca.
 Tumores: Los tumores cerebrales provocan lesiones cerebrales que
obstaculizan el control del organismo. Su masa de tejido blanda crece dentro
del cerebro de la persona y pueden evolucionar de manera localizada o
metastásica.
 Encefalitis: Se produce por la infección de un herpes. Esta infección afecta
al cerebro, más concretamente a los lóbulos temporal y frontal. Esta causa
de lesión cerebral provoca grandes cambios emocionales, cognitivos y de
conducta.

Síntomas clínicos asociados a lesiones de: lóbulo frontal, temporal,


occipital y temporal.

Debido a que diferentes áreas del cerebro controlan funciones específicas, la


localización del daño cerebral determina el tipo de disfunción resultante

LESIÓN EN EL LÓBULO FRONTAL

Por lo general, una lesión en los lóbulos frontales causa la pérdida de la


capacidad de resolver problemas y de planificar e iniciar acciones, como cruzar
la calle o contestar a una pregunta compleja (algunas veces llamadas
funciones ejecutivas). Algunas discapacidades específicas varían según cuál
sea la zona del lóbulo frontal lesionada.

Si la parte posterior del lóbulo frontal (que controla los movimientos


voluntarios) resulta dañada, se produce debilidad muscular o parálisis. Como
cada lado del cerebro controla el movimiento de la parte opuesta del cuerpo, la
lesión del hemisferio izquierdo causa debilidad en el lado derecho del cuerpo, y
viceversa.

Si la parte central está dañada, las personas pueden llegar a presentar apatía,
falta de atención y desmotivación, y su pensamiento se vuelve lento. Si se daña
la parte posterior media del lóbulo frontal izquierdo (área de Broca), las
personas pueden tener dificultades para expresarse con palabras; se trata de
una alteración llamada afasia de Broca (o afasia expresiva).

Si la lesión afecta la parte anterior del lóbulo frontal, puede ocurrir lo siguiente:

 Dificultad en el procesamiento y la retención de información nueva

 Reducción en la fluidez del habla

 Apatía (falta de emoción, interés y preocupación)

 Falta de atención

 Respuestas tardías a las preguntas


 Una sorprendente falta de inhibición, que incluye un comportamiento
social inapropiado

Las personas que pierden sus inhibiciones pueden ser inapropiadamente


eufóricas o deprimidas, con ganas de discutirlo todo exageradamente o bien
pasivas, y vulgares. Se comportan con indiferencia ante las consecuencias de
su manera de actuar. También se vuelven reiterativas, repitiendo lo que dicen.
Algunas personas desarrollan síntomas similares cuando se hacen mayores o
si se desarrolla una demencia. Estos síntomas pueden ser consecuencia del
deterioro del lóbulo frontal.

LESIÓN EN EL LÓBULO PARIETAL

La lesión en la parte delantera de uno de los lóbulos parietales causa


insensibilidad y altera las sensaciones en el lado opuesto del cuerpo. Las
personas afectadas tienen dificultad para identificar la localización y el tipo de
sensación (dolor, calor, frío o vibración). Las personas pueden tener
dificultades para reconocer objetos mediante el tacto (es decir, por su textura y
forma).

Si se daña la parte media, la persona no distingue el lado derecho del


izquierdo (lo que se llama desorientación derecha-izquierda) y tiene problemas
con el cálculo y la escritura. Es posible que tenga problemas para determinar
dónde se encuentran partes de su propio cuerpo (un sentido llamado
propiocepción).

Si el lóbulo parietal derecho está dañado, se pierde la capacidad de hacer


tareas sencillas como peinarse o vestirse (un trastorno denominado apraxia).
También puede haber problemas para entender cómo los objetos se relacionan
entre sí en el espacio. En consecuencia, las personas pueden tener problemas
para dibujar y construir cosas, y perderse en su propio vecindario.

Si el lóbulo parietal derecho se daña repentinamente, las personas suelen


confundirse. Pueden ignorar la gravedad de su trastorno o negar su existencia,
y desatender el lado del cuerpo opuesto a la lesión. Estas personas son
incapaces de vestirse y de hacer otras tareas corrientes.

LESIÓN EN EL LÓBULO TEMPORAL

En la mayoría de las personas, parte del lóbulo temporal izquierdo controla


la comprensión del lenguaje. Si esta parte está dañada, la memoria verbal
suele estar considerablemente alterada, así como la habilidad para entender el
lenguaje, lo que se llama afasia de Wernicke (receptiva, ver Reconocimiento de
una persona con afasia).
Si ciertas áreas del lóbulo temporal derecho están dañadas, se ve afectada
la memoria para los sonidos y la música. En consecuencia, las personas
pueden tener problemas para cantar.

Si las convulsiones son resultado de un daño en una parte del lóbulo


temporal, puede que la persona afectada no sea capaz de controlar sus
sentimientos o de pensar con claridad. Pueden percibir olores desagradables
que no existen (un tipo de alucinación). Algunas veces, estas convulsiones
provocan cambios en la personalidad, tales como falta de humor, religiosidad
extrema y obsesión. Las personas pueden presentar una imperiosa necesidad
de escribir.

LESIÓN EN EL LÓBULO OCCIPITAL

Los lóbulos occipitales contienen el principal centro de procesamiento de la


información visual.

Si se lesionan ambos lados del lóbulo occipital, la persona afectada no puede


ver, aunque sus ojos funcionen con normalidad. Este trastorno se llama
ceguera cortical. Algunas personas con ceguera cortical no se dan cuenta de
que no pueden ver.

Si se daña la parte posterior del lóbulo occipital, la persona afectada presenta


dificultades para el reconocimiento de objetos y caras familiares, así como para
la interpretación exacta de lo que ve. Por lo general no son conscientes de su
problema y frecuentemente elaboran descripciones de lo que ven (llamado
confabulación). Este trastorno se denomina síndrome de Antón.

Un trastorno convulsivo que afecte el lóbulo occipital puede provocar


alucinaciones en la visión. Por ejemplo, pueden verse líneas de color cuando
se mira en una dirección determinada.

Describa los cuadros clínicos y tratamiento de: Delirium,


demencia y Alzheimer.

Delirium
Síndrome cerebral orgánico que carece de una etiología específica,
caracterizado por la presencia simultánea de trastornos de la conciencia y
atención, de la percepción, del pensamiento, de la memoria, de la
psicomotricidad, de las emociones y del ciclo sueño-vigilia. Puede presentarse
en cualquier edad, pero es más frecuente después de los 60 años. El cuadro
de delirium es transitorio y de intensidad fluctuante. La mayoría de los casos se
recuperan en cuatro semanas o menos. Sin embargo, no es raro que el
delirium persista con fluctuaciones incluso durante seis meses, en especial
cuando ha surgido en el curso de una enfermedad hepática crónica, carcinoma
o endocarditis bacteriana subaguda. La distinción que se hace algunas veces
entre el delirium agudo y subagudo no tiene gran relevancia clínica y el
trastorno ha de ser concebido como un síndrome unitario cuya intensidad
puede ir de leve a muy grave. Un delirium puede superponerse o evolucionar
hacia una demencia.

Demencia
Es una pérdida de la función cerebral que ocurre a causa de ciertas
enfermedades. Afecta la memoria, el pensamiento, el lenguaje, el juicio y el
comportamiento.

Causas
La demencia por lo regular ocurre a una edad avanzada. La mayoría de tipos
son poco frecuentes en personas menores de 60 años. El riesgo de padecer
esta enfermedad aumenta a medida que una persona envejece.

La mayoría de los tipos de demencia son irreversibles (degenerativos).


Irreversible significa que los cambios en el cerebro que están causando la
demencia no pueden detenerse ni revertirse. El mal de Alzheimer es el tipo
más común de demencia.

Otro tipo común es la demencia vascular. Es causada por un flujo sanguíneo


deficiente hacia el cerebro como con un accidente cerebrovascular.

La demencia de los cuerpos de Lewy es una causa común de demencia en los


ancianos. Las personas con esta afección tienen estructuras proteínicas
anormales en ciertas zonas del cerebro.

Las siguientes afecciones también pueden llevar a la demencia:

Enfermedad de Huntington

Lesión cerebral

Esclerosis múltiple

Infecciones como el VIH/SIDA, la sífilis y la enfermedad de Lyme

Mal de Parkinson

Enfermedad de Pick

Parálisis supranuclear progresiva

Algunas causas de demencia se pueden detener o revertir si se detectan a


tiempo, incluyendo:

Lesión cerebral
Tumores del cerebro

Abuso de alcohol por mucho tiempo (crónico)

Cambio de los niveles de azúcar, calcio y sodio en la sangre (demencia de


origen metabólico)

Niveles bajos de vitamina B12

Hidrocefalia normotensiva

Uso de ciertos medicamentos, incluyendo la cimetidina y algunos


medicamentos para disminuir el colesterol

Algunas infecciones del cerebro

El tratamiento depende de la etapa


Los medicamentos y la terapia pueden ayudar a controlar los síntomas.
Algunas causas son reversibles.

Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer es una de las enfermedades neurodegenerativas
más frecuentes y conocidas. Se trata de un trastorno crónico y actualmente
irreversible de causas desconocidas que actúa produciendo un deterioro
progresivo en las facultades mentales de quien lo padece. Inicialmente actúa
solo a nivel de corteza, pero según el deterioro va avanzando termina
afectando también a nivel subcortical. De inicio insidioso, las primeras lesiones
aparecen en el lóbulo temporal para posteriormente ir expandiéndose a otros
lóbulos como el parietal y el frontal.

Uno de los síntomas más característicos y conocidos es la pérdida de memoria,


la cual suele darse de forma gradual. Se pierde en primer lugar la memoria
reciente, para según la enfermedad sigue su curso irse olvidando aspectos y
elementos cada vez más lejanos en el tiempo. También disminuye la capacidad
de atención, la capacidad de juicio y la capacidad de aprender cosas nuevas.

Al igual que la mayor parte de demencias corticales, la enfermedad de


Alzheimer se caracteriza por una pérdida progresiva de funciones que se dan
especialmente en tres ámbitos, configurando lo que se ha denominado
síndrome afaso-apraxo-agnósico. Dicho de otra forma a lo largo de su deterioro
el paciente va perdiendo la capacidad de hablar (es muy típica la presencia de
anomia o dificultad para recordar el nombre de las cosas), realizar acciones
secuenciadas o incluso de reconocer los estímulos provenientes del exterior,
culminando en un estado de mutismo e inmovilidad. La presencia de caídas,
alteraciones del sueño y la alimentación, alteraciones emocionales y de la
personalidad y pérdida de olfato suelen ser también comunes en quienes
padecen Alzheimer.

Con el tiempo, el sujeto tiende a desorientarse y perderse, tener descuidos y


comportamientos extraños y descuidos, olvidar el valor de las cosas e incluso
acaba por ser incapaz de reconocer a sus seres queridos. A medida que la
enfermedad avanza el sujeto va perdiendo poco a poco su autonomía,
dependiendo con el tiempo del cuidado y la gestión de agentes externos.

Estadísticamente, la media de edad a la que empieza a aparecer la


enfermedad de Alzheimer se sitúa alrededor de los 65 años, aumentando su
prevalencia según la edad va aumentando. Se considera de inicio temprano o
presenil si empieza antes de los 65, y senil o de inicio tardía si ocurre después
de dicha edad. A menor edad de inicio peor pronóstico, avanzando con más
rapidez los síntomas.

Tratamientos
A día de hoy la enfermedad de Alzheimer sigue siendo incurable, basándose el
tratamiento en la prevención y retraso del deterioro cognitivo.

Tratamiento farmacológico
A nivel farmacológico tienden a emplearse diferentes inhibidores de la
acetilcolinesterasa, una enzima que degrada la acetilcolina cerebral. De este
modo, se logra que la acetilcolina se encuentre durante más tiempo presente
en el cerebro, prolongando su funcionamiento óptimo. Concretamente se usa el
donepezil como tratamiento en todas las fases de la enfermedad de Alzheimer,
mientras que en las etapas iniciales suele recetarse rivastigmina y galantamina.
Estos medicamentos han demostrado ser capaces de retrasar el avance de la
enfermedad alrededor de medio año.

Tratamiento psicológico
A nivel psicológico suele emplearse la terapia ocupacional y la estimulación
cognitiva como principales estrategias para frenar el ritmo del deterioro.
Asimismo, la psicoeducación es fundamental en los primeros compases de la
enfermedad, cuando el paciente es aún consciente de la pérdida de facultades.

No es infrecuente que los individuos a los que se indica que se padece una
demencia sufran episodios de tipo depresivo o ansioso. De este modo, el
clínico debería evaluar el efecto que tiene sobre el sujeto la notificación del
problema.

Se ha de trabajar también con el entorno familiar, asesorándoles de cara al


proceso de deterioro que va a seguir el paciente, su pérdida de autonomía e
indicando estrategias válidas para afrontar la situación.
Bibliografía
https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000739.htm

https://www.cognifit.com/es/lesiones-cerebrales

https://psicologiaymente.com/in teligencia/cognicion -

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