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FACULTAD DE EDUCACIÓN Y HUMANIDADES

ESCUELA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN


ACTIVIDAD DE INVESTIGACIÓN FORMATIVA

DOCENTE

MG. ANA I. ARELLANO CARRANZA

CURSO

ÉTICA PROFESIONAL Y DEONTOLOGÍA

INTEGRANTES

MARGARIN HERRERA CLEIDE ELVIA

MEDINA CHOMBA LAURA EFIFANIA

CHIMBOTE – ANCASH

2018
RESUMEN DEL TEXTO DE LA BIBLIOTECA VIRTUAL “ETICA GENERAL”

PAG 183 – 187

EL OBJETO DE LA VOLUNTAD

El bien como fin y la acción que lo realiza

El término «fin» expresa genéricamente el objeto propio de la voluntad. La razón general

de fin (lo bueno en sí mismo) tiene a su vez dos modalidades fundamentales: lo honesto

y lo deleitable. Una acción o una cosa puede ser querida en sí misma porque se presenta

como objetivamente buena y digna de ser amada (está dotada de un valor objetivamente

importante), o también puede ser querida en sí misma porque se presenta como placentera

(deleitable).

La voluntad puede tener también como objeto un bien que ya no es fin en su acepción

restringida, pero que se relaciona con el fin, y por eso queda dentro del objeto de la

voluntad.

La intención y la elección

Se entiende que la intención es el hecho de realizar una serie de acciones consecutivas

con el fin de alcanzar un bien determinado y que además es deseado por el sujeto que

ejecuta la acción, como por ejemplo: cuando una persona pretende ahorrar cierta cantidad

de dinero para realizar un viaje fuera del país puesto que al principio no tiene el dinero

para hacer dicho viaje y para realizarlo tendrá que realizar una serie de acciones que lo

lleven a que sus gastos sean menos y pueda conseguir el dinero que tiene para realizar el

fin inicial, esto es realizar el viaje para el cual ha ahorrado. Ahora bien en lo relacionado

a la elección se debe entender como el acto ilícito de la voluntad que tiene por objeto lo
inmediatamente operable en vista de un fin intentado, en otras palabras se trata de una

acción realizada con el objeto de obtener un fin de forma inmediata, como por ejemplo

cuando una persona ayuda a otra a cruzar la calle con la intención que no sufra un

accidente por lo que se realiza la idea mental y luego se materializa y con ello se obtiene

el fin deseado. En ese sentido es que en la doctrina dada ´por la ética filosófica es que se

han concebido estos dos elementos del objeto de la voluntad.

La relación entre intención y elección

La relación que existe entre estas dos palabra es que la intención y elección son dos

momentos inseparables del mismo movimiento voluntario: la voluntad se propone

alcanzar un fin a través de determinados medios, y entonces hablamos de intención, o

decide realizar determinadas acciones en vista del fin que se ha prefijado, y entonces

hablamos de elección.

Por ejemplo, una persona que está terminando los estudios secundarios puede tomar la

firme decisión de ejercer en el futuro la profesión de periodista, pero sin plantearse

todavía el modo de llevar a la práctica esa intención: matricularse en una universidad, o

trabajar primero como aprendiz y hacer los estudios en un segundo momento, etc.

Este ejemplo muestra que la realización del fin añade un nuevo valor, positivo o negativo,

al fin sólo proyectado, y en ese sentido se suele decir que «no bastan las buenas

intenciones»

Entonces podemos decir que la intención es un principio, al que debe añadirse un recto

discernimiento acerca del modo concreto de realizarla. La selección de lo que se ha de

hacer aquí y ahora para realizar una intención presenta a menudo nuevas dificultades y

resistencias que han de ser vencidas.


RESUMEN DEL TEXTO COMPILADO PAG 87 – 101

PERSONA Y ACTO MORAL

Persona

La persona es una subdivisión de suppositum, el cual es aplicado igualmente a lo racional

e irracional, individuos vivos e inertes.

El acto humano se caracteriza por ser libre. La libertad es la capacidad de la voluntad de

moverse por sí misma al bien que la razón le presenta o la indeterminación intrínseca de

la voluntad para querer o no algo, o querer esto o aquello.

El hombre puede o no cumplir su fin porque es dueño de sus actos, actúa libremente,

mientras que el animal es movido por el instinto.

La moralidad de un acto supone primero conocer ese mismo acto para poder saber si es

bueno o malo.

El acto moral

El acto moral es un acto humano considerado desde su ordenación a Dios. Es propiamente

acto de toda la persona. Toda la persona está implicada en el acto humano.

La inteligencia es necesaria porque no se puede querer nada que previamente no ha sido

conocido. Su juicio, la advertencia, comprende la realización del acto, su moralidad y los

medios para alcanzar el fin. Para que un acto pueda considerarse moralmente imputable,

es suficiente la advertencia virtual. Para que un acto sea bueno o malo basta la advertencia

genérica. Para el pecado mortal se necesita siempre advertencia plena.


La voluntad necesita estar ilustrada por la inteligencia. El consentimiento es el acto en

que la voluntad quiere el bien presentada por la inteligencia. El consentimiento imperfecto

basta para que un acto sea imputable. Hay consentimiento perfecto cuando se realiza un

acto a no ser que la advertencia sea parcial o medie coacción. El pecado mortal requiere

consentimiento perfecto.

El objeto es la acción externa realizada por el agente en cuanto ordenada o no al último

fin. No debe confundirse con el objeto físico. Los actos pueden ser: buenos, malos o

indiferentes. Si el objeto no es bueno ni indiferente, sea cual fuese el fin, la acción no

podría ser buena.

El fin es el objetivo al que el agente ordena sus actos. Es la intención principal. Nos dice

lo que la voluntad ama. Una acción es buena si el fin es bueno y el objeto es bueno o

indiferente. El hombre debe referir sus acciones a Dios al menos implícitamente.

Las circunstancias del acto moral son aquellos aspectos accidentales del objeto o del fin

del agente que afectan la moralidad de la acción, pero sin cambiar su sustancia.

Existen actos humanos indiferentes en abstracto. No son buenos ni malos pues por su

objeto no implican una relación directa al orden moral. Pero son ordenables al fin último.

Hay otros actos, en cambio, que ya por sólo su objeto tienen ya una positiva bondad o

maldad.

No existen actos humanos indiferentes en concreto. Toda acción realizada libremente por

una persona tiende necesariamente a un fin determinado, inevitablemente presente en la

persona que lo realiza, por lo que adquiere una relación al orden moral, negativa o

positiva.

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