Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
claves explicativas
Mikel Barreda
Estudios de Derecho y Ciencia Política. Universitat Oberta de Catalunya
mbarreda@uoc.edu
Abstract: Este trabajo se ocupa de analizar de forma comparada la calidad de las democracias
latinoamericanas. Los objetivos que persigue son dos. El primero es revisar la diversidad de
aproximaciones teóricas y empíricas en torno a esta temática y ofrecer algunos ejes
interpretativos que sitúen la investigación desarrollada. El segundo –y más importante- es
presentar un estudio empírico de la calidad democrática en América Latina. La
operacionalización del concepto se traduce en un indicador agregado (resultante de un análisis
de componentes principales), a partir del cual se compara el nivel de calidad de las 18
democracias. Para explicar la variación en el nivel de calidad democrática, se explora el impacto
de cuatro tipo de variables destacadas en la literatura (estructurales, experiencia democrática,
institucionales y socioculturales).
Mikel Barreda: Dr. en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Deusto, profesor
de Ciencia Política en los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de
Catalunya.
1. Introducción
2
A pesar de la popularidad que ha ido adquiriendo, la calidad de la democracia es una
cuestión compleja, que no goza de un consenso elemental respecto a su definición
(Munck, 2004; Hagopian, 2005; Alcántara, 2007). Ciertamente, este término puede
estar asociado a concepciones muy dispares de democracia: desde aquellas más
“minimalistas”, que ponen el acento en los procedimientos básicos de una democracia a
aquellas que incorporan mayores exigencias normativas. Además, aún cuando se parta
de una concepción similar de democracia puede acudirse a distintos parámetros para
analizar su nivel de calidad.
1
Por ejemplo, Mazzuca (2003) destaca los problemas que se presentan cuando se intenta
analizar y evaluar las democracias reales con un instrumental prescriptivo, apto para la
investigación filosófica de calidad la democrática pero no para la investigación empírica.
2
Según la célebre noción de poliarquía de Dahl (2002), ésta debe satisfacer ocho garantías
institucionales: libertad de asociación, libertad de expresión, libertad de voto, elegibilidad para
el servicio público, derecho de los líderes a competir en busca de apoyo, diversidad de fuentes de
información, elecciones libres e imparciales e instituciones que garanticen que la política del
gobierno dependa de los votos y demás formas de expresar las preferencias.
3
ejemplo, desde posiciones democrático-deliberativas se reivindica la garantía de la
discusión pública como criterio de calidad de una democracia (Manin, 1987; Velasco,
2006) Otra diferencia con el grupo anterior es que sus aportaciones se sitúan
fundamentalmente en el terreno reflexivo3.
- Grupo 3. Incluye los estudios situados en una posición intermedia respecto a los
grupos “1” y “2”. Coinciden con el primero en resaltar la importancia de los aspectos
institucionales básicos de una poliarquía. Pero subrayan que la democracia es “algo
más” que un régimen político, lo que les lleva a incorporar algunos componentes
normativos destacados en el grupo “2”, como, por ejemplo, el Estado de Derecho
(O’Donnell, 2004; Diamond y Morlino, 2004). Ello sin renunciar a un análisis
empírico de la calidad democrática (Hagopian, 2005; Levine y Molina, 2007).
3. Representación
4. Participación ciudadana
3
Vargas-Machuca (2006) desarrolla una conceptualización amplia de calidad democrática en la
que incluye el “componente deliberativo”, junto con otros contenidos normativos (“horizonte
cosmopolita”, “democracia inclusiva”, etc.).
4
En un artículo reciente de Morlino (2009) se simplifica esta clasificación en cinco dimensiones
de calidad democràtica: rule of law, accountability, responsiveness, libertad e igualdad.
4
I) Procedimentales: I) Derechos: 1. Decisión electoral
Nota: para facilitar la comparación se ha incluido bajo un mismo término expresiones equivalentes.
Ante esta diversidad de enfoques conceptuales, ¿cómo se sitúa este trabajo sobre la
calidad de la democracia en América Latina? Se opta por una aproximación –
encuadrada en el grupo “3”- que parte del concepto de poliarquía como marco general
para analizar y evaluar la calidad democrática, pero que incorpora otro aspecto clave de
la idea de democracia no suficientemente desarrollado en el concepto de Dahl: el
control del poder político5. Es cierto que la noción de poliarquía comprende uno de los
mecanismos de control político por excelencia de una democracia como son las
elecciones. Sin embargo, deja de lado otros mecanismos fundamentales de control, así
como la referencia a un marco legal que trate a los ciudadanos como iguales y ponga
límites a la acción del gobierno y los políticos (el Estado de Derecho). Como indica
O’Donnell (2001: 27) “la democracia no es tan sólo un régimen democrático sino
también un modo particular de relación, entre Estado y ciudadanos y entre los propios
ciudadanos, bajo un tipo de Estado de Derecho que, junto con la ciudadanía política,
sostiene la ciudadanía civil y una red completa de rendición de cuentas”.
5
- Derechos políticos y libertades civiles. Su garantía efectiva resulta necesaria para que
los ciudadanos puedan –como es propio de una democracia- seleccionar a los
gobernantes, formular sus preferencias políticas y trasladarlas a la arena pública.
En algunas ocasiones resulta difícil delimitar con precisión las fronteras entre unas
dimensiones y otras. Por ejemplo, uno de los tipos de mecanismos de rendición de
cuentas, el horizontal, trata de materializar el principio de separación de poderes
propio del Estado de Derecho y, por tanto, podría considerarse como parte de este
último. En realidad, todas estas dimensiones, tal como la literatura ha señalado, se
encuentran interrelacionadas teórica y empíricamente (Levine y Molina: 2007). Y esta
relación no siempre opera en un mismo sentido. Así, un gobierno altamente receptivo a
las preferencias mayoritarias de los ciudadanos -con un nivel elevado de
responsiveness- podría estar tentado de descuidar a las minorías o incluso restringir
sus derechos –lo que supone un bajo nivel de garantía de derechos políticos y libertades
civiles- (Diamond y Morlino, 2004). A pesar de estas matizaciones, las cinco
dimensiones seleccionadas son conceptualmente relevantes y útiles para el análisis
aplicado.
6
3. La medición de la calidad democrática en América Latina
Una vez precisado qué es la calidad de la democracia y cuáles son sus dimensiones
básicas, se pasará a examinar cómo puede ser operacionalizado este concepto. A partir
de aquí, se realizará un análisis comparado de la calidad de las dieciocho democracias
latinoamericanas y de su evolución en los últimos años.
7
El diseño metodológico del presente estudio se inspira en el planteamiento del segundo
grupo. Así, a partir de las dimensiones de calidad democrática señaladas se elegirá un
número de indicadores cuantitativos disponibles para las dieciocho democracias
latinoamericanas y, a continuación, se realizará un análisis factorial de componentes
principales. Una técnica de análisis como ésta, que permite encontrar relaciones
estadísticas entre diferentes variables y extraer una(s) dimensión(es) subyacente(s) a
todas ellas, es idónea para nuestro objeto de estudio. Como se comentaba antes, las
dimensiones de calidad democrática seleccionadas guardan una relación teórica y
práctica entre sí. Y más concretamente, la ubicación de los indicadores dentro de unas
dimensiones y no otras no siempre resulta clara. Un indicador, por ejemplo, puede dar
información de dos dimensiones a la vez.
Seguidamente se presenta los indicadores seleccionados para cada una de las cinco
dimensiones de calidad democrática de este estudio. A la hora de elegirlos, se ha tenido
en cuenta dos criterios fundamentales: i) que disfruten de reconocimiento en la
literatura especializada; ii) que no sean indicadores esporádicos, sino que tengan una
cierta continuidad temporal.
8
El análisis de la responsiveness requiere prestar atención a cómo se estructuran las
preferencias ciudadanas de políticas, cómo éstas son agregadas institucionalmente (resultados
electorales, formación de gobierno, etc.) y, finalmente, cómo tales preferencias se traducen en
políticas públicas (Powell, 2004).
8
4. Para analizar la dimensión Estado de Derecho se utiliza, como en otros estudios
(Hagopian, 2005; Barreda y Bou, forthcoming), el indicador de Estado de Derecho
del Banco Mundial. Es resultado de agregar indicadores relativos a diferentes
cuestiones, como el grado de protección de los derechos de propiedad, la
aplicabilidad de contratos, la independencia del poder judicial, y la eficacia del
sistema legal.
9
heterogeneidad de estos indicadores, los que se encuentran más asociados con este
factor son los que miden la garantía de los derechos democráticos. En efecto, los
indicadores con coeficientes de correlación más elevados son, por este orden, los
derechos políticos y libertades civiles, el Estado de Derecho y la libertad de prensa. El
segundo factor cuenta con una capacidad explicativa muy inferior (15,6% de la varianza
total) y está definido básicamente por la proporción de mujeres en el parlamento.
Por tanto, el análisis factorial presenta un factor muy explicativo con componentes
heterogéneos, pero sobresaliendo los relativos a la garantía de derechos democráticos.
Y un segundo factor definido por la representación de mujeres. Esta reducción de la
información a dos dimensiones se aproxima a lo planteado en algunos estudios. Por
ejemplo, Hagopian (2005) divide las diferentes mediciones de calidad democrática en
dos dimensiones básicas: derechos y representación11.
- El grupo formado por Chile, Uruguay y Costa Rica es el que, con diferencia, presenta
unos niveles de calidad democrática más elevados. Dentro de este grupo, hay una
importante diferencia en relación con la representación de mujeres: mientras que
Costa Rica es el segundo país latinoamericano con mayor presencia de mujeres en el
11
Aunque el concepto de poliarquía es más restrictivo que el concepto de calidad democrática
utilizado aquí, cuando Dahl (2002) diferencia la poliarquía de otros regímenes políticos lo hace
atendiendo a dos dimensiones cercanas: debate (o liberalización) y representación (o
participación).
10
parlamento (30,6% de promedio durante 2000-08), Chile es el que se sitúa a la cola
(12,1%)12.
Gráfico 1
Nota: las puntuaciones de cada país son el promedio del periodo 2000-08.
12
Obsérvese que los datos se refieren al indicador de representación de mujeres, no a las
puntuaciones en el factor 2. Obviamente, hay una afinidad entre ambos tipos de datos, ya que
este indicador es el que más contribuye a definir el factor 2.
11
Guatemala13. Esta cercanía a otras clasificaciones no resulta algo extraño, dada la
coincidencia en el uso de algunos indicadores de calidad democrática.
Tras este análisis comparativo por países, otra pregunta que se plantea es si ha habido
transformaciones significativas en el nivel de calidad democrática a lo largo del tiempo.
Si nos centramos en el factor de derechos democráticos, la variación de la media
latinoamericana es prácticamente inexistente (véase gráfico 2). Por países, las únicas
variaciones destacables son las de Venezuela y, en menor medida, Bolivia y Colombia.
Por tanto, estamos una cuestión que permanece relativamente estable, que es capaz de
resistir a cambios en el entorno político y socioeconómico. Por ejemplo, la recesión
económica que experimentó la región latinoamericana durante el periodo 1998-2002
-generada por el comportamiento de los mercados financieros internacionales tras la
crisis asiática- no hizo mella, en general, en el nivel de calidad democrática.
1,5
0,5
-0,5
-1
-1,5
-2
ARG BOL BRA CHI COL CRI DOM ECU GUA HON MEX NIC PAN PAR PER SAL URU VEN AmLat
(*) Puntuaciones de los 18 países en el factor de derechos democráticos (del análisis de componentes principales)
13
Los países que comparten –con Guatemala- las posiciones menos favorables varían de unas
clasificaciones a otras, pero, en general, se aprecia el panorama descrito. Así, Venezuela ocupa la
posición 16 en el índice de Levine y Molina (2007) y forma parte del grupo con índices de
democracia más bajos según Alcántara (2007). Colombia está en el lugar 17 del índice de Levine
y Molina (2007) y en el grupo de calidad democrática más bajo de Altman y Pérez-Liñán (2002).
Dentro de este grupo se sitúa también Paraguay y ocupa la posición 13 en el índice de Levine y
Molina (2007).
12
En cambio, la recesión económica de estos años sí afectó a alguno de los indicadores
específicos de calidad, especialmente en el de satisfacción con la democracia. Como
puede apreciarse en el gráfico 3, la caída del crecimiento económico a finales de los
noventa fue acompañada de un descenso en el grado de satisfacción con la democracia,
que no se recuperó hasta la superación de la crisis.
13
Como se acaba de ver, hay importantes diferencias respecto a la calidad de las
democracias latinoamericanas. Determinar las causas del nivel de calidad democrática
es un asunto complejo y requiere tomar en consideración explicaciones de diversa
índole. La literatura especializada ha apuntado hacia cuatro grandes tipos de factores
explicativos: estructurales, la experiencia democrática previa, institucionales -relativos
sobre todo a los partidos políticos- y socioculturales. A continuación, se presenta los
principales argumentos barajados en cada caso, así como las conclusiones de algunos
estudios empíricos que han testado estos argumentos.
Una segunda explicación del nivel de calidad democrática tiene que ver con la
experiencia democrática de un país. Se trata de una idea procedente de la investigación
sobre el origen y/o el mantenimiento de la democracia y que pone el acento en el
aprendizaje político de cada país. La tesis es que la probabilidad de que la democracia
14
emerja y/o perdure es mayor si un país goza de una destacada tradición democrática 14.
Diversos estudios han trasladado esta idea al análisis de la calidad de las democracias
latinoamericanas y han constatado el impacto positivo del pasado democrático en el
nivel de calidad (Altman y Pérez-Liñán, 2002; Mainwaring y Pérez-Liñán, 2008). Al
margen de estos factores endógenos, algunos autores han planteado que la calidad de
una democracia podría ser explicada también por factores exógenos, concretamente
por la influencia política de países vecinos (Mainwaring y Pérez-Liñán (2008). La
calidad democrática sería, así, resultado de un proceso de difusión o contagio
institucional. No obstante, en su análisis tal influencia no resulta significativa.
14
Conviene tener presente que la experiencia democrática del pasado puede resultar negativa
para la aparición de la democracia o para su estabilidad, dado que “si un país tuvo un régimen
democrático (…), es veterano no sólo de la democracia sino también de su subversión exitosa”
(Przeworski et al. 1996: 96). Es decir, las fuerzas antidemocráticas pueden haber aprendido de
las experiencias subversivas. Una posición similar es la de Smith (2004), si bien su análisis
empírico confirma la importancia de la experiencia previa para la estabilidad democrática.
15
De acuerdo con Mainwaring y Scully (1995), la institucionalización de un sistema de partidos
puede conceptualizarse a través de cuatro dimensiones: i) estabilidad en las pautas y la
naturaleza de la competencia entre partidos; ii) los partidos tienen raíces relativamente estables
en la sociedad; iii) los principales actores políticos asignan legitimidad a los partidos; iv) las
organizaciones partidistas no están subordinadas a los intereses de líderes ambiciosos, sino que
adquieren un estatus independiente y valor propio.
15
que pueden mejorar la calidad democrática. Por ejemplo, reformas institucionales
hacia una mayor transparencia y control de la financiación partidista, el desarrollo de
un servicio civil meritocrático o el combate firme de la corrupción, etc. (Abente-Brun,
2007; Barreda y Bou, forthcoming).
16
Como es sabido, hay serias limitaciones en la disponibilidad de indicadores para las variables
que se pretende examinar. En ocasiones, se cuenta con indicadores pertinentes, pero con una
cobertura temporal reducida para un análisis como éste. Es el caso de recientes indicadores que
podrían arrojar luz respecto a la influencia de las organizaciones partidistas en la calidad
democrática: el índice de fortaleza partidista de Jones (2007) o el de coherencia de Ruiz (2006).
16
- Como variables estructurales se analiza la desigualdad económica y la
fragmentación etnolingüística. En el primer caso se utiliza el indicador de
distribución del ingreso nacional en el quintil de población con mayores recursos
elaborado por la CEPAL (indicador “DESIG”). En el segundo, el índice de
fragmentación étnica de Easterly et al. (2003), del que sólo hay información
disponible para un año (“FRAGET”). No obstante, se trata de un indicador
claramente “estructural” y se considerará constante en el periodo estudiado.
17
Coeficientes
N: 53 R2: 0,519
F: 10,347
Sig: 0,000
Si se comparan los resultados de este análisis con las conclusiones de otros estudios
sobre calidad democrática se encuentra un punto de coincidencia y otro de divergencia.
En relación con lo primero, las variables explicativas que se evidencian en el análisis
son congruentes con las principales explicaciones de la calidad democrática
contempladas en la literatura. Ciertamente, los investigadores a la hora de explicar la
configuración y el rendimiento de las democracias latinoamericanas han privilegiado
los argumentos referidos a la desigualdad económica, la institucionalización del
sistema de partidos (o más específicamente, las características de los partidos) y la
experiencia democrática. En especial, el que el pasado democrático sea el factor más
determinante de la calidad de una democracia reafirma las conclusiones de un trabajo
reciente de Mainwaring y Pérez-Liñán (2008).
Gráfico 4
Distribución de países latinoamericanos respecto al
nivel de calidad democrática y la confianza interpersonal
18
Nota: los ejes X e Y corresponden al promedio de los 18 países en el periodo 2000-08.
Todos estos elementos parecen apuntar que el hecho de que el capital social no haya
resultado explicativo en nuestro análisis obedece a limitaciones metodológicas del
indicador utilizado. Quizás con otros indicadores a los que se acude en la literatura
especializada (Putnam, 1993; Pharr, 2000) como, por ejemplo, el número de
asociaciones o el nivel de participación en ellas se podría extraer conclusiones
diferentes. Lamentablemente, no disponemos de indicadores alternativos que faciliten
información suficiente para un número considerable de países latinoamericanos. Todo
lo más que puede decirse es que algunos de los resultados nacionales de confianza
interpersonal no se corresponden con los de otros estudios. Por ejemplo, según los
datos de World Values Survey, el nivel de confianza interpersonal no es, en términos
19
relativos, tan bajo como el que asigna el Latinobarómetro a Chile y Brasil, mientras que
en el caso de Perú el nivel está muy por debajo de lo que marca el Latinobarómetro17.
5. Conclusiones
20
este resultado seguramente se explica por las limitaciones del indicador utilizado
(confianza interpersonal). Sería necesario disponer de indicadores adicionales que
permitiesen contrastar esto último y ver si realmente el capital social es o no factor
determinante de la calidad de las democracias latinoamericanas.
Estas últimas observaciones muestran que las aportaciones de este estudio distan de
ser definitivas. Pretenden ser más bien un primer paso en una línea de investigación
más amplia, que permita refinar la medición y, sobre todo, la explicación del los niveles
de calidad democrática en América Latina.
Referencias
Beetham, David. 1994. “Key Principles and Indices for a Democratic Audit”, en D.
Beetham, ed. Defining and Measuring Democracy. Londres: Sage.
21
Boix, Carles; Posner, Daniel. 2000. "Capital social y democracia", Revista Española de
Ciencia Política, nº 2: 159-185.
Ieraci, Giuseppe; Paulon, Angelo. 2008. “The quality of democracy and the quality of
research. A sceptic vision on freedom in the world index”. Ponencia en el XXII
Congreso de la Società Italiana di Scienza Politica, Pavia, disponible en:
http://www.sisp.it/files/papers/2008/paulon.pdf
Jones, Mark P. 2007. “Political Parties and Party Systems in Latin America”. Paper
presentado en el simposium Prospects for Democracy in Latin America, University of
North Texas.
La Porta, Rafael, et al. 1999. “The Quality of Government”, The Journal of Law,
Economics & Organization, vol. 15, nº 1: 222-279.
Levine, Daniel H.; Molina, José E. 2007. “La calidad de la democracia en América
Latina: una visión comparada”, América Latina Hoy, nº 45: 17-46.
22
Mainwaring, Scott; Scully, Timothy R. 1995. “Party Systems in Latin America”, en Scott
Mainwaring y Scully, eds., Building Democratic Institutions: Party Systems in Latin
America. Stanford: Stanford University Press: 1-34.
Máiz, Ramón. 2003. “La corrupción como mecanismo de auto-refuerzo del clientelismo
político”, Revista Mexicana de Sociología, nº 1: 3-39.
Manin, Bernard. 1987. “On legitimacy and political deliberation”, Political Theory, vol.
15, nº 3: 338-368.
O’Donnell, Guillermo. 2004. “Why the Rule of Law Matters”, Journal of Democracy,
vol. 15, nº 4: 32-46.
Pharr, Susan J. 2000. “Officials’ Misconduct and Public Distrust: Japan and the
Trilateral Democracies” en Susan J. Pharr y Robert D. Putnam, eds., Disaffected
23
Democracies. What’s Troubling the Trilateral Countries?, Princeton: Princeton
University Press: 173-201.
Putnam, Robert. 1993. Making democracy work: civic traditions in modern Italy.
Princeton: Princeton University Press.
Anexo
24
Argentina 2006-08 6 37,9 -0,53 2,9 55 72,2 39 0,32
Chile 2000-02 6,17 11,7 1,2 7,5 74,67 81,5 25,3 1,79
Costa Rica 2000-02 6,5 19 0,65 4,5 83,67 73,7 62,7 1,73
Costa Rica 2003-05 6,83 35 0,61 4,5 82,67 58,6 44,3 1,61
R. Dominic. 2003-05 5,83 16,3 -0,58 3,1 63,33 65,3 39,7 0,14
Guatemala 2000-02 4,33 8,3 -0,84 2,5 49,33 31,1 26,1 -1,3
México 2000-02 5,67 16,7 -0,39 3,6 54,67 65,9 21,8 -0,07
25
Paraguay 2003-05 5 7,7 -1,06 1,9 45 47,6 13,1 -1,33
El Salvador 2000-02 5,5 12,3 -0,62 3,4 62,67 43,5 29,9 -0,3
Venezuela 2000-02 4,17 10,7 -0,97 2,5 62,67 48,5 40,6 -0,81
(1) Promedio de indicadores de derechos políticos y de libertades civiles de Freedom House. La escala va de 7 (máxima
garantía) a 1 (mínima).
(2) Porcentaje de mujeres con representación en el parlamento. Fuentes: para 2000-2006, DataGob (datos originales
de Inter-Parliamentary Union. Women in National Parliaments); para 2007-08, Inter-Parliamentary Union.
Women in National Parliaments.
(3) Índice de Estado de Derecho de Worldwide Governance Indicators del Banco Mundial. La escala es entre -2,5 y 2,5.
(4) Índice de percepción de corrupción. La escala va de 10 (altamente transparente) a 0 (altamente corrupto). Fuente:
DataGob (datos originales de Transparencia Internacional).
(5) Libertad de prensa de Freedom House. La escala va de 100 (máxima garantía) a 1 (mínima)
(6) Proporción de votantes entre la población en edad de votar. Fuentes: para 2000-2006, DataGob (datos originales
de Voter Turnout de IDEA); para años siguientes y otros no cubiertos por DataGob: Voter Turnout de IDEA.
(7) % de respuestas de muy o parcialmente satisfechos con el funcionamiento de la democracia. Fuente: DataGob
(datos originales de Latinobarómetro).
26