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1.

2 EL CONSENTIMIENTO:

Es el consentimiento la base fundamental del contrato.


Todo contrato, cualquiera que éste sea, supone el consentimiento de las partes que han
concurrido. Son ellas, las que expresan su voluntad, y las que se benefician o se obligan.
El consentimiento, está expresado en el artículo 1416 C. al mencionar que: "Todo contrato
legalmente celebrado, es obligatorio para los contratantes, y solo cesan sus efectos entre las
partes por el CONSENTIMIENTO mutuo de éstas o por causas legales."
El consentimiento, en cuanto a su formación, pasa por diferentes fases secuenciales, a saber:
Propuesta, oferta o policitación, aceptación. Tales fases están referidas a los actos unipersonales y
a las convenciones consensuales; pero en lo tocante a los actos solemnes, la ley exige
formalidades predeterminadas, las cuales son de exrema obligatoriedad, sin ellas no existe el
consentimiento, y si no lo existe, no surte los efectos deseados.
Ahora, aunque el consentimiento revista todos los visos arriba determinados, es indispensable
además, que sea libre, con plena conciencia, con total conocimiento de causa, es decir, que no
adolezca de vicios.
Tales vicios de consentimiento están enunciados en el artículo número 1322 C: "Los vicios de que
puede adolecer el consentimiento son error, fuerza y dolo".

1.3. EL ERROR

El error en su sentido estricto, es la falsa noción de la realidad. Según Donau es "creer verdadero
lo que es falso y lo falso verdadero". Existe una polémica acerca del error y de la ignorancia en
cuanto a que son equivalentes o diferentes.
El error consiste en creer, que una cosa está constituida de ciertos elementos, pero en la realidad
está constituida por otros totalmente diferentes. La ignorancia consiste en no tener noción de tal
cosa; pero para el Derecho tal distinción no existe, son equivalentes: tanto yerra el que se
equivoca, como el que ignora, porque el error proviene de la ignorancia.
Ignoratia era para los romanos el vicio que consistía en el falso concepto de la realidad. (5)

5. Teoria General de los Actos Jurídicos, Guillermo Ospina Fernández y Eduardo Ospina Acosta, Segunda Edición, Editorial Temis
Librería, Bogotá, Colombia, 1983, página 187.

1.4 ERROR DE HECHO Y ERROR DE DERECHO

El error puede ser de Derecho o de hecho. Ospina, para aclarar esta diferencia acude a Paulo
quien dá un ejemplo clásico: "Si una persona celebra un contrato con un menor de edad, creyendo
que negocia con un mayor de edad, comete un error de hecho, pero si la persona, a sabiendas que
está negociando con un menor de edad, comete error de derecho (7).

ERROR DE DERECHO

Dice el artículo 1323 C. que : "El error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento."
De ordinario y siguiendo los portulados del Código Francés, esta clase de error si vicia el
consentimiento.
Tal aserto esta basado en que, el error de hecho, invalida todo acto jurídico, porque el interesado
no prestaria su consentimiento de no incurrir en él, lo mismo puede argüirse del error de derecho,
ya que quien consiente basado en la ignorancia o en un falso concepto de una norma jurídica, es
posible que evitaría hacerlo si lo conociera a plenitud.
7 Ospina y ospina. Obra Citada pág. 187 y 188.

Nuestra legislación, por el contrario, y siguiendo la línea del derecho romano y español, no acepta
lo anterior. De ello da fé el artículo citado en el párrafo anterior.
Las razones de todo ello, están basadas en el hecho de que no habría seguridad en el aspecto
social y comercial, si se aceptara que cualquiera persona alegara ignorancia de la ley con el solo
objeto de no cumplirla. El artículo 8 del Código Civil salvadoreño lo dice claramente: " No podrá
alegarse ignorancia de la ley por ninguna persona".
Argumentar que se ignora la ley, no es excusa para no cumplirla, porque se presume que es
conocida de todos, por lo tanto nadie puede alegar la nulidad de un acto cumplido bajo la potestad
de un error acerca de ella. De ello nació el aforismo romano "juris error nocet"- el error de derecho
no perjudica.
Por eso, cuando Paulo expresa, con el ejemplo del menor de edad, no hace más que afirmar lo
expuesto, ya que quien contrata con un menor, sabiéndolo, pero creyendo no ser necesario
observar las formas legales que tutelan la incapacidad, no puede repetir lo pagado en razón del
contrato, alegando el error de derecho en que ha incurrido porqué, aunque tal contrato esté
afectado por el vicio de la incapacidad, es válido y produce efectos, siempre y cuando el menor no
solicite la declaración de nulidad, basado en tal incapacidad.
Alessandri Somarriva, aludiendo al artículo 1323 C. dice, que tal regla es absoluta cuando la
persona que yerra pretende liberarse de la obligación, es decir, cuando la vícitima del error
pretende lucrar o beneficiarse con este error, tratando de eludir el cumplimiento de la obligación
contraísa por ella; pero, si al hacerlo no lo invoca para, sino para evitar un perjuicio mayor,
entonces la ley lo considera y admite que el consentimiento así producido adolezca de vicio. (8)
Por eso nuestro Código Civil en su artículo 2,048 dice que: "Se podrá repetir aun lo que se ha
pagado por error de derecho, cuando el pago no tenía fundamento ni aun una obligación natural. "
De la misma forma estatuye el artículo 2,050 cuando afirma que : " Del que dá lo que no debe, no
se presume que lo dona, a menos de probarse que tuvo perfecto conocimiento de lo que hacia,
tanto en el hecho como en el derecho".(9)

8 Alessandri Somarriva, Curso de Derecho Civil, de la fuente de las obligaciones en particular, Editorial Nascimiento, Santiago de
Chile, página 111

ERROR DE HECHO
El artículo 1,324 C. determina que: "El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre
la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiese
empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa especificada de que se trata, como si
en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa determinada, y el comprador
entendiese comprar otra".
El error de hecho es de suma importancia porque pone en evidencia el conflicto entre el interés
individual y el colectivo. ¿Hasta que punto se deberá admiitir que un error vicie el consentimiento?.
Pues si adoptamos una actitud ecléctica esta sería que si el error es grave, lo invalida; pero si no
tiene una importancia determinante en la voluntad de los contratantes, la ley sacrifica el interés
individual y el contrato se mantiene.

9 IBID

El error de hecho, de acuerdo a la doctrina francesa, se clasifica en :


a) Error obstáculo, o error obstativo o destructivo.
b) Error Sustancial o determinante o dirimente.
c) Error indiferente.

a) Error obstáculo: Esta clase de error puede subclasificarse en:

. Error en la naturaleza de la operación (Juan cree arrendar una cosa y Pedro cree venderla); Error
en la identidad del objeto (quiero vender el caballo x y mi comprador entiende que yo quiero vender
el caballo y).

. Error sobre la existencia de la causa del compromiso (una persona cree tener la obligación de
pagar un legado por un testamento revocado).

El primer caso se trata del error in negotio de los romanos, y el segundo al error in corpore. Todos
estos tipos de error en realidad no conducen a que el consentimiento sea viciado, sino a la
inexistencia del consentimiento.

b) Error Sustancial : En este tipo de error se ve claramente lo que es el error lo que es el error
como vicio del consentimiento, porque hay consentimiento claro, es decir que la persona ha
minifestado querer algo, hay voulntad de parte de la misma, pero no tiene un claro conocimiento de
causa.
De acuerdo a la opinión Alessandri Somarriva, el error substancial se presenta en tres casos:

1o) Cuando recae sobre la substancia o calidad esencial de la cosa, material del contrato. Al
respecto ver el art. 1325 C.

2o) Cuando recae sobre otra cualquier calidad de la cosa, una calidad accidental, pero siempre
que ha sido motivo principal de las partes para contratar y haya sido conocido de la otra parte. Ver
caso en el inciso 2o. del art. 1325 C.

3o) Cuando el error recae sobre la persona con quien se tiene intención de contratar, siempre que
la consideración de esta persona sea la causa principal del contrato. Ver el artículo 1326 C. inc. 1o.
(10)

10 Alessandri Somarriva, obra citada, pág. 118.

Pasamos ahora a desarrollar los casos ya descritos :

1o) En principio es necesario que nos retrotraigamos al Derecho Romano, éste reconoció al error in
substancia, es decir el error sobre la sustancia del objeto. La teoría romanista veía la idea
totalmente materialista, consideraba, por lo tanto, si una persona compraba una silla cuyo respaldo
era de caoba, asumiendo que todo era de caoba. Este error era un vicio del consentimiento, que
anulaba el acto.
Con posterioridad el Derecho Fránces generó un cambio muy importante, cual fue la consideración
del error acerca de la calidades materiales del objeto tales como su antigüedad o procedencia.
Pothier, consideró que la tesis romana era muy estrecha, por lo que se fijó principalmente en la
intención de los contratantes. El resultado de todo ello fue que el error in sustancia se convirtió en
cualquier cometido por uno de los contratantes acerca de la calidad material o inmaterial del ojeto,
pero a condición de que tal calidad hubiera sido la que el contratante tuvo, principalmente, en mira
al tiempo de contratar. Por ejemplo cuando una persona compraba candelabros de plata
atendiendo principalmente a esta calidad y los candelabros no eran de plata sino de otro material
parecido, el consentimiento quedaba viciado, no porque el comprador estaba cometiendo un error
sobre la sustancia material del objeto, sino porque ésta era la calidad que él había tenido en mira al
momento de contratar. Como se determina, esta era una condición subjetiva porque el comprador,
quería que los candelabros fueran de plata y si por un error, al momento de contratar, le dieron
unos que no lo eran, ello no constituía error vicio del consentimiento. Lo era porque su idea al
hacerlo no tenía correspondencia.
Si el comprador hubiese querido unos candelabros "antiguos" y le hubiesen dado unos "modernos",
ello constituía error in substancia.
Poco importaba que fueran de plata o no. En tal caso si el error recaía sobre la composición
materla de los candelabros, na había error en substancia y, el contrato será perfectamente váidos;
pero si el error fue que no eran "antiguos" (calidad material), si constituía error en substancia,
porque la calidad de antiguo era lo determinante de su consentimiento, Pothier sustituyó la noción
objetiva y materialista del error in substancia, de los romanos, por una noción subjetiva e
intencional del error (11).
De lo anterior se concluye que el error en la substancia, no siempre vicia el consentimiento, porque
el error vicia el consentimiento cuando es determinante, cuando sin el no se hubiera contratado y
cuando recae sobre la esencia de la cosa, sea esta la substancia u otra calidad.

11 Ospina y Ospina, obra citada, página 195.

2o.) El caso está contemplado en el inciso 2o. del art. 1325 C.: "El error acerca de otra cualquiera
calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que contratan, si no cuando esa calidad es el
principal motivo de una de ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la otra parte. "El
caso se ejemplariza de la manera siguiente: Juan va a mi tienda a comprar unas gafas de
aumento, tal objeto le interesa a Juan porque le ayudarán a obtener una mejor visión, pero en
adición a ello Juan quiere que sean marca Ray Ban. Yo le entrego a Juan unas gafas de excelente
calidad, pero no son de la marca por él buscada. Si este último motivo yo lo desconocía no habrá
error, pero si por el contrario yo lo conocía de antemano y a sabiendas le vendi gafas de otra
marca, pués habrá error vicio del consentimiento. La razón es que poco importa la marca del
objeto, para el caso, las gafas, porque normalmente una persona compra anteojos para solucionar
un caso de poca visión, porque si le interesa curarse de esta tara; pero si la persona, además de
eso, busca una marca específica (lo cual sería una calidad accidental) y quien se las vende sabe
este dato y no lo cumple, hace caer en el comprador en el error vicio del consentimiento.
3o.) El error que recae sobre la persona con quien se tiene la intención de contratar cuando la
consideración de la persona es la causa principal del contrato.

Esta clase de error se presenta en los contratos "intuitae personae". Generalmente estos contratos
son gratuitos, como por ejemplo, el Comodato o préstamo de uso. En él, la consideración a la
persona del comodatario es causa principal del contrato, porque no se anda haciendo esta clase
de contratos con cualquiera persona, tiene que ser de aquellas que por su honorabilidad a toda
prueba, las hacen merecedoras de nuestra confianza. Lo mismo ocurre con el mandato
(generalmente contrato oneroso).
Los contratos, de la naturaleza que sean, se celebra en consideración a cuestiones de orden
económico, por lo que no importa hacerlo con X o Y persona. Si yo le vendo a Juan una finca mi
interés principal no es Juan, sino el precio que me tiene que pagar. Juan podría ser Pedro u otra
persona, eso no es lo importante, por lo tanto el error en esa persona no vicia el consentimiento.
Pero si el contrato se efectúa, como dijimos arriba, en consideración a la persona y esa persona no
es la llamada al acto, pues hay un error por vicio del consentimiento y por ese solo hecho.
Al respecto Alessandri Somarriva dice: "Aqui corresponde hacerse la misma pregunta que
formularamos al dar las nociones generales del error substancial : si la persona hubiera sabido que
otro contratante no era tal, ¿habría contratado? Si la respuesta es negativa, el error deber ser
principal para que vicie el consentimiento, o sea, que de haberse conocido la verdad, el contrato no
se habría celebrado, que el móvil de uno de los contratantes para celebrarlo haya sido la creencia
de que estaba contratando con la persona tal o sobre la cosa cual. Si no resulta así, el error existe,
porque sin él la persona no habría dado su consentimiento. Así lo dice el art. 1326 C. cuando
agrega: "Salvo que la consideración de esa persona sea la causa principal del contrato (12).

12 Somarriva Undurraga-Obra Citada, página 124.

c) ERROR indiferente o accidental

El error indiferente o accidental es el que no versa sobre la naturaleza del acto jurídico, ni sobre la
identidad o sustancia del objeto, ni sobre los móviles determinantes del consentimiento conocidos
de las partes, ni sobre la persona, cuando la consideración de esta es la causa primordial de la
celebración del acto o contrato.
Son ejemplos de este error los siguientes:

a) El caso del precio o la calidad, cuando dicho precio o calidad no es motivo principal de ninguna
de las partes o cuando, siéndolo de una de ellas, la otra ignora tal motivo;

b) El que se refiere a la identidad de la persona o a sus calidades, como el nombre o el estado civil,
cuando dicha identidad o dichas calidades, tampoco son la causa principal del acto.

1.5 LA FUERZA COMO VICIO DEL CONSENTIMIENTO

Este vicio del consentimiento está determinado en la geografía de nuestro Código Civil, en los
artículos 1327 y 1328, los cuales rezan así:

Artículo 1327 :
" La fuerza no vicia el consentimiento, sino cuando es capaz de producir una impresión fuerte en
una persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición. Se mira como una
fuerza de este género todo acto que infunde a una persona un justo temor de verse expuesta a
ella, su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un mal irreparable y grave.
El temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a las personas a quienes se debe
sumisión y respeto, no basta para viciar el consentimiento".

Artículo 1328 :
"Para que la fuerza vicie el consentimiento no es necesario que la ejerza aquel que es beneficiado
por ella; basta que se haya empleado la fuerza por cualquiera persona con el objeto de obtener el
consentimiento".

G. Ospina dá un concepto de la fuerza, y dice:


"Por fuerza o violencia se entiende toda presión física o moral que se ejerce sobre una persona
para inducirla a prestar su consentimiento en un acto jurídico. Dicha presión produce generalmente
en la víctima un sentimiento de miedo o temor que la coloca, si así se puede decir, en un estado de
necesidad, o que le resta libertad de decisión requerida por la ley para cualquier manifestación de
la voluntad privada". (13)
Alessandri Somarriva la define asi: "Fuerza es la presión que se ejerce sobre una persona por
actos materiales o amenazas para inducirla a consentir". (14)

13 G. Ospina F./E. Ospina F. Teoría General de los Actos o Negocios Jurídicos, Segunda Edición, Editorial Temis Librería 1983,
pag. 220.
14 ARturo Alessandri Rodríguez/Manuel Somarriva Undurraga, redactado y puesto al día por Antonio Vodanovic H., Curso de
Derecho Civil, De las Fuentes de las Obligaciobes en Particular, tomo IV, Editorial Nascimiento Santiago 1942, Chile.

Hay que hacer notar que la fuerza que vicia el consentimiento, no está referida a la fuerza misma,
es decir, que no son los actos violentos efectuados contra una persona.
La fuerza como vicio del consentimiento, es el temor de la persona a partir de dichos actos, es la
voluntad del individuo la que ha sido forzada, no es una voluntad perfecta, no hay espontaneidad
en ella.

LA FUERZA PUEDE SER FISICA Y PUEDE SER NORMAL


La fuerza es física cuando hay coacción material, como cuando se castiga por medio de azotes,
tortura, secues-tro, etc.
La fuerza moral es cuando hay amenazas que intimida a la persona víctima, creándole en su
conciencia una resolución de consentir en el acto jurídico para librarse del mal que pende sobre
ella. Estas amenazas son de toda laya, tales como: El secuestro de un ser querido, crearle
problemas en su trabajo, etc.
Aquí cabe una claración, y es que debe ser una relación causal y no ocasional entre la amenaza y
el consentimiento y además, tal fuerza está referida a la composición de la celebración de un acto
o negocio jurídico.

1.6 REQUISITOS PARA QUE LA FUERZA VICIE EL CONSENTIMIENTO

a) Que sea grave


b) Que sea injusta y ;
c) Que sea determinante.

LA FUERZA DEBE SER GRAVE :


El artículo 1327 C. dice que para que la fuerza vicie el consentimiento es necesario que produzca
una impresión fuerte en una persona de sano juicio. Tal es la primera condición.
Se trata entonces de una cuestión subjetiva, ya que una persona de sano juicio, puede, de acuerdo
a factores intrinsecos de su mismo ser, responder de manera diferente a otra, a un ataque de
fuerza, sea este moral o material.
Es decir, que esta condición es variable de acuerdo a quien va dirigida.

La fuerza como vicio del consentimiento, no es en si la fuerza misma sinó, es la impresión de


miedo causado en la víctima nacida de la fuerza misma.
Por ello se considera, que la voluntad de consentir por medio de la fuerza si existe, pero no es una
libre, por lo tanto es imperfecta.
La fuerza puede ser material y moral, pero nuestra legislación no hace distingos en tal sentido, la
condición primordial de ella, es que produzca una impresión, fuerte en una persona de sano juicio,
tomando en consideración su edad, sexo y condición.
La fuerza material está dirigida específicamente a la víctima por medio de maltratos de obra,
agresiones, golpes, privación de libertad, etc. La fuerza moral consiste en las amenazas verbales
de causar un determinado mal a la víctima o a las personas enunciadas en el artículo 1327 C., y a
las que, por su condición de amistad o especial afecto le causen el temor de verse expuestas.
Jorge Ortega Torres al aludir a la fuerza moral dice: "Que la violencia moral, debe implicar una
amenaza contraria a derecho en virtud de la cual uno hay sido determinado a prestar su
consentimiento. En el concepto de fuerza se halla implicito el que el temor bajo cuyo imperio
consentimos resulte de hechos cumplidos con la intención de provocar un acto jurídico. Esto último
es condición necesaria para la existencia de este vicio de la voluntad o consentimiento que sea
arrancado por la fuerza, no procede aplicar la teoría cuando el hecho constitutivo de la violencia no
ha tenido por objeto imponer la celebración de un negocio jurídico". (15)

LA FUERZA DEBE SER INJUSTA


Para que la fuerza sea injusta, es condición sine quanon que ella no esté legitimada por la ley o el
ordenamiento jurídico. Tal es el caso de una persona acreedora, que amenace con la muerte a su
deudora si ésta no paga. Lo justo y legítimo es que la primera amenace a la segunda por medios
que la ley le señale. De ahí el aforismo que dice que: "quien su derecho ejerce a nadie ofende". De
ello resulta que no constituye vicio del consentimiento por violencia o fuerza, el hecho de emplear
coacción para hacer cumplir una obligación de tipo jurídico, porque con ello se trata de alcanzar la
satisfacción de un interés legítimo.

15 Ortega Torres, Jorge: Código Civil con otas y concordancias, Tercera Edición Actualizada, Editorial Temis, 1955.

Ahora, el temor reverencial no vicia el consentimiento.


Esto nace de una lógica indiscutible, que es la de propender al respeto a personas que por su
edad, su condición, et. Les debemos tal actitud. Ahora el hecho de evitar desagradar a estas
personas, no es óbice para argumentar que hemos perdido la libertad de actuar de acuerdo a
nuestro intimo criterio. Al contrario, la ley determina que aún bajo esas circunstancias no existe
fuerza como vicio del consentimiento.

LA FUERZA DEBE SER DETERMINANTE


La fuerza, para que vicie el consentimiento, necesita ser la causa inequívoca para arrancar dicho
consentimiento. Por eso Alessandri Somarriva al hablar de esta cuestión dice que "la fuerza es
determinante cuando ha sido empleada con el objeto de obtener el consentimiento: Fulano se vale
de la fuerza para que Zutano consienta". (16). La fuerza debe tener por finalidad el consentimiento
de la parte sobre la que se ejerce.

16 Somarriva Undurraga, obra citada, pag. 145.

1.6 EL DOLO COMO VICIO DEL CONSENTIMIENTO


El artículo 1329 C. estatuye que: "El dolo no vicia el consentimiento sino cuando es obra de una de
las partes, y cuando además aparece claramente que sin él no hubieran contratado."
Tal disposición legal determina, que para que el dolo vicie el consentimiento es necesario que
concurran dos condiciones: a) Que sea obra de una de las partes y b) Que sea determinante del
contrato.
La primera condición hace diferenciar al dolo de la fuerza, ya que la segunda puede ejercerla una
de las partes contratantes o un tercero.
Pero no por ello debe llegarse a la equivocación de considerar que el dolo, a pesar de ejercerlo un
tercero no vicie el consentimiento. Esto es posible cuando dicho tercero haga las veces de
cómplice del principal contratante. Esta complicidad puede ser activa o positiva o, también omitida
o negativa.
La segunda condición se refiere a la inducción que padece la vistima a celebrar el acto o contrato,
que de no terciar el artificio doloso, no se hubiera llevado a efecto. Esto quiere decir que la victima,
da su consentimiento basado en un engaño, que por supuesto desconoce. Lo anterior constituye
un vicio que produce la invalidez del acto y la correspondiente obligatoriedad de indemnizar a la
vistima por los años y perjuicios causados a la misma.
La segunda parte del artículo mencionado dice: "Que en los demás casos el dolo da lugar a la
acción de perjuicios contra la persona o personas que lo han fraguado o que se han aprovechado
de él; contra las primeras por el total valor de los perjuicios, y contra las segundas hasta la
concurrencia del provecho que han reportado del dolo".
Estos demás casos están referidos al dolo que no es un vicio del consentimiento, es decir, el dolo
llevado a cabo por terceros sin connivencia con el principal.
Al respecto Ospina argumenta que : "Todo acto y toda omisión, cumplidos con la intención de
inferir injuria o daño, constituyen delitos civiles que se traducen en la obligación de indemnizar de
los perjuicios inferidos (17) . Esta indemnización deber ser cumplida por los que han fraguado el
dolo y por los que se han aprovechado del mismo. Las primeras responderán por el total del daño,
y las segundas por el provecho alcanzado por ellas a consecuencias de la práctica dolosa.

EL CONSENTIMIENTO
Es considerado uno de los elementos esenciales de mayor importancia, pues en todo contrato, aun
en los contratos solemnes o reales, el consentimiento de las partes constituye la substancia del acto.
El consentimiento es la aquiescencia de los estipulantes para la celebración del contrato. Es decir,
que debe producirse el concurso de dos o mas voluntades que “asientan unas con otras” (cum
sentire), en orden al negocio que se trata. Otros autores lo definen como la aceptación expresa o
tácita del sujeto de derecho de que los efectos jurídicos previstos en la norma jurídica se produzcan
en él.
Todo lo anterior, en palabras de ALESSANDRI Y SOMARRIVA, se entiende como “el acuerdo de
voluntades de dos o más personas con un objeto lícito”.
Para la validez del contrato se requiere que la voluntad de las partes no este influida por extraños
estímulos que adulteren la genuina intención que las induce a obligarse. Por lo tanto, es menester
cumplir con algunas exigencias:
a) Que la voluntad sea seria, es decir, emitida con el propósito de crear un vínculo jurídico;
b) Que se exteriorice, que se de a conocer externamente. Porque si la voluntad “es la facultad que
tiene un individuo de actuar en un sentido determinado”, entonces, para que le interese al
legislador, dicha voluntad debe exteriorizarse.
En la legislación salvadoreña para que todo contrato o acto jurídico sea válido debe existir y estar
libre de vicios. Esto según el art. 1316 del Código Civil el cual dice que para que una persona se
obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario:
1° Que sea legalmente capaz;
2° Que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio;
3° Que recaiga sobre un objeto lícito;
4° Que tenga una causa lícita.
Aun cuando el artículo anterior parece referirse a los requisitos que debe reunir el deudor, también
debe entenderse que tales calidades son necesarias en la figura del acreedor, es decir, son
trascendentales para ambas partes.
De ahí que, el consentimiento constituye la base de cualquier contrato tal como lo reconoce el art.
1416 del Código Civil, al indicar que “todo contrato legalmente celebrado, es obligatorio para los
contratantes, y sólo cesan sus efectos entre las partes por el consentimiento mutuo de éstas o por
causas legales”.
DE LOS VICIOS DEL CONSENTIMIENTO
Se mencionaba anteriormente que, para que el consentimiento sea jurídicamente perfecto, debe
estar libre de vicios. De acuerdo al art. 1322 del Código Civil los vicios de que puede adolecer el
consentimiento, son error, fuerza y dolo.
 ERROR
En su más amplio sentido, error es el falso concepto que acerca de una cosa se tiene. En sentido
jurídico, es la equivocación sufrida respecto a la cosa sobre que versa el contrato, o a alguna de las
condiciones esenciales del mismo, atendiendo particularmente aquella tenida en cuenta al
contratar. En palabras más simples, es “la equivocación que induce a la persona a realizar el acto
jurídico”.
El error de hecho vicia el consentimiento, según los arts. 1324 y 1325 del Código Civil, cuando recae
respecto alguno de los puntos siguientes:
a) Sobre la especie de acto o contrato, por ejemplo, una parte propone a otra entregarle una cosa y
se la remite, pero una de ellas cree que se trata de una donación, cuando la otra tiene la intención de
hacer un simple préstamo. Puesto que habría cambio completo en la naturaleza jurídica de la
operación intentada, faltando por consiguiente el elemento intencional en que debiera fundarse el
convenio.
b) Sobre la identidad de la cosa, o sea, en cuanto a la individualidad física del objeto del contrato. Si
se tratara de la venta de un caballo, por ejemplo, mientras el vendedor quería deshacerse de
determinado caballo que tiene actualmente en su cuadra, el comprador quería adquirir otro.
c) Sobre la sustancia o calidad esencial del objeto, es el error sobre las cualidades de la cosa que
constituye el objeto del contrato. Tal resultaría si comprado un anillo en concepto de que es de oro,
resultara de plata dorada, ya que la materia de que se compone el anillo es sustancialmente distinta
de la deseada por quien se propuso adquirirlo.
d) El error sobre la persona vicia el consentimiento, sólo si la consideración de ésta es la causa
principal del contrato art. 1326 del Código Civil.
 FUERZA
Para la efectividad del compromiso contractual es necesario que haya libertad en el agente de modo
que su acto sea resultado de su espontánea voluntad. La fuerza consiste en la coacción física o
psíquica que induce lo suficientemente al sujeto para emitir el acto jurídico, por esta razón, vicia el
consentimiento.
En los arts. 1327 y 1328 del Código Civil se regula la fuerza, estableciendo que ésta vicia el
consentimiento cuando es capaz de producir una impresión fuerte en una persona de sano juicio,
tomando en cuenta su edad, sexo y condición. Esto último hace referencia a que se le aprecia de
manera concreta, según su efecto sobre un niño, una mujer, un humilde o un ignorante.
El simple temor reverencial o las consideraciones y respeto que merezca al estipulante la persona
que le inste para la consumación del acto, no se consideran como causal anulativa del
consentimiento por no alcanzar el grado de fuerza incontrastable al efecto requerido.
También debe quedar claro que la fuerza es una causa de nulidad, aunque haya sido ejercida por un
tercero distinto de aquél en cuyo provecho se ha celebrado la convención. Esta viene a ser una
diferencia entre la fuerza y el dolo, ya que este ultimo vicia el consentimiento siempre y cuando haya
sido ejercido por una de las partes.
 DOLO
El art. 42 del Código Civil dice que el dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a la
persona o propiedad de otro. Pero en materia de contratación se denomina dolo todo medio
artificioso que se emplea para engañar e inducir a una persona a consentir en un contrato.
Asimismo, para ser causa de nulidad, debe provenir del contratante contrario al que ha sido victima
del engaño, tal como lo establece el art. 1329 del Código Civil. Distinción tradicional que fue tomada
por el Derecho francés del romano.
Si fuera obra de un tercero la nulidad no procede, y la acción se resuelve en daños y perjuicios a
cargo del autor del dolo, en toda la extensión que los hubiere causado. Respecto al contratante
beneficiado por el dolo, sólo se le puede exigir el reintegro de un tanto igual a aquel en se
aprovechare con motivo del acto, y en perjuicio de la otra parte.
Dentro de todo esto se distinguen dos especies de dolo: causante o principal, e incidente o
accidental.
a) Dolo principal, o también denominado por los antiguos autores dolus en causam contractui, se
comete antes del contrato, siendo él lo que origina en el espíritu de su víctima, la idea de contratar.
Este tipo de dolo puede viciar de modo grave el consentimiento.
b) Dolo accidental, es el que sobreviene en el curso de una negociación normalmente entablada, con
el fin de hacer que la parte acepte en condiciones que le son perjudiciales o notoriamente
desventajosas. El dolo accidental sólo produce daños y perjuicios por no obrar directa y
principalmente como móvil de la operación.

FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO


El consentimiento es un acuerdo de voluntades de parte de los contratantes, por lo tanto, para su
formación, es necesario que se den dos etapas:
1) La oferta, propuesta o policitación es el acto por el cual una persona propone a otra la celebración
de un contrato sobre bases determinadas.
La oferta requiere de ciertos requisitos: como la intención de producir el vínculo jurídico, es decir
que, debe haber intención de obligarse. A su vez, esta intención debe exteriorizarse ya sea de
manera expresa: cuando se hace en términos formales y explícitos; o tácita: que se deduce de ciertas
circunstancias. También puede ser verbal o escrita. Otra condición de la oferta es que debe ser
completa, esto es, que sea expedida en tal forma, que para el nacimiento del contrato solo baste con
que la persona a quien va dirigida diga “sí” y quede así perfeccionado el contrato.
La oferta debe ser voluntaria, emanada del oferente o de su mandatario. Por ser la voluntad de uno
de los contratantes debe ser emitida libremente.
La oferta puede ser determinada, o sea, dirigida a un sujeto individualizado, éste puede ser o no
conocido del oferente. En cambio la oferta indeterminada no va dirigida a un destinatario en
especial, sino al público en general.
2) La aceptación, es el acto por el cual una persona, a quien va dirigida una oferta, expresa su
voluntad de adherir a ella.
Requisitos generales de la aceptación: el acto debe ser voluntario, esto es, que puede o no aceptar la
oferta, puede o no contratar, en forma libre, sin que ello le origine responsabilidad. Al igual que la
oferta, la aceptación debe exteriorizarse, puede ser también expresa o tácita, verbal o escrita. Con
respecto al silencio, en el art. 1885 del Código Civil dice que cuando se hace una oferta el individuo
tiene la obligación de contestarla, porque si calla se considera aceptado el contrato.
Requisitos especiales de la aceptación: La aceptación debe se pura y simple, en otras palabras, la
respuesta del destinatario debe ser sencillamente “sí”.
Debe darse dentro de los términos legales, es decir, de acuerdo a lo dispuesto en la ley.
La aceptación debe darse mientras la oferta esté en vigor, antes que caduque. Ya sea por
retractación tempestiva, por muerte o por incapacidad legal del oferente.

Error (derecho)

El error, en derecho, es un vicio de la voluntad que consiste en la ignorancia o concepto


equivocado que se tiene de una ley, persona, cosa o hecho.1 Puede tratarse de una equivocación
o ignorancia, pero el resultado en ambos casos es el mismo: una falsa representación de la
realidad, y eso en definitiva es el error jurídico. La duda en todo caso excluye al error, pues quien
obra a sabiendas que puede estar equivocado, desconociendo con exactitud las consecuencias de
sus actos, no puede invocar luego su propio error. En el error, en cambio, el sujeto desconoce
ciertas consecuencias del acto que celebra y cree que su representación de la realidad es
acertada.2

Índice [ocultar]

1 Clases de error
1.1 Error de Derecho

1.2 Error de hecho

1.2.1 Error esencial

1.2.1.1 Error en la naturaleza del acto o contrato (error in negotio)

1.2.1.2 Error en la identidad de la cosa (error in corpore)

1.2.2 Error menos esencial

1.2.2.1 Error sustancial

1.2.2.2 Error accidental

1.2.2.3 Error en la persona

2 Véase también

3 Notas

4 Referencias

5 Bibliografía

Clases de error[editar]

Esquema general del error como vicio del consentimiento.

Error de Derecho[editar]

La ley se presume conocida por todos, esta regla clásica que tiene su origen en el derecho romano
(error juris nocet) tiene un claro fundamento que los autores han puesto siempre de relieve. De
otro modo, la ley, perdería su carácter obligatorio conforme las personas aleguen su
desconocimiento para librarse de su manda. Por ello el error de Derecho no puede ser presentado
como un vicio de la voluntad.

Error de hecho[editar]

El error de hecho es generalmente un vicio del consentimiento, mientras que el error de Derecho
es comúnmente rechazado como tal, siguiendo al código francés y a Pothier. El código civil chileno,
en el artículo 1452, señala expresamente que el error sobre un punto de derecho no vicia el
consentimiento, con ciertas excepciones en lo relativo al cuasicontrato de pago de lo no debido,
que obedecen más que nada a un asunto de rechazo al enriquecimiento sin causa.
Al menos en la legislación que sigue a Pothier (Latinoamérica, Francia), sólo el error de hecho vicia
el consentimiento. Pero éste no lo hace siempre, debiendo distinguir entre error esencial u
obstáculo y error menos esencial.

Error esencial[editar]

Error esencial o error obstáculo es aquel que recae sobre la identidad del acto o contrato que se
celebra, o sobre la identidad de la cosa que es objeto de dicho acto o contrato. Señala el artículo
1453 del Código Civil de Chilenota 1 que «El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae
sobre la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiese
empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa específica de que se trata, como si
en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa determinada, y el comprador
entendiese comprar otra».

Este error vicia siempre el consentimiento, y en su sanción se distingue entre quienes aceptan la
teoría de la inexistencia, y quienes la rechazan. Los primeros señalan que en este caso no se
configura consentimiento alguno y por tanto el acto o contrato debería ser sancionado como
inexistente. Para los segundos, aquello es cierto, pero no contemplando el código civil (chileno) la
sanción de inexistencia, debe aplicarse la de nulidad absoluta (art. 1682).4

Error en la naturaleza del acto o contrato (error in negotio)[editar]

Es el que recae sobre la identidad del contrato. Cada parte contractual cree que perfecciona un
contrato diferente. Así, un contratante cree que celebra un contrato de compraventa, cuando en
realidad se trata de un contrato de arrendamiento, que es lo que cree la otra parte.5

Error en la identidad de la cosa (error in corpore)[editar]

Es aquel en que incurre la parte al equivocarse sobre la identidad del objeto del contrato. Por
ende, un contratante se equivoca sobre las cosas o servicios que han de intercambiarse. También
se incurre en esta clase de error cuando recae sobre la actividad conducente a satisfacer los
intereses y adquirir los bienes que servirán para cumplir las obligaciones.6

Error menos esencial[editar]

En cuanto a la sanción, tanto el error sustancial y el accidental, cuando vician el consentimiento se


sancionan con nulidad relativa.

Error sustancial[editar]
Este tipo de error se produce cuando, no habiendo error sobre la identidad de la cosa objeto del
contrato, existe aquel sin embargo en alguna sustancia o calidad esencial que en realidad no tiene.
Señala el artículo 1454 del código chileno que «el error de hecho vicia asimismo el consentimiento
cuando la sustancia o calidad esencial del objeto sobre el que versa el acto o contrato, es diversa
de lo que se cree; como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una barra de plata, y
realmente es una masa de algún otro metal semejante».

Es como si alguien creyera comprar una silla estilo Luis XIV cuando en realidad es una silla
ordinaria, o creyera diamante el vidrio o vacuno la carne de caballo. Lo fundamental es que se
trate de cualidades esenciales de la cosa.

Error accidental[editar]

Error accidental o error ligero, es «El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el
consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de
ellas para contratar, y ese motivo ha sido conocido de la otra parte» Señala finalmente el código
de Bello en el artículo 1454 inciso segundo que .

Así una pintura al óleo, realizada por un artista famoso que en verdad es de un novato.

Error en la persona[editar]

«El error acerca de la persona con quien se tiene intención de contratar no vicia el
consentimiento, salvo que la consideración de esta persona sea la causa principal del contrato»
(artículo 1455 del código chileno). Esto se refiere principalmente a los contratos Intuitu personæ.

LA FUERZA (arts. 1456 y 1457)

Conceptos generales

Se define la fuerza como “los apremios físicos o morales que se ejercen sobre una persona
destinados a que preste su consentimiento para la celebración de un acto jurídico.”

La fuerza es un vicio de voluntad porque se opone a la libertad. De este modo, la voluntad supone
una manifestación consciente del sujeto (libre de error) y una manifestación libre, sin coacciones.

Clasificación de la fuerza

Fuerza física o absoluta: está caracterizada por una constricción directa y material.

En la fuerza física se pretende obtener una apariencia de consentimiento de la víctima a través de


procedimientos violentos o brutales.
Ejemplo: a una personase le agarra la mano y se le obliga a firmar un contrato.

La fuerza física excluye o suprime la voluntad. No existe manifestación de voluntad, sino un mero
fenómeno aparente que no tiene causalidad ni siquiera indirecta con la voluntad de aquel que
aparece como su autor. La fuerza física no es, por tanto, un vicio de la voluntad, ya que ésta no
existe, sólo hay una apariencia de voluntad. Por falta de voluntad el acto es inexistente.

Fuerza moral o psíquica: el apremio se ejerce sobre la psiquis de la víctima con el fin de
intimidarla.

En el acto en que incide la fuerza moral existe una manifestación de voluntad del sujeto, pero éste
no ha sido libre. La manifestación le fue impuesta por una amenaza actual de un mal futuro.

La víctima de la fuerza moral se representa la posibilidad de elegir entre 3 alternativas:

 Ceder a la amenaza, aceptando, como un mal menor, celebrar el acto a que es inducido.

 Rehusar, aceptando sufrir el mal con que se le amenaza.

 Rehusar, defendiéndose del mal con que se le amenaza.

Si elige la primera alternativa, la amenaza opera como un motivo en la formación de la voluntad.


Por tanto, hay vicio de la voluntad y no falta de ésta.

De lo expuesto se deduce que el estudio de la fuerza como vicio de la voluntad se restringe,


exclusivamente, a la fuerza moral, constituida por “aquellos apremios que producen a la víctima
miedo o temor de sufrir un mal.”

La fuerza en el Código Civil chileno

Art. 1456 inciso 1°: “La fuerza no vicia el consentimiento, sino cuando es capaz de producir una
impresión fuerte en una persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición. Se
mira como una fuerza de este género todo acto que infunde temor de verse expuesta ella, su
consorte o algunos de sus descendientes a un mal irreparable y grave.”

Este precepto contiene los requisitos que debe tener la fuerza para que vicie el consentimiento:

Grave o importante.

Injusta o ilícita.

Determinante

Primer requisito: fuerza grave o importante

Sólo vicia el consentimiento la fuerza grave, es decir, la que es capaz de producir una impresión
fuerte en una persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición.

Es el juez quien debe determinar si la fuerza cumple con este requisito, apreciando las
circunstancias de hecho.
Es posible que una misma amenaza pueda producir en una persona una impresión fuerte y en otra
no. De ahí que la víctima deba probar la existencia de la fuerza y la gravedad de la misma, esto es,
que fue capaz de producir una impresión fuerte tomando en cuenta su edad, sexo y condición.

Por excepción, la ley presume la gravedad de la fuerza (presunción simplemente legal), cuando la
amenaza infunde en la víctima el justo temor de verse expuesta ella, su consorte, o alguno de sus
ascendientes o descendientes a una mal irreparable y grave.

Concurriendo estas circunstancias, la víctima de la fuerza no estará obligada a probar la gravedad


de la misma, sin embargo, la existencia de la fuerza debe probarse siempre. (ejemplo: la amenaza
de homicidio que contenga los elementos de verosimilitud que hagan posible sentir justo temor).

Segundo requisito: fuerza injusta o ilícita

El Código no le exige expresamente, pero hay consenso en la doctrina en el sentido de que el


apremio debe ser contrario a la ley o a derecho, o bien no siendo en sí mismo ilícito, que se enlace
en la consecución de una ventaja desproporcionada e injusta.

La amenaza no es injusta cuando se tiene derecho a ejercerla (por ejemplo, el embargo). No


obstante, hay ciertas amenazas o apremios que siendo en sí mismos lícitos, pueden convertirse en
ilícitos si con ellos se pretende obtener una ventaja o mejores condiciones, que las que se podrían
exigir (por ejemplo, una persona tiene acciones y quiere venderlas. Un tercero le dice: “si no me
vendes las acciones, te denuncio al SII por tu evasión de los últimos 4 años).

Tercer requisito: fuerza determinante

Para que la fuerza vicie el consentimiento, debe ser determinante, es decir, el consentimiento
obtenido con la amenaza debe ser consecuencia inmediata y directa de ella, de modo que, sin la
fuerza, la víctima no habría celebrado el contrato.

Este requisito se desprende del art. 1457 que dice que la fuerza puede provenir de cualquier
persona “con el objeto de obtener el consentimiento”, es decir, el consentimiento es consecuencia
inmediata y directa de la fuerza.

De quiénes puede provenir la fuerza

Es indiferente que provenga de las partes o de un tercero. Así lo dice el art. 1457: ”Para que la
fuerza vicie el consentimiento no es necesario que la ejerza aquel que es beneficiado por ella;
basta que se haya empleado la fuerza por cualquier persona con el objeto de obtener el
consentimiento”.

El temor reverencial

Art. 1456 inciso 2°: “El temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a las personas a
quienes se debe sumisión y respeto, no basta para viciar el consentimiento.”

Por lo tanto, el temor reverencial no vicia el consentimiento.

Sanción o efectos de la fuerza moral


El acto en que incide la fuerza moral que reúne los requisitos de grave, injusta y determinante,
existe, pero con un vicio de que lo expone a ser invalidado.

La sanción para la fuerza moral es la nulidad relativa (art. 1682 inciso final).

El estado de necesidad

Se produce cuando una persona se siente amenazada por un hecho de la naturaleza o del hombre,
de modo que, para evitar el daño que teme en su persona o en sus bienes, realiza una conducta
que puede producir daño a terceros o bien producir un detrimento de sus propios intereses.

Por el principio de la no exigibilidad de otra conducta, no se puede sancionar a un sujeto que actúa
de esta forma en un estado de necesidad.

De modo que:

Si causó daño a terceros: no estará obligada a reparar los daños.

Si celebró un acto jurídico que fue perjudicial para sus intereses, es decir, si eligió el mal menor,
nuestra legislación no contempla ninguna disposición que permita rescindir el contrato que se
celebró en estado de necesidad.

La doctrina alemana e italiana consideran que el sujeto que realiza un acto jurídico en estado de
necesidad queda exento de responsabilidad por el incumplimiento de las obligaciones que asumió
para evitar el mal que lo amenazaba

Diferencias entre la fuerza y estado de necesidad:

En el estado de necesidad la amenaza puede provenir de un hecho de la naturaleza o humano,


en tanto que en la fuerza, el apremio necesariamente proviene del hombre.

En el estado de necesidad, el hecho que lo motiva no está encaminado a obtener una


manifestación de voluntad en un determinado sentido, en cambio, en la fuerza el apremio va
directamente obligado a obtener el consentimiento de la víctima.

EL DOLO

Conceptos generales

La voluntad, para desplegar los efectos jurídicos que le son propios, supone necesariamente un
conocimiento de la realidad.

En el dolo, al igual que en el error, se produce una falsa representación de la realidad, pero a
diferencia del error, ésta no surge en forma espontánea, sino que es consecuencia de las
maquinaciones fraudulentas fraguadas por otras personas para inducir a error al sujeto, es, decir,
hay engaño.

Dolo: “El dolo es un vicio del consentimiento constituido por la maquinación fraudulenta
destinada a que una persona preste su consentimiento para la celebración de una acto o
contrato.”
Se debe tener presente que el dolo constituye un vicio del consentimiento distinto del error y, por
lo mismo, una causa por sí relevante para anular un acto.

Clasificación del dolo

Dolo bueno: corresponde a prácticas comunes en las relaciones comerciales, que son hasta
cierto punto aceptadas. Se le define como “sagaz y astuta maniobra que emplea el comerciante
para ponderar sus productos”. Esconde un cierto margen de engaño que es tolerado, por eso
también se le llama “picardía lícita.”

Dolo malo: supone un comportamiento ilícito, destinado a engañar a otra persona y que la induce
a una manifestación de voluntad que, sin el dolo, no habría realizado, o habría realizado en
condiciones menos onerosas.

Dolo positivo: aquel en que el engaño se realiza a través de razonamientos o de actos


tendientes a representar como verdaderas circunstancias falsas o a suprimir o alterar las
verdaderas.

Dolo negativo: aquel en que el engaño consiste en ocultar sagazmente hechos verdaderos. Hay
silencio o reticencia de una persona que calló ciertas circunstancias que debía haber dado a
conocer.

Ej: el vendedor no le advierte al comprador sobre los vicios que tiene la cosa.

Dolo determinante, principal o inductivo: es aquel que induce en forma directa a una persona a
realizar una declaración o manifestación de voluntad que, de no mediar el dolo, se habría
abstenido de realizar.

Es el que determina a la víctima del engaño a contratar.

Dolo incidental: de no haber existido, la persona igualmente habría contratado o manifestado su


voluntad, pero en condiciones menos onerosas o menos gravosas.

El dolo en el Código Civil chileno

El legislador conoce el término dolo con 3 acepciones diferentes:

Como uno de los vicios de que puede adolecer la voluntad.

Como una circunstancia agravante de la responsabilidad del deudor que no cumple con la
obligación asumida.

Según el art. 1558, el deudor doloso debe indemnizar los perjuicios directos, tanto los previstos
como los imprevistos.

Como uno de los elementos que integran el supuesto de hecho del delito civil, esto es, la
intención de causar daño.

El dolo está definido en el art. 44 como “la intención positiva de inferir injuria a la persona o
propiedad de otro.”

El dolo como vicio del consentimiento (arts. 1458 y 1459)


Art. 1458 inciso 1°: “El dolo no vicia el consentimiento sino cuando es obra de una de las partes, y
cuando además aparece claramente que sin él no hubieran contratado.

De aquí se desprende que para que el dolo vicie el consentimiento debe cumplir los
siguientes requisitos copulativos:

Ser determinante: “aparece claramente que sin él no hubieran contratado”.

Ser obra de una de las partes.

La exigencia de que el dolo debe ser obra de una de las partes, revela que el legislador en el art.
1458 se refiere sólo a los actos jurídicos bilaterales.

Sin embargo, la voluntad también puede estar viciada (por dolo) en un acto jurídico unilateral,
puesto que el Código contempla la posibilidad de dolo en actos jurídicos unilaterales.

Ejemplo:

 Aceptación o repudiación de una herencia (arts. 1234 y 1237).

 Renuncia de los gananciales hecha por la mujer o sus herederos (art. 1782).

 Testamento (art. 968 N°4).

Por lo tanto, en los actos jurídicos unilaterales, como hay una sola parte, para que el dolo vicie el
consentimiento basta que seadeterminante, es decir, que sin él el autor no habría celebrado el
acto. En esta hipótesis, necesariamente el dolo será fraguado por un tercero, siendo indiferente
que dicho tercero resulte beneficiado o no con el acto celebrado como consecuencia del dolo.

Efectos del dolo

Hay que distinguir:

Si vicia es consentimiento: si el acto jurídico en que incide es bilateral, el dolo vicia el


consentimiento cuando es determinante y obra de una de las partes.

Se sanciona con la nulidad relativa o rescisión (art. 1682 inciso final), que sólo puede ser
demandada por la víctima.

Si no vicia el consentimiento: el dolo que no sea determinante o, teniendo tal carácter, no es


obra de una de las partes en un acto jurídico bilateral, no vicia el consentimiento, no afecta la
validez del acto jurídico.

Sin embargo, da derecho a la víctima para exigir indemnización por los perjuicios sufridos como
consecuencia del dolo (art. 1458 inciso 2°).

La víctima del dolo, para obtener reparación de los perjuicios sufridos tiene 2 posibilidades:

 Demandar a la persona que fraguó el dolo por el total de los perjuicios.

 Demandar a la persona, que sin haber fraguado el dolo, ha obtenido provecho de él, pero
sólo hasta concurrencia de dicho provecho.
Obviamente que en el caso que el dolo no vicie el consentimiento, es esencial la existencia de
perjuicios, pues sin ellos no es posible demandar la indemnización.

Prueba del dolo

Art. 1459: “El dolo no se presume sino en los casos especialmente previstos por la ley. En lo demás
debe probarse.”

De aquí se desprende:

Regla general: el dolo debe probarse por quien alega haber sido víctima de él.

Excepción: la ley, excepcionalmente, presume el dolo en ciertos casos.

Ejemplo: art. 958 N°5, que considera indignos para suceder al causante a los que dolosamente han
detenido u ocultado un testamento, presumiéndose dolo por el mero hecho de la detención o
ocultación.

Condonación del dolo

Art. 1465: el dolo no puede perdonarse o condonarse anticipadamente, es decir, antes que se
cometiere. La condonación del dolo futuro adolece de objeto ilícito y se sanciona con la nulidad
absoluta.

Para que el dolo se pueda perdonar es necesario:

Que se haya cometido, y

Que se haya conocido por la víctima.

UNIDAD DE APRENDIZAJE III


VICIOS DE LA VOLUNTAD EN LOS ACTOS JURÍDICOS

1. Concepto.

Vicio = Defecto.
Hay ciertos defectos que afectan ya sea: a) a la VOLUNTAD de las partes, b) al ACTO en sí en
cuanto a buena fe y seguridad jurídica se refiere.

Veamos por separado ambos supuestos:

- VICIOS DE LA VOLUNTAD: Estos vicios afectan directamente a la voluntad, distorsionan el querer


del sujeto que padece de los vicios. Recordemos que la voluntad requiere cuatro elementos: tres
internos (discernimiento, intención y libertad) y uno externo: su exteriorización. La falta de
cualquiera de ellos hace involuntario al acto.

Para nuestro Código Civil son vicios de la voluntad los que afectan a la intención y a la libertad.

Desvían la recta intención: 1º) El error.


2º) El dolo. UNIDAD III
Restringe la libertad: 1º) La violencia.

- VICIOS DEL ACTO: Estos vicios no afectan la voluntad de las partes, en principio intactas, pero sí
“al acto jurídico en sí”, en tanto repugnan y atentan contra la buena fe, la seguridad y la
estabilidad de las relaciones jurídicas.

Son: 1º) La simulación. UNIDAD V


2º) El Fraude. UNIDAD VI
3º) La Lesión. UNIDAD VII

Los vicios de la voluntad: Son aquellos defectos congénitos (de nacimiento, de formación) de los
actos jurídicos, que afectan al querer del sujeto, ya sea a su intención (error, dolo); ya sea a su
libertad (fuerza o temor) para celebrar el negocio de que se trate.

Los actos afectados son, en principio, válidos, pero una vez constatados los vicios por el juez, a
requerimiento de la parte afectada, afectan la eficacia del acto jurídico, imponiéndose su
invalidez.

2. Importancia de su estudio
Es importante abordar el estudio de los vicios (de la voluntad y de los actos jurídicos) pues de ellos
se origina las nulidades. Es trascendental que una relación jurídica en formación, esté libre de
defectos que le puedan restar eficacia.

3. Enumeración:

- Error,
- Dolo,
- Violencia.

4. ERROR

4.1. Concepto: El error constituye una falsa representación de la realidad, una opinión no
correspondiente con la verdad.

Error = Falso conocimiento; concepción no acorde con la realidad. Suele equipararse a la


ignorancia, que no es ya el conocimiento falso, sino la ausencia de conocimiento (Manuel Ossorio
– Diccionario Jurídico).

El error puede ocurrir debido a la noción equivocada que se tiene acerca de algo, de un hecho, de
un dato, de una norma; es decir, en todo caso en que exista discordancia entre lo querido y la
realidad que corresponde a ese querer, circunstancia esta en la que propiamente estamos se
habla de error.
4.2. El error de hecho y el error de derecho.

ERROR DE HECHO: Es la noción equivocada acerca de un dato, de una circunstancia, de una cosa,
relativos al acto. EJEMPLO: Si creo comprar una casa que en realidad estoy alquilando, o pienso
comprar un animal de raza y en realidad no lo es, evidentemente estoy errando acerca de las
circunstancias tenidas en cuenta al celebrar los esos actos.

ERROR DE DERECHO: Consiste en el desconocimiento de una norma jurídica, o en su apreciación –


o interpretación – errónea, o en la creencia de la permanencia en vigor de una ley derogada.

DIFERENCIA ENTRE AMBOS: En tanto que el error de hecho puede ser invocado para restar eficacia
a un acto que se encuentra viciado por esa circunstancia, la ignorancia de las leyes o le error de
derecho no impedirá el efecto de los actos lícitos, ni excusará de la responsabilidad por los ilícitos
(Art. 285 C.C.).

4.3. Situaciones en que el error es excusable

No debe entenderse que todo error de hecho torna ineficaz un acto. La falibilidad humana hace
que constantemente los sujetos se equivoquen en sus transacciones. Un mal cálculo de mercado
al cual se destinan las mercaderías que se adquieren, o una operación meramente desventajosa,
de por sí, no invalidan el acto.

Para que el error sea causa de invalidación de un acto, debe ser: a) Esencial, y b) excusable.

¿Que significa “debe ser excusable”? Significa que el ERROR solamente puede ser alegado por
quien ha puesto la prudencia y cuidados que las circunstancias aconsejan para cada caso en
particular, de tal modo que el error pueda considerarse, en cierto modo, INEVITABLE. Tiene
aplicación aquí el dicho común de que “nadie puede alegar en su favor su propia torpeza”.

A la excusabilidad se refiere el Art. 289 del C.C. al prever: “el error no perjudica cuando ha habido
razón para errar pero no podrá ser alegado cuando procediera de negligencia imputable”.

4.4- El error esencial y accidental

 El error esencial: Recae sobre las circunstancias determinantes para la celebración del acto.
EJEMPLO: El error sobre la naturaleza del acto: Creo estar celebrando una compraventa, y en
realidad estoy efectuando una donación. Evidentemente, tengo una concepción equivocada del
acto que estoy realizando. Leer Art. 286 C.C.P.

 El error accidental: Recae sobre situaciones simplemente accesorias que no fueron tenidas en
mira como móviles fundamentales para la conclusión del negocio.
Todos los supuestos en que el error no haya sido el móvil principal del acto, la equivocación será
accidental, y como tal NO AUTORIZARÁ su invalidación.

EJEMPLO DE ERROR ACCIDENTAL: Si yerro en los simples motivos, compre un auto pro que creí
que gané la lotería, y no fue así.

5. DOLO

5.1. Concepto: Es un vicio de la voluntad; específicamente, la intención de quien por medio del
mismo es inducido a celebrar un acto.

Caracteriza a este vicio el ENGAÑO, del cual se vale una persona para obtener de otra la
celebración de un negocio que, en otras condiciones, no se hubiera efectuado.

Acción engañosa del agente, que le induce a una persona a realizar un acto contrario a su
verdadera voluntad.

El dolo consiste en el uso (por parte del contratante) de engaños, maquinaciones, artificios o
mentiras hacia una persona con el fin de inducirla a concluir un contrato, que, sin aquellos no
concluiría dicha persona.

5.2. Clasificación del dolo

5.2.1. Dolo principal y dolo incidental:

DOLO PRINCIPAL: Es el dolo al que alude el art. 291 de nuestro C.C.: “para que el dolo cause la
nulidad del acto se requiere que haya determinado la declaración de voluntad. Es el acto que la
victima no hubiera materializado, en absoluto, de no haber existido el dolo o engaño; y

DOLO INCIDENTAL: En este tipo de dolo, el engaño recae exclusivamente sobre elementos
accesorios del acto. Consecuentemente, este se habría realizado aún mediando el engaño sobre
dichos elementos secundarios. El engaño no recaerá sobre un hecho que sería indiferente para la
conclusión del contrato; se referirá a un hecho que deba ser decisivo para la victima del dolo. El
dolo determinante se llama dolo principal, por oposición al dolo incidental.

¿En que radica la diferencia? El dolo tiene relevancia como motivo de la anulación, cuando es
elemento decisivo en la formación de un acto, NO cuando es motivo secundario.

5.2.2 .Dolo positivo y dolo negativo:

DOLO POSITIVO: (por acción) es la acción engañosa del agente, que le induce a una persona a
realizar un acto contrario a su verdadera voluntad. El dolo consiste en el uso (por parte del
contratante) de engaños, maquinaciones, artificios o mentiras hacia una persona con el fin de
inducirla a concluir un contrato, que, sin aquellos no concluiría dicha persona.
DOLO NEGATIVO: (por omisión) El dolo que vicia el consentimiento no solo puede materializarse
por un acto positivo del agente, dado que, igualmente, la Ley sanciona el que proviene de una
omisión o abstención. Se lo denomina tambien Reticencia dolosa.

Exige las mismas condiciones que el dolo positivo. Al respecto el C. C. establece en el Art. 290 in
fine: las reglas se aplicarán igualmente a las omisiones dolosas.

En la omisión dolosa, al igual que en la acción dolosa, los medios de que se vale el autor deben ser
capaces de producir el mismo efecto: inducirnos al error, mantener el error o la ignorancia en que
nos encontrábamos y, en consecuencia, determinarnos a la realización del acto. No habrá
reticencia u ocultación dolosa sino en los casos en que la ley impone a una persona la obligación
de hablar con claridad y se calla, o no dice más que parte de todo lo que debiera y estaba obligada
a decir.

Forma especial del dolo omisivo es la reticencia, esto es, el callar circunstancias que se tenía el
deber de comunicar al otro. La reticencia puede verificarse en los contratos de seguro.

5.2.3 .Dolo directo y dolo indirecto: Según que aludan al dolo entre las partes o al dolo entre
terceros. (nos remitimos)

5.2.4. Dolo bueno y dolo malo: En derecho romano, dolus malus y dolos bonus). Podriamos
llamarlo tambien dolo lícito y dolo ílicito. El criterio de delimitación entre ambos se deduce de las
ideas dominantes, para la sociedad como la actual, en la práctica del tráfico común.

Según esto, han de calificarse como lícitas aquellas sutilezas, exageraciones y malicias que la
opinión común tolera inocuas y naturales en el tráfico, pro que todos suelen emplearlas en el
género de contratación de que se trate. EJEMPLO: todo oferente las utiliza al ponderar sus
mercancías).

En los llamados dolus bonus, consiste en la exagerada ostentación de las cualidades de un bien
propio o de la propia habilidad profesional que, en ocasiones, acompañan al ofrecimiento de un
bien o de una presentación. ES frecuente entre el comerciante y un cliente, EJEMPLO: “este tejido
es indestructible”, “este medicamento elimina el resfriado en 1 día”. Una persona de
entendimiento medio sabe que tales cualidades ensalzadas por el vendedor no se corresponden
con la verdad y son fruto de la exageración y, dado que el derecho solo tiene en cuenta el
comportamiento del hombre de mediano juicio, nadie podrá en estos casos solicitar la anulación
del contrato, ni aún quien hubiese confiado en la veracidad de la exageración.

5.3. Requisitos para que el engaño vicie el acto:

Para que el engaño vicie el acto, se requiere – a tenor del Art. 291 C.C.- 1º) Que haya sido
determinante de la declaración de la voluntad, y; 2º) Que haya causado daño.
Veamos por separado ambos supuestos:

 DOLO DETERMINANTE DE LA DECLARACIÓN DE VOLUNTAD: No es sino aquel que se erige en


móvil primordial para que el engañado celebre el acto.

Cuando el dolo es determinante, la doctrina lo denomina “dolo principal”. Cuando no lo es, se


habla de “dolo incidental”. El dolo incidental o “no determinante” no es la causa eficiente del acto,
que igualmente se hubiera celebrado, sino que simplemente lo hubiera sido en otras condiciones,
en este caso, menos onerosa para la victima, ya sea por un menor precio, ya sea con un distinto
plazo de entrega, etc.

El EJEMPLO diferenciador entre dolo principal e incidental lo traía Velez en la nota al Art. 934 de su
Código: si por dolo me hacen vender una propiedad que no quería venderla, el acto debe anularse;
si por el contrario, igual vendería esa propiedad, solo me deben indemnizar el daño, pagando la
diferencia del precio engañado.

Determinar si el dolo fue principal o incidental, es una cuestión de hecho, sujeta a la prudente
apreciación del Juez.

 QUE HAYA CAUSADO DAÑO: Esto ya no hace relación a la voluntad, sino a las consecuencias
objetivas de la falta de voluntad. Debe considerarse que, si se anula el acto doloso, es
precisamente porque – se supone – causó un perjuicio, en cuyo caso la sanción más severa será su
invalidez y la restitución de las cosas al estado anterior.

5.4. Dolo de un tercero: El Art. 291 del C.C. dispone expresamente que el dolo afectará la validez
de los actos, sea que provengan de las partes, sea que provengan de terceros.

En los Códigos Civiles Francés e Italiano – y en el mismo derecho romano - el dolo del tercero no
originaba la anulación del acto, sino que simplemente lo hacía responsable por los perjuicios
ocasionados; solo excepcionalmente, cuando se probase connivencia del tercero con la otra parte,
se admitía la invalidación.

Nuestro Código Civil – al igual que el argentino – categóricamente, señala que, venga de quien
provenga, el dolo es causal de anulación del acto.

5.5. Personas contra quienes debe dirigirse la acción:

La demanda de anulación por dolo debe dirigirse siempre contra el autor del vicio o contra sus
sucesores universales.

5.6. Prueba del dolo:


Es un principio general que la prueba con relación a los vicios de la voluntad corresponde a quien
los invoca, pues la estabilidad en las relaciones así lo impone. La prueba directa, sin embargo, será
muchas veces difícil; razón por la cual cabrían las presunciones, siempre y cuando estas reúnan las
condiciones procesales requeridas para erigirse en un medio probatorio idóneo.

5.7. Efectos del dolo:


El dolo produce dos consecuencias fundamentales: da lugar a la anulación del acto, y a que se
reclamen los daños y perjuicios ocasionados por el vicio.

6. VIOLENCIA. ESPECIES. DE LA FUERZA Y DEL TEMOR

6.1. Concepto: Estaremos ante este vicio cuando por medio de la coerción, ya sea mediante
apremios físico, ya sea mediante intimidaciones o amenazas, se obligue al afectado a celebrar o
ejecutar un acto que, en otras condiciones, no lo haría.

Nuestro Código Civil se refiere al clásico vicio de la violencia, o falta de libertad, como FUERZA Y
TEMOR. En otras disposiciones, sin embargo, emplea, genéricamente, la palabra violencia.

6.2. FUERZA.

6.2.1. Requisitos para que la amenaza o la fuerza vicien el acto:

Podemos señalar dos requisitos:


 Debe haber sido móvil determinante, al punto que el acto no se lo hubiera celebrado, en
absoluto, en otras condiciones.
 Debe ser irresistible.

6.2. DEL TEMOR. Intimidación. Condiciones para que el acto sea anulable.

Las condiciones para que la intimidación torne anulable al acto son que:

 Consistan en injustas amenazas.


 De un mal inminente.
 De un mal grave.
 Que tales amenazas hayan provocado temor fundado en el sujeto pasivo de ellas.

6.3. Violencia de un tercero: Al igual que en el supuesto del dolo, la violencia de tercero vicia el
acto. Leer Art. 295 del C.C.P.

6.4. Efectos de acto viciado de violencia. Idem Dolo

66. Personas contra quienes debe dirigirse la acción: Idem Dolo.

6.7. Prescripción de la acción de anulabilidad: Las acciones para obtener la anulación de los actos
ejecutados mediando violencia prescriben a los dos años, con la particularidad de que el plazo se
empieza a computar desde que cesó la fuerza o intimidación. (Art. 663 inc. “a” del C.C.)

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:

- GAUTO BEJARANO. Marcelino. Hechos y Actos jurídicos


- MORENO RODRIGUEZ, José Antonio. Curso de Derecho Civil – Hechos y Actos Jurídicos

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