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PLATÓN

Platón (427 -347 a.C.) fue alumno de Sócrates, y es gracias a él que


conocemos las ideas de este último, que nunca escribió nada. Platón
consolida la dialéctica adaptando la mayéutica de Sócrates, pero con un
pequeño gran cambio, que consiste en confrontar no opiniones distintas,
sino una opinión con su respectiva crítica y mediante afirmaciones y
negaciones sucesivas. Entonces, distingue dos momentos: uno por el cual
se produce la intuición de la idea: el momento en que el asombro, la
duda, o una situación límite, nos despierta la inquietud. El segundo
consiste en el esfuerzo crítico para esclarecer esa idea. Ese esfuerzo crítico
nos llevará de un argumento a otro cada vez mejor, aunque nunca
lleguemos a la coincidencia plena con la idea, puesto que las ideas
pertenecen a un mundo ideal y perfecto que es inalcanzable para
nosotros.

Platón explica este mundo de las ideas mediante relatos y alegorías.


El mito de la reminiscencia nos dice que las almas humanas antes de
venir a este mundo (Dualismo) habitaban en un mundo donde no hay
cuerpos sólidos, nada que se mueva o que cambie, nada que produzca
sensaciones, sino solamente esencias intelectuales. Cosa difícil de
imaginar para nosotros, sin duda. Un mundo donde no hay nada, ni
siquiera un lenguaje, solo ideas. Las almas conocen y saben
absolutamente todo porque viven inmersas en ese todo, en ese total
conocimiento sin principio ni fin en la eternidad de un espacio celestial
infinito. Pero a veces esas almas vienen a la tierra y se hospedan en un
cuerpo humano. La explicación mítica dice que antes de encarnarse,
cruzan un río, el Leteo, cuyas aguas les ocasionan el completo olvido de
todo aquello que “sabían” cuando estaban allá en el mundo de las ideas.
La explicación lógica es simplemente que lo que les toca vivir hace que
olviden lo que vivieron antes. Pero a poco que se interrogue con
inteligencia a cualquier persona, o sea que se le haga pensar, algo de ese
infinito conocimiento, de ese saber absoluto, vuelve a aparecer como
reminiscencia.

En el diálogo llamado “Menón”, Platón nos ejemplifica


perfectamente este asunto, cuando Sócrates logra que un esclavo que
jamás ha estudiado resuelva algunos problemas de geometría.
Por supuesto que esto es un cuento; pero decíamos que la filosofía
debía ser una vivencia, algo que se hace. Ahora comparen un poco con lo
que pasa en el grupo operativo. Alguien siente algo, luego lo expresa.
Otros piensan. Aparece una conclusión provisoria, un emergente. Quien
no sabe qué contestar, a veces puede hacer las mejores preguntas. Se
opina, se razona, se discute, tal vez se arriba a alguna conclusión, tal vez
no, y solo aparecen más y más preguntas… el hecho es que parece que
nadie sabía nada, sin embargo, todos están pensando y compartiendo lo
que les va surgiendo, como si ya lo hubiesen sabido…

Parece que estos hombres que pensaban hace 2500 años, tenían las
mismas angustias y problemas que nosotros.

Platón es tributario de los presocráticos, de los cuales toma el tema


de la intuición intelectual como modo de llegar al conocimiento del
verdadero ser; toma de Parménides la teoría de los dos mundos, y la
desarrolla, y se especializa en el arte de la discusión llevándolo al
extremo, perfeccionando así la dialéctica. De Sócrates toma el
descubrimiento de los conceptos, y las profundas convicciones morales. Y
lleva esto ya no solo a las virtudes, sino a todo, al mundo en general.
Juntando esto con aquellas ideas del ser y de los dos mundos de
Parménides, concibe entonces su teoría de las ideas. Sócrates buscaba el
“logos”, o sea, las razones, y ya habíamos determinado que el SER no está
en el mundo sensible.

La palabra idea era nueva entonces, fue inventada por Platón a


partir de una palabra griega que significaba “ver”. O sea, la idea sería
algo así como una visión. Pero una “visión intelectual” o sea una intuición,
una idea, necesitaría de un sujeto que la intuya. Platón separa al sujeto
de la idea. Entonces la idea pasa a ser algo en sí mismo, un concepto de
las cosas, la ESENCIA de algo. Eso que hace que las cosas sean lo que son.
Y esas ideas tienen existencia real, no “dependen” Ya de un sujeto para
ser lo que son. Lo que Parménides hacía con el ser en general, Platón lo
aplica a todas las ideas, y hay muchas ideas, miles, millones de ideas, y
todas ellas son inmutables, eternas, intemporales, inmóviles e
indestructibles.
Hay un mundo en el cual “habitan” las ideas. Y hay un mundo
sensible. Las cosas que están en el mundo sensible son lo que son porque
participan en alguna medida de una idea, a la cual se ajustan pero
imperfectamente; son una especie de sombra de lo verdadero, que es la
idea. Esta idea reúne todas las probablemente infinitas posibilidades y
formas de los objetos tangibles reunidas y formando una síntesis. Eso es
para Platón la ESENCIA.

Humor en Buenos Aires.

Grados del ser y del conocer

En su libro “La República”, Platón precisa cómo se dividen y subdividen


esos mundos de lo sensible y de lo ideal, y asimila a cada una de las
divisiones obtenidas el grado de conocimiento que podemos esperar de
cada uno de ellos. Es sencillamente genial su aporte en este sentido, pues a
pesar de que puede admitir más de una crítica, nos enseña realmente las
diferencias que existen entre la conjetura, la creencia, la mera opinión, el
entendimiento, el saber. Si decimos que nuestra finalidad como Psicólogos
sociales consiste en constituirnos como agentes de cambio, vamos a
necesitar siempre poder separar, discernir, discriminar nuestra opinión de la
realidad, nuestra creencia ó sentido común del auténtico saber. No poder
hacer esto suele ser la mayor fuente de malentendidos y discusiones,
muchas veces planeando problemas que no son tales, o dando por
naturalizadas situaciones que de natural nada tienen. Poder pensar acerca de
lo que sentimos, en suma. No es que vayamos a volvernos sabios ni infalibles
repentinamente, nada más lejos de eso; pero una vez más nos vamos a dar
cuenta de que dudar es la clave, si bien nos han hecho creer que es mejor
estar seguros aunque sea de una mentira, o como se dice ahora, de una
posverdad. Hoy en día a esto se le llama Inteligencia Emocional, y nos la
venden como novedad, pero la verdad es que es tan viejo como Platón…

“Símil de la línea”

La nada, el no-ente, lo que no es, equivale para platón a la ignorancia


más absoluta, que para Platón equivale al MAL. En el otro extremo, se
encuentra la IDEA DEL BIEN, como la idea suprema, la “idea de las ideas”. AC
representa el mundo sensible, y CE el mundo de las ideas.

En el nivel más básico del conocimiento tenemos la conjetura o


imaginación, que equivale a las sombras, los sueños, como en el cine, que
obviamente Platón no conoció, o el arte, que tenía como finalidad “reflejar”
las virtudes, la justicia, la belleza, la armonía. (El concepto de “arte por el
arte” no existía en esa época). Platón subordina el arte a la moral, y las
tradiciones artísticas se constituían en código ético: eso era parte del
contexto. Otros pueblos tuvieron “libros sagrados”, que los griegos no tenían.
Pero ellos inventaron el teatro.

El segmento BC se refiere a las cosas sensibles propiamente dichas, los


objetos que podemos percibir con nuestros sentidos. A eso lo llama “pístis”
cuya traducción sería “creencia”, y que también podríamos llamar “sentido
común”, en tanto éste cree que el mundo real son las cosas que tocamos,
vemos, olemos, etc. En el campo del conocimiento, las creencias son
aquellas cuestiones morales y correctas, pero que no están acompañadas de
conocimiento y no son demostrables, por lo tanto son imperfectas como
toda cosa sensible. Como en el caso de los diálogos de Sócrates, cuando la
discusión progresa y va siendo refutada reiteradamente, aparece la confusión
(recordar el caso de Laques), y entonces al no poder dar un fundamento
racional caemos en el relativismo o en el escepticismo, y Platón quiere evitar
eso y proseguir la búsqueda en pos del bien, que no es otra cosa que el
conocimiento de la verdad, la sabiduría.

El segmento CD se refiere a las ideas matemáticas, y hoy podríamos


decir que en general se refiere a la ciencia. La matemática era la única ciencia
bien desarrollada en la época de Platón. La ciencia tiene como método de
conocimiento la “dianoia” o ENTENDIMIENTO. Se puede valer de diagramas,
dibujos, alegorías, etc., para representar los entes a los que se refiere, como
cuando dibujamos un triángulo. Pero no confundiremos ese dibujo con un
verdadero triángulo, que es en sí una idea. Hoy en día tenemos leyes físicas,
por ejemplo, que explican la gravedad, el magnetismo, la luz, etc. O sea que
la importancia que Platón da a las matemáticas tiene que ver con que
considera un “puente” entre la realidad sensible y la realidad de las ideas, y
su estudio sirve como preparación para poder pensar de modo abstracto, o
sea, para “filosofar”.
Platón fundó la Academia, que duró 9 siglos, y se cuenta que en la
entrada decía “que no entre nadie aquí si no sabe matemáticas”.
La otra característica de este conocimiento científico es la de ser
hipotético, o sea, tal como etimológicamente se deduce, conocimiento que
sustenta, que está por debajo. O sea, que la ciencia no es el saber absoluto,
sino que hace sus deducciones partiendo de ciertos supuestos que están
“por encima” y que se dan por ciertos, por ejemplo, el número, el espacio,
etc.
El último segmento es el que representa aquellas ideas morales y
metafísicas de las cuales hay que “dar razón”, y esto es tarea de la filosofía. O
sea que es necesario llegar a algún conocimiento que sea efectivamente
autosuficiente y anti hipotético, o sea, que no haya que justificar, donde
todas las ideas están en perfecta armonía cósmica, formando un organismo
perfecto gobernado por la idea del Bien, que a su vez no depende de
absolutamente nada, Y QUE ES LA CAUSA SUPREMA Y ÚLTIMA DEL
UNIVERSO. El bien está entendido aquí no solo como valor moral, sino como
aptitud, al modo de “un buen cuchillo”, por ejemplo. O sea, es a la vez el
supremo conocimiento y aquello que lo hace posible. Es a la vez la finalidad
de todo, la meta suprema.
Desde luego que este logro de la perfección en el conocimiento es algo
que se desea, que se ama, pero que nunca se puede conseguir; sin embargo
es aquello a lo cual debemos aspirar en tanto humanos. Este conocimiento
es llamado por Platón “noesis”, que significa “Inteligencia”, y se distingue por
ser TOTALMENTE INTELECTUAL, ABSOLUTO, NO HIPOTÉTICO. Por lo tanto,
Platón dice que la filosofía es el único ámbito donde el pensamiento se
mueve con total libertad, pues nada se da por supuesto, y todo puede ser
visto al mismo tiempo, tal como es y cómo está vinculado entre sí, o sea en
SINOPSIS.

Sinopsis del pensamiento platónico

Alegoría del carro alado


Según el mito, el alma humana es una fuerza natural que se
comporta como un carro conducido por un auriga y tirado por dos
caballos, y sostenido por alas. Resulta que ambos caballos son muy
diferentes: uno es hermoso y bueno, otro es feo y malo, y ambos tiran en
direcciones diferentes. El caballo bueno representa la parte “irascible”,
noble y racional del alma que tiene control sobre la voluntad y la acción, y
el caballo malo representa las pasiones, lo “concupiscible”, lo que nos
impulsa a ceder a los deseos del cuerpo y de los sentidos. El auriga es la
razón, el conocimiento. Las alas quieren elevar el carro para acercarlo a la
morada de los dioses, mundo ideal, inteligible, pero a veces no lo
consiguen y el carro (o sea, el alma) baja a la tierra y se une a un ser
viviente. Según el grado de dominio de cada uno de los caballos el cuerpo
que reciba esa alma será desde un filósofo hasta un tirano, pasando por
diversos grados posibles… Además del mito de la reminiscencia se explica
de forma alegórica prácticamente toda la filosofía platónica. Se nos pone
de manifiesto que los seres humanos somos en realidad una mezcla de
todos los elementos de ese “carro alado”, en diferentes proporciones, y
que según cuál de los elementos predomine será el rol o el desempeño
que cada uno tendrá en la sociedad. Esto parece hoy muy elemental y
obvio, pero en esa época no lo era, no se hablaba de estas cosas…

La alegoría de la caverna
Para expresar la condición humana, Platón se vale de una alegoría; la
caverna está en la ladera de una montaña y en el fondo de la misma hay
hombres que están sentados y encadenados mirando hacia el fondo, de
modo que no pueden girar su cabeza ni hablar entre sí; más atrás hay una
pequeña pared detrás de la cual hay otros hombres que llevan en alto
objetos artificiales que sobresalen por encima de esa pared, y que al hablar
sus voces resuenan en el fondo de la caverna como un eco. Detrás de ellos
una hoguera lanza su luz sobre esos objetos, y proyecta sus sombras sobre la
pared del fondo a la cual están mirando los prisioneros. Detrás de la hoguera,
se encuentra un camino que conduce a la salida de la caverna, y entonces
está el campo, los animales y plantas, el cielo y el sol, que simboliza la Idea
del bien. La caverna representa nuestro mundo, el mundo sensible, y el
exterior representa el mundo de las ideas.
Pero resulta que un prisionero consigue liberarse y mirando hacia atrás
ve el desfile de objetos falsos sobre la pared, y entonces duda. Comienza a
andar hacia atrás y ve entonces detrás de la pared a otros hombres que son
los que llevan en andas esos objetos, alcanza a ver el fuego y descubre que lo
han estado engañando. Entonces sigue caminando, y de pronto ve una luz
diferente, que es la luz del sol que entra a la caverna. En este punto no desea
seguir, se siente inseguro y tal vez aterrorizado, es preciso arrastrarlo y
obligarlo a salir. Al salir es cegado completamente por la luz del sol, y no
puede ver nada, se siente perdido, confuso… y sin embargo, sus ojos se van
adaptando a la luz, y entonces puede por fin, ver las cosas como son.
Maravillado, procura volver a la caverna para contarles a sus compañeros lo
que ha visto, y sacarlos de su error. Pero al entrar, la oscuridad vuelve a
cegarlo, otra vez no puede ver nada, se vuelve torpe y tropieza, y cuando
intenta contar lo que ha visto, cómo son las cosas en realidad, nadie le cree,
lo toman por loco, incluso pueden llegar a matarlo por poner en duda lo que
siempre ha sido de una cierta manera y que de cambiarlo se produciría un
gran desorden.
Una interpretación posible es que nosotros mismos, en este mundo
sensible, estamos confinados al conocimiento sensible, solo vemos sombras
de objetos que ni siquiera son tales, o sea, vivimos prisioneros de las
apariencias. Las cadenas simbolizan aquí la ignorancia. La liberación y el
ascenso del prisionero hacia la salida representarían la “formación” del
hombre a partir de su “animalidad”, llegando a desplegar mediante la
“paidéia” o educación todo su potencial. No olvidemos que para Platón
nuestro verdadero ser no es el físico, sino que él cree en la dualidad cuerpo-
alma, y este viaje hacia fuera de la caverna también simboliza el modo en
que el alma “recuerda”, o sea cómo el hombre aprende. Otro modo de
explicarlo sería que no somos libres hasta que no nos liberamos del poder
del “tirano impersonal” que es el “Qué se hace”, o el “Qué dirán”. Como
cuando usamos un modelo de ropa porque “se usa”, o vemos una serie de
televisión porque “todo el mundo la ve”, y es un ser impersonal quien decide
eso y no nosotros. Se nota también en cosas más serias, como cuando
decidimos seguir a un candidato político “porque es la idea que está de
moda”, porque “es lo que hacen todos”. Así como los prisioneros toman por
reales las sombras que ven proyectadas, también creen que el eco que
perciben es la verdadera voz de las sombras mismas. Y a quien pueda
discernir con mayor precisión las voces y las sombras, se le podría premiar
con elogios y honores, de manera que acaben por desear su condición y no
tomen conciencia de que otra realidad es posible. Estos hombres se
encuentran en el estado de “eikasía”, o conjetura, el más básico del
conocimiento. O sea, están en “un modo de ver deformado por medios
falsificadores, por sus propias pasiones y prejuicios y por los de otras gentes,
tal como se les transmiten por el lenguaje y la retórica”. Los hombres que
acarrean los objetos que son proyectados en la pared serían los
“falsificadores”. Hoy en día es la función que -en general- cumplen la
prensa, la televisión y la propaganda política.
Platón da por supuesto que el error es la condición primaria del
hombre, que en general éste no se da cuenta de su situación, y que es
necesario, al modo de Sócrates, comenzar por la refutación, o sea, negando
las apariencias, para poder iniciar ese viaje hacia fuera de la caverna.
Pero el prisionero es encandilado y confundido por la luz del sol al salir
de la caverna. Verá las cosas cuya sombra veía y al principio no aceptará que
esas cosas nuevas son más reales que aquellas sombras a las que estaba
acostumbrado. Todo era más fácil antes, ahora es más complicado, más
borroso… Esto representa la dificultad de acercarse al pensamiento
abstracto, que es probablemente la dificultad que todos tenemos cuando por
primera vez empezamos a hablar de estas cosas. Pero también simboliza la
gradualidad de la educación, la necesidad de ir paso por paso, adaptándose
en cada momento, para poder ir penetrando de verdad en las ideas
superiores. No hacerlo así equivale también a la opinión sin fundamento, y
cuando mucho a quedarse atados al “sentido común”, que como ya sabemos,
no necesita de ninguna prueba rigurosa.
Una vez que los ojos del hombre liberado se acostumbren a la luz,
sentirá alegría por haber descubierto las ideas, por el conocimiento de ese
mundo nuevo, y por la idea del bien, y entonces sentirá una necesidad
imperiosa de comunicar eso a sus compañeros que permanecen en el fondo
de la caverna, puesto que no le será lícito para su moral permanecer allí y
guardar para sí lo que ha descubierto. Ahora que ha aprendido necesita
transmitir eso que sabe. Y al entrar de nuevo en la caverna se sentirá torpe,
pues la oscuridad le hará difícil el camino, y los prisioneros atribuirán esa
torpeza al haber salido de la caverna y haber abandonado las viejas
costumbres. (“Cuando el sabio señala el cielo, los ignorantes miran el dedo”)
Se resistirían e inclusive matarían a quien pretendiese liberarlos. Platón deja
constancia así del divorcio entre el filósofo y la polis, o sea, entre el hombre
que piensa y el Estado. Los hombres se encuentran “alienados”: solamente
en un Estado perfecto donde se desplegaran al máximo la bondad y la justicia
el hombre podría realizar la plenitud de sus posibilidades. Pero sabe que ese
Estado Perfecto es una realidad inalcanzable, y si alguna vez se alcanzare,
duraría muy poco, porque perfectas son sólo las ideas, y en cambio todo lo
sensible está sujeto a la corrupción y a la finitud. Parece ser que Platón
abarcó con sus ideas desde la más remota antigüedad conocida hasta
esbozar de alguna manera embrionaria las ideas de Marx. Esto nos da idea
de que el saber filosófico es siempre actual, y que tal vez sea bastante cierto,
como dijo el filósofo inglés Alfred North Whitehead, que "Toda la filosofía
occidental es una serie de notas al pie de página de la filosofía platónica."

Todo este estudio sobre los filósofos de la época clásica nos muestra
que podríamos establecer el origen de la psicología en esta época, en función
de que incluyen el concepto dualista de “psique” como el “soplo de vida”
que abandonaba el cuerpo al morir. Lo traducimos como “alma”. Sin
embargo, no era esto una acción consciente en pos de hacer de la psicología
una ciencia, lo cual comienza a hacerse realidad recién a mediados del siglo
XIX. Pero podríamos decir que gran parte de los fenómenos que
actualmente son objeto de estudio de la psicología, como el conocimiento, la
percepción, la memoria, fueron antes objeto de la filosofía, sobre todo en lo
relacionado con la ontología.
El postulado de Platón sobre el mundo de las ideas constituye toda
una epistemología que sugiere que el conocimiento es innato y que es
accesible a todos mediante el uso de la razón. A su vez nos dice en su
alegoría del carro alado, que el alma está dividida en partes, que residen en
distintas partes del cuerpo: lo racional, la voluntad y los apetitos en la
cabeza, el tórax y el abdomen, respectivamente con lo cual ciertas conductas
serían innatas, o sea, que se nace con ellas. (Nativismo)
Lo que nos queda claro es que antes de “caminar sola” la psicología,
además de ser social, fue filosofía…

Luego Aristóteles meterá las ideas dentro de las cosas. Veremos en la


próxima clase.

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