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Para la autora el primer caso con el que da inicio el fenómeno del paramilitarismo
en Colombia se ubica en el Magdalena medio, específicamente en Puerto Boyacá
hacia el año 1979, allí surgen las autodefensas de Henry de Jesús Pérez. Estas se
fundan debido al abandono pertinente del estado en esta área, en dicha zona del
Magdalena medio precisamente se encontraba el frente IV del grupo armado de las
FARC. Este no presentaba ningún problema en un inicio, puesto que contaban con
una gran base social en Puerto Triunfo, la problemática se inicia fue cuando hubo
disolución del frente IV y llego a la zona el frente XI. Con el frente XI las dinámicas
de la organización guerrillera cambiaron, las extorsiones ya no solo se realizaban a
los ganaderos terratenientes adinerados, sino también al pequeño campesino. A
parte también se empezaron a practicar secuestros, situación que no pasaba con el
frente IV. Para la autora fue este hecho el que termino desencadenando la
formación de las autodefensas del magdalena medio. Es pertinente aclarar que la
formación de grupos de autodefensa se encontraba amparadas legalmente por el
estado colombiano, puesto que desde 1965 el decreto 3398 permitía a la fuerza
civil, formar, entrenar y armar a población civil, debido a la campaña
Estadounidense para acabar contra el comunismo armado, el cual venia tomando
fuerza en América Latina.
Con el proyecto expansivo del modelo paramilitar otro actor empezaba a tomar
fuerza en este proyecto, Fidel Castaño, quien argumentaba que la razón de su
modelo paramilitar era por el odio que le tenía a la guerrilla después del secuestro
y muerte de su padre, argumento el cual la autora pone en tela de juicio, debido al
reconocimiento delictivo que ya tenía Castaño como mafioso mediano, antes de la
muerte de su padre. La autora argumenta que la fundación de las ACCU
(autodefensas de Cordoba y Uraba), se debieron al lucrativo negocio expansivo que
se realizo en el Córdoba a punta de extorsión y terror, la cual permitía y justificaba
el cometer diversos crímenes en nombre de la lucha contra el comunismo, como se
evidencia en las seis masacres que se realizaron por parte de las autodefensas de
Córdoba y del Magdalena.
Con Fidel Castaño asesinado asumieron el mando Vicente y Carlos Castaño, junto
a “doblecero” siguieron expandiendo el modelo paramilitar que tenía en mente su
hermano mayor, formalizando la creación de las ACCU, con la vuelta al ruedo de
nuevo, se hicieron con los territorios que FUNPAZCOR estaba “restituyendo”
dejando de nuevo una oleada de víctimas. Las nuevas ACCU tenían diferencias con
las de Fidel, estas no solo se enfocaban en los golpes militares, también se
enfocaron en el carácter ideológico del grupo donde Carlos era la principal figura.
También se notaba la diferencia entre los tres hermanos, Vicente por su parte era
más calculador y mantenía sus negocios con los narcos a escondidas, esto debido
a que ellos no querían que al igual que las FARC estuvieran en la lista de terroristas
de EEUU, puesto que esto representaba un pasaje directo a la extradición, por otro
lado Carlos no estaba de acuerdo con la financiación por parte de los
narcotraficantes, puesto que hacia 1995 el presidente Samper había reglamentado
la creación de las “convivir” organización privadas de vigilancia en áreas rurales, por
lo que su accionar era legalmente aceptable exceptuando por la financiación por
parte del narcotráfico.