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1. Estructura de la cubierta vegetal, principalmente caracterizada por su índice foliar, por la orientación
de las hojas y por su distribución y tamaño.
2. Propiedades ópticas de los elementos reflectantes (tallos, hojas, flores y frutos).
3. Geometría de la observación, determinada por la orientación relativa entre el sol y la superficie y por
la situación del sensor con respecto a esta última.
Con carácter general, en fitotecnia se habla de plantas de hoja estrecha y de hoja ancha,
correspondiendo estas denominaciones a las categorías botánicas de mono y dicotiledoneas. En un
corte transversal de una hoja pueden distinguirse varias capas de tejidos diferentes. La más externa de
ambas caras se denomina epidermis y está formada principalmente por células epidérmicas, si bien
también se presentan algunas otras entre las que destacan las células oclusivas de los estomas u
orificios de intercambio gaseoso, que abundan más en el envés que en el haz. La paredes de las células
epidérmicas suelen estar cubiertas de una cutícula, es decir, de una fina película protectora que juega
un papel importante en la reflectacia resultante de la hoja. El mesófilo es la zona media de la hoja,
situada entre las epidermis de las caras superior e inferior y contiene las células especializadas en
realizar la fotosíntesis. Se distinguen dos tipos de tejidos: el parénquima en empalizada y el parénquima
lagunar. El primero está situado inmediatamente debajo de la epidermis del haz (en algunas especies
con hojas verticales, también en el envés) y sus células tienen forma de prismas muy bien ordenados.
Debajo se sitúa el parénquima lagunar, caracterizado por contener células irregulares que dejan amplios
espacios intersticiales que se comunican con los estomas. Los cloroplastos son corpúsculos celulares
ricos en clorofilas y fotosintéticamente activos. Se concentran especialmente en el parénquima en
empalizada que, por su situación, recibe mayor cantidad de energia radiante.
Aunque en mayor medida son las hojas las responsables de la respuesta espectral de las cubiertas
vegetales, también en determinados casos cobran gran relevancia los tallos, las flores y los frutos, cuyas
proporciones determinarán en definitiva la signatura espectral de la cubierta. Otro factor de importancia
es la proporción de suelo no cubierto por la masa vegetal y será tratado en el apartado 1.8.
El estudio de la firma espectral de una masa de hojas permite extraer algunas conclusiones (Ormeño,
1991):
1. En el intervalo visible-infrarrojo medio, las hojas presentan tres zonas diferenciadas: una en el visible
(0,4-0,7 m) caracterizada por su baja reflectancia, otra en el infrarrojo próximo (0,7-1,3 m) y otra en
el infrarrojo medio (1,3-2,5m).
3. En el infrarrojo próximo las hojas presentan una meseta de alta reflectancia (alrededor del 50 %). De
la energía restante, la mayor parte es transmitida, ya que la absorbancia es sólo del 10 %, por lo que
puede considerársele practicamente transparente en esta región del espectro. Además hay que
considerar que la energía transmitida podrá ser interceptada por otra hoja, será reflejada con mayor
probabilidad y así sucesivamente.
4. En el infrarrojo medio, el agua marca su presencia en las hojas produciendo tres fuertes bandas de
absorción en la signatura resultante, al igual que ocurre con los suelos: 1,4; 1,9 y 2,5 m
Reflectancia vegetal
Como ocurre en toda superficie parcialmente lambertiana, la radiación incidente es en parte reflejada
especularmente y en parte dispersada. La responsable de la reflexión especular es la cutícula que cubre
las hojas, la cual le confiere el brillo característico de algunas en algunas especies. La luz no reflejada
penetra en el interior de la hoja y es sucesivamente refractada, reflejada y difractada. como
consecuencia de ello, la radiación emergente tiene un carácter difuso. Esta dispersión depende de la
propia estructura de la hoja, de la composición de sus células, —la presencia de cristales de almidón,
por ejemplo— y su grado de humedad.
En el infrarrojo próximo, las hojas con mayor desarrollo del parénquima lagunar producen mayor
dispersión. Por esta razón las plantas de hoja ancha suelen ser mas reflectantes en esa región espectral
que las de hoja estrecha (Ormeño, 1991). De ptra parte, la presencia de cloroplastos incrementa la
absorción, por lo que necesariamente debe disminuir la reflexión. esta es la razón por la cual las hojas
suelen tener mayor reflectancia en el envés que en el haz. La vellosidad de algunos tipos de hojas
incrementa también la reflectancia en el visible y el infrarrojo próximo, no alterando sin embargo la del
infrarrojo próximo.
Pero el contenido de agua del material vegetal influye en la reflectancia no sólo de forma directa,
afectando la signatura espectral mediante las bandas de absorción que le son propias, sino también de
forma indirecta, ya que de la humedad depende la turgencia celular y este factor determina la estructura
interna de la hoja. En general, en laboratorio se obtienen reflectancias mayores en todo el espectro al
disminuir el contenido en agua. En la práctica, sin embargo, tal efecto solamente se hace evidente
cuando el estrés hídrico es muy acusado.
También el estado nutritivo de las plantas influyen en la reflectancia espectral. La característica principal
que puede detectarse en relación con el vigor vegetal es el amarilleamiento o clorosis y numerosos
estados carenciales dan como resultado la clorosis. Salvo las plantas leguminosas, el resto del material
vegetal es extremadamente sensible a la carencia de nitrógeno soluble en el suelo. Una escasa dotación
de este elemento en forma amoniacal produce un típico color amarillo en la planta debido a la
disminución del contenido en clorifila. Ello produce un incremento de la reflectancia en el visible, mientras
que, como consecuencia de la pérdida de capas celulares, se produce un descenso de la reflectancia
en los infrarrojos prçoximo y medio. Pero las clorosis también pueden estar producidas por la carencia
de algún elemento no tan esencial como el nitrógeno. Tal es el caso del hierro, cuya deficiencia da lugar
a la denominada clorosis férrica, caracterizada por un amarilleamiento de las hojas que, al igual que
antes, causa un incremento de la reflectancia en el visible. Efectos similares producen las plagas y/o
enfermedades sobre las plantas, precisamente por lo cual es posible el seguimiento de sus efectos
mediante teledetección.
Determinados cultivos de floración muy perceptible durante un período dilatado de tiempo modifican su
signatura espectral en estado de floración con respecto a otros períodos vegetativos. Por lo tanto deberá
tenerse en cuenta este factor en los períodos afectados, contrastando los registros digitales obtenidos
desde satélite con los resultados de la radiometría de campo que, bajo estas circunstancias, se hace
especialmente útil. En especies leñosas también cobra importancia el color y la distribución del fruto por
los motivos expuestos. El caso es patente en las coníferas, en las que la proporción de infrutescencias
(piñas) tiene, junto con la corteza de troncos y ramas, gran repercusión espectral.
Factores que afectan a la reflectancia vegetal
Existen numerosos factores que, si bien no modifican sustancialmente la reflectancia espectral del
material vegetal, sí condidionan en cierta medida sus peculiaridades. Uno de ellos es la orientación
relativa de la superficie vegetal con respecto a la luz incidente, la cual depende de tres variables:
elevación solar, pendiente de la ladera y orientación geográfica de la misma.
La variación horaria de la reflectancia de una cubierta vegetal durante el día está, en principio sujeta a
lo dicho sobre el albedo en (1.4.4). Sin embargo, el efecto de incremento de la reflectancia para alturas
solares pequeñas se ve en cierto modo contrarrestado por las sombras producidas por la propias plantas
sobre las vecinas, especialmente cuando se trate de cubiertas forestales. Los estudios realizados por
diferentes investigadores demuestran que la reflectancia en el visible aumenta a medida que el sol
asciende, disminuyendo, por el contrario, la correspondiente al infrarrojo próximo. Sin embargo esta
tendencia general puede quedar matizada en función de la densidad de los árboles y de la forma de sus
copas (Li y Strahler, 1985; Otterman y Weiss, 1984).
La reflectancia medida también depende de la posición relativa del sensor con respecto a la dirección
de iluminación. Considerando el sensor en el mismo plano que el de incidencia y en el lado de los rayos
reflejados, la reflectancia en el visible aumenta conforme aumenta el ángulo cenital de la posición del
sensor hasta alcanzar el máximo en una posición próxima a los 45º, a partir de cuyo momento disminuye;
la del infrarrojo próximo aumenta cuando aumenta el ángulo cenital (el efecto es similar a mantener el
sensor fijo y variar la elevación solar). Si el sensor está colocado del lado de incidencia, la reflectancia
en el infrarrojo próximo se mantiene constante y la del visible disminuye al aumentar el ángulo cenital.
Si se considera el sensor situado en un plano perpendicular al de incidencia de los rayos solares, la
reflectancia en el visible disminuye y la del infrarrojo próximo aumenta al aumentar el ángulo cenital del
sensor. La explicación a tales fenómenos reside por un lado en el hecho de que las sombras son menos
reflectantes en el visible que en infrarrojo próximo, y por otro, que el suelo en el visible es más claro que
la vegetación. Además, cuando aumenta el ángulo cenital del sensor, la contribución del suelo disminuye
al ir perdiéndose visibilidad, en favor de la de las sombras (Ormeño, 1991).
La reflectancia, como se ha visto, depende de la geometría del triedro formado por la normal a la
superficie, la dirección de incidencia de los rayos solares y la de posición del sensor. Sin embargo no
afecta sólo la orientación general de la superficie con respecto al sol, sino también la orientación relativa
hoja a hoja. Por ello es importante considerar la inclinación de las hojas, caracterizando la distribución
espacial de dicha inclinación —materializada por la función LIDF—, pues no todas las hojas presentan el
mismo ángulo con respecto al sol. Ciertas plantas cultivadas presentan fototropismo, en virtud del cual
las hojas siguen diariamente el movimiento del sol, modificando su LIDF, y con ella, la reflectancia
resultante.
Cohete espacial
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Cohete aeroespacial.
Un cohete espacial es una máquina que, utilizando un motor de combustión, produce la energía
cinética necesaria para la expansión de los gases, que son lanzados a través de un tubo propulsor
(propulsión a reacción). Por extensión, el vehículo, generalmente espacial, que presenta motor de
propulsión de este tipo es denominado cohete o misil. Normalmente, su propósito es enviar artefactos
(especialmente satélites artificiales y sondas espaciales) o naves espaciales y hombres al espacio
(véase atmósfera).
Un cohete está formado por una estructura, un motor de propulsión a reacción y una carga útil. La
estructura sirve para proteger los tanques de combustible y oxidante y la carga útil. Se llama también
cohete al motor de propulsión en sí mismo.
Longitud de onda
La longitud de onda es la distancia real que recorre una perturbación (una onda) en un determinado
intervalo de tiempo. Ese intervalo de tiempo es el transcurrido entre dos máximos consecutivos de alguna
propiedad física de la onda. En el caso de las ondas electromagnéticas esa propiedad física (que varía en
el tiempo produciendo una perturbación) puede ser, por ejemplo, su efecto eléctrico (su campo eléctrico) el
cual, según avanza la onda, aumenta hasta un máximo, disminuye hasta anularse, cambia de signo para
hacerse negativo llegando a un mínimo (máximo negativo). Después, aumenta hasta anularse, cambia de
signo y se hace de nuevo máximo (positivo). Esta variación del efecto eléctrico en el tiempo, si la
representamos en un papel, obtenemos "crestas" y "valles" (obtenemos una curva sinusoidal) pero la onda
electromagnética no "tiene" crestas y valles.
Otra propiedad física, que podríamos haber utilizado para medir la longitud de onda (una perturbacion) de
las ondas electromagnéticas, es su efecto magnético (su campo magnético), que también varía en el
tiempo.12
En el caso de las ondas llamadas "olas del mar", esa propiedad puede ser la posición de una de sus
moléculas respecto al nivel medio del mar. La perturbación avanza a una determinada velocidad (que
depende de varios aspectos que aquí no son relevantes). Si medimos lo que avanza la perturbación en el
transcurso de tiempo empleado por una de sus moléculas en pasar dos veces consecutivas por un máximo
en su posición respecto al nivel medio del mar, obtendremos la longitud de onda de esa onda que
llamábamos "olas del mar". En este caso, esa distancia (esa longitud de onda) coincide con la separación
entre dos crestas consecutivas, pero no es conveniente quedarse con la idea de que todas las ondas tienen
"crestas". La luz no las tiene. La definición de "distancia recorrida por la perturbación (no por el material,
moléculas, etc. ) en una determinada duración de tiempo" es la definición válida.12
Si representamos en dos dimensiones cómo varía esa propiedad física con la distancia que recorre la onda
obtenemos una curva cuyo aspecto muestra cierta periodicidad. En muchos casos esa curva tiene aspecto
sinusoidal. La distancia entre dos máximos de esa curva sinusoidal nos muestra el valor (expresado en
metros, centímetros o cualquier otra unidad de medida de distancia) de la longitud de onda, pero no "es" la
longitud de onda. La longitud de onda es una distancia real recorrida por la onda. No es la distancia entre
dos máximos de una curva pintada en un papel. Como es lógico, para poder representar esta curva,
necesitamos conocer la velocidad a la que avanza la onda. Las ondas electromagnéticas que llamamos "luz
visible" pasan de un máximo de su campo eléctrico a un mínimo y otra vez a un máximo varios billones de
veces por segundo. A pesar de que la onda va a una velocidad de casi 300 000 km/s, la distancia que
puede recorrer la onda entre dos máximos consecutivos de su campo eléctrico es pequeñísima
(nanómetros). En cambio, las ondas electromagnéticas que llamamos "ondas de radio" tienen la propiedad
de que su campo eléctrico se hace máximo y mínimo a un ritmo muchísimo menor que el de la luz visible.
Por ello, las ondas de radio pueden avanzar centímetros, metros e incluso kilómetros en el transcurso de
dos máximos consecutivos de su campo eléctrico. Es por ello que la longitud de onda y la frecuencia
(número de veces que su campo eléctrico se hace máximo por segundo) son parámetros que
necesariamente están relacionados.
Es necesario recalcar que la longitud de onda no es la distancia que recorren las partículas implicadas en la
propagación de la onda (moléculas de agua en las olas del mar, átomos o moléculas de la corteza terrestre
en un terremoto, moléculas de la atmósfera terrestre propagando un sonido, etc.). Es la distancia que
recorre la onda.
En lenguaje físico/matemático podemos decir que la longitud de onda, es una magnitud física que describe
la distancia entre dos puntos consecutivos de una onda sinusoidal que poseen la misma fase. La longitud
de onda es descrita frecuentemente con la letra griega lambda (λ). El concepto de longitud de onda suele
extenderse también a cualquier onda periódica aunque no sea sinusoidal. La longitud de onda se mide
en metros en unidades del Sistema Internacional de Unidades. En aquellas ondas que se desplazan a una
velocidad constante, la longitud de onda es inversamente proporcional a la frecuencia y directamente
proporcional al período de la onda. Ejemplos comunes de ondas son las ondas elásticas (como el sonido) y
las ondas electromagnéticas (como la luz).
Índice
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1Ondas sinusoidales
2Medios diferentes al vacío
3Longitud de onda asociada a partículas
4Véase también
5Referencias
6Enlaces externos
Ondas sinusoidales[editar]
Serie de Fourier aplicada para aproximar una onda cuadrada como suma de una, dos, tres y cuatro componentes
espectrales.
Por el teorema de Fourier, cualquier onda periódica puede ser expresada como la suma ponderada
de ondas sinusoidales de distinta longitud de onda. En otras palabras, cualquier onda periódica,
independientemente de su forma, puede ser descompuesta en una serie de ondas sinusoidales. Esta
propiedad permite estudiar el comportamiento de multitud de ondas mediante el análisis de cada una de
sus componentes, denominadas componentes espectrales.
En una onda sinusoidal de frecuencia f y periodo T, la longitud de onda viene dada por la expresión:3
h es la Constante de Planck,
p es la cantidad de movimiento de la partícula.
El cociente entre una constante muy pequeña y un denominador que depende de la
velocidad de la partícula, hace que para objetos macroscópicos en movimiento las ondas
asociadas a estos sean imperceptibles por ojo humano.
Véase también[editar]
Frecuencia y frecuencia angular
Onda periódica
Dualidad onda corpúsculo
Onda
Propagación del sonido y efecto Doppler
Espectro electromagnético
Referencias[editar]
Hecht, Eugene (1987). Optics. Addison Wesley. ISBN 0-201-11609-X.
1. ↑ Saltar a:a b Página web Ventanas al Universo, artículo donde se describen los conceptos
básicos de longitud de onda, titulado "Longitud de Onda". [1] Consultado el 7may14
2. ↑ Saltar a:a b Página web Prácticas de radiocomunicaciones, artículo donde se describen
los conceptos básicos de longitud de onda, titulado "Concepto de longitud de
onda". [2] Consultado el 7may14
3. Volver arriba↑ David C. Cassidy, Gerald James Holton, Floyd James Rutherford
(2002). Understanding physics. Birkhäuser. pp. 339 ff. ISBN 0-387-98756-8.
Enlaces externos[editar]
Herramienta para calcular y convertir entre longitud de onda y frecuencia
Categorías:
Ondas
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ubsecciones
2.1 Respuesta espectral del agua
2.2 Respuesta espectral de la vegetación
2.3 Respuesta espectral del suelo
(81)
=
El gráfico que, para cada longitud de onda, nos da la reflectividad en tanto por
ciento se conoce como signatura espectral (figura 102) y constituye una marca de
identidad de los objetos. Resulta así fácil por ejemplo distinguir entre suelo y
vegetación, e incluso entre diferentes tipos de suelo o diferentes tipos de
vegetación.
Figura: Respuestas espectrales
Otros factores que afectan la respuesta espectral del suelo son la textura con una
mayor reflectividad al aumentar el tamaño medio de las partículas de suelo, los
suelos arenosos tienen mayor reflectividad (se ven más claros) que los arcillosos. El
problema es que la textura afecta también al contenido de humedad por lo que no
resulta fácil diferenciar (con imágenes de satélite) entre ambos factores. Los
minerales de la arcilla tienen, por su parte, una caida en reflectividad entorno a
2.2 que no tienen las arenas.
alonso 2006-02-13