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Movimiento de 1968

en México
Movimiento social en México

El movimiento de 1968 en México fue un


movimiento social[1] en el que además de
estudiantes de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), el Instituto
Politécnico Nacional (IPN), El Colegio de
México, la Escuela de Agricultura de
Chapingo, la Universidad Iberoamericana,
la Universidad La Salle, la Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,[2]
y la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla, participaron profesores,
intelectuales, amas de casa, obreros,
campesinos, comerciantes y profesionales
en la Ciudad de México y estados como
Coahuila, Durango, Michoacán, Nuevo
León, Puebla,[3][4], Oaxaca, Sinaloa y
Veracruz,[2] constituidos en el órgano
directriz del movimiento denominado
Consejo Nacional de Huelga (CNH). El
movimiento contó con un pliego petitorio
del CNH al Gobierno de México de
acciones específicas como la libertad a
presos políticos y la reducción o
eliminación del autoritarismo. De fondo, el
movimiento buscaba un cambio
democrático en el país, mayores
libertades políticas y civiles, menor
desigualdad y la renuncia del gobierno del
Partido Revolucionario Institucional (PRI),
que consideraba autoritario.[1]
Movimiento de 1968 en México
Parte de la Guerra sucia en México

Vehículos blindados en el Zócalo en la Ciudad de


México en 1968.

Fecha 2 de octubre de 1968

Lugar Ciudad de México,


México

Causas Crisis económica,


autoritarismo, represión
en el enfrentamiento
entre estudiantes del IPN
y la Escuela Preparatoria
Isaac Ochoterena
incorporada a la UNAM y
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la violencia callejera.

El estado mexicano caracterizó el


movimiento como el intento de derrocar al
gobierno, instaurar un régimen
"comunista" como parte de un "Plan
Subversivo de Proyección Internacional"[2]
y lo criminalizó,[1] argumentando que sus
participantes eran terroristas, delincuentes
o un peligro para la seguridad nacional.
Por ello, fue reprimido continuamente
durante el transcurso del mismo y con el
fin de terminarlo, el 2 de octubre de 1968
perpetró la masacre de Tlatelolco en la
Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco,
logrando disolver el movimiento en
diciembre de ese año. El hecho fue
cometido de manera conjunta como parte
de la Operación Galeana por el grupo
paramilitar denominado Batallón Olimpia,
la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la
llamada entonces Policía Secreta y el
Ejército Mexicano, en contra de una
manifestación convocada por el CNH. De
acuerdo con lo dicho por sí mismo en
1969,[5] y por Luis Echeverría Álvarez[6], el
responsable de la matanza fue Gustavo
Díaz Ordaz.[7]

La Fiscalía Especial para los Movimientos


Sociales y Políticos del Pasado
(FEMOSPP) de la Procuraduría General de
la República del gobierno de México,
concluyó en 2006 en su Informe Histórico
presentado a la sociedad mexicana,[1] que
el movimiento estudiantil "marcó una
inflexión en los tiempos políticos de
México", fue "independiente, contestatario
y que recurría a la resistencia civil"[1] y se
potenció "con las demandas libertarias y
de democratización que dominaban el
imaginario mundial".[1] El mismo informe
concluyó que durante el movimiento el
gobierno mexicano aplicó "sus
mecanismos de control y disuasión que
solía utilizar frente a la disidencia social
(...) lo caracterizó como subversivo y, en
lugar de encontrar formas de atender las
legítimas demandas, optó por reprimirlo y
aniquilar su dirigencia y al sector que
consideró más combativo".[1] Para ello
recurrió a detenciones ilegales, maltratos,
torturas, persecuciones, desapariciones
forzadas, espionaje, criminalización,
homicidios y ejecuciones extrajudiciales,
caracterizando dicha fiscalía el uso de la
fuerza institucional del estado mexicano
como "criminal".[8] En los hechos fue
activa la asesoría, presencia e inteligencia
de la Agencia Central de Inteligencia
(CIA)[9][10] bajo la operación
LITEMPO.[11][12] El número de personas
asesinadas, heridas, desaparecidas y
encarceladas es impreciso.

Algunas víctimas de dichas acciones


intentaron caracterizar la masacre de
Tlatelolco ante tribunales nacionales e
internacionales como un crimen de lesa
humanidad y un genocidio,[13][14][15]
afirmación que fue sustentada por la
fiscalía mexicana,[1] pero rechazada por
sus tribunales.[14] También intentaron
llevar a los autores materiales e
intelectuales de los hechos ante la
justicia.[16][14] En el cincuenta aniversario
de la masacre, el gobierno mexicano
reconoció los hechos como un crimen de
estado y constituyó una política de
reparación a las víctimas. [17]

Algunos politólogos, historiadores e


intelectuales como Carlos Monsiváis
coinciden en señalar que este movimiento
y su terrible desenlace incitaron a una
permanente y más activa actitud crítica y
opositora de la sociedad civil,
principalmente en las universidades
públicas, así como propiciar la
radicalización de activistas que optaron
por la clandestinidad y formar guerrillas
urbanas y rurales, las cuales fueron
reprimidas en la llamada guerra sucia en
México.
Antecedentes
El contexto histórico mundial en 1968
estaba regido por movimientos sociales.
En el caso de los acontecimientos
sucedidos en México durante este
periodo, forman parte del estallido de
movimientos sociales (principalmente del
sector estudiantil) suscitados desde hace
50 años atrás que buscaban la
democratización de un Estado al que se le
caracterizaba por su autoritarismo.

En la primavera de 1942, el Estado


mexicano consumó la primera masacre de
estudiantes. Los hechos, hoy en día poco
conocidos, fueron los siguientes: los
estudiantes del Instituto Politécnico
Nacional (IPN), habiendo declarado una
huelga en demanda de reconocimiento
legal para los títulos que concedía el
Instituto, y otras reivindicaciones que
atañían a problemas materiales que
enfrentaban maestros y estudiantes,
decidieron, para presionar al secretario de
Educación Pública, realizar una
manifestación que iría del Casco de Santo
Tomás hasta el Zócalo de la ciudad. El
movimiento politécnico de 1942 que tuvo
este desenlace trágico, inauguró una
nueva etapa en la historia del movimiento
estudiantil mexicano. La modernización
de la superestructura que se realizó en
México desde 1940 incluía, naturalmente,
la transformación o la supresión de las
instituciones de educación popular
fundadas durante el sexenio del general
Lázaro Cárdenas. El movimiento de 1942
constituyó la primera reacción estudiantil
ante los ataques del poder a las
instituciones de educación popular.
Movimientos estudiantiles de esta
naturaleza defensiva tendrían lugar más
tarde, en 1949, 1952 y, finalmente, 1956.
En este último año 120 000 estudiantes de
los centros de educación popular fueron a
la huelga por reivindicaciones
fundamentalmente "economicistas" y el
Estado respondió encarcelando a
dirigentes acusándolos de "disolución
social", "agitadores" y haciendo intervenir
al ejército en el Internado del IPN.

En 1956 inicia el Movimiento


Revolucionario del Magisterio (MRM), muy
importante factor en la demanda de
independencia sindical. Al negociar los
líderes del SNTE un incremento salarial
que llega a la mitad de la demanda inicial,
Othón Salazar, maestro normalista de
Guerrero, convoca a un mitin de protesta.
Poco después, una asamblea
independiente lo elige representante de lo
que será el MRM, constituido a fines de
1957, ya muy presente en las primarias del
Distrito Federal (D.F.).

El año 1958 fue decisivo en la historia de


los movimientos sociales mexicanos. Era
el último año del presidente Adolfo Ruiz
Cortines. Ese año hicieron eclosión luchas
espontáneas entre electricistas,
telegrafistas, maestros de primaria,
telefonistas, petroleros, campesinos, etc.
Entre 1958 y 1959, los fenómenos de
insurgencia obrera sobresalieron y entre
1958 y 1965, en el sexenio del presidente
Adolfo López Mateos, estallaron
innumerables luchas campesinas que
sacudieron las más importantes zonas
agrícolas del país. En todas estas luchas
la demanda del aumento en los salarios
aparecía en primer plano debido a los
aumentos de productos indispensables de
la canasta básica, el malestar de la
población no se hizo esperar y la tensión
se rompió en la República. El primer
combate que detonó en abril de 1958 fue
la lucha magisterial debido a la represión
policíaca sobre una concentración de
maestros que se efectuaba en el Zócalo.
La dureza de la respuesta policíaca dio
lugar a que el MRM se lanzará a la
movilización en un momento en que ésta
se hacía particularmente
necesaria. Después, el estallido de la lucha
ferrocarrilera se hizo presente el 28 de
junio en su primera gran manifestación en
el Distrito Federal, con la represión por
parte de la policía y los bomberos. El
movimiento ferrocarrilero se inició el 2 de
mayo de 1958 con la formación de la Gran
Comisión Pro Aumento de Salarios, y se
consolidó con la proclamación del Plan del
Sureste el 12 de junio, y el estallido de
paros a partir del 26 de ese mes. Las
demandas de este movimiento eran en
primera instancia las mejoras salariales, e
inmediatamente después la democracia
sindical. El líder de este movimiento sería
Demetrio Vallejo que posteriormente sería
detenido y encarcelado en Lecumberri
En noviembre de 1964, el movimiento
médico comenzó cuando los residentes e
internos del hospital 20 de noviembre del
ISSSTE reclamaron el pago de los
aguinaldos atrasados y 206 de ellos
fueron despedidos. En respuesta a los
despidos se formó la Asociación
Mexicana de Médicos Residentes e
Internos (AMMRI), que comenzó a
organizar paros que para el día 26 de ese
mes ya abarcaban a 40 hospitales del
ISSSTE, Seguro Social y Ferrocarriles. El
10 de diciembre, el presidente Gustavo
Díaz Ordaz, recién entrado en funciones,
prometió estudiar sus peticiones de
aumento de sueldos y participación en la
elaboración de planes de estudios, con lo
que el día 15 se levantó el paro. Sin
embargo, se inició una campaña de
desprestigio contra el movimiento y el
gobierno rompió las pláticas de
avenimiento. Ante ello, los médicos
titulados respondieron formando la
Alianza de Médicos Mexicanos Asociación
Civil (AMMAC), que luego absorbió a la
AMMRI. La AMMAC inició otro paro el 13
de enero de 1965, formulando ya no solo
demandas de aumento salarial, sino
también de carácter laboral más general.
Díaz Ordaz prometió nuevamente
negociaciones, con lo cual se levantó el
paro el 27 de enero. No obstante, la oferta
de retabulación salarial no fue
satisfactoria. El 19 de abril estalló otro
paro que se mantuvo hasta el 3 de junio y
se celebró otra reunión con Díaz Ordaz,
que sólo resolvió un aumento mínimo de
sueldos pero ninguna otra demanda. Ante
ello, los médicos realizaron una
manifestación el 20 de abril que fue
atacada por grupos de choque de la
FSTSE. El 14 de agosto se inicia un paro
de residentes y el 23 uno de médicos
titulados. El 26 de agosto hay otra gran
manifestación, pero esa noche la policía
tomó los hospitales 20 de Noviembre,
Rubén Leñero y Colonia, sustituyendo a los
paristas con médicos militares. Al día
siguiente, las enfermeras del hospital 20
de Noviembre fueron secuestradas por los
grupos de choque de la FSTSE. Cientos de
médicos, los más activos en el
movimiento, fueron despedidos y sus
líderes encarcelados.[18]

En la Universidad Michoacana de San


Nicolás de Hidalgo, en Morelia,
Michoacán, desde 1961 había
conquistado una ley orgánica democrática
y tenía una influencia importante de la
izquierda, además de ligarse a las luchas
populares. El 1.° de octubre de 1966,
estudiantes y ciudadanos de Morelia
coincidieron en un movimiento en contra
del alza en las tarifas del transporte
público. Al día siguiente, efectuaron una
gran manifestación que fue atacada por
pistoleros del PRI, que robaron un aparato
de sonido. Al dirigirse la marcha al local
priísta para reclamar el robo, fue recibida a
tiros y murió el estudiante Everardo
Rodríguez Orbe. En protesta por esa
muerte, los estudiantes declararon la
huelga el 4 de octubre y el ejército
comenzó a patrullar las calles, pese a lo
cual se efectúa un gran mitin el 7 de
octubre en el centro de Morelia. El 8 de
octubre, a petición del Congreso Local, la
tropa, mandada por el general José
Hernández Toledo, tomó la universidad y
detuvo a decenas de estudiantes. Durante
3 años aproximadamente estuvieron
presos el líder de la Central Nacional de
Estudiantes Democráticos, Rafael Aguilar
Talamantes, y el dirigente popular Efrén
Capiz.[18][19]

En 1967, los estudiantes sonorenses se


sumaron y encabezaron la protesta
popular por la imposición de Faustino
Félix Serna como candidato del PRI a la
gubernatura de la entidad. La protesta de
la población, con fuerte influencia panista,
llegó a actos como ataques masivos a una
comandancia de policía y casas de
funcionarios en Hermosillo. Como las
escuelas eran el centro de la movilización,
la policía las atacó, pero solo logró que
139 planteles se incorporaran a un paro.
Ante ello, el gobernador Encinas Johnson
solicitó y obtuvo del Congreso el llamado
a la intervención del ejército, que,
nuevamente al mando de José Hernández
Toledo, el 17 de mayo atacó y tomó la
Universidad de Sonora. El movimiento de
los estudiantes se dice empezó como un
movimiento político que intentó que los
estudiantes no reclamaran por sus
derechos, pero resultó en una increíble
desgracia a nivel nacional e internacional,
ya que se dan cuenta que el gobierno
puede manipular cualquier tipo de evento
para que la ciudadanía no haga ningún
tipo de escándalo que pueda llegar a
afectar la carrera de algún político; el
derecho a protestar sobre los derechos en
ese día dio a más personas el valor de
hablar sobre lo que quieren.[18][19]
Immanuel Wallerstein y Carlos Antonio
Aguirre Rojas coinciden en señalar al
movimiento de México insertó en un
contexto planetario de luchas sociales
surgidas y recreadas de las universidades
luego de vivirse un periodo de supuesta y
aparente bonanza económica por la
posguerra, siendo Braudel el primero en
denominar al movimiento «Revolución
cultural de 1968», caracterizado por
revolucionar para siempre los tres
principales espacios de recreación de la
cultura: la familia, los medios de
comunicación y la escuela.[20]

Cronología
Véase también: Movimientos sociales de 1968

Julio

Fachada de la Preparatoria Isaac Ochoterena, 2017.


Estudiantes sobre un autobús quemado el 28 de julio.

El 22 y 23 de julio de 1968, ocurren una


serie de enfrentamientos entre alumnos
las Vocacionales 2 y 5 del IPN y la
preparatoria Isaac Ochoterena,
incorporada a la UNAM. El cuerpo
policíaco de granaderos es quien disuelve
a la turba, deteniendo a varios estudiantes
y entrando a las instalaciones de dicha
vocacional.[21]
Entre el 26 al 29 de julio de 1968, varias
escuelas entran en un paro de labores, los
granaderos y el ejército entran a varias de
las escuelas. El día 26, se llevan a cabo
dos manifestaciones autorizadas por el
Departamento del Distrito Federal. Cada
una de ellas es convocada por diferentes
agrupaciones y tienen itinerarios y
horarios distintos. Una es convocada por
los estudiantes del IPN en protesta por la
intervención de los granaderos en la
Escuela Vocacional 5 y en demanda de la
desaparición del cuerpo de granaderos y
la destitución de los jefes de la policía
preventiva del D.F., Luis Cueto y Raúl
Mendiolea. La otra manifestación es
convocada por la CNED, la Juventud
Comunista y las sociedades de alumnos
de diversas escuelas del IPN y de la
UNAM, la cual es denominada «Marcha
Juvenil por el 26 de Julio», en
conmemoración del XV aniversario del
asalto al cuartel Moncada y en solidaridad
con la revolución cubana. Los
organizadores de esta marcha conocen el
problema de los estudiantes de la
Vocacional 5, por lo que incluyen en sus
mantas lemas de apoyo a sus reclamos.
Esta marcha parte a las 18 horas de Salto
del Agua, continúa por San Juan de Letrán,
hoy Eje Central Lázaro Cárdenas, y
concluye con un mitin en el Hemiciclo a
Juárez.

La manifestación de los estudiantes del


IPN sale a las 16 horas de la Plaza de la
Ciudadela. La marcha continúa su ruta en
orden y concluye con un mitin en la Plaza
del Carrillón del Casco de Santo Tomás,
cerca de las 19:30 horas. En ese
momento, un grupo de estudiantes
opositores a la FNET se apodera del
sonido para invitar a los manifestantes a ir
al Zócalo. La invitación es aceptada por
cientos de estudiantes, quienes se
organizan y emprenden el camino; toman
varios autobuses, se bajan en el Panteón
de San Fernando y desde aquí inician la
marcha en dirección al Zócalo. A la altura
de la Torre Latinoamericana, coinciden
con la manifestación de apoyo a la
revolución cubana. Ahí se marca una línea
para que ésta continúe su ruta hacia el
Hemiciclo a Juárez y los del Politécnico
hacia el Zócalo por la calle de Madero. En
la esquina de Madero y Palma, son
atacados por granaderos y obligados a
retroceder hasta la Alameda Central. Los
estudiantes se dirigen al mitin que se lleva
a cabo en el Hemiciclo, donde informan de
la golpiza que han sufrido y piden apoyo.
De inmediato, se organiza una marcha
conjunta que avanza hacia la Plaza de la
Constitución, vitoreando a la UNAM y al
IPN y lanzando consignas a favor de la
unidad estudiantil y contra los jefes
policíacos y la represión. En las calles de
Palma y Cinco de Mayo, los estudiantes se
encuentran de nuevo con los granaderos y
la policía, bajo el mando del subjefe de la
Policía Preventiva del D.F., el general Raúl
Mendiolea Cerecero. Éste se aproxima a
los manifestantes para ordenarles que se
retiren «recibiendo en respuesta una lluvia
de piedras». De inmediato el general
citado da una orden a las fuerzas
policíacas. Estas se lanzan contra los
manifestantes, correteándolos y
golpeándolos con brutalidad «sin
distinguir entre manifestantes y simples
transeúntes, lo que obliga a todo el público
a replegarse hasta la glorieta del
Caballito». Como resultado de la represión
policíaca, hay más de 500 heridos y
decenas de detenidos, entre ellos algunos
extranjeros. El procurador general de la
República, Julio Sánchez Vargas, gira
órdenes de aprehensión contra «personas
ligadas a los desórdenes», entre los cuales
se encuentran varios miembros del
Partido Comunista Mexicano. A partir de
las 21:30 horas, agentes de la Dirección
Federal de Seguridad, con el apoyo de
elementos del Servicio Secreto y de otras
policías, ocupan las oficinas del Comité
Central del Partido Comunista y los
talleres gráficos de la Voz de México,
órgano del PCM, y aprehenden a las
personas que se encuentran en las
instalaciones. En otros sitios, se toman
presos, sin orden judicial, a miembros del
PCM, de la Juventud Comunista y de la
CNED.[21]

En el Colegio de San Nicolás de Morelia,


Michoacán, el 26 de julio estudiantes de la
Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo, la Federación de Estudiantes
Universitarios de Michoacán, el Consejo
Estudiantil Nicolaíta, entre otras
organizaciones, realizan un mitin donde se
repudia al gobierno y se realizan
consignas en apoyo a Fidel Castro[2].

El 30 de julio de 1968, la Preparatoria 1 y 3


es atacada y su puerta labrada del
siglo  es destruida mediante un tiro de
bazuca.[22]

Agosto

Marcha de antorchas, 27 de agosto de 1968, Plaza de


la Constitución, Ciudad de México
Véanse también: Marcha politécnica del 5 de agosto de
1968 y Marcha del 13 de agosto de 1968.

El 1 de agosto de 1968, el rector de la


UNAM, Javier Barros Sierra en Ciudad
Universitaria, condenaría públicamente los
hechos, izando la bandera mexicana a
media asta y con un emotivo discurso se
pronunciaría a favor de la autonomía
universitaria y exigiría la libertad de los
presos políticos, refiriéndose a los
estudiantes detenidos de la Prepa 1. Ese
mismo día encabezaría la marcha por la
avenida de los Insurgentes, donde surgió
un lema muy común utilizado por el
movimiento estudiantil, «¡Únete
pueblo!».[21]
Un maestro hablando con un soldado en las
inmediaciones de San Ildefonso en julio de 1968.

El 2 de agosto de 1968, los universitarios


descontentos por el cambio de itinerario
de la manifestación del día anterior
realizan dos mítines frente a la Torre de
Rectoría de la Ciudad Universitaria. En el
primer mitin, los oradores piden que el
rector Barros Sierra suscriba el pliego
petitorio estudiantil. Dos horas después,
se realiza el segundo mitin, luego de una
marcha por el circuito de la Ciudad
Universitaria. En este mitin, se califica de
«farsa oficialista» la manifestación
encabezada por el ingeniero Barros Sierra.
Se dice que la masa universitaria había
sido presa de las «maniobras de la rectoría
para canalizar el movimiento nada más
hacia la protesta por la violación de la
autonomía universitaria, pero no hacia la
solución de los problemas estudiantiles
contenidos en el pliego». Los oradores
califican de poco combativo el discurso
del rector de la UNAM y denuncian el
control que se ejerció sobre los
participantes, a quienes no se permitió
exponer su opinión sobre el conflicto. Se
constituye el Consejo Nacional de Huelga
(CNH).

El CNH se forma sobre tres principios:


1. Solo estarán representadas las
escuelas en huelga, no en paro activo
2. Habrá tres representantes por
escuela, elegidos en asamblea
3. No se admite la representación de
federaciones, confederaciones, partidos
o ligas, solo de escuelas. En el CNH
llegan a estar representadas 75
escuelas con un total de 250
estudiantes miembros cuyas decisiones
se hacían por mayoría de votos,
representaba por igual a alumnas, y
reducía la animosidad entre las
instituciones rivales.[23]

La Procuraduría General de la República


informa que se solicitó al juez girar «orden
de aprehensión contra dirigentes del PCM
y de varias organizaciones filiales» y que
ha consignado a siete personas
relacionadas con el conflicto estudiantil
por los delitos de asociación delictuosa,
sedición, daño en propiedad ajena y
ataques a las vías generales de
comunicación. El Partido Comunista
Mexicano publica un manifiesto: rechaza
las acusaciones en su contra; declara que
hace suyas las demandas estudiantiles y
denuncia a la CIA de difundir documentos
apócrifos, como el titulado «La Juventud
al Poder», que se presenta bajo la firma de
la Juventud Comunista de México. Víctor
Manuel Sánchez, fundador del MURO,
critica al rector de la UNAM en una
estación de radio.[21]

El 3 de agosto de 1968, aparecen en los


periódicos desplegados en pro y en contra
del movimiento estudiantil. La FNET,
mostrando su lealtad al régimen,
manifiesta que el gobierno de México es
víctima de una conspiración nacional e
internacional «por parte de los
provocadores tradicionales organizados
en las corrientes del maoísmo, y del
trotskismo», quienes, dice, desde hace
tiempo estaban ya preparados para el
estallido de violencia, «si no en estos días,
sí en las épocas en las que México
ofrecerá su corazón a la juventud del
mundo en la XIX Olimpiada». La CNED
declara en un manifiesto público que las
«organizaciones revolucionarias de la
juventud están sufriendo la furia irracional
de los cuerpos policiacos». Y afirma: «el
movimiento estudiantil se proyecta para
derrotar la violencia y abrir nuevos cauces
a la democracia». El director general del
IPN, en presencia del Comité Coordinador
de Huelga del IPN, acepta encabezar la
manifestación que estudiantes, maestros
y autoridades de esa institución tienen
programada para el lunes 5 de agosto, en
protesta por la represión gubernamental y
el allanamiento a centros escolares por las
fuerzas policiacas y del ejército. Pero
advierte que su participación está
condicionada a que ninguna organización
estudiantil aparezca como patrocinadora,
y que solo participen estudiantes y
profesores del IPN. Tales condiciones son
consideradas por los estudiantes como
pretextos para no participar, pues la
manifestación ha sido proyectada no solo
por los Comités de Lucha del IPN, sino
también por estudiantes y profesores de la
UNAM, de Chapingo y de la Normal, cuyos
representantes han formado una Comisión
Organizadora de la Manifestación del 5 de
agosto. La FNET acuerda no participar en
la manifestación; pretende levantar la
huelga del IPN y acusa a los
«provocadores comunistas» de ser los
responsables del conflicto. La FNET,
tratando de limpiar su imagen, censura al
general Luis Cueto Ramírez, jefe de la
Policía Preventiva del DF, por haber
declarado que dirigentes de su
organización solicitaron la intervención de
la policía el 26 de julio. El general Cueto
Ramírez dirige un oficio a los alumnos del
IPN, a petición del presidente de la FNET,
José R. Cebreros, afirmando «que en
ningún momento el mencionado
representante estudiantil solicitó a esta
jefatura la intervención de la policía en los
actos que se desarrollaron durante el 26
de julio».[21]

El ejército mexicano en el Zócalo de la Ciudad de


México el 28 de agosto.

El 4 de agosto de 1968, el movimiento


estudiantil elabora un pliego petitorio que
invalida el de la Federación Nacional de
Estudiantes Técnicos (FNET), y contiene
los siguientes puntos:

1. Libertad a los presos políticos;


2. Derogación de los artículos 145 y 145
bis del Código Penal Federal –los cuales
instituían el delito de disolución:social y
sirvieron de instrumento jurídico para la
agresión sufrida por los estudiantes–;
3. Desaparición del Cuerpo de
Granaderos;
4. Destitución de los jefes policíacos;
5. Indemnización a los familiares de
todos los muertos y heridos desde el
inicio del conflicto;
6. Deslindamiento de responsabilidades
de los funcionarios culpables de los
hechos sangrientos.

Contingente de la Facultad de Ciencias al frente de la


marcha del 13 de agosto.

El 27 de agosto de 1968 una multitudinaria


marcha se dirigió al zócalo capitalino a las
15:20 horas. Fue la primera ocasión en
que se insulta públicamente al presidente
mexicano, Gustavo Díaz Ordaz. Asisten
aproximadamente 30 mil personas, las
cuales marcharon desde el Museo de
Antropología. Aún no había salido la
retaguardia de la marcha a las 19 horas
cuando fue izada en el astabandera del
Zócalo un banderín rojinegro. Al finalizar la
manifestación, uno de sus líderes,
Sócrates Campos Lemus, quien años más
tarde sería identificado como un infiltrado
en el movimiento por parte del
gobierno,[24] se pronuncia a favor de
quedarse a esperar una respuesta del
gobierno, a escasos días del informe
presidencial. En respuesta, 3500
estudiantes permanecen en guardia.[19]
Vista aérea de la manifestación del 27 de agosto a la
altura del Hemiciclo a Juárez.

La madrugada del 28 de agosto de 1968,


varias tanquetas –las cuales destruyeron
los campamentos estudiantiles–,
soldados con bayoneta calada,
granaderos, así como camiones de
bomberos, salieron desde las calles de
Pino Suárez, Seminario y Moneda. Los
estudiantes gritan: «¡México, libertad!,
¡México, libertad!», retirándose por Madero
siendo aproximadamente mil 500
personas, otros trataron inútilmente de
detener la marcha de los tanques ligeros
tirándose a su paso o subiéndose a ellos.
Al final todos fueron desalojados del
Zócalo. Los estudiantes no solo fueron
desalojados, sino perseguidos y
golpeados a lo largo de las calles del
Centro Histórico hasta la Torre
Latinoamericana, donde el Ejército corta
cartucho. En El Caballito, en las
inmediaciones de Bucareli y Reforma,
arremete a culatazos contra los
estudiantes. En el operativo participaron el
43.º y el 44.º Batallón de Infantería y 1.º
de Fusileros Paracaidistas, al mando del
general Benjamín Reyes García; así como
12 carros blindados de la guardia
presidencial, cuatro carros de bomberos,
alrededor de 200 patrullas de la policía
preventiva, cuatro batallones de tránsito y
unos diez motociclistas de la Dirección
General de Tránsito. Durante la
madrugada, empleados del Departamento
del Distrito Federal (DDF), ahora Gobierno
del Distrito Federal, izaron nuevamente el
banderín rojinegro antes del
amanecer.[24][21] Ese mismo día, varios
burócratas del DDF fueron llevados en
camiones al Zócalo. Súbitamente, los
propios empleados gubernamentales
comienzan a corear «¡Somos borregos!»,
«¡Somos acarreados!» y «¡No vamos! ¡Nos
llevan!». Durante este «acto de desagravio»
a la Bandera Nacional, se abren las
puertas del Palacio Nacional, de donde
salieron tanquetas del ejército para
dispersar a los manifestantes.[19]

En las horas subsecuentes, varios


tiradores abren fuego contra estudiantes y
soldados desde el tercer piso del Hotel
Majestic, el edificio ubicado en Madero
#68, en la esquina de Madero y Palma y
desde algunos edificios de la avenida Pino
Suárez. Posteriormente, dos sospechosos
de haber disparado desde los edificios son
detenidos y se les decomisan una
subametralladora y un rifle M-2, sin
embargo, los sospechosos fueron
liberados. Investigaciones posteriores
señalan que los presuntos tiradores
trabajaban para las esferas más altas del
gobierno al observarse un disparo que
sale desde la Suprema Corte de Justicia
de la Nación.[24]

Septiembre
Estudiantes marchando, 1968.

Vehículos militares y una pinta en el suelo de protesta.

Pancarta de apoyo al movimiento en una marcha.


El 7 de septiembre de 1968, se llevó a
cabo un mitin en Tlatelolco, denominado
«la Manifestación de las Antorchas». El 13
de septiembre de 1968, tiene lugar «La
marcha del silencio», donde los
manifestantes marcharon con pañuelos en
la boca.[21][19] El 14 de septiembre de
1968, en un hecho aislado, cuatro
trabajadores de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla son linchados en el
pueblo de San Miguel Canoa debido a los
disturbios estudiantiles en la capital. El
domingo 15 de septiembre de 1968, con
motivo del aniversario de la Guerra de
Independencia, Heberto Castillo dio El
Grito de Independencia en la explanada de
Ciudad Universitaria de la UNAM sin
imaginar que esto enfurecería al
presidente.[25] Tres días después, el 18 de
septiembre de 1968, el ejército invadió la
Ciudad Universitaria.[19]

El 23 de septiembre de 1968, el rector


Barros Sierra presenta su renuncia a la
Junta de Gobierno de la UNAM:

Sin necesidad de profundizar en la


ciencia jurídica, es obvio que la
autonomía ha sido violada [...] Me
parece importante añadir que, de las
ocupaciones militares de nuestros
edificios y terrenos, no recibí
notificación oficial alguna, ni antes
ni después de que se efectuaron [...]
Los problemas de los jóvenes solo
pueden resolverse por la vía de la
educación, jamás por la fuerza, la
violencia o la corrupción [..] Estoy
siendo objeto de toda una campaña
de ataques personales, de calumnias,
de injurias y de difamación. Es bien
cierto que hasta hoy proceden de
gentes menores, sin autoridad
moral; pero en México todos
sabemos a que dictados obedecen. La
conclusión inescapable es que,
quienes no entienden el conflicto, ni
han logrado solucionarlo, decidieron
a toda costa señalar supuestos
culpables de lo que pasa, y entre
ellos me han escogido a mí [...] Por
ello es insostenible mi posición como
rector, ante el enfrentamiento
agresivo y abierto de un grupo
gubernamental. [...] En virtud de las
consideraciones anteriores, me veo
en la imperiosa necesidad de
presentar mi renuncia irrevocable.

El edificio de la Vocacional 5 fue


ametrallado por comandos policíacos
vestidos de civil, ocasionando grandes
destrozos.
En las primeras horas de la noche se
inician una serie de choques violentos
entre estudiantes y granaderos en las
zonas del Casco de Santo Tomás, de la
Unidad Nonoalco Tlatelolco y de la
Unidad Profesional de Zacatenco. En el
Casco de Santo Tomás los estudiantes
secuestran autobuses y los colocan en
forma estratégica alrededor de las
escuelas; abren zanjas y derriban postes
«con el fin de impedir el paso de los
vehículos policíacos». A las 19 horas
arriban al lugar alrededor de mil 500
granaderos en autobuses de pasajeros,
y de inmediato rodean las instalaciones
del Casco. Los politécnicos incendian
los camiones con los que habían
bloqueado las calles aledañas al Casco,
y desde las escuelas y algunas casas
comienzan a arrojar bombas molotov a
los policías y a los autobuses en que
éstos habían llegado. Los granaderos
lanzan en varias ocasiones gases
lacrimógenos, pero se repliegan para
evadir las bombas molotov que les
lanzan. La lucha se extiende hasta la
avenida Instituto Técnico, donde los
estudiantes queman varios autobuses.
En la madrugada del día 24, «cientos de
granaderos y soldados, apoyados con
tiros de fusil», toman todas las escuelas
del Casco de Santo Tomás. Se detienen
a 350 estudiantes, hombres y mujeres.
Todos ellos son trasladados a las
cárceles en autobuses urbanos y
vehículos policíacos. En la Unidad
Profesional de Zacatenco, los
estudiantes también se enfrentan a las
fuerzas policíacas.[21]
Las batallas por tomar el Casco de
Santo Tomás y la Unidad Profesional
Zacatento duran más de doce horas.[26]
Los estudianes politécnicos defienden
sus escuelas a sangre y fuego en contra
de los granaderos; así que debe
intervenir el ejército. En los primeros
minutos del día 24 de septiembre, el
general Gustavo Castillo salió con mil
soldados de su cuartel general y se
dirigió a la Unidad Profesional
Zacatenco, en donde ya llevaban tres
días de enfrentamientos contra los
granaderos. El general Carrillo tomó la
Unidad Profesional con el apoyo de mil
soldados, 15 carros blindados, M-1,
lanzagranadas y 150 judiciales.[26] El
saldo oficial fue de 33 heridos y un
muerto. A las tres de la mañana, el
general Castillo dejó a 400 soldados
custodiando la Unidad Profesional
Zacatenco, y con 15 carros blindados y
los 600 soldados restastes se dirigió a
Santo Tomás. De la batalla por tomar
Santo Tomás da cuenta la revista
francesa L'Express al informar que en los
combates se dispararon más de mil
balas y que al final hubo 15 muertos; la
información oficial del día redujo el
marcador a tres muertos y 45
lesionados. El Doctor Justo Igor de León
Loyola (testigo presencial) escribió en
su libro, La Noche de Santo Tomás:

Hoy he visto choques sangrientos;


enfrentamientos desiguales: ambos
(bandos) están armados... ¡Pero, qué
diferencia de armas! Pistolas calibre
22 contra rifles M-1. ¡Bazucas contra
bombas Molotov! De un lado están
elementos capacitados para el uso de
armas; son técnicos. En cambio, en el
otro, apenas si saben usarlas…[27]
Mientras eso sucede, en la zona de la
Unidad Nonoalco Tlatelolco se registran
choques entre estudiantes y
granaderos. Los granaderos recurren a
las armas de fuego. Después de un
intenso tiroteo, toman la Vocacional 7, y
detienen a los estudiantes que se
encuentran en el área.
Durante las ocupaciones de la Ciudad
Universitaria y del Casco de Santo
Tomás, varios informes mencionan la
participación de un agrupamiento
denominado «Batallón Olimpia», el cual
originalmente estaba destinado a cuidar
las instalaciones olímpicas y pasó a ser
un grupo de choque, y fue responsable
de varios enfrentamientos callejeros con
los estudiantes de varias vocacionales y
preparatorias.[24]

El 27 de septiembre cinco sospechosos


son detenidos en Tlatelolco cuando se
descubrió que transportaban armas y
municiones en esa unidad habitacional.[24]

Octubre

El 1 de octubre de 1968, el ejército se


retiró de la UNAM y el IPN.[19]

El 2 de octubre de 1968

Masacre de Tlatelolco
Véanse también: Masacre de Tlatelolco y Operación
Galeana.

Hoyo de bala en la pared del Templo de Santiago


Tlatelolco

Tropas del Ejército Mexicano en Tlatelolco


Helicóptero vigilando las actividades de 1968 sobre la
Plaza de las Tres Culturas

Tropas del Ejército Mexicano en un mitin en la Plaza de


las Tres Culturas, Tlatelolco, Ciudad de México.
Personas escuchando un mitin en la plaza. Detrás, la
Vocacional 5, hoy desaparecida.

Elementos del ejército en una azotea en Tlatelolco.

La tarde del 2 de octubre de 1968, un día


después de la salida del ejército del
campus de la UNAM miles de personas se
reunieron en la Plaza de las Tres Culturas
en Tlatelolco.

Mientras tanto, el ejército vigilaba, como


en todas las manifestaciones anteriores,
que no hubiera disturbios, principalmente
porque el gobierno tenía temor de que
fuera asaltada la Torre de la Secretaría de
Relaciones Exteriores. Asimismo,
contaban con el apoyo de dos
helicópteros: uno de la policía y otro del
ejército.

Por su parte, miembros del Batallón


Olimpia, cuyos integrantes iban vestidos
de civiles con un pañuelo o guante blanco
en la mano izquierda, se infiltraban en la
manifestación hasta llegar al tercer piso
del edificio Chihuahua donde se
encontraban los oradores del movimiento
y varios periodistas.

Cerca de las 5:55 de la tarde, dos bengalas


rojas fueron disparadas desde la torre de
Tlatelolco. A las 6:10, sobrevoló la plaza
un helicóptero del cual dispararon
bengalas, la primera verde y la segunda
roja, presumiblemente, como señal para
que los francotiradores del Batallón
Olimpia apostados en los edificios
Chihuahua, 2 de Abril, 15 de Septiembre,
I.S.S.S.T.E. 11, Revolución de 1910 y la
Iglesia de Santiago,[24] así como varios
miembros del Batallón Olimpia
parapetados en los departamentos del
Chihuahua y en el corredor del tercer piso,
abrieran fuego en contra de los
manifestantes y militares que
resguardaban el lugar, para hacerles creer
a estos últimos que los estudiantes eran
los agresores.[28] Los militares, en su
intento de defenderse, repelieron «la
agresión de los estudiantes», pero ante la
confusión, los disparos no fueron dirigidos
contra sus agresores, sino hacia la
multitud de manifestantes que se
encontraban en la plaza de Tlatelolco.
Muchos manifestantes que lograron
escapar del tiroteo se escondieron en
algunos departamentos de los edificios
aledaños, pero esto no detuvo a los
miembros del ejército, que -sin orden
judicial- irrumpieron en algunos de los
departamentos de los edificios de la
Unidad Tlatelolco, para capturar a los
manifestantes. Horas después, la plaza
estaba llena de cadáveres y personas
heridas. Los estudiantes fueron llevados a
culatazos a dos lugares: las puertas de los
elevadores del edificio Chihuahua, donde
fueron desvestidos quedando solamente
en ropa interior y golpeados, y al
exconvento situado al lado de la Iglesia de
Santiago-Tlatelolco, donde reunieron a
aproximadamente 3000 detenidos.[29]
Otros fueron desnudados en las paredes
del convento, donde un mes después aún
podían ser vistas manchas de sangre en
los muros –entonces– blancos de la
construcción. Los periodistas fueron
registrados y confiscados sus rollos
usados y vírgenes, algunos incluso fueron
desvestidos y otros, como Oriana Fallaci,
resultaron heridos. La Plaza fue limpiada
por el cuerpo de bomberos y la tropa de
soldados se mantuvo ahí hasta el 9 de
octubre.[24] Varios testigos aseguran que
durante este lapso, el Batallón Olimpia se
disfrazó de empleados de luz y agua para
poder buscar estudiantes fácilmente. Los
detenidos, por su parte, fueron enviados a
distintas cárceles de la Ciudad de México;
los cabecillas fueron enviados al Campo
Militar número uno o al «Palacio Negro»
de Lecumberri así como al Campo Militar
n.º 1.

Aún se desconoce la cifra exacta de los


muertos y heridos.[30] El gobierno
mexicano manifestó en 1968 que fueron
solo 20 muertos; tres años más tarde, la
escritora Elena Poniatowska, en su libro La
noche de Tlatelolco, publicó la entrevista
de una madre que buscó entre los
cadáveres a su hijo y reveló que por lo
menos había contado 65 cadáveres en un
solo lugar.[31] El periodista inglés John
Rodda, en sus investigaciones
independientes, durante las que entrevistó
sobrevivientes y testigos de los sucesos
en los hospitales, calculó que el saldo fue
de 325.[32][33] Años más tarde, en una
segunda investigación, el número se
rebajaría a 250.[34][35]

Algunos autores, como Jorge Castañeda,


creen que todo uso de la fuerza pública
comenzó a ser magnificado por la
población luego de la operación contra los
estudiantes en Tlatelolco. Este autor
sostiene que los estudiantes asesinados
fueron 68, y que también murió 1
soldado.[36]

Sin embargo, la BBC de Londres, en una


acotación hecha en el 2005 al despacho
informativo original del 2 de octubre de
1968, y luego de conocerse las
implicaciones de la CIA en los hechos,
sostiene que el número de víctimas oscila
entre 200 y 300, y que los cuerpos
rápidamente fueron retirados en camiones
de transporte de basura.[37]

En general las estimaciones calculan el


número de muertos en un rango que va de
los 200 hasta los 1500.[38] Testigos
afirman que hubo grúas recogiendo
centenares de cadáveres que había a su
paso para luego ser arrojados e
incinerados.

Los Juegos Olímpicos

El sábado 12 de octubre de 1968, Díaz


Ordaz, estuvo presente en la inauguración
de los XIX Juegos Olímpicos, bautizados
como la olimpiada de la paz; durante la
ceremonia, un grupo de manifestantes
lanzó sobre el palco donde el presidente
se encontraba un papalote de color negro
en forma de paloma, en repudio por la
matanza del 2 de octubre.
Repudio de la masacre

Pese a la fuerte estrategia de censura del


gobierno de México, luego de saberse la
noticia de la matanza del 2 de octubre, se
suscitaron diversos actos y hechos
asociados de repudio. El caricaturista Abel
Quezada publicaría como cartón el 3 de
octubre en el diario Excélsior un recuadro
negro con la leyenda "¿Por qué?. Algunos
funcionarios mexicanos como Sergio Pitol,
que se desempeñaba como agregado
cultural en Belgrado, renunciaron a su
puesto.[39] Se ha dicho que hizo lo mismo
Octavio Paz como embajador de México
en la India, si bien el escritor se colocó "a
disponibilidad" y continuó cobrando un
sueldo como parte del servicio
diplomático mexicano hasta 1973[40].

Internacionalmente se sabía poco de la


reciente matanza de estudiantes debido a
la fuerte censura que ejerció el gobierno
mexicano hacia los medios de
comunicación -nacionales y
extranjeros-[19] para evitar una mala
imagen internacional; en algunos casos se
persiguió a periodistas dentro y fuera del
país[19] en caso de difundir la noticia en
cualquier medio de comunicación. Sin
embargo, la noticia sí llegó a oídos de los
movimientos juveniles de Latinoamérica y
Europa. En Centro y Sudamérica las
embajadas mexicanas fueron
apedreadas[cita requerida]; hubo marchas en
Santiago de Chile.[cita requerida] Se hizo un
mitin en Londres frente a la embajada
mexicana en simpatía con el movimiento y
en protesta por la represión cada vez más
sangrienta por parte del
gobierno[cita requerida]; hubo también
marchas en Toulouse y en París (Francia)
[cita requerida]. En Alemania, la embajada de
México fue grafiteada con «SS» rúnicas y
cruces gamadas[cita requerida]; la Unión de
los Estudiantes Suecos organizó una
manifestación frente a la embajada de
México[cita requerida] y un mitin similar en
Helsinki, Finlandia, fue disuelto por la
policía[cita requerida]; el Consejo de
Estudiantes de los Países Bajos solicitó
que sus atletas no participaran en los
Juegos Olímpicos y el consulado
mexicano en ese país fue ocupado.
[cita requerida] En Moscú, los estudiantes
latinoamericanos de la Universidad
Patricio Lumumba, protestaron frente a la
embajada mexicana.[41][42] El expresidente
Lázaro Cárdenas estaba incrédulo por la
actuación del ejército contra el pueblo
mexicano.[19]

Mucho se ha dicho sobre la famosa frase


que el periodista Jacobo Zabludovsky
pronunció en la entrada de su noticiero:
"Hoy fue un día soleado" (sic),[19] que en
general se usa como ejemplo de como los
medios de comunicación y el gobierno
estaban en complicidad para tapar lo
ocurrido. Sin embargo, diversas
investigaciones posteriores han
desmentido la existencia de dicha frase
dado que Zabludovsky en aquella fecha
presentaba un noticiero vespertino que se
emitía a la misma hora en que sucedieron
los hechos de Tlatelolco.[43]

Últimos días

3 de octubre
Primera conferencia de prensa convocada por el
Consejo de Huelga de la UNAM el 5 de octubre. Con
micrófono, Marcelino Perelló Valls, hijo del activista
catalán Marcelino Perelló Domingo.

El 3 de octubre, el general Marcelino


García Barragán, entonces secretario de la
Defensa Nacional, da una conferencia de
prensa, en la que justifica la intervención
del ejército: «Se ordenó un dispositivo para
evitar que los estudiantes fueran del mitin
de Tlatelolco al Casco de Santo Tomás, el
ejército intervino en Tlatelolco a petición
de la policía y para sofocar un tiroteo entre
dos grupos de estudiantes». Y asienta: «el
comandante responsable soy yo. No se
decretará el estado de sitio. México es un
país donde la libertad impera y seguirá
imperando». Y amenaza con actuar con la
misma energía si «aparecen más brotes
de agitación».[21]

Los soldados continúan cateando los


edificios cercanos a la Plaza de la Tres
Culturas en busca de estudiantes que se
habían refugiado en ellos durante la
refriega del día anterior. Muchos jóvenes
son detenidos y conducidos al corredor de
la planta baja del edificio Chihuahua,
donde permanecen varias horas con los
brazos en alto. Según informes oficiales,
las cifras de personas civiles muertas y
heridas en Tlatelolco, registradas hasta
este día, son 30 muertos y 70 heridos; 53
de ellos heridos graves. También se
notifica que en el Campo Militar Número
Uno están detenidas 1500 personas. El
Senado de la República, en un documento
oficial firmado por 30 legisladores de la
Gran Comisión, «justifica plenamente» la
intervención de la fuerza pública el 2 de
octubre.[21]

5 de octubre
El 5 de octubre el Consejo Nacional de
Huelga da una conferencia de prensa, en
la que declara: Los estudiantes no
provocaron ni prepararon o realizaron los
sangrientos sucesos del 2 de octubre.
Quienes dieron pretexto para la represión
militar fueron grupos de individuos que
ametrallaron al ejército y al pueblo, los
cuales se identificaban entre sí por medio
de un guante o venda en la mano
izquierda, los mismos que fueron vistos
por algunos estudiantes hacer arrestos y
acatar órdenes de las autoridades
policiacas. El grupo mencionado causó la
muerte con su acción a 150 civiles y 40
militares. El propósito de la brutal
represión del 2 de octubre era aprehender
a todos los miembros del CNH para
descabezar el movimiento.[21]

17 de octubre

El 17 de octubre 58 estudiantes presos en


Lecumberri dan a conocer al pueblo de
México su testimonio:

1. El miércoles 2 de octubre en la
Plaza de Tlatelolco, algunos de
nosotros participamos en un mitin
completamente pacífico y fuimos
testigos de que personas vestidas de
civil, que posteriormente pudimos
saber que pertenecen al cuerpo
especial del Ejército Mexicano
llamado Batallón 'Olimpia' y a los
cuerpos policiacos del D. F., junto
con uniformados del mismo ejército,
dispararon, sin miramiento alguno,
contra la gente inerme e indefensa
que participaba en el mitin.
2. Después de los sangrientos
sucesos de ese día, fuimos detenidos
con todo lujo de violencia, unos en el
lugar de los hechos y otros en casas
particulares o en la calle, en todos
los casos no hubo, por parte de
nosotros, resistencia alguna a
nuestra detención.
3. Ninguno de nosotros hizo uso de
ninguna arma de fuego,
contrariamente a lo que se nos
imputa.
4. La mayoría, después de ser
detenidos, fuimos salvajemente
golpeados por elementos policiacos y
militares, en locales que ocupan el
Servicio Secreto, la Dirección Federal
de Seguridad y el Campo Militar No.
1.
5. Fuimos sometidos a
interrogatorios y torturas y dentro
de este clima de tensión se nos forzó
a declarar ante el Ministerio Público.
6. Ninguno de nosotros ha recibido
consignas del Consejo Nacional de
Huelga para hacer uso de la
violencia y este organismo, a nuestro
entender, sólo ha utilizado formas
pacíficas y legales de lucha.
7. Todos nosotros estamos
seriamente preocupados por la
suerte que corre el compañero Raúl
Álvarez Garín, miembro del Consejo
Nacional de Huelga que, nos consta,
hasta el miércoles 9 de este mes,
permanecía preso en la prisión del
Campo Militar No. 1. Hasta la fecha
el compañero Raúl Álvarez no ha
sido consignado ante ningún
juzgado, por lo que exigimos se haga
público su paradero y se respete su
integridad física…
El 19 de octubre son declarados
formalmente presos Raúl Álvarez Garín y
Miguel Eduardo Valle Espinosa, miembros
del Consejo Nacional de Huelga. En un
documento oficial se indica que del 26 de
julio al 24 de octubre de 1968 se han
efectuado la aprehensión de
aproximadamente 5000 personas, de las
cuales se han consignado al 10 por ciento
aproximadamente.[21]

El 25 de octubre en asambleas efectuadas


en la Unidad Profesional de Zacatenco, los
estudiantes se pronuncian por no regresar
a clases en tanto no se obtenga la libertad
de los estudiantes presos.[21] El 27 de
octubre fueron clausurados los XIX
Juegos Olímpicos.

El 29 de octubre a las 12:30 horas, la


Secretaría de la Defensa Nacional entregó
a las autoridades del IPN los edificios e
instalaciones que habían sido ocupados
por el ejército desde el 24 de septiembre.
El Consejo Nacional de Huelga efectúa
asambleas generales en diversas
facultades y escuelas de la Ciudad
Universitaria y de la Unidad Profesional de
Zacatenco. En todas las asambleas se
confirma que el movimiento estudiantil
debe proseguir hasta la solución de las
demandas contenidas en el pliego
petitorio de seis puntos.[21]

El 31 de octubre a las 17:30, se inició en la


explanada de la Ciudad Universitaria el
«Mitin de la Unidad», programado por el
CNH para mostrar la continuidad de la
unidad del estudiantado y del movimiento.
En el mitin se toma el acuerdo de celebrar
asambleas generales en todas las
escuelas del IPN y de la UNAM a partir del
4 de noviembre, para que la base
estudiantil decida la forma que adoptará el
movimiento en las nuevas circunstancias.

Noviembre
Durante el mes de noviembre el gobierno
mexicano prosiguió la represión y
persecución tanto de objetivos que
consideraba estratégicos a detener como
de participantes en el movimiento
estudiantil que intentaba proseguir. Se
montaron operativos policiacos tanto por
Servicios Especiales de la Jefatura de la
Policía de la Ciudad de México como de
agentes encubiertos de la Dirección
Federal de Seguridad, con el fin de detener
a las y los estudiantes que intentaban
hacer pintas o repartir propaganda[1].
Dentro de estas acciones se suscitaron
detenciones arbitrarias y ejecuciones
extrajudiciales, como la de[1]:
Luis González Sánchez, estudiante de
primer año de la Facultad de
Medicina de la UNAM, fue ejecutado
el 17 de noviembre de 1968 por Julio
Martínez Jiménez, cabo del batallón
Motorizado de la Jefatura de Policía.
El cabo lo mató de un tiro en la
espalda, a la 1:00 a.m. mientras
realizaba una pinta junto con otros
estudiantes

Reporte de inteligencia de la DFS, 17


de noviembre de 1968

como de[1]:
El estudiante Jesús Romero Bucio fue
asesinado por el agente de tránsito
José Jaramillo Yánez, el 68/ 11/ 22/ 11
cuando el primero intentaba realizar
una pinta. Esto provocó el secuestro
de camiones, bloqueos al transito y
oradores agresivos terminándose los
problemas a las 23:40 hrs.

Reporte de inteligencia de la DFS

El 3 de noviembre el secretario de
Educación Pública difunde un mensaje a
través de la radio y la televisión, llamando
a los estudiantes a restablecer la
normalidad escolar. Por su parte, el
director de la Escuela Nacional de
Agricultura de Chapingo, Gilberto Palacios,
informa que ha invitado a los alumnos,
mediante cartas y telegramas, a que
regresen a clases, anunciando que éstas
reanudarán el 2 de diciembre del año en
curso.

El 4 de noviembre durante todo el día, se


realizan asambleas en diversos planteles
de la UNAM, del IPN y en la Escuela
Nacional de Maestros para conocer la
posición del estudiantado en torno a la
continuidad o suspensión de la huelga
estudiantil. Se informa que, en las
asambleas, los estudiantes han acordado
"continuar el paro y no volver a clases
hasta que haya sido solucionado el pliego
petitorio de seis puntos"; también han
decidido «dirigirse hacia los sectores
obreros y campesinos en busca de su
apoyo».[21]

El 11 de noviembre aumentan las


presiones para que los estudiantes
retornen a clases y circulan rumores de
una posible intervención del estado en la
UNAM. Ese día, luego de dar una
conferencia en Ciudad Universitaria, el
escritor y activista José Revueltas fue
detenido en la colonia Portales. Revueltas
era señalado por la prensa de ser el "autor
intelectual" del movimiento[44].

El 14 de noviembre el CNH somete a la


consideración del estudiantado y del
pueblo de México, lo siguiente:

1. «Que no es posible pensar en el


retorno a clases en tanto no se cumplan
plenamente las 3 condiciones que
hemos fijado para ir al diálogo público.»
2. «Que respecto al diálogo público
mantenemos la misma posición, aun
cuando éste se lleve a cabo habiendo
iniciado las labores académicas.»
En conferencia de prensa, el CNH
anuncia que una comisión de
estudiantes de la Facultad de Filosofía y
Letras está elaborando un proyecto de
estudio que servirá de base para que la
UNAM sea en el futuro una universidad
crítica y desarrolle su labor académica
dentro de la autogestión. Igualmente se
informa que la Facultad de Derecho está
preparando un estudio acerca de la
reestructuración de la policía.

El 17 de noviembre se hacen nuevos


llamados a los estudiantes para que
regresen a clases, advirtiendo de los
peligros que corren las instituciones
educativas si insisten en sostener la
huelga. En ese sentido se pronuncian los
directivos de las escuelas del Instituto
Politécnico Nacional; así como el Consejo
Universitario de la UNAM.

El 21 de noviembre en reunión del Consejo


Nacional de Huelga se vota
unánimemente por el retorno a clases.
Aunque se acuerda que esta deliberación
sea sometida a la consideración de las
asambleas de todas las escuelas en
huelga, para que la base estudiantil
determine una solución definitiva.
El 22 de noviembre el rector Barros Sierra
llama al retorno a clases para el próximo
lunes 25. Se celebran asambleas en las
diversas escuelas en huelga, para someter
a consideración del estudiantado la
propuesta del Consejo Nacional de Huelga
de regresar a clases. En las asambleas se
producen encendidas polémicas y
resoluciones encontradas: unas escuelas
se pronuncian por levantar el paro, otras
deciden prolongar la huelga. Los
estudiantes del IPN, en asamblea
celebrada en el auditorio de la Unidad
Profesional de Zacatenco, rechazan la
propuesta del CNH.
El 25 de noviembre se realizan asambleas
estudiantiles en casi todos los planteles
del IPN, de la UNAM, en la Escuela
Nacional de Maestros y en la Escuela
Normal Superior de México. Nuevamente
las reuniones estudiantiles se caracterizan
por las encendidas discusiones entre los
partidarios de la huelga y los que están a
favor del retorno a clases.[21]

El 6 de diciembre, reunidos en la Escuela


Superior de Ingeniería Mecánica y
Eléctrica del IPN, la mayoría de los
miembros del CNH, en su calidad de
representantes de las diversas escuelas
en huelga, decide por votación disolver
este organismo. Se anuncia que con el
objeto de continuar el movimiento
estudiantil se procederá a fortalecer los
comités coordinadores de lucha de los
planteles de la UNAM y el IPN, así como
los de Chapingo y de las escuelas
normales. La tarea inmediata de los
referidos comités coordinadores será
organizar una manifestación para el 13 de
diciembre, denominada «Gran Marcha de
Protesta», cuyo recorrido sería entre la
Ciudad Universitaria y el Casco de Santo
Tomás.[21]

El 12 de diciembre el Gobierno del Distrito


Federal niega la autorización para la
realización de la manifestación estudiantil
programada para el 13 de diciembre. La
Jefatura de Policía advierte: «ese acto no
será permitido por carecer del permiso
respectivo».

El 13 de diciembre, la manifestación
estudiantil sale de la Ciudad Universitaria.
En Insurgentes están estacionados
tanques militares, patrullas y camiones
con granaderos, con la orden de impedir el
avance de la manifestación. Los
estudiantes, con el recuerdo reciente de la
matanza del 2 de octubre, retroceden y
regresan a Ciudad Universitaria. Al mismo
tiempo, agrupamientos del ejército y de la
policía se encuentran estacionados en las
cercanías de los centros de estudio del
Politécnico, en Zacatenco y en el Casco de
Santo Tomás, con el mismo objeto de
impedir la movilización de los
estudiantes.[21]

El 16 de enero de 1969 fue detenido


Fausto Trejo[1].

Estrategia del estado


mexicano contra el
movimiento
Grupo de policias en una manifestación.

Soldados y vehículos del Ejército Mexicano y camiones


del Agrupamiento de Granaderos de la Policía de la
Ciudad de México, 1968.

Según conclusiones posteriores del


gobierno mexicano[1], el gobierno de
Gustavo Díaz Ordaz y posteriormente el de
Luis Echeverría, desplegaron una
estrategia de contención autoritaria,
represiva y criminal, presentándose las
siguientes líneas de acción:

1) Se infiltraron agentes en las


escuelas y en las organizaciones
estudiantiles, para mantener
informados a los órganos de
seguridad respecto a los liderazgos y
planes de acción y también para ser
utilizados como provocadores,
cuando les fuera encomendado;

2) Se coparon las organizaciones


independientes con el propósito de
utilizarlas como estructuras de
mediación, que sirvieran a los
propósitos de los funcionarios que
buscaban controlarlas y acallar la
disidencia, cooptando a los líderes
del movimiento.

3) Se crearon grupos de choque que


se mezclaran con el sector
estudiantil para contener mediante
la violencia la disidencia que quieren
acallar. De esta manera, el Estado ha
promovido el delito que realizan los
grupos de choque y ha corrompido
los órganos de justicia, ya que debe
de cobijar la actividad de esta gente
con la impunidad.

4) Cuando no le bastan estos


mecanismos, ha recurrido al empleo
de la fuerza pública que utiliza
indebidamente la violencia y que, por
consiguiente, incurre en
responsabilidades y violación a los
derechos humanos.

5) Por las consecuencias jurídicas


directas que implica el uso indebido
de la fuerza pública, el Estado
también recurrió a una modalidad
aún más perversa de manejo del
poder, la creación de grupos
paramilitares para ser utilizados con
el objeto militar de destruir al
enemigo, entrenados y armados con
un propósito explícitamente
criminal, y que cobijados como
organizaciones clandestinas a las
que les garantiza la impunidad.

6) El Estado no dudó en utilizar al


ejército como recurso contundente
de control social.

FEMOSPP

Porrismo

Véase también: Porrismo

A la par del movimiento, el gobierno


promovió, fomentó y toleró la acción de
grupos estudiantiles de choque,
azuzamiento, hostigamiento y persecución
que fueron denominados desde entonces
porros. Se tienen documentadas
conexiones entre los líderes de estos
grupos delincuenciales y el Departamento
del Distrito Federal desde 1967, y dentro
del conflicto que dio inicio al movimiento,
los enfrentamientos del 22 y 23 de julio de
1968, diversos grupos porriles acudieron a
los enfrentamientos "por algún interés
político para trastornar (sic) el ambiente"[1]
.

Infiltración en el CNH

Además del despliegue de agentes tanto


uniformados como vestidos de civil, el
estado expresamente usó a personas que
llegaron en distintos níveles del CNH, entre
ellos Ayax Segura Garrido[45] y Sócrates
Campus Lemus[46]. En el caso de Segura,
este promovía a los líderes la realización
de acciones radicales y la dilación de
otros compañeros que se encontraban
escondidos. Por su parte Campos Lemus
fue señalado contínuamente como
promotor de acciones radicales y delator,
lo que fue negado por este[47].

Intimidación

Acciones de intimidación serían


cometidas tanto por policías, militares,
agentes encubiertos y grupos de choque
contra integrantes del movimiento. En el
caso de la Marcha del silencio, el 13 de
septiembre de 1968, se registraron
ataques por parte de provocadores a los
automóviles de quienes los habían dejado
en las inmediaciones del Museo de
Antropología para marchar hacia el
Zócalo, los cuales fueron dañados e
incendiados así como amenazados
quienes se atrevieran a intervenir en la
acción.

Simpatizantes del movimiento como


Heberto Castillo y Eli de Gortari sufrieron
golpizas e intentos de secuestro a las
afueras de sus propios domicilios.
Provocaciones violentas

Con el fin de justificar la intervención


policiaca, el gobierno promueve desde un
inicio del movimiento la acción de
personas bajo su mando que realicen
provocaciones violentas de distinta índole,
ya fueran azuzamientos o provocaciones a
la pelea —como sería una constante en los
distintos choques con las fuerzas
policiacas y militares— como la inserción
de personas armadas en los distintos
conflictos. Tal estrategia provocaba que se
disparara a los contingentes estudiantiles
o a la población civil buscando herir o
asesinar personas y a que quedara
patente la necesidad de la intervención
policiaca o militar, además, acusando al
estudiantado de realizar dichas acciones.
El discurso oficial y mediático entonces
encontraba pruebas para acusar la
existencia de "agitadores" e incluso
"terroristas"[1].

En el caso de la toma del Zócalo el 27 de


agosto de 1968, dos personas armadas
fueron detenidas en las inmediaciones del
Zócalo por realizar disparos contra la
población. Se tiene registro de la acción
de estos provocadores en edificios
diversos del primer cuadro, entre ellos, el
tercer piso de la sede principal de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación[24]
. Algunos testimonios indican que las
acciones promovidas por Sócrates
Campos tuvieron características radicales
con el fin de que la respuesta oficial se
desatara con la venia de la opinión pública
en esa fecha agraviando tres símbolos
nacionales: negar el diálogo con las
autoridades, pedir a la concurrencia que
se quedara en mitin hasta el diálogo
público con el presidente el 1 de
septiembre en su informe, izar la bandera
rojinegra en lugar de la bandera
nacional[24] así como tocar las campanas
de la Catedral Metropolitana. De este
modo, tres símbolos como la bandera de
México, la iglesia católica y el presidente
se verían ofendidos y era necesaria una
medida radical ante los abusos del
movimiento[1].

La propia Operación Galeana derivada en la


matanza de la Plaza de las Tres Culturas,
tuvo como elemento esencial el montaje
de una provocación de esta naturaleza[1].

Uso del aparato judicial

A la par del desarrollo del movimiento de


1968, el gobierno mexicano desplegó una
estrategia jurídica con el fin de justificar
sus acciones. Registros de su agencia de
inteligencia muestran documentos en los
que se planeaban distintos "proyectos"
tanto de detenciones como de fabricación
de pruebas y testigos que pudieran
asegurar las carpetas de investigación
para sentenciar a los participantes del
movimiento[1].

Las principales causas penales en contra


de las y los activistas del movimiento[2]
incluyeron acusaciones de delitos como
daño en propiedad ajena, ataques a las
vías de comunicación, asociación
delictuosa, robo, despojo, acopio de
armas, homicidio, lesiones contra agentes
de la autoridad, falsificación de
documentos, sedición e incitación a la
rebelión[2]. Los agentes del Ministerio
Público Salvador del Toro, Humberto
González Pacheco y Armando Aguilar
Rodríguez presentan el 15 de diciembre de
1969 como pruebas a dichas acusaciones
las siguientes conclusiones:

La existencia de un Plan Subversivo de


Proyección Internacional, el cual
presuntamente se acordó en La Habana
en agosto de 1967, como parte de la
Primera Conferencia de la Organización
Latinoamericana de Solidaridad (OLAS).
Ahí se habría acordado "la toma del
poder, a través de la lucha armada"
La formación de un Comité Mexicano de
Solidaridad Latinoamericana en la
Ciudad de México el 7 de marzo de
1967
La asistencia de Heberto Castillo,
Armando Castillo, Hugo Ponce de León
y Leonel Posada, entre otros, de
organizaciones como el Partido
Comunista Mexicano, el Movimiento de
Liberación Nacional y el Partido Popular
Socialista a la conferencia en La
Habana
La realización de" plenos, asambleas,
congresos, juntas y mitines" de las
organizaciones mencionadas y de otras
de izquierda como la Liga Comunista
Espartaco, el Partido Obrero
Revolucionario, las Juventudes
Comunistas de México, entre otras, de
febrero a julio de 1968. Entre ellas, el
Cuarto Pleno del Comité Central de la
Liga Espartaco, en febrero de 1968, en
las que se hacen presentes algunos
futuros dirigentes como Luis González
de Alba y Romeo González Medrano; el
Segundo Congreso ordinario de la
Central Nacional de Estudiantes
Democráticos (CNED) del 6 al 10 de
mayo de 1968 en donde habrían estado
Pablo Gómez, Arturo Zama Escalante,
Arturo Martínez Nateras y Rolando
Waller, entre otros.
El manifiesto "La Juventud al Poder"
publicado el 29 de julio de 1968 por la
Juventud Comunista de México y la
CNED
El manifiesto "La rebelión se justifica del
13 de julio de 1968 por el Movimiento
Marxista Leninista de México

La fiscalía acusa que con dichos hechos y


documentos se justifica que el origen del
movimiento no era estudiantil sino "al
estudiantado del país se le aprovechó para
la realización de los fines a que antes se
ha hecho referencia".
Tanto en las detenciones, los procesos
jurídicos como en los encarcelamientos
de participantes del movimiento, se
presentaron torturas, tratos crueles e
inhumanos como represiones incluso
dentro de las propias cárceles, como fue el
caso de la golpiza sufrida por parte de
presos que reprimieron la huelga de
hambre de los líderes del movimiento
presos en Lecumberri en 1970.[1]

Propagación de la "influencia
extranjera"

El movimiento estudiantil se desarrolló en


un ambiente de protestas juveniles como
lo fueron el Mayo francés y la Primavera
de Praga, y muchas de sus ideas de no
violencia afectaron el movimiento. Sin
embargo, el gobierno no tardó en acusar a
los estudiantes de comunistas.[48] usando
su aparato propagandístico para defender
su versión de los hechos y culpar a los
jóvenes, como fue el uso de los noticieros
de Telesistema Mexicano,[49] publicar
libros apócrifos[50] e insistir en la
influencia de agentes rusos y cubanos en
el movimiento. En la causa penal seguida
contra los estudiantes, profesores y
activistas, en 1969, se presenta la
existencia de un "Plan Subversivo de
Proyección Internacional" como uno de los
sustentos de las acusaciones[2].

Sin embargo, los documentos


desclasificados posteriores de la CIA
revelaron que las acusaciones del
gobierno mexicano resultaron
infundadas.[24][29][51][52] Según
documentos obtenidos por el Proyecto
México, nunca hubo una conexión real
entre el movimiento estudiantil mexicano y
el comunismo internacional, pero esta
agencia habría aportado información falsa
a Gustavo Díaz Ordaz,[53] su informante en
México acreditado como LITEMPO-2.[54]
El gobierno mexicano se vio presionado
por la aproximación de los Juegos
Olímpicos bajo la amenaza de que serían
cancelados si seguían los
disturbios.[55][56][29]

Paramilitarismo: el batallón
Olimpia
Batallón Olimpia
Activa 1968
País México
Rama Gobierno
Tipo Grupo paramilitar
Función seguridad en los
Juegos Olímpicos
Especialización provocación, represión
y desaparición de
personas

Tamaño 600 elementos


[editar datos en Wikidata]

El batallón Olimpia fue el grupo paramilitar


creado por el gobierno mexicano para
«garantizar la seguridad» en los XIX
Juegos Olímpicos y que en vista del
movimiento estudiantil fue usado como
grupo de represión para infiltrarse,
provocar y detener manifestantes durante
la serie de protestas del verano de aquel
año. Para no ser agredidos, arrestados o
confundidos con civiles, se distinguían de
los manifestantes por usar un guante o
pañuelo blanco en la mano
izquierda.[57][24] El agrupamiento estaba
conformado por cerca de 600 elementos
que provenían de distintas zonas militares
de México, pero no eran los únicos que
hacían uso de la contraseña blanca, ya
que también participaban elementos del
Estado Mayor Presidencial, Guardias
Presidenciales y de la Dirección Federal de
Seguridad.[24] La participación del Batallón
Olimpia comenzó desde el 28 de agosto
de 1968 cuando apostaron francotiradores
en la sede de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación. También participaron
activamente en la ocupación del Casco de
Santo Tomás y de la Ciudad
Universitaria.[24] Originalmente, los altos
mandos del batallón lo clasificaron como
un agrupamiento "en reserva" sin
mencionar el uso de la contraseña blanca
o de la vestimenta de civil.[24]

El miércoles 2 de octubre de 1968, cuando


los estudiantes hacían un mitin en
Tlatelolco, los integrantes del batallón
Olimpia llegaron y los cercaron en el
corredor del tercer piso del edificio
Chihuahua. Debido a la confusión inicial,
los soldados dispararon también a los
miembros del Batallón Olimpia, quienes
pidieron que cesara el tiroteo debido a que
podían identificarse.[24][58] Una vez
acabada la refriega, el Olimpia y el Ejército
se coordinaron mutuamente para trasladar
detenidos en la planta baja del Edificio
Chihuahua.[57]

Estrategia mediática
El gobierno de México contó con una
estrategia de sabotaje, infiltración y una
campaña de desprestigio realizada por
medios de comunicación[1] como El
Heraldo, El Sol de México, El Universal, El
Día, y La Prensa hacia el movimiento
desde las primeras semanas de su
desarrollo. A semejanza de otros
conflictos sociales, el gobierno ejerció una
fuerte censura a la libertad de expresión,[1]
por lo cual, las versiones preliminares de
los diarios del día siguiente al 2 de octubre
hablaron en lo general, de la versión oficial
de un choque entre el gobierno y algunos
estudiantes armados, y el correspondiente
castigo a "saboteadores" y "agitadores".
Algunos de los titulares de los periódicos
del 3 de octubre de 1968 fueron:

El Universal: "Tlatelolco, campo de


batalla. Durante varias horas terroristas
y soldados sostuvieron rudo combate"
El Sol de México: "El objetivo: Frustrar
Los XIX Juegos. Manos extrañas se
empeñan en desprestigiar a México"
Excélsior: "Recio Combate al Dispersar
el Ejército un Mitin de Huelguistas"
Novedades: "Balacera Entre
Francotiradores y El Ejército, En Ciudad
Tlatelolco"
Últimas Noticias de Excélsior: 24 civiles
muertos y más de 500 heridos. Cifras
incompletas de militares heridos.

Sólo algunos medios internacionales,


como The New York Times, dieron
cobertura a los hechos. En la Plaza de las
Tres Culturas se encontraba la periodista
Oriana Fallaci, quien resultó herida y
considerada muerta. Su testimonio
posterior fue de  «una masacre peor de las
que he visto durante la guerra». En 1971 la
periodista Elena Poniatowska publicó el
libro La noche de Tlatelolco, construido
esencialmente con testimonios de las
personas involucradas en el conflicto y el
reportaje de la misma escritora.

Detenciones arbitrarias y
desapariciones forzadas

Además de las propias cifras


desconocidas del 2 de octubre, fue una
constante a lo largo del movimiento que
éste fuera reprimido mediante
detenciones arbitrarias y desapariciones
forzadas, de las cuales debido a su
cantidad, frecuencia de incidencia y
opacidad e impunidad en su desarrollo, es
difícil de cuantificar cuántas personas
fueron víctimas de dichas conductas.
Además, se facilitaba tanto el
encubrimiento de los perpetradores
cuando eran detenidos, se falsificaban u
obtenían ilegalmente confesiones o datos,
y se hacían labores selectivas entre
detenidos, con el fin de encubrir a quienes
colaboraban en las operaciones oficiales
de manera encubierta. Fue el caso de la
FNET, cuyos miembros eran liberados
luego de las provocaciones.[1]

Búsqueda de justicia y
derecho a saber
En 1993 se constituyó la primera comisión
gubernamental en búsqueda de la verdad,
pero fracasó en su intento debido a
distintos factores. En 1998 debido al 30
aniversario de la matanza, se constituyó
nuevamente una Comisión Especial 68, la
cual también fracasó. En 1999 Julio
Scherer y Carlos Monsiváis publicaron el
libro Parte de Guerra: Tlatelolco 1968:
Documentos Del General Marcelino García
Barragán: Los Hechos y la Historia, el cual
incluyó la correspondencia personal de
ese militar, con documentos exclusivos de
tipo militar sobre la acción del Ejército
Mexicano y detalles operativos de la
Operación Galeana.[59]
Luego de la elección de Vicente Fox como
presidente, inició un trabajo oficial entre el
gobierno y organizaciones de la sociedad
civil en búsqueda de la verdad bajo la
óptica de la justicia transicional.

Fiscalía Especial para


Movimientos Sociales y
Políticos del Pasado

En enero de 2005, la Fiscalía Especial para


Movimientos Sociales y Políticos del
Pasado (FEMOSPP), solicitó la
aprehensión de 55 personas
presuntamente responsables de la
matanza de Tlatelolco. En mayo de 2005,
la FEMOSPP aseguró que el expresidente
Luis Echeverría sería consignado ante un
juez penal federal. Para entonces, la
fiscalía consideraba también como
sospechosos de la matanza tanto al
expresidente, como al ex procurador
general de la República, Julio Sánchez
Vargas; al ex agente del Ministerio Público,
Salvador del Toro Rosales; al entonces
subdirector de la Dirección Federal de
Seguridad (DFS), Luis de la Barreda
Moreno; y al entonces comandante de un
grupo de agentes, Miguel Nazar Haro.

En noviembre de 2006 el juez José Mattar,


responsable del Segundo Tribunal Unitario
en Materia Penal, ordenó la detención de
Luis Echeverría. Se ordenó su arresto
domiciliario, debido a su avanzada edad.
En julio, un tribunal federal concedió un
amparo contra el auto de formal prisión, y
se ordenó levantar el arresto domiciliario.

El titular del Tercer Tribunal Unitario en


Materia Penal, Jesús Guadalupe Luna
Altamirano, exoneró a Echeverría al
considerar que no existía alguna prueba
que lo inculpara como responsable de los
hechos ocurridos cuando fue secretario de
Gobernación; si bien determinó que hubo
genocidio planeado y ejecutado.
La FEMOSPP dio a conocer en febrero del
2006 un importante documento sobre el
periodo de la Guerra sucia en México en el
cual incluyó al movimiento estudiantil de
1968.[60]

Comisión Ejecutiva de
Atención a Víctimas

En 2018, el gobierno de México admitió


que la actuación del mismo en los hechos
cincuenta años atrás, fue un crimen de
estado, y estableció que su Comisión
Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV)
repare a las víctimas y les dedique un
memorial.[17]
Número de muertos

Hasta la fecha no se ha logrado esclarecer


exactamente la cantidad oficial de
asesinados, heridos, desaparecidos y
encarcelados desde el surgimiento del
movimiento, debido a la política oficial de
ocultamiento de información, evidencias y
eliminación de registros públicos de
manera deliberada.[1] En el documental
"Tlatelolco, las claves de la matanza" se
muestra un video de la matanza, donde se
pueden contar alrededor de 150 muertos a
200.[cita requerida]

2 de octubre de 1968, Operación


Galeana

El presidente Gustavo Díaz Ordaz reportó


en un anuncio a los medios de
comunicación 26 muertos, mil 43
personas detenidas y 100 heridos. El CNH
reportó el 6 de octubre 100 muertos y
miles de heridos. El corresponsal de la
BBC de Londres en México, Julian Petiffer,
quien presenció los hechos, mencionó en
un despacho noticioso[61] que «en una
destacable demostración de estupidez,
brutalidad, o ambas juntas, el ejército y la
policía pasaron fuego de ametralladores
por miles de manifestantes pacíficos y
gente que iba de paso por el lugar...» y
estimó el número de estudiantes
asesinados en, al menos, 200.[37]
Miembros del Consejo Nacional de Huelga
proporcionaron al periodista británico
John Rodda la cifra de 325 muertos,
número que Rodda no confirmó antes de
su publicación en el rotativo The
Guardian,[62] pero que cotejó con datos del
Hospital Militar para concluir que fueron
267 muertos y 1,200 heridos.[63] La lápida
conmemorativa de Plaza de las Tres
Culturas en la Ciudad de México solo
enlista 20 nombres de caídos, aunque
aclara que pueden ser "muchos más cuyos
nombres y edades aún no conocemos".[62]
De acuerdo a correspondencia
intercambiada entre Alfonso Corona del
Rosal, jefe del Departamento del Distrito
Federal, y el secretario de Defensa
Nacional, general Marcelino García
Barragán, hubo 43 muertos, incluyendo
entre ellos un niño y cuatro soldados. En
un video se muestra cómo un soldado
cubre al niño de las balas y de lo que
pasaba.[62] Informes desclasificados de la
embajada de los Estados Unidos en
México identificaron entre 150 y 200
víctimas.[62]

En 2006, como parte del Proyecto México,


la organización estadounidense National
Security Archive (Archivo Nacional de
Seguridad) y Archivos Abiertos iniciaron
una labor de investigación colectiva sobre
el número real de víctimas, Los muertos de
Tlatelolco, apoyándose en una amplia
labor documental en el Archivo General de
la Nación mexicano, documentos
desclasificados de los Estados Unidos así
como la invitación a la sociedad a ampliar
la información de sus familiares muertos
o desaparecidos mediante un blog. Las
evidencias documentales de dicho
proyecto permitieron saber sobre 34
muertos plenamente identificados y 10
desconocidos.[64]

Día de duelo nacional


El 8 de noviembre de 2011, el Congreso de
la Unión declaró el 2 de octubre, día de
duelo nacional. Además, se propuso
inscribir dicha fecha en el muro de honor
de la Cámara de Diputados, en memoria
de los "mártires de la democracia".[65]

Arte del movimiento

Gráfica del 68 y pancartas en una manifestación

Gráfica del 68
El movimiento tuvo la participación de
artistas que crearon gráfica popular con el
fin de difundir las actividades mediante
propaganda como pegatinas, volantes y
carteles, materiales para las
manifestaciones como mantas y dibujos y
motivos para complementar pintas
callejeras. Debido a la carencia de libertad
de expresión y de la censura ejercida por
el gobierno mexicano, la colaboración de
artistas pintores, escultores y
caricaturistas se puso al servicio de las
necesidades de comunicación del
movimiento[66][67][68]. La gráfica del 68
tomaría influencia de la gráfica de
movimientos sociales previos como la
Revolución mexicana y las luchas obreras,
campesinas y sindicales del siglo XX,
concretamente del arte de José
Guadalupe Posada y el Taller de Gráfica
Popular con autores como Leopoldo
Méndez[69][70].

Se tiene documentada la participación de


alumnos de la Escuela Nacional de Artes
Plásticas de la UNAM, de la Academia de
San Carlos[71], de la Escuela Nacional de
Pintura y Escultura La Esmeralda (con el
Equipo Permanente de Grabado
Esmeralda 68), del IPN y de la Universidad
Autónoma de Chapingo; aunque diversos
estudios y referentes han ubicado a otros
autores como Eduardo del Río "Rius", José
Hernández Delgadillo, Arnulfo Aquino
Casas, Jorge Pérez Vega, Crispín Alcázar y
Adolfo Mexiac. Este último produciría el
grabado LIbertad de expresión, que
muestra a una persona rodeando la boca
con cadenas[72]. El Equipo Permanente
probablemente produjo la silueta de un
tanque con la leyenda Este diálogo no lo
entendemos[68].

La gráfica confrontaría y parodiaría la


identidad gráfica oficial de los Juegos
Olímpicos de México 1968 dirigida por
Lance Wyman. Uno de los grabados del
movimiento fue la intervención del
logotipo de la paloma de la paz hecha por
Beatriz Colle Corcuera la cual aparecería
herida por una bayoneta[73]. El mismo
esfuerzo gráfico parodiaría
frecuentemente los elementos olímpicos
como los aros, la paloma de la paz y las
antorchas. Otra aparición de la paloma de
la paz fue el grabado Unidos adelante, de
Jorge Pérezvega, la cual sería
representada en la parte superior de la
estela memorial de la Plaza de las Tres
Culturas, colocada en 1993[68]. Asimismo,
la gráfica caracterizaría a los policías
como gorilas y al presidente Díaz Ordaz se
le asociaría como un murciélago o un
mono, haciendo mofa de sus dientes
prominentes[74].

Estos materiales fueron hechos en


técnicas que facilitaran su reproducción
masiva como serigrafía grabados de
linóleo[68]. Muchos de los originales de
estas obras se perdieron en el
allanamiento hecho la noche del 29 al 30
de noviembre de 1968 por un grupo
paramilitar a la Academia de San Carlos,
en donde se encontró el taller principal
donde se hacía la propaganda
estudiantil[68].
La gráfica del 68 constituyó un cuerpo de
imágenes que a la postre se convertirían
en un referente visual[66] y en influencia
para movimientos sociales y artísticos
posteriores[72][75][68].

Música

El movimiento fue acompañado por


músicos que realizaron tanto canción de
protesta como parodias haciendo
versiones de canciones famosas con la
letra adaptada al movimiento estudiantil.
Entre estos artistas están Óscar Chávez[76]
, Amparo Ochoa, Judith Reyes, León
Chávez Teixeiro y Los Nakos. Entre las
parodias cantadas en el movimiento están
La balada del granadero, una parodia
hecha por Los Nakos a La balada del
vagabundo de José Guardiola. Otros
artistas que participaron en festivales y
mitines del movimiento fueron Mario
Orozco Rivera, América (estudiante del
IPN) y Mariano Ballesté.

Participación de artistas

En la UNAM se formó el 14 de agosto de


1968 una Asamblea de Artistas e
Intelectuales o Comité de Intelectuales,
Artistas y Escritores[77], la cual contó con
la participación de los escritores José
Revueltas[78], Juan Rulfo, Carlos
Monsiváis[79], Juan García Ponce[80] y de
artistas plásticos como Leonora
Carrington, Francisco Icaza y Manuel
Felguérez. Entre las funciones que tuvo
esta agrupación fue respaldar al
movimiento mediante comunicados, la
redacción y/o asesoría de documentos,
discursos y posicionamientos politicos del
movimiento estudiantil, programas
radiofónicos y actividades culturales.

Mural improvisado y colectivo


en Ciudad Universitaria
Durante el movimiento estudiantil varios
artistas participaron en un mural colectivo
en apoyo de las demandas estudiantiles.
El mural improvisado y colectivo fue
pintado durante varios domingos en los
festivales populares que organizaba el
Comité de Huelga en la explanada de la
UNAM, sobre las láminas acanaladas de
zinc que cubrían las ruinas del
monumento a Miguel Alemán Valdés,
dinamitado dos años atrás. Sobre las
láminas de zinc que lo cubrieron, también
pintaron: Guillermo Meza, Lilia Carrillo,
Benito Messeguer, José Luis Cuevas,
Fanny Rabel, Gustavo Arias Murueta,
Manuel Felguérez, Pedro Preux, Ricardo
Rocha, Carlos Olachea, José Muñoz
Medina, Francisco Icaza, Adolfo Mexiac y
Manuel Pérez Coronado, entre otros.

En la pintura predominaban los trazos y


colores de fuerte expresión y varios
artistas rescataron los sucesos de manera
muy elocuente. Por ejemplo Gustavo Arias
Murueta colgó una muñeca deshecha, de
cuyo vientre destrozado saltaban
cordones de colores; con ese pequeño
objeto rendía homenaje a la joven que
había fallecido por estallamiento de
vísceras el 28 de agosto, en la represión
ocurrida en el Zócalo (Plaza de la
Constitución) de la Ciudad de México.[81]
[82][83][84][41]. Otro dibujo hecho por
Francisco Icaza mostraba a David Alfaro
Siqueiros con la leyenda "presidente de la
Zona Rosa”. Imágenes de la hechura de
este mural quedaron plasmadas en el
documental El grito.

El Salón Independiente de 1968

El Salón Independiente de 1968 fue una


exposición de arte llevada a cabo en el
contexto de la Olimpiada Cultural de los
Juegos Olímpicos de México 1968.
Significó una ruptura entre la comunidad
artística mexicana que apoyó, por un lado,
uno de los eventos principales de la
sección cultural olímpica, la llamada
Exposición Solar organizada por el
Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y
el Comité Organizador de la XIX Olimpiada
en el Palacio de Bellas Artes, y por otro,
quienes decidieron abandonarla y exponer
por su cuenta principalmente en protesta
por el fatal desenlace del 2 de octubre de
ese año.

Referencias en la cultura
Obras testimoniales

1969 - Nada y así sea de Oriana Fallaci,


periodista italiana, cuenta la experiencia
personal de la autora, quien se
encontraba presente haciendo
cubrimiento periodístico de la huelga
que desenlazó en la Matanza de
Tlatelolco, en la que resultó gravemente
herida; con esta historia concluye su
libro, contrastándola con su experiencia
vivida en la Guerra de Vietnam.
1971 - La noche de Tlatelolco.
Testimonios de historia oral de Elena
Poniatowska es un trabajo periodístico
en el que se recopila testimonios de
varios testigos y participantes de este
evento.
1971 - Los días y los años, de Luis
González de Alba, relata la experiencia
personal del autor (entonces miembro
del CNH) antes y después del conflicto.
1972 - Tiempo de hablar de José
Revueltas, Eduardo Valle y Raúl Álvarez
Garín
1972 - El movimiento estudiantil del 68,
de Ramón Ramírez
1973 - Libertad bajo protesta de Heberto
Castillo
1973 - Toda la furia de Horacio Espinoza
Altamirano
1976 - Tlatelolco 68 de Juan Miguel De
Mora es una recopilación de relatos a
detalle de personas que estuvieron
dentro de la masacre y presenciaron
todo lo ocurrido a su alrededor.
1979 - México juventud y revolución de
José Revueltas
1998 - La estela de Tlatelolco: una
reconstrucción histórica del Movimiento
estudiantil del 68, de Raúl Álvarez Garín.
1998 - Nuestra verdad de Leopoldo Ayala
1998 - Lienzo Tlatelolco de Leopoldo
Ayala
1999 - Parte de guerra. Tlatelolco 1968,
documentos del general Marcelino
García Barragán, los hechos y la historia
(1999) Julio Scherer García y Carlos
Monsiváis
2004 - La libertad nunca se olvida.
Memoria del 68, de Gilberto Guevara
Niebla.
2009 - El Libro Rojo del 68, a 40 años del
movimiento estudiantil. Por José
Tlatelpas, Leopoldo Ayala y Mario
Ramírez, con una presentación de
Fausto Trejo, presenta 68 poetas con
textos sobre el movimiento estudiantil.
Incluye ensayos y pinturas de artistas
como José Hernández Delgadillo,
Alfredo Meneses, Melecio Galván,
Ocaranza y otros.
Obras de investigación y
documentación

El libro de René Aviles Nueva Utopía y los


guerrilleros, publicado en 1973.
El libro de Paco Ignacio Taibo II, "'68",
New York: Seven Stories Press, 2003
ISBN 1-58322-608-7.
El ensayo "La Imaginación y el Poder.
Una Historia Intelectual de 1968", de
Jorge Volpi, Editorial Biblioteca Era.
Edición de 1988.
El libro "1968 Los Archivos de la
Violencia", de Sergio Aguayo Quezada,
editorial Grijalbo, México 1998.
El Libro The Tlatelolco Massacre in
Mexico de Ronald L. Ecker (inglés).
El libro "El Otro Camino" de Joel Ortega
Juárez, FCE, 2006. México
El libro "Disparos en la Oscuridad" de
Fabrizio Mejía Madrid, biografía
novelada del expresidente de México,
Gustavo Díaz Ordaz. México, Ed. Suma,
2011.

Literatura

1969 - ¡El móndrigo!. Bitácora del


Consejo Nacional de Huelga, autor
desconocido[85].
La novela Muertes de Aurora de Gerardo
de la Torre se refiere a la participación
de un grupo de petroleros de la Refinería
de Azcapotzalco en el movimiento
estudiantil.
La novela Palinuro de México (1977) de
Fernando del Paso cuyos personajes,
estudiantes de medicina, se ven
envueltos en la matanza[86].
La novela de "Regina: el dos de Octubre
no se olvida" de Antonio Velasco Piña.
La novela La Plaza de Luis Spota narra
una historia ficticia del asesinato de una
estudiante.
La novela Amuleto de Roberto Bolaño.
La novela El Grito del Silencio de David
Casado Aguilera
La novela "Anhelos opuestos" de S. V.
Moraq, Ed. Palabra en Vuelo, 2011
México. Es la historia de un
protagonista del movimiento que en
cartas relata sus experiencias a una
amiga distante desde la perspectiva del
humanismo dialéctico. Recrea
canciones, películas, literatura y otros
aspectos culturales de la época.
La novela "Vencer o morir" de Leopoldo
Ayala, IPN, 2008. México

Música
1969, el grupo de rock Pop Music Team
lanza al aire el tema Tlatelolco de su
disco Society is a shit, siendo
censurados al poco tiempo
"Tlatelolco 1968” de Banda Bostik
"Octubre de 68", de Tex Tex
"Amor del dos de octubre” de El Tri
El disco México 68 volùmenes I y II de
Òscar Chávez
"Nada pasó" de Panteón Rococó

Poesía

Memorial de Tlatelolco, de Rosario


Castellanos ("¿Quién? ¿Quiénes? Nadie.
Al día siguiente, nadie. / La plaza
amaneció barrida; los periódicos / dieron
como noticia principal / el estado del
tiempo."[87][88])
México, olimpiada de 68 de Octavio Paz
Tlatelolco 68, de Jaime Sabines ("Pero la
sangre echa raíces / y crece como un
árbol en el tiempo. / La sangre en el
cemento, en las paredes, / en una
enredadera: nos salpica, / nos moja de
vergüenza, / de vergüenza, de
vergüenza."[87][88])
Las voces de Tlatelolco, de José Emilio
Pacheco
2 de octubre, no se olvida de Ricardo
Tello Castillo ("Tráeles flores el día de los
muertos / y ponlas en las manchas que
hay en el suelo, / ellos te darán las
gracias desde las nubes altas / que hay
en el cielo.")
No consta en actas de Juan Bañuelos
Mi paìs, oh mi paìs de Efraín Huerta
Día de Muertos de Leopoldo Ayala
Yo acuso, poesía perseguida política de
Leopoldo Ayala

Antologías de poesía del 68

1972 - 53 poemas del 68, de Miguel


Aroche Parra
1998 - Poemas y narraciones sobre el
movimiento estudiantil de 1968, de
Marco Antonio Campos y Alejandro
Toledo
2010 - 100 poemas en papel revolución,
de Susana Cato, Fernando Orduña y
Armando Ponce

Historietas

1968 - "Las olimpiadas México 68" en


Los Agachados de Rius

Películas

1975 - Canoa, muestra algunos de los


sucesos trágicos ocurridos antes del 2
de octubre.
1989 - Rojo amanecer dirigida por Jorge
Fons
2011 - Borrar de la memoria de Alfredo
Gurrola, actuada entre otros por Jorge
Luke.
2013 - Tlatelolco, verano del 68 (2013),
de Carlos Bolado.
2018 - Olimpia, de José Manuel
Cravioto.

Documentales

1969 - El grito de Leobardo López


Arretche.
2003 - Tlatelolco: Las claves de la
masacre (2003), de Carlos Mendoza
Aupetit, producido por La Jornada y
Canal 6 de julio.
2004 - Ni olvido, ni perdón (2004),
dirigida por Richard Dindo.
2008 - La masacre de Tlatelolco (2008),
de Matias Gueilburt.
Documentales que refieren el
movimiento

2012 - Los Rollos Perdidos de Gibrán


Bazán, sobre filmaciones realizadas por
orden de Luis Echeverría.
2012 - Gimme the power de Olallo Rubio.

Series televisivas
2018 - Un Extraño Enemigo de Gabriel
Ripstein, producida por Televisa y
Amazon Prime Video, estrenada en su
plataforma de streaming.

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1969, Díaz Ordaz declaró «Asumo
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ética, social, jurídica, política e histórica por
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8. "Cuando el Estado rebasa los límites de
la legalidad y confronta al delito con el
crimen y, haciendo recurso del monopolio
que tiene al uso de la fuerza la utiliza en
contra de su propia población, la escala y la
lleva al nivel del genocidio, el Estado queda
9 sujeto a las responsabilidades de su
acción criminal en delitos, violación a los
derechos humanos y crímenes de lesa
humanidad. Esta actuación criminal del
Estado es la que se documenta" en
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el periódico británico The Guardian, estaba
en México cuando ocurrió la masacre. Con
base en lo que presenció y las entrevistas
que realizó, Rodda originalmente reportó
que 325 personas habían muerto en la
Plaza de las Tres Culturas."
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provocando, según investigaciones del
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Véase también
Masacre de San Miguel Canoa
Matanza del Jueves de Corpus
Guerra sucia en México
Memorial del 68
El paciente interno (documental
mexicano)
Enlaces externos
Sitio web México 1968: Recursos de
información desarrollo de la Biblioteca
Daniel Cosío Villegas de El Colegio de
México
Wikimedia Commons alberga una
categoría multimedia sobre Movimiento
de 1968 en México.
Wikisource contiene obras originales
de o sobre Movimiento de 1968 en
México.
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de o sobre Movimiento de 1968 en
México.
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de o sobre Movimiento de 1968 en
México.
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de o sobre Movimiento de 1968 en
México.
Wikisource contiene obras originales
de o sobre Movimiento de 1968 en
México.
Dossier de documentos desclasificados
de la CIA y el Departamento de Estado
de Estados Unidos en 1998 por The
National Security Archive.
The Dead of Tlatelolco , estudio para
aproximarse al número de muertos en
Tlatelolco por las fuentes disponibles.
Libro Los archivos de la violencia por
Sergio Aguayo Quezada

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