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-TIPOS
2.3.1. DISFUNCIONES SEXUALES MASCULINAS
2.3.1.1 DISFUNCIÓN ERÉCTIL
Se caracteriza por la dificultad o imposibilidad de alcanzar o mantener una erección del
pene lo bastante firme como para poder llevar a cabo una penetración y realizar el coito
Afecta a un 7% de los hombres, aumentando esta cifra con la edad. Un 80-90% de las
disfunciones se deben a problemas psicológicos, en especial los problemas de impotencia
secundaria (que no ocurren desde siempre) y situacional (la disfunción se produce
dependiendo de la situación).
En general son un conjunto de problemas producidos o mantenidos por ciertos niveles de
ansiedad en personas que se muestran excesivamente preocupadas por su buen
funcionamiento sexual.
Hay que tener en cuenta que el problema de la disfunción eréctil tiene que ver con un
inadecuado bombeo de sangre al pene o una retención de dicha sangre para que se
mantenga la erección.
Causas Psicológicas
Pensamientos sobre la ejecución correcta del coito: "tengo que conseguir una buena
erección", "ha de fijarse en mi capacidad sexual", "he de dejar una buena impresión", "si
pierdo la erección pensará que soy poco hombre", "si no tengo erección pensará que ella
no me atrae lo suficiente", "me dejará en cuanto vea que tengo un problema sexual"
Pensamientos sobre el propio cuerpo que hagan "desconectar" de la relación: "pensará
que tengo el pene pequeño","va a darse cuenta de que tengo un cuerpo feo", "me va a ver
mi enorme barriga", "esta postura es poco sexual".
La ansiedad derivad de pensamientos como los enumerados anteriormente.
Concentrarse en conseguir que la pareja se excite y no prestar atención a las sensaciones
que está experimentando en su cuerpo.
Autoobservación durante la relación sexual
Exceso de preocupación respecto a su compañera
Preocupación exagerada por una "ejecución sexual perfecta"
Estas cuestiones que hemos visto hasta ahora es fácil que dejen un "mal sabor de boca" y
que condicione los próximos encuentros eróticos, pudiendo en ocasiones abocar en una
falta de deseo sexual
Padecer un Trastornos de la personalidad que configuren cierta forma de vivenciar las
relaciones sexuales. Por ejemplo un hombre con una personalidad obsesiva-
compulsivo puede temer perder el control dentro de una relación sexual y vigilar sus
cambios corporales, de tal forma que deja de prestar atención al contacto sexual perdiendo
toda las sensaciones físicas y emocionales agradables del encuentro, perdiendo así la
erección. Del mismo modo un hombre narcisista con grandes deseos de gustar al otro,
puede estar tan pendiente de su actuación sexual, que por ese motivo pierda el interés por
la relación y deje de estar excitada y pierda la erección.
Problemas en la relación de pareja
CAUSAS PSICOLÓGICAS
Al igual que en el caso de la disfunción eréctil, el hombre puede pensar sobre su buena
ejecución en el terreno sexual con la mujer, y de esta forma el hombre teme no satisfacer
a su compañera por tener una eyaculación demasiado rápida: "no me va a dar tiempo ni a
penetrarla", "se quedará insatisfecha", "no cumpliré como hombre", "a ella no le va a dar
tiempo a tener un orgasmo", "¡qué va a pensar de mi!". Todos estos pensamientos harán
que la ansiedad del hombre sea alta y, se desate el reflejo eyaculatorio activado por el
Sistema Nervioso Simpático (el mismo responsable de la pérdida de erección).
No percibir las sensaciones que preceden al orgasmo, las sensaciones pre-
eyaculatorias. La ansiedad puede ser la responsable de que tan solo perciba el nivel de
excitación de la fase final, cuando ya no puede hacer nada por evitar la eyaculación
En otros casos puede que situaciones de estrés o ansiedad en las primeras relaciones
sexuales hayan facilitado la aparición de eyaculación precoz, asociándose posteriormente
eyaculación precoz e interacción sexual. Una vez que se ha aprendido un reflejo
eyaculatorio rápido, es difícil conseguir tener un control sobre la eyaculación. Una vez
dado el problema es difícil que se vaya por sí mismo.
Existe una correlación entre eyaculación precoz y fobia social, así como eyaculación
precoz y personalidad evitativa. Ambas personas manifiestan problemas a la hora de
relacionarse con el otro y la ansiedad siempre está presente en dichas interacicones.
Problemas en la relación de pareja
Es importante señalar que debemos descartar con este diagnóstico a aquellas personas
que, manifestando estos síntomas, estén afectadas por cualquier otro tipo de problema
donde su causa pueda ser consecuencia de alguna situación anterior vivida como pudiera
ser violación, víctima de violencia de género, abuso, cualquier tipo de trauma sexual, etc.
Así mismo, también se puede deber a algún tipo de causa médica, hecho que se puede
descartar tras una exploración y las pruebas pertinentes.
Además, se debe tener en cuenta el momento en que este trastorno ha surgido, es decir,
desde la primera relación sexual o, por el contrario, en el transcurso de su vida sexual.
Como consecuencia de lo expuesto, la persona afectada por este trastorno, por norma
general, evita la realización del acto sexual pues las dificultades que se presentan en el
mismo son tales que evita cualquier ocasión que pueda conducir a la realización del coito.
Además, en muchos casos, presenta también problemas a la hora de relacionarse o
conocer nuevas personas por miedo a que pueda presentarse ese momento.
Por ello, y dependiendo de cada caso el tratamiento puede ir enfocado al trabajo de los
mitos o ideas erróneas que la persona tenga sobre la sexualidad, la masturbación, e incluso
sobre sus genitales. Además es frecuente emplear técnicas de relajación que ayuden a la
persona a la exposición sexual sin que ello suponga una situación de tensión.
Por otro lado, puede ser necesario la realización de determinados ejercicios que permitan
la contracción y relajación de los músculos de piso pélvico e incluso el uso de dilatadores
vaginales.
Aunque los estudios de prevalencia arrojan cifras dispares entre sí, se considera que la
proporción de mujeres afectadas en mayor o menor gravedad por un cuadro de TIE oscila
entre el 20 y el 40%, y es más alta en mujeres menopáusicas y en mujeres jóvenes con
menopausia quirúrgica, en las que la prevalencia puede duplicarse.
El TIE se asocia a insatisfacción con la vida sexual, insatisfacción con la relación de
pareja, a una menor iniciativa de sexo por ella, al menor inicio de sexo por su pareja,
menor coito y orgasmo, menor masturbación que en la mujer no afectada por este
trastorno, más emociones negativas y peores relaciones íntimas.
Las que tienen trastorno del orgasmo no pueden tener un orgasmo bajo ninguna
circunstancia, ni siquiera cuando se masturban o aunque estén muy excitadas. Sin
embargo, en general no se alcanza el orgasmo porque no se está suficientemente excitada,
lo cual se considera un trastorno de la excitación y no un trastorno del orgasmo. La
incapacidad para tener un orgasmo se considera un trastorno solo cuando la falta de
orgasmos angustia a la mujer. Hacer el amor sin orgasmo puede causar frustración,
provocar resentimiento y, en ocasiones, desagrado hacia todo lo relacionado con el sexo.
Causas
Algunos factores ambientales y psicológicos pueden contribuir al trastorno del orgasmo,
como:
Algunos trastornos físicos también pueden contribuir al trastorno del orgasmo, como
lesiones nerviosas (debidas a diabetes, lesiones de la médula espinal o esclerosis múltiple)
y anomalías en los órganos genitales.
Algunos fármacos, especialmente los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS, un tipo de antidepresivo, ver Fármacos utilizados para tratar la
depresión), pueden inhibir el orgasmo de manera específica.
Criterios su Diagnóstico.-
A.-Ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación
sexual normal. Las mujeres muestran una amplia variabilidad en el tipo o intensidad de
la estimulación que desencadena el orgasmo. El diagnóstico de trastorno orgásmico
femenino debe efectuarse cuando la opinión médica considera que la capacidad
orgásmica de una mujer es inferior a la que correspondería por edad, experiencia sexual
y estimulación sexual recibida.
Tratamiento
Se puede alentar a descubrir los tipos de contacto placenteros y excitantes mediante la
autoestimulación (masturbación). Otras técnicas útiles incluyen técnicas de relajación y
ejercicios de focalización sensorial. En estos ejercicios, los miembros de la pareja se
turnan para tocarse uno a otro de forma placentera (ver Trastornos de la excitación sexual
: Tratamiento). Las parejas pueden intentar usar más estímulos o estímulos diferentes,
como un vibrador, fantasías o vídeos eróticos. Un vibrador puede ser especialmente útil
en caso de lesión nerviosa.
Puede ser conveniente recibir educación sobre la función sexual. Algunas mujeres solo
necesitan incorporar la estimulación del clítoris.
El síntoma principal del trastorno del deseo sexual hipoactivo es falta de interés en el
sexo. Pero puesto que cada mujer es diferente, no hay un umbral oficial o prueba
diagnóstica que diga si una mujer tiene trastorno del deseo sexual hipoactivo o no. El
diagnóstico depende de cuán estresada está acerca de su bajo deseo sexual y si está
causándole problemas a ella.
Sin embargo, si una mujer expresa preocupaciones acerca de su baja libido, los médicos
usualmente tratarán de ubicar cualquier causa subyacente. Con frecuencia empezarán
buscando causas físicas relacionadas y realizando una evaluación médica completa,
incluyendo una historia médica, pruebas de despistaje y examen pélvico.
Es posible que los médicos también refieran a la mujer a un asesor o terapeuta sexual para
determinar si hay problemas emocionales o de relación que necesitan atención.
Tratamiento farmacológico
La flibanserina es el principio activo que conforma el nuevo fármaco no hormonal que se
presenta como solución al trastorno sexual del que hablamos. Los estudios pre-clínicos
que se han realizado muestran que actúa a nivel de las vías serotoninérgicas, modulando
su secreción e influyendo en las vías de la dopamina y la noradrenalina. Estos dos son los
neurotransmisores cerebrales implicados en la respuesta sexual, y su alteración o
desequilibrio puede provocar trastornos sexuales. Por tanto, una de las maneras de
afrontar esta problemática es por medio de este medicamento que actúa a nivel de los
centros cerebrales, modulando la serotonina.
Efectos adversos
La flibanserina ha mostrado pocos efectos adversos en los estudios pre-clínicos que se
han realizado. Entre un 2 y un 12% de los pacientes pueden presentar nauseas y vómitos,
somnolencia y fatiga. Sin embargo hablamos de efectos de tipo leve que desaparecen de
inmediato cuando se abandona la toma del medicamento.
Existen diferentes tipos de trastorno por aversión al sexo. Si bien todas tienen en común
el sentimiento de rechazo y repugnancia hacia el sexo y las conductas de evitación activa
frente a cualquier tipo de contacto sexual, estas difieren en cuanto al momento de
aparición y al rango o nivel de afectación.
Este primer tipo de aversión al sexo hace referencia a aquellos casos en el que la persona
ha sentido un rechazo al sexo durante toda su vida. La mayoría de estos casos están muy
asociados a víctimas de abusos sexuales durante la infancia.
2. Aversión sexual secundaria
En estos casos la persona ha llegado a vivir su sexualidad sin ningún tipo de dificultad.
Sin embargo, a raíz de alguna vivencia o situación esta desarrolla, gradual o
repentinamente, dicho trastorno de aversión. Habitualmente este rechazo al sexo aparece
en respuesta a una situación de abuso sexual o violación.
3. Aversión generalizada
En este caso la clasificación no se basa en cuándo aparece el trastorno, sino más bien al
grado de afectación que este presenta. En la aversión generalizada, la persona
experimenta conductas de repugnancia y aversión al sexo independientemente de la
pareja o personas con quien las lleve a cabo.
4. Aversión situacional
Síntomas
En cuanto a los síntomas de tipo conductual, la persona puede llevar a cabo diferentes
conductas que tienen como objetivo evitar todo tipo de situaciones o personas con las que
exista un riesgo de iniciar algún tipo de contacto sexual.
Estas conductas abarcan desde el abandono de la higiene corporal o la implicación
excesiva en cualquier otro tipo de actividades que le permitan tener una excusa para no
mantener relaciones sexuales.
Diferencias entre este trastorno de aversión y la fobia al sexo
A pesar de que tanto la sintomatología física como la conductual del trastorno por
aversión al sexo sea similar a la de una fobia de tipo sexual, existen diferencias
significativas en cuanto a los síntomas cognitivos o sentimientos que la persona
experimenta en relación al sexo.
La principal característica distintiva es que mientras que en el trastorno de aversión las
emociones están relacionadas con la repulsión y el asco, en la fobia la persona
experimenta un miedo excesivo, irracional y persistente ante las conductas sexuales.
Es decir, la aversión al sexo está asociada a otro tipo de emociones distintas del miedo y
suele estar provocada por aspectos concretos de las relaciones sexuales tales como las
secreciones o la penetración o por personas concretas. Mientras que la fobia sexual
consiste en una experimentación de temor extremo hacia el sexo en general.
Causas
Tratamiento
Una característica asociada es que el trastorno sexual excede los cambios sexuales que
habitualmente se asocian a la intoxicación y son tan graves que requieren atención
independiente.
El trastorno sexual inducido por sustancias, al igual que el trastorno sexual debido a una
enfermedad médica, no aparece como una categoría nosológica diferenciada de las
disfunciones sexuales, sino definida por su etiología. En el caso que tratamos, cada
trastorno se define por la sustancia que afecta los 4 niveles en que se presentan: deseo,
excitación, orgasmo y con dolor sexual. Es decir, no se trata de una disfunción sexual
primaria, sino secundaria al uso o abuso de sustancias. Recordemos además, que el
Trastorno sexual inducido por sustancias aparece por primera vez como una categoría
diagnóstica en Psiquiatría, en el DSM IV.
Criterio A) Como todos los trastornos mentales, el trastorno, en este caso sexual debe ser
clínicamente significativo y provocar malestar acusado o dificultad en las relaciones
interpersonales.