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3ªLECTURA PERSONALIDAD: APARIENCIAS PÚBLICAS, REALIDADES

PRIVADAS.

1. El constructo autoobservación.

Por muy difícil que sea la búsqueda de uno mismo, pocas personas en nuestra cultura pondrían
en duda el supuesto de que existe un self que es únicamente de uno, que distingue a cada
persona de todas las demás, da significado a las experiencias y aporta continuidad a la vida.

2. El self: apariencias públicas y realidades privadas.

La mayoría de la gente asume que cada uno de nosotros tiene un self verdadero y sólo uno, pero
esto no es siempre así: algunas personas actúan no como si tuvieran uno, sino muchos yoes; es
más, a pesar de la creencia generalizada de que el self es una característica esencial de la
identidad personal, para muchas personas parecer ser en gran medida un producto de sus
relaciones con los demás. Las apariencias públicas creadas por las palabras y actos de una
persona pueden ser el resultado de sus intentos deliberados por crear imágenes que se adecúen a
circunstancias concretas, con el intento de ser la “personas adecuada en el momento adecuado
en el lugar adecuado”.

Prácticamente todo el mundo actúa para controlar en cierta medida las impresiones que
transmite a los demás, pero para algunos, esta estrategia es un modo de vida. Algunas personas
son especialmente sensibles a cómo aparecen en situaciones sociales en todo tipo de
circunstancias en las que pudieran estar motivadas a crear y mantener una cierta apariencia.
Estas personas observan cuidadosamente sus propias representaciones y ajustan con destreza su
conducta hasta transmitir la imagen deseada, actuando como lo harían diferentes personas según
la situación y audiencia que tengan.

3. Concepto de autoobservación(AO)

Estas personas que tienen un armario lleno de “actitudes” que utilizan para crear apariencias
públicas y que pueden estar o no respaldadas por la realidad privada del “yo real” son los
llamados altos en autoobservación. Controlan mucho las imágenes del self que proyectan en la
interacción social. En cambio, los bajos en autoobservación valoran la congruencia entre lo que
son y lo que hacen. Los bajos en autoobservación no están preocupados por evaluar
constantemente el ambiente social que les rodea, su conducta es bastante consistente: expresan
de modo característico lo que realmente piensan y sienten aun cuando ello signifique ir en
contracorriente en su medio social.

4. El linaje conceptual de la autoobservación

Desde muy antiguo se habla de la tradición en el manejo de impresiones: que la gente puede y
de hecho controla su imagen pública es también un principio fundamental de la mayoría, si no
de todas, las teorías psicológicas y sociológicas del self en la interacción social. Ya decía
William James que un hombre tiene tantos yoes sociales como individuos le reconocen y llevan
una imagen de él en su mente.

Los estudiosos del self, que trabajan en la tradición conocida como “manejo de impresiones”
han tomado como núcleo la idea de que la gente presenta yoes diferentes ante distintas personas.
Esto se debe a que las personas necesitan la capacidad de controlar la autopresentación para
propiciar imágenes que desean en los ojos de sus espectadores. El manejo de impresiones
proporciona a las personas fórmulas rituales y reglas para la conducta social.

5. Estrategias para investigar la autoobservación (leer, poco importante).


6. Dos orientaciones interpersonales típicas

Según la teoría de la autoobservación, una persona en un contexto social trata activamente de


construir un patrón de conducta adecuado a ese contexto, basándose en dos fuentes de
información fundamentales: la información sobre aspectos concretos (situacionales e
interpersonales) de lo adecuado de una conducta, y la información sobre sentimientos, actitudes
y disposiciones internas y otros atributos personales.

Las personas difieren en el grado en que se basan en una u otra fuente de información: los que
guían su conducta a partir de consideraciones situacionales (altos en AO) deberían ser muy
sensibles a las claves sociales e interpersonales que indicaran lo apropiado de una conducta;
deberían mostrar una considerable especificidad en su conducta social de una situación a otra,
mientras que, sin embargo, la correspondencia entre su conducta y los atributos personales que
subyacen a ella debería ser mínima. Frente a esto, la conducta de las personas que actúan de
acuerdo con la información obtenida de fuentes internas relevantes (bajos en AO) deberían
mostrar una gran consistencia transituacional y temporal, y una alta correspondencia entre la
conducta y los atributos personales subyacentes a ella.

7. La adquisición del conocimiento social.

Generalmente, en situaciones sociales los sujetos altos en AO dedican un esfuerzo considerable


a “leer” y comprender a otros para buscar información que les ayude a seleccionar su propia
autopresentación.

Evidentemente, para los altos en AO, la anticipación de un contacto social influye en el modo en
que piensan y sienten sobre sus posibles partners. Así pues, es útil pensar en los otros
fundamentalmente en términos de rasgos estables y disposiciones permanentes porque hace más
fácil predecir e incluso influir en ellos; permite además, que los que estén motivados a ello
utilicen sus impresiones sobre otros como indicios para guiar sus propias autopresentaciones en
cualquier interacción social que pueda resultar.

La dedicación de los altos en AO a “leer” a los otros se manifiesta también en la atención


deliberada que prestan a toda la información útil para inferir las intenciones del individuo y para
predecir su conducta.

8. La especificidad y la consistencia en la autopresentación expresiva.

Normalmente, los sujetos altos en AO emplean su acopio de información para hacer que su
imagen pública coincida con las circunstancias sociales utilizando técnicas de manejo de
impresiones: palabras y actos escogidos no tanto por lo que dicen sobre actitudes y sentimientos
privados, sino por su valor táctico para crear apariencias. Y, los estudios, de hecho, han
confirmado desde hace tiempo que los altos en AO son hábiles en el manejo de impresiones. Ej:
los altos en AO son conformistas cuando la situación es adecuada para ello, pero se muestran
inconformistas y autónomos cuando la situación es favorable a ello.
Aunque la flexibilidad y la adaptabilidad son los pilares de la orientación alta en AO, no son las
únicas características de este estilo de autopresentación. A medida que los investigadores
(especialmente Lippa) han llevado a cabo análisis más finos de la autopresentación expresiva,
han descubierto que estas modificaciones camaleónicas se representan frente a un fondo
consistente de conductas expresivas comunes a una gran variedad de situaciones. Según estas
ideas, los individuos altos e AO deberían ofrecer a los observadores externos la impresión
general de ser más “amistosos, joviales y extravertidos” y menos “preocupados, ansiosos y
nerviosos” que sus compañeros bajos en AO. Estos supuestos son respaldados por las
investigaciones.

En cualquier situación que se caracterice por un objetivo común de manejo de impresiones, los
altos en AO deberían ser muy consistentes en la presentación de sí mismos. Ejemplo: el político
alto en AO que está tratando desesperadamente de mostrarse igualmente atento, comprometido
y persona de estado en más de una docena de apariciones electorales en el mismo día, debe ser
capaz de mostrar la misma imagen que le proporcionará votos utilizando sus bien desarrolladas
habilidades de manejo de impresiones. En cambio, un político bajo en AO puede caer víctima
de sus estados de ánimo y de sus niveles de fatiga.

9. Las relaciones entre actitudes y conducta.

Aunque la orientación alta en AO puede dar a las personas la flexibilidad y capacidad de


adaptación para enfrentarse a los diversos roles sociales, este modo de vida puede tener sus
costes. Los altos en AO pueden crear brechas y contradicciones entre sus actitudes y sus actos.

Los bajos en AO, en cambio, son excelentes en el campo de la correspondencia entre sus
actitudes privadas y sus conductas públicas. Son los que proclaman que se valore la congruencia
entre lo que creen y lo que hacen, de lo que se desprende que la consistencia entre actitudes y
conducta debería estar relacionada con la autoobservación; los resultados indican que así es.

No sólo es posible predecir la conducta futura de las personas bajas en AO a partir de medidas
de sus actitudes presentes, también es posible pronosticar sus actitudes futuras a partir de sus
actos presentes.

Para los bajos en AO, la consistencia era tres veces más alta que la inconsistencia. En cambio
los altos en AO tenían la misma probabilidad de actuar según sus actitudes que de
contradecirlas.

Igual que puede haber costes en la orientación alta en AO también puede haberlos en la
preocupación de los bajos en AO porque su conducta refleje precisamente sus actitudes
personales. En ocasiones, cuando los bajos en AO toman parte en conductas que se desvían de
sus actitudes, éstas se modificarán para encajar con la nueva conducta. Esta práctica de
modificar las actitudes para que coincidan con la conducta puede representar lo que Goffman
denominó “adoptar el papel” (role embracement). Los altos en AO, que no se preocupan porque
lo que hacen y lo que creen sean necesariamente equivalentes, están relativamente poco
afectados por las conductas que discrepan de las actitudes. Sus actitudes privadas tienden a
permanecer estables a pesar de los cambios en su conducta pública,orientación denominada
“distanciarse del papel”.
10. La dinámica de la interacción social

Las consecuencias de la autoobservación se observan también en la conducta social. Ickes y


Barnes en un experimento hicieron a dos sujetos esperar mucho en una sala de espera esperando
a lo que supuestamente era otro experimento. Se observó que los altos en AO tomaban un papel
activo en la conversación, mostrándose inclinados a hablar en primer lugar y a iniciar la
conversación posterior. Los miembros más bajos en AO tenían la sensación de que sus
compañeros tenían más control sobre el curso de la investigación. Los participantes altos en
AO, además parecían estar especialmente preocupados por crear una conversación y una
atmósfera agradable, hablando sobre todo de la otra persona (y de otras personas) en lugar de
hablar de sí mismos.

11. Cómo se detecta la autoobservación de los demás.

Una forma de leer a través de las máscaras del manejo de impresiones en las relaciones sociales
consiste en ser consciente del nivel de autoobservación que tienen los demás. Ocurre que las
personas son capaces de reconocer la tendencia de la AO de aquellos a los que conocen bien. Es
posible que puedan utilizar esta información para interpretar y reaccionar adecuadamente a los
mensajes que los otros les envían y a las propuestas que les hacen; con dicha información
pueden buscar las actitudes y sentimientos que hay detrás de las palabras y los actos de sus
amigos bajos en AO, y las consideraciones situacionales que propician las posturas públicas de
sus compañeros altos en AO.

Es posible evaluar los canales de expresión y comunicación según lo dóciles que sean para la
AO: algunos canales son menos susceptibles de ser controlados, y por tanto, revelan más de los
sentimientos y disposiciones que otros. La expresión facial se controla mucho más fácilmente
que los movimientos del cuerpo. Los observadores fueron considerablemente más precisos en
detectar AO engañosa cuando vieron el cuerpo que cuando vieron la cara. Está claro, por tanto,
que las personas deberían centrar la atención en el cuerpo y en otros canales de baja AO cuando
tratan de inferir actitudes, sentimientos y disposiciones verdaderos.

12. Orientaciones ante las situaciones interpersonales.

Lo que hay es, por tanto, dos orientaciones interpersonales típicas. Parece que el estilo social
alto en AO es aquel que de manera permanente se esfuerza por presentar el tipo de persona
adecuado que exige cada situación. Las personas con esta orientación son sensibles y responden
más a los indicios interpersonales que indiquen la adecuación situacional. Es como si dirigieran
su conducta social respondiendo a la pregunta: “Qué quiere esta situación que yo sea y cómo
puedo ser yo esa persona?”.

En agudo contraste, la orientación baja en AO está dirigida a mostrar las verdaderas


disposiciones y actitudes en todas las situaciones. Suelen ser menos sensibles a los detalles
concretos de la situación sobre la adecuación de la conducta. “Quién soy yo y cómo puedo ser yo
en esa situación?.”

13. Los mundos sociales de la autoobservación.

Los bajos en AO, que eligen pasar su tiempo con amigos que les gustan mucho, tienden a vivir
en mundos sociales bastante homogéneos, en lo que el contacto entre amigos resulta fácil por el
hecho de que éstos tienden a ser semejantes. Por otro lado, los altos en AO, que tienden a pasar
su tiempo con amigos que son muy diestros compañeros de actividades, tienden a vivir en
mundos sociales más bien separados en compartimentos, eligiendo a ciertos amigos sólo para
ciertas actividades y permitiendo rara vez el solapamiento entre amistades diferentes.

14. Cómo elegir amigos y compañeros de actividades

Característicamente, los altos en AO eligen a amigos concretos para actividades determinadas y


habitualmente sólo para esas actividades; unos límites de actividad claros definen y separan sus
amistades. Los bajos en AO indicaban que eran mucho más proclives a conservar los mismos
amigos para muchas, y a veces la mayoría, de las actividades.

De este modo, a los altos en AO parece gustarles aquellos que tienen preferencias semejantes a
las suyas en actividades, mientras que los bajos en AO parecen preferir a los que tienen
actitudes semejantes. Cuando hay que elegir entre actividades de tiempo libre que entran en
conflicto, los altos en AO eligen pasar el tiempo con personas que son “especialistas” en la
actividad en cuestión, mientras que los bajos en AO dedican su tiempo a la gente que les gusta
mucho.

15. La estructuración del mundo social.

Un concepto importante en cuanto a la estructuración del mundo social es el de segregación de


la audiencia. La segregación de la audiencia se refiere a los esfuerzos por asegurar que aquellos
a los que la persona ha presentado una imagen no le vean presentando ante los demás otra
imagen incongruente con la que tienen de él. La forja de imágenes de una situación a otra,
característica de los altos en AO, puede que exija una cantidad considerable de segregación de
la audiencia. Los altos en AO puede que simplemente no quieran permitir que un conjunto de
conocidos les vea cómo son con otros conocidos.

Otro concepto importante es el de fachada. La fachada está formada por aspectos del contexto
de interacción y características de la apariencia personal que pueden funcionar como símbolos
del self y transmitir imágenes de éste a los demás. Los elementos de la fachada cuidadosamente
seleccionados podrían ayudar a transmitir exactamente la imagen adecuada ante cualquier
ocasión social. Como cabría esperar, con frecuencia se ve a los altos en AO como personas
especialmente preocupadas por su apariencia externa. Así, cuando decide si ponerse un traje o
un atuendo deportivo, un hombre alto en AO se preguntaría cuál de los dos encajaría mejor con
la ocasión, mientras que un bajo en AO pensaría cuál le gusta más.

16. Estilos de amistad.

Lo que estamos viendo es que el mundo social del alto en AO es un mundo dividido,
diferenciado y segmentado, en el que los amigos se escogen a partir de cualificaciones
especiales en todos los roles que desempeñan.

No hay duda de que la segmentación facilita el mantenimiento del estilo interpersonal alto en
AO y que se asuman diferentes identidades con distintas compañías.

A partir de los estudios de sus mundos sociales, parece que los altos en AO tienen amigos
íntimos que cubren diversas áreas de actividad y que desempeñan múltiples roles sociales. Es
más, estos amigos íntimos son generalmente también altos en AO. Quizá los altos en AO solo
deseen ser vistos como en toda su diversidad por los que compartan con ellos su valoración de
la diversidad y de las funciones que cumple.
Los bajos en AO buscarán a sus amigos por semejanza global y porque se gustan en general. El
modo en que las personas escogen a sus amigos puede influir en las reacciones emocionales que
se producen cuando la amistad se acaba. Si los bajos en AO dedican buena parte de su tiempo a
las mismas pocas personas, sus vidas se verán más alteradas, y ellos más afectados por la
marcha de un miembro de su mundo social. En cambio, los altos en AO no crean vínculos
especialmente fuertes con los miembros de su mundo social de modo que probablemente no
sean tan vulnerables ante la marcha de un compañero de actividad. Además sería fácil para los
altos en AO encontrar compañeros de repuesto ya que solo necesitan encontrar a alguien que
cumpla en determinadas actividades mientras que los bajos en AO necesitan encontrar amigos
con los que realmente se sientan a gusto en múltiples áreas.

Pero hay que destacar que las personas de ambos tipos de AO pueden estar igualmente
satisfechas con sus amigos, aunque el coste de la orientación baja en AO sea tener más malestar
cuando se van los amigos, y el precio de la alta la falta de relaciones íntimas en su mundo
social.

17. El significado de la amistad.

Es claro que ser amigo de alguien alto en AO es una experiencia notablemente diferente a la
de ser amigo de alguien bajo en AO. A un amigo alto en AO únicamente se le reclama para
ciertas actividades. Ser un amigo así es ser valorado por tus habilidades en la actividad, no
por el placer de tu compañía. Posiblemente si sus habilidades disminuyeran no volvería a
ser más compañero de actividades.

Por otro lado, un amigo de un bajo en AO comparte un surtido amplio de actividades. Ser
un amigo así significa que su presencia como compañero de actividad importa más que el
rendimiento en dicha actividad. En este caso, lo que se busca es la semejanza y
compatibilidad de su personalidad en general. En la medida en la que su personalidad siga
siendo la misma, se le seguirá buscando por el placer de su compañía.

Para los altos en AO la amistad es un fenómeno basado hasta cierto punto en la actividad.
Para los bajos en AO la amistad parece definirse mediante las propiedades de las personas
con las que se pasa el tiempo.

Esto puede dar lugar a paradojas: ¿Por qué algunas personas, que por otro lado son muy
“sociales” en su orientación, evitan relaciones íntimas de amistad? Quizá su sensibilidad
ante las consideraciones interpersonales y su división en compartimentos de las amistades
operen ambas al servicio de la misma meta: la de ser capaz de actuar como personas
diferentes en diferentes situaciones con diferentes compañías. Mientras que otras personas,
que generalmente están en armonía consigo mismas a la hora de guiar su conducta pero que
se dedican tanto a amistades concretas, lo hagan al servicio de una meta común: la
formación de relaciones íntimas con los amigos puede que eleven al máximo las
oportunidades de estas personas para ser “ellas mismas”.

Estas diferentes orientaciones ante la amistad ( basada en la actividad y basada en el afecto)


aconsejan que se tome una nueva perspectiva respecto a un viejo supuesto, el de que a quien
se acerca uno tiene mucha relación con a quién atrae uno.
Nota: no significa que los altos en AO no les gusten las personas con las que pasan su
tiempo, sino que el aprecio no sea su consideración fundamental al elegir a sus amigos.

Sabiendo lo que hacemos sobre autoobservación, podemos decir ahora que es para los bajos
en AO para quienes cuestiones acerca del “carácter” son primordiales, y para los altos en
AO, para los que lo primordial es la “actividad” cuando inician y mantienen amistades.

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