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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DEL PERÚ

FACULTAD DE ECONOMÍA

LA LLAMADA DE LA TRIBU

CÁTEDRA: Economía Política

CATEDRÁTICO: Dr. Yofre, Lopez Balvin

ESTUDIANTES: Ramos Rojas Juan Cristian

SEMESTRE: VI

2018-II

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1. INTRODUCCION

La llamada de la tribu es el nombre del último libro del Vargas Llosa una especie de
memoria o biografía intelectual de la peripecia vital que lo hizo transitar desde el
socialismo, y el ethos de la izquierda, hacia el amplio y variado terreno del liberalismo. Es
un proceso que le tomó varias décadas de inquietudes, reflexiones, estudio, revelaciones,
descubrimientos, y que fue desencadenado por su creciente desilusión ante la realidad de
las sociedades que habían adoptado aquélla concepción, como el régimen impuesto en
Cuba tras la revolución, los socialismos reales instaurados en Europa central y oriental, y la
realidad de la propia Unión Soviética.
La obra explica con pormenores esta fascinante travesía espiritual, seguida de siete ensayos
sobre los autores de la familia del liberalismo que más lo marcaron en su adopción
definitiva de esta doctrina y visión del mundo. Escribe sobre Adam Smith, José Ortega y
Gasset, Friedrick von Hayek, Karl Popper, Isaiah Berlin, Raymond Aron y Jean-Francois
Revel. En cada caso incorpora datos biográficos, a veces incluso vivencias personales con
el respectivo autor, referencias abundantes y pertinentes sobre sus obras, una exposición
serena, comprensiva y altamente ilustrativa de su pensamiento y la trayectoria vital que
describieron para cristalizarlo en las ideas que profesan; y también algunas notas críticas y
polémicas respecto de la visión que tiene el propio autor de este libro acerca de los temas
abordados por esos pensadores.

El pensamiento de estos autores y el corpus doctrinal que ha dado forma al liberalismo son,
en el planteamiento del escritor peruano, antídotos eficaces para sustraerse de ese llamado
atávico de la tribu que no ha logrado domesticarse por completo, de la ancestral pulsión
gregaria que anida en cada individuo, del poderoso y seductor vértigo de la manada. La
idea de la libertad y la doctrina liberal aparecen en esta obra como las vías de escape de esa
tentación, y por lo mismo, el horizonte intelectual propicio que permite a los individuos
emanciparse, asumirse a sí mismos y enfrentar la vida desde su propia creatividad.

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2. CAPITULO I

2.1. LA LLAMADA DE LA TRIBU

Un ensayo que arrancando en el pueblecito escoces de kirkcaldy con el nacimiento de


Adam Smith en 1973, relataría la evolución de las ideas liberales a través de sus principales
exponentes y los acontecimientos históricos y sociales que las hicieron expandirse por el
mundo. Aunque lejos de aquel modelo, este es el remoto origen de la llamada de la tribu.

Descubrí la política a mis doce años 1948 cuando el golpe militar del general Apolinario
Odria derroco al presidente José Luis Bustamante y Rivero.

En san marcos fue allí donde recibi mis primeras lecciones de marxismo, en unos grupos de
estudio clandestinos, en los que leíamos a Jose carlos mariategui, Georges ólitzer, marx
Engels, LENIN Y TENIAMOS DISCUSIONES sobre el realismo socialista y el
izquierdismo,”la enfermedad infantil del comunismo”.

Para mi generación, y no solo en américa Latina, lo ocurrido en Cuba fue decisivo, un antes
y un después ideológico. Vimos en la gesta fidelista no solo una aventura heroica y
generosa, de luchadores idealistas que querían acabar con una dictadura corrupta como la
de Batista, sino también un socialismo no sectario, que permitiría la crítica, la diversidad y
hasta la disidencia. Eso creíamos muchos y eso hizo que la revolución cubana tuviera en
sus primeros años un respaldo tan grande en el mundo entero.

Cuando estalló la crisis de los cohetes en cuba. Me enviaron a cubrir la noticia y viaje a la
Habana en el último avión que salió de mexico. Se vivía algo que me recordaba la emoción
y el entusiasmo de un pueblo libre y esperanzado que describe Orwell en homenaje a
Cataluña cuando llego a Barcelona como voluntario al comienzo de la guerra civil
española. Aceptado el líder sovioetico el ultimátum de Kennedy y haber sacado los cohetes
de la isla. Solo después se sabría que en este acuerdo secreto John Kennedy al parecer

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prometió a JRUSCHOV QUE, A CAMBIO DE AQUEL retiro, Estados unidos se
abstendría de invadir Cuba y que retiraría los misiles Júpiter de Turquía.

Mi viaje a la URSS EN 1968, allí descubrí que, si yo hubiera sido ruso, habría sido en ese
país un desidente (es decir, un paria) o estaría pudriéndome en el Gulag. La patria donde,
como diría Paul Eluard en su poema que yo me sabía de memoria, “no existen las putas, los
ladrones ni los curas”. Pero si existían la pobreza, los borrachos tirados por la calle y una
apatía generalizada; se sentía por doquier una claustrofobia colectiva debido a la falta de
información sobre lo que ocurría allí mismo y en el resto del mundo.

Fue importante mi decepción con el propio Sartre, el día que leí en Le monde una entrevista
que le hacía Madeleine Chapsal en la que declaraba que comprendía que los escritores
africanos renunciarían a la literatura para hacer primero la revolución y crear un país donde
aquella fuera posible. Ahora resultaba que la literatura era un lujo que solo podían
permitirse los países que habían alcanzado el socialismo.

Mi ruptura con cuba y, en cierto sentido, con el socialismo, vino a raíz del entonces
celebérrimo caso padilla. El poeta Heberto padilla activo participante en la revolución
cubana comenzó hacer algunas criticas a la política cultural del régimen en el año 1970.
Fue primero atacado con virulencia por la prensa oficial y luego encarcelado, con la
acusación disparatada de ser agente de la CIA. Indignados 5 amigos que lo conocíamos
redactamos en mi piso de Barcelona una carta de protesta, Fidel castro respondio en
persona acusándonos de servir al imperialismo y afirmando que no volveríamos a pisar
cuba por “tiempo indefinido e infinito” (es decir, toda la eternidad)

Sin embargo, romper con el socialismo y revalorizar la democracia me tomo algunos años.
Fue un periodo de incertidumbre y revisión en el que, poco a poco, fui comprendiendo que
las libertades formales de la supuesta democracia burguesa no eran una mera apariencia
detrás de la cual se ocultaba la explotacion de los pobres por los ricos, sino la frontera
entre los derechos humanos, la libertad de expresión, la siversidad politica y un sistema

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autoritario y represivo, donde en nombre de la verdad única representada por el partido
comunista y sus jerarcas, se podía silenciar toda forma de critica, imponer consignas
dogmáticas y sepultar a los disidentes en campos de concentración e, incluso,
desaparecerlos. Con todas sus imperfecciones, que eran muchas, la democracia al menos
reemplazaba la arbitrariedad por la ley y permitia eleciones libres y partidos y sindicatos
independientes del poder.

Margaret Thatcher. Ella pertenecia al partido conservador, la guiaba un instinto


profundamente liberales; se mucho a Ronald reagan. La Inglaterra a la que ella subio a
gobernar en 1979 era un país en decadencia, al que las reformas laboristas habían ido
apagando y sumiendo en una ruina estatica y colectivista crecientes.

El gobierno de Margaret significo una revolución, hecha dentro de la mas estricta legalidad.
Las industrias estatizadas fueron privatizadas y las empresas británicas dejaron de recibir
subsidios y fueron obligadas a modernizarse y competir en un mercado libre. Todas estas
reformas económicas dieron lugar a huelgas y movilizaciones sociales, en las que la
personalidad de margaret mostro un coraje y una convicción que gran Bretaña no había
conocido desde los tiempos de Winston Churchill. Aquellas reformas que convirtieron al
país en pocos años en la sociedad mas dinámica de europa, vinieron acompañadas de una
defensa de la cultura democrática, una afirmación de la superioridad moral y material de la
democracia liberal sobre el socialismo autoritario, corrupto y arruinado economicamente
por reverbero por todo el mundo.

En tanto que Ronald reagen era un extraordinario divulgador de las teorías liberales, que
sin duda conocía de manera un tanto general, la señora Thatcher era mas precisa e
ideologica. Ronald reagan y margaret tenían una inequívoca orientación liberal, en muchas
cuestiones sociales y morales defendían posiciones conservadoras y ninguno de ellos
hubiera aceptado el matrimonio homosexual, el aborto, la legalización de las drogas o la
eutanasia ambos prestaron un gran servicio a la cultura de la libertad. Y en todo caso a mi
me ayudaron a convertirme en un libera.

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Espíritu de la tribu asi llama Karl poper al irracionalismo del ser humano primitivo, la tribu
cuando el hombre era aun una parte inseparable de la colectividad, subordinado al brujo o
al cacique todopoderoso, que tomaban por el todas las decisiones, en la que se sentía seguro
liberado de responsabilidades, sometido igual que el animal en la manada.

Los mismos dioses y practicaban las mismas costumbres, y odiando al otro, al ser diferente
a quien podía rsponsabilizar de todas las calamidades que sobrevenían a la tribu. El
“espíritu tribal” fuente del nacionalismo causante con el fanatismo religioso, de las mayores
matanzas en la historia de la humanidad.

Gran Bretaña el llamado de la tribu se manifestaba en grandes espectaculos, los partidos de


futbol o los conciertos en los que el individuo desaparecia tragado por la masa, una
escapatoria momentánea, sana y catártica, a las servidumbres diarias del ciudadano. En la
actualidad, nada representaba tanto el retorno a la tribu, como el comunismo, con la
negación del individuo como ser soberano y responsable, regresado a la condición de parte
de una masa sumisa a los dictados del líder, especie de santón religioso de palabra sagrada,
irrefutable como un axioma que resucitaba las peores formas de la demagogia y el
chauvinismo.

Fue en aquellos años que se forjaron las convicciones políticas que desde entonces he
defendido en libros y artículos y las que me llevaron en el Perú en 1987 a oponerme a la
nacionalización de todo el sistema financiero que intento el presidente Alan García, fundo
el partido libertad con un programa que se proponía reformar radicalmente la sociedad
peruana para convertirla en una democracia liberal.

El conservadurismo y el liberalismo son cosas diferentes, como lo estableció Hayek.

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3. CAPITULO II
3.1 ADAM SMITH

El primer visitado es Adam Smith, nacido en 1723 y muerto en 1790, apenas empezada la
revolución francesa. Vargas Llosa corrige la idea equivocada de que el distraído profesor de
Edimburgo y Glasgow era sobre todo un economista; en realidad él estaba interesado en crear
una “ciencia del hombre”, como demuestra.
La teoría de los sentimientos morales, su libro favorito. En este libro A. Smith exploró
algunos temas que continuó más tarde: ¿qué es lo que mantiene unidas a las sociedades?
¿Qué son las relaciones entre los hombres y cómo permiten que una sociedad funcione?
Tomó clara posición contra el nacionalismo. Notó que la sociedad tenía un ‘movimiento
propio’, “que debe ser respetado, so pena de provocar la anarquía o tener que recurrir para
conseguirlo a la más brutal represión”.

Vargas Llosa destaca que A. Smith descubrió que los mercados libres son el motor del
progreso. Pero no fueron inventados por nadie, sino que se llegó a ellos mediante el comercio
que realizaban hombres libres que buscaban su propio beneficio. A. Smith fue el primero en
explicar que los mercados libres requerían de propiedad privada, igualdad ante la ley, rechazo
de privilegios y división del trabajo.

Según Smith, “La propiedad que cada hombre tiene de su propio trabajo es la más sagrada e
inviolable, puesto que es la base de las demás. El patrimonio de un hombre pobre consiste en
la fuerza y habilidad de sus manos e impedirle el empleo de su fuerza y habilidad en la forma
que considere apropiada sin perjudicar a nadie es una violación flagrante de la más sagrada
de las propiedades”.

“La civilización nace con la necesidad del ser humano de recurrir a los otros para satisfacer
sus necesidades”. La división del trabajo ha aumentado la productividad, es esencial para la
satisfacción de las necesidades y está limitada (sólo) por el tamaño de los mercados.

En las pequeñas sociedades primitivas que se volvieron mercantiles surgió el dinero como
una necesidad del comercio. Sostuvo que el precio de las mercancías se mide por el trabajo

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invertido en fabricarlas, idea que fue retomada por Marx y que hoy siguen repitiendo incluso
(y quizá sobre todo) los economistas.

A. Smith advirtió que las regulaciones y restricciones a la libertad de contratación y los


estatutos de los gremios recortaban la libertad de trabajar, generaban injusticias y
perjudicaban la creación de empleo. Creía que debían suprimirse la influencia de los gremios:
“las gentes del mismo oficio pocas veces se reúnen…sin que la conversación acabe en una
conspiración contra el público o para elevar los precios”
Hay una relación entre división de trabajo, acumulación de capital y desarrollo. El capital
puede ser fijo o circulante. “El conjunto de los capitales representa la riqueza de un país. La
estabilidad es un requisito del desarrollo, porque cuando no existe la gente aparta sus
capitales de la circulación y los esconde.
Smith se interesó por la aparición de los bancos y el papel del crédito; destacó que el crédito
cumple un papel importante en el mercado y que si se prohíbe los préstamos, éstos pasan a
ser clandestinos y usurarios. Se opuso a la prohibición de los préstamos con interés porque
veía que si el interés no era usurario, el préstamo cumplía una función valiosa en el mercado.
Criticó los “gastos inútiles que producían los reyes y ministros”. Elogió las sociedades
laboriosas con Estados pequeños y funcionales.
A Smith mostró tempranamente cómo el desarrollo del capitalismo y los mercados eran
integradores: borraban las fronteras con gran rapidez. Colegía que el capitalismo
internacional es enemigo natural del nacionalismo.
Explicó el nacimiento de las ciudades europeas por el comercio. Los reyes permitieron la
formación de ciudades por su antagonismo con los “señores” y para recibir el tributo de los
comerciantes que despreciaban. Pero las ciudades acrecentaron el comercio y favorecieron
el nacimiento de las manufacturas, que fortalecieron a las ciudades que las habían albergado.
Así el comercio y las fábricas contribuyeron al desarrollo del campo al crear mercados para
los productos agrícolas. En ese sentido, para A. Smith el comerciante es un pionero del
progreso, mientras que el hacendado tiende a convertirse en rentista. Criticó a Quesnay y a
los fisiócratas que pensaban que sólo la tierra producía riquezas y que los fabricantes y
comerciantes eran improductivos. Mostró muchísimos casos para demostrar que los países
que más avanzaban eran los que daban más libertad para comerciar.

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Sostuvo que la libertad de comercio es eficiente y beneficiosa, aunque los nacionalistas digan
lo contrario. A ningún país le conviene que sus vecinos sean pobres y a cualquier país le
conviene tener vecinos ricos para dirigir a ellos sus exportaciones. Criticó el colonialismo.
Explicó que las colonias inglesas en Norteamérica prosperaron mucho más que las de España
y Portugal porque Inglaterra les dio más libertad para producir y comerciar. Podríamos
añadir que España llegó a crear un sistema de mercados coactivos en todas sus colonias en
América del Sur y que al hacerlo minó el desarrollo de las industrias locales y los mercados
internos. Pronosticó que los Estados Unidos serían un país muy próspero.

Observó que en la sociedad de cazadores todos los hombres eran también guerreros, pero que
en las sociedades agrícolas surgieron las milicias especializadas y luego los ejércitos, que el
Estado tuvo que financiar. Dedujo que el gasto de mantenerlos es cada vez mayor y que los
ejércitos implican riesgos para la libertad.
Examinó la justicia y concluyó que ésta nació de la necesidad de defender la propiedad ‘de
la voracidad de los pobres’. “Luego la sociedad paga a los encargados de administrar
justicia”, pero los jueces se corrompieron cuando “empezaron a hinchar sus discursos para
ganar más”, porque les pagaban sus salarios de acuerdo al número de palabras que usaban en
sus peroratas.
Pensaba que la diversidad de religiones en una misma sociedad reducía el fanatismo y
favorecía la tolerancia.
Examinó con escepticismo a los impuestos y los clasificó. Concluyó que deben servir para
nivelar” los ingresos, cobrando más a los ricos que a los pobres, y evitando los impuestos
excesivos o que invitan a la evasión. Los impuestos podían servir así para “igualar” los
ingresos. Afirmó que ningún gobierno aprende tan pronto ningún arte como el de ‘sacar
dinero del bolsillo de los contribuyentes’. Sentenció que como es imposible cobrar
impuestos, hay que evitar que sean injustos o graven más a los pobres que a los ricos, porque
de otro modo estimularían el contrabando, la evasión y la delincuencia. Creía que el diezmo
que se pagaba a la Iglesia era puramente “negativo”, porque no daba beneficios ni al
propietario, ni al arrendatario, ni al soberano, sino sólo a la Iglesia.

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Investigó por qué los países contraían deudas para cumplir con sus presupuestos o pagar
guerras, cómo las pagaban y sus consecuencias. Concluyó que si una nación se acostumbra
a endeudarse le resulta casi imposible pagar las obligaciones que contrae. Condenó a los
gobiernos que para pagar sus deudas desvalorizan sus monedas.
Smith era muy sensible a la pobreza. Sostenía que para contrarrestar sus efectos negativos
en la gente pobre la educación era indispensable y debía ser financiada por el Estado o la
sociedad.
La riqueza de las Naciones
Las ideas trazadas en La riqueza de las Naciones influyeron profundamente en la economía
mundial, particularmente en la del Occidente, pero no parece que A. Smith hubiera estado
pendiente de la creciente difusión e influencia de sus ideas fundacionales. El hombre que
descubrió la importancia de los mercados y el comercio libre terminó sus días como jefe de
aduanas en Edimburgo.

3.2 José Ortega y Gasset (1883 - 1955)


La obra del español José Ortega y Gasset tuvo por fondo la crisis española, la Guerra Civil
y la Segunda Guerra, un ambiente en el que se desarrollaron los extremismos más grandes.
Ortega y Gasset fue un ejemplo vivo de cómo los liberales están lejos del extremismo
dogmático de izquierda y del conservadurismo autoritario, nacionalista y católico de la
derecha, sin intentar representar un promedio.
En España invertebrada.
Bosquejo de algunos pensamientos históricos, afirmó que España se ha convertido en unos
“compartimientos estancos” porque ha desaparecido el gran proyecto que le dio
protagonismo, fuerza y grandeza -no la conquista, la colonización-. Y que eso ha producido
desarticulación y dado lugar a un particularismo que afecta a todo el país: los nacionalismos
catalán y vasco. Adelantó que esos movimientos independentistas se convertirían en
problemas graves en el futuro. Según él, el regionalismo, el “mal mayor”, se traducía en la
pobreza intelectual de la nobleza, los políticos y los hombres de ciencia. Creía que las teorías
nacionalistas y los programas políticos regionalistas ‘carecían de interés y eran en gran parte
artificios’. Vargas Llosa señala que desde la instalación de la democracia y la creación del
régimen autonómico, los nacionalistas regionales iniciaron “una activa campaña de difusión

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ideológica acompañada de falsificaciones históricas y una empeñosa política para expandir
el catalán y el euskera y erradicar el español, que, al cabo de los años, daría frutos, resucitando
el tema independista hasta convertirlo en la mayor amenaza para la democracia española” .
En La Rebelión de las Masas

Ortega y Gasset lanza una idea radical: ha terminado la primacía de las élites, han irrumpido
las masas. Pero las “masas” no son para él lo mismo que las “clases” para los marxistas, sino
un ser colectivo en el que se han fundido hombres y mujeres de distintas clases y han
renunciado a su individualidad para no “ser nada más que parte de la tribu”. Por tanto el
fascismo y el comunismo son “dos claros ejemplos de regresión sustancial, son dos ejemplos
típicos de la conversión del individuo en hombre- masa”. La masificación no se limitaba a
los grandes colectivos controlados por los caudillos, sino a los nuevos gregarismos que
emergen en las sociedades industriales. Así, Ortega y Gasset vio “en la desaparición del
individuo dentro de lo gregario un retroceso histórico y una amenaza gravísima a la
civilización democrática”.

Intuyó claramente las enormes potencialidades de una Europa unida y propuso que todas las
naciones del viejo continente se unan en una sola comunidad. Idea precoz, enunciada
cincuenta años antes de que se inicie el proceso real de formación de la Unión Europea.
Insistió en que el Estado en una sociedad democrática debía ser laico y se negó a aceptar que
la historia tuviera un fin, una orientación predeterminada. Sólo la unión, pensaba, podría
devolverle a Europa el protagonismo que había perdido, en parte gracias al crecimiento
descontrolado de los Estados. Creyó en la democracia en una época en que ésta era denostada
por fascistas de derecha y comunistas de izquierda.
Señaló tempranamente que la irrupción de las masas resultaría en “el abaratamiento y la
vulgarización, el reemplazo del producto artístico genuino por su caricatura o versión
estereotipada y mecánica, y por una marejada de mal gusto, chabacanería y estupidez” .
Pensaba que “la cultura debía estar al alcance de todo el mundo”, pero que “los patrones
estéticos e intelectuales de la vida cultural debían fijarlos los grandes artistas y los mejores
pensadores”, y que si los referentes culturales y estéticos los establecía la masa, “el resultado
sería un empobrecimiento brutal de la vida de la cultura y poco menos que la asfixia de la

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creatividad”. “El elitismo cultural de Ortega es inseparable de su cosmopolitismo (…) por
eso su pensamiento es profundamente antinacionalista”.
Curiosamente, Ortega y Gasset fue un liberal restringido a los campos político, social, ético,
cultural, pero nunca tocó el campo económico. Quizá compartía la aversión (por lo menos,
supuesta) de los católicos hacia el dinero, los negocios y el capitalismo, como si ellos
reflejaran lo más bajo de los hombres, en contra de su faz espiritual e intelectual. Y quizá por
la misma razón despreciaba a los EE.UU, donde, creía, se había sacrificado lo “superior” por
una cultura superficial. Creía que para que hubiera ciencia, tenía que haber civilización y por
eso pensaba que los EE.UU nunca superarían el estado de mera tecnología que habían
alcanzado. Se equivocó.
Criticó la idea de que una nación se construye sobre la base de raza, religión o lengua; se
inclinó por la tesis de que una nación es “un plebiscito cotidiano” en el que los participantes
reafirman cotidianamente su deseo de tener una “unidad de destino”.
En un epílogo a su libro, reaccionó contra las versiones estereotipadas que se suele dar en
el extranjero de lo que ocurre en una sociedad. Criticó a los intelectuales ingleses que
apoyaban a los “defensores de la libertad” –comunistas que en España forzaban a los
escritores a firmar manifiestos que sólo a ellos convenían.
Advenimiento de la República
fue electo diputado por León. Fundó un “pequeño grupo” activista, que en pocos días tuvo
quince mil miembros. En su Rectificación de la República propuso crear un gran partido
para defender al nuevo régimen y corregirlo. Pero la violencia, que ya era intensa en 1931,
terminó por desencantarlo. Y pronto publicó su famoso “No es esto, no es esto!” No tenía
una idea clara sobre la economía, pero intuyó que el éxito o el fracaso serían esenciales para
el nuevo régimen.
La guerra civil española y la violencia que desencadenó lo abrumaron. Arguyó que la
democracia es la más alta forma de convivencia y la más tolerante que ha conocido la
humanidad y que el liberalismo es el derecho que da la mayoría a la minoría; el derecho de
convivir con el adversario. Esas ideas eran irreales en un mundo amenazado por
totalitarismos y el régimen que defendió en los años 30 y 31 no era cónsono con lo que se
instaló a la caída de la monarquía.

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En plena guerra civil, no quiso tomar partido por ninguno de los bandos. Hacia el fin se
inclinó por los “nacionales”, un error que le fue reprochado siempre. El franquismo lo
mantuvo en condición de exiliado interno, lo que lo obligaba a escapar frecuentemente a
Portugal.
Para él, el liberalismo no era sólo una receta económica, especialmente aquella que habla de
permitir el funcionamiento de los mercados con una mínima intervención del Estado. Era
esencialmente “una actitud ante la vida y ante la sociedad, fundada en la tolerancia y el
respeto, en el amor por la cultura, en una voluntad de coexistencia con el otro, con los otros,
y en una defensa libre de la libertad como valor supremo. Una libertad que es al mismo
tiempo, motor del progreso material, de la ciencia, las artes y las letras y de esa civilización
que ha hecho posible al individuo soberano”
Vargas Llosa señala acertadamente que Ortega y Gasset ha sido confirmado como “el
pensador de mayor irradiación y coherencia que ha dado España en toda su historia a la
cultura laica y democrática” .

3.3. AUGUST VON HAYEK (1899 - 1992)


August von Hayek ha sido uno de los pensadores más polifacéticos del liberalismo. Se
interesó por la historia, la psicología, la paleontología, la botánica y la economía. Le tocó ver
cómo la historia confirmaba sus tesis mientras desautorizaba las de sus adversarios.
Fue famosa su controversia con Keynes, que sostenía que “el Estado podía y debía regular el
crecimiento económico y asegurar el pleno empleo supliendo las carencias y corrigiendo los
excesos del laissez faire”, idea que se convirtió en un axioma de socialistas, socialdemócratas
y conservadores, incluso de algunos que se creen liberales. En Camino a la
Servidumbre adelantó que “la planificación centralizada de la economía socava de manera
inevitable los cimientos de la democracia y hace del fascismo y del comunismo dos
expresiones de un mismo fenómeno, el totalitarismo, cuyos virus contaminan a todo régimen,
aun el de apariencia más libre, que pretende ‘controlar’ el funcionamiento del mercado”.
Con otros pensadores, como Popper, Friedman, Stigler, von Mises, Robbins y Allais fundó
la influyente agrupación Mont Pèlerin, “cuyo objetivo era actualizar y defender el liberalismo
clásico” y de la cual fue su primer presidente.
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La Constitución de la Libertad
Su obra cumbre fue La Constitución de la Libertad donde describe el mercado, “un sistema
de relación entre los seres que conforman una sociedad, y de las sociedades entre sí, para
comunicarse recíprocamente sus necesidades y aspiraciones, satisfacerlas y organizar la
producción y los recursos en función de aquellas necesidades”. Según Vargas Llosa, “nadie
ha señalado mejor que Hayek los beneficios en todos los órdenes que trajo al ser humano
aquel sistema de intercambios que nadie inventó, que fue naciendo y perfeccionándose a
resultas del azar y, sobre todo, de la irrupción de ese accidente en la historia humana que es
la libertad”.
La idea socialista de organizar la sociedad según un plan premeditado para acabar con la
explotación nació el mismo tiempo que la idea de abordar las cuestiones sociales con el
método científico positivo, algo que Hayek le pareció un astuto modo de justificar el
“constructivismo”, es decir la planificación enemiga de la libertad. Vargas Llosa apunta que
Hayek demostró “que la idea de la ‘planificación socialista’ tiene en verdad su origen en el
sansimonismo y que esta doctrina es el antecedente más evidente e inequívoco del socialismo
marxista-leninista y su obsesiva vocación planificadora”.
La obra entera de Hayek demuestra “que la libertad de producir y comerciar no sirve de nada
…sin un orden legal estricto y eficiente que garantice la propiedad privada, el respeto de los
contratos y un poder judicial honesto, capaz e independiente del poder político”. Vargas llosa
señala que “Sin estos requisitos básicos, la economía del mercado es una retórica tras la cual
continúan las exacciones y corruptela de una minoría privilegiada a expensas de la mayoría
de la sociedad”.
Apunta Vargas Llosa que se equivocan quienes arguyen como prueba del fracaso del
liberalismo las dificultades por las que atraviesan Rusia y algunos de sus antiguos satélites.
Porque “el liberalismo no consiste en liberalizar los precios y abrir las fronteras a la
competencia internacional, sino en la reforma integral de un país, en su privatización y
descentralización y en entregar a la sociedad civil las decisiones económicas esenciales. Y en
la existencia de un consenso respecto a unas reglas de juego que privilegian al consumidor

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sobre el productor, al productor sobre el burócrata, al individuo frente al Estado y al hombre
vivo y concreto de aquí y de ahora sobre aquella abstracción con la que justifican todos sus
desafueros los totalitarios: la humanidad futura”.
Según Hayek, la ambición del individuo “es la fuerza que dinamiza la economía de mercado,
lo que hace posible el progreso. Por eso las fórmulas keynesianas de confiar al Estado la guía
y la orientación de la vida económica, mediante la planificación, le parece que embotan
aquella ‘ambición’ y producen hondas distorsiones en el funcionamiento del mercado”.
Vargas Llosa subraya que esta concepción "deriva de la idea de la libertad que está en el
corazón de la doctrina liberal". Los destinos humanos no están predefinidos ni la historia
tiene un rumbo ya trazado. Hombres y sociedades pueden alterar las cosas mediante sus actos,
tomando unas decisiones y descartando otras; por eso son responsables de su propio destino.
El gran enemigo de la libertad es para Hayek el constructivismo, esa “fatídica pretensión” de
querer organizar la vida de la sociedad, sustituyendo las instituciones desarrolladas durante
centurias “por estructuras artificiales y encaminadas a objetivos como ‘racionalizar’ la
producción, ‘redistribuir’ la riqueza, imponer el igualitarismo y uniformar al todo social en
una ideología, cultura o religión”, como explica muy bien en La Fatal Arrogancia. La crítica
de Hayek al constructivismo no se limitó al colectivismo marxista ni al Estado benefactor de
socialdemócratas ni al mercantilismo; alcanzó a la democracia misma, de la que se Hayek
identificó dos deformaciones, el mercantilismo y la dictadura de las mayorías sobre las
minorías. Para contrarrestar a ésta, concibió la demarquía. En este sistema una asamblea
legislativa -formada por ciudadanos mayores- velaría por los derechos fundamentales y un
parlamento –cuyos miembros serían ciudadanos más jóvenes- se ocuparía de los asuntos
corrientes.
La fatal arrogancia
La fatal arrogancia dice Vargas Llosa, “es uno de los libros más importantes del siglo XX y
también, uno de los más originales y revolucionarios”. En él Hayek explica cómo los
humanos alcanzaron la civilización, es decir, “libertad, legalidad, individualismo, propiedad
privada, mercado libre, derechos humanos, convivencia y paz”.

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La civilización no fue inventada, es “en gran medida, un resultado imprevisto y no
pretendido de nuestro sometimiento a las reglas morales y legales que no fueron nunca
inventadas con un propósito prefijado, sino que crecieron porque las sociedades que poco a
poco las fueron desarrollando se impusieron en cada caso sobre otros grupos que seguían
reglas diferentes, menos favorables al desarrollo de la civilización”.
El proceso fue posible por lo que llama los "órdenes espontáneos", instrumentos capaces de
facilitar la vida de los hombres, como el lenguaje, la propiedad privada, la moneda, el
comercio y el mercado. No fueron inventados, sino seleccionados, y la experiencia los
legitimó y perpetuó. Es inevitable recordar a Adam Smith y su descubrimiento de que los
mercados no fueron inventados, sino que surgieron por efecto de la necesidad y la práctica.
Por tanto según Hayek, “el factor clave de la civilización no es la razón ni el conocimiento…
sino cierto sometimiento de ambos a una tradición depurada por experiencia vivida”.
El gran adversario de la civilización “es el constructivismo, la pretensión de elaborar
intelectualmente un modelo económico y político y querer luego implantarlo en la realidad”
“Como el mercado es el producto de la libertad, los intelectuales son a menudo los grandes
enemigos de la libertad”. Los intelectuales creen que un modelo "racional" de sociedad se
puede imponer a la sociedad, como pretenden hacer los marxistas. Por eso el socialismo
necesita, para imponerse, “de la abolición de la libertad, de la propiedad privada, del respeto
a los contratos, de la independencia de la justicia y de la limitación de la libre iniciativa
individual”.

Camino de Servidumbre
apareció en 1944. En él Hayek señala que entre comunismo y nazismo había un factor común,
su preferencia por el colectivismo y su aversión al individualismo, al pensamiento libre, a la
propiedad privada, al libre mercado, a la coexistencia de ideas diferentes en el seno de la
misma sociedad, a la libertad política.
Vargas Llosa considera “de una acelerada lucidez” sus críticas a la planificación por ser una
tentativa de control económico destinado al fracaso y un proceso que conduce

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inevitablemente a la desaparición de las libertades y a la instalación del autoritarismo. Hayek
señaló cómo “en las democracias occidentales la planificación económica se ha ido abriendo
paso, sin que quienes la alentaban comprendieran que sus consecuencias políticas serían,
tarde o temprano, el recorte de las libertades en todos los ámbitos, no sólo el económico sino
también el político y el cultural, el individual”. Muchos que se creen adversarios de los
socialistas apoyan una planificación "fuerte", sin ser conscientes que eso puede acarrear la
erosión de la democracia.
El Estado de Derecho, que Hayek defiende con argumentos sólidos, "es una forma de tenue
de planificación" e indispensable "a condición de que se respete la propiedad privada la libre
competencia y se reduzca el intervencionismo estatal a lo mínimo indispensable".
Hayek nunca distinguió entre socialismo y comunismo. La razón es que pensaba que la
diferencia entre ambos era una ilusión, algo provisional que se borraría. Todo socialismo, al
acabar con la competencia y la propiedad privada, inicia la liquidación del pluralismo político
y las libertades.
Con frecuencia el intervencionismo estatal ha sido justificado en nombre de la seguridad.
Pero según Vargas Llosa, “el intervencionismo estatal tiene una dinámica propia que puesta
en marcha, no puede detenerse y obliga al planificador a incrementar su intrusión en los libres
intercambios hasta acabar con ellos y reemplazarlos por un sistema en el que el Estado
termina fijando los precios de los productos, produciéndolos, comercializándolos y hasta
determinando el número de trabajadores con que debe contar cada industria". Así la libertad
económica se va eclipsando hasta desaparecer y es el principio del fin de todas las otras
libertades.
Vargas Llosa hace notar que los socialistas suecos y los socialdemócratas europeos
renunciaron a la planificación económica y decidieron respetar el mercado, la competencia y
la empresa privada, y que por eso ya no son socialistas en el sentido tradicional y están más
cerca del liberalismo que del marxismo.
En el mismo libro Hayek examina “la función primordial de las mentiras y la manera como
se vuelven verdades en los regímenes totalitarios”. Allí distingue los gobiernos

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dictatoriales de los totalitarios. A los primeros les interesaba el poder y nada más que
ejercitarlo; a los segundos que las ideas que ellos consideraban verdades absolutas sean
creídas y asumidas por el público como verdades. Convencen al público a través de la
propaganda.
Las ideas contrarias quedarán abolidas, sin vías de expresión posible, censuradas. Así "la
verdad oficial" no sólo se convierte en verdad sino en una atmósfera cultural que influye en
toda actividad humana, desde la ciencia y la técnica hasta las artes y las letras. "La ideología
y la religión alcanzan de este modo la condición del reverso y el anverso de una misma
medalla; el conocimiento pasa a ser como la teología, un acto de fe". La verdad deja de ser
algo independiente, un resultado de la investigación por experiencia y pasa a ser una verdad
prefabricada, una verdad de razones políticas. "‘En cualquier sociedad, la libertad de
pensamiento sólo tendrá… significación directa para una pequeña minoría. Pero esto no
supone que alguien esté calificado o deba tener poder para elegir a quienes se reserva esta
libertad. Ello no justifica por cierto a ningún grupo de personas para pretender el derecho de
determinar lo que la gente deba pensar o creer’.
La Constitución de la Libertad
es considerado “uno de los pilares intelectuales del siglo XX”, no sólo por Vargas Llosa.
Debió ser un estudio sobre la aparición de la libertad en Occidente y su consolidación
mediante tradiciones costumbres y leyes, pero resultó ser una crónica de lo contrario: de su
disminución y del crecimiento del intervencionismo con el nacimiento del Estado benefactor.
El libro describe y documenta la expropiación de las libertades individuales por el estatismo
y colectivismo crecientes, que han reducido el margen de sus decisiones y aumentado el del
Estado, incluso en asuntos esencialmente privados. Hayek analizó todos los campos en que
se produce una paulatina estatización de la vida privada: el empleo, la salud, la vivienda, la
agricultura, etc. Hayek hace notar que quienes proponen políticas inflacionarias (como un
mayor gasto público), son también quienes quieren más poder para el Estado y control de las
decisiones privadas.

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Hayek pensaba que “la libertad es inseparable de una cierta desigualdad”, pero para que ésta
sea éticamente aceptable debe emerger del talento y el esfuerzo, no del privilegio o la
discriminación. Debe haber educación pública, pero ello no debe autorizar al Estado “a
establecer un modelo único de educación, ni que confunda el justo principio de la igualdad
de oportunidades con una igualdad que homogenice.
Al conjunto de la sociedad e impida el libre desarrollo de los individuos en función de sus
propios méritos y de su esfuerzo”. Se debe ser tolerantes, con una excepción: “la tolerancia
no debe incluir la defensa de la intolerancia”.
En uno de sus últimos trabajos, Por qué no soy un conservador, explica que ser conservador
es muy diferente de ser liberal. Aquél teme a lo desconocido, es proclive a la autoridad,
desconoce las fuerzas que mueven la economía, tiende a ser benévolo con la coerción y el
poder arbitrario si cree que los fines son buenos; ve en el cambio y la renovación una
amenaza, está muy seguro de sus creencias, suele ser religioso y puede ser oscurantista. El
liberal no cree que los ideales justifiquen la coerción, rechaza la capacidad de coerción sin
control, acepta y promueve el cambio, puede ser patriota pero no nacionalista; no es religioso,
puede durar de sus pensamientos y es escéptico; cree que hay una esfera espiritual, pero que
se debe mantenerla separada de la terrenal, porque cuando la toca hace estallar la violencia,
como demuestran las religiones políticas como el islamismo. Los liberales no piensan que
haya una religión verdadera y que pueda imponerse a los infieles.

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4. CONCLUSIONES
 La evolución que se muestra en el pensamiento del autor, no es un caso particular,
muchas personas describieron lo mismo, que su forma de pensar respecto a como
debe ser guiado el estado y como debe desarrollarse la economía, fue cambiando.
Aquí nos muestran con una explicación concisa todo ese proceso, por el que tarde o
temprano, con o menor comprensión, todos llegaremos a pasar.
 El liberalismo sí ha triunfado. La Europa de nuestros días es infinitamente más
civilizada, próspera y justa que en el pasado, y eso se debe a la democracia y al
liberalismo. El problema con el liberalismo es que ha sido la doctrina más
caricaturizada, ridiculizada y atacada por sus enemigos, tanto de la derecha como de
la izquierda, la gran enemiga del liberalismo, porque el liberalismo es el enemigo
principal de todas las doctrinas totalitarias, ya que el valor supremo del liberal es la
tolerancia.

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5. CRITICA

En su libro, la llamada de la tribu Mario Vargas Llosa defiende a capa y espada su

concepción del “verdadero liberalismo”. Aseguró que no se trata de una ideología, pues

“una ideología es una religión laica”. En cambio, dice, “el liberalismo defiende algunas

ideas básicas: la libertad, el individualismo, el rechazo del colectivismo, del nacionalismo;

es decir, de todas las ideologías o doctrinas que limitan o cancelan la libertad en la vida

social”.

Vargas Llosa considera que las ideologías contrarias a la libertad ven en el liberalismo a su

gran enemigo. “Y eso lo he querido explicar en el libro. El fascismo, el comunismo han

atacado tremendamente al liberalismo, sobre todo caricaturizándolo y asociándolo a los

conservadores. En sus primeras épocas el liberalismo fue asediado sobre todo por la

derecha. Ahí están las encíclicas papales, los ataques desde todos los púlpitos a una

doctrina que se consideraba enemiga de la religión, enemiga de los valores morales. Creo

que estos adversarios definen muy bien la estrecha relación que existe entre el liberalismo y

la democracia. La democracia ha avanzado y los derechos humanos han sido reconocidos

fundamentalmente gracias a los pensadores liberales”, dijo el autor en la presentación de su

obra en Madrid.

“Quizá Vargas Llosa fue izquierdista siendo joven porque en aquella época estaba de moda

serlo y se haya vuelto conservador por cambiar de moda, pero lo cierto es que es el hijo de

un militar de alto rango, de clase media alta o alta, que se ha educado y vivido en Paris,

Londres y Madrid, que nunca ha sufrido las necesidades de un pobre o un marginado y por

eso, en el fondo, jamás ha vivido fuera del conservadurismo”, dijo a SEMANA el crítico

literario Javier Costa, de la Universidad Complutense de Madrid. “El talento literario de

Vargas Llosa es innegable, pero la promoción fervorosa que exhibe de su ideario político

deja mucho que desear”.

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Tres de sus maestros, Karl Popper, Raymond Aron y Jean François Revel, también

experimentaron la evolución desde el marxismo al liberalismo que defiende Vargas Llosa.

El escritor peruano dice que, de joven, quiso ser comunista porque le parecía que esta

ideología representaba la antípoda de la dictadura militar, de la corrupción y sobre todo de

las desigualdades.

Pero la ruptura definitiva llegó con el famoso proceso contra el escritor Heberto Padilla,

encarcelado en 1971 en Cuba, que dividió a importantes intelectuales con respecto al

régimen de Fidel Castro. Mientras algunos mantuvieron su postura y apoyaron al gobierno

de La Habana, otros –como Vargas Llosa– se separaron de él definitivamente. “Tuve un

proceso difícil, más bien largo, de reivindicación de la democracia, y poco a poco de

acercamiento a la doctrina liberal, a base de lecturas. Y tuve la suerte de vivir en Inglaterra

los años de Margaret Thatcher”, sostiene el escritor.

En su obra, el nobel defiende a Thatcher, la llamada Dama de Hierro, y ensalza su “valentía

sin complejos” al acabar con las sinecuras sindicales, crear una sociedad de mercado libre,

de competencia, y defender la democracia “con la convicción con la que ella lo hizo”.

Thatcher citaba con frecuencia en sus discursos a Hayek y a Popper, y su admiración por

ella llevó a Vargas Llosa a comenzar a leer a estos autores y a escritores afines, que le

ayudaron a abrazar la fe liberal.

Esta defensa de Thatcher es solo uno de los puntos más polémicos de la obra de Mario

Vargas Llosa, pues la británica goza de pésima fama entre numerosos partidos europeos por

la cantidad de derechos de los trabajadores que ella les arrebató durante sus 11 años de

gobierno.

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6. BIBLIOGRAFÍA

 Mario Vargas Llosa “Compiladores” LA LLAMADA DE LA TRIBU

- TITULO: La Llamada de la Tribu


- AUTOR: Mario Vargas Llosa.
- EDITORIAL: Penguin Random House S.A
- AÑO Y LUGAR DE PUBLICACIÓN: 2018, av. Los frutales 344, Lima – Perú:
- NUMERO DE PAGINAS: 202 páginas

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INDICE

1. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………….….2

2. CAPITULO I …………….…………………………… ……………………………....3

2.1. LA LLAMADA DE LA TRIBU ………………………………………………….3

3. CAPITULO II ………………………………………………………………………….7

3.1. ADAM SMITH……………………………………………………………...……...7

3.2. JOSE ORTEGA Y GASSET …………………………...…………………………10

3.3. AUGUSTO VON HAYEK ………………………………………………………..13

4. CONCLUSIONES………………………………………………………………….…20

5. CRITICAS …………………………………………………………………………....21

6. BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………….…..23

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