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Reflexión 2

Bases filosóficas del personalismo según Juan Manuel Burgos

Introducción:
Juan Manuel Burgos, unos de los filósofos personalistas más reconocidos del presente, en su libro El
personalismo (2000) ha desarrollado con profunda claridad tres aspectos fundamentales a favor de la
novedad y potencia intelectual presupuesta en la filosofía personalista. Nos habla de tres aspectos
importantes.
En el tercer escrito nos haremos explícito al tercer aspecto por construir, a mi modo de ver, lo más
urgente para el personalismo.

1. Delimitación del problema


La primera razón considerada es que el personalismo no es una doctrina positiva, sino
fundamentalmente una reacción intelectual a la situación de crisis que se produjo en Europa en la época
de entre guerras (1985) “No habría nada más falso que hablar del personalismo como de una escuela o
una doctrina”.
En esta misma línea, Jean Lacroix (1972) afirma algo parecido: “el pensamiento no sería una propia y
verdadera, filosofía, como lo consideran sus detractores, sino una antiidelogía, es decir, un movimiento
que surge para oponerse a las ideologías y frenarlas, pero sin ofrecer una alternativa doctrinal definida”.
Ante esta primera crítica debemos decir que, si bien el personalismo, efectivamente, nació como un
fenómeno de reacción, surgió para responder una crisis y, en concreto para intentar mediar entre las
presiones del comunismo y del capitalismo; sin embargo, eso no quiere decir que no pueda llegar a
construir una corriente filosófica. Burgos (2000) nos refiere: “esa reacción intelectual, contenía en si un
núcleo propositivo lo suficientemente fuerte y definido como para dar lugar a una auténtica filosofía.
Maritain, se pronuncia en estos términos porque, si bien es cierto fue un precursor, introdujo nociones y
temas personalistas, pero no fue propiamente un filósofo personalista porque permaneció en el tomismo
como estructura de fondo. Además, limitar el personalismo a Francia puede, en efecto, reforzar la idea
de que fue solo un fenómeno de reacción o una anti-ideología. Bien sabemos hoy no fue así.
En el segundo argumento formulado por los niegan del personalismo su carácter filosófico lo hacen
mediante la pregunta ¿Cómo se puede sostener que el pensamiento es una filosofía nueva cuando se basa
en un concepto que resulta ser antiquísimo? No se puede fundar una filosofía nueva sobre un concepto
tan antiguo y común como el de persona. Como es sabido, el concepto de personas fue inventado hace
ya, muchos siglos por los padres de la lógica en un contexto trinitario, y aplicado al hombre por Boecio
en su célebre definición: la persona es la sustancia individual de naturaleza racional y no cristianos.
Jean Lacroix (1972) mantuvo: “el personalismo es más que un espíritu capaz de encarnarse en
posiciones, que en una filosofía técnica. En realidad, afirma, no se puede colocar en el mismo plano al
marxismo, el existencialismo o cualquier otra filosofía, inspirador de sistemas, no puede tener en cada
caso, más valor que el sistema que han inspirado”.
No olvidemos que el personalismo es una doctrina relativamente reciente y por eso no todos sus
puntos doctrinales están fijados con la misma solidez. Algunos principios fundamentales están bastantes
bien definidos y resulta muy complejo que alguien que se defina asimismo como personalistas los ponga
en duda o los rechace. En consecuencia, la mayor parte de las críticas que se hacen a la posibilidad de
que se considere al personalismo una corriente filosófica tiene poco peso y pueden ser rechazados. Si
que tiene peso, sin embargo, los problemas que plantean una cierta falta de definición de algunos de sus
propuestas y nociones y, sobre todo, de algunas de sus aplicaciones y desarrollos en temas novedosos.
Juan Manuel Burgos (2000) señala con rigor: “esto se debe a que, mientras en el terreno de los
principios fundamentales, el personalismo está relativamente bien establecidos, hay otros campos en los
que se encuentran en formación”.

2. Defensa y validez del pensamiento como un cuerpo doctrinal filosófico serio


¿Qué argumentos esgrime Burgos a favor del personalismo como un cuerpo doctrinal filosófico
serio? En primer lugar, el personalismo posee una visión metafísica del mundo, esto es que el mundo es
una realidad externa al hombre, no una construcción de la mente humana como pretendían hacernos
creer los idealistas, ni tampoco una serie de fenómenos inconexiones a los que el hombre daría forma en
su interior como pretendía Kant. Más bien tiene una consistencia propia, existente en cuanto tal, está
estructurado por las leyes internas y objetivas en el encontramos realidades con diversos grados de
perfección entre los que destaca la persona humana.
Con esta visión del mundo y este planteamiento filosófico, el personalismo se centra esencialmente
en una parte de la realidad, de la persona. Y sobre esta mantiene los siguientes postulados esenciales.
a) El hombre ser físico y metafísico a la vez, tiene la capacidad de conocer una verdad que al mismo
tiempo, le trasciende.
b) Además de ser inteligente la persona es libre.
d) En el hombre hay una dimensión ética que resulta esencial.
e) La dimensión religiosa.

3. Distinción entre cosas y personas. Necesidad de tratar a estas últimas con categoría
filosófica propias
El personalismo consta que, por el peso de la tradición griega o por otros motivos de tipo histórico, se
ha producido en ocasiones el siguiente fenómeno: se han elaborado nociones filosóficas pensando
principalmente en objetos o animales y después se han aplicado al hombre con ligeras modificaciones
con el resultado de que lo especifico humano ha quedado como oscurecido y encorsetado porque se
tematiza intelectualmente al hombre como una cosa o un animal con unas características especiales.
Pero la realidad es que la persona es esencialmente distinta de los animales y de las cosas y que, incluso
en aquellas dimensiones en las que se pueden parecer más similares, como las físicas o sensibles,
difieren profundamente.

4. Importancia radical de la afectividad


El personalismo estima que la inteligencia y la voluntad son dos facultades espirituales esenciales en
el hombre, pero considera que la afectividad también es esencial y que, al menos en algunos aspectos,
posee una dimensión espiritual. Un hombre sin sentimientos, sin afectividad, sin corazón, no es un
hombre real. L afectividad es y debe considerarse una parte esencial de la persona.

5. Importancia decisiva de la relación interpersonal y familiar en la configuración de la


identidad personal
La persona humana esta esencialmente ordenada a la relación ya sea de tipo interpersonal, familiar o
social. Esto significa que la relación es esencial para el sujeto, pero no solo cuando ya está constituido
como ser un autónomo, sino desde la concepción y en todo su proceso informativo.

6. Primacía absoluta de los valores morales y religiosos


El personalismo, aceptando la inteligencia como facultad fundamental en la vida del hombre,
considera que por encima del conocimiento están los valores morales y religiosos, privilegiando a la
libertad y el corazón, de quien dependen las decisiones morales y la capacidad de amar. Sin
menospreciar la capacidad de la inteligencia del personalismo considera que hay más perfección en un
hombre de escasas luces pero que ha orientado su vida hacia el bien, que en un hombre inteligente que
emplea mal esta capacidad.

7. La tematización de la corporalidad y lo que a ella le atañe


Otro aspecto característico del pensamiento es la tematización de la corporalidad humana. Esto es su
acercamiento fenomenológico al cuerpo humano que le permite descubrir la riqueza de matices y la
importancia que tienen todos los aspectos corporales.
La corporalidad abre a su vez al camino a otro gran tema: la sexualidad y este nos conduce, a su vez,
a otro tema del personalismo: la dualidad varón-mujer, un hecho completamente obvio, pero que la
filosofía no lo ha tenido suficientemente en cuenta.

8. La persona es un sujeto social y comunitario


Para el personalismo lo radicalmente no es ni la sociedad en cuanto tal ni el individuo egoísta, sino la
persona en relación con los demás. La sociedad es fundamentalmente, un entramado de relaciones
comerciales, educativas, de bienestar y salud, etc. que deben estar al servicio de las personas concretas,
no de anónimas fuerzas colectivas. Pero la persona, por su parte, no debe ser mero receptor egoísta de
los beneficios que le reportan esas relaciones, sino que deben poner su esfuerzo al servicio de los demás.

9. La filosofía como medio de interacción con la realidad cultural y social


Par el personalismo, la filosofía no es una mera actividad de la mente sino una actividad de la
persona. Por eso, manteniendo lo que es la esencia de la filosofía –el conocimiento del hombre y de
mundo que lo rodea, pone de relieve que también es un medio de interacción con la realidad.

10. Unión entre fe y cultura, entre filosofía y cristianismo


El personalismo ha planteado también de un modo peculiar las relaciones entre fe y cultura o entre
filosofía y cristianismo. Aceptando con claridad la distinción entre los dogmas de fe conocidos por
Revelación y los principios filosóficos, los personalistas cristianos han asumido y buscado
positivamente que le cristianismo influya en la filosofía.

11. Valoración moderadamente positiva de la modernidad.


Reflexión 4
Los trascendentales personales: una propuesta antropológica de Leonardo Polo

Preliminares
El ser humano ha sido estudiado desde tiempos muy remotos y aun no deja de ser un gran enigma.
Uno de los más grandes filósofos de la historia del pensamiento que se dedicó a profundizar en este
misterio fue Aristóteles, y sus reflexiones perduran en la actualidad a través de diversos pensadores
contemporáneos que han tomado como base sus estudios para sistemas nuevos que cubran las
expectativas de las cuestiones actuales del hombre. Leonardo Polo Barrena que nos muestra la filosofía
desde un punto de vista, no tan nuevo, pero si actual. Polo ha actualizado la filosofía aristotélica
tomando como punto de deje de su pensamiento el estudio del hombre, una antropología en versión
moderna de los temas clásicos.

1. El autor y su obra
Leonardo Polo (Madrid, 1926-Pamplona,2013), cursó la licenciatura en filosofía después de concluir
su doctorado en derecho, se le considera un filósofo “autodidactica”, pues leyó por su cuenta a
pensadores como Aristóteles, Tomás de Aquino, entre otros. Conoció a filósofos españoles como
Ortega, Zubiri y conversó sobre diversos temas con otros filósofos contemporáneos.

2. El método
El abandono el límite mental es el nuevo método usado por Leonardo Polo para profundizar en los
temas filosóficos y acceder a las esencias de los entes.

a) Primera dimensión.
b) Segunda dimensión.
c) Tercera dimensión: el abandono del límite mental.
d) Cuarta dimensión: la esencia humana.
3. La coexistencia personal
Al ser la persona humana coacto equivale a dar, pues dar sin aceptación no tiene sentido; el sentido
mas alto de ser es dar.
Nuestro autor hace una crítica a la antropología moderna en la cual el hombre se encuentra como un
“huérfano”; un ser arrojado, es decir que no toma en cuenta el ser demás de la persona, en cuanto se
encuentra abierto al contacto con otros iguales a él.
El amar como trascendental personal es también superior al bien trascendental y, por consiguiente, el
amor como acto voluntario es superior a la función del bien.
4. El intelecto personal
Según Polo, es la luz cognoscitiva transparente o sentido personal del acto de ser que cada persona es,
que la coexistencia es la que nos lleva a conocer nuestro ideal personal, es decir, como personas que
somos que estamos llamados a ser.
5. El amor donal personal
Leonardo Polo dedica a este tema un capítulo de su libro de Antropología Trascendental con el título
de “El amar y el aceptar personales”. Así advertimos que el amor supone también saber aceptar al otro.
Somos unos a otros “don” para los demás.
6. La libertad trascendental personal
En el estudio de Leonardo Polo titulado “La Libertad posible”, distingue la realidad de la libertad y
su vivencia tanto psicológica, que es el punto de vista que mas se toma en la actualidad, o también
denominada subjetiva; esta distinción lleva a nuestro autor a establecer una correspondencia aproximada
y como de contraste la vivencia de la libertad y su realidad son inversamente proporcionales.
 El futuro no desfuturizable
 La entera novedad
 La inclusión atópica en el ámbito de máxima amplitud

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Reflexión 7
Michel De Montaigne: una crítica de la modernidad desde la reconciliación con la
finitud

Introducción
Michel De Montaigne propone un pensamiento reconciliado con la variedad y la mudanza del mundo,
una aceptación serena de la finitud humana que evita tanto el repudio de nuestra condición en Lutero
como la pretensión, en Descartes, de un saber absoluto que lo pueda todo.
Contaba Nietzsche que cada vez que abría Los ensayos le crecía un ala o una pierna. Aquella
publicación divagatoria y miscelánea, creo una brecha entre los géneros de la literatura filosófica,
historiográfica y didáctica del siglo XVI y, con esa mezcla de frescor y consistencia de los clásicos
precoces.
Los ensayos es el libro detrás de los grandes libros de tradición europea. Es la presencia, callada que
se halla implícita en los Ensayos de Bacon, el Discurso del método de Descartes, entre otros.
Su biógrafo Jean Lacouture habla de él como “uno de los fundadores de la introspección” y “uno de
los inventores de la sensibilidad y cultura occidental”. Para Tzvetan Todorov, se trata del “primer
verdadero humanista”. En sus apuntes, Elías Canetti comenta: “Montaigne tiene esa actitud abierta hacia
cualquier forma de vida humana que actualmente es universal y ha sido incluso elevada al rango de
ciencia, pero él la tuvo en su época, una época fanáticamente convencida de su propia infalibilidad.
Si, como dice Sándor Marai, describiendo el implacable proceso de despersonalización de la sociedad
húngara bajo la ocupación comunista, el mayor de los aportes del Viejo Continente a la historia es la
consolidación del individuo y del sentimiento burgués.

1. Crítica del orgullo de la razón


A poco de nacer, el pequeño Michel fue enviado por su padre, Pierre Eyquem, a la casa de unos
leñadores de sus tierras, para dar sus primeros pasos y adquirir desde la mas temprana edad familiaridad
con la carestía y la austeridad de las gentes mas modestas. Al volver al castillo, recibió de inmediato una
esmerada iniciación en la lengua latina, la lectura de los clásicos y la cortesía, a cargo de unos
preceptores humanistas contratados.
Tiempo después, Montaigne confesaría que tan pronto lee a Cicerón como escucha con atención a
cualquiera de sus campesinos.
Poco a poco, Pierre reunió una copiosa biblioteca que demarcaría el lugar mas entrañable de la
soledad y las meditaciones de su hijo. Tras la muerte del amado padre, las puertas del castillo fueron
aporreadas por la noticia de las carnicerías de la Noche de San Bartolomé. El autor de Los ensayos
jamás perdió las ganas de salir al mundo y acercarse, como él diría, a lugares donde “rozar y limar
nuestro cerebro con el de otros”.
Apenas publicada la primera edición de su obra, emprendió un largo recorrido a caballo por los
poblados y campiñas de Francia, Alemania, Suiza e Italia. Cuando en Roma le contaron que allí residían
algunos gascones, él contesto: “para que quiero verlos si ya tengo bastantes en mi país”, y en esa misma
ciudad pidió que le dejaran presenciar una ceremonia de circuncisión en una sinagoga.
De su andar aquí y allá, entre los humildes labriegos o en las cortes más suntuosas, envuelto por
libros de su torre o cabalgando a placer porque “cualquier ciclo me va bien”, entregado juiciosamente a
la vida publica u ocupado en la escritura de sus experiencias y el conocimiento de sí mismo; en fin, de
una oscilación que no es eclecticismo ni contradicción sino grandeza y versatilidad, proviene, sin duda,
ese diáfano sentido común que los lectores suelen agradecer en Michel De Montaigne.
Podrá defraudar a quienes no hayan leído Los ensayos. Pero desde Hannah Arendt y su meticuloso
estudio de la mentalidad moderna que culmina en la insania de los totalitarismos, sabemos bien que la
sensatez y el buen juicio conforman una de esas piezas cuya ausencia podría costar a la sociedad incluso
la hecatombe, y que la predominancia de la pura lógica puede enrarecer y aun imposibilitar la
convivencia.
El Dante de La Divina Comedia había anticipado esta sencillez en el recelo de cualquier dogmatismo:
“¡Es la humana excelencia cosa huera / y en su cima el verdor muy poco dura / si no le siguen tiempos
de ceguera! / Creía Cimabúe en la pintura / tener el campo, que ahora es mantenido / por Guitto, que su
fama vuelve oscura; / así quitóle el uno al otro Guido / la gloria de la lengua; y tal vez viva / quien a los
dos arrojara del nido”
Aristóteles afirmaba, en la primera línea de su Metafísica, que “todo hombre por naturaleza desea
saber “. Para Montaigne, el inconveniente no es el deseo si no la incontinencia.
La peste del hombre es el convencimiento de saber. Por algo el Estagirita se cuida de escribir que
“Todo hombre por naturaleza sabe o llegará a saber”.
“El afán de progresar en sabiduría y en ciencia” según Montaigne, fue la primera tuina del género
humano en la vía por la cual se ha precipitado a la condena eterna. El orgullo su pérdida y su corrupción.
“Cuanta menos sabiduría se tiene, más feliz se declaraba Sófocles”.
Diatribas semejantes prueban el hastío que habían llegado a provocar las aparatosas disquisiciones de
la Escolástica que, por entonces, languidecida en escuelas y universidades y de la que, poco después,
Descartes y Locke harán sus propios vilipendios. Por contagio, este desprestigio involucro a Aristóteles,
el Filósofo como lo llamaba Santo Tomás.
Comenta Erasmo: “Los hombres más felices son los que consiguen abstenerse por completo de todo
trato con el saber y se gobiernan únicamente por los dictados de la naturaleza que en nada nos falta a
menos que queramos traspasar los límites de la condición mortal.

2. Finitud humana, variedad del mundo y perspectivismo


Somos finitos ¿Cómo podríamos verlo todo? “Parece que la naturaleza, como consuelo a nuestro
miserable y pobre estado, no nos ha concedido otra cosa que la presunción. Así lo dice Epiceteto. “El
hombre no tiene nada propiamente suyo si no el uso de opiniones”.
Los ensayos producen la sensación de un lenitivo, un jarabe dulce y sedante que aplaca nuestras
ínfulas y refresca con ese aire libre del amor a la verdad que, de paso, nos impide decir para siempre a
cualquier filosofía.

3. Escepticismo moderado y optimista


Pitágoras, Parménides, Heráclito, Sócrates, Platón y Aristóteles, en esa orden y a pesar de sus
diferencias, creían con unanimidad que la sabiduría estaba exclusivamente en manos de los dioses y que
a los mortales correspondía únicamente la interrogación y el anhelo.
Hay que insistir en que su escepticismo no es una embestida contra la confianza en la verdad. Es una
resistencia contra los falseamientos del interrumpir la marcha en un punto que es solo paradero.
Fallar en la captura es otra cosa. Porque hemos nacido para buscar la verdad, poseerla corresponde a
una potencia mayor

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