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Marta Albaladejo Mur info@coaching-comunicacio.

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¿Quién tiene razón? ¿Tus creencias, o las mías?


Taller práctico sobre las creencias

El presente documento presenta conceptos y algunas actividades prácticas para


aumentar la autoconciencia. Con el objetivo de contribuir a tomar conciencia de
nuestras propias creencias y de cómo nos limitan para imaginar la escuela
deseada, presentamos tres conceptos básicos del Análisis Transaccional: los
estados Padre, Adulto y Niño (escritos así, con mayúsculas).

Estos conceptos, de gran potencia metafórica, nos permitirán presentar una


herramienta muy eficaz en la detección y transformación de las creencias
limitadoras: la llave de judo interpersonal.

En el taller, presentaremos sucintamente el concepto de “llave de judo


interpersonal” y practicaremos las llaves de judo interpersonal, una de las
herramientas más potentes de la conversación de coaching, para contribuir a la
mejora de las competencias emocionales de los asistentes.

(A continuación, adaptación del libro: Albaladejo, M. (2010) Cómo decirlo.


Entrevistas eficaces en el ámbito educativo. Barcelona: Graó.)

Eric Berne y el Análisis Transaccional. Los orígenes del Análisis Transaccional

El Análisis Transaccional fue creado por Eric Berne entre los años 50 y principios
de los 70 del siglo pasado. Berne era un psiquiatra psicoanalista que tenía
amplios conocimientos de cibernética, de historia, de antropología y de otras
disciplinas. Había conocido a los psicoanalistas más avanzados de su época
(Federn, Erickson, Fairbairn, Weiss, Jung, Adler). Todos ellos trabajaban sobre el
concepto de “yo” (“ego”) de Freud, es decir, sobre la personalidad que
construye cada uno a partir de su realidad y de su vida mental. Y todos
coincidían en describir la vida psíquica de los humanos como un agregado de
diferentes “partes del yo”, “imágenes del yo”, o “arquetipos” que se relacionan
entre ellos.

En ese contexto, Berne desarrolló el concepto de “estado del yo”. Durante la


segunda guerra mundial, había trabajado como psiquiatra para el ejército en
circunstancias extremas: tenía 30 minutos para dictaminar si un soldado era, o
no, apto para las armas; seguramente, ese entrenamiento, junto con su
capacidad analítica, su sensibilidad para la percepción del lenguaje no verbal, su

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intuición y su sentido pragmático, le llevaron a observar que los pacientes de su


consulta, y otras personas, cuando hablaban, cambiaban ante sus ojos en función
de sus pensamientos, en una especie de cambio total.

Si miramos, escuchamos y percibimos a las personas cuando nos comunicamos


con ellas, las veremos cambiar en series de cambios simultáneos de vocabulario,
sintaxis, tono de voz, expresión facial, gesto, tono postural, etc. Las entrevistas
cara a cara son una situación privilegiada para observar cómo suceden las cosas.
Cuando alguien se enfada, por ejemplo, se le altera la voz, grita, insulta, se
sonroja y se le aceleran los latidos del corazón; sufre una transformación
evidente. La persona sufre estos cambios sin que cambie su estructura ósea, ni su
piel y su cabello. Entonces, ¿qué es lo que en realidad está cambiando en su
interior? Esta es la pregunta que llevó a Berne a descubrir unas reglas naturales
que luego servirían para su aplicación práctica.

Eric Berne tenía un cliente que era un abogado de prestigio y padre de familia.
Fue a la consulta del psiquiatra porque tenía serios problemas con el juego.
Durante las conversaciones con Berne, a veces decía: “En realidad yo no soy un
abogado. No soy más que un chiquillo”. Y eso era lo que Berne veía: que unas
veces su paciente hablaba, gesticulaba y se comportaba como un abogado
eficiente y razonable; mientras que en otros momentos, durante la conversación,
su cliente se comportaba como un chiquillo juguetón y todo su lenguaje verbal y
no verbal lo demostraba. En ocasiones le preguntaba: “¿Le está hablando usted al
abogado o al chiquillo?”. Así fue como Berne empezó a usar las metáforas del
“estado Adulto” y del “estado Niño”. Más adelante, Berne añadió, a la metáfora
del Adulto y del Niño, la del Padre (en inglés, Parent, Adult y Child, que son
nombres neutros, ni masculinos, ni femeninos). Estas tres metáforas
correspondían a un repertorio limitado de tres “estados del yo” presentes, según
la propuesta de Berne, en todos los individuos.

Los “estados del yo”: Padre, Adulto y Niño

Lo que Berne llama “estados del yo” no son conceptos abstractos, son realidades
psicológicas, patrones de comportamiento asociados de manera consistente a
estados de ánimo y pensamientos. Se trata de la reproducción de datos,
organizados en “esquemas de conocimiento” (como diríamos en términos
constructivistas), registrados de acontecimientos del pasado que se refieren a
personas reales, tiempos reales, lugares, decisiones y sentimientos no menos
reales. Según Berne propuso en su última obra, “(Los estados del yo) son sistemas

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coherentes de pensamiento y sentimiento manifestados por los correspondientes


patrones de conducta” (Eric Berne, 1973)

En un mismo individuo, coexisten los tres patrones de comportamiento; pero,


habitualmente, la persona se comunica sólo con un patrón cada vez; en una
conversación, los participantes pueden pasar varias veces por los tres “estados
del yo”. Cuando hay un cambio de estado, se produce un silencio, ni que sea de
una décima de segundo, y a menudo también se produce un cambio de gesto, de
postura y de entonación. Para estar seguros de en qué estado del yo está alguien,
no es suficiente analizar sus palabras, sino que sus mensajes no verbales nos
acaban de confirmar el estado del yo con el que se está comunicando.

Por convención, los estados del yo se representan gráficamente en forma de tres


círculos uno encima del otro, como si fueran las tres luces de un semáforo. Las
palabras “Padre”, “Adulto” y “Niño”, escritas en mayúscula, son términos
especializados y tienen un significado distinto a los nombres del vocabulario
común “padre”, “adulto” y “niño”:

Padre
Pare

Adulto
Adult

Niño
Nen

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Cómo nos comunicamos desde los diferentes “estados del yo”

El estado Niño, la luz verde

Berne señala que “Todas las personas llevan dentro un niño o una niña, que
siente, piensa, actúa, habla y responde al igual que lo hacían él o ella cuando
eran niños de una cierta edad. Este estado del ego se llama el Niño” (Berne,
1973). Para cada uno de nosotros es importante conocer cómo piensa, siente y
actúa nuestro Niño o nuestra Niña, ya que es la parte más valiosa de nuestra
personalidad y nos va a acompañar toda la vida.

El Niño es el primer estado que aparece en el desarrollo de la personalidad y se


inicia con el nacimiento. El Niño es la grabación interna de datos vistos, oídos,
sentidos y comprendidos en los primeros cinco años, los patrones emocionales y
pautas de conducta que han quedado como reliquias de nuestra primera infancia,
cuando lo biológico e instintivo empezó a reaccionar, desde el primer minuto de
vida (¡o antes!), a los estímulos del ambiente. Las funciones del estado Niño son
satisfacer la curiosidad y la creatividad, expresar las emociones primarias y los
deseos, reclamar la satisfacción de las necesidades imperativas y, en resumen,
aferrarse a la vida. En algunas enfermedades mentales, como en la depresión o
en la anorexia, el Niño está “excluido” o, dicho en otras palabras, no ejerce sus
funciones imprescindibles para la vida. En casos extremos, sin medicación y sin
tratamiento psicoterapéutico, sin que el Niño esté activo, la persona podría
morir.

El Niño es el estado más alejado del aquí y el ahora; contiene toda la memoria
histórica emotiva y afectiva de la persona y se comunica con lenguaje prelógico,
fundamentalmente con el lenguaje no verbal. El pensamiento del Niño es el
pensamiento mágico, las explicaciones mágicas sobre el mundo (por ejemplo:
“mi madre se puso enferma porque yo me enfadé con ella”) y las fantasías de
todo tipo. El Niño tiene mucha energía, mucha intuición y curiosidad. Cuando
hablamos de motivación, nos referimos a la actitud de la persona que tiene
activo el Niño. Cuando el Niño está “atrofiado” y a la persona le cuesta pensar,
sentir y actuar como cuando era un niño o una niña, decimos que está
“desmotivada”.

El estado Niño y el “cerebro emocional”

Las circunstancias del presente pueden provocar una asociación con alguna
situación que la persona vivió en sus primeros años y que está grabada en el

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Niño; entonces, la persona siente, piensa y actúa como cuando era pequeña, es
lo que se denomina una “regresión”. En la regresión, la persona siente de nuevo
la emoción que la situación originaria produjo. Cuando Berne definió esta
característica del Niño, los estudios neurológicos no estaban ni mucho menos tan
avanzados como hoy; el Niño descrito por Berne es una parte de la mente, no del
cerebro. La idea de que existe una parte Niño en cada persona deriva, como
hemos visto, de la observación externa de la conducta. Sin embargo, los actuales
avances de las neurociencias no contradicen la existencia de distintos “modos”
de funcionamientos del cerebro.

En los años 90, Le Doux describió las situaciones en las que las personas
actuamos de manera pasional e irracional como momentos en que la amígdala
asume el control, cuando el cerebro pensante, el neocórtex, todavía no ha
podido pensar y tomar una decisión. En esos momentos, podríamos decir, en
términos transaccionales, que la persona está sintiendo, pensando y actuando
desde el estado Niño. Sin embargo, no siempre que una situación convoca
sentimientos del pasado actuamos desde el Niño, ya que unos milisegundos
después de que la amígdala haya emitido la señal de alerta emocional, la
persona, si es lo suficientemente madura y tiene “inteligencia emocional”,
puede activar el neocórtex, gesrtionar sus impulsos primarios y comportarse
adecuándose a las circunstancias presentes.

El estado Adulto, la luz ámbar

Hacia los diez meses de edad, el niño empieza a tomar consciencia de que el
mundo existe separadamente de él. Hasta poco antes, la percepción del mundo,
de los demás, y de sí mismo, se confunden en un estímulo global que provoca
placer o displacer y reacciones irreflexivas e inevitables. Pero llega un momento
en el proceso evolutivo en que el “yo” empieza a abrirse camino y aparece la
idea de separación. Entonces, el bebé puede empezar a elegir sus respuestas
frente a los estímulos externos, puede empezar a desplazarse y a manejar lo que
le rodea. Podemos decir que ha empezado a desarrollarse su estado Adulto. Los
datos del Adulto se acumulan como resultado de la capacidad de la persona para
descubrir cómo es el mundo por sí misma; es el “concepto pensado” de la vida,
basado en la ordenación de los datos percibidos directamente del entorno.

Según Eric Berne, el Adulto es “el estado del ego en el cual alguien aprecia
objetivamente lo que le rodea, y calcula sus posibilidades y probabilidades sobre
la base de la experiencia pasada (...). El Adulto funciona como una

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computadora” (E. Berne, 1973). El estado Adulto nos permite analizar lo que está
pasando en el aquí y el ahora, sobre la base de lo actual y de los datos
acumulados racionalmente por la propia experiencia. Es un conjunto de
comportamientos, pensamientos y emociones que responden directamente al
aquí y el ahora. Las funciones del Adulto son: recibir y ofrecer información,
organizarla, planificar, estudiar, reflexionar, informar, investigar, buscar
opciones. Podríamos decir que es la parte racional de la mente, la conciencia.

El Adulto puede desarrollarse y mejorar su potencia durante toda la vida, sea


cual sea la edad de la persona, a condición de que sea alguien que reflexiona,
que investiga, que contrasta los datos que recibe, que está atento a los datos
externos y a los de su realidad interior: el Adulto se desarrolla más, cuanto más
se usa. No es como las arrugas o las canas, que aparecen sencillamente dejando
pasar el tiempo. Es como un músculo, que queda anquilosado cuando hacemos
reposo y dejamos de usarlo, y que se desarrolla cuando lo usamos haciendo un
ejercicio sistemático. Después de leer este libro, tu Adulto será más potente de
lo que era antes de empezarlo. Actualmente, se ha comprobado que personas de
más de 80 años mejoraban su tono muscular con ejercicios regulares adecuados a
su edad. Del mismo modo, sabemos de la gran plasticidad del cerebro: todos los
días nacen miles de neuronas nuevas y a cualquier edad se pueden producir
conexiones nuevas entre las neuronas existentes.

El Adulto y las funciones del neocórtex y de la corteza prefrontal

En síntesis, el Adulto actúa como el ámbar del semáforo, que nos pone en estado
de atención para cruzar o no cruzar en función de la realidad presente. Podemos
establecer una correlación entre las funciones de lo que llamamos el Adulto y la
funciones del neocórtex humano, nuestro cerebro pensante. En el cerebro del ser
humano, el neocórtex es mucho mayor que en el cerebro de cualquier otra
especie. Goldberg, psiconeurólogo ruso discípulo de Luria, que ha dedicado su
vida al estudio de las funciones cognitivas del cerebro, dice, hablando de la
evolución de los cerebros, “la llegada del neocórtex ha cambiado radicalmente la
forma en que se procesa la información y ha dotado al cerebro con una potencia
y una complejidad computacional mucho mayores (que las de la corteza cerebral
de animales menos evolucionados)” (E. Goldberg, 2002).

En las últimas décadas, la neurociencia ha centrado gran parte de su


investigación en la comprensión de los lóbulos frontales, en especial de la
corteza prefrontal. Aunque todavía no sabemos mucho sobre sus funciones, la
ciencia ha puesto de manifiesto el papel de los lóbulos frontales como “el órgano

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de la civilización” o “el cerebro ejecutivo”. La metáfora del Adulto describe un


tipo de funcionamiento mental “ejecutivo” que permite a la persona tomar
decisiones en función de datos objetivos (de la realidad externa, del Niño y del
Padre), establecer objetivos, hacer planes, liberarse del pasado y proyectarse
hacia el futuro. De todos los procesos mentales, la formulación de objetivos es la
capacidad que más requiere una representación mental del “yo”, una
autoconciencia.

Cuando hablamos del Adulto, hablamos de una parte de la mente que incluye las
“funciones ejecutivas” o “metacognitivas”. Actualmente la neuropsicología se
inclina a considerar que los lóbulos frontales ejercen una función
“metacognitiva”, que no se ciñe a una habilidad mental concreta (el lenguaje, el
razonamiento matemático, etc.) sino que ofrece una organización jerarquizada
de todas ellas.

Por ello, desde el punto de vista mental, la formulación y consecución de


nuestros objetivos requiere la acción del Adulto para ejercer la función
“ejecutiva” y “poner de acuerdo” nuestros tres “estados del yo”.

Actividad. Toma de conciencia sobre el propio Adulto. Puntúa de 0 a 10 a qué


nivel evalúas la acción de tu Adulto en las siguientes escalas. (Si tienes un
amigo o una amiga íntimos, su opinión también te podría ser útil).

OBJETIVIDAD
0 __________________________________________________________________ 10
Nula Perfecta

CAPACIDAD PARA RESOLVER PROBLEMAS


0 __________________________________________________________________ 10
Ineptitud total Gran habilidad

CAPACIDAD PARA TOMAR DECISIONES


0 _________________________________________________________________ 10
Ineficacia Gran eficacia

COMPORTAMIENTO DE ACUERDO CON LAS DECISIONES TOMADAS


0 __________________________________________________________________ 10
Nunca Siempre

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TENTATIVAS DE DEJAR LOS MALOS HÁBITOS


0 __________________________________________________________________ 10
Fracasadas Con éxito

COMPETENCIA EN UN CAMPO QUE DOMINAS


0 __________________________________________________________________ 10
Nula Perfecta

• ¿En qué campo has descubierto que sobresales?

___________________________________________________________________

• ¿Cómo has llegado a este alto nivel?

___________________________________________________________________

El estado Padre, la luz roja

Si simplificadamente el estado Niño es la parte del yo que SIENTE las emociones


primarias, y el estado Adulto es la parte que PIENSA, el estado Padre es la parte
que CREE: “Eso no se hace”, “No hables con la boca abierta”, “A quien madruga,
Dios le ayuda”, “La gente normal es... (obediente, responsable, respetuosa,
valiente, rápida, etc.)”, “Con el semáforo en rojo, no puedes cruzar”.

El estado Padre, como el estado Niño, también procede de grabaciones de los


primeros años de vida, pero, a diferencia del Niño, que es la grabación de datos
percibidos directamente por la persona en su primera infancia, el Padre procede
de datos grabados de las figuras parentales, es decir, de las experiencias y
creencias de las personas que la educaron: el padre y la madre (biológicos o
adoptivos), los hermanos mayores, los abuelos, los familiares que convivían con
ella, los tutores, los maestros y otras figuras de autoridad y, en definitiva, “lo
que se creía” en la cultura donde creció.

Cuando una persona se comunica desde el estado Padre, “la persona siente,
piensa, actúa, habla y responde igual que lo hacían su padre o su madre cuando
era pequeña... Incluso cuando la persona no está manifestando de hecho este
estado del yo, éste influye en su conducta con lo que llamamos “influencia
parental”, que ejerce las funciones de una conciencia” (E. Berne, 1973). Las

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funciones del Padre son: proteger y educar a la siguiente generación y acopiar los
valores, normas, principios y creencias que gobernarán a la persona cuando no
haya tiempo para la reflexión y el cuestionamiento.

Así como decíamos que el lenguaje del Niño es en gran parte “infantil”, el
lenguaje del Padre, es un lenguaje más elaborado, aparentemente puede
parecer racional y “adulto”, pero no lo es. El Padre está constituido por
mensajes que grabamos en el pasado, irracionalmente, con amor y admiración,
de las personas que nos produjeron reacciones emocionales intensas (de amor,
rabia o miedo). Cuando grabamos los mensajes en el Padre, éramos pequeños,
nuestro Adulto tenía pocos datos, y dependíamos totalmente de las personas que
nos cuidaban. Por eso, “creímos” lo que nos decían sin cuestionarlo. De esas
personas recibimos una especie de refranero simplificado que contiene mensajes
para cuidar a los demás, para cuidarnos, instrucciones para vivir “bien” y juicios
sobre lo bueno y lo malo.

Cuando nos comunicamos desde el estado Padre, además de los mensajes


arcaicos, reflejamos en nuestros mensajes no verbales las emociones de las
personas que nos educaron y su tono de voz, sus expresiones faciales y sus gestos
cuando nos aconsejaban, reñían o daban instrucciones. En el estado Padre hay un
tipo de comunicación afectiva, del Padre protector y afectivo: “Abrígate, que
hace frío”, “Ves a dormir y descansa”, “Te felicito”, “Tienes derecho a...”, “Tú
puedes”; y otra comunicación desde el Padre normativo o crítico: “No seas
tonto”, “No cruces la calle en rojo”, “Tienes que llegar puntual”.

La irracionalidad del Padre y la “racionalidad de los antepasados”

Que los mensajes del Padre no sean “racionales” no significa que no sean útiles:
fueron y son mensajes esenciales para la supervivencia y la convivencia. No son
racionales porque nuestra racionalidad no actuó en su momento para decidir si
valía la pena, o no, grabar órdenes como: “hay que comer de todo” o “hay que
dar las gracias”. Pero sí que contienen la “racionalidad de los antepasados”, la
sabiduría de lo que en las generaciones anteriores se descubrió que era válido.

Las órdenes que recibimos en los primeros años de vida no contienen argumentos
ni justificaciones: un niño que vive en una ciudad con semáforos, debe detenerse
ante la luz roja “porque sí”, o “porque lo digo yo, que soy tu madre”, sin
argumentos, sin condiciones ni atenuantes; si el niño lo graba, tiene más
posibilidades de supervivencia que si no lo hace. Un niño que graba: “hay que

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terminarse todo lo del plato”, en una sociedad que vive épocas en que la comida
es escasa, tiene más garantías de supervivencia que el que no lo graba.

Pero esas creencias, con el tiempo, pueden llegar a ser perjudiciales o poco
adaptadas al aquí y el ahora. Por ejemplo, un niño que en la actualidad esté
condicionado desde pequeño a comerse todo lo que le ponen en el plato, es fácil
que acabe por perder su instinto natural regulador del apetito y que, en una
sociedad opulenta, acabe por sobrealimentarse. Actualmente, cada vez hay más
casos de obesidad infantil y seguramente las actuales generaciones están
grabando en su estado Padre mensajes como: “el pan engorda”, “hay que estar
delgado”, “los dulces engordan”, o “hay que comer fibra”.

El Adulto puede evaluar al Padre

Como educador o educadora, o como padre o madre si lo eres, seguro que te has
descubierto diciendo y haciendo cosas que decían tus padres y profesores y que
quizás juraste que tú no dirías. A medida que nuestro Adulto tiene más datos y
más capacidad reflexiva, podemos decidir libremente si las grabaciones que
hicimos en el pasado queremos que continúen actuando.

Algunos de los valores, principios y normas que adquirimos están fuera de nuestra
duda, nos han conformado como somos y queremos transmitirlos a las siguientes
generaciones. En cambio, el aprendizaje de la vida nos puede haber llevado a la
conclusión de que otras normas adquiridas ya no son necesarias o útiles, que
responden a realidades ya superadas.

Este proceso de evaluación y revisión del estado Padre se puede hacer a través
de la conciencia del Adulto. Es el Adulto el responsable de decisiones como la de
dejar comida en el plato si uno no tiene hambre, aunque el Padre diga lo
contrario; o de cruzar la calle en rojo, si las circunstancias lo requieren, ¿y quién
no ha cruzado nunca un semáforo en rojo?

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Actividad. Toma de conciencia sobre las creencias del propio Padre.


Reflexiona sobre las siguientes creencias y contesta sí o no.
Creencia ¿Era válida en ¿Era válida ¿Es válida
mi cultura para mi en para mi en
familiar? ¿Era el pasado? el presente?
válida en mi
colegio?
Todo el mundo va a la suya, en la
vida nadie te ayuda.
Las personas que tienen dinero es
porque lo han robado.
Las personas ricas no son felices.
Primero es la obligación que la
devoción.
Dos no se pelean, si uno no
quiere.
Ganar dinero es responsabilidad
del hombre.
Los hijos son responsabilidad de
la mujer.
Hay que controlar las emociones.
Hay que trabajar rápidamente.
La letra con sangre entra.
Dedicarse al arte o a la cultura es
perder el tiempo.
Lo que no se consigue con
esfuerzo no vale la pena.
Si eres listo, no es necesario que
te esfuerces.
Los alumnos que se esfuerzan,
obtienen buenos resultados
académicos.
Los alumnos que tienen malos
resultados académicos es porque
no sirven para estudiar.
En el colegio hay que enseñar a
los alumnos a ser felices.
Los alumnos que no se comportan

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bien en clase son maleducados.


Educar es cosa de la familia, el
profesorado solamente es
responsable del aprendizaje.
Los docentes deben querer a sus
alumnos.
Comentario
Habrás visto que hay creencias para todos los gustos. Seguramente, hay algunas
cosas que se creían en tu familia pero que tú no incorporaste. Cada uno decide lo
que graba y de quién lo graba. También es posible que haya creencias que tenías
y que con las experiencias de la vida has cambiado. Si en la lista no hay ninguna
de ellas, pensando un poco en seguida descubrirás en ti creencias que se han
transformado con los años, son las que tu Adulto ha ido revisando.

Mi Padre y tu Padre, y el reto de imaginar la escuela deseada

No es fácil imaginar la escuela deseada y llegar a acuerdos con otros


profesionales de la educación o con las familias de los alumnos, para alcanzar los
objetivos deseados. La comunicación sobre la educación deseable es un reto. El
mero hecho de que estemos pensando en cómo educar puede activar el estado
Padre de las personas implicadas y aparecen las creencias de nuestros
antepasados. En el estado Padre grabamos, cuando éramos pequeños, los valores
y normas “verdaderos” y la “buena” manera de educar personas “correctas”.
Hablar de educación es fácil que nos aleje del estado Adulto necesario para
llegar a acuerdos constructivos adecuados al presente.

Los tiempos cambian y en la educación aparecen nuevos retos: la disgregación de


la familia tradicional y de la vida social, la presencia en los hogares de fuentes
de contenidos indiscriminados (internet, las redes sociales y de múltiples canales
de televisión), las grandes migraciones y la globalización, etc. Estos factores nos
ponen en relación con personas con valores y creencias muy distintos de los
nuestros. Para llegar a acuerdos y mantener una comunicación fluida
necesitamos mantener la actividad mental en el Adulto, entonces podremos
encontrar soluciones adecuadas al aquí y el ahora, mientras recibimos mensajes
que podrían hacernos reaccionar desde los valores y normas adquiridos de
NUESTRAS generaciones pasadas.

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Cómo se comunica el estado Padre

Estado del yo Funciones Ejemplos de expresiones Ejemplos de


comunicativas verbales expresiones
Padre no verbales
 Criticar al otro.  Juicios terminantes, sin  Voz afectuosa
El concepto  Criticar a justificación: nadie es y protectora,
APRENDIDO de la terceras honrado; siempre estás condescendien
vida. personas. gritando, nunca me escuchas, te.
La moral religiosa  Descalificar. todo lo haces mal, hablas  Voz fuerte y
y cultural.  Felicitar. demasiado rápido, comes autoritaria,
La tradición, la  Proteger. demasiado lento, es mejor tajante.
cultura.  Prohibir. pedir que robar, etc.  Entonación
Los valores, las  Dar permiso.  Imprecisiones, estereotipos: irónica,
normas  Aconsejar. los hombres sois así, los despectiva.
aprendidas, los  Dar órdenes o catalanes son agarrados, la  Fruncir el
prejuicios. instrucciones. juventud es irresponsable, ceño.
LO QUE HAY QUE  Juzgar lo que antes se vivía mejor, la gente  Brazos
HACER. está bien y lo normal saluda, etc. cerrados en
que no lo está.  Refranes: al peor cerdo, la posición de
 Generalizar. mejor mazorca; se atrapa rechazar.
antes a un mentiroso que a  Brazos
un cojo, etc. abiertos en
 Comparaciones: eres el posición de
mejor, eres el más lento, acoger.
¿qué dirá la gente?  Señalar con el
 Imperativos: cállate, dedo índice.
aguántate, trabaja más,  Amenazar con
limpia la casa, ves al médico, el puño.
abrígate, dúchate, hazlo  Mover la
como Dios manda, etc. cabeza
 Perífrasis de obligación: desaprobando.
tienes que hacerlo, debo  Poner la mano
madrugar, hay que trabajar, protectoramen
no tienes que fumar, etc. te sobre la
 Expresiones de apoyo: Tú cabeza, sobre
puedes, puedes contar el hombro,
conmigo, está bien lo que palmada en la
hagas, no importa si te espalda.
equivocas, estás en tu
derecho, te felicito, confío
en ti, puedes divertirte sin
sentir culpa, etc.

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Por qué hay comunicación que ofende “sin querer”

Los “estados” que permiten las conversaciones más eficaces

En una conversación, lo habitual es que los interlocutores vayan cambiando


varias veces de estado del yo. Hay cambios que no afectan al buen clima
emocional, mientras que otros son los que explican los conflictos, las ofensas, los
resentimientos, las críticas y las justificaciones.

La comunicación de Adulto a Adulto es la que permite intercambiar información,


negociar, tomar decisiones conjuntas, buscar alternativas, valorar los pros y los
contras.

Sin embargo, la práctica nos dice que en el ámbito educativo se producen


muchos conflictos. En los conflictos intervienen los estados Niño o Padre de las
dos partes. Si una de las partes, en medio de la tormenta, logra volver al Adulto,
hay muchas probabilidades de que la tormenta amaine y de que vuelva la calma.
¿Cuándo se producen conflictos entre los estados Padre y Niño?

Comunicación “arriesgada” que pueden desembocar en conflicto:


 Los dos Niños compiten: “Conmigo se porta mejor”; “A mi me quiere más”;
“Yo sé más que tú”.
 Los dos Padres juzgan diferentemente lo que está bien y lo que está mal:
“No estoy de acuerdo en que mirar la tele sea malo, yo creo que es bueno”;
“No creo que sea mejor que mi hija tenga estudios, lo importante es que sea
una buena madre”.
 El Padre de uno critica o descalifica al Niño del otro: “Si no eres capaz de
llegar puntual, estás dando mal ejemplo”; “Pones tantos deberes a los niños
porque no sabes enseñar bien”.
 El Padre de uno aconseja o da instrucciones al Niño del otro: “Lo que tiene
que hacer es darle la medicación a su hijo”; “Tienes que explicar menos teoría
y hacer más prácticas”.El Padre de uno prohíbe al Niño del otro: “No pegue
a su hijo, esto no se hace”; “No vuelva a castigar a mi hijo”. “Tienes que ser
más dulce con los alumnos”.
 El Padre de uno se dirige al Padre del otro para criticar a una tercera
persona: “Este niño es muy violento y va a tener problemas”; “ Esta familia
está desestructurada y por eso los hijos no van bien en los estudios”.
 El Niño de uno reclama atención o ayuda al Padre del otro: “Yo no sé
explicarle los deberes, ¿puedo venir a clase para aprender lo que hacen en la

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escuela?”; “Necesito que vengas a ayudarme a hacer los disfraces para el


carnaval, porque tengo mucho trabajo y no tengo tiempo.”
 El Niño de uno se justifica al Padre del otro: “Es que no puedo llegar puntual
porque nunca he oído el despertador y no tengo a nadie que me pueda
despertar”; “Es que tengo 35 alumnos y no puedo explicar a todos al mismo
tiempo”.

En las interacciones, las emociones pasan de una persona a otra. Si nuestro Niño
recibe una crítica o una orden desde el estado Padre de una persona enfadada,
es posible que nos inunde la rabia. Pero también puede ser que sepamos
responder de una manera Adulta y que al cabo de un rato nuestra serenidad se
haya contagiado a la persona que nos criticaba. La capacidad de transformar el
estado de ánimo de los demás o, por el contrario, de dejarnos impregnar por las
emociones ajenas, depende de la inteligencia social. Daniel Goleman llama al
contagio de emociones positivas “judo interpersonal”.

Llaves de “judo interpersonal”: restablecer el Adulto en la conversación

Según el Análisis Transaccional, los mensajes que emite una persona salen de uno
de sus tres estados, como mínimo (a veces intervienen dos estados a la vez,
como en el caso de los dobles mensajes y las ironías) y van dirigidos a un “estado
del yo esperado”, a uno de los tres estados de la otra persona. De modo que cada
vez que alguien emite un mensaje tiene 9 opciones posibles (aunque en la
práctica algunas de las posibilidades se producen muy raramente).

Cuando respondemos a alguien desde el estado del yo que esa persona se


esperaba, la comunicación continúa fluyendo sin cambios de estado (con
conflicto o con armonía, eso depende de hechos del pasado de las dos personas).
Pero somos libres de usar una de las otras ocho opciones, aunque no sea la
esperada.

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Por ejemplo, si una persona, desde su estado Padre, critica a nuestro Niño:
“Vestida a sí, pareces un espantapájaros” y nosotros respondemos desde nuestro
Niño, con sumisión (“Ya me voy a cambiar”) o con rebeldía (“Pues pienso
ponerme lo mismo cada día”), la comunicación puede continuar indefinidamente,
ya que contesta el estado del yo esperado por el interlocutor.

En la siguiente “comunicación arriesgada”, el Padre de la maestra da una orden:


“Tiene que llevar al niño al psiquiatra” y el Niño de la madre contesta desde su
Niño Sumiso, o desde su Niño Rebelde, según cómo la madre habría contestado
en su infancia.

El Niño Sumiso de la madre responde a la maestra, que se comunica desde el


estado Padre:
Tiene que llevar al
niño al psiquiatra.
P

Lo que usted diga, señorita.


N

Maestra Madre

El Niño Rebelde de la madre responde al Padre de la maestra:

Tiene que llevar al


niño al psiquiatra.
P

La que necesita ir al psiquiatra es


usted, mi niño está bien.

Maestra Madre

Si la persona que responde no lo hace desde “el estado esperado”, es decir, que
no responde a la provocación desde el estado donde “llega” la flecha, en este

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caso al Niño, entonces decimos que se trata de una “transacción cruzada”:


interviene otro estado del yo. Usar adecuadamente las transacciones cruzadas es
como usar “llaves de judo interpersonal” que pueden evitar conflictos.

En este caso, la madre podría contestar desde el Adulto (¡llave de judo


interpersonal!), con lo cual la maestra que ha dado la orden es posible que active
su Adulto, deje su estado Padre, y se evite un conflicto. No siempre el final es
feliz. También puede pasar que se corte la comunicación.

La madre NO responde desde el estado “reclamado”, sino que responde desde su


Adulto.
Tiene que llevar al
niño al psiquiatra.
P

¿En qué hechos se basa para opinar


así?
A A

Maestra Madre

La maestra, que estaba en el estado Padre, activa su Adulto:


Ayer por la tarde
empezó a actuar
como si estuviera
P oyendo voces
imaginarias y me
llamó la atención. ¿En qué hechos se basa para opinar
así?
A A

Maestra Madre

La otra opción es que la maestra, que continúa en el estado Padre, corte la


comunicación:

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Sabe qué le digo:


que haga lo que
P
quiera. Si no quieren
escuchar, peor para
ustedes. ¿En qué hechos se basa para opinar
así?
A A

Maestra Madre

Por suerte, a menudo en las conversaciones conseguimos hacer los cambios de


estado del yo necesarios para que la comunicación fluya agradablemente.

Actividad. Llaves de judo interpersonal. Indica, en las siguientes situaciones,


desde qué estado del yo responde el o la profesional.

Intervención de la Respuesta profesional Estado


familia del
profesi
onal
1. Usted tendría que A. Pues no lo pienso hacer, ¡bastante Niño
corregir todas las faltas trabajo tengo con ir poniendo notas en la (Rebeld
de los ejercicios. agenda a los que no hacen los deberes! e)
B. ¿Por qué opina así? ¿Piensa que Adulto
corrigiendo todas las faltas mejora la
ortografía?
C. Y usted tendría que controlar más a su Padre
hija para que no vea tanto la tele.

2. Venga, dígame lo que A. Si quiere, podemos buscar otro día para


sea, rápido, que tengo que podamos hablar con calma.
que ir a comer y tengo B. Pues sabe qué le digo, que yo también
mucho trabajo. me quiero ir a comer. ¡No le pienso decir
nada!
C. Tiene que organizarse mejor para poder
dedicar tiempo a las cosas de sus hijos. Se
trabaja para vivir, y no al revés.

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3. Yo ya sé la manera de A. Nuestro sistema es el que se sigue en


resolverlo, pero como las mejores escuelas del país y con los
vosotros hacéis las cosas demás niños funciona muy bien.
de otra manera, ya
veréis que lo vuestro no B. Su manera no es la correcta, ¿no ve que
funciona. así no transmite valores?
C. Si usted ya sabe cómo resolverlo, ¿qué
quiere que hagamos nosotros?

4. ¿Qué tenemos que A. ¿Qué cosas han probado hasta este


hacer para controlar a momento?
nuestro hijo? Estamos B. Tienen que ponerle un horario estricto
desesperados, ya no y castigarle si no lo cumple.
sabemos qué hacer. C. Yo estoy muy desanimado y tampoco sé
qué hacer. Es un desastre que desespera a
cualquiera, si pudiera cambiar de
profesión...

4. ¡Pues no lo voy a A. ¡Ya se ve lo que se preocupan por su


hacer! ¡No pienso hijo! No me extraña que sea un chico
pagar ningún problemático y conflictivo, con estos
psicólogo, si le padres.
quieren estudiar más, B. Sabe qué le digo: ¡que a mi me importa
háganlo ustedes! un rábano su hijo! No es mi problema.
C. Nosotros no entendemos el
comportamiento de su hijo. ¿Por qué
piensa usted que su hijo actúa así?

5. Tendréis que buscar A. ¿De qué manera la tratan ustedes en


una mejor manera de casa?
tratarla. Seguro que B. Si su hija estuviera mejor educada, la
no prestáis suficiente podríamos tratar como a los niños
atención. normales.
C. ¿Cómo quiere que prestemos más
atención con el número de niños que

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tenemos en cada clase? Si pudiéramos


tener la mitad de niños... ¡El gobierno
tiene la culpa!

Comentario

Si la comunicación no verbal de los personajes es coherente con lo que sus


expresiones verbales dicen, los estados del yo del profesional son:
2-A: Adulto; 2-B: Niño; 2-C: Padre.
3-A: Niño; 3-B: Padre; 3C: Adulto.
4-A: Adulto; 4-B: Padre; 4-C: Niño.
5-A: Padre; 5-B: Niño; Adulto.
6-A: Adulto; 6-B: Padre; 6-C: Niño.
Como ves, la respuesta desde el Adulto no es la respuesta “esperada”, pero abre
una posibilidad de resolución del problema. Sin embargo, no da siempre
resultado.

En resumen:

Hemos visto que la efectividad en la comunicación interpersonal está


íntimamente ligada al estado mental y emocional de las personas que intervienen
en las conversaciones. El pasado emocional y el nivel de conciencia de cada uno
de nosotros es una historia única, ha conformado nuestra personalidad y ha
dejado huella en las estructuras neurológicas de nuestro cerebro.

Aunque la personalidad y el cerebro son entidades de gran complejidad, podemos


aproximarnos a ellas suponiendo que los estados de la mente de cada individuo
pertenecen a tres grandes grupos: el estado Padre, donde grabamos los valores y
normas de las personas que nos educaron; el estado Niño, donde conservamos la
capacidad de sentir, pensar y actuar como cuando éramos Niños; y el estado
Adulto, la consciencia que nos permite actuar adecuadamente en el aquí y el
ahora.

Las conversaciones sobre educación es fácil que lleven a los interlocutores a


comunicarse a través de los estados arcaidos del Niño y del Padre, lo cual puede
provocar conflictos. Cuando todas las partes logran activar su estado Adulto, la
conversación puede ser eficaz. Las “llaves de judo interpersonal” son técnicas
sencillas que ayudan a la otra persona a situarse en su Adulto.

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