Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Desde el punto de vista de nuestra razón, los lances desafortunados representan, a lo sumo, la
regla; las excepciones no responden a un fin secreto y la totalidad del mecanismo repite
eternamente su retorno sin que pueda merecer nunca el nombre de melodía, —y para acabar, la
propia expresión de «lance afortunado» no es sino una humanización que implica una censura—.
Pero ¡cómo nos íbamos a atrever a criticar o a alabar al todo! Librémonos de reprocharle falta de
corazón o de racionalidad, o lo contrario a esto, pues no es ni perfecto, ni bello, ni noble, ¡y no
quiere serlo, ni aspira de ningún modo a imitar al hombre! ¡No lo afectan ninguno de nuestros
juicios estéticos o morales! No tiene instinto de conservación ni ningún otro impulso, desconoce
toda clase de ley. Dejemos de afirmar que hay leyes en la naturaleza. No hay más que
necesidades; en ella nadie manda, nadie obedece, nadie transgrede. Si saben que no hay ningún
fin, saben también que no hay azar. Pues la palabra azar sólo tiene sentido en un mundo de fines.
Dejemos de decir que la muerte es lo opuesto a la vida. El ser vivo no es sino un género de lo
muerto, y un género muy raro. Dejemos de pensar que el mundo está creando eternamente algo
nuevo. No hay sustancias que duren eternamente; la materia es un error como el Dios de los
eleatas.