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CAPÍTULO I

ANTECEDENTES.

1.1. HISTORIA UNIVERSAL DEL DELITO.

La regulación en la historia mundial sobre el delito de peligro de


contagio, ha sido variada debido a las distintas definiciones dadas del mismo;
estás variaciones son encaminadas más que nada al resultado, puesto que
mientras para algunas legislaciones antiguas solo se consideraba a este
delito cuándo se realizaba el contagio venéreo, es decir, al transmitir la
enfermedad, se encuadraba dentro del tipo penal de lesiones.

Pero en códigos recientes, podemos observar como cambia la


definición del ilícito, tipificándolo con el simple peligro de contagio en que se
pone a la víctima, o sea, no se necesita del resultado, no exige la transmisión
de la enfermedad para sancionar al sujeto activo.

En este mismo sentido, las legislaciones anteriores han tipificado este


hecho restringiéndolo a las enfermedades venéreas; no obstante, con el
devenir de los años así como las nuevas y terribles afecciones, se ha
ampliado el catálogo de las enfermedades al expresar nuestro código penal
federal vigente en su artículo 199 bis, que el agente padezca un mal
venéreo, y, además añadir u otra enfermedad grave en periodo infectante.
En 1857 se efectuó un caso muy singular; el procurador real de Lucca
presentó un recurso a la corte suprema, para sostener la tesis de que la
inoculación de un mal venéreo presenta elementos de la lesión personal y
mediante está circunstancia, pretendía que en el delito de violencia carnal
resultará la calificante de los maltratos que hubieran producido lesión
personal grave, de acuerdo con el artículo 285 del Código Penal Toscano. La
corte suprema rechazó está tesis; y en verdad, ante el concepto del artículo
285 ese punto de vista parece más bien audaz, ya que el legislador tuvo
manifestádo en mira aquellas lesiones personales que resultasen de las
violencias ejercidas para subyugar a la mujer; y por otra parte, había en ella
falta total del elemento intencional de la lesión. El hecho del contagio por
culpa de un mal venéreo ha sido previsto como delito especial por algunas
legislaciones, y el Código de Oldemburgo (387) lo castiga con cárcel de un
mes a un año. Pero si esto se hiciera por odio con la intención deliberada de
perjudicar a alguien, no debería de jugarse en reconocer en ese hecho el
elemento material de una lesión personal a la que sería aplicable este tipo de
delito.

Italia se muestra contento con la creación del delito de contagio de


sífilis o de blenorragia en el código penal italiano (artículo 554) al indicar: Es
una disposición nueva y aplaudimos al legislador de 1930 por haberla
introducido en el código, a semejanza de lo hecho en Noruega, Suecia,
Dinamarca, Checoslovaquia y la Rusia Soviética, en el último Código Penal
de Polonia de 1932, también configura y reprime el peligro de contagio
venéreo (artículo 245). En Italia se había reconocido jurisprudencia en caso
de contagio doloso o culposo de infecciones venéreas la aplicabilidad de las
disposiciones acerca de las lesiones dolosas o culposas. El nuevo código
decidió dar forma al delito doloso (con dolo de peligro) a la hipótesis-punible
solamente a título de culpa, según el código derogado- de la persona que
conociendo que está afectada de sífilis o de blenorragia, y ocultando este
estado, realiza sobre otra persona actos que pueden ocasionarle el peligro
de contagio.
En España, en la ley del 24 de abril de 1958, se crea el artículo 348
bis, el cual nos dice: El que maliciosamente propagaré una enfermedad
transmisible a las personas será castigado con la pena de prisión menor. No
obstante, los tribunales, teniendo en cuenta el grado de perversidad del
delincuente, la finalidad perseguida o el peligro que la enfermedad entrañare,
podrá imponer la pena superior inmediata, sin perjuicio de castigar el hecho
como corresponda, si construyere delito más grave.

En relación al anterior artículo se puede decir que el origen de este


extraño precepto se encuentra en la copiosa literatura y en la preocupación
existente desde principios de siglo por el contagio de las enfermedades
venéreas: sífilis, blenorragia, etc. La redacción del artículo 348 bis no tiene,
sin embargo, en cuenta esta problemática y es más, al utilizar una serie de
concepciones generales y exigir una serie de requisitos muy estrictos hace
imposible prácticamente la aplicación de dicho artículo.

Merece la pena tratar en este contexto, lo relativo al síndrome de


inmune deficiencia adquirida mejor conocido por sus siglas SIDA, por ser
una enfermedad con manifiestos periodos infectantes, dando lugar a
conductas peligrosas de contagio. Se ha tornado reveladora está
enfermedad, puesto que afecta no sólo al hombre o la mujer, sino también a
los niños, siendo los grupos de mayor riesgo los homosexuales, bisexuales,
carcómanos y hemofílicos.

Pero lo más duro de está enfermedad es su transmisión, porque no


solo penetra en el cuerpo por tener relaciones sexuales sino también por la
madre embarazada, al feto en desarrollo; o al hijo por medio de la leche
materna de una madre infectada asimismo, por el uso de agujas
hipodérmicas sin su correcta esterilización o por transfusiones de sangre de
donadores infectados, que comercian con el líquido sanguíneo, sin las
precauciones necesarias para evitar el contagio.

1.2. HISTORIA NACIONAL DEL DELITO.

En nuestra legislación penal, la primera regulación del delito en


estudio se encuentra en el código penal de 1929, en el título séptimo de los
delitos contra la salud, capítulo tres, estableciendo dos hipótesis: La primera,
en el artículo 526, “Toda persona que transmita a otra sífilis o una
enfermedad venérea”, y, la segunda en su artículo 527, “Al que sabiéndose
enfermo de sífilis o de un mal venéreo contagie a otro, se le aplicará una
sanción de segregación”.

El 26 de enero de 1940, el titulo séptimo, del código de 1931 fue


adicionado con el 199 bis con el siguiente texto; el que sabiéndose que está
enfermo de sífilis o un mal venéreo en periodo infectante ponga en peligro de
contagio la salud de otro por medio de relaciones sexuales será sancionado
con prisión hasta de tres años y multa hasta de tres mil pesos, sin perjuicio
de la pena que corresponda si se causa el contagio, cuándo se trate de
cónyuges solo podrá procederse por querella del ofendido.

“La redacción del precepto revela que la manifiesta intención del


legislador fue la creación de un delito de peligro concreto, en que el contagio
venéreo constituye un resultado ajeno a la estructura del tipo y que caería
dentro de la figura delictiva del artículo 288 del código, tipificándola en el
delito de lesiones.
Ello da, al tipo penal del artículo 199 bis, el carácter de delito formal,
puesto que su punición es independiente del contagio venéreo que como
resultado pueda producirse"1.1

Posteriormente en 1963, el proyecto de código penal para la república


mexicana, dentro del capítulo VIII “Delitos de peligro contra la vida y la salud
de las personas”, en su artículo 295 decía: “El que sabiéndose que padece
cualquier enfermedad grave y en periodo infectante ponga en peligro de
contagio la salud de otro, será sancionado con prisión de tres días a tres
años y multa de cien a tres mil pesos, sin prejuicio de su reclusión en un
establecimiento adecuado hasta que cese el periodo infectante”.

Igual sanción se impondrá a las personas que ejerciendo la patria


potestad, tutela o guarda de un infante que padezca algunas de las
enfermedades a que se refiere el párrafo anterior, permitan que sea
amamantado por persona distinta a su madre si conocen la existencia de la
enfermedad. Entre cónyuges o concubinos solo procederá por querella del
ofendido.

El 20 de diciembre de 1990, por decreto publicado en el diario oficial el


21 de enero de 1991, se reformó, el artículo 199 bis de la siguiente manera:

“El que a sabiendas de que está enfermo de un mal venéreo u otra


enfermedad grave en periodo infectante, ponga en peligro la salud de otro,
por relaciones sexuales u otro medio transmisible, será sancionado de tres
días a tres años de prisión y hasta 40 días multa”.

1 LOPEZ, Betancourt Eduardo, Delitos en Particular, Ed. Porrúa, México 1998, p.62
Si la enfermedad padecida fuera incurable se impondrá la pena de
seis meses a cinco años de prisión. Cuándo se trate de cónyuges,
concubinarios o concubinas, solo podrá procederse por querella del ofendido.

En relación a está reforma, el código penal comentado de González


de la Vega dice: “Con la reforma, ya queda establecido cualquier otra
enfermedad que sea grave, en periodo infectante y que independientemente
de las relaciones sexuales se transmita la enfermedad por cualquier otro
medio. Igualmente se adecua la sanción económica en días de salario”2.

Es interesante observar que en el código de 1871, no se establece


nada en relación al peligro de contagio, dentro del título de delitos contra la
salud; en el código penal de 1929, sí se reguló este delito.

1.3. CÓDIGO PENAL DE 1929

En el título séptimo “De delitos contra la salud”, capítulo III “Del


contagio sexual y del nutricio, se establece en el artículo 526: “Toda persona
que transmita a otra sífilis o una enfermedad venérea, será responsable en
los términos de los artículos siguientes”, sancionándose en el artículo 527, al
que sabiéndose enfermo de sífilis o de un mal venéreo contagie a otro, con
pena de segregación, según las circunstancias del caso, de uno a seis años,
y multa de diez a cuarenta días de utilidad sin perjuicio de reparar totalmente
el daño causado.

Así mismo, cuándo “El contaminador” no sabía que estaba enfermo o


por su rudeza, ignoraba la consecuencia del contagio, o si probaba no haber

2 GONZALEZ, De La Vega Francisco, El Código Penal Comentado, Ed. Porrúa, México, 1992, p.320.
tenido la intención se le condenaba al pago de la multa de cinco a veinte días
de utilidad y a la reparación del daño “artículo 529”.

En torno a la querella, se establecía que cuándo fuere uno de los


cónyuges el contagiado, solo podía procederse a instancia del mismo o a
petición de sus parientes consanguíneos en primer grado “artículo 530”.

Se estipulaba como obligación de los médicos, advertir al enfermo de


sífilis, o de un mal venéreo, el carácter contagioso de su enfermedad, así
como las consecuencias legales y la prohibición de contraer matrimonio
mientras existía el peligro de contagio; su omisión se sancionaba con multa
de cinco a veinte días de utilidad.

Si se reincidía, se le duplicaba la multa y a la tercera vez se le


suspendía en el ejercicio de su profesión por un año, cada vez que incurría
en la falta, además de multa duplicada que debía pagar “artículo 531”.

Cuándo una nodriza sabía o sospechaba que se encontraba atacada


de sífilis, tuberculosis, blenorragia, oftalmía purulenta, tracoma, chancro
blando, granuloma venéreo, lepra o tiña se le prohibía amamantar al hijo de
otra persona a menos que el niño padeciera la misma enfermedad “artículo
532”.

Así mismo, si el niño era un heredo sifilítico, no podía ser alimentado


por otra mujer que no fuera su madre y si ésta no podía se estipulaba la
alimentación artificial o por otra nodriza sifilítica, sometiéndose ambos a
tratamiento médico, “artículo 533”.

Tal vez, también pueda darse la simple omisión cuándo el agente dice
estar curado de algún mal venéreo o enfermedad en periodo infectante,
siendo que no lo está, y deja que una mujer le de un beso en la boca o
mantiene relaciones sexuales con ella.

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