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FILOSOFÍA DEL LENGUAJE CLASE 4

“Hoy, si no fuera por la moda de los deconstruccionistas y los


postmodernistas, la retórica parecería haberse olvidado. Pero dicha moda es
sumamente ambigua. Por una parte, usar la retórica como principio reductivo,
puede hacer pensar en la amplia visión de Isócrates [sofista dado a la oratoria con
fines de privilegios jurídicos y políticos, seguidor de Gorgias aborrecía la filosofía
de Platón] o hasta en el evangelio de San Juan. Es decir, creer que se ha
descubierto un principio que ofrece la clave para todos los grande problemas
[como lo creía Bolzano]. Pero los reduccionismos nos han mostrado, una y otra vez
en nuestro siglo, que no dan para mucho: tal es el nivel de abstracción con que
tienen que bregar. Además, el desconstructivismo y tendencias análogas padecen
de una perversa e inconfesa inclinación al nihilismo, que nos fuerzan más bien a
lamentar el inesperado renacimiento de la retórica en las postrimerías del siglo
XX.”1 E. Tollinchi.

“Elevada, pura y hasta sublime en alguna de sus máximas fundamentales,


incurre, sin embargo, en frecuentes aberraciones, desciende al absurdo, la
abominación y la inmoralidad más repugnantes, cuando entra en el terreno de las
deducciones y de las aplicaciones concretas. La ética del estoicismo merece bien de
la razón, de la sociedad y de la Filosofía, cuando establece y afirma que la virtud
entraña la conformidad con la naturaleza y con la razón divina; pero esta
concepción que, considerada en sí misma y prout jacet [tal como se encuentra], tiene
algo de elevada y superior, decae de esta elevación, no ya sólo cuando fijamos la
vista en sus aplicaciones erróneas y exageradas, sino principalmente cuando
fijamos la atención en el fondo materialista y en el sentido panteísta que entraña.
Porque ya se ha visto que para los estoicos, Dios y la naturaleza material son una
misma cosa, una sola substancia. Así, no es de extrañar que la moral estoica, en
medio y a pesar de su elevación aparente y parcial, decaiga rápidamente en sus

1
Esteban Tollinchi, Cicerón y la retórica, en: Esteban Tollinchi, La metamorfosis de Roma. Espacios,
figuras y símbolos, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, San Juan de Puerto Rico, 1998, pp. 167-
198.

1
aplicaciones, porque éstas proceden de un árbol dañado en su esencia, cual es el
panteísmo materialista. Porque ya hemos visto que la moral del estoicismo es una
moral radicalmente viciosa y sin valor real ético, toda vez que entraña la negación
de la libertad humana y arranca del principio fatalista que representa una de las
tesis fundamentales de la metafísica de los estoicos.

Por otro lado, los dos celebrados preceptos del estoicismo sustine et abstine,
buenos y hasta excelentes como expresión del imperio y dirección que la razón
debe ejercer sobre las pasiones, dejan de serlo cuando se convierten en preceptos
de exterminio de las mismas: una cosa es la moderación de las pasiones y su
subordinación a la parte superior, y otra cosa su aniquilamiento y la apatía estoica.

La afectada pureza en el motivo de la acción; su precepto de obrar la virtud


por la virtud misma, con el consiguiente menosprecio e indiferencia en orden a
todas las demás cosas, y, sobre todo, la independencia autonómica que atribuyen a
su razón individual, norma única, medida y fuente de la virtud, tienen grande
afinidad, por no decir identidad, con los imperativos categóricos de Kant y con las
recientes teorías racionalistas del krausismo de obrar el bien por el bien. Y no hay
para qué decir que todas estas teorías morales, a pesar de su aparente desinterés y
de sus fórmulas rigoristas, se resuelven definitivamente en refinado egoísmo; en
egoísmo que sustituye a la razón divina la razón propia; en el egoísmo del hombre
que se coloca a sí mismo en lugar de Dios para recibir las adoraciones de su propia
vanidad y de los demás hombres. Víctor Cousin observó oportunamente que el
egoísmo, que es la última palabra del epicureismo, es también la última conclusión
lógica del estoicismo.”2 Zeferino González y Díaz Tuñón

2
Zeferino González, El estoicismo, en: Zeferino González, Historia de la filosofía, Red Ediciones, S.L.,
2016, Vol. I, pp. 271-284. Zeferino González y Díaz Tuñón, o.p. (1831-1894) fue Cardenal de la Iglesia
católica, Obispo de Córdoba y Arzobispo de Sevilla y de Toledo, y Patriarca de las Indias. Fue uno de los
primeros que influyó en la restauración tomista dentro de la filosofía cristiana impulsada el papa León
XIII .
https://books.google.com.ar/books?id=vGZMk8IBhzMC&printsec=frontcover&dq=ZEFERINO+GONZ%C3%81LEZ+Y+D%C3
%8DAZ+TU%C3%91%C3%93N+%2B+Historia+de+la+filosof%C3%ADa,+Tomo+I.&hl=es-
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