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Los empleadores valoran las habilidades técnicas, por

supuesto. Pero después de preguntar a más de cien


responsables de Recursos Humanos, reclutadores y CEOs de
diferentes empresas cuáles son las competencias que más
valoran en un candidato, la respuesta más habitual es que
buscan por encima de todo habilidades de gestión y confianza
en uno mismo. Determinadas empresas tienen predilección
por candidatos que tiene habilidades emocionales fuertes, por
encima de aquellos que ajustan más su experiencia y su
formación al puesto que se quiere cubrir.
Las habilidades de gestión tradicionales incluyen la capacidad
de liderazgo, la comunicación y la colaboración.
Los millennials tienen mucha más tendencia que otras
generaciones a sobresalir en ellas - o al menos saben que
deberían explotarlas -, pero hay cuatro destrezas que no se
mencionan tan a menudo, y que sin embargo se hacen
indispensables para los empleadores alrededor del mundo.

1. Atención focalizada: la concentración es el nuevo


cociente intelectual. La tecnología ha incrementado la
automatización en perjuicio de nuestra concentración,
creando una alta demanda de trabajadores capaces de
enfocarse en sus tareas. Los responsables de Recursos
Humanos encuentran en la actualidad un gran número de
fallos tipográficos y descuidos en el formato de los currículos,
solicitudes de empleo y cartas de presentación de los
millennials.

También se reclama una correcta gestión del tiempo; se trata


de saber priorizar, controlar los plazos, ejecutar acorde
al planning establecido y saber maniobrar en caso de
imprevistos. Lindsey Dole, vicepresidente de People at
Updater, señala que muy pocos candidatos tienen experiencia
laboral en proyectos que les hayan permitido "planificar y
ejecutar un proyecto o una tarea de principio a fin, una
habilidad imprescindible en entornos como el de Updater.
Evidentemente, el problema es poder demostrar en un
proceso de selección que se es capaz de gestionar los tiempos
de forma equilibrada, por lo que la mayoría acceden a puestos
más básicos desde los que ascienden a medida que logran
exhibir su evolución o sus capacidades al respecto.
2. Algo más que estudios universitarios: hace unos
años, tener una licenciatura o una diplomatura era tan
esencial para una carrera prometedora que eclipsó todas las
demás habilidades. Pero esta obsesión ha tocado su punto
máximo; ahora son mucho más frecuentes, y por lo tanto
carecen de la importancia excesiva que se les otorgaba en la
competición por un puesto de trabajo. Ya no es el filtro
definitivo a la hora de seleccionar al personal; las empresas
empiezan a ver una carrera universitaria como un valor no
siempre eficiente ni ajustado a determinadas trayectorias. Las
universidades preparan para habilidades técnicas - como
memorización, posicionamiento SEO... -, pero ha fracasado a
la hora de enseñar habilidades personales de gestión para los
negocios.

Por ejemplo, la mayor parte de los puestos de nivel básico


incluyen una orientación hacia el cliente; sin embargo, pocas
universidades incluyen en sus programas alguna asignatura
dedicada a las ventas, la atención al cliente o las relaciones con
proveedores. Los que se inclinan hacia la creación de negocios
no se sienten preparados con su sola educación universitaria.
De este modo, las grandes empresas de hoy en día
recomiendan a los millennials apostar por la curiosidad y el
compromiso; los nuevos aspirantes no deben estar cerrados a
seguir formándose y adquirir habilidades que no tenían en
mente.

3. Agilidad: la tecnología y la ingeniería son campos que


cambian tan velozmente que el experto de hoy puede tener
pronto unos conocimientos desfasados. Por lo tanto, en un
mundo digitalizado es fundamental que los candidatos tengan
la capacidad de moverse ágilmente por los entornos
tecnológicos y adaptarse a las transformaciones. Las empresas
promotoras del empleo insisten en que los millennials a
menudo esperan que las cosas se resuelvan por sí mismas y, si
no lo hacen, seguir adelante en lugar de encontrar una
solución. La capacidad para superar los contratiempos es la
cuestión número uno para muchos de los empleadores.

4. Humildad: no hace falta entrar como un experto en la


materia y considerar que uno es infalible. Los millennials, en
palabras de los empleadores, deben admitir aquellas cosas que
desconocen o que no saber hacer por sí solos y pedir ayuda
cuando lo necesiten. Aunque parezca mentira, esa humildad
es una habilidad en sí misma. Ser sencillo y asumir que no
nacimos para ser los Número 1 desde el primer momento
puede ahorrar a la nueva generación de trabajadores más de
un disgusto, y adaptarse de forma sencilla a los comienzos, sin
aspirar a los mejores salarios o a las condiciones que acaba de
lograr el empleado más veterano de la compañía.
Los millennials están bien preparados, sí; pero esa conciencia
a veces les impide ver más allá y ser capaces de desarrollar
capacidades de la inteligencia emocional que son igual o más
vitales para el desarrollo diario de una compañía que los
conocimientos técnicos por los que han sido contratados. Lo
más frecuente es que las personas que creen saberlo todo no
son adaptables, ni son buenos colaboradores. Admitir que es
un principiante, las veces que haga falta, es la auténtica
esperanza para avanzar.

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