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¡Ay!

Chavela
Por: José Darío Castrillón Orozco.

Dice Porfirio Barba Jacob en Futuro, que a él “la tierra


mexicana le dio su rebeldía, su libertad, sus ímpetus”. A
Chavela le correspondió legado semejante, pues,
naufragando en ese mar de tequila, ya vieja llegó a “sacar
juventud de su pasado”. En rebeldía con el destino de ser
un despojo de la fama, resurgió de su extravío, y con el
vigor que la hizo grande, levantó de nuevo el telón de
artista. Ahora, un laberinto de arrugas le surcaba cara y
manos, su voz “de rayo de luna llena” estaba
resquebrajada. Como si esto fuese poco, el bolero y la
Sólo una noticia interrumpió en Latinoamérica la ranchera eran ya músicas de desclasados. Para ellos
transmisión de los juegos olímpicos de Londres: La cantó, y tuvo la osadía de encarar el escenario con sus
muerte de Chavela Vargas. Una exclamación de pesar y nuevas debilidades. Como Porfirio, “un gran dolor
de sorpresa se extendió por todo el subcontinente. Pesar incognito vibraba por su acento”, otra vez hizo las
por morar en el cariño de los latinos de varias amarguras más amargas.
generaciones, sorpresa porque quedaba la duda si no
Recobró la actualidad en su vejez, y fue consentida de
había muerto ya.
nuevo por las celebridades. Impactó hasta a Joaquín
La Vargas fue ídolo de nuestros padres, nuestra, y de Sabina quien la retrató de cuerpo y alma en Por el
nuestros hijos. Último vestigio de una bohemia latina, no bulevar de los sueños rotos.
tan cantada como la parisina, pero tan productiva como
Su muerte causó extrañeza. Decía que quedaba la duda si
aquella: la mexicana. Animada por contertulios como
no había muerto ya, o si acaso era inmortal. Porque
Trotsky, Diego Rivera, José Alfredo Jiménez, Frida Kahlo,
alcanzó la senectud en contravía del recetario de la
entre otras luminarias, natales y acogidas, en esa que
longevidad que pasa por embutirse comida de burros, ser
también se llamó tierra de la libertad. México, luciendo
abstemio, no fumar, no trasnochar…. Se burló, con su risa
las insignias de su revolución, y con un antiimperialismo
también de rayo de luna llena, de los predicadores del
proverbial, fue abrigo para artistas y pensadores
vivir insípido para durar mucho, y vivió como quiso. Se
perseguidos en el resto del mundo. Allí encontraron
fue a sus 93 años bien bebida, bien fumada, bien comida,
amparo exiliados de la guerra civil española y de otras
bien trasnochada, y bien amada.
guerras europeas, fugitivos de las purgas estalinistas, y de
las dictaduras latinoamericanas. Con ellos se sentó a Por supuesto, también bien cantada. Tanto por lo que
manteles Chavela, a su vez exiliada por la pobreza y por la interpretó como por lo que le cantaron, y por lo que le
intolerancia de su Costa Rica natal, además de las compusieron. La canción de costura impecable que le
boconadas de su “lengua libre”. hiciera Sabina, es del tenor del bronce para el héroe: la
sacó de la fama y la instaló en la gloria. Después de ello
Sin más dotación que su virtuosismo para el canto, llegó
podía morir en cualquier momento, ya estaba arropada
al país azteca a guerrearse la vida en un pulso contra la
de inmortalidad con el abrazo poético del español.
fatalidad. Era el amanecer del bolero y la ranchera y, a
canto herido, venció por hacer las amarguras más Aunque duele el desenlace, queda una sensación de
amargas, contrario a lo que le canta Sabina. Se convirtió victoria en este final de una vida vivida. Un brindis por
en adoración de multitudes, pero más de la Chavela:
intelectualidad que la tenía como invitada para tragos
inspirados. Los alegres camaradas fueron partiendo, “una dama de poncho rojo,
muchos por la puerta grande, al final sólo la pelo de plata y carne morena.
acompañaron copas desprovistas de inspiración y de Mestiza ardiente de lengua libre,
amor. La grandeza de La Vargas se fue diluyendo en gata valiente de piel de tigre
borracheras, a la par que su dinero. A tientas en las con voz de rayo de luna llena”
sombras de un pasado luminoso, tuvo tiempo de hacer
cuentas: se bebió un millón y medio de litros de tequila.

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