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VOL II
EXPRESIÓN DE DNA EN SISTEMAS HETERÓLOGOS
ANIMALES TRANSGÉNICOS | TERAPIA GÉNICA
1. ANIMALES TRANSGÉNICOS
A lo largo de los siglos se han producido animales con nuevas combinaciones
de genes, utilizando métodos tradicionales de reproducción mediante cruces
selectivos e hibridaciones, pero siempre con la limitación de que los genes que
se cruzaban debían pertenecer a la misma especie o a especies muy parecidas.
Actualmente, y desde los años 80, la transgénesis ha permitido superar este
obstáculo, permitiendo a los científicos la investigación y aplicación de esta
técnica en numerosos campos. Además de la obtención de productos valiosos
por medio de microorganismos, la ingeniería genética permite la obtención de
plantas y animales alterados genéticamente. Son lo que se denominan
organismos transgénicos, y son aquellos dotados de una nueva información
genética derivada de la adquisición de un DNA foráneo y que son capaces de
transmitirlo a su descendencia. Normalmente, en los organismos animales
superiores, la información genética se transmite por mecanismos de
reproducción sexual en lo que se conoce como transmisión genética vertical;
sin embargo, hace alrededor de 20 años, se logró en ratones la transferencia
de esta información génica por inyección de un DNA extraño en un cigoto
obtenido por fecundación in vitro. Esto último es una transmisión genética
horizontal denominada transgénesis. Existen numerosas técnicas que se
emplean hoy en día para la obtención de animales transgénicos (virus sin
poder patógeno que actúan como vectores genéticos, microproyectiles
cargados con DNA, electroporación, microinyección de DNA,…), pero el
método más utilizado debido, principalmente, a que permite dirigir las
secuencias genéticas a lugares específicos del genoma, es aquel en el que se
emplean células en cultivo a las que se somete a modificaciones genéticas
específicas, produciendo células madre transgénicas que, posteriormente, son
insertadas en embriones en fase de blastocisto. Los individuos resultantes
portarán el gen sólo en un porcentaje de sus células.
A lo largo de los años, se han ido descubriendo nuevas técnicas para el
desarrollo de este proceso ya que posee múltiples utilidades y aplicaciones en
numerosos campos. Una de las aplicaciones que tiene la transgénesis en
animales es la implantación de la hormona del crecimiento para que los
animales tengan un crecimiento mayor y más rápido. Así, en el salmón, esta
técnica ha conseguido ejemplares que engordan dos veces más rápido y
comen menos que las variedades naturales, creciendo incluso en invierno,
época en la que normalmente el crecimiento se detiene. También se puede
utilizar esta terapia para conseguir fortalecer el sistema inmune de
determinados animales, haciéndolos incluso resistentes a algunas
enfermedades. Existen terneros, por ejemplo, que son resistentes a la mastitis,
a la disentería o al cólera, y estas alteraciones a veces pueden transmitirse a la
descendencia. En el campo de la medicina, también son empleados animales
transgénicos con un fin terapéutico, para avanzar en el tratamiento de
determinadas enfermedades, para generar medicamentos de forma
endógena, o incluso con el objetivo de la realización de trasplantes entre
distintas especies (xenotrasplantes). Si se aísla el gen humano causante de una
determinada enfermedad y se introduce en ratones, éstos desarrollarán la
enfermedad y, así, pueden investigarse nuevos tratamientos sin arriesgar vidas
humanas. También se emplean en bioreactores, que son animales a los que se
les introduce DNA de ciertos genes humanos capacitándolos así para producir
ciertas proteínas humanas que pueden ayudar a tratar determinadas
enfermedades. Algunos ejemplos de esta aplicación son vacas, ovejas y cabras
cuya leche puede ser usada para tratar la diabetes, el enfisema pulmonar o la
hemofilia entre otras enfermedades; el pez Tilapa, que puede producir insulina
humana para diabéticos; o cerdos que contienen hemoglobina humana en sus
glóbulos rojos. En relación a los animales empleados como bioreactores, es
importante destacar que recientemente, en febrero de 2009, la FDA (Food and
Drug Administration) ha aprobado el empleo del primer animal transgénico
(una cabra) para la producción de la proteína recombinante humana α-
antitrombina, una proteína anticoagulante. El objetivo de la producción de esta
proteína es el tratamiento de personas con una deficiencia hereditaria de α-
antitrombina, ya que estas tienen altos riesgos de sufrir trombos si son
sometidos a operaciones o durante el parto. En cuanto a los xenotrasplantes
arriba mencionados, si se realiza la implantación de genes humanos en
animales, éstos se convierten en posibles donantes de órganos, ya que portan
en su DNA un antígeno regulador del complemento humano que evita que se
dé el rechazo hiperagudo típico de los trasplantes entre distintas especies. El
cerdo, debido al tamaño de sus órganos, podría convertirse en el primer
donante transgénico. Aún con esto, la producción de animales transgénicos
para la investigación científica y con fines comerciales continúa siendo un área
muy importante de la biotecnología que tiene un gran futuro por delante.
1.1. Transgénesis
La transgénesis es un procedimiento biotecnológico por el que se
introduce un gen foráneo (transgén) en el genoma de un ser vivo. En
la transgénesis se busca que el transgén se integre en la línea germinal
(gametos) de una manera estable, asegurando así que ese nuevo gen
incorporado pueda ser heredado por la descendencia. En los animales
superiores, la información genética se transmite por reproducción
sexual (transmisión genética vertical). En 1981, Gordon y Ruddle
demostraron la integración y transmisión estables (a través de la línea
germinal) de genes inyectados en pronúcleos de cigotos de ratón
obtenidos por fecundación “in vitro”. Eran los primeros ratones
transgénicos. Es decir, se trataba de una transmisión genética
horizontal, que se denominó transgénesis. El paso siguiente consistió
en probar que también se podían obtener ratones transgénicos que
incorporaran en su
genoma un gen
(transgén) de otra especie.
Así, en 1982, Palmiter y
col. obtuvieron ratones
transgénicos gigantes al
inyectar en el pronúcleo
de un cigoto de ratón el
gen de la rata que codifica
la hormona del
crecimiento. Incluso, estos
mismos investigadores,
obtuvieron también
ratones transgénicos
gigantes cuando el
transgén introducido, que codificaba la hormona del crecimiento, era
de origen humano. Los ratones fueron los primeros animales en los que
se consiguió la transgénesis. A los experimentos con ratones, siguieron
los mismos procedimientos con conejos, ovejas y cerdos, en un intento
de aumentar su tamaño (Hammer y col., 1985).
viii.
Transferencia de estos blastocistos resultantes, con ES
modificadas y ES originales, a hembras sincronizadas para
gestarlos.
ix. Estudio de las quimeras generadas (animales con dos tipos
de células: algunas con la modificación genética, porque
proceden de las microinyectadas en los blastocistos, y otras
no).
x. Realización de cruces entre machos y hembras
heterocigotos para el gen modificado, con el fin de obtener
homocigosis en dicho gen.
2.5.1. Retrovirus
Los Retrovirus introducen sus genes de forma permanente en el
cromosoma de las células que invaden. Una vez el retrovirus se ha
integrado en el cromosoma, sus genes se copian y se transfieren a
todas las células descendientes de la célula invadida. Esta
característica ha hecho de los retrovirus un candidato de mucho
interés científico y utilidad para la introducción de genes
terapéuticos en células madre o stem cells. El problema de este tipo
de virus, como ya se ha comentado, es que son altamente
promiscuos e inseguros, depositan sus genes en muchos tipos
celulares y son inútiles para la inserción de genes en células que
raramente se dividen, como las neuronas o las células del músculo
esquelético. Además, la integración del cromosoma viral se produce
en lugares cromosómicos impredecibles, aumentando el riesgo de
que la propia integración altere lugares críticos donde residan
genes de control de la división celular, reparación del DNA o
programación de la muerte celular, pudiendo ser potencialmente
oncogénicos. La falta de especificidad de diana de los retrovirus se
ha estudiado con retrovirus quiméricos derivados de virus humanos
y virus de otras especies animales. Por ejemplo, la especificidad de
infección reside en las proteínas de la cubierta del virus, y éstas son
sustituibles en el cromosoma del virus. Así, se ha conseguido
sustituir una proteína de la cubierta del virus de la leucemia del
ratón (MLV) por la del virus de la estomatitis vesicular humana
(HVSV) y cambiar la especificidad del MLV por células humanas. En
la actualidad se están probando vectores basados en estas
quimeras víricas, sobre la base de que le MLV no produce
enfermedades conocidas en el hombre y que los niveles de
fabricación de proteína a partir de un gen terapéutico insertado en
su genoma pueden ser regulables y apropiados para su uso en
terapias. También se ha estudiado el virus de la inmunodeficiencia
humana VIH, retrovirus causante del SIDA, como un posible vector
de transferencia génica en células que no se dividen, como por
ejemplo en el cerebro, pero el peligro de que existan residuos
patogénicos del VIH u otros retrovirus está siendo evaluado con
suma cautela por la comunidad científica. El potencial infeccioso de
estos virus por mutagénesis, recombinación y replicación dentro del
organismo debe ser cuidadosamente evaluado antes de llevarlo a
la práctica como vector de terapia génica.
2.5.2. Adenovirus
El adenovirus humano presenta un modelo de vector de
transferencia de notable seguridad, con un riesgo de enfermedad
asociada a la terapia de, a lo sumo, un resfriado. Estos virus infectan
células humanas con mucha facilidad, y su potencial para su uso
como vectores de genes es muy alto debido a ello. Además el
adenovirus puede infectar células independientemente de si están
en división o no y los niveles in vivo de fabricación de proteína a
partir de un gen exógeno son muy elevados. Los adenovirus
raramente se integran en el cromosoma de las células que invaden,
aunque sí introducen sus genes en el núcleo de ésta. Esto quiere
decir que el gen terapéutico acaba desapareciendo y con él su
función terapéutica. Por otro lado, esta aparente desventaja puede
ser utilizada para tratamientos que requieran transitoriedad, y
repercute directamente en la seguridad del tratamiento. Éste puede
ser repetido con cierta periodicidad convirtiendo a la enfermedad
en una condición crónica sintomática, y aunque se escape de lo que
es estrictamente curativo, sí puede ser una buena y segura solución
para muchas enfermedades. La mayor desventaja del uso de
adenovirus en terapia génica es que poseen una baja especificidad
celular, lo que complica la infección selectiva de células en
procedimientos in vivo, y la respuesta inmunológica que suscitan
puede llegar a ser lo suficientemente importante como para
provocar la muerte de las células infectadas por el vector. Estos son
dos de los campos en los que se está trabajando para evitar estos
problemas: la necesidad de derivar nuevos vectores basados en
adenovirus de donde se hayan desechado o alterado los genes que
provocan la respuesta inmunológica.
2.5.4. Liposomas
Para evitar los problemas inherentes a la toxicidad potencial de virus
humanos se han diseñado múltiples agentes sintéticos que
empaquetan el ADN de forma que éste pueda ser introducido en
la célula a la vez que lo protegen de su degradación tanto fuera
como en el interior de la célula. Los liposomas son “perlas” de lípidos
que contienen un ADN plasmídico en el que se encuentra el gen
terapéutico con todas las señales de secuencia necesarias para su
expresión en el destino celular de elección. La transferencia a la
célula se realiza por medio de la fusión entre los lípidos del liposoma
y los de la membrana celular. El mayor problema de esta estrategia
es la especificidad de las células diana en terapias in vivo y la baja
eficacia de la transferencia. La falta de especificidad está siendo
corregida por la incorporación de epítopos o pequeños
polipéptidos en el revestimiento de estas perlas lipídicas, para
fusionarlas sólo en las células diana que presenten moléculas
receptoras específicas para estos polipéptidos.
2.7. APLICACIONES
La terapia génica constituye una gran esperanza para los pacientes
afectados por alguna alteración genética. Estas técnicas pueden
sustituir el gen alterado por uno normal; sin embargo, es necesario
conocer las alteraciones moleculares de las enfermedades genéticas y
decidir si son factibles de tratamiento con la terapia génica. El gen en
estudio debe clonarse e introducirlo con seguridad en las células. A
continuación se mencionan algunas aplicaciones de la terapia génica
en diferentes áreas de la medicina: enfermedades hereditarias, cáncer,
enfermedades autoinmunitarias y otras.
2.7.2. Hemofilia
La TG está resultando también eficaz en casos de hemofilia «A» y
«B» donde se encuentran alterados los factores coagulantes VIII y
IX, respectivamente. En ellas se han realizado aproximaciones
utilizando el transgén de estos factores y vectores retroviales,
adenovirus, virus adenoasociados y ADN desnudo administrados
por vías comunes como la subcutánea, intramuscular, intrahepática,
intraperitoneal, o intravenosa. Los vectores actúan como un
liberador de los factores a las células musculares del paciente,
donde producirán continuamente este factor. Valores equilibrados
de éstos en el flujo sanguíneo reducirán sustancialmente los
episodios de hemorragias espontáneas y la necesaria infusión de
estas proteínas en los pacientes de este tipo de hemofilia.
2.7.5. Cáncer
En el cáncer las líneas de investigación, tanto preclínicas como
clínicas dentro de la TG, pueden ser agrupadas en varias estrategias:
- Destrucción de las células tumorales mediante la expresión de
productos tóxicos, o, en su defecto, enzimas capaces de activar
profármacos, como puede ser por la sobreexpresión de la
enzima tiroxina cinasa que transforma un profármaco, el
aciclovir, en un veneno.
- Fortalecer y estimular la protección natural del sistema
inmunitario contra las células anormales incrementando el
carácter extraño de estas células, potenciando los mecanismos
del sistema inmunitario o modificando las células cancerígenas
para hacerlas más susceptibles a su destrucción.
- Cambio del fenotipo de las células cancerígenas, bien
inhibiendo la expresión de oncogenes o aumentando la de
genes supresores de tumores, como el p53 que aparece
mutado en un alto porcentaje de tumores, o introduciendo
«genes suicidas» en células tumorales.
- Protección de las células normales de los efectos de la
quimioterapia o radioterapia.
- Incremento de la cantidad y citotoxicidad específica de los
linfocitos que reaccionan con las células tumorales.
2.7.7. Diabetes
La TG mantiene abiertas dos líneas de investigación en pacientes
con diabetes tipo 1, caracterizada por una pérdida completa de las
células betapancreáticas. Mientras la primera se basa en la
modificación de la respuesta anómala del sistema inmunitario, la
segunda intenta aumentar el número de células capaces de secretar
insulina. Entre las vías de actuación sobre la respuesta
autoinmunitaria destacan:
- Inhibición de moléculas implicadas en el desarrollo de la
diabetes tipo 1 como interleucina 1beta, factor de necrosis
tumoral alfa, interferón gamma, interleucina 6 y óxido nítrico.
- Estimular la expresión de interleucina 4 con el fin de prevenir el
proceso de inflamación previo a la destrucción de las células
beta.
- Inhibición de la interacción de moléculas Fas/Fas-L.
- Producción local, en células beta genéticamente modificadas,
de moléculas anti-CD40-ligando, una proteína que desempeña
un papel clave en la activación de los linfocitos T.
2.7.9. Ceguera
Se han realizado estudios en un tipo de ceguera total, acompañada
de degeneración de la retina, que se relaciona con mutaciones en
el gen RPE95. En modelos experimentales, la administración directa
en la retina de un virus portador del gen funcional es capaz de
impedir la degeneración y permite que la actividad eléctrica de esta
estructura ocular sea comparable a la que se observa en animales
sanos. Los resultados de este estudio constituyen el primer éxito
para prevenir la ceguera en un mamífero y tienen una importancia
adicional, si consideramos que las mutaciones del gen RPE95 se
observan en el humano en la ceguera congénita conocida como
amaurosis de Leber. Por otro lado, la manipulación genética de
células de la córnea ex vivo puede ser, en el futuro, una solución
frente a la incompatibilidad y el rechazo observado en algunos
trasplantes de córnea. Hasta ahora, los experimentos realizados en
animales han sido un éxito.
2.7.10. Sida
Se han realizado aproximaciones, tanto in vivo como ex vivo, en el
sida, mediante el empleo de vectores retrovirales portadores de
genes de la cápside o la envoltura del VIH, como la glicoproteína
120, siendo los linfocitos T las células diana. Los glóbulos blancos
modificados reconocen las células infectadas por el VIH y las
eliminan, tanto en las primeras etapas de la infección como al cabo
de largos tratamientos antivirales. En los primeros ensayos clínicos
estas células pueden eliminarlo de manera tan eficaz como lo harían
los linfocitos T atacados por el virus, es más, éstas son capaces de
atacar eficazmente a varios mutantes del VIH.
2.7.12. Arterosclerosis
Recientemente se ha abierto la posibilidad de aplicar la TG a
patologías como la arteriosclerosis. La administración, mediante
catéteres espaciales, en la arteria poplítea de la extremidad afectada
por mal riego sanguíneo de genes que expresaban el factor de
crecimiento vascular endotelial, ha sido considerada un éxito
parcial. Aunque los resultados iniciales no han sido del todo buenos
(ya que tan «sólo» consiguieron evitar la amputación de la pierna
gangrenada durante varias semanas), sí consiguieron revascularizar
la extremidad.
2.7.14. Dolor
Por último, la TG ha realizado incursiones en el campo del dolor.
Así, la expresión de forma continuada de preproencefalina en
neuronas sensitivas abre las puertas a aplicaciones clínicas en el
tratamiento del dolor asociado al cáncer, artritis, angina y
neuropatías periféricas. La TG, al ser específica, permite que la
liberación de sustancias analgésicas se produzca tan sólo en los
lugares de la hiperestimulación, evitando la aparición de efectos
secundarios de los narcóticos como la confusión mental y el letargo.
Aunque en este trabajo hemos dado una visión de la TG sólo en el
tratamiento de enfermedades hereditarias, la ingeniería genética
desde su inicio se ha utilizado para sintetizar, y en algunos casos
liberar, proteínas con fines terapéuticos. La modificación genética
de vegetales y animales permite, no sólo mejorar sus rendimientos
o resistencias frente a plagas o inclemencias naturales, sino también
la producción de proteínas de interés farmacéutico. Así, los animales
transgénicos constituyen una alternativa tremendamente
interesante para la industria farmacéutica. Las granjas transgénicas
farmacéuticas empiezan a ser realidad y las principales compañías
del mercado biotecnológico ya han puesto en marcha, de forma
experimental, la obtención de proteínas foráneas (alfa1-antitripsina,
fibrinógeno, lipasas BGL, lactoferrina) de la leche de rebaños
transgénicos, y comienzan a ser realidad las patatas transgénicas
que inmunizan contra el cólera o diarreas bacterianas, y el arroz,
capaz de producir provitamina A, con la que se pretende evitar los
problemas de ceguera asociados a dietas basadas en este cereal.
Este artículo nos ha dado una idea global de cómo la TG se erige
en la actualidad farmacológica como una de las formas más
prometedoras de terapéutica. Si bien la TG ha abierto nuevas
perspectivas al tratamiento de muchas enfermedades, ésta no es
una técnica generalizable o la panacea para todas las
enfermedades, por lo que tendrá que limitarse, ya que el éxito de
su aplicación no reside en la técnica, sino en la enfermedad misma.