Sunteți pe pagina 1din 230

BX4700

. N56
T6
c. 1

Bfifil ¡f r^TjM
0091831
1080021314

EX LIBRIS
HEMETHERII VALVERDE TELLEZ

Episcopi Leonensis
VIDA DE SAN NICOLAS DE TOLENTINO
V I D A
DE

S i i P i l i s DE T0LEMT1H0
1)E LA ORDEN DE SAN AGUSTIN

PROTECTOR DE LA IGLESIA UKIYERSAL


ABOGADO DE L A S A L M A S DEL PURGATORIO

E S C R I T A EN F R A N C É S POR E L

P. A N T O N I N O M. TONNA-BARTHET
de la misma Orden,
Y TRADUCID* AL CASTELLANO POS EL

P. PEDRO CORRO
Agustino Recoleto.

—j)c Ig n i t o - .
S 1 .
- M o n o n a
MADRiiBibUoteca Umpentom
L I B R E R Í A D E D . G R E G O R I O DFE'L AMO
Calle de la Paz, núm. 6.
1901

45739

8 IK&¡¡Bg¿KS3 • •
C X X X X X x ,

I N F O R M E

DEL

SR. CANÓNIGO H. QUILLIET

Doctor en Teología.

SR. VICARIO GENERAL:

He leído la V I D A D E S A N N I C O L Á S D E T O L E N -
TINO, escrita por el P. Tonna -Barthet, que.for-
ma un volumen en octavo de xxiv—¿Q^pciginas
con 2$ grabados, que la imprenta •
Un desea publicar. . • . - • •*•.• * .*.•«
El autor ha recogido documentos esparcí (los •
en diversos lugares, y ha hecho con ello-un todo . w
que pone en muy alto lugar la heroica-figura ,
del monje llamado, por la pkédqd 'cristiana y los *
Papas, Protector de las almas, del Bifrgcñprio y /
de la Santa Iglesia, el más grerndértaumaturgo
de la Iglesia Católica. Los hechos esf(th1ó)iiados
délas mejores fuentes: el-proceso de> canoniza-
ción , los Bolandos, las'historias contemperó.- '
neos ó de época muy cercana. El escritor" aitttt a-
su Santo hasta el entusiasmo, y aduce con com-
placencia los prodigios sin número obrados por
Madrid. —Imp. d e L . Aguado. —Pontejos, 8. el taumaturgo agustíniano. Mas estos prodigios,

0 09188
ó están aprobados en el proceso de canonización,
ó están apoyados en testigos fidedignos. Por otra NOS EL DOCTOR DON JOSE MARÍA DE COS,
parte, el P. Tonna-Barthet declara someterse Por la gracia de Dios y de la Santa Sede
en todos sus juicios á las prescripciones de Ur- Apostólica Arzobispo-Obispo de Madrid-Alca-
bano VIII sobre estas materias. lá, Caballero Gran Cruz de la Real Orden
de Isabel la Católica y del Mérito Militar, Se-
Toda la obra respira una seria y bien enten- nador del Reino, Consejero de Instrucción pu-
dida piedad, un celo apostólico. Es muy á pro- blica, etc., etc.; y en su nombre Aos el Doctor
pósito para disipar en ciertos espíritus las ilu- D. Alejo Izquierdo y Sanz, Deán de la Santa
siones funestas y las injustas prevenciones con- Iglesia Catedral, Gobernador Eclesiástico de
esta Diócesis, Sede Plena, etc., etc.
tra la vida religiosa. Todos encontrarán en su
lectura un despertador de su fe y de consolado-
H A C E M O S S A B E R : Que venimos en conceder y
ras esperanzas. Asi, que yo creo que la autori-
concedemos nuestra licencia para que en esta Dió-
dad diocesana puede autorizar la impresión y
cesis pueda imprimirse y publicarse la obra titu-
bendecir la difusión de este buen libro.
lada V I D A D E S A N N I C O L Á S D E T O L E N T I N O , e s -
Dignaos recibir, Sr. Vicario General, el testi-
crita en francés por el P. Antonino María Tonna-
monio de'mis respetuosos y devotos sentimientos.
Barthet, y traducida al castellano por el P. Pedro
H. QUILLIET. Corro, Agustino Recoleto, mediante que de nues-
tra orden ha sido leída y, según la censura, nada
tiene contrario al dogma católico y sana moral.
En testimonio de lo cual expedimos el presen-
te, rubricado de nuestra mano, sellado con el ma-
Visto el informe tan favorable del Dr. M. Quil- yor de nuestras armas y refrendado por nuestro
liet, damos muy gustosos nuestra licencia para Secretario de Cámara y Gobierno en Madrid á 20
que se imprima. — Cambrai 16 de Diciembre de Noviembre de 1900.—José Jtfaría, Arzobis-
de 1896. po-Obispo de Madrid-Alcalá. — T)r. jfílejo iz-
J.~¿J. Carlier,
quierdo— Por mandado de S. S. I. el Arzobispo-
Vic.-Gen.
Obispo mi Señor, Dr. Julián de Diego Alcolea,
Arcediano Secretario.
P R O T E S T A
En vista del favorable informe que los
PP. Fr. Eduardo Melero de Nuestra Se-
ñora del Carmen y Fr. Eleuterio Aranda
llenamente oumiao á tas pzesczi-pciones
de Nuestra Señora de los Dolores nos han
de fytz&ano VIII locantes á tas caucas de
dado de la obra titidada VIDA DE SAN N I -
ios Santo», decíalo epue en esta Viclü de
COLÁS DE TOLENTINO, escrita en francés
San JYico/ds de Joientino, pos ios ca-
por el P. Agustino Calzado Fr. Antoni-
iificativos de santo de mi-Cacj.^ooo, no
no María Tonna- Barthet, y traducida al
ipzetendo en modo alguno •pzeju&cj.az la»
castellano por el P. Agustino Descalzo
decisiones infativtes de nuesfoa ^ííadie la
Fr. Pedro Corro del Rosario, damos por
Santa Silesia.
nuestra parte la aprobación y licencia para
que, servatis de jure servandis, pueda ser Fr. Antonin M. Tonna-Barthet,
impresa. O. S. A.

P e r m i t i d a la i m p r e s i ó n .
En Madrid á 5 de Diciembre de igoo.
Sebastián 3ftaztine$i,
F r . Iñigo Narro de la Concepción, Prior General de Ermitaños de San Agustín.
Comisario General Apostòlico.

Roma, Via del .Santo Oficio, 28 de Julio de 1896.


PRIOR GENERAL DI LOS ERMITAfiOS DE SAN AGUSTÍN

Reverendísimo Padre: A LAS. REVERENDAS MADRES AGUSTINAS


RECOLETAS N A Z A R E N A S
Es natural que yo os dedique esta obra. Vos me
habéis incitado á emprenderla y me habéis dado D E LA CIUDAD DE MOTRIL £«
alientos para continuarla. Sólo la mano que ha
plantado el árbol tiene derecho á coger los primeros AMADAS H I J A S MÍAS EN E L SACRATÍSIMO CORAZÓN
frutos. DE JESÚS
¡Quiera Dios que este, libro disipe en algunos
Llegado á estas hermosas playas del Mediterrá-
espíritus las funestas ilusiones y preocupaciones neo , á este rincón feracísimo do la encantadora
infundadas contra la vida religiosa! ¡ Ojalá que Andalucía el día 15 de Marzo de 1899, cabiéndome
él haga renacer en las almas el amor á los deberes la no pequeña satisfacción de ser el primer reli-
y los consuelos tan dulces de la fe! Entonces podría
yo lisonjearme de que mi humilde trabajo habría (1) El convento de Agustinas Recoletas Naza-
renas de Motril, único de su clase en Europa pol-
reportado alguna utilidad á la causa de la Iglesia. lo que respecta á la Constitución Nazarena, y cu-
yos principios se remontan al año 1700, en que,
Bendecid, pues, el libro y á su autor, y recibid bajo la dirección de la V. M.- Sebastiana de Santa
el homenaje de profundo respeto con el cual soy de María, se reunieron algunas mujeres piadosas,
fundando, con la autoridad del Prelado diocesa-
Vuestra Paternidad Reverendísima, muy hu- no , un Beaterío, con la advocación é instituto de
milde y obediente servidor é hijo, la Visitación de la Virgen y de San Francisco de
Sales, fué erigido en convento de la Orden de San
Agustín y de Jesús Nazareno el 7 de Abril de 1818,
Fr. Antonin M. Tonna-Barthet, por decreto expedido en el mismo dia á petición
o. s. A. de las religiosas, por el limo. Sr. D. Martín de As-
cargorta, Arzobispo de Granada. Ha sido siempre
monasterio de ejemplarísima observancia y santi-
dad, según lo comprueban algunos cadáveres que,
como el de la referida M. Sebastiana, su fundado-
Nantes, Rue du Quatorze-Juillet, le 12 Juin 1896. ra, se conservan incorruptos. Bien reciente está
sos (1). Y trayendo y llevando las inmensas rique-
gioso agustino que teníais el gusto de saludar
zas y el grandísimo poder y los ilustres y nobilí-
aquí, donde ni memoria había de que jamás hubie-
simos títulos de este nuestro ascendiente, vinimos
sen visto á otro en anteriores tiempos, bien recor-
á convenir en qué verdaderamente había sido rico
dáis cuál fué el lema preferente de nuestra con-
y poderoso; mas era el caso que, respecto á las ac-
versación durante los dos días escasos de mi per-
ciones y virtudes que lo habían sin duda hecho
manencia con vosotras: apenas hicimos mención
digno de tales títulos y riquezas, ni vosotras ni
de otra cosa más que de asuntos de familia, pro-
yo podíamos corrernos mucho en aquellos porme-
curando, como era natural, en lo referente á nues-
nores, siempre agradables é interesantes en el re-
tros antepasados, hablar principalmente de aque-
cuerdo de los héroes que ya pasaron.
llos que, habiendo sido más ricos y poderosos aquí
en la Tierra, nos habían logado á su muerte más De regreso á esta ciudad al poco tiempo, desti-
pingües tesoros que disfrutar y con que ir enga- nado por la obediencia á formar parte de la Comu-
ñando esta miserable vida. Eatre todos cuantos nidad religiosa de esta nuestra Residencia de Mo-
mencionamos en aquellas piadosas conferencias, tril, y encargado por nuestro dignísimo Prelado
distinguióse el insigne y glorioso San Nicolás de diocesano de la dirección espiritual de vuestras
Tolentino, de quien leemos en el Breviario: Hizo almas, no necesito recordaros cuántas veces ha-
el Señor ostentación de su poder en el brazo de su béis traído á mi memoria el nombre de nuestro hé-
Santo... para que llenase de bienes á los menestero- roe, de nuestro Santazo, como le llamábamos; cuán-
tas preguntas me habéis dirigido acerca de su ma-

aquí aún la memoria de la Hermana de obediencia la acompañaba, como ella declaró, el mismo Je-
Sor Francisca de San Rafael. sús en persona, después de haber anunciado algu-
Esta religiosa, natural de Motril, fué tan aman- nas cosas que el tiempo vino á acreditar de pro-
te de la oración , que la mayor parte de las noches fecías, expiró en el ósculo del Señor el día 11 de
de su vida religiosa las pasó íntegras arrodillada Abril del año 1891.
en el coro ante Jesús Sacramentado, sin poder, Todavía ha sido posterior á esta muerte la de
aunque lo intentara, arrancarse de allí hasta la la Hermana Sor Rosario de la Natividad, de inol-
madrugada, momentos antes de llegar la comuni- vidable recuerdo por sus admirables virtudes, y
dad; fué tan penitente, que, cuantas noches con- que postrada en el lecho de la muerte, decía á la
sagró al necesario descanso de su cuerpo, se acostó M. Priora: «Que no se canse en darme remedios y
en el duro suelo con una piedra por cabecera; tan medicinas, que yo no tengo enfermedad ninguna:
entregada á Dios, que le costaba trabajo apartar muero de amor de Dios» (*). ¡Y pensar que este
el pensamiento do la presencia divina; y, lo que sagrado recinto de la inocencia y de la santidad
más asombra, tan humilde, que, hasta unos dias se haya de ver en estado poco menos que ruinoso
antes de su muerte, nadie supo nada de todas es- por la falta de recursos en que se encuentra!
tas oraciones y penitencias relatadas. Regalada to- (1) Antífona del Magníficat.
dos los dias, durante el último mes do su vida, con
éxtasis y visiones de la más inefable gloria, en que (*) Murió año 1892.
— XXV — — xv —
ravillosa vida; cuánto, en fin, os habéis lamen- San Nicolás, y que confío habrá de ayudaros á sa-
tado de no tener á vuestra disposición una rela- tisfacer vuestra grandísima devoción hacia el
ción extensa y circunstanciada de sus prodigiosos mismo, nada más conveniente que adicionar al li-
hechos; un minucioso inventario, digámoslo asi, bro el piadoso y preciosísimo Septenario que mi
d é l o s inmensos tesoros de virtudes y privilegios querido hermano y compañero de Residencia, Pa-
celestiales que á Dios plugo derramar á manos lle- dre Fr. Juan Aráiz de la Purísima Concepción,
nas sobre el incomparable Taumaturgo de l o l e n - acaba de traducir, para esto objeto, de la lengua
tino. Hov, pues, me cabe la sin igual complacen- italiana.
cia de poner en vuestras manos dicho inventario. Por mi parte, ¿qué os diré yo do nuevo acerca
Inútil como hubiera sido el pretender encontrar- de San Nicolás? Imposible encontrar en la pléyade
lo en nuestra hermosa lengua castellana, pues ni inmensa de sabios y santos que han ilustrado á
creo que exista ejemplar alguno en las librerías nuestra sagrada Orden, durante su ya larguísima
pertenecientes á las ediciones antiguas, ni me existencia, uno siquiera que haya influido tan di-
creo tampoco yo capaz de hacerlo de mi propia co- rectamente en conservar en ella el espíritu que,
secha , parecióme más sencillo ir por él al extran- con su incomparable amor á Dios, supo impri-
jero y, con escasísimo trabajo y mérito de mi par- mirle nuestro glorioso y sapientísimo Patriarca,
te, presentaros un libro completamente nuevo que haya derramado sobre ella tan vivos y esplen-
para vosotras y para mí. dorosos rayos de virtud y de santidad, que haya
La obra original, escrita en francés por el P. An- llamado hacia sí con tan irresistible atractivo los
tonino Tonna Barthet, con la unción evangélica corazones y las miradas de los hijos de Agustín.
de quien, al glorificar y ensalzar á su biografiado, Ni el martillo de arríanos y pelagianos, San Ful-
sólo pretende contribuir con ello á la mayor glo- gencio de Ruspe, la más saliente figura de la Or-
ria de Jesucristo, de quien fué San Nicolás per- den Agustiniana en los primeros siglos, el más
fectísimo imitador, es verdaderamente una valio- grande teólogo y el más eminente santo de su épo-
sísima joya, ora por la fervorosa elocuencia que ca, según frase de Bossuet (1); ni el apóstol infati-
en toda ella resplandece, ya por la especial habi- gable de la Irlanda, San Patricio, que al frente de
lidad y gusto con que, á pesar de tantos prodigios sus intrépidos hermanos de hábito supo conver-
como relata, ha sabido el autor sostener el interés tir de tal modo á sus habitantes gentiles á la fe
y oportuna variedad de estilo que debe campear católica, que mereció desde entonces ser llamada
en toda obra de esta índole; y a , finalmente, por el Irlanda la Isla de los Santos; ni el gran Duque de
mayor número de circunstancias y pormenores Aquitania, San Guillermo, insigne restaurador de
que contiene de la Vida del Santo sobre todas la Orden en la nación francesa; ni Santa Clara de
cuantas de este asunto se han publicado hasta el
presente. Como oportuno suplemento á la Vida de
(1) Yus (Dr. Miguel). Patrología.
hallar algún reflejo santo, algún piadoso recuerdo
Monte Falco, tan distinguida entre los santos,
del asombroso Taumaturgo, Llevado, según ve-
como nos manifiestan asi los tres globulitos con-
réis en la lectura de su Vida, de uno en otro con-
tenidos en la vesícula de su hiél, completamente
vento de las provincias de Italia, tan pronto como
idénticos entre sí en color, peso y tamaño, símbolo
hace su entrada en cualquiera de ellos, al punto
maravilloso de la Santísima Trinidad, como las
sus moradores se sienten inflamados de los más
sagradas insignias de la Pasión de J. C., grabadas
ardientes deseos de perfección religiosa, y brotan
milagrosamente en su corazón, que aun perma-
allí, cada día más hermosas, las flores de la virtud
nece incorrupto después de cerca de seiscientos
y de la sabiduría divina; de cuyo aroma atraídos,
años; ni la popularísima Santa Rita de Casia; ni
corren al claustro numerosos adoradores de Dios
Santa Juliana Corneliguense, instrumento provi-
y desengañados del mundo, ansiosos de vestir el
dencial, elegido por la divina Sabiduría para ins-
hábito agustiniano, logrando muchos de ellos,
tituir en la Iglesia la fiesta del Santísimo Corpus
como el Beato Antonio de Amándula (1), después
Christi; ni Santo Tomás de Villanueva, llamado
de observar en sí, hasta en los más insignificantes
por antonomasia «el Padre de los Pobres»; último
pormenores, la austeridad de vida y la pureza de
Santo Padre de la Iglesia española, como le llama
costumbres de Nicolás, arribar á las cumbres de
un sabio escritor francés, oráculo sapientísimo
la perfección más eminente. A la grandísima de-
y el más autorizado confidente del emperador Car-
voción del pueblo cristiano hacia nuestro Santo,
los V en los días de nuestras mayores glorias: nin-
manifestada sobre todo en la grandiosa y hasta en-
guno de éstos, á pesar de los títulos indiscutible-
tonces nunca vista solemnidad de su canonización,
mente ilustres que acabo de indicar, ha logrado
se debe la creación de la Archicofradia de Nues-
hacerse tan popular ni tan invocado en la Orden
tra Señora de la Correa, tal vez la más enrique-
Agustiniana como el angélico y humildísimo Ni-
cida en gracias y privilegios de los Sumos Pontí-
colás de Tolentino. Si á cualquiera de los religio-
fices , deseosos de satisfacer el gran anhelo de los
sos de San Agustín se le diese la comisión de for-
fieles por verse ceñidos con la misma Sagrada Co-
mar un catálogo de Santos de la Orden, según el
rrea que había vestido el santísimo Ermitaño. Él,
mérito y prestigios que cada uno de ellos tuviese
finalmente, acompañado de su gran Padre San
entre nosotros, desde luego puede asegurarse que,
Agustín y del Bautista San Juan, trajo á la sole-
después de nuestro insigne Patriarca y de nuestra
dad del claustro agustiniano á la piadosa viuda de
Madre queridísima Santa Mónica, iría colocado
Casia, Santa Rita, que, rechazada tres veces pol-
San Nicolás.
las Madres Agustinas de aquella ciudad, cuya
Y en verdad que nada más justo que este cariño
y entusiasmo de la Orden Agustiniana hacia tan
preclaro hijo: por dondequiera que abramos los (1) Breviario do la Orden Agustiniana, 6 de
Febrero.
anales de nuestra historia, nos será cosa fácil el
— XVIII — — xix —
compañía había otras tantas veces solicitado, veces. La primera por la mañana, en que le canta-
vióse" milagrosamente transportada por dichos ban la Gloria; la segunda al medio día, en que re-
tres Santos, á través de fragosas montañas, ó in- petían el Credo con muy dulce melodía, y, en lio -
troducida en aquel venerable convento, donde aún gando al Homo factus est, lo decía uno solo, con voz
permanece su cuerpo incorrupto después de cua- tan sonora y suave que el bienaventurado viejo se
tro siglos y medio, que la han colmado de bendi- quedaba elevado y arrobado; seguíase á la noche
ciones , que la han invocado con la más ilimitada la tercera, etc.»
confianza y la han canonizado por aclamación No puedo substraerme á la tentación de trasla-
unánime bajo el glorioso título do Abogada de im- dar aquí el siguiente relato, que el P. Alonso de Vi-
posibles, tributándole el culto más universal y es- llarino nos ha dejado impreso en su interesantísi-
pontáneo; culto que acaba de ratificar oficial y ma obra Solar esclarecido de Agustinas Recoletas, en
solemnemente Su Santidad León XIII al inscribir, la Vida de la gran sierva de Dios María de la Fe,
á la que hasta ahora no era más que Beata, en el del convento de Eibar, la cual mereció ser regala-
catálogo de los Santos. da por el divino Esposo con las santísimas llagas de
Uno de los más extraordinarios y característi- su Pasión grabadas en sus pies, manos y costado.
cos favores con que el Cielo se dignó distinguir á Oigamos las propias palabras de la Venerable:
San Nicolás, fué el de la celestial música con que, «Vi en el Sagrario un Cáliz, y una Hostia encima
en los seis meses inmediatos á su muerte, regala- de él, y un Niño en la Hostia. El Cáliz era de muy
ron sus oídos y llenaron su corazón de inefable gran valor, y el Sagrario estaba todo alrededor
regocijo los espíritus angélicos; maravilla que al- muy adornado de luces, ángeles y santos, y pare-
gunos siglos más tarde había de reproducirse en cióme que salía de entre aquellos santos uno que
otro miembro insigne de nuestra Sagrada Orden, era nuestro P. San Nicolás de Tolentino, que traía
el P. Nicolás Perea, uno de los cuatro primeros una forma en las manos, y á sus lados ángeles con
misioneros, todos ellos agustinos, que en 1543 luces en las manos. Entendí que me quería comul-
arribaron, en la expedición de Ruy López de Vi- gar. Yo estaba, de ver esto, no menos admirada
llalobos, á las Islas Filipinas. Dice así la crónica que encogida con tan gran merced; deseaba pos
hablando del P . P e r e a (1): «Premiólo Dios nuestro trarme en tierra, si pudiera; mas con el corazón
Señor aun en esta vida, como al glorioso P. San lo hice lo mejor que pude; y, procurando vencer mi
Nicolás de Tolentino, lo bien que en ella le había encogimiento y no ser cobarde en recibir tan gran
servido y agradado: porque, seis meses antes de su merced, recibí la comunión y quedé arrobada ; y
muerte, cada día le daban música los ángeles tres estando así un rato, habiendo desaparecido las di-
chas cosas, vi á nuestro P. Santo Tomás de Villa-
nueva, vestido de Pontifical, y, mostrándoseme
(1) Crónicas de los PP. Agustinos Recoletos, muy alegre, se sentó junto á mí y me dijo que no
Vida del P. Nicolás Perea. Tomo i.
dudase de todo lo que había visto: con que estuve y sostener el Evangelio en nuestro malogrado Ar-
dos días muy consolada». Hasta aquí la Venerable chipiélago de Filipinas; provincia, la nuestra,
Madre. cuyo Titular y Patrón es precisamente el insigne
Piel y poderosísimo abogado de aquellos que in - San Nicolás. Conocedor, por tanto, perfectamente
vocan su santo nombre, innumerables veces se ha del lugar que éste ocupaba entre sus hermanos los
dejado ver de religiosos nuestros, sobre todo en filipinos, como quien ha vivido entre ellos por es-
los momentos de la agonía, ya convidándolos á las pacio de once años, bien puedo aseguraros que asi
mansiones de la Gloria y recreando su ánimo con entre los individuos de mi amada provincia, como
la vista de amenísimos jardines, representación entre los de la del Santísimo Nombre de Jesús de
d é l o s eternos verjeles del Paraíso, como al Her- nuestros Padres Calzados, el nombre de San Ni-
mano Corista Fr. Tomás de la Concepción (1): ya colás de Tolentino había de ser indefectible y
defendiéndolos contra las acometidas del enemigo como necesariamente pronunciado por cuantos
infernal, como al angelical Hermano,. también co- nos honrábamos llamándole hermano nuestro,
rista , Fr. Juan de San Agustín (2); ya derramando siendo tan evidente la protección del Santo que,
en su corazón el bálsamo del consuelo y de la más por lo qúe respecta á nuestra provincia de Agus-
inefable alegría, como al Venerable P. Alonso de tinos Recoletos, de la que yo puedo hablar, á pe-
la Anunciación (3): ora, finalmente, anunciándo- sar de haber tenido la administración espiritual
les de parte de Dios el pronto restablecimiento y más desparramada, difícil y peligrosa entre todas
vuelta á la salud, que ya se daba por desahuciada, las del Archipiélago, y á pesar do ser los naufra-
como al P. Fr. Antonio de San Agustín (4). gios frecuentísimos entre nosotros, en cerca de
trescientos años, hasta la pérdida de nuestro do-
Y ¿quién sería capaz de ponderar aquí debida- minio en Filipinas, tal vez no lleguen á seis los
mente el alto prestigio de Nicolás, como protec- agustinos recoletos que han muerto náufragos.
tor de nuestros religiosos misioneros, y la singu- Unas veces apareciéndose el Santo visiblemente á
lar confianza que siempre éstos tuvieron deposi- nuestros navegantes; otras veces en virtud de su
tada en su milagroso hermano? Bien sabéis, hijas panecillo bendito, hanse visto dominados en las
mías, que, si de algo puedo preciarme en mi vida naves formidables incendios, ó se han calmado las
de agustino, es de pertenecer á una de las provin- más espantosas tempestades, ó se han evadido des-
cias dedicadas, hasta hace muy poco, á propagar conocidos escollos, ó , finalmente, con fuerzas in-
mensamente más pequeñas, se han alcanzado, con-
tra enemigos piratas, las más brillantes victo-
(1) Crónicas de los PP. Agustinos Recoletos,
tomo iv, núm. 821. rias (1): prodigios estupendos que, acrecentando
(2) Idem id., tomo iv, núm. 261.
(3) Idem id., tomo i, página 429.
(4) Idem id., tomo i, página 142. (1) Véanse los números siguientes del tomo iv
— XXII — — XXIII —
cada día en los fieles la confianza y entusiasmo en todo género de virtudes, que venga á suplir mi
hacia el insigne Taumaturgo, mereciéronle el glo- insuficiencia en la dirección de vuestras almas; un
rioso título de Patrón de la Ciudad de Manila, ca- espejo purísimo, en cuyo fondo veréis reproduci-
pital de aquel Archipiélago. He aquí cómo se ex- das y como condensadas todas las aspiraciones ha-
presa sobre este punto nuestro sabio cronista el cia lo alto, toda la abnegación en las amarguras de
P. Fr. Andrés de San Nicolás, hablando de las imá- la vida, todo el celo por la gloria de Dios y de su
genes que se veneran en nuestra iglesia de Recole- Iglesia santa, todo el menosprecio de los bienes
tos de Manila. «La tercera (imagen) que ilust-a perecederos del mundo, toda la sed de penitencias
y engrandece este convento es la de su famoso Ti- y austeridades, toda la humildad y modestia en
tular Nicolás de Tolentino, el cual se ha querido medio de los aplausos, todo el valor y fortaleza de
dar á conocer en aquellas remotas regiones, tanto corazón contra las embestidas de Satanás, todo el
como en Las otras de la Cristiandad, por los con- amor y ternura hacia Jesús y su Madre Santísima,
tinuos prodigios y portentos que allí hace. De los todo el espíritu, en fin, de perfección evangélica
que se han visto en Manila solamente, se pudiera que nuestro gran P. San Agustín nos ha dejado in-
escribir un gran volumen, y mayor de los de fue- culcados, asi en su admirable Regla como en su
ra. Baste decir que, por haberse aparecido á los na- santísima conducta.
vegantes en sus mayores aprietos y congojas, le
Que el Santo benditísimo dirija una mirada de
han tomado por Patrón todos á una; correspon-
compasión hacia la Iglesia atribulada, y, como en
diendo el glorioso Santo á su piadosa devoción con
otro tiempo logró con su valioso patrocinio sal-
excelsas maravillas, no dejando por eso de obrar-
varla del formidable cisma de más de cincuenta
las en la tierra muy frecuentes: por lo cual, así
años, alcance también hoy del Padre de las mise-
españoles como indios de las Islas Filipinas, le
ricordias luzca ya sobre la Cristiandad, puro y es-
veneran como asilo en quien tienen bien seguro su
plendoroso, el astro de la F e , á cuya luz abran los
remedio »(1).
ojos del alma tantos infelices pecadores que, cie-
Ved, pues, hijas rnias, si tengo y o justo motivo gos por las nieblas de la pasión ó de la ignorancia,
para regocijarme en el Señor al poder ofreceros avanzan sin remedio hacia el abismo de la conde-
hoy, en la Vida de San Nicolás de Tolentino, un nación eterna.
ángel tutelar que vele vuestros pasos en este mise- En cuanto á vosotras, amadas hijas mías, sola-
rable destierro del mundo; un maestro consumado mente os deseo que vuestro glorioso Hermano os
conserve en los buenos deseos de que se hallan
animados vuestros corazones, y haga que, coope-
de las Crónicas de P P . Agustinos Recoletos, 431,
438, 730 y siguientes 808 y 911. Del tomo i, la pági- rando cada día con mayor fidelidad á la gracia de
na 529. Del tomo III, la página 280. vuestra vocación, crezca más y más en vuestro pe-
(1) Tomo i de dichas Crónicas, página 442. cho el amor á Jesús y á su bendita Madre, los cua-
— XXIV —

les vengan á recibir algún día el último suspiro de


vuestra alma sobre la Tierra.
Entre tanto, no os olvidéis en vuestras oracio-
nes del menor de vuestros Hermanos, indigno Pa-
dre espiritual de vuestras almas.— Fr. Pedro Corro
del Rosario.
Motril 14 de Enero de 1901.
PREFACIO

El principio y la fuente de toda santi-


dad es Jesucristo. El hombre no es santo
sino á condición de imitar al Hombre-
Dios en su vida de acción y en su vida de
padecimientos; mas, cualquiera que, se-
gún la medida de la gracia recibida y las
fuerzas de la débil naturaleza humana,
haya fielmente imitado las virtudes y do-
lores del Salvador, habráse hecho aun en
esta vida participante de su vida divina y
de su poder, á la vez que perfeccionará
la obra de la redención del mundo. Toda
la santidad procede, pues, de este tipo
divino, que es el único que puede pro-
porcionar la reparación del pecado, el
único que reúne méritos suficientes para
ser propuesto por modelo de perfección
á la humanidad rescatada. La regla de
toda santidad se halla contenida en estas
palabras: «Obra según el modelo que te se suceden á los milagros, y hacen de
ha sido mostrado en el monte». — (Exo- San Nicolás de Tolentino el más grande
do, X X V , 40.) Taumaturgo de la Iglesia católica (1).
San Nicolás de Tolentino fué uno de San Nicolás no vivió más que para el
estos perfectos imitadores de Jesucristo. Cielo; su vida es, en cierto modo, un éx-
Nacido en una clase superior de la socie- tasis continuado; sus enfermedades, que
dad, y habiendo de escoger entre la vida le tienen frecuentemente postrado en el
muelle y regalada del mundo y las auste- lecho del dolor, acrecientan sus deseos
ridades del claustro, decidióse desde lue- de ver el día en que ha de salir de la cár-
g o , como lo más seguro y preferible, á cel de este mundo. Así, cuando la San-
ocupar el lugar más ínfimo en la casa de tísima Virgen se le aparece, anunciándo-
su Dios. le que ya tocaba á los últimos días de su
Dos fases bien distintas señalan la vida vida, Nicolás se muestra pronto á con-
de nuestro Santo, á las que nosotros nos formarse con la voluntad de Dios, y mue-
acomodaremos en la composición de este re, no solamente resignado, sino también
libro. En la primera le veremos, niño to- gozoso de abandonar esta tierra llena de
davía, alcanzar un grado de perfección miserias y peligros.
muy superior á su edad: verémosle, más Para conocer bien á San Nicolás es ne-
tarde, novicio y profeso, siendo á todos cesario recurrir á las actas del proceso
ejemplo en la práctica de las virtudes del de su canonización. Allí se oye hablar á
claustro. La segunda nos presentará al sus hermanos, á sus discípulos y á sus
religioso convertido en apóstol infatiga- amigos, cuyos testimonios, llenos de sin-
ble, lleno de celo, de vigilancia y de ab- ceridad, nos pintan con los más vivos ca-
negación. racteres á su querido hermano y venera-
La vida de Nicolás en el claustro es un do maestro. Cuando uno ha tenido la rara
prodigio de austeridad. El demonio pre- fortuna de tomar en sus manos estos pre-
tende apartarlo de la oración, recurrien- ciosos documentos, cuando uno los ha
do para ello á los medios más violentos. estudiado con minuciosa diligencia, en-
Dios asiste á su fiel servidor y lo colma
de favores extraordinarios: los milagros (1) Eugenio IV, Apud Cornel. Curt.
— 4 -
>±±±±±±±±
tonces es cuando se aprecia en lo que se
merece la gran figura de San Nicolás.
La vida de San Nicolás de Tolentino
ha sido escrita en latín, en español, en
italiano, en alemán, en inglés, y proba-
blemente en muchas otras lenguas. Los
documentos que nosotros hemos prefe- VIDA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
rido, corresponden casi todos á los si-
glos xiv, xv y xvi. Desgraciadamente es-
tos antiguos autores se limitan á referir
los hechos sin comentario ni explicación
alguna, y aun sin preocuparse por la pre- CAPÍTULO I
cisión cronológica. Nosotros hemos pro- Infancia de San Nicolás.—Piedad de sus padres.—
curado transformar estos documentos en Viaje áBari.— Nacimiento de San Nicolás.—Sién-
una historia propiamente dicha, aunque tese desde niño inclinado al Oficio divino y ce-
no nos lisonjeamos de haberlo conse- remonias de la Iglesia.—'Vfes-'d á mí.—Su caridad
guido. para con los pobres.

Enclavado en alegre y pintoresca ladera,


que domina á la pequeña ciudad italiana de
San Angel in Pontano, se levantaba en el si-
glo x m el antiguo castillo donde vino al mun-
do el ilustre Santo, cuya vida y virtudes nos
hemos propuesto referir. Este admirable Tau-
maturgo, que hoy veneramos con el nombre
de San Nicolás de Tolentino, pertenece á la
Orden de Ermitaños de San Agustín, de la
cual es él todavía la gloria más pura y el mo-
delo más perfecto. Su santidad eminente le
ha merecido el ser proclamado, así por los
— 4 -
>±±±±±±±±
tonces es cuando se aprecia en lo que se
merece la gran figura de San Nicolás.
La vida de San Nicolás de Tolentino
ha sido escrita en latín, en español, en
italiano, en alemán, en inglés, y proba-
blemente en muchas otras lenguas. Los
documentos que nosotros hemos prefe- VIDA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
rido, corresponden casi todos á los si-
glos xiv, xv y xvi. Desgraciadamente es-
tos antiguos autores se limitan á referir
los hechos sin comentario ni explicación
alguna, y aun sin preocuparse por la pre- CAPÍTULO I
cisión cronológica. Nosotros hemos pro- Infancia de San Nicolás.—Piedad de sus padres.—
curado transformar estos documentos en Viaje áBari.—Nacimiento de San Nicolás.—Sién-
una historia propiamente dicha, aunque tese desde niño inclinado al Oficio divino y ce-
no nos lisonjeamos de haberlo conse- remonias de la I g l e s i a . — V t e ^ á mí.—Su caridad
guido. para con los pobres.

Enclavado en alegre y pintoresca ladera,


que domina á la pequeña ciudad italiana de
San Angel in Pontano, se levantaba en el si-
glo xiii el antiguo castillo donde vino al mun-
do el ilustre Santo, cuya vida y virtudes nos
hemos propuesto referir. Este admirable Tau-
maturgo, que hoy veneramos con el nombre
de San Nicolás de Tolentino, pertenece á la
Orden de Ermitaños de San Agustín, de la
cual es él todavía la gloria más pura y el mo-
delo más perfecto. Su santidad eminente le
ha merecido el ser proclamado, así por los
fieles como por los Sumos Pontífices, protec- deros de un nombre glorioso la doble obliga-
tor de la Iglesia universal y de las almas del ción de una leal obediencia á sus preceptos,
Purgatorio. y de una vida santa, que sea el ejemplo á que
Pedro de Bretaña nos hace notar, hablan- los demás hayan de adaptarse. De ahí viene
do de San Nicolás, que Dios, en sus designios el tan justo proverbio que dice: «Nobleza
providenciales, eligió un lugar cuyo nombre obliga».
recuerda á los ángeles, para que en él nacie- Los autores contemporáneos al Santo ape-
se aquel que, en un cuerpo mortal, debía nas hacen mención de la fortuna poseída por
llevar una vida toda angélica, triunfar de los los padres de San Nicolás, lo cual nada tiene
esfuerzos del mundo y del demonio, y, por la de extraño en unos religiosos de vida tan
sola fuerza de la gracia y su fiel correspon- austera, acostumbrados á preferir las virtu-
dencia á la misma, conservar el tesoro de la des de sus hermanos á todos los bienes pere-
pureza y la inocencia, que es el principal dis- cederos del mundo.
tintivo de los espíritus celestiales que ven á Compañón y Amada despreciaban igual-
Dios y rodean su majestuoso trono (1). mente las riquezas terrenas, y no aspiraban á
Era la familia de &u padre, Compañón de otra cosa que á los bienes inmortales de la
Guaruti, una de las más nobles y más anti- gloria. Viviendo en el santo temor de Dios y
guas do las Marcas; y su propio hermano Le- entregados á la práctica de la piedad, cum-
lio era señor del castillo, así como de casi plían con gran devoción las obligaciones de
todas las tierras de San Angel in Pontano. su estado. «Su casa, añade Pedro de Breta-
Su madre, Amada de Guidiani, era también ña, era un verdadero templo, donde los dos
originaria de una ilustre familia (2). Aun esposos adoraban al Señor continuamente en
cuando á los ojos de nuestra Madre la Igle- espíritu y en verdad, por medio del ayuno y
sia signifiquen muy poco la nobleza é hidal- de la oración (1).
guía del abolengo, ella, sin embargo, las tiene Los Guaruti habían sido en una y otra ge-
muy en cuenta, á fin de imponer á los here- neración ejemplares cristianos, juzgándose
felices de contar entre sus antepasados le-
(1) Pedro de Bretaña, Vida de San Nicolás de giones enteras de creyentes. Eran originarios
Tolentino, Munich, 1722, pág. 1. a
" (2) Nicolaus e Castro Sancti Angelí parentibus
ortus nobilibus. (1) Pedro de Bretaña, pág. 2.
de aquellos lombardos y aquellos intrépidos tonces, transportada de júbilo, cayendo ella
romanos á quienes debe Italia la gloria de de rodillas, exclamó: «Oh, Dios mío! Si Vos
haber sacudido el yugo de la herejía y de me concedéis la gracia que solicito de vues-
haberla hecho desaparecer, después de mu- tra paternal bondad, yo consagraré á vuestro
chos siglos de porfiadas y sangrientas luchas. servicio el fruto de mi seno, como lo hizo en
Hacía muchos años que Compañón y Ama- otro tiempo la madre del Profeta Samuel. Ya
da suplicaban al Señor encarecidamente se sé que mis plegarias no son dignas de ser es-
dignase consolarles con algún fruto de ben- cuchadas; mas escuchad favorablemente las
dición en su matrimonio, pues Amada era ya que por mí os dirige en el Cielo vuestro glo-
de avanzada edad (1). Cierto día en que se rioso servidor Nicolás» (1).
hallaba ésta dirigiendo su oración á Dios con La Divina Providencia no abandona jamás
tal objeto y con un fervor aún mayor que el á aquellos que en ella esperan: así que, algu-
acostumbrado, sintióse inspirada por la idea nos días después, un ángel se apareció á estos
de dirigir sus pasos á San Nicolás de Mira, piadosos consortes, durante la noche, y les
al cual profesaba ella una singular devoción. dijo: «Levantaos: partid inmediatamente para
Hizo, pues, entonces á Dios la promesa de ir Bari. Allí se os profetizarán las glorias del
en peregrinación á Barí, donde todavía se hijo que Dios quiere conceder á vuestra fe» (2).
conservan y veneran las reliquias de este Conmovidos por este aviso del Cielo, le-
santo Obispo, y sin tener para nada en cuen- vantáronse al punto Compañón y su esposa,
ta las fatigas que había de ocasionarle un y, sin aguardar el día, hicieron algunos pe-
tan largo y penoso viaje, dió noticia á su ma- queños preparativos, oyeron la santa Misa,
rido de la piadosa resolución; el cual, contra recibieron el pan de los fuertes, y, dirigién-
lo que ella esperaba, aprobó al momento y dose hacia el lugar que debía ser testigo del
sin dificultad los deseos de su consorte. En- anunciado prodigio (3), recorrieron á pie y en.

(1) Cum multis diebus setatis suaa proeessisset (1) Giorgi. Vida de San Nicolás de Tolentino.
et velut steril is filios procreare non posset... His- Tolentino, 1837, pág. IB.
toria Beati Nicolai Tholentinatis, quce composita (2) Pancos post dies per quietem ambobus appa-
fuit a Fratre Petro de Monte Itubiano, lector e anno raît angelus, qui dixit ois : Surgite... etc. Breviar,
Domini M.CCCXXV1 tempore Domini Joannis Pa- Proceso de canonización. San Antonino, in vita.
pa vigesimi secundi, cap. i, núm. ! . . (3) Y así que, posponiendo todo otro cuidado
— 10 — — 11 —

traje de peregrinos el camino que los separa- un hijo que se llamará Nicolás, en reconoci-
ba de Bari, sufriendo durante muchos días miento de la gracia obtenida por mi interce-
grandes fatigas y privaciones (1). sión. Él entrará en una Orden religiosa, don-
Llegados al término de su viaje, Compañón de su vida austera, sus prodigiosas mortifica-
y Amada dirigiéronse apresuradamente á la ciones y sus resplandecientes virtudes serán
Basílica, donde se veneran las preciosas reli- para sus hermanos un continuado milagro.
quias del Santo Obispo de Mira. Prosterna- Tened fe en mis palabras, pues todo lo que os
dos sobre las losas del templo, permanecieron anuncio en nombre de Dios se realizará » (1).
en oración hasta la noche, olvidados de su Nueve meses más tarde, en el mes de Sep-
cansancio, cayendo, en fin, ambos, dominados tiembre de 1245, daba al mundo la piadosa
de un profundo sueño, junto á la urna que Amada al hijo de las predicciones divinas,
contenía las reliquias del Santo. Sería la el cual fué bautizado el mismo día, imponién-
media noche, cuando, apareciéndoseles el dosele el nombre de Nicolás. ¡ Ah! Si el sacer-
bienaventurado San Nicolás, conforme á lo dote que lo hizo cristiano hubiera podido des-
anunciado por el ángel de Dios, revestido correr el velo del porvenir y leer en él lo que
de los ornamentos pontificales y en la ma- había de llegar á ser algún día el nuevo bau-
jestad de su gloria: «Yo he bajado á vos- tizado, ¡qué acciones de gracias no hubiera él
otros, les dijo, por orden de aquel mensajtro tributado á la Divina Providencia por haber
celeste que habéis visto en San Angel; y suscitado un tal apóstol! En efecto: si la
vengo á anunciaros que vuestras fervientes muerte de los santos, según la expresión del
súplicas, que han llegado hasta el Trono de Profeta, es preciosa á los ojos de Dios, ¿no
Dios, han sido escuchadas. Tendréis, pues, ha de ser también precioso su nacimiento á
les ojos de los hombres?
terreno, se confesaron primero, y recibida la Sa-
grada Eucaristía inmediatamente... Frigerio La (1) Ipsis in pavimento JEcclesise ante Beati Ni-
gloriosa vita e gli excelsi miracoli dell'Almo Con- colai altare dormientibus. Sanctus Nicolaus in ha-
fessore Santo Nicola de Tolentino da gli antichi bitu pontificali apparuit dicens: Angelus qui vobis
originali raccolta. Camerino, 1578. apparuit, mihi dixit ut ad vos venirem, nuntians
(1) Viatorio habitu accincti, et báculo tornati- et confirmans quia vobis meo obtentu nascetur fi-
' lo U e ! n u s u ™ aqute cucurbita instructi, ala- lius, et vocabitur Nicolaus... Hic erit Deo accep-
eres ndentesque Barium. versus iter susceperunt.
r tisimus religiosam arctamque vitara ducens... etc.
Breviariwm.
Proceso de canonización.
Inspirada por una verdadera ternura y por piedad y sus admirables cualidades. El amor
una esclarecida piedad, Amada consideró co- á los trabajos parecía ya tan innato en su co-
mo un deber sagrado y una dulce obligación razón, que jamás demostró con las lágrimas
el amamantar por sí misma á su hijo. Hubiera los dolores inevitables de sus primeros, años,
creído renunciar á su título de madre propor- notando, además, con extrañeza la misma
cionando á su hijo, por ajeno ministerio, los Amada que el lunes, el miércoles y el vier-
cuidados de la primera edad, cuya influencia nes de cada semana no tomaba la leche ma-
es tan grande sobre el resto de la vida. terna sino una sola vez al día (1). Cuando él
Siguiendo el ejemplo de Ana, madre de ya pudo andar por la casa, no se cansaban
Samuel, ofreció á Dios el fruto de su seno, sus parientes y amigos de venir á verlo; tan
suplicándole se dignara ser su particular pro- modesto se mostraba ya en todas sus actitu-
tector y preservarlo de todo pecado; y Dios¿ des. Aun no podía más que tartamudear, y ya
escuchando esta súplica maternal, derramó manifestaba con demostraciones de infantil
desde entonces sobre Nicolás tal abundancia regocijo los sentimientos de amor que le
de gracias y bendiciones, que el niño se le- atraían hacia Jesús y María; buscaba sus sa-
vantó rápidamente, de grado en grado, á la gradas imágenes con exquisita solicitud, y,-
más encumbrada santidad. tan pronto como su vista lograba descubrir al-
El mostraba ya toda la hermosura de sus guna, manifestaba con sus gestos una afectuo-
progenitores. La historia nos dice que ningún sa ternura hacia ellas (2). ¿No había algo de
otro niño había que pudiera comparársele (1) : tierno y encantador, capaz de arrancar lágri-
la fe robusta y austera de su padre, la tierna mas del corazón, en este culto de la niñez ha-
devoción y graciosa bondad de su madre, pa- cia el Salvador y su divina Madre? Preveni-
saban alternativamente, y sin esfuerzo, del al- do con tan prematuras gracias celestiales,
ma de Nicolás á su pura y dulce fisonomía. Nicolás no aprende á conocer al mundo sino
Desde su más tierna juventud, marcada con para temerle y menospreciarle. Aun no tiene
el sello de la gracia divina, excitaba la admi- más de tres años y todas sus recreaciones
ración de cuantos le rodeaban, por su precoz
(1) Zacconi, cap. n i . Nicolás de la Ascensión.
Pedro Galdo. P a r a v i c i n o , cap. n.
- (1)• Frigerio, cap. IXI,-pág. 21. Giorgi, cap. i, pá- (2) Frigerio. José R e n a l , lib. VII, cap. ni. Gan-
gina 16. • -- dolfo, cap. iv.

IflHYfòS "Í VO \m
SMie'!'- A v a r i e y T s i t e
consisten en la oración y el servicio de Dios. meros ensayos de su espíritu: á ellas se debe
Nada más tierno que verlo, lejos de los niños principalmente las aspiraciones de tales hijos
sus compañeros, dedicarse á la oración con hacia lo sublime y hacia la santidad, que ha-
un fervor angelical, sin cuidarse de tomar cen hoy glorioso y bendecido su adorable
parte en sus diversiones (1). Su madre, que nombre. Nicolás, por su parte, tenía un alma
no solamente lo amaba como una madre se- inclinada á lo bueno por su natural índole,
gún la naturaleza, sino, sobre todo, como una y respondía perfectamente á los cuidados y
madre según la gracia, se ocupaba en la solicitud de su piadosa madre. Era, en ver-
educación de su hijo con un esmero exqui- dad, un conmovedor espectáculo el verle,
sito, con un tacto perfecto y un corazón todavía niño, hacer esfuerzos por tenerse
preparado por Dios mismo para la gran obra arrodillado en tierra, sin el menor apoyo, du-
de su educación moral y religiosa. Esta fué rante el santo sacrificio de la Misa. Inmoble,
la primera gracia otorgada á San Nicolás con los ojos fijos en el altar y juntas sus ma-
de Tolentino por la Divina Providencia. La nos ante el pecho, él parecía, en verdad, un
historia nos demuestra que los grandes ge- ángel del Cielo. Un día que el niño oía Misa
nios, los grandes caracteres y los grandes en compañía de sus padres, quiso Dios ma-
santos han sido doblemente hijos de sus ma- nifestarle, por medio de un prodigio, cuán
dres. La sangre de éstas los ha vivificado agradable le era este prematuro fervor. En el
y animado; pero ellos se han formado más momento de la elevación de la Sagrada Hos-
en el regazo y junto al corazón de cari- tia iluminóse repentinamente el rostro de Ni-
ñosa madre, oyendo sus lecciones y viendo colás y vió á Nuestro Señor en la forma de
sus ejemplos, que escuchando las instruc- un niño que le llamaba y le decía: Ven á Mí,
ciones de los más hábiles maestros. Toda la pues Yo estoy estrechamente unido á aque-
sabiduría de aquéllos, toda su energía, toda llos que tienen el corazón puro é inocente (1).
su santidad refluyen en aquellas cuyo amor ¡Oh visión infantil, cómo nos arrebatas!
tierno y persuasivo ha fecundizado los pri-
(1) Frequens admodum in templis erat... ubi
quadam die, sacerdote Hostiam elevante, Chris-
(1) Mulierum et puerorum consortia vitabat... tum D o m i n u m puerili specie sibi arridentem con-
senilem quamdam gravitatem pree se ferebat. Pro- tueri meruit dicentem sibi: «innocentes et recti
ceso de canonización. adhseserunt mihi». Proceso. Breviario.
Ninguna idea de la Tierra te conturba. En ti Deseaba asimismo acompañar todos los días
todo es casto, dulce y placentero. Feliz y á su piadosa madre en las visitas de ésta á los
bienaventurado el pequeño ángel terrestre enfermos, y esforzábase allí por prodigarles
que mereció repetidas veces disfrutar de un todos los pequeños servicios de que era en-
favor semejante. Favor que explica las lágri- tonces capaz. Tal era Nicolás en sus prime-
mas que inundaban su rostro cada vez que ros años, el cual, á semejanza del Niño Je-
se ponía á orar en la presencia de Dios. Esta sús, crecía en gracia y sabiduría ante Dios y
caridad ardiente hacia el Señor debía, natu- ante los hombres, prometiendo para el por-
ralmente, producir en Nicolás los mismos venir frutos admirables de virtud y de san-
efectos que leemos en los demás santos. El tidad.
amor para con los pobres fué el primero. Com-
prendiendo sus padecimientos y compadecien-
do sus desgracias, este niño de bendición re-
servaba para ellos cuanto recibía de sus ge-
nerosos padres, comenzando desde entonces
á ejercitar en ellos aquella heroica é inagota-
ble caridad que lo ha hecho digno del agra-
decimiento de los hombres.
A la vista de la miseria y privaciones de
sus prójimos, todo en él revelaba una emo-
ción profunda, y, faltándole alguna vez dine-
ro para socorrerles, según deseara, hacía le
siguiesen los indigentes, y, conduciéndolos á
casa de su padre, le suplicaba tiernamente no
los despidiese sin algún alivio y limosna (1).

(1) Insigni in pauperes commiseracione domi


comiter excipere... Breviario. Con mucha compa-
sión recogía á los pobrecitos y los conducía á su
casa propia, donde los confortaba y ayudaba con
mucha caridad. Frigerio, cap. xi, pág. 21.
- 19 -
las palmas y coronas prometidas por Dios á
sus amigos.
Al recorrer las diferentes biografías de San
Nicolás causa verdaderamente admiración lo
mucho que el Señor hizo por él desde su más
tierna niñez; y, sin las luces de la fe, veríase
uno tentado á preguntar por qué Dios levan-
CAPÍTULO n ta á un niño de esta edad á una perfección
tan extraordinaria. La razón es, porque Dios
Juventud de Nicolás. — Sus mortificaciones. — Sus quería hacer de Nicolás el Taumaturgo de la
primeros estudios.—La fuente de San Nicolás.— Orden de Ermitaños de San Agustín, y una
El convento de San Angel in Pont ano.San Ni- de las glorias más preclaras de la Iglesia.
colás, canónigo.—«He ahí el Angel guardián del Aun teñía siete años y ya sonaba en la sole-
coro.»—Aspiraciones al claustro. dad del claustro con sus maceraciones y sa-
crificios, y ya se esforzaba en imitar á los pia-
Después de lo dicho en el capítulo prece- dosos cenobitas, cuyas vidas leía en las vela-
dente, fácil es de suponer que Nicolás, que das de familia, entregándose, como ellos, á la
había sido el niño del milagro en su naci- mortificación y penitencia.
miento, debía ser también durante su vida Refiérenos Pedro de Bretaña que por esta
toda una alma privilegiada ante Dios y llena época, habiendo oído decir este privilegiado
de los más dulces favores del Cielo. No que- niño que San Nicolás de Mira se abstenía de
remos decir con esto que nuestro Santo haya tomar leche de su nodriza tres veces por se-
de gozar de una vida tranquila y apacible, mana, se propuso segnir su ejemplo, forman-
ni que haya de verse al abrigo de combates do la resolución de ayunar igualmente todos
y tentaciones. No: él, como todo verdadero los lunes, miércoles y viernes del año (1).
cristiano, tendrá, por el contrario, que luchar A dichos tres días añadió más tarde el
contra el ángel de las tinieblas, contra el mun- ayuno del sábado en honor de la Santísima
do y contra la naturaleza depravada, antes
de merecer por su fidelidad, por su humil-
dad y por su valor las gracias inestimables, (1) Jejunium triduanum in hebdómada septen-
nis inchoavit perficere. Proceso. Prigerio. Giorgi,
Virgen, conservando esta piadosa costumbre Confiaron su educación á un santo sacerdote
hasta la muerte. Su abstinencia en todo tiem- llamado D. Angel, capellán de la iglesia de
po fué rigurosísima, siendo tan poco lo que San Salvador, y los progresos del joven dis-
tomaba en su comida ordinaria, que no po- cípulo en sus estudios correspondieron á los
día comprenderse cómo vivía no alimentán- que ya había hecho en la piedad. Dotado de
dose ordinariamente más que de pan y agua. un juicio sólido y de una memoria excelente,
¡Oh, qué espectáculo digno de los hom- llegó á ser bien pronto, añade Pedro de Bre-
bres, de los ángeles y de Dios mismo, excla- taña, «el ejemplo, el modelo y el primero de
ma Pedro de Bretaña, el de ver un tierno todos sus condiscípulos. Su exactitud les ser-
niño, sin otra cosa propia de la infancia más vía de regla, su modestia les animaba, y, sin
que la inocencia y la simplicidad, verlo en- que ninguno envidiase el ascendiente que te-
trar con ardor por los senderos de la peni- nía sobre ellos, tenían todos á honra el imi-
téncia, privarse de todas las alegrías pasaje- tarle» (1). De tal suerte se acostumbró Ni-
ras, llevar con placer la cruz de Jesucristo y colás á vivir en el recogimiento y en la ora-
acostumbrarse desde los albores de su vida ción, que llegó á ejercer un imperio casi ab-
á mortificar sus pasiones, á domar su carne, soluto sobre sus sentidos y sobre sus faculta-
á imprimir, según el oráculo de San Pablo, des interiores.
la mortificación de un Dios crucificado sobre A falta de un dato histórico y preciso, po-
un cuerpo tierno é inocente! ¡Sí: ninguna otra demos, según las conjeturas más probables,
cosa agradaba á esta joven víctima sino aque- colocar en esta época la primera comunión
llo que la hiciese participante de los dolores de San Nicolás. El día más hermoso de la
del Salvador! Privábase Nicolás de los jue- vida para el alma regenerada por el Espíritu
gos más inocentes y de las diversiones de la Santo en las aguas del bautismo, es aquel en
niñez, para entregarse todo entero á los estu- que se ve convidada por primera vez á acer-
dios á que sus padres lo aplicaban; pues es- carse á la mesa de los ángeles para alimen-
tos dos fervorosos cristianos nada omitían tarse del cuerpo, de la sangre, del alma y de
para instruirlo en todas las ciencias que le la divinidad de Jesucristo. Entonces se abre
convenían según Dios y según su estado» (1). para el cristiano una nueva vida, una vida

(1) Pedro de Bretaña, pág. 13. (1) Pedro de Bretaña, pág. 14.
casi divina, en la cual su Dios, llegando á Dios, y que llegaría con el tiempo á ser un
hacerse su alimento, le .descubre, sobre más gran santo (1).
dilatados horizontes, las sublimes y austeras ' Una alma tan bien templada como la de
bellezas de la virtud. Probablemente la igle- Nicolás no podía contentarse con buscar á
sia de San Angel in Pontano debió de ser el Dios solamente en las dulzuras de la oración,
lugar donde este niño bendito se unió á Je- sino que debía también aspirar á buscarle y
sucristo por vez primera; la iglesia misma seguirle por los caminos dolorosos del Preto-
donde había él recibido las aguas del bautis- rio y del Calvario. Uniéndose, pues, á Jesús
mo. Día fué éste señalado con especiales fa- azotado, este joven buscaba en la disciplina
vores de Nuestro Señor, que se complacía en y los cilicios las austeras enseñanzas del do-
corresponder con luces y gracias de predilec- - lor y de la humillación, azotándose tan cruel-
ción á la generosidad de Nicolás. El director mente con correas de cuero, que las paredes
de este ángel de la Tierra, conociendo el va- de los aposentos solitarios adonde se retira-
lor y la hermosura del tesoro confiado á su ba estaban teñidas de sangre (2). Prosternado
cuidado, admirábalo y entreteníase con él su rostro contra la tierra y arrasados de lá-
largas horas, juzgándose dichoso en aspirar grimas sus ojos, no podía él comprender la
el perfume que de sí exhalaba este tan puro bondad infinita de Dios para con los hombres,
y candoroso lirio. Por su parte, el niño se tan ingratos y tan indiferentes. Cierto día,
hallaba altamente satisfecho de hallar en la después de haber pasado cuatro horas arro-
experiencia y consejos de su guía un apoyo y dillado en oración en una gruta cercana á
un manantial de inspiraciones, que le ayuda- San Angel y llamada Fosso Massaccio, como
ban á prepararse para el gran acto de la pri- no le fuese posible levantarse por negarse á
mera comunión. Desde* esta bendita fecha, los sostenerlo sus fatigadas piernas, quedóse allí
deseos, los fervores y los sentimientos de Ni- acostado sobre la tierra y, apoyando su cabe-
colás fueron dignos de un santo consumado za en una dura piedra, pronto se vió domina-
en todas las virtudes; el fuego del amor divi- do del sueño. Despertó, por fin, el Santo, y
no abrasó su corazón é iluminó su inteligen-
cia con tan vivas llamas, que en San Angel
(1) Si párvulo isti Dominus vitam concesserit
se decía de voz pública que el joven de Gua- sanctus erit. Proceso.
ruti era un serafín que no vivía más que para (2) Disciplinabat se vinclis aliquando eorrigiis
et quandoquidem catenis. Proceso.
habiendo quedado grabada en la roca, como nes y sus esfuerzos personales. Así que toda
si hubiera sido de cera, la imagen de su ros- su dicha se cifraba en poder conversar con
tro, de la cavidad formada por éste comenzó los buenos religiosos; y el proceso de su ca-
á brotar una fuente de agua pura. Esta gru- nonización nos refiere que él no frecuentaba
ta, objeto de veneración para todos los habi- más que el convento de los ermitaños de San
tantes del país, atrajo, y todavía hoy atrae, Agustín; no conocía más, como en otro tiem-
una multitud de enfermos que, saciándose de po San Basilio, que el camino de la escuela
esta agua milagrosa, encuentran en ella el vi- y el de la iglesia (1). De cuando en cuando
gor y la salud. ¡Cosa notable! Si se quiere ha- dejaba escapar de su corazón la confesión de
cer uso de esta agua para usos profanos, al sus íntimos deseos. «¡Oh, qué felices sois vos-
momento queda en seco la fuente y no vuelve otros, decía él á los religiosos, viviendo jun-
á manar sino después de haber recibido la tamente en el claustro, unidos con los lazos
bendición de un Padre religioso de San Agus- tan fuertes y tan dulces de la caridad frater-
tín. Esta fuente se llama todavía la fuente de na y de la admirable Regla de vuestro Pa-
San Nicolás (1). triarca San Agustín! ¡Oh, cuánto me alegra-
Era nuestro joven Santo amante de la so- ría de poder, como vosotros, ser su hijo y de-
ledad , y, á fin de conservar su íntima unión dicarme todo entero al servicio de Dios!» (2).
con Dios, evitaba todo comercio con sus con- El convento de San Angel in Pontano era
discípulos. Sin embargo, su alma no era in- digno de atraer hacia sí las miradas y los de-
sensible á los encantos de la amistad. El sa- seos de Nicolás, pues gozaba á la sazón de
bía que la vida moral é intelectual es más una gran renombre de santidad, justamente me-
imitación que una creación, y que el hombre recida. Entregábanse en él los religiosos con
aprende el bien y el mal más por sus relacio- admirable celo y constancia á los ejercicios
nes con sus semejantes que por sus reflexio- de la vida común, practicando la más estric-
ta pobreza, soportando con alegría todas las
(1) Instrumento auténtico que comienza: In Dei
nomine. Amen. Anno Domini 1724, i n d i c t i o n e i i , (1) iEqualium csetus evitans, religiosorum fa-
die vero 12 .Tanuarii. Pedro Esteban Montanaro, miliaritate dumtaxat delectabatur. Breviario.Pro-
depone... Este documento está conservado en la ceso.
biblioteca de los P P . Agustinos de Nápoles en el (2) Adhuc puerulus... dicens se velie effici fra-
convento de la Zecca. ter Eremita. Proceso, Giorgi.
privaciones, y observando, en fin, todas sus revestido de una gravedad mayor, aplicándo-
Reglas con la más perfecta obediencia. Ellos se á cumplir perfectamente todos los deberes
recogían, obrando así, la herencia de fervor de su nuevo estado y estudiando con amor
que les legaran santos religiosos sus antepa- las rúbricas y ceremonias propias del Oficio
sados, los cuales habían sido la gloria y or- divino, á fin de hacerse digno de Dios, á
namento de este monasterio. No era, pues, de quien deseaba complacer aun en las cosas
extrañar que el alma de Nicolás hubiese ele- más pequeñas. Pronto se vió nuestro Santo
gido este piadoso asilo como su refugio y el elevado á un tal grado de perfección, que los
blanco de sus deseos. Sentíase principalmen- más antiguos canónigos encontraban una pia-
te impulsado hacia esta Orden venerable, por dosa satisfacción al verlo cada día llegar de
su antigüedad en la Iglesia y por el gran nú- los primeros al coro, con un perfecto recogi-
mero de Santos que ha producido y con que miento y exacta fidelidad. Contemplábanle
ha poblado el Cielo. Su devoción hacia San con admiración, inmoble en su asiento, los
Agustín, sn glorioso Fundador, se acentua- ojos bajos, las manos juntas ó sosteniendo el
ba de día en día, sintiéndose poderosamente breviario, y se decían entre sí: He ahí el
atraído por el genio y por la piedad de este Angel guardián del coro.
ilustre Doctor. No permitiéndole, sin embar- Si alguna omisión se escapaba á la vigi-
go, su corta edad el ser admitido entre los lancia de Nicolás, él se apresuraba á repa-
ermitaños, recibió la tonsura de las cuatro rarla imponiéndose la penitencia que la cos-
órdenes menores de manos del Obispo en la tumbre señalaba para tales casos (1). De este
iglesia colegial de San Salvador, y aceptó el modo conseguía vivir piadosa y tranquila-
título de canónigo con que le brindó el cole- mente en la presencia de Dios, esperando la
gial de San Angel (1). hora de responder al llamamiento de Aquel
A partir desde este día aparece Nicolás que ha dicho: Si quieres ser perfecto, ven-
de cuanto posees, da su precio á los pobres y
sigúeme. Acrecentándose más y más su vo-
(9) Instrumento autkentico quod anno 1701, ad cación al estado religioso en el santuario
musseum nostrum fuit transmissum dieitur exsta- donde tenía el insigue honor de pasar su vi-
re ibidem (in oppido San Angeli) per vetustum
templum S. Salvatoris ubi S. Nicolaus fuit ini-
tiatus minoribus ordinibus. Bolland., torn, ni, pá-
gina 646, in notis lit. M. (0) In omnibus erat perspicuus. Proceso.
da, resolvióse por fin á abandonarlo todo pa- en la elección de estado dependía la salva-
ra seguir pobre en pos de un Dios pobre y ción, y deseaba cuanto antes abrazarse con
humillado. Aquel hacia el cual se sentía arrastrado con
¡Cuántas almas han obedecido á esta voz tan irresistible violencia. En adelante, amar
del Salvador Jesús, que las llamaba al sacrifi- al Señor con toda su alma y con todas sus
cio y renunciación de sí mismas! ¡Cuántas de fuerzas, juntando á tan perfecto amor el amor
estas almas, abandonando las riquezas y los del prójimo, sería la ley suprema de su ad-
honores, sirvieron de ejemplo y edificación al mirable vida.
mundo, y produjeron maravillosos frutos de Sin embargo, á pesar del atractivo irresisti-
salud y gracia! Así, pues, sucedió con Nico- ble que le llama hacia el claustro de los hijos
lás que no cesaba de suspirar con el ardor de San Agustín, á pesar de su decidida reso-
de un corazón puro y generoso por el feliz lución de dedicarse sola y exclusivamente al
momento de su entrada en la Orden de Er- divino servicio, Nicolás duda por algún tiem-
mitaños de San Agustín, que era la que le po, temiendo todavía engañarse y experimen-
merecía todas sus preferencias. «¿Cuándo tando en su alma las angustias de una terri-
podré yo, decía él, según la sencilla traduc- ble y dolorosa lucha.
ción de los biógrafos, cuando podré yo ocul- La Providencia, empero, que le ha llenado
tarme alejado del mundo? ¿Cuándo se eleva- de tantas gracias, va por fin á ayudarle á
rán mis súplicas sobre las silenciosas bóve- romper sus ligaduras, y, llenando su corazón
das del claustro, donde tan fácil es el reco- de santas inspiraciones, va á abrirle las puer-
gimiento? ¿Cuándo, pues, junto á la lámpara tas del claustro bendito, por el que ha tanto
del santuario podré yo consumirme día y no- tiempo que suspira.
che en ese templo, donde la Hostia silenciosa
se ofrece de continuo al Eterno Padre?» (1).
Tal era la voz é incesante llamamiento de
Dios, que Nicolás sentía resonar en el fondo
de su corazón,y cuya importancia conocía él
mejor que ningún otro. Sabía que del acierto

(1) Giorgi,pág. 22.


las demás casas religiosas. Todos ellos fueron
suprimidos, siendo sus bienes confiscados,
robados ó entregados á las llamas, á la vez
que sus moradores eran desterrados ó con-
denados á muerte (1). La historia de esta
Orden que Benedicto I X , León X , Alejan-
dro V I I , y muchos otros Soberanos Pontífi-
CAPITULO I I I ces, han colmado de elogios y de privilegios,
puede ser dividida en dos partes. La primera,
La Orden de Ermitaños de San Agustín— San Agus- comenzando en su fundación el año 391, ter-
tín en Milán—Su vuelta á Tagaste.—Fundación mina en 1245; la segunda tiene su origen du-
del primer monasterio.—Los Ermitaños de San rante el Pontificado de Alejandro IV, y con-
Agustín en Italia y Francia.—El P. Lanfranco tinúa hasta nuestros días.
de Setala, Prior general.
La simplicidad y austeridad que Agustín,
todavía catecúmeno, había admirado en Mi-
Antes de que nuestro Santo haya trapasa- lán, le decidieron á abrazar el mismo género
do los umbrales del monasterio que ha de de vida. El mismo nos refiere así la resolu-
edificar con sus virtudes, vamos á exponer ción que con sus compañeros había tomado:
brevemente la historia de la Venerable Or- «Algunos de mis compañeros y yo, dice en
den fundada por el ilustre Obispo de Hipo- el libro vi de sus Confesiones, conversába-
na, desde el tiempo de sus luchas y comba- mos familiarmente acerca de las miserias y
tes en presencia de los nuevos caminos que agitaciones de la vida humana, y, pareciéndo-
se abrían á su vista, hasta el perfecto esta- nos insoportables, habíamos casi acordado el
blecimiento de la vida religiosa enseñada en proyecto de retirarnos del trato con los hom-
su Regla, en la que iba á lanzarse en pos de bres, para vivir en paz lejos del mundo. Para
tantos santos de todas las edades, sexos y la ejecución, pues, de este plan habíamos
jerarquías.
La Orden de Ermitaños contaba en Fran- (1) Cuadro de las abadías y monasterios de hom-
cia, á fines del siglo x v m , ciento trece mo- bres que existían en Francia en la época del Edic-
nasterios principales, á los cuales cupo la to de 1768, por M. Peigné Delacourt. Arras, 1875.
A. Planque, editor.
misma suerte reservada por la Revolución á
resuelto poner en común todo lo que cada mas. «¡Cuántas lágrimas, dice, he derrama-
uno poseía, y hacer así un solo fondo total do oyendo vuestros himnos y cánticos! ¡Qué
de todos nuestros recursos particulares: de dulce emoción experimentaba mi alma á los
modo que, gracias á la sinceridad de nuestra suaves acentos de vuestra Iglesia! Mientras
amistad, no hubiese allí más mío ni tuyo, mis oídos escuchaban enajenados vuestros
sino que el caudal entero llegase á ser á la acordes, vuestra verdad se derramaba en mi
vez propiedad de cada uno y de todos igual- corazón, y se escapaban de él piadosos y ar-
mente. Pensábamos ser unos diez á vivir de dientes suspiros, y brotaban las lágrimas en
esta manera, y habíamos determinado que abundancia, siendo todo esto el encanto más
cada año fuesen nombrados dos de entre nos- grande de mi vida.»
otros, como procuradores ó encargados de la De vuelta á Tagaste, Agustín llegó al col-
administración temporal de los asuntos. Mas mo de sus deseos poniendo en ejecución su
cuando se indagó si las mujeres consentirían intento de servir á Dios, que había formado
en ello, pues que varios de nosotros estaban en la época de su conversión. Despojóse en
ya casados, y yo por entonces deseaba serlo, primer lugar de los bienes que había hereda-
disipóse al instante este proyecto, y se nos do de su padre, y distribuyó en seguida su
fué como de las manos. Sin embargo, yo ha- producto entre los pobres, sin reservarse
bía cobrado aversión á la vida que llevaba cosa alguna, á fin de quedar más indepen-
en el siglo, y había llegado á ser para mí una diente para abrazar el libre servicio de
pesada carga desde que no me sentía ya do- Dios (1).
minado por el ardor de las pasiones» (1). Fundó entonces un monasterio donde pu-
Más afortunado debía estar Agustín en su diese emprender, en compañía de Alipio,
proyecto á su vuelta al Africa. La idea de Evodio, Adeoato, Posidio y otros servido-
abandonar el mundo había llegado á ser cada res de Dios, un género de vida humilde y
día más fuerte en su corazón, y el recuerdo modesta; y más tarde, habiendo sido orde-
de los cánticos sagrados que los monjes del nado de sacerdote, fundó otro semejante en
Oriente habían introducido en la Iglesia de Hipona. Posidio, amigo particular de San
Milán le hacía derramar abundantes lágri- Agustín, refiere así la fundación de este mo-

(1) San Agustín, Confesiones, lib. vi. 2. ibid. (1) San Agustín, Confesiones, lib. xi.
nasterio: «Habiendo sido hecho Presbítero lidos de los monasterios fundados por Agus-
(San Agustín), estableció al momento en su tín, cuando el mismo San Posidio, que los
iglesia un monasterio, y comenzó á vivir en conocía perfectamente, y que nos ha trans-
compañía de servidores de Dios, siguiendo mitido los esclarecidos méritos de aquéllos
las reglas y preceptos establecidos en tiempo en la Iglesia, ha puesto buen cuidado fen
de los Apóstoles. El punto más importante ocultarnos sus nombres.
de esta congregación consistía en no tener «Yo he conocido, dice, diez de estos hom-
nada propio: todo era común á todos, y debía bres santos y venerables, tan insignes por la
darse á cada uno según sus necesidades. El pureza de sus costumbres como por lo vasto
mismo San Agustín había practicado esto de su sabiduría, que el bienaventurado Agus-
antes que ningún otro á su venida de Ultra- tín concedió á diferentes iglesias que se los
mar para su patria». (1) demandaban, algunas de las cuales eran muy
principales. Los obispos procedentes de este
Séanos permitido citar aquí las palabras
plantel de Santos multiplicaron las iglesias
de Benoit al hablar de la institución de este
del Señor y fundaron en rededor de éstas
monasterio. «Agustín hacía las veces de un
otros monasterios, que dieron igualmente á
padre para con sus compañeros, sobre todo
otras iglesias muchos de sus individuos para
para con aquellos que habían abrazado con él
ser elevados al sacerdocio, á medida que se
esta santa esclavitud. El los guardaba como
redoblaba el celo por la palabra de Dios. Así
á hijos, que había engendrado en Jesucristo;
fué cómo la doctrina saludable de la fe, la
él alimentaba sus almas con el más solícito
esperanza y la caridad de la Iglesia Católica
cuidado, los enfervorizaba con las Sagradas
se difundió por muchos y en muchos, no so-
Escrituras, los excitaba á la piedad y los ha-
lamente por todos los puntos del Africa, sino
cía suficientemente fuertes para mantenerse
también más allá de los mares.» (1).
un día por sí mismos en el retiro sin el auxi-
lio de su brazo» (2). Imposible nos sería citar Como los miembros de esta Orden nacien-
los nombres de todos los grandes hombres sa- te vivían en celdas independientes y alejados
de las ciudades, se comenzaron á llamar Er-
mitaños; nombre que, en recuerdo de su pri-
(1) San Posidio, Tita Sancti Patris nostri Au-
g
"¡2)'' Prólogo de la Regla de los Benedictinos, ca- (1) San Posidio, cap. x.
pítulo v.
Agustinos á derogar esta costumbre, tan ge-
mera fundación, han conservado siempre los neral entonces. San Guillermo de Aquitania,
Agustinos. Propagáronse éstos rápidamente San Juan Bueno y muchos otros religiosos,
por el Africa, de tal modo, que hacia el insignes por su ciencia y su piedad, reunie-
año 430, cuando los vándalos invadieron las ron un cierto número de monasterios bajo un
provincias proconsulares, la Orden, que ape- mismo Superior, dando así origen á lo que
nas contaba cuarenta años de existencia, pudo hoy día llamamos una Provincia.
envanecerse, al ver cerca de tres mil de sus El año 1215, el cuarto Concilio Ecuménico
miembros condenados á muerte en odio á la de Letrán reconoció la Orden fundada por
divinidad de Jesucristo (1). Muchos de ellos, San Agustín (1), y treinta años más tarde,
que pudieron evadirse, pasaron á Cerdeña, habiéndose aparecido el gran Doctor de Hi-
Italia y Francia. pona al Papa Alejandro I V , invitóle á reunir,
Como ya fuese célebre por toda la Iglesia bajo la autoridad de un General, los miem-
el nombre de San Agustín, á causa de las bros dispersos de la gran familia agustinia-
grandes controversias sostenidas contra los na (2). Al momento este gran Pontífice hizo
herejes por este Doctor incomparable, nin- reunir en Roma, en la iglesia de Santa María
guna dificultad encontraron sus discípulos del Pópulo, á todos los Superiores de los mo-
para establecerse en Europa y llevar á efec- nasterios, bajo la presidencia del Cardenal
to numerosas fundaciones, de suerte que pu- Ricardo de San Angel, con el fin de proceder
do evitar la Orden el peligro de total extin- á la elección del primer General de la Or-
ción que le amenzaba.
No exigiendo todavía los cánones de la
(1) Hoc unum certuni est, quod ilia sancta pro-
Iglesia el que todos los conventos tuviesen pago Sancti Augustini non omnino extincta fuit;
absoluta dependencia de un Superior sólo, sed in aliquibus bonis fratribus in quadam sancta
bastaba que cada monasterio ó abadía tuvie- simplicitate viventibus perduravit usque ad an-
num 1215, quando celebratum fuit Concilium La-
se un Abad ó un Prior. Modo de gobierno teranense.
que duró muchos siglos, pues que hasta el ... In eodem etiam Concilio, quia ibi de Ordini-
bus singulis tractabatur, Ordo fratrum Eremita-
año de 1050 no comenzaron los Ermitaños rum S. Augustini registratus et adnotatus fuit...
ut habetur ex registro Pontificum romanorum. El
Beato Jordan de Sajonia, lib. i n , cap. n.
(1) Lanteri. Postrema specula sex religionis au- (2) Lanteri. Postrema sascula sex.
gustinianse. In prólogo. Tolentini, 1858.
— 38 —
den, mereciendo entre todos ser elegido el
bienaventurado Lanfranco de Setala, origi-
nario de una de las más nobles familias de
Milán, y Superior de la provincia de Mantua;
elección que fué ratificada por el mismo Su-
mo Pontífice. El empadronamiento que en-
tonces se hizo demostró que había en Euro- CAPÍTULO I V
pa cerca de tres mil conventos y unos treinta
San Nicolás, novicio—Primeras luchas—El Padre
mil religiosos. Desde esta época, los Capítu-
Regnault.—Primeros pasos de San Nicolás para
los generales se han seguido sin interrupción
entrar en la Orden de San Agustín—Recibe el
hasta nuestros días. Los Ermitaños de San hábito religioso en la iglesia de San Salvador.—
Agustín hacen su profesión con votos^ solem- Alcanza la perfección en su nuevo estado.
nes, y forman parte de las cuatro Ordenes
Mendicantes reconocidas y aprobadas por la En todos los estados de la vida humana se
Iglesia. encuentran horas de dolorosa crisis, de la que
sale el hombre, ó subyugado por el amor y
acrisolado en la virtud, ó vencido por el es-
píritu del mal y encadenado al vicio. Aco-
gióse Nicolás á la presencia del Señor, y es-
perando al pie de los altares y en el silencio
y secreto de la oración el término de esta ín-
tima lucha, recibió las luces de que había ne-
cesidad para esclarecer sus caminos y forti-
ficar su corazón tan delicado y sensible. Dios
pretendía de él el sacrificio de todo aquello
que le era más amado en el mundo, siendo
como era el único hijo de una noble familia
destinado, según las reglas humanas, á per-
petuar el nombre y aumentar la gloria de la
misma. El combate podía ser rudo; mas el
Cielo había de reportar la victoria; y esta gra- plaza pública, tronó con suma vehemencia
cia iluminativa, solicitada por Nicolás, co- contra la vanidad de espíritu y contra los
municóse fuerte, dura y persuasiva á su alma. abusos é ilusiones del mundo. Fueron sus pa-
Acostumbrado á confiar á su director sus lu- labras atentamente escuchadas por nuestro
chas íntimas y á tomar en todo su consejo, el Santo, y, cayendo sobre su alma la divina se-
joven aspirante acercóse á someter á aquél su milla, produjo en ella el ciento por uno. Pa-
resolución y su proyecto, con el firme propó- recióle que á sólo él se enderezaba aquel dis-
sito de no hacer otra cosa que seguir su dic- curso, y, no dudando un momento de que
tamen. Después de haber el director reflexio- aquélla era la voz de Dios que hablaba á su
nado seriamente, pidiendo á Dios sus luces: corazón, determinóse á no dilatar un solo ins-
« Apruebo, le dijo, tu resolución, y estoy en la tante más el responder á ella; y sintiendo una
seguridad de que, si perseveras fiel á la gra- alegría inexplicable y una dulcísima paz den-
cia de Dios, llegarás á ser un gran santo» (1). tro de su alma, lleno de un valor todo celes-
Palabras fueron éstas que hicieron estreme- tial, corrió á arrojarse á los pies del P. Prior,
cer de gozo el corazón de Nicolás, el cual vi- suplicándole con lágrimas la gracia de entrar
vió del recuerdo de esta profecía, hasta el como religioso en su monasterio. «¡Ah, padre
momento en que el Señor se dignó dar entero mío! —le dijo; —recibidme entre vuestros
cumplimiento á sus deseos. Este momento di- alumnos; libradme de los engaños del demo-
choso debía llegar muy pronto. nio y del mundo; dignaos darme el hábito de
Cierto día, el Prior del convento de San San Agustín» (1).
Angel, el P. Regnault, sujeto esclarecido por Mucho tiempo hacía que el P. Regnault
su ciencia y su piedad, predicaba acerca de conocía las aspiraciones de Nicolás á la vida
aquellas palabras de San Juan: No améis al del claustro, y bien sabía él que tenía á sus
mundo, porque él pasa, y con él su concupis- pies un alma pura y privilegiada; mas, sien-
cencia (2). El religioso, que hablaba en una do hombre prudente, no quiso darle en modo
alguno respuesta decisiva antes de poner á
prueba su vocación. A pesar de las reitera-
ff(l) Mihi placet, quia eris vir bonus, et bonus
eris.[Bollando, toni, i n , pàg. 646, nota H. Placet
mihi, quia eris homo sanctus. Proceso. Giorgi, pà-
gina 22. <*ì£S&:<"->~ (1) Giorgi, cap. i i , pág. 22. Frigerio, cap. iv,
. (2) San Juan. ;Episfc. x, capali ,&vers. 15. pág. 26.
das instancias del joven aspirante, despidiólo bras de San Nicolás de Mira en el santuario
diciendo: «Vete, hijo mío, y pide á tus pa- de Bari, conmovido Compañón hasta derra-
dres el consentimiento; de lo contrario, no mar lágrimas: «Vete en paz, hijo mío—ex-
puedo recibirte dentro de la Orden» (1). clamó:— dile al P. Regnault que ya te he
Salió Nicolás de allí un poco inquieto, y, dado mi consentimiento» (1).
corriendo hasta la casa paterna, apenas hubo Nicolás, en el colmo de su alegría, abrazó
entrado en ella, arrojóse á los pies de sus pa- tiernamente á estos generosos cristianos y se
dres, suplicándoles le permitiesen entregarse alejó presuroso á llevar al monasterio la feliz
para siempre á Jesucristo. «¡Oh, padre mío!— noticia. Convocó entonces á Capítulo el Prior
le dijo:—yo no necesito más para ser feliz que á los religiosos de San Angel, los cuales to-
vuestro consentimiento á mis deseos. Yo que- dos, con voz unánime, dieron gracias á Dios,
rría ser ermitaño de San Agustín. El P. Re- que se dignaba enriquecer la Orden con un
gnault acaba de decirme que vuestra voluntad tesoro tan precioso (2). Ellos eran, por cierto,
debe aprobar mi resolución, pues no puede muy felices; pero el piadoso aspirante lo era
él recibirme sin vuestro consentimiento » (2). todavía más. Arrodillado éste en presencia
Después de un momento de silencio, añadió de los religiosos, les dió llorando las gracias
Nicolás con más apretadas instancias: «He por el inmenso favor que querían otorgarle,
dado cuenta á mi director de mi proyecto; lo y, vuelto inmediatamente á casa de sus pa-
ha consultado con Dios mejor que yo, y ha dres, pidióles perdón humildemente por los
aprobado por fin mi resolución. Dignaos, pues, disgustos que pudiese haberles causado, ro-
bendeciríne, ¡oh padre mío!; y vos también, gándoles pidiesen á Dios por él.
¡ oh mi buena madre!: no me apartaré de vues- A pesar de sus pocos años, prevenido Ni-
tra presencia hasta haber obtenido lo que pre- colás por la gracia, ajustóse en su nueva vida
tendo». Acordándose, sin duda, de las pala- á un plan muy fijo y constante de conducta.
El sabía que los hombres son los que santifi-
can á los claustros, no los claustros los que
(1) Beato Jordán de Sajonia, lib. i , cap. II. San
Antoni. Brevia.
(2) Con humildes súplicas, interrumpidas por
ardientes suspiros, pide á sus padres le consientan (1) Beato Jordán de Sajonia. Giorgi.
este sacrificio, que había de ser grato al Señor. (2) Bendiciendo al Señor que la enriquecía con
Giorgi, cap. II, pág. 23. un tesoro tan grande. Giorgi, cap. xi, pág. 23,
santifican á los hombres; pues que, para ser
justo á los ojos del Señor, no basta llevar el toma de hábito tuviese efecto en la iglesia
hábito religioso; es necesario también practi- colegial de San Salvador, pues la capilla del
car las virtudes propias de ese estado de per- convento era demasiado pequeña para conte-
fección. Preparóse, pues, con un fervor an- ner á toda la gente. A pesar de las medidas
gelical á la ceremonia de la toma de hábito, adoptadas para impedir la confusión, era tan
redoblando sus oraciones, sus ayunos y peni- compacta la muchedumbre en el sagrado tem-
tencias, y exclamando incesantemente: «¿Qué plo cuando el P. Regnault quiso penetrar en él
he hecho yo, Dios mío, para merecer un tan con su nuevo hijo, que le fué imposible abrir-
gran favor? se paso para llegar al altar. Burlando enton-
No sabemos á punto fijo en qué año fué ces la previsión de la muchedumbre, apiñada
Nicolás admitido en el noviciado, si bien todo en el coro y en todos los ámbitos del santua-
mueve á creer que fué hacia el año 1261 (1). rio, hizo señas el Prior á San Nicolás para
Sea de ello lo que fuere, tan pronto como que se dirigiese hacia el púlpito y trepase por
cundió la noticia de que el joven Guaruti iba su escalera; y allí, sobre el púlpito, á la vista
á tomar el hábito religioso en la iglesia de los de sus compatriotas, vistió este niño de ben-
PP. Agustinos, un tropel inmenso de gente dición el hábito blanco de los ermitaños de
se agolpó en ella, ansiosos de presenciar la San Agustín; este hábito de la Santísima Vir-
piadosa ceremonia, pues ya de antemano el gen, que ellos llevan hace ya tantos siglos, y
postulante era por todos mirado como un que es á la vez tan severo y tan gracioso. Día
santo. fué éste lleno de regocijo para Nicolás,y Dios
se lo colmó de gracias las más preciosas y sin-
Llegó, pues, el día señalado, y accediendo
gulares (1). Hermoso é inocente como un án-
el P. Prior á los deseos de numerosos pere-
gel, reflejábase en su semblante la alegría ce-
grinos venidos á San Angel, decidió que la
lestial que llenaba su alma. Juntas sus ma-
(1) Los Bolandos, Torelli, Pedro de Bretaña,
nos, inclinados sus ojos hacia la tierra, de
Herrera y muchos otros autores creen que San Ni- rodillas delante del P. Regnault, el novicio
colás había ya pasado de la edad de quince años
cuando tomó el hábito religioso en el convento de
San Angel in Pontano. G-iorgi y Mercuri, que Ni-
colás apenas tenía entonces diez años; pero la opi- (1) Hic-fuit-indutus-Sanctus-Nicolaus-de-Sanc-
nión de éstos no es probable, to -Angelo - qui - vocatur- de - Tolentino. Inscriptio,
supra pulpit. in ecclesia Sancti Angeli.
excitaba la admiración de todos los asisten- las cosas más pequeñas (1). Todas las auste-
tes. Recogido y enajenado en solo Dios, él ridades de la Orden vinieron á ser para él
tomaba en aquellos momentos resoluciones como un regalo. Siéndole todas ellas insu-
heroicas que debía guardar fielmente hasta ficientes, demandaba sin cesar permiso al
la muerte. «Tú eres desde ahora un religioso, maestro de novicios para aplicarse peniten-
se decía; tú debes mudar de vida y llegar á cias particulares, evitando, sin embargo, cui-
ser un perfecto imitador de Jesucristo.» ¡Ah! dadosamente aquellas singularidades afecta-
¿Qué mudanzas podía, pues, meditar este jo- das que no tienden las más de las veces más
ven que hubiera podido servir de modelo á que á captarse la estimación de los hombres;
tantos religiosos ancianos en la virtud? ¿No aquellas vanas exterioridades que, no regu-
era el elegido y privilegiado del Señor? Así lando más que lo que se ve con los ojos, no
era en verdad; pero la virtud tiene sus gra- tocan al corazón ni sirven más que para en-
dos, que conoce perfectamente el corazón fiel gañar con una falsa apariencia de santidad.
y amante; y Nicolás quería subirlos todos, á A la vez que era extremadamente limpio
fin de estar más cerca de Dios, cuyas adora- en su vestido, tenía Nicolás una conversa-
bles perfecciones había él comprendido. Con- ción cariñosa y agradable, exenta de toda
cluida la ceremonia, y conducido el novi- afectación como de excesivo abandono, sin
cio á la soledad de la celda que le estaba ser obstáculo su discreción para mostrarse
destinada, hincóse de rodillas, besó la tierra constante como un amigo y como un exce-
é imploró las bendiciones del Cielo sobre lente hermano. Reflejábase en su rostro una
su entrada y. su perseverancia en el monas- paz inalterable, imagen de la pureza de su
terio. alma y de la paz de su espíritu, que nada era
No fueron dificultosos para este santo jo- capaz de conturbar. Fino y cortés por natu-
ven los primeros pasos de la vida religiosa: raleza, él respetaba las reglas de la buena
el Señor parecía caminar á su lado y condu- educación, sin afectar, sin embargo, ser es-
cirlo con toda celeridad. Queriendo proceder clavo de ellas con esa atención escrupulosa
con todo acierto por los caminos de la per- del mundo que tan penosas y difíciles hace
fección, ajustóse desde luego á ciertas reglas con frecuencia nuestras relaciones con los de-
de conducta, que no abandonó jamás, ponien-
do en primer rango á la obediencia, aun en (1) In ómnibus fuit obediens.
más hombres. San Nicolás entendía ya por
entonces la santidad á la manera de San Fran-
cisco de Sales; sabía él que la tristeza som-
bría y escrupulosa, lejos de ser necesaria á
la verdadera piedad, la destruye con frecuen-
cia en el alma, sobre la cual hace pesar un
yugo insoportable á las fuerzas humanas. «Es CAPITULO V
necesario, dice el profeta, servir á Dios con
Primeros años de San Nicolás en el claustro.—Ora-
alegría y santa libertad». Y, á la verdad, ha- ción continua de San Nicolás.—Es admitido á
biendo sido criado el corazón para gozar de hacer la profesión religiosa.—Es enviado á San
los espacios infinitos del Cielo, debe comen- Ginés.—Sus progresos en los estudios.—Se le
zar en la Tierra á dirigir sus aspiraciones ha- encomienda la distribución de-las limosnas.—
cia aquella bienaventurada mansión, de don- « Dad á los pobres cuanto queráis ».
de irradia la luz de la vida y de la eterna fe-
licidad. El religioso, como todo verdadero cristia-
Elegía Nicolás para sí los oficios más ba- no, se conoce en el amor á la oración. Ella es
jos y humildes de la comunidad, y, cuanto más el pan cotidiano del alma y la que, comuni-
penosos eran éstos, con tanta mayor alegría cándole la savia vivificante de la gracia, lo
se aplicaba á desempeñarlos. Jamás se oyó eleva de grado en grado hasta la más perfec-
de sus labios la más pequeña palabra de mur- ta unión con Jesucristo. Un alma de oración,
muración; jamás se vió en él un gesto de im- dice el santo rey David, es como un árbol
paciencia ó de inquietud; jamás se notó en él plantado junto á la corriente de las aguas, el
la más pequeña señal de mal humor. Por el cual dará fruto á su debido tiempo: todas sus
contrario, su gran bondad, su admirable dul- obras son agradables á los ojos de Dios y
zura, su perfecta modestia le hacían amado y atraen sobre él las bendiciones del Altísimo.
querido de todo el mundo; tan cierto es que Acostumbrado, pues, Nicolás desde antes de
la virtud tiene el don de ganar los corazones su noviciado á vivir en continua comunica-
y conducirlos á Dios. ción con Dios, ninguna dificultad ni trabajo
le costó ahora el trepar hasta la cima de la
contemplación más encumbrada; al contrario,
más hombres. San Nicolás entendía ya por
entonces la santidad á la manera de San Fran-
cisco de Sales; sabía él que la tristeza som-
bría y escrupulosa, lejos de ser necesaria á
la verdadera piedad, la destruye con frecuen-
cia en el alma, sobre la cual hace pesar un
yugo insoportable á las fuerzas humanas. «Es CAPITULO V
necesario, dice el profeta, servir á Dios con
Primeros años de San Nicolás en el claustro.—Ora-
alegría y santa libertad». Y, á la verdad, ha- ción continua de San Nicolás.—Es admitido á
biendo sido criado el corazón para gozar de hacer la profesión religiosa.—Es enviado á San
los espacios infinitos del Cielo, debe comen- Ginés.—Sus progresos en los estudios.—Se le
zar en la Tierra á dirigir sus aspiraciones ha- encomienda la distribución de-las limosnas.—
cia aquella bienaventurada mansión, de don- « Dad á los pobres cuanto queráis ».
de irradia la luz de la vida y de la eterna fe-
licidad. El religioso, como todo verdadero cristia-
Elegía Nicolás para sí los oficios más ba- no, se conoce en el amor á la oración. Ella es
jos y humildes de la comunidad, y, cuanto más el pan cotidiano del alma y la que, comuni-
penosos eran éstos, con tanta mayor alegría cándole la savia vivificante de la gracia, lo
se aplicaba á desempeñarlos. Jamás se oyó eleva de grado en grado hasta la más perfec-
de sus labios la más pequeña palabra de mur- ta unión con Jesucristo. Un alma de oración,
muración; jamás se vió en él un gesto de im- dice el santo rey David, es como un árbol
paciencia ó de inquietud; jamás se notó en él plantado junto á la corriente de las aguas, el
la más pequeña señal de mal humor. Por el cual dará fruto á su debido tiempo: todas sus
contrario, su gran bondad, su admirable dul- obras son agradables á los ojos de Dios y
zura, su perfecta modestia le hacían amado y atraen sobre él las bendiciones del Altísimo.
querido de todo el mundo; tan cierto es que Acostumbrado, pues, Nicolás desde antes de
la virtud tiene el don de ganar los corazones su noviciado á vivir en continua comunica-
y conducirlos á Dios. ción con Dios, ninguna dificultad ni trabajo
le costó ahora el trepar hasta la cima de la
contemplación más encumbrada; al contrario,
traerse de las cosas de Dios, que la que nos-
tanto más fáciles se le hicieron estos progre-
otros necesitamos para conseguir un perfecto
sos, cuanto que se hallaba ya favorecido pol-
recogimiento (1). De esta suerte llegó Nico-
la sublime vocación que, colocándolo en el
lás á la unión de la vida contemplativa, lle-
arca santa, lo ponía al abrigo del mundo y
vado de un doble impulso: el de su naturale-
de sus máximas engañosas (1).
za. levantada por las más grandes y nobles
Así de día como de noche, deslizábanse aspiraciones hacia lo bueno y lo verdadero; y
para él las horas demasiado rápidas en el el de la gracia, que, multiplicándose hasta lo
santo ejercicio de la oración. No contentán- infinito, prestaba á su alma suficientes fuer-
dose su fervor con las largas meditaciones im- zas sobrenaturales y amor suficiente, que le
puestas por la regla á los religiosos, dedicaba hacían perderse y abismarse totalmente en la
además en el silencio de la celda á esta pia- divinidad.
dosa práctica todo el tiempo de que podía ¡Cuán entregado, pues, á su Dios y Señor
disponer, caminando así derecho hacia Dios se hallaba Nicolás! Mas ¿qué vale el don que
por las sendas trazadas en las tradiciones de á Dios hacemos de nuestra pobre humanidad
la Iglesia romana y los ejemplos de los san- en comparación de los tesoros infinitos con
tos de su Orden. Sus prácticas más favoritas que Dios, dándose y prodigándose á Sí mis-
eran las que el pueblo italiano había recibido mo, enriquece al alma que sin reserva se ha
de los apóstoles y había siempre conservado entregado á su paternal providencia? Embe-
con filial respeto. Con las cuatro ó cinco ho- bido en este pensamiento, y hablando poco
ras de oración diaria que cada día practica- más ó menos el mismo lenguaje de su bien-
ba, estando todavía en el siglo, San Nicolás aventurado Padre, este joven privilegiado hu-
se habituó de tal suerte á la oración, que lle- biera querido ser mucho más, para más ofre-
gó á ejercer un imperio casi absoluto sobre cer á Dios: hubiera deseado aumentar la in-
sus sentidos y facultades interiores, y á me- tensidad y prolongar la dureza de sus pade-
ditar sin distraerse sobre los puntos á que le cimientos íntimos, que ya le atormentaban, á
movía la gracia; de modo que mayor era la
violencia que tenía que hacerse para dis-
(1) Orationi erat assiduus: post completorium
usque ad galli cantum ; post matutinum usque ma-
(1) Quasi semper orabat. Proceso. Giorgi, capi- ne... et post nonam usque ad vesperam. Pro.ceso.
tulo xi, pág. 98.
fin de ofrecer á la Justicia divina, ultrajada Siendo ésta desde hacía largo tiempo la úni-
por los pecados de los hombres, una víctima ca ambición y ensueño de su alma, preparóse
menos indigna de la adorable víctima del á ella con un fervor y una alegría inexplica-
Calvario. Nicolás experimentaba ya en sí las bles. ¡Qué fuente para él de favores y gra-
torturas de la caridad, verdadero martirio de cias espirituales! ¡Qué felicidad tan colmada!
las almas grandes, y la pasión vehemente de ¡Entregarse por fin al Señor! ¡Poner entre sí
su alma hacia su Criador era tal, que ella hu- y el mundo la barrera infranqueable, aunque
biera sido suficiente á llevarlo al sepulcro si voluntaria, de los tres votos! ¡Ligarse para
el Cielo no lo hubiera sostenido. Su anhelo, siempre al Bien inmutable, rompiendo todos
como el de San Pablo, era el de ver pronto los frágiles lazos que lo alejaban de El!
la disolución de su cuerpo, para unirse para Aguardó con impaciencia la hora bendita de
siempre con Cristo. Su espíritu de oración esta unión con Dios, y, cuando ésta sonó, ha-
lo mantenía en un recogimiento tal, que el llábase ya presto. Vistióse, pues, el hábito
maestro de novicios no se cansaba de^ reco- negro; tendióse sobre las losas del santuario,
mendar á los hermanos de hábito de Nicolás y, temblando de emoción y de alegría, pro-
siguiesen un modelo tan perfecto de la vida nunció la fórmula de sus votos (1). ¡Todo es-
religiosa é imitasen las virtudes de aquel que taba consumado! El mundo no debía desde en-
tenía todo su estudio en seguir los ejemplos tonces tener parte en un corazón que acababa
de los santos de la Orden, sus predecesores de concertar con Dios aquella unión sublime
en el claustro, que habían ilustrado con una que debe perpetuarse en los eternos desposo-
vida toda llena de combates, de méritos y de rios del Cordero con el alma virginal. Fué
victorias (1). tan viva la piedad de San Nicolás durante la
Entre tanto, el tiempo de noviciado había ceremonia, tan profundo su recogimiento, y
ido deslizándose rápidamente; y con unáni- sus lágrimas tan abundantes, que conmovie-
me aprobación y general alegría de todos ron á sus conciudadanos en tropel allí reuni-
fué Nicolás admitido á la profesión solemne.
(1) El día de la profesión religiosa, el novicio
agustino se quita el hábito blanco, símbolo de la
(1) Cseteros quoque sodales in ipso virtutum inocencia, y recibe la cogulla negra de mangas
stadio multo longe anteivit. Breviario. Giorgi, largas, para significar que está definitivamente
cap, n , pàg. 25. muerto al mundo.
dos; y muchos de ellos obtuvieron señalados por el contrario, se servía de las verdades
beneficios, primer destello divino de la santi- del orden natural como de escalones para
dad del nuevo profeso (1). Mas el principal- elevarse á las más sublimes verdades sobre-
mente favorecido fué aquel que acababa de naturales. Sostenida su razón por la luz de la
entregarse á Jesucristo tan generosamente. fe, hacíale encontrar tales bellezas en la me-
El guardó de su profesión religiosa un tan ditación de los principios de las ciencias, que
puro y vivo recuerdo, que ni aun los insignes el estudio venía á ser para su alma una ver-
favores que le fueron dispensados durante el dadera oración (1). Así es como el joven pro-
resto de su existencia fueron bastantes á im- feso, tan distinguido por su rara modestia y
pedir que llamase á este día el más feliz de por su acendrada piedád como por su ta-
su vida. lento, llegó á ser un modelo perfecto de es-
tudiantes. Era tal el resplandor que despe-
San Nicolás había puesto la mano al arado dían sus virtudes, que sus superiores, por un
de una vez para siempre, y jamás ya volvió celo y delicadeza encantadores, resolvieron
sus ojos para mirar atrás. Durante todo el hacer que predicase la santidad por medio
curso de su vida, sembrada de numerosas y del buen ejemplo, á cuyo efecto comenzaron
acerbas pruebas, imposible será sorprender á cambiarlo de residencia, á fin de que su vi-
en él un solo instante de duda ni arrepenti- da edificase á los religiosos y dejase en cada
miento. Puesto bajo el yugo de las reglas im- convento de la Orden el recuerdo de su obser-
puestas por San Agustín á sus religiosos, vol- vancia y sus virtudes. Motivo por el cual,
vió otra vez á reanudar los estudios, que ha- en solos once años, fué San Nicolás envia-
bía interrumpido durante su noviciado, con- do sucesivamente á San Ginés, á Macerata,
firmándolo una y otra vez los sucesos, á los á Osimo, á Cingoli, á Recanati, á Valma-
ojos de sus maestros, como un sujeto de gran- nente, á San Elpidio, á Fermo, y el año 1275
de esperanza para la Iglesia. Cuando muchos á Tolentino (2).
no encuentran en la filosofía más que una
ciencia árida y meramente especulativa, él, En San Ginés, que fué la primera residen-

(1) Mercuri, Della vita e miracoli del gran Tau-


maturgo Sau Nicola da Tolentino. Roma, 1878, ca-
(1) Chezzi, Vita del protettore di San Thiesa, pítulo iv, pág. 37.
San Nicola da Tolentino. P a d o v a , 1729, cap. xi, (2) Torelli, tom. iv,
pàg, 8.
609188
cia del joven profeso después de su novicia- Tan pronto como la campana del monaste-
do, hallábase por entonces el célebre teólogo rio hubo anunciado la feliz llegada del santo
Ruperto, marqués de Giberti, y el Provincial viajero, los más jóvenes entre los religiosos
de las Marcas, al ver los rápidos progresos corrieron apresuradamente á la portería, de-
de Nicolás, había decidido confiar su cuidado seando cada uno ser el primero á darle la
y educación á este ilustre profesor (1). Ale- bienvenida y el ósculo fraternal. Abriéronse
jóse, pues, Nicolás de su querido convento delante de él los brazos y los corazones, con
de San Angel, testigo de las primeras gra- una ternura y cordialidad que le conmovió y
cias de su infancia religiosa, á pesar de las llenó su alma de reconocimiento. Abrazó tier-
instancias, ruegos y lamentos de la Comuni- namente á sus hermanos, y, arrodillado ante
dad, y emprendió su camino á pie, sin ocu- el Superior, ofrecióle su filial sumisión y
parse en nada durante el viaje, sino en rezar rendimiento, á la vez que lo reconoció como
ó en leer, ayunando, sin consideración á su maestro absoluto de su vida y de su con-
fatiga, como si no hubiera salido de su mo- ducta (1).
nasterio (2). La Comunidad de San Ginés,
Testigos de estas admirables disposiciones,
que conocía por la fama al nuevo huésped,
los nuevos compañeros de Nicolás se acomo-
aguardábalo con una grande impaciencia, so-
daron inmediatamente á aquel que ya les
bre todo los estudiantes, ansiosos de conocer
daba tan bellos ejemplos, y que tan perfecto
á su futuro compañero de fatigas. ¡ Aguarda-
aparecía á la vista de todos. El nuevo profe-
ban la llegada de un amigo, de un hermano!
so por su parte, encontraba en esta Comu-
El mundo no puede comprender lo que sig-
nidad todo lo que puede apetecer un religio-
nifica ese amor tierno, cariñoso y desintere-
so y un estudiante de buena voluntad para
sado de aquellos que, habiéndolo abandonado
progresar así en la virtud como en las cien-
todo, encuentran una nueva y verdadera fa-
cias: confesores ilustrados, excelentes direc-
milia á la sombra del claustro, bajo las mira-
tores de espíritu, profesores piadosos, hu-
das de Jesús y de su divina Madre, Reina de
la caridad.

(1) Giorgi, cap. II, et xxi. Mercuri, cap. iv. iiresenfónlPP 4 ^ g , a r d e s u d e s t i n o > se
(2) Zacconi, pág. 66. Forti, lib. i, cap. x , pági- presento al P. Prior, rogándole con demostracio-
n a 8 8 ; c a p . X I I I , p á g . 121, . nes de verdadera humildad que quisiese recibirlo
por su siervo y súbdito, Forti, cap v m . pág 76°
mildes y sabios. Tan rápidos fueron sus pro- liar y suavizar los espíritus más apasiona-
gresos en los estudios, que no tardó en ocu- dos (1).
par en su clase uno de los más aventajados Muy pronto Nicolás fué conocido, amado
puestos. Sin embargo, si tenemos en cuenta y venerado de toda la población de San Gi-
las muchas horas consagradas cada día por nés. Encargado por el Prior de distribuir á
Nicolás á la oración, á la meditación y á otros los pobres las limosnas de que podía dispo-
ejercicios de piedad, sólo en una gracia par- ner el convento, encontraba en este empleo
ticular del Cielo podremos hallar la razón de numerosas ocasiones de hablar de Dios y de
estos sucesos extraordinarios; sucesos que ja- atraer hacia El las almas. Tan pronto como se
más lograron enorgullecerle, no oyéndosele supo que él era el que tenía el cuidado de
jamás una palabra que pudiese redundar en la limosna, vió cada día aumentar el núme-
alabanza propia ó causar molestia alguna á ro de pobres á la puerta del convento. La
sus hermanos. Que respondiese á alguna pre- afabilidad, generosidad, bondad y afectuoso
gunta, que argumentase en las aulas, jamás cariño del joven religioso hízole muy pronto
salió de sus labios una frase imprudente. En aparecer ante todos como el verdadero pa-
el calor de la discusión, él sabía permanecer dre de los necesitados. Comenzando por dar
tan tranquilo como si ningún interés tuviese á los primeros que se presentaban la parte
en las cuestiones (1). Esta entera posesión de propia de los alimentos que se le habían ser-
su alma, que no se desmintió jamás, hizo mu- vido en el refectorio, él se contentaba con un
chas veces que, á pesar de sus pocos años, poco de pan seco (2). Distribuía á los otros
se le nombrase árbitro de las diferencias, ha- pobres la cantidad de víveres que había el
llando siempre su candad maneras descono- Prior fijado para las limosnas del monaste-
cidas á la prudencia humana para reconci- rio; mas nunca tenía suficientes, ni aun aña-
diendo los fragmentos recogidos en la mesa
(1) Ninguna de aquellas bajas pasiones que con de los religiosos. Desconsolado entonces, al
frecuencia ciegan ei corazón de los jóvenes tuvo verse en la imposibilidad de dar más limos-
entrada jamás en su ánimo.
Estudiaba, porque era su deber, y porque quería
ser lo más provechoso que le fuese posible á su pró-
jimo. Y así, con mucho aplauso y aprovechamiento (1) Giorgi, cap, V I I I , pág. 77.
iba adelantando en el estudio de la literatura sa- (2) Giorgi. Forti. Frigerio. Zacconi. Ghezi, Bo-
grada y de la divinidad. Mercuri, cap. xv, pág. 37, landos.
se á pasear, esperando la llegada de nuestro
ñas, íbase en busca del procurador del con- Santo. Apareció éste por fin, pudiendo ape-
vento y le suplicaba, con más vivas instan- nas moverse, agobiado por el peso de un
cias de las que pudieran emplear los mismos gran delantal lleno de pan y con los ojos ba-
hambrientos, se dignase darle un poco de pan jos, según su costumbre.
y de potaje. —Fray Nicolás, le dijo el Padre: ¿qué lle-
Algunas veces dejábase convencer el pro- va ahí que tanto le cuesta?
curador y cedía á las instancias del Santo; Bajándose entonces la capilla á la presen-
mas otras, por el contrario, reprendíale su de- cia de su Superior, el joven religioso contes-
masiada largueza y le decía que su candad re- tó sonriendo y abriendo el delantal:
sultaba harto comprometida para el conven- —Son rosas, muy reverendo Padre.
to, que no podía hacer tanto; mas no logró Hallábanse entonces en pleno mes de Di-
aquél nunca verse libre de las piadosas im- ciembre, y Nicolás presentaba una buena can-
portunidades de Nicolás, ni corregir en éste tidad de rosas de una belleza y frescura in-
un defecto que tenía su origen en una extre- comparable. Ante semejante prodigio, pro-
mada bondad de corazón. Para ciertas natu- fundamente conmovido el Prior, quedó por
ralezas es la bondad, en efecto, una necesi- un instante sin poder articular palabra, y aña-
dad imperiosa, á que no les es posible resis- dió por fin dulcemente:
tir, siendo como una de las más hermosas —Vaya, pues, hermano mío, coja y dé á
manifestaciones del amor, sin el cual nos es los pobres todo lo que quiera.
imposible la vida. Es de creer que esta esce- Bajando el Santo humildemente la cabeza
na debió reproducirse con frecuencia entre y volviendo á doblar el delantal con sus ro-
Nicolás y el procurador del monasterio; pues sas, encaminóse hacia la portería, seguido
viendo éste que nada conseguía, y que Nico- del Prior. ¡Oh sorpresa divina! Cuando él
lás se hacía sordo á sus reflexiones, quiso em- toma las rosas para entregarlas á los pobres
plear una mayor autoridad que la suya y se que alargan sus manos, éstas se hallan con-
fué en busca del Prior, á quien dió cuenta de vertidas en pedazos de pan, de que tenían
todo lo que pasaba. Al siguiente día, mucho ellos necesidad para nutrirse (1). Concluida
antes de la hora ordinaria de la distribución
de las limosnas, salió el Prior á uno de los
(1) Hilarem datorem Nicolaum sic Deus dilexit
corredores que rodeaban el claustro y púso-
la distribución, Nicolás volvió á tomar el ca-
mino de su celda, sin pararse á reflexionar
que había sido elegido por Dios para realizar
una acción tan extraordinaria. Quería de este
modo huir las alabanzas y admiración de los
hombres y dar las gracias en la soledad de su
fervorosa oración á Aquel que acababa de
colmarlo de las maravillosas y divinas finezas CAPÍTULO V I
de su amor.
San Nicolás modelo de perfección religiosa.—San Ni-
ut illum objurgari non permiserit, quod Conven- colás cura á un niño de doce años de una dolo-
tui necessarias facultates nimium pauperibus lar- rosa enfermedad.—Va á Macerata.—Dos paredes
giendo consumerei. Cum siquidem mappulam pa- lo saludan milagrosamente.—Mándanle los su-
nibus ad egenos plenam deferret, Priori occurren-
ti ac exploranti purpuréis et fragrantibus rosis periores que se prepare á recibir las Ordenes.—
media hyeme eamdem refertam ostendit, data si- San Nicolás es ordenado de presbítero.
bi ob id in posterum liberiate cuneta ad libitum
distribuendo Inscriptio relata concorditer ab His-
toriéis. Che l'avea mutato in rose lo avrebbe can- Fácil es comprender cuánto llamaría este
giato nuovamente in pane... e cosi avvenne di fat- prodigio de las rosas la atención de los pue-
to. Giorgi, cap. ix, pág. 81.
blos hacia el humilde religioso, que caminaba
á pasos agigantados por los caminos de una
eminente perfección. Al reflexionar cuál pu-
diera ser el secreto de una santidad tan ex-
traordinaria, llegábase á dudar si Nicolás era
un ángel revestido de forma humana, ó si
Dios sostenía sus fuerzas por medio de un
milagro continuado (1). Sólo la persuasión de
que el Espíritu Santo era el que lo inspira-
ba, podía decidir á los superiores á permitirle
la distribución, Nicolás volvió á tomar el ca-
mino de su celda, sin pararse á reflexionar
que había sido elegido por Dios para realizar
una acción tan extraordinaria. Quería de este
modo huir las alabanzas y admiración de los
hombres y dar las gracias en la soledad de su
fervorosa oración á Aquel que acababa de
colmarlo de las maravillosas y divinas finezas CAPÍTULO V I
de su amor.
San Nicolás modelo de perfección religiosa.—San Ni-
ut illum objurgari non permiserit, quod Conven- colás cura á un niño de doce años de una dolo-
tui necessarias facultates nimium pauperibus lar- rosa enfermedad.—Va á Macerata.—Dos paredes
giendo consumerei. Cum siquidem mappulam pa- lo saludan milagrosamente.—Mándanle los su-
nibus ad egenos plenam deferret, Priori occurren-
ti ac exploranti purpuréis et fragrantibus rosis periores que se prepare á recibir las Ordenes.—
media hyeme eamdem refertam ostendit, data si- San Nicolás es ordenado de presbítero.
bi ob id in posterum liberiate cuneta ad libitum
distribuendo Inscriptio relata concorditer ab His-
toriéis. Che l'avea mutato in rose lo avrebbe can- Fácil es comprender cuánto llamaría este
giato nuovamente in pane... e cosi avvenne di fat- prodigio de las rosas la atención de los pue-
to. Giorgi, cap. ix, pág. 81.
blos hacia el humilde religioso, que caminaba
á pasos agigantados por los caminos de una
eminente perfección. Al reflexionar cuál pu-
diera ser el secreto de una santidad tan ex-
traordinaria, llegábase á dudar si Nicolás era
un ángel revestido de forma humana, ó si
Dios sostenía sus fuerzas por medio de un
milagro continuado (1). Sólo la persuasión de
que el Espíritu Santo era el que lo inspira-
ba, podía decidir á los superiores á permitirle
tan excesivas mortificaciones. Apenas parecía
comer, beber y dormir, con gran asombro de librado de sus dolores y de la enfermeded
sus hermanos que, observándolo cada vez más que los causaba (1). En cuanto al trato exte-
atentamente, llegaron muy pronto á conside- rior de Nicolás, no era obstáculo ni dificul-
rarlo como un gran santo, como un hombre tad alguna sus continuadas penitencias para
extraordinario, al cual no era posible juzgar que él se mostrase siempre benévolo y afable,
según las reglas de la prudencia humana, y dispuesto á servir á todos. Aunque él huía
cuya conducta hubiera sido temerario el vi- del mundo y amaba la pobreza, no habría ja-
tuperar, siendo en él tan patente la interven- más consentido en llevar un hábito sucio y
ción divina. roto; si bien él siempre deseaba que su tú-
nica de tela vasta y grosera fuera de una ex-
Un hecho, acaecido por el mismo tiempo trema pobreza. Su respeto hacia los superio-
que el prodigio de las rosas, dió un nuevo res, en los cuales sabía él ver la imagen del
realce á la santidad de Nicolás y atrajo igual- mismo Dios, se manifestaba invariable en to-
mente sobre él la atención de los religiosos y das las ocasiones con una delicadeza verda-
de toda la población de San Ginés. Un día deramente afectuosa. El consideraba en ellos,
que él hablaba con uno de sus primos, Gentil dice un autor antiguo (2), la persona, para res-
de Guidiani, ante la puerta del convento, pre- petarla; las órdenes, para cumplirlas; los con-
sentóse ante él un niño de doce años, llama- sejos, para seguirlos; los deseos, para ejecu-
do Monaldo Aldrudi, que padecía dolores in- tarlos. Su deferencia respecto á ellos era tal,
tolerables de cabeza, suplicándole le enco- que, teniendo costumbre de llevar siempre
mendase á Dios. "El Santo, mirándolo bonda- puesta la capucha ó capilla, se la quitaba é
dosamente, impúsole las manos con estas sim- inclinaba respetuosamente su cabeza, no so-
ples palabras: lamente en su presencia, sino también delante
«¡Ea, hijo mío! El buen Dios te ha curado».
En efecto, instantáneamente, y por un sim-
ple contacto, el niño había sido enteramente (1) Después fué el Santo trasladado á la tierra
de San Ginés, donde obró el siguiente milagro. Un
día estaba el Santo discurriendo con Gentil Gui-
diano, etc. Ghezi, cap. v i , pág. 70.
(2) Storia della vita, canonizzazione, sangue,
tándose sólo con pan y agua para extenuar su cuer- panellini, e prodigii di S. Niccola de Tolentino.
po. Inscripción sobre la puerta del antiguo refecto- Autor anònimo. Nápoles, 1768. Stamperio Simo-
rio de Tolentino. niana, cap. x x v n , pág. 117.
de cualquiera que le transmitía sus órdenes (1). alguna. Contentóse con bajar la cabeza en se-
Aunque estuviese postrado en el lecho por la ñal de sumisión, y, poniéndose de rodillas,
e n f e r m e d a d , siendo costumbre de los ermita-
pidió la bendición del Superior, preparándo-
ños de San Agustín acostarse con el hábito, se á partir inmediatamente. Mas, enterados
él practicaba igualmente esto, inclinando su de esta orden los superiores, hacen lo que
frente descubierta en señal de respeto y ve- en otro tiempo los fieles de Mileto cuando el
neración para aquellos que representaban pa- Apóstol San Pablo quiso dejarlos, agolpáron-
ra él la autoridad de Dios (2). se al lado del viajero y le suplicaron aplazase
Su obediencia era tan pronta como respe- su partida y no negase este consuelo á su fra-
tuosa y sobrenatural. Apenas recibía la orden ternal cariño. A tan apremiantes instancias
de quien podía mandarle, cuando la cumplía respóndeles él sonriendo: «Mis susperiores
con admirable prontitud, sin inquietarse por me mandan que os deje: ¿cómo puedo yo es-
el modo más ó menos absoluto con que se le cucharos y permanecer aquí? » Y los exhortó
transmitía: ninguna razón, ningún obstáculo á que se resignasen alegremente á la separa-
era entonces capaz de arredrarle (3). Pode- ción.
mos, en comprobación de esto, citar un he- Nicolás, al obrar de esta suerte, resistien-
cho digno de memoria. Tres años hacía que do á sus hermanos, tenía un doble motivo de
estaba Nicolás en San Ginés (4), cuando el fe y de sentimiento natural, de humildad y
Provincial escribió al Prior de este monaste- de obediencia. Sabía él que el pueblo de San
rio dándole orden de que lo enviase á Mace- Ginés acababa de elevar al P. Provincial una
rata (5). El Santo recibió la noticia sin mani- instancia suplicándole diese una contraorden
festar por ello sorpresa, disgusto ni dificultad á lo dispuesto y le hiciese permanecer (1). A
pesar de su prontitud y de sus precauciones,
no pudo el Santo llevar enteramente secreta
(1) Giorgi, cap. X I I I , pàg. 117.
(2) Giorgi. Panion. (1) En uno de aquellos plazos que se le conce*
(8) Erat obediens priori et fratnbus. Proceso. dieron en San Ginés, se puso en movimiento aque-
(4) Colucci. Antichità Picene, torn, xxiix. lla Universidad por el disgusto común que causa-
(5) Post factam professionell glonosus JNico- ba su partida. Se apercibió el santo joven... y qui-
laus super iorum jussu aliquot Marchina} Anconi- so partir con tanta solicitud. Anónimo, cap. xxvn,
t a n a inonasteria incoluit, ac nominatim monaste- págs. 70, 71. M. SS. San Antonino. Giorgi, capí-
rium S. Ginesi, Maceratense, etc. Torelli. bcecuLa tulo X I I I , pág. 118.
augustiniana ad annum Christi, 1305, num. iy.
la novedad de su partida; y el reconocimiento rezar, como lo hacen todos los habitantes de
de la muchedumbre tuvo tiempo para propor- los alrededores, el Padre Nuestro y el Ave
cionarle uno de esos triunfos populares tan María de San Nicolás de Tolentino (1).
conmovedores por su sencillez. Habiéndose Después de un penoso viaje llegó nuestro
esparcido en breves instantes por todo San perfecto obediente á su nueva residencia exte-
Ginés el rumor de su viaje, tan pronto como nuado de fatiga, pero todo radiante de celes-
salió Nicolás del convento, sin más equipo ni tial modestia y eminentes virtudes, que em-
preparativo que su breviario, viéronse acudir pezaban ya también á derramar por allí sus
en tropel á su encuentro todos los pobres á divinos perfumes. Ningún documento auténti-
quienes había distribuido tan abundantes li- co existe hoy que pueda precisarnos de una
mosnas, todos los desgraciados á quienes ha- manera exacta cuánto tiempo residió San Ni-
bía consolado y socorrido, llorando y dirigién- colás en Macerata. Sin embargo, el P. Juan
dole mil tiernos adiós en esa lengua italia- Forti Oratoriano asegura, después de haber
na en que los términos afectuosos tienen un estudiado todas las Memorias y recogido to-
encanto particular. Clamaban todos ellos y de- das las tradiciones relativas á esta época de
cían que perdían á un padre, á un protector y la vida del bienaventurado, que permaneció
á un amigo; mientras que el humilde religio- aquí dos años y que obró multitud de prodi-
so, apartándolos de sí dulcemente, continuaba gios (2).
su marcha, no comprendiendo aquella ova- Había ya llegado entonces el siervo de
ción espontánea de todo un pueblo en obse- Dios á la edad en que la vida del religioso
quio suyo. Hasta las criaturas mismas in- va tomando un carácter especial y determi-
animadas parecieron participar en aquel mo- nado; en que la virtud y los talentos comien-
mento del sentimiento de aquella muchedum- zan ya á manifestarse más ostensiblemente
bre reconocida: cerca de San Ginés se ven en armonía con la divina misión que ha de
todavía dos paredes en el camino, las cuales recibirse en las sagradas Ordenes y en el sa-
cuentan que se inclinaron al paso de San Ni-
colás, saludándole milagrosamente á su mar- (1) Los pormenores de este hecho milagroso han
cha para Macérate. El piadoso peregrino que sido proporcionados al autor por el R. P. Nicolás
visita en nuestros días estos lugares benditos, Ferranti, sacristán de la Basílica de San Nicolás
en Tolentino.
puede arrodillarse delante de estas ruinas y (2) Forti, lib. i , cap. s , pág. 90,
cerdocio. Para un religioso llamado á tan au- aspiraba y que ambicionaba Nicolás, estimán-
gusto ministerio, el tiempo más precioso y dola sobre todas las ciencias, y tomando por
más fecundo es el de la preparación inme- regla de conducta aquella máxima de su Pa-
diata para el presbiterado. Retirado por mu- dre San Agustín: «Aquellos que han apren-
chos años en una modesta celda, él siembra dido con Jesucristo á ser mansos y humildes
en el trabajo, la meditación, la oración y el de corazón, adelantan más en el conocimien-
silencio lo que ha de recoger más tarde para to de Dios por la oración y la meditación que
sí y para las almas que deberá salvar. Tal es por el estudio y la lectura».
la vida del Dios hecho hombre, pasando trein- El iba á buscar, en primer lugar, en la ora-
ta años de su vida en la obscuridad é inuti- ción el ardor y la luz, que hacen del hombre,
lidad aparente de Nazaret. Largo tiempo se siguiendo la bella expresión del Salvador, una
necesita para que el grano, arrojado y depo- lámpara ardiente y luminosa; aquel divino
sitado en el seno de la tierra, germine allí y ardor que inflama el corazón de que llega á
madure hasta llegar á dar frutos de que se posesionarse; el fuego devorador de la cari-
alimente el hombre. dad que la consume para con Dios y para con
Nada hay, pues, más cierto y verdadero el prójimo; aquella lumbrera celeste que ilu-
que la necesidad de esta formación que la mina, como dice San Juan, á todo hombre
Iglesia, siempre sabia, exige de sus religio- que viene á este mundo, y le muestra el cami-
sos y de sus sacerdotes, al hacerles pasar por no que debe seguir para imitar á Jesucris-
los noviciados ó por los seminarios. ¿Cómo to y conseguir el fin de su inmortal destino.
podría santificar á otros el que primero no se Acercábase el momento en que esta brillante
hubiera santificado á sí mismo? ¿El que no y esplendorosa lámpara iba por fin á dar todo
hubiese de antemano estudiado en el Cruci- su resplandor, brillando á los ojos de todos
fijo los deberes y los peligros de la vida? ¿El aquellos que la rodeaban y cifraban en ella
que no hubiese aprendido por la experiencia tan legítimas esperanzas. Nicolás hallábase
y, sujetándose al freno de una regla, á vencer- ya en perfecta sazón para el sacerdocio. Re-
se, á obedecer y á reportar, á despecho de la solvieron, pues, los superiores trasladarlo de
naturaleza y del mundo, las generosas victo- Macerata, enviándolo á la villa episcopal de
rias que han formado á los santos? Esta era Osimo, á fin de que recibiese el subdiacona-
precisamente la verdadera perfección á que do y el diaconado de manos de San Bienve-
nido, obispo á la sazón de esta ciudad (1). Se
ha dicho, con razón, que los amigos de Dios des y generosas, brillando como faros tran-
se comprenden muy pronto mutuamente; así quilos y luminosos en medio de los mares em-
que, apenas hubo visto San Bienvenido á Ni- bravecidos, anunciando al mundo todo la va-
colás, conoció el gran tesoro que el Cielo le riedad de las empresas y grandezas de la
enviaba, no teniendo dificultad ninguna en Tierra, y la necesidad de fijar la mirada en el
admitirlo inmediatamente á la ordenación. Cielo y en Dios, único Maestro y único Sal-
Como todos los que se acercaban al santo vador de las naciones. Mas el joven religio-
joven, el pontífice de Osimo se sintió lleno so, sin preocuparse de las esperanzas que so-
de admiración por sus virtudes, y fundó so- bre él se fundaban y de los admirables desig-
bre él grandes esperanzas. Difíciles y revuel- nios de la Providencia en obsequio suyo, tan
tos eran los tiempos por que pasaba entonces pronto como hubo llegado á Osimo encerróse
la humanidad, y solamente las Ordenes mo- en el silencio y el apartamiento de su celda,
násticas parecían capaces de reparar los des- á fin de prepararse para el sacerdocio.
órdenes causados por la guerra civil, el cis- Es necesario haber deseado ardientemente
ma y la indiferencia. Nunca más necesarias la unción sacerdotal con el fervor de la ju-
las Ordenes religiosas que en estos momen- ventud, para llegar á comprender lo que de-
tos de trastornos sociales y espantosas crisis. bió ser la preparación de un santo para el
Sólo en el silencio y la soledad de los claus- sacerdocio. Como las almas privilegiadas, á
tros, en la práctica austera del deber y de las que Dios concede desde la infancia la gracia
reglas religiosas, es donde se encuentra la de conocer el fin real y el sentido serio de la
única santidad capaz de curar á los pueblos vida, Nicolás había conocido desde muy tem-
é infundirles, con la palabra y con el ejem- prano que la santa comunión no es la última
plo, el suficiente vigor moral que les inspira palabra en las relaciones del Infinito con su
las nobles y generosas disposiciones para la criatura, y que el cristiano, llamado como
paz y para el bien. Mas para eso son necesa- Aarón á una vocación superior, podía desear
rios en los monasterios naturalezas bien tem- todavía más en la adoración y temor de la fe.
pladas, como la de San Nicolás; almas gran- ¡Consagrar la Hostia con las palabras mismas
de Jesucristo, hacer venir al mismo Dios co-
mo una víctima sobre el altar y á las propias
(1) Anónimo, cap. VII, pág. 22. manos del sacerdote! ¡Qué señales de amor
nos ha dado el Señor! Pero, también, ¡qué san- ro adonde debía refugiarse, le hizo adelantar-
tidad es la que exige de aquellos que deben se hacia él (1). A la voz de aquel á quien mi-
llevar la carga de un tan tremendo minis- raba como el intérprete de la voluntad divi-
terio! na, el hijo de Agustín no pensó más que en
Dominada su alma de estos graves pensa- obedecer y en pedir al Espíritu Santo las gra-
mientos, Nicolás redobló sus oraciones, sus cias pue pudiesen ayudarle á ser menos in-
mortificaciones y sus ayunos, y, encerrándo- digno de su vocación inefable. Volvióse, pues,
se todavía más en la soledad y el silencio, se- á Cingoli y recibió el sacramento del Orden
pultado en el abismo de su nada y en la con- en la iglesia colegial de Santa María de ma-
sideración de los defectos que en sí veía, llo- nos de San Bienvenido. Este acontecimiento,
raba sin cesar y reconocíase indigno de subir memorable para San Nicolás, para la Orden
hasta el altar santo y de recibir el sacerdo- de Ermitaños y para la Iglesia católica, pasó
cio. Emocionado y temblando á medida que desapercibido en medio de los tumultos so
se acercaba el gran día, sentíase asaltado de cíales y de las graves preocupaciones de aquel
amargos temores y vivas aprensiones. Los jus- siglo. Sin embargo, él debía tener una inmen-
tos conocen perfectamente esas horas miste- sa influencia sobre la vida de nuestro Santo,
riosas en que Dios los atrae fuertemente ha- sobre su familia monástica y sobre diversos
cia Sí, haciéndoles conocer al mismo tiempo sucesos que pertenecen á la historia del Cris-
su profunda miseria; horas de terror, es ver- tianismo.
dad, mas también de dulces lágrimas y de con-
solaciones inefables; luchas de pesares, de
confianza y de amor, que el Señor tanto se (1) Mercuri, cap. y, pág. 51. G-iorgi.
complace de ver en sus santos. Tal vez estas
horas y estas luchas nos dejarían del todo in-
capaces y desarmados, si no viniese entonces
la obediencia á empujarnos hacia adelante y
á devolvernos el valor y la paz. Tal era lo que
sucedía por Nicolás en estos días de humilde
sobresalto; una orden de su superior, mos-
trándole el tabernáculo como el puerto segu-
responsabilidad, que obliga al sacerdote á te-
ner los sentimientos de un Dios á quien re-
presenta? Nuestro Santo, esclarecido por sus
largas y fervientes contemplaciones, estaba
tan persuadido de la perfecta pureza y per-
CAPÍTULO V I I fección exigida por el sacrificio del altar, que
no celebraba sino temblando y dominado de
San Nicolás sacerdote.—Fervor de San Nicolás en un humildísimo fervor.
el altar.—Su preparación para celebrar los San- Habiendo sido algunas veces arrebatado
tos Misterios.— «¡Quó gran Santo!»—Obra San en éxtasis y elevado en los aires durante la
Nicolás muchas maravillas. Misa, suplicó no le obligasen á celebrarla pú-
blicamente (l). El hubiera querido decirla
Apenas fué revestido de la dignidad de sa- siempre solo en una capilla retirada, á fin de
cerdote, lanzóse Nicolás con nuevos aumen- poder entregarse por entero á sus amorosos
tos de fervor y generosidad por las sendas é íntimos coloquios con su Salvador; de tal
de la perfección, trepando con mayor firmeza modo, que fué necesaria una orden terminan-
y rapidez por los grados de una consumada te de sus superiores para decidirlo á consa-
santidad. Subiendo cada mañana sobre el Ta- grar en la iglesia de su convento. Era, pues,
bor eucarístico, que es al mismo tiempo el Nicolás un verdadero sacerdote según el or-
Calvario, recibía diariamente sobre su alma den de Melquisedec, y apreciaba este inmen-
la asistencia de su Dios, no viviendo más so favor como un don todo divino, que nunca
que para El, para su gloria y para la salud podría agradecer á Dios suficientemente. Así
de las almas. ¿Qué existencia, en efecto, más lo confesaba con frecuencia, entre inefables
moralizadora y santificante que aquella que transportes de alegría. Si alguna vez se le
se desliza entre la comunión de la mañana y invitaba á hablar sobre la dignidad del sa-
la esperanza de la que habrá de recibirse al cerdote, hubiérase creído, al oirlo, que se ha-
siguiente día? llaba ya gozando su alma de las dulzuras ce-
¿No es esto pasar en breves momentos de
Jesús á Jesús, del infinito al infinito? Mas (1) Al celebrar veíasele con frecuencia elevado
de la tierra. Giorgi. Compendio Tolentino. Guido
;no es esto también contraer una tremenda Guidoni, editor, 1881, pág. 28.
lestiales y de la presencia del Señor; tan abra- Por este medio, Nicolás triunfaba del sue-
sadas eran las palabras que brotaban de sus ño ; mas no paraba en sólo eso. Terminada la
labios, y tan indecible el entusiasmo que se flagelación, rodeábase un cinto de hierro, cu-
retrataba en sus venerables facciones. No co- yas puntas penetraban en las llagas abiertas
nocía Nicolás la distracción ó frialdad en la por las disciplinas, al que acompañaba un
comunión, no acercándose jamás á ella como cilicio, que lo atormentaba con extremos y
á un acto común ó á una cosa ordinaria, que continuados dolores (1). «Es menester, decía
pudiera hacer por costumbre; antes bien, se entonces, que yo expíe mis pecados y los de
preparaba largamente y con extremo cuidado, mis prójimos antes de acercarme al altar, pa-
comenzando la víspera, desde la caída de la ra renovar allí el sacrificio del Calvario» (2).
tarde, después de rezar Completas, á reco- Todavía no era esto bastante. Después de
gerse más profundamente, para pensar en la haber maltratado de tal modo su cuerpo, ex-
comunión del siguiente día. tenuado por sus continuados ayunos y casi
Siguiendo aquella máxima de su glorioso convertido en un cuerpo trasparente, ¡tan
Padre San Agustín, que la oración es la me- flaco y demacrado se encontraba!, comenzaba
dida del amor, dedicaba á su Dios todos los Nicolás una larga oración que duraba hasta
sentimientos de ternura y de piedad de su la media noche. Cuando sus piernas se nega-
alma mucho antes de celebrar los divinos ban á sostenerle, apoyaba sus codos sobre
misterios, esforzándose con el sentido sobre- una piedra de mármol que se hallaba á la
natural propio de los santos por hacerse se- altura de su ventana, siendo éste el único
mejante á la Hostia que él debía inmolar. alivio que quería proporcionarse; de tal mo-
Azotábase á este efecto tan cruelmente, que do, que si alguna vez sus ojos, fatigados por
la sangre brotaba y corría en abundancia por las continuas vigilias, llegaban á cerrársele
sus hábitos, por las paredes y por el suelo
de su celda, dejando allí las huellas que su
sacrificio de la Misa hacia la puesta del sol, dis-
humildad religiosa no tenía á veces tiempo ciplinándose cruelmente hasta derramar abundan-
para borrar, y que se echaban de ver al otro te sangre de sus venas. Giorgi, cap. n i , pág. 31.
día (1). (1) Nudos artus aspero cilicio vestiens, quod
ferreo cingulo adstringebat. Breviario.
(2) Pro multis sibi confitentibus orabat, jejuna-
bat, celebrabat et lacrymas effundebat, ut a tene-
(1) Solía comenzar á prepararse para el santo bris peccatorum liberaren tur. Proceso.
reclamando un poco de sueño, buscaba en la temente, los primeros resplandores del día lo
disciplina la fuerza necesaria para resistir á sorprendían abismado de nuevo en la con-
lo que él llamaba pereza (1). Tenía lugar esto templación (1). Entre las tres y las cuatro de
delante de una imagen que representaba al la mañana hallábase ya siempre levantado,
Salvador depositado muerto en los brazos de comenzando su preparación por una nueva y
su Madre, imagen que se llama en Italia sangrienta flagelación, que convertía el sacri-
Nuestra Señora de la Piedad, y de la cual ficio que iba á ofrecer en una fiel y viva ima-
no se separó él nunca al hacer su prepara- gen del de Jesucristo sobre el Calvario. Nue-
ción para el sacrificio de la Misa. Uniéndose vo Moisés bajando del monte Horeb, Nico-
á Nuestro Señor en el huerto de las Olivas, lás parecía un ángel en el altar. Aparecía allí
lloraba, sollozaba y confesaba sus pecados y tan lleno de majestad, de devoción y de santo
los de todos los hombres, pidiendo perdón á embelesamiento, que los pueblos se agolpa-
Dios con las demostraciones del más acen- ban por asistir á su Misa, y volvíanse de ella
drado amor. esclamando llenos de admiración: «¡Oh qué
gran Santo!» (2). Sus oraciones de acción de
Cuando sonaba á media noche la campana gracias eran tan fervorosas, que, levantado
del convento, volvíase Nicolás al coro para su pecho por profundos y ahogados sollozos,
rezar los Maitines con sus hermanos y conti- varias veces se quedó extasiado y permane-
nuar allí sus fervorosas comunicaciones con ció privado de todo sentimiento durante todo
su Dios; y, volviendo después á la celda, to- el día.
maba un pequeño descanso, acostado sobre
dos tablas, ó sobre el pavimento, apoyando Tanta piedad y fervor debían hacer una
su cabeza sobre una piedra (2). Muy frecuen- dulce violencia en el corazón de Dios, que
desde entonces parece no pudo negar nada á
su fiel servidor, á quien, por el contrario, se
(1) Dúos habebat lapides marmoreos ad quorum complacía en colmar de obsequios y aten-
unum genuflectebat; alterum ad quem lassus ex-
tensa brachia saltem frigore castigaret. Proceso. ciones de su ternura omnipotente. Cierto día,
(2) Dormía algunas veces sobre un jergón de
paja, con frecuencia sobre desnudas tablas, y con
muellísima frecuencia en la dura tierra. Anónimo, (1) Integras ssepe noctes pervigil duccebat.
cap. xxxnx, pág. 90. Parvo palearum saccone pro Proceso
lecto contentus, mantellum pro espertorio et pro ' (2) "Giorgi. Compendio, pág. 28. Anónimo, pá-
capitali lapidem quandoque tenebat. Proceso. gina 26.
el ayudante á la Misa de Nicolás llenó, por la Misa, las oraciones de Nicolás debían ser
equivocación, las dos vinajeras de agua; mas más fácilmente escuchadas, hízose conducir
el Santo, sumido en sus pensamientos y abs- á la iglesia donde él debía celebrar, y asis-
traído en Dios, no se enteró de ello, y por tió con gran fervor al santo sacrificio. Cuando
tanto no puso más que agua en su cáliz. Este el religioso hubo terminado la santa Misa,
sacrificio debía ser nulo faltando en él, como colocóse aquélla en el camino por donde él
faltaba, la materia necesaria para su validez, debía volver á la sacristía, y le suplicó se
lo cual hubiera sido para el celebrante, de detuviese un momento á darle la bendición,
haberlo sabido, causa de profunda amargura haciendo sobre sus ojos la señal de la cruz.
y pesadumbre. Mas el Señor no quiso ver á Movido por la fe y la resignación de la po-
su siervo en tal amargura. Nicolás no cono- bre ciega, Nicolás, aproximándose á ella,
ció el error de su ayudante, ni después de la hizo lo que le suplicaba, diciendo: ¡Que el
consagración; mas, al consumir las sagradas buen Dios, en su misericordia, os cure, hija
especies, encontró en el vino consagrado un mía! En el mismo instante, los ojos apaga-
sabor tan exquisito y delicioso, que preguntó dos y cerrados después de tanto tiempo, se
en seguida de donde habían podido sacarlo. abrieron á la luz del día. La piadosa cristia-
Entonces fué cuando el ayudante se aperci- na, por su parte, vió recompensada su con-
bió de lo que había hecho, por inadverten- fianza y pudo ya contemplar al Santo, de
cia, y conoció el milagro con que el Santo quien Dios se había servido para devolverle
había sido favorecido (1). la deseada vista (1).
Una señora de la villa de Urbisaglia ha-
bía perdido completamente la vista á conse- (1) Proceso. G-hezi, cap. XIII, pág. 42.
cuencia de una gravísima erisipela. Todos los
recursos del arte habían resultado inútiles,
y, hallándose ya completamente abandonada
de los médicos por incurable, resolvió ir á
buscar á Nicolás para pedirle la curación de
su dolencia. Persuadida de que , después de

(1) M. SS. Anónimo, cap. i x , pág. 26.


que no procura consolar á los seres queridos
que Dios le ha arrebatado, y á los cuales re-
tiene en el Purgatorio por un efecto de su
justicia infinita. No hay persona sobre la Tie-
rra que no haya amado bastante á sus se-
CAPÍTULO V i l i mejantes, para compartir gustoso sus penas
cuando penetran en este lugar de tormentos.
San Nicolás protector de las almas del Purgatorio.—
Nadie hay entre los fieles que no procure
Ruega San Nicolás por un primo suyo y lo pre-
serva del fuego eterno.—El Hermano Peregrino
aumentar el número de los elegidos y procu-
de Osimo.—-Las almas del Purgatorio se apare- rar con ello á nuestro Señor un aumento de
cen á San Nicolás durante el Santo Sacrificio.— gloria.
La piadosa Unión del Sufragio.—Las almas del Para llegar á conseguirlo, la Iglesia nos
Purgatorio ponen en huida al ejército de Juan ofrece riquezas sin cuento: la limosna, las in-
de Médicis. dulgencias, la oración, las buenas obras, las
penitencias, las comuniones; pero, ante todo
Los soberanos Pontífices han otorgado á y sobre todo, el adorable sacrificio del Altar.
San Nicolás de Tolentino dos títulos tan glo- Como si esto no fuese todavía bastante, ella
riosos para él como consoladores para nos- ha querido elegir un Santo especial que se
otros: el de protector de la Iglesia y el de pudiese invocar especialmente por las almas
protector de las almas del Purgatorio; y, en del Purgatorio; un Santo al cual pudiese con-
verdad que el Taumaturgo cuya vida y vir- fiar cada uno, ya la sangre sacratísima del
tudes referimos, los tiene bien merecidos; por Salvador, ya el pobre mérito de sus propias
tanto, debemos invocarlo con la más entera obras, con la esperanza de que él las aplicará
confianza, sea en favor de la Iglesia nuestra según la voluntad conocida por Dios á aque-
Madre, sea en favor de las almas de los fie-
les difuntos detenidas en el fuego de la ex-
piación (1). No es verdadero cristiano aquel narramus esse protectam. Alexander VII. Instru-
mentum fidei continens emanationes sanguinis di-
vi Nicolai Tolentinatis :
, Ad suffragia auimabus in purgatorio igne de-
(1) Verbi Dei sanguine prcedicamus sanclam esse tentis... sub invocatione S. Nicolai, Leo XIII, Bre-
constructam Ecclesiam: et sanguine Sancti Nicolai ve sub die X V I I Maii M D C C C L X X X I V .
líos que sufren en las llamas de la expiación;
y este Santo, verdaderamente limosnero y
protector del Purgatorio, es nuestro glorioso
ermitaño de San Agustín, San Nicolás de
Tolentino. Dos hechos milagrosos, acaecidos
durante su vida, justifican plenamente esta
elección de la Iglesia y la devoción de los
pueblos. Vamos á referirlos para edificación
del lector.
Tenía Nicolás dos primos, uno de los cua-
les se llamaba Gentil de Guidiani. Este, que
llevaba una vida culpable, fué muerto por un
su rival en el castillo de Aperana, y el siervo
de Dios tuvo de ello noticia estando en Re-
canati, adonde había vuelto algün tiempo
después de su ordenación (1). Traspasado Ni-
colás de profunda pena al pensar en la con-
ducta criminal del difunto, cayo de rodillas
y, derramando abundantes lágrimas, exclamó:
«¡Ay, cuánto temo que el desgraciado se haya
perdido para siempre!» Luego, no conten-
tándose con estériles lamentos, aumentó sus
penitencias, ya tan duras, y sus tan largas y
multiplicadas oraciones; ofreció por el difun-
to el santo sacrificio del altar, y no cesó desde SAN NICOLÁS
entonces, ni de día ni de noche, de rogar
amorosamente á Dios Nuestro Señor tuviese PIDIENDO Á LA SANTÍSIMA VIRGEN

POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


(1) Cuín in civitate R e c a n a t e n s i degeret. P e t r a s
de Monte R u b i a n o , cap. n , núm, 13,
piedad de aquella alma pecadora, y le diese yo soy con toda verdad tu primo Gentil. A
á entender si era salva ó condenada por toda tus oraciones debo yo el haber sido preser-
la eternidad (1). vado del Infierno por Nuestro Señor Jesucris-
Por espacio de dos semanas, Nicolás no to». Y á continuación añadió el alma estas
cesó de solicitar esta doble gracia con sus notables palabras, que manifiestan la elevada
lágrimas, con sus plegarias y con sus san- santidad del piadoso ermitaño de San Agus-
grientas mortificaciones. Mas he aquí que á tín: «Tus obras ¡oh Nicolás! son tan agra-
los quince días, á la hora de media noche (2), dables á Dios, que El te concederá t( do lo
en el momento en que se levantaba para ati- que le pidieres en la vida presente, y además
zar la lámpara que ardía delante del Taber- de esto serás glorioso en esta vida, que es la
náculo, oyó de repente una voz que decía: mía en el Paraíso» (1). Y desapareció la vi-
«Hermano mío, hermano mío (3), da gracias sión, dejando en el alma del Santo favorecido
al Señor Jesús. El ha mirado con ojos de mi- con ella una de esas alegrías inefables que
sericordia tus oraciones y tus lágrimas: yo hacen olvidar todos los sufrimientos, consue-
debía de estar condenado, pero me han sal- lan todas las amarguras y hacen al alma ca-
vado tus oraciones». paz de los más grandes sacrificios.
Temiendo el Santo una ilusión del demo- Tal era, pues, la ternura y amor de Dios
nio, que con frecuencia se transforma en án- para con su siervo, que por sus oraciones ce-
gel de luz, respondió: «¿Por qué me tientas, rró las puertas del abismo eterno á un pe-
enemigo de todo bien? Mi hermano ha muer- cador tan culpable, otorgándale, por un se-
to, y á Dios sólo le pertenece el salvarlo ó creto resorte de la predestinación, gracias ex-
el condenarlo. — No tengas duda ninguna, traordinarias que en un solo instante, en el
hermano mío, replicó entonces la aparición: postrer momento de la existencia hacen del
más grande pecador un justo llamado al Reino
(1) Hacia las más rígidas penitencias y ofrecía
por su alma el santo sacrificio de la Misa. Anóni-
mo, cap. XVII, p á g . 46. (1) Confortare igitur et esto robustus in operi,
(2) Levantábase de la oración por la noche para bus penitenti® quee ccepisti; sic enim Deo et Sal-
encender la lámpara que ardía delante del Santí- vatori nostro grata sunt opera tua, quod quidquid
simo Sacramento. Frigerio, cap. X I I I , pág. 55, ab eo petieris impetrabis in vita presenti dum vi-
(S) En Italia se dice generalmente fratello cugi- xeris, et in ista in qua ego sum, vir gloriosus eris.
no, que significa primo hermano. Petrus de Monte Rubiano, cap. n , num, 18.
divino; justo que, tan pronto haya pasado el
tiempo de su purificación y prueba en el Pur- recido las eternas. Yo, pues, te suplico hu-
gatorio, tomará asiento entre los elegidos por mildísimamente celebres hoy por mí la santa
un efecto de la Misericordia infinita. Misa, á fin de que yo me vea libre de este
El otro prodigio debió suceder, según San fuego. —Oh, hermano mío, replicó Nico-
Antonino, arzobispo de Florencia, en una lás: que el Salvador, cuya sangre nos ha re-
ermita del convento de Valmanente, cerca dimido , venga en tu ayuda. En cuanto á mí,
de Pésaro. En él se ve, no menos que en el estoy designado para cantar la Misa conven-
pasado, el amor del Señor para con su servi- tual, y en este día del Domingo no me es
dor, y el poder del servidor en el corazón de permitido cambiar el Oficio, ni puedo, por
su Señor para inclinar la justicia divina en tanto, cantar la Misa de Difuntos. — Ve-
favor de las almas del Purgatorio. nid, pues, conmigo, continuó la aparición;
venid, ¡oh venerable Padre!, y vos veréis si
Había sido Nicolás designado para cantar debéis condescender con mi petición, y si os
una semana entera la Misa conventual, como es posible negaros á consolar á una muche-
es costumbre en los monasterios agustinia- dumbre de desgraciados que me han suplicado
nos, debiendo comenzar su cometido el do- implore vuestra misericordia.» Y el alma con-
mingo. La noche, pues, del sábado, mientras dujo al siervo de Dios á otra parte de la ermi-
el bienaventurado ermitaño dormía, fué des- ta, donde, mostrándole la hermosa explanada
pertado por una voz triste y suplicante que de Pésaro, y en esta explanada una multitud
lo llamaba. «Hermano Nicolás, decía: hom- innumerable de almas, volvió á decirle: «Te-
bre de Dios, mírame». ned piedad de estos infortunados, que aguar-
El Santo, lleno de admiración, esforzóse dan vuestros socorros: si vos os dignáis cele-
por ver quién le hablaba de aquel modo; mas, brar la Misa por nosotros, casi todos seremos
no viendo á nadie, preguntó á la aparición libertados de nuestros dolorosos tormentos».
quién era. «Yo soy, respondió la misma voz, Vuelto en sí Nicolás, hallóse vivamente
el alma de Fray Peregrino de Osimo, uno impresionado por esta visión, y, profunda-
de vuestros amigos durante la vida, y ahora mente movido á piedad, dejó correr sus lá-
atormentado en las llamas. Dios, por su mi- grimas en abundancia y se abismó en una
sericordia, me ha condenado á penas tempo- ferviente oración en favor de los desgracia-
rales, aunque yo, por mis pecados, había me- dos que acababa de ver. Tan pronto como
llegó el día, fué eu busca de su Prior y, pros- sido confundidos! «Oh hombre inefable, ex-
ternándose ante él, le contó la aparición, sólo clama á este propósito San Antonino; hom-
en cuanto aquello que le pareció necesario, bre inefable que ha llevado siempre una vida
sin que sufriese su humildad, suplicándole le tan santa, y cuyos méritos han comenzado á
permitiese celebrar el santo sacrificio de los hacerse conocer en su más tierna juventud
Difuntos durante la semana entera. hasta en el Purgatorio!» (1).
Consintió éste en la justa demanda de Ni- De este prodigio tomó origen el Septenario
colás, y reemplazó al siervo de Dios por otro de San Nicolás, y á él se debe el que la Cris-
religioso que celebrase la Misa conventual. tiandad otorgase á Nicolás el título glorioso
Durante siete días renovó San Nicolás el sa- de Protector de este lugar de expiación y de
crificio del Calvario, y atrajo sobre el altar la tormentos. El fué la causa de la institución
Víctima divina, á fin de obtener la libertad en Tolentino de la Pía Unión del Sufragio,
de tantas afligidas almas, añadiendo á su ar- que existe hoy todavía en la mayor parte de
diente súplica abundantes lágrimas y morti- los monasterios de la Orden Agustiniana. Los
ficaciones de todo género, tales como podían Priores generales, que tienen la facultad de
ser inspiradas por su generosidad heroica y conceder las indulgencias del altar privile-
compasiva ternura. giado en alguna de sus iglesias, eligen siem-
Aparecióse de nuevo á Nicolás el último pre para eso los altares dedicados al gran
día el hermano Peregrino, al fin de la Misa ó Taumaturgo de Tolentino (2).
durante la misma Misa, según varios autores, Terminaremos este capítulo refiriendo otro
y, dándole gracias por su caridad y eficacia, prodigio obtenido por el glorioso Nicolás. Por
mostróle cerca de él á la mayor parte de este prodigio manifestó el Señor cuán agra-
aquellos por quienes había rogado, anuncián- dable le sea y cuán poderosa sobre su cora-
dole que la Justicia divina les acababa de zón la devoción por las almas del Purgatorio,
abrir las puertas del Cielo. Y todas aquellas colocada bajo el patronato de su siervo.
almas, libertadas por los méritos y oraciones Hacia el año 1555, escribe el P. Beninca-
de su bienhechor, se elevaron delante de él sa en su Vida de San Nicolás, se construyó
hacia la Patria celestial, repitiendo aquellas
palabras del salmo: ¡Hemos sido libradas de (1) San Antonino. Chron., tercera parte, tom. ni.
los que nos afligían, y nuestros enemigos han (2) Véase el apéndice nùm. 1, al fin de este vo-
lumen.
en honor del Apóstol de Tolentino una mag- Dios manifestó que estos sentimientos le
nífica y suntuosa capilla en Leco, plaza fuer- eran agradables, y que su siervo glorioso le
te situada no lejos del lago de Corne, y acor- había rogado por la villa puesta en tamaño
dóse un decreto por los habitantes de esta peligro. En el momento de comenzar el asal-
villa para elevar la fiesta del glorioso Santo to divisó Juan de Médicis, con profunda sor-
al rango de las fiestas más solemnes. He aquí presa, sobre las murallas de la ciudad si-
la razón de eso: Habiendo puesto sitio Juan de tiada un ejército muy numeroso de gente
Médicis, general de los venecianos, ála plaza vestida de blanco. Como él preguntase con
de Leco, la tuvo largo tiempo encerrada por inquietud qué significaba aquel espectáculo
su ejército, sin poder hacerse dueño de ella; extraordinario, y de dónde venían aquellos
mas el cansancio, el hambre y el aislamiento ejércitos extranjeros, oyó voces misteriosas
redujeron á los defensores de la fortaleza á que, respondiendo á su pensamiento, decían:
un tal estado de debilidad y desaliento, que, « A causa de las Misas que los habitantes de
enterado de ello el enemigo, resolvió tentar Leco han hecho celebrar esta misma mañana,
un asalto general. A semejante noticia, com- las almas libertadas del Purgatorio por estas
prendiendo los sitiados que estaban comple- oraciones han sido enviadas por Dios para
tamente perdidos, entregáronse á la más pro- defenderlos».
funda tristeza. En tan extremada situación
Vivamente amedrentado el General, hizo
quisieron, sin embargo, invocar á San Nico-
al instante cesar todos los preparativos del
lás, del cual eran particularmente devotos, y,
combate, y se alejó tan precipitadamente, que
en la mañana misma del día en que debía
parecía que su ejército se retiraba huyen-
realizarse el asalto decisivo, todos los sacer-
do (1). Este maravilloso acontecimiento pro-
dotes de la ciudad aplicaron la Misa en su-
bó á los sitiados la eficacia de los sacrificios
fragio de las almas del Purgatorio, uniéndose
y oraciones por las almas del Purgatorio cuan-
á ellos el pueblo entero con gran confianza.
do uno las ofrece con fe y confianza por la
«El Santo, decían ellos, que en otra ocasión
intercesión de su poderoso y caritativo aboga-
ha librado por su Septenario de Misas á una
do San Nicolás de Tolentino.
muchedumbre de difuntos, él se servirá de
tantas Misas para salvarnos del peligro y
para concedernos la victoria y la salud». (1) Pía Unión Primaria, por el P. Nicolás Mer-
euri. Roma, 1888, cap. i i , pág. 21.
él juntaba á la práctica de una perfecta obe-
diencia la de la más tierna bondad y del más
completo sacrificio para con el prójimo: vir-
tudes frecuentemente raras, aun en los más
austeros penitentes.
Haciéndole pasar por las diferentes casas de
la Orden sus superiores, habían conseguido
CAPÍTULO I X
conocerlo más á fondo, al mismo tiempo que
apreciarlo y amarlo más cada día; viendo
San Nicolás maestro de novicios. — San Nicolás es además comprobado que la opinión general
enviado á San Elpidio.—Es nombrado maestro
de novicios.—Los novicios se sienten arrastra-
acerca de la eminente santidad de este reli-
dos á imitar las virtudes de su maestro.—El con- gioso era en realidad muy inferior á su ver-
vento de San Elpidio llega á ser un modelo de dadero mérito. A pesar, pues, de su juven-
perfección.—San Nicolás va á la ciudad de Ter- tud y de su humilde temor á los puestos im-
mo.—La santa casa de Loreto.— «En Tolentino portantes, no vacilaron en encargarle la cura
será tu muerte.» de almas; motivo por el cual lo llamaron al
monasterio de San Elpidio para desempeñar
La renuncia de la propia voluntad, la ale- allí el cargo de maestro de novicios (1); car-
gría en los trabajos, el fervor de la oración, go en verdad importantísimo, como que él es
los transportes de amor divino, tienen un pre- el que ha de formar el corazón de los nuevos
cio inestimable en la historia de los Santos; religiosos y de imbuir en ellos aquel espíritu
mas todo esto adquiere un nuevo mérito y al- y sólidas virtudes de que depende siempre el
canza el doble objeto de la redención cuan- fervor, la paz y la prosperidad de los claus-
do se consagra á la santificación del prójimo tros. Juzgaba el Provincial, no sin razón, que
y se junta á un ardiente celo por la salud de las gracias sobrenaturales que guiaban á Ni-
las almas. Como San Agustín, su ilustre Pa- colás en su vida espiritual serían para él una
dre , Nicolás estaba lleno de caridad y de mi- fuente abundante de luces é inspiraciones con
sericordia para con los hombres; y durante
su vida heroica y mortificada, cuyas princi- (1) Et S. Elpidii ubi magister novitiorum fuit.
pales acciones nos hemos propuesto esbozar, Torelli, ad annum Christi, 1305, núm. 19.
que pudiese dirigir á los novicios, conocién- ellos, donde podían olvidar las borrascas del
dolos y dándoles la formación necesaria para mundo y encontrar la paz y la salud.
hacer de ellos verdaderos religiosos. Nicolás, por la rectitud de su juicio, por
Despues de su entrada en la Orden de San la eminencia de su virtud, por su grande
Agustín, Nicolás había tomado por su cuenta mortificación, por las luces divinas de que
el anonadarse delante de todo el mundo, de estaba dotado, era en verdad un hombre, se-
vivir oculto y de conservarse siempre en la gún Dios, digno de este noble empleo y de
condición de un humilde discípulo y servidor este doble cargo. La Comunidad de San El-
de sus hermanos, ilusionándose con la dulce pidio era numerosa y ferviente. El primer
esperanza de pasar así su vida, fínicamente cuidado del nuevo maestro de novicios fué
ocupado en la salud de su alma (1). Fué, pues, el constituirse en modelo de todos los reli-
para él tan inesperada como penosa la elec- giosos, y el predicar más con los ejemplos que
ción de los Superiores; mas aceptó en silen- con las palabras (1), aplicándose á arrancar
cio la pesada carga que le había sido impues- enteramente á sus alumnos del mundo que ya
ta, sin formarse ilusión alguna sobre las obli- habían abandonado, y á formarlos en la vida
gaciones múltiples, difíciles y delicadas á que interior. Su ardiente caridad, el encanto fas-
dicho cargo le sujetaba. Consideróse desde cinador de sus discursos, la humilde simpli-
entonces como obligado ante Dios á darle al- cidad de su vida, su amor á los trabajos y su
gún día cuenta de las almas confiadas á su continua unión con Dios atrajeron al punto
cuidado, esforzándose, por tanto, en animar la atención de los novicios y los decidieron á
y dirigir á los inocentes, así como en soste- imitar las virtudes de su santo maestro, fa-
ner á aquellos que tal vez vacilaban al re- miliarizándose con el ejercicio de la oración.
cuerdo de su vida pasada y de los honores y Por esta época renacía el espíritu de fer-
placeres que tan generosamente habían aban- vor en todos los monasterios de la Orden,
donado y sacrificado. Yiéronse por este tiem- como animados por el soplo de la santidad.
po gran número de corazones afligidos que, Gubio, Verona, Amándula, Avigliana, Mon-
deseosos de unirse á las almas elegidas que tereal, Todi, Plasencia, Pésaro, Rieti, Ve-
poblaban los claustros, venían á refugiarse á
(1) In ómnibus continue primus erat. Proceso.
(1) Erat obediens Priori et Fratribus. Proceso. San Antonino. Beato Jordán.
\
visiones, manifestándole la inefable ternura
roli, Mantua, Tolosa, Sena y casi todos los del Señor para con él (1).
claustros agustinianos contaban dentro de La primera tuvo por objeto la santa casa
sus muros con religiosos que son hoy día ve- de Loreto. El relato de esto ha sido registra-
nerados en las altares al lado de San Ni- do en los anales de Termo, y extraído de allí
colás; mas en poco tiempo el noviciado de por el P. Octavio Falconi, oratoriano, para
San Elpidio llegó á ser el modelo de todos, los cardenales Juan Bautista Palloti y Dece
bajo la suave influencia de aquel que lo di- Azzolini, los cuales hicieron pintar un cuadro
rigía. en recuerdo de este acontecimiento, y lo co-
Por desgracia, destruidos los archivos de locaron en la iglesia nacional de las Marcas,
los conventos por las guerras civiles y las en Roma; iglesia que lleva el nombre de San
revoluciones, no nos queda detalle alguno Salvador in Lauro. La provincia de las Mar-
sobre el año en que Nicolás fué maestro cas es allí representada bajo la imagen de una
de novicios. Lo que sabemos es, que no ha- mujer arrodillada, que está invitando á la
bía aún transcurrido un año desde su llega- Santa Casa á que se pare y repose sobre sus
da á San Elpidio cuando recibió nueva or- brazos. He aquí lo que refiere á este propó-
den de partir y abandonar aquella familia mo- sito una crónica antigua: «Cuando San Nico-
nástica, que lo veneraba como á un tierno lás se hallaba en la ciudad de Permo, solía ir
padre. varias veces cada día á asomarse á una ven-
Sobre la cumbre de una colina que domi- tana del convento, desde donde se gozaba de
na al mar Adriático se levanta la pequeña una vista deliciosa sobre las playas del mar
villa de Termo, donde los agustinos poseían Adriático, sintiéndose atraído hacia este lu-
una pequeña capilla con un convento en que gar por una fuerza irresistible. Allí permane-
se reunían cierto número de estudiantes. Los cía Nicolás, inmoble, embargado por una su-
religiosos celebraban el Oficio divino y ad- bitánea emoción, é, iluminándose su rostro,
ministraban los Sacramentos, catequizando y caía por fin de rodillas y oraba largas horas
predicando á los pueblos que en los días fes- en un dulce éxtasis. Su Prior, que desde cier-
tivos acudían al bendito santuario. A predi-
car igualmente la palabra divina, dice el Pa-
(1) Vida de San Nicolás de Tolentino, con ano»
dre Tombeur, fué enviado Nicolás á esta vi- taciones.
lla, donde vinieron á consolarle dos célebres
to lugar oculto lo contemplaba abandonado á
todo el fervor de su ardiente piedad, le pre- muestra la segunda visión que coronó uno de
guntó un día sonriendo: Hermano Nicolás, los más serios combates que hubo de soste-
¿qué hacéis ahí? ¿Estáis acaso haciendo ora- ner Nicolás para permanecer fiel á su voca-
ción por los peces?—No, padre mío, no, res- ción. He aquí el hecho, tal como lo refieren
pondió el Santo con una exaltación celestial; todos los historiadores.
y, mostrándole la mar y las costas de Dalma- «La austeridad prodigiosa del santo ermi-
cia, añadió: Yo aguardo de hacia ese lado un taño lo había convertido en un objeto de com-
gran tesoro. pasión para todo el mundo: su cuerpo debi-
Alejóse en silencio el Prior, preguntándose litado, su rostro macilento, sus ojos hundidos
y discurriendo de qué tesoro podría hablar y sus labios pálidos le daban la apariencia
San Nicolás; y como conocía el espíritu pro- de un viejo, cuando la juventud debiera ha-
fético de este religioso, y sabía que continua- berse aún reflejado en el color de su sem-
mente se hallaba abismado en Dios y favore- blante. Era evidentemente que él se iba con-
cido de comunicaciones sobrenaturales, no du- sumiendo de día en día. Movido por las im-
dó que se trataba de algún insigne beneficio portunaciones de un primo suyo, abad del
del Cielo. Algunos años más tarde, en 1294, monasterio benedictino de Santa María de
era transportada por los ángeles la Santa Giacomo, llamado hoy Santa María in Gior-
Casa de Nazaret á la villa de Loreto, vecina gio, situado cerca de Fermo, decidióse el sier-
á Fermo, y la visión del célebre fraile agusti- vo de Dios á ir á visitarle. Sabía ya el abad
no tuvo su explicación natural (1). benedictino que los monasterios de la Orden
agustiniana se hallaban por esta época en la
Dios trataba familiarmente á su siervo y se más grande penuria, motivo por el que, al
complacía en comunicarle con una inefable contemplar la extrema pobreza y el aspecto
ternura los secretos de su Providencia, ve- doliente y miserable del Santo, sensiblemente
lando sobre él con una especial atención y no emocionado el abad, aunque más por el cuer-
permitiendo que fuese engañado ni retroce- po que por el alma de Nicolás, dice San An-
diese en el camino de la santidad, como lo de- tonino, hablóle de esta suerte: «¿Para qué,
hermano mío, sufrir una tal miseria y una tan
(1) Pantheon Augustinianum. Gianizi. Istoria grande indigencia? ¿Es acaso condición ac-
della S. Casa di Loreto, pàg. 17. Rossi, editor, 1845. tual de vuestra Orden que os sometáis á tan
duras necesidades? ¿Cómo os ha de ser posi-
ble cumplir todas las obligaciones de vuestro que has sido llamado. En esto estará tu sa-
estado? Ahora tienes buena ocasión de po- lud» (1).
ner remedio á tus sufrimientos, y de compa- Comprendió al momento nuestro Santo que
decerte de tu edad, todavía nada avanzada. ángeles del Cielo y no hombres eran los que
Créeme, vente aquí, y compartiremos la abun- veía, y que estos mensajeros del Altísimo le
dancia de este monasterio: unido á ti por los advertían, como él confesó más tarde á algu-
lazos del parentesco, yo no puedo ver tu ju- nas personas, que él moriría en Tolentino.
ventud en semejante estado (1). Su resolución, pues, fué desde entonces in-
quebrantable. En vano su primo empleó las
Comprendiendo en seguida el santo reli- caricias, las más inoportunas solicitaciones,
gioso que aquello no era más que una ase- las amenazas y el terror para hacerle renun-
chanza de Satanás, no respondió nada; sino ciar á la austeridad de su vida y traerlo á
que, entrando en la iglesia del monasterio, una existencia más ancha y descansada: nada
recurrió á sus armas ordinarias, la plegaria y pudo llegar á conseguir, y no tuvo más reme-
la oración. «Señor, exclamó, dirigid mis ca- dio que ceder ante la firmeza de Nicolás, que
minos en vuestra presencia, y como guía se- al poco rato partía tranquilamente para su
guro conducid mis pasos por vuestros sen- convento.
deros.» Apenas había acabado Nicolás de
En el mismo día mostró el Señor cuán
hacer esta oración, tomada del Profeta Rey,
agradables le habían sido la energía, la obe-
cuando el divino Maestro vino en su socorro
diencia y la humilde pobreza de su siervo,
de una manera maravillosa. Unos veinte jó-
disponiendo que el Provincial, que nada sa-
venes, dice el Beato Jordán de Sajonia, se
bia de la visión, le enviase la orden de tras-
aparecieron á Nicolás, llevando vestidos blan-
ladarse á Tolentino, manifestándole la reali-
cos y todos radiantes de luz deslumbradora,
dad del favor que le había sido concedido.
los cuales, divididos en dos coros, cantaban,
Pronto iba el Santo á entrar definitivamente
acompañándose con una celestial armonía:
en el camino que el Señor hacía tiempo le
«En Tolentino, en Tolentino, en Tolentino
había preparado. Hallábase ya Nicolás en sa-
será tu muerte. Persevera en la vocación á

(1) Pedro de Monterrubiano, cap. xiv, xv. San


(1) Beato Jordán de Sajonia, lib. n i , cap. XII. Antonino. Beato Jordán de Sajonia, ibid.
zón para el ministerio. El campo del padre de
familias se abría en su presencia, é íbalo él
á cultivar y hacer fructífero, atendidas las
virtudes de su edad y el íntimo fervor de su
alma, llegando á ser así el modelo perfecto
de los verdaderos apóstoles. El divino Maes-
tro se disponía á concederle ahora más que
nunca la triple fuerza que robustece las al- CAPÍTULO X
mas, para cumplir las disposiciones del Cie-
lo: la fuerza de la oración, la de la palabra y San Nicolás predicador.— Situación moral y reli-
la de los milagros. Vamos á ver, pues, ahora giosa de Italia en el siglo xin.—San Nicolás reci-
cómo Nicolás llena los deseos del Señor y be la obediencia para el convento de Tolentino.
cumple sus adorables y misteriosos decretos. Sus primeras predicaciones.—Conversión de un
caballero.—Popularidad de Nicolás.—El mila-
gro de la Porta Montana.—Cura el Santo á su
confesor de una enfermedad dolorosa.—Poder de
la señal de la cruz.

Levantándose más y más hacia Dios por


una santidad siempre creciente, el sacerdote
ó el religioso, mediante el celo, el amor y la
caridad, debe derramar una saludable y bien-
hechora influencia, así sobre los individuos
como sobre los pueblos; influencia de preser-
vación y de regeneración: pues él es la sal
de la Tierra y la antorcha colocada sobre la
montaña. El ministro sagrado, ha dicho un
escritor de este siglo, es un árbol que Dios
ha hecho florecer y lo ha dado á los hombres
á fin de que les anuncie con la palabra y con
zón para el ministerio. El campo del padre de
familias se abría en su presencia, é íbalo él
á cultivar y hacer fructífero, atendidas las
virtudes de su edad y el íntimo fervor de su
alma, llegando á ser así el modelo perfecto
de los verdaderos apóstoles. El divino Maes-
tro se disponía á concederle ahora más que
nunca la triple fuerza que robustece las al- CAPÍTULO X
mas, para cumplir las disposiciones del Cie-
lo: la fuerza de la oración, la de la palabra y San Nicolás predicador.— Situación moral y reli-
la de los milagros. Vamos á ver, pues, ahora giosa de Italia en el siglo xin.—San Nicolás reci-
cómo Nicolás llena los deseos del Señor y be la obediencia para el convento de Tolentino.
cumple sus adorables y misteriosos decretos. Sus primeras predicaciones.—Conversión de un
caballero.—Popularidad de Nicolás.—El mila-
gro de la Porta Montana.—Cura el Santo á su
confesor de una enfermedad dolorosa.—Poder de
la señal de la cruz.

Levantándose más y más hacia Dios por


una santidad siempre creciente, el sacerdote
ó el religioso, mediante el celo, el amor y la
caridad, debe derramar una saludable y bien-
hechora influencia, así sobre los individuos
como sobre los pueblos; influencia de preser-
vación y de regeneración: pues él es la sal
de la Tierra y la antorcha colocada sobre la
montaña. El ministro sagrado, ha dicho un
escritor de este siglo, es un árbol que Dios
ha hecho florecer y lo ha dado á los hombres
á fin de que les anuncie con la palabra y con
el ejemplo la abnegación pedida por el Sal- fos y Gibelinos mantenían la guerra civil y
vador, ayudándoles á reportar sobre sí mis- sembraban por doquiera la división, el odio
mos las victorias que comienzan y perfeccio- y las pasiones, pisoteando los más sagrados y
nan la conversión. La misma prodigalidad legítimos derechos. Fraccionábanse las fami-
con que se entrega á los otros debe servirle lias, armábase el padre contra el hijo y el
para santificarse más á sí propio y para san- hijo contra el padre, y no era cosa rara el ver
tificar á aquellos que reciben sus bendiciones una ciudad de Italia dividida en dos campos
y participar de su poder sobrenatural. Mas opuestos, alternativamente vencedores y cu-
este poder del sacerdote y del religioso no bierta de sangre y de ruinas por sus propios
producirá sus frutos de salud y de renova- hijos. Las sucesivas expediciones militares y
ción sino á proporción del fuego sagrado los ejércitos, pasando como un huracán so-
que inflame su alma y de las virtudes que bre los países conquistados ó devastados, ha-
practique para llegar él mismo á la perfec- bían dejado en pos de sí una corrupción y
ción heroica que pide el sacerdocio divino relajamiento de costumbres difíciles de des-
de que se halla revestido. cribir. El Evangelio había caído con la cruz
En verdad que en la Italia del siglo X I I I de los templos, y la penitencia y la Eucaris-
había una apremiante é imperiosa necesidad tía habían sido olvidadas, á medida que los
de esta acción moral y civilizadora del clero incendios devastaban los templos y consu-
para no caer por completo en las tinieblas y mían los tabernáculos: imposible parecía con-
horrores de la barbarie. Las herejías de los servar en tan espantoso caos la centella de
Beguinos y de los Flagelantes habían per- la fe y el germen de la pureza que salvan la
vertido los pueblos, mezclando con una ha- inteligencia y preservan el corazón, permi-
bilidad satánica las prácticas exteriores de la tiéndole entrever á través de la borrasca el
piedad con los actos de la más extraña co- honor, la dignidad y la razón, que parecían
rrupción. Numerosos cristianos se habían de- perdidos para siempre.
jado seducir y se adherían á esta perniciosa Mas ¡oh, cuán admirables son los secretos
doctrina, que tranquilizaba su conciencia, de Dios! Cuando todo parecía acabado para
permitiéndoles satisfacer plenamente sus pa- las sociedades, El hace parecer en el mundo
siones. grandes y nobles figuras, como la del Santo
Por otra parte, las dos facciones de Güel- cuya vida referimos, á quienes, colmando de
una santidad extraordinaria y de una virtud
sobrehumana, presenta á la faz de los pue- el convento de Tolentino (1). ¿No es ésta una
blos como el faro luminoso que les señala el nueva y bien evidente prueba de que Dios se
camino de la salud, conduciéndolos hacia el sirve con frecuencia de los superiores y cons-
progreso y la práctica del Cristianismo. tituidos en dignidad para dirigir á los infe-
riores según sus intentos y conducirlos por el
La empresa, pues, de San Nicolás era di- camino de la salud y de la perfección? El re-
fícil, rodeada de obstáculos, y desde luego ligioso que daba á Nicolás la orden de par-
imposible á solas las fuerzas humanas. El, tir ignoraba la visión referida y acababa de
armado solamente de la caridad de Cristo, ser, sin saberlo, el instrumento de la divina
debía agrupar en torno de sí los miembros voluntad, la voz misma del Cielo. Como en
dispersos de las familias, los corazones llaga- todas las demás ocasiones, este perfecto obe-
dos y pervertidos y las almas extraviadas, diente inclinóse ante la voluntad manifiesta
restableciendo por todas partes la paz y la del Altísimo, y, tranquilo y sosegado, se apre-
fraternidad. Ahí es donde verdaderamente suró á poner por obra la orden recibida, di-
resalta el poder del sacerdote que sabe com- rigiéndose hacia su nuevo destino, como si
prender su misión y poner en Dios su con- se tratase de un punto ordinario é indiferente
fianza para ejercer su inefable ministerio! El de la regla (2). Hizo su viaje á pie, como lo
Señor había en verdad elegido y preparado á había hecho siempre, acompañado de un her-
Nicolás para hacer de él un apóstol de To- mano lego, y no llevando por todo bagaje más
lentino, según lo habían cantado los ángeles que su bastón, su breviario y sus instrumen-
en la visión acaecida en la iglesia de Santa tos de penitencia.
María de Giacomo. El debía, pues, trasladar-
se á esta villa, y, derramando el bien á ma- La mayor parte de los historiadores, con-
nos llenas, permanecer aquí hasta su último formándose con el proceso de canonización,
suspiro. colocan este viaje del Santo y su llegada á
Tolentino en el año 1275, el undécimo de su
Acababa nuestro Santo de oir estas pala- vida religiosa y el trigésimo de su edad. Ha-
bras del Cielo, cuando, entrando por la tarde
en el monasterio, después de la lucha soste- (1) Nicolai do Tombeur. Véase el apéndice nú-
nida con su pariente, encontróse con una car- mero l i , al fin de este volumen.
(2) Ut verus obediens concitns illuc perrexit.
ta del Superior, dándole la obediencia para San Antonino.
-----

liábase, pues, en el apogeo de la santidad y gas espirituales é inveteradas de la sociedad,


del talento, y capaz más que nunca de las á no haber sido marcado con el sello de una
grandes cosas que de él esperaban sus her- gracia extraordinaria y la ayuda poderosa
manos y superiores. del Cielo.
El pueblo de Tolentino no se equivocó. Cuando este admirable Santo subía al pùl-
Cuando él vió la figura pálida y demacrada pito, la sola vista de su rostro angelical y
del nuevo religioso, su dulce y afable sonri- austero cautivaba al auditorio, dominándolo
sa, su aire modesto, humilde y recogido, cre- de tal suerte, que todos permanecían profun-
yó ver un bienhechor bajado del Cielo y ex- damente recogidos, silenciosos y como pen-
clamó en voz unánime: «¡Es un santo! ¡Qué dientes de sus labios. Su palabra sencilla y
rostro tan angelical el suyo!» (1). Las obras sublime caía entonces en las almas, semejan-
que siguieron á la llegada de Nicolás no des- te á un profundo suspiro sobre las amargu-
mintieron esta primera impresión, producida ras y miserias de la humanidad, cuyo abismo
por la vista de nuestro bienaventurado; quien sin fondo había él medido removiendo los co-
al momento se puso á evangelizar al pueblo, razones y las entrañas.
entregándose todo entero á las obras de celo, Dejando la vana ostentación de los predi-
para las que había sido llamado á esta villa, cadores de su época, Nicolás se aplicaba con
y que parecían constituir la más dulce de las preferencia á la explicación familiar de los
ocupaciones para su corazón de apóstol. Ha- artículos de la fe, acomodándose á la capa-
bía recibido de la Naturaleza raras disposi- cidad de todos, exponiéndolas tan claramente
ciones para la predicación: espíritu penetran- y con un método tan hábil y original que, al
te, juicio sólido, claridad en la concepción de escucharle, se creía estar oyendo verdades
las ideas, y facilidad y elocuencia en el uso hasta entonces casi desconocidas. El poder
de la palabra. Sin embargo, cualesquiera que de su elocuencia era tal, que se podía dar por
hubieran sido sus talentos naturales y su ma- moralmente segura la conversión de un pe-
ravillosa aptitud para los trabajos apostóli- cador desde el momento en que se le pudie-
cos, no hubiera jamás llegado á curar las 11a- se reducir á escuchar al siervo de Dios; así
como segura podía juzgarse la vuelta de los
desgraciados herejes á la verdadera fe; sién-
(1) Faciem habebat angelicam. Proceso. Cum doles imposible resistir á sus acentos de fue-
esset decoro vultu. Breviario.
go, que les hacían acudir en tropel á renun- las calumnias, ni las injurias, ni las amena-
ciar á su vida licenciosa y falsas creencias. zas , eran capaces de intimidarlo ni detener-
Dotado de tales condiciones,y de tanma- lo: cumplía su deber sin temor de ningún gé-
ravillosa influencia, unos cuantos días sola- nero, y flagelaba públicamente el vicio y la
mente bastaban á nuestro Santo para trans- herejía. Hablando siempre por Dios y de Dios,
formar todo un país y volverlo á la práctica á él no le intimidaban ni el mundo ni el In-
de la vida cristiana. He aquí cómo se expli- fierno.
ca San Antonino, hablando de la predicación Mas nada, en verdad, tienen de extraño los
de este glorioso apóstol, y de sus efectos so- sucesos maravillosos y los resultados inespera-
bre los pueblos: «Su conversación con todos, dos de la predicación del Santo, si se tiene en
sanos ó enfermos, no versaba más que sobre cuenta la preparación con que se acercaba á
las cosas celestiales. Predicaba la divina pa- este santo ministerio con sus mortificaciones
labra con una admirable dulzura; y las pala- excesivas, sus ayunos, sus prolongadas oracio-
bras que brotaban de sus labios eran como nes, el martirio de su vida y la gracia espe-
llamas ardientes. Obligado por orden de sus cialísima que había recibido del Altísimo. No
superiores á entregarse al ministerio apostó- predicaba con tanto gusto la palabra divina,
lico , no se cuidaba de manifestar su doctrina dice el proceso de su canonización, sino para
ó su talento, sino solamente de glorificar á librar las almas de las tinieblas del pecado,
Jesucristo crucificado. En su auditorio no se para destruir los escándalos y para llevar la
veían más que lágrimas, no se oían más que alegría á todos los corazones, infundiendo en
suspiros, abominando todos altamente su pa- ellos el verdadero germen de la salud (1).
sada vida» (1). Todo esto hacía que Nicolás gozase en To-
El amor á Dios, á la Iglesia y á las almas, lentino de un prestigio maravilloso; pues sus
y el odio á la maldad, eran las únicas pasio- prodigiosas acciones parecían burlar todas
nes de esta grande alma. Olvidado de sí mis- las astucias y todas las violencias del demo-
mo, despreciando la gloria del mundo y bus- nio, que no podía contemplar con indiferen-
cando tan sólo la de Dios, Nicolás no se in-
quietaba por los juicios de los hombres. Ni
(1) Loquebatur libenter verbum Dei ut peccato-
rum tenebris liberarentur... removebat scandala.
Proceso.
(1) San Antonino. Breviario.
cia las victorias del Santo (1). Nada dejó por chor con imputaciones injuriosas. Un día que
mover este enemigo de todo bien, á fin de es- éste debía de predicar en una explanada cer-
torbar un tan provechoso ministerio; mas ig- ca de la ciudad, convínose este desgraciado
noraba de qué fuerzas sobrenaturales se ha- pecador con otros varios jóvenes, compañe-
llaba favorecido Nicolás, y cuánto podía ob- ros en sus liviandades, á provocar un albo-
tener del corazón de Dios y de las almas pe- roto durante el sermón. Comenzó el Santo á
cadoras con su admirable dulzura y sus vir- predicar á la hora convenida, y al momento
tudes incomparables. esta chusma insensata, colocándose cerca de
He aquí un ejemplo: Erase cierto noble las mujeres, comenzó á cruzar sus espadas y
oficial, llamado Juan, que llevaba pública- á lanzar gritos y carcajadas descompuestas,
mente una vida relajada y escandalosa. Había que, mezcladas á las exclamaciones de terror
intentado varias veces el siervo de Cristo de los asistentes, alborotaron grandemente á
volverlo á buen camino, mas sin poderlo con- la piadosa asamblea.
seguir: el desgraciado odiaba á Nicolás y lo Acordóse entonces Nicolás de aquellas pa-
perseguía de mil maneras. Con frecuencia, labras de su Padre San Agustín: «Si se os
dice el proceso de su canonización, Juan provoca á cólera, procurad vencer por la dul-
interrumpía groseramente la predicación del zura », y, dirigiendo una mirada de compa-
Santo; en seguida de lo cual, movido por los sión y de dulce piedad á sus interruptores,
remordimientos, iba á buscarlo y le pedía per- continuó tranquilamente su sermón. El audi-
dón, que siempre Nicolás le concedía con una torio había tenido un movimiento de terror y
bondad extrema (2). Mas, pasado todo esto, de angustia, que bien pronto se cambió en
volvía otra vez á caer en sus perversas cos- admiración, mientras que los imprudentes jó-
tumbres y á perseguir de nuevo á su bienhe- venes, asombrados de la invencible paciencia
del fraile agustino, avergonzáronse de su con-
ducta y callaron sobrecogidos de respeto. Ca-
(1) Habebatur pro sancto viro in magna devo- yéronse las armas de sus manos, y, mezclados
tione et r e v e r e n t i a . . . credebatur de eo sieut de
aliquo sancto de Paradiso. Proceso. con el pueblo, escucharon silenciosos. Ape-
(2) Pluries impedivit preedicationem ejus et nas había terminado su discurso, acercáronse
nunqnam vidit eum de boc turbari, et quando
ibat ad eum ad petendem veniani de dicto teedio, á Nicolás, llorando á lágrima viva, todos es-
inveniebat eum multum benignum i n parcendo t03 libertinos, y, arrojados á sus pies, excla*
sibi et sociis. Proceso.
marón: «Perdónanos ¡oh santo Padre!: nos- lo á que los dejase dormir tranquilamente en
otros queremos ser de Dios». Grande fué la sus vicios. Mas el heroico siervo de Dios no
alegría del Santo ante el sincero arrepenti- era hombre que se diese fácilmente por ven-
miento de sus perseguidores, á quienes, ten- cido. No siéndole posible llegarse á ellos ni
diendo los brazos con una sonrisa inefable, dirigirles la palabra, sufrió tranquilamente
demostróles toda la ternura de un buen pas- sus injurias, dirigiéndoles una mirada llena
tor para con la oveja hallada y reconciliada de mansedumbre y de ternura. Mirada que,
de nuevo con el Cielo (1). como en otro tiempo la del divino Maestro
Mucho fué el ruido que hizo esta inespe- sobre Pedro, tuvo un efecto tan rápido como
rada conversión; pues el joven oficial, insti- eficaz y santificante, que, penetrando el cora-
gador de esta impía tentativa, era persona zón de aquellos jóvenes impíos, los condujo
muy conocida, ya por su nobleza, ya también arrepentidos á los pies de su víctima, quien
por los desórdenes de su vida, públicamente los oyó en confesión é hizo de ellos verdade-
escandalosa (2). ros y fervorosos cristianos.
Mientras el pueblo admiraba y bendecía la Desde este día la influencia y prestigio de
virtud de su predicador, otros jóvenes, tal vez Nicolás crecen inmensamente en Tolentino y
antiguos amigos de los convertidos, se su- sus cercanías, comenzando aquí la época más
blevaron también contra el Santo, colmándo- maravillosa de su existencia. Conocidas ya y
lo de reproches, de injurias y de maldiciones. de todos admiradas sus virtudes, labran á Ni-
Obrando de esta suerte, lo que ellos preten- colás, en presencia del pueblo, una aureola
dían era resistir á la gracia que los perseguía luminosa de santidad y de poder sobrenatu-
y arraigarse más y más en sus perversas cos- ral: las poblaciones todas lo aclaman amigo
tumbres, á fin de que ni la elocuencia ni la de Dios y poderoso taumaturgo, y, corriendo
santidad de Nicolás fuese capaz de triunfar en pos de él /reclaman sus oraciones é inter-
de ellos (3). Querían, pues, fatigarlo y forzar- cesión ante el Altísimo. Su sola presencia
constituía una garantía suficiente de la pro-
tección del Cielo.
( 1 ) Anònimo, primera parte, cap. XXVXII, pà- Esta creencia y convicción que tienen de
gina 35.
(2) El poderoso militar D. Juan, nacido de cier* su santidad inspira á todos la más entera con-
to noble. Proceso. fianza. Las parroquias reclaman á porfía su
(3) Giorgi, cap, x v i , pâgs. 143,144.
ministerio, y el servidor de Cristo, siempre Nicolás, acércase á ella, y, trazando la señal
dispuesto á sacrificarse, acude solícito á to- de la cruz sobre el niño, devuélvelo á la vida
das partes, siempre que sus deberes de reli- y hace que se suceda en un instante la más
gioso se lo permiten. No teniendo en cuenta extremada alegría á la más amarga tristeza.
para nada ni las fatigas ni las dificultades, y Tal es la tradición que se ha conservado has-
sacrificándolo todo por la salud de las almas, ta nuestros días; y aun existe un fresco so-
hasta los encantos mismos de la soledad, de bre la puerta Montana y una inscripción gra-
la oración y del estudio, parte veloz adonde- bada en piedra que recuerda este gran pro-
quiera que puede hacer un beneficio ó traer digio del Taumaturgo de Tolentino (1).
una alma al camino de salvación. No conten- El P. Juan de Montechío, confesor del
to con recibir á los pecadores que á él acu- Santo, fué asimismo curado por él de una
den en tropel, él mismo va á buscarlos, y, hernia dolorosísima, de que padecía hacía
conmoviéndolos con sus oraciones y con sus largo tiempo. El año 1299 este religioso, de
lágrimas, los convierte y obliga, por decirlo edad de cuarenta años, confesaba este mal á
así, á recibir el perdón de su benéfica mano. su penitente. «No dudéis, le dijo éste, que el
De esta común creencia en la santidad ex- Señor concederá su ayuda á aquellos que de -
traordinaria de Nicolás nacía la confianza en sean servirle.» Después, tocando la parte en-
él que animaba á todos los corazones; con- ferma, hizo la señal de la cruz, diciendo al
fianza que fué cada día aumentándose por di- Padre: «Ya os podéis marchar». Retiróse el
ferentes sucesos milagrosos, de los que nos- dicho religioso y se acostó, hallándose al otro
otros recordaremos algunos. día completamente curado. Veintiséis años
Hallándose un día el Santo en Treja, lla- después confesaba, ante los legados apostóli-
mado hoy Montechío, y habiendo salido de cos, que no había más vuelto á resentirse
la ciudad por la puerta Montana, así llamada después de esta milagrosa curación (2).
porque conduce á las montañas, encontróse (1) Ad ambitum
con una mujer que tenía en sus brazos el ca- Portee hujus Montan®
Divus Nicolaus Tolentino
dáver de su hijo, que acababa de ahogarse. Purnm preefocatum
Deshecha en lágrimas esta madre infortuna- Ad vitara revocavit
da, parecía imposible hallase consuelo en la Ave prsesidium et decus
Catholicee Ecclesiee.
desgracia que la afligía. Movido á compasión (2) Proceso, fol. 29, pág. 2.
Habíase Nicolás familiarizado tanto con rado, y, haciendo éste sobre la llaga la señal
los milagros, y estaba tan seguro del poder de de la cruz, le volvió la salud, diciéndole:
su bendición, que no rehusaba jamás el darla «Que te cure Aquel que devolvió el pecho á
y curar con ella á cuantos á él acudían enfer- la bienaventurada Agueda. Sólo te suplico
mos ó achacosos. Una mujer, llamada Blanda, que no publiques este beneficio, sino que ala-
hija del maestro Scambio, de Tolentino, su- bes por ello interiormente al único Médico
fría desde hacía quince años violentos dolo- del mundo, Nuestro Señor Jesucristo».
res de cabeza. Privada de la vista y del oído Hallándose cortando leña en el campo
por la fuerza de la enfermedad, no podía ya cierto individuo llamado Tomás, se dió por
dedicarse á trabajo alguno, habiendo, por descuido un golpe en el pie, que le partió to-
tanto, quedado reducida á una completa in- talmente un nervio, juzgándose imposible su
utilidad. Vino un día en busca del Santo, y curación. Hízose llevar delante del Santo y
con grandes instancias le suplicaba se digna- le suplicó humildemente se dignase rezar al-
se tocarle la cabeza, viendo al instante pre- gunas oraciones para conseguir la curación
miada su confianza por haber desaparecido de la parte enferma. Mientras desliaban las
completamente los dolores, en virtud de la vendas que envolvían el pie, rezó el siervo
cruz trazada por el siervo de Dios sobre la de Dios el Pater noster é hizo la señal de la
frente de la enferma (1). cruz sobre la herida, diciendo: «Yete en paz,
Sucedió con otra mujer de Tolentino, lla- hijo mío: por grave que sea tu herida, Nues-
mada Genantesa, que, habiendo desobedeci- tro Señor Jesucristo te ayudará y premiará
do á su marido, arrojóse éste sobre ella en un tu buena fe».
momento de violenta cólera y la golpeó tan De vuelta á su casa el enfermo, que nada
cruelmente con la hebilla de su cinto, que le había sentido, hizo le quitasen de nuevo el
hizo en el pecho una profunda y larga heri- vendaje en presencia del médico, el cual, sor-
da, la cual, mal curada, vino pronto á con- prendido en extremo de no ver allí rastro al-
vertirse en un cáncer, absolutamente incura- guno de mal, preguntó al herido cómo se ha-
ble y extremadamente doloroso. Vino, pues, bía curado. Lleno entonces éste de alegría,
esta desgraciada á encontrar al bienaventu- exclamó: «¡Oh Nicolás, hombre de Dios,
cuán grande es el poder de tus méritos, pues
(1) F r i g e r i o , c a p . XXJI, p á g . 103.
has podido librarme de tan grave herida!» Y,
levantándose al punto, corrió al monasterio levantóse de la cama, libre de toda fiebre y en
á dar las gracias al Santo y á contar en pre- perfecta salud (1).
sencia de los religiosos el milagro de que ha-
El año 1304 tuvo lugar en Tolentino otra
bía sido objeto. Mas su bienhechor, despre-
curación parecida en el hijo de uno de sus
ciando la vanagloria y las alabanzas, llenóse
habitantes, llamado Juan. Este joven, que se
de rubor y, todo entristecido, dijo al regoci-
llamaba Puccio, veíase consumir por unas
jado Tomás: «No son seguramente mis méri-
tercianas que lo abrasaban, y que no había
tos los que os han dado la salud, sino sola-
manera de hacer desaparecer: cuanto más
mente la virtud divina. Yo, por mi parte, os
bebía y más remedios se le prodigaban, ma-
advertí que jamás hablaseis de esto, mientras
yores eran la sed y el fuego interior que le
tanto que yo viviese sobre la Tierra» (1).
consumían. Después de quince días de inde-
En 1302, un joven de veintiséis años, lla- cibles sufrimientos, propúsole su padre que
mado Mercadante, hijo de Juan Adambi de se dejase conducir á la presencia del P. Ni-
Tolentino, fué atacado de una fiebre tan vio- colás, á fin de reclamar sus oraciones. Con-
lenta, que le hacía delirar. Al cabo de veinte vino en ello el paciente y fué conducido por
días, habiendo llegado á noticia de Nicolás los suyos hasta el cuarto del Santo, que á la
el estado grave del enfermo, fué á hacerle sazón se hallaba también enfermo. Habiendo
una visita. Apenas llegó á la estancia del mo- llegado á la humilde celda: «Padre Nicolás,
ribundo, suplicóle llorando la madre de éste, dijo Juan, rogad por mi hijo, al cual una gran
Fiordalisia, rogase por su hijo. «Padre Nico- fiebre lo devora con sed inextinguible.—Idos,
lás, le dijo, Dios os ha enviado á consolar- idos ahora mismo, dijo el Santo, y que el Se-
me: mi hijo es perdido si Dios no viene en ñor os acompañe». Y como padre é hijo per-
su ayuda. Por caridad, rogad al Señor que le maneciesen inmobles y suplicantes: «Idos,
cure, y, ya que habéis venido, haced sobre él replicó el Santo, idos con la bendición del
la señal de la cruz.» Adelantóse el Santo bon- buen Dios, y no permanezcáis más aquí». Lle-
dadosamente hacia la cama del enfermo y lo nos éstos de confusión y de tristeza, volvié-
bendijo en nombre de Dios. Al momento se ronse para retirarse; pero aun no habían
oyó gritar al joven: «¡Ya estoy curado!» Y abandonado la celda, cuando la fiebre de

(1) F r i g e r i o , c a p . XXII, p á g . 102,


(1) Proceso, fol. 79, pág. 2.
Puccio había desaparecido y su sed devora-
dora se había apagado, como el uno y el otro
atestiguaron después en el proceso de cano-
nización (1).
Verdaderamente que es grande el poder
de Nicolás sobre el corazón de Dios, que no CAPÍTULO X I
sabe negar nada á las súplicas de su siervo.
Celo de San Nicolás por la salud de las almas.—San
Así se comprende fuese tan grande la con- Nicolás en el tribunal de la penitencia—Intro-
fianza de tantos como acudían al humilde re- duce la paz en una familia—Ugolino Monaldo —
ligioso en demanda de auxilios y de salud, JTiordalisia conservada milagrosamente en la
por medio de la señal de la cruz trazada so- vida.
bre ellos por la mano de un santo.
El gran Santo, cuya admirable vida esta-
mos refiriendo, no había recibido solamente
(1) Proceso, fol. 85, pág. 1. del Cielo la misión de aliviar las enfermeda-
des humanas de los que á él llegaban y de
devolver la salud corporal á los enfermos,
sino que, ante todo y sobre todo, procuraba
curar las almas, mucho más preciosas á sus
ojos. No perdonaba medio alguno para tra-
tarlos, instruirlos, alzarlos de la culpa y re-
conciliarlos con Dios. Rogaba sin cesar, y
ayunaba y hacía otras penitencias por la sa-
lud de los pecadores. Dirigíales desde la cá-
tedra de la Verdad los llamamientos más tier-
nos y las amenazas más capaces de hacerles
volver sobre sí mismos, persiguiéndolos con su
profunda y dulcísima mirada y atrayéndolos
con su tierna compasión. En el tribunal de la
penitencia era donde principalmente los aguar-
Puccio había desaparecido y su sed devora-
dora se había apagado, como el uno y el otro
atestiguaron después en el proceso de cano-
nización (1).
Verdaderamente que es grande el poder
de Nicolás sobre el corazón de Dios, que no CAPÍTULO X I
sabe negar nada á las súplicas de su siervo.
Celo de San Nicolás por la salud de las almas.—San
Así se comprende fuese tan grande la con- Nicolás en el tribunal de la penitencia—Intro-
fianza de tantos como acudían al humilde re- duce la paz en una familia—Ugolino Monaldo —
ligioso en demanda de auxilios y de salud, Fiordalisia conservada milagrosamente en la
por medio de la señal de la cruz trazada so- vida.
bre ellos por la mano de un santo.
El gran Santo, cuya admirable vida esta-
mos refiriendo, no había recibido solamente
(1) Proceso, fol. 85, pág. 1. del Cielo la misión de aliviar las enfermeda-
des humanas de los que á él llegaban y de
devolver la salud corporal á los enfermos,
sino que, ante todo y sobre todo, procuraba
curar las almas, mucho más preciosas á sus
ojos. No perdonaba medio alguno para tra-
tarlos, instruirlos, alzarlos de la culpa y re-
conciliarlos con Dios. Rogaba sin cesar, y
ayunaba y hacía otras penitencias por la sa-
lud de los pecadores. Dirigíales desde la cá-
tedra de la Verdad los llamamientos más tier-
nos y las amenazas más capaces de hacerles
volver sobre sí mismos, persiguiéndolos con su
profunda y dulcísima mirada y atrayéndolos
con su tierna compasión. En el tribunal de la
penitencia era donde principalmente los aguar-
daba, prodigándoles los tesoros de su caridad religioso el peso enojoso de sus iniquidades.
heroica. Siendo como es la confesión sincera Comprendían ellos muy bien que sus conse-
condición necesaria para volver á Dios, San jos venían de lo alto, que la vida nueva cuyo
Nicolás se hallaba siempre dispuesto á oir y camino les señalaba era la de la salvación, y
absolver á los pobres pecadores, y cualquiera que su palabra bendecida tenía poder y efica-
que fuese su ocupación, y por muy fatigado cia para romper las ligaduras que los habían
que se encontrara, todo lo dejaba por admi- retenido hasta entonces en los caminos de la
nistrarles el sacramento de la penitencia. En maldad.
este tribunal sagrado es donde puede decir- Nicolás recibía á todos con una dulzura y
se que se manifestaba en todo su esplendor una benevolencia á toda prueba (1), así á los
el celo heroico de este digno hijo de San ricos como á los pobres, á los nobles como á
Agustín. los plebeyos, á los sabios como á los ignoran-
«Cuando él escuchaba las confesiones, dice tes; él á nadie despedía, dando, por el contra-
el proceso de canonización, parecía un án- rio, á cada uno todo el tiempo que éste desea-
gel» (1), teniendo el corazón en el Cielo, in- ba para entenderse perfectamente. Tenía para
vocando el auxilio de la gracia, y la mano so- los niños la ternura de un padre, aplicándose
bre los pecadores para bendecirlos, guiarlos á enseñar él mismo á los más pequeños y á los
y conducirlos hacia las altas regiones de la más pobres los rudimentos de la doctrina
virtud, que Dios llena con sus resplandores. cristiana, y, luego que los tenía bien prepa-
Hubiera él deseado ver á todos los cristianos rados, los oía en confesión y los admitía á la
acercarse con frecuencia á este sacramento, sagrada Mesa.
que restablece la paz, la gracia y el amor Mostrándose accesible á todos, él mismo se
entre el alma pecadora y su Criador sobera- adelantaba á aquellos que vacilaban en venir
no. Imposible, pues, sería el pintar la diligen- á encontrarle, y escuchaba con inalterable
cia y anhelo con que los fieles concurrían á benevolencia las relaciones más humillantes
su confesonario, y cuán felices se juzgaban y á veces más fastidiosas de sus penitentes:
de poder depositar en el corazón del santo su generosa piedad y su caridad sin límites

(1) Videbatur quidam angelus in confessionibus (1) Et confitentes confortabat humiliter et be-
audiendis. Proceso. nigne. Proceso.
hacíanle sentir vivamente las desgracias y do alguna vez le hacían notar sus hermanos
flaquezas de los hombres. Derramaba abun- que su salud pedía mas cuidado: «Mi vida no
dantes lágrimas al oir el relato de ciertos pe- vale nada, respondía él sonriendo; y si yo su-
cados y ver la amargura de los que los con- cumbo por la salud de un alma, yo doy una
fesaban, esforzándose por reanimar su cora- cosa de ningún valor por otra que ha costado
zón abatido, curar las heridas de la culpa y la sangre de Jesucristo».
sondar su gravedad é importancia con una La actividad de nuestro Santo tenía algo
delicadeza y una paciencia admirables (i). de prodigiosa. A fin de poder consagrar más
Ofrecía á Dios en seguida estas almas cura- tiempo á oir confesiones, levantábase entre
das ya y purificadas, y regocijábase de haber dos y media á tres de la mañana, comenzan-
trabajado por sólo la gloria de su Maestro y do el día por una ruda disciplina, seguida de
de haberle conquistado corazones alejados de algunas horas de meditación y de la celebra-
El hasta entonces. Así es como Nicolás enten- ción de la santa Misa, después de la cual se
día la misión del sacerdote sobre la tierra, y dirigía al tribunal de la penitencia. Todos los
nada ni nadie era capaz de hacerle retroceder sábados, todas las vísperas de fiesta y casi to-
en el heroico ejercicio de este sagrado minis- dos los días de la Cuaresma permanecía en
terio. Era el verdadero Samaritano, siempre el confesonario, desde la mañana hasta la no-
dispuesto á derramar el aceite y el vino so- che, sin tomar alimento alguno (1). Grupos de
bre las llagas del pobre pecador y del des- gente se sucedían unos á otros sin interrup-
graciado extranjero que encontraba en su ca- ción ante su confesonario, y Nicolás perma-
necía allí sereno, inmoble y recogido, reci-
mino. . biendo á todo el mundo, sin dejar entrever la
Yiósele algunas veces, aun siendo víctima menor fatiga ni la más pequeña impaciencia,
de ardiente fiebre, abandonar su lecho y acu- pronunciando sobre cada uno las palabras del
dir á la iglesia, tan pronto como él juzgaba perdón, de la resurrección y de la vida.
que lo esperaban en el confesonario (2). Cuan-
Su caridad le hacía ingenioso para alentar
(1) Compatiebatur multum in defectibus et in-
ñrmitatibus eorum et offerendo se velie pceniten- ve venir al santísimo ministro. Giorgi, cap. v, pár
tiani portare pro eis. Proceso. gina 55.
(2) Mas informado de que el buen Padre pade- (1) Giorgi, ibid.
cía una violenta calentura... cuando be aquí que
terio, es decir, á fines del siglo x n i y princi-
y consolar á los desgraciados que venían á pios del XIV, estaban los sacramentos casi to-
confesarle las faltas más graves y los críme- talmente abandonados; ni hombres ni muje-
nes más enormes. No les imponía más que li- res se acercaban al tribunal de la penitencia,
geras penitencias, dice el proceso, reserván- ni recibían la sagrada Eucaristía. Mas con el
dose á veces el rezar él mismo las oraciones siervo de Dios parecieron renacer los días de
que los pecadores perezosos ó poco sinceros la antigua piedad; todas las ruinas morales
encontraban demasiado largas ó penosas. Con- causadas por las guerras y las herejías fue-
siderándose como una víctima encargada de ron gloriosa y sólidamente reparadas. Estas
expiar los pecados de los otros, especialmente ruinas, sin embargo, eran grandes: las gue-
de aquellos que se llamaban sus hermanos y rras, ya lo hemos dicho, habían engendrado
sus hijos en Jesucristo, oraba sin cesar por una profunda corrupción en todas las clases
ellos, ayunaba, celebraba la santa Misa y sociales; las leyes sagradas del matrimonio
mezclaba su sangre con sus lágrimas á fin de eran pisoteadas; la mujer misma daba ejem-
obtener el arrepentimiento y conversión de plos de una licencia desenfrenada y de unas
los mismos, y poder así satisfacer á la Jus- costumbres perversas. Mas, como dice un es-
ticia divina, ultrajada por tantas iniquida- critor, el Santo colocó bajo el yugo del ma-
des (1). ¡Qué imitación tan perfecta del Re- trimonio y volvió á encerrar en el santuario,
dentor divino! ¿Qué tiene, pues, de extraño, santificado de antemano, del hogar doméstico
después de todo esto, el que nadie pudiese á todas las Dalilas de la ignominia. Las más
resistir á Nicolás y el que se juzgasen como perversas almas marchaban á su voz hacia el
una excepción los pecadores que no hubie- camino de la virtud, y aun los más públicos
sen respondido á su llamamiento y exhorta- y escandalosos pecadores, siéndoles imposible
ciones? resistir á su celo, á sus oraciones y á sus ayu-
Insistimos sobre este punto, porque es me- nos, se veían subyugados por la fuerza de su
nester hacer notar que por el tiempo en que alma, por su pureza inviolable y por su in-
nuestro Santo ejercía de este modo el minis- vencible valor (1). Tales eran las victorias al-
canzadas cada día por la eminente santidad
(1) Impon ebat parvas pcenitentias... pro mnltis
sibi confitentibus orabat, celebrabat et lacrymas (1) Giorgi, cap. v, pág. 49.
effundebat ut a tenebris peccatorum liberarentur.
Proceso,
de Nicolás, cuya vida entera estaba consa- martirio, ó ablandar el corazón de su consor-
grada á practicar el bien, á devolver la paz á te, Dios, dejándose vencer por estas súplicas,
las familias, á apaciguar las discordias y á hizo que Nicolás llegase á entenderla disen-
poner en acción todos los medios posibles sión que había entre los dos esposos y e odio
para hacer cesar los odios y atajar todo gé- injusto que emponzoñaba el corazón de Angel
nero de pleitos. De este modo merecía ya en- de Paul. Hizo el Santo que viniesen á su pre-
tonces Nicolás el bello y glorioso título de sencia, y supo dirigir reproches tan elocuentes
Angel de la paz, con que le llama el Brevia- y tan bien merecidos al culpable, que allí mis-
rio, y con que le distinguen también el Beato mo pidió éste perdón á Juana y le prometió,
Jordán de Sajonia y San Antonino, que no llorando, tratarla en adelante con el carino y
dudan de proclamarlo, el uno la paz de los las consideraciones debidas á una mujer dig-
enemistados, y el otro la paz de los desuni- na de respeto. Jamás esta joven tuvo ya nada
dos (1). que sentir con su marido, y en la declaración
El hecho que vamos á referir, escogido en- jurídica que hizo para la canonización anadió
tre otros muchos, lo probará de una manera estas sencillas palabras: «Después de nues-
brillante. Una joven de diez y seis años, lla- tra entrevista con el P. Nicolás, no ha habido
mada Juana, habíase casado con un habitante jamás entre nosotros la menor discordia». Es-
de Tolentino, Angel de Paul, el cual, á poco ta entrevista tuvo lugar en 1303, y Angel no
tiempo de casados, había concebido un odio había muerto hasta 1325 (1).
violento y sin motivo ninguno contra su es- El verdadero espíritu apostólico obliga al
posa. Sin que ella diese el menor fundamento sacerdote á ocuparse en consolar sin excep-
á semejante modo de tratarla, colmábala Juan ción á todos aquellos que sufren y tienen ne-
de injurias y atropellos, de suerte que la po- cesidad de sus socorros. Sabiendo, pues, nues-
bre mujer pasaba sus días llorando sin con- tro Santo cuántos ladrones y criminales pú-
suelo en la mayor tristeza. Como ella rogase blicos se encuentran ordinariamente abando-
humildemente al Señor se dignase concederle nados en sus prisiones, difíciles, por tanto,
la fuerza y valor necesarios para soportar este de convertir, esforzóse siempre con un celo

(1) San Antonino. Invita. Breviario. Beato Jor- (1) Post dictum F. Nioolai inter nos nulla dis-
dán de Sajonia. In Vitas Fratrum. cordia fuit. Proceso.
particular y una caridad extrema por levan-
tar á estas pobres almas del abismo de la Los enfermos y miserables, como ya lo he-
maldad donde se hallaban sepultadas. Reco- mos dicho, eran también para Nicolás objeto
rría uno por uno los calabozos, como un pa- de un especial cuidado, ocupándose, sobre
dre que se desvela por sus hijos y comparte todo, en aquellos que, próximos á la muer-
con ellos las penas y las amarguras; escucha- te, iban pronto á comparecer delante de Dios.
ba sus lamentos con una extrema paciencia, Sabía él mejor que nadie cuán grave, difícil,
y juntando, cuanto le era posible, la limosna solemne y decisivo para la eternidad era este
y los auxilios corporales á los consejos y ex- momento supremo; pues que, según las pala-
hortaciones, y hablaba, en fin, á los carcele- bras del historiador anónimo de Nicolás, el
ros, procurando inspirarles sentimientos de instante de la muerte es el campo de la últi-
humanidad y compasión, de los cuales su co- ma y más importante batalla. Si tan lleno de
razón se hallaba lleno. celo y de piedad se mostraba este apóstol tra-
tándose de los sufrimientos corporales, ¿cuál
Desde entonces, pues, empezaba á reinar sería su abnegación y sacrificio tratándose de
el espíritu de la paz en los lugares donde sólo las almas y de su salvación eterna?
reinaba antes la confusión y el desorden, re-
Siguiendo la piadosa y laudable costumbre
saltando de esta suerte los efectos de la bon-
de Italia, jamás abandonaba al enfermo en
dad y de la virtud sobre las almas perversas,
los momentos de la agonía. Allí, junto al le-
que parecían antes incapaces de dolor ni sen-
cho del dolor, escribe el Beato Jordán de Sa-
timiento alguno santificantes. Nicolás les ha-
jorna, velaba noches enteras, rogando por el
blaba de Dios y los confesaba; y, como vie-
moribundo y confortándolo con palabras lle-
se en ellos una seria conversión, trataba por
nas de esperanza y de dulzura; pareciendo á
todos los medios imaginables de obtener su
los ojos de aquellos á quienes asistía como un
rescate y libertad. Estos cuidados heroicos
habitante de las moradas eternas bajado á
por los pobres cautivos debieron ser muy ad-
su lecho fúnebre para ayudarles en el último
mirados y conocidos de todos; pues el proce-
paso de su vida y conducirlos al Cielo (1).
so de canonización llama á nuestro Santo el
más grande consolador de los afligidos y de
los cautivos (1). tribulatorum et infirmorum máximas consolator.
Proceso.
L(l) Msestis erat leetitia... captivis remedium, (1) Beato Jordán de Sajonia. Viten Fratrum.
Ante su semblante pálido y angelical, ilumi- Otro día en que el Santo se hallaba acos-
nado con los resplandores de la candad divi- tado, víctima de una ardiente calentura, vi-
na, el moribundo sentíase consolado y lleno nieron á decirle que un hombre de Tólentino,
de confianza. La despedida le era menos sen- llamado Ugolino, hijo de Conrado Monaldo,
sible, la separación menos amarga, sabiendo acababa de ser atacado de apoplejía; que de
que exhalaba el último suspiro entre los bra- la cabeza á los pies había quedado paralítico
zos y sobre el corazón de un Santo, de un del lado derecho, y que tenía el ojo comple-
amigo de Dios, de un abogado poderoso an- tamente ciego. Ningún remedio había capaz
te el Soberano Juez. de consolar al paciente, que á cada instante
Nicolás era llamado á todas partes donde reclamaba los auxilios del siervo de Dios, el
había un enfermo en peligro. A él se recu- cual, á pesar de su debilidad y de sus pro-
rría para asegurar la salud eterna de los mo- pios dolores, levantóse al punto y arrastróse
ribundos y con la esperanza de obtener la cu- trabajosamente hasta la casa del enfermo.
ración corporal, como sucedía con frecuen- «Sabe, hijo mío, le dijo al entrar, que esta
cia; siendo así que, aun cuando el Santo se enfermedad es una visita del Señor. Porque
hallase también enfermo, lejos de preocupar- te ama, por eso te ha herido; no para matar-
se por su enfermedad, aun se alegraba de sus te, sino para santificarte. ¡Anímate, pues! El,
dolores. Cuando sus achaques le obligaban á como tan misericordioso, te curará». Tocan-
renunciar á sus ansiadas visitas á los mori- do entonces Nicolás el costado enfermo hizo
bundos, afligíase profundamente pensando en la señal de la cruz, y al momento los miem-
ellos, y como excelente padre los recomenda- bros paralíticos volviéronse flexibles y llenos
ba á'Dios muy especialmente. de vida, los ojos recobraron su primera fuer-
Un día en que se encontraba imposibilita- za, y Ugolino, dice el proceso, anduvo libre-
do de salir del convento á causa de sus en- mente y pudo ir sin dificultad á donde qui-
fermedades, como uno de sus penitentes le so (1).
ofreciese un pollo: «Anda, hijo mío, le dijo, Terminaremos este capítulo añadiendo, pa-
lleva ese pollo á cualquier pobre enfermo que
lo necesite más que yo» (1). trum, noluit accipere, sed dixit ei: Vade filia, por-
ta aliono infirmo pauperi qui indigeat plusquam
ego. Proceso.
(1) Proceso, fol. 108, pág. 2.
(1)' Durn ipsa portavit ipsi Nicolao umua polas-
ra consuelo de las madres, que tanto durante confianza de la piadosa cristiana. Habiendo
su vida, como después de su muerte, el Tau- prolongado por dos horas su oración, otorgó-
maturgo de Tolentino fué especialmente in- le el Señor el milagro pedido, conservando
vocado por las mujeres á quienes Dios pare- felizmente la vida á Fiordalisia. Así Dios se
ce complacerse en negar la alegría de la ma- doblegaba á los deseos de su siervo, parecien-
ternidad, así como por aquellas que se en- do como que se gloriaba en favorecerle con
cuentran en los dolores del alumbramiento, el don de milagros, para compensar de este
escuchando él siempre las oraciones que se modo sus heroicas virtudes y hacer su misión
le dirigen á este fin en tan dolorosas circuns- cada vez más admirable y divina á la vista de
tancias. El proceso de canonización refiere los pueblos.
milagros obrados por el Santo antes de su
glorioso tránsito, y nosotros referiremos en
otro capítulo los que se relacionan con la fa-
milia Apillaterra, con la cual tuvo él estre-
chas relaciones. Contentémonos por ahora con
referir el hecho siguiente, sucedido en vida
de Nicolás, y que es bastante notable para
excitar la devoción de las mujeres verdade-
ramente piadosas.
El día de la Ascensión del año 1805, una
joven llamada Fiordalisia, que hacía ocho
días padecía los dolores del parto y se halla-
ba reducida al último extremo de la vida, pi-
dió ser confesada por la última vez con el
Santo, su padre espiritual, deseando entregar
su alma á los ojos de este poderoso amigo de
Dios. Después de haberla absuelto y anima-
do, Nicolás, alejándose, arrodillóse en fervo-
rosa oración, pidiendo al Señor que, por su
misericordia infinita, se dignase premiar la
abundancia de los otros (1). Conforme con la
regla de su glorioso Padre, él no buscaba ja-
más lo que pudiese redundar en su provecho
propio, sino lo que pudiese dar gloria á Je-
sucristo; no anteponía las cosas propias á las
comunes, sino las comunes á las propias (2).
CAPÍTULO X I I Severo para sí mismo, quería que los otros
estuviesen siempre bien atendidos y provis-
San Nicolás verdadero ermitaño de San Agustín — tos de toda la ropa que se juzgaba necesaria.
Confiéresele el oficio de limosnero—Fuente mi- Cuando era, pues, llamado á servir á sus her-
lagrosa.—Doble maravilla.—Berardo Apillate-
manos, lo hacía con una alegría y una ama-
rra—Humildad del Santo.—Predicción realiza-
da—Ternura de Nicolás para con la familia Api-
bilidad extrema; no buscando jamás el ser
llaterra.—Varios milagros.—¿Por qué viene us- reemplazado en el cargo, sino procurando ha-
ted á mi? ¿No sabe usted que yo soy un gran pe- cer todos los esfuerzos posibles para serles
cador?—«Es necesario que yo v a y a á Vísperas.» agradable y satisfacer sus necesidades, pro-
veyéndoles de ropa y alimentos (3).
Nicolás de Tolentino, tan compasivo y tan Tenía Nicolás horror á la carne, y no la
bueno para todos los que reclamaban su in- probó jamás; pero quería que los religiosos
tercesión cerca de Dios, no estaba menos lle- tomasen todo lo que les proporcionaba la ca-
no de ternura y de caridad para aquellos que ridad de los bienhechores del monasterio,
una misma vocación había hecho sus herma- multiplicando los cuidados y demostraciones
nos, hijos como él del gran Patriarca Agus- de ternura para aquellos á quienes la predi-
tín, mostrándose constante y heroicamente
dulce, generoso y dispuesto á sacrificarse en (1) Beato Jordán de Sajonia. Vitce Fratrum. San
Antonino. In vita.
obsequio de aquellos religiosos que vivían con (2) Charitas enim de qua scriptum est quod non
él en el monasterio. El era, dice el Beato Al- quferit quse sua sunt, sic intelligitur, quia eommu-
nia propriis, non propria communibus anteponit.
berto de Sajonia, un espejo de caridad frater- S. P. Augustinus, in Regula, cap. V I I I , núm. 3.
na. Su amor hacia los otros religiosos, dice (3) Lieet ipse F. Nicolaus esset magnse absti-
San Antonino,le hacía considerar como mucho nentise, gaudebat quando Prior consolabat fra-
tres dando eis... pluries rogavit Priorem.... et re-
lo poco que él tenía, y como una escasez la comméndabat fratres qui tam laborabat. Proceso.
caci<5n, las confesiones <5 cualesquiera otras vado algunos acontecimientos tiernos y mila-
obras de caridad fatigaban demasiado. Ale- grosos de esta caridad del bienaventurado
grábase de servirlos y de verlos estimados hijo de Agustín para con los religiosos de su
de los superiores, no conociendo límite su Orden. He aquí uno, en comprobación de es-
caridad fraterna. Así, cuando el prior del to. Hallábase el convento de Tolentino com-
convento, viendo que la popularidad de Ni- pletamente falto de agua, lo cual era un gra-
colás crecía más y más, le confió el oficio de ve obstáculo y una fuente de dificultades, así
limosnero, aceptólo éste con alegría y miró para el cocinero como para los demás herma-
como una gracia el ir á pedir á los fieles el nos legos encargados de la limpieza de la ca-
pan necesario para sus hermanos. Era esto á sa. Ofrecióse Nicolás á buscar el dinero ne-
fines del siglo XIII, y las Ordenes religiosas, cesario para hacer abrir un pozo, y, lleno de
á consecuencia de las guerras civiles y de los confianza en la Providencia, interesó en su
desórdenes de que ya hicimos mención, se proyecto á generosos cristianos, cuyas abun-
encontraban reducidas á una extrema pobre- dantes limosnas le permitiesen dar principio
za. Cuando nuestro Santo volvía de sus pesa- á la obra. Mandóse buscar un maestro perití-
das y fatigosas demandas, no se quejaba de simo en la materia, llamado Juan Genovés,
su cansancio, sino que, con un semblante ra- que indicase el lugar donde podría hallarse
diante de alegría, íbase á enseñar á los reli- agua. Un sábado del mes de Mayo de 1302
giosos el pan que había recogido y á invitar- vino el dicho maestro con sus obreros; mas,
los á dar gracias á Dios, diciendo: «Tomad, después de haber cavado y practicado reco-
comed y pedid á Dios por los que nos han nocimientos por diversos puntos sin poder
hecho esta caridad. Apenas tenían algunos conseguir agua, acabó por persuadirse de que
pan para sí mismos, y han querido, sin em- era imposible, y que debía, por tanto, renun-
bargo, hacer limosna á los siervos de Cris- ciarse á toda tentativa.
to» (1). Mientras que Juan Genovés deliberaba con
Los historiadores de Nicolás han conser- sus obreros, que también participaban de su
desconfianza, vino á pasar por allí el Santo,
(1) Tomad, comed y rogad por los que nos han dirigiéndose á la iglesia. Al ver la tristeza re-
hecho la limosna, entre los cuales hay algunos tratada en los semblantes de todos, detúvose
que tienen poco pan para si mismos. Anónimo, ca- allí y dirigió á Dios la siguiente oración, lié-
pitulo x y i n , pág. 49. Proceso.
is
na de fe: «Padre mío, que estás en los Cie- nirse á tierra. Los obreros, espantados, hu-
los, ¡oh Criador mío!, concededme la gracia yeron en todas direcciones; mas Nicolás arro-
de una señal por la que sea hallada agua en dillóse llorando, y exclamó con una fe viva y
este lugar elegido para abrir un pozo, á fin confiada: «Señor mío Jesucristo, ayudadme.
de que las limosnas dadas para este objeto no Que no se derrumbe esta iglesia, pues de otro
sean perdidas» (1). modo todos seremos destruidos y vitupera-
Oyó el Señor, como siempre, la súplica de dos» (1). Tuvo todavía esta plegaria uua efi-
su humilde y confiado Siervo, y concedióle cacia tan pronta como maravillosa. La pared
inmediatamente más de lo que él había pedi- inclinada permaneció inmóvil en los aires,y
do; pues, tomando el Santo una caña y cla- dió á los albañiles todo el tiempo necesario
vándola en el lugar en que se deseaba brota- para colocar en ella vigas y puntales, á fin de
se la fuente, vióse saltar un agua clara y lim- preservar la iglesia y el claustro y de poder
pia, que parecía salir de la misma caña. Esta repararlos inmediatamente (2).
fuente milagrosa sigue todavía manando en En memoria de este hecho prodigioso, gra-
Tolentino, después de seis siglos (2). Los al- baron alrededor del pozo la inscripción si-
bañiles, admirados de esta maravilla, pusié- guiente: «Esta fuente sobresale por un doble
ronse en seguida á cavar alrededor del agua, milagro. El agua saludable, que ninguna di-
con objeto de hacer un gran depósito; mas ligencia pudo encontrar, brotó por las ora-
tan imprudente fué su entusiasmo, que levan- ciones y lágrimas de San Nicolás. Por su ora-
taron al mismo tiempo gran cantidad de tie- ción igualmente, la pared del templo, que
rra que sostenía los cimientos de la pared comenzaba á caerse á causa de la excavación
principal de la iglesia. Estando en esta faena del pozo, permaneció inmóvil» (3).
oyóse de repente un crujido, inclinóse la pa-
red, y toda la capilla pareció á punto de ve- (1) Domine Jesucriste, adjuva me ne ista eccle-
sia destruatur, etenim essemus omnes destructi et
vituperati. Proceso.
(1) Pater mi de cselis, Creator mi, fac in gra- (2) Et dicto Nicolao orante... ruina Ecclesise
tiam et signum nt aqua inveniatur in loco isto de- cessavit. Proceso.
signato pro puteo faciendo, ne eleemossyna data (3) Pons hie duplici fulget miraculo:
ad hoc opus perdatur. Proceso. Quse nulla arte inveniri poterai, unda salubris
(2) Statim apparuit in capite arundinis... aqua P i i Nicolai lachrymis ac oratiouibus effluxit;
exurgens sicut vena aquse, et puteus ibi factus est S te tit, eodem orante, templi paries,
et est valde bonus. Proceso, Qui in effodiendo puteo jam ruere cfeporat.
El reconocimiento de los ricos, harto feli-
La gran caridad de nuestro Santo no se ces en conseguir del Santo gracias milagro-
limitó á su monasterio ni á sus hermanos en sas, fué el origen de las relaciones íntimas y
religión; extendióse también á los pobres que todas según Dios, de que vamos á hablar
habitaban en Tolentino, y á quienes su cargo ahora. Así fué cómo, por el doble motivo de
de limosnero le permitía consolar más fácil- la limosna y del agradecimiento, establecióse
mente. Las desgracias de los tiempos habían entre Nicolás de Tolentino y Berardo Apilla-
completamente arruinado á muchas familias terra una de esas amistades santas que el
nobles, y muy profundas miserias se oculta- Cielo bendice y que se conservan hasta la
ban en el silencio, no pudiendo aquéllas de- muerte en toda su fuerza é intimidad. Com-
cidirse á tender la mano y descubrir su in- plácese, en verdad, nuestro corazón al ver á
digencia. Muy pronto conoció Nicolás á es- un hombre de mundo descubriendo á un re-
tos pobres vergonzantes, y respetando este ligioso con la más respetuosa confianza todas
justificado pudor, que con frecuencia es el sus penas domésticas, y á éste consolarlo
del honor y el de un nombre glorioso en otro como á verdadero amigo, poniendo á Dios
tiempo, les hacía llegarse en secreto, según de por medio en sus afecciones recíprocas.
los deseos de los mismos, á recibir los soco- Padre desgraciado Berardo, no conseguía
rros que recogía de la generosidad de los ricos. sacar adelante á uno siquiera de sus niños,
Estos, que conocían la caridad sin límites los cuales todos morían casi inmediatamente
del religioso agustino, no se atrevían á ne- después de haber nacido, causando esto en
garle cosa alguna y depositaban en sus manos él, como es natural, una profunda pena. Cuan-
cuantiosas limosnas. Haciendo éstas tanto do su primogénito vino al mundo, parecía ya
más generosamente, cuanto que Nicolás sa- privado de la vida; mas, habiendo creído per-
bía agradecer con favores señalados los so- cibirse que removía un poco los labios, se le
corros que ellos concedían á sus pobres, como administró inmediatamente el santo bautis-
si él hubiera sido constituido banquero de mo. Después de haber recibido este sacra-
Dios (l). mento de regeneración, el niño quedó sin mo-
vimiento. Visto esto por su madre Margarita,
(1) Ad pauperes et uiiserabiles accedebat etiam entregóse á la más profunda amargura, y ex-
si non vocatus, et monebat divites ad praabendum clamó inconsolable: «¡Oh qué desgraciada
eleemosynas pauperibus, máxime illis qui ostia-
tiin petere verebantur.
soy! Mi hijo no se habrá salvado, pues que no Seas tan audaz que vayas á referirlas ab-
no ha sido seguramente regenerado por el sa- solutamente á nadie, mientras yo viva» (1).
cramento» (1). Dispúsose en seguida que se Sin embargo, la pobre madre no se había
enterrase el cadáver, al cual sus padres pensa- consolado por completo de sus angustias y
ban depositar en una fosa abierta en la casa, dolores. Dios, que sin duda quería probarla,
por creerlo indigno de ser colocado entre los por un secreto de su Providencia, en aquello
cuerpos de los fieles bautizados. Mas, habién- en que más ella temía, no permitió fuese más
dolo oído Nicolás, mandó, sin perder tiempo, feliz en sus otros hijos. Tanta fué su pena en
un mensajero á su madre dictándole que de- la muerte de su primogénito, que cayó en
bía enterrar á su hijo en la iglesia; lo cual una languidez y en una tristeza mortales, que
observó Margarita puntualmente. cada día había ido aumentando, por la cir-
No tardó mucho el Santo en venir á con- cunstancia de que los otros niños que había
solar á estos desgraciados padres, sobre todo tenido en siete años habían también muerto
á la madre, que no cesaba de llorar: «Sabe, antes de nacer, ó no habían vivido más que
le dijo, que esta noche se me ha aparecido lo necesario para recibir el bautismo. Cierto
tu hijo, apretándose contra mí y no queriendo día, transida de amargura, tomó ocasión de
dejarse tocar por el demonio. Consuélate, sus temores para venir á hablar al santo re-
pues, y que jamás te turben los juicios de ligioso, que tan compasivo se mostraba para
Dios. Más vale haber engendrado un niño con ella. «Llevo otro niño en mi seno, le dijo,
para el Cielo, que para este miserable mun- el cual muy pronto deberé dar á luz, y mi
do» (2). Y acto seguido, como si su cariño á aflicción no tiene límites al considerar que
sus amigos le hubiera llevado demasiado le- seré herida con la misma desgracia».
jos, añadió, dirigiéndose siempre á Margari- Nicolás, después de haberla consolado lo
ta: «Todas estas cosas de la gracia divina, mejor que pudo con palabras de esperanza y
que tú ves en mí por la voluntad del Señor, de resignación, prometióle rogar por ella,
como en efecto lo hizo por algunos días; pa-
(1) Beato Jordán de Sajonia, Vitas Fratrnm. sados los cuales, vino á encontrarla, dicien-
(2) Scias, qnod in hac nocte apparnit anima filii
tui in manibus meis et illa anima videbatur se
stringere ad me, non permitiendo se tangi a dia- (1) Mandavit mulieri, ut nemini dioeret visio-
bolo. Proceso. nem doñee vixerit. Proceso.
do: «Ten confianza ¡oh Margarita! en el Se-
garganta, de modo que los médicos quisieron
ñor; no dudes, pues, y calma tu amargura.
hacerle una peligrosa operación. Nicolás, que
Pronto tendrás una hija que vivirá largos
se encontraba enfermo en cama, súpolo por
años, y que me traerá frecuentemente algún
inspiración del Cielo, y, llamando á su celda
alimento de tu parte. Por la confianza que en
á dos religiosos, les dijo: «Os pido que va-
Dios tengo creo que, en lo sucesivo, todos
yáis á hacer una visita á Doña Margarita,
tus hijos y tus hijas nacerán en perfecta sa-
que tantos servicios me ha prestado y presta.
lud» (1). La predicción tuvo el más exacto
La enfermedad de su hija le causa un gran
cumplimiento. Esta madre tan desgraciada
dolor; consoladla, pues, de mi parte». Obe-
tuvo en lo sucesivo varios otros hijos, que
decieron los religiosos y volvieron después á
vivieron todos y la consolaron de las prime-
dar al Santo cuenta de su misión de caridad.
ras amarguras de su corazón maternal. A par-
¡Oh desgracia! La pobre madre les había pa-
tir de esta fecha, Nicolás pareció haber sido
recido inconsolable, y la niña estaba á punto
constituido protector especial y ángel guar-
de sufrir la operación. «Volved, hermanos
dián de los hijos cuyo feliz nacimiento ha-
míos, les replicó Nicolás, volved y decid á
bía anunciado, y en favor de los cuales hizo
Margarita que, si yo pudiese, yo iría sin falta
muchos milagros, que deben moverá las ma-
á visitarla; pero que me es imposible dar un
dres de familia á invocarle en sus afliccio-
paso. Que venga aquí ella misma y que traiga
nes con ilimitada confianza.
á su hija, que no permitiré yo que sea tocada
La primer hija de Berardo y de Margarita por el hierro».
fué llamada Berardesca. En el decurso de Apenas esta desolada madre tuvo noticia
esta historia la veremos llevar frecuentemen- del deseo del Bienaventurado, poniendo á
te al Santo, hallándose enfermo, harina de Francisca sobre los brazos de su criada Es-
maíz desleída en agua. peria, se apresuró á correr al monasterio con
Su hermana Francisca, siendo todavía niña, su preciosa carga. Llegado que hubo á la pre-
fué acometida de un tumor grandísimo en la sencia del protector de su familia, exclamó
Margarita con sencilla confianza: «Yo espero
(1) Non dubites quia tu facies unam filiam qu® que por vuestro valimiento será sana mi hi-
^ vi vet magno tempore et ipsa portabit mihi ad co-
medendum ex parte tua; post h®c... sic factum ja.— Callad, exclamó Nicolás, siempre hu-
1 Q o d pr&dixit dictus Nicolaus. Proceso. milde; no tengáis el atrevimiento de decir
tales cosas de mí*. Pensando después en la Entre los otros hijos que tuvieron todavía
niña enferma, y mirándola bondadosamente, los piadosos Berardo y Margarita, hubo uno
añadió, con cierta mezcla sencilla y graciosa que llamaron Nicoluccio, ó sea Nicolasito, en
de poder sobrenatural y olvido de sí mismo: memoria de su bienhechor. Este hijo, prome-
«No tengáis más enojo: tened confianza en tido por el Santo, cayó gravemente enfermo
Dios y en San Blas. Vuestra hija sanará sin el año 1303. Al cabo de nueve días, minado
médicos y sin instrumentos cortantes. Lle- por ardiente calentura, perdió el habla y que-
vadla con tres ofrendas á la iglesia de este dóse privado del sentido. Tres días permane-
Santo: él es mucho mejor médico que todos ció en este estado, haciéndose general la
los de la tierra». Obedeció Margarita inme- creencia de que no podría tardar á morir. Sú-
diatamente, y llevó su niña á la iglesia de polo el Santo, y partió al momento á visitar
San Blas, con las ofrendas prescritas por al enfermo. «Nicolasito», exclamó varias ve-
nuestro Santo: un cirio, un huevo y un dena- ces, mirándolo con extrema ternura. Y como
rio. A su vuelta al monasterio hizo el Tau- el niño no respondiese, añadió: «Vosotros
maturgo de Tolentino la señal de la cruz so- véis que vuestro hijo está casi sin vida, y to-
bre Francisca, y añadió: «Volveos ahora dos vosotros pensáis que ya está muerto. Yo
mismo á vuestra casa, y no temáis más por quiero, sin embargo, que si él llega á sanar,
vuestra hija; con la ayuda de Dios y de San como lo espero, con la ayuda de Dios y la de
Blas alcanzará la salud». Esto tenía lugar al San Antonio, llevéis cada año á la iglesia de
caer la tarde. Al otro día por la mañana le- este santo Patrón de Tolentino una cantidad
vantóse la niña completamente curada, y sin de grano igual al peso de vuestro niño. Vos-
señal ninguna de haber tenido tumor (1). otros ofreceréis, además, este hijo á San
Agustín y á su Orden, para que vista el há-
(1) Eatis, fratres mei ad visitandam Dominara bito de los ermitaños». Prometieron los pa-
Margaritam, quse tantum mihi servivit et servit dres cumplir las órdenes de Nicolás, y, acer-
et stat in tanto dolore pro infirmitate filise suse, et
confortetis eam... Redite ad eam et dicatis ex par- cándose éste al enfermo, hizo sobre él la se-
te mea, quod si possem venire ad eam, libenter ñal de la cruz. Al punto mismo abrió Nico-
venirem, sed bene scit, quod non possuin ambula-
re", ita sum infirmas ; veniat ipsa ad me et portet lasito los ojos y comenzó á hablar, pidiendo
dictam. Ceccam filiam suam et ne facial eam tan- algo de beber. Había desaparecido la fiebre,
ere cum ferro aliquot... mane sequenti fuit tota- é inmediatamente se levantó curado por com-
f ter libera. Proceso.
pleto. «Ya véis, les dijo entonces el santo
religioso con una modestia encantadora, ya aún recibir varias otras pruebas de este afec-
véis cómo Dios ha escuchado vuestras ora- to tan santo y tan verdadero, que se compla-
ciones. ¡Comprended, por aquí, qué confian- ce en hacer y recibir favores. De suerte que
za tan grande debéis tener en los santos!» (1). éste fué uno de los principales testigos que
Hay que notar que, á fin de que no se le depusieron en el proceso; testigo segurísimo,
atribuyese la gloria de los milagros obrados que había seguido muy de cerca á Nicolás
por su intercesión, el humilde religioso dis- durante la permanencia de éste en Tolentino,
curría mil medios ingeniosos, esforzándose en y que había sido muy particularmente ben-
atribuírselos á cualquiera otro santo. De esta decido por el Santo, ya en su familia, ya en
manera obraba siempre, tanto en público co- su propia persona. Véase á un mismo tiempo
mo con sus más íntimos amigos, el que vivía en el ejemplo siguiente la fidelidad del santo
abismado continuamente en Dios y olvidado religioso en seguir los preceptos de su Regla
de sí mismo. Considerábase á sí mismo como y en colocar la práctica de la obediencia por
un gusano de la tierra, diciendo de lo íntimo encima de todos sus milagros.
de su corazón á los que acudían á él, como á Hallándose atacado Berardo desde hacía
Santiago Salvastri, por ejemplo, que le traía ya unos días por una tenaz calentura, fué vi-
á su joven hija para que la curase: «¿Por sitado por su bienaventurado amigo, que, po-
qué acudís á mí? ¿No sabéis que yo soy un niéndole la mano sobre la cabeza, lo alivió
pecador?» Mas no dejó por eso de hacer el instantáneamente. Mas, apenas Nicolás hubo
prodigio que se le pedía. retirado su brazo, reprodújosele la fiebre con
Berardo Apillaterra no había todavía ago- nueva violencia, lo que hizo que el enfermo
tado los beneficios con que tan pródigo se suplicase á su compasivo amigo volviese á
mostraba para con él su santo amigo; él debía tocarle la frente. Accedió éste con gran sen-
cillez, dirigiéndole al mismo tiempo palabras
de consuelo. Oyéronse en este mismo instan-
(1) Tribus diebus non fuit locutus efc credeba- te las campanas del convento que daban el
fcur ab omnibus, quod deberefc mori... videte quod primer toque para las Vísperas, á cuyo so-
iste puer quasi mortuus. et pro mortuo babetur?
Volo quod si liberabitur... vide, domina, quam nido, retirando dulcemente la mano el obe-
cito filium tuum liberavit B. Antonius, propterea diente religioso, dispúsose á partir. Sintiendo
habeatis M e m in sanctis. Proceso. entonces Berardo que volvía otra vez á re-
producírsele la calentura, rogó á su amigo se bado por las tentaciones y el espíritu malig-
dignase permanecer en su presencia y conti- no. Dios lo permitió así, á fin de glorificar á
nuar aliviándole; pero sólo consiguió una ne- su fiel siervo y dar al mundo, en su persona,
gativa. «Tengo que ir á Vísperas, dijo afec- un tipo acabado y perfecto de la más encum-
tuosamente el Santo: yo no puedo permane- brada santidad.
cer más tiempo contigo. Ten confianza en
Dios y ruégale que te alivie.» Alejóse Nico-
lás para ser, según su costumbre, el primero
en el coro; pues, para él, la gran virtud del
religioso consistía en la regularidad. Mas el
Señor, bendiciendo esta obediencia y exacti-
tud, permitió por el momento se retirase de
Berardo la calentura, para no volver más á
molestarle (7).
De modo que, por todas partes por donde
pasaba el siervo de Dios, dejaba estampadas
las huellas de su caridad y del poder divino,
que por sus manos obraba continuamente los
más admirables milagros: tanto abundan los
prodigios de todo género en su santa vida,
que sería imposible hacer aquí mención de
todos ellos. Tenemos, por otra parte, que re-
ferir minuciosamente cómo trataba á su pro-
pia carne el que era todo compasión y dul-
zura para el prójimo, y de qué suerte fué pro-

(7) Oportet me redire ad vesperas; non possnm


stare semper tecum, conforta te et roga Deum
quod juvet te... eoque postmodum recedente sta-
tini febris dimisit eum et non liabuit plus. Proceso.
Pontífices le otorgasen los supremos home-
najes reservados por la Iglesia á los elegidos
y á los santos, llegando la hora de su glorifi-
cación en el tiempo prefijado por la Divina
CAPITULO X I I I Providencia.
La constancia de Nicolás en la práctica
Penitencias extraordinarias de San Nicolás.—He- heroica de las más eminentes virtudes no era
roísmo de San Nicolás.— Pasa muchos días sin
más que el fruto natural de su amor apasio-
alimento.—La cama demasiado cómoda.— Disci-
plinas.— Cilicios.— Luchas interiores.—San Ni"
nado por Dios. Queriendo demostrar á su
colas es confortado con una aparición de Nues- divino Maestro que no era religioso y sacer-
tro Señor Jesucristo. dote sino para mejor servirle y procurar en
todo su mayor gloria, procuró sin cesar imi-
Aun cuando Nicolás de Tolentino consa- tarlo en su obra redentora por sus dolores
gróse durante su vida al ministerio apostóli- voluntarios y por el más entero sacrificio de
co, obrando en él acciones maravillosas, es su ser. Religioso y ermitaño de San Agustín,
menester no olvidar que él permaneció siem- él estaba por su profesión consagrado á la
pre simple religioso, conocido y admirado so- penitencia; mas excedió con mucho á lo que
lamente en la Marca de Ancona y en los con- pedían sus obligaciones, ansioso de lanzarse
ventos de Padres Agustinos, á los cuales pa- por la senda de la más acabada perfección,
rece que estuvo únicamente reservado el be- castigando su cuerpo con rigurosa crueldad,
neficio de gozar de sus ejemplos y de sus mi- tanto por reducirlo á servidumbre como para
lagros. Su renombre fué en su mayor parte expiar, decía él, sus pecados y los ajenos.
posterior á su muerte, sin que sepamos llega- Entregóse de tal modo á esta mortificación
se durante su vida á ser conocido de las na- exterior, que los mismos historiadores de su
ciones europeas. Mas el Señor se dignó, en vida se muestran espantados y confundidos
su omnipotencia y misericordia infinitas, sa- ante el relato que de ellas nos hacen; no te-
car al humilde religioso de la obscuridad y miendo calificar sus abstinencias de sobrehu-
del silencio: hizo gloriosas las reliquias del manas, inimitables é increíbles (1).
Bienaventurado; atrajo muchedumbre de gen-
tes á su sepulcro, é "inspiró á los Soberanos (1) Inenarrabili i inimitabili, incredibili. Gior-
11
Tan heroicas y extraordinarias penitencias y tornadizos, á esos religiosos ligeros y rela-
hacen que la pálida y grave figura del Tau- jados que buscan en otra parte lo que tienen
maturgo se destaque particularísimamente en en la mano y no saben mantenerse con resolu-
la Orden de San Agustín. Parece esta Orden, ción en el camino por donde han prometido
á primera vista, fácil y suave en su observan- marchar; persuadiéndose falsamente, por ex-
cia; mas, á pesar de la dulzura aparente de cusar su cobardía, de que tomando otro rum-
su Regla, ella ha dado á la Iglesia numero- bo su salvación les será más fácil y sus luchas
sos santos, tan austeros, que han merecido ser menos frecuentes y violentas, al mismo tiem-
envidiados por las Ordenes más austeras y po que tocarán más pronto las cumbres de la
rigurosas. Esta verdad ha inspirado al Beato gloria, dejando de ser terrenos é imperfectos.
Jordán de Sajonia las siguientes reflexiones, A éstos les será muy útil leer y meditar la
tan justas y tan verdaderas: «Si alguno en vida del Taumaturgo de Tolentino, para com-
nuestros días quisiese imitar al bienaventu- prender bien todo lo que le fué dado obser-
rado P. San Agustín y á sus primeros frailes var dentro de su misma Orden y de su mis-
en la comida, en la bebida y en las otras ma Regla, y á qué grado tan extraordinario
obras de supererogación, podría muy bien de santidad supo elevarse.
hacerlo, observando solamente tres cosas: las Como ya hicimos notar, el amor á la mor-
reglas de la discreción, la voluntad de los su- tificación manifestóse en Nicolás desde sus
periores y la edificación de los hermanos, á primeros años, y fué cada vez creciendo en él
quienes es necesario no escandalizar. No es, hasta el fin de su vida. Tan cierto es, dice la
pues, menester pasar á otra Orden más aus- Escritura, que la senda que elige el joven es
tera para llevar una vida más perfecta, como la que anda en los años de su vejez. Cosa ex-
ha venido á algunos en pensamiento por una traña: esta sed de sufrimientos se acrecentó
sugestión diabólica» (1). en él, como más tarde en Santa Teresa y en
Continúa el autor condenando por el ejem- otros santos, por sus pensamientos y deseos
plo de San Nicolás á esos espíritus versátiles del martirio. Cuando él supo que la Iglesia
griega se había separado de la latina, rom-
g i , cap. xv, pág. 136. Vixit incredibili abstinen-
piendo la unión solemnemente jurada en el
cia. Breviarium. Croiset, ad diem 10 Septembris. concilio de Lyon, concibió el pensamiento de
(1) Beato Jordán de Sajonia. Vitse Fratrum, li- pasar al Oriente, con objeto de predicar álos
bro I V .
cismáticos la sumisión, esperando alcanzar en miércoles, viernes y sábado de cada sema-
medio de ellos la palma de una muerte glo- na no tomaba más que, una sola vez al día,
riosa por la defensa de la verdad. Mas, no pan y agua. El viernes, á fin de honrar la
habiéndole permitido la obediencia poner en Pasión de N. S. Jesucristo, se hacía servir
práctica estos heroicos deseos, resolvió ha- hiél mezclada con vinagre (1). Su ayuno del
cerse él mismo sufrir por Dios, reemplazán- sábado tenía por objeto honrar á la Santísi-
dolos por rigurosas y voluntarias penitencias ma Virgen María.
los suplicios que los hombres le pudieran im-
La vida, pues, de Nicolás de Tolentino era
poner (1).
verdaderamente un milagro, que, llenando de
Desde la edad de quince años prohibióse asombro á los que le rodeaban, hacía se pre-
en absoluto el uso de la carne, y por espacio guntasen á sí mismos cómo era posible se
de cuarenta y cinco, como él aseguró á la hija sostuviese tomando tan poco alimento, con-
de Margarita Apillaterra, se conservó exacta- cediéndose tan poco sueño y entregándose á
mente fiel á su resolución (2). Los treinta úl- tan acerbas penitencias, Fué esto en tal ex-
timos años de su vida, dice el Breviario, se tremo, escribe conformándose con el proceso
abstuvo además de huevos, de leche, de pes- Pedro de Bretaña (2), que sucedía pasarse
cado, de frutas y de todo manjar apañado con varios días sin tomar alimento alguno, para
manteca (3). Sólo aceptaba una pequeña can- imitar el ayuno de N. S. Jesucristo en el De-
tidad de potaje el domingo, el martes y el sierto; y su cama, que jamás consintió se la
jueves, y, aun creyéndolo demasiado bueno, cambiasen por otra, se componía de dos ta-
se iba á la cocina antes de la hora de comer blas, sobre las cuales, durante sus enferme-
y ponía agua fría en su plato (4). El lunes, dades, ponía un saco lleno de paja. Allí re-
posaba cubierto con su manto y apoyando la
(1) Giorgi, cap. VII, pág. 67. Giuseppe Renat, cabeza sobre una piedra; mas, encontrando
lib. i , cap. i. Lippici, n ú m . 41.
(2) Mater tua vult facere me perdere animam. esta cama demasiado cómoda y dulce, llegó,
Sunt quadraginta quinqué anni quod non comedi con frecuencia, á tenderse sobre el suelo de
de carnibus. Absit, quod modo comedam. Proceso.
(3) Annos triginta a carnium esu et ovis, lacte,
piscibus, atque etiam p o m i s abstinuit, pane dum-
taxat et aqua vitam tolerans. Breviarium. (1) Gustando pura hiél mezclada con vinagre,
(4) Abjecto brodio ponebat aquam frigidam in Giorgi, cap. xv, pág. 134.
coquina. Proceso, (2) Pedro de Bretaña. pág, 87,
su celda durante las horas que se permitía de encargados de enterrar su cadáver no pudie-
sueño, no interrumpiendo, sino á más no po- ron contener las lágrimas y suspiros de com-
der, sus oraciones y disciplinas nocturnas. pasión y de admiración; viéndose en la nece-
Tenía, igualmente, en su celda dos pedazos sidad de depositarlo en la tumba con el cili-
de mármol, sobre uno de los cuales se arro- cio que rodeaba sus lomos, sin que les fuese
dillaba, sirviendo el otro de apoyo cuando se posible arrancar más que el enorme círculo
hallaba muy fatigado; apoyo que venía á serle de hierro que lo cubría por encima, cuyas
una nueva mortificación á causa de la sensa- abundantes agujas, que habían también pe-
ción vivísima de frío, en sus desnudos brazos, netrado profundamente en su acardenalado
durante las largas noches de invierno. cuerpo, tuvieron que dejar allá, en la impo-
Las disciplinas de Nicolás, como ya hemos sibilidad de extraerlas (1). Llevó, pues, el San-
visto, eran prolongadas y frecuentes; sus gol- to á la tumba el cilicio que él mismo se ha-
pes caían sobre sus espaldas como el grani- bía fabricado, como un vestido de gloria y de
zo, viéndose con frecuencia las paredes de su honor, como el trofeo inmortal de su valor he-
celda salpicadas de la sangre, que no siem- roico (2). Es que la verdadera caridad tiene
pre su humildad había alcanzado á borrar por siempre hambre y sed de inmolación y de sa-
completo. Esta sangre, que en tanta abundan- crificio; y, cuanto más Nicolás sufría por Dios,
cia derramaba, producíale una sed ardiente, más él quería y deseaba sufrir.
que jamás él satisfacía por completo, siendo No es, por otra parte, difícil de adivinar
así que no bebía más que tres copas de agua la razón de estas penitencias extraordinarias,
cada día; siendo necesario, para hacerle acep- sobre lo cual el proceso de canonización se
tar un poco de vino, una orden expresa de su expresa en estos términos: «Amante como
prior (1). Su disciplina se componía de cade- era de la virtud de la castidad, y queriendo
nas de hierro, que muchas veces descarna- evitar las malas tentaciones, Nicolás crucifi-
ban sus huesos, abriendo de nuevo, con los
azotes de la noche, las llagas hechas por los (1) Nudus artus aspero cilicio vestiens quod fer-
de la mañana, de modo tal que los religiosos reo cilicio adstringebat. Breviaritm. Quando fuit
lavatimi corpus vidit (Berardus) spatulas ipsius
multum percussas et decoriatas. Proceso.
(2) Y entraban tanto estos cilicios en sus car-
(1) ' Erat contentus tribus parvis scyphis ínter nes , que más bien parecía formaban parte de su
vinum*et_aquam. ^Proceso. mismo cuerpo. Q-iorgi, cap. XY, pág. 140.
có su misma carne, castigó su cuerpo con ayu-
plación había dado mayor realce á las líneas
nos, vigilias, oraciones y duros tormentos, y
y facciones de su rostro, al cual su extrema-
conservóse en una vida justa, pura y casta.
da flaqueza y palidez prestaba como un refle-
El, dice la Bula de canonización, fué modes-
jo angelical, que hacía pensar en Nuestro Se-
to, puro y casto (1). He ahí por qué el Bre-
ñor Jesucristo, el más hermoso entre los hijos
viario le llama hombre virgen elegido por
de los hombres.
Dios, haciendo de él en el himno de la fies-
ta este admirable elogio. «El fué esposo de La naturaleza se siente sobrecogida de es-
la Iglesia, á la que estrecha entre sus bra- panto ante la pintura de este martirio volun-
zos» (2); tario, y el más grande terror se apoderaría
del alma si ésta no reflexionase que los su-
Jamás salió de sus labios una palabra ocio- frimientos sde los santos son de un precio in-
sa, vana ó inútil: la mortificación y la modes- estimable, y que la sobreabundancia de sus
tia resplandecían en sus pasos, en sus mira- méritos es la fuente de donde se deriva la
das y en sus movimientos, y cuando atrave- salud de sus hermanos, ya vivos y pecado-
saba las calles con la cabeza inclinada, los res, ya difuntos y libertados de las llamas
ojos bajos y la frente tan cubierta con su ca- expiadoras del Purgatorio. Mas no se crea,
pucha que no se le veía la parte superior del sin embargo, que esta vida de dolores volun-
rostro, obligaba á exclamar á aquellos que lo tarios fuese fácil al siervo de Dios. ¡Oh, no!
encontraban, como ya hemos dicho: ¡Oh, ved El tuvo, por el contrario, que sostener largas
qué aspecto tan angelical tiene el P. Nico- y terribles luchas, luchas que en él son suma-
lás! (3) Podía, en efecto, decirse con razón mente interesantes y dignas de admiración.
que el monje agustino tenía un aspecto y una El espíritu del mal atrevió; y¡ á vátaviíAé y*»
hermosura celestiales. De cuerpo notablemen- maltratarle directamente, á fin de apartarlo de
te proporcionado, la costumbre de la contem- su camino y hacerle vacilar en sus generosas
resoluciones. He aquí lo que á este propósito
(1) Bala de Canonización. nos cuentan sus historiadores (1).
m S n Z\ T H°A D r e ¿ ecfc " s > Sponsus est Ecclesia «El demonio, dice el Beato Jordán de Sa-
quain strmgit ínter brachia.
(3) Crónica del P. Jacobo Filippo de Bergamo
l
I S t í k S ? h r l . ¿ f c a g r a d°e
güfa l á A c o l a s ! Giorgi, cap. xiv, pá- (5) Beato Jordán de Sajonia. Vitce Fratrum.
Anónimo, cap. xxxii, pág. 84.
jonia, después de haber vencido á nuestros cada uno! Siguiendo esta admirable Regla, tú
primeros padres por el vicio de la gula, y de no deberías hacer ayuno alguno; tu cuerpo
haberse atrevido á tentar de la misma suerte se halla demasiado consumido y debilitado; tú
á Nuestro Señor Jesucristo, multiplicó sus no tienes suficiente fuerza para observarla.
asaltos para vencer á San Nicolás, infundien- ¿Cómo puedes tú ilusionarte hasta el punto
do en su espíritu pensamientos como éste: de creer que vas por los caminos del Señor
«¿No ves tú cómo tus hermanos se alimen- obrando como el más vigoroso y haciendo co-
t a n ? ¿Por qué no prestas más atencióu á las sas que exceden á las fuerzas de los más sa-
»enfermedades que te afligen, especialmente nos y robustos? Tú te engañas á ti mismo ¡oh
» á esos dolores que te atormentan en las ar- Nicolás! Aun cuando no hubiese en ti otra
ticulaciones de tus miembros, á las convul- falta, ésta sólo bastaría para hacerte desagra-
»siones de tu estómago, á tus dolores de ca- dable á tu Soberano Maestro. No sigas, pues,
»bezay á la debilidad de tu vista, causados estos engaños de tu imaginación. Reflexiona
»todos por los rigores de tu extremada abs- un poco; sabes tú muy bien, y todos lo ase-
»tinencia? » Violentísimas y sobremanera ex- guran , que tus sufrimientos se deben atribuir
traordinarias debieron serlas tentaciones sus- á las continuas oraciones, así como á tus ayu-
citadas por Satanás contra el hijo de San nos y disciplinas, que te debilitan y trastor-
Agustín, é importante fué, sin duda, el pa- nan la cabeza... ¿Quién es el autor é inspira-
pel por ellas desempeñado en su vida; pues dor de todo esto?... ¿Dios ó tu capricho?...
que el autor anónimo de su historia, dete- Tan lejos estás de seguir en tus penitencias
niéndose largamente en describirlas, no teme la voluntad divina, que precisamente ellas son
eiTpo-jf'é'n siguientes términos las suges- las que sin remedio han de condenarte. ¿Qué
tiones diabólicas de que se veía atormentado excusa podrás alegar cuando te hayas conver-
el heroico religioso. tido en asesino de ti mismo?... ¡En qué pro-
funda ilusión estás, oh Nicolás!... El deseo de
»Nicolás, la Regla te manda que domes
singularizarse es peligroso, y ha sido siempre
tu carne con ayunos y con abstinencias en la
condenado por los maestros de la vida espi-
comida y en la bebida; en eso se complace
ritual; tú eres demasiado terco y caprichoso
Dios grandemente. Pero ¡con cuánta pruden-
en tus oraciones, en tus ayunos, en tus cili-
cia ha mandado todo esto tu Padre San Agus-
cios, en tus disciplinas; en todo quieres tú
tín, acomodándolo á las fuerzas y salud de
hacerte singular, sin tener en cuenta los peli- venid en mi ayuda, Yos que sois el protector
gros á que con eso expones tu alma. ¿Y no y defensor de mi alma: ella se perderá, se-
es acaso todo esto temeridad y presunción?... guramente, si Vos ¡oh Señor! no le prestáis
¡Ah, cuánto te engañas en tu manera de vuestra ayuda» (1).
obrar!» (1). ¿Cuánto tiempo duró este doloroso estado?
Hallóse Nicolás con todo esto profunda- No lo sabemos; pero sabida cosa es que á ve-
mente conmovido, sintiendo en su alma los ces estas pruebas son tan largas como peno-
dolores y angustias de una verdadera agonía. sas para aquellos á quienes el Buen Maestro
¿Se había él realmente engañado? ¿Sería in- quiere hacer más perfectos y más semejan-
útil todo cuanto hasta entonces había hecho? tes á Sí. Sin embargo, dice el Beato Jordán,
¿No había acertado Nicolás á dar pruebas de Nuestro Señor Jesucristo, Príncipe lleno de
sincero amor á su Maestro crucificado? ¿Era una divina compasión para su soldado gene-
digno de su misericordia ó de su odio? Cono- roso, no queriendo que éste combatiese hasta
ció el generoso siervo de Cristo el peso é im- la muerte y pereciese en el campo de batalla,
portancia de esta duda; peso tan doloroso y se le apareció consolándolo y confortándolo
abrumador para un corazón abrasado de las con inefable ternura. «Depón, hijo mío, le
más puras y ardientes llamas de amor hacia dijo, depón tu tristeza y alégrate. Tus obras
Jesús. La más triste noche se apoderaba de me son agradables». A estas palabras sintióse
su alma, cayendo su corazón en el más com- el Santo inundado de alegría y pronunció las
pleto abandono y desaliento, semejante al del palabras aquéllas del salmo: «Me he alegra-
Salvador en la cruz, cuando decía: «Padre do en las cosas que me han sido dichas» (2).
mío, ¿por qué me habéis abandonado?» Pen- Asegurado Nicolás de ser agradable á Dios,
só entonces el Bienaventurado, dicen los his- lanzóse con nuevo valor por el camino de la
toriadores, que, á causa de sus defectos, ni mortificación y del sacrificio, y rechazó con
sus abstinencias ni sus ayunos habían sido un ardor todavía más heroico las tentaciones
aceptados por la divina Justicia, habiendo si- que el demonio no cesó de multiplicar en tor-
do reprobado por Dios; y, recurriendo á la ora- no de él, á medida que lo veía avanzar en la
ción y á las lágrimas, «¡oh Dios mío!, decía, santidad y aproximarse al término feliz de la
bienaventuranza eterna.
(1) Beato Jordán de Sajonia. Vitce Fratrum, li-
bro iv, cap. x. A n ó n i m o , ibid. (1) (2) Beato Jordán de Sajonia, ibid.
inclinados al mal, sintiendo con frecuencia
grandísimas dificultades para la práctica de
la virtud. Entre ellos los hay que se han dis-
tinguido por su más asombrosa vida, ya ejer-
ciendo la autoridad, ya entregándose á la pe-
CAPÍTULO X I V nitencia, ya dedicados al ministerio apostóli-
co. Estos son aquellos precisamente cuyo co-
De la mortificación de Nicolás durante sus enferme- razón ha abrigado más grandes pasiones, pero
dades— Opónense los religiosos á las penitencias que han sabido vencerlas más generosamente
y privaciones de San Nicolás. — Cae enfermo y y servirse de ellas para elevarse á un grado
quiere permanecer fiel á su régimen habitual.—
más heroico de virtud y de perfección, mere-
Mándale el P. Provincial que coma carne.—
« ¿ Quiere, por ventura, tu madre que yo pierda
ciendo, por consiguiente, más preciosas re-
mi alma?»—Curación milagrosa.—Rasgo de deli- compensas.
cadeza divina.—Origen del panecillo bendito de Después de la práctica de la caridad, que
San Nicolás.—Perdices resucitadas. los unía á Dios y los hacía semejantes á Je-
sucristo, las tentaciones han sido el crisol en
La vida del hombre sobre la tierra, ha di- el que, purificados los santos, se han elevado
cho Job inspirado por el Espíritu Santo, es á una eminente santidad. Así vemos algunos
una guerra continuada. Si algún principio hay de ellos que han pasado diez, quince y aun
claro é incontestable en la religión, es éste. veinte años de su vida en continuos temores
Fácilmente puede comprenderse que la vida y amarguras y que han salido de sus terribles
interior supone un combate que no promete luchas con el mundo, con el demonio y con-
ventaja alguna, á menos de conseguirla á fuer- sigo mismos, más fuertes, más puros y más
za de luchas, abnegación y sacrificios. ¿No nos admirables.
dice San Agustín que la vida del justo no es Sucede con frecuencia, como vamos á ver
un triunfo, sino una batalla? ¿No nos ha repe- ahora en la vida de Nicolás, que el demonio
tido el Apóstol, después del Sabio, que todo se sirve de los parientes, de los amigos y de
el que quiera vivir santamente en Jesucris- los hermanos para intimidar al alma en el ca-
to padecerá persecución? Los santos, pues, mino de la perfección, acometiéndole con una
son hombres débiles, sujetos á tentaciones é tentación tan peligrosa como disimulada y su-
til, la cual se presenta bajo la apariencia de dades. Tendido entonces sobre su dura y po-
compasión y de amistoso interés. Los santos bre cama, continuaba, sin embargo, firme en
sufren entonces doblemente y se elevan hasta negarse á todo alivio y en permanecer fiel á
el heroísmo en su resistencia, esperando lle- su régimen habitual de pan y agua, á pesar de
nos de confianza la mirada misericordiosa de la fiebre que lo devoraba. De cuando en
Jesucristo, que en su día y hora determinada cuando disminuían sus fuerzas tan sensible-
ha de venir á traer á su alma la paz, la cal- mente, que, temiendo por su vida, reuníanse
ma y la serenidad, aplacando la tormenta y los religiosos á su alrededor y le suplicaban
haciendo cesar la tentación, que sólo habrá moderase un poco su extraordinaria peniten-
servido para hacer á estos amigos de su cora- cia. Muchas veces unió el Prior sus súplicas
zón más heroicos en la fe, en la mortificación á las de los religiosos, mas no le fué posible
y en todas las demás virtudes. vencer la resistencia de Nicolás. Discurrie-
Será, pues, para nosotros de grandísimo in- ron sus amigos algún medio para engañarlo,
terés el seguir al Taumaturgo deTolentino en mas nada pudieron conseguir.
la lucha que hubo de sostener contra sus her- Una vez, entre otras, enterado Berardo
manos de religión. Estos, dejándose llevar de Apillaterra del peligro en que se encontraba
un sentimiento de tierna compasión hacia él, su bienaventurado amigo, vino á visitarlo en
quisieron en un principio oponerse á sus ex- compañía de un médico, y le dijo con la más
tremadas penitencias y á sus continuas priva- tierna compasión: «Padre Nicolás: he aquí
ciones. Sin duda que esta tentación fué para un médico: es necesario obedecerle y comer
Nicolás más difícil de vencer que todas las carne; os es absolutamente necesaria para re-
del demonio. Tratábase, en efecto, para Nico- cobrar vuestras fuerzas». Y añadió á estas
lás de cumplir con la obediencia, de respetar palabras todas las razones que le parecieron
la regla y de no escandalizar á nadie, sin aban- capaces de persuadir y convencer al enfer-
donar, sin embargo, el camino en el que el mo. «¡ Ah, qué simple eres!, replicó cariño-
mismo Dios lo empeñaba y sostenía por una samente Nicolás; pues ¿no ves que, si Dios
protección visible y milagrosa de su divina quiere curarme, la misma virtud puede poner
bondad. en el pan y en las hierbas que en la carne?» (1).
Las mortificaciones excesivas del Santo le
ocasionaban con frecuencia graves enferme- (1) Non credis tu quod Deus habeat tantam vir-
12
Y como Berardo insistiese, Nicolás, después
de haberle repetido algunas veces la misma
respuesta, añadió, para librarse de sus im-
portunaciones y demostrarle que no acepta-
ría ni remedios ni médico: «Mi médico es Je-
sucristo. ¡En Jesucristo está mi esperanza!...
Os suplico que no me volváis á hablar de tal
cosa » (1).
Y, á la verdad, el Cielo parecía aprobar,
con sus milagros y apariciones, esta confian-
za, que, sin eso, hubiera debido ser juzgada
por audaz y presuntuosa. En otra ocasión
análoga, no pudiendo Berardo conseguir nada
de su amigo, se fué secretamente á Treja,
donde se hallaba el Provincial, y obtuvo de
éste una orden mandando á Nicolás, en vir-
tud de santa obediencia, que comiese carne.
No había Berardo confiado su secreto á per-
sona alguna; así, que no pudo menos de con-
moverse profundamente cuando, entrando en
el cuarto del Santo, oyó que éste le decía
sonriendo: «En verdad, Berardo, lo menos
crees tú que vas á darme una sorpresa ense-
nándome la carta del P. Provincial Quiero,
pues, obedecer: vete á buscarme algo de car-
ne» (2). Todo lleno de gozo Apillaterra, vol- SAN NICOLAS

(Tomado de un grabado del siglo XVII.)


tutem in pane, foliis, et aliis sicnt in carnibus,
qui me liberet sine commestione carnium. Proceso.
(1) Permittas, fili, quia Deus sanabit. Proceso.
(2) Tu credidisti facere magnum factum de lit-

' --
vióse á su casa y mandó á Margarita que le Mas sucedió, en cierta ocasión, que su ma-
preparase una perdiz^ la que fué él inmedia- dre , guiada por un sentimiento de piedad fi-
tamente á ofrecer al enfermo, diciéndole: «He lial y de respetuosa compasión, mezcló con
aquí, Padre queridísimo, he aquí la carne que la polenta (1) de Nicolás algún otro condi-
he podido prepararle; ya está lista: comedia mento, aunque con la precaución de no ad-
y mejoraréis inmediatamente, como yo es- vertírselo á su hija. El enfermo, con su dis-
pero». cernimiento profético, conoció al momento lo
Aceptó Nicolás un pequeño bocado, y, ha- que Margarita había hecho. Apenas, pues,
biéndolo llevado á su boca, dijo á su amigo: Berardesca hubo puesto los pies en su celda,
«Ahora que ya he obedecido á la orden del cuando exclamó el Santo: «¿Quiere, por ven-
P. Provincial, vete y lleva lo restante á algu- tura, tu madre que yo pierda mi alma?... Cua-
no de mis enfermos» (1). Así es como él sa- renta y cinco años hace que no he probado
bía encontrar siempre algún ingenioso ardid la carne. ¡Dios me guarde, pues, de comerla
con que desarmar á aquellos que querían ali- hoy!...» Y mandó á la conmovida niña que lle-
viarle, permaneciendo siempre fiel á su vida vase aquel alimento á algún otro enfermo del
de penitencia y de mortificación. La única sa- monasterio (2).
tisfacción que le concedió á Berardo fué per- En otra ocasión, día de Jueves Santo, hu-
mitirle, en los tres últimos años de su vida, bo de ausentarse el P. Prior de Tolentino,
que Margarita le hiciese cocer en agua pura pasando, por tanto, su autoridad al P. Vica-
un poco de harina. Llamóse á este manjar tan rio. Este, pues, viendo áNicolás muy fatiga-
simple la farineta del P. Nicolás (2). Berar- do, aprovechóse de las circunstancias para
desca, como para cumplir la profecía del San- suplicarle que aumentase un poco su ordina-
to, fué, con frecuencia, la encargada de lle- rio alimento. Mas él, después de haberlo es-
varla al convento de Agustinos de Tolentino. cuchado, se puso á la vez á rogar al P. Vica-
rio le dejase hacer sus mortificaciones, y es-
tuvo tan elocuente, que, dándose aquél por
t e n s , quas detulistia P. Provinciali. quod corne- vencido, permitió al siervo de Dios que obra-
dam carnes. Ego volo obedire; invenies mihi de
carnibus. Proceso.
(1) Obedivi litteris, o Berarde... et fecit earn
portare quibusdam fratribus infirmis, Proceso. (1} Sopa hecha de harina de maíz.
(2) La farineta del P. Nicolás. (2) Proceso,
se conforme á las inspiraciones del Cielo (1). das; no vaya á precipitar mi alma en el abis-
El P. General de la Orden, Francisco de mo del pecado para su condenación ».
Monterrubiano, tuvo ocasión de conocer por No atreviéndose el P. Angel á tomar sobre
sí mismo que la conducta de su hijo en San sí el oponerse á la resolución del enfermo, y
Agustín era toda ajustada á la voluntad de conociendo el peligro inminente á que la fie-
Dios, y que la humildad y mortificación de bre le había reducido, fuése á buscar al Pa-
que daba tantas pruebas eran sumamente dre General y, explicándole el estado de Ni-
agradables al Cielo. Yendo con dirección á colás, le suplicó le mandase someterse á las
Bélgica, pasó por Tolentino y detúvose allí prescripciones del médico. Dirigióse al mo-
un momento, en ocasión en que Nicolás, aba- mento el P. Francisco de Monterrubiano á la
tido y debilitado por una enfermedad, lucha- celda del religioso, y después de haberle ci-
ba contra sus hermanos y contra el médico, tado gran número de ejemplos, en los cuales
por no aceptar el comer carne, confiándose los inferiores, mandados por los superiores,
únicamente á Nuestro Señor, y no á los re- les habían obedecido, le mandó, en virtud de
medios humanos (2). El Prior, P. Angel de santa obediencia, que comiese carne y se so-
San Víctor, había unido sus instancias á las metiese á lo que se le prescribiese para su
de los otros religiosos, y no había obtenido curación. El bienaventurado enfermo no se
más que esta respuesta, digna del Santo: negó á ello, y, aunque con gran repugnancia,
«¿Por qué, Padre mío, por qué ese empeño hizo llamar al P. Prior para decirle que con-
de afligirme? ¿No sabéis que, si este misera- sentía en lo que se pretendía de él, y que iba
ble cuerpo gusta una sola vez manjares pro- á obedecer al P. General: «Yo he prometido
hibidos, inmediatamente se le antojarán otros? obediencia á mi Salvador, añadió, á la San-
Os rnego que me dispenséis. Más vale poner tísima Virgen y al bienaventurado P. San
un freno á esta carne, que aflojarle las rien- Agustín, y yo deseo guardar esta resolución
hasta la muerte» (1).
Se le preparó con grande alegría la carne
(1) Anònimo, cap. x x x n , pâg. 86 , 87.
(2) Ut quid, Prior m i , molestus esse cupis? A n (1) H o c est enim quod promissi: boc Salvatori
ignoras quod corpus hoc, quod ad escam, quam meo suseque Sanctissim.Ee Genitrice et Beato An-
semel gustavit delectandam, etc. Proceso. Pedro gustino obtuli : hoc est quod usque ad mortem ser-
de Monte R u b i a n o , cap. i n . Anònimo, cap. x x x n , vare concupivi. Petrus de Monte Rubiano, cap. xxi.
pagina 86.
prescrita por el médico. El siervo de Dios, mencia, compadecida de la debilidad del bien-
colocado en este tiempo entre la gula y la vio- aventurado viejo, varió muchas veces en este
lación de sus votos, hallábase combatido por lugar el agua en vino». Sucedió, en efecto,
dos sentimientos opuestos, sin saber á qué con frecuencia que Nuestro Señor cambió el
resolverse. Tomando por fin decisión, aceptó agua de la pequeña copa, en que se guarda-
un pequeño pedazo de carne, lo gustó y dió ba para bebida de su heroico siervo, en vino
por ello las gracias, diciendo al Prior: «He dulcísimo y celeste.
ahí que yo he obedecido; no me queráis, pues, He aquí lo que refiere, á propósito de es-
atormentar más sobre el vicio de la gula» (1). tos milagros de la delicadeza divina, el histo-
El divino Maestro, que tenía atenciones tan riador Pedro de Bretaña (1): «Habiendo sido
delicadas para este hijo de su corazón, quiso convidado un eclesiástico de Urbisaglia por
demostrar entonces que aprobaba su conduc- el Prior de Tolentino á comer en el monaste-
ta y bendecía su constancia, curándolo pronta rio, pidió como una gracia que lo colocasen
y radicalmente, sin más remedio ni más ali- en la mesa junto á Nicolás, cuyo espíritu de
mento que el ordinario de pan y agua. Este abstinencia y mortificación había oído mu-
celestial y poderoso Médico tenía secretos lle- chas veces alabar y admirar. Durante la co-
nos de amor para sostener milagrosamente las mida, cuando el bienaventurado, que no co-
fuerzas de aquel que de tal modo se sacrifi- mía más que pan, quiso tomar agua, deseó el
caba y privaba de todo por agradarle. Sobre dicho sacerdote tener el honor de servírsela
la puerta del antiguo refectorio de Tolentino en su misma taza; mas notó con sorpresa que
colocaron la siguiente inscripción, que aun se aquella agua se había cambiado en vino, y el
lee en nuestros días: «Por sus ayunos y abs- Santo le dijo dulcemente: «Me habéis enga-
tinencias, el divino P . Nicolás ha alimentado » ñado». Lleno de admiración el eclesiástico,
de tal suerte su alma con virtudes, que jamás supo, sin embargo, guardar silencio, forman-
comió carne, ni cosas alimenticias, ni nada do la resolución de asegurarse con una segun-
que fuese agradable al gusto, contentándose da experiencia de este cambio milagroso. Ha-
solamente con pan y agua. Mas la divina cle- biendo, pues, otro día pedido y obtenido el
favor de venir otra vez á comer al mismo
(1) Ecce parui: me amplius de guise vifcio mo-
lestare nolite. Petrus de Monte Rubiano, ibid. (1) Pedro de Bretaña, pág. 89.
lado, tomó las más minuciosas precauciones Agustín, suplicándoles le ayudasen. Apode-
para enterarse bien de la verdad. Presentó róse entonces de él un suave sueño, y he aquí
de nuevo el agua á Nicolás, y la vió otra vez que se le aparece la Madre de Dios, tenien-
cambiarse en vino. Convencido de la seguri- do á su lado al gran Doctor de Hipona. Le-
dad del hecho, quiso al instante revelar y pu- vantando entonces su vista el enfermo hacia
blicar el milagro; mas el humilde religioso le esta visión, exclamó lleno de ternura: «¿Quién
suplicó tan encarecida y modestamente que sois Vos ¡oh Señora tan hermosa! para venir
guardase silencio, que consintió el sacerdote á mí, que no soy más que polvo y ceniza?—
en ello, y no volvió á hablar del milagro has- Yo soy, respondió Ella, la Virgen María,
ta después de la muerte del Santo. Este sa- Madre de tu Salvador. Acabas de llamarme
cerdote, testigo afortunado del prodigio, lo para que venga en tu socorro con Agustín,
atestiguó después en las informaciones que que está aquí, á mi lado. Aquí, pues, nos
se hicieron por la Sede Apostólica con obje- tienes: hemos venido á darte un consejo para
to de conocer todos los milagros del Tauma- que recobres la salud». Y, señalándole con el
turgo de Tolentino » (1). dedo una casa de la plaza vecina, añadió la
Vamos á referir otro hecho maravilloso, Reina del Cielo: « Envía á alguno á esa mu-
que dió origen á la bendición de los paneci- jer que, en nombre de mi Hijo, le di un pan
llos de San Nicolás, tierna costumbre y pia- fresco para ti. Cuando lo hayas recibido, em-
dosa tradición perpetuada en la Orden de San pápalo en agua y tómatelo: él te devolverá el
Agustín. El Beato Jordán de Sajonia lo refie- beneficio de la salud» (1).
re así: «Un cuarto domingo de Cuaresma, Despertó en seguida el Santo, y, sin hablar
hallándose el siervo de Dios tan gravemente una palabra de la visión, suplicó al que le
enfermo que se desesperaba de su vida, cre- servía fuese á pedir un pan, en el nombre de
yéronse los que le rodeaban en la necesidad Jesucristo, á la mujer designada por la San-
de emplear para con él los remedios huma- tísima Virgen. Luego que lo hubo recibido
nos: Nicolás, por su parte, encomendóse á mandó empaparlo en agua, y, gustando una
Nuestro Señor, á la Virgen María y á San pequeña parte, al instante mismo abandonó

(1) Proceso. Depositio D. Conradi in ordine tes- (1) Beato Jordán de Sajonia. Vitce Fratrum. San
tiurn CLXXUX. A n t o n i n o , cap. XLIX, n ú m . 20.
la cama y se levantó completamente bueno (1). A pesar de estas negativas persistentes, los
«¡Oh Santísima Virgen, añade el Beato Jor- religiosos de Tolentino continuaron atormen-
dán, indicándole Vos este remedio le habéis tando dulcemente á su santo Hermano, y lle-
dado un verdadero consejo!» garon sobre esto á realizarse con frecuencia
Tal fué el origen admirable de los paneci- graciosos prodigios, como el que hemos indi-
llos de San Nicolás. La Madre de Dios mis- cado, y del cual vamos á hacer el relato. La
ma fué su Autora, la Iglesia ha reconocido debilidad de Nicolás, juntándose á su edad,
su autenticidad, y un número casi infinito de le había conducido hasta las puertas del se-
milagros ha demostrado su origen divino. Se- pulcro, causándole cada día las más graves
gún una tradición, conservada en la Orden enfermedades. No sabiendo ya qué hacer el
de San Agustín, San Nicolás mismo comen- Prior para aliviar y salvar al bienaventurado,
zó á bendecir los panecillos, sirviéndose de resolvió tentar de una vez el último recurso,
la fórmula común. Más adelante veremos los mostrándose más firme que nunca para dar y
milagros que Dios ha obrado por su medio. sostener la orden formal de hacer al enfermo
Mas, antes de terminar este capítulo, quere- comer carne; y esto en virtud de santa obe-
mos relatar un último y maravilloso rasgo de diencia. Había entonces en el convento dos
San Nicolás, relativo á su constancia en guar- perdices, regalo de un bienhechor del con-
dar su resolución de ayuno y abstinencia per- vento, las que, cociendo inmediatamente, se
petua. Como ya hemos podido notar, los fa- las presentaron á Nicolás (1).
vores de Dios, lejos de hacer variar al bien-
aventurado su género de vida, no hacían otra Dió éste las gracias á su Superior con todo
cosa que afianzarlo más en él. Los manjares su corazón, y tal vez con esa alegría íntima y
delicados llegaron á causarle tal horror, que secreta de los santos, que saben que Dios ha
respondía al Hermano Agustín, cuando éste de sostenerlos siempre en los momentos difí-
se los presentaba: «Vete y lleva eso á quien ciles.-Bajó la cabeza en señal de sumisión y
esté más enfermo que yo». de reconocimiento, y, tomando un pequeño
bocado de carne, la llevó á sus labios. Mas
entonces, como si una voz divina lo hubiese
(1) Absque intermedio aliquo, sanitatis plems-
simaa recepto beneficio exsurrexit. Petrus de Mon-
te Rubiano. Beato Jordan de Sajonia. San An- (1) Cum duee perdices mor t u « fuissent prsesen-
tonino. tatse divo Nicolao ut comederet. Proceso.
- i 00 -

llamado para comunicarle inefables inspira-


ciones, levantó de repente al cielo sus ojos y
su mano derecha, é hizo después la señal de
la cruz sobre las perdices cocidas, y ya divi-
didas en varios trozos. Al momento las gra-
ciosas aves, cobrando de nuevo el plumaje y CAPÍTULO X V
volviendo á la vida, salieron en rápido vue- San Nicolás en sus luchas con el demonio— Oracióp
lo por el claustro, cantando su libertad, al- continua de N i c o l á s . - R a b i a del demonio.—Pri-
canzada milagrosamente (1). Este insigne pro- mera b a t a l l a . - E l demonio penetra en la celda
digio fué certificado por Mons. Berard, obis- del Santo bajo la forma de un pájaro negro.—
po de Camerino. Todavía se conserva en To- Nuevas persecuciones.—Brillante victoria.
lentino, juntamente con el brazo del Santo,
con su cayado y con varias otras reliquias de Es de notar en la vida de San Nicolás que
que hablaremos, el plato en que fueron presen- el demonio procuró siempre perseguirle y ate-
tadas las perdices á Nicolás. Todavía existe rrorizarle con extraordinario encarnizamiento,
también la ventana por donde éstas se fue- como si tuviese razones particulares para abo-
ron volando, adornada hoy con un cuadro al rrecerlo y temerlo. Dios lo permitía sin duda
fresco, representando el milagro, el cual ex- á fin de poner de manifiesto la virtud de nues-
plica el por qué se coloca comunmente un tro Santo, y hacer brillar á los ojos de todos
pájaro al pie de las imágenes del Taumatur- su constancia heroica y su admirable pa-
go agustino. ciencia.
El piadoso ermitaño era, con preferencia
á todo, un hombre de oración. Sabemos, por
(1) In plora frusta dissectas fuisse, ac deinde
per crucis signum novis plumis instructas avolas- las palabras aquéllas del Salvador: «Vigilad
se. Beato Jordán de Sajonia. y orad para que no entréis en tentación », que
la oración es la fuente de toda fuerza sobre-
natural y el arma de toda espiritual victoria.
De aquí que Satanás dirigiese todos sus ata-
ques contra las oraciones continuadas y con-
tra las rigurosas penitencias de nuestro San-
- i 00 -
llamado para comunicarle inefables inspira-
ciones, levantó de repente al cielo sus ojos y
su mano derecha, é hizo después la señal de
la cruz sobre las perdices cocidas, y ya divi-
didas en varios trozos. Al momento las gra-
ciosas aves, cobrando de nuevo el plumaje y CAPÍTULO X V
volviendo á la vida, salieron en rápido vue- San Nicolás en sus luchas con el demonio— Oracióp
lo por el claustro, cantando su libertad, al- continua de N i c o l á s . - R a b i a del demonio.—Pri-
canzada milagrosamente (1). Este insigne pro- mera b a t a l l a . - E l demonio penetra en la celda
digio fué certificado por Mons. Berard, obis- del Santo bajo la forma de un pájaro negro.—
po de Camerino. Todavía se conserva en To- Nuevas persecuciones.—Brillante victoria.
lentino, juntamente con el brazo del Santo,
con su cayado y con varias otras reliquias de Es de notar en la vida de San Nicolás que
que hablaremos, el plato en que fueron presen- el demonio procuró siempre perseguirle y ate-
tadas las perdices á Nicolás. Todavía existe rrorizarle con extraordinario encarnizamiento,
también la ventana por donde éstas se fue- como si tuviese razones particulares para abo-
ron volando, adornada hoy con un cuadro al rrecerlo y temerlo. Dios lo permitía sin duda
fresco, representando el milagro, el cual ex- á fin de poner de manifiesto la virtud de nues-
plica el por qué se coloca comunmente un tro Santo, y hacer brillar á los ojos de todos
pájaro al pie de las imágenes del Taumatur- su constancia heroica y su admirable pa-
go agustino. ciencia.
El piadoso ermitaño era, con preferencia
á todo, un hombre de oración. Sabemos, por
(1) In plora frusta dissectas fuisse, ac deinde
per crucis signum novis pluniis instructas avolas- las palabras aquéllas del Salvador: «Vigilad
se. Beato Jordán de Sajonia. y orad para que no entréis en tentación », que
la oración es la fuente de toda fuerza sobre-
natural y el arma de toda espiritual victoria.
De aquí que Satanás dirigiese todos sus ata-
ques contra las oraciones continuadas y con-
tra las rigurosas penitencias de nuestro San-
proceso de canonización, que á él se entre-
to. No le tentó de manera extraordinaria so- gaba desde Completas hasta el canto del ga-
bre la humildad, la pobreza y demás virtu- llo, y desde Maitines hasta el otro día. Des-
des que son el ornamento del verdadero re- pués de la Misa, á no ser que tuviese que oir
ligioso; mas procuró á todo trance impedirle confesiones, volvía á comenzarla hasta Ter-
que orase y se mortificara. Todas las histo- cia, y después de Nona hasta Vísperas, co-
rias acerca de Nicolás están acordes en de- mo no estuviese ocupado en alguna obedien-
cir que el fervor con que él hacía la oración cia (1).
fué la principal causa de sus combates exte- De modo que, según las expresiones mis-
riores con el demonio. Este enemigo encarni- mas del proceso, Nicolás empleaba en la más
zado de todo bien, parece que había jurado ferviente oración, exceptuando tres horas al
vencerlo en esto á todo trance, sabiendo que, día, todo el tiempo que le dejaban libre los
si le hacía perder el sentimiento de la pre- deberes de la obediencia y de la caridad. Y
sencia de Dios, llegaría á hacerle retroceder sucedió más de una vez que aun estas tres
de la penitencia, debilitaría su fuerza sobre- horas fueron señaladas con visiones y éxtasis
natural y haría fuesen menos numerosos é del Bienaventurado. Gracias eran éstas muy
importantes los milagros y conversiones que frecuentes en Nicolás, de las cuales dejamos
de las tales oraciones se seguían. ya referidas las que su humildad nos ha per-
Ya vimos adelante qué derrota sufrió Sa- mitido conocer, ó que ciertas circunstancias,
tanás en lo tocante á las abstinencias y mor- independientes de su voluntad, han hecho
tificaciones del Santo. Vamos á hacer ver aho- públicas. Lo que sabemos es que los éxtasis
ra que no estuvo más feliz en lo concerniente del Santo no le impedían rezar cada día arro-
á la oración. Nicolás de Tolentino, dice el dillado en tierra las horas canónicas, los sal-
Breviario, tenía un celo increíble por la ora- mos graduales, los salmos penitenciales con
ción; él oraba sin cesar, por el día, por la
noche y á todas horas. Si alguno le visitaba, (1) Orationi erat assidutisi post completorium
había de encontrarle invariablemente, ó pros- usque ad galli cantum ; post rnatutinum usque ma-
ternado en contemplación, ú ocupado en leer ne; post missam, nisi confessionibus oecupatus,
usque ad tertiam ; et post nonam, nisi obedientiis
la Sagrada Escritura. No puede decirse cuán- intentus, usque ad vesperam... Integras seepe noe-
to empleaba en orar cada día y cada noche: tes pervigil ducebat... in quo solebat orationi va-
care. Proceso. Breviarium.
era tan asiduo á este santo ejercicio, dice el
las letanías de los Santos, el Oficio de la cruz la verdadera Cruz, que había él hecho engas-
y el de difuntos, añadiendo á todas estas ora- tar en un Crucifijo de plata, y allí permanecía
ciones un gran número de Avemaria en ho- largas horas en oración (1). El amor intensí-
nor de la Bienaventurada Madre de Dios, á simo que sentía por el Salvador en su Pasión
la que saludaba arrodillado todos los días, y Sagrada, le hacía también venerar con una
hacia la cual profesaba una devoción espe- singular piedad las imágenes de Jesús cruci-
cialísima, un amor tierno y sencillo, como el ficado. Una de éstas, entre otras, colocada
de un niño á su cariñosa madre (1). Desde ante la puerta de la antigua sacristía de To-
los primeros años de su vida religiosa había lentino, recibía todos los días los homenajes
Nicolás colocado en su celda una imagen de del piadoso ermitaño, que la amaba particu-
la Piedad. Llámase así en Italia á la Virgen larmente, y la saludaba con un respeto y una
de los Dolores, teniendo sobre sus rodillas á veneración extraordinarios. Esta, sin duda,
su Hijo bajado de la cruz. Prodigaba Nicolás fué la causa por qué el demonio atacó á Ni-
á esta santa imagen los más afectuosos testi- colás por este respecto y se esforzó en ale-
monios de filial veneración, y en su presencia jarlo de esta bendita imagen, como luego ve-
pasaba largas horas, rezando parte de las remos.
muchas devociones que se había impuesto y Tolentino fué el principal campo de bata-
derramando abundantes lágrimas de amor y lla donde el Infierno puso en juego todas sus
de compasión. Ya veremos cómo Mana le astucias y toda su rabia para vencer á nues-
recompensó esta tierna piedad para con ¿lia, tro Santo, sin poder jamás conseguirlo. Los
y con qué rabia perseguía el demonio á este ataques de Satanás fueron aquí más frecuen-
siervo fiel de la Reina del Cielo. tes y más violentos que en otras partes. Su
ruindad y su odio mostráronse aquí con mu-
Cada viernes se dirigía Nicolás á la sa- cha mayor audacia, sobre todo en los tres úl-
cristía, donde se conservaba una reliquia de timos años de su vida. Todos los medios le

(1) Dicebat Canticum Gradimm, Crucis et Moi- (1) Crucem argenteam bonarum personarum
tuorum officia, Psalmos P e D i t e n t i a l e s cum L ^ a - hujus Castri eleemosynis factaxn me laborante,
niis et m u l t a s S a l u t a t i o n e s angelicas B. Virgmis ubi Lignum veridicum SS. Crucis me vidente in-
Mari® genuflectendo... q u a s i semper ^ a t - o r a n terpositum est. Beato Jordán de Sajonia. Vitie Fra-
di, vero studium in eo incredibili. Proceso. Ure trurn, lib. u , cap. 13.
viario.
parecían buenos al enemigo del género hu- leza angélica é igualándolo á los hombres per-
mano, y todos los empleaba contra el hijo de versos, que se hacen sus esclavos: «Si mi Dios
Agustín, que no cesaba de despreciarlo y de viene en mi ayuda, yo no temeré todo lo que
tratarlo como él se merecía. Estos combates el hombre pueda hacer contra mí» (1).
dan á la fisonomía de nuestro bienaventurado Sin embargo, el ángel réprobo debía rete-
ermitaño el más extraño carácter, pero no el ner estas palabras y hacer pagar muy caro á
menos digno de nuestra admiración. su enemigo el poco caso que de él hacía. No
Había en cierta ocasión preparado Nicolás le faltarán en adelante ocasiones de moles-
dos pedazos de tela para remendar su hábito. tarle ó atormentarle: él multiplicará de tal
Mientras él rezaba el Oficio de difuntos, el modo sus ataques, y hasta sus golpes, que, sin
ladrón infernal robóle uno, que el Santo bus- una especial protección de la providencia,
có en seguida por todas partes, sin poder en- Nicolás hubiera perdido la vida. El Hermano
contrarlo. Acostumbrado como estaba hacía Juanito, testigo de todas las luchas sosteni-
mucho tiempo á estas audacias diabólicas, das por el heroico fraile de Tolentino, depu-
exclamó, dirigiéndose al Cielo: «Dios mío, so, bajo fe de juramento, en el proceso de ca-
¿quién ha podido jugar así conmigo, sino nonización que eran imposibles de enumerar
aquel que no es digno ni de ser nombrado?» los golpes recibidos por el Santo de mano del
A estas palabras de desprecio contestó Sata- demonio; ni podían asimismo contarse las
nás al punto: «Sí, yo he sido: yo te he enga- atroces persecuciones de este monstruo infer-
ñado, y te engañaré más aún. Yo inventaré nal, á fin de conseguir distraerlo é impedirle
otra manera de atacarte, pues que hasta aho- la oración.
ra, por los medios empleados, no te he podido Una noche del mes de Agosto de 1804
vencer.—¿Quién eres tú, preguntó Nicolás.— oraba Nicolás en su cuarto, en compañía del
Yo soy Belial, enviado para destruir tu san- Hermano Juanito, á la sazón de unos catorce
tidad: no he de concederte un momento de años, cuando, poco antes de Maitines, abrió
reposo, pues que no haces tú otra cosa que
atormentarnos». Empleando entonces, como
(1) Cum gaydam unius suee túnica? alteri^vellet
Nuestro Señor, las palabras mismas de la Es- consuere, quserens et requirens et invenire;non
critura, exclamó el Santo, rebajando por des- valens, dicebat: Sánete Deus... Diabolus respon-
dí t dicens: illusi et illudam... Et dictus Nicolaus
precio á su terrible adversario de su natura- respondit: quis es tu? Ego sum Belial, etc. Proceso,
el demonio de repente la puerta haciendo un bedor de la inutilidad de sus pesquisas; mas
espantoso ruido, y vino á colocarse al lado de ¡oh milagro! ¡Cuál no sería su admiración al
los dos religiosos, en figura de un enorme pá- ver en manos del Santo la lámpara entera por
jaro negro, con el plumaje erizado y mirada completo, llena de aceite y arrojando viva luz
formidable. Habiendo empezado á temblar de á su derredor! (1). Un hecho casi igual se en-
miedo el joven compañero del Bienaventura- cuentra consignado en el proceso, el cual nos
do, éste, por ver de animarlo, díjole con in- refiere como sigue el P. Ambrosio Frigerio:
efable ternura: «Ven aquí, Juanito, ponte Hallándose una noche el siervo de Dios
junto á mí y no temas á esta bestia. Dios, con arrodillado ante el altar, adorando con fervo- _
toda seguridad, vendrá en nuestra ayuda». roso corazón al Santísimo Sacramento, vió a l '
demonio que se le acercaba, y que agarrando
En el mismo instante, irritado el demonio
la lámpara, fija en el muro por una fuerte ca-
con este lenguaje, arrojóse con ímpetu sobre
dena, derramó su contenido sobre los hábitos
la lámpara que colgaba de un rincón del cuar-
del Santo y, arrojándola al punto, la hizo mil
to, suspendida por un gancho de hierro, y,
pedazos. Levantóse Nicolás para ir á cam-
apagándola de un aletazo, arrojóla en tierra y
biarse de hábitos; mas para esto le era nece-
la quebró en mil pedazos. El pobre Hermano
sario pedirlos prestados á sus hermanos. Se
Juanito estaba medio muerto de miedo; mas
puso, pues, á recoger todos los pedazos del
el Santo volvió otra vez á consolarlo, dicien-
vaso que estaban tirados por tierra, y, diri-
do: «Anda... llama al Hermano Buenaventu-
giéndose á Nuestro Señor, le dijo con dulce
ra, que vive en esta celda inmediata: vete con
melancolía: «No consintáis una tal indignidad
él, á ver si encontráis una luz, y traédmela».
en vuestra presencia; no toleréis tan grande
Obedecieron los dos religiosos, y, descendien-
audacia en un enemigo que se atreve á hace-
do al piso bajo del convento, buscaron la luz
ros tan indignos ultrajes». Al momento, por
que se les había encargado; mas, así el fuego
de la cocina como la lámpara de la sacristía,
se hallaban completamente apagados, sin duda (1) Venias ad me, et sedeas hic, et non timeas
por el mismo Satanás. Después de varias dili- de isto, qui vadit per istam cellam, quia Deus ju-
gencias inútiles, los pobres Hermanos, llenos vabit nos. Voca Fratrem Bonaventuram... Invene-
de disgusto y de tristeza, decidieron subir otra runt illam speram in manibus Fratris Nicolai in-
tegrara, plenam oleo, et illuminatam sicut prius.
vez al cuarto de Nicolás, á fin de hacerle sa- Proceso.
un insigne milagro, los pedazos que el Santo el Santo. Un sábado en que se hallaba orando
tenía en su mano se reunieron, y la lámpara delante de este cuadro, hacia la hora de Ter-
volvió á encontrarse toda entera con su aceite cia, vino el demonio á romper delante de él
y su luz resplandeciente, que alumbró nueva- la lámpara colocada sobre la imagen, y de-
mente la iglesia (1). rramó todo el aceite de la misma sobre su há-
¿No manifestaba con esto á su siervo el bito. El Hermano Juanito, que ya probable-
divino Salvador que El se hallaba presente mente se iba acostumbrando á las artimañas
en el divino tabernáculo, y que con su tierna de Satanás, corrió en busca de otro vestido,
y poderosa protección velaba sobre él y lo á fin de que se mudase de ropa el siervo de
preservaba de la rabia y de las asechanzas Dios; mas quedóse profundamente admirado
del Infierno? Cerca del lugar, donde está aún á su vuelta, al ver á éste recoger tranquila-
hoy día colocada la lámpara del Santísimo, mente los fragmentos del vaso roto, que se
se lee la inscripción siguiente destinada á per- reunieron y juntaron otra vez en sus manos.
petuar la memoria de este hecho prodigioso: Pronto la lámpara reconstituida se encontró
« San Nicolás restituyó á su forma primitiva llena de aceite y encendida, de tal modo, que
la lámpara quebrada por el espíritu maligno, pudo volver á colocarla en su lugar y conti-
y, habiendo sido apagada, Nicolás, orando, nuar sus oraciones como si nada hubiera pa-
volvió sin fuego á encenderla» (2). sado. Cuando éstas hubieron terminado, apro-
El Hermano Juanito, que parece haber sido ximóse Juanito, mas fué para presenciar otro
el compañero privilegiado del Taumaturgo de objeto de admiración: la túnica de Nicolás se
Tolentino, á causa sin duda de su inocencia hallaba limpia y sin señal ninguna del aceite
y docilidad, fué todavía testigo de un tercer derramado por el demonio (1).
milagro análogo á los precedentes. Trátase Era, pues, evidente que este enemigo in-
esta vez de una imagen de Jesús crucificado, fernal había perdido su trabajo; sin embargo,
colocada sobre la puerta de la sacristía, y ante no desistió él de sus persecuciones y violen-
la cual hemos dicho que acostumbraba á orar cias al acecho de su víctima, cuya dulzura,
continua oración y poder sobrenatural pare-
(1) Frigerio , cap. xv, pág. 65.
cían exasperar y redoblar su furor. Tan pron-
(2) Lampadam a torvo spiritu extractara in for-
mara restituit iategram atque exstiactam sine igne (1) Frigerio, cap. xv, pág. 65.
pius Nicolaus orans accendit,
to como el siervo de Dios se recogía para ligioso con tal fuerza, que se lo rompió en el
orar, acudía á acometerle con todo género de cuerpo. Este palo, partido en dos, se conser-
tentaciones, ó bien con imaginaciones extra- va todavía en Tolentino en un rico estuche de
vagantes, ó bien agobiándole de una fatiga plata (1). Levantóse entonces el Santo lleno
extraordinaria, pasando por fin á las amena- de cardenales, y llevó por mucho tiempo se-
zas y á los golpes. ñales visibles de los golpes de su verdugo.
Había una noche bajado Nicolás al orato- No fué ésta la sola vez en que Nicolás fué
rio, situado cerca de la iglesia del convento, herido por el demonio, pues asegura San An-
con la intención de pasar allí parte de la no- tonino que el espíritu infernal lo golpeaba fre-
che delante del tabernáculo; y apenas había cuentemente; y el Hermano Juanito ha ates-
comenzado sus amorosos coloquios con su tiguado en el proceso, como ya hemos dicho,
Dios, cuando el demonio, que conocía su pia- que son imposibles de referir todas las vio-
dosa costumbre, se puso á rugir de una ma- lencias, las asechanzas y las luchas que tuvo
nera espantosa, imitando los aullidos de los que sostener nuestro Santo contra el demonio
animales salvajes. El Santo, abismado en la durante los tres últimos años de su vida. An-
contemplación del Santísimo Sacramento, no tes de esto, en casi todos los conventos don-
se preocupó lo más mínimo de este alboroto de había vivido había sido el glorioso agusti-
infernal, y continuó su oración como si el no atormentado por Satanás; pero, sobre todo,
más profundo silencio reinase á su alrededor. al acercarse el fin de su existencia, parece
Una tropa de espíritus malvados apareció en- que el Infierno desplegó todas sus astucias y
tonces á sus ojos, prorrumpiendo en desafo- todas las crueldades por arrancar al Santo un
rados clamores y alaridos y removiendo con alma tan pura y tan magnánima. En este tiem-
tan inaudita violencia las tejas del techo del po fué cuando Belial acudió á los insultos y
oratorio, que parecía á punto de desplomarse. á los golpes.
El valeroso adversario de Satanás, firme y Cierto día, por ejemplo, azotólo el demonio
constante en la misma posición, parecía que,
ó no oía nada, ó pretendía burlarse del In-
fierno. Ante esta actitud impasible del Santo (1) Super oratorii tectus stans. voces diversa-
rum ferarum formabat... tectum revolvere videra-
entró el monstruo infernal en espantosa cóle- tur. A ille ludibria illa et terriculamenta nihili
ra, y, tomando un palo, golpeó al heroico re- pendens, majori animi conten tione precibus xn-
cumbebat. Proceso.
tan cruelmente, que lo dejó cubierto de gra- Entonces el enemigo, en un ímpetu de rabia
vísimas heridas. Su confidente Juanito con- imposible de describir, arrojólo segunda vez
movióse profundamente al verle tendido en contra el suelo y azotólo terriblemente. For-
medio de su celda sin fuerzas y aun casi sin zado por fin á retirarse el siervo de Dios, que-
vida. Preguntóle la causa de su mal, y res- brantado y sin fuerzas, probó de apoyarse en
pondió simplemente el Santo: «El diablo ha un ángulo de la pared; mas los monstruos in-
hecho esto; mas, por los méritos de la Virgen fernales lo persiguieron y maltrataron de tal
María, espero que no me ha de vencer» (1). suerte, que le rompieron un pie. De resultas
de esto tuvo necesidad ya toda su vida el
Otra vez sucedió que, como tuviese Nico- Santo de un palo para poder andar (1).
lás la costumbre de adelantarse á la hora de
Nicolás, en esta ocasión, hallábase ya casi
Maitines, que se decían á media noche, salió
moribundo. Sin embargo, los espíritus infer-
de su celda para el coro. Mas, habiendo en-
nales no se daban todavía por satisfechos, y
contrado cerrada la puerta, decidió entrar en
querían, por esta vez, ir más allá, hasta aca-
el refectorio, con objeto de orar allí ante la
bar con su víctima. Tomaron, pues, al Santo
imagen de Jesús crucificado. Sucedió, pues,
en sus brazos y comenzaron, como por juego,
que, viniendo por detrás el demonio, descargó
á arrojárselo los unos á los otros, á través del
sobre el Santo tan terrible golpe que, pegan-
espacio, por entre las columnas del claustro.
do con la cabeza en el umbral de la puerta,
Tal fué el ruido causado por los demonios, y
cayó en tierra casi sin conocimiento. Cuando
tales los gritos de alegría en que prorrumpie-
ya Nicolás pudo respirar y removerse, pro-
ron, que despertaron llenos de sobresalto los
nunció amorosamente el nombre de Jesucris-
religiosos, acudiendo inmediatamente al lu-
to, y se levantó decidido á entrar, por encima
gar del suceso, donde encontraron al soldado
de todo, á hacer oración en el lugar dicho.
valeroso de Jesucristo tendido en tierra, todo
ensangrentado, acardenalado y medio difun-
(1) Frater Joannutius... inven.it Nicolaum mur- to. Tomáronlo en sus brazos, y lo condujeron
murantem cum patientia et dicentem : Fili mi, ju-
vame quia multum sum verberatus a diabolo ; ta-
rnen non vincet me cum gratia Beat® Mariee et ipse
Joannutius vidit tumefacciones magnas, in facie, (1) In limine ostii refectorii a Bcliali impingi-
spatulis ac brachiis dicti Nicolai... Ipse Nicolaus tur et ad terram prostratus et iterum verberatus
hoc occultabat quantum poterat. Joannutius in a diabolo. Proceso.
Proc. in ordine testium ccxxi.
respetuosamente á su pobre lecho. Mas ¡oh
cosa admirable! Habiendo esta dulce víctima
de Satanás invocado el nombre de Jesucristo,
apareciósele Nuestro Señor al momento y se
entretuvo en conversar con él. ¿Qué pasó allí? CAPÍTULO X V I
El Santo no ha revelado jamás el secreto de
esta divina visita; pero se le vió confortado La estrella de la oración— El oratorio de Tolenti-
é, instantáneamente repuesto, levantarse y no.—La estrella presagio de santidad.—Precede
apoyado en su bastón, á pesar de no estar ésta á Nicolás hasta el altar.—Cree San Nicolás
aún curada la herida del pie, volverse al coro cercano su último dia—«Yo duerno, mas mi co-
para rezar Maitines y dar gracias á Aquel razón vela.»
que por él había hecho un nuevo é inefable
milagro. El amor ardiente de San Nicolás hacia
Para conservar la memoria de este mara- Dios le impelía sin cesar hacia la soledad y
villoso suceso, grabaron los religiosos sobre el silencio, á fin de recogerse y de comunicar
la puerta del refectorio la siguiente inscrip- á solas y sin testigos con su divino Maestro.
ción, que todavía allí se lee: «Esta puerta Su alma tenía hambre y sed de lo infinito y
fué ilustrada por un importante combate de de los bienes eternos, sin que nada en la tie-
Nicolás. Golpeado cruelísimamente durante rra fuese capaz de aplacarlas ni satisfacerlas.
la noche por el enemigo del género humano, Sentía profundamente el vacío y la vanidad
fué arrojado en tierra exánime y con un pie de todo lo de este mundo y la nada de todo
roto. Mas, ayudado por los Padres y habien- lo que no es Dios, siendo Nuestro Señor Je-
do invocado el nombre de Cristo, fué cura- sucristo el solo y único objeto de sus amores.
do» (1). La oración, pues, era una verdadera necesi-
dad para su alma, sin que bastasen á satisfa-
cerle la soledad y el silencio de su celda.
(1) Porta hsec gravissimo Nicolai certamine in-
signita, ubi ab Immani generis hoste nocturnis Apenas llegaba por primera vez á un con-
horis acerrime impulsus, claudo pede humi exa- vento, buscaba inmediatamente un lugar so-
nimis procubuit. At Christi nomine invocato, a litario, que fuese á propósito para el recogi-
Patribus adjutus surrexit.
miento y la contemplación.
Eso es lo que hizo en 1275, cuando sus cuentaba este lugar, gustando en él las ver-
superiores lo enviaron á Tolentino. Tan pron- daderas delicias celestiales, cuando el Señor
to como hubo conocido el monasterio, eli- le concedió un favor extraordinario, en el
gid y adoptó un cuarto contiguo á la igle- cual el Beato Jordán de Sajonia, Pedro de
sia con una pequeña ventana, que se abría Monterubiano, el Breviario, los Bolandistas y
sobre el tabernáculo. Separado, pues, de la todos los historiadores del Santo se detienen
celda del Santo sólo por una grande habita- con una particular complacencia. Así como
ción que servía entonces de sacristía, y que en la antigua ley hizo Dios ver en ensueños
fué después convertida en sala capitular, este á José doce estrellas, que le presagiaban su
cuarto vino á convertirse en oratorio del sier- futura grandeza, de la misma suerte hizo
vo de Dios, que, con sólo dar unos cuantos aparecer á los ojos de nuestro Taumaturgo
Jiasos, podía trasladarse allí. A él se retiraba una estrella maravillosa, como prenda ben-
furtivamente, ocultándose con ciertas precau- dita de nuevas gracias que le preparaba y del
ciones que podríamos llamar de piadosa as- tierno amor que él abrigaba en su tan pura y
tucia, haciéndolo así cuantas veces sus ocu- santa alma.
paciones se lo permitían. A solas entonces He aquí el hecho. Una noche, después de
con su Dios, entregábase Nicolás á las expan- haber orado largo tiempo en su celda ante la
siones de la más fervorosa y ardiente ternu- imagen de la Piedad y ante la reliquia de la
ra. Como ya lo hemos visto, él ansiaba sobre Vera-Cruz, hallándose el siervo de Dios en
todo pasar las noches delante del Santísimo un apacible adormecimiento, vió en sueños
Sacramento en íntimos y amorosos coloquios una estrella brillantísima y de una grandeza
con la Sagrada Hostia, donde se encerraba su extraordinaria, que avanzaba rapidísimamen-
amantísimo Señor y Maestro. Con muchísima te desde el Castillo de San Angel in Ponta-
frecuencia le sorprendían los rayos del sol no, donde Nicolás había nacido, hasta el altar
arrodillado todavía junto á la ventanilla, y situado detrás del oratorio, en donde él te-
abismado en la contemplación de las bellezas nía la costumbre de celebrar cada día el sa-
inefables de su Amado (1). crificio de la Misa y pasar largas horas en
Hacía ya muchos años que Nicolás fre- oración. Este astro maravilloso se sostenía á
poca distancia del suelo, á la altura de un
(1) Integra» ssepe n o c t e s pervigil dueebat.
hombre, y parecía atraer á los pueblos de
íi
significación de esta estrella, que tú no has
todos los países y hablar todas las lenguas: conocido» (1).
por fin, como llegado ya al término de su mi- Pocos días después de sucedido esto, en-
lagrosa carrera, se detenía delante ,del altar; trando Nicolás, según costumbre, en el ora-
renovándose este prodigio muchas noches, torio, vió de nuevo la misteriosa estrella, que
como para dar al Santo una prueba cierta de avanzaba muy lentamente y le precedía hasta
la realidad de la visión. Apoderóse de su el altar, del modo como la había visto en sue-
alma, en medio de esto, un cierto miedo, no ños. Desde este momento siguió apareciéndo-
sabiendo qué pudiese significar aquella es- sele delante de sí cada vez que se dirigía á
trella maravillosa. Al efecto franqueóse con- orar. Bien pronto comprendió entonces el
fidencialmente acerca de todo lo que había Santo que la explicación que le habían dado
visto con uno de los religiosos, persona de acerca del ensueño era realmente la expre-
muy buen juicio y de gran sabiduría, el cual, sión de la verdad y de los intentos del Cie-
después de haber escuchado atentamente esta lo (2). Sin embargo, temiendo todavía ser en-
confidencia, respondió á Nicolás estas pala- gañado , y á fin de asegurarse positivamente
bras, que pueden considerarse como profé- del prodigio, volvió á entrar en el oratorio,
ticas: hizo una profunda salutación, oró breves ins-
«Padre, esa estrella es presagio de vuestra tantes y atravesó la estancia contigua en toda
santidad. No dudo lo más mínimo que vuestro su longitud. Desde que él se fué alejando del
cuerpo ha de ser algún día colocado en el altar, la estrella que le había precedido se
lugar donde este astro parece acabar su ca- le hizo invisible; mas, apenas se acercó de
rrera; y que, entre los numerosos milagros nuevo, se le volvió otra vez á aparecer. La
que allí han de obrarse, uno será el ver acu- misma experiencia fué renovada muchas ve-
dir á vuestro sepulcro y honrar vuestro nom- ces por el humilde religioso, siendo siempre
bre á pueblos que no os habrán antes conoci- idéntico el resultado. En adelante pudo ya
do». Espantado el siervo de Dios al oir este quedar completamente persuadido y cierto
discurso, capaz, en verdad, de conmover su del favor celestial que le había sido conce-
profunda humildad, retiróse de allí, diciendo: dido; tanto más, cuanto que este tan insigne
«No tengas de mí tal opinión, Hermano. Yo
jamás he sido más que un siervo inútil de (1) Pedro de Monterubiano.
(2) Bolandos, tom. n i , pág. 652, nútn. 30.
Cristo. Mas el Señor me dará á conocer la
prodigio duró machos años. He aquí por qué
que su bienaventurado siervo gozaba en el
sin duda San Nicolás, acordándose de las
Cielo de la magnífica y eterna recompensa
palabras del religioso arriba dicho , y no que-
merecida por sus heroicas virtudes, y que él
riendo oponerse á la voluntad de Dios, pidió
gozaba todavía el poder de socorrer á aque-
en su última enfermedad que lo enterrasen
llos que recurrían á su intercesión, como lo
debajo del lugar donde se le mostraba la es-
había tenido durante su vida?
trella, siendo su voluntad el que jamás, por
ninguna razón ni en tiempo alguno, fuese Este astro bendito fué cantado por el gran
alejado de allí su sagrado cadáver. poeta Juan Mantuano. Pedro de Uzeda, pen-
sando en la estrella maravillosa y en las per-
¡Oh verdad de Cristo!, exclama Pedro de dices resucitadas, ha hecho estos graciosos
Monterubiano: Tú que jamás engañas, Tú que versos:
ves lo que ocultan las tinieblas con la luz de
Aves al Cielo yo be dado,
tu admirable claridad, Tú has enviado esta
Y el Cielo me ba vuelto estrellas,
estrella y la has hecho preceder á este hom- Para que, brillando en mí ellas,
bre venerable, como señal insigne de su san- Me hagan de Dios templo amado (1).
tidad, atrayendo hacia él, aun después de
muerto, pueblos numerosos y de diversas ra- El Papa Eugenio I V , movido de este fa-
zas... (1). En efecto, durante muchos años, en vor sobrenatural concedido por el Cielo á
el día del aniversario de la fiesta del Santo, este insigne Taumaturgo, mandó que sus es-
mientras que inmensa muchedumbre de gen- tatuas é imágenes llevasen la estrella mila-
te de todos los países se agolpaba alrededor grosa colocada sobre el pecho. Parece de este
de su tumba para honrar sus restos gloriosos modo que dicha estrella brilla todavía con
y obtener numerosos milagros de curaciones, purísimos resplandores sobre la Orden que
aparecíase la estrella, siempre inmoble y ra- tuvo la dicha de poseer y dar á la Iglesia al
diante, sobre los despojos mortales de Nico- ilustre Nicolás de Tolentino. En cuanto á este
lás (2). ¿No quería Dios manifestar con esto bendito hijo de San Agustín, desde el día en
que estuvo cierto de la verdad de esta visión,
(1) Pedro de Monterubiano, cap. iv.
(1) Juan Bautista Mantuano, lib. ni.
(2) Et multis sane annis continuis ipsa die obi-
tus ejus... stella illa videbatur. Pedro de Monte- Do volueres ccelo: coalum mihi sidera redit,
rubiano, cap. iv. Ut nitidus stellis sim domus apta Dei.
Petrus de Uzeda.
juzgó que esta gracia maravillosa era una ad-
vertencia del Cielo, que le daba prisa á pre-
pararse para la muerte, anunciándole que el
término de su peregrinación no estaba ya le- CAPÍTULO X V H
jos. Creyó, pues, poderse alegrar de dejar ya, Los conciertos angélicos— San Nicolás se prepara á
por fin, este valle de lágrimas, donde todo la muerte.—Melodías celestes—Nina de Tolen-
parecía tan pequeño é imperfecto á su alma, tino.—Síntomas de la muerte.—Aparición divi-
ávida de la belleza infinita, y comenzó á pre- na.—«Tres días después de mi Natividad pasarás
pararse para ver muy pronto cara á cara á de este mundo al Reino de los Cielos.»—«Alégra-
aquel Dios á quien sólo conocía bajo el es- te; tu oración ha sido escuchada.»—La noticia
peso velo y sombra de la fe y de sus inefa- de'la enfermedad de San Nicolás se extiende por
bles misterios. la villa de Tolentino.—Emoción general.—Nue-
vos milagros.
¡ Ay! El amor ardiente de su corazón lo en-
gañaba por esta vez y le hacía tomar sus de- Aproximábase ya, por fin, la hora de la
seos por celestes realidades: el Señor, empe- unión perfecta y definitiva, de la unión sin
ro, había decidido dejarlo todavía embalsa- sombras ni límites, y el heroico hijo de Agus-
mar la tierra con el perfume de sus admira- • tín iba á gustar la alegría y dulzura de la
bles virtudes, y únicamente le había conce- muerte de los santos en el Sagrado Corazón
dido la estrella para excitarlo á crecer más de Jesús, iba á ver á Dios cara á cara y á
y más en el fervor y en la práctica de la per- abismarse en El para siempre. Esta esperanza
petua unión con Cristo. A los dulces ardores lo llenaba de un inefable consuelo; consuelo
de este astro bendito, el alma de Nicolás supremo y misterioso, que el Señor reserva
abrióse toda entera á la acción divina y llegó para aquellos que le han servido con valor so-
á entregarse de tal suerte á la oración y con- bre la Tierra, en el dolor y en la penitencia, á
templación de las cosas celestiales, que nada costa de mil sacrificios y penosas tentaciones.
de aquí abajo podía interrumpir ni perturbar Abandonar la Tierra como se abandona un
su íntima unión con Nuestro Señor; de suerte lugar de destierro; subir rápidamente á una
que se le podían aplicar estas profundas pa- patria tan apetecida; tocar ya al término de
labras de los Cantares: «Yo duermo, pero mi los deseos más ardientes del alma; sentir que
corazón vela».
juzgó que esta gracia maravillosa era una ad-
vertencia del Cielo, que le daba prisa á pre-
pararse para la muerte, anunciándole que el
término de su peregrinación no estaba ya le- CAPÍTULO X V H
jos. Creyó, pues, poderse alegrar de dejar ya, Los conciertos angélicos— San Nicolás se prepara á
por fin, este valle de lágrimas, donde todo la muerte—Melodías celestes—Nina de Tolen-
parecía tan pequeño é imperfecto á su alma, tino.—Síntomas de la muerte—Aparición divi-
ávida de la belleza infinita, y comenzó á pre- na.—«Tres días después de mi Natividad pasarás
pararse para ver muy pronto cara á cara á de este mundo al Reino de los Cielos.»—«Alégra-
aquel Dios á quien sólo conocía bajo el es- te; tu oración ha sido escuchada.»—La noticia
peso velo y sombra de la fe y de sus inefa- de'la enfermedad de San Nicolás se extiende por
bles misterios. la villa de Tolentino.—Emoción general.—Nue-
vos milagros.
¡ Ay! El amor ardiente de su corazón lo en-
gañaba por esta vez y le hacía tomar sus de- Aproximábase ya, por fin, la hora de la
seos por celestes realidades: el Señor, empe- unión perfecta y definitiva, de la unión sin
ro, había decidido dejarlo todavía embalsa- sombras ni límites, y el heroico hijo de Agus-
mar la tierra con el perfume de sus admira- • tín iba á gustar la alegría y dulzura de la
bles virtudes, y únicamente le había conce- muerte de los santos en el Sagrado Corazón
dido la estrella para excitarlo á crecer más de Jesús, iba á ver á Dios cara á cara y á
y más en el fervor y en la práctica de la per- abismarse en El para siempre. Esta esperanza
petua unión con Cristo. A los dulces ardores lo llenaba de un inefable consuelo; consuelo
de este astro bendito, el alma de Nicolás supremo y misterioso, que el Señor reserva
abrióse toda entera á la acción divina y llegó para aquellos que le han servido con valor so-
á entregarse de tal suerte á la oración y con- bre la Tierra, en el dolor y en la penitencia, á
templación de las cosas celestiales, que nada costa de mil sacrificios y penosas tentaciones.
de aquí abajo podía interrumpir ni perturbar Abandonar la Tierra como se abandona un
su íntima unión con Nuestro Señor; de suerte lugar de destierro; subir rápidamente á una
que se le podían aplicar estas profundas pa- patria tan apetecida; tocar ya al término de
labras de los Cantares: «Yo duermo, pero mi los deseos más ardientes del alma; sentir que
corazón vela».
el soplo de que se halla animada va, en fin cuando Nicolás sintió claramente en sus miem-
á romper la barrera que separa el tiempo de bros los primeros síntomas y anuncios de la
la eternidad, ¡qué suprema embriaguez! ¡qué muerte. Una fiebre ardiente consumía conti-
alegría inefable! ¡qué magnífica recompensa nuamente sus fuerzas, causada y sostenida
para el corazón amoroso de un Santo...! Elé- por sus mortificaciones y largas oraciones, á
vase éste dulcemente hacia los espacios infi- las que no quería renunciar, ambicionando
nitos; van poco á poco cayendo las ligaduras tan sólo el ser fiel á su vocación hasta su úl-
que lo aprisionaban; un rayo de luz divina timo suspiro, á fin de que las postrimerías de
comienza á brillar á su vista; déjase oir en- su vida correspondiesen á sus principios. De
tonces la voz del enamorado Esposo, y, mien- modo, que resultaba poco menos que imposi-
tras estremécese el alma al percibir esta voz ble á los religiosos de Tolentino el hacer que
inefable, ábrele Aquél de par en par las man- su santo hermano aceptase el más ligero re-
siones de la paz y de la bienaventuranza. El frigerio, ya en cuanto á la alimentación, ya
Cielo es suyo para siempre. en cuanto á la cama ó á cualquiera otro cui-
dado corporal. Mas como el Señor es infini-
Por la época á que llegamos en la vida tamente bueno, dice el Beato Jordán de Sa-
de Nicolás, nuestro Bienaventurado estaba jorna, recompensó la fidelidad de su siervo,
probando todo esto. El era feliz viendo la no solamente con el don de milagros, sino
muerte aproximarse; y, como nada lo esclavi- también concediéndole, en sus últimos días,
zaba á la Tierra, sentíase fatigado de la vida cierta especie de certeza sobre la gloria de
y redoblaba sus deseos del Cielo, saludando que había de ser coronado. Durante los seis
á la enfermedad como la mensajera celeste meses que precedieron á su bienaventurada
que le abriría las puertas de la Gloria. Desde muerte, Nicolás, cada noche, antes de Maiti-
que fué maltratado y azotado por el demonio, nes, oía melodías angélicas; debiéndose ad-
quedó el heroico soldado de Cristo enfermo y vertir que tales cánticos de los espíritus ce-
cojo. Apenas podía arrastrarse apoyado sobre lestiales los percibía Nicolás > no meramente
un bastón, y, agravándose de día en día sus do- en espíritu, sino con sus propios oídos corpo-
lores, llegó á hacerse el mal tan violento y tan rales (1).
continuo, que, á pesar de su valor é indoma-
ble energía, se vió obligado á guardar cama.
(1) Ipse per sex menses ante obitum omni nocte
Era en los primeros meses del año 1305
Tal es lo que la historia nos refiere también
acerca de otros santos, como San Francisco
de Asís y San Bernardo, á los cuales descen-
dían los espíritus angélicos para alegrarlos y
consolarlos con la armonía de sus himnos.
Tenía esto lugar, siempre á una misma hora,
durante el silencio de la noche, y continuaron
embriagando su alma de inefables melodías
hasta su último suspiro. Como la estrella de
la oración no brillaba más que raramente,
pues el Santo no podía dirigirse con frecuen-
cia al altar del Santísimo Sacramento, parece
que, como por una admirable delicadeza, dig-
na del corazón de Dios, quiso el Cielo reem-
plazarla por estos conciertos angélicos, pre-
sagio de los cánticos de la eterna Patria, y
prenda bendita de las recompensas que aguar-
daban al valiente soldado de Jesucristo.
Oyendo estas suaves armonías, transpor-
tado Nicolás de una dulce embriaguez, excla-
maba con frecuencia: «Deseo verme libre de
este mundo, para estar con Cristo» (1). No
se engañaba en ello: estos himnos del otro
mundo le anunciaban la llegada del Esposo

SAN NICOLÁS
ante matutinalem horam etiam corporalibus auri-
bus canticum, angeloruin suavissimuin audivit. D E L E I T Á N D O S E CON LA MÚSICA DE LOS ÁNGELES
Beato Jordán de Sajonia, lib. I I , cap, X I I I .
(1) Ex^quo (cántico angélico) delectabiliter (Tomado de una labia de Gagliardi que se conserva
provocatus dicebat, cupio, dissolvi et esse cum en la iglesia de San Agustín de Roma.)
Christo. Beato Jordán de Sajonia, ibid.
Una joven de veinticinco años, llamada
Celestial y su próxima unión, por toda la eter- Nina, eáposa de Joncarello de Tolentino, se
nidad, con su Dios y su Criador. Verdadero confesaba habitualmente con Nicolás. Ha-
serafín de la Tierra, él veía crecer sus alas biendo llegado á caer en una falta grave,
con rapidez. Semejante al águila que, incli- completamente secreta, fuese á la iglesia de
nándose sobre el borde de su nido, abarca los Ermitaños el día del Jueves Santo de 1305
con segura mirada los espacios luminosos en con objeto de recibir la absolución, pero fir-
que habrá de cernerse muy en breve, Nico- memente resuelta á no confesar su pecado.
lás contemplaba también el Cielo con ardien- Después de haber aguardado algún tiempo al
tes deseos é inefables emociones, hablando á santo confesor, que ordinariamente se senta-
cuantos le rodeaban con acentos de alegría y ba en el confesonario á aquella misma hora,
de impaciencia, que les arrebataban y les ha- fué á suplicar al Hermano Simón que pregun-
cían pensar que la muerte se hallaba ya cer- tase á Nicolás si podría venir á oiría en con-
cana. Estos acordes maravillosos, que dura- fesión. «Si queréis que llame á otro Padre,
ron hasta el último suspiro de Nicolás, se ha- respondió el portero, lo haré con mucho gus-
bían dejado oir por la primera vez en el mes to; pero llamar al P. Nicolás no hay que pen-
de Marzo de 1305. Cierto número de histo- sar en ello, pues se halla en cama gravemen-
riadores añade que estas melodías del Paraí- te enfermo. Harto sabéis que, cuando él pue-
so arrobaban al Santo, y que estos arroba- de bajar, no hay necesidad de que se le llame
mientos aligeraban el peso de su cuerpo y lo para sentarse en el confesonario».
levantaban repetidas veces sobre su pobre
cama (1). Apenas había el Hermano pronunciado es-
tas palabras,.cuando vió con grandísimo es-
Pero, ¡cosa más maravillosa todavía, y que tupor al P. Nicolás, que con mucho trabajo,
demuestra cuál era la fuerza de alma y de ca- y apoyado en su bastón, se encaminaba hacia
rácter del hijo de Agustín 1 Todavía continua- la penitente. Dios acababa de hacerle cono-
ba ocupándose tranquilamente en las obras y cer espiritualmente el estado en que ésta se
en las personas confiadas á su dirección, á pe- encontraba, y su ardiente caridad había triun-
sar de sus éxtasis, de sus continuos dolores y fado una vez más de la fiebre y de la debili-
de su extrema debilidad. He aquí un ejemplo. dad ocasionada por la dolencia.
Nina permanecía inmoble y atónita delan-
te del Santo, el cual, aproximándose á ella, á hacer cama al tercer día. Tendióse, pues,
le dijo, de manera que no pudiese ser oído de en su pobre lecho, para no levantarse jamás,
otro: «¡Tú tienes vergüenza de confesar el pe- y su debilidad llegó á ser tal en breves ins-
cado cometido! Desecha todo temor: he aquí tantes, que consultados los médicos, contra el
lo que has hecho!....»; y le dijo en pocas pa- parecer del enfermo, declararon que su pulso
labras el pecado que tanto la confundía y apenas latía, hallándose, por tanto, en los úl-
que había estado tentada á callar, sacrilega- timos momentos. Advertido Nicolás sobrena-
mente, en el tribunal de la penitencia. La po- turalmente de la proximidad de su muerte,
bre pecadora, sobrecogida de confusión, de previno inmediatamente sobre ello á los reli-
estupor y de remordimientos, cayó de rodillas giosos, diciéndoles, con grandísima alegría,
y se confesó con abundantes lágrimas y con en el momento en que pensaban ellos anun-
un verdadero dolor de su pecado. Al levan- ciarle la gravedad de su mal: «Alegraos, her-
tarse de los pies de Nicolás, no pudo menos manos míos: ya estoy á las puertas. Yo os su-
de decirle, como ella misma certificó después plico que toméis la imagen de la Piedad, á
en el proceso de canonización: «¡Ah, Padre quien tanto amo, y la pongáis aquí, delante
mío! ¡Nadie, sino Dios, podía conocer mi pe- de mis ojos» (1). Nicolás, al hacer esta peti-
cado!» (1). ción, tenía en ello una intención particular.
A fines de Agosto de este mismo año pa- Desde que la divina Señora fué colocada en
reció que el Santo recobraba nuevas fuerzas, su presencia, comenzó á rogarle, con la santa
dando algunas esperanzas de poder aún pro- y encantadora confianza de los santos y ami-
longar su lánguida vida. Su rostro, blanco co- gos de Dios, que saben han de ser escuchadas
mo la nieve, y semejante á una lámpara de favorablemente sus peticiones. Suplicábale,
alabastro, iluminado por una llama interior, pues, á la Santísima Virgen se sirviese visi-
se había algún tanto reanimado: mas, el 1.° tarlo en el lecho de su agonía y hacérsele vi-
de Septiembre, un acceso de- fiebre, que di- sible, en compañía de Nuestro Señor Jesu-
simuló en sus principios, le obligó otra vez cristo y de San Agustín su Padre (2). Duran-

(1) Tu verecundaris confiteri peccatum tuum (1) Beato Jordán de Sajonia, lib. n , cap. x m .
quod fecisti: noli verecundari quia tu fecisti hoc (2) Et rogavit Yirginem Mariam, et Beatum P.
et hoc... Dixit Nina : hoc peccatum non poterat sei- Augustinum, ut apparitiones Christi, et ipsorum
re nisi solus Deus. Proceso. consolationem reciperet. Proceso.
siguiente respuesta de los labios de María:
te dos días no cesó de rogar á la Reina del «Llénate de alegría, hijo mío: tres días des-
Cielo, con las más apremiantes y amorosas pués de mi Natividad pasarás de este mundo
instancias, esforzándose con grandísimo fer- al Reino de los Cielos. Recibe, pues, los sacra-
vor é ilimitada confianza por apresurar el fe- mentos de la Iglesia y apresúrate á preparar-
liz momento de la gracia que imploraba y te» (1). A estas palabras vióse el alma del San-
contaba ya como segura. Alegrábase ya en to inundada de la más pura alegría, como que
secreto, de antemano, de esta visión consola- tenía la seguridad de morir muy en breve y
dora, sabiendo que una Madre como María de encontrarse cara á cara con Jesucristo. Su
no rehusaría nada, en la hora de la muerte, á misma Madre se lo había asegurado: Ella lo
un hijo tan amante, á un devoto servidor. presentaría ante su Juez. Mas esta consolado-
El día 5 de Septiembre, estando Nicolás ra seguridad no era aún bastante para el bien-
pidiendo este favor en oración fervorosa, he aventurado moribundo, que ante la inefable y
aquí que el divino Salvador, la Santísima Vir- maternal ternura de la Virgen atrevióse á
gen y el Patriarca de su Orden se aparecen pedir á su corazón tan buena obra, gracia to-
cerca de su lecho, haciéndose visibles á sus davía más rara y singular. «Madre querida, le
ojos (1). ¡Qué inmensa é inexplicable alegría dijo con la sencillez de un niño: bien sabéis
para el venerable agonizante! Dulces lágrimas cuánto he tenido que pelear contra los demo-
corren de su demacrado rostro; brotan de su nios durante mi vida: yo os suplico que los
corazón los más tiernos afectos de reconoci- alejéis de mí á la hora de mi muerte» (2).
miento, y queda abismado en un arrobamien- No respondió la Virgen por esta vez, sino
to sobrenatural. Sin embargo, vuelto en sí, y que desapareció con Nuestro Señor y San
á fin de mostrar por qué razón deseaba tanto Agustín. ¿Iba, pues, á encontrarse Nicolás
esta celestial visita, pide candorosamente á la con sus crueles enemigos? ¿Iban otra vez á
Madre de Dios que le dé á conocer si, como
él espera, abandonará esta tierra miserable (1) Tertia die post Nativitatem meam de hoc
dentro de seis días; á lo cual oye Nicolás la muado transibis ad regnum coelorum, sacramen-
tis igitur ecclesise receptis, te preparare festina.
Proceso.
(1) Tertia vero die post devotas orationes appa- (2) E t t u n c dictus Nicolaus ab ea petiit, quod
ruit Christus cum Beata Maria, sicut ipse Prater in hora mortis suse nullus occurrat inimicus, cum
Nicolaus petiit. Proceso. quo sic pugnaverat vivus. Proceso.
renovarse sus terribles y dolorosos combates dar fe á la triste verdad que les amenazaba.
con Satanás? Su filial confianza resistió tran- Los enfermos, sobre todo, hallábanse sumi-
quilamente esta prueba, y en nada se abatió dos en la más grande amargura; pues, al per-
por el silencio de la Virgen. Abandonóse, por der á Nicolás, perdían en él á su médico y
el contrario, enteramente á Ella, y contempló consolador; á aquel que en el nombre de Dios
con mucho mayor amor que antes la imagen les devolvía la esperanza, la salud y la vida.
de la Piedad, que nunca abandonaba. Por fin, «Hallándose el Santo enfermo, escribe el Bea-
el 7 de Septiembre, el heroico siervo de Ma- to Jordán de Sajonia, fué visitado por un gran
ría fué plenamente confortado y recompen- número de personas, y sobre su lecho de do-
sado por la voz de un ángel, que pronunció lores tuvo ocasión de obrar multitud de mila-
distintamente á su oído las siguientes pala- gros, imitando á su Padre San Agustín, que,
bras: «Alégrate, Nicolás: tu petición ha sido estando él mismo enfermo, curó, sin embargo,
escuchada...» (1). Entonces, dice con su sen- á un enfermo» (1). Este mismo escritor cita
cillo lenguaje el autor anónimo ya citado, los muchos de estos prodigios realizados duran-
dragones que se agitaban ya por venir á ro- te las últimas y preciosas horas de la vida
dear á este modelo de santidad, fueron con- del Taumaturgo de Tolentino. Permítasenos
tenidos por la virtud del Altísimo, recibien- citar algunos de ellos.
do la más rigurosa prohibición de poner los Hacía quince días que Blanda de Tolenti-
pies en su celda, que debía ser en adelante el no se sentía atacada de tan violentos dolores
vestíbulo y la antesala del Paraíso para el ve- de cabeza, que á veces la dejaban ciega y sor-
nerable agonizante (2). da. Habiendo venido á buscar al ilustre mo-
Durante este tiempo extendióse por toda la ribundo sobre su lecho de agonía, suplicóle
ciudad la triste noticia de la grave situación se dignase tocar con su bendita mano la par-
de Nicolás, y, presa de la más viva inquietud te dolorosa, asiento de la enfermedad. Ex-
los habitantes de Tolentino, invadieron las cer- tendió Nicolás su mano sobre la frente de la
canías y puertas del monasterio pidiendo no- pobre enferma, y, trazando sobre ella la señal
ticias con gran desolación y llanto, sin poder de la cruz, al momento desaparecieron para
siempre los dolores (2).
(1) Angoli audivit vocera dicentem: Exaudita
est oratio tua. Proceso. (1) Beato Jordán de Sajonia, lib. n , cap. x m .
(2) Anónimo, cap. xxxv, pág. 95. (2) Frigerio, cap. X X I I , pág. 105.
fermedad: estaba completamente ciega, y aho-
Acababa de morir un religioso de la Orden
ra veo». En efecto, los tumores habían des-
de San Agustín, dejando en el mundo una
aparecido por completo, y ella pudo volver á
hermana que lo amaba tiernamente, y que por
su casa, sola y sin el menor vestigio de su en-
su parte quedaba inconsolable. Tanto y tan
fermedad (1).
continuo fué lo que lloró esta hermana, que
se le declaró en los ojos una grave inflama- San Antonino cuenta que una penitente de
ción, formándosele en la cara tres tumores Nicolás, Angela, esposa de Agapito de Tolen-
que la privaron de la vista. En estas condi- tino y mujer de muy santa vida, vióse ataca-
ciones fué presentada al Taumaturgo. Cuan- da de violentos dolores de cabeza á conse-
do éste conoció la causa de aquella ceguera, cuencia de una maligna fluxión, viniendo por
movióse profundamente á compasión; pues él ello á quedarse completamente ciega é inca-
sabía que la muerte del P. Tomás era tam- paz de gobernar su casa. Habiéndose hecho
bién una prueba para los hijos de San Agus- conducir al cuarto donde moría el siervo de
tín, que consideraban una verdadera pérdida Dios, y logrando hacerse camino por entre la
el verse privados de este venerable religioso. muchedumbre de gente que rodeaba su lecho,
postróse ante él sin decir nada. El glorioso
Volviéndose, pues, con ternura hacia esta Taumaturgo, sin esperar ni súplica ni expli-
hermana afligida, y mezclando sus lágrimas á cación, hizo sobre sus ojos la señal de la cruz,
las de ella, le dijo, haciéndole la señal de la y al punto la paciente, como después certificó
cruz: «Que mi Dios y Señor Jesucristo tenga en el proceso, vió, y mejor que jamás antes ha-
piedad de tu tristeza; que El te vuélvala vis- bía visto (2).
ta, á fin de que puedas ver el camino del Cielo
ahora y por todo el resto de tu existencia». Así es cómo Nicolás, con mano ya desfalle-
Grandemente consolada la pobre ciega con cida, prodigaba todavía en nombre de Dios
las palabras del Santo, salióse de la celda lle- los beneficios y milagros á todos aquellos que
na de confianza y entró en la iglesia del mo- recurrían á él; dejándoles entrever por ellos,
nasterio con objeto de dar gracias á Dios. Al desde el pobre lecho en que yacía, los prime-
instante mismo parecióle que una nueva y sú- ros rayos de la gloria de que había de ser
bita claridad abría sus ojos, y exclamó diri- justamente coronado.
giéndose á los que la acompañaban: «Mirad, (1) . F r i g e r i o , cap. XXII, p á g . 105.
mirad si en mis ojos se ve alguna señal de en- (2) Proceso, fol. 219, p. 2. San Antonino, in vita,
premo la energía y presencia de espíritu pro-
pias de la verdadera santidad, que tiende en-
tonces á no dejar perder la más pequeña par-
te de las gracias y de los méritos que puede
CAPÍTULO xvni adquirir y recibir, ordenando sus asuntos y
Muerte de San Nicolás.—Elige San Nicolás el lugar
haciendo sus preparativos de marcha con una
de su sepultura.—Recibe los últimos sacramen- discreción y una calma admirables? Nicolás,
tos de la Iglesia.—La reliquia de la Vera-Cruz.— olvidando la próxima disolución de su cuer-
Aparición celestial.—Pide permiso á sus Herma- po, no pensaba más que en su alma, que iba
nos.—Entrega á Dios su grande alma. á volar hacia su Criador para unirse á El por
toda la eternidad. Nada más edificante ni con-
Cuando el hombre toca á la última hora movedor que los pormenores que nos han
de su corta y frágil existencia, todo su ser se transmitido los historiadores sobre los últi-
halla ordinariamente poseído por espesas ti- mos instantes del Taumaturgo de Tolentino.
nieblas é indecibles angustias, que hacen in- «Hallándose ya cercano al supremo tran-
finitamente doloroso este combate supremo ce, escribe el Beato Jordán de Sajoúia, rogó
entre el alma y el cuerpo, la vida y la muer- á sus Hermanos le hiciesen la caridad de se-
te. Mas Nicolás, llegado al término de su he- pultar su cuerpo cerca del altar del oratorio,
roica vida, parecía, por el contrario, rodeado y de no apartarlo jamás de allí en el porve-
de una aureola luminosa y abismado en una nir. Era conveniente, en verdad, colocar este
atmósfera de paz y bienandanza; la muerte te- santo despojo en aquel lugar, como perpetuo
nía para él encantos y delicias que no tiene recuerdo de los méritos y de los milagros de
para nadie; y si el Santo era dulce para la Nicolás. Allí, en efecto, durante su oración
muerte, según el lenguaje de Bossuet, puede se había elevado el espíritu de este hombre
decirse igualmente que la muerte era para él de Dios á las más sublimes contemplaciones,
dulce y consoladora. Las últimas horas que como lo había testificado la radiante y celes-
pasó en la Tierra ¿no se nos presentan como tial estrella que por tanto tiempo había allí
iluminadas de una claridad verdaderamente resplandecido» (1).
divina, primer destello de su futura gloria?
¿No demostró él acaso en este momento su-
(1) Beato Jordán de Sajonia, lib. ix, cap. xnx,
Después de haber pedido á su P. Prior le te: «Bendito sea el que viene en el nombre
hiciese la caridad de oirle en confesión, el del Señor». Recibido el adorable Sacramento
moribundo manifestó un ardiente y decidido de la Eucaristía, pidió se le administrase la
deseo de recibir el Santo Viático, petición unción del óleo santo de los enfermos, mien-
que hizo en los siguientes términos, que re- tras se hallaba aún en pleno conocimiento; y,
fiere exactamente Pedro de Monterubiano: como valeroso atleta de Cristo, él mismo res-
«Yo os suplico humildemente, P. Prior, que pondió á todas las oraciones del sacerdote
me deis la absolución de todos mis pecados. que le administraba la Extremaunción.
Dignaos administrarme los Santos Sacramen- Sin embargo, la enfermedad se agravaba,
tos de la Iglesia. Concededme, sobre todo, haciendo tan rápidos progresos, que bien
que participe del Cuerpo del Señor. Cuando pronto se vió no dejaba la menor esperanza
yo haya recibido el Santo Viático, ya no sen- de curación. Iban visiblemente faltándole las
tiré desfallecimiento al salir de este mundo fuerzas, y todo hacía prever que esta vida
para la Patria; y, si á causa de mis iniquida- admirable tocaba á su término. Era el 10 de
des, se presentase Belial, mi enemigo, delan- Septiembre, tercer día Infraoctava de la Na-
te de mí, confío tener la suficiente fuerza tividad de la Santísima Virgen, que había
para resistirle » (1). prometido á su fiel servidor abrirle en este
Dióle, pues, el Prior su bendición, con la mismo día las puertas de la Gloria. « Os rue-
viva pena y la tierna emoción de un padre go, dijo el Bienaventurado á su Prior, os rue-
que ve partir para siempre á su más amado go me hagáis la caridad de traerme la reli-
hijo, y acto seguido, bajando á la capilla del quia de la Vera Cruz. Ella será para mí, por
monasterio, seguido de toda la comunidad, su virtud, el báculo de soberano poder me-
con candelas encendidas en las manos, tomó diante el cual podré atravesar libremente el
el Santísimo Sacramento y lo llevó al vene- Jordán de este mundo, y llegar felizmente al
rable moribundo. Cuando éste vió entrar á su Paraíso» (1).
Dios y Señor en su pobre celda, exclamó en Al momento fué satisfecha esta última pe-
un transporte de amor, con el rostro transfi- tición; pues inmediatamente se fueron los re-
gurado y como iluminado por una luz celes- ligiosos en busca de la reliquia, la que lleva-

(1) Pedro de Monterubiano, núm. 42. (1) Pedro de Monterubiano, núm. 43.
confiado desde que vine á este mundo, y Vos
ron en solemne procesión á la celda del en-
habéis sido mi protector desde el seno de mi
fermo. Lágrimas de consuelo y de alegría
madre. Señor, Vos habéis sido mi esperan-
inundaron entonces el rostro purísimo de Ni-
za desde mi juventud. Yo publicaré vuestras
colás, que, sin poder contener los impulsos
grandezas, pues que Vos me habéis reanima-
de su corazón, «Salve, ¡oh Cruz preciosa!,
do y no habéis consentido que mis enemigos
exclamó en los transportes de su amor; sal-
se rían de mi ruina» (1).
ve; yo te adoro ¡oh Cruz! que has sido digna
de llevar sobre ti el precio del mundo. Aquel Cuando estas vivas expansiones de ternura
que ha sido clavado en este madero; Aquel y confianza, superiores á sus fuerzas, lo fati-
que, en medio de los tormentos, ha concedi- gaban demasiado, poníase á orar en voz baja,
do su misericordia al ladrón que se la supli- y luego, de repente, como si le fuese impo-
caba, el cual Señor me defienda en esta hora sible contener las llamas que abrasaban su
por vuestra virtud contra el espíritu malig- corazón, repetía otra vez, y todavía más alto:
no» (1). «Yo seré agradable al Señor en la tierra de
los vivientes. Yo tomaré el cáliz de la salud
Y, tomando la preciosa reliquia, cubrióla de
é invocaré el nombre de Dios. Vos habéis
los más tiernos ósculos, estrechándola contra
roto mis ligaduras. He ahí por qué os sacrifi-
su pecho con mil demostraciones de amor y
caré una hostia de alabanza» (2). Dichas estas
de veneración. Por fin, después de haberla
palabras, Nicolás llamó á su enfermero y le
tenido largo rato en sus manos desfallecien-
dijo: «Hermano Juanito, cuando mi cuerpo
tes, hízola colocar enfrente de su cama, al
debilitado no me permita ya el poder hablar,
lado de la imagen de la Santísima Virgen, á
murmura tú frecuentemente á mis oídos estas
fin de verla constantemente ante sus ojos. Re-
palabras consoladoras: «Vos, ¡oh Señor!, ha-
tiráronse entonces los religiosos, temiendo
béis roto mis cadenas; yo os sacrificaré una
fatigar al augusto moribundo, y dejaron á su
hostia de alabanza» (3).
lado al hermano Juanito. Apenas se vió solo
el siervo de Dios, comenzó su oración con
más fervor y libertad. « En Vos he confiado, (1) Pedro de Monternbiano, núm. 49.
¡oh Dios mío!, decía en voz alta; en Vos he (2) Idem, id.
(3) Et Fratri Joannutio... dixit, quod semper
dixerit ad aures suas: dirupisti, Domine, vincula
mea. Tibi sacrificabo hostiam laudis. Proceso.
(1) Beato Jordán de Sajonia, lib. II, cap. XIII,
Prometióle el buen Hermano ser fiel á esta Advertidos al instante los religiosos del in-
recomendación. Entonces, el rostro del augus- signe y último favor concedido al moribundo,
to agonizante inundóse de una alegría celes- comprendieron que había ya sonado la hora
tial; su voz conmovida pareció tomar su tim- de su partida, y acudieron presurosos á ro-
bre ordinario, y se le vió como entrar en ani- dearle y presenciar sus últimos instantes. Al
mado coloquio con algún personaje invisible verles Nicolás cerca de sí, según San Anto-
y presente. Oyéndole después entonar un cán- uino y Pedro de Monterubiano, les dirigió
tico con voz tan fuerte que fué oído desde las textualmente estas palabras: «Hermanos míos
celdas inmediatas, acercósele Juanito, todo muy queridos: Bien que mi conciencia no me
conmovido, á preguntarle cuál era el motivo reprocha nada, no debo, sin embargo, creer-
de aquella alegría tan súbita y extraordinaria; me justificado. Si he ofendido á alguno de
mas el Santo no le dió contestación alguna. vosotros de una ó de otra manera, perdonad-
Sin embargo, como esta alegría divina pare- me por el amor de Dios; así mereceréis que
cía ir en aumento, el fiel enfermero volvió á el Señor os perdone á vosotros» (1).
preguntar segunda vez cuál era la causa, é in- Este fué el último adiós de este gran san-
sistió más y más sobre lo mismo. «¡Oh Padre to á sus hermanos, que con el corazón partido
mío!, decidme: ¿de qué procede esa vuestra y los ojos llenos de lágrimas comenzaron las
alegría?» Cediendo, en fin, á las importuna- preces de los agonizantes alrededor de su le-
ciones del Hermano, el afortunado moribun- cho. Entonces él, haciendo un esfuerzo supre-
do descubrió su celeste secreto y respondió: mo, levantó hacia el cielo sus debilitadas ma
«Aquí están, junto á mi cama, Nuestro Señor nos, dirigió una larga mirada á la Vera Cruz
Jesucristo, entre su Madre Santísima y nues- y pronunció distintamente estas palabras de
tro P. San Agustín, y me ha dicho: «Ani- Jesucristo moribundo: «En tus manos, Dios
mo, siervo fiel: entra en la gloria de tu Se- mío, encomiendo mi espíritu» (2). E inclinan-
ñor...» (1).
(1) Octava die segritudinis suse (id est decima
(1) In celia dicti Nicolai v o x gaudii audieba- septembris) humiliter veuiam petiit offensarum.
tur... Quid tibi gaudii et hetitise, Pater?... Post Proceso.
multa rogamina respondit: Deus et Dominus meus (2) Et dixit postea: In manus tuas, Domine,
Jesús Christus qui suse Matri et meo Patri Augus- commendo spiritum meum. Junctis manibus, ad
tino inhserens, dixit mihi: B u g e serve bone et fide- ccelum oculis ante Crucem levatis, jucundo vultu
lis, intra iu gaudium Domini tui. Proceso, et hilari spiritum Domino commendavit. Proceso.
do dulcemente la cabeza, voló su alma inma-
culada al seno de Aquel á quien tanto había
amado y tan generosamente servido por es-
pacio de sesenta años. Sucedió esto un sába-
do, 10 de Septiembre de 1305.
El Taumaturgo de Tolentino era de una CAPÍTULO X I X
talla más que regular; su frente larga; sus
Funerales de San Nicolás.— Consternación general
ojos llenos de fuego, pero un fuego templado en Tolentino.—Obsequios.—Los enfermos se ha-
por una extrema dulzura; su aspecto grave y cen conducir á la iglesia de los Agustinos, para
modesto; respirando, en fin, toda su persona recobrar allí la salud.—La poseída de Trapani.
la afabdidad y simplicidad de los santos; vir- Rabia del demonio.—Rescate milagroso.
tudes que él tenía, no tanto por su natural
cuanto por sus combates contra sí mismo, y Apenas el glorioso Taumaturgo de Tolen-
que le rodeaban durante su vida de una au- tino había exhalado su alma en un supremo
reola de paz y de dulzura que no se ve en la y último grado de amor, cuando su rostro se
tierra, sino en la frente de los elegidos y de cubrió de una admirable hermosura. Sus la-
los santos. bios, frescos y bermejos como los de una per-
sona aún viviente, estaban entreabiertos con
una dulce y celestial sonrisa; su carne, tan
blanca como el alabastro, aparecía transpa-
rente, y dejaba percibir, á través de la piel,
los huesos y nervios de su cuerpo, templo del
Espíritu Santo: mientras que por toda su cel-
da se difundía un perfume celestial y desco-
nocido.
Apenas se cercioraron de la muerte de
Nicolás, quisieron los religiosos que se reti-
rasen todas las personas presentes, á fin de
proceder con libertad al enterramiento de su
hermano; pero habiendo suplicado Margarita
do dulcemente la cabeza, voló su alma inma-
culada al seno de Aquel á quien tanto había
amado y tan generosamente servido por es-
pacio de sesenta años. Sucedió esto un sába-
do, 10 de Septiembre de 1305.
El Taumaturgo de Tolentino era de una CAPÍTULO X I X
talla más que regular; su frente larga; sus
Funerales de San Nicolás.— Consternación general
ojos llenos de fuego, pero un fuego templado en Tolentino.—Obsequios.—Los enfermos se ha-
por una extrema dulzura; su aspecto grave y cen conducir á la iglesia de los Agustinos, para
modesto; respirando, en fin, toda su persona recobrar allí la salud.—La poseída de Trapani.
la afabdidad y simplicidad de los santos; vir- Rabia del demonio.—Rescate milagroso.
tudes que él tenía, no tanto por su natural
cuanto por sus combates contra sí mismo, y Apenas el glorioso Taumaturgo de Tolen-
que le rodeaban durante su vida de una au- tino había exhalado su alma en un supremo
reola de paz y de dulzura que no se ve en la y último grado de amor, cuando su rostro se
tierra, sino en la frente de los elegidos y de cubrió de una admirable hermosura. Sus la-
los santos. bios, frescos y bermejos como los de una per-
sona aún viviente, estaban entreabiertos con
una dulce y celestial sonrisa; su carne, tan
blanca como el alabastro, aparecía transpa-
rente, y dejaba percibir, á través de la piel,
los huesos y nervios de su cuerpo, templo del
Espíritu Santo: mientras que por toda su cel-
da se difundía un perfume celestial y desco-
nocido.
Apenas se cercioraron de la muerte de
Nicolás, quisieron los religiosos que se reti-
rasen todas las personas presentes, á fin de
proceder con libertad al enterramiento de su
hermano; pero habiendo suplicado Margarita
Apillaterra (1) el favor de que le permitiesen,
antes de retirarse, lavar los pies y las manos tro Santo, y ver á qué estado tan miserable
de su bienhechor, fuéla concedida esta gracia, lo1 había él reducido por sus excesivas peni-
y tuvo la dicha de rendir este último y pia- tencias y mortificaciones, á las cuales se jun-
doso tributo á Nicolás. Conservó ésta con todo taban frecuentemente las graves heridas he-
esmero el agua que le había servido para di- chas por el demonio. Hallábase aquel cuerpo
cho objeto, y la guardó durante veintiocho enflaquecido y despedazado, habiendo des-
años, siempre tan limpia y tan fresca como á aparecido por completo la piel de sus espal-
la hora en que la había empleado en tan santo das, y llagas más ó menos profundas entre-
objeto. Todos los biógrafos están conformes abrían en varios lugares sus carnes aún cu-
en que se verificaron gran número de mila- biertas de sangre (1). Un piadoso temor se
gros al solo contacto de esta agua bendeci- apoderó de los corazones ante el espectáculo
da (2). de semejantes sufrimientos; y, sin embargo,
las miradas se fijaban, sin poder remediarlo,
Alrededor de la pobre y dura cama sobre
sobre aquel precioso despojo de un santo, so-
la cual el heroico soldado Cristo parecía dor-
bre aquel cuerpo acardenalado, como el del
mir un dulce y tranquilo sueño, reuniéronse
Salvador bajado de la Cruz; sobre aquellas
todos los religiosos del convento con el fiel
heridas, que eran las del soldado que acaba
Juanito, Berardo Apillaterra y el médico San-
de caer en el campo del combate, estrechan-
tiago Salvastri. Ninguno de ellos pudo conte-
do aún en sus manos la bandera de la patria,
ner las lágrimas de piedad y de admiración
defendida por él hasta la efusión de la san-
al ser descubierto el cuerpo angelical de nues-
gre, hasta la muerte misma. Esto es verdade-
ramente heroísmo, en toda su varonil hermo-
(1) La celda de San Nicolás estaba en el piso sura. Cuando quisieron vestir al Santo los há-
bajo del convento, encontrándose fuera del claus-
tro monástico. Esto explica la presencia de Marga- bitos de su Religión, y por tanto fueron á
rita cerca de Nicolás en el momento de su muerte. arrancarle el cilicio, se apercibieron de que
(2) Aqua lavatura manuum et pedum divi Ni-
colai , quae post ipsius obitum reservata continue las puntas aceradas de este instrumento de
duravit et durat ita clara sine aliqua corruptione penitencia habían enteramente penetrado en
sicut bodie tracta fuisset de fonte, et quando ali-
quffi persona patiuntur in aliqua parte corporis,
posita de dieta aqua super locum dolentem statim
liberantur. Proceso. (1) Vidit Berardus spatulas ipsius Nicolai mul-
tum percussas et decoriatas. Proceso.
la carne, siendo imposible arrancarlas (1). Cu- de los asistentes y por las aclamaciones de la
brídsele entonces con su túnica, dejándole muchedumbre, que ya proclamaba en alta voz
aquel vestido de mortificación, y lo deposita- la santidad de su muerte, y su entrada en la
ron en un ataúd descubierto. gloria eterna. Costó muchísimo trabajo el po-
Mientras que los religiosos de Tolentino der contener á las turbas que invadían los al-
estaban ocupados en prestar á su hermano los rededores del convento y se apiñaban en las
últimos servicios, las campanas con lúgubre calles vecinas, presentando éstas, en su con-
sonido anunciaban al pueblo que todo estaba tinuo movimiento, el aspecto de un mar albo-
consumado, y un nuevo santo había entrado rotado. Creyóse prudente rodear el túmulo de
en el cielo. A estos momentos de agitación una balaustrada que pudiese contrarrestar los
siguióse en el pueblo una consternación ge- esfuerzos de los devotos; siendo así que to-
neral, no oyéndose por todas partes más que dos ellos querían besar respetuosamente el
gritos y sollozos. Los habitantes de Tolentino cadáver angelical del Taumaturgo, ó á lo me-
habían perdido á su padre. nos contemplar de cerca aquel rostro venera-
Nadie había en la ciudad que no sintiese ble, sellado con el signo de la eterna bien-
profundamente al que acababa de desapare- aventuranza. Cortáronse sus vestidos y colo-
cer, y que no lo llorase como á un ser queri- cáronse sobre las manos, sobre los pies y so-
do; pero los pobres sobre todo, que habían bre la frente del bienaventurado objetos in-
sido siempre el principal objeto de su desve- numerables de piedad, los cuales se llevaban
lo, mostrábanse inconsolables, derramando los fieles como preciosas reliquias. Imposible
abundantes lágrimas sobre su protector, su sería el poder figurarse el movimiento que se
apoyo y su caritativo abogado. Llevóse des- produjo alrededor de los restos del pobre y
pués en procesión el sagrado cadáver hasta la humilde religioso, sobre todo cuando se vie-
capilla del monasterio, donde le cantaron todo ron enfermos de todas clases, ciegos, cojos,
el Oficio de difuntos, después de lo cual ce- sordos y mudos recobrar la salud con sólo
lebró uno de los religiosos el santo sacrificio tocar aquéllos. Hízose imposible, por enton-
de la Misa; mas estos cantos litúrgicos fueron ces, bajar el cadáver al lugar de su sepultura,
con frecuencia interrumpidos por los sollozos pues los pueblos vecinos se juntaban á los
habitantes de Tolentino, y de todas partes
acudían á venerar los despojos del hombre
de Dios y obtener alguna nueva gracia por Aterrados y confusos nos disponíamos ya
su intercesión. Cosa admirable: este cuerpo á partir, no pensando ya más en la curación
deshecho y acardenalado, expuesto largos pedida, cuando, volviéndose hacia nosotros el
días en la iglesia, no cesó de exhalar y derra- Santo, nos dijo en voz alta, dándonos su ben-
mar en derredor de sí un olor suave y todo dición: «Que Dios misericordioso venga en
celestial. vuestra ayuda...» E inmediatamente la niña
fué curada, cesando el flujo de sangre que la
El doctor Santiago Salvastri, que había
conducía al sepulcro. «Guardaos mucho, aña-
estado presente á la muerte y al entierro de
dió entonces nuestro bienhechor, al despedir-
Nicolás, no cesaba de decir al Prior de los
nos; guardaos mucho de publicar el beneficio
Agustinos: «Reverendo Padre, tributad todos
que acabáis de recibir» (1).
los honores posibles á estos despojos; vues-
tro hermano era un gran santo...» Y alegaba Si el sentimiento fué unánime y profundo, si
en prueba de ello el siguiente milagro obrado todos los corazones se vieron sumidos en el
dos años antes en favor de su hija, á quien el dolor á la muerte del glorioso Taumaturgo, es
arte había ya declarado por desahuciada. «Ha- preciso reconocer que Satanás se alegró de
bíamos venido, decía, los dos á su cuarto. ella, como lo demostró él mismo en el hecho
Yiónos él llegar, y, á pesar de que ya adivina- siguiente, que refieren la mayor parte de los
ba lo que pretendíamos, preguntónos, sin em- historiadores de Nicolás: Habiendo sido po-
bargo, quiénes éramos y cuál era nuestro ob- seída del demonio una joven hija de Trapa -
jeto.—Hemos venido, le dije yo, con objeto ni, ciudad de Sicilia, condújola su padre á un
de que obtuvieseis de Dios la salud para ésta religioso agustino, que gozaba gran reputa-
mi hija, abandonada y desesperada de los mé- ción de santidad, á fin de que éste la exorci-
dicos.» Entonces, á estas palabras, herida su zase. Mas el enemigo de todo bien, no que-
profunda humildad, exclamó Nicolás: «¿Có- riendo abandonar á su víctima, no cedía en
mo? ¿Por qué habéis venido aquí? ¡Hay en lo más mínimo á las oraciones del sacerdote;
casa tantos buenos religiosos cuyas oraciones antes, al contrario, vomitaba mil injurias con-
valen más que las mías, y á los cuales podíais tra él, llegando, por fin, á decirle un día: «No
haber recurrido! Yo soy un pecador que nada te temo en manera alguna. Para hacerme sa-
puede. Id, pues: invocad al Señor y El os li-
brará...»
lir de este cuerpo se necesita el P. Nicolás». sando á un tiempo gran temor y grande ale-
Habiendo preguntado el padre de la enfer- gría en este afligido padre. Favorecido por
ma quién era aquel religioso nombrado por Sa- un don tan precioso otorgado por el mismo
tanás, contestóle el exorcista que este piado- Nicolás, el siciliano, seguro ya de la curación
so ermitaño residía en Tolentino, que gozaba de su hija, volvióse apresuradamente hacia
de una gran reputación de santidad y se le Trapani. A su llegada á ésta, la pobre poseída
tenía por muy favorecido de Dios con el don se hallaba en la iglesia de los Padres Agusti-
de milagros. Deseoso de conseguir á cualquier nos para ser de nuevo exorcizada.
precio la curación de su hija, este hombre de- « He aquí, exclamó el afortunado viajero,
solado dejó inmediatamente su tierra y diri- he aquí el dedo de Nicolás.— ¡Ah, traidor
gióse inmediatamente á la Marca de Ancona; Nicolás!, repuso entonces el demonio; yo no
mas, apenas hubo llegado á Roma, supo que puedo estar aquí más tiempo». Y en el mis-
Nicolás había muerto por aquellos días. No se mo instante, saliendo del cuerpo aquel mons-
acobardó, sin embargo, por esta noticia, sino truo infernal, alejóse de allí, dejando tranqui-
que, guardando en su corazón una ilimitada la y libre á la joven poseída, la cual quedó
confianza, siguió su emprendido viaje hacia tan agradecida al beneficio de su curación,
Tolentino. Apenas hubo entrado en esta ciu- que conservó hasta la muerte la más tierna
dad, corrió á prosternarse ante el sepulcro, devoción hacia su libertador celestial. El pa-
todavía abierto, donde dormía aquel á quien dre de aquélla, en el colmo de su alegría,
él buscaba. Cubriendo de besos y de lágrimas quiso mostrar al pueblo conmovido el dedo
la mano del Taumaturgo, no dejó durante lar- que había traído de Tolentino, y referirle el
gas horas de recomendarle á su hija y de ro- milagro obrado en su favor; después de lo
garle viniese en su ayuda. Tan filial confianza cual envió la preciosa reliquia á los religiosos
fué escuchada y satisfecha de una manera ex- de la Orden que residían en Trapani, los cua-
traordinaria, pues en el momento en que el les la colocaron en su capilla con el profundo
piadoso viajero, tocando por devoción los de- respeto debido á las cosas santas (1).
dos del Santo, iba moviéndolos unos después
de otros, admirado de encontrarlos tan flexi- (1) Frigerio. Rochus Pirrus, tom. II. Sicilia sa-
bles, desprendióse por sí mismo el dedo pul- crai notitia. San Martin, in vita S. Nic. Zacconi,
gar, viniendo á quedársele en la mano, y cau- cap. XCVII. Ceppi, Il sangue miracoloso di S. Ni-
cola. Roma, MDCCXIII, pàg. 13.
Movidos por estos hechos maravillosos y
de muchos otros que se multiplicaron alrede-
dor del cuerpo de Nicolás, y deseando por
otra parte satisfacer la devoción de los pue-
blos que se agolpaban en torno á su piadoso CAPÍTULO X X
sepulcro, los ermitaños agustinos colocaron
en una urna, este mismo año, los restos per- Virtudes de San Nicolás.— Pe, esperanza, caridad.
fectamente conservados de su glorioso Her- Obediencia.—Humildad.
mano y los expusieron sobre el altar en que
había brillado la estrella de la oración, dando No hay un solo hecho en la vida de San
así cumplimiento á la doble profecía del gran Nicolás que no lleve en sí un elogio, que no
Obispo de Mira y de la estrella milagrosa. provoque la admiración, que no aparezca con
Ahora que, á través de las vicisitudes del algún particular encanto en el maravilloso
tiempo, hemos seguido á los mortales despo- panorama de su existencia y de su santidad;
jos del Taumaturgo hasta el altar á cuya som- él fué, á pesar de todo, un simple monje, un
bra reposa, no nos resta más que dirigir una humilde religioso. Alejado siempre de las lu-
mirada atrás y penetrar más profundamente chas tan ardientes y peligrosas de la política
en la naturaleza de las virtudes practicadas acaecidas en su época, permaneció por espa-
por el Santo. De la misma manera que á la cio de treinta años oculto en su convento de
muerte de algún ser querido reúnense los pa- Tolentino, multiplicando en rededor de sí los
rientes y los amigos en su morada y se refie- milagros, con virtiendo á los pecadores, y ante
ren mutuamente las alegrías y los dolores de todo entregado por completo al amor de Dios,
aquel á quien han perdido, así vamos nosotros dando las más inequívocas pruebas del mis-
á repasar la admirable vida y las heroicas mo en la exacta fidelidad á las reglas que ha-
virtudes de nuestro héroe, reanimando nues- bía profesado y en la práctica de todas las
tra fe con el recuerdo de la gloria de que ya virtudes, llevadas por él á un grado heroico.
él se halla coronado y del poder de que goza Su hermosa y venerable figura destácase con
actualmente en el Cielo, semejante al que go- señalados caracteres en la Orden de San
zara sobre la Tierra durante los días de su Agustín, resumiendo en sí cuanto la tradi-
existencia ción nos ha conservado acerca de los antiguos
cenobitas de Francia é Italia, y dando perfec- Por desgracia, los cronistas de estos remo-
to realce á la idea de los pueblos sobre el tos tiempos no se ocupaban más que en re-
verdadero monje, en el cual quieren éstos coger los hechos culminantes, más ó menos
hallar, juntamente con la unción sacerdotal, el maravillosos, sin investigar las causas ni adu-
poder ante Dios que los protege, los conforta cir pruebas, ni clasificar los sucesos con la
y los cura de sus enfermedades. Esta fisono- precisión reclamada por la historia, lo que
mía particular de Nicolás aparece noble y ma- hace que sea hoy muy difícil escribir y re-
jestuosa en el siglo xnr, el más glorioso de la componer la vida de San Nicolás. Todavía es
Edad Media, y su recuerdo se conserva aún posible, sin embargo, llegar á trazar exacta-
con veneración en la memoria de las naciones mente el retrato físico y moral del Taumatur-
agradecidas, mientras que el de tan grandes go de Tolentino. Admirable, en verdad, re-
y famosos personajes ha sido borrado por el sulta á nuestro espíritu un carácter que ni
tiempo y sepultado en eterno olvido. sabe doblegarse cuando se trata de reprender
Sus hermanos, sobre los que ejerciera una y condenar el mal, ni puede permanecer frío
acción tan señalada, y los pueblos á quienes é indiferente ante el espectáculo de los dolo-
colmó de beneficios, han colocado á Nicolás res y sufrimientos de su prójimo. Imposible
al lado de los Luises de Gonzaga, de los Vi- es, en efecto, no sentirse profundamente con-
centes Ferrer, de los Antonios de Padua, del movido á la presencia de Nicolás, verdadero
mismo insigne San Benito, el monje de los monje y perfecto religioso en un principio,
tiempos bárbaros, el monje suscitado por Dios apóstol infatigable después, elocuente predi-
para la época borrascosa en que le tocó vivir, cador y poderoso Taumaturgo, ejemplo ad-
como el Taumaturgo de Tolentino fué el ver- mirable de cuánto puede producir la santísi-
dadero monje del siglo de la Caballería. Todos ma y hermosísima regla del gran Obispo de
mvocan, como á uno de los santos más in- Hipona; pues hase notado que siempre se en-
signes, al glorioso hijo de San Agustín, más tregaba con especial predilección á la prácti-
amado y conocido á medida que se multipli- ca de las virtudes ordinarias y modestas, ta-
can los templos levantados á su memoria, á les como la humildad, la paciencia, la morti-
medida que crecen sus milagros y vienen cada ficación y el amparo de los prójimos; mas en-
día á caer nuevas desgracias sobre el mundo tregóse á estas virtudes de una manera muy
culpable y pervertido. superior á la generalidad de los justos, es
decir, eii un grado heroico y extraordinario. Santo cuya vida relatamos, de quien puede
Estas virtudes debieran, en efecto, ser el decirse que ha esperado con frecuencia con-
glorioso cortejo del alma cristiana que aspi- tra toda esperanza. No imitando en nada á
ra á la santidad, entre las cuales las tres teo- aquellas almas vulgares que, teniendo el Cie-
logales deben, por su excelencia y su impor- lo por objeto de sus aspiraciones, poseen el
tancia, ocupar el primer puesto. El hijo de triste privilegio de hacer esta virtud estre-
Agustín, en efecto, considerando la fe como cha, raquítica y egoísta, Nicolás, á pesar de
la piedra angular sobre la cual debía levantar ser un simple religioso, lograba por su heroi-
el edificio de su perfección, daba gracias á ca confianza calmar las más arraigadas in-
Dios todos los días de su vida por el benefi- quietudes y levantar los ánimos más abati-
cio de haberle hecho nacer en el seno de la dos. Estos resultados los conseguía el Santo
Iglesia católica, no cesando de invitar á cuan- sin confiar ni en sí mismo ni en los hombres,
tos se hallaban á su rededor á unirse á él, sino solamente en Dios infinito y omnipoten-
para dar á Dios acción continua de gracias te. Muchas veces en sus sermones anunció la
por tan singular beneficio (1). protección del Cielo en un tono tan seguro y
La alta idea que Nicolás tenía formada de decisivo, que pudo creerse tenía razones cier-
la fe le llevaba á derramarla con celo, por tas y secretas para contar con ella, con el so-
cuantos medios estaban á su alcance. De ahí corro providencial del Altísimo. Nuestro San-
las instrucciones doctrinales á que se dedica- to, pues, tuvo siempre en Dios una confianza
ba frecuentísimamente; de ahí su viva y pro- ilimitada, la cual jamás le resultó fallida. Mas,
funda alegría cuando llegaba á saber que esta después de Dios, la gloriosa Virgen María
divina fe había hecho algún progreso, había era en quien él tenía depositada toda su es-
alcanzado alguna nueva conquista (2). peranza; sin que debamos extrañarnos de ello,
De esta virtud fundamental nace siempre sabiendo qué razones tan poderosas tenía Ni-
la esperanza; todo el que cree, espera. Esta colás para arrojarse en los brazos de esta om-
esperanza en Dios, larga, firme, constante y nipotente y divina Madre. ¿No hemos ya vis-
sobrenatural, llenó siempre el corazón del to, durante el curso de su vida, que Ella fué
su Abogada, su sostén y su consuelo? Refié-
(1) Porti, lib. n , pág, 205.
rese que en cierta ocasión se le suplicó al
(2) Forti, lib. n , pág. 206. santo religioso que se ocupase en un negocio
difícil, cuya solución favorable parecía mo- tores que se veía constantemente retratada
ralmente imposible de conseguir. «Yo espero en su pálido semblante una serenidad inal-
eso, dijo él simplemente, mediante la protec- terable, habiéndose notado que esta paz y
ción de la Virgen» (1). Habiendo sido otra alegría eran mayores á medida que crecían
vez azotado por Satanás, dijo el Santo al Her- las amarguras.
mano Juanito: «Este es el demonio; mas yo Sin embargo, en los últimos años de su
espero de la protección de María que no me vida, el deseo de unirse á Dios llegó á hacér-
vencerá» (2). sele tan violento, que no le era posible ni el
En fin, si el glorioso hijo de Agustín fué ocultarlo ni el reprimirlo; de suerte que á ca-
tan ardiente y firme en su fe, tan desintere- da paso exclamaba con San Pablo: Cupio
sado é inquebrantable en su esperanza, ¿qué dissolvi et esse cum Christo: «Deseo morir y
debería ser en su amor? La caridad para con estar con Jesucristo» (1). Este amor ardien-
Dios dominó por completo su alma, siéndola te por el divino Maestro manifestóse cada
fuente de sus heroicas virtudes: caridad pura, mañana en la Misa que celebraba Nicolás
activa, generosa y arrojada hasta el sacrificio; con la devoción más edificante, siempre des-
caridad real y verdadera, manifestada en el pués de haber recibido la absolución y haber
trabajo sin reposo, en la mortificación sin sido, por tanto, purificado con la acusación
descanso, en el sacrificio á toda prueba y en de sus más pequeñas imperfecciones; acusa-
todos los instantes. Constantemente resigna- ción hecha con admirables muestras de con-
do con la voluntad de Dios, á quien amaba trición y de caridad sobrenatural.
tan apasionadamente, Nicolás llegó á con- Por lo que hace á la Virgen María, su
seguir una completa indiferencia para todo única esperanza, el amor que el bienaventu-
aquello que le venía de Dios. La enfermedad rado le profesaba era tierno, profundo y sin-
como la salud, la vida como la muerte, todo ceramente filial. Ayunaba á pan y agua todos
le era igual, con tal de que el Señor fuese los sábados del año y todas las vigilias de sus
obedecido y satisfecho. Refieren muchos au- fiestas; rezaba todos los días su Oficio entero
y se arrodillaba, cada vez que entraba ó salía
(1) Espero esto por la gracia de María Santísi-
ma, Giorgi, cap. xix, pág. 109.
(2) Tamen non vincet me cum gratia Beatas Ma- (1) Dicebat: Cupio disolví et esse cum Ckrist
n a s . Proceso, in ordine testium ccxxi, Proceso.
Después de cumplir diligentemente todo lo
de su celda, ante la imagen de Nuestra Se-
que la obediencia le permitía, llamábase con
ñora de los Dolores, imagen á quien se com-
la más profunda convicción siervo inútil, pol-
placía en obsequiar, rezándole repetidas ve-
vo y ceniza, como aconteció en una de las
ces el Avemaria (1). La existencia de Nico-
apariciones de la Santísima Virgen con que
lás en sus últimos días parecía compendiarse
fué favorecido. «¡Ah! ¿Quién soy yo, divina
en este doble amor: Dios y su Santa Madre.
Señora, dijo él á la Reina del Cielo, quién soy
La vejez, al disminuir tal vez algunas de sus
yo para que Vos vengáis á mí? Ya sabéis
facultades, descubrió sensiblemente estos dos
que yo no soy más que polvo y ceniza.» Esta
sentimientos de su alma, que se acrecentaron,
profunda humildad de Nicolás fué con fre-
como se acrecienta la llama cuando todos los
cuencia recompensada con milagros y mara-
combustibles se han consumido á su alre-
villosamente aprobada por el Señor, que fa-
dedor.
vorecía sus designios y parecía obedecer á sus
La caridad, llenando el corazón del Tau- deseos de silencio y obscuridad.
maturgo de Tolentino de la sola pasión de
Un sábado del año 1301, cuatro años, por
Dios, había hecho por lo mismo brotar en él
consiguiente, antes de su muerte, encargósele
la difícil y admirable virtud de la humildad,
al Santo el oficio de pedir de puerta en puerta
que, además de la completa renuncia de las
limosna para la comunidad. Hallándose, pues,
ideas, de los intereses y de las glorias de este
en casa de una señora llamada Alesia, que
mundo, exige todavía, si ha de ser verdadera
vivía cerca del monasterio, ofreció ésta ge-
y sólida, la renuncia absoluta de la propia
nerosamente un pan al Bienaventurado, á pe-
voluntad, el olvido y desprecio de sí mismo;
sar de su pobreza, que era tan grande, que su
en una palabra, la perfección cristiana.
marido Rinalducio no compraba nunca de una
Todavía joven, á pesar de su primera edu- vez más que una pequeñísima cantidad de
cación, el hijo de Agustín amó los oficios más trigo. El santo mendicante recibió el pan con
bajos del convento: barrer, servir á la mesa, agradecimiento, y, besándolo, dijo simplemen-
cuidar á los enfermos, haciendo con ellos los te: «Que Nuestro Señor Jesucristo conceda
oficios más repugnantes para la naturaleza (2). á esta casa la bendición y la gracia. Que Dios
(1) Dicebat multas Salutationes angélicas... ge-
multiplique la harina que posees, pues que
nuflectendo. Proceso. por tu amor, y á pesar de tu pobreza, me has
(2) Mercuri, cap. iv.
\

hecho esta limosna con tan generoso cora- antes, por el contrario, en todas partes publi-
zón». có el prodigio; ligereza que Dios castigó no
Cuando esta señora quiso amasar un nue- continuando el milagro por más tiempo, y
vo pan, encontróse con el arca llena hasta los permitiendo se agotase la provisión. «¡Ah!,
bordes de una harina fresca y abundante. decía después á su mujer este hombre entris-
Apresuróse á dar gracias de tan señalado tecido; si no hubiéramos dado publicidad al
favor al Cielo y al Bienaventurado, á quien hecho, hubiéramos tenido pan para siem-
tanto poder había sido concedido; mas, ha- pre» (1).
biéndole éste mandado que guardase el más
No consintiendo jamás Nicolás referir las
absoluto silencio sobre este beneficio de Dios,
cosas maravillosas que le sucedían, su gran-
creyóse en el deber de no referirlo á nadie.
de humildad habíale hecho mirar como un
Llegado el tiempo de renovar la pequeña
deber el ocultarlas á los ojos de todos: para
provisión, y asustado Rinalduccio, excelente
lograr que hablase, no se necesitaba menos
padre de familia, de tener que hacer otra
que una orden del Superior. Habiendo supli-
nueva compra, extrañóse grandemente cuan-
cado diferentes veces Berardo Apillaterra á
do Aleja le respondió que, no habiendo sido
su santo amigo que le mostrase las heridas y
extraordinario el consumo, todavía quedaba
llagas que el demonio le había hecho, no pu-
una gran cantidad de harina. Mas he aquí
do conseguir más que la siguiente respuesta:
que, renovándose la cuestión en los días si-
«¡Ah, mi amigo Berardo, no hay por qué
guientes, y viendo que su mujer contaba siem-
creer todo eso que os han contado!» (2). Sin
pre con la misma abundancia, quiso él saber
embargo, no conformándose Apillaterra con
lo que aquello significaba. Apremiada, pues,
estas palabras meramente evasivas, suplicó
por su marido, Aleja consintió por fin en ex-
al P. Prior de Tolentino diera sobre ello una
plicárselo, y, contándole el milagro, llevólo
orden terminante al Bienaventurado, el cual,
delante del arca, todavía llena, y le dijo: «Ya
cediendo al fin, mostró á este ferviente cris-
no hay necesidad de comprar más harina; el
tiano la llaga de la pierna, tan grande y tan
P. Nicolás ha bendecido esta casa, y ahí ves
el arca todavía llena completamente». Trans-
portado Rinalduccio de alegría, no fué, des- (1) Proceso, fol. 81, pág. 2.
graciadamente, tan discreto como su mujer; (2) No hay por qué dar crédito, Berardo mío,
á todo lo que os cuenten. Giorgi, cap. x , pág. 95.
dolorosa, con este simple mandato: «Míra-
la, pues, y no cuentes á nadie lo que has vis-
to» (1).
Sería necesario alargar indefinidamente es-
ta vida tan hermosa, si hubiésemos de contar CAPITULO X X I
todos los sucesos culminantes relativos á las
El Taumaturgo (1).—Primeros favores de San Ni-
diferentes virtudes practicadas por el glorio-
colás al pueblo de Tolentino.—Devuelve la salud
so Taumaturgo de Tolentino. Terminaremos, á un hijo de Apillaterra. — Cura á una mujer del
pues, diciendo solamente que su existencia mal de piedra."—Aparécese á Francisco Angeli.—
fué santa, heroica, perfecta y maravillosa, y Curación de Nancio de Camerino. — Castigo de
que Nicolás partió de esta vida cargado de Tomasina.—Primer aniversario de la muerte del
innumerables méritos y enriquecido de todas Santo. —Nuevos milagros. — Aparece sobre su
las virtudes cristianas y religiosas, las cuales tumba la estrella de la oración.—Cuarenta y
solas pueden abrir á los elegidos las puertas cinco milagros en una sola noche.—Varias resu-
de la eternidad bienaventurada y hacerlos dig- rrecciones,
nos de poseer á Dios para siempre.
Los primeros días que siguieron á la muer-
te de Nicolás, fueron días de duelo para la
(1) Giorgi, cap. x , pág. 9o. ciudad de Tolentino. Las lágrimas de este
pueblo agradecido no procedían de una de
esas emociones pasajeras, que el tiempo con
tanta rapidez arrastra consigo: eran lágrimas
llenas de la más íntima sinceridad y de la más
profunda amargura. Estaba en la conciencia
de todos cuán irreparable pérdida acababa de
sobrevenir á la villa, al ver partirse para el
Cielo á aquel que era su sostén, su amparo y
poderoso abogado en la presencia de Dios. En
dolorosa, con este simple mandato: «Míra-
la, pues, y no cuentes á nadie lo que has vis-
to» (1).
Sería necesario alargar indefinidamente es-
ta vida tan hermosa, si hubiésemos de contar CAPITULO X X I
todos los sucesos culminantes relativos á las
El Taumaturgo (1).—Primeros favores de San Ni-
diferentes virtudes practicadas por el glorio-
colás al pueblo de Tolentino.—Devuelve la salud
so Taumaturgo de Tolentino. Terminaremos, á un hijo de Apillaterra. — Cura á una mujer del
pues, diciendo solamente que su existencia mal de piedra."—Aparécese á Francisco Angeli.—
fué santa, heroica, perfecta y maravillosa, y Curación de Nancio de Camerino. — Castigo de
que Nicolás partió de esta vida cargado de Tomasina.—Primer aniversario de la muerte del
innumerables méritos y enriquecido de todas Santo. —Nuevos milagros. — Aparece sobre su
las virtudes cristianas y religiosas, las cuales tumba la estrella de la oración.—Cuarenta y
solas pueden abrir á los elegidos las puertas cinco milagros en una sola noche.—Y arias resu-
de la eternidad bienaventurada y hacerlos dig- rrecciones,
nos de poseer á Dios para siempre.
Los primeros días que siguieron á la muer-
te de Nicolás, fueron días de duelo para la
(1) Giorgi, cap. x , pág. 9o. ciudad de Tolentino. Las lágrimas de este
pueblo agradecido no procedían de una de
esas emociones pasajeras, que el tiempo con
tanta rapidez arrastra consigo: eran lágrimas
llenas de la más íntima sinceridad y de la más
profunda amargura. Estaba en la conciencia
de todos cuán irreparable pérdida acababa de
sobrevenir á la villa, al ver partirse para el
Cielo á aquel que era su sostén, su amparo y
poderoso abogado en la presencia de Dios. En
medio del estupor universal y de la general te del Santo fué atacado de epilepsia el niño
amargura, nadie podía aplicarse al trabajo ni Tucio,hijode Margarita Apillaterra. Como la
dedicarse á sus ocupaciones ordinarias. Agol- gravedad avanzaba de una manera alarman-
pábase la plebe en la iglesia de PP. Agusti- te, la madre desolada, acordándose de su or-
nos, arrodillábanse piadosamente sobre el se- dinario protector, exclamó con admirable con-
pulcro, y suplicaban al Taumaturgo que no fianza: «Yo quiero recurrir á nuestro bien-
los olvidase en la Gloria. «¡El Santo ha muer- hechor, el bienaventurado Nicolás» (1). To-
to! ¡El Santo ha muerto!», era la voz de los mando luego al niño en sus brazos, fué inme-
niños que, llorosos, recorrían las calles de la diatamente á postrarse ante el venerado se-
villa, mientras que, en todas las casas donde pulcro, donde, rogando y gimiendo, ansiosa
gemían enfermos <5 moribundos, se oía este de obtener la curación, hizo colocar sobre el
doloroso lamento: «¡Ah, si Nicolás viviese altar una imagen que había prometido, pren-
todavía, pronto se verían curados!» da anticipada de su reconocimiento. No se
5®Mas el bienaventurado discípulo de Agus- hizo esperar el socorro. Todavía estaba arro-
tín, el heroico y fiel servidor de Cristo, ha- dillada Margarita cuando ya su hijo había re-
biendo ya traspuesto los umbrales de la eter- cobrado la salud tan completamente, que nun-
nidad bienaventurada, aprestábase á mostrar ca jamás volvió á resentirse de tan terrible
á los habitantes de Tolentino cuán agradables enfermedad (2).
le eran sus obsequios y homenajes, derra-
mando á manos llenas sobre aquéllos y sobre Una mujer de Tolentino, llamada Monal-
sus campos las bendiciones y gracias de que desca, padecía de mal de piedra, hacía ya
Dios lo había hecho depositario. Cuando se doce años. Falta de fuerza y de valor para
examina la lista de milagros formada en el pro- resistir, había determinado poner fin á su exis-
ceso de canonización, conmuévese uno de pron- tencia. Su hermana Aldisia buscaba en vano
to al ver al Santo distribuir sus primeros fa- la manera de hacerla desistir de su culpable
vores á los habitantes de esta ciudad, comen- intento y persuadirla de que debía aceptar
zando por una familia que lo había amado sus dolores con actos de fe y de resignación.
tiernamente, ayudándole y sirviéndole en todo Cierto día en que los dolores de la enferme-
el curso de su vida sobre la tierra.
2 En efecto, algunos días después de la muer- (1) Yolo recurrere ad B. Nicolaum. Proceso,
(2) Proceso, fol. 89, pág. 1.
— 2 6 4 —

dad eran casi intolerables, di jóle Aldisia pro- Una mujer de Sanseverino, Francisca An-
fundamente entristecida: «Encomiéndate á gelí, estaba reducida á una completa inmovi-
Nicolás; yo voy á la iglesia de los Agustinos lidad, hacía dos años, á causa de una paráli-
á rogar por tu curación. Une tu intención á sis general que, agravándose poco á poco, la
la mía, y seguramente que el Santo nos escu- había dejado incapaz de hacer el menor mo-
chará». Y, dejando á su hermana presa de te- vimiento. Sobre todo, los últimos nueve me-
rribles padecimientos, se fué á prosternar ante ses, viva imagen de Job en el muladar, no
el sepulcro del Taumaturgo. «Yo te suplico, podía ya descender de su lecho para las ne-
exclamó, ¡oh bienaventurado Nicolás!, que cesidades indispensables de su cuerpo. Su
ruegues á N. S. Jesucristo libre á mi herma- marido, Andrés Angelí, hombre ignorante,
na de la enfermedad que la atormenta hace cruel y supersticioso, no sólo la abandonaba,
tantos años. Escúchame, pues, si esta cura- negándole los necesarios auxilios, sino que la
ción puede contribuir á la salud de su alma». colmaba además de injurias y reproches, atri-
Acabada esta oración, sintióse consolada Al- buyendo la enfermedad de aquella desgracia-
disia y movida á dar gracias á su bienhechor da á sus faltas contra la fidelidad conyugal;
con toda la efusión de su espíritu, como si faltas que, según él, le habían merecido aquel
acabase de entender haber sido ya escuchada terrible castigo de Dios.
su petición. Y, en efecto, volviendo al poco
tiempo á su casa, encontró á la enferma com- A mediados de Octubre de 1305, movi-
pletamente buena, la cual la aguardaba con da á compasión una amiga de esta pobre mu-
impaciencia para enseñarle, como prueba de jer, la aconsejó se encomendase, para obte-
su curación, una piedra más grande que una ner el alivio de su enfermedad, á un religioso
haba (1). u agustino, que acababa de morir en olor de
santidad en Tolentino. Obedeció la enferma
La fama del poder y valimiento del Santo con gran confianza, y prometió al Santo que
extendióse con esto por todos los pueblos ve- iría en peregrinación á su sepulcro y le ofre-
cinos, como lo comprueban numerosos mila- cería cinco varas de tela fina para cubrir el
gros sucedidos por la misma época. He aquí altar bajo el cual reposaba el sagrado cuer-
uno entre otros muchos. po. Hallándose dormida, apareciósele en sue-
ños un personaje vestido de fraile agustino y
la dijo: «¿Cómo te encuentras?—Me hallo
muy dolorida, respondió Francisca. Mas, de- vo los huesos, salían en abundancia por la
cidme: ¿quién sois vos?—Yo soy Nicolás de horrible abertura. El pobre niño quedó como
Tolentino, replicó el aparecido.—¡Oh, mi muerto por espacio de dos días, y la llaga,
buen Santo!, exclamó entonces la enferma: si mal curada, gangrenóse de modo que, llenán-
vos me concedéis la gracia que os pido, yo dose de gusanos, exhalaba de sí un olor in-
llevaré ó enviaré todos los años á vuestro se- fecto. No le era posible ni comer, ni beber,
pulcro, además de lo que ya os tengo prome- ni aun hablar; mucho menos el hacer el mo-
tido, dos piernas de cera, como testigos de vimiento más mínimo. El médico, perdida la
mi reconocimiento». esperanza de poder aliviarle, lo había abando-
Aproximándose entonces el Bienaventura- nado, diciendo que sólo Dios era capaz, por
do á la suplicante, hizo la señal de la cruz medio de un milagro, de curar un mal tan te-
sobre diferentes partes de su cuerpo, y la rrible. No se esperaba, pues, más que el últi-
consoló con estas palabras, después de las cua- mo suspiro de Nancio, cuando sus padres con-
les desapareció: «Ten confianza en Dios, que cibieron el pensamiento de ofrecerlo á Nico-
El te devolverá la salud, escuchando mis ora- lás de Tolentino. Este no quiso retardar su
ciones». Francisca despertó. Sus dolores ha- socorro. No había pasado ni siquiera el tiem-
bían completamente cesado, volviendo á re- po que se necesita para pronunciar el nombre
cobrar sus miembros toda su agilidad y su de Jesús, dice el autor anónimo, cuando ya
primera fuerza. Un mes más tarde andaba á el niño comenzó á hablar y pedir de beber, al
pie el camino que separa á Sanseverino de To- mismo tiempo que los colores de la salud vol-
lentino, cargada con la tela y los exvotos que vían otra vez á aparecer en su semblante mo-
había prometido á su celestial bienhechor (1). ribundo. En breves instantes quedó comple-
En la misma época, y casi el mismo día, tamente curado. Varios médicos testificaron
queriendo el niño Nancio de Camerino saltar con admiración no haber quedado vestigio al-
una tapia, cayóse hacia atrás con tan mala guno de la horrible llaga, y aquel mismo día
suerte, que una piedra que arrastró consigo Nancio, acompañado de sus padres, partió á
en la caída le aplastó completamente la pier- pie desde Camerino á Tolentino, para colgar
na izquierda, la cual quedó tan destrozada en una pierna de cera sobre el sepulcro de su
toda la parte del muslo que, reducidos á pol- poderoso protector (1).
(1) Proceso, fol. 201, pág, 2. (1) Proceso, fol. 133, pág. 1
Multiplicándose los milagros de día en día, pues aun no había transcurrido una hora y ya
los religiosos agustinos depositarios del pre- el niño abría de nuevo los ojos y sonreía á la
cioso cadáver tomaron la costumbre de tocar luz del día. Reconocida la madre, dirigióse
las campanas á.-cada prodigio que se efectua- ella misma á colocar su exvoto cerca de las
ba á su vista, á fin de que el pueblo de To- reliquias del bienhechor de su querido Mu-
lentino pudiese ser testigo, y fuese así cre-
cio (1).
ciendo más y más la devoción y la confianza
Estos insignes milagros, y otros muchos
hacia el glorioso Nicolás. Como los milagros
imposibles de enumerar aquí, vinieron á de-
se sucediesen sin interrupción, no cesaban las
mostrar con qué paternal y poderosa protec-
campanas del monasterio de repetir su alegre
ción acudía Nicolás á aquellos que se le ofre-
llamamiento á todos los habitantes de las cer-
cían y lo invocaban con confianza, á la vez
canías. Sucedió que una mujer, llamada To-
que hicieron su nombre más célebre y vene-
masina, hija de Francisco Adinolfi, tuvo el
rado. No se hablaba de otra cosa que de Ni-
temerario pensamiento, al oir tan constante
colás, ni cesaban de tributar acciones de gra-
campaneo, de que todo aquel ruido no era más
cias al Señor, que tan visiblemente y tan pron-
que un artificio de los religiosos, que preten-
to glorificaba á su amado Siervo: de tal modo,
dían de ese modo atraer ingeniosamente los
que el aniversario primero de su muerte con-
fieles hacia su iglesia. Dios castigó inmedia-
movió todo el país de las Marcas y todas las
tamente este desfavorable juicio, haciendo
provincias circunvecinas. El 10 de Septiem-
quedase ciego su hijo Mucio, que ella enton-
bre de 1806 renováronse en Tolentino las ma-
ces tenía en brazos. La ceguera instantánea
ravillas de los antiguos tiempos, viéndose acu-
del niño abrió los ojos de la madre, que, re-
dir los pueblos en tropel, ora á implorar el
conociendo el justo castigo de su falta, cayó
valimiento del Santo, ora á cumplir sus vo-
de rodillas é imploró de Nicolás el perdón,
tos, ora á dar las más reconocidas gracias pol-
así como la curación de su hijo, prometiendo
las curaciones obtenidas. Sucedió entonces
al mismo tiempo ofrecer en el altar del Santo
que, caminando hacia Tolentino dos mujeres
un cuerpo de cera que tuviese el peso del pe-
de San Ginés, encontraron en el camino á la
queño ciego. No en vano se dirigió Tomasina
hija de un habitante de esta ciudad, llamada
al bienaventurado ermitaño, y bien pronto
conoció la bondad y ternura de su corazón;
Juana, á la cual suplicaron les acompañase á vista.» El P. Leonardo Montefalco y otro re-
visitar la iglesia donde reposaban las reliquias ligioso presentáronle entonces un libro, á fin
del Taumaturgo. «A Tolentino van los enfer- de asegurarse del milagro, y la ciega leyó en
mos, y yo me encuentro buena», respondió él sin dificultad (1).
inconsideradamente aquella mujer. Mas, ape- Otro hecho más prodigioso todavía vino á
nas había pronunciado estas palabras, cuando colmar por completo el piadoso entusiasmo
se sintió acometida de un dolor de costado de los fieles y á acrecentar de una manera in-
tan agudo, que se quedó paralítica. Severa fué decible la popularidad del Santo de Tolenti-
la lección, y, comprendiéndolo así la mujer, no; hecho único, por el que el Cielo pareció
unióse á las piadosas peregrinas, é hizose querer recompensar á la vez la santidad de su
transportar al sepulcro del Santo, á pesar de siervo y la confianza de las muchedumbres.
sus acerbos sufrimientos. Allí, ofreciendo un En medio del profundo silencio que reinaba
cirio de su propia altura, suplicó con lágri- en la iglesia, la estrella brillante y maravillo-
mas al Santo le devolviese la salud, lo que sa, que tantas veces había conducido á Ni-
consiguió, en efecto, dejando á Tolentino colás al lugar donde se hallaba su sepulcro,
completamente curada, y volviendo sola á su aparecióse en todo su resplandor, brillando
casa (1). hermosa y pura sobre las turbas arrodilladas.
Entre la muchedumbre de gente que se Ella parecía decirles que su protector, siem-
agolpaba á la iglesia de P P . Agustinos hallá- pre benéfico y poderoso, oía sus oraciones y
base una mujer ciega de hacía nueve años, estaba presto á satisfacerlas. La profecía he-
cuya enfermedad era conocida en toda la po- cha al Bienaventurado por uno de sus Herma-
blación, Después de haber oído Misa, perma- nos en religión se realizaba enteramente. Un
neció en oración hasta la hora de tercia. En inmenso clamor retumbó á la vista de este
este momento los religiosos, que comenzaban nuevo milagro, y gritos de alegría y de ben-
á cantar el Oficio, la oyeron arrojar un grito dición interrumpieron los cánticos y salmo-
tan fuerte, que, creyéndola enferma, se agol- día de los ermitaños de San Agustín, mien-
paron alrededor suyo. « Ya veo, exclamó ella tras la ciudad entera corría presurosa á ver
simplemente; San Nicolás me ha devuelto la el astro maravilloso. Gente de todos los paí-

(1) Proceso, fol. 148, pág. 1. (1) Proceso, fol. 27, pág. 1.
ses, que jamás había conocido á Nicolás, aflu- tos, en la iglesia de San Nicolás un gran nú-
yó allí en grande número, atraída por una mero de fieles atormentados de diversas do-
fuerza misteriosa. Cada año, por espacio de lencias, fué concedida la salud á los enfer-
más de veinte, según cálculo de los bolandis- mos, siendo además reducida á la fe una mu-
tas, la muchedumbre de fieles tuvo la dicha jer infiel; volteáronse solas las campanas en
de contemplar la radiante estrella, brillando señal de alegría; cuarenta y cinco milagros
con luz esplendorosa sobre el arca sagrada fueron obrados en la misma noche por el di-
donde reposaba el elegido del Señor (1). vino Nicolás » (1).
El año 1310 fué asimismo célebre en la A medida que la piedad popular iba en
historia póstuma del glorioso Taumaturgo de aumento, multiplicábanse también las prue-
Tolentino. La noche de Todos los Santos, bas del poder de San Nicolás, y venían á ser
llena la iglesia de fieles, sobre todo de cie- cada día más brillantes. No eran sólo las en-
gos, de estropeados, de posesos y enfermos fermedades y dolencias el objeto de su bon-
de todas clases, retumbaba con mil exclama- dad: la misma muerte no podía resistirle,y
ciones y cánticos de agradecimiento. Cuaren- numerosos casos de resurrección han sido
ta y cinco milagros habíanse operado en un comprobados en el proceso de canonización.
mismo instante por la virtud del Santo, á los En el mismo año de 1310, un habitante de la
que pocos momentos más tarde siguió el nú- ciudad de Camerino, llamado Ansovino Atti,
mero cuarenta y seis, consistente en otra cu- que se disponía á montar á caballo, espantó
ración maravillosa. En memoria de esta hora al animal por un movimiento de la fusta, el
bendita hase colocado en el campanario de cual salió escapado, arrastrando impetuosa-
la iglesia la inscripción siguiente, que toda- mente las riendas y sembrando el terror por
vía se lee: «Mientras que en la noche de To- dondequiera que pasaba. Un pequeño niño,
dos los Santos velaban, cumpliendo sus vo- llamado igualmente Ansovino, á quien el es-
panto había derribado al suelo, fué atropella-
(1) Et multis sane annis continuis ipso die obi-
tus ejus quo homines innumeri e divers is locis ad
reverendum corpus ejus obtinendse sanitatis con- (1) Illa eadem nocte omnium sanctorum Beatus
fluebant, non autem vel antea vel postea stella Nicolaus fecit quadraginta quinqué miracula in
ILLA videbatur. Pedro de Monterubiano, cap. T. nù- ecclesia S. Augustini de Tolentino... In illa nocte
mero 84. campanee prseditaa Ecclesise pulsaban tur ex se, et
non tangebantur ab aliquo. Proceso, fol. 126, pág. 2.
do por el furioso animal, y de tal modo ho- la abertura que comunica con la rueda del
llado por sus pies, que las señales de las he- molino, cesando éste de dar vueltas, impedi-
rraduras quedaron impresas en su cuerpo. La do por el cuerpo del niño, que tapaba ente-
muerte fué casi instantánea, siendo conduci- ramente aquella abertura, y que, arrollado
do el difunto á su casa con las entrañas des- por el ímpetu de las aguas, expiró antes que
cubiertas y su cuerpo acardenalado con ho- persona alguna pudiera prestarle socorro. Una
rribles heridas. Este espantoso accidente su- hora más tarde del funesto accidente acudía
mió á los desgraciados padres en un horrible la madre, acongojada, al lugar desde donde
dolor. Andrea, su madre, que estaba incon- se veía la víctima; mas, como las aguas se
solable, se puso á rogar á San Nicolás con encontrasen grandemente alborotadas, nadie
suspiros y lágrimas, pidiéndole con entera se atrevía á descender por el pequeño cadá-
confianza la resurrección de su hijo, y pro- ver. Llegó Juana, después de mil esfuerzos,
metiendo en cambio depositar sobre el sepul- á colocar sobre el borde del canal el cadáver
cro del Santo de Tolentino un grueso cirio y de su pobre hijo, muerto hacía largo tiempo
una imagen de cera. Una vez más se mostró y cubierto de horribles cardenales, y, arrodi-
el Taumaturgo generoso á las súplicas que se llada delante de aquel cuerpo inanimado de
le dirigían, sin que el prodigio se dejase es- su Puccio, deshacíase en lágrimas de la más
perar largo tiempo. En efecto, Ansovino vol- inconsolable amargura. De repente, llena de
vió otra vez á la vida, sin que en todo su una admirable confianza, exclamó: «¡Ah, Ni-
cuerpo se viese la menor mancha de carde- colás! ¡Vos, que sois el Santo de los milagros,
nales ni vestigio alguno de enfermedad. Al resucitadme á mi Puccio! ¿Cómo podré yo vi-
día siguiente corría y jugaba, como la víspe- vir sin él? Concededme la gracia que os pido.
ra, con los muchachos de su tiempo (1). Yo os prometo ayunar cada año la víspera
En el año 1317 tuvieron lugar tres famo- de vuestra fiesta, santificar vuestro día abs-
sas resurrecciones. La víspera de San Juan teniéndome de todo trabajo, y llevar los ves-
Bautista cayóse en el canal de un molino un tidos de mi hijo á vuestro altar de Tolentino».
niño llamado Puccio, de edad de cuatro años Todavía no había concluido su oración,
y algunos meses, el cual fué arrastrado hacia cuando, recobrando el niño la vida, abrió sus
ojos y sonrió á su madre; la cual, en presen-
cia de todos cuantos habían acudido llevados
del ruido del accidente, despojó á Puccio de vecino que se alimentaba de una fuente de
sus vestidos, con el fin de ofrecerlos en el al- agua hirviendo, sumergiéndose inmediata-
tar del Taumaturgo. Un doble milagro se ha- mente en el fondo del lago y desapareciendo
bía verificado: el pequeño cuerpo no presen- completamente. Siete días transcurrieron, al
taba la menor señal de sus heridas, ni de los cabo de los cuales aparecióse Nicolás vestido
golpes violentos de las olas que lo habían de ermitaño de San Agustín, y, sacando al
azotado largo tiempo (1). muerto del agua, vuelto á la vida, le hizo ca-
L a tercera resurrección que aquí vamos á minar por la orilla del lago y condújolo él
citar es tan maravillosa, escriben los bolan- mismo hasta Monte Rotondo. Cuando este
distas, que no será fácil encontrar un milagro hombre resucitado, hubo llegado á su morada,
semejante: razón por la cual, añaden, vamos llamó á la puerta, que fué abierta inmediata-
á contarlo, citando las mismas palabras del mente. Su mujer y sus hijos llenáronse de ad-
beato Jordán de Sajonia. miración y de alegría al volver á ver vivo á
«No lejos de Padua, en el monte Rotondo, aquel que ya creían muerto. Todo esto tenía
hoy llamado Monte Ortona, un hombre atra- lugar durante la noche. Desde el momento en
vesaba solo un camino, siendo asaltado por que entró en casa el protegido del Santo de
sus enemigos, que habían jurado su ruina y lo Tolentino, quiso acostarse, y encargó se lla-
aguardaban para quitarle la vida. No pudien- mase á un sacerdote. Sabía él que la vida no
do escapar de sus manos, suplicóles el infe- le había sido devuelta sino á fin de que pu-
liz, por el amor de Dios y de San Nicolás, le diese prepararse, según sus deseos, para los
hiciesen siquiera la gracia de pedir que vinie- juicios de Dios. Corrió, pues, el sacerdote á
ra un sacerdote que lo oyese en confesión y confesarle y administrarle el Viático y la Ex-
lo absolviese antes de morir; mas los enemi- tremaunción, y, haciendo este hombre inme-
gos mostráronse inflexibles, quitándole al pun- diatamente su testamento, puso en orden sus
to la vida, mientras que la víctima continua- negocios, dijo adiós á su esposa, á sus hijos
ba encomendándose á Dios y á San Nicolás y á todos aquellos que estaban presentes, des-
de Tolentino. Tomando después el cadáver, pués de contarles minuciosamente cómo Ni-
arrojáronlo estos hombres crueles en un lago colás lo había protegido, resucitado y condu-
cido á su propio domicilio, y por fin murió
de nuevo á las nueve de la mañana.
DSTOFO.T C&.Y I »
Inmediatamente después de esta muerte ®i®t®í®l©l®l©l®l®l®l©l©l®l®í®l®

extraordinaria desapareció la carne del ca-


dáver y quedaron los huesos blancos y calci-
nados, como los de una persona que fuese
quemada viva. El beato Jordán de Sajonia
asegura que en su tiempo se conservaban to- CAPÍTULO X X I I
davía en Monte Rotondo estos huesos des-
nudos y limpios, como prenda preciosa y re- Situación de la Iglesia en el siglo XIV.—Publica el
cuerdo de un prodigio tan inefable» (1). Papa Juan X X I I la Bula Pater luminum,.— Tres-
cientos setenta y dos testigos.—Va á Aviñón el
No siéndonos posible citar los innumera- P. Tomás de Fabriano.—Luis de Baviera se hace
bles milagros , del Taumaturgo de Tolentino, coronar en Aix-la-Chapelle.—Elección de un An-
nos hemos detenido en estas tres resurreccio- tipapa.—Beatificación de Nicolás.—Un cisma.—
nes, cuya certeza es evidente y se halla sufi- El Papa Eugenio IV obtiene la reconciliación
cientemente comprobada. Ellos nos darán una por la intercesión de Nicolás.—Trescientos y un
idea del poder celestial de Nicolás, que, al milagros.
decir del historiador Lanteri en la obra inti-
tulada Postrema scecula sex, resucitó 107 Conmovidos los ermitaños de San Agustín
muertos, sin hablar de todas las curaciones por la grandeza y multitud de los milagros
maravillosas que han hecho por todas partes de su Taumaturgo tanto como por la heroica
conocer y bendecir su nombre. excelencia de sus virtudes, suplicaron á la
Santa Sede se dignase instruir el proceso de
(1) Beato Jordán de Sajonia. Viten Frairum, li- la canonización de Nicolás y elevarlo al ho-
bro íi. nor de los altares. Unieron sus instancias á
las de la Orden muchos obispos, y todas las
personas afectas á esta causa concibieron la
esperanza de ver prontamente acabado este
negocio á la gloria del Santo de Tolentino.
Mas habiéndose agravado en gran manera las
dificultades, cada día nuevas, que afligían por
aquella época á los Sumos Pontífices, vinie-
DSTOFO.T C&.Y I »
Inmediatamente después de esta muerte ®i®t®í®l©l®l©l®l®l®l©l©l®l®í®l®

extraordinaria desapareció la carne del ca-


dáver y quedaron los huesos blancos y calci-
nados, como los de una persona que fuese
quemada viva. El beato Jordán de Sajonia
asegura que en su tiempo se conservaban to- CAPÍTULO X X I I
davía en Monte Rotondo estos huesos des-
nudos y limpios, como prenda preciosa y re- Situación de la Iglesia en el siglo XIV.—Publica el
cuerdo de un prodigio tan inefable» (1). Papa Juan X X I I la Bula Pater luminum,.— Tres-
cientos setenta y dos testigos.—Va á Aviñón el
No siéndonos posible citar los innumera- P. Tomás de Fabriano.—Luis de Baviera se hace
bles milagros , del Taumaturgo de Tolentino, coronar en Aix-la-Chapelle.—Elección de un An-
nos hemos detenido en estas tres resurreccio- tipapa.—Beatificación de Nicolás.—Un cisma.—
nes, cuya certeza es evidente y se halla sufi- El Papa Eugenio IV obtiene la reconciliación
cientemente comprobada. Ellos nos darán una por la intercesión de Nicolás.—Trescientos y un
idea del poder celestial de Nicolás, que, al milagros.
decir del historiador Lanteri en la obra inti-
tulada Postrema scecula sex, resucitó 107 Conmovidos los ermitaños de San Agustín
muertos, sin hablar de todas las curaciones por la grandeza y multitud de los milagros
maravillosas que han hecho por todas partes de su Taumaturgo tanto como por la heroica
conocer y bendecir su nombre. excelencia de sus virtudes, suplicaron á la
Santa Sede se dignase instruir el proceso de
(1) Beato Jordán de Sajonia. Vitce Frairum, li- la canonización de Nicolás y elevarlo al ho-
bro íi. nor de los altares. Unieron sus instancias á
las de la Orden muchos obispos, y todas las
personas afectas á esta causa concibieron la
esperanza de ver prontamente acabado este
negocio á la gloria del Santo de Tolentino.
Mas habiéndose agravado en gran manera las
dificultades, cada día nuevas, que afligían por
aquella época á los Sumos Pontífices, vinie-
ron á dificultar estos piadosos proyectos y á San Pedro de Perusa. Juntáronse en Macera-
hacer perder todas las esperanzas, no permi- ta estos tres delegados el 8 de Julio de 1325,
tiendo la situación de la Iglesia fuesen inme- é hicieron llamar al Provincial Pedro Caste-
diatamente satisfechos estos justos deseos. lli, al Prior de Tolentino y al P. Simón de
Había muerto Nicolás en tiempo de las des- Montecchio, con tres cancilleres y muchos
avenencias entre el rey de Francia Felipe el notarios que debían quedar al servicio del
Hermoso con Bonifacio V I I I ; y aunque Be- tribunal. Trescientos setenta y dos testigos
nedicto X I , que sucedió á este ültimo en la fueron allí oídos (1), dando á sus declaracio-
Silla de San Pedro, probó de restablecer la paz, nes una grandísima autoridad la circunstan-
modificando algunas disposiciones de su pre- cia de que la mayor parte de ellos habían tra-
decesor y reconciliándose personalmente con tado á Nicolás personalmente. Un poco más
su poderoso enemigo; la guerra, no obstante, de un año duró esta información de Macera-
duraba todavía. Pretendía Felipe el Hermoso ta; concluida la cual, comisionóse al P. To-
obtener á todo trance del Papa que deshon- más Fabriano, ermitaño de San Agustín, que
rase la memoria de Bonifacio V I I I ; mas, co- la llevase á Aviñón, con orden expresa de no
mo sus pretensiones eran injustas é infunda- entregarla sino en las manos mismas del Su-
das, rehusábalo enérgicamente Benedicto XI. mo Pontífice.
Muerto este Sumo Pontífice, Bertrando de El 5 de Diciembre de 1326 fué recibido
Goth, que le sucedió bajo el nombre de Cle- el P. Tomás en pleno Consistorio (2), donde,
mente V, ocupóse exclusivamente durante su rompiendo el Papa los sellos en presencia de
Pontificado en el cambio de su residencia, los Cardenales, después de haber visto los
que colocó en Aviñón, en el Concilio de documentos, encargó á tres Príncipes de la
Viena y en el famoso proceso de los Tem- Iglesia que los examinasen severamente. Eran
plarios.
Veinte años nada más habían transcurrido (1) Proceso. Giorgi, segunda parte, cap. m , pá-
después de la muerte de Nicolás, cuando el gl
(2) 2 Quíe quidem omnia sub testimonio sigillo-
Papa Juan X X I I publicó la bula Pater lu- rum dictorum Episcoporum... per Fr Thomam de
minum, confiriendo la autoridad apostólica Fabriano dicti Órdinis Sao. 'Tbeol ^ í e ^ o r e m ,
die Yeneris 5 Decembris A D . MCCCXXVI. Sanc-
para el proceso de canonización al Obispo de tissimo Domino Nostro et Sac. Colleg. D D C a r d i -
Sinigaglia, al de Cesena y á Ugolino, Abad de nalium in Consistorio presentata fuerunt. Pi oceso.
éstos Vidal del Torno, Goncelino Cosa y San- mandó al vencedor suspendiese el ejercicio
tiago Gaetani. Mas, cuando la Orden Agus- de sus derechos para someterlos al juicio de
tiniana veía por fin comenzar la grande y tan la Santa Sede, que estaba quejosa de su con-
deseada obra de la canonización de San Ni- ducta y se veía obligada á dirigirle algunas
colás, nuevos obstáculos vinieron á interpo- reprensiones por haber favorecido á los he-
nerse, y Juan X X I I vióse en la necesidad de rejes y enemigos de la Iglesia romana. No
interrumpir el proceso para poder atender á habiendo Luis tenido en cuenta las adverten-
conservar su independencia amenazada y la cias y amonestaciones del Pontífice, éste de-
integridad de la fe, combatidas entonces por claró vacante el imperio, mientras que, furio-
muchos nuevos herejes. ' so el Emperador, apelaba del Papa mal ins-
Luis V de Baviera acababa de hacerse co- truido al Papa bien instruido, y luego á un
ronar emperador en Aix-la-Chapelle, mien- Concilio general, que lo excomulgó. Jurando
tras que los electores hacían consagrar en entonces vengarse de la Santa Sede, este in-
Colonia al hijo de Alberto I , Federico el digno príncipe marchó para la Italia, entró
Hermoso; con lo que estalló la guerra civil, en Roma y, haciéndose coronar de nuevo,
tanto más cruel cuanto que ambos comba- procedió á la elección de un Antipapa, Pe-
tientes eran parientes próximos. Después de dro de Cobier, teniendo la osadía de colocar
haberse derramado mucha sangre, resolvié- Obispos de su elección en muchas iglesias,
ronse á que fuese decidida la contienda por después de arrojar á los que las poseían le-
treinta campeones solamente; lo cual no fué gítimamente, y llegando su audacia hasta pro-
más que el preludio de una batalla, en la que nunciar una sentencia de muerte contra el su-
salió vencedor Luis de Baviera. Esta batalla cesor de San Pedro y contra el rey de Nápo-
con algunas otras que siguieron, le constitu- les, su amigo y defensor, condenando á los
yeron dueño absoluto del imperio. dos á ser quemados vivos.
Habíase conservado el Papa neutral entre El Pontífice Romano, abrumado de todo
Jas partes beligerantes, esperando que Luis, género de males y rodeado de peligros pre-
cuya falta de religión y perversas cualidades sentes y de dificultades sin número, suspen-
tenía bien conocidas, se vería obligado á ce- dió forzosamente el proceso del Taumaturgo
der la corona á Federico, príncipe sabio y de Tolentino, pero proponiendo en su ánimo
virtuoso. Después de la batalla de Muldorf volver á tomarlo y proseguirlo tan pronto co-
mo le fuese posible, á fin de acabar esta obra, mo un día de bendición y de alegría públi-
que miraba con interés. Así que, para signi- ca (1).
ficar cuán presente estaba en su pecho esta Sin embargo, las persecuciones y alarmas
canonización, hizo voto el año 1330, en pre- que continuamente rodeaban á la Santa Sede
sencia de sus Cardenales, de colocar en los enfriaron una vez más este movimiento de
altares á Nicolás, tan proto como la persecu- entusiasmo y de celo por la causa de Nico-
ción cesara y fuese vuelta la paz á la Iglesia; lás. Los que hasta entonces habían trabajado
dando al mismo tiempo al hijo de Agustín el en ella llegaron, á juzgar imposible y á aban-
título de Beato (1). Esta primera decisión fué donar poco á poco esta empresa, mientras
por todos acogida con gran regocijo, pues pasaban aquellos aciagos tiempos, permane-
que con ella se proclamaba ya muy alto que ciendo, sin embargo, fieles á la misma, y te-
los hechos extraordinarios registrados en Ma- niendo cuidado de anotar y relatar todo aque-
cerata revestían todos el carácter de milagro- llo que pudiese contribuir más tarde al buen
sos, derivándose también de ahí que el Papa éxito de la canonización; esto es, el acrecen-
podía, cuando lo creyese conveniente, inscri- tamiento rápido del culto de Nicolás y los
bir á Nicolás en el número de los santos con- numerosos é insignes milagros que habían
fesores. La Orden de San Agustín, sobre to- los fieles obtenido por su valimiento. Contá-
do, y la diócesis de Tolentino, que deseaban banse ya por esta época .seis resurrecciones y
hacía tiempo que fuese permitido el culto más de trescientos prodigios ciertos y com-
público de Nicolás, sintieron otra vez rena- probados, sin contar las gracias y favores de
cer todas sus esperanzas. Desde este mismo menos importancia, cuya relación y pruebas
año celebróse solemnemente el 10 de Sep- se recibía cada día de todas partes. Nadie ha
tiembre por la Orden Agustiniana el aniver- vivido desde el tiempo de los apóstoles, según
sario de la muerte de su glorioso hijo, y la el testimonio de Eugenio IV, que haya su-
Italia entera se unió á los ermitaños para perado á Nicolás ni en el número ni en la
festejar la beatificación del nuevo Bienaven- magnitud de los milagros (2).
turado, siendo desde entonces considerado
(1) Herrera, Alfabeto Agustiniano, año 1307.
en muchos pueblos el 10 de Septiembre co- (2) Neminem inde jam ab Apostolorum sevo vi-
xisse qui prodigiorum aut magnitudine aut mul-
titudine Nicolaum superávit. Eug. iv, apud Corn-
Ourt. iu vita S, Nicolai.
El gran cisma de Occidente, que vino á Valachia, siendo todos ellos recibidos en Fe-
desgarrar la Iglesia de Jesucristo durante me- rrara con una magnificencia extraordinaria;
dio siglo, contribuyó también mucho á retar- mas, habiéndose trasladado el Concilio algu-
dar la canonización del hijo de Agustín; mas nos meses más tarde á Florencia por causa
Dios, en sus impenetrables juicios, no hizo de la peste, siguieron también á los Padres
que se retardase su triunfo definitivo y com- en esta segunda residencia. El Papa Eugenio,
pleto sino para hacer que este triunfo fuese en persona, todo el Colegio de Cardenales y
más glorioso y magnífico. Un acontecimiento más de cincuenta Obispos representaban á la
importante, reuniendo la Iglesia griega á la Iglesia latina.
Iglesia latina, iba á hacer progresar la causa Los más sabios teólogos de Oriente y Oc-
del Taumaturgo, llevándola por fin á un re- cidente examinaron juntos, por espacio de
sultado glorioso. Habiendo aumentado los tur- diez y ocho meses, las tradiciones de las dos
cos sus antiguas conquistas con nuevas vic- Iglesias, llegando el 6 de Julio de 1439 á la
torias y con la toma de Tesalónica en 1431, conclusión de la paz de una manera solemne
el Emperador de Constantinopla temió con y gloriosísima para la Silla Apostólica de Ro-
razón que el Imperio no viniese á ser presa ma. Así terminó el cisma de Focio, que tanto
de aquéllos, llegando de una vez á su fin. No y por tantos siglos había afligido á la Iglesia
pudiendo esperar socorros sino de parte de católica.
los latinos, deseó la unión de la Iglesia griega El Papa Eugenio I V , que había obtenido
con la Iglesia de Roma, y, habiéndole hecho esta grande y gloriosa reconciliación por los
sobre esto una propuesta al Papa Eugenio IV, auxilios del Beato Nicolás, como él mismo lo
envióle éste sus legados que lo mantuviesen aseguraba, tomó otra vez el camino para Ro-
en sus buenos deseos y le hiciesen saber que ma, dispuesto á conceder á su protector los
pensaba convocar un Concilio en Ferrara para honores de la canonización (1), lo que inició
este objeto. Acudió Juan Paleólogo á esta al momento, formando al efecto una asamblea
asamblea el año 1438, en compañía del Pa-
triarca de Constantinopla, veinte de los pri-
(1) Sed et illud celeberrimum extitit ipsins Eu-
meros dignatarios de la Iglesia cismática, y genii voto expetitum et suceesorum pontificum
los embajadores de los soberanos de Trebi- oraculo fìrmatum, quod ecclesia Romana S. Nico-
sonda, de Moscovia, de Georgia, de Servia y lai meritis summam preeter spem tranquilitatem
consecuta est. Officium. CanomzationisdieSJunii.
que examinase el estado de la causa. Compo- gusta asamblea, que veía en ellas el primer
níase aquélla de Juan, Cardenal-Obispo de destello de la aurora del dichoso día en que
Palestrina; de Juan, Cardenal-Presbítero del Nicolás de Tolentino sería canonizado (1).
título de San Lorenzo en Lucina, y de Prós-
pero, Cardenal del título de San Jorge en Ye- (1) Giorgi, segunda parte, cap. v, pág. 248. Cen-
labro. Dichos tres Cardenales volvieron á to- tena terque illustria patrata fulgent thaumata,
mar el proceso y dieron lectura del mismo en quee lingua blcesa cdisserit, soluta Divi muñere.
Himno del Oficio de la Canonización.
pleno Consistorio, ante el Soberano Pontífice,
el Sagrado Colegio y todos los Obispos pre-
sentes en la Ciudad Eterna. Aunque para la
canonización de un santo no se necesitan más
que tres milagros, la Congregación aprobó en-
tonces trescientos que Dios se dignó aumen-
tar, obrando un nuevo prodigio en presencia
del Papa y de los Cardenales. El abogado con-
sistorial, que debía leer en alta voz el largo é
importante proceso de canonización, era tarta-
mudo de nacimiento; mas, apenas hubo abier-
to la boca para comenzar la lectura y glorifi-
car á Nicolás, cuando soltóse su lengua y con-
tinuó, sin pararse y sin vacilar una sola vez,
toda la lectura del proceso y de los trescien-
tos milagros.
Lleno de entusiasmo Eugenio IV ante este
prodigio, levantó la sesión, diciendo: «Yo
apruebo trescientos un milagros»; y mandó
registrar inmediatamente el último, á conti-
nuación de los otros. Estas palabras del suce-
sor de San Pedro fueron saludadas con aplau-
sos y cánticos de reconocimiento por la au-
consagráronse á ella con tanto celo y activi-
dad, que en poco tiempo pudieron disponer
los agustinos de los fondos suficientes para
el proceso y para los preparativos de la fies-
ta, cuyo esplendor admiró á los autores con-
CAPÍTULO X X I I I temporáneos.
Por fin, el 1.° de Febrero de 1446 expidió
Canonización de San Nicolás— El Soberano Pontí-
el Soberano Pontífice la bula de canoniza-
fice publica la bula de canonización.—Fíjase
para la canonización el día de la fiesta de Pen-
ción (1), tan largo tiempo esperada y tan viva-
tecostés, 5 de Junio de 1446.—Canonización. —
mente apetecida, dando á conocer su inten-
Nuevos milagros. — R o m a , P a v í a , Venecia.— to de presidir él mismo la solemnidad en la
Agradecimiento de Nicolás para con el Papa iglesia de San Agustín de Roma. El P. Ju-
Eugenio IV. lián de Semelio, á la sazón General de la Or-
den, quiso dar las gracias á Eugenio I V por
Mientras se dirigían al Soberano Pontífice el honor que se dignaba dispensar á la fami-
tiernas súplicas pidiéndole apresurase el de- lia monástica del gran Obispo de Hipona,
cretar para Nicolás los honores supremos de ofreciéndole él mismo, en nombre de la Or-
la canonización, la Orden á que había perte- den, un hermosísimo palio con las armas de
necido organizaba colectas por todas partes la Santa Iglesia, de la Santa Sede, de los Er-
con que atender á los enormes gastos del pro- mitaños de San Agustín, de San Nicolás y de
ceso. El General, P. Bartolomé de Venecia, la ciudad de Roma.
había en 1397 ordenado á todos los Provin- Después de cuatro meses de preparativos,
ciales presentes al Capítulo de Munich le re- amaneció por fin el día tan deseado, día me-
mitiesen para este objeto los fondos de que morable y glorioso, día de bendiciones y de
pudiesen disponer, tan pronto como regresa- milagros. El día 5 de Junio de 1446, fiesta de
sen á sus conventos (1). Los encargados de Pentecostés, el cañón del castillo de San An-
las colectas destinadas á esta santa empresa gelo y las campanas de todas' las iglesias sa-

(1) Indicta est collecta pecuniarum prò expen-


sis faciendis in Canonizatione Sancti Nicolai de (1) Véase el apéndice núm. 3, al fin de este vo-
Tolentino. Ex Comm. Ord. sub anno 1397, lumen.
ses á presenciar estas solemnidades y á tri-
ludaron desde el alba la gran solemnidad que butar sus homenajes al héroe cristiano nue-
se preparaba. Según los autores contemporá- vamente elevado á los altares. La procesión
neos, jamás se habían visto fiestas parecidas desfiló lentamente por las calles de la ciudad,
en la ciudad eterna. Hermosas colgaduras de cantando las Letanías de los Santos y las de-
oro y terciopelo y magníficas banderas, re- más oraciones prescritas, siendo detenida re-
presentando los principales milagros del San- pentinamente al pasar el puente de San An-
to, adornaban todo el trayecto que debía re- gelo por una mayor oleada de gente que in-
correr el cortejo pontifical, desde la iglesia vadía la carrera. Sucedió entonces que, en
de San Agustín hasta la de San Celso (1). medio de esta aglomeración de las turbas, un
Comenzaron las ceremonias por una pro- muchacho que marchaba á la orilla del río
cesión general, compuesta del clero secular fué arrojado en el agua; la cual, con tal ra-
y regular de Roma, de los curas y vicarios pidez lo arrolló en su corriente, que, á pesar
de la ciudad y de los canónigos de todas las de las más activas y prontas diligencias, no
basílicas menores y patriarcales. Hallábanse pudo siquiera encontrarse su cadáver. Duran-
allí todos los Obispos residentes en Roma y te este tiempo, el padre del niño ahogado, que
todos los Cardenales, coronadas sus sienes era trompeta en el cortejo pontifical, no se
de preciosísimas mitras, marchando en pos enteró lo más mínimo de la desgracia que
de todos el Soberano Pontífice, conducido acababa de sucederle, sino que continuó glo-
en su silla gestatoria, teniendo una candela rificando al Taumaturgo con la voz de su ins-
encendida en su mano izquierda, mientras trumento. _
que con la diestra bendecía á las turbas, que Llegado que hubieron á la iglesia de ban
lo aclamaban con gritos de alegría y de en- Agustín, detúvose allí la procesión, y, des-
tusiasmo. Sería difícil describir los transpor- cendiendo el Papa de su silla, después de las
tes de alborozo que entonces, como ahora, ceremonias de costumbre hizo cantar solem-
causaba la presencia del sucesor de Pedro á nemente el Verá Creator. Terminado el him-
las muchedumbres venidas de todos los paí- no, el sucesor de Pedro, sentado en su trono
y ceñida su frente con la tiara pontifical, de-
(1) Por el amor á dicho Santo, fueron cubiertas claró que, á honor de la Santa é Indivisible
y adornadas las calles con colgaduras de oro, ter- Trinidad, por la exaltación de la Fe católica
ciopelo y lana, desde S a n Agustín hasta San Cel-
so. Petronio. Cod. Vat.
y aumento de la Religión cristiana, en virtud davía el uniforme de trompeta, llegaba á las
de la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, orillas del Tíber, donde acababa de oír que
de los Apóstoles Pedro y Pablo y de la suya había desaparecido su hijo aquella mañana.
propia, definía que el Bienaventurado Nico- Habíase ya perdido toda esperanza de en-
lás de Tolentino, de la Orden de Ermitaños contrarle, después de haber agotado todo gé-
de San Agustín, era Santo y que lo inscribía nero de diligencias, sumergiéndose algunos y
en el Catálogo de los Santos, estableciendo volviéndose á sumergir sin lograr descubrir
que su piadosa memoria fuese honrada y ve- cosa alguna; y el sol, desapareciendo del ho-
nerada cada año por la Iglesia universal el rizonte, para dar lugar al crepúsculo, tan pe-
día 10 de Septiembre. ligroso en Roma, iba á impedir nuevas ten-
tativas. Sin embargo, algunas personas cari-
La gran noticia fué al punto anunciada y
tativas, movidas del dolor de aquel hombre,
saludada por todas las campanas de Roma y
habiendo tentado un supremo y último es-
por el cañón de San Angelo, mientras que el
fuerzo, lograron sacar á la ribera el pequeño
Soberano Pontífice, en la oración que él mis-
cadáver, ya hinchado. ¡Hacía más de diez ho-
mo había compuesto para la Misa de este día
ras que estaba en el fondo del agua!
memorable, reconocía deber á la protección
de San Nicolás la paz y tranquilidad de la El padre del niño, arrojándose sobre el trío
Iglesia (1). cadáver, cubríalo de besos y de lágrimas, que-
La tarde de este día, en medio de las fies- jándose respetuosamente á San Nicolás de que
tas é iluminaciones, un hombre, llevando to- hubiese permitido en un día tan memorable
un tan triste suceso y una tan inmensa des-
(1) «Concedo, quaasumus, omnipotens Deus ut gracia. «¡Ah, exclamaba; si vos me devolvéis
Ecclesia tua, qute ineffabili providentia Beati Ni- el hijo, yo lo consagraré á Dios!» Y he aquí
colai Confessoris tui virtutum et miraculorum glo-
ria coruscat, ipsius meritis et intercessione, elimi- que, apenas hubo pronunciado estas palabras,
natis erroribus perpetua pace atque unitate lsete- cuando el niño resucitado le miraba sonrien-
tur. » Oratio in die festi ab Eugenio IV composita, do y lo acariciaba tiernamente (1).
Post ejus relationem in numerum Sanctorum cele-
berrimum maximumque illud miraculum extitit,
quod Ecclesia Romana, jarn per annos amplius
quinquaginta schismatum dissidiis graviter aflic-
ta, hujus beati viri meritis et intercessione, sublatis (1) Insigni miraculo hsec ipsa celebritas nobili-
erroribus, pacem prseter spera summam consequu- tata fuit; puer enim tubicinis cu 3 usdam films, ab
ta est. Sixtus V in Bulla diei 1 7 Januarii M D L X X X V . .Elio P o n t e , prementibus turbis, in Tyberim de-
En esta misma solemnidad del 5 de Junio fiesta dar una prueba de agradecimiento al
obró el Taumaturgo de Tolentino otra ma- Sumo Pontífice que le había otorgado los ho-
ravilla, no menos admirable y sorprendente. nores de la canonización. Tan pronto como
Hacía siete siglos que el cuerpo de San Agus- los agustinos de esta ciudad tuvieron noticia
tín, Patriarca y fundador de los Ermitaños del triunfo de su santo Hermano, quisieron
que llevan su nombre, reposaba en Pavía en también celebrar solemnemente un aconteci-
la iglesia de su Orden. El día de la canoni- miento tan consolador y glorioso para su Or-
zación de Nicolás, en el momento mismo en den. Durante las fiestas que con tal objeto se
que el Pontífice pronunciaba su canonización, celebraron, cayóse un muchacho en el gran
vieron al nuevo santo sobre los aires los ha- canal de Murano, y tan pronta y completa-
bitantes de aquella ciudad, rodeado de res- mente desapareció bajo las rápidas y profun-
plandores y de gloria. Después de haber sa- das aguas, que nada pudo encontrarse, á pe-
ludado la tumba bendita de su Padre, bajó sar de las más minuciosas y perseverantes di-
Nicolás á tierra y, entrando en las prisiones, ligencias.
rompió las cadenas de los encarcelados á los Derramaba abundantes lágrimas su des-
cuales no se atrevió el gobernador á negar consolada madre y suplicaba al nuevo Santo,
una libertad que el Cielo había querido con- cuyo maravilloso poder le era bien conocido,
cederles tan milagrosamente (1). viniese en su socorro devolviéndole su hijo.
Mas si Roma y Pavía habían tenido su mi- Mas sucedió que, anclando todavía errante
lagro, Yenecia, patria de Eugenio IV, debía por las orillas del canal, divisó á su hijo so-
tener el suyo. Nicolás quiso también en esta bre las aguas, vivo é ileso, el cual, viniendo
hacia ella con alegre rostro, le dijo: « Mi bue-
na madre, he estado durante todo el día al
jecfcus, atque inde urinatorum opera exanimis vix lado de un religioso muy hermoso, que tenía
demum extractus, patre pro eo S. Nicolao votum
nuncupante, paulo post summa omnium admira- los vestidos negros y muy brillantes, y me son-
tione revixit. Breviarium 5 Junii. Item omnes kis- reía y consolaba con sus dulces caricias ». Co-
torici S. Nicolai.
(1) Papi® anno 1446 die 5 Junii S. Nicolaus de noció entonces la madre que su hijo había si-
1 d e n t i n o visibiliter omnibus apparuit, incarce- do librado por el mismo San Nicolás, á la vez
r a t a omnes liberabit. H o c miraculum depictum que los habitantes de Venecia, testigos de
cernitur supra portam civitatis. Elsius. Edit. Bru-
xelis, anno 1654, este milagro, ofrecieron al Santo una tierna
— 298 —
y particular devoción, que dura todavía en
nuestros días (1).
E n fin, á la muerte del Papa Eugenio IV,
Nicolás quiso aún manifestarle de nuevo su
reconocimiento. En el momento mismo en CAPÍTULO X X I V
que expiraba el Pontífice en Roma, el retra-
to del Taumaturgo conservado en Tolentino San Nicolás, protector de la Iglesia. — Ordena el
derramaba abundantes lágrimas. Los testigos Papa al General de los Agustinos que proceda á
de este milagro, cuya causa ignoraban en un abrir el sepulcro de San Nicolás.—Rumores alar-
mantes.—Un atentado. —El Prior de Tolentino
principio, abrigaron desde luego la convic-
esconde en un subterráneo el cuerpo de San Ni-
ción de que alguna gran desgracia debía de colás.—La sangre profética. —El Papa Alejan-
esperarse. Tres días más tarde, en efecto, dro VII declara á San Nicolás protector de la
llegaba la noticia de que el sucesor de Pe- Iglesia universal.
dro, el Papa que había canonizado á Nico-
lás, había descendido á la tumba (2). Tan pronto como el glorioso Taumaturgo
de Tolentino fué canonizado y ascendido al
(1) Intra Murani grandiorem canalem... pue-
honor de los altares; tan pronto como por to-
rum quemdam absorbuit, funditus in imas partes das partes comenzó á ser bendecido su nom-
demersit, integraque totius diei mensura sub aqua- bre y conocido su poder por los numerosos y
rum tegmine continuit... Pia mater ipsum Divo Ni-
colao glorioso commendavit... Vespere facto super esclarecidos milagros en su virtud obrados,
aquarum decurrentibus undis... puer vivus atque echóse de ver con extrañeza que, contra la
ab omnis prorsus lesione immunis ante omnium costumbre y práctica del culto católico, to-
oculos oblatus emersit... dicens: 0 mater, totius
kodiernie lucis curriculo penes quemdam apprime davía no hubiese una sola reliquia del Santo
pulcherrimum fratrem nigris indutum vestibus expuesta á la veneración de los fieles de Ro-
immoratus fui Scipio Jardinus, cap. xxx. Apud
Bolland., tom. i n , pàg. 695. Anonimo, pàg. 128. ma ó de cualquiera otra parte. Habían corri-
(2) Hsee imago abunde sudavit in morte Euge- do rumores extraños á propósito de un aten-
nii Papse IV. Inscriptio asservata in Ecclesia S. Ni- tado cometido en las preciosas reliquias; mas
colai Tolentinatis.
estos rumores, ya antiguos, se habían desva-
necido por sí mismos, y nadie se dignaba ya
darles fe alguna. Numerosas y apremiantes
— 298 —
y particular devoción, que dura todavía en
nuestros días (1).
E n fin, á la muerte del Papa Eugenio IV,
Nicolás quiso aún manifestarle de nuevo su
reconocimiento. En el momento mismo en CAPÍTULO X X I V
que expiraba el Pontífice en Roma, el retra-
to del Taumaturgo conservado en Tolentino San Nicolás, protector de la Iglesia. — Ordena el
derramaba abundantes lágrimas. Los testigos Papa al General de los Agustinos que proceda á
de este milagro, cuya causa ignoraban en un abrir el sepulcro de San Nicolás.—Rumores alar-
mantes.—Un atentado. —El Prior de Tolentino
principio, abrigaron desde luego la convic-
esconde en un subterráneo el cuerpo de San Ni-
ción de que alguna gran desgracia debía de colás.—La sangre profética. —El Papa Alejan-
esperarse. Tres días más tarde, en efecto, dro VII declara á San Nicolás protector de la
llegaba la noticia de que el sucesor de Pe- Iglesia universal.
dro, el Papa que había canonizado á Nico-
lás, había descendido á la tumba (2). Tan pronto como el glorioso Taumaturgo
de Tolentino fué canonizado y ascendido al
(1) Intra Murani grandiorem canalem... pue-
honor de los altares; tan pronto como por to-
rum quemdam absorbuit, funditus in imas partes das partes comenzó á ser bendecido su nom-
demersit, integraque totius diei mensura sub aqua- bre y conocido su poder por los numerosos y
rum tegmine continuit... Pia mater ipsum Divo Ni-
colao glorioso commendavit... Vespere facto super esclarecidos milagros en su virtud obrados,
aquarum decurrentibus undis... puer vivus atque echóse de ver con extrañeza que, contra la
ab omnis prorsus lesione immunis ante omnium costumbre y práctica del culto católico, to-
oculos oblatus emersit... dicens: 0 mater, totius
hodiernie lucis curriculo penes quemdam apprime davía no hubiese una sola reliquia del Santo
pulcherrimum fratrem nigris indutum vestibus expuesta á la veneración de los fieles de Ro-
immoratus fui Scipio Jardinus, cap. xxx. Apud
Bolland., tom. i n , pàg. 695. Anonimo, pàg. 128. ma ó de cualquiera otra parte. Habían corri-
(2) Hsee imago abunde sudavit in morte Euge- do rumores extraños á propósito de un aten-
nii Papse IV. Inscriptio asservata in Ecclesia S. Ni- tado cometido en las preciosas reliquias; mas
colai Tolentinatis.
estos rumores, ya antiguos, se habían desva-
necido por sí mismos, y nadie se dignaba ya
darles fe alguna. Numerosas y apremiantes
demandas de reliquias elevábanse sin cesar Cuarenta años próximamente después de la
al General de la Orden, que no respondía á muerte del Santo, ó sea el año 1345, un her-
ellas, y parecía poco deseoso de extraer de mano lego de la Orden, llamado Teodoro, que
su caja el cuerpo de Nicolás. ¿Por qué? De- habitaba en uno de los antiguos conventos de
seábase saber la causa secreta de esto, cuan- Alemania, como oyese hablar de las maravi-
do, muerto Eugenio I V , Nicolás V, su digno llas obradas en Tolentino, solicitó permiso
sucesor, mandó llamar en 1450 al P. Julián para ir allá en peregrinación. Pareció bien á
Falciglia de Salem, General de los Agusti- los superiores semejante demanda, y, autori-
nos, y le ordenó que, dirigiéndose al sepulcro zado por ellos, partió solo y dirigióse á pie
del Santo en compañía de algunas personas hasta el sagrado sepulcro. Habiéndose pre-
dignas, procediese á la abertura de la precio- sentado al Prior del monasterio de Tolentino,
sa caja. Dificultoso en extremo se le hizo al que lo era el P. Gauthier de Fermo, y ha-
Padre un tal ordenamiento; mas, no atrevién- biéndole mostrado sus papeles y licencia, ob-
dose á rehusar obedecer al Soberano Pontífi- tuvo de él amplia libertad para venerar las
ce, partió para Tolentino, echando primero á reliquias del Taumaturgo de su Orden. El
volar la especie de que el cuerpo del Santo piadoso peregrino tenía intención de no de-
había sido arrebatado, no hallándose encerra- tenerse más que unos cuantos días ó semanas
dos en el sepulcro más que los brazos. Esto en el lugar de su peregrinación; pero tan vi-
era verdad. Habiendo sido abierta la caja por vos fueron los primeros transportes de su de-
el General y Comisarios apostólicos el mismo voción á la vista de los milagros que se obra-
día prefijado por el Papa, no hallaron en ella ban todos los días ante sus mismos ojos, que
más que los dos brazos de Nicolás, pero cu- solicitó del P. Gauthier el permiso para po-
biertos de carne y bañados en sangre fresca der pasar el resto de su vida junto á la tumba
y encarnada (1). del gran Nicolás. Habiendo accedido el buen
Este suceso obligó á los ermitaños de San Prior á sus piados deseos, acogiólo en el nú-
Agustín á divulgar todos los pormenores con- mero de sus hijos y le confió el cargo de sub-
cernientes á las preciosas reliquias, tales co- sacristán, que le permitía velar por sí mismo
mo vamos á referirlos en este capítulo. sobre los preciosos despojos (1).

(1) Ceppi, cap. xxv, pág. 56. (1) Ceppi, cap. v, pág. 22.
Durante algún tiempo, el hermano Teodoro vió otra vez á recobrar su sangre fría, y, juz-
desempeñó su oficio con alegría y de una gando que este milagro no haría más que au-
manera irreprochable; mas, apenas hubo pa- mentar la fe y la devoción de sus compatrio-
sado el primer fervor, comenzó á aburrirse y tas hacia Nicolás, volvió segunda vez y cor-
acordarse de las sombrías y salvajes florestas tóle el brazo izquierdo, permaneciendo esta
de Alemania. Este recuerdo continuo de la vez impasible ante la nueva sangre que de
patria produjo en su espíritu y en su imagi- allí brotaba.
nación un efecto irresistible, é hizo renaciese Con el fin de hacer desaparecer todas las
en él el deseo de volverse. Combatió en un señales de su crimen, el degraciado Hermano
principio este sentimiento como una tenta- volvió á cubrir el arca, y, cogiendo dos cu-
ción; mas al poco tiempo cedió, acabando fi- betas de agua, frotó con unos copos de algo-
nalmente por sucumbir. No atreviéndose á dón en rama la sangre que se había derrama-
confiar á nadie su proyecto, tomó la resolu- do por el pavimento, y envolviendo en los
ción de huir secretamente y regresar á Ale- manteles del altar los brazos, que continua-
mania , llevando consigo una parte de las re- mente manaban sangre, tomó la huida hacia
liquias de San Nicolás, que él creía poder fá- Alemania, cargado con su tesoro. Creía él
cilmente substraer á la vigilancia de los reli- haber encontrado el camino de su patria, y
giosos. Una noche del mes de Diciembre del caminar en dirección á ella, persuadido de lo
año 1345 bajóse con este fin á la iglesia mu- cual estuvo toda la noche andando sin parar.
cho antes de la hora de Maitines., Habiendo ¡Cuál no sería su admiración cuando, á los
descubierto la preciosa caja, apartó la manga primeros resplandores de la aurora, se aper-
del hábito monástico que cubría al Santo y cibió de que, después de haber andado tanto
cortóle el brazo derecho á la altura del codo, tiempo, encontrábase todavía dentro del claus-
de cuya herida brotó inmediatamente un cho- tro! Dios había castigado aquella maldad, per-
rro de sangre caliente aún y encarnada, que mitiendo que corriese toda la noche alrededor
comenzó á derramarse por el pavimento del del convento, creyendo, por una completa
oratorio. Espantado Teodoro, dejó caer de su ilusión, reconocer en las dependencias cerra-
mano el fino y afilado cuchillo y huyó de allí, das del monasterio los campos de Tolenti-
pensando abandonar su temeraria empresa; no (1). Sobrecogido por el terror y por el re-
mas, apenas pasada la primera impresión, vol-
tí) Magno ae nocturno itinere defatigatus,
mordimiento, Teodoro vid claramente en esto mero en suplicar á Nicolás que perdonase al
un justo y merecido castigo de Dios, y co- culpable. Vuelto después hacia él, le dijo:
menzó á reflexionar con estremecimiento qué «¿Veis este maná? Estas son las lágrimas
podría sobrevenirle hallándose en el lugar con las que Nicolás demanda perdón para
mismo testigo de su crimen, y, viéndose to- vos. También yo os perdono; mas os mando,
davía con aquel envoltorio ensangrentado en en virtud de santa obediencia, que jamás sol-
sus manos. Después de haber llorado amar- téis una palabra sobre lo que acaba de suce-
gamente, dirigióse á la celda del P. Prior, y der. Volved á tomar otra vez el oficio de sub-
refirióle sus intentos de volverse á su patria sacristán, y que nadie llegue á enterarse del
y de enriquecerla con alguna reliquia de Ni- atentado que habéis cometido» (1).
colás; añadiéndole también cómo, habiendo Como los hábitos del Hermano Teodoro es-
sucumbido á la tentación, había sido casti- tuviesen manchados de sangre, dióle el Prior
gado por el Cielo y retenido dentro del claus- unos nuevos, mandándole ocultar los ensan-
tro. Apenas hubo acabado su confesión el po- grentados, á fin de que todo quedase en el
bre Hermano, derramando abundantes lágri- mayor secreto. Temiendo no hubiese alguna
mas, presentó al Padre los brazos causa de lengua indiscreta que descubriese alguna co-
tantas maravillas. sa, bajó inmediatamente á cerrar la puerta del
Profundamente conmovido éste, ordenó al oratorio, anunciando á los fieles que no se
culpable que levantase en su presencia los abriría la capilla durante el día, debiéndose
manteles que envolvían las reliquias; mas, hacer algunas reparaciones necesarias. Esto
¡oh sorpresa!, los brazos allí presentes habían era la pura verdad; pues á pesar de todas las
cesado de manar sangre, dejando brotar de precauciones habidas, á pesar de las diligen-
sus venas, frescas como las de una persona cias practicadas, no pudo hacerse que des-
viva, cierto licor blanco, que los contempo- apareciesen por completo las señales de la
ráneos han llamado maná. Un perfume celes- sangre. Fué necesario lavar todo el oratorio,
tial se esparcía al mismo tiempo por la celda
del Prior, que, cayendo de rodillas, fué el pri- (1) Seipsum accusans multo cum fletu veniam
ab Antistite depreccatur, cui sacrum restituit the-
saurum qui dum apperitur, Brachia ipsa ccelesti
dum procul a Tolentino se esse credit. arte divi- manna rorantia visa sunt. Breviar. in Com. S. Ni-
na deluditur, intra septa monasterii sé cernit de- colai, lee. v, mense Dee. Ceppi, cap. xx, pág. 34.
prehensum. Ex perantiqua lapide.
y, á fin de que no se despertase sospecha al- de se hallaban los sagrados despojos de Nico-
guna mandó el Prior al Hermano culpable lás, hízole prometer que no descubriría á per-
que cambiase la colocación de los exvotos que sona alguna lo que acababa de confiársele, á
colgaban de las paredes, con objeto de apa- menos que no fuese sobre el lecho de la muer-
rentar ante el público haberse obrado verda- te. Quería con esto el Prior que el secreto pa-
deros cambios en este lugar venerable (1). El sase de uno á otro religioso, pero de manera
buen Padre, después de haber pasado todo el que nunca hubiese más que uno solo que lo
día en oración, venida que fué la noche, y conociese (1).
cuando ya todos los religiosos reposaban en Desgraciadamente, el tiempo y los aconte-
sus celdas, bajó á la capilla, abrió el sepulcro cimientos hicieron olvidar el precioso secre-
y depositó en él los brazos del Taumaturgo to, el cual yace completamente ignorado hace
agustino. La vista de este precioso cuerpo mu- algunos siglos. Los hijos de San Agustín, des-
tilado, y del maná, que aun salía de sus abier- pués de inútiles y minuciosas investigaciones,
tas heridas, conmoviéronle de tal manera que, no conservan ya casi esperanza alguna de en-
no pudiendo contener las lágrimas, lloró lar- contrar el cuerpo de su Taumaturgo. Así es
go tiempo sobre las reliquias, y, sellando por cómo se ha cumplido forzosamente, y para
sí mismo la caja, retiróse, no sin inquietud, siempre, el deseo manifestado por Nicolás,
temeroso de algún nuevo robo. Algún tiempo durante su vida, de reposar en el oratorio
después, habiéndose aumentado sus temores, donde se complacía en dedicarse á la ora-
que no le dejaban un momento de tranquili- ción.
dad, aprovechóse de algunas reparaciones ur- El éxito que alcanzan las obras de Dios, y
gentes que había que hacer en el oratorio los fines que vienen á coronarlas, tienen con
para hacer esconder el santo cuerpo en un frecuencia tanto más de sólidos y de grandes
subterráneo, cuyo secreto se reservó, guar- cuanto más humildes y difíciles han sido los
dándolo inviolablemente hasta su última hora. principios y cuanto más contrarios á sus fines
En este momento supremo hizo llamar cerca parecían. Así, cuando el Hermano Teodoro
de sí á uno de los religiosos más discretos del cometía, en la obscuridad de la noche, el
convento, é indicándole el lugar preciso don- atentado sacrilego, él secundaba, sin sospe-

(1) Ceppi, cap. x , pág. 37. (1) Ceppi, cap. xx, pág. 42.
charlo siquiera, los intereses del Cielo, que La primera vez que el glorioso hijo de
debía más tarde obrar numerosos prodigios Agustín profetizó por medio de sus brazos,
y llamar á los pueblos á penitencia por medio encontrados solos en la caja, fué el año 1452,
de los brazos del Taumaturgo de Tolentino, dos años solamente después de haber sido
nuevo profeta de las desgracias de la Iglesia abierto por el P. Julián el sepulcro vacío. La
y de la Cristiandad (1). En efecto, la Divina carne ya seca que los cubría volvióse de re-
Providencia se ha dignado conceder á estos pente fresca como la de una persona viva, el
preciosos miembros de Nicolás la singular y pulso comenzó á palpitar de nuevo, y brotó
admirable prerrogativa de derramar sangre á en abundancia la sangre de las antiguas heri-
la aproximación de las calamidades públicas. das. Preguntábase de nuevo qué significaba
Veintiséis derramamientos de sangre se han este extraño prodigio; mas, algunos meses des-
contado hasta nuestros días, seguidos todos pués, Constantinopla, cayendo bajo la cimita-
ellos de espantosas c a t á s t r o f e s . Benedic- rra de Mahomet I I , dió la oportuna respues-
to X I V , en su libro sobre la canonización de ta y derramó la luz sobre el fin y objeto de
los Santos, llama á la sangre de Nicolás una este suceso maravilloso. Esta catástrofe cayó,
sangre profética (2). Antes que él, Alejan- en efecto, como un rayo sobre la Cristiandad,
dro V I I habíase conmovido de tal modo por . pues los turcos, estableciéndose definitivamen-
el amor de Nicolás á la Iglesia, que lo decla- te en Europa, amenazaban á la Iglesia y á los
ró Protector de la Iglesia universal, añadien- Reyes, impotentes para resistir á aquel to-
do á su declaración las siguientes palabras: rrente devastador y formidable. Los dos he-
Creemos firmemente que la Santa Iglesia Ca- chos, la efusión de la sangre de Nicolás y la
tólica, formada por la sangre de Jesucristo, toma de la gran ciudad, estaban entre sí de-
ha sido protegida por la sangre de San Ni- masiado cercanos, para que pudiese prescin-
colás (3). dirse de ver en el primero un aviso profético
del segundo (1).
(1) Futura plorat sanguinis Los ermitaños de San Agustín no se enga-
Et damna mundi flectibus.
Himno del día de la Canonización. lai narramus esse protectam. Instrumentum fi dei
(2) De Canonizatione Sanctorum, torn, iv, pri- continens emanationes sanguinis Bivi Nicolai Tolen-
mera parte, lib. iv, cap. x i n . núm. 8. tinatis. Alex. VII. ,.,,,,
(3) Verbi Dei s a n g u i n e prœdicamus sanctam (1) Ciaccon. Oldoini in vita Cardinalis Euthem,
esse constructam E c c í e s i a m , et sanguine S. Nico-
fiaron en esto. Así, cuando, en 1510, los bra- nos de Religión. Este monje indigno y ambi-
zos de San Nicolás comenzaron á manar san- cioso iba á encender la guerra religiosa y
gre, el Prior de Tolentino fué inmediatamen- arrastrar á naciones enteras lejos de la auto-
te á prevenir al Cardenal Gil Canisio, Gene- ridad legítima de la Iglesia. La historia de
ral en otro tiempo de la Orden, el cual se di- Lutero, de Cal vino, de Zuinglio y de Enri-
rigió por sí mismo al Soberano Pontífice para que V I I I es demasiado conocida para que
anunciarle esta noticia. La fama de este pro- aquí la recordemos más que para nombrar al
digio, partiendo del Vaticano, esparcióse bien autor de todos estos males y desgracias.
pronto por toda la Europa é hizo prever algu- El Taumaturgo de Tolentino, en su calidad
na grande y próxima calamidad. Así era, en de Protector de la Iglesia universal, debía
efecto. Algunos meses más tarde veíase la proteger de* una manera especialísima los in-
Santa Iglesia de Cristo calumniada y despe- tereses de la gran Roma, capital del mundo
dazada por sus propios hijos, que hacían pe- cristiano y asiento del Vicario de Jesucristo.
netrar en su seno el desorden y la anarquía. Así, cuando el Condestable de Borbón, traidor
El Cardenal-Obispo de Sabina había logrado á su Rey y á su patria, vino á poner sitio á
formar un partido contra la Santa Sede, atra- la Ciudad Eterna, volvió otra vez á brotar en
yendo hacia él á otros siete Cardenales, los abundancia la sangre de sus brazos. Clemen-
cuales, todos reunidos en la villa de Pisa, ci- te V I I , advertido por el General de la Or-
taron al Papa á que, como un criminal, com- den, Gabriel Volta, vió en esto el anuncio
pareciese ante su odioso é injusto tribunal. de los trabajos y persecuciones que iban á
Habiéndolo rehusado el Soberano Pontífice, caer sobre él, y se preparó de antemano al
estos indignos Prelados hicieron un llama- terrible asalto que el Infierno iba á librar
miento al brazo secular, y obligaron al suce- contra la navecilla de Pedro (1). Entró, efec-
sor de Pedro á tomar personalmente las ar- tivamente, en Roma el Condestable, la cual
mas para defender sus derechos (1). entregó á un horroroso saqueo de dos meses,
que no cesó sino porque, habiéndose conver-
Siete años más tarde, en 1537, los brazos
tido aquellos soldados en salteadores de ca-
de Nicolás anunciaron, por una nueva efusión
minos, arrastrados por sus excesos de todo
de sangre, la apostasía de uno de sus herma-

(,1) Torelli, tom. v m , anno 1527.


(1) Ceppi, E f f u s i o n e terza, pág. 82.
— 812 —

género, perecieron en gran número, víctimas gruesas cadenas que cerraban la caja agitán-
de la peste y de otras enfermedades que por dose y chocando entre sí de tal manera, que
entonces afligieron á la desgraciada ciudad creyeron iban á romperse. Descubrieron, pues,
tan cruelmente probada. Las crueldades y di- las santas reliquias, y vieron que el brazo iz-
soluciones de este impío bando habían sido quierdo de Nicolás sangraba abundantemente.
espantosas, y el Soberano Pontífice, prisio- Desde 1679 el milagro tomó nueva forma,
nero en el castillo de San Angel, tuvo que y las efusiones duraron meses enteros sucesi-
presenciar desde lo alto de sus torreones las vamente. La primera efusión, que comenzó
desgracias y miserias de los pobres, junta- el 3 de Agosto, no acabó hasta el 27 de Sep-
mente con la desesperación de la^s vírgenes y tiembre; la segunda tuvo lugar desde el 14
matronas, que extendían hacia él los brazos de Septiembre de 1698 hasta el 3 de Octu-
suplicantes, y reclamaban en vano su ayuda bre; la tercera, desde el 29 de Mayo de 1699
contra sus perseguidores, sus raptores y sus hasta el 20 de Septiembre siguiente. El Papa
verdugos. Inocencio X I I ordenó entonces ocho días de
En 1610, una nueva efusión de sangre vino rogativas públicas, y concedió indulgencias
á anunciar la muerte de Enrique IV; efusión plenarias á todos aquellos que visitaren la ba-
que se renovó otra vez al poco tiempo, pro- sílica de Tolentino (1). J 1 noA
fetizando las desgracias que por entonces afli- La última efusión de sangre data de lbáU.
gieron á la Europa (1). Ella precedió y anunció la espantosa revolu-
En 1614 reprodújose la misma maravilla. ción que se extendió por toda la Europa, y
Como este año, y durante esta época, no te- que dura todavía á la hora en que escribimos
nían los agustinos motivo alguno para abrir la vida y milagros de San Nicolás (2).
el sepulcro, y por tanto para enterarse del
prodigio, sucedió que su glorioso Hermano (1) Ceppi, Efusión veintidós, pág. 186.
(2) Giorgi, segunda parte, cap. xiv, pag. d4U.
se lo anunció por sí mismo con un nuevo mi-
lagro. Oyéronse, en efecto, una noche rui-
dos extraordinarios en la iglesia, y, acudien-
do presurosos á ella los religiosos, vieron las

(1) Ceppi, Efusión undécima, pág. 106.


n
lar y extraordinario poder de Nicolás sobre
los demonios, los cuales, así después de su
muerte como durante su vida, temblaron siem-
pre á su nombre y huyeron á su voz.
En Grenoble, ciudad de Francia, vivía un
CAPÍTULO X X V hidalgo, sumamente afligido de verse sin des-
cendencia, el cual, á fin de obtenerla del Cie-
San Nicolás terror de los demonios.—Resurrección
lo, rogaba constantemente á San Nicolás, ha-
de un niño en Grenoble. — Cómo San Nicolás
asiste á aquellos que le invocan. 1 —Sor Filipuc-
ciéndole la doble promesa de que, si escu-
cia.—Fray Rafael de R í m i n i . — U n Te Deum.—
chaba sus oraciones, daría el nombre de Ni-
Una casa endemoniada en España.—Nuevos mi- colás á aquel hijo tan deseado, y cada año
lagros, solemnizaría el día de su fiesta yendo á la
iglesia con toda su familia y dando una co-
Como ya lo hemos visto, Nicolás no ha ce- mida á los pobres de la ciudad. Fué obtenido
sado, después de su canonización, de dar el niño, y sus piadosos padres mostráronse
pruebas singulares de su amor á la humani- fieles á su promesa, dirigiéndose al sagrado
dad. Sus numerosos y admirables milagros templo con toda la familia en los dos prime-
han traído frecuentemente al mundo el am- ros aniversarios de la muerte del Taumatur-
paro, la salud, la vida y hasta la misma re- go, y convocando á un convite, generosa y
surrección, á la vez que han anunciado las abundantemente servido , á todos los misera-
desgracias de la Iglesia y de la Cristiandad, bles y mendigos de la ciudad. Llegó el ter-
tomando todas las formas y adaptándose á cer aniversario de la fiesta del Santo, y en él
todos los tiempos. Querríamos en este capí- sucedió el accidente que vamos á referir. Te-
tulo insistir sobre algunos de estos prodigios, nía el niño tres años, y fué dejado en casa por
demasiado notables para que sean pasados sus padres; mas fué el caso que, mal vigila-
por alto, tales como la resurrección de un do por los criados, aproximóse al fuego de la
niño, tal vez la más maravillosa obrada por cocina y cayó, sin ser visto, en un gran cal-
el Santo; dos rasgos de misericordiosa bon- dero de agua hirviendo. Como ya se aperci-
dad para con dos condenados á muerte; en biesen de ello demasiado tarde, encontraron
fin, algunos hechos concernientes al particu- sus carnes deshechas y sus miembros separa-
dos unos de otros. Cuando su padre y su ma- mesa en un estado horrible. Aproximóse en-
dre entraron en su morada y se enteraron de tonces, tocó los miembros en pedazos y aco-
la espantosa desgracia que había sucedido á modólos ordenadamente unos con otros; des-
su hijo, tan terrible fué el dolor que se apo- pués de lo cual, volviéndose á la familia allí
deró de ellos, que se creyó iba á morir su reunida, «arrodillaos, les dice, y rogad á
desventurada madre. El padre, aterrado por Dios». Mientras que devota y silenciosa se
tan inesperado golpe, retiróse á un lugar apar- eleva al Cielo la plegaria de todos los pre-
tado, y, postrándose ante la imagen de su sentes, el misterioso ermitaño, que ha per-
celestial protector, le dijo con suspiros y lá- manecido en pie, bendice al niño difunto y
grimas de su corazón, lleno de confianza: le manda, en el nombre de Dios, que vuelva
«Mejor hubiera sido ¡oh bendito San Nicolás! inmediatamente á la vida. Y, en aquel mismo
que no me hubierais concedido el hijo, si instante, aquel hijo tan deseado y tan llorado
tan pronto y tan desgraciadamente había de yérguese sobre sus pies, y, sin la más peque-
perecer. Yo estoy, sin embargo, bien segu- ña "señal de quemadura alguna, corre á los
ro de que, si vos queréis, me lo podéis resu- brazos de sus amados padres. «Dad gracias
citar». á Dios, dice entonces simplemente el religio-
Mientras que él lloraba y suplicaba de esta so, que no era otro que San Nicolás, dad gra-
suerte, he aquí que un religioso agustino lla- cias á Dios y bendecid á la divina Bondad.»
ma á la puerta del palacio, diciendo quiere Y, dicho esto, desapareció (1).
hablar al dueño de la casa sobre un nego- Cierto noble de Milán había sido acusado
cio importante. Rehusaron de pronto admitir- de conspiración contra el gobernador, y, co-
le los criados, alegando el triste suceso y el mo se negase á confesarse culpable, fué con-
dolor grandísimo de la familia; mas cedieron denado á los tormentos entonces en uso. El
al fin á sus apremiantes instancias, é introdu-
jéronlo á la presencia del hidalgo. «No des-
confiéis de la divina misericordia, dijo al en- (1) Puerique mutilum corpus aptatis suis cuique
loco membris m e n s e imposuit: demde cum tota
trar el desconocido religioso: vos veréis aquí familia aliquamdiu Deum precatus surgit,et^de-
obras maravillosas.» Pidió seguidamente lo functum in Dei nomine ad vitam revocat^ JNec
mora revixit puer sanus et integer... Inde subito
condujesen á ver el cadáver del pequeño Ni- disparens totem familiam. a s p i r a t o «audio leple-
colás, el cual encontró colocado sobre una vit Bolland., tom., n i , pag. 19o, num. 19<, 1SW.
desgraciado, después de haber negado por cencia fué reconocida pocos días después (1).
mucho tiempo el crimen de que se hallaba, Un milagro análogo al que acabamos de
en efecto, inocente, no teniendo ya fuerza contar tuvo lugar en Perusa hacia el fin del
para resistir más á los atroces dolores del su- siglo XV. Un pobre hombre, á quien se acu-
plicio de la cuerda, acabó por confesarse au- saba de asesinato, había sido igualmente con-
tor de aquella sublevación. Fué condenado; denado á muerte y conducido al patíbulo, á
y, como no admitiese apelación la sentencia pesar de las más vivas protestas de su ino-
de los jueces, la ejecución debía verificarse cencia. Viéndose irremediablemente perdido,
dentro de las veinticuatro horas. En este mo- suplicó igualmente á nuestro Taumaturgo vi-
mento supremo tuvo el hidalgo el piadoso y niese en su ayuda y le asistiese en tan terri-
feliz pensamiento de encomendarse á San Ni- ble momento. Después de haberse confesado
colás de Tolentino, mientras que su desolada y haber encomendado á Dios su alma, entre-
esposa rogaba también al mismo Bienaventu- gó el desgraciado su cabeza al verdugo, el
do, en cuya protección había puesto ella toda cual descargó sobre él un hachazo tan vio-
su confianza. Llegó la fatal hora, y el conde- lento que, hundiéndose el tajo en el cuerpo,
nado, triste y abatido, fué llevado al lugar embotóse el filo del hacha y salió volando el
del suplicio, protestando siempre de su ino- mango, convertido en astillas. Todos los es-
cencia y demandando misericordia. Llegado pectadores esperaban ver rodando por tierra
al pie del cadalso, obróse en él un cambio la cabeza del ajusticiado. Mas nada de eso.
subitáneo, y, subiendo alegre y sonriente los El sólo permaneció impasible, sin experimen-
fatales escalones, ninguna resistencia opuso tar en sí daño alguno. Creyendo desde luego
cuando el ejecutor quiso apoderarse de su que el ejecutor había dirigido mal el golpe,
persona. Tres golpes violentos descargó el el magistrado, que por aquellos tiempos asis-
verdugo, probando en vano cortar la cabeza tía á todas las ejecuciones, hizo repetir al
de su víctima; mas ésta nada sufría. Había- verdugo hasta tres veces la misma operación,
sele aparecido Nicolás, que permanecía á su
lado, amortizando ó descaminando cada gol- (1) Sanctus igitur Nicolaus tarn mulieri quam
pe del hacha. A este maravilloso espectáculo captivo nobili sfepius apparuit, eumque ad suppli-
estalló el clamoreo del pueblo pidiendo mi- cium comitatus est... Carmfex frustra eum caide-
re tentavit... Cognita viri innocenza liber dimis-
sericordia para el hidalgo, cuya perfecta ino- sus fuit. Bolland., tom. i n , pàg. 723, num. 252.
sin obtener más resultado sobre su víctima. to, continuó después de su muerte. La invo-
El paciente, viendo á la multitud emociona- cación de su santo nombre, el homenaje tri-
da por este triple milagro, levantando enton- butado á sus imágenes, las oraciones hechas
ces su voz, exclamó: «Sabed que soy inocen- ante sus reliquias, tenían suficiente eficacia
te, y que San Nicolás me ha tomado bajo su para arrojar de las-casas, ó bien del cuerpo
protección y me ha salvado la vida». Todos de los poseídos, á los demonios que los habi-
los presentes, á una, pidieron la gracia del taban. Vamos á citar algunos ejemplos no-
perdón para aquel hombre; mas el juez, atri- tables.
buyendo el hecho á una acción diabólica, hí- Una religiosa de San Ginés, llamada Sor
zolo desnudar, con el fin de asegurar el gol- Filipuccia, hallábase poseída del demonio.
pe, y exigió un nuevo ensayo. «Permitidme, Durante sus accesos tomaba su rostro feísi-
dijo al pueblo, asegurarme algo más de la ver- mo aspecto, y, contrayéndose sus ojos con
dad del prodigio: si resiste una vez más, yo una expresión espantosa, lanzaba aullidos de
os prometo ponerlo inmediatamente en liber- lobo, mugía como los bueyes, ladraba como
tad.» Volvió, pues, el verdugo, armado de los perros, y ofendía gravemente al pudor y
nuevos y sólidos instrumentos; mas, al primer la modestia con sus palabras obscenas. Lle-
golpe, volaron hechos pedazos, como los ante- gaba su demencia hasta invocar frecuente-
riores. No podía ya caber la menor duda so- mente al inmundo Belial con otros demonios
bre la milagrosa protección de San Nicolás para que la defendiesen de los tiranos que
de Tolentino. Todos los habitantes de Peru- ella se figuraba ver ante sí durante sus dolo-
sa acompañaron hasta su casa, con grandes res. Por espacio de cinco años ejerció Sata-
muestras de alegría, á este hombre tan afor- nás el más absoluto dominio sobre esta des-
tunado, que, profundamente reconocido ha- graciada, la cual, por fin, un día, en uno de
cia su salvador celestial, dirigióse al día si- sus raros momentos de lucidez, tuvo el pen-
guiente á visitar su sepulcro (1). samiento de encomendarse al Taumaturgo de
La lucha entre Nicolás y Satanás, tan te- Tolentino y de decirle: «¡Oh bienaventurado
rrible y persistente durante la vida del San- Nicolás! Si vos me sanáis, yo prometo ir á
visitar vuestro sepulcro con los pies descal-
zos y con las manos atadas.
(1) Giorgi, segunda parte, capitulo xxn, pági-
nas 438, 440. '
Alegres y consoladas al oir estas palabras
las religiosas del convento, uniéronse á su un momento de reposo. Transportábalo el de-
Hermana para implorar el socorro del monje monio de uno á otro lado con un ruido infer-
agustino, y, obtenido permiso del abad de nal, causando así en todas partes grandísi-
Clairvaux, entregaron la poseída á una per- mos perjuicios é inquietudes. El Prior del
sona de confianza con encargo de que, v a l - monasterio, el P. Arcángel, había muchas
lándola durante el trayecto, la condujese á veces probado encarcelar al desgraciado re-
Tolentino. Ni una vez siquiera en todo este ligioso en un cuarto bien cerrado, después de
tiempo se atrevió el demonio á perturbar á haberlo amarrado perfectamente, para evitar
Filipuccia. Apenas ésta h u b o llegado ante las el que se hiriese. Todo era inútil. El poseído
preciosas reliquias y orado fervorosamente rompía y despedazaba sus cadenas. Lanzába-
ante ellas, huyó el demonio sm rmdo y para lo Satanás con frecuencia contra las colum-
siempre, mientras que la poseída se hallaba nas del corredor, ó bien, después de haberlo
entregada á un sueño profundo y reparador. azotado cruelmente, lo dejaba derribado por
Estaba, pues, enteramente curada (1). tierra medio muerto, haciendo salir de su bo-
ca verdaderos carbones encendidos.
Una de las más curiosas posesiones que
ha hecho cesar el Taumaturgo de Tolentino Como el poseído redoblase sus ruidos todas
es, sin duda alguna, la de un religioso de su las noches á la hora de Maitines, el P. Ar-
Orden que habitaba, en 1469, en el convento cángel juzgó oportuno y prudente adelantar
de San Juan Evangelista de Rímmi. Llamá- el momento del Oficio, á fin de que sufriesen
base éste Rafael. Todavía no h a b í a recibido menos los religiosos; pero sus disposiciones
las órdenes sagradas, cuando ya el espíritu fueron inútiles. El diablo, por burlarse de él
maligno se había apoderado de él, haciéndole é impedir el remedio pensado, arrebatando á
pasar los más bellos años de su vida bajo esta Rafael y subiéndolo sobre la campana, de tal
cruel y odiosa tiranía, sin poder gustar jamás modo lo aseguró contra ella que, por más que
el Hermano campanero se esforzó en tirar del
cordel, no pudo imprimir á aquélla el menor
(1) Dicebat monialibus verba v i t u p e r o s a Ola- movimiento. Espantado de tan extraordina-
mabat dtemones s e p e et potissime Belial... Arnbu
1
a b ì t cum manìbus ; ped|s et tibias m a j ^ ; ria resistencia, corrió á contárselo al Prior,
b a t - O. B. Nicolae, si liberaveris me accedamelo el cual vino con todos los religiosos á presen-
lentinum ad Arcam tuam mambus l i ^ e t p e d i
bus discalceata... Accedens ad a r c a m f m t liberata, ciar el caso. Mientras que todos estaban vien-
et exinde fuit sana. Proceso, fol. 49, pág.
cias, al cual respondieron alternativamente
do lo que sucedía, el energúmeno dijo al Her- los religiosos y el pueblo con un verdadero
mano campanero: «Haces bien de no subir entusiasmo, siendo así que todos ellos habían
aquí: yo te habría hecho dar un salto peli- sido testigos del prodigio de la aparición de
groso. Tú quieres tocar, y todavía no es la Nicolás (1).
hora.» , En Cazalla de la Sierra, en España, había
Después de haber sido por largo tiempo una casa deshabitada, próxima al convento de
dueño del desgraciado religioso, quiso el de- Padres Agustinos, la cual era frecuentada por
monio un día desembarazarse de él y concluir los demonios. El sábado 12 de Septiembre
con su vida, para lo cual, transportándolo á o de 1693, á eso de las nueve de la noche, sa-
más alto de la torre, amenazaba precipitarlo lió de aquella casa un ruido formidable, se-
de allí á abajo. Los religiosos, y un gran nú- guido de una granizada de piedras que caye-
mero de habitantes de Rímini, que habían ron por tres horas consecutivas sobre el techo
acudido al ruido de los aullidos infernales, de la iglesia y sobre el del monasterio, repi-
contemplaban con terror y espanto al poseído, tiéndose el mismo fenómeno en los tres días
cuyo peligro era tan eminente. «Encomendaos siguientes. Hallábase todo el mundo tan ate-
á San Nicolás, le gritaban todos por una ins- rrado, que el Prior del convento, P. Gaspar
piración celestial, encomendaos á San Nico- Páez, creyó necesario emplear cuanto antes
lás.—San Nicolás, ayudadme», gritó con voz las preces de los exorcismos contra un hecho
fuerte la pobre víctima de Satanás. tan extraordinario. Dirigióse á la capilla, que
Al instante mismo apareciósele el Tauma- caía enfrente de la casa endemoniada, y co-
turgo, y poniéndole en las manos una espada menzó los exorcismos en medio de un diluvio
de fuego, con la que pudiese defenderse de
sus terribles enemigos, tomólo de la mano, (1) Dornum cacodasmones extulerunt ilium m
hízolo descender suavemente del campanario verticem turris... Eremitani omnes et populus...
y condújolo ante el altar del Santísimo Sa- unanimi clamore cohortabantur ut se divo Nico-
lao commendaret... Repente illi jaculum quoddam
cramento. Huyeron entonces los malignos es- intra manus porrectum visibiliter splenduit. banc-
píritus con tanto alboroto y tales gritos de tus Nicolaus de Tolentino, manu ipsum apprehen-
dit et usque in ecclesiam adduxit... Concineri ose-
rabia, que parecía venirse abajo la iglesia de pit, Te Deum laudamus. Bolland., torn, i n , pag. 71J,
los PP. Agustinos. Por lo que hace al Padre num. 376.
Rafael, entonó el Te Deum en acción de gra-
de piedras, que continuaban arrojando los es- so agradecimiento. Dicha imagen, segúu uso
de la época, estaba formada de un cuerpo de
píritus infernales; piedras que, sin embargo,
cera, vestido de tela, como una persona viva.
á nadie herían ni dañaban. «Espíritu sober-
Sucedió, después de esto, que, habiéndose
bio, dijo entonces el santo religioso, no quie- quedado solo en la iglesia el sacristán para
res rendirte á los sagrados exorcismos, mas apagar las candelas, no pudo conseguirlo, y,
yo te haré obedecer por la intercesión del á pesar de su habilidad y sus esfuerzos, éstas
gran Nicolás». A este nombre, que les era tan siguieron encendidas. Lleno entonces aquél
odioso, redoblaron los demonios sus ataques, de admiración, quedóse mirando á la mila-
y tal cantidad de materiales lanzaron sobre grosa imagen, y exclamó: «¿Qué es eso, ¡oh
la iglesia, que los asistentes huyeron despa- mi Santo glorioso!?» Aproximóse después, y
voridos. vió con estupor que la cara de Nicolás estaba
No queriendo el P. Gaspar ceder al espan- cubierta de gotas que parecían de agua. Cre-
to, hizo anunciar para el siguiente día una so- yendo en un principio que sería el agua ben-
lemne y pública procesión, en la cual sería dita, que habría caído durante los exorcismos
llevada una imagen del Taumaturgo de To- sobre la santa imagen, quiso borrarlas con un
lentino. Al otro día, después de la Misa can- pañuelo; mas, cosa extraña, á medida que iba
tada, dirigiéronse los religiosos y el pueblo á él frotando, nuevas y abundantes gotitas apa-
la casa ocupada por Satanás, rezando fervo- recían corriendo por la cara, semejantes á las
rosamente el Rosario, á fin de obtener la pro- gotas de sudor.
tección de la Virgen Madre de Dios. Confor- Ante este prodigio, apresuróse el sacristán
me la procesión iba llegando, dejóse otra vez á llamar á los otros religiosos, los cuales,ha-
percibir el ruido, que fué después cesando ante biéndolo presenciado, abrieron las puertas de
las preces y la imagen de Nicolás, y retum- la iglesia y tocaron las campanas llamando al
bando por fin dos gritos espantosos, como se- pueblo, que acudió inmediatamente en tropel.
ñal de la marcha definitiva de los espíritus Tres veces se vió inundada la imagen, y los
infernales, alejáronse de allí para no volver médicos que vinieron á examinar el hecho de
jamás. La imagen del Santo, á la cual se atri- cerca dijeron unánimemente que la efusión
buyó el milagro, fué conducida á la iglesia de sudor era semejante á la que sale de los
con extraordinaria pompa, y rodeada de nu- cuerpos animados y llenos de vida. Renovóse
merosas luces, sencillos testigos de un piado-
el prodigio el jueves siguiente á las cinco de chos maravillosos que han hecho de San Ni-
la tarde, y al otro día á las doce de la maña- colás, según la expresión del Papa Euge-
na; mas ahora todavía era más extraordina- nio I V , el más grande Taumaturgo de la
rio y más completo, pues el sudor corría de Iglesia católica (1). .
su mano izquierda, en la que tenía un libro. Sin embargo, antes de cerrar la historia de
Empapóse enteramente el vestido que cubría sus milagros, citaremos algunos hechos so-
la imagen de esta agua maravillosa, la cual brenaturales, obrados por los panecillos ben-
fué, para los enfermos y achacosos, fuente decidos de San Nicolás; panes que bendicen
de curaciones y de salud. Cualquiera tela mo- cada año, el 10 de Septiembre, los Ermita-
jada en aquella agua obtenía al instante el ños de San Agustín.
milagro solicitado por aquellos que hacían uso
de ella. (1) Cornelius Curtius, in Vita S. Nicolai.
La relación que acabamos de hacer se lee
en una Memoria, sumamente interesante, im-
presa en Cádiz en 1694. Reprodújola el Pa-
dre Ricardo, que murió Obispo de Cagliari,
en una Vida de San Nicolás impresa en Ma-
drid, á sus expensas, en 1701 (1).
Imposible nos sería hacer siquiera mención
de los demás milagros de nuestro Taumatur-
go; es demasiado grande su número. Creemos
que los que dejamos referidos muestran sufi-
cientemente cuánto sea el poder de Nicolás en
el Cielo y su compasión para con los que aun
vivimos en la Tierra. Permítasenos solamen-
te volver á recordar aquí que el historiador
Lanteri cuenta 107 resurrecciones de muer-
tos, y aduce otro número casi infinito de he-

(1) Grhozzi, cap. x x i n , pág. 239.


bre déla Santísima Trinidad. Si se emplea de
la manera que acabo de indicarte, mi favor se
extenderá á todas las personas que de él hi-
cieren uso. Cuando fuere llegada tu última
CAPÍTULO X X V I hora, refiere esta visión á tu superior, á fin de
que las futuras generaciones no se vean pri-
Los panecillos benditos de San Nicolás— La ciudad vadas de tan gran tesoro. A ellos solos y á
de Córdoba. —La peste.—El Ayuntamiento de todos sus sucesores concedo esta facultad
Córdoba ordena una procesión.—¿a imagen de hasta el fin del mundo» (1).
San Nicolás besa los pies del Crucifijo,—El Cru- Tal es la institución de los panecillos de
cifijo abraza á la imagen de San Nicolás.—Un in- San Nicolás, por María. Según la tradición
cendio en Chinchón. — S a n Nicolás se aparece á de la Orden agustiniana, el Taumaturgo ob-
una viuda de Empoli.
servaba para esta bendición la fórmula co-
mún; mas, después de su muerte, de tal modo
Ya hemos visto cómo el Señor se compla- se multiplicaron los milagros, que el Papa
cía, durante la vida de Nicolás, en sostener Eugenio I V prescribió para bendecirlos una
las agotadas fuerzas de su servidor por medio fórmula especial (2). Desde entonces exten-
de milagros llenos de una delicadeza divina. dióse rapidísimamente la devoción á los pa-
En efecto, desde el principio de su lucha con necillos de San Nicolás, tomando tan grandes
el demonio estuvo sujeto el bienaventurado á proporciones, que gran número de sacerdotes
numerosas enfermedades, comenzando á de- y de religiosos de otras Ordenes comenzaron
caer gradualmente, consumido por un mal también á bendecir panecillos. El número fué
que atribuía á las astucias de Satanás, ene- tan grande, que se elevaron consultas á la
migo jurado de sus austeridades y mortifica- Congregación de Obispos y Regulares acerca
ciones. Hemos también visto cómo la Santa de la legitimidad y validez de estas bendicio-
Virgen, apareciéndose al hijo de Agustín, en nes; á las cuales respondió dicha Sagrada
•una de sus enfermedades, le mandó que bus-
case un pan fresco y que lo tomase empapado
en agua, si quería recobrar la salud. La Ma- (1) Anónimo, cuarta parte, cap. i, pág. 194.
dre de Dios, en esta visión, había añadido (2) De Tombeur, in appendice ad vitam bancti
estas palabras: « Distribuye este pan en nom- Nicolai.
Congregación, por decreto de 30 de Septiem-
piedad y confianza, vamos á citar algunos de
bre de 1622, que solamente los Ermitaños de
estos hechos sobrenaturales, que fueron exa-
San Agustín, como herederos directos y legí-
minados y aprobados por médicos, teólogos,
timos de San Nicolás, gozaban del privilegio
sacerdotes y religiosos de diversas Ordenes.
de bendecir los panecillos milagrosos.
Entre las ciudades favorecidas por el Tau-
Durante cinco años quedó el decreto redu- maturgo, fuélo de una manera especialísima
cido á letra muerta, y, á pesar de la formal la ciudad de Córdoba, que pareció escogida
prohibición del Sumo Pontífice, por todas por la Providencia para demostrar el poder
partes se bendijeron panecillos. Dábase por de Nicolás en el uso de los panecillos bendi-
motivo y excusa de esta desobediencia el que tos. En los años de 1601 y 1602 ensañóse
se hacía sólo por devoción. Mas la Sagrada contra dicha ciudad una violentísima peste.
Congregación, por otro decreto de 1627, pro- El P. Cristóbal de Busto, que habitaba allí
hibió expresamente, y sin que valiese pretex- por entonces, pudo recoger y anotar un gran
to alguno, tal manera de obrar y de concul- número de milagros. En la imposibilidad de
car sus mandatos (1). De modo que, desde referirlos todos, dejó escritas estas palabras:
entonces, los Ermitaños de San Agustín que- «No hubo una sola casa que no alcanzase al-
daron únicos poseedores del privilegio de gún socorro de San Nicolás» (1). Personas de
bendecir y distribuir el pan milagroso. Así es, todas las edades y condiciones, y sobre todo
en efecto, como debe llamársele; pues en ver- niños, viéronse libres en gran número, me-
dad que los milagros con él alcanzados son diante la intercesión del bienaventurado, y
innumerables. A fin de mover á los fieles á principalmente comiendo el panecillo bendito
procurarse estos panecillos y á tomarlos con ó al simple contacto del mismo. Diríase que
el glorioso protector de Córdoba quería esta-
(1) S. Congregatio Cardinalium negotiis Regu- blecer cierto parentesco natural entre estos
larium p r e p o s i t a censuit- benedictionem ac dis-
tributionem in preinserto decreto enunciatas ad pequeños panes y la débil infancia, á la vez
predicfci Ordinis Superiores dumtaxat pertinere. que se complacía en dar á estos seres puros
etiamsi easdem, vel aliquam earum fieri confcige-
rit dovotionis causa, non autem pro indulgentiis é inocentes la salud, la vida y la felicidad
consoquendis: ac propterea etiam in hoc casu esse por esta golosina del Cielo.
inhibenduni confratribus, ne in premissis quomo-
dolibefc se ingerant. Decrefcum l i ó m e , die 16 Ju- (1) Yix domus fuerit q u e aliquam Sancti opem
lii, 1627.
non senserit. Christoph, de Bustis.
Otro hecho maravilloso resalta en la histo- dos grandes canastos de panecillos benditos,
ria de Córdoba, como recompensa al profun- destinados para los enfermos. El Prior del
do agradecimiento y filial confianza de esta monasterio y los religiosos formaban parte de
ciudad hacia aquel que tanto parece intere- este imponente cortejo, que haciendo alto en
sarse por su suerte, colmándola de gracias y el convento de Nuestra Señora del Carmen,
socorros del Cielo. Su devoción llegó á ha- cerca de la Puerta Nueva, fué allí recibido
cerse todavía más ardiente cuando, recrude- con grande pompa, en medio de los más me-
ciéndose otra vez á los trece meses la terri- lodiosos cánticos. Pusiéronse desde allí en
ble epidemia j mostróse el Cielo sordo á las marcha hacia la llanada al cabo de la cual se
multiplicadas plegarias, novenas y procesio- eleva el hospital. Habíase de antemano pre-
nes hechas en todos los templos. Entonces parado un hermoso camino sembrado de fo-
fué cuando D. Diego de Vargas y Carvajal, llaje y olorosas hierbas hasta la capilla, enga-
Gobernador de Córdoba, decretó, de confor- lanada también de verdura y magníficamente
midad con el Concejo de la ciudad, que se adornada de flores, en medio de las cuales
llevase solemnemente la imagen de San Ni- debía colocarse la imagen milagrosa. Hallá-
colás al hospital de San Lázaro, donde se base también allí el P. Juan Navas, francis-
veían hacinados los miserables apestados. Es- cano descalzo, revestido de alba y estola, y
ta procesión debía verificarse en secreto y en llevando en sus manos un Crucifijo. Todos los
silencio, para evitar la aglomeración de gente enfermos no acostados rodeaban la imagen, á
que podía aumentar el contagio, ya tan vio- una distancia razonable del pueblo, por evi-
lento. tar el contagio: á una parte las mujeres y los
niños; á la otra los hombres. Paróse el corte-
La ceremonia tuvo lugar el jueves 7 de Ju-
jo entre los acordes que hábiles músicos ha-
nio. El Gobernador, el Ayuntamiento y vein-
cían oir desde lo alto de las torres del Car-
ticuatro jueces escogidos para esta circuns-
men, y arrodillóse el Padre que llevaba la ima-
tancia, vinieron á oir Misa en el altar de
gen ante el franciscano que tenía el Crucifi-
San Nicolás, en la iglesia de los Ermitaños,
jo, mientras que todos los espectadores caían
y, apenas se hubo acabado el Santo Sacrificio,
de rodillas implorando el socorro de Dios.
siguieron procesionalmente con candelas en
Levantó entonces el religioso agustino la ima-
la mano á la imagen, llevada por el cele-
gen de San Nicolás por encima de las turbas,
brante, al lado de la cual se habían colocado
como se eleva el cáliz en el Santo Sacrificio
de la Misa, y al momento en que la cara del
Bienaventurado estuvo á la altura de los pies
del Salvador, un prodigio por demás admira-
ble se obró á los ojos de todo el pueblo. La
imagen, al parecer viva y animada, besó los
pies de Jesús, y permaneció con sus labios
fijos en las sagradas llagas, por lo menos el
tiempo necesario para rezar un Credo. Ha-
bríase dicho que Nicolás, vivo, reconocía á
su Divino Maestro. La asamblea, profunda-
mente emocionada con este milagro, perma-
neció prosternada en tierra, mientras que de
todas partes se elevaba el clamoreo de los po-
bres contagiados. «¡Oh Padre!, ¡oh San Ni-
colás!, ¡oh Santo nuestro! ¡Misericordia, sa-
lud, salud!», gritaban entre profundos suspi-
ros. « Tú que salvas á los niños de la ciudad,
ten misericordia de los desgraciados enfermos
del hospital. Ruega á Jesucristo por tantos
pecadores afligidos y arrepentidos» (1).
La imagen fué por un momento alejada del
Crucifijo, y el más profundo silencio reinó en-
tonces en la explanada; mas, habiéndola apro-
ximado otra vez el religioso agustino, otra vez
LA ESTATUA DE SAN NICOLÁS se renovó el milagro del sagrado beso, esta-
AL P I E DEL C B U C I F I J O
(1) Dura iii eo campo omnes ita stabant... Cru-
(Tomada de un grabado del siglo XVII.) cifixipedes glorioaus Sanctus osculatus est... om-
nes conjunctis vocibus exclamarunt, S. Nicolao,
misericordiam, etc. Christoph, de Bustis.
Buena necesidad, en efecto, tenían ellas
liando otra vez por todas partes los gritos y del socorro de tan poderoso Bienaventurado,
los lamentos: «¡Oh Padre!, ¡oh San Nicolás! pues que la peste habíalas reducido á un es-
¡Ayúdanos, no nos prives de este consuelo!... tado verdaderamente espantoso. Algunas de
¡La salud, la salud!» Entonces se vi<5, ¡oh ellas, furiosas por la violencia de la fiebre, es-
raro y estupendo prodigio!, entonces se vid taban amarradas al lado de los agonizantes;
al Divino Salvador desclavar sus brazos de la otras entraban aún vivas en putrefacción ó se
cruz y abrazar con tierna efusión el rostro de hallaban horriblemente hinchadas y cubiertas
su glorioso servidor. A la vista de esto reno- de las llagas más repugnantes. Todas ellas
váronse los clamores y lágrimas, y el entu- comprendían que se hallaban próximas á la
siasmo llegó á su colmo (1). muerte, y que inmediatamente serían sepul-
Mas fué necesario separar las dos milagro- tadas, sin ceremonia alguna cristiana.
sas imágenes, para llevarlas al hospital, á fin
Distribuyéronseles los panecillos, así como
de consolar un gran número de mujeres con-
á todos los demás enfermos, y el glorioso
tagiadas que, no habiendo podido salir al lla-
protector de Córdoba se apresuró á obrar un
no, estaban aguardándolas con piadosa impa-
milagro que sirviese para despertar la espe-
ciencia. «Hermanas mías en Jesucristo, dijo
ranza en aquellos pobres afligidos. Hallábase
el franciscano enfermero del hospital, derra-
uno de ellos á punto de exhalar el último sus-
mando abundantes lágrimas: contemplad el
piro, con los ojos ya cerrados y enclavados los
Crucifijo, mirad al glorioso y benigno San Ni-
dientes, si bien todavía entendía cuando los
colás, que, juntamente con estos panes bende-
que le rodeaban le repetían los sagrados nom-
cidos en su nombre y para consuelo vuestro,
bres de Jesús y de Nicolás. Habiendo reco-
os envían los PP. Agustinos.—¡Ah, Padre
brado por un momento los sentidos, probó de
San Nicolás!, respondieron á una todas aque-
repetir piadosamente estas solas palabras:
llas desgraciadas: ¡Misericordia, misericor-
«¡San Nicolás, San Nicolás!» Esto fué sufi-
dia! »
ciente. Aquel mismo día abandonaba el hos-
pital, perfectamente curado.
(1) Corruit ad Crucifixi pedes lignea statua A partir de esta imponente y solemne ma-
S. Nicolai eosque deosculans... tandem et ipse
Crucifixus e Cruce manibus resolutis Nicolaum nifestación en honor de este gran Santo, co-
dulciter complexus est. Zacconi. Paulettus. Leen- menzó la peste á disminuir, y en menos de
ticer. Giorgi et alii plurimi.
maneció blanco é intacto en medio de aquel
dos meses había desaparecido por completo,
inflamado horno, que por sí mismo se apagó
después de haber durado quince meses. Has-
momentos después.
ta la completa desaparición de la peste conti-
nuaron las curaciones milagrosas, ya por co- El año de 1565 divertíanse dos jóvenes
mer los panecillos, ya por tocar con ellos los doncellas, á las orillas del mar, en la ciudad
cuerpos de los enfermos, contándose sobre de Ancona, cuando, faltando el pie á una de
todo numerosos niños librados de la muerte ellas, fué la infeliz precipitada sobre las olas,
por el Bienaventurado, su especial protector. que la arrebataron consigo violentamente.
Cuando pudieron volver á encontrar su cuer-
El día 12 de Agosto de 1602, el Ayunta- po era ya cadáver, y un pez le había roído las
miento de Córdoba hizo voto de ir todos los pestañas. Noticiosa de la desgracia, corrió su
años el 10 de Septiembre, día en que se ce- pobre madre á la ribera, deshecha en lágri-
lebra la fiesta de San Nicolás, á la iglesia de mas, y, preguntando por su hija á los que
San Agustín á dar gracias á su celestial pro- habían venido á consolarla y á compartir su
tector por la cesación de la peste, donde amargura, uno de los espectadores de esta
oirían una Misa, con sermón, en acción de lastimosa escena, devoto servidor de San Ni-
gracias. Los canónigos, por su parte, prome- colás, aproximóse entonces al cadáver, y,
tieron acudir cuatro de ellos el mismo día á abriéndole á la fuerza la boca, introdujo en-
la dicha iglesia, tres para cantar la Misa y tre sus dientes un panecillo bendito. Desper-
uno para predicar. tó la niña súbitamente, miró á su llorosa ma-
En la villa de Chinchón, diócesis de Iole- dre y la sonrió. Los testigos de este hecho
do *, declaróse un violento incendio, que maravilloso, llenos de admiración y de reco-
amenazaba invadir una gran parte de sus edi- nocimiento, quisieron unirse á esta afortuna-
ficios. Habiendo acudido entre la muchedum- da madre para ofrecer sus homenajes á Dios,
bre de gente algunos religiosos agustinos al siempre admirable en sus santos (1).
lugar del siniestro, uno de ellos arrojó á las
llamas un panecillo de San Nicolás. Al ins- La resurrección siguiente, también de un
tante mismo vióse al fuego formar un globo niño, parecerá tal vez más admirable. En la
resplandeciente alrededor del pan, el cual per- villa de Empoli, de la Toscana, durante una

* Hoy dia de Madrid. (1) Giorgi, segunda parte, cap. x x n i , pág. 450.
tural hermosura, se presenta delante de ella y
época de gran carestía, quedóse una pobre le dice cariñosamente: «He oído, hija mía,
viuda sin socorros y sin pan, teniendo consi- que estabas en una gran miseria, y he venido
go tres hijos pequeños. Un hombre rico, de á traerte alguna subsistencia». Acto continuo
perversa vida, teniendo conocimiento de su preséntale un saco lleno de panecillos, y le
extrema pobreza, le prometió asegurarle so- dice: «Recibe este saco; alimentaos tú y tus
corros y comodidades, con tal de que consin- hijos con el pan que contiene: no temas, que
tiese en entregársele; propuesta que rechazó Dios no te ha de faltar en nada».
con cristiano valor la desgraciada madre, pre- Desapareció aquél al instante, y la afortu-
firiendo antes la muerte que ofender á Dios. nada madre comprendió entonces que el mis-
Deseando, sin embargo, el Señor probar to- mo San Nicolás había hablado con ella, des-
davía más su virtud y constancia en el bien, pués de haber escuchado sus oraciones. En-
permitió que el hijo más querido de su cora- cerrándose entonces en su cuarto, apagó su
zón cayese muerto de hambre en sus brazos, hambre, así como la de sus dos hijos, y en
mientras que sus hermanos, próximos también, seguida, inspirada por Dios, puso un pedazo
al parecer, á exhalar sus almas, se hallaban de pan milagroso en la boca del que acababa
sumidos en una mortal agonía. A este espec- de morir. Volvió inmediatamente á la vida
táculo desgarrador para su corazón, esta ma- este hijo querido, y pudo saciarse, en compa-
dre generosa, que tenía una gran confianza ñía de sus hermanos, del alimento enviado
en San Nicolás, prosternóse delante de su del Cielo. No se contentó el Taumaturgo con
imagen y le suplicó llorando que salvase á su este doble beneficio, pues bajo la provisión
hijo, pero que no permitiese jamás que el ex- de pan encontró la madre en el saco la suma
ceso de su miseria la condujese al pecado. de dinero que necesitaban hasta que pasase
Todavía estaba orando y gimiendo, cuando aquella general carestía (1).
oye que llaman á la puerta. Creyendo no fue- Diremos, por fin, que un niño de dos años
se su seductor, que viniera de nuevo á solici- y medio fué resucitado en 1711 por el simple
tarla, vacila un instante; mas implorando des- contacto de un panecillo bendito colocado so-
pués el socorro de su celestial Protector, y bre sus fríos labios.
colocando la imagen de éste sobre su pecho,
abre temblando la puerta, ¡Oh sorpresa! Un
(1) Ghezzi,pág. 244.
religioso agustino de encantadora y sobrena-
Todos estos milagros aumentaron prodi-
giosamente la devoción de los pueblos á los
panecillos de San Nicolás, que todavía con-
tinúan en nuestro tiempo ejerciendo el poder
maravilloso que el Cielo les concediera por la
intercesión de aquel que fué el primero en APÉNDICES
hacer uso de ellos por orden de la Santísima
Virgen María. Así, por los milagros y hechos
sobrenaturales, hace Dios que concurran la ARCHICOFRADÍA PRIMARIA
gloria y las virtudes de los elegidos á la feli-
cidad y consuelo de los hombres; y la felici- EN ALIVIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO
dad y reconocimiento de los hombres, á la
más grande gloria de los elegidos (1). Esta Archicofradía es una asociación de oracio-
nes y de buenas obras, establecida en la Basílica
de Tolentino para alivio de las almas detenidas
(1) Los Padres Agustinos bendicen el 10 de Sep- en el Purgatorio, la cual fué erigida canónicamen-
tiembre, día de la fiesta de San Nicolás, estos pa-
nes milagrosos, y los distribuyen entre los fieles. te, por Su Ilustrísima Monseñor Sebastián Ga-
leati, y elevada al rango de Archicofradía por Su
Santidad León XIII, el 17 de Mayo de 1884. Esta
Asociación reúne todas las buenas voluntades,
todos los corazones, como la Basílica de Tolenti-
no reúne todas las oraciones, precioso testimonio
de caridad y de afecto para con nuestros amados
difuntos.
Para pertenecer á ella es necesario hacer ins-
cribir su nombre en el registro de la Archicofra-
día, pagar la suma de un franco, rezar cada día
un Gloria Patri en honor de San Nicolás, y guar-
dar en su casa una imagen ó una medalla del gran
Taumaturgo de Tolentino.
Todos estos milagros aumentaron prodi-
giosamente la devoción de los pueblos á los
panecillos de San Nicolás, que todavía con-
tinúan en nuestro tiempo ejerciendo el poder
maravilloso que el Cielo les concediera por la
intercesión de aquel que fué el primero en APÉNDICES
hacer uso de ellos por orden de la Santísima
Virgen María. Así, por los milagros y hechos
sobrenaturales, hace Dios que concurran la ARCHICOFRADÍA PRIMARIA
gloria y las virtudes de los elegidos á la feli-
cidad y consuelo de los hombres; y la felici- EN ALIVIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO
dad y reconocimiento de los hombres, á la
más grande gloria de los elegidos (1). Esta Archicofradía es una asociación de oracio-
nes y de buenas obras, establecida en la Basílica
de Tolentino para alivio de las almas detenidas
(1) Los Padres Agustinos bendicen el 10 de Sep- en el Purgatorio, la cual fué erigida canónicamen-
tiembre, día de la fiesta de San Nicolás, estos pa-
nes milagrosos, y los distribuyen entre los fieles. te, por Su Ilustrísima Monseñor Sebastián Ga-
leati, y elevada al rango de Archicofradía por Su
Santidad León XIII, el 17 de Mayo de 1884. Esta
Asociación reúne todas las buenas voluntades,
todos los corazones, como la Basílica de Tolenti-
no reúne todas las oraciones, precioso testimonio
de caridad y de afecto para con nuestros amados
difuntos.
Para pertenecer á ella es necesario hacer ins-
cribir su nombre en el registro de la Archicofra-
día, pagar la suma de un franco, rezar cada día
un Gloria Patri en honor de San Nicolás, y guar-
dar en su casa una imagen ó una medalla del gran
Taumaturgo de Tolentino.
He aquí la lista de las principales indulgencias 5.a Todos los primeros viernes de m e s s e ce-
concedidas por el Soberano Pontífice á la A r c h i - lebrará una Misa en sufragio de las almas de los
cofradía. cofrades difuntos.
Indulgencias plenarias. 6.a Todos los días se rezan ante el sepulcro
a
oraciones especiales para los asociados vivos y
i. El día de la entrada en la dicha A r c h i c o -
difuntos.
fradía.
7.a Los cofrades ganarán por participación to-
2 . a El i o de Septiembre, fiesta de San Nicolás.
das las indulgencias concedidas á la Orden de San
3. a El 5 de Junio, fiesta de la canonización de
San Nicolás. Agustín.
4 . a En el artículo de la muerte, con tal d e que
los asociados invoquen con f e , de palabra, ó á lo
BREVE DE SU SANTIDAD LEÓN XIII
menos con la mente, el Santísimo Nombre de
Jesús. ERIGIENDO EN PRIMARIA LA ARCHICOFRADÍA

5. a U n a v e z al año ( l o s asociados podrán ele- DE TOLENTINO

gir el día que quieran), con tal que s e confiesen,


comulguen, visiten devotamente una iglesia ó ca- LEO PAPA XIII
pilla pública y rueguen un instante por la inten-
Ad perpetuarli rei memoriam. Pias Sodalitates
ción de Su Santidad.
ad pietatis et charitatis opera excercenda institu-
Indulgencias parciales. ías , Romanorum Pontificum Prœdecessorum Nos-
trorum vestigiis i n h e r e n t e s , splendidis honorum
a
1. U n a indulgencia de siete años el cuarto titulis augere libenti animo solemus. Jam vero
domingo de Cuaresma. cum supplices N o b i s admotee sint p r e c e s , ut Piam
2 . a U n a indulgencia de siete años el tercero y Unionem ad suffragia animabuS in Purgatorio
sexto domingo después de Pascua. igne detentis ferenda sub invocatione S. N i c o -
3 . a U n a indulgencia de doscientos días, una lai in Basilica ejusdem Sancii Tolentin. Civitatis
vez al día, sí rezan tres v e c e s Requiem ceternam canonice erectam in Primariam evehere de
dona eis, Domine, etc. Apostolica Nostra Benignitate dignaremur, N o s
4 . a Una indulgencia de trescientos días para votis hujusmodi, suffragiis quoque Tolentin. ac
todos los fieles que recen el salmo Dce profundis. Maceraten. Antistitis suffultis, quantum in Domi-
no possumus obsecundandum cerisuimus. Qua; fragari; sicque in preemissis per quoscumque ju-
cum ita sint, omnes et singulos quibus N o s t r a hee dices ordinarios et delegates etiam causarum Pa-
Littere favent a quibusvis excommunicationis et latii Apostolici Auditores ac S. Romance Ecclesiee
interdicti, aliisque ecclesiasticis sententiis, c e n - Cardinales etiam de latere Legatos ac Sedis A p o s -
suris et pceniquovis modo vel quavis de causa tolicse Nuncios et alios quoslibet, quacumque pre-
latis, si quas forte incurrerint ; hujus tantum rei eminentia et potestate f u n g e n t e s et functuros, su-
gratia absolventes et absolutos fore censentes su- blata eis et eorum cuilibet quavis aliter judicandi
pra memoratam Piam Unionem pro animabus ip. et interpretandi facultate et auctoritate, judicari
Purgatorio detentis in Tolentin. Civitate institu- et definiri debere, ac irritum et inane si s e c u s
tam, in Primariam sive Avchisodalitatem de super his a quoquam quavis auctoritate scienter
Apostolica Nostra Auctoritate per p r e s e n t e s eri- vel ignoranter contigerit attentari. N o n obstan-
gimus atque constituimus, illique omnia et singula tibus Constitutionibus et Ordinationibus Aposto-
j u r a a c privilegia concedimus, quibus alias istius- licis n e c non especiali licet atque individua men-
modi titulo auctas Sodalitates utuntur fruuntur vel tione ac derogatione dignis in contrarium facien-
uti frui possunt ac poterunt. Pia; Unionis autem tibus quibuscumque. Datum R o m « apud S a n c -
prcefatffi sic in Archisodalitatem sive Primariam tum Petrum sub Annulo Piscatoris die X V I I Maii
per N o s erect® Officialibus ac Sodalibus de Apos- MDCCCLXXXIV, Pontificates Nostri Anno Sep-
tolica similiter Auctoritate Nostra per preesentes timo.
concedimus, ut alias ejusdem nominis atque ins- Loco >f<. Signi.
FL. C A R D . C H I S I U S .
tituti Sodalitates in Ecclesiastica Provincia tan-
tum Picena existentes, servata forma Constitutio-
n s Clementis P P . V i l i Prasdecessoris Nostri r e -
col: metn: desuper edita aliisque Apostolicis O r -
SEGUNDO BREVE DE SU SANTIDAD LEÓN XIII
dinationibus, sibi agregare, illisque Indulgentias
omnes communicabiles communicare licite pos-
L E O PP. XIII
sint ac valeant. Decernentes p r s s e n t e s Nostras
Litteras firmas, validas et efficaces existere et fore Ad perpetuavi rei memoriam. Cum, sicut
suosque plenarios et integros effectus sortiri et accepimus in Basilica Sancti Nicolai Tolentini
obtinere, illisque ad quos spectat et in posterum Civitatis Pia qua;dam Unio sub ejusdem Sancti
spectabit in omnibus et per omnia pienissime suf- Nicolai patrocinio ad suffragia animabus in P u r -
gatorio igne detentis ferenda, Canonice erecta re pariter existentibus d i e t e P i e Unionis S o d a l i -
existat, N o s quo frugifera hujusmodi U n i o majo- bus corde saltern contritis, qui eamdem Basilicam,
ra in dies suscipiat incrementa, de Omnipotentis diebus quibus ibidem Sti. Nicolai e x u v i e s i n g u -
D e i misericordia ac BB. Petri et Pàuli A p o s t o l o - lis annis exponuntur fidelium venerationi v i s i t a -
rum ejus auctoritate confisi, omnibus et singulis verint, ibique, ut supra, oraverint Septem annos:
Christifidelibus, qui dictam Piam U n i o n e m in quoties vero sacro Septennario festum S. Nicolai
posterum ingredientur, die primo eorum i n g r e s - p r e c e d e n t i interfuerint, Ter centum dies de i n -
sus, vel Dominica immediate sequenti, si vere pce- junctis eis, seu alias quomodolibet debitis p e n i -
nitentes, et confessi SSmum. Eucharistiae S a c r a - tentiis in forma E c c l e s i e consueta relaxamus.
mentum sumpserint, Plenariam: ac tam adscrip- Quas omnes, et singulas Indulgentias, peccato-
tis, quam pro tempore adscribendis dicta in Pia rum remissiones pcenitentiarumque relaxationes
Unione Sodalibus in cujus libet eorum mortis ar- etiam animabus fidelium in Purgatorio detentis
ticulo si vere quoque pcenitentes et c o n f e s s i , ac per modum suffragii applicari possi elargimur. In
S. Communione refecti, vel quatenus id facere ne- contrarium facientibus non obstantibus quibus-
quiverint, saltern contriti n o m e n Jesu o r e , si p o - cumque. P r e s e n t i b u s perpetuis futuris tempori-
tuerint, sin minus corde devote invocaverint, etiam bns valituris.
Plenariam: nec non iisdem nunc et pro tempore Datum R o m e apud S. Petrum s u b annulo P i s -
existentibus ejusdem Pise Unionis Sodalibus item catoris die X Junii M D C C C L X X X I V , Pontifica-
vere pcenitentibus, et confessis ac S. Communione tus Nostri Anno Septimo.
refectis, qui supramemoratam Basilicam diebus Loco Signi.
P r o . D n o . C A R D . CHISIO.
f e s t i s S. Nicolai et Canonizationis ejusdem Sanc-
ii a primis vesperis usque ad occasum solis d i e - A. Trincheri Substitutus.
rum hujusmodi singulis annis devote visitaverint,
ibique pro christianorum Principum concordia,
h e r e s u m extirpatione, peccatorum conversione ac TERCER BREVE DE SU SANTIDAD LEÓN XIII
S. Matris E c c l e s i e exaltatione pias ad D e u m pre-
ces effunderint, quo die prefatorum id egerint, LEO PP. XIII
Plenariam omnium peccatorum suorum Indul-
Ad perpetuam rei memoriam. R e k t u m est no-
gentiam et remissionem misericorditer in Domino
bis in Sanctuario titulo S. Nicolai Tolentini Civi-
concedimus. Insuper iisdem nunc, e t pro t e m p o -
tatis Primariam Unionem pro animabus in Purga-
S. Sede concessas et aliis communicabiles com-
torio igne detentis canonice erectam existere, fa- municare licite servatis servandis possint ac v a -
cúltate e x Apostolica; Sedis concessione auctam, leant facultatem Apostolica Auctoritate Nostra,
alias ejusdem nominis atque instituti Uniones in harum litterarum vi, perpetuum in modum con-
provincia tantum Picena aggregandi. Nunc autem cedimus atque elargimur. Decernentes presentes
cum quamplurim® extra Picenam provinciam s i - litteras firmas, validas et efficaces existere et fo-
miles Uniones erecto reperiantur, enix® Nobis re, suosque plenarios et Íntegros effectus sortiri
preces a Priore Fratrum Eremitarum Ordinis et obtinere, illisque ad quos spectat et in poste-
S. Augustini Primari® dictas Unionis Moderatore rum spedare poterit in omnibus et per omnia pie-
adhibit® fuere, ut aggregandi facultatem ad Uni- nissime suffragari; sicque in pr®missis per quos-
versa; Itali® fines extendere de Apostolica Nos- cumque Judices ordinarios et delegatos judicari
tra benignitate dignaremur. Nos autem votis hu- et definiri debere, atque irritum et inane si secus
jusmodi obsecundare quantum in Domine possu- super his a quoquam quavis auctoritate scienter
mus volentes, et singulos atque universos, qui- vel ignoranter contigerit attentari. Non obstanti-
bus nostr® hac litter® favent, a quibusvis excom- bus Constitutionibus et Ordinationibus Apostoli-
municationis et interdicti aliisque ecclesiasticis cis, n e c n o n diet® pi® Unionis aliisve quisbus-
sententiis, censuris et pcenis quo vis modo vel vis etiam juramento, confirmatione Apostolica
quavis de causa latis, si quas- forte incurrerint, vel quavis l i m i t a t e alia roboratis statutis et con-
hujus tantum rei gratia absolventes et absolutos suetudinibus ceterisque contrariis quibuscumque.
fore censentes, Primari® diet® Unionis pro Pur- Datum Rom® apud S. Petrum sub Annulo Pisca-
gatorii animabus, in Sanctuario S. Nicolai Civita- toris die X Februarii MDCCCLXXXV. Pontifica-
tis Tolentini canonice erect®, Officialibus et so- tes Nostri Anno séptimo.
dalibus pr®sentibus et futuris, ut ipsi alias quas-
cumque ejusdem nominis atque instituti Uniones Pro Domino.
intra fines Itali® tantum canonice instituías, ser- Loco Signi. CARDINALI CHISIO.
vata forma Constitutions Clementis PP. VIII,
L . CARD. JACOBINI.
Pr®decessoris Nostris recolend® memorie, aliis-
que Apostolicis Constitutionibus desuper editis,
sibi aggregare, illisque omnes et singulas indul-
gentias, peccatorum remissiones, ac pcenitentia-
rum relaxationes, ipsi Primari® Unioni ab hac
El convento de Tolentino, durante el siglo x i v ,
no cedía en nada á los más ilustres de su clase,
LA BASÌLICA DE TOLENTINO floreciendo por igual dentro de sus muros la p i e -
dad , la observancia religiosa y la sabiduría. Él, á
semejanza de los justamente célebres de Monte-
Casino y Citeaux, vino á ser en el territorio de las
La vida monástica, una v e z implantada en Oc-
Marcas como el hogar de la civilización. Larga
cidente, desarrollóse con grandísimo vigor, seme-
pléyade de santos, de obispos y de misioneros s e
jante á un árbol plantado en tierra fecunda, cerca-
han formado, durante muchos siglos, á la sombra
no á la corriente de las aguas, que, echando pro-
de su claustro bendito y embalsamado por el r e -
fundas raíces, extiende por todas partes sus fron-
cuerdo del gran Santo que allí habitó.
dosas ramas. Todavía las ruinas de los antiguos
monasterios excitan la admiración de los sabios y D o s siglos por lo menos sobrevivió á su muerte
de los arqueólogos que hoy las visitan para r e - la primitiva Iglesia, testigos de las ora.iones, de
coger en ella antiguos recuerdos de la historia, las visiones y de los milagros del Santo. Como
las grandes y nobles aspiraciones de la Edad Me- fuese excesivamente pequeña, no contando más
dia; quedándose con frecuencia estupefactos ante que 25 metros de longitud, en 1510 pensaron los
los restos de tanta magnificencia y tan acabadas Ermitaños de San Agustín en construir otra más
obras del arte, cuya severa belleza procuran tras- amplia y más hermosa donde pudieran desahoga-
ladar á sus pinceles. Mas ¿qué tiene esto de extra- damente celebrar el culto divino los cuarenta reli-
ño, si se reflexiona que, durante los siglos de la giosos que ordinariamente había en el monasterio
barbarie, los monasterios fueron los únicos asilos de Tolentino. En 1783 elevó Pío VI este santuario
de la oración, del estudio, de la ciencia, de la vir- á la categoría de Basílica. Consagrada en 1859 P o r
tud, de todo cuanto hubo digno de algún aprecio Su Excelencia el Sr. Marinelli, de la Orden de San
en la civilización antigua' Agustín, Sacrista de Pío I X , f u é restaurada de
nuevo en 1882, con mucho talento y gusto, por el
Entre los grandes santuarios levantados por
arquitecto Fontana, cuyos hábiles trabajos dejan
mano de los monjes en Occidente, ocupa un lugar
ver, á todo hombre instruido que visita el m o n u -
muy distinguido el de Tolentino, debiendo á las
mento, pinturas y decoraciones de la época del
virtudes heroicas de Nicolás su importancia y ra-
Renacimiento. Esta iglesia tan notable, sobre todo
ros privilegios. Él resume en sí todavía la vida
en su interior, por la corrección y pureza de sus
religiosa de los Ermitaños de San Agustín.
mas y sus generales; aquí han acudido de toda la
líneas, eleva el alma á la adoración, á la plegaria
Italia, de Alemania, de Inglaterra y hasta de las
y al recogimiento. Consta de unos 54 metros de
apartadas regiones de América, con objeto de
longitud por 17 de anchura.
dar gracias al Santo por beneficios recibidos.
La capilla de San Nicolás, situada á la derecha
Cosme III, gran duque de Toscana, verificó su
del sagrado edificio, posee todavía todo lo que
peregrinación en 1695; el duque de Módena, dos
resta de sus preciosas reliquias, en una grande
años más tarde; la reina de Polonia vino á visi-
caja de hierro liada por dos gruesas cadenas. Há-
tar la Basílica en 1699, acompañada de señores y
llase colocada esta caja sobre el altar, lo cual per-
damas de su corte; el rey de Inglaterra Jorge III
mite tenerla expuesta constantemente á la v e n e -
arrodillóse el 22 de Octubre de 1722, acompañado
ración de los fieles. El oratorio donde el Tauma-
de su esposa, ante las reliquias de San Nicolás;
turgo pasó tan largas horas en oración está todo
posteriormente, el 10 de Junio de 1738, la reina de
él decorado con frescos del siglo xiv que recuer-
Nápoles, hija de Augusto, rey de Polonia, tuvo
dan la escuela de Giotto y de Fra Angélico. El
aquí una entrevista con el elector de Sajonia.
principal ornamento de la capilla es un retrato del
Santo, tomado del natural, y que los autores con- En 1594, el Papa Clemente VIII, después de ha-
temporáneos suyos dicen que se le parece muchí- ber recobrado la ciudad de Ferrara, hizo un viaje
simo. Hállanse las paredes cubiertas de exvotos á Tolentino y llegóse á orar ante el altar del Santo.
que cuentan casi todos apenas un siglo de anti- El i.° de Marzo de 1782 vino aquí Pío VI, querien-
güedad, habiendo sido vendidos los antiguos, así do en persona recomendar al glorioso Ermitaño
como gran número de piedras preciosas de gran de San Agustín, y encargarle que velase sobre
valor, con objeto de ayudar al Sumo Pontífice á los negocios que iba él á tratar en Viena con el
pagar el tributo que le fué impuesto por Napoleón emperador. El 25 de Junio de 1800 sucedióle
en el tratado firmado en Tolentino. Pío VII á los pies de Nicolás, habiendo venido
con el fin de darle gracias por su elección, toda
La devoción inspirada por el recuerdo de Nico-
milagrosa y toda providencial, hospedándose para
lás, recuerdo presente siempre en ese lugar sa-
ello en el convento de los PP. Agustinos. Este
grado, es tan grande, que no se> han interrumpido
mismo volvió segunda vez en 1814 á visitar á su
nunca las peregrinaciones desde la muerte del
celestial protector, protector igualmente de la
Santo: aquí han venido los Papas, acompañados
Iglesia universal, á fin de darle rendidas gracias
de una numerosa corte de obispos y cardenales;
por el fin de su destierro.
aquí han llegado los reyes con sus heraldos de ar-
En 1815 vemos en Tolentino á Carlos I V , rey de Tolentino ocupa uno de los sitios más encanta-
España, con toda su corte; en 1832 y en 1 8 5 3 á I a dores que pueden encontrarse. Es una pequeña
ex-reina de España María Cristina. ciudad de diez á doce mil habitantes, situada á
En estos últimos tiempos, el Papa Gregorio X V I treinta kilómetros Sudoeste, poco más ó menos,
permaneció tres días en el monasterio santificado de Loreto; de modo que de esta villa es de don-
por la presencia, las virtudes y los milagros del de vienen á ella el mayor número de peregri-
Taumaturgo; y el Papa Pío I X , de feliz memoria, nos. Cuatro trenes parten cada día de Loreto,
vino el 9 de Mayo de 1857 á Tolentino, á reco- con otros cuatro que vienen de Fabiano. Así que
mendar á Nicolás los intereses de la Iglesia, mos- los piadosos extranjeros que visitan la Santa Casa
trándose conmovido hasta derramar lágrimas á la de Nazaret pueden partir por la mañana de la ciu-
vista de los brazos ensangrentados del Bienaven- dad privilegiada por María, llegar al sepulcro del
rado. Santo, hacer sus devociones, y en la misma noche
Cada año, el 10 de Septiembre y el cuarto do- volverse de nuevo á la humilde Casa donde el Ver-
mingo de Cuaresma, acuden á la Basílica millares bo se hizo carne, continuando después sus piado-
de peregrinos conducidos por sus pastores. Nada sas excursiones. Sería de desear que todos los
más tierno y edificante que estas piadosas rome- devotos peregrinos de Loreto tuviesen á honor el
rías , compuestas á veces por todo el personal de hacer una visita al gran Taumaturgo, á quien la
un pueblo. Los PP. Agustinos acuden al tribunal Santísima Virgen había revelado, muchos años an-
de la penitencia para absolver á las turbas, y tes de que sucediese, la traslación milagrosa de la
nadie sale de Tolentino sin haber antes recibido Santa Casa. La relación entre Loreto"y Tolentino,
el pan de los fuertes. D e este modo cumplen los entre María y Nicolás, es demasiado íntima y de-
fieles lo que en su lenguaje llaman un voto, ex- masiado fuerte para que pueda ser ignorada ó
presión con la que significan que van en pere- poco estimada;
grinación al sepulcro, ya para satisfacer una pro-
mesa, ya para obtener alguna gracia especial.
Antes de terminar esta obra, permítasenos d e -
cir cuatro palabras sobre la pequeña ciudad de
Tolentino. Asentada en medio de un grupo de
colinas, tan pronto cubiertas de nieve, tan pronto
tapizadas por risueñas praderas y ricos viñedos,
ruscantibus crebrisque miraculis manifestatum.
Letentur itaque cceli, exultet terra, jucundetur-
BULA DE CANONIZACIÓN que pariter totus orbis, quando ei, qui effulsit in
tempio Dei, cum viveret spatiosum in ccelo pres-
E U G E N I U S E P I S C O P U S S E R V U S S E R V O R U M DEI tant hospitium cceli c i v e s , itaque hujus Beati Vi-
ri, quando vita est functus, fama summaque ad
Universis Christifidelibus presentes litteras
eum populorum devotione crescentibus, felicis re-
inspecturis salutem et apostolicam benedictionem.
cordationis Joannes Papa XXII Predecessor nos-
Licet militans in terris Ecclesia triunphantem in
ter Avenione cum ejus curia residens cum fratri-
ccelis, filiali et devoto veneretur affectu, ac vir-
bus suis cepit de illius Canonizatione tractare
tutes, laudes preconiaque sanctorum, quantum
quam nisi ejus obitus et horrenda supervenissent
humana sinit fragilitas dignissimis attollat titulis,
schismata procul dubio consummasset. Beatus igi-
devotis quoque precibus selemni ritu, sacrificia
tur hic Nicolaus, honestis ex castro Sancti Ange-
laudum offerat ad decus et venerationem civium
li intra Firmanam dicecesim, parentibus ortus,
supernorum, nihil tamen illis accrescit n o v e per-
puerorum consortia vitans, ecclesiasque, divina-
feccionis et glorie nec eorum perfecta felicitas
que mysteria frequentabat. Et ne per clara opera
nostris operibus firmari poterit, vel augeri. Mi-
l u c i d e v i t e s u e longo latoque sermone currra-
sericors tamen miseratorque Dominus per inter-
mus, pauca lubet referre de pluribus ut ex his
cessiones merita pie sanctorum quos in terris ce-
existentes in via Dòmini, patrem glorificent sicut
lebritate congrua veneramur, mirabili dignatione
de ceteris. Sanctus equidem iste in e t a t e existens
imperfectum nostrum suppleri providit, ut quod
tenera, et humilitate servabat, castigando corpus,
nostris meritis non valemus eorum suffragiis as-
jejuniis, vigiliis, orationibus insistebat, devotus,
sequamur.
gratus, humilis, obediens, benignus, suavis, pius,
¿Eternus itaque Deus qui fecit mirabilia ma-
patiens, constans, maturus, compósitus virtu-
gna solus Confessorem suum eximium Nicolaum
tum quidem quibusdam aromatibus plurimos at-
de Tolentino in approbata Religione Fratrum Ere-
trahebat; adeo quoque fidei cultor erat, ut cunc-
mitarum Sancti Augustini ab ejus pueritia educa-
ta illius verba, et opera, virtutem fidei redolerent.
tum, Puritate cándidum, Charitate fcecundum,
Tribulatorum et informorum consolator assiduus
electum ex millibus, exemplar prefulgidum, Sa-
existebat. Et demum pudicus, castus, modestus,
pienza ejus infinita produxit, singularis v i t e s u e
verecundus ac letus ad v i t e vesperam veniens
excellentissimis signis et prodigiis probatis ac co-
divinitus audire meruit : euge serve bone et fide- cecidisset et intra rotam et aquam per spatium
lis, intra in gaudium Domini tui. Sic granum temporis, quo communiter bene ambulans miliario
frumenti, cadens in terrain et mortuum, uberem ambulasset, continuo jacuisset, inde tandem la-
consurgit in spicam, sic botrus in torculari calca- boriose extractus mortuus, et pro mortuo repu-
tus liquoris redundat in copiam, sic regnum cce- ta tus, emisso prius per matrem voto, quod si res-
lorum percipitur, et sancti per fidem sublimia r e - titueretur v i t e auxilio beati Nicolai, ilium supra
gna vicerunt. Verum decebat di vinse magnitudi- Sancti tumulum habitum religionis indueret, ad-
nem bonitatis, ut quem in terris preclaris ornarat juvante sancto predicto, vivus apparuit. Vir in-
virtutibus, in coslis regnare certis testimoniis pro- super quidam inventus in domo sua suspensus et
baretur. mortuus, precibus et voto per ejus uxorem ad bea-
tum Nicolaum emisis factus est vivus et ex tunc
Multis enim magnisque miraculis et dum v i v e -
diutius supervixit. Quamplurima etiam miracula
ret et post obitum clarum fecit. Quorum quedam
tam in vita, quam post ejus mortem fecit, plures-
dignissimis probatis testibus o n e r o s e multitudi-
que homines utriusque sexus a morte suscitavit,
nis v i t a n d e gratia duximus presentibus adnotan-
c e c o s illuminavit, et ab oculorum infirmitatibus
da. Quidam adeo in sinistro latere perditus erat,
liberavit. Contractos et pertractos membris, et
ut nec illius manum nec pedem posset quovis mo-
claudos erexit, paralyticos a membrorum impo-
do movere, aut quicquam ex oculo sinistro vide-
tenza sanavit. Et a tremore capitis et membrorum,
re, post plurimorum medicorum antidota, atque
demoniacos, captivos, incarceratos, cum appari-
colliria in vanum experta, Sanctus hie latus illud
tionibus et revelationibus liberavit. Cadentes et
crucis signaculo tetigit, viroque ipse benedixit,
alisos à naufragiis, a captivitate persone, a per-
qui statim e grabato surgens, factus est videns,
ditione bonorum, a febribus, ab hetica, ab hydro-
et integre liberatus. Quedam vero mulier triennio
pisi, ¿podagra, a doloribus illorum et stomachi
continuo sanguinis fluxum patiens, ad Nicolaum
ac cordis, aliisque infirmitatibus liberavit, pris-
veni ens et manum ejus devotissime osculans, p r e -
tineque sanitati restituii, q u e omnia trecenta et
cabatur eum, ut preces ad Dominum pro illius sa-
unum miracula, ad quorum probationem exami-
nitate recuperanda porrigeret. Sanctus ipse illam
nati fuerunt trecenti et septuaginta et unus testes
signo crucis S i g n a v i t et liberata recessit. H e c an-
in registro annotati, et coram nobis in publico
te obitum.
Consistono relati fuerunt, his itaque et aliis mi-
Post obitum vero, cum puer quidam annorum
ris operibus sancti hujus adstruentibus sanctita-
quatuor in canalem molendini civitatis Macerate
tem C h r i s t i a n a ; fidei veritate, miraculorum lingua et solemniter celebretis et faciatis ab omnibus ve-
loquente, concurrit ad nos undique populus. Cre- neratone congrua celebran, ut pia ejus interces-
vit de his fama atque devotio, laudatur Dominus sione, et hic a noxiis protegi, et in futurum sem-
de salutiferis gratiis, salutis auctori grati® refe- piterna consequi gaudia valeatis. Et ad venerabi-
runtur, invaluit super his vox communis et C e l e - le ejus sepulchrum eo ardentius Christifidelium
bris et plurimorum vox exultationis etiam et p r e - confluât multitudo, et celebrius ejusdem Confesso-
latorum nobis intonuit, et nostra auctoritate in- n s colatur festivitas. Omnibus vere pcenitenti-
quisitionem fieri super dictis obtinuit. Quidem ve- bus et confessis qui cum dovotione et reverentia
nerabili fratri Joanni Episcopo Prenestino et di- illuc in eodem festo accesserint, annuatim ipsius
lectis filiis nostris Joanni Tituli Sancti Laurentii suffragia petituris, de Omnipotentis Dei miseri-
in Lucina Presbytero, et Prospero Sancti Georgii cordia, et Beatorum Petri et Pauli Apostolorum
ad velum aureum Diacono, Cardinalibus, commi- ejus auctoritate confisi, septem annos et totidem
simus, ut veritatem premissorum et de miraculo- quadragenas, accedentibus vero annis singulis ad
rum continuatione inquirerent diligenter, quorum dictum ejus sepulchrum infra ejusdem festi octa-
relatione etiam continuationis miraculorum pro- vam, duos annos et duas quadragenas de injunc-
bata veritas. Nos et venerabiles fratres nostros tis eis pcenitentiis misericorditer relaxamus. D a -
Sancte Romane Ecclesie Cardinales, de sancti tum Rome apud S. Petrumanno Incarnationis Do-
ejusdem vita mirabili, miraculis et meritis glorio- minice MCCCCXLVI, Kalendis Februarii, Pon-
sis instruxit. Et quia plura et majora de sancto tificatus nostri anno sextodecimo.
ipso comperimus, quam insinuata fuissent, de fra-
trum predictorum C o n s i l i o et assensu, plurimis
E c c l e s i e Prelatis adstantibus, de Omnipotentis
Dei virtute et Beatorum Apostolorum Petri et
Pauli, ac nostra auctoritate confisi, eumdem Bea-
tum Nicolaum Sanctorum Confessorum cathalogo
duximus adscribendum, ideoque universitatem
vestram monemus et hortamur attente per Apos-
tolica scripta vobis precipiendo mandantes, qua-
tenus quarto idus Septembris, quo sanctus ipse
migravit ad Dominum, festum ejusdem, devote,
que temer? Por eso Vos, que sois Dios de
bondad y de amor, queréis que honremos á
vuestros Santos, para que sus méritos y pro-
tección nos obtengan las gracias que nosotros
no podemos obtener por nuestras iniquida-
SEPTENARIO des. Acoged, pues, piadoso estos pobres ho-
menages con que honramos á vuestro siervo
EN HONOR DEL GLORIOSO TAUMATURGO
San Nicolás; haced que, elevándose hasta el
S A N N I C O L Á S DE T O L E N T I N O Cielo nuestras plegarias, desciendan á nos-
otros transformadas en copiosa lluvia de gra-
cias y bendiciones, para que, conociendo vues-
tras bondades, se abrasen nuestros corazones
Por la señal... Señor mío Jesucristo... en las vivas llamas de vuestro amor, y por la
intercesión del glorioso San Nicolás merez-
ORACIÓN P A R A TODOS LOS DÍAS
camos llegar felizmente al puerto seguro de
¡Oh Dios eterno, que sois admirable en la Gloria. Amén.
vuestros Santos, y queréis que con sus ejem-
plos salgamos de nuestra tibieza y nos mo- DÍA PRIMERO
vamos á amaros! Sí, postrados en vuestra
presencia, confesamos humildemente nues- 1. ¡Oh estrella esplendente de santidad,
tros pecados, y confiados en la intercesión del decoro y gloria de la Orden Agustiniana, va-
ilustre Taumaturgo y esplendor de la Orden leroso protector nuestro San Nicolás, que os
Agustiniana, San Nicolás de Tolentino, espe- complacéis en oir desde el Cielo las súplicas
ramos conseguir por sus méritos un espíritu de vuestros devotos! No rehuséis favorecer-
de oración que nos retraiga del mundo y de nos; pues, en prenda de nuestra devoción, va-
sus vanidades; un espíritu de penitencia con mos recordando vuestras heroicas virtudes,
el que sometamos nuestros apetitos á la ley para imitar, del mejor modo posible, vues-
de la razón, y un espíritu de abnegación que tros ejemplos, ayudados con la gracia divina.
nos haga seguir sus admirables ejemplos. Con
un protector tan poderoso, ¿qué tendremos
2. ¡Qué grande fué el gozo de vuestros 5. ¡Oh dulcísimo San Nicolás! Espectácu-
afortunados padres cuando supieron por boca lo admirable fué para los hombres y para los
de un ángel que tendrían en Vos, glorioso ángeles el veros retirado, siendo todavía tier-
San Nicolás, un hijo que satisfaría sus deseos no infante, en los lugares más ocultos, y allí
y agradaría al Señor! ¡Oh! Dignaos secundar dirigir al Cielo ardientes suspiros, que salían
los deseos de nuestro corazón, y haced que de lo íntimo de vuestro inocente pecho. Te-
vayan siempre dirigidos á procurar la mayor ned piedad de nosotros, que hemos perdido,
gloria de Dios y á conseguir nuestra salva- con la culpa, las primicias de nuestros años,
ción eterna. y haced que podamos redimirlas con una con-
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. trición sincera de nuestro corazón.
3. ¡Oh afortunado San Nicolás, que ha- Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
biendo nacido fruto de fervorosas oraciones
y de frecuentes visitas al sepulcro del santo 6. Crecisteis ¡oh piadosísimo San Nico-
Obispo de Bari, recibisteis el nombre del ín- lás! en edad, y crecieron también en vos la
clito Taumaturgo, y así se vieron plenamente devoción y el fervor, fruto de la esmerada
cumplidas las promesas del celestial mensa- educación de vuestros padres, de tantas gra-
jero! Consolad nuestras esperanzas con una cias con que fuisteis enriquecido, y de vues-
feliz eternidad, y enriquecednos de méritos tra dócil cooperación á ellas. Pedid este es-
para conseguirla. píritu de educación cristiana para los cre-
yentes, y haced que, cuanto más falaz y per-
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
verso sea el mundo, tanto más crezca en nos-
4. Prevenido con bendiciones de dulzura otros la mutua edificación y el buen ejemplo.
¡oh glorioso San Nicolás!, mostrasteis desde Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
vuestra infancia aquella aura suave del Pa-
raíso que transpiraba de vuestro rostro, y ja- 7. Cómo se derretiría de ternura vuestra
más se oyó de vuestros labios una queja in- hermosa y enamorada alma, ¡oh bienaventu-
fantil. Haced que, justamente afligidos y tra- rado San Nicolás!, al recibir el singular pri-
bajados por los afanes de este mundo, obten- vilegio de contemplar en la sagrada Hostia á
gamos un espíritu de cristiana resignación. Jesús en forma de hermoso Niño, y al oir de-
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. ciros que los inocentes y rectos de corazón
24
son los que viven unidos con El. ¡ Ah! Infun- y méritos goce de una paz y unidad perpe-
didnos la debida reverencia á los sacrosantos tuas.
misterios, y haced que, cuantas veces venga Guarde ¡oh Señor! á tu pueblo tu gracia,
nuestro celestial Esposo á morar en nuestros para que los que constantemente imploran el
corazones, aprendamos á oir sus voces, á auxilio de su confesor San Nicolás consigan
cumplir sus deseos y á corresponderle con el efecto saludable de sus peticiones por Cris-
nuestros afectos; para que así aquel manjar to Nuestro Señor. Amén.
de vida nos sirva de prenda para conseguir
la gloria inmortal. DÍA SEGUNDO
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
1. Aun no había brillado en vuestra men-
Ahora pedirá cada uno la gracia que desea te ¡oh inspirado San Nicolás! la luz de la ra-
alcanzar e n este Septenario por l a intercesión
de San Nicolás. zón, cuando penetró en ella un rayo de aque-
lla luz soberana que no tiene ocaso. Por eso
ANTÍFONA mostrasteis desde entonces un gran empeño
en instruiros en la ciencia de los Santos, y de
San Nicolás, verdadero pobre de Cristo, y conocer adónde os guiaba el espíritu del Se-
virgen elegido por Dios, guardando una cons- ñor. ¡Ah! En estos tiempos infelices en los
tante obediencia, ilustró la Orden de Ermi- que, entre la ignorancia de las cosas divinas,
taños con virtudes y milagros. tanto prevalece la corrupción de máximas y
f . Rogad por nosotros, San Nicolás. costumbres, haced que se conserve pura é
Para que seamos dignos de alcanzar intacta en nosotros la fe, y brille luminosa
las promesas de N. S. Jesucristo. con la santidad de las obras.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
OREMOS
2. ¡Oh fervoroso San Nicolás! Vuestras
Os suplicamos ¡oh Dios omnipotente! que delicias eran el estar siempre unido con Dios,
concedáis á vuestra Iglesia, que brilla con la y por eso, habiendo sido llamado por el Se-
gloria de las virtudes y milagros de vuestro ñor á su casa, os dedicasteis prontamente al
confesor San Nicolás, que por su intercesión culto divino, sin que el mundo pudiera arre-
5. Más penetrante que aguda espada de
bataros uno solo de vuestros afectos. Ense- dos filos fué aquella palabra divina que tras-
ñadnos á nosotros, que andamos ocupados pasó ¡oh animoso San Nicolás! vuestra alma
en las vanidades terrenas, á agradar á aquel y vuestro corazón, pues al oir hablar sobre el
Dios á quien servir es reinar sobre la Tierra, desprecio del mundo no tardasteis un mo-
y gozar una prenda del Reino preparado á los mento en alejaros de él con un total y abso-
elegidos. luto desprendimiento. Despertad en nosotros
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. el desprecio de las vanidades de la Tierra, y
enseñadnos por lo menos á desprender de ella
3. ¡Oh sapientísimo San Nicolás! Vos nuestros afectos.
elegisteis morar en la casa de Dios mejor que Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
entre los tabernáculos de los pecadores, y,
distinguido por vuestras virtudes, fuisteis 6. Ni la ternura de los parientes, ni el
alistado en la milicia clerical, á la que como amor de la patria, ni los regalos y comodi-
fiel antorcha servísteis de ornamento. Retirad- dades de la vida os contuvieron un instante
nos también de las diversiones profanas, y ¡oh magnánimo San Nicolás! de abrazaros es-
concedednos en el santo templo un espíritu trechamente á la desnudez de la Cruz. Traed-
de devoto recogimiento. nos también á nosotros al olor de vuestias
virtudes, y, haciéndonos superiores á todo res-
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
peto humano, enseñadnos, en el cumplimien-
4. ¡ Oh castísimo San Nicolás, que os con- to exacto de nuestros particulares deberes, á
servasteis en el campo evangélico como lirio no cuidarnos de las irrisiones del mundo y á
entre espinas por el noble aprecio de vuestra no preferir los bienes caducos á los eternos.
inquebrantable pureza, y por eso tratasteis á Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
vuestra carne como enemiga, extenuándola
casi todos los días de la semana con un rigu- 7. Vos, pues ¡oh ejemplarísimo San Ni-
roso ayuno á pan y agua! Alcanzadnos al me- colás! voláis cual tímida paloma á las aber-
nos la virtud de la templanza, que es eficaz turas de la piedra misteriosa; entráis en el
preservativo contra el vicio de la impureza. instituto de Ermitaños de San Agustín, y,
mientras ocultáis en toscos hábitos la noble-
za y delicadeza de vuestra sangre, se descu- 2. Que la vida del hombre sobre la Tie-
bre el esplendor de tantas dotes espirituales, rra sea una continuada milicia, bien lo sabéis
que os hacen para los demás modelo de per- vos ¡oh atribulado San Nicolás!, que en el
fección. Invitadnos también á nosotros con el tranquilo retiro fuisteis molestado por quien
deseo de seguiros, ó descubridnos por lo me- trataba de haceros abandonar vuestras acos-
nos los engaños del mundo, para que huya- tumbradas mortificaciones! Enseñadnos á ven-
mos prontamente de él y aseguremos el des- cer la más fatal sugestión con que el enemi-
canso de nuestro corazón. go infernal procura hacernos diferir de día en
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. día la obra de una sincera conversión.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Ahora pedirá cada uno la g r a c i a que desee
alcanzar en este Septenario por la intercesión
de San Nicolás. 3. ¡ Oh pacientísimo San Nicolás! No con-
L o restante como en el día primero, pág. 370. sintió el Cielo veros por más tiempo entre te-
mores, angustias y amargas desolaciones de
espíritu, sino que se complació en recrearos
DÍA TERCERO con suaves melodías angélicas, y os aseguró
que el tenor de vuestra vida era agradable al
1. ¡Oh penitente San Nicolás, encerrado Señor! ¡Oh! ¿Quién puede lisonjearse de otro
en el silencio del claustro como en un dila- tanto? Al menos, infundidnos vos una dulce
tado campo de penitente austeridad! ¿Quién esperanza de obtener el perdón de las culpas
podrá contar las estudiadas maneras con que cometidas.
atormentasteis vuestro cuerpo puro é inocen-
te con hierros, con cordeles, con cadenas, con Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
cilicios y con azotes? ¿Qué haremos nosotros, 4. Fué un oloroso holocausto ¡ oh devotísi-
pecadores,si tanto hicisteis vos siendo inocen- mo San Nicolás!,que presto se elevó hasta el
te? ¡ Ah! Concedednos que al menos podamos Trono de Dios, la profesión de los votos sagra-
borrar de los libros déla Justicia divina nues- dos que pronunciasteis con vuestros fervoro-
tras deudas con una sincera y profunda peni- sos labios y observasteis con escrupulosa fide-
tencia de corazón. lidad hasta el fin de vuestra vida. Haced que
cumplamos las promesas que hicimos en el
sacramento de la regeneración con la exacta incensarios de oro, así como el oloroso incien-
observancia de la ley santa de Dios. so y la prodigiosa estrella que os conducía al
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
oratorio. ¡Ah! Si veis escasos nuestros méri-
tos, interponed por nosotros los vuestros, y
5. ¡Oh invencible San Nicolás! A fin de así sentiremos los copiosos y saludables efec-
que obtuvieseis nuevas coronas de gloria per- tos de vuestras súplicas.
mitió Dios al maligno tentador que se des- Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
encadenase contra vos y os asaltase con ho-
rribles injurias y aprensiones espantosas. ¡ Ah, Ahora pedirá cada uno l a gracia que desee
Santo amado! Libradnos de los asaltos de las alcanzar en e s t e Septenario por la intercesión
de S a n N i c o l á s .
tentaciones, ó haced que la tentación nos
L o restante c o m o e n el día primero, pág. 370.
halle siempre, como á vos, defendidos con la
armadura de los fuertes.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. DÍA CUARTO

6. El arma más poderosa para vencer al 1. ¡Oh virtuosísimo San Nicolás! No obs-
abismo es el fervor de la oración, y ¿quién tante la plenitud de vuestros méritos y la
mejor que vos supo emplearlo ¡oh fervorosí- abundancia de favores celestiales, ¿quién no
simo San Nicolás!? En ella pasabais las ho- admirará vuestra profunda humildad, por la
ras de la noche, en ella ocupabais las horas que os considerabais como el más vil de vues-
del día que os quedaban después de los sa- tros hermanos, y os ofrecíais al servicio de
grados ministerios. ¡Ah! Obtenednos á nos- todos, y sufríais con gusto los más duros ul-
otros, tan perezosos y fríos en la oración, un trajes y persecuciones? Alcanzadnos estos
ejercicio frecuente y un santo fervor. sentimientos de aquel Dios que da la gracia
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
á los humildes y resiste á los soberbios.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
7. Cuán agradables fueron al Cielo vues-
tras plegarias ¡oh beatísimo San Nicolás!, lo 2. ¡Oh amabilísimo San Nicolás! Cual
demostraron aquellos serafines bienaventura- fuego que, cuanto más encerrado y escondi-
dos que se os aparecían para recogerlas en do, tanto más arde y consume, era el ardor
de vuestra caridad: por eso, si la humildad vuestros pies, humillados y contritos, los más
os hacía ingenioso para ocultaros, la fama de pérfidos pecadores, y vos sanabais sus llagas
vuestra santidad, divulgada por tantos luga- con el sacramento de la reconciliación. Re-
res, os atraía la veneración pública, y un con- novad desde el Cielo vuestras maravillas para
tinuo recurso á vos en las necesidades; y vos la conversión de las almas, y haced por vues-
os prestabais solícito y prodigioso á ayudar tra intercesión que sobreabunde la gracia en
á vuestros prójimos. ¡Oh! Ahora que descu- donde hasta ahora ha abundado el pecado.
brís mejor desde el Cielo nuestras necesida-
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
des, tened compasión de nosotros, que en las
aflicciones y peligros tenemos el consuelo de 5. ¡Oh compasivo San Nicolás! No sólo
poder repetir: «San Nicolás, protégenos». se distinguió vuestra caritativa piedad por la
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. salud de las almas para con los vivos, sino
que también se extendió á las almas del Pur-
3. ¡ Oh amabilísimo San Nicolás! Apenas gatorio, pues que se os apareció una de aque-
fuisteis destinado por vuestros Superiores á llas ilustres prisioneras para procurar vues-
la predicación evangélica, ¿quién puede decir tros sufragios. Encended en nuestro corazón
con cuánta diligencia emprendisteis tan fati- tan piadosos sentimientos, y haced que ex-
gosa empresa? Los templos no eran capaces perimenten aquellas hermosas almas vuestra
de contener las apiñadas gentes, hambrientas merced y una ayuda pronta y oportuna.
por recibir de vos el Pan de la vida; así que Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
en las campiñas, en las calles y en las plazas
oíase resonar vuestra voz. Disponed nuestro 6. ¡Oh misericordioso San Nicolás! A la
corazón como un terreno escogido, en el que vista de las acerbísimas penas que sufren
la semilla de la palabra divina produzca sus aquellas desoladas esposas del Cordero en la
frutos multiplicados. cárcel del Purgatorio, y que os fueron mani-
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. festadas, se enfervorizó vuestro corazón en
ayudarles con sufragios; así que servísteis de
4. ¡Oh virtuoso San Nicolás! Poderoso un medio eficaz para que saliese una festiva
en la palabra y en las obras, llenaba vuestro multitud á la eternidad de la Gloria. Ayudad
corazón de un gozo inexplicable el ver caer á con vuestra mediación á las almas que espe-
ran de nosotros tan caritativo oficio, y acor- de obrar los más ruidosos prodigios para so-
daos de las nuestras cuando estén sufriendo corro de la humanidad! Si Moisés con la va-
en aquellas llamas. ra, vos con una frágil caña hicisteis manar
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. de la árida tierra aguas saludables. Tocad la
7. La tristeza de las granjas, la pobreza aridez de nuestro corazón para que derrame-
de los asilos, el horror de las cárceles, no os mos lágrimas copiosas que borren nuestras
retrajeron de la piedad ¡oh ángel consolador culpas.
San Nicolás! Así que emprendisteis penosos Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
viajes para instruir á los rústicos, anduvisteis 2. ¡Oh beneficentísimo San Nicolás! Pa-
mendigando de puerta en puerta para pro- recía que la Naturaleza estaba pronta á vues-
veer á los miserables, convertisteis en las cár- tras órdenes, ó que el Autor de la Naturale-
celes, con vuestras paternales visitas, á los za jugueteaba con vos, rivalizando con la ter-
malhechores, y á muchos les alcanzasteis la nura de vuestros compasivos afectos, mien-
absolución de la pena que les era debida. Re- tras visteis no pocas veces convertirse en
animad piadoso esta infatigable conmisera- frescas rosas el pan que llevabais para ali-
ción, que ahora puede decirse que está apa- mentar á los mendigos. Sacudid nuestra indi-
gada en nosotros, y haced desde el Cielo que ferencia y cambiadla por una generosa y abun-
se extienda la vuestra, benéfica y generosa, dante misericordia para con los pobres de
sobre todos los mortales. Jesucristo.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Ahora pedirá cada uno la gracia que desea
alcanzar en este Septenario por la intercesión 3. Fué tan conspicua la obediencia con
de San Nicolás. que negasteis vuestra voluntad y la sometis-
L o restante como el día primero, pág. 370. teis á la voluntad ajena ¡oh dulcísimo San
Nicolás!, que, obligado por el Superior á mi-
DÍA QUINTO tigar vuestras rigurosas abstinencias, empe-
ñasteis los milagros para no violar la obedien-
1. ¡Oh ínclito Taumaturgo, en cuyas ma- cia, y disteis vida á las aves aderezadas que
nos reposó el Omnipotente, mejor que en las os presentaron para que recobraseis la salud
manos del caudillo hebreo la virtud admirable y reparaseis las fuerzas. ¡Ah! Humillad la so-
berbia de nuestro espíritu, y haeednos dóci- 6. ¡Qué consolación tan dulcísima sintió
les para llevar el suave yugo de Jesucristo vuestra alma sobre el lecho de vuestra enfer-
hasta el fin de nuestra vida. medad ¡oh amantísimo San Nicolás!, cuando
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. se os apareció la Reina augusta de las vírge-
nes y, dándoos á gustar un poco de pan mo-
4. Apiadado el Cielo del riguroso trata- jado en agua, os restituyó la primitiva salud!
miento que dabais á vuestro cuerpo ¡oh aus- ¡Ah! Rogad por nosotros á la Inmaculada Ma-
terísimo penitente San Nicolás!, renovó para
ría, y haeednos dignos de su maternal protec-
con vos el prodigio de las bodas de Canaán,
haciéndoos gustar muchas veces cambiada en ción.
vino la insípida agua que bebíais siempre Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
para apagar la sed. Mitigad nuestra sed con
la fuente de las dulzuras celestiales, y haced 7. Eficacísimo remedio, no sólo para las
que tengamos fastidio de toda lisonja de pla- enfermedades del cuerpo, sino también para
cer terreno. las aflicciones del alma, experimentan todavía
los fieles ¡oh portentoso San Nicolás! con el
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. pan bendecido en vuestro nombre. Con él se
alejan las pestes, se apagan los incendios, se
5. Las maravillas obradas por Elias y Elí- ahuyentan los espíritus infernales, se calman
seo en grata recompensa de las almas bien- las tempestades, se serenan los espíritus y se
hechoras no fueron extrañas para vos, ¡oh consuelan los corazones. ¡Oh! Si Dios quiso
agradecidísimo San Nicolás!, que librasteis glorificaros de tantos modos por todo el mun-
de los infortunios, sanasteis de las enferme- do católico, recordad que mucho más motivo
dades, proveísteis con la multiplicación de la tiene de ser glorificada por vos aquella Pro-
harina y del pan á los corazones generosos videncia que os dió el ser, y con la que se
que secundaban los deseos de vuestra ternu- perfeccionó la obra de vuestra santificación.
ra en socorro de la indigencia. Excitad en
nuestro corazón una gratitud sincera á los be- Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
neficios divinos, siendo éste el medio seguro Añora pedirá cada uno la gracia que desee
para obtener otros nuevos. c o n s e g u i r en este Septenario por la intercesión
de San Nicolás.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. L o restante como e n el día primero, pág. 370,
3. ¡ Oh excelso San Nicolás, calmad vues-
tras ansias de abrazaros presto con Jesús en
DÍA SEXTO la Gloria; refrenad vuestros deseos, que os
hacen exclamar con San Pablo que queréis
1. Alegraos ya ¡oh ínclito San Nicolás! desataros de las prisiones del cuerpo para vo-
de sentir próximo el término de vuestra pe- lar á la Patria de los Santos,"y volved una
regrinación, que el Cielo mismo, desde que mirada compasiva á nosotros, que nos dejáis
recibisteis el aviso, lo celebró seis meses an- inciertos de nuestra eterna salvación! Encen-
tes, haciéndoos gustar todas las noches las ded en nosotros unos vivos deseos de los go-
más suaves melodías del Paraíso. ¡Ah, sí! La ces celestiales, y haced que no sean estériles,
Tierra no tendrá ya la dicha de poseeros; pre- sino fecundos en buenas obras, para merecer
parad para nosotros una morada allá en la poseerlos.
Gloria, donde reina un gozo perpetuo. Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
4. ¡Oh felicísimo San Nicolás! Como el cier-
2. Si al anunciaros la proximidad de vues- vo busca la fuente, así vuestro espíritu anhe-
tra muerte podía afligiros algún pensamiento, laba el torrente de la eterna dulzura cuando
era solamente el de no poder consagraros más se os aparecieron, para daros un sorbo, nues-
al provecho de las almas y al servicio de Dios. tro Padre San Agustín, la Virgen María y
Por eso ¡oh insaciable San Nicolás!, recogien- Jesús, quien con amable aspecto os dijo: «¡Ea,
do, aun en los últimos momentos de vuestra siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu
vida, vuestras lánguidas fuerzas, os ejercitas- Señor!» ¡Ah! En nuestras agonías acrecién-
teis en acoger á penitencia á los pecadores, tese vuestra ayuda cuanto más crezcan en-
en aconsejar á los dudosos y en confortar con tonces nuestras necesidades.
vuestro celo apostólico á los vacilantes. ¿Qué
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
será de nosotros, que nos hallamos vacíos de
méritos? ¡Oh! Supla vuestra abundancia por 5. ¡ Oh benemérito San Nicolás! Con aque-
nuestra pobreza, y así hacednos solícitos para lla mirada segura con que tantas veces des-
merecer la eterna recompensa. cubristeis á otros su porvenir, visteis vos pró-
ximo el momento de vuestra muerte, y lo pre-
25
dijisteis á vuestros Hermanos los Religiosos, la excesiva caridad del Nazareno, que dejó
diciéndoles que os acercabais á la Gloria, ¡ah!, su vida sobre el duro tronco de la Cruz; y,
redoblad vuestro empeño en prepararnos para así, con un vivo transporte de amor exhalas-
nuestro último tránsito, pues á la hora que teis el último suspiro. Sea este saludable Le-
menos pensemos vendrá la muerte, y haced ño nuestro refugio en esta vida y nuestra for-
que no nos engañemos en un momento del taleza en la hora de nuestra muerte, en la que,
que depende nuestra eternidad. si nos espantan nuestros pecados, nos anime
el pensamiento de que Jesús derramó en la
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. Cruz su sangre preciosísima para expiarlos.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
6. ¡Oh fervorosísimo San Nicolás! Lejos
de sentir las amarguras de vuestra agonía, Ahora pedirá cada uno la gracia que desee
entonasteis con el arpa de David cánticos de alcanzar en e s t e Septenario por la intercesión
alegría y de alabanza á la eterna Bondad, de S a n Nicolás.
que rompía ya los lazos del duro destierro, L o restante como en el día primero, pág. 370.
y renovasteis en la presencia de Dios el sa-
crificio de vos mismo. Avivad en nosotros la
confianza en la benignidad divina, para que DÍA SÉPTIMO
'así le agrade la oferta que le hacemos de to-
dos nosotros, y sea el resto de nuestra vida 1. ¡Oh admirable San Nicolás! Desde
una hostia viva, santa y agradable á sus pu- aquel resplandeciente trono de gloria al que
rísimos ojos. Dios quiso sublimaros, miráis con ojos com-
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. placidos el lugar donde reposa vuestro cuer-
po; en el que se ve una fuente de gracias ce-
7. El último suspiro que salió de vues- lestiales para la casa de David; y los ciegos
tros labios ¡oh enamorado San Nicolás!, fué curados, los tullidos enderezados, los obse-
al mismo tiempo de dolor y de amor. Quisis- sos librados, los que evadieron la muerte, y
teis que se os trajese el Leño sacrosanto de la los resucitados á la vida, repiten vuestro
Cruz para meditar en ella las penas que su- nombre entre mil tributos de gratitud y amor.
frió el divino Redentor, y os sentisteis em- ¡Qué afortunados somos con la posesión de
briagado en el cáliz de la mirra recordando
tan inestimable tesoro! Haced Vos que no
desmerezcamos una dicha tan grande. _ 4. Al júbilo universal de la Iglesia Cató-
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. lica, cuando fuisteis inscrito solemnemente,
por el Oráculo infalible del Vaticano, en el
2. ¡Oh héroe inmortal San Nicolás! No catálogo de los Santos, ¡oh glorioso San Nico-
debían sentir vuestros sagrados despojos los lás! se agregó la viva gratitud dg los fieles, que
daños de la corrupción mortal, habiendo si- vieron por vuestra merced terminados los cis-
do templo vivo y sagrario del Espíritu San- mas que laceraban la vestidura de la Esposa
to; pues hasta el agua que sirvió para lava- del Nazareno. ¡Ah! Conservadnos á todos en
ros las manos y los pies, después de muerto la unidad de nuestra augusta Religión, y ha-
en el lecho de la pobreza religiosa, se con- ced que unánimes trabajemos por dilatar sus
servó largo tiempo incorrupta, y sirvió para glorias.
obrar las más raras maravillas. Caiga sobre
nuestro corazón una gota que apague entera- Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
mente el fuego de la concupiscencia terrena.
5. Mejor que los huesos del antiguo José,
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
que profetizaron después de su muerte, sir-
8. Si alrededor de la piscina probática se viendo de protección al pueblo hebreo para
agrupaba una multitud innumerable de en- llegar á la tierra prometida, vuestros huesos,
fermos para conseguir la salud, el sonido es- ¡oh milagroso Nicolás!, preconizaron elocuen-
pontáneo de las campanas invitaba con un tes, con un nuevo prodigio, aquella feliz in-
prodigio extraordinario, aun á los pueblos le- mortalidad de que serán revestidos algún día.
janos, á que se acercasen á vuestro sepulcro Y por eso, cuarenta años después de vuestra
para que recibiesen abundantes gracias y fa- muerte, los sagrados brazos que se os corta-
vores. Así Dios, con modos extraordinarios, ron, por una indiscreta devoción, manaron
quiere excitar á los fieles á esperar en vues- sangre viva y un milagroso maná. Confirmad-
tro poderoso patrocinio. Acordaos que sois nos á todos en las verdades de la fe, y haced
nuestro, y que tenemos más razón que otros que estemos prontos á sellarlas con nuestra
para contar con vuestra generosa beneficen- sangre.
cia.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Ahora pedirá cada uno la gracia que d e s e e
6. No una vez sola manaron sangre vues- alcanzar en este Septenario por la intercesión
tros brazos portentosos, ¡oh poderosísimo San de San N i c o l á s .
Nicolás!, sino muchas veces en la serie de los L o restante como en el día primero, pág. 370.
siglos, y especialmente cuando nos amenazan
los golpes de la divina Justicia, para que co-
Modo <le dar á los enfermos y tomar el pan
rramos solícitos á impedirlos. Os damos in-
bendito de San Nicolás.
finitas gracias por esta paternal solicitud; mas
empeñaos aún con la Divina Majestad para P ó n g a s e el pan bendito en un poco de agua,
que con su gracia venza la dureza de nuestro y , una v e z que esté b l a n d o , se dirán tres Pa-
corazón y nos conceda tiempo para hacer pe- drenuestros y tres Avemarias e n honor de la
nitencia y enmendar nuestra vida. S a n t í s i m a Trinidad, una Salve en honor de la
Padrenuestro, Avemaria y Gloria. Santísima Virgen M a r í a , y en honor de S a n Ni-
colás s e dirá la s i g u i e n t e
7. Así como el Cordero inmaculado y di-
vino fundó y adornó la Iglesia con su sangre, ANTÍFONA
así también el Taumaturgo de Tolentino la
sostiene y protege con la suya: éste es el elogio Nicolaus, v e r a s C H R I S T I pauper, virgo a D E O
que de Vos ¡oh magnífico San Nicolás! hizo electus, obedientiam jugiter s e r v a n s , Eremi-
el Sumo Pontífice Alejandro V I I declarando tarum Ordinem s i g n i s et vivtutibus decoravit.
que, en las calamidades de la Iglesia de Je- f. Ora pro n o b i s , beate Nicolse.
sucristo, vos renováis con vuestra sangre la íí. U t d i g n i efficiamur promissionibus
señal de vuestra poderosa protección. Velad CHRISTI.
sobre el Supremo Jerarca de los fieles, sobre OREMUS
el Prelado de este pueblo, sobre nuestros
hermanos religiosos, sobre vuestros devotos Concede, queesumus, omnipotens DEUS, ut
y sobre toda la grey católica, y haced que E c c l e s i a t u a , qute beati N i c o l a i , confessoris
tranquila y pacíficamente lleguemos todos un t u i , v i r t u t u m et miraculorum gloria coruscat:
día á ser dichosos compañeros vuestros en la ejus intercessione e t m e r i t i s , perpetua pace
Jerusalén celestial. — Amén. atque unitate ketetur. Per C H R I S T U M Dominum
nostrum. A m e n .
M a s , si el enfermo n o supiese ni leer ni la No hubo alma tau pervertida
Salve, diga dos Padrenuestros y dos Avemarias Que á tu palabra inspirada
á la Santísima Virgen, y un Padrenuestro y un N o se sintiese abrasada
Avemaria á San Nicolás. Por la sed de nueva vida.
De nuestro eterno destino
N o 'te olvides, Padre amado:
GOZOS
Sé nuestro fiel abogado,
Prodigio de amor divino, Nicolás de Tolentino.
Serafín inmaculado :
Del Purgatorio las almas
Sé nuestro fiel abogado,
A ti claman noche y día,
Nicolás de Tolentino.
Y de su horrible agonía
Piadoso las penas calmas.
Aun no has nacido á este mundo,
Y ya de tu vida santa A ti el triste peregrino
El Cielo las glorias canta Clama también apenado:
Con elogio sin segundo. Sé nuestro fiel abogado,
Nicolás de Tolentino.
De los hijos de Agustino
El más insigne dechado, Tu panecillo glorioso
Sé nuestro fiel abogado, E s bálsamo celestial,
Nicolás de Tolentino. Donde alivio á todo mal
Halló el cristiano piadoso.
De angelical inocencia Del espíritu dañino
Raro y portentoso ejemplo, - Contra el furor enconado,
Fuiste la gloria del templo Sé nuestro fiel abogado,
Por tu virtud y tu ciencia. Nicolás de Tolentino.
Ante aquel Dios uno y trino,
Que á tanto honor te ha encumbrado, Tú con poderosa mano
Sé n uestro fiel abogado, Ahogaste el cisma diabólico
Nicolás de Tolentino. Que contra el nombre católico
Fraguó el infernal tirano.
En el áspero camino
De este mundo desgraciado,
Í N D I C E
Sé nuestro fiel abogado,
Nicolás de Tolentino. Págs.

Preliminares *
PREFACIO 1
Si con sangre de su pecho
CAPÍTULO I: Infancia de San Nicolás. — Pie-
Jesús la Iglesia fundó,
dad de sus padres. — Viaje á Barí. — Naci-
Tu sangre la conservó miento de San Nicolás. — Siéntese desde
De la impiedad á despecho. niño inclinado al Oficio divino y ceremo-
Satánico torbellino nias de la Iglesia. —Venid á mí. —Su cari-
Ruge fiero á nuestro lado: dad para con los pobres • 5
Sé nuestro fiel abogado, CAP. I I : Juventud de Nicolás— Sus mortifica-
Nicolás de Tolentino. ciones.—Sus primeros estudios. —La fuen-
te de San Nicolás. — El convento de San
Angel in Pontano. — San Nicolás canóni-
La precedente estrofa es traducción, en cuan-
go.—«He ahí el ángel guardián del coro.»
to á la idea, de unas palabras del Papa Alejan-
Aspiraciones al claustro 18
dro VII, las cuales se aducen en el lugar corres-
CAP. III: La Orden de Ermitaños de San
pondiente de la V I D A D E S A N N I C O L Á S . Agustín.—San Agustín en Milán.—Su vuél-
ta á Tagaste.—Fundación del primer mo-
nasterio.—Los Ermitaños de San Agustín
en Italia y Francia. — El P. Lanfraneo de
Setala, Prior general 30
CAP. IV: San Nicolás novicio. — Primeras lu-
chas.—El P. Begnault.—Primeros pasos de
San Nicolás para entrar en la Orden de
San Agustín. —Recibe el hábito religioso
en la iglesia de San Salvador.—Alcanza la
perfección en su nuevo estado 39
CAP. V: Primeros años de San Nicolás en el
claustro. — Oración continua de San Nico-
lás.—Es admitido á hacer la profesión re-
ligiosa. — Es enviado á San Ginés, — Sus
En el áspero camino
De este mundo desgraciado,
Í N D I C E
Sé nuestro fiel abogado,
Nicolás de To¡entino. Págs.

Preliminares *
PREFACIO 1
Si con sangre de su pecho
CAPÍTULO I: Infancia de San Nicolás. — Pie-
Jesús la Iglesia fundó,
dad de sus padres. — Viaje á Bari. — Naci-
Tu sangre la conservó miento de San Nicolás. — Siéntese desde
De la impiedad á despecho. niño inclinado al Oficio divino y ceremo-
Satánico torbellino nias de la Iglesia. —Venid á mí. —Su cari-
Ruge fiero á nuestro lado: dad para con los pobres • 5
Sé nuestro fiel abogado, CAP. I I : Juventud de Nicolás.—Sus mortifica-
Nicolás de Tolentino. ciones.—Sus primeros estudios. —La fuen-
te de San Nicolás. — El convento de San
Angel in Pontano. — San Nicolás canóni-
La precedente estrofa es traducción, en cuan-
go.—«He ahí el ángel guardián del coro.»
to á la idea, de unas palabras del Papa Alejan-
Aspiraciones al claustro 18
dro VII, las cuales se aducen en el lugar corres-
CAP. III: La Orden de Ermitaños de San
pondiente de la V I D A D E S A N N I C O L Á S . Agustín.—San Agustín en Milán.—Su vuél-
ta á Tagaste.—Fundación del primer mo-
nasterio.—Los Ermitaños de San Agustín
en Italia y Francia. — El P. Lanfraneo de
Setala, Prior general 30
CAP. IV: San Nicolás novicio. — Primeras lu-
chas.—El P. Begnault.—Primeros pasos de
San Nicolás para entrar en la Orden de
San Agustín. —Recibe el hábito religioso
en la iglesia de San Salvador.—Alcanza la
perfección en su nuevo estado 39
CAP. V: Primeros años de San Nicolás en el
claustro. — Oración continua de San Nico-
lás.—Es admitido á hacer la profesión re-
ligiosa. — Es enviado á San Ginés, — Sus
INDICE
ÍNDICE PágS.

moral y religiosa de Italia en el siglo x m .


progresos en los estudios. — Se le enco- San Nicolás recibe la obediencia para el
mienda la distribución de las limosnas. — convento de Tolentino.—Sus primeras pre-
«Dad á los pobres cuanto queráis» dicaciones.—Conversión de un caballero.—
CAP. VI: San Nicolás modelo de perfección re- Popularidad de Nicolás.—El milagro de la
ligiosa. — San Nicolás cura á un niño de Porta Montana.—Cura el Santo á su confe-
doce años do una dolorosa enfermedad.— sor de una enfermedad dolorosa.—Poder de
Va á Macerata.—Dos paredes lo saludan
la señal de la cruz 107
milagrosamente. Mándanle los superiores
CAP. X I : Celo de San Nicolás por la salud de
que se prepare á recibir las Ordenes.—San
las almas.—San Nicolás en el tribunal de la
Nicolás es ordenado de presbítero
Penitencia.—Introduce la paz en una fami-
CAP. VII: San Nicolás sacerdote. — Fervor de lia.—Ugolino Monaldo.—Fiordalisia con-
San Nicolás en el altar.—Su preparación servada milagrosamente en la vida 127
para celebrar los Santos Misterios.—«¡Qué
CAP. X I I : San Nicolás verdadero ermitaño de
gran Santo!» —Obra San Nicolás muchas
San Agustín. — Confiéresele el oficio de li-
maravillas
mosnero.—Fuente milagrosa. — Doble ma-
C A P . V I I I : San Nicolás protector de las almas ravilla.—Berardo Apillaterra.—Humildad
del Purgatorio.—Ruego. San Nicolás por un del Santo.—Predicción realizada.—Ternu-
primo suyo y lo preserva del fuego eterno. ra de Nicolás para con la familia Apillate-
El Hermano Peregrino de Osimo.—Las al- rra.— Varios milagros. — ¿Por qué viene
mas del Purgatorio se aparecen á San Ni- usted á mi? ¿No sabe usted que yo soy un
colás durante el Santo Sacrificio.—La pia- gran pecador?—«Es necesario que yo vaya
dosa Unión del Sufragio.—Las almas del
á Vísperas.» 142
Purgatorio ponen en huida al ejército de
CAP. XIII: Penitencias extraordinarias de San
Juan de Médicis
Nicolás.—Heroísmo de San Nicolás.—Pasa
CAÍ'. I X : San Nicolás maestro de novicios.—
muchos días sin alimento.—La cama dema-
San Nicolás es enviado á San Elpidio.—Es
siado cómoda. — Disciplinas. — Cilicios.—
nombrado maestro de novicios.—Los novi-
Luchas interiores.—San Nicolás es confor-
cios se sienten arrastrados á imitar las vir-
tado con una aparición de Nuestro Señor
tudes de su maestro.—El convento do San
Jesucristo 160
Elpidio llega á ser un modelo de perfec-
ción.—San Nicolás va á la ciudad de Ter- CAP. XIV: De la mortificación de Nicolás du-
mo.—La santa casa de Loreto. —«En To- rante sus enfermedades— Opónense los reli-
giosos á las penitencias y privaciones de
lentino será tu muerte»
San Nicolás. — Cae enfermo y quiere per-
ÍNDICE ÍNDICE
Págs.
manecer fiel á su régimen habitual.—Mán- CAP. X I X : Funerales de San Nicolás.— Cons-
dale el P. Provincial que coma carne.— ternación general en Tolentino.—Obse-
«¿Quiere, por ventura, tu madre que y o quios.—Los enfermos se hacen conducir á
pierda mi alma?» —Curación milagrosa.— la iglesia de los Agustinos, para recobrar
Rasgo de delicadeza divina. —Origen del allí la salud.—La poseída de Trapani.— Ra-
panecillo bendito de San Nicolás. —Perdi- bia del demonio.— Rescate milagroso . . . . 239
ces resucitadas
CAP. X X : Virtudes de San Nicolás—Fe, espe-
CAP. X V : San Nicolás en sus luchas con el de-
ranza , caridad.—Obediencia, Humildad. . 249
monio— Oración continua de Nicolás.—Ra-
CAP. X X I : El Taumaturgo.— Primeros favo-
bia del demonio.—Primera batalla.—El de-
res de San Nicolás al pueblo de Tolentino.
monio penetra en la celda del Santo bajo la
Devuelve la salud á un hijo de Apillaterra.
forma de un pájaro negro.—Nuevas perse-
Cura á una mujer del mal de piedra.—Apa-
cuciones.—Brillante victoria
récese á Francisco Angeli.—Curación de
CAP. X V I : La estrella de la oración.—El ora- Nancio de Camerino.—Castigo de Tomasi-
torio de Tolentino.— La estrella presagio na.—Primer aniversario de la muerte del -
de santidad.—Precede ésta á Nicolás hasta Santo.—Nuevos milagros—Aparece sobre
el altar.—Cree San Nicolás cercano su últi- su tumba la estrella de la oración.—Cua-
mo día.—«Yo duermo, mas mi corazón vela.» renta y cinco milagros en una sola noche.
C A P . X V I I : Los conciertos angélicos.— San Ni-
Varias resurrecciones 261
colás se prepara á la muerte.—Melodías ce-
lestes.—Nina de Tolentino.—Síntomas de CAP. X X I I : Situación de la Iglesia en el si-
la muerte.—Aparición divina.—«Tres días glo XIV.— Publica el Papa Juan X X I I la
después de mi Natividad pasarás de este Bula Pater luminum.— Trescientos setenta
mundo al Reino de los Cielos.» —«Alégra- y dos testigos.—Va á Aviñón el P. Tomás
te: tu oración ha sido escuchada.»—La no- de Fabriano.—Luis de Baviera se hace co-
ticia de la enfermedad de San Nicolás se ronar en Aix-la-Chapelle.—Elección de un
extiende por la villa de Tolentino.—Emo- Antipapa.—Beatificación de Nicolás.—Un
ción general.—Nuevos milagros cisma.—El Papa Eugenio IV obtiene la re-
conciliación por la intercesión de Nicolás.
CAP. XVIII: Muerte de San Nicolás.—Elige
Trescientos y un milagros 279
San Nicolás el lugar de su sepultura.—Re-
cibe los últimos sacramentos de la Iglesia. CAP. X X I I I : Canonización de San Nicolás.—
La reliquia de la Vera-Cruz.—Aparición El Soberano Pontífice publica la bula de
celestial.— Pide perdón á sus Hermanos. canonización. —Fijase para la canoniza-
Entrega á Dios su grande alma ción el día de la fiesta de Pentecostés, 5 de
Junio de 1446.— C a n o n i z a c i ó n . — N u e v o s
ÍNDICE

milagros.—Roma, Pavía, V e n e c i a . - A g r a ~ ~

SrívdeNicoiáspara con FE DE ERRATAS


Ordena el P a p a a l General de los Agusti-
. XI línea I I (prólogo, en la nota) dice 1818,
nos que proceda á abrir el sepulcro d*e San léase 1718.
ÍN ic-olas.—Rumores alarmantes.-Un aten XII » 4 dice lema, léase tema,
:b£^1PrirdeToientinoesc°^^ xiv » 13 » pertenecientes, léase perte-
neciente.
subterráneo el cuerpo de San Nicolás - La
xvi » 10 » Corneliguense, léase Cor-
sangre profética.-EL Papa Alejandro VII
nelionense.
decía á San Nicolás protector de L Igle-
6 19 » 13 » sonaba, léase soñaba.
sia universal...
47 » 19 » constante, léase constante-
CAP XXV: ^ ^ o l á s ' ^ d e ¡ o s m i o s ' mente.
Resurreccién de un niño en G r e n o b e - 65 i) 3 » no era obstáculo, léase no
Cómo San Nicolás asiste á aquellos que le eran obstáculo.
invocan. Sor P i l i p u c c i a . - F r a y Eafael de 67 » 5 » los superiores hacen, léase
los religiosos haciendo.
IZTe: T
- ° T -
U n a
~ 108 » 8 » participar, léase participan.
1 1 6 V 0 S M Ü
CAP XXVT R " ^ R O S 314 183 en la nota, dice Genitrice, léase Geni-
08 P C Ü L 0 S LENDITOS D
VícS r R: ° San trici.
Nicolás . - L a ciudad de C ó r d o b a - L a pes- 187 línea 17 dice le di un pan, léase le dé un
te. El Ayuntamiento de Córdoba ordena pan.
una procesión. La imagen de San Nicolás 190 » 12 » el brazo, léase los brazos.
W los pies del Crucifijo.-El Crucifijo 240 » 15 » soldado Cristo, léase solda-
abraza a la imagen de San Nicolás - U a do de Cristo.
incendio en Chinchón. - S a u N i c * & s £ 246 » 11 » dirigióse inmediatamente á
la Marca, léase dirigióse
Apiadrsá.r.QaviadadeEmpoii 330 á la Marca.
230 en el sumario, dice permiso, léase per-
STLT^N!L0TdeI 845 dón.
go San Nicolás de Tolentino m 310 línea 26 dice 1537. léase 1517.
348 » 5 » pceniquovis, l é a s e pcenis
quovis.
355 » 13 » testigos, léase testigo.

S-ar putea să vă placă și