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ISBN 84·03·77008-1 a.guilar
LEO KOFLER

LA RACIONALIDAD
TECNOLOGICA
EN EL CAPITALISl\/10
Ti\RDIO

Traducción del alemán por


ANTONIO ALCOBA MUÑOZ
Catedrático
Jefe de la Sección de Oríentación del I. C. E.
de la Universidad de Santander

AGUILAR
colección aurio1:

Dedicado a GEORG LUKÁCS

edición española
© aguilar s a de ediciones 1981 juan bravo 38 madrid
depósito legal m 20694/1981
primera edición 1981
ISBN 84-03-77008-1
printed in spain impreso en españa por gráficas halar s 1
abdón terradas 4 madrid

edición original
© 1971 makol verlag frankfurt am main
satz und druck poeschel & schulz-schomburgk eschwege
einband verlagsbuchbinderei freitag & co kg kassel
technologische rationalitat im spatkapitalismus
redaktion karl-heinz neumann
La Historia no hace nada, no «posee enorme riqueza», ¡no
«sostiene luchas»! Es el hombre, más bien, el hombre real, vi-
viente, quien hace todo esto, quien posee y lucha. No es, p. ej., la
Historia la que usa del hombre como medio para-como si ella
misma fuera una persona aparte-procurar sus propios fines,
sino que esta no es nada más que la actividad del hombre que
persigue sus fines.
KARL MA!GC

La ciencia ha proporcionado por fin estos medios y es eviden·


temente responsable de los medios que pone en otras manos.
Si proporciona medios dentro de una estructura política que no
es adecuada a estos medios, actuando los mismos de manera no-
civa dentro de esta estructura, lo mínimo que ha de exigirse a
la ciencia es que medite por sí misma sobre cómo pueda ser
cambiada esta estructura ...
CARL FRIEDRICH VON WEIZSACKER
PALABRAS DE GRATITUD

CoN suma gratitud me siento obligado a corresponder


a la Fundación Heine de Filosofía y Ciencia Crítica en Friburgo, y
especialmente al señor Franz Armin Morat, que me hicieron posi-
ble proseguir una investigación comenzada hace varios años
Se trata de la primera parte, aunque en sí misma conclusa y
preparada para su publicación, de un plan más amplio, cuya se-
gunda parte se ocupará del análisis de la ideología fetichista nihi-
lista, bastante subestimada hoy en sus efectos y, por eso, poco
natada teóricamente, sobre cómo abarca y se impone a la «socie-
dad tecnológica».
PROPEDEUTICA

LA concepción tecnológica, que absorbe dentro de sí lo


extratecnológico para sustraerlo a la dialéctica de lo tecnológico e
ideológico, ·vertiendo sobre todo ello la apariencia de que esto
último, en €uanto fenómeno social que debe tomarse en serio, no
existe, teje también su velo allí donde menos era de esperar y
parecía menos previsible: en la escuela de Francfort. La ideología
parece aquí como algo separado, algo propio del proceso mismo
-Adorno pone en cuestión el viejo concepto de ideología-, pero
no ya como «autónomo» en el sentido de una ideología axiológica
respecto al mundo, la sociedad y los hombres. Eso que para mí
constituye siempre un objetivo central, concretamente la observa-
ción y análisis de una poderosa corriente ideológica con relevancia
extratecnológica y de cuño esencialmente nihilista irracionalista, apa-
rece en las investigaciones de hoy en un segundo plano, porque,
expresa o tácitamente, se le niega su importancia o inclu-so su exis-
tencia. Por eso no es de extrañar que el último vástago de la es-
cuela de Francfort, Jürgen Habermas, debido a las abiertas con-
secuencias que saca, proponga una teoría de lo tecnológico que
no se halla tan alejada de la de los conservadores Gehlen y Schelsky
como hace creer su afirmada distancia crítica frente al mtmdo tec-
nificado del presente.
En el pensamiento de Adorno, a la teoría de lo tecnológico pre-
cede una teoría de la «segunda naturaleza» reificada y que se
halla dispuesta, además, de manera algo más amplia. Pero su ten-
dencia, que ya aquí se orienta a lo <mnidimensional», se muestra
en el hecho de retirar su propia conciencia crítica del proceso
ideológico en su conjunto e idealizarlo en la forma de un proceso
que viene proporcionado de una· manera solamente exterior. El pro-

13
ceso de la «segunda naturaleza» se ve elevado así a la condición consecuencia, sabe igualmente que no puede realizar su pretensión
de ley natural y liberado de toda la espontaneidad que todavía i:iene de concebir la totalidad del actual acontecer histórico si no se
en Marx. Manfred Clemenz hace notar acertadamente: «La con- piensa a sí mismo conjuntamente, si no se incluye . e~ el o~jet?
cepción del desarrollo histórico de Adorno es la de una rnrnlidad que investiga» 2 • Para poner en claro uno de los ob1et1vos ~nnc1-
insaciablemente voraz que se ha tragado todo dentro de sí., hasta pales del presente escrito, me gustaría indicar que, mucho tiempo
la última chispa de espontaneidad» 1. antes de conocer los escritos de los francfortianos, sobre todo de
Bajo tales supuestos, el mismo pensamiento crítico, que, según Adorno (lo más pronto en 1953 ), es decir, en la época de la pri-
Adorno, está orientr.do ciertamente en la realidad, pero que al mera redacción de mi libro La ciencia de la sociedad (hacia 1935),
mismo tiempo se mantiene fuera de ella, se convierte en una in- mostré este principio como algo inmanente al marxismo y lo fon:
teligencia casi libremente oscilante, se ve confinado en lo pura- <lamenté teóricamente. Resumí mi punto de vista de 1961 en m1
mente abstracto teleológico y, de ese modo, en un sentido peyora- folleto El fin de la filosofía de la siguiente manera:
tivo, utópico. Esta consecuencia es algo que resulta no solo de la «En mis dos trabajos La ciencia de la sociedad e Historia Y
equiparación de totalidad histórica y negación del hombre, siI10 así dialéctica he emprendido la tarea de probar que la relación entre
mismo de la tesis, desarrollada enérgicamente en este contexw, de pensamiento y mundo humano social (en lugar de 'mu~do sin más')
que el proceso social, degenerado hasta el grado de naturaleza me- no es una relación de conocimiento de algo extraño, smo un cono-
cánica, quita al individuo la peculiaridad de la reflexión histórica cimiemo tal~ como resulta serlo el autoconocimiento del, en este
y aparta violentamente el pensamiento con la total equiparación caso idéntico, sujeto-objeto. El objeto no se halla aquí frente al
con una apariencia reificada que interioriza y toma por lo real- sujeto de un modo ajeno, como algo exterior y natural, sino ~ue,
níente verdadero. Con esto-aunque en modo alguno antropologi- en cuanto activo en el pensamiento, él mismo es a su vez sujeto.
zando u ontologizando los hechos, como en muy amplia medida Esta identidad se concreta ante todo metodológicamente en la
ocurre en Gehlen y Schelsky-Adorno proporciona una contribu- capacidad que tiene el pensamiento de eliminar la r~~ación u~a­
ción decisiva a la ideología burguesa pesimista, fatalista y nihilista teralmente contemplativa entre pensar y ser, entendiendose siem-
dominante. pre a sí mismo como pensamiento del ser, del idéntico sujeto:o~jeto,
Como determinados puntos de partida crítico-sociales y criterios e intentando realizarse siempre a sí mismo con el cumplimiento
metodológicos están tomados de Marx, el nihilismo de Adorno activo del proceso de conocimiento con arranques siempre. re~o:a­
adopta una forma peculiar que puede designarse como marxo-nihi- dos. No ha de confundirse con ello el hecho puramente ps1colog1co
lismo. En oposición a él, se encuentra dentro de este sistema· teó- (y por eso, no metodológico) de que el acto de pensar quci:se ~eva
rico un utopismo abstracto que no dice nada en cuanto a comenido a cabo psicológicamente no puede representarse nunc~ a .s1 mlsmo
y con el que las intenciones filosóficas de Adorno se han deslizado de otra manera que como un sujeto puesto sobre s1 mismo que
hacia lo idealista. considera de un modo .precisamente contemplativo un objeto (en
Horkheimer, el verdadero fundador de la dirección de Francfort, nuestro caso, el 'mundo' humano) desde fuera. Pero esta forma psi-
quería proceder originariamente sobre esto de otra manera. Mi- cológica de contemplación, perteneciente al ámbito meramente psi-
chael Theunissen delimita la posición inicial de esta dirección cológico del acto de pensar, no ha de confundirse con la pertene-
del siguiente modo: «... las intenciones de la teoría crítica. ciente al ámbito de la filosofía metódica, tradicional, que coloca el
Cuyo sujeto sabe que no está separado de su objeto y, en pensamiento frente a ello como encarnación de ideas e ideolo~ías,
en cierto modo a la manera de la ciencia natural, de la totalidad
1
M. CLEMENZ: «La sociología y filosofía de Th. W. Adorno» ( «Zur So- humana social, concebida en cuanto 'existiendo ahí fuera', en lugar
ziologie und Philosophie Th. W. Adorno»), en Crítica e interpretaión de la
teoría crítica (Kritik und Interpretation der Kritischen Theorie), Francforr, 1970,
página 53. (Esta colaboración ha aparecido primero en Nueva Literatura Po- : M. THEUNISSEN: Sociedad e historia. Crítica de la teoría crítica (Gesells-
lítica (Neue Politische Literatur), Francfort, 1968, núm. 2.) chaft und Geschichte -Zur Kritik der Kritis~hen Theorie), Berlín, 1969, pág. 6.

14 15
de conJ.o ámbito al cual pertenece el 1111s1110 espíritu que considera fenoménico humano y social dentro de la conciencia socializada, y
pensando (identidad)» 3 • por eso adscrita funcionalmente a la «comprensión intencional», la
La concordancia es evidente. Sin embargo, la ejecución de la idea de una técnica totalmente reificada-reflejada en la ideología
unidad dialéctica entre objetividad histórica y sujeto pensante se de la «maquinaria que trabaja»-se muestra como una idea imprac-
ve malograda completamente a causa de la deficiente imelección de ticable, por no dar cuenta en la medida suficiente en toda vida so-
la dialéctica de proceso histórico y principio teleológico de los re- cial de lo que es activo en cuanto se lleva solo a cabo por encima
presentantes de la dirección de Francfort. Lo que en Habermas se de lo consciente.
llamará más tarde, en su inclinación a servirse de una nomenclatura Si bien en el marxismo y en la escuela de Francfort el punto de
sofística amanerada, «trascendentalidad», se refiere en principio a partida definido con el concepto de conciencia es ·análogo, las con-
lo mismo, solo que atenuado por su puesta en relación, sin .llevarla secuencias son, sin embar'go, opuestas. Mientras que en el plano
hasta el fin, con el concepto kantiano de la misma designación. marxista el sujeto pensante se relativiza positivamente con relación
En Kant, trascendentalidad tiene el significado de experiencia, al proceso histórico, entendiendo por eso su propio nivel de pen-
entendida como ámbito de la «producción>> de una realidad ordenada samiento (el del marxismo de hoy) como un nivel de libertad his-
según leyes naturales a través de una conciencia dotada de la pro- tóricamente culminado-tanto de un modo efectivo como de un
hibición cognoscitiva de la transgresión «trascendental» de sus lí- modo posible-, el proceso de relativización sigue en la escuela de
mites. Por lo que se refiere al pensamiento de la teoría de la socie- Francfort el 'Camino inverso. El sujeto pensante se concibe unila-
dad, con este concepto, aunque no suela servirse aquí en ningún teralmente como incluido en un proceso enajenado y reificado, con
caso de esa designación, se alude a eso que ya Engels había el resultado teórico de definir este mismo proceso como un proceso
circunscrito con la observación de que «todo pasa por la ca- sin esperanza, degenerado en rango de proceso natural, y de en-
beza humana, incluso el comer y el beber», o Marx con su tender todo progreso como limitado al dominio de la Naturaleza con
famosa indicación de que, en oposición a la abeja, que actúa in- la simultánea y progresiva sumisión del hombre a la misma 4 • La
conscientemente, incluso el peor arquitecto «ha de rener ya dis- formulación es inequívoca: «La maldición del progreso incontenible
puesto de antemano en la cabeza su plan antes de llevarlo a cabo es la regresión incontenible» 5 •
en la realidád». Para esta problemática propia de la reoría de la La consecuencia siguiente es doble. Por una parte, en un es-
sociedad, a diferencia de la filosofía gnoseológica, no hay cosa al- tadio posterior del desenvolvimiento de la teoría, se otorga al sujeto
guna en sí que sea en sí inaprensible. En el pensamiento de Ha- de la «teoría crítica» una posición especial con libertad total fuera
bermas, ambos conceptos se hallan entreverados sin remedio, lo del mundo, concediéndole que, en virtud de la perspectiva· no ideo-
que se explica por el hecho de recurrir sofísticamente a Kant allí lógica del pensamiento dialéctico, puede . mantenerse fuera de un
donde de lo que se trata es de una teoría del conocimiento de proceso social reíficado que degrada todas las ideas al rango de
carácter puramente teórico social. Como en la teoría prin1aria del ideologías negativas, con lo que se abandona la posición original de
conocimiento de Kant, en que se trata de la relación entre facultad la trascendentalidad comprensiva que no deja fuera pensamiento
cognoscitiva y mundo extrahumano («realidad sin más»), no surge alguno. Por otra parte, este mismo proceso va recibiendo de una
ni puede surgir el problema de la relación entre realidad histórica manera pronunciada de forma creciente y en una medida todavía
y telas, tampoco aparece en el sistema sociológico de Habermas más intensa el carácter de progreso no progresivo, de un proceso
como problema prin1ariamente gnoseológico, con lo que el camino natural que, dentro de un continuo progreso, no se eleva nunca
del análisis teórico queda obstruido desde el principio. por encima del plano horizontal de la sumisión y degradación hu-
Llevada hasta el fin, la tesis de la oclusión de todo mundo
4
M. HoRKHEIMER y TH. W. ADORNO: Dialéctica de la Ilustración (Dialektik
3 L. KoFLER: El fin de la filosofía (Das Ende der Philosopbie), Dortmund, der Aufklarung), Francfort, 1969, págs. 12 y sgs.
5
páginas 7 y sgs. Ibídem, pág. 42.

16 17
manas, que nunca se desvía por una dirección vertical hacia arriba. nica, mientras que, por el contrario, la ciencia natural, que sigue
En la Dialéctica de la Ilustración, de Horkheimer y Adorno, se un «viciado progreso» (Hegel) rectilíneo, es declarada como «pri-
dice: «El sometimiento del hombre a la Naturalezá es algo que mera fuerza productiva» 10 , y se ofrece una abstrusa ideología de
no se puede separar del progreso social. La elevación de la pro- la «coacción técnica objetiva» y de la «maquinaria que trabaja» 11
ductividad económica, que crea, por una parte, las condiciones para que no deja nada que desear en cuanto a consecuencia fetichista.
un mundo más justo, confiere, por otra parte, al aparato técnico En una crítica extraordinariamente certera, Hans-Dieter Bahr ha
y a los grupos sociales que disponen de él una superioridad des- opuesto a esta teoría positivista la referencia dialéctica al proceso
medida sobre el resto de la población. El individuo queda comple- vivo, obediente a la división del trabajo, de la sociedad burguesa,
tamente anulado frente a los poderes económicos» 6 . Esto se halla y ha roto la tela de araña ideológica de la fetichificación.
todavía moderadamente formulado, pero aumenta su dureza con la El defecto capital de la controversia mantenida hasta ahora,
interpretación del proceso histórico como «regresión incontenible». tanto con la escuela de Francfort como con los autores que han
Así, de un modo formal en un contexto histórico espiritual, se suscitado el problema de la «racionalidad tecnológica», consiste en
sigue diciendo: «La razón es el órgano del cálculo, del plan, pero la separación no dialéctica de este problema del espacio total, que
ante las metas es neutral; su elemento es la coordinación» 7 • Y a se extiende mucho más allá de él y que lo comprende, de los
continuación: «El orden burgués establecido ha funcionalizado por procesos ideológicos. Este espacio, en crasa oposición con la racio-
completo la razón. Se ha convertido en una finalidad sin fin que, nalidad de las regiones parciales fundamentadas tecnológicamente,
precisamente por eso, puede dirigirse hacia todos los fines» 8 . La se caracteriza por su irracionalismo, profundamente asentado, de
indicación que se hace aquí del «aparato técnico» resulta decisiva. cufío nihilista.
Este aparato, que encuentra directamente por fuera a ese sujeto Al intento de restablecer la dialéctica de racionalidad e irracio-
de la teoría crítica puesto sobre sí mismo, y que solo puede en- nalidad ideológicas y de proporcionar un análisis teórico sobre la
contrarle por fuera porque se halla identificado con lo histórico base de su interdependencia, se oponen dos dificultades considera-
en su conjunto, aparece como el absoluto «deus ex machina» bles: en primer lugar, la falta de una mediación teórica entre re-
de todo mundo. No deja escapar nada. En todo caso los intentos de flexión científica y conciencia espontánea del hombre cotidiano; en
atenuación inmanentes al capitalismo pueden probarse en él, como segundo lugar, esa frecuente inclinación de los teóricos de la «ra-
propone Habermas. Habermas tiene los ojos puestos en un «modelo cionalidad tecnológica», que se concreta en una pertinaz terminolo-
pragmático de decisión»: los políticos deben examinar las metas gía, a la filosofización sofística de los conceptos usados por ellos.
sociales en sus posibilidades técnicas y convertir unas necesidades En la medida en que arremeten contra las reglas de lo intraducible
renovadamente interpretadas en regla para la dirección del pro- del mundo conceptual sociológico al filosófico, ocultan con el velo
greso técnico, como lo formula Heinei: Stück 9 . Pero en la medida de este método ajeno a las cosas el fondo ideológico burgués de
en que este aparato no deja escapar nada, se coloca en el lugar del sus conceptos. La forma más extremada de este método la encon-
tradicional dominio político y de clases y se convierte en sí mismo tramos en Habermas. Con referencia al problema, ya mostrado,
en encarnación del dominio. En el punto final de estas reflexiones, de la «trascendentalidad», Karin Schrader-Klebert describe el mé-
que se extienden a lo largo de varios años, el trabajo proletario todo filosófico-social de Habermas de la siguiente manera: « ... sin
vivieme se ve también finalmente condenado a la inutilidad y sa- un concepto de Historia (al que habría de referirse exclusivamente
crificado al «aparato», concebido ya de manera puramente mecá- la trascend.entalidad sociológica, L. K.), la sociología no puede saber

• Ibídem, pág. 4.
7
Ibídem, pág. 95. 'º J. HABER~IAS: Técnica y ciencia como ideología (Techni!~ und \Vissen-
8
Ibídem, pág. 96. schaft als Ideologie), Francfort, 1970.
11 H.-D. BAI!R: Crítica de la tecnología política (Kritik der Politischen T ech-
9
H. STÜCK: «Crítica de las teorías alemanas de la tecnología» ( «Kritik der
deutschen Technologie-Theorien»), en F11t1mm1, vol. 2, núm. 3, 1969, pág. 390. nologie), Francfort, 1970, pág. 66.

18 19
lo que hace. Pero este motivo de su crítica no resulta explicado por consiguiente, una abstracción», «nosotros siempre en~~ntr~rn~s. la
Habermas. Por eso, no es de extrañar tampoco que el concepto de Naturaleza solo en el horizonte del proceso de formac10n histonco-
lo trascendental, que define el plano de la intuición, resulte ambi- universal de la especie». Habermas prosigue: «La 'cosa en sí' kan-
guo ... no se sabe bien con qué concepto de lo trascendental se tiana reaparece bajo el título de una Naturaleza que precede a la
critican las teorías mencionadas en cada caso» 12 , con el filosófico Historia humana» 14 • Por lo que a esto se refiere, solo ha de hacer-
del idealismo trascendental o con el de la teoría social, que tanto se notar que los dos «títulos» han sido puestos en mutua relación
puede girar en torno a la «comprensión» de Rickert como en de una manera sofística, pero, por lo demás, nada tienen que ver
torno a lo consciente propio del materialismo marxista. A las uno con otro. Solo que resulta ridículo que Habermas afirme con
teorías críticas les falta a menudo, dice Schrader-Klebert, el plano asombro acerca de su propio y erróneo camino que: «Si nosotros,
problemático desde el cual las critica Habermas, es decir, el plano a pesar de todo, comparamos los elementos del proceso de trabajo
de la filosofía de la Historia. El propio supuesto trascendental se con los del proceso de conocimiento ... (así, pues, si comparamos
toma como base de la crítica, pero no se ve fundamentado por nin- lo incomparable, algo reservado solo a Habermas, L. K.), puede
guna parte. Ha de añadirse a ello el que la fundamentación teó- verse también la verdadera diferencia entre Kant y Marx» 15 . No
rica tiene que dirigirse en primer término a la rigurosa separación sospechando cuán lapidaria es esta afirmación, Haberm.as la sub-
del concepto teórico social de trascendentalidad del filosófico, con lo raya como Ún nuevo descubrimiento. Por eso puede afirmar tam-
que ha de mostrarse que ambos se mueven en planos completa- bién Schrader-Klebert: «Pero Habermas siempre utiliza precisamente
mente distintos del ser y su indagación. El concepto teórico so- este concepto de lo trascendental en cuanto concepto ya conocido
cial de trascendentalidad, útil únicamente en el contexto de «co- en el lucrar decisivo de la explicación y de la crítica-quince veces
nocimiento e interés» en que Habermas lo coloca, tiene que ser en tres ~áginas de texto-para explicar la conocida problemática.
rigurosamente definido en cuanto particular. También la referencia a Kant y· Hegel es demasiado general para
Pero ¿cómo procede Habermas? Después de ocuparse larga- explicar una diferencia determinada entre el concepto de lo tras-
mente del joven Marx y su relación con la Naturaleza y afirmar cendental propio del idealismo alemán y el de Rickert» 16 • La au-
que: «Ivfarx cuenta con algo como una especie de Naturaleza en sí» tora saca la consecuencia de que, a causa de la «falta de claridad
-algo que resulta evidente desde el punto de vista de toda teoría que de un modo concomitante se introduce así por Habermas por
social, ya que aquí no se plantea la cuestión gnoseológico-filosófica-, lo qe se refiere al concepto de lo trascendental», no es capaz de
se asombra de tener que afirmar que «en cuanto naturaleza sub- indicar qué consecuencias tiene para la propia reflexión de la s~­
jetiva (es decir, en cuanto corporal, L. K.) del hombre y en cuanto ciología su propio concepto de lo trascendental o el concepto cn·
Naturaleza objetiva que rodea al hombre, es ya ella, empero, par- ticado de lo mismo» 17 •
te constitutiva de un sistema de trabajo social...» 13. Esta indica- Por los motivos anteriormente mencionados, hay que admitir
ción remite exactamente a lo que constituye el concepto sociológico que, sin la huida metódica a la ambivalencia de un mundo concep-
de trascendentalidad (aunque conjuntamente, como algo implícito tual construido filosóficamente, las premisas puestas por Habermas
en él, se piense lo consciente) y que resulta evidente para el pensa- como fundamento del pensamiento sociológico no habría logrado
miento marxista, aunque bajo otra terminología. La «Naturaleza en emprender el ensayo de una crítica de Marx, ni proporcionar una
sí», repite Habermas como un nuevo descubrimiento, «es, por teoría de la «racionalidad tecnológica», llevando ambas a las ga-
12 rras del fetichismo burgués.
K. SCHRADER-KLEBERT: «El concepto de lo trascendental en J. Haber-
mas» («Der Begriff des Transzendentalen bei J. Habermas»), en Crítica e in-
terpretación de la teoría crítica (Kritile ttnd Interpretation der Kritischen Theo-
rie), Francfort, 1970, págs. 288 y sg. ª Ibídem.
15
13 Ibídem, pág. 48.
J. HABERMAS: Conocimiento e interés (Erkenntnis tmd Interesse), Franc· 16
K. ScHRADER-KLEBERT: loe. cit., pág. 290.
fort, 1968, pág. 47. 17
Ibídem.

20 21
Karin Schrader-Klebert caracteriza sin ambages a Habermas como sobre fenómenos tales como «instinto de destrucción y muerte», del
un «especulador de métodos» perteneciente al grupo de aquellos que forma parte también el «instinto de agresión»~º· Mi .teoría se
que se figuran que, «con un regreso a Kant, Hegel o Aristóteles, o permite este dejar abiertas las cosas porque se diferencia funda-
deslizándose en brazos del positivismo», pueden resolver los pro- mentalmente de toda otra teoría antropológica en tres momentos:
blemas 18 . ·a) De la definición de antropología, introducida por rní en la
Nótese solo de pasada que este método de seudofilosofizar los teoría de la misma corno ciencia del supuesto invariable, y por
problemas sociológicos es algo propio de toda la escuela de Franc- ello formal, de la variabilidad humana, resulta con énfasis lógico
fort en su conjunto, aunque no de la manera llevada al extremo el hecho de que estos supuestos, por más que puedan fundamentar
por Habermas. Así, también Adorno, en su escrito sobre Hegel, se también la existencialidad humana «en general»," de ninguna ma-
atreve a poner en relación el concepto hegeliano de «producción», nera pueden tener parte en el contenido de las formas de fenó-
que se refiere a un orden de la realidad según leyes naturales pro- menos oriainados históricamente. El proceso histórico dispone de
ducido por el espíritu absoluto, con el de Marx, que alude simple- las cualid:des antropológicas corno de un material en bruto, sin
mente a la producción laboral 19 • dejarse determinar por ellas; por eso, aunque se acepte la existen-
El problema de la inmanencia de la conciencia o «trascendenta- cia de un instinto originario de agresión (que nosotros en cuanto
lidad» ofrece además otro aspecto, un aspecto antropológico que <<instinto» ponemos en duda), no se pueden sacar tampoco con-
renemos que empezar ya por aclarar aquí provisionalmente como clusiones algunas sobre cualesquiera tendencias históricas, por ejem-
preparación a problemas posteriores. Por una parte, la discusión de- plo, sobre el papel de la guerra en la Historia humana.
tallada de cuestiones antropológicas es algo que no corresponde a b) Con la diferenciación de la cualidad de conciencia, que es
este trabajo, pero, por otra, ciertas discusiones más tarde inevi- la que define al hombre, porque solo ella le distingue expresa-
tables no pueden llevarse a cabo de un modo satisfactorio sin la mente del animal, corno un supuesto especial entre los supuestos
aclaración previa de algunas premisas antropológicas, especialmente formales antropológicos de la existencialidad humana, con lo que
de un modo tal como el autor las interpreta a la luz de un sentido aludirnos en particular a un modo de conducta tendente a la con-
formal, representado por él, de todos los asertos antropológicos. ceptualidad abstracta, que es por eso capaz de lenguaje en el sen-
El problema de la «trascendentalidad» remite a una raíz antro- tido de reflexión racional y de la correspondiente elección de meta
pológica más profunda que las palabras ya citadas de Horkheimer (el animal no puede elegir, p. ej., entre varias metas futuras so-
de que el «sujeto sabe que no está separado de su objeto», en cuanto metidas racionalmente a reflexión), queda de manifiesto al mismo
no ha de establecerse como mera afirmación, sino fundamentarse, tiempo que el proceso histórico, desenvuelto en cuanto a· su con-
cosa que solo es posible por un camino antropológico. La indicación tenido sobre el fundamento del supuesto formal de la conciencia,
antropológica, tan oportuna a este respecto, quiere decir que no ha de empezar primero por definirse en general a sí mismo como
hay nada en el ámbito del acontecer humano e histórico que no «trascendental»-consciente y disponer todos los demás datos an-
venga definido por la conciencia corno cualidad antropológica pri- tropológicos de acuerdo con esta tendencia. Su papel real se de-
maria, expresando así esta conciencia la cualidad primaria por la cide dentro de una Historia que transcurre de un modo «trascen-
que se determinan todos los demás fenómenos del acontecer huma- dental», no poseyendo autonomía alguna el desempeño de ese papel.
no social: t~mbién aquellos que, corno datos antropológicos pare- c) Los fenómenos señalados bajo los apartados a y b, apare-
cen existir per se fuera de esta conciencia. cen, como corresponde a su, por ambas partes, carácter formal, en
En rni escrito El eros ascético, dejo abierta la interrogación una relación mutua, pero al mismo tiempo de tal manera que queda
salvaauardada esa particularidad de la conciencia que define al hom-
18
Ibídem, pág. 297. bre. Esto tiene consecuencias de gran alcance. En particular, eso
19
TH.W. ADORNO: Tres estudios sobre Hegel (Drei Studien zu Hegel),
Francfort, 1963, pág. 40. 2 º L. KoFLER: El eros ascético (Der asketische Eros), Viena, 1967, pág. 25.

22 23
que se ha llamado instinto de agresión y destrucción aparece bajo cepción unánime» 21 , uno se pregunta con qué tazó~, define al hor:i-
una nueva luz que contradice el modo de tratamiento usado hasta bre en el mismo discurso como abocado a la agres1on por su «his-
ahora. No solo queda situado formalmente frente a toda sociedad toria natural» y, en lugar de remitir a la historia de las clases, se
e historia, sino que se ordena también dentro de la consideración queja de que, «de generación en generación, los hombres se ~~­
antropológica del hecho de la conciencia, es decir, de ese fenómeno cuentren llenos de fantasías destructivas que llegan luego tamb1en
que es el que tan solo hace posible la sociedad e Historia humanas. a vivirlas de verdad».
En todas las partes en que entran en consideración procesos de con- Nuestro intento de aclarar la relación entre supuesto antropo-
tenido, se subordina a ellos, se convierte en objeto suyo proporcio- lógi~o formal y materialidad del contenido histórico, que es algo que
nado por la conciencia de la actividad humana. Lo que llegue a corresponde a una teoría antropológica del conocimiento todavía pen-
ser realmente ese instinto de agresión y destrucción previamente diente de realización, será de gran importancia en nuestras explica-
dado de un modo formal, no depende de él mismo, sino de las fuer- ciones posteriores, allí donde salgan a la palestra argumentos biolo-
zas históricas que lo forman en cuanto a contenido. gistas de principio, sobre todo en las teorías de Gehlen y Habermas.
Como última consecuencia de la premisa teórica desarrollada
21 A. MITSCHERLICH: Discurso con motivo de la concesión del Premio de la
aquí resulta lo siguiente: teniendo en cuenta la anterior caracte-
Paz (Ansprache anlasslich der Verleihung des Friedenspreises), Francfort, 1969,
rización antropológica de la agresión y destrucción como supuesto
página 42.
formal, resulta bastante indiferente que se admita un instinto de
agresión o una mera inclinación a la agresión, pues en ambos casos,
por lo que se refiere a su contenido, decide sobre su efecto con-
creto el espacio social e histórico en que se hallan situados. Así,
pues, este problema se presenta de una forma análoga a lo que
ocurre con ese otro problema, tan discutido en otro terreno, del
egoísmo, resolviéndose, pues, en la medida en que, como le pasa
también al egoísmo, no se mire muy de cerca qué llega a ser de él
bajo determinadas circunstancias; p. ej., en el caso de un dentista
que extrae una pieza dental dolorosa no impulsado por otro moti-
vo que por el egoísmo material, pero que practica con su egoísmo una
buena acción. Los antropólogos y psicólogos que sienten aversión
por todo modo de consideración histórica, y con frecuencia también
sociológica, deberían plantearse en serio la cuestión de si con la
agresión, indiferentemente de que se la entienda como «instinto» o
como «inclinación>> originada históricamente, no sucede lo mismo.
Tal modo de consideración no la hace simpática, especialmente por
lo que se refiere al ámbito de la sociedad represiva, pero le quita
esa apariencia de hallarse ligada a una fatalidad natural, a que tanto
gustan de referirse los conservadores vinculados a un sistema, y hace
también más transparente la discusión de otras cuestiones, como, por
ejemplo, la de la «racionalidad tecnológica».
Cuando A. Mitscherlich, un representante significativo y progre-
sista de la psicología, afirma resignado que «sobre el origen de la
agresión no se ha llegado hasta ahora en la investigación a una con·

24
CAPITULO 1
CONCEPTUACION FILOSOFICA
Y SOCIOLOGICA

$EÑALARENIOS cuatro fuentes de equivocac1on por las


que la teoría moderna de la «racionalidad tecnológica» se ha visto
inducida a error:
l. La transferencia, llevada a cabo sin crítica desde un punto
de vista gnoseológico, de determinados círculos tradicionales de pro-
blemas propios de la filosofía idealista al círculo de problemas de la
teoría de la sociedad, que son completamente ajenos a ellos y dife-
rentes por principio desde un punto de vista lógico: problema de
la «trascendentalidad» y de la «cosa en sí», problema de la Natu-
raleza y de la «prodttcción», tanto en el sentido de la «apercepción
trascendental» de Kant como del «espíritu absoluto» de Hegel, con
relación al trabajo.
2. El llevar al extremo el problema marxista de la reificación
-«fetichismo» y «segunda naturaleza»-hasta llegar a una reali-
dad sustantiva autónoma del proceso tecnológico, prescindiendo de
la estructura antagonista de la división del trabajo que es lo que lo
determina.
3. La sustitución, derivada de ello, del concepto de dominio
de clase por el de «dominio tecnológico».
4. El perder de vista la ancha corriente ideoltSgica de las in-
tervenciones nihilistas irracionalistas, tanto dentro como fuera del
ámbito de la «racionalidad tecnológica».
En esta sección vamos a ocuparnos preferentemente del primer
punto y algunas de sus consecuencias. El poner en relación el plan-
teamiento propio de la teoría social con un planteamiento propio de
la historia de la filosofía es algo que facilita la filosofización de los
conceptos sociológicos hasta convertirlos en abstractos, con la con-

_,
?""
secuencia final de que el concepto mismo de «racionalidad tecnoló- lidad» de Kant no aparezca en modo alguno el pnnc1p10 mas im-
gica» cobra una significación que se tiene por general y que es tal portante que distingue al concepto de trabajo, y que es natural-
que en definitiva pueden sacarse de ello tendencias del desarrollo mente el de lo teleológico, hace evidente la incomparabilidad
de la Historia con un carácter histórico de conjunto, es decir, ten- entre ambas cosas. En el ámbito de la indagación filosófica acer-
dencias tales que, de manera indiferenciada, hacen caso omiso de ca de la relación entre facultad cognoscitiva y (como subraya el
las diferencias cualitativas de las distintas épocas, así como de famoso kantiano H. Cohen 3 ) la realidad (Naturaleza) entendida de
los antagonismos cualitativos dentro de estas épocas El concepto un modo matemático y científico natural, y por consiguiente cuan-
sociológico de «producción», a través de una puesta en relación, titativo, no surge para nada el principio de lo teleológico a causa de
artificialmente construida, con el concepto, terminológicamente de la su índole peculiar, que lo hace válido solo para un· mundo humano
misma especie, de «producción» tal como se lleva a cabo a través que ha de ser interpretado por principio cualitativamente. «Produc-
del «espíritu absoluto de Hegel» o a través de la «apercepción tras- ción» tiene allí el significado de ordenación trascendental de la
cendental» de Kant, recibe de manera subrepticia un significado realidad por medio de una experiencia fundamentada de un modo
distinto, concretamente el significado de autoproducción de la His- idealista, mientras que aquí, por el contrario, tiene el de confron-
toria dentro de un «proceso» concebido de manera abstracta y del tación con la. Naturaleza de acuerdo con fines prácticos; además,
cual el automatismo «tecnológico» es entonces solo un caso cen- en oposición a la «cosa en sí», aparece como algo que se ofrece de
tral y particular de aplicación. un modo enteramente cognoscible.
Con la falsa transformación en filosofía de la problemática so- En el campo de visión de la concepción kantiana de «producción»
ciológica, se convierte a esta además en algo fácil de manipular a no entra de ninguna manera el principio de lo teleológico. Transfe-
voluntad. Bajo la presión, en particular, de las ideologías vigentes, rir esa concepción kantiana al concepto teórico social de «produc-
que se lleva a cabo de manera irracional, la manipulación se ve ción» quiere decir despojar a este de toda estructuración teleológica
in1pelida en la dirección ya tomada por estas ideologías, es decir, y, de ese modo, falsearlo. El falseamiento se manifiesta en la natu-
en la dirección de la reificación. ralización de actividad humana como algo que se cumple despro-
Con la demostración, intentada sobre todo por Adorno 1 y Ha- visto de finalidad, según una causalidad que transcurre de un modo
2
bermas , de que la Naturaleza está sujeta, tanto en Kant como en mecánico, en lo que solo en apariencia cambia algo el hecho de
Marx, a las leyes trascendentales de la «producción», se pierde de que, por motivos que residen en la impracticabilidad fáctica de la
vista el hecho de la existencia de dos planos de pensamiento funda- idea de una actuación humana desprovista de finalidad, se tenga en
mentalmente distintos en Kant y en Marx, y se retoca hasta conver- cuenta posteriormente lo final, vulnerando la exigencia teórica de
tirlo en algo unitario. Se pierde de vista que la cuestión de la «pro- incluirlo desde un principio en la definición de trabajo. Si, por una
duccióm>, dentro del fundamento determinativo que establecen con- parte, a causa de la falsa interpretación del concepto kantiano de
juntamente en la teoría filosófica del conocimiento la facultad cog- «producción», se concibe directa o indirectamente la forma de con-
noscitiva y el ser, no puede ponerse ni en una relación objetiva ni frontación del hombre con la Naturaleza de modo naturalista, co-
en una relación lógica con la cuestión de la «producción» dentro del mo puede verse más tarde en el concepto de «racionalidad tecno-
plano determinativo que establecen en la teoría sociológica de la lógica», por otra, se interpreta (Habermas) lo teleológico como un
actividad práctica «trabajo y Naturaleza». «sujeto» metafísico que se impone por encima de la Historia, inter-
Solamente ya el hecho de que en el concepto de «trascendenta- pretación que se atribuye subrepticiamente de un modo «crítica>> a
Marx 4 .
1
M. HORKHEIMER y TH. W. ADORNO: Dialéctica de la Ilustración (Dialeletik 3
H. CoHEN: La teoría de la experiencia en Kant (Kants Theorie der Er-
der Aufk!iirung), loe. cit., págs. 89, 95 y sg. fahrtmg), 1871, pág. 80.
2
J. HABERMAS: Conocimiento e interés (Erkenntnis imd Interesse), loe. cit., 4
J. HABERMAS: Teoría y práctica (Tbeorie tmd Praxis), Neuwied, 1963,
página 47. páginas 289 y sg.

28 29
En todo lo cual, a los iniciadores de la identificación de un practicable, Marx se ve acusado de hallarse en contradicción con su
planteamiento filosófico-gnoseológico del problema con el olantea- propia posición kantiana. Por una parte, es kantiano: «Pero en
miento teórico social no reparan en el hecho de que Hegel,~ a dife- cuanto ... Naturaleza rodea al hombre, es ya siempre parte cons-
n~n~ia de Kant, adopta en este sentido una posición completamente titutiva de un sistema de trabajo social... La 'Naturaleza en sí' es
distmta, dentro también del área de la ya indicada y malentendida por ·consiguiente algo abstracto que nos vemos forzados a pen-
aplicación. Si el punto de arranque del pensamiento de Kant apa- sar ... » 6. Lo kantiano de esta concepción reside en particular en la
rece determinado por el fenómeno de la realidad concebida de un frase de que la «Naturaleza en sí» es algo abstracto que, como
modo científico natural, Hegel, a la inversa, se ve determinado por concepto límite kantiano, nos vemos forzados a pensar. Por otra
p~ocesos históricos, es decir, procesos tales que no siguen princi- parte, Marx no se atiene a su premisa: «La 'cosa· en sí' kantiana
pios de ordenación cuantitativos, sino cualitativos. Partiendo de reaparece bajo el título de una Naturaleza que precede a la Historia
este fundamento, puede descubrirse el secreto, filosóficamente en- humana» 7 • En esto ve Habermas un defecto capital del pensamien-
cubierto, de la concepción y la dialéctica hegelianas en cuanto pro- to marxista. ¿Cómo puede efectuarse el salto del hombre a una
pias del proceso histórico. Esto en Kant es imposible, y hacerlo es Naturaleza existente ahí fuera? ¿Cómo es posible en general la sín-
violentar las cosas, algo de lo que Adorno y Habermas ofrecen un tesis de ambos, cuando se hallan enfrentados y son completamente
buen ejemplo. La filosofía hegeliana, dado que en ella «Naturaleza» extraños entre sí? El mismo Habermas intenta superar la di-
y «producción» adquieren un valor posicional enterainente distinto ficultad en otro lugar, dando al proceso de conocimiento por el
que en Kant, ha de guardarse precisamente de mecanizar de un que se llega al encuentro con la Naturaleza un toque idealista, es
modo naturalista la «racionalidad tecnológica». Para Hegel estos decir, volviéndolo a hacer desaparecer de un modo kantiano 8 .
conceptos son sociales en el sentido de que no pueden pensarse en Para Habermas, la solución solo es concebible de una manera
modo alguno fuera de un trabajo marcado con el cuño de 1o teo- trascendental idealista porque no llega a aprehender el concepto de
lógico, que se definen siempre con propósito teleológico. Pero lo trabajo social teleológicamente, es decir, de tal manera que, en
teleológico no ha de pensarse aquí metafísicamente, sino en un sen- virtud de los fines propuestos por el hombre, se incluya la Natura-
tido práctico, es decir, partiendo de su vinculación a un fin del obrar leza en su actividad y el abismo insalvable entre ambos se muestre
humano. Hegel piensa desde un principio de un modo filosófico- como una ilusión teórica. De este modo, atribuye a Marx su propia
social; sus conceptos resultan por eso intraducibles a la teórico-social. limitación: «La síntesis por medio del trabajo social, y con esto
El intento de hacer uso de Kant, de una manera análoga, por puede resumirse la reflexión llevada a cabo hasta ahora, no es-
lo que se refiere a la teoría social, no puede hacer más que con- tablece una interdependencia lógica ni funda una unidad absoluta
ducir a error. Empezando ya por el hecho de que para Kant la entre hombre y Naturaleza» 9 . Teniendo en cuenta precisamente
Naturaleza es «producida», mientras que, por el contrario, para la falsa problemática que crea Habermas al poner en relación
Marx existe como algo que se da ahí fuera y es cognoscible como a Kant con Marx, es importante ver cómo puede procederse con
«cosa en sí». Partiendo de la errónea posibilidad de comparar teó- la filosofía, así mismo idealista, de· Hegel en relación con Marx.
ricamente a Kant y Marx, Habermas se admira de la actitud de En Hegel, en mucha mayor medida, todo esto no expresa otra
este último: «Marx cuenta con algo como una especie de Naturaleza cosa, aunque se revista de un aparato conceptual abstractamente
en sí» 5 . Pero, una vez uriíficados Marx v Kant es imposible sin generalizador, que la fenomenalidad de lo social. Conceptos tales
embargo, que no se desvirtúe al primero, de un~ manera kantlana.
6
Marx tiene que ser convertido en kantiano para falsificar a Kant Ibídem.
1
Ibídem.
de una manera marxista. Pero como esto es en último término im- 8 Ibídem, pág. 235 y sgs. Cf. también Técnica JI ciencia (Tecbnik und Wis-

senschaft), loe. cit., pág. 47.


5
J. HABERMAS: Conocimiento e interés (Erkemitnis und Interesse), loe. cit., • J. HABER.'>!AS: Conocimiento e interés (Er!eenntnis und Interesse), loe. cit.,
página 47. página 47.

30 31
como «proceso», «totalidad», «contradicción», «absorción», dialéc- la «ilusión» es al mismo tiempo objetiva, en la medida en que
ti_::~ de «no ser» y «ser», «apariencia y esencia», posibilidad, «es- hace oosible un hallazgo objetivo de la propia situación, adecuado
a la r~alidad, por el hombre. Lo que la apariencia quiere decir aquí
pmtu absoluto» en cuanto concreto, etc., tanto en su lógica mate-
rial de contenido como en su verificabilidad real, solo pueden verse
es reflejo especular en el lenguaje de los sentidos, reflexión al ser-
como determinaciones de una vida humana social. Solo así pue-
viciv de una conducta adecuada frente a los objetos de la Natura-
den realizarse evolutivamente sin caer en lo metafísico, y, al
leza. Según eso, es incluso natural. .
llevarse a cabo de esta manera, ponen en evidencia con toda cla-
En el concepto de apariencia de Hegel, por el contrario, estas
ridad la existencialidad humana en su dinámica esencial. Hoy más
determinaciones no tienen un lugar lógico. ·El concepto hegeliano
que nunca resulta vigente la exigencia de traducir a Hecrel a lo
de apariencia se deriva de lo social y se refiere ·a ello. Tras una
teórico social y despojar a su sistema del velo especulati;o-filosó-
forma de exposición abstracta y ontologizadora desde un punto de
fico, mostrándolo como lo que es fácticamente: un sistema de
vista filosófico, se esconde lo particular de su origen filosófico so-
leyes dialécticas de carácter generalísimo sobre el acontecer histó-
rico humano. cial. Lo cual tiene consecuencias completamente distintas por lo
que se refiere al concepto de apariencia. En el ámbito del aconte-
En su Filosofía de la Naturaleza, y a pesar de muchos as- cer social, la apariencia no es una reflexión natural y adecuada a
pectos clarificadores, Hegel se estrella contra la imnracticabilidad las cosas a través de los sentidos, sino siempre algo provisto de
de su intento de ontologizar los conceptos dialécticos: extrapolados significado ideológico. Por eso, ya sea por motivos relativos a las
como consecuencia de la observación del mundo histórico a lo larcro leyes esuucturales-p. ej., la formación de la apariencia de .una
de muchos años, por el camino de su transferencia al ser en ~u reificación de relaciones interindividuales-, ya sea por motivos
conjunto,. d~l mismo modo que Habermas se estrella cuando pre- de error vulgar, p. ej., en forma de aprovechamiento de las con-
tende socializar los conceptos dialécticos de Kant.
tradicciones sociales que se prestan a ello-como la afirmación de
Este hecho se presenta destacado con mucha claridad en un que la relación señor-siervo forma parte de la naturaleza del hom-
problema que, de acuerdo con su peculiaridad específica ha de ads- bre-'-, le corresponde el papel de tender un velo que encubra la rea-
cribirse o bien a la filosofía gnoseológica de la naturaleza o a la lidad. La apariencia no surge aquí como mero reflejo de procesos
teoría de la sociedad. Sea cual sea el modo en que las diversas teo- externos, si~o por el camino de la mediación, esto es, de l~ t.rans-
rías del conocimiento puedan responder a la interrocración acerca formación orgánica de un acontecer social lleno de contrachcc10nes
de la relación entre «facultad cognoscitiva» y «Natur~leza», todas en ideas que, en cuanto a su contenido, pue~en concebirse co1:r_io
ellas tienen en común el insistir en la diferencia entre la realidad y ideas aparentes Je un determinado proceso social, del proceso mis-
la reflexión sobre la misma, y esto significa nada menos que insistir mo, o, lo que significa lo mismo considerándolo del ~ado. metodoló:
en .l~ diferen~ia entre ser y apariencia, realidad e ilusión. La organi- gico, resolverse en este proceso. Por eso, la apariencia no esta
zac10n sensorial de nuestra facultad de pensar es de índole práctica, ;quí, como ocurre con la consideración de la Naturaleza. exte~na,
y por eso no se halla primordialmente al servicio del «conocimien- al lado del proceso, sino referido a él de un modo ese~c1~l; ~lene
to», sino de la orientación al servicio del dominio de la vida. en sí algo de este mismo proceso y es una parte constitutiva mte-
Lo que en la relación entre pensamiento sensible v realidad se ve grante clel mismo. Hegel dice que en la apariencia transparece la
como una apariencia no es un error vulgar, ni una' distorsión ideo- esencia del ser mismo.
lógica o la desviación ordenada al proceso de la totalidad, sino la Resuha algo completamente desprovisto de sentido afirmar lo
simple ilusión sensorial condicionada por el objeto de los sentidos mismo de la relación entre apariencia y Naturaleza externa. La apa-
es decir, el sonido, el espacio, la luz, la forma, el grado de dureza'. riencia que nace de la contemplación de un trozo de metal q:1e ~e
la temperatura y otras cosas que caen bajo el dominio sensorial, encuentra en completo reposo origina una forma de apariencia
con el fin de permitir al hombre la orientación necesaria en el sensible y no ideológica a través de la cual no se tr~sluc~ en modo
mundo exterior. Esta capacidad de orientarse por el camino de alguno su efectivo movimiento molecular, sino que ill1phca la apa-

32 33
KOFLER -2
reme ilusión de lo contrario. Pero lo que la apariencia quiere decir . :~ más bien lo contrario de sí mismo: es para sí en cuanto
pecto, -- "-• , 11 S 1 d ,
en el ámbito de lo humano comprende un problema que se plantea es para orro; y para otro en cuanto es para si» h·. ~.ªu e aqm
por el hecho de originarse esta apariencia por el individuo activo
a que- e~' « obi·e-o" L "'
por hallarse dentro de1 proceso

zstorzco,

«en un
pensante en el plano de su relación activa con los demás individuos · -~-oecto» es decir sin desaparecer m ser absorbido por otro,
mismo ""':>• ' '
y bajo el supuesto de una concreta estructura histórica de esta re- se éonüerte en «lo contrario», en la medida en. ~ue, como conse-
lación misma. Más exactamente, se origina del «conjunto» de in- ."' de su intervención en el proceso, se modifica y desenvuelve
dividuos que se conducen activamente entre sí. El objeto de la apa- cue ncl -· 1 d' ·'
- la- determinaciones de lo contrario. Así, p. ej., a contra icc1011
to d ;b ' hi , · · I
riencia es al mismo tiempo su sujeto, en entera oposición a la ·
mtern~. L
" ::le la democracia ' debida al proceso stonco,
.
remite

a
apariencia natural, en la que el objeto está completameme Et:parado en-n de la dictadura· o la esencia del Estado que consiste en
mom'-"·L'- ' 1 1 ·
del sujeto que la produce. --e en la medida en que dirige su interés a o genera , srrve
qu e e~L ' l d'd
Lukács hace notar en cierto momento que Hegel ha dew.óierto a lo p 2.rticular, y a la inversa; es «para sí en a m~, i a e~ que es
a la Edad Moderna el carácter teleológico del trabajo, pero que «no -n-ro» La apariencia consiste en la «abstraccion vacia de la
para - e • • • , d 1
:>mgu "- 1 "
lo ha limitado, sin embargo, al ámbito de la economía, sino que lo _. lnr ·d~d» 12 aunque también en la abstracción vaCla « e a ge-
,
ha generalizado como categoría filosófica de toda la exisrenciaiidad . ' ' opu.es t a a ella » 13 ·
nera l 10aa . . . . .
y todo el mundo humanos» 10 . Lo mismo puede decirse de la ca- Lo «inesencial» adherido a esta apanencia, y. que .sigrufica _lo
tegoría de apariencia por lo que se refiere a su elevación a cnegoría opuesw a la -verdadera esencia, siendo po.r ;:so ilusono, es, dice
filosófica del «mundo» sin más. Hegel, el poder, «cuyo juego es el entendimiento human~ percep-
La apariencia se halla caracterizada por el hecho de obrar como tivo, llamado a menudo sano». Este es «solam~nte. un Jueg.o de
medio de la esencia y por eso transparece en ella la esencia escon- "" ta· ~~.. -tracciones» por parte del proceso esencial mdependiente-
,_s :> "'-' - • d · il
dida, «aparece», como dice Hegel. Tal enunciado no es verificable meme de toda mediación. La conciencia «perceptiva», e; ecrr, u-
por lo que se refiere a la relación entre Naturaleza extrahc_·,mana, soria el1 el lenguaje de Hegel, se figura, dentro del ~as profundo
objeto de la ciencia natural, y apariencia sensible, que, en cuanto autoengaño, «moverse en la verdad», cuando no constituye mas que
sensible, solo tiene competencia para este ámbito cognoscitivo. La «el co~idíano y permanente afanarse» de Ia: ilusi?nes d~ la apa-
apariencia no sensible es la ideológica. Su esencia, aquella para la .
nene.. i" l..\ . -Al mismo tiempo resulta necesario lo mesencial de la
que actúa de mediadora, es el proceso social mismo, que en esta aoariencia 15, porque a través de esto inesencial, y como consecu~n-
apariencia se presenta con desvirtuación y deformación ideológicas. cÍa de su función como mediador del todo, se trasluce ~a esencia:
Esto es posible por el carácter del «mundo» humano, que produce <<La ,..,,.ºsenda no muestra nada que no esté en la esencia Y en la
su propia reflexión al servicio de su reproducción, y esto significa --'-
esencia 110 hay nada que no se manifieste» . . . a
16 L
:f · ·
anencia es
reflexiones establecidas inmediatamente como medio para la actua- la «aoariencia de la esencia puesta como apanenc1a» . Y.' de un
ción del individuo social. Por eso no son reflexiones sensibles, sino modo. todavía más tajante, se dice luego, haciendo referencia al ser
ideológicas. La reflexión de la Naturaleza externa a travé~ de los histórico: «La realidad es la unidad, hecha inmediata, de la esen-
sentidos del hombre se halla situada frente a esta como algo ajeno cia y la existencia» 18, lo que equivale a decir: la unidad del pro-
y no es originada por el objeto, precisamente esta Naturale22. Por
¡¡ G. w. F. HEGEL: Fenomenología del espíritu (Pbanomenologie des Geis·
eso, unas palabras de Hegel como las siguientes solo pueden enten-
tes), Lúpzig. 1949, pág. 99.
derse si se ven como un enunciado generalizador desde un punto 12 Ibídem, pág. 100.

de vista filosófico especulativo acerca del proceso social, 7 en nin- 1 ·0 foídem, pág. 101.

gún caso acerca de la Naturaleza: « ... el objeto, en un mismo res- 14


Ibidern.
15 Ibídem, pág. 102.
1, G. \•/. F. HEGEL: Enciclopedia (Encyclopadie), Leipzig, 1949, pág. 141.
10
G. LUKÁCS: Literatura alemana de dos siglos (Deutsche Liter~~ti!i Id zwei " Ibídem, pág. 142.
Jahrhunderten), Nemvied, 1964, pág. 17. ti Ibídecn.

34 35
ceso con los verdaderos sucesos que se realizan dentro de él y de de la esencia, del conocimiento proceso que
la apariencia que expresa patentemente estos sucesos. Por eso, por con la referencia dialéctica a ella, a cuyo través justamente se rea-
lo que se refiere a Hegel, Ernst Bloch puede hacer notar que: «La liza, puede ser esclarecido, como también a la inversa. Cuando se
esencia es, pues, lo que necesariamente aparece, se hace patente, ha inteligido la peculiaridad inherente al problema de la aparien-
se comunica» 19, todo lo contrario de la «cosa en sí» de Kant, del cia· en Hegel, la comprensión del problema a que se ha llegado solo
«vacío artificial que surge al hacer abstracción de todos los pen- puede ser una comprensión «sociofilosófica». Abona esta concep-
samientos determinados»; la esencia es la «plenitud compleja», la ción, aunque en otro contexto, Georg Lukács, cuando en cierto
«verdad de la manifestación» 2 º. momento hace notar al margen que en el estudio .de la Fenomeno-
Pero el «vacío» de Kant es algo que no procede meramente de logía el lector de hoy «puede leer también, en lugar de espíritu,
su construcción de la «cosa en sí» como un concepto límite vacío, especie» 21 , lo que naturalmente quiere decir especie humana.
sino sobre todo de la labor generalizadora desde un punto de vista Respecto a la Fenomenología, y en clara oposición a lo que
matemático, y por eso abstractiva de la multitud de las particula- ocurre con la Crítica de la razón pura, ha llegado a ser algo casi
ridades, propia de la ciencia natural. Si Kant, como ya formulamos evidente leerla con un enfoque sociofilosófico. Como la obra de
de acuerdo con el neokantiano H. Cohen, no hubiera dirigido sus Kant no puede leerse así, tiene que extrañar que Habermas aco-
indagaciones hacia la matemática y la ciencia natural, su filosofía meta la empresa de usar equivocadamente esta obra para hacer una
hubiera tomado un curso distinto. Todas las determinaciones y de~ supuesta interpretación y crítica definitiva de Marx. Entre Kant
ducciones de Hegel, que apuntan verdaderamente a lo profundo, se y Marx no se puede establecer una relación lógico-sistemática como
refieren a la dialéctica de lo cualitativo, que solamente encuentra la que existe entre Marx y Hegel por la identidad filosófica de sen-
su material en el mundo histórico. La mayor parte de la dialéctica tido de ambos. Pues en los dos, en lugar de la doctrina de la con-
hegeliana, como en general la mayor parte de su obra, no se puede ciencia general, aparece la de la «conciencia sin más», la de la «es-
traducir de lo abstracto a la teoría de lo real, ni entenderlo sin una pecie» o «antropología», y, en lugar de la doctrina de los concep-
puesta en relación con el mundo histórico, que no se puede colocar tos generales, la del «mundo sin más», la de la «totalidad» social
bajo el mismo concepto que el mundo extrahumano. o «teoría dialéctica de la sociedad». La posición especial que sigue
Como quiera que uno se sitúe ante la «cosa en sí» de Kant, correspondiendo a la filosofía hegeliana en la historia del espíritu,
esta solo es concebible, y por eso solo verificable desde un punto se absorbe en la actualidad en el contexto de la comprensión teó-
de vista filosófico, en cuanto referencia a la Naturaleza no humana. rico social y no nos hace cargar ya con el peso de abstracciones aje-
El concepto de apariencia tiene que significar por eso en la cien- nas al mundo, para las que, fuera de esta comprensión, ofrece
cia natural algo enteramente distinto que en la teoría de la socie- desaraciadamente bastante motivo 22 • Cuando H. H. Holz, en un es-
dad. En tanto que en aquella quiere decir penetrar por encima de º de interpretación de la categorialidad hegeliana escribe acer-
fuerzo
la idealidad de la apariencia sensible hasta la realidad que se halla tadamente que: «El discurso del espejo se manifiesta como una in-
tras ella y eliminar todos los elementos perturbadores del pensa- terpretación propia metafórica del ser» 23 , olvida añadir que esta
miento que constituyen esta apariencia, se trata para toda «teoría autointerpretación no expresa otra cosa que un «espejo» ideológico,
de la historia» de explicar la apariencia y sus múltiples formas de pues solamente hay una contemplación especular de orden social.
manifestación y entrar a tomar contacto con la esencia del proceso. Por eso el sistema kantiano es inadecuado para este pensamiento.
Sin la manifestación que constituye la apariencia, una época no sería Aquí la racionalización formal no cualitativa es la que ordena una
en general comprensible, se quedaría en algo meramente superficial y
desvaído. La apariencia forma aquí claramente parte de lo esencial 21 G. LUKÁCS: El joven Hegel (Der junge Hegel), Zürich, 1948, pág. 596.
22 Con<>reso Internacional Hegeliano, Salzburgo, septiembre, 1964.
" E. BLOCH: Sujeto-objeto (Subjelet-Objekt), Berlín, 1952, pág. 157. 23 H. H. HoLz: «La propia interpretación del ser» («Selbstimerpretarion
20
Ibídem, págs. 158 y sg. des Seins»), en el Anuario de Hegel (Hegel-Jahrbuch), 1961, pág. 102.

36 37
cualidad ajena entendida cuantitativamente, la «cosa en sí». La di- usual ideología burguesa-sea científica o no lo sea-se ve mrnersa
ferencia insalvable queda intacta, no obstante la validez reconocida ampliamente de todos modos en la reificación.
por ambas partes del principio de la introyección de la realidad en En su obra Historia y conciencia de clase, Lukács procede de
la co~ciencia-«trascendentalidad»-y no obstante el principio es- tal modo que, en primer lugar, apoyándose en el desarrollo efectivo
tablecido por ambas partes de que solo puede ser conocido lo que y la problemática de la filosofía, deja sin separar los dos círculos de
ha sido producido. problemas señalados por nosotros, para mostrar a continuación que,
De modo significativo, Adorno ha precedido a Habermas en tras el planteamiento establecido de un modo puramente gnoseo-
la t~rea de incluir a Kant de una manera inadecuada en el esque- lógico, se esconde otro filosófico-social. No se puede hablar aquí
ma mtelectual teórico-social, con lo cual no discutimos en modo de una confusión real; lo que sí puede reconocerse en ello es que
alguno el que ni siquiera en esto sea original. Adorno cita a Kant: Lukács no deja, como Habermas, sin crítica la idea kantiana de
«Esta concordancia de la Naturaleza con nuestra facultad cocrnos- «producción», sino que, a la luz de un determinado planteamiento
.. "'
Cltlva es ... presupuesta a priori por el juicio» 24 . Luego prosigue di- teórico-social, concretamente el de la «producción» «qua» traba-
ciendo inquebrantablemente, como si concediese también a estas jo, la ve fracasada. Un cierto defecto del análisis de Lukács con-
palabras relevancia teórico-social: «El sistema ha de mantenerse en ar- siste quizá más bien en que, en cuanto pensador burgués, hace fot-
n:ionía con la Naturaleza. Puesto que como los hechos se predicen par- casar a Kant en un sentido histórico-ideológico en lo insoluble de
tiendo de aquel, necesariamente han de confirmarlo. Pero los hechos la perspectiva.., teórico-social de la «producción» y de la «cosa en sí»
pertenecen a la práctica, designan en todas partes el contacto indivi- que se le supone; pero esto en todo caso es algo enteramente dís-
dual con la Naturaleza en cuanto objeto social» 25 . Como quiera que rinto, pues lo importante en Lukács es la prueba del fracaso y no,
pueda leerse esa manifestación en su conjunto, y especialmente el como en Habermas, la de la posibilidad de transferencia a Marx.
calificativo «social», la palabra «sistema» se refiere aquí a lo so- Lukács formula el problema que se le plantea a la filosofía bur-
cial. En otro lugar Adorno pone en conexión a Kant y Sade, del mis- guesa en su progreso ideológico de la siguiente manera: « ... la fi-
mo modo que hace Habermas con Kant y Marx: «Eso que Kant ha losofía moderna se plantea el problema de no aceptar ya el mun-
fundamentado de modo trascendental, la afinidad entre conocimien- do como algo originado con independencia del sujeto cognoscente
to y plan ... , lo ha llevado a cabo Sade más de un siglo antes de la (por ejemplo, creado por Dios), sino de concebirlo más bien como
.. , de1 deporte» 26 . Con lo que el trascendentalismo gnoseo-
apanc10n un producto propio» 27 . Y, a causa de la falta de diferenciación, des-
lógíco de Kant se muestra como algo que hasta puede ser puesto al tacada por nosotros, de la problemática que aparece bajo el concep-
servicio de una «teoría del deporte». La confusión de posiciones in- to de «mtmdo sin más», como un conocimiento natural allí y como
telectuales fundamentalmente diversas es evidente, pero no deja de propio conocimiento social aquí, puede proseguir Lukács de ma-
tener efecto sobre una futura teoría social, principalmente sobre nera que el problema de la «producción» y de la «cosa en sÍ», que
aquella que se esfuerza en la aclaración del problema de la «racio- vuelve a plantearse de nuevo dentro del pensamiento moderno, lo
nalidad tecnológica». La perspectiva kantiana (aquí evidente), ca- sitúa bajo una luz filosófico-social y cita a Marx-Vico, para quie-
rente de teleología, de la «apercepción trascendental», echa a per- nes: «. . . la Historia de la Humanidad se distingue de la Historia
der por completo la idea de la técnica, despojada, de acuerdo con de la Naturaleza en que la una la hemos hecho y la otra no». Pero
este modelo, de toda esa teleología que hay que pensar conjunta- en tanto que para el saber de la filosofía burguesa progresista el
mente con ella de un modo definitorio, y que bajo la presión de la problema del conocimiento subsiste en su forma tradicional, a la
luz de la forma de interrogación que dirige su interés a superar la
oposición entre realidad social y «producción» de la misma, se
24
M. HORKHEIMER y Ta. W. ADORi.'10: Dialéctica de la Ilustración (Diale.ktik
der Aufkliirtmg), loe. cit., pág. 88.
25
Ibídem.
21 G. LUKÁCS: Historie! y conciencia de clase (Geschichte und Klassen-
26
Ibídem, pág. 95. bewz:sstsein), Berlín, 1923, pág. 123.

38 39
muestra filosóficamente insoluble, lo que conduce a la solución apa- concebido y expresado por entero en la idea de que el «mundo»
rente de t:na «racion~Jización formal», que es algo que tiene por tiene que ser aprehendido en cuanto «producido por nosotros mis-
consecuencia que el contenido cualitativo del mundo la «cosa en sÍ» mos». Pero no pudo ver, dice Lukács, que es el principio de lo
quede intacta y permanezca aferrada a su irracionalidad. De acuerd~ práctico, que supera realmente la contemplación, el que hace posi-
con las explicaciones que hemos llevado a cabo hasta ahora, resulta ble la solución 31 . Pero este principio de lo práctico no es otro que
claro que esta «cosa en sÍ» sigue quedando intacta para la filosofía el de lo social, el de la autoproducción activa de la sociedad por
b.ur~u.esa porque se la define de un modo científico-natural, lo que medio del hombre, idéntico a ella en su pensamiento y «facultad
s1gmfica que no corresponde al concepto de «elaboración de la reali- cognoscitiva».
da~». La «elaborac~ón», la «producción» de la realidad es algo que El resultado viene a ser que es preciso distinguir rigurosamente
se m~roduce posteriormente en ella por los idealistas, especialmente entre el problema filosófico gnoseológico y el problema teórico-
por Kant, como interpretación, lo cual tiene la indicada conse- social, por más que este no haya sido el caso hasta ahora, aunque
ClH~ncia de que se logra solo aparentemente, pues la «cosa en sí» fuese algo que aparecía como un obstáculo. La diferencia es algo
queda intacta a pesar de todo. Lukács sabe ver con toda claridad en lo que insiste Lukács-aunque no de la manera expresa que pre-
el defecto capital de una filosofía que no se siente plenamente side nuestro análisis-cuando coloca uno frente a otro los puntos
consciente de dirigir sus preguntas solo a la Naturaleza extra- de vista de h contemplación y de la práctica, de tal modo que mues-
humana Y su aprehensibilidad, mientras, encubriendo esta forma tra la ley «pJ:oductora» de la realidad de Kant como algo que se
suya de interrogación, habla de «mundo sin más». Así, escribe: manifiesta independiente de la actividad subjetiva: «Cuanto más
«... la equiparación ingenua y dogmática (incluso en los filósofos consciente llega a hacerse esta tendencia kantiana, tanto más insos-
'críticos') del conocimiento racional, matemático-formal, por una layable se vuelve este dilema. Pues el concepto formal de objeto
parte, con el conocimiento sin más, y, por otra, con 'nuestro' co- de conocimiento, elaborado de un modo enteramente puro, el nexo
nocimiento, aparece como señal distintiva característica de toda esta matemático, la necesidad que implica la ley natural como ideal de
época» 28 . Pero el contenido cualitativo es: uno en el mundo ex- conocimiento, va transformando el conocimiento cada vez más en
terior, separado de la facultad cognoscitiva por un profundo abis- una contemplación metódicamente consciente de esos nexos forma-
mo-es decir, insuperable dentro del proceso de conocimiento les puros, de esas leyes que se traducen en la realidad-objetiva-
que se manifiesta expresamente como científico-natural-, y otro sin intervención del sujeto» 32 . Los dos mundos en que se traducen
distinto en el mundo social creado por el hombre de un modo las leyes, en el uno con intervención del sujeto, en el otro sin
cualitativo en su contenido y no meramente formal. En este último ella, se hallan así claramente separados y ninguna teoría futura
el sujeto del pensamiento rompe las barreras de su propio objeto, podrá entreverarlos de un modo «filosófico» especulativo. El sino
del proceso histórico con el que es idéntico. Lukács, en una deli- fatal primario que pesa sobre la teoría de Adorno-Habermas hay
mitación crítica contra el punto de vista filosófico, expresa esto así: que buscarlo en el hecho de no haber reconocido esto, y no lo ha
«La concepción grandiosa de que el pensamiento solo puede con- reconocido porque la barrera ideológica de la reificación, en cuyo
cebir lo que ha producido él mismo ... , en su afán de dominar la abono acude muy bien la falta de distinción entre planteamiento
totalidad del mundo como algo autoproducido, se ha visto obligada filosófico y sociológico, no se vio tampoco completamente superada
a tropezar con la barrera insuperable de lo dado, de la cosa en por parte de la teoría crítica. Aunque más tarde someteremos
sí» 29 . La solución del problema consiste en verdad en «Ír más allá igualmente la teoría de H. Marcuse sobre la «racionalidad tecnoló-
de la mera contemplación» 30 , algo que la filosofía moderna ha gica» a una crítica tan dete1úda como la de Habermas, la explica-
ción de que H. Marcuse siga fiel en la parte principal de su obra
23
Ibídem, pág. 124.
31
" Ibídem, pág. 135. Ibídem.
'º Ibídem. 32
Ibídem, pág. 141.

40 41
a la cntlca dialéctica de la sociedad nos parece residir en el hecho efectiva de esa naturaleza o esa esencia, a su existencialidad con-
de que, esquivando la trampa kantiana, concibe y valora desde un creta» 35 . Marcuse pone de relieve en la parte teórico-social de
punto de vista teórico-social las intenciones filosóficas de Heo-el. su escrito que todos los conceptos filosóficos de la teoría marxista
En su i~vestigación Razón y revolución, Marcuse extrae con;ep- son categorías sociales y económicas que, una vez obtenidas, «ofre-
tos esenciales de la obra de Hegel, interpretándolos al mismo tiem- cen otra forma de verdad» que ya no «puede interpretarse 'retroac-
po desde un punto de vista teórico-social. Precisamente por ocu- tivamente' dentro de los conceptos de la filosofía» 36 • «Incluso los
parse de un filósofo cuyo objetivo no es el de la teoría tradi- primeros escritos marxistas», dice Marcuse 37 acertadamente, advir-
cional del conocimiento, se pierde en la exposición del problema tiendo de una irreflexiva supresión de los límites de la filosofía de
de una contemplación no superada. Pues la filosofía del «espíritu Kant, «no son filosóficos. Expresan la negación de la filosofía» 38 .
absoluto», no obstante sus divagaciones filosófico-naturales, no es El intento por parte de algunos representantes de la escuela de
más que la filosofía de una actividad «práctica» ontoloo-izadora de Francfort de .interpretar la teoría filosófica del conocimiento de Kant
la práctica social. Marcuse hace notar a este respecto~ «Mie~tras según el principio de la teoría marxista, no filosófica, de la socie-
las cosas en sí se hallaban fuera del alcance de la razón, esta se dad, acaba en un .intento de filosofizar esta teoría de la sociedad,
quedaba en principio meramente subjetivo, sin poder alguno sobre lo que acarrea como consecuencia una falsificación de ambas, es-
la estructura objetiva de la realidad, y el mundo se escindía en dos pecialmente de los conceptos de sociedad y de práctica. El desasimien-
ámbitos separados: subjetividad y objetividad, entendimiento y sen- to kantiano del principio de lo teleológico, que forma parte de su
sibilidad, pensamiento y ser. Esta separación no es para Heo-el en definición, configura el proceso histórico en su totalidad de una
prime~ término un problema gnoseológico. Una y otra vez pone
0
manera dudosa e .inconcebible, apareciendo este como un proceso
de relieve que la relación entre sujeto y objeto, su contraposición, que se inclina a priori hacia la reificación, y no ya solo dentro de
señala un conflicto concreto dentro de la existencia y que la so- la sociedad burguesa que la provoca en virtud de determinadas con-
lución, la unificación de los contrarios, es tanto una cuestión de diciones antagonistas y de la división de trabajo, es decir, no por
práctica como de teoría» 33. motivos filosóficos dados a priori, sino por motivos históricos.
De esta interpretación resulta que, en el ámbito de la «prác- No tener esto en cuenta engendra confusión. A A. Schmidt, un
tica» so.cial, pensamiento y ser no conocen terreno separado alguno. autor salido de la escuela de Francfort, no se le ocurre otra cosa
«Postenormente (Hegel, L. K.) describe la forma histórica del con- que situar a Marx en «un lugar intermedio, que solo puede fijarse
flicto como la enajenación del espíritu, lo que significa que el mundo difícilmente», entre Kant y Hegel:
d~ los objetos, originariamente producto del trabajo y del conoci-
«En el proceso entre Kant y Hegel, Marx ocupa un-lugar in-
miento del hombre, se sustantiva independizándose frente a este» 34. termedio, que solo puede fijarse difícilmente. Su crítica materialista
Dentro también de una formulación tan abstractamente ontoloo-iza- de la identidad de sujeto y objeto en Hegel le hace retornar a Kant,
dora como la siguiente-Marcuse la obtiene con una exacta re~ro­ sin aparecer a su vez en él, sin embargo, ese ser que no es idén-
ducción del razonamiento hegeliano-, la conceptuabilidad racional tico al pensamiento, como inconfundible 'cosa en sí'» 39 . Como el
del contenido depende de su posibilidad de traducción a lo social: planteamiento kantiano es por principio distinto del marxista, en un
«Algo es verdad cuando ... es idéntico a su concepto.» intento de comparación como el de la cita anterior los conceptos
«El concepto se usa en un doble sentido. Comprende la natu- de «sujeto» y «objeto» pierden nitidez en su precisión: el sujeto
raleza o la esencia de un objeto y representa por eso la verdadera 35
Ibídem, pág. 33.
conciencia del mismo. Pero al mismo tiempo se refiere a la realidad 36
Ibídem, pág. 229.
31
Ibídem.
38
33
H. MARCUSE: Razón y revolución (\1 emunft und Revolution), Neuwied, Ibídem.
39 A. Scm1unT: El concepto de naturaleza en la doctrina de iYiarx (Der Be-
1962, pág. 32.
H Ibídem.
griff der Natur in der Lehre van Marx), Francfort, 1962, pág. 103.

42 43
en .cuanto «c~nciencia sin más» se confunde con el sujeto como ser
activo, del mismo modo que el objeto en cuanto «cosa en sí» se
psicoiog'.,:. sigue siendo cuantitativa, desde el punto de v~sta d:!ª
di,1léctic2., en la medida en que, «de acuerdo con la razon», s1tua
confunde con el objeto corno condición exterior de vida, de que muchos objetos, sin tener en cuenta su diversidad cualitativa, bajo
forma parte también, además de la Naturaleza, la sociedad. un mismo concepto definido. La diferencia se halla fundada en
Tampoco aparece, ni siquiera indicado, en esta explicación ese último Iérmino en las dos formas de causalidad: la mecamca, que
conce~to de lo ~eleológico por el que se diferencian por principio actúa en la Naturaleza «muerta», y la causalidad estimulativa del
el «SUJeto» kantiano y el marxista. No basta con traerlo a conside- oraanismo vivo. Pero, al lado de estas dos, hay además una tercera
ración en. a!g~n lugar a posteriori, ha de ser incluido ya a priori
0
y distinta forma de causalidad, inconfundible con ellas: la causa-
en la defimcion de los conceptos aquí discutidos. Solamente con lidad de la conciencia, que se define teleológicamente.
t'.na tal inobservancia de ese concepto de lo teleológico, que cons- En la causalidad de la conciencia, la capacidad que tiene el
t1tuy:, des~e el ~rincipio la definición de «producción» y de la pensamiento de orientarse hacia metas y fines establece una espe-
relac10n suieto-ob1eto en Marx-no en Kant-, es posible llegar a cie de nexo entre causa y efecto que no puede ser puesto de acuerdo
la errónea conclusión-así lo hace sobre todo Habermas-de que con el curso de la causalidad mecánica ni con el de la biológica, ni
Marx ha entendido su teoría de la sociedad como una ciencia na- identificado en modo alguno con él. «Trascendentalidad» solo pue-
40
tural . La inclusión del concepto de lo teleolóaico en la definición de querer decir aquí conexión de interdependencias causales con
social sujeto-objeto impide ya en el mismo p~nto de partida tal leyes que ohran de acuerdo con condiciones de cuño teleológico.
malentendido, pues este concepto implica una idea de lo causal que Como la «apercepción trascendental» de Kant ordena («produce»)
es exactamente opuesta a la que sirve de base a la ciencia natural. la Namraleza de acuerdo con leyes naturales a las que falta cual-
Pues si la causalidad científico natural ostenta una validez pura- quier afirmación teleológica, es siempre solo la Naturaleza la que
men~e mecánica, l.a científico social una validez proporcionada por se halla sometida a este principio. En la teoría dialéctica de la
medio del pensamiento y por ello teleológica. sociedad, por el contrario, la Naturaleza constituye el mero su-
~l punto de vista marxista no es ya tampoco comparable al puesto formal del acontecer interhumano, q~~ no r~cibe sus con-
kantiano, entre otras cosas porque los objetos que se incluyen en la tenidos de la Naturaleza, sino de la «producc10n» activa, y por ello
«trascendentalidad» especulativa operativa del sujeto no son solo con un proceder teleológico, «de la vida». Lo que se ordena o
l~s objetos de la Naturaleza externa, sino su objetividad, propor- «produce» dentro de este acontecer no es Naturaleza, sino relación
cionada con el objeto social mismo, con las «circunstancias» o con social, con lo que, mirándolo también en este aspecto de la con-
las «relaciones de producción». Con el concepto de relaciones de sideración del problema, resulta evidente la inutilidad del intento
producción se. oh.tiene un concepto de objeto que se distingue por de poner en relación el concepto de «producción» de Kant ~on
completo cualitativamente del de las ciencias naturales. Este siaue el de Marx. Al decir Marx que en los productos creados social-
una causalidad de otra índole. " mente se materializan relaciones sociales vivas entre los hombres,
Ya dentro de la misma investigación ci~ntífico-natural, el con- contradice con ello, en lógica consecuencia, la idea usual de que el
cepto de ley no es algo tan unitario como lo haría esperar la idea hombre altera la Naturaleza. La alteración de las circunstancias na-
de «exactitud» científico-natural que tradicionalmente va unida a él. turales (p. ej., la transformación de un bosque en campo de cul-
Al lado de una forma de ley dirigida a lo cuantitativo, hay leyes tivo) sianifica alao enteramente distinto y coincide con lo que lla-
de índole cualitativa como las de la teoría darwiniana o las de la ruamos º «creación" social» de productos, que, precisamente
. como
psicología. Cualitativo equivale aquí a decir hallarse en oposición tales productos, representan solo a su vez formas objetivadas de
al ¡nodo de proceder matemático. Por el contrario, la ley de la trabajo y relaciones humanas vivas. Estas apa:ecen e.ntonces, .~º
solo, como dice Marx, corno «monsieur le capital», smo tamb1en
" J. HABERMAS: Conocimiento e interés (Erkenntnis und Interesse), loe. cit,. como una «madame la terre» de apariencia meramente natural.
páginas 85 y sg.
Los productos del trabajo humano objetivado, los «frutos» del

44 45
trabajo social, producidos por un hombre aferrado a la ·· trnscen· ble en codas sus formas con la interpretación de la doctrina de
dentalidad», pero nunca en el sentido de la apercepción ~rnscen· Mar:: como doctrina que procede «de acuerdo con leyes naturales».
dental de Kant, se convierten en la Naturaleza misma. Lo «produ· Lame::.::sblemente, Habermas no entra en suma a trat~r este pro·
ciclo», dentro de la teoría marxista de la sociedad, no es nu1;ca en ~ del modo imprescindible que ya había reconocido Werner
blenL • · 1 ·,
modo alguno Naturaleza, sino producto del hombre mismo, que Soinban -!3: en cuanto problema que se halla en 1~ter~e acion con
nunca aparece frente a la Naturaleza exterior como un <<Productor» '-·ca del marxismo considerado como una «ciencia• natural».
"d
1a Ctlcl
de la misma, sino, por el ~ontrario, como alguien que l; deja per·
<
De h2.ber poseído algún conocüniento del as~t?, hubi~ra tem o
manecer en su propio ser. Lo que el hombre produce no son ob- ,,cerle caer en la cuenta de que el determ1Il1smo umlateral no
jetos naturales, sino productos para los que la Naturaleza ofrece que 11·" d · d 1 · ·
tiene ni. puede tener lugar sistemático alguno entro .e . a ciencia
el material. Una vez transformada, en cuanto material, en el tra- ,,r,-1·--L" Ba1·0 esta nueva condición teórica de conoc1m1ento, hu-
n1co A~ °'' b bl
bajo, no es ya naturaleza, sino que pierde su carácter natural y biera ;:enido que deshacer su malentendimiento y es n:iu~ pro a e
1 a~ta hubiera caído en la cuenta de que su propia mterpreta-
qu e L1 -
se hace humana: se convierte en expresión de la existencialidad
1
humana en oposición a la existencia natural externa. Marx subraya ción mecanicista de la «racionalidad tecnológica», que e ocupa en
este hecho de la siguiente manera: «La propia mano humana es la amplia medida, se encuentra en un camino erróneo. Pero no ocu-
que produce una forma determinada ... contra o sobre el material rre nada de todo esto. Pues él (que de modo tan pedante toma tan
de trabajo» 41 . Por «mano humana» ha de entenderse el uabajo en serio cieno uso lingüístico en Marx, p. ej., el de subr.ayar. me-
manual que teleológicamente se propone fines y que «Crea» los ramente el rigor del procedimiento científico contra el idealismo
productos de acuerdo con estos fines «contra» un material tomado 0 el hablar en sentido figurado de la «ley de la natura~eza» o d~ la
siempre de la Naturaleza en el primer estadio de utilización de ma- «ciencia natural», como si se tratase de moneda efectiva) se mega
terial laboral y que, en cuanto tal, permanece sin mengua. En a hacer lo mismo allí donde esto resultaría más oportuno de acuerdo
esta forma de comprensión de la teoría marxista, la única posible con el sentido de la doctrina. Ni siquiera advierte que, en la, f~mosa
desde un punto de vista lógico, no queda nada de una «produc- formul8ción del prefacio de la Crítica de la economza polztzca de.
ción» de la Naturaleza, de tal manera que, al hacer otra imerpre- que «es el ser social el que dete~mina l.a conciencia», .1~ palabra
tación, Schmidt y Habermas incurren en la dificultad de situar a «determina» habría de querer declt propiamente «condic10na», en
Marx en un lugar claramente «fijado» entre Kant y Hegel. (Nada el semido de un condicionamiento de causalidad mecánica, en la
mejora la situación de este dilema el hecho de que Habermas re- medida en que el contexto en cuestión estuviera concebido de una
clame para sí los puntos de vista de Schmidt 42 .) manerc: científico-natural, cosa que no sucede, empero, en modo
La abstracción del telas, en la interpretación de Marx, que se algunc. .
ha llevado a cabo por culpa de la búsqueda de un apoyo en Kant, Nos interesa tratar esporádicamente la cuestión del «determi-
ha inducido a Habermas a formular contra aquel el reproche de nismo» 0 «indeterminismo» dentro del sistema marxista, .~on lo
haber entendido su teoría como una «Ciencia natural». Pero el mar- que se \'erterá una luz más clara no so~o sobre la ~uest1on ?el
xismo solo puede entenderse como ciencia natural bajo el supuesto carácter «científico natural», o lo contrario, de este sistema, smo
de definir al hombre como alguien arrojado a la determüiación de también sobre el problema de la <<racionalidad tecnológica», q~e. se
la causalidad mecánica de la voluntad. presenta bajo dos interpretaciones contrapuestas: una _determimsta
Una complicación, aunque solo sea lasa desde un punto de vista v otra dialéctica. La determinista corresponde a la misma escuela
dialéctico, del problema de la libertad de la voluntad, es incompati- de Francfort, a pesar de cualquier otra insistencia en el punto d:
vista dialéctico del método, pues conceptos tales como «someti-
H K. rvL.\R.X: El capital (Das Kapital), Berlín, 1967, vol. 1, pág. 403.
•z J. HABERMAS: Conocimiento e interés (Erkenntnis und Interesst), loe. cit, 41 w. Sor.IBART:
Los tres economistas nacionales (Die drei NatioalOfonomen),
página 49. Viena, 1932, págs. 169 y sgs.

46 47
miento a la Naturaleza» (Adorno) 44, «coacc1on técnico-operativa pleto sobre sí mismos, no existen en modo alguno. Dentro de la
como dominio» (Habermas) 45 y el de «proyecto tecnológico racio- totalidad de las relaciones sociales, la conciencia se convierte en un
nal» (Marcuse) 46, acuñados en último término por sus iniciadores, medio del ser, como también, a la inversa, el ser se convierte en
de un modo determinista, fuerzan a ello. un medio de la conciencia. Esto significa que, para la entrada en
La capacidad que tiene el hombre de obrar con miras a de- vfaor de la acción voluntaria, no se necesita solo un estímulo de
terminadas metas conscientes supone la capacidad de decisión vo- «f~era», para que el individuo se vea colocado efectivamente ante
luntaria, y por ello libre, de elegir entre diferentes metas posibles. la necesidad de adoptar una decisión entre distintas metas posibles,
De esto puede deducirse que el hombre dispone libremente de su sino que las condiciones sociales y el papel que corresponde a los
decisión voluntaria. En efecto, es esto lo que sucede en un sen- individuos dentro de ellas intervienen también, de tal manera que
tido perfectamente determinado y especial, pero precisamente solo eligen «libremente», y por ello a voluntad, aquellas metas que les
en un sentido determinado y especial. Considerando con más exac- son sugeridas en cierta manera y dentro de un cierto círculo. En
titud la totalidad del modo de existencia propio del hombre, de- un cierto círculo quiere decir aquí que además intervienen factores
terminado socialmente, no puede seguir considerándose a este como especiales que pueden actuar con mayor o menor variación y que
un ser singular y aislado, que es lo que ocurre a menudo en la constituyen el momento de lo que llamamos contingencia. Las con-
filosofía y en la ciencia burguesas. Definido como ser singular y tingencias tienen el significado de atraer y relajar aún más hacia lo
aislado, el hombre dispone efectivamente de libertad en su voluntad, meramente tendencia! las conexiones causales de carácter general,
pero, considerando este ser singular en su relación social con los modificadas de un modo teleológico, que toman ya el carácter de
demás seres singulares, se obtiene por resultado que el hombre tendencias a causa de su modificación para lo teleológico-y estas
hace uso, es verdad, libremente de su voluntad, pero de tal ma- tendencias, dentro del ámbito social, quieren decir precisamente
nera, sin embargo, que el resultado está al servicio de sus intencio- «leyes»-, algo que a su vez constituye la conocida dificultad de
nes vitales de adaptación a las condiciones históricas que le rodean. la investigación teórico-social «rigurosa».
Por eso, considerando con más exactitud la totalidad de la existen- A ello se une el hecho de que cuanto más nos alejamos del
cialidad humana, resulta que la voluntad libre del hombre dentro plano del acontecer puramente económico, las decisiones subjetivas
de las relaciones sociales prácticas es también al mismo ríempo no se van haciendo cada vez más variadas de acuerdo con la posibili-
libre, en la medida en que, en cuanto está obligada a regirse de dad que se ofrece a causa del creciente papel de lo contingente.
acuerdo con las correspondientes circunstancias objetivas, su por- Se desarrolla entonces una incongruencia dispersa entre una voluntad
tador no puede negarse a sí mismo. puramente social y una ideológica (p. ej., política) en forma de
El modo en que se discutió hasta ahora este problema en las vacilación, mezcolanza o recubrimiento mutuo de ideologías diver-
filas de los defensores de la libertad absoluta de la voluntad, mues- sas, con lo que se fortalece todavía más la impresión de una liber-
tra a las claras la barrera subjetivista. Werner Sombart creía haber tad plena de la voluntad. La ilusión consiste en que el individuo
refutado el marxismo oponiéndole la frase de Lessing de que «nin- toma determinadas configuraciones ideológicas por lo que no son,
gún hombre ha de forzosamente tener que» 47 • Solo que hombres adjudicándoles meramente concordancia con sus verdaderos inte-
tales como los que Sombart tiene ante los ojos, colocados por com- reses y metas prácticas por tanto tiempo como se necesita hasta
que la Historia le alecciona mejor y le obliga a un cambio en sus
u M. HORKHEIMER y TH. W. AnoRNO: Dialéctica de la Ilustración (Dialele- concepciones.
tik der Aufkliirung), loe. cit., pág. 4.
45 Esta posibilidad de movimiento contradictorio dentro del ám-
J. HABERMAS: Técnica y ciencia como ideología (Tecnik und Vlissenschaft bito de lo ideológico prueba la existencia de una voluntad libre en
als Iáeologie), Franefort, 1970, pág. 83, passim.
46
H. MARCUSE: El hombre unidimensional (Der eindimensionde Mensch), una relación subjetiva y su simultánea inexistencia en una relación
Neuwied, 1967, pág. 166, passim. objetiva. Es subjetiva la posibilidad de elección, prácticamente hasta
47
W. SOMBART: loe. cit., pág. 265. el infinito, entre metas diversas. Nunca se puede decir cómo al-
48 49
incluso sen progresistas en extremo se esfuerzan en precaver a otras
guíen se decidirá. Pero, a pesar de todo, resulta acertado afirmar
de carácter revolucionario frente a toda acción irreflexiva que, en las
que, desde el punto de vista objetivo, mirando las cosas desde el
condiciones científico-técnicas existentes, no puede tener por conse-
todo social, sobre la base de una determinada estructura social, se
cuencia más que una reacción total que arruinaría toda reforma de
forma una serie de actitudes dirigidas ideológicamente que se hallan
la sociedad por medio de una «acción sin violencia». Uno de los
«de acuerdo con la época», es decir, que han de adscribirse a
más señalados exponentes de esta dirección es O. K. Flechtheim 49 .
determinados grupos sociales. Pues los problemas que surgen de la
La argumentación es capciosa. Su defecto consiste en la fundamenta-
estructura social contradictoria de la sociedad plantean al que re-
ción demasiado racional de las posibilidades futuras de un cambio
flexiona determinadas cuestiones, cuyas «soluciones» se mueven den-
social profundo sobre la base, como es uso en las ·actualidad, de es-
tro del círculo de las tendencias, posibilidades e intereses sociales
timar el acontecer social como algo endurecido hasta el grado de
vigentes.
El mismo Sombart, que defiende el punto de vista radical del convertirse en un Moloch tecnológico, contra el que ya no puede
indeterminismo, llama la atención sobre la homogeneidad media de hacerse nada porque la superestructura que lo ha producido ocupa
la conducta de los empresarios en el mercado 48 . Pero ¿de dónde por completo las cabezas, se ha sustantivado y no hace más que
viene esta homogeneidad aproximada? El empresario va al mercado robustecerse 50 • Flechtheim se ve sometido así a esa ideología cuyo
para vender sus géneros y obtener un precio que sea lo más favo- efecto tecnológico racional sobre las masas sabe ver y siente como
rable posible. Pero puede suceder entonces que, por propósito aná- un peligro. Et exigir la no violencia es la consecuencia de ello. Como
logo de muchos empresarios, se detenga la venta, el precio baje y si lo contrario, la violencia, fuera algo que pudiera exigirse. La exi-
resulte precisamente lo contrario de lo que estos querían con- gencia revolucionaria de nuestro tiempo no es la de la violencia, sino
seguir. Este ejemplo ha llegado a hacerse hipotético ante la exis- la de saber ver lá dialéctica de la sociedad capitalista tecnológica,
tencia del monopolismo actual. Mas la coincidencia de muchos indi- la de no dejarse impresionar por su apariencia de invencible «con-
viduos y sus motivos es precisamente algo por entero distinto del dición de ley natural»-ni tampoco por la apariencia, surgida dentro
móvil que lleva a obrar a uno solo, pues de esa coincidencia de mu- de este ámbito ideológico, de la «desaparición» del proletariado, de
chos y sus motivos se origina una tendencia que se opone al indi- su «aburguesamiento», o de su modificación hasta alcanzar el es-
viduo singular como una barrera para su voluntad libre, es decir, tadio de la pérdida de efectividad, de su enajenación, etc.-y de
no son ya solo los motivos subjetivos del obrar los que marcan la crear, con un constante esfuerzo de crítica, de análisis y de ilustra-
norma-motivos que, por su parte, están extrapolados de la «situa- ción, del que forman parte también acciones tales como asambleas,
ción» social-, sino también las tendencias objetivas que se hallan discusiones y demostraciones, una oposición ideal que pueda aban-
tras ellos. donar confiada lo que quiera que sea a la irracionalidad de futuros
Si, a base de hacer abstracción de lo teleológico en todo obrar acontecimientos históricos. De esta irracionalidad, que ha caracte-
humano, se llega a la idea de una absoluta sustantivación de las rizado toda la historia transcurrida hasta ahora, y en la medida en
tendencias objetivas frente a los motivos subjetivos que se hallan que la consideramos futura mirándola desde una determinada época,
tras ellas, puede ocurrir con demasiada facilidad que se naturalice forma parte la mutua interacción de los países. Pensemos tan solo
el proceso social y que la «racionalidad tecnológica» adquiera un en la posibilidad de una futura desestalinización total del Este y en
carácter natural, en lo que se halla implícita una ideología introdu- el efecto ideológico de esta transformación sobre el Oeste; ejem-
cida en principio subrepticiamente bajo la teoría marxista. plo: Dubcek, cuya nueva línea marxista humanista ha provocado
El sentido del intento de restablecer la teoría en su significación
dialéctica es también político. Bajo la impresión de la poderosa fuer-
za con que el proceso te~nológico lo subordina todo a sí, fuerzas que 49 O. K. FLECHTHEI.M: «Socialismo y acción sin violencia» ( «Sozialismus und

gewaltfreie Aktion»), en Izquierda (Links), enero, 1971, págs. 16 y sgs.


50
48
Ibídem, pág. 18.
Ibídem.

51
50
como por encanto esa divisa popular, que quiere decir modificadora la fras:: hegeliana «el todo es lo verdadero») de que «el todo es
de la conciencia de las masas, de un «comunismo humano». lo que EO es verdadero» 51 .
Si Flechtheim se esfuerza en llevar a cabo su argumentación Para hacer posible tal filosofía de la Historia, en que todos los
desde un punto de vista sociológico, Adorno y Marcuse filosofizan momentos positivos y progresivos, aunque no exentos de contra-
la Historia-este último a pesar del notorio esfuerzo en pro de la dicción, de esta se interpretan en un sentido negativo, ha de
puesta en claro de la diferencia entre concepto filosófico y teórico-so- empezarse por establecer un axioma que lo abarque todo fi-
cial-, que circunscriben como una historia de la liberación frente a losóficamente y que degrade todas y cada una de las ma-
la Naturaleza bajo la figura, de este modo idéntica, de su sometimien- nifestaciones singulares al rango de insignificancia unidimen-
to progresivo. Bajo la impresión de los horribles acontecimientos his- sional. En Adorno es el axioma, presupuesto a modo de pecado
tóricos acaecidos durante su vida, filosofizan el proceso histórico por original, de la «emancipación» bajo el manifiesto revestimien-
medio del método de la segregación abstracta de su crítica de muchos to ideológico de «ilustración». En Marcuse es el axioma del «pro-
fenómenos singulares concretos, hasta situarlos a aquella altura de vecto», que se entiende de un modo emparentado con el ante-
su inteligibilidad en que todo se configura, «del modo propio a una
~ior y próximo también a una especie de pecado original. Lo que se
filosofiza hasta convertirlo en abstracto, en este modo de concebir
filosofía de la identidad», en la unidad cerrada de la negación. El re-
las cosas, es el concepto marxista de enajenación. Pero si este vive
sultado es la total identificación entre los conceptos de superación pro-
de las manifestaciones concretas de la Historia-de tal manera, por
gresiva de la barrera natural, de razón y de dominio. Lo que hasta en-
ejemplo, que aparece ligado a la historia de las clases-, el de la
tonces poseía tono positivo, como, p. ej., los conceptos de «progreso»
escuela de Francfort vive del mito de su irrupción irracional, aun-
e «ilustración», se convierte en símbolos del dominio del hombre
que ocasionalmente encubierto, en particular en Marcuse, por remi-
sobre el hombre y del incoercible progreso de sometimiento que se
niscencias histórico-espirituales que tienen también presente las
expresa con él. Razón y dominio llegan así a una mutua identidad, de
relaciones antiguas entre las clases. Al mismo tiempo, no puede ne-
tal manera que la razón produce dominio y al mismo tiempo se some- garse que precisamente el apoyarse en Marx es lo que pone a Ador-
te a este. Tras el «enmascaramiento total» de una supuesta emancipa- no en situación de decir algo interesante por lo que se refiere a
ción, se esconde la conversión en objeto de un sujeto que piensa y algunos aspectos críticos particulares, aunque más en una forma in-
obra racionalmente. Lo que se hace evidente en definitiva con una geniosamente declamatoria que rigurosamente analítica. Esto es tam-
relevancia práctica es el carácter tecnológico, que se traduce en do- bién lo que ha hecho posible a Marcuse realizar algo significativo
minio, de toda razón, con relevancia práctica, porque, por lo menos respecto a la crítica de la sociedad burguesa con ayuda del psicoaná-
según Marcuse, sus conceptos puros tienden· a la verdad y la li- lisis freudiano.
bertad. De un modo que resulta inmediatamente visible, Adorno y Mar-
A causa de la forma filosófico-abstracta que adopta la interpreta- cuse vienen a encontrarse en la comprensión de la «razón tecnoló-
ción del proceso histórico en su conjunto, esta concepción cae en gica». Habermas continúa consecuentemente por el camino de la fi-
una proximidad macabra con esas filosofías de la Historia que dan losofización de la problemática teórico-social. Considerándolo ex-
preeminencia a las fuerzas que actúan irracionalmente; la razón mis- teriormente parece escapar de él, en cuanto no presupone de modo
ma se vuelve aquí irracional. Como además estas fuerzas se con- axiomático irracional ni el «proyecto» ni la «emancipación», sino
ciben como adheridas al mal negativo, esta concepción se desliza que se dirige a lo biológico partiendo del concepto, que se ofrece
hacia lo nihilista. La dirección en su conjunto no se halla tan lejos de una manera realista, de «deficiencia orgánica». Pero, por lo que
de esa ideología del irracionalismo nihilista, que debe adscribirse a al resultado se refiere, no se abandona el terreno de la concepción
la burguesía decadente, como hacen creer las reservas utópicas, no abstracta filosófico-histórica, pero se le asigna la consecuencia,
deducidas de los hechos, y toda la relación crítica respecto al mundo
burgués. Por eso, Adorno puede verificar la formulación (invirtiendo st TH. W. ADORNO: lv!inima moralia, Frandort, 1967, pág. 57.

52 53
todavía más cuestionable, de que la perspectiva biologísta conduce
inevitablemente a un concepto de tecnología de carácter rnl que
viene a hallarse muy próximo al materialismo mecánico vulgar.
Lo que en el proceso del ser histórico contradictorio se declara
en Marx como enajenación, fetichismo y segunda Naturaleza, y que
al mismo tiempo impulsa a oponerse a ello a causa de su efecto
deshumanizador-cosa que actualmente se ve impedida por la fra-
casada unidad de stalinismo, socialdemocracia, movimiento sindi-
cal y escuela de Francfort-, se deforma, por medio de un método
CAPITULO 2
de filosofización de la Historia, como marxonihilismo hasta convertir- INTELIGENCIA BUROCRACIA
se en algo <mnidimensional» ante lo cual se vuelve irrelevame como
Historia.
Y MINORIA SELECTA
EN LA "SOCIEDAD TECNOLOGICA,,

LA moderna «sociedad tecnológica», como hoy se la llama,


en virtud de una estructura reificada en extremo, produce por fuer-
.za la apariencia ideológica de un cambio del antiguo dominio de
unas clases sobre otras por el dominio anónimo, que somete a todos
los miembros de la sociedad, de una tecnología servida y orga-
nizada conscientemente, es verdad, por hombres, pero configurada
en forma de un automatismo autónomo. El Estado no solo va ca-
yendo también víctima de esta apariencia hasta convertirse en ob-
jeto de este automatismo tecnológico, sino que se constituye pre-
cisamente en uno de los órganos más importantes de realización
del mismo. Para mostrar que también aquí engaña la apariencia
fetichista, es decir, que tras el proceso tecnológico, determinándolo
en cuanto a contenido y dirección, siguen hallándose todavía las
clases dominantes y sus fuerzas estatalizadoras, entre las cuales las
más importantes son la inteligencia nihilista, la burocracia tecnoló-
gica y la minoría selecta burguesa y parásita, resulta necesario pre-
sentar una especial y ampliada «teoría marxista del Estado» más
adaptada a la nueva situación social.
La teoría del Estado que nos sirve de pauta es la marxista,
ampliada, sin embargo, por algunos momentos que caracterizan a
la sociedad moderna de manera específica. Los hechos que se hallan
aquí en cuestión pueden formularse de la siguiente manera:
1. La teoría marxista tradicional del Estado es válida para
toda sociedad de clases y, por consiguiente, también para la bur-
guesa, pero por lo que se refiere a esta y sus especiales circunstan-

55
cías viene a querer decir que su libertad formal no e:s:duye en que esrns suelen destacar de la totalidad social un aspecto único y
modo alguno un poder encarnado en la burocracia, Policía y Ejér- llamativo que declaran como concepto mismo del Estado y sobre
cito, sino que confiere a estos dentro del sistema un valor de po- el cual edifican luego el resto de la teoría (teorías aristotélica, pla-
sición modificado. tónica, del derecho natural, organicista, jurídica, corporativa e ins-
2. Esto significa que, a causa de su relación con la forma bur- trrimenrnl del Estado)-, el verdadero problema es la diversidad en-
guesa de libertad, que sigue siendo una forma antagonista, no tre Estado y sociedad dentro de su identidad o la identidad de sus
basta ya con este poder, sino que el mismo ha de verse continuado diferencias. El Estado en cuanto mero «aparato» de la sociedad es
en lo ideológico de una manera que es, p. ej., diferente por prin- verdadero Estado tan poco como pueda serlo la contabilidad res-
cipio de la medieval y que encuentra sus exponentes inmediatos en pecto a un negocio. Si desde Hegel y Marx venía· siendo válido su-
las tres manifestaciones de la inteligencia burguesa, de una buro- perar la equiparación de Estado y sociedad, lo válido es hoy volver
cracia sumamente formalista y de la minoría selecta de la alta bur- a descubrir de nuevo, con una reconsideración radical, la escondida
guesía. referencia dialéctica de ambos y superar la opinión, dominada por
3. En la fase de configuración decadente, propia de la bur- el superficial aspecto externo, de que los dispositivos instituciona-
guesía tardía, de la sociedad capitalista, estos tres estratos adoptan les d~ la sociedad, en la medida en que hacen su aparición como es-
la figura concreta de una inteligencia que refleja la conciencia nihi- tatales, basta~ para constituir de manera suficiente eso que se llama
lista irracionalista de esta época, de una burocracia que traduce a Estado.
la práctica la conciencia tecnológica y de una minoría selecta pará- En su determinación más general, Estado no quiere decir más,
sita que incorpora el goce orgiástico de toda la clase burguesa en pero tampoco menos, que la sociedad formada por el resultado total
la forma de vida «modelo» de la decadencia. · de cuanto constituye su posibilidad de existencia bajo determinadas
En lo que sigue vamos a desarrollar, por consiguiente, los pro- condiciones históricas. Puede decirse también que el Estado es el
blemas de la teoría del Estado bajo el aspecto de la relevancia que resultado total de la sociedad en la medida en que se ve este total
puedan tener para ellos los tres estratos mencionados, ante todo como la culminación, elevada por encima de la vida meramente
con una generalidad teórica, para analizar a continuación su fun- económica y social, en una totalidad comprensiva del ser social en
ción específica por lo que se refiere a la sociedad «tecnológica» de la que el ser y la conciencia, que aparecían separados, se resumen en
la burguesía tardía. una unidad que todo lo subordina a sí. Ha de subrayarse aquí de
Como el Estado no aparece en ninguna parte sin sociedad, esto la m::mera más nítida, fundamentándolo además, que esta concien-
quiere decir ante todo que allí donde existe-y existe solo en la cia se nos presenta en cuanto estatal, es decir, en cuanto conciencia
sociedad antagonista-hace patente el modo de ser determinado de que influye e imprime su cuño a la totalidad de la convivencia
una sociedad que siempre y en cada caso ha llegado a hacerse his- orientándola hacia un fin determinado, o sea, a su vez estatal, bajo
tóricamente, llegando a la identidad con ella de un modo que es una triple figura: intelectual, burocrática y minoritaria. Si el Esta-
siempre y en cada caso particular. Por otra parte, el Estado no es do es esa totalidad, ajustada a las condiciones económicas, en que
la sociedad sin más, sino que adquiere frente a ella cierta particu- culmina la existencialidad social, si es esta misma llevada a su má-
laridad no comprendida en el concepto de sociedad. Pero el hecho xima posibilidad de configuración, las fuerzas, incluidas en su esen-
llamativo sigue siendo el de que el Estado no «adviene» tan solo cia, que imprimen su cuño ideológico, que lo mantienen y que, por
después de la aparición histórica de la sociedad correspondiente, sino eso, lo constituyen, son idénticas a él. La simultánea unidad y di-
que desde el momento mismo de la aparición de esta se da una forma versidad de Estado y sociedad se manifiesta principalmente en el
de vida estatal, se transforma precisamente en un Estado, siendo hecho de que la estructura socio-económica promueve hasta lo su-
idéntica a él-en un sentido dialéctico-desde el principio. praeconómico la totalidad de las relaciones prácticas interindividua-
El verdadero problema de toda teoría dialéctica del Estado-que les configurándola hasta la última consecuencia de las posibilidades
se distingue de las numerosas teorías no dialécticas por el hecho de inherentes a ella y de que, tanto en una permanente identidad con-

56 57
sigo misma como en la producción de nuevas instituciones, da como de que la Comuna de 1871 no solo hizo p:~azos el ªP.ª~ª~º esta·
resultado el Estado. tal, sino que «ocupó todos los puestos, adro1illstrando, dmg1endo y
Por eso Marx y Engels han considerado el Estado como algo enseñando por medio de una elección hecha de acuerdo con el su-
perteneciente a la superestructura. En la medida en que, bajo el su- fraaio universal y ciertamente con la posibilidad de revocación en
puesto de la identidad, puede verse el Estado como algo relativa- todo momento por parte de los mismos participantes».
mente particular, no se presenta ya como mero «instrumento», sino Aunque el carácter de estos estratos se ha modificado fundamen-
como un modo particular de ser de la sociedad, de la totalidad de la talmente, tropezamos ya aquí con esa triple realidad. Los «políticos
misma. Esta totalidad, consumada y llegada a sí misma por encima en cuanto dueños de la sociedad» tienen ciertamepte algo que ver
del ámbito económico, se expresa en multitud de aspectos, pero con la cima de la clase dominante, con su minoría selecta, que, en
principalmente en aquellas fuerzas que, como producto del proceso contraposición a lo que ocurre hoy, entonces era todavía activa 3 ; los
de configuración en una totalidad, están encargadas al mismo tiempo elementos «administrativos» y «directivos» remiten a la burocracia,
de la reproducción de la misma, en la medida en que la reflejan de v los «docentes», por último, a la inteligencia. El «aparato» visible
una manera adecuada a esta totalidad y su antagonismo y la confi- del Estado no se reproduce por sí mismo de una manera misteriosa,
guran por medio de esta reflexión. No es exagerado decir que es sino que se ve reproducido constantemente por la efectividad de las
en ellas en las que el Estado se encarna. Otros dispositivos estatales fuerzas sociaks que marcan la norma y que están constituidas por
de naturaleza instrumental (Policía, Ejército, burocracia) o política la inteligencia, que crea los supuestos ideológicos; por la burocracia,
(partidos, asociaciones) solo contribuyen en realidad de un modo que lo organiza, y por la minoría selecta, que determina política Y
secundario a la comprensión del Estado, algo que, por lo demás, se culturalmente la totalidad social.
desprende también de la lectura de los textos de Marx y Engels. Como quiera que pueda configurarse en particular la relación
En contra de una teoría del Estado concebido de modo uni- de medio entre estos tres estratos, que han de definirse en primer
lateralmente instrumental, que se limita a poner de relieve el apara- término como portadores de ideología, y la totalidad social, es esta
to opresivo en la figura de la Policía, el Ejército y la burocracia, Marx relación de medio la que acuña su esencia. La tendencia más o me-
permite también otra versión. En El capital se halla la indicación de nos acusada en determinadas condiciones a la sustantivación de las
que en los países anglosajones apenas si existe este aparato 1. En su formas ideológÍCas en que se manifiestan estos tres estratos no jue-
discurso de Amsterdam de 1872 hace notar que en algunos países,
ga aquí papel decisivo alguno frente al proceso social. .Marx formu-
como son especialmente los anglosajones, así como también en
la en cierta ocasión la pregunta de cómo puede explicarse que el
Holanda, no ha de excluirse por eso el paso al socialismo sin vio-
arte antiguo no haya perdido su poder de sugestión sobre los hom-
lencia. Con motivo del vigésimo aniversario de la Comuna de Pa-
bres a través de las épocas 4 . Y en otra ocasión dice: «¿Cómo puede
rís, Engels pone de relieve que en América, en lugar de Policía,
Ejército y burocracia, son los políticos quienes se señalan como suceder... que los intereses de las clases... se materialicen cada
«dueños de la sociedad»: «Aquí no existe... Ejército permanente una de las personas y adopten en esta materialización la forma
fuera del par de hombres necesario para la vigilancia de los indios, de intereses generales?... ¿Cómo puede suceder... que la conducta
ni burocracia alguna con empleo fijo o derecho a pensión. Y, sin ern- nersonal de los individuos tenga que objetivarse, enajenarse, Y al
bargo, nos encontramos con dos bandas de especuladores que toman ~ismo úempo, en cuanto poder Ít'1dependiente de ella producido por
posesión alternativamente del poder del Estado ... » 2 . Es de gran el trato, subsista sin aquella, se transforme en relaciones sociales, en
importancia la manifestación hecha por Engels, en el mismo contexto,
~ L. KoFLER: Estado, sociedad y minoría selecta (Staat, Gesellschaft und
1
.MEW, 23, pág. 20. Elite) Ulm/Donau, 1960, págs. 36 y sgs. ·
2
F. ENGELS: «Prólogo» a la reedición de «La guerra civil en Francia» (Der • K. 1v1AL'C: Elementos para la crítica de la economía política (Grtmdrisse de1
Biirgerkrieg in Frankreich), de K. Marx, 1981, en MEW, 22, pág. 198. Kritik der politischen ólw11omie), Berlín, 1953, págs. 30 Y sg.

58 59
una serie de poderes que la determinan, ia subordinan y aparecen a la vez que determinada de un modo pasivo, y que al mismo tiem-
por eso ante la imaginación como poderes 'sagrados'?» 5 . po produce la vida social con su actividad, a la vez que depende de
La teoría burguesa actual se asombra de la sustantívación del este propio producto suyo, se halla dentro de un proceso de cons-
fenómeno de la superestructura frente al proceso social, concibien- tante interacción con la totalidad de la vida social, de tal manera
do ciertamente la superestructura ideológica, a la que define como que inmediata o mediatamente configura todas las partes de esta
motivada por la racionalidad tecnológica, en cuanto superestructura totalidad, también el Estado. Ya solo por el hecho de su existencia
completamente autónoma, en cuanto fetichizada, diría Marx. En actúa en todas partes, aun cuando su conducta sea la de la pasividad.
Marx la sustantivación ideológica no es nunca absoluta, sino sola- El Estado ha de definirse por consiguiente como el conjunto de
mente encarnada en las ilusiones ideológicas, «objetivada» solo de los modos de conducta de los individuos a quienes está confiada
esta forma. La conciencia burguesa toma la ilusión al pie de la forzosamente una función «política», activa o pasiva, como una con-
letra. Por eso, el crítico de Marx A. Künzli 6 , pertrechado con los tinuación orgánica de la función social primaría. El Estado no es
conocimientos maravillosos de una astrología «propia de la psico- por eso una mera institución u organización, un aparato o «cosa»,
logía profunda», afirma con arrogancia fetichista: «. . . fenómenos aunque se sirva de aparatos, sino nada menos que la totalidad
de superestructura, que hoy han transformado así mismo su carác- comprensiva y llevada a su plenitud de lo social mismo. Y comó
ter, ya que se han emancipado hasta un cierto punto de la base esta totalidad solo puede concebirse además como una totalidad
económica, en parte precisamente gracias a la técnica ... » 7. ¡Qué de relaciones que se reproducen activamente de manera constante
sería del Estado burgués de hoy sin Künzli! Pertenece a esa inte- no se presenta como algo fijo, sino como un proceso dimanante d~
ligencia que lo reproduce permanentemente por sí misma por el ca- la conducta humana.
mino de la reproducción permanente de ideologías que lo conser- La vida particular del Estado, dentro de su identidad con la
van. Es una parte de este Estado, en cuanto es parte de una inte- sociedad, se impone allí donde cesa la vida ciegamente espontánea
ligencia que, juntamente con la burocracia y la minoría selecta de de esta sociedad. Si solamente hay Estado allí donde existen clases
la alta burguesía, entra en la relación de una identidad dialéctica antagonistas, si, en cuanto algo particular, descansa en la existencia
con el. Mas esto ha de fundamentarse más de cerca. de una escisión entre clases sociales, su identidad con la sociedad se
La raíz primaria de una existencialidad socialmente estatal es manifiesta, por otra parte, en el hecho de que la totalidad de la
el sujeto individual activo-pensante que, gracias a su conduc~a ac- conducta «política» y consciente de las clases, en cuanto conducta
tivo-pasiva ( «tatig-leidendern>, dice Marx) «produce» el Estado. dirigida a un orden, constituye el plano primario de la estructura
Como el Estado no existe independientemente de la sociedad, hay interna del Estado. Esta determinación del Estado ahota ya am-
que partir de esta en cuanto conjunto («ensemble») de individuos pliada, sigue siendo correcta, aunque cada una de 'las clase~ anta-
activos. Como le ocurre a esta, el Estado no es tampoco algo que gónicas no muestre en su totalidad la mayor parte de las veces
se cierna místicamente sobre las cabezas de los individuos, sino la inclinación a una actuación política consciente o no sea capaz de
los individuos mismos en su actuación conjunta. Así como hay una tal acción. En su función primaria, las clases se encargan de tareas
dialéctica entre lo individual y la sociedad, hay también una dia- económicas y rigen sus intereses de acuerdo con ellas. La promo-
léctica entre esto individual mismo y el Estado. El individuo, que ción de las clases hacia lo supraeconómico acontece con la ayuda
se encuentra simultfoeamente en una posición de actuación activa, de las fuerzas llamadas a ello, es decir, de fuerzas que se forman de
manera espontánea. En esta idea hay una duplicidad de aspectos.
5
K. NIARX: La ideología alemana (Die deutsche Ideologie), rn ?rime- En primer lugar, el Estado, en cuanto forma de la sociedad de
ros escritos, Hamburgo, 1932, vol. 2, pág. 545. clases, no es otra cosa que la totalidad dé esta sociedad, entendida
6
Cf. la crítica de W. F. HANG a A. KüNZLI, en Argumento (D:,s Argu- como la totalidad de los modos sociales, y, más allá de eso, políticos,
ment), 63, Berlín, 1971, págs. 86 y sgs. en la conducta de las clases entre sí. Pero, en segundo lugar y al
7 A. KÜNzLI: «Teorías clásicas y políticas y 'tecnología'» ( «Klassische und

politische Theorien und 'Technologie'»), en Futurum, 1970, núm. J, pi5. 545. mismo tiempo, el Estado se presenta como la totalidad de aquellas

60 61
pitalismo tardío.
• En la medida en que esta intelicrencia
ti , bai'o una
fuerzas particulares que ponen en actividad estos modos de conducta
figura en sí ciertamente diferenciada, pero que se rige en último
en una dirección determinada, concretamente al servicio de la so-
término por el mismo denominador ideológico, o sea, por el de la
ciedad de clases. Es verdad que el Estado no mantiene unidos a los
relación dialéctica contradictoria de racionalidad e irracionalidad en
la medida, pues, en que con un esfuerzo permanente reproduc~ la
individuos, sino que los individuos sociales mantienen conjunta-
mente al Estado, dice Marx en La Sagrada Familia: «El interés
cienci~ específica de la sociedad del capitalismo tardío, reproduce,
aglutina a los miembros de la sociedad burguesa; el burgués y no
del mismo m?do que lo hace por el lado económico la parte prác-
el político es su vínculo real. Así pues, el Estado no mantiene uni-
ticamente activa de la burguesía, la vida social por el lado estatal.
dos los átomos de la sociedad burguesa ... » 8 . La actividad social
En ello la cualidad de estatal no es la actitud meramente ideoló-
de los individuos que con ayuda de fuerzas especiales ofrece una
gica abstracta de estas inteligencias, sino el efecto práctico de sus
tendencia que apunta más allá de lo puramente económico, produ-
abstracciones ideológicas.
ce el Estado. Estas fuerzas especiales, que comprenden solamente
Algo que puede verse de modo más inmediato y menos con-
a los miembros activos de las clases, son la mano prolongada de la
trovertido es el papel estatal de la variedad tecnológica racional de
sociedad. Marx confirma esta tesis del papel especial de los miem-
la ideología de la inteligencia en cuanto nihilista irracional. El mo-
bros activos de la sociedad frente a los pasivos en La ideología
tivo se halla, por una parte, en que las ideologías no tecnolócricas
CJ!emana: «La división del trabajo... de tal manera que, dentro
en comparaci9n con las tecnológicas, aparecen más alejadas de l~
de estas clases, una parte aparecen como pensadores de esta clase,
práctica; y, por otra, en que el nihilismo irracionalista en su mani-
mientras que las otras se conducen de modo más pasivo y recep-
festación actual se ofrece bajo un revestimiento científico racional
produciendo, a través de esta forma de ilusión, que se mitific~
tivo frente a estos pensamientos e ilusiones, porque ellos son en
realidad los miembros activos de esta clase y tienen poco tiempo
hacia f~era. hasta convertirse en ideología de la «desideologización»,
para hacerse ilusiones y elaborar pensamientos sobre sí mismos» 9 .
la apariencia de su negación teórica. Erich Fromm da acerca de
De este modo, al lado del concepto general de Estado como
esto un ejemplo ilustrativo tomado de la psicología burguesa. Mien-
algo idéntico a la sociedad, se ha obtenido un concepto, derivado
tras que Marx, dice, no toma al hombre enajenado por el hombre
de aquel, más verdadero y estricto, como algo constituido por las
natural, por el hombre en sí, lo cual significa, añadimos nosotros,
fuerzas mencionadas. Estas solo pueden ser fuerzas tales que, por
que hace que se considere al hombre no como alguien nihilística-
una parte, se hallen vinculadas inmediatamente a las clases que
mente enajenado a priori, según los modelos reflejados por la so-
deter1Jlinan esencialmente el Estado, pero, por otra, ejerzan su efecto
ciedad capitalista, sino que lo deja abierto como alguien que existe
de una manera propia, radical e «independiente», por estar si-
dentro de la relación sujeto-objeto, abierto hacia todas las posibi-
tuadas más lejos de las tareas inmediatas de la economía social
lidades históricas, la psicología burguesa sigue sin crítica esa consi-
y sus intereses y por eso dirigir más su atención a la totalidad de
deración del hombre, a que se ha llegado de un modo irracional,
la vida social y estatal, jugando así un papel normativo que penetra
como alguien enajenado por naturaleza: «La psicología académica
prácticamente la sociedad entera por medio de «ilusiones y pensa-
y experimental moderna es en una amplia medida una ciencia en
mientos», disponiéndola en dirección a un «orden» cerrado en un
la que investigadores enajenados· investigan con métodos enajenados
sentido que ha de definirse racionalmente.
y enajenantes hombres enajenados» 10.
La dialéctica, que se refleja en la correspondiente contradicción
El cambio de la sociedad burguesa, su transformación de una
ideológica, de racionalidad tecnológica e irracionalidad nihilista, de-
variedad liberal optimista a una variedad decadente nihilista, dentro
termina el papel a la vez social y estatal de la inteligencia del ca-
de su existencialidad histórica total, se refleja ideológicamente no

s K. MARX: La Sagrada Familia (Die Heilige Familie), en Primeros


~o E. FROM~!: Psicología social analítica y teoría de la sociedad ( Analytische
escritos, Hamburgo, 1932, vol. 1, pág. 82. Sozzalpsychologze und Gesellschaftstheoríe), Frandort, 1970, plÍgs. 145 y sgs.
9 K. MAP~'f: La ideología alemana (Die detttsche Ideologíe), loe. cit., pág. 82.

63
62
solo en la conciencia cotidiana de los ir1dividuos, sino también en
·on'i.ento
pe n~- -" capitalista eo-oísta
º (al que hoy, en contraposición
. . a lo
la ciencia. Incluso Freud ha llegado a ser su víctima al comienzo de
que ocurría antaño, envuel~e .un fuerte soplo de hedor pes1m1st.a a
este proceso de transformación, algo que Fromm señala con las si-
descomposición) con las s1gu1entes palab~as: «~s verda.d, el hbe-
guientes palabras: «Existen buenas razones para admitir que el nuevo
modo de juzgar la destructividad en Freud ha de reducirse a la ra1 ,,Da' rte de la maldad o del interés particular rncompat1ble deh los
hombres ... La edad de oro del pasado no le es menos sospec osa
vivencia de la primera guerra mundial. Esta guerra conmovió los
que la utopía de un presente o futuro sin clases.»
pilares fundamentales del optimismo liberal que había llenado
Se halla de acuerdo con esto la usual calumnia antimarxista, que
la vida de Freud hasta entonces» 11 .
es tanto más vergonzosa cuanto que Dahrendorf, que se ha ocupado
No es evidente en las teorías pesimistas y nihilistas el hecho
con detenimiento de Marx, sabe exactamente el valor que ha de-
de que sus exponentes científicos adopten un papel ideológico que,
posi rado este en ese desarrollo. l~~re y autónom,o de~ individuo que
dentro de su función de medio con relación al proceso social en
la sociedad burguesa, en su op1ru?n, ha pro~endo siempre y. no. ~a
su conjunto, va a parar en una función conservadora de la sociedad
cumolido nunca. Dahrendorf escribe: «El lioeral no ama la ilus10n
y, por ello, estatal. Pocos también de estos exponentes logran per-
de l~rni comunidad que arrebata al individuo sus oportunidades de
catarse de ello, aunque solo sea como sospecha, a no ser que, de
decisión y, d.e hombre libre, lo reduce a miembro de un enjambre
un modo voluntario y con plena intención, pongan en relación
de abejas que permanece fijado a la colmena» 14 . ~o se trata para
su pensamiento con la problemática política dominante y se es-
nosouos en este lugar de discutir con Dahrendort sobre sus con-
fuercen directamente en su solución. Un hombre como R. Dahren-
cepciones, sino de mostrar, de la mano de sus m~nifestaciones, en
dorf, p. ej., no se negaría a admitir que sus investigaciones per-
qué medida ha de rnirársele como uno de esos mtelectuale~ . que,
siguen un fin político y, en lo posible, capaz de ejercer influencia
de acuerdo con ideas adaptadas ideológicamente a las condiciones
en el Estado. Pero rechazaría, sin embargo, cualquier reproche de
del caoitalismo tardío, se convierten en funcionarios sostenedores del
acomodarse ideológicamente, precisamente por eso, a las condicio-
Estad~, labor en la que no falta tampoco ese rasgo de decadencia
nes sociales y estatales dadas. Pues su teoría de la «eternidad de
nihiiista propio de la burguesía tardía destacado por nosotros, como
los conflictos sociales» no refleja de un modo visible, sino que los
cuando se une estrechamente la idea, mantenida en pie en un sen-
encubre bajo un velo, el pesimismo y nihilismo que le sirven de
tido burgués materialista, de la libertad. con 1~ idea de un hombr~
fundamento y que están tomados del egoísmo burgués. Dahrendorf
alienado por naturaleza y de un modo rnamovible, que Dahrendor1
intenta incluso darle un toque de matiz optimista declarando el
presenta como alguien dotado de «maldad» e «interés p~r.ticul~r
conflicto como base inamovible de cualquier proceso histórico 12 .
incomoatible». Se halla dentro además enteramente del · mteres
La introducción ideológica larvada del pesimismo nihilista, ya en la
ideoló~ico de un pesimismo decadente el que, con los métodos del
misma disposición teórica que precede a la manifestación teórica
propiamente dicha sobre la sociedad actual, puede leerse claramente
enmas~aramiento, juegue un papel decisivo la cuidadosa omisión de
conceotos imprescindibles para la discusión de problemas modernos,
en la siguiente formulación: «La confrontación de una hermosa
como" son «enajenación», «reificación», «fetichismo», etc., que en
comunidad de espíritus entrañables del pasado con la desalmada so-
el índice fuera de eso detallado, de expresiones usuales no figuran
en absol~to. Su consideración seria pondría en cuestión desde su
ciedad contractual del presente es históricamente... engañosa. Es
improbable que haya habido jamás tales comunidades» 13 . Y Dah-
misma raíz la imagen irracional nihilista de que, sin confesarlo y
rendorf describe acertadamente a los liberales atrapados dentro del
por eso de un modo irracionalista, parte Da~rendorf. ~a funciona-
lidad ideológica estatal de este autor se vena conmovida.
11
Ibídem, pág. 179. Como segundo estrato portador del Estado hay que destacar
12
R.
DAHRENDORF: Sociedad y democracia en Alemania (Gesellschaf t und a k burocracia. La burocracia burguesa tardía, vinculada con simul-
Demo!eratie in Deutschland), Munich, 1965, pág. 154.
13
Ibídem. 1
" Ibídem. pág. 155.

64
65
KOE.E:?.-3
por e¡em. · plo , la 3·urídica ' elltra
- en una relación tan estrecha como
taneidad dialéctica de un modo racionalista e irracionalista con ella, · 1 con la burocracia tecnológica, que es, entre los grupos que
forma la prolongación, como brazo ideológico, de la inteligencia en 1a ple d d , ·
hemos definido como estatales, la que encarna e mo o mas mtenso
la vertiente práctica de la vida estatal. Se presenta desdoblada en la reificación cuantificadora. , . . , .
tres formas de manifestación. Dentro de la burocracia estatal, el estrato tecnolog1co-c1ent1fico
Un sector de la burocracia que descansa en una tradición res- combina dentro de sí la función puramente técnica, que oscila unas
petable es el de la burocracia legal, y el de la administrativa deri- - a un lado otras a otro, de desarrollo de la maquinaria con la
vece~ S · · · d f.
vada de ella. Su principio de finalidad racional es la formalización rnción o-erencial de la dirección de empresas. u prmc1p10 e I-
fl
de todas las dimensiones, orientándose a la separación rigurosa de b
'dad racional es la cuantificación de to das 1as· d'lmens1ones,
. tam-
derecho equitativo y contenido antagonista con el fin de lograr una na ll d . ., h . 1
bién las humanas y vivientes, dentro e una onentac1on acrn e
consolidación del «orden» existente. La burocracia jurídica, de un mercado de géneros y con el fin de un máximo provecho. Su con-
modo enteramente consciente, refleja este concepto de «orden», en ciencia fetichista se halla marcada por el cuño de la idea de ~ro­
un sentido preconcebido, como orden «justo», circunstancia que se a-reso en la forma de un progreso infinito del desarrollo técmco.
ve asegurada por una ideología de fondo irracionalista nihilista que Esta idea se ve posibilitada por la misma visión fetichis~a del do-
se refiere primariamente a la imagen del hombre. Sistematizaciones minio de tal progreso, reforzada frente a este y protegida contra
de esta imagen del hombre, encubridoras de la realidad tras un velo toda oosible"' duda, por esa misma imagen nihilista del hombre
y propias del derecho natural o de la filosofía del derecho, no es obr:mdo de modo irracional que actúa también en los supuestos
raro que suelan someterla a un intento de justificación. del pensamiento de los demás estratos que imprimen su cuño al
El sector de la burocracia que sigue inmediatamente al ante- Estado.
rior es el de los «políticos» en su más estricta y amplia delimitación. Dentro de la dialéctica entre racionalismo extremado e irraciona-
Este presenta la ventaja de reconocerse inmediatamente como es- lísmo asentado profundamente en la ideología reificada de los es-
tatal, pero, al mismo tiempo, presenta también el obstáculo de re- tratos que imprimen su cuño al Estado, el último de ambos tér-
flejar su papel histórico y social en cuanto alejado al máximo de minos se compone de tres factores: de la fe irracional en la té~­
la base de una existencialidad de clases, es decir, de la manera nica y su poder natural como un progreso que se impone por enci-
más positivista, y de entender el Estado como algo actuando igual- ma de las cabezas de los hombres; de una imagen irracionalista
mente en interés de todos. Pero también aquí solo es posible esta oesimista de la sociedad por medio de la cual se niega el ~?.ncepto
actitud porque la visión «política» de la contradicción existente de progreso social y de las posibilidades de desarrollo del ho~bre;
entre la diversidad «natural» de los grupos sociales, por una parte, de una imao-en irracionalista represiva del hombre que defme a
y el carácter del Estado de hallarse al servicio de todos en la este como alguien que se halla dentro de una enajenación natural
misma medida, se halla interpretada tendenciosamente desde un e insuperable.
punto de vista ideológico por una imagen pesimista ·del hombre No se pide responsabilidad a la enajenació.n ca?ital~st~, sino, con
propia de una forma de vivencia irracionalista. De acuerdo con su una ideofoo-ización del hombre presupuesta irrac1onalíst1camente, a
función, práctica y no intelectual, el principio de finalidad racional una enajen:ción condicionada natura111ente desde un punto de vista
que sigue esta corriente de la burocracia consiste en una orienta- antropológico. Por eso es típico de este modo. de pensar que el
ción axiológica decisionista hacia el orden existente y a una norma objeto más inmediato y más intensamente ena¡ena~o del proceso
de actuación ético política que identifica con el interés de este orden. tecnolóo-ico, la fuerza de trabajo viviente proletaria, no haga su
La norma de su orientación ideológica axiológica quiere decir aquí aparici6:1 en absoluto dentro de estas ideas fetichificadas o lo haga
prácticamente hallarse sometida por principio a la reificación, a la solamente con una fio-ura idealizada, desproletarizada presuntamente
apariencia fetichista. Con esto último, la burocracia política, que por el progreso técni~o. Un ejemplo de ello son las investigaciones
está más cerca todavía de una práctica entregada al fetichismo que,
67
66
de numerosos autores burgueses que emprenden el intento 15 de más instruida y madura desde un punto de vista ideológico. Por
«hipostasiar el proceso de progresiva automatización como una re- encima de todas las variaciones sufridas entre el Renacimiento, el
cualificación general del trabajo de la industria» 16 . El «perder de liberalismo y la decadencia burguesa de la actualidad, sigue cons-
vista» la incidencia expresamente capitalista de la tecnología en tituyendo la influencia formadora de la conciencia, aunque escon-
los trabajadores es algo tan típico de ello como el establecimiento dida ante el mundo exterior. Cuando la opinión popular pretende
ideológico, la mayor parte de las veces tácito, de una imagen del creer que esta influencia la debe a la posesión, se trata de un
hombre que no pone en discusión en modo alguno la liberación prejuicio. El poder económico forma más bien el supuesto del ejer-
del trabajo represivo. Esta actitud caracteriza así mismo al estrato cicio de su poder social y espiritual. Por más que el mantenimiento
intelectual y al burocrático, que, por una parte, tratan de retocar de la posesión pueda ser para ella en último término un fin abso-
en un sentido conservador de la sociedad los efectos de la orde- luto, no es esa posesión dentro de su conciencia ideológica la que
nación antagonista de las clases, haciendo indicación de los pro- determina su conducta efectiva. Su «inclinación a la explotación»,
gresos de la técnica y cargándolos, por otra parte, en el haber de la como admite francamente el pensador conservador Leopold von
naturaleza humana. Frente a eso, F. Deppe y H. Lange afirman Wiese 18 , no es para ella, y menos aún que para las otras partes
acertadamente: de la burguesía, punto central, sino, al menos en su propia estima-
« 1) La proporción de los trabajos manuales y de las labores ción, la condición para el ejercicio de su poder en interés del orden
repetitivas parciales sigue siendo muy alta; 2) las formas de tra- reinante 19. Af seco materialismo de su clase, la minoría selecta
bajo automatizado que se señalan por sus oportunidades de dispo- buro-uesa opone su idealismo conservador. Su verdadera función
0
sición relativamente altas, amplias calificaciones, pequeño carácter no es por eso una función inmediatamente económica, sino, de
gravoso y buenas oportunidades de contacto imprimen su cuño hasta acuerdo con nuestra caracterización, estatal. Por eso solo indirecta-
hoy a muy pocos puestos de trabajo, y 3) el segundo grupo en mente saca de su posición social la fuerza de su influencia, extra-
importancia de trabajos industriales sigue estando formado todavía yéndola mucho más con efectividad directa de su condición de
por actividades de conducción y dirección dentro de la producción portadora de cultura, de la que no es desde luego creadora, sino
mecanizada» 17 • usufructuaria y minoritariamente «ejemplar». El renombrado inves-
El tercer grupo sostenedor del Estado, al lado de la inteligen- tigador de Colonia Leopold von Wiese está de acuerdo con H. Moore
cia y de la burocracia, es la minoría selecta de la alta burguesía, y G. Keining, que han presentado una concienzuda investigación em-
que hoy, en oposición a lo que ocurría con la liberal de otro tiem- pírica, en que la minoría selecta burguesa directiva pretende ejer-
po, ha de definirse como parásita. La minoría selecta, vista de un cer influencia espiritual y concentrar en sus manos poder '"'ideoló-
modo inmediatamente empírico, representa el miembro de enlace gico, algo en lo que también se ven confirmados por D. Riesman
estatal entre la clase dominante y la totalidad de la sociedad, una y K. Pritzkoleit. Si Riesman habla de las «cimas de la sociedad 20 ,
abrazadera de unión que lleva adelante su posición económica pri- Pritzkoleit de que estas se esfuerzan en dirigir la prensa y las ins-
vilegiada en relación a lo político, y sobre todo cultural, y compro- tituciones culturales 21 , así como también en influir por un contacto
mete con ello en dirección a la meta del dominio ideológico .de la
sociedad. Este grupo incorpora no solo la parte de la burguesía 18 L. v. WIESE: «Las minorías directivas» («Die leitenden Eliten» ), en
de perfil económico más acusado, sino también la más consciente, Universitas, marzo, 1955, pág. 262.
19
Cf. en relación con esto la excelente investigación empírica de H. MooRE
15
v G. KLEINING: «La propia imagen social de los estratos sociales» («Das sozíale
Cf., acerca de esto, Argumento (Das Argume11t), 61 y 62, diciembre, 1970. Selbstbild der gesellschaftlichen Schichten» ), en Kolner Zeitschrift fiir Soziologie
números 11-12. und Sozialpsychologie, 1960, núm. 1, págs. 93 y sg.
16
H. DEPPE y H. LANGE: «Sociología de la conciencia obrern y de 20
D. RIESMAN: La muchedumbre solitaria (Die einsame 1viasse), Reinbek,
clase» ( «Zur Soziologie des Arbeiter- und Klassenbewusstseins» ), en Argzm!e11to 1958, pág. 236.
(Das Argument), loe. cit., pág. 817. 21 K. PRITZKOLEIT: cA quién pertenece Alemania? (Wem gehort Deutsch-
17
Ibídem.
la11d? ), 1957, pág. 223.

68 69
lan en particular C. W. lvlills y C. D. Edwards. Insiste L. v. \-X'iese la representación de los intereses de toda la clase burguesa, la pre-
en la «inclinación» de la minoría selecta a prestar ayuda a la di- sencia personal de los miembros de la minoría selecta ~i.:rguesa no
fusión de la «ideología por la que siente mayor afecto», aunque «ape- solo resulta meramente superflua, sino que, en las condic10nes «de-
nas si desearía nunca colocarse ella misma en lugar de los políti- · mocráticas» de hoy, tendría para la efectiva función dominante de
cos u organizadores efectivos» 24 . La encuesta empírica llevada a e~a minoría selecta y toda su clase un efecto mucho más negativo
cabo por Kleining y Moore confirma completamente los puntos del que tiene con la función representativa de los gerentes. En todo
de vista manifestados aquí: «Estrato superior (1 por 100). Estos caso, Weber prevé el desarrollo de los acontecimientos al destaca.r
hombres se consideran pertenecientes a las 'clases más elevadas'. el efecto de fuerzas ideales, como el contrato, en contraposi-
Se ven situados en la cima del orden social, sienten en sus manos ción al ejercicio de un dominio inmediato, con lo que viene a si-
un máximo de poder e influencia y tienen la sensación del peso tuarse en el plano de nuestra afirmación de que es el papel de
de una responsabilidad por todos cuantos gravitan sobre ellos» 2s. modelo minoritario y cultural lo que basta para conferir socioló-
En la expresión «responsabilidad por ·todos» se hace particular- aicamente a la minoría burguesa una función estatal. Weber es-
mente claro el desempeño del papel estatal. Ha de destacarse aquí ~ribe: <<. •• numerosas formas de socialización que se dan en el
especialmente lo opuesta que es esta conducta respecto a la de la mundo real renuncian al carácter jurídico de sus ordenaciones con-
masa de la burguesía, de tal manera que la minoría selecta hace su- vencionales sencillamente porque se admite que el mero hecho de
yos no tanto sus propios intereses económicos cuanto el mundo de la desaprobación social de su contravención, con las consecuencias
«ilusiones y pensamientos». El correspondiente dictamen de Klei- indirectas, con frecuencia sumamente reales, para los iPJractores,
ning Y Moore dice: «Lo que le preocupa es la conformación de las bastaría y tendría que bastar como sanción... pues también el con-
grandes ideas del mundo: política mundial, economía, comercio, trato (se halla) sostenido, en parte, por una coacción psíquica y,
finanzas, cultura, arte, religión, moral» 26.
en parte, por una coacción física» 27 • Al lado de esta automatiza-
Esa permanencia de la minoría selecta en un segundo plano, que ción del dominio social, que descansa en un contrato y en el
hoy se destaca con frecuencia, es decir, el mostrarse temerosa de temor de su infracción, menciona Weber también el sistema for 0

una intervención personal, su falta de interés por el ejercicio activo


mal de derecho que nosotros vemos personificado en la burocracia
de tareas económicas y políticas en la vida pública, engaña trans-
que funciona de un modo estatal: «Precisamente en este carácter
figurando ideológicamente su verdadera función social, que hemos
formal (la justicia formal, L. K.) suelen, por otra parte, ver una
definido como ideológica, aparentando una nivelación social y eco-
ventaja decisiva de la misma, no solo los económicamente· pode_ro-
nómica de la sociedad, una transformación de la misma de so-
sos e interesados por eso en la libre explotación de su poder, smo
ciedad escindida en clases en sociedad pluralista. Pero va Max
también los portadores ideológicos de tales aspiraciones, que po-
Weber ha hecho notar muy pronto-y negar esto es un; de las
drían provocar precisamente (a su favor, L. K.) la ruptura de la
manchas más negras de esa ciencia burguesa configuradora del Es-
vinculación autoritaria o despertar irracionales instintos masivos» 28 .
tado-que la omnipresencia personal de la minoría selecta en el
El estamento gerencial moderno, por lo que se refiere al mante-
ejercicio del dominio y poder ligados a su clase es completamente
nimiento de la coacción estatal, aunque sea una coacción sin vio-
superflua. Hoy, casi medio siglo después de la muerte de Weber,
lencia, tal como el mundo burgués la ha elaborado dándole una
como consecuencia de haber tomado el estamento gerente sobre sí
forma extrema, goza de la triple ventaja de personificar al mismo
22
D. RIESMAN·: loe. cit., pág. 236. tiempo el contrato, el derecho formal y el dominio. Encadenada
23
2
C. W. MILLS: Las consecuencias (Die Konsequenzen), 1959.
i L. v. WrnsE: loe. cit., pág. 261.
25
25
H. MOORE y G. KLEINING: loe. cit., pág. 93. 27
iVIA.x WEBER: Sociología del derecho (Rechtssoziologie), Neuwied, 1960,
Ibídem, pág. 94.
página 70.
28
Ibídem, pág. 221.
70
71
rrrado no menor que las clases trabajadoras a una presión marerial
por «valores y normas tradicionales» 29 a la minoría selecta y per-
teneciendo sociológicamente a la burocracia, incorpora dentro de
~' aún más, moral, soci~~ y espiritualmente obligato:ía. .
Dentro de esa relac1on que hemos expuesto aqm nosotros emre
la burocracia general un estrato de funcionarios, cuyo papel, simul-
Estado y sociedad, el proceso aparece situado en un doble plano de
táneamente estatal y económico, produce su efecto en una medida
. J conciencia. En el plano económico social el individuo refleja por
que, para el dominio de la burguesía, no sería más que una des-
ventaja, si esta intentase restablecer en economía y política su ac-
:~ tero el antagonismo de clases; ninguna sociedad puede impedirlo.
1
P ra o'
ª- rrarantizar la cohesión de una sociedad así reflejada, necesita de
tividad personal de otro tiempo. ' .
un «instrumento» ideológico. Y este es el mstrumento de la con-
En contraposición a la minoría selecta, que se siente entera-
ciencia «mitológica». La conciencia cotidiana,. que ~e ~ace ~ueña
mente consciente de su misión política, la inteligencia, que cree
del mundo práctico, se ve recubierta por una conc1en~ia derivada
hallarse pura e independientemente al servicio de la búsqueda de la
que se complica «mitológicamente» _Y se desenvuelv: ammadamente
verdad, apenas si sospecha escasamente que es un miembro del Es-
en una adaptación sutil a las necesidades de la sociedad de clases.
tado y un factor esencial de su estabilidad, pues vive entregada a
A causa precisamente de esta condición suya de estar al .servicio d~l
la apariencia de servir a la neutralidad y objetividad académicas y
mantenimiento y consolidación del orden de clases reinante, cali-
artísticas, a lo, en cierto modo, supraterrenal, algo que es en lo
ficamos a· esta conciencia, y a su encarnación personal en inteligencia,
que se halla arraigado, y no en último término, la conciencia sub-
minoría ~electa y burocracia, de estatal.
jetiva, y espontánea a juzgar por su forma, de su propio valor.
Dentro de la vida estatal general, reconocida por nosotros
Minoría selecta e inteligencia son aliados inconscientes dentro como enuendrada por el proceso activo de reproducción de todos
del ámbito de un proceso que se halla al servicio de la reproduc-
los indivÍduos, se ha desarrollado otra especial que, al mismo tiem-
ción del Estado. El estrato de la inteligencia, que, en el sentido de
po, se corresponde con ella y se separa ~e ella. La identid~d dia·
nuestra derivación teórica, funciona de un modo estatal, y que la
léctica, que no niega la relativa particuland~d d~l Estado,_ ex.1s~ente
minoría selecta complementa con su «cuerpo creador», elabora los
entre Estado y sociedad, se muestra en la 1dent1dad del mdiv1duo,
instrumentos ideológicos que esta minoría inserta dentro de su «cul-
encargado tanto de funciones sociales como estatales, consigo mismo,
tura:·>, que goza y eleva activamente al rango de modelo para la co-
v en el hecho de que de la actividad de este individuo surgen en la
lectividad. Dentro de su papel estatal práctico, la minoría selecta
;nisma medida procesos tanto sociales como estatales, que tan solo
directiva se comporta teóricamente, en cuanto «disfrutadora» de
en su última fase hacen posible una particularización de fuerzas, las
modo parásito «de la cultura», del mismo modo que la inteligen-
cuales enuendran la apariencia de poseer una sustantividad reifi-
cada instr~mental. Cuando se llega a una agudización de esta apa-
cia, actuando dentro de su papel estatal teórico, se comporta prác-
ticamente en cuanto obra como acuñadora de ideología. Esta inver-
riencia de lo instrumental, tampoco aparecen ya finalmente como
sión relativa de la relación entre «minoría selecta» e «inteligencia»
las verdaderas realidades estatales dadas los fenómenos de la inte-
es interesante además en otro sentido. Mientras que la minoría se-
liuencia de la minoría selecta y de la burocracia, sino los instru-
lecta enajenada es libre en cuanto dominadora, se siente consciente,
m~ntos 'técnicos como Policía, Ejército y burocracia práctica, que
sin embargo, de hallarse entreverada dentro de un proceso social
son tenidos por la conciencia positivista empirista, que no reconoce
de carácter riguroso desde un punto de vista racional. A la inversa,
la esencia del Estado como proceso ideológico de reproducción,
la inteligencia, que se halla orientada por la condición formal de
como el Estado sin más. Piénsese solamente qué es lo que quedaría
«trabajo libre espiritual», permanece aferrada a la ilusión de gozar
de la vida estatal si no existieran las tres fuerzas mencionadas acu-
de una libertad total, aunque en realidad se halla expuesta en un
ñadoras de ideología: ¡sencillamente no existiría! El Estado, en
cuanto aloo contradictoriamente idéntico de la sociedad y en cuanto
09
W. KAUPEN y TH. RosEHORN: La justicia entre Estado autoritarzo y demo- proceso ;1e surge del hacer vivo de la colectividad, s: transf?rma
cracia (Die Justiz zwischen Obrigkeitsstaat tmd Demokratie), Neuwied, 1971, para esta concepción positivista en un diabolus techmcus casi ex-
páginas 10 y sg., págs. 67 y sg.

73
72
terno a la sociedad y trágicamente hechizado, se transforma en una
farsa. gencia, que, por su parte, apoya ideológicamente esta tendencia. Por
De acuerdo con nuestra tesis de que el Estado puede concebir- eso ambos estratos pueden ofrecerse la apariencia de estar fuera
se, en un sentido bien entendido, como el conjunto de las relacio- del Estado, de no contraer con él relación alguna inmediata. Sin
nes individuales llevadas a su plenitud, ha de ponerse de relieve embargo, en cuanto garantizan la subsistencia del «orden», poseen
expresamente que la inteligencia no integrada o que se halla en la ur1a significación mantenedora de la sociedad y, de ese modo, estatal.
oposición, ejerce con ello en cierto modo una función estatal, en Así como la minoría y la inteligencia actúan a su manera espi-
cuanto que, como consecuencia de su simple existir y de su expre- ritual invisible, la burocracia se halla asentada de manera visible en
sión teórica creadora no deja de tener influencia directa o indirecta los poros del Estado como un grueso emplasto. S;i conciencia es la
en el ininterrumpido proceso de cristalización estatal. El Estado, del deber ciego, la de la irreflexión, la de la necesidad de una mani-
que hemos analizado como la estructuración de la sociedad al ser- pulación forzosa del ciudadano del Estado de acuerdo con fines
vicio del orden reinante de clases y elevada a su plenitud, representa estatales prescritos; es, pues, positivista 30 • Pero esta irreflexión de
con su figura histórica concreta una forma de manifestación carac- la burocracia, que se entrega a la racionalidad prescrita, presupone
terizada por profundas contradicciones, que tanto reproducen y ase- Ja preparación ideológicamente irracional del burócrata individual,
guran su subsistencia como la ponen en peligro y la trastornan. una determinada forma de pensar dimanante de una reflexión irra-
Dentro de esta disposición contradictoria, la minoría selecta pro- cional de las relaciones sociales represivas. Si la irreflexión buro-
gresiva aparece como una fuerza dinámica que se vuelve revolucio- crática es ta~bién una forma de pensamiento, concretamente la de
naria en todas aquellas partes en que el viejo orden estatal no la racionalidad ciega, la de la reflexión ideológica lo es de la irracio-
puede ya domeñar sus contradicciones o encubrirlas bajo un velo nalidad espontánea, aunque sistematizada por la inteligencia. La
de modo suficiente. primera la vive el burócrata singular como pública, la última como
Esa vinculación funcionalmente estatal de la inteliaencia conser- privada y perteneciente a él en exclusiva, no sospechando en qué
vadora con la minoría selecta dominante no deja de tener º para ella medida se halla marcado de antemano, por una parte, por la apa-
profundas consecuencias. Como la minoría sabe presentarse ante los riencia fetichista, que irradia de la realidad capitalista, y, por otra,
ojos del público como poseedora de cualidades. especiales de distin- por la inteligencia, que eleva esta apariencia a teoría sistemática.
ción, nobleza y aptitudes, ejerce una irresistible fuerza de atracción Esta escisión precisamente, cerrada en sí dialécticamente constitu-
sobre los intelectuales conservadores, que ya sin necesidad de eso vendo un círculo, entre racionalidad burocrática-que hoy, debido
se sienten próximos a ella, hallándose inclinados de antemano a ~ los desarrollos más modernos, se entiende como una racionalidad
r~conocer su condición de imprescindible y a asentir a su ejempla- tecnológica-e irracionalidad privada, imprime su cuño a una acti-
ridad humana. Por eso aspira a equipararse a esa minoría selecta rnd que contribuye con la más rigurosa acomodación a los intereses
por lo que se refiere a la conciencia de su propio valor superior y a propios de la sociedad de clase a una reproducción y aseguración
ascender hasta ella o aproximarse a la misma en el modo de vivir de la sociedad establecida, ejerciendo de ese modo una función
y en sus maneras culturales. estatal.
Inteligencia y minoría forman conjuntamente en cierto modo el Con la significación particular que la inteligencia, burocracia y
sacerdocio ideológico del Estado, forman algo así como su alma. minoría han alcanzado para la estabilidad de la sociedad burguesa
Aunque, en comparación a lo que ocurría en la época liberal, corres- y por encarnar el Estado correspondiente a la misma, se consigue
pond:D a la 1:1inoría tareas prácticas en una medida reducida, que, también, en contraposición a lo que ocurría con los órdenes sociales
en general y en CL1<'nto parásita, solo desempeña con repugnancia, su anteriores, retirar el dispositivo de violencia, en el sentido de una
papel social sigue siendo de una inmensa importancia práctica, en «libertad individualista, liberal y democrática», ya innecesario en un
la medida en que, consciente de su valor, consigue encarnar modos primer término, y mantener en pie la apariencia de la condición de
ejemplares de vida y cultura con que encadena a ella a la inteli-
30
Ibídem, pág. 67.
74
75
no violencia por pnnc1p10 de esta sociedad En la sociedad feudal
. . v , er se desiana como «ideología del valor». El ~s-
cristiana, y correspondiendo a condiciones de otra índole, tenía que
predominar aún la coacción abierta porque la minoría selecta direc- tado ,-ive de e os co:no 1oº h a hecho desde siempre, incluso se m-
desdc . Max Wello
ellos precisamente. d 1
. .~ aliz . , del Estado burgués se ha alcanza o a
tiva representaba una minoría de las armas. Por el papel que la
corpora en
conciencia religiosa jugaba entonces, el clero correspondía en primer Con la esprr1Lu ac1on d Estado de que es capaz en
término a la inteligencia de hoy. La burocracia, mientras subsistió . · l· forma suprema e ' , il
mismo tiempo a . también la forma mas sut
en su pureza la sociedad feudal y allí donde subsistió, jugaba un suma la socied~d ~n~agom~ta, .aunqu~s mitolóaica esta forma por-
papel escaso; las pocas funciones públicas se veían asumidas por la encubierta y mitolog1cal del rrusbm'ot. ncia de l; doble coacción: la
nobleza y el clero. q b de un ve o a su sis e . l' .
ue recu re d' · d por Ia ex1stenc' . 1.a de clases ' y la po it1ca,
Tan solo con el individualismo, formalmente igualitario, que se económic,a, con ic1ona da hace irrupción siempre que el espíritu
fue desarrollando y con el racionalismo de la economía mercantil ur-
bana surge una nueva idea del derecho, tan solo ahora vuelve a re-
que acecna en el fo? o J
estarnl se ve conmoc10na o o ~1 .
·erde su poder. Esta forma es tam-
un uro dominio del espí-
cordarse de nuevo la idea de un derecho romano adaptado a las bién mitológica porque l~ ap~nedncia de dominio de la libertad,
relaciones individualistas de cambio, tan solo ahora comienza a 11 .ª la apariencia e un puro ,
ritu eva cons1º0 d t la «conciencia democra-
desarrollarse la burocracia moderna. Pero sus tareas «reguladoras» e ha lleaa o a este pun o, f
y, una vez que .s . º ue la libertad burguesa es una orrna
no son sino tareas de la aplicación de la fuerza velada por el tica» no .~ue~e lmagm~rseE,ly~ ~ d que se manifiesta bajo la triple
derecho abstracto, de una legalidad que interviene con la amenaza de coacc1on y nada mas. s a º;
o la práctica de la violencia en las relaciones del individuo con la . d ha cumplido su fm. . f
figura mostra a, , . la conciencia burguesa en su ase
sociedad y el Estado. Si en la sociedad feudal el espíritu se subor- A no ser que-:-as1 le ocurre ~ un proceso tecnológico que
dinaba a la fuerza, en la sociedad burguesa la fuerza se subordi- más reciente-la libertad se conv1ertda en .,dominio tecnológico»
na al espíritu, a ese espíritu dimanante de la estructura antagonista , · te y pro uzca un <,
se imponga automat1camen d di lo que por su parte,
y fetichista de esta sociedad que, con la efectividad de la inteligen- Por fuerza natura1 y sm · culpa e na e,. con n alao ' sin objeto. La
. . d 1 1 Jleaa a convertrrse e º
cia y de la minoría selecta, se condensa en un sistema, y dentro el dom1mo e as e ases . b • r t ha alcanzado de ese modo
de la funcionalidad confiere duración al orden reinante. En el mitologización de la realidad cap1ta is a bi'ble sin el correspondiente
solar de la forma de existencia individualista anarquista y enajenada d , alt Pero esto no es canee , .
su gra o mas o. inteliaencia que piensa tecnolog1ca-
e impenetrable de la sociedad de hoy, el orden social y estatal pue- Estado, que s.e r:sume, e? u~a b ºocracia tecnológica formalista.
de asegurarse de una manera mejor de lo que es posible hacerlo mente, una mmona paraslta y una ur
con la fuerza, en unas condiciones que, en comparación con la
Edad Media, son más libres. La fuerza no desaparece, pero adopta
una figura velada por el «derecho» y el «espíritu». Si las funciones
de «derecho» y «espíritu» son estatales, tanto más lo son los
estratos de la burocracia, _de la inteligencia y de la minoría selecta
que los encarnan personalmente, pues aquellas no pueden existir
sin estos. Por lo que se refiere al espíritu, se expondrá más tarde
con detalle que la diferencia que existe entre las épocas liberal y
monopolista del capitalismo ha de buscarse en el hecho de que este
espíritu se ha desligado del ámbito meramente «jurídico» y ha
adoptado una figura «tecnológica», sin perder desde luego la jurí-
dica y sin rechazar-algo que hasta en los análisis críticos queda
ampliamente desatendido-ese fondo de ideología irracionalista que

76
bles concepciones ideológicas como mitos, doctrinas del paraíso,
levendas, cuentos, canciones y usos (saturnales y carnavales). Con
e( desarrollo de la sociedad de clases se ha apoderado de la psique
un mundo imaginativo opuesto, ocupando su plano vivencia! ar-
caico, concretamente la «imagen represiva del hombre». Este se
halla diferenciado en concepciones singulares específicas, que se
tratarán más tarde, en las que el hombre se presenta con un ta-
CAPITULO 3 lante negativo represivo. Esta imagen se encuentra en competencia
permanente con el recuerdo arcaico de la «edad de oro» que code-
termina esencialmente todo pensamiento utópico. Cada una de las
LA IMAGEN IDEOLOGICA DE CONJUNTO dos esferas ideológicas consigue preeminencia sobre la otra, según
DE LA SOCIEDAD TECNOLOGICA nos encontremos con una época en ascenso o descenso. En nuestra
época la imagen represiva del hombre, en la medida en que penetra
la corriente ideológica entera, desplaza hacia atrás al pensamiento
LA imagen ideológica de conjunto de la sociedad mo- utópico y lo convierte en algo casi sin objeto.
derna com~rende algo r:iás que las simples reflexiones espontáneas Como texcera y más reciente de entre las ideologías cuasi ar-
correspondientes a su tiempo, desde las tecnológicas fetichistas de caicas se ha diferenciado la moral. Interiorizada igualmente desde
los bienes mercantiles hasta las filosóficas y, finalmente, científicas. un punto de vista psíquico, dirige las acciones de los individuos
E.ntran también en juego, además, fuertes corrientes de importancia de un modo que corresponde a las exigencias de la sociedad de
:Hvers~ que, partiendo de un pasado más lejano o más próximo, clases. Su esencia es la cara de Jano. Principios normativos refe-
mtervienen en el presente. Si nos imaginamos las últimas tomando rentes a la decisión de conciencia ordenan el convivir humano abar-
una dirección vertical y, por el contrario, las inmediatamente di- cándolo todo; p. ej.: no debes robar. Con estos principios y
ma~antes del proceso social del presente moviéndose en un plano con la condición que representan las formas de vida de la sociedad
honzonta}, se o~tiene una complicada red de «hechos» ideológicos. de clases se constituye la coacción que obliga a ponerse al servi-
Empezare por citar los círculos ideológicos en cuestión con el si- cio de estas; p. ej.: no debes robar a nadie, tampoco a aquellos
mu.ltáneo señalamiento del lugar ideológico que toma1; dentro de que te han robado a ti primero «de manera legal», tales como los
la imagen ideológica de conjunto del momento presente. accionistas que acumulan grandes fortunas.
l. Corrientes dimanantes del pasado: b) Tradiciones procedentes de un pasado visible inmediato.
a) Los llamados mundos imaginativos cuasi arcaicos. Proceden En su mayoría son de naturaleza religiosa-cristianismo-, filosó-
del pasado más remoto del mundo de experiencia humana v su fica-desde Tomás de Aquino a Nietzsche-y utopizadoras del pa-
denominación se refiere al hecho de hallarse firmemente asentados sado desde un punto de vista social-las que idealizan la Anti-
en las esferas arcaicas de la psique, desde donde, siempre de acuer- güedad o la Edad Media corporativa-. Ejercen un fuerte influjo
do con las condiciones históricas reales con que se encuentran consciente o inconsciente en las ideas actuales y, adaptándose al
consiguen influir las ideologías correspondientes a estas condiciones'. mismo tiempo a las necesidades ideológicas dimanantes de la si-
En cuanto ideología cuasi arcaica que se ha desarrollado a partir tuación social existente, canalizan aquellas en la dirección social-
del pasado más remoto del período glacial más reciente se halla mente relevante. Su esencia es el conservadurismo.
uni?a al dilatado mundo de experiencia de estados pre~ios a la 2. Corrientes ideológicas dimanantes del presente:
sociedad de clases socialmente armoniosos. Se ha condensado en el a) La ideología del automatismo tecnológico que descansa
recuerdo originario de una «edad de oro», profundamente arrai- sobre la base económica, estructurada de un modo fetichista en
gado desde un punto de vista psíquico y depositado en innumera- relación con los bienes mercantiles materiales, correspondiente a

78 79
un estadio de la producción técnicamente progresivo. Este grado lóaíco crítico viene a significar lo mismo, la elevación sin más de
prin1ario de reflexión ideológica se lleva a cabo de una forn1a la; relaciones de dominio condicionadas por las clases al rango de
espontánea irracional. Expone sencillamente algo que se designa una «naturaleza» invariable de la existencialidad humana.
como aceptación «irreflexiva» del curso inevitable de los hechos e) Las reflexiones ideológicas, que se entremezclan con las
económicos, tal como se lo vive, y de una fatalidad social en re- .ciencias particulares, de origen irracional, fetichista, enajenado y
lación con ello, presente en la conciencia cotidiana de las :riasas v tecnológico automático. Son notas esenciales de ello: en la antro-
de los individuos intelectualmente formados, adheridos de u;1 pología, el establecimiento dialécticamente infund~do,. al principio
modo naturalista positivista a la misma conciencia. En cuamo a de la explicación de la conducta humana, de un mstmto de agre-
su forma, ostenta una evidencia racional ingenua; y, en cuanto sión; en la etnología, la afirmación de una tendencia, siempre exis-
a su contenido, se halla ligada, por el contrario, a una apariencia ex- tente, al dominio del hombre por el hombre o, por lo menos, el
terna efectiva que traiciona la esencia y que es por eso de carácter no tener en cuenta estados desprovistos de domiiúo;. en la psico-
irracional. loaía, la irreflexiva definición del hombre como un ser sometido
b) La ideología, en sí extraordinariamente complicada y con- «;or naturaleza» a la enajenación; en la historiografía, la exposi-
tradictoria, del nihilismo irracional, que se superpone al grado pri- ción del hombre como alguien que es, de manera invariable,
mario y se decanta sobre todo en reflexiones pequeñoburguesa~ o políticamente maquiavélico; en la economía, como alguien que
burguesas con una significación referente a la concepción del mundo, actúa siempre de un modo egoísta «por naturaleza»; en la so-
ideología que se sigue manifestando aún, es decir, aunque en las ciologfa, la aparición del hombre, enteramente en el sentido de la
ciencias particulares va disminuyendo la tendencia a la sistemati- concepción burguesa, como individuo puro al que adviene la so-
zación filosófica en favor de formas de irracionalización positivista, ciedad a posteriori; y en la estética correspondiente a un de-
en los sistemas filosóficos del existencialismo. En el centro de esta terminado arte, cuando el hombre se ofrece como absolutamente
cor~iente ideológica se halla la inclinación a ontologizar o antropo- absurdo y grotesco en un sentido a su vez ontologízador. En casi
log1zar unos fenómenos de decadencia admitidos por entero como todas partes la apariencia tecnológica automática coopera al «ahon-
existentes porque son adecuados al estadio de decadencia de la damiento» de las perspectivas nihilistas y ayuda a formar la ima-
burguesía e inteligencia dirigentes hasta convertirlos sin más en gen de una ausencia fatal de salida, frente a la cual toda ma~es­
componentes esenciales eternos e indisolubles del ser del hombre. tación progresiva se ve a priori condenada a carecer de sentido.
El proceso ideológico que se halla en conexión con ello consiste en Si se contemplan de un modo panorámico todas las corrientes
justificar, por medio de una estilización de lo negativo, de la ideológicas caracterizadas hasta ahora en su disposición .vertical y
<<nada», de una carencia de sentido por principio, de la enajena- horizontal se obtiene una red de fenómenos ideológicos de múlti-
ción y de un destino sombrío, hasta convertirlo, en suma, en lo ples estra~os que ya no se puede derogar en favor de una «tesis
auténtico de toda vida humana, justificar el orden antagonista exis- de la tecnología» o de una «ideología de la tecnología» de un solo
tente y hacer plausible por lo que se refiere al individuo de la mi- carril. Como además esta red de combinaciones ideológicas es en
noría selecta burguesa, que se mantiene fuera de todo eso merced todas sus partes de naturaleza irracionalísta, tiene que hablarse de
a una disposición presuntamente especial y en virtud de formas un dominio del irracionalismo dentro de la «sociedad tecnológica».
especiales de disfrute íntimo y profundo, el derecho a estar en la A ello se une la circunstancia de que la única corriente ideológica
cima de la sociedad. A una concepción del mundo que ontologiza de que se puede afirmar que es de una condición esencial no nihi-
el ser hasta convertirlo en nada, corresponde, dentro de esta dialéc- lista concretamente el recuerdo cuasi arcaico de una «edad de oro»,
tica ideológica, una filosofía del yo, minoritaria y reaccionaria, que se h~ visto empleada abusivamente en el curso del desenvolvimiento
se sirve de esta concepción del mundo para su fundamentación y de la decadencia de la burguesía tardía por las ideologías nihilistas,
justificación. El resultado último es la crasa oposición entre masa tanto de orden vertical como horizontal, por lo que el irracionalis-
y minoría como categorías eternas o, lo que traducido a lo socio- mo dominante se ha acomodado por completo al nihilismo así mismo

80 81
dominante. El resultado es el más extenso dominio de una ideolo-
gía que recibe su caracterización más clara e inequívoca con el El co nt exto
,
ideolóaico total de la sociedad tecnológica de la
b d 1 . .
concepto de irracionalismo nihilista. '
burguesia tardía puede exponerse esquemáticamente e a s1gu1en-
En tanto que, en determinadas condiciones económicas y sociales te manera:
aceptadas sin hacerse cuestión de ellas, se procede de un modo ri·
gurosamente racional en aquellos terrenos particulares en que se hace
uso de procedimientos científicos, técnico constructivos y de examen
técnico, las personas que llevan la iniciativa en estos terrenos, como
1
son los científicos, constructores y técnicos, se hallan implicados de
un modo irracionalista en un doble sentido: por una parte, en el
1deolog1as
sentido de aceptar a ciegas las condiciones generales económicas
y sociales que encuentran bajo una figura fetichista reificada; por
:-,cqunúo grado
lit rdli!x1on
-------+H-+i+h+b-T------- de las
ciencias
oart1culares
1,;c1onJI ' 10
.i1 .. !r.r.:!1i:il
otra, en el sentido de dejar sin someter a reflexión las corrientes !deo!o91a
ideológicas que actúan sobre su pensamiento desde los planos ver- grado
út: la

----+-l-++-l+H~H-t---- ~~~c:,~¡~, ~~
Pr1!1\'!f 1 1

!!<· 1t'lk.1.;on
tical y horizontal. El correspondiente ámbito de racionalidad tecno- "'1..10n¡,! no del mhtlismo
d1,,!~ct1Cd 1rrac1onal
lógica no flota libremente en el espacio, sino que se halla inserto Fetichi~mo

por muchos lados en una poderosa corriente de irracionalidad feti- de los b1ene'>

chista y nihilista. Esta última constituye por eso el supuesto general


fldk:iones
~.,µ 0 n1aneas .....-t+t++-l+H-t-rr--.,... del
~ ~~:~;~::3
mhi!;sm·o
1

1rr..iciuna!es
dr.! ~er social trraciona!
en un proceso de aseguramiento ideológico, tanto de las condiciones
económicas existentes bajo las que se llevan a cabo las actividades
tecnológico racionales, como de estas mismas en contra de cual-
quier posible puesta en cuestión. Tradicwnes de la concepc1on
No puede hablarse por consiguiente de una racionalidad tecno- del mundo y tilosof1cas

lógica completamente autónoma a la que se someta toda la sociedad


y que imprima el cuño de su propia esencia a las ciencias particu·
lares. En esta extendida tesis de un predominio total de la racio-
nalidad tecnológica hay solamente un núcleo verdadero en cuanto, Imagen represiva del hombre
bajo el supuesto de esa intacta constancia de la estructura irracional ldeologias cuasi·arcaicas
primaria del ámbito científico burgués que se ha mostrado, la ta·
cionalidad puede imponerse en el método y la realización objetiva,
es decir, solo de un modo positivista. Por eso, cuantos resultados
teóricos se producen en el solar de estas ciencias son racionales por ' Recuerdo origtnario de una -edad de orow

lo que se refiere a sus premisas, establecidas dentro del marco li-


mitado del planteamiento de la tarea, pero irracionales, sin embargo,
con referencia al contexto total en que se hallan situadas y del que En este luaar ha de empezar por aclararse ante todo el concepto,
no introducido aún en la teoría, de lo cuasi arcaico. Con una pene~ta·
0

se abstraen. Como además este contexto total se halla interpretado


de un modo ideológico nihilista por los teóricos, esa irracionalidad ción que va mucho más allá del discutido conce.pto d,e lo ar~aico,
que aquí se afirma no es absolutamente neutral por lo que se tal como lo ha utilizado C. G. Jung en ps1col~gia, se mte~·
refiere al contenido, sino que se halla adherida al nihilismo dima- pretan aquí vivencias colectivas profundamente surruda~ en lo fSl·
nante de la represión social. quico con una eficacia que se mantiene a lo largo de dilatadas epo·
cas en cuanto recuerdos originarios que siguen actuando de modo
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83
arcaico e inconsciente y a los que corresponde una fuerza ideológica exis[encia absolutamente idéntica al hombre, podría verse qu12a
presente. El factor de transmisión no lo forman, p. ej., propiedades vencido por aquel, si la permanente confrontación inmediata con
biológicas de reflexión o factores hereditarios psicolóaicos sino la represión reinante en la sociedad de clases no confiriese cada vez
• b '
mecamsmos ideológicos persistentes que definimos por eso como nuevos impulsos a este mundo represivo de ideas. Actuando desde
representativos de ideas arcaicas, es decir, como cuasi arcaicos. Por el fondo irracional, sigue siendo una poderosa fuerza ideológica, a la
lo que se refiere al contenido, remiten a mecanismos psicológicos de que solo pueden sustraerse unos pocos, y protege bajo una pantalla
represión, deseo, angustia, esperanza, defensa o conservación de la a los sectores especialistas y racionalistas contra cualquier puesta
vida, aunque también a mitos gráficos concretos que ocupan y dan en cuestión de sus premisas sociales e ideológicas, que se ven pre-
vida a la fantasía, como, p. ej., lo divino, lo cósmico, lo paternal, supuestas por eso sin examen alguno. El arco de contenido que
lo sapiencial, lo malo, lo heroico, etc. abarca los elementos representativos de la imagen represiva del
Trasplantándose de generación en generación a lo largo de hombre toma como punto de apoyo un modo de ser del hombre
dilatadas épocas, se convierten en vivencias colectivas eficaces, acti- malo y pecaminoso dado por naturaleza, y desemboca en la doble
vas de un modo irracional, que pueden resumirse en dos corrientes difamación de la muerte, como el gran salteador que nos cercena
capitales: en el recuerdo originario de una «edad de oro» y en la el derecho a la vida, y como el redentor que nos libera del mal de
imagen represiva del hombre, a lo que se une, como manifestación la tierra, en la que la equiparación de la vida terrenal y de los males
más tardía de condición esencial cuasi arcaica, la moral. se coloca bajo una modalidad así mismo irracional y represiva.
Sin duda alguna, es sobre todo el inextirpable mito de una La culpa y el destino mezclados en partes iguales, la inevitabi-
«edad de oro» o del paraíso el que se halla en la raíz de una viven- lidad del trabajo «con el sudor de la frente», la inseguridad del
cia colectiva de tal orden, extendiéndose a lo largo de muchas ge- logro de las esperanzas como galardón del sacrificio realizado,
neraciones y produciendo reminiscencias psicoideológicas de gran la heroización del sufrimiento pacientemente soportado, la difa-
fuerza y bajo figura múltiple. En último término, todas las utopías mación del ocio como peligroso seductor hacia una vida pecaminosa,
retrospectivas y prospectivas han de reducirse a ciertas ideas ori- el desprecio del vagabundo como alguien que se excluye a sí mismo
ginarias de una edad armoniosa, existente en otro tiempo, en que del «orden» y la simultánea exaltación del santo como alguien que
dominaba solo la diosa de la armonía y del amor Kypris, como se sacrifica con la renuncia, la idealización del egoísmo como fun-
enseña Hesíodo, y en que, como subraya Empédocles, el mal evi- damento del éxito, como el éxito mismo: todos estos momentos, en
taba al hombre, de tal manera que ni siquiera los altares debían su entramado emocional con las corrientes ideológicas del momento
verse manchados con sangre de toro. Estas ideas continúan vivienélo presente, forman una poderosa corriente de reflexiones ide.Ólógicas
en innumerables usos, cuentos, canciones, danzas y fiestas, en la reli- de índole siempre ambivalente.
gión, el arte, el mito y la filosofía, alegorizadas frecuentemente hasta Finalmente, la moral. En cuanto la más joven con mucho de las
lo incomprensible. En nuestra época, de dominio ideológico del ni- manifestaciones cuasi arcaicas de nuestra psique, es la que nos re-
hilismo, se ven desplazadas desde luego en favor de la parte con- sulta más consciente. La reflejamos por eso en mandamientos y
traria a esa vinculación cuasi arcaica de nuestra fantasía a un pasado prohibiciones racionalmente ordenados. Pero su esencia es la con-
utopizado del período primitivo originario del género humano, y que ciencia interiorizada. Así como la ley descansa en la coacción del
según resultados científicos unánimes (Childe, Mead, Kühn, Gehlen poder externo, la moral descansa en la coacción de la conciencia
y otros) ha sido realidad: esa parte contraria es la imagen represiva interiorizada. Pero, de acuerdo con su naturaleza antropológica, la
del hombre. conciencia es formal, en el sentido de que no decide sobre deter-
La imagen represiva del hombre, sumida no menos profunda- minación alguna del contenido. En el solar histórico domina la
mente en nuestra psique, se desarrolla con la irrupción de la socie- dialéctica de conciencia originaria y manipulada, que es idéntica a
dad de clases. Más joven que el recuerdo cuasi arcaico de la «edad la dialéctica de función protectora y función represiva del principio
de oro», el mundo de ideas de la existencia represiva, en cuanto moral. En la indiscriminada identificación tanto de la función pro-

84 85
punto de vista metodológico y epistemológico, haciendo posible
tectora como de la función represiva de la conciencia, así como rnm- tan solo en suma de ese modo una posición crítica.
bién en el hecho de que toda decisión de conciencia que sigue normas Nunca ha procedido de otra manera el espíritu humano dentro
represivas por lo qu~ se refiere al contenido se siente cubierta por de los márgenes que comprenden los desarrollos históricos. Subje-
las funciones formales de la conciencia, en cuanto algo existente de tivamente ha preguntado siempre por los criterios de una verdad
modo absoluto que siempre se puede invocar, puede constatarse segura. Objetivamente, ha dejado a las generaciones siguientes el de-
la índole cuasi arcaica de una moral que descansa en la consulta cidir sobre el contenido de verdad de ideologías pasadas y separar
de ia conciencia. lo verdadero de lo verdadero a medias y de lo falso. La Historia,
En nuestro esquema hemos asignado los fenómenos cuasi ar- mirando los pasos que han de darse necesariamente hacia adelante,
caicos, bajo su triple figura, a la dirección vertical del movimiento. no pregunta solo por la verdad, sino por la verdad histórica, y esto
La horizontal implica las corrientes ideológicas dimanantes de la quiere decir una verdad que lo es porque lleva hacia adelante la
actual estructura social. La mezcla y compenetración contrapuesta historia con un propósito humanista. El marxismo ofrece también
de ambas, tanto de las verticales como de las horizontales, es lo ciertamente la verdad en un sentido teóricamente incontrovertible,
que da tan solo a la perspectiva teórica esa legitimidad que se re- pero su sentido auténticamente histórico se acredita, sin embargo,
sume bajo el título de «racionalidad tecnológica» e «irracionalidad de una manera primordial en su fuerza práctica revolucionaria para
nihilista». Pero aquí ha de subrayarse expresamente que la tenden- escapar a la ideologización y reificación presentes y hacer posible el
cia irracionalista nihilista no se origina meramente en modo alguno próximo paso histórico.
de la corriente vertical del movimiento dentro del proceso ideoló- Pensar de un modo marxista con sentido histórico quiere decir
gico, sino también frecuentemente de la horizontal misma. no correr meramente en pos de una verdad objetiva, sino, sobre
El esquema demuestra la enorme fuerza que sigue ejerciendo todo, escapar tanto ideológica como prácticamente de esa red irra-
sobre nosotros, o, con mayor razón, que hoy ejerce bajo una figura cionalista nihilista con que se encubren como bajo un velo las re-
múltiple, la ideología irracional. En la medida en que el sujeto pen- lacioúes represivas de dominio propias del capitalismo tardío.
sante, por cualesquiera motivos favorables a ello, ha conseguido La historia de las ideologías humanistas progresivas no fue his-
imponerse y romper esta ideología por medio de una imagen antro- toria de la mera verdad objetiva. Las cosas suceden de modo más
pológica humanista, y como tal segura, tanto del hombre como de complicado y contradictorio, aunque, a la vista de los hechos, ha
la Historia, puede colocarse ideológicamente fuera de ella y volver de admitirse que los sillares filosóficos y teóricos para el edificio
a pensar de nuevo a fondo siguiendo caminos propios esa proble- de la verdad objetiva nunca han sido aportados por los mundos de
mática desfigurada y encubierta por la corriente irracional de pensa- ideas antihumanísticos. Por eso es sumamente ingenuo y de efecto
miento. Lo importante aquí no es primordialmente descubrir todos reaccionario el que Habermas se abandone a la idea de que basta
los argumentos posibles desde un punto de vista abstracto en contra con crear un espacio en que se discuta libremente y en todos los
de la concepción nihilista dominante y fundamentarlos con una se- aspectos para lograr descubrir la verdad. Tal exigencia supone una
guridad definitiva tanto epistemológica como antropológicamente, capacidad de la inteligencia para colocarse, lo mismo que un Dios,
pues de todos modos la serie de argumentos que puedan enume· fuera del espacio histórico y considerarla a vista de pájaro escu-
rarse dentro de las discusiones y luchas ideológicas todavía en curso chando exclusivamente el argumento del interlocutor que toma parte
no pueden emplearse nunca con tal perfección que el adversario en la discusión considerándolo objetivamente. De ese principio de
que se halle preso en la ideología nihilista irracionalista tenga que «trascendentalidad» establecido al comienzo no queda aquí nada.
rendir las armas y asentir. Lo importante ante todo es más bien Un puro idealismo es el que obtiene aquí la victoria.
oponer en suma a esos poderes ideológicos profundamente arraiga- Habermas escribe que la crítica no puede definirse, «porque las
dos una concepción humanista tal que se presente llena de gran reglas de la racionalidad pueden explicarse tan solo dentro de ella
penetración y eficacia intelectivas, es decir, aseguradas desde un
87
86
1
n:isma ... » • Como si esta frase lapidaria tuviera que ser pronun-
ciada con tal énfasis. ¿Con qué, pues, puede medirse la facultad Como esas dos formas contrapuestas de posibilidad no son es-
de la crítica, si no es con el argumento racional y racionalmente ve- tablecidas exteriormente, sino que pertenecen a la realidad misma,
rificable? La ciencia se ha acreditado desde siempre por el hecho por lo que una vez se adhieren al dominio existente y otra a su
de contrastar sus manifestaciones con las del «otro» es decir nor neQ;ación, entre los representantes ideológicos de estas dos formas
discutir. Esto piensa también exactamente Habermas'. Pero es;e . . no cab.e «discutir» tan poco como entre un tenedor de libros, al que
habla de la necesidad de la discusión sin más, sino de una «discu- incumbe el orden de los intereses comerciales de una empresa es-
sió~ libre ~e d?~inio», lo q~~ prácticamente solo puede querer tablecida, y un filósofo que pone en cuestión por principio la exis-
decir una discus1on cuyos part1Clpantes lleguen a encontrarse fuera tencia de empresas (lo que no excluye que el filósc;ifo entienda algo
de todas las relaciones de dominio proporcionadas ideolóo-icamente de teneduría de libros y el tenedor algo de filosofía, pero siempre
lo que significa lo mismo que fuera de las relaciones sociales exis~ y en cada caso solo en relación con su posición originaria). Las dos
ten tes .. La deficiente reflexión. de la posición ideológica propia en formas de posibilidad pueden reducirse según eso a una nueva dis-
el . sentido de una «trascendentalidad» autorreflejada se hace aquí tinción conceptual: la que existe entre «medio», por un lado, e
evidente Y obra de modo tanto más cuestionable cuanto que concede «Hiswria», por otro. Ambos, dentro de la dialéctica en que están
también a esos adversarios, a quienes anota en sus escritos una absorbidos, tienen su justificación relativa. En nuestro tiempo, una
vinculación ideológica, que quiere decir orientada en el dominio la de bs formas~ más esenciales de expresión del «medio» es el posi-
capacidad de participación en una «discusión libre de dominio».' tivismo, con el nihilismo que le acompaña, aunque surgido este de
La diferencia entre una actitud ligada al dominio y la que se la particularidad del «medio» correspondiente al capitalismo tardío.
halla libre del mismo es algo que se orienta por el concepto de eso Los positivistas son los tenedores de libros de este «medio». Tras-
que, con el propósito de un servicio subjetivamente prestado a la cenderlo a través del punto de vista de la «Historia» es algo impro-
sociedad con el fin de solucionar sus problemas, se conoce con la de- bable para los tenedores de libros, mientras vivan en este «medio»
nominación de posibilidad. El concepto de posibilidad no es a priori y lo sientan forzosamente como algo «natural». Así como en una
unívoco, sino que se define a partir de la realidad misma en un doble empresa no puede llevarse la contabilidad en los libros adoptando
significado en sí excluyente. Si la realidad se ofrece, por una parte, el punto de vista de la «Historia», la ideología natural del «medio»
como algo que es de un modo determinado, como algo rígidamente no puede trascenderlo. La proyección de la «discusión» en cuanto
dado, cuya figura represiva se refleja ideológicamente en escepticis- méwdo de hallazgo de la verdad sobre el plano del «acuerdo» 2,
mo y nihilismo, posibilidad significa aquí entonces al()'o sumamente como exige Habermas, a la vista de la incompatibilidad entre esos
limitado, es decir, la tendencia a eliminar contradiccio~es en el sen- dos conceptos de posibilidad, que implican la correspondiente ?.fi-
tido de lograr un equilibrio que pueda establecerse de algún modo nidad o animosidad frente al dominio, resulta algo sin sentido.
y hacer funcionable el todo. El principio no se modifica, sino solo Solo la «discusión», con el fin de llegar a una crítica, y la incita-
I? forma en que este principio se regenera. Escepticismo y nihi- ción del público participante, que debe ser arrancado de esa exis-
lismo son sus representantes ideológicos naturales. Pero, por otro tencia positivista y nihilista de tenedor de libros, tiene relevancia
!ad~, .~sta misma realidad se ofrece como un proceso en el que la social. No es la «discusión» con el fin de llegar a un «acuerdo»,
posibilidad expresa nada menos que un estado de la realidad no tal sü:o la incitación con el fin de llegar a una contraposición lo que
como ella es, sino como no es, es decir, como pudiera ser de acuerdo corresponde a un humanismo que da la primacía a la Historia sobre
con la tendencia propia que le es inherente. Esta situación se refleja el «medio».
ideológicamente en el humanismo. Aun cuando Habermas pueda desde su propia posición aportar
la prueba de que su pensamiento se ha visto libre de influencias
1
J. HABERMAS: La disputa del positivismo en la sociología alemana (Der por parte de las ideologías vinculadas al dominio, esto no significa
Positivismusstreit in der Deutschen Soziologie), Neuwied, 1969, pág. 254.
0
Ibídem.
88
89
Rohrmoser, el motivo del carácter dogmático de la teoría de Ha-
ni que este mismo pensamiento pueda escapar del ámbito de rela.. bermas en la «voluntad de entender la práctica de la emancipación
ciones de los antagonismos ideológicos, ni que la «discusión» con como cancelación de la filosofía»-cosa que no sería lo peor-, sino
pensadores vinculados ideológicamente de otra manera pueda llegar en ese dogmatismo nihilísticamente afianzado de una teoría tec-
a más de lo que desde siempre se ha entendido por «lucha ideoló- nolóaica que no ha logrado desprenderse del automatismo fetichista
gica», aunque transferida a un plano teórico. Bajo estas circuns- reificado.
tancias insalvables, la «discusión» con los oponentes no significaría
más que la lucha por el predominio de la ideología humanista o
nihilista, acompañada, desde luego, por parte de la ideología hu-
manista de la pretensión de proporcionar verdad objetiva y trans-
mitirla al interlocutor en la discusión, algo que desde muy antiguo
se ha llamado «ilustración.
Habermas pierde de vista la inevitable «discusión>> teórica, no
bajo el signo de la confrontación entre las ideologías nihilista y hu-
manista encarnadas en manifestaciones teóricamente relevantes, sino
dentro del concepto formalmente sin compromiso de «acuerdo». En
ello, como dice a continuación, debe ser posible siempre una revi-
sión. ¿En qué consiste, pues, esa innovación exigida por Habermas?
En la antiquísima idea burguesa imaginaria de que es posible el
hallazgo de la verdad cuando se da la buena voluntad de todos
los participantes en la «discusión». Pierde de vista la enorme fuer-
za de esa irracionalidad nihilista que cristaliza a partir de las rela-
ciones existentes en la sociedad de clases, con lo que pierde de vista
también que el camino de la ilustración en un sentido humanista
no puede ser solo el de la «discusión», sino, de un modo primor-
dial, el de la crítica de aquellas fuerzas que están llamadas históri-
camente a ejercer una crítica práctica y a dar los primeros pasos
para la modificación de las condiciones existentes. Lo que se lo
impide no es solo su posición teórica, en cuanto se declara en pro
de la humanización de la sociedad, sino el hecho de que esta de-
claración resulta irrelevante y placativa a la vista de un pesimismo
impuesto nihilísticamente, como el que cobra expresión en un ancho
frente que se extiende entre sus puntos de apoyo antropológica-
mente biológicos y su resignada crítica de Marx.
Habría que preguntar, escribe G. Rohrmoser, «si la miseria de
la teoría crítica, que se agota en la reproducción de constelaciones
del presente, no se agota por el carácter dogmático de los supuestos
a que se halla ligada» 3 . Solo que nosotros no buscamos, como

~ G. ROHR.c'vIOSER: La miseria de la teoría crítica (Das Elend der kritischen


Theorie), Friburgo, 1970, pág. 104.

90
que dominarlos con una especialización de finalidad racional, las
masas se acomodan de buen grado al orden existente.
4. La progresiva satisfacción de necesidades por medio del me-
canismo tecnológico de producción y consumo va originando una
progresiva elevación de esa buena disposición a integrarse y subor-
dinarse.
5. El dominio tradicional de las clases dominantes ha remitido
CAPITULO 4 en favor de un dominio anónimo de la técnica y, en todo caso, en
favor además de una burocracia del Estado organizada de acuerdo
con principios tecnológicos de relevancia esencialmente neutral por
EL PROBLEMA DE LA RACIONALIDAD lo que se refiere a los estratos o clases. Frente a eso, la lucha de
TECNOLOGICA los partidos se muestra como algo exterior, cosa que subraya espe-
cialmente Schelsky.
No puede discutirse que esta ideología científica es de una im-
I. LA IDEOLOGIA BURGUESA NIHILISTA presionante solidez y que se va extendiendo cada vez con más fuerza.
DE LA TECNOLOGIA Sí la sociedad -burguesa moderna venía insistiendo ya desde hacía
mucho en velar o negar su extremado antagonismo de clases y los
AL lado de la ideología irracionalista nihilista general, mecanismos de manipulación tanto ideológicos como prácticos que
se va extendiendo de manera creciente, actuando de un modo pe- descansan sobre él, nada puede acudir mejor en su favor que la teo-
culiar como medio para llegar a la misma, la ideología de la «racio- ría de una supresión del dominio político por el tecnológico. Mien-
nalidad tecnológica», no menos irracionalista por su condición esen- tras que a Max Weber no se le ocurre sacar de su teoría de la ra-
cial última, pero revestida en cuanto a su forma autorreflexiva de cionalización la conclusión de que el dominio político sea algo que
un ropaje rigurosamente racionalista. Su ámbito enunciativo se com- se viene abajo completamente, Schelsky procede ya de un modo
pone de las siguientes tesis, todas las cuales parten del hecho de la mucho más radical. «Ya no domina nadie», dice, «sino que aquí se
existencia, dentro de los ámbitos particulares de la econonúa, de la halla en funcionamiento un aparato que quiere verse manejado ob-
administración y de la política, de unos campos de tareas ordenados jetivamente» 1• Sí se quiere entender bien a Schelsky, ha de ponerse
y dominados en una medida creciente por una finalidad racional. de relieve que su concepto de la ausencia de dominio solo alude
1. El desarrollo científico y técnico se ha condensado hasta propiamente a la desaparición del dominio personal o vinculado a
constitutir un poder propio de fuerza invencible. unas clases, en cuyo lugar aparece el dominio anónimo del «aparato»,
2. Esas concepciones tradicionales del mundo, el hombre y la que funciona de modo técnicamente óptimo y es manejado por los
historia, afincadas fuera de los ámbitos intelectuales y manuales Cle gerentes de un modo objetivo, es decir, de acuerdo con las leves
finalidad racional, que se resumen bajo la denominación de ideolo- que le son inherentes 2 • •

gías axiológicas, se ven relegadas al grado de carencia de sentido Tras de la ideología del operacionalismo servicial de los ge-
o no juegan ya en la conciencia pública ningún papel digno de rentes y de las leyes tecnológicas que determinan su actuación, la
mención. Este proceso de «desideologización» es la consecuencia é:le sociedad adquiere el aspecto de una formación esponjosa poco di-
esa racionalización procedente de la técnica que Max Weber ha pre- ferenciada, haciéndose invisible su diversidad difusa y antagonista.
visto en su paradigma de «desencantamiento del mundo».
3. Como en el solar del sistema social establecido, que, a causa 1
H. ScHELSKY: El hombre en la civilización científica (Der iHensch in de;•
de su racionalización tecnológica, no puede ser puesto en cuestión, wissenschaftlichen Zivilisation), Colonia, 1961, pág. 32.
2
no hay otro camino para solucionar los problemas que se presentan Ibídem, pág. 25.

92 93
Bajo esta figura, ya no plantea problemas ni tareas serios, lo cual
es algo que viene a parar en un tomarla como es. La resignada con. orientado en ella Y ligado a ella de ese modo, que se extiende prác-
tribución de Schelsky a la crítica moderna de la cultura, hace notar ticamente sobre todo el estamento gerencial-algo que resulta ser de
Gerd Hortleder, «no nos dice nada acerca de la realidad social... particular significación a la vista de ese problema traído aquí a
Las decisiones se vuelven superfluas, la dominación se deroga a sí discusión de la racionalidad tecnológica-. La alternativa es in-
misma y no necesita, en consecuencia, legitimación alguna» 3 . equívoca.
A pesar de toda la proclamación de la técnica como «ideología», O bien admite Habermas la existencia de este estrato que coes-
es un autor procedente de la dirección crítica dialéctica, Jürgen tructura esencialmente la sociedad entera, y entonces la teoría de
Habermas, quien, alzándose en cierto modo sobre los últimos brotes la función «de servicio personal» de las clases, que coloca el «arri-
del desarrollo de la ideología tecnológica, entra en conexión con ba» y «abajo» sociales en una dependencia alternativa, se muestra
Schelsky. Y ló hace de una doble manera: sucumbiendo al concépto como algo insostenible; o niega, empero, la existencia de este estra-
to, y entonces, puesto que no hay en sí «arriba» ni «abajo», su
fetichista reificado de la técnica y negando la persistencia de las
relaciones tradicionales de dominio como un heredado reparto de ensayo de verificación de la misma se pierde en lo vacío y decla-
roles entre burguesía y proletariado 4 • Ya el mismo convenciona- matorio.
lismo lingüístico de que se sirve Habermas delata la reificación Precisamente la alusión a la existencia y papel tanto socialmen-
t~ estructurado~ como portador de ideología de una burguesía pará-
burguesa positivista de su pensamiento, como cuando-en 1963-
cree oportuno tener que decir, en vez de sociedad capitalista, «so- sita plantea un problema todavía más agudo que el de la técnica ele-
vada hasta servir de explicación de la totalidad del proceso social.
ciedad industrial»; en lugar de relación de dominio dentro de la
economía, «racionalidad del trabajo tecnológicamente limitada»; en Pues esta, a través de la existencia de aquella y de su relación
lugar de sociedad de clases, «contexto coactivo»; en lugar de socie- social con el proletariado, recibe prescrita de antemano la direc-
ción de su movimiento, y esto hasta los últimos detalles, como ha-
dad sin clases, diálogo de unos hombres llegados a una mayoría
responsable; y allí donde dice «clase dominante» y «clase domi- bremos de ver. La apariencia externa de presentarse como si no
nada» pone, de modo significativo, comillas sobre la frase 5 . La existiera diferencia alguna en comparación con los países socialistas,
contradicción con Schelsky resulta sumamente insegura bajo la pá- es algo ~ue resulta del estadio de «acumulación originaria» en que
lida formulación de que «aunque de ese modo la diferencia de clases estos paises se encuentran sumidos aún en su mayoría y de ese
no desaparece del todo»; por el contrario, resulta muy clara la asi- rearme desmesurado que le viene impuesto al Este por el Oeste.
milación y recepción en las palabras que dicen que «la sociedad se .. La ten~encia al parasitismo de la burguesía moderna, Q,.1.1~ sig-
ha desarrollado hasta convertirse hoy en una sociedad de aparatos, nifica lo nusmo que una retirada de la vida económica activa de las
en cuyo dominio anónimo y objetivo participan en cierto modo los clases que disponen directa o indirectamente de los medios de pro-
hombres como personal de servicio, alternativamente dominantes y ducción y su poderosa creación de provecho, es la principal cul-
dominados» 6 . La verificación de este enunciado puede llevarse a pable de la ilusión de la existencia de unos estados indiferente::;
cabo experimentalmente y destacar alternativamente con este fin a las clases y ausentes de dominio. Técnica ha habido también antes.
una u otra manifestación singular de la sociedad de hoy. Tomemos Pero frente a la actividad del ciudadano seguía siendo transparente
la burguesía parásita juntamente con ese apéndice, ideológicamente en cuanto mediadora entre los tres factores constituidos por el in-
v~~tor (ciencia)'. .el :1sufructuario (poseedor) y el obrero (trabajo
3 G. HoRTLEDER: La imagen social del ingenie;·o (Das Gese/lschaftsbild des v1v1ente). La re1ficac1ón de la conciencia preexistía, es verdad, for-
Ingenieurs), Francfort, 1970, pág. 105. rr;ad~ ya de antemano, incluso se imponía el concepto fetichista de
'1 J. liIBERMAS: Teoría y práctica (Theorie und Praxis), loe. cit., págs. 331 y tecmca penetrando la conciencia pública, pero no impedía aún, sin
siguiente. embargo, por principio, la visión de una estructura de clases de fo
5
Ibídem. sociedad.
6
Ibídem.
Relevada de la necesidad de presentarse públicamente, y ante
94
95
el temor de la crítica democrática que se había ido desenvolviendo «condiciones ideales de existencia», sobre todo la de la contrapo-
entre tanto, o con el deseo de no provocarla inútilmente, la clase .. sición entre «subjetivación» y «reificación», es decir, entre la figu-
dominante se sustrajo a la anterior inclinación a e~dúbirse en pú- ración ce
una libertad individual extremada y la ímaginadón pareja
blico como minoría haciendo demostración de tal y a justificarse de unas «leyes naturales», sigue vigente hoy dentro del concepto de
socialmente. La cultura, como forma de una necesidad de exhibición técnica. A la libertad de la ciencia natural que hace posible la téc-
del hombre minoritario profundamente asentada, se ve retirada del nica, se oponen las duras leyes naturales del desarrollo técnico.
concierto público y convertida en medio privado de una configura- Pero estas leyes naturales no expresan más que una «categoría de
ción de la vida parásita y de disfrute. Con ello la alta burguesía la economía burguesa», una «forma de pensamiento socialmente vá-
se aproxima en cierto sentido a la forma de vida minoritaria y dis- lida, y por tanto objetiva, por lo que se refiere ~ la relación de
frutadora de la alta nobleza tardía. La ostentación minoritaria na- producción de este modo social de producción históricamente deter-
cida un día de la inclinación a exhibir ante los ojos del público la minado, de fa producción de bienes materiales mercantiles» 7 , corno
preeminencia de una peculiaridad inimitable, ha cedido a la ani- dice [vfarx. Tales «formas objetivas de pensamiento» las denomina
mosidad minoritaria ante la opinión pública y a la necesidad de también Marx «formas» ideales «de existencia», con lo cual quiere
anonimato. En lugar del poseedor, aparece ante los ojos del mundo expresar que, a causa precisamente de su carácter aparente reificado,
el gerente, situado ciertamente en primera línea por motivos tec- se convierten en condiciones objetivas del obrar individual que im-
nológicos, pero también con el cálido asentimiento del poseedor, pelen al individuo a actuar de un modo perfectamente determinado,
pues, bajo los tiros que le llegan por parte de la ideología socialista o sea, de un modo que corresponde a las exigencias del proceso eco-
y comunista, que, a pesar de haberse debilitado por propia culpa, nómico reinante, a decidirse subjetivamente de ese modo. La téc-
sigue conservando una inmensa fuerza crítica, el burgués propietario nica «neutral» o «pura», concebida corno ideología necesaria, pro-
se sentaría mucho menos seguro en la silla de montar de su posi- duce «por ley natural» su desmitificación por medio de la visión
ción, que sigue constituyendo todavía la cima suprema de la so- de la. supeditación de los objetos técnicos con respecto a una relación
ciedad, si se viera obligado a cuidar personalmente de sus intereses social de bienes materiales mercantiles que descansa por su parte
y no los entregase a ese gerente que presenta la apariencia de una en la relación social entre interés de provecho y trabajo viviente, de
neutralidad social. producción de plusvalía y apropiación. La «coacción objetiva» se
La técnica pierde así su referencia visible a la clase dominante, revela como una coacción de las relaciones antagonistas de clase.
aparece corno «neutral» o «puta». Por este camino la función social Pero, una vez que ha ido a dar en terreno ideológico, esta «coac-
del trabajo viviente se desprende también ideológicamente de su ción objetiva» busca y encuentra el ideólogo servicial, esforzado en
relación con la burguesía, que aparece despojada de su función so- hallar «explicaciones» de acuerdo con motivos situados profunda-
cial, y se ve aparentemente arrojado a la obligatoriedad de un pro- mente. Arnold Gehlen, uno de los primeros iniciadores de la ideo-
ceso neutral y reificado, se ve ideológicamente desocializado. logía tecnológica, procede de modo antropológico, de tal manera
De ese modo la misma técnica se convierte en el poder ideoló- que ofrece construcciones referentes a una verdadera y originaria
gico capital y en aquella «condición ideal de existencia» (Marx) de esencia del hombre, partiendo de las cuales la «Coacción objetiva»
que parten todos los impulsos decisivos para la integración del in- técnica no puede verse ya corno algo inmediatamente capitalista,
dividuo, tanto integración en las masas del que trnbaja, como del sino como algo dado naturalmente. Han de invocarse así para él
gerente en su especialidad. La interiorización de la carencia de ante todo las desventajas corporales del hombre para hallar la ex-
libertad ha adoptado una nueva figura, una figura mucho más efi- plicación de por qué este se pone a producir instrumentos desde
caz que la evangélica, en nombre de cuyo Dios tenía que «predi- un prir.cipio y, más tarde, dentro de una continuada serie, corn-
carse», mientras que el dios de las «leyes naturales» tecnológicas
no deja salida alguna para otra posfüle proclamación.
Esa categoría fundamental, por ser socia111ente eficaz, de las 7
:CVIBW, 23, pág. 90.

96 97
KOFLC:t --4
plicadas maravillas técnicas 8 • Si el hombre hubiera sido enger:drado
lacio'1es sociales. La técnica aparece aquí, frente al desarrollo his-
por la naturaleza como una máquina cibernética, no hubiera tenido
tórico concreto de la sociedad, como algo naturaL111ente autónomo,
necesidad de toda esa circunstancia. Así pues, no interesa a Gehlen
como cosa que puede, es verdad, ser manipulada hasta un cierto
el hecho, mucho más fácil de comprender, de que un hombre pro-
arado, pero que sigue siendo cosa. El que como cosa «en sÍ» no
visto de conciencia haya utilizado sus excelentes dispositivos cor-
;e9~ en ~ealidad nada, a no ser que funcione como «condición ideal
porales (como son, en primer término, la mano y la boca) para ir
de existencia», como pura ideología, es algo que no entra dentro
sometiendo a sí paso a paso la Naturaleza, sino que es, a la inversa,
de su reflexión.
la desventaja biológica la que ha conducido al hombre a hacerse
Err el proceso de ideologización de la técnica. hasta convertirla
fuerte, igual a Dios. En lugar de la conciencia, que explica sin vio-
en cosa, Schelsky no sigue en modo alguno exactamente el mismo
lencia alguna la conducta y el desarrollo histórico, aparece, de una
camino de Gehlen y Habermas. Schelsky no comparte la opinión
manera materialista vulgar, un «componente instintivo» que de-
de Gehlen de que haya de definirse la técnica como una especie
termina la dirección del obrar y es responsable del nacimierito de
de «prolongación instrumental orgánica» de la especie humana. En
obras técnicas 9 •
su opinión, la técnica ha roto las barreras de la Naturaleza 12 . Schelsky
No vamos a ocuparnos aquí de tales premisas teóricas que
concibe la técnica como un sujeto cuasi actuante en el que, con una
preceden a la ideología tecnocrática, aunque también Habermas, a
tendencia progresiva, el establecimiento del fin se va haciendo in-
pesar de su origin.aria posición marxista, se halle sujeto a elfos sin
manente, por tanto, como algo que se impone ciegamente por encima
someterlas a crítica 10 . En todo caso, Gehlen y Schelsky representan
de los propósitos subjetivos del individuo viviente. Las posibilida-
su concepción naturalista tecnologista de un modo consecueme y
des dadas con un estado de desarrollo técnico alcanzado deciden
sin sentir vergüenza, no intentando velarla con retrocesos volunta-
siempre y en cada caso sobre el desarrollo ulterior 13 . Las consecuen-
rios de carácter abstracto. Pero Habermas no muestra en modo
cias para el hombre son de gran alcance en un sentido social e in-
alguno tal consecuencia, pues intenta encubrir bajo un velo su aco-
divicfual, pero esto no cambia nada dentro de la marcha prescrita
modación al fetichismo tecnicista, dando después pedantememe el
que sigue la técnica. Por el contrario, opina Schelsky, estos proble-
consejo de «hacerse cargo de las consecuencias no planificadas del
mas humanos y sociales se ven así también «resueltos», de tal ma-
proceso, cuyo alcance se extiende al ámbito de la vida social, del
nera que se hallan incorporados a la ejecución técnica 14 . Las ideas
mismo modo que ya hace mucho tiempo hemos puesto bajo nues-
e ideologías no determinan ya la marcha de la Historia, sino que
tro control los procesos naturales» 11 . Pero precisamente esta e~ui­
ceden su ouesto a mec~mismos teóricos de justificación (coJ;J.Jo que
paración con la Naturaleza delata la posición mecanicista 31 teti-
Schelskv ha traicionado evidentemente su propia posición teórica,
chista La técnica aparece casi como Naturaleza, que por no defi-
lo cual. es algo que se desprende desde luego por sí mismo orgáni-
nirse en Habermas como factor que permita hacer ese uso de las
camente de su perspectiva fetichista). Incluso el Estado se con-
fuerzas productivas propio de la sociedad de clases, como realidad,
vierte en mero órgano ejecutivo de una vida social configurada de
pues, histórica social, debe ser tomada como Naturaleza sin más,
modo tecnológico, en la medida en que pretende obtener resultados
es decir, como si con ella no hubiera de cambiarse nada en fas re-
máximos de finalidad racional por medio de los dispositivos tecno-
lógicos disponibles, lo que significa hacerlo enteramente de acuerdo
s A. GEHLEN: Hombre przmztzvo y cultura tardía (Urme;iscb : ;:d Spat-
0
con fü1es vn establecidos sobre los que no decide libremente. Metas
kultur ), Bonn, 1956, págs. 11 y sg. . . librement; establecidas en correspondencia con una fundamentación
9
A. GEHLEN: El alma en la edad técnica (Die Seele im technzscben Zei-
por ;::1edio de ideas, se vuelven algo sin sentido y van desapareciendo
talter ), Reinbeck, 1957, pág. 17.
1o J. HABERMAS: Técnica y ciencia como ideología (Technik und Wissen-
schaft als Ideologie), loe. cit., pág. 56. u H. ScHELSKY: loe. cit., pág. 12.
11
J. HABERMAS: ¿Estimula la libertad el progreso técnico? (~ordert der 1lIbídem, pág. 25.
technische Fortschritt die Freiheit), manuscrito radiofónico, 1966, pag. 31. u Ibíder;i, pág. 16.

98 99
en medida creciente. La desideologización se convierte en 1211 hecho. ClOn de una multiplicación infinita de la producción de los bienes
La ideología normativa llega a hacerse también superflua por no elaborados en una determinada empresa, y que no puede tener por
tener ya dominio alguno que justificar, pues las antiguas clases do- eso en cuenta necesidades de otra índole, podría, p. ej., disrnin.uir
minantes siguen dominando solo en apariencia 15 . la producción de automóviles en favor de una disminución de las
El experto es el que parece dominar ahora exclusivameme. Pero víctimas del tránsito, de una conservación más tranquila y sana de
también él decide sólo en el sentido de la coacción objetiva y no las calles y en favor además de un mayor número de instalaciones
según un criterio libre y, menos aún, de acuerdo con la voluntad formativas, sanitarias y culturales. Con esto no decimos nada nue-
popular. La democracia pierde su terreno existencial y se convierte vo, sino algo evidente de por sí, pero, precisamente por eso, es
en algo sin sustancia 16 . Lo que se instala de nuevo fácticamente algo que se halla también dentro del ámbito de' lo evidente no
adquiriendo validez exclusiva es solo una naturaleza que se repite tomar la técnica capitalista por algo absoluto, casi de ley natural,
bajo figura tecnológica. Su repetición se lleva a cabo bajo la forma sino como una dimensión cualitativamente modificable, que quiere
de una total institucionalización. Y contra ello no existe medio decir modificable en su función social 17 • Tal escorzo normativo, que
alguno. coincide con la crítica de la forma vigente de aplicación social de
Por impresionantes que puedan parecer estas tesis, la crítica los medios técnicos, puede justificarse también fácticarnente seña-
puede resumirse en una frase: Si bien es cierto que al principio, lando esa no~matividad, ideológicamente encubierta, pero efectiva,
en el estadio de la «acumulación originaria», resulta también in- de las finalidad.es tecnológigcas que rigen hoy, de su sujeción a las
evitable la sumisión más desconsiderada de la fuerza del uabajo a normas de unos intereses e ideologías dominantes que no se han
las exigencias de una autoproducción y reproducción técnic:.:is, en el puesto en cuestión. Si se pregunta por el sentido histórico de estas
estadio de desenvolvimiento la técnica puede ayudar precisamente ideologías, queda al descubierto, con su carácter de aseguración y
a fundar una vida libre, democrática y humana, cambiando funda- justificación al servicio de la orientación a un fin tecnológico ra-
mentalmente la dirección de sus «fines objetivos», bajo la condi- cional que no es absolutamente neutral, corno pretende Schelsky,
ción revolucionaria de un interés individual absorbido dentro de sino orientado por los intereses de clase. Además, y en cierto modo,
lo social en su conjunto, en el sentido de este interés individual la orientación hacia un fin implica que el valor de la democracia
armonizado. Así, p. ej., no produciéndose cada vez más con su ayu- institucionalizada se ve relativizado hasta llegar a su desfuncionali-
da, como ocurre en el capitalismo, bienes cada vez de más corta zación, con lo que la pérdida de su valor dentro de la teoría de
duración, empleando así sin sentido y en una medida creciente fuer- Schelsky recibe una confirmación sorprendente, pero distinta de la
za de trabajo, sino, al revés, prolongando constantememe la dura- que él quería. También el «modelo de decisión» que bosqueja Ha-
ción de bienes óptimamente cualificados en favor de la reducción bermas viene a caer inmediatamente en el plano de los mecanismos
de un tiempo de trabajo necesario desde un punto de visra social. ideológicos de justificación, por partir de un concepto neutral de
Ese tiempo libre prolongado, así obtenido, de un .individuo que técnica y no ver la vinculación implícita de la técnica vigente a
ahora ya se halla sometido solo al margen de su vida al proceso una norma. La idea, que aquí sirve de fundamento, de considerar
«profesional» de trabajo, puede verse dirigido e influido en favor la técnica como si no representase más que una suma de bienes
del mismo por medio de la introducción de toda clase de institu- materiales altamente cualificados con los cuales, y tras una «de-
ciones educativas e ilustrativas-piénsese en el poderoso empleo cisión», pudiera hacerse esto o aquello, la ha desenmascarado Hans-
que se hace hoy de medios públicos de seducción, reclamo y enton- Dieter Bahr como una ideología tecnológica burguesa.
tecimiento-. Una organización económicamente bien planeada, en
contraposición a la privada, hoy reinante, que se halla bajo hi coac- 17
De manera análoga, E. KoGON: «Estado democrático y técnica moderna»
(«Demokratischer Staat und moderne Technik» ), en Atomzeitalter (La edad
15
Ibídem, pág. 26. atómica), 1969, núm. 3, y H. P. BAHRDT: El Estado técnico de H. Schelsky
16
Ibídem, pág. 29. (H. Schelskys technischer Staat), ibídem.

100 10]
Tal actitud ideológica surge sin duda alguna de la estructura al interés común, ya fuera este el de la nación o, sobre todo, el de
fetichificada, en relación con los bienes materiales, ele una sociedad toda la clase burguesa en su conjunto, por lo que se explica su
capitalista que finge unos procesos «naturales» allí donde obran re- actividad subjetiva. La insistencia en esta sucesión histórica aqtú
laciones sociales. Sin embargo, sería erróneo querer reducir exclu- mostrada persigue la finalidad de salir al encuentro del extendido
sivamente el alcance de las reflexiones ideológicas al hecho de la prejuicio de que la historia del nacimiento del estamento gerencial
reificación. La verdad es que este hecho, que se encuentra en úna moderno se halla unida· exclusivamente al hecho de la creciente y
relación ele medio respecto a ello que es la adecuada al corres- especializada división del trabajo y de la tecnificación. Concreta-
pondiente estadio de desarrollo de la sociedad capitalista, c~r:sti­ mente: es algo que no puede entenderse en sí por qué los miem-
tuye solo el marco general para el desenvolvimiento de otras ideo- bros de la burguesía, en otro tiempo activos, hayan vuelto la es-
logías. Las ideologías (decadentes) liberal optimista y liberal pe- palda casi por entero a la actividad práctica, circunstancia que puede
simista de la burguesía tardía se reproducen sobre la misma base observarse también allí incluso donde la técnica especializada no
de los fenómenos ideológicos de reificación. La figura concreta dt es objeto inmediato de la acción: en la política. La minoría bur-
tales ideologías recibe sus impulsos de los ámbitos históricamente guesa, en otro tiempo activa, muestra una inclinación a retirarse
variables de las relaciones sociales, o, expresándolo de otra manera, a la vida privada no meramente por motivos tecnológicos, sino
de los ámbitos del destino histórico que sufre cada una de las rnmbién por motivos ideológicos, que, por su parte, encontraron
clases. En particular, el destino que correspondió sufrir a la burgue- su condición ~favorable en el cambio de tendencia de una vida
sía en el siglo xx es el que se ha mostrado cargado de una inmensa liberal a otra conservadora decadente. En la opinión de Leopold
fuerza de acuñación ideológica. De este destino hay que abstraer von Wiese de que existe una actuación del estrato superior de la
tan pocas cosas como de las ideologías espontáneas ingenuas v burguesía «desde un segundo término» 18 se refleja luminosamente
teóri~as, cuya llamativa desatención y cuya propia estiniación como esta situación.
no ideolocrfas han de contarse, bajo ambas figuras, entre las co- Ese espacio libre creado por el desarrollo histórico, al haber-
rrientes i<l°eológicas más influyentes y cargadas de consecuencias de lo abandonado la burguesía dirigente, ha entrado a ocuparlo el
nuestro tiempo. estamento gerencial, aunque indiscutiblemente bajo la presión de un
Dentro de este contexto ha de plantearse incluso la cuestión de desarrollo económico técnico, sin el que existiría tan poco como
si la opinión de que esa tecnocracia que se presenta bajo fo~rr:D.s aquel estrato de ingenieros que se hallaba todavía sometido en sus de-
varias deriva exclusivamente su poder del desarrollo tecnolog1co cisiones a la dirección de la minoría activa. Pero a este estamento
de la sociedad moderna, no representa igualmente una ideología gerencial no corresponde meramente, como se piensa basándose en
encubridora tras un velo del complejo real de relaciones sociales e una consideración superficial, el cuidado del ámbito de las tareas
ideolócricas. El permanente carácter contradictorio del capitalismo, técnicas y económicas, sino además una importante tarea de amplia
que h: sido analizado detenidamente dentro de una amplia biblio- relevancia práctica e ideológica: la tarea de representar los inte-
grafía de este país y del extranjero, sigue subsistiendo como e~ otro reses objetivos de toda la clase capitalista en su conjunto, abando-
tiempo. Pero entre tanto la sociedad capitalista ha aprendido a nados por la misma burguesía en pro de los intereses meramente
«dominar» las contradicciones por medio del rearme, medidas infla- subjetivos. Encadenado ideológicamente hacia arriba a la burguesía
cionarias y veladas concrelaciones
b
de salarios. Se sirve para esto del
• y aliado hacia abajo con el Estado-por su parte orientado en un
Estado en una medida no conocida antes y cuyo instrumento prin- sentido ideológicamente burgués-, corresponde al estamento ge-
cipal es la burocracia tecnocrática de finalidad racional. El desarro- rencial un triple papel: conducir unas empresas organizadas tecno-
llo ele esta burocracia tiene dos raíces que han de verse en una lógicamente en un sentido «de finalidad racional» correspondiente
sucesión históricamente correcta. Al proceso de tecnificación, en la a las relaciones antagonistas; cuidar no solo de una maximalización
medida en que hoy se lo conoce, precede una retirada de la bur-
guesía a su interés privado, que antes subordinaba ideológicamente 18
L. v. WrESE: loe. cit., págs. 265 y sg.

102 103
consumo que engendra falsas necesidades y las inculca al individuo
de la ganancia, sLno de la maximalización de un provecho orientado
hasra llevarle al estadio de una identificación y, finalmente, de una
al enriquecimiento; corresponder en un sentido limitado a las ma-
interiorización, se cuida de lograr la conciliación con la ideolocría
negativa que se ve vivida entonces como expresión de un dest~o
sas trabajadoras. El Estado refll!ja esta circunstancia y la resume
en leyes, enteramente de acuerdo con la caracterización de Marx y
inevitable. La interiorización se lleva a cabo primordialmente sobre
Engels, que hablaban de que la tarea del Estado burgués era la
una conciencia manipulada.
de tener cuidado de un «arreglo de intereses», al servicio de la con-
La dialéctica en que se halla inmerso el individuo de la bur-
solidación de la sociedad de clases. Corresponde además al Estado
guesía tardía, perteneciente a cualquiera de los estratos sociales
la tarea, que a su vez se halla dentro del interés objetivo de
impli\::ados en la represión social, no es solo, como piensa Marcuse,
toda la sociedad burguesa en su conjunto, de solventar esas con-
la de una satisfacción falsa, pero seductora, de necesidades 19, sino
tradicciones de la sociedad capitalista que se presentan una y otra
la de sat~sfacción y ascesis: gozar ante una renuncia que se espera
vez.
y renunciar para poder gozar en un futuro, es mucho más carac-
No hay que imaginarse que en las circunstancias resultantes del
terístico para la inmensa mayoría de los hombres (incluso en los
reparto de papeles entre burguesía, estamento aerencial y Estado
la sociedad burguesa pueda pasarse sin complicad~s reflexiones ideo'.
«ricos» U.S.A.) que la imagen usual de una gozosa satisfacción rec-
ti~na. ?entro de este campo de tensión entre goce y ascesis, la
lógicas. Necesita de ellas como «condiciones ideales de existencia»
exigencia de una acomodación ideológica a las condiciones existentes
(Marx), es decir, para hacer posible subjetivamente a cada uno de
necesita de un fuerte apoyo. Este se encuentra en el proceso de
los individuos una determinada actuación y empujarla al mismo tiem-
interiorización, que pasa a través de la manipulación de la concien-
po en una dirección determinada. Pero necesita de ellas también
c~a. Dentro de la libertad democrática otorgada al individuo, y en
para la justificación de la sociedad capitalista. Necesita de ellas
virtud de una formación previa de la conciencia, este se decide
finalmente, para la manipulación de la conciencia pública, principal'.
en pro de una determinada imagen del mundo, concretamente nihi-
mente de las masas, dependientes, pequeño burguesas y proletarias.
lista represiva, y, a través de esta, en pro del orden existente. Con
Pero la apariencia tecµológica quiere que esto sea de otra ma-
el revestimiento ideológico de un orden tecnológico natural este
nera, yues e~a r:iisma es una parte de esta corriente ideológica.
por su parte, viene a acudir a su vez en favor de esa imag~n del
Se ongma as1 la idea de que las cosas son como si dominasen solo
mundo.
«Coacciones objetivas» supraideológicas. Un:o de los motivos más
~n ~uanto reguladora de la relación humana sujeto-objeto, la
importantes de esta ilusión, que en modo alguno ha de reducirse
conciencia moral representa una condición formal de la existencia-
solo a una ilusión teórica, puesto que en el ámbito ideológico-prác-
lidad humana, que se clasifica como formal porque por sí misma
tico del pensamiento ideológico, que se extiende a todos los estra-
no puede disponer de los contenidos de la decisión de conciencia ·
tos sociales, es todavía de mayor peso, haciéndose cargo dentro
sino que ha de abandonar estos al acontecer histórico. Pero form~
de él del desempeño del papel de «condiciones ideales de existen-
parte de la peculiaridad de esa conciencia que actúa prácticamente,
cia» en una medida todavía más agravante, hay que buscarlo en
lo contrario de donde suele extraerse la supuesta desideolocriza-
el que toda decisión se remita a la función formal de la misma
para encubrir la función ideológica. El que esto sea posible es alao
que se halla precisamente en estrecha interdependencia con el ~a­
ción, o sea, en la ocupación total de la conciencia por corrie:ites
ideológicas que, como consecuencia de seauir una sola línea diri-
rácter antropológico formal de la disposición de la conciencia. Ma-
gida de modo manipulativo, de su univocidad receptiva y generali-
nipulable en lo que se refiere al contenido y utilizable como medio
dad sin resquicio, se aceptan como algo tan «natural» y evidente
de un proceso histórico ideológico, resplandece en el fondo de la
que ninguna necesidad encuentra ya espacio para discutirlas. Su
contenido es un contenido represivo nihilista, a propósito para en- 19
H. MARCUSE: El hombre unidimensional (Der eindimensionale iviensch),
gendrar malestar y ser rechazado. Sin embargo, juntamente con una loe. cit., pág. 44.
educación manipulativa de las masas, una capciosa estrategia de
105
104
ilusión ideológica la significación antropológica de poder consultar gico en extremo, porque temen en verdad una intron:iisión en su
a la conciencia y de haberlo hecho así, confiriendo a su figura ma- «consensus» estimativo ideológico.
nipulada la apariencia de una verdad suprahistórica o de una va- Parece a prin1era vista como si este talante nihilisrn pesimista
lidez democrática. La interiorización de la «verdad» represiva re- -la denominación de «talante» remite a su irracionalidad, que in.-
sulta felizmente lograda. cluso no se detiene ante especialistas científicos que reflexionan
Nadie puede sustraerse a esta «verdad», ni siquiera los porta- racionalmente, como son los sociólogos, economistas e historiadores,
dores de la conciencia tecnocrática, a no ser que uno se coloque sino que forma el supuesto irracional de sus otras deducciones ra-
más allá del orden dado, es decir, a no ser que adopte un punto cíonales-, se encontrase en una crasa oposición con el optimismo
de vista revolucionario. Una vez establecida una consecuencia libre de general que suele acompañar al mismo trabajo tecnológico de fi-
contradicción, la univocidad y generalidad de la «verdad» vigente, nalidad racional. Ante todo, esta contradicción subsiste y sigue sin
su:ge la apariencia de su inexistencia ideológica. Lo que se tiene por resolverse, algo que resulta posible por el hecho de que una gran
evidente no se discute y aquello sobre lo que no se discute se tiene por parte de los tecnólogos no refleja racionalmente la imagen nihilista
evidente.

Pero precisamente por eso sigue en el fondo como alero b
del mundo, sino que la reprime en lo irracional abandonándola a
previamente dado, lo que equivale a decir que también la tecno- un sentimiento sin compromiso. Pero, al mismo tiempo, en el mo-
cracia sigue estando vinculada en un sentido «axiológico ideológico». mento en que resulta obligado caer racionalmente en la cuenta de
Esta circunstancia se ve encubierta además por el hecho de que el la propia posición nihilista, ya sea por una provocación, ya por la
estamento gerencial puede dedicarse a sus tareas, unas tareas que confrontación con una manifestación teórica o literaria, que se es-
vive como algo que es «puramente» de finalidad racional, relativa- tablece igualmente en el solar de esta posición, el optimismo tec-
mente libre de perturbación, es decir, no perturbado por parte de nológico se limita al progreso técnico, negándose tanto el histórico
influencias ideológicas de otra índole. Allí donde domina la «pura» como el humano. Desde la reflexión científica de Max Weber, que
racionalidad tecnológica, las ideologías-en apariencia-pierden su pone expresamente en cuestión el concepto de progreso como algo
poder. Ensayos y vivencias de tipo práctico ponen, sin embargo, en no verificable con medios racionales 20 , hasta la escuela de Franc-
evidencia, de un modo penetrante en verdad, en qué medida sola- fort, esta perspectiva científica predomina. Como en toda ideología
mente se veía reprimida aquí la reflexión ideológica, poniéndolo no sistematizada teóricamente del todo, hay un movimiento interno
siempre de manifiesto cuando los miembros de la tecnocracia se que no puede reducirse a un común denominador.
ven arrancados de su reserva ideológica para hacerles hablar de Pero, en la medida en que aquellas teorías que pueden subsu-
puntos de vista antropológicos (p. ej., la existencia de un período mirse bajo el concepto de racionalidad tecnológica, hace~ resaltar
primitivo sin clases), humanístico-teóricos (p. ej., la definición del la extinción de las «ideologías axiológicas» y no dejan dentro de su
hombre como un ser «lúdico»), psicológicos (p. ej., el papel neu- sistema margen alguno a las tendencias irracionales nihilistas, se
tral del egoísmo-el dentista que ayuda a alguien extrayéndole un vienen abajo, a causa de la insolidaridad de su pensamiento con el
diente doloroso por puro egoísmo material-) o incluso prácticos. proceso ideológico total de reflexión unilateral de lo meramente tec-
nológico, y prejuzgan de ese modo, de una manera inconsciente,
La imagen del hombre y de la sociedad de que se hallan imbui-
dos muestra ser inequívocamente nihilista. De modo análogo se ese irracionalismo precisamente cuya inexistencia afirman. Su sis-
tema, rigurosamente racional por la forma, se alza sobre un funda-
hallan configurados sus puntos de vista sobre el arte, una región
mento irracional. Este irracionalismo, como consecuencia precisa-
que se podría creer que, a causa de la gran distancia que guarda
mente de su falta de reflexión, se vierte en un sistema formalmen-
respecto a su actividad tecnológica, podría inducirles a una mayor
te racional en la misma medida en que las premisas extratecnoló-
reserva en el juicio. Incluso en la cuestión de la reforma de la
gicas de la tecnología vigente, aunque trastocadas y desfiguradas, se
universidad, que es algo que viene a responder a sus intenciones
científico-naturales de finalidad racional, reaccionan de modo alér-
20
L. KoFLER: Estado, sociedad y minoría selecta (Staat, Gesellschaft und
Elite), loe. cit., pág. 27 4.

106 107
reflejan en él y las cuestiones y problemas en él condensados im- La categoría temporal subjetiva, la de la «duración», pertenece al
pulsarían la teoría en otra dirección tan pronto como el teórico se ámbito de la vida puramente subjetiva y circunscribe la intensidad
sintiese consciente de ellos. La ideología de la desideologización tie- de su vivencia por el individuo; así, p. ej., el raudo fluir del tiempo
ne su verdadero motivo en el temor ideológico a estas cuestiones y en una situación excitante, su lento fluir en otra aburrida; por
problemas y, como consecuencia ulterior de ello en la táctica ideo- ejemplo, el aburrimiento, comprobado mediante investigaciones, en
lógica seguida para asegurar el pensamiento tecnológico contra el la cinta continua del trabajo en serie, a pesar de una actividad
exterior. denodada, el tiempo del ensueño y del sueño o de su ilusoria
Pero como, a pesar de su desatención por parte de la teoría tec- vivencia patológica. El concepto puramente subjetivo de tiempo cae
nológica, las ideologías irracionales siguen subsistiendo y ejercen naturalmente fuera de una consideración que se· interesa por fas
un gran efecto, toman a su cargo una función adicional: mirándola manifestaciones temporales objetivas histórico-sociológicas. Solo se
desde la atalaya de la imagen nihilista del hombre y de la sociedad, mantiene como sociológicamente relevante en la medida en que,
cualquier duda sobre la justicia del orden tecnológicamente acu- desde raíces ideológicas, en nuestro caso nihilistas subjetivistas
ñado pierde todo sentido, pues solo una perspectiva humanista es oriundas de la decadencia moderna, en particular de los estratos
capaz de proporcionar una norma con la que pueda ser puesta en parásiios e intelectuales vinculados a ellos, viene a ocupar el lugar
cuestión. La negación de las ideologías extratecnológicas se da cita de las vivenéias temporales objetivas convirtiéndose en una corrien-
con su efectiva eficacia social para el aseguramiento de la estruc- te ideológica "j:>ropia. Dentro de la literatura moderna, especialmente
tura tecnológica vigente y produce la ilusión de una completa in- la «absurda», y su séquito, este fenómeno se refleja en la tendencia
tangibilidad de la forma de la técnica precisamente tal como existe, a una sobreacentuación de la «corriente interna» y la despreocupa-
en cuanto capitalista. ción por transmitir el acontecer objetivo dentro de la acción 21 .
Dentro de la propia forma de comprensión burguesa, la téc- El tiempo físico es el tiempo exterior que fluye independiente-
nica, como hemos mostrado nosotros, aparece como naturaleza cuan- mente de toda historia. El curso del sol y el cambio de año no de-
tificable que sigue en el curso de su progreso su propio concepto, terminan en modo alguno el proceso histórico, a no ser que como
así mismo cuantificable, de tiempo. Se cuantifica aquí la secuencia todas las cosas naturales, inhiban o estimulen. El contenido, con-
de un acontecer técnico objetivo. El que tras ello se esconda la cuan- sistencia y significación del acontecer histórico se determinan más
tificación, y con ello la deshumanización, del acontecer humano, es bien a través de contextos sociales que, precisamente por eso, se
algo que escapa a la conciencia burguesa. Con ello se presta una con- hallan dentro del tiempo histórico. El tiempo histórico tiene en
tribución ideológica decisiva a la fetichificación ulterior de la téc- común desde luego con el tiempo físico el que ambos son inde-
nica hasta convertirla en una cuasi-naturaleza puramente objetiva. pendientes de lo subjetivo. Del juego conjtmto del tiempo histórico
Para hacer comprensible el problema fetichista del concepto téc- con el concreto acontecer social surge lo que se revela como es-
nico de tiempo, es necesario llevar a cabo una comparación con pacio histórico normal, a diferencia del imaginario, procedente de
los conceptos no fetichificados del mismo. Su sentido consiste en la reflexión subjetiva sobre los sucesos históricos, y que asume un
descubrir la dialéctica de tiempo tecnológico «muerto» y tiempo papel ideológico. El tiempo imaginario es también, con excepcion
humano vivo. de los casos patológicos, ciertamente <<normal», pero solo en un sen-
Forma parte del concepto de tiempo la distinción entre tiempo tido subjetivo y no objetivo. En la medida en que le corresponde
físico, tiempo antropológico y tiempo histórico. Las diferentes de- relevancia objetiva, es ideológico.
finiciones son resultado de las cosas mismas, o sea, del hecho de El concepto antropológico de tiempo se define por su identidad
que en los distintos ámbitos del ser natural y del ser humano rigen con la esencia general del hombre, que, con efectividad formal, es
diferentes categorías temporales. Así, a las tres categorías mencio-
nadas de tiempo se une además la tecnológica, llamada a la pa- " Cf. L. KoFLER: Teoría de la literatura moderna (Zur Theorie der mo-
lestra por la división del trabajo y la racionalización del mismo. dernen Literatttr), Neuwied, 1962.

108 109
decir, que no da motivo por sí misma a cambio histórico alguno, amolio sentido), la categoría de tiempo adquiere aquí una forma
precede a todo cambio concreto, que significa, histórico, de 1a exis- pro.pia de manifestación: la de la identidad entre «ratio» e intui-
tencialidad humana. La negación de lo justificado del plameamiento ción, dentro de una realización füúda de la actividad, por no ha-
antropológico, muy extendida dentro del campo marxista, es re- llarse impedida por ninguna clase de reglas o ligaduras. Idéntico a
sultado del desconocimiento de la dialéctica de unos supuestos for- la ·esencia del hombre en cuanto ser «lúdico», este concepto de
males que se mantienen iguales a sí mismos y de las condiciones tiempo adquiere relevancia antropológica. Su núcleo es la «absor-
cambiantes de la existencialidad humana, del desconocimiento de ción del tiempo en el tiempo», el momento pleno dentro del fluir
la definición marxista de la antropología como una doctrina de los temooral del «juego». Su verdad es la supresión de los límites
supuestos invariables de la variabilidad humana. El principio del entr.e actividad cotidiana y artística; su meta, la· superación de la
materialismo histórico que considera al hombre en su variación his- muerte al hacerse inútil el fin de la vida frente a una duración
tórica, es algo que aquí se tiene en cuenta plenamente. plenamente realizada de la misma. Este concepto de tiempo se halla
Dentro de la dialéctica de actividad y de una disposición al en frontal antagonismo con la unilateralización de la actividad,
servicio del fundamento vital erótico de la existencialidad humana, tamo al convertirla en algo meramente racional, que impone liga-
por el cual tan solo el hombre se realiza propiamente-la pertur- duras a la acción, como al convertirla en algo meramente irracional,
bación histórico social de este fundamento vital erótico se llama que la entrega a la arbitrariedad subjetiva. Insiste, pues, en la ar-
enajenación-, se encuentra establecida la verdadera esencia primi- monía de ambas cosas.
genia del hombre, eso que llama Marx el «juego» y por lo cual se Ese desgarramiento de la actividad, que queda escindida en una
define el hombre antropológicamente como un ser dúdico». En racional v otra irracional, es expresión de enajenamiento y una des-
El capital caracteriza Marx al proletario enajenado con.10 una membra¿ión ideológica. Esto es lo que ocurre, de manera extrema-
manifestación humana que ha perdido la cajJacidad de «iuego» 22 . da, en la sociedad burguesa moderna. La expresión más señalada
La definición de juego se refiere aquí a una autoocupación humana de la separación de la estructura racional del tiempo de la irracio-
libre que concibe al hombre en su verdadera significación no ena- nal es la racionalidad tecnológica, incorporación de la primera. La
jenada. Esta precede a toda historia, aunque haya encontrado su dimensión irracional del tiempo se relega al arte «inútil». Hablamos
encarnación práctica en ciertas épocas de un tiempo originario y por eso de un concepto tecnológico de tiempo que se encarna en la
deba volver a encontrarla de nuevo dentro de una futura sociedad técnica. Su esencia es la destrucción de un fluir «lúdico» del tiem-
sin clases. Herbert Marcuse define este estado como «sublimación po por la cuantificación de la actividad. Su fin práctico consiste en
sin represión» 23 . un constante acortamiento, conseguido por medio de una cuantifi-
Dentro de una elección libre, y subordinando las metas a la cación del margen temporal necesario para la realización de un pro-
realización erótica de la vida (una realización libidinosa en el más ducto de trabajo 24 .
Lo ideológico dentro del tiempo de la tecnología no es el mo-
20
«En primer lugar, es algo evidente que el trabajador, durame t0dos mento mismo de la cuantificación, pues esta es una simple realidad
los días de su vida, no es sino fuerza laboral, que, por eso, por na-
turaleza y por derecho, todo su tiempo disponible es tiempo de trabajo, práctica, sino la idea que va unida a ella de que la misma descarga
perteneciendo, pues, al propio provecho del capital. El tiempo para la a su sujeto, el trabajador, poniéndole en situación de emplear cada
formación humana, para el desarrollo espiritual, para el cumplimiento de fun- vez menos tiempo en la elaboración de un producto. Esto es algo
ciones sociales, para el trato social, para el libre juego de las energías vitales que «en sí» puede ocurrir, pero no dentro del ámbito de la rela-
físicas y espirituales, incluso el tiempo libre del domingo-y esto aun dentro
ción medio-fin ligado a los intereses de clase de la técnica capita-
del país de la santificación del sábado-es pura frivolidad. Pero con su afán
desmedidamente ciego, con su voracidad de ogro que ansía más trabajo, el lista que traduce toda facilidad en un «tempo» acelerado. Es algo
capital no solo sobrepasa las barreras morales máximas, sino también las pu- bien ¿onocido que las máquinas que facilitan el trabajo solo tienen
ramente físicas de la jornada laboral», MEW, 23, pág. 280.
23
H. MARCUSE: loe. cit., págs. 195 y sg. H H. D. BAHR: loe. cit., págs. 68 y sgs.

110 111
venta cuando se construyen al mismo tiempo de tal manera gue la cía de hallarse alejado de ella. Pudimos comprobar además que este
facilidad pueda compensarse con un «tempo» acelerado. El mo- proceso de ideologización lleva consigo rasgos negativos o, más
mento de la cuantificación dentro de la estructura tecnológica del exactamente, nihilistas. Se revela la misma como un elemento del
tiempo no solo aniquila el fluir vivo y lúdico del mismo, que con- espíritu general nihilista irracionalista de este tiempo, algo que se
siste en la dialéctica del orden en el desorden y del desorden en el hace tanto más diáfano cuanto más claridad se tiene acerca de que
orden, en la ocupación de la fantasía irracional en la realización de esos sentimientos de aburrimiento, desesperación y asco que llenan
una meta, así como en la sujeción de esta irracionalidad por medio la vivencia irracional del tiempo no dimanan meramente de la reac-
de reflexiones racionales, sino que requiere una cuantificación cada ción de un sujeto enajenado a un tiempo de trabajo reificado y
vez más rigurosa, o, lo que quiere decir lo mismo, una deserotiza- racional, sino que recibe además impulsos del mundo exterior, tanto
ción de la individualidad humana. de la vivencia de una fatal reificación del proceso social general
La consecuencia de ello se hace visible en ese desplazamiento de como de esa imagen nihilista represiva del hombre y de la Historia
la irracionalidad a una fantasía pura, arbitraria e «inútil» que acom- que la refleja, iniciada por la decadencia tanto parásita como ideo-
paña al trabajo como algo «privado». Un cierto prejuicio pretende lógica de las clases burguesas (el hombre como animal malvado y
hacer creer que este sector de la fantasía privada que discurre al la Historia como un caos carente de progreso). La imagen ideoló-
par del proceso de trabajo va unido al curso libre de las repre- gica de conjünto es más compleja de lo que permite sospechar la
sentaciones sensibles y actúa como liberadora. Como las pretensio- reflexión empirista positivista de esas partes de la misma con que
nes de la fantasía a una feliz satisfacción erótica son inextinguibles, casualmente se encuentran los observadores.
esto puede ocurrir hasta cierto punto. Sin embargo, la observación La racionalidad tecnológica no solo se presenta ideológicamente
y la experiencia enseñan que la tendencia contraria no es menos dentro de la conciencia burguesa, sino que va acompañada también
fuerte, si es que no lo es más. Bajo la presión de esa dimensión de una influencia sobre los miembros inmediata o mediatamente
temporal tecnológica inhumana, la fantasía se ve impedida de dar participantes en ella. Esto no es casual, sino inevitable. La tesis
curso a sus pretensiones auténticas, que son reprimidas por sensa- de una presunta desideologización empieza por ser ya sumamente
ciones opresivas como el aburrimiento, la angustia y el asco. A esto problemática, porque toda la existencialidad histórica del hombre
se refieren unas palabras de Kasnachich-Schmid, que invocando unas sin excepción-y no existe otra-, de acuerdo con su principio
observaciones que ya en los años veinte pudo hacer \V! alter Rathe- esencial, descansa en una reflexión en la conciencia de las relacio-
nau, dice: «El que va matando hora tras hora el tiempo de su nes socialmente creadas y a crear en lo sucesivo. Esta reflexión
vida con el único deseo de que muera más aprisa, echará a un lado ideológica no representa meramente una forma de la propia refle-
con sarcasmo ese cuento del placer del trabajo» 25 . El casdgo por xión inmediata del individuo bajo determinadas condiciones vitales,
esa desmembración de la vivencia del tiempo en una racional aquí no es meramente efluvio de una «curiosidad» ordinaria psicológica
y otra irracional allí, es la enajenación de ambas. El trabajo viviente reflexiva, por medio de la cual se vea satisfecha la inclinación
no es abolido, es verdad, pero su vitalidad efectiva queda aniquilada, humana a querer experimentar cómo transcurre de verdad la vida
volviéndose inhumano. El resultado de una abolición del trabajo en su generalidad. Representa más bien generalmente la condición
viviente por la técnica dentro del capitalismo, en favor de una li- de un obrar posible, la condición de un obrar que ha de discurrir
beración del mismo de la coacción del trabajo, forma parte de las por vías socialmente «ordenadas» y que, en cuanto obrar en suma,
ficciones ideológicas más eficaces de nuestro tiempo. no debe quedar a merced de una negación total. Incluso la acción
La ideologización de la individualidad alcanza hasta lo hondo revolucionaria que abre un camino no puede discurrir de otra ma-
de ese ámbito, que, en cuanto tecnológico, lleva consigo la aparien- nera que por las vías de la propia reflexión social. Por consiguiente,
lo ideológico, como manifestación principal de la vida social, per-
25
KASNACHICH-Scm.nn: Conversaciones europeas de los síndica!os (Euro- tenece también en suma a los supuestos formales desde un punto
piiische Gespriiche der Gewerkschaften), Reckinghausen, 1959. de vista antropológico, y de ese modo inamovibles, de la existen-

112 113
cialidad humana. Y como el ser del hombre es un ser conscient En el fondo, K. Lorenz se siente consciente de su actitud ideo-
reflexivo, puede sacarse la conclusión, en un sentido bien enten~ lógica. Como cuando confiesa que «solo» tiene «que decir algo que
dido, de que existencialidad humana y existencialidad ideológica son se halla precisamente 'pendiente de cumplimiento'» y que la plena
idénticas. efectividad de su entrada en vigor se produce «cuando se va por
La tesis de la desideologización encuentra incluso su lugar ideo- delante de los nuevos puntos de vista de aquellos a quienes va
lógico dentro del proceso de la propia reflexión de una sociedad dirigido con la ventaja precisamente de una cabeza» 29 • Esto solo
que no puede confesarse a sí misma la forma proporcionada por puede significar en la práctica que se viene a complacer una par-
su reflexión, si no que ha de ser reprimida en lo inconsciente por- cialidad ideológica ya existente. Con una tal autoestimación crítica
que no quiere arriesgarse con ello a la confesión de su propia con- resulta tanto más curioso que Lorenz, con toda firmeza, en luaar
dición de superflua. Pero esta es solo una cara del asunto. La otra de la peligrosidad de los intereses dominantes, condicionados social-
se manifiesta por la circunstancia de que, a pesar de toda declara- mente por la situación, y que muestran una tendencia contraría,
ción de «desideologización», permanecen incólumes ciertas tomas hable, de un modo falto de crítica en pro de una antropologización
de posición nihilistas, que siguen actuando con viva persistencia v u ontologización de la imagen nihilista del hombre, pronunciando la
que cobran expresión explícita o implícitamente en muchas refl~­ sentencia de que la «espontaneidad» del instinto de destrucción
xiones, tanto filosóficas como científicas. La causa es sencilla: en es lo que «le ~ace tan peligroso. Si solamente fuera una reacción
virtud de su propia inclusión ideológica bajo el principio ideoló- a determinadas condiciones externas, cosa que admiten muchos so-
g~co ·de. la «~esideologización», no se ve en ellas que producen y
ciólogos y psicólogos, la situación de la humanidad no sería m
s1stemat1zan ideologías. ¿Quién, dentro de la conciencia «desideo- mucho menos tan peligrosa como efectivamente lo es» 30 .
logizada» burguesa, echará ya en cara a Dahrendorf que su tesis Lo que es efectivamente «peligroso» en esta actitud no es la
de la eternidad de las tensiones de la sociedad de clases 26 se in- «situación de estímulo» dada de antemano de un modo absoluto v
cluya dentro de la imagen nihilista del hombre? ¿Quién será caoaz natural «que resulta necesaria para descargar la reacción de agresió;1
de discutir al gran investigador de la vida animal Konrad Lor~nz social» 31 , sino la situación de estímulo creada por los intereses de
clase, que provoca, es verdad, una inclinación a la agresión, pero
su <:convencimiento intuitivo», como él mismo dice, de que hay
considerables paralelos instintivos (p. ej., el que inicia la. lucha) sin hacer necesario para su explicación ningún instinto correspon-
entre hombre y animal 27-algo que no se puede discutir, pero que diente dado por la Naturaleza"'; todos los intentos hechos hasta
aquí va más allá de lo que puede aplicarse a un ser humano dotado ahora para mostrarlo como fuerza configuradora de la Historia se
de conciencia y por eso dispuesto de un modo completamente dis- han quedado en construcciones indemostrables que apuntan como
tinto-, quien será capaz de discutir su afirmación de que, por meta a la justificación ideológica de las «condiciones exteriores»,
ejemplo, la percepción precede al contar 28 , con esa omisión suya como con benevolencia las denomina Lorenz. La ideología de
del principio de la conciencia, constitutivo del hombre, que cons- la desideologización triunfa. ¿Quién, dentro de la ideología bur-
tituye el paso radical entre percepción instintiva y contar humano, guesa de la «desideologizacióm>, puede ya entender que un Arnold
de tal manera que hasta la percepción humana se modifica cualita- Künzli (que también se esfuerza por resolver problemas de la tec-
tivamente frente a la animal? Solamente una ideología nihilista.
29
K. LoRENZ: El llamado mal (Das sogenannte Base), Viena, 1963, pá-
.
26
R. DAHRENDORF: Sobre el origen de la desigualdad entre los hombres gina 369.
30
(über den Ursprung der Ungleichheit unter den lvienschen), Munich, 1961. Ibídem, págs. 77 y sg.
21
K. LoRENZ: Conducta animal y humana (Über tierisches und menschli- 31
Ibídem, pág. 364.
ches Verhalten), vol. II, Munich, 1965, págs. 169 y sg. "' El problema de la agresión lo trato de modo más detenido en otro es-
28
Ibídem, pág. 298. tudio mío centrado en el tema de «la racionalidad tecnológica».

114 115
nocracia 32 y que en su libro sobre Marx 33 quiere explicar con sus y lleno de contradicciones, y por tanto anticuado. El carácter
métodos biográficos psicologísticos la historia del nacimiento del incuestionado del sistema no se clasifica, p. ej., como ideología en
marxismo como lo quiso hacer un día aquel loco olvidado que pre- este pensamiento, sino que, como el espacio para las reflexiones
tendía despachar el cristianismo con una impotencia de Cristo) racionales se halla delimitado dentro de lo dado, se une al concepto
coincida precisamente por eso con el nihilismo burgués? de «desideologización».
Allí donde la ciencia burguesa se encuadra por motivos ideoló- Según este modo de concebir las cosas, que es el hoy dominante,
gicos ,dentro del proceso de «desideologización», se produce natu- la verdad científica, con arreglo a la concordancia entre unas pre-
ralmente la apariencia de que las cosas ocurren como si aquello que misas admitidas sin haberse hecho cuestión de ellas y la posibilidad
fuera de esta ciencia existe todavía como ideología sistematizada se racional de éxito, viene a adquirir el valor de posidón de un plano
encontrase entre las ideologías decadentes. Incluso la concien- natural o fatal al que hace frente el hombre que con él se encuentra
cia de las masas, que, según sentencia de la teoría burguesa, se halla (o el científico que le representa) con una objetividad distanciada
sometida al pensamiento rigurosamente racional, y por eso tecno- en el enjuiciamiento de sus problemas, del mismo modo que el
lógico no ideológico, se va purificando, según este punto de vista, mago ante el espíritu de la Naturaleza. Por el contrario, la teoría
en una medida creciente, de las escorias ideológicas de un pasado marxista, que. no tiene parte en esta magia ideológica, se ve arro-
pre tecnológico. jada al montón de chatarra de la «ideología axiológica» y clasifi-
La ilusión ideológica de la «desideologizacióri» tiene, pues, sus cada como un~ residuo anticuado que se coloca frente al proceso
raíces en el hecho de que, por una parte, las ideas nihilistas indis- de « desideologización».
cutidas no se reflejan racionalmente, por ser aceptadas de un modo El presagio común de la moderna ideología burguesa, lo mismo
general y en una forma emocional inconsciente; por otra parte, en se trate de la científica que de la ingenua, es una mistificación,
el hecho de que las reflexiones teóricas se declaran sin más racio- anterior a toda reflexión, del ser dado, hasta convertirlo en un tabú
nales y de ese modo extraideológicas. La definición de las teorías intocable. Nada cambia en ello la limitación de Lübbe de que, a
burguesas como pertenecientes «a la ciencia», a una ciencia a quien pesar de esa tarea asignada a la ciencia de descubrir el camino de
corresponde la misión de cooperar directa o indirectamente con una mayor éxito para la consecución de determinadas metas, el ámbito
rigurosa racionalidad en las decisiones prácticas necesarias, oculta de la política, a causa de su amplia diversidad, no pueda ser absor-
bajo una envoltura su vinculación social. Es típico de ello, por bido por el ámbito de lo tecnocrático, es decir, de la ciencia racio-
ejemplo, la siguiente manifestación de H. Lübbe: « .. .la cien- nal. Pues también esta, considerada como un mundo de acción
cia ( ! ) participa ya en la decisión acerca de lo que, en suma, política relativamente autónomo, sigue siendo algo que mantiene
puede pretenderse políticamente con una perspectiva de éxito» 34 . fuera de discusión la base capitalista, o, lo que es lo mismo, que
Pero aquí «Se pretende políticamente», como es obvio, bajo unas la convierte ideológicamente en tabú. Esto último es algo que se
condiciones dadas, es decir, las condiciones del antagonismo de cla- hace particularmente claro en aquel punto de su investigación en
ses que «la ciencia» supone sin hacerse cuestión de ello. Lo que que se trata para él de preguntar por la racionalidad de la actua-
«se puede pretender políticamente con una perspectiva de éxito» ción política, y donde reserva las decisiones políticas, en su sentido
es algo que permanece dentro del marco de un dominio técnico, es no restringido, a aquellas situaciones que no están racionalizadas del
decir, racional en este contexto, de los problemas que plantea una todo, es decir, «que no están racionalizadas del todo en sus relaciones
sociedad a la que no se ha preguntado por su sistema represivo medio-fin, de manera que ... , por así decirlo, resulte claro per se
lo que ha de suceder» 35 . La completa racionalización científica del
32
A. KüNZLI: loe. cit.
33
A. KÜNzLI: Karl lviarx. Una psicografía (Karl i\tiarx. Eine Psychographie), complejo de cuestiones se limita por consiguiente a la relación me·
Zürich, 1966. dio-fin, es decir, a la fundamentación de unos medios que se hallan
34
H. LÜBBE: «Teoría política de la tecnocracia» ( «Zur politischen Theo·
rie der Technokratie»), en Der Staat (El Estado); vol. 1, 1962, pág. 140. 33
Ibídem, pág. 147.

116 117
dados de antemano dentro del marco de la reificación de teda la bajo y la forma particular que este toma, y derivar inmediatamente la
situación social en su conjunto. La completa racionalización cientí- técnica de un hombre ya en sí elevado a la categoría de ser tecno-
fica de esta situación en su conjunto queda puesta implícitamente lógico. En este caso, cualquier inclusión diferenciada en el aná-
entre paréntesis, lo cual ocurre de forma que en ninguna parte se lisis de realidades sociológicas se hace superflua, pues los conceptos,
habla de ia totalidad capitalista. Esta es presupuesta de modo irra- llevados a una total identidad, de una sociedad definida de un
cional, y su irracionalidad se ve sustraída a la cuestionabilidad. modo abstracto y de una técnica definida así mismo de modo abs-
La verdadera significación de este resultado ha de verse a la tracw, hacen que tal inclusión aparezca como algo completamente
luz de un planteamiento tecnológicamente racional. No obstante la sin sentido y perturbador. Esto lo ha visto también el crítico de
reserva existente contra la omnipotencia del modo de pensar i:ecno- Schelsky, D. Senghaas, que le reprocha «sustraer al análisis socio-
crático especializado, la solución sigue pendiente de sus límites ideo- lógico concreto, mediante posiciones antropológicas, el desarrollo de
lógicos, pues en ninguna parte aparece el problema de los supuestos la racionalidad tecnológica» 36.
ideológicos irracionales que sustentan este modo de pensar. - Esa técnica definida abstractamente bajo auspicios antropoló-
A Schelsky no le resultan desde luego las cosas tan sencillas gicos, del mismo modo que la sociedad definida abstractamente
como a Lübbe. Sospecha el peligro de una irreflexiva suposición e identificada con ella, no es otra que la reificada. Pero la reifica-
del orden existente y sigue por eso un camino mucho más com- ción no es una realidad, un «hecho», sino un reflejo ideológico, aun-
plicado, pero que conduce a los mismos resultados oportunistas que, en las coildiciones existentes, algo forzoso. Lo más llamativo
desde un punto de vista ideológico: el camino del recurso a en esta ideología de la reificación es su rigidez, que se explica por
los argumentos antropológicos. Lo que aquí se supone sin haberse perderse de vista el movimiento de relaciones interhumanas que se
hecho cuestión de ello no es la sociedad existente en cuanto tal halla tras ella. Las relaciones sociales concretadas históricamente no
-por lo menos con el sistematismo de unas deducciones estable- son reconocidas ni puestas como fundamento del análisis de los
cidas implícita o explícitamente-, sino el hombre, definido en un fenómenos reificados, sino estos fenómenos mismos, los «hechos»
sentido tecnológico. U!1a vez así establecida como tal al principio reificados. La explicación de estos conduce a su vez necesariamente
de las reflexiones, y co12denada por su determinación tecnológica a a una idea del hombre en la que el mismo ha de ser entendido en
la invariabilidad antropológica, no puede entenderse ya la sociedad cuanto reificado, es decir, natural. De aquí a la antropologización
capitalista, a causa precisamente de su elevado desarrollo técnico, del hombre como ser natural que se mantiene en el fondo idéntico
de otra manera, pues, que como la última y suprema emanación de y que encuentra su adecuada expresión en una «técnica» concebida
una conducta humana que se halla dispuesta tecnológicamente desde así mismo en sentido natural, solo hay un paso. Esa antropología
un principio. La problemática sociológica restante, situada tras ello -burguesa-que, en lugar del hombre inmerso en el devenir his-
y que concibe el desarrollo técnico partiendo de raíces enteramente tórico, pone un hombre rígido y esencialmente hecho de una vez
distintas, cae fuera del marco de una posible consideración, y se ve para siempre, y que ·por eso hace echar de menos toda dialéctica
apartada a un lado. histórica, explica la desconfianza que siente Lukács frente a toda
Lo sugestivo de este método de definir la sociedad moderna con- antropología. Así, escribe: «Sin embargo, su (de Feuerbach, L. K.)
siste en que cualquier clase de existencialidad histórica puede re- transformación de la filosofía en una 'antropología' ha hecho ad-
ducirse en último término a la actividad laboral humana, a la con- quirir rigidez al hombre hasta convertirlo en objetividad fija y de
frontación del hombre con la Naturaleza. Pero constituye un nuevo ese modo ha echado a un lado la historia y la dialéctica ... Este
punto de vista juzgar en suma esta raíz del desarrollo como formal, dogmatismo nace del hecho de que a este hombre constituido de
y la técnica como una de las formas de autorrealización social que, un modo no dialéctico corresponde una realidad constituida así
a su vez, solo ha surgido en determinadas condiciones sociales,
sobre todo de división de trabajo; y otro distinto saltarse toda una
3
º D. SENGHAAS: «Coacción objetiva y dominio» («Schzwana und Herrs-
chaft>>), en Atomzeitalter (La edad atómica), 1966, núm. 12, pá;. 396.
serie de determinaciones entre el principio común general del tra·

118 119
mismo de un modo no dialéctico. El relativismo se mueve por eso manac.':e de sus propias entrañas, se muestra con la inclusión del
dentro de un mundo quieto-de acuerdo con su esencia-y, como no conceptos de «telos».
puede percatarse de esta inmovilidad del mundo ni de la rigidez La actividad humana, concebida aquí en suma como supuesto
del propio punto de vista, cae inevitablemente en el punto de vista formal de la existencialidad humana, no puede separarse del fenó-
dogmático de aquellos pensadores que emprendieron igualmente el meno de lo teleológico, del quehacer dirigido a una meta. Las
intento de explicar el mundo desde unos supuestos admitidos sin metas nacen del impulso a satisfacer determinadas necesidades, que,
crítica» 37 •
en el curso de su satisfacción, o bien se repiten, o provocan nuevas
Con ese «relativismo» de que habla Lukács se alude tanto a necesidades, por lo que se explica el progreso infi,nito de toda ac-
esa posibilidad admitida dentro de la ciencia burguesa de conside. tividad humana. Este concepto de progreso infinito tiene desde
rar una cosa en distintos aspectos sin salirse de la perspectiva de luegc que ser entendido aquí en su contacto permanente y en su
la «objetividad» fija, como también a la aceptación por esta ciencia fun~ión- de medio con las concretas relaciones sociales de toda época
de un movirniento interno en la objetividad reificada, que no se histórica. A la altura de esa división del trabajo, sumamente dife.
ve abolida con este en modo alguno.
renciada, de la sociedad burguesa, surge una forma de trabajo pro-
Hagamos notar aquí, teniendo en cuenta lo dicho por nosotros vista de un equipo de maquinaria en que el principio de lo teleoló-
acerca de la antropología, que esa desconfianza por principio de oico se sustantiva frente a las necesidades reales de los trabajado-
Lukács en contra de ella ha de entenderse partiendo de una con- ;es, y, de ese ~modo, también el trabajo frente a los que trabajan.
frontación con esa ciencia antropológica burguesa que, de una ma- Surge esa forma viciada de progreso infinito que se expresa ideoló-
nera no dialéctica, quiere establecer en el hombre una «esencia» gicmnente como «dominio de la técnica», y que oculta tras un velo
fijada de una vez para siempre en lugar de la Historia real, que, el papel fáctico de medio que desempeña ese progreso respecto al
bajo este aspecto, solo puede presentarse como apariencia externa. logro de un provecho, caído él mismo en el curso de un progreso
La definición dialéctica de la antropología, obtenida dentro de la viciado y convertido así en abstracto.
teoría marxista más reciente, como una ciencia que trata de los Una interdependencia sociológica como la que se da entre la
supuestos invariables de la variabilidad humana, no solo salva infinitud viciada del progreso y el interés abstracto por un provecho
de su total desplazamiento dentro de la ciencia burguesa el trata- quedaría sin aclarar, si no se hubiera incluido en el análisis la
miento antropológico del hombre, sino que enriquece también al
intelección de que toda actividad humana se halla estructurada te·
marxismo, en la medida en que el principio mantenido ilimitada- leológicamente. Los adversarios marxistas de la antropología suelen
mente de una explicación histórica variable de la existencialidad incluir también dentro de su pensamiento, en el curso de sus aná-
humana se ve cimentado por una puesta en relación dialéctica con lisis, el concepto de lo teleológico, sin percatarse de que, en prin-
aquellas de sus cualidades que no están sometidas a variación alguna, cipio, este solo puede ser definido antropológicamente. Esto e,s ~re­
pero que, con todo, forman la base. Son sobre todo dos realidades cisamente lo usual en el tratamiento del problema de la tecmca,
dadas y en sí invariables las que fundamentan la existencialidad del mismo modo que. la perspectiva antropológica es algo inma·
del hombre de una manera antropológica formal: su relación con la nente en oeneral a todo auténtico análisis marxista.
Naturaleza, que se concreta en el fenómeno del trabajo, y el hallarse El ab:ndono del principio teleológico y su transformación en
dotado de conciencia, realidad de la que aquella a su vez depende. un progreso viciado, que, por una parte, representa una realida?
De qué manera puede aclararse precisamente recurriendo a su· como consecuencia de su inobservancia de las verdaderas necesi-
puestos antropológicos el problema de la técnica moderna capitalista, dades de los que trabajan, pero que, por otra, como consecuencia
que lleva adherida la apariencia de una progresión rectilínea di-
de esa apariencia que lleva adherida de la. ~;cesidad. «n~tura~> . de
37
su dirección de movimiento, es mera condic1on esencial 1deolog1ca,
G. LUKÁCS: Historia y conciencia de clase (Geschichte zmd Klassen· transfiere precisamente esta apariencia al fenómeno de toda la téc-
bewusstsein), loe. cit., pág. 204.
nica e'.1 su conjunto y a la ciencia que la «engendra». Pero, como
120
121
el progreso técnico no pone al descubierto ese su pasar por alto las de la salud, eróticas y culturales, no habla). Entre otras cosas, dice:
v.erd~deras necesid.ades, sino que, por el contrario, produce la apa- «Los procesos de producción para transformar la materia, tal como
riencia de una satisfacción progresiva de auténticas necesidades, re- aparecen, p. ej., en la industria química, se señalan a menudo por
sulta, pues, ideológico. ofrecer buenas oportunidades de mecanización ... , sin embargo, por
. Esa cualidad de ideológico se continúa en el concepto de cien- consideraciones económicas, estas técnicas no llegan a entrar nunca
cia que engendra la técnica. Por una parte, no se ve en esta ciencia en aplicación, o entran solo de un modo vacilante... La mejora de
que la dirección que lleva en su trabajo de investigación, ni es libre la situación laboral de los operarios no se introduce nunca prácti-
en el sentido de una libre elección propia de las tareas, ni libre en camente como máxima sustantiva de acción» 40 • Por otra parte, sabe
el sentido de un avance inmanente que no siga otra fuerza que la ver el problema en su conjunto: «En este sentido, eso que se desig-
de su mismo desarrollo científico. No se ve en ella que se ha con- na, con un concepto tecnocrático, como impotencia del hombre
vertido en esclava de su producto técnico de una manera que tam- frente a la técnica, aparece menos como una impotencia humana
poco puede verse en este, o sea, de tal manera que este producto sin más que como impotencia ele los que se hallan en una situación
solo representa un medio pasivo dentro del proceso de reproduc- de dependencia frente a las decisiones de aquellos que organizan el
ción de las relaciones sociales antagonistas, cuya posición dentro proceso de producción» 41 . Habría que añadir además que el pro-
de la relación medio-fin convierte al fin, es decir, el provecho, en blema aquí mostrado no puede verse resuelto dentro de una so-
dominante. De esta manera, la ciencia, que produce el medio al ciedad antagortista; la solu~ión se.halla reservada a una futura socie-
servicio de un fin preestablecido, se convierte indirectamente en dad socialista que haya llegado mucho más allá del estadio actual
esclava, no tanto de este medio y su desarrollo ulterior, como ella de «acumulación originaria».
se imagina, sino de tm fin ajeno a la ciencia. El que no se vea esto Prescindiendo del hecho de su vinculación objetiva de acuer-
ni en la ciencia ni en un fin, que parece expresar nada más que el do con su desarrollo, cumple la ciencia una misión revoluciona-
principio teleológico del trabajo mismo, es lo que hay en eÜo de ria que repercute ante todo de un modo inn1anente en el sistema
ideológico. mism:o, cuy!ls consecuencias en el futuro son imprevisibles. No solo
Ocasionalmente, la «propia comprensión científica» sospecha la revoluciona los medios técnicos de la producción, las fuerzas produc-
difícil situación de la ciencia y teme repercusiones sobre la autono- tivas materiales, sino también, a más largo plazo, la posición de los
mía científica, la «lobbyzación» de la ciencia, como lo formula trabajadores dentro del proceso de producción, y con ello, además,
P. \'\leingart, pero sin considerar en serio la escasa perspectiva de como una tendencia, su posición social. Esta tendencia apunta en
una solución del problema dentro del sistema dado 38. También el todo caso más allá del orden existente (lo que no quiere decír que
intento de salvaguardar la autonomía de la ciencia, por lo menos su realización no pueda verse impedida por fuerzas conservadoras
en su ámbito no inmediatamente tecnológico, asignándole la tarea fascistoides). La contradicción consiste en que esa ciencia puesta al
de aconsejar a la política 39 , no hace más que desplazar el proble- servicio del proceso laboral capitalista tecnológico crea al mismo tiem-
ma. De los pocos autores que saben ver la situación forma narte po todos los supuestos necesarios para la abolición del trabajo re-
Horst Kern. Por un lado ~econoce esa tendencia a impone; los presivo. Pero como la realización de esta posibilidad dentro de la
dispositivos técnicos en contra de los intereses de los que trabajan sociedad anárquica no se compagina con la abolición histórica del
(del problema de la manipulación de las necesidades por la técnica consumo de masas en el mercado de productos, que está expresado
del consumo, a costa sobre todo de las necesidades de protección al mismo tiempo por la existencia masiva de ese producto consti-
tuido por la fuerza laboral (el trabajador simultáneamente como
38
P. WEINGART: La «lobbyciencia» americana (Die amerikanische Wissen-
schaftsclobby), Gutersloh, 1970. 'º H. KERl'l: «Transformación técnica como proceso social» ( «Technischer
09
Textos para la discusión de la tecnocracia (Texte zur Technok?atiedis- Wandel als sozialer Prozess»), en Forum, 1970, núm. 4, págs. 520 y sg.
<t Ibídem, pág. 521.
kussion), Francfort, 1970, pág. 334.

122 123
consumidor), el problema sigue siendo inaccesible a cualquier in- la reducción a un mínimo del tiempo de trabajo, mientras que, por
tento de solución en las condiciones dadas incluyendo la eventual y otra parte, establece ese tiempo de trabajo como única medida y
transformación antes aludida de muchos trabajadores en los servi- fuente de riqueza, en cuanto que con las máquinas disminuye, es
cios de personal ejecutivo, pues estos son así mismo producwres verdad, el tiempo de trabajo necesario, pero simultáneamente, por
de plusvalía y objeto de manipulación represiva. el camino de un impedimento de la posible abreviación del tiem-
La contradicción inmanente al papel de la ciencia tecnológica la po laboral, multiplica el superfluo» 44 .
describe Marx de la siguiente manera. En el supuesto del desarro- Esta contradicción no puede ser abolida dentro del capitalismo.
llo moderno de la ciencia y de la técnica, «el trabajador aparece al Puede en todo caso ser desplazado el trabajo inmediato a la máquina
lado del proceso de producción, en vez de ser su agente principal». por medio de unos «servicios» de trabajo ejecutivo, que produce
«Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha dejado de igualmente plusvalía, algo de lo que, por lo demás, estamos to-
ser la gran fuente de riqueza que es, el tiempo laboral deja de ser davía muy lejos. En los estados industriales, la mitad de la pobla-
ción sigue estando constituida por obreros a los que se exprime la
y tiene que dejar de ser su medida, y por eso el valor de cambio
plusvalía en una proporción que puede medirse por el hecho de
(deja de ser) la medida del valor de uso. El plustrabajo de las masas
que, p. ej., en la República Federal de Alemania, en 1969, una ci-
deja así de ser condición del desarrollo de la riqueza general...» 42 •
fra no inferior al 7 4 por 100 de los trabajadores masculinos ob-
En la medida en que este párrafo se acepta, no es raro que su-
tuvieron un ingreso neto, incluidas ( ! ) las horas extraordinarias y
ceda que llegue a aplicarse al capitalismo y su técnica, haciendo esto
destajos, de 800 marcos a lo sumo, y con frecuencia una cantidad
de acuerdo con la idea de la técnica como un automatismo pro-
mucho más baja 45 . El trabajo de los investigadores, técnicos e in-
ductor de un progreso infinito. La adaptación al concepto burgués genieros hay que considerarlo en este contexto como trabajo cuali-
de técnica desemboca en la misma ideología en que la técnica se ve
ficado, que Marx define como trabajo simple potenciado, y que
fetichificada «a modo de ley natural». Independientemente de lo que por eso ha de adscribirse al orden de la producción de plusvalía,
uno pueda pensar de la idea de Marx de que en el curso de este exceptuando quizá ese escaso número de científicos, técnicos, et-
proceso económico el capitalismo tiene que derrumbarse, de lo que cétera, que están «pagados con exceso» y participan del beneficio
viene a continuación se deduce que queda excluida una solución (algo que, por lo demás, también resulta cierto para una parte de
del problema en el seno de la sociedad capitalista: «de ese modo la «aristocracia obrera»). También esto queda encubierto por la
se derrumba la producción (de bienes mercantiles de consumo, L. K.) ideología de una técnica que se reproduce a sí misma «a modo
que descansa en el valor de cambio, y el proceso mismo de pro- de ley natural» cada vez en un grado más alto. En relación con
ducción material inmediata recibe, despojado de ello, la forma de esto, H. D. Bahr hace notar: «El carácter de la ideología de la
provisionalidad y contrariedad». Este desarrollo hace posible el 'máquina trabajadora' puede ser puesto en claro por esto: por quedar
«desarrollo de la individualidad». Las máquinas, más que en pro- oculto a través de ella que la técnica es trabajo esencialmente abo-
ductos de la «ciencia», se convierten cada vez más en productos del lido. Pero la máquina no puede ser definida por una actividad la-
«capital fixe», a través del cual esta ciencia, «el saber social gene- boral de la que, antes que nada, ha llegado a ser condición» 46 •
ral, knowledge, se ve convertida en fuerza productiva directa». Trabajo abolido quiere decir, en las condiciones capitalistas, tra-
De ese modo también el «proceso mismo de la vida social queda bajo proletario abolido al servicio de una finalidad ligada a las
sometido al control del general intellect» 43 . Para la sociedad capi- clases. Por eso, con una caracterización más aproximada, se dice:
talista, por el contrario, resulta cierto que «el capital mismo cons- «Pero si la técnica ha de ser entendida como producto de una fina-
tituye la contradicción procesadora por el hecho de que obsrnculiza
44
Ibídem.
42
K. MARX: Elementos ... (Grtmdrisse ... ), loe. cit., págs. 592 y sgs. 45 Anuario estadístico federal (Bundesamtliches statistisches Jahrbuch), 1969.
43
Ibídem, pág. 593. 46
H. D. BAHR: loe. cit., pág. 25.

124 125
tiles, pero esto acontece solamente para aumentar la plusvalía; la
lidad dominante y de una realización proletaria del fin, tiene que
ser concebible también objetivamente esta dialéctica en su cons- cuota de plusvalía sube. La aplicación de los medios técnicos hace
trucción» 47 • No queda nada , por consio-uiente posible la reducción de la «cantidad de trabajo aplicado», con lo
b , de una
' técnica
- ... co n~
que la «Creación de riqueza real» se hace más dinámica; «pero en
cebida en un sentido natural, por más que pueda concederse a la
Naturaleza misma su autonomía frente a la sociedad; como cuando la medida en que la gran industria se desarrolla, la riqueza real
Marx habla en Economía nacional y filosofía de la «esencia hu. se hace menos dependiente del tiempo de trabajo y de la cantidad
de trabajo aplicado que del poder de los agentes que durante el
mana de la Natural~;~.>>, lo que prácticamente quiere decir que, en
el proceso de «enaje1fación de las fuerzas humanas esenciales», los ob- tiempo de trabajo son puestos en aplicación, y que en sí mismo no
se halla en relación alguna con el tiempo inmediato de trabajo que
jetos y las fuerzas de la Naturaleza se ven incluidos en este oroceso
cuesta su producción, sino que depende más bien del estado o-eneral
de acuerdo con el estado a que ha llegado el desarrollo soci~l y· de
de la ciencia, del progreso de la tecnología o de la aplicación de
las necesidades precisamente vigentes, se ven humanizados 48 . En
esta ciencia a la producción» 51.
la técnica moderna se ven humanizados de un modo inhumano, 0
En la «aplicación de la ciencia a la producción», los costos de
sea, de un modo que lleva hasta el extremo la enajenación prole-
los resultados científicos técnicos, de la maquinaria, entran en la
taria. Cuán lejos puede ir la ideología burguesa en la defensa de
producción del valor sin aumentar el valor por una plusvalía pro-
esta enajenación lo demuestra el profesor H. Schoeck, que acusa a
pia; la plusvalía sigue siendo producto de la fuerza viva de trabajo
Marx, a causa de su crítica, de una «romántica hostilidad a la téc-
nica» y le echa en cara su «incapacidad para comprender el mundo proletaria. El «poder de los agentes» no consiste en que produzcan
moderno y su técnica» 49 , algo que solo puede venir a parar en una de por sí plusvalía, sino, al hacer posible el acortamiento del tiem-
ciega defensa de los mismos, porque no se reconoce el momento po que necesita el trabajador para la producción de una pieza, en
del trabajo proletario y de su tragedia humana dentro de la téc- elevar la productividad y con ello la plusvalía.
nica de hoy y se tergiversa esta hasta convertirla en un proceso En una contundente confrontación con las deformaciones ideo-
natural que hace frente al hombre de una manera objetiva y sus- lógicas que Habermas introduce en el problema de la tecnoloo-ía
tantiva. Marx no se vuelve en ningún caso contra la técnica, a la la argumentación que se encuentra en H. D. Bahr puede resum~s~
que atribuye fuerza suficiente para hacer saltar el modo de pro- de la manera siguiente 52 .
ducción capitalista y para posibilitar otro más humano; se vuelve Ha de investigarse la trabazón existente entre el tiempo de tra-
solo contra los «fundamentos limitados» de su aplicación, esos fun- bajo científico tecnológico y el tiempo de trabajo proletario, pues
damentos vinculados unilateralmente al beneficio: «Las fuerzas pro- por los resultados del primero se ve considerablemente elevada la
ductivas y las relaciones sociales-lados diversos, ambos, del des- productividad del trabajo aplicado. La relación de la fuerza de tra-
arrollo del individuo social-solo aparecen ante el capital como bajo inmediato con la actividad de científicos, investigadores e in-
medios, y no son para él nada más que medios para, desde su fun- genieros constituye el progreso del proceso tecnológico. Solamente
damento limitado, producir» so. sobre esta base puede calcularse la tasa de plusvalía.
El fundamento limitado del capital se muestra en el hecho de Bahr reprocha a Habermas haber malinterpretado, por motivos
que por medio de la técnica se acorta, es verdad, el tiempo de tra- obedientes a un propósito políticamente reaccionario, la indicación
bajo necesario para la producción de los bienes materiale~ mercan- hecha por Marx en los Elementos del papel del desarrollo cien-
tífico tecnológico de la fuerza productiva. Por eso cree Habermas
4 ., Ibídem, pág. 74. poder corregir a Marx exponiendo las propias tesis del mismo de
48
K. MARX: «Manuscritos de París» («Pariser Manuskripte»), en Prime· que «ciencia y técnica se convierten en la primera fuerza produc-
to~ esc;itos (Frühschriften), Hamburgo, 1932, pág. 244.
49
H. SCHOECK: en el J'vianual de sociología (Handbuch der Soziologie) de 51
Herder, 1969, artículo «enajenación». Ibídem.
50
50
K. IvlAR.."<: Elementos ... (Grundrisse ... ), loe. cit., pág. 592. H. D. BAHR: loe. cit., págs. 39 y sgs.

126 127
la tecnología científica moderna, las mejoras que se suceden rap1-
tiva». Solo que Habermas saca de ello la conclusión inadmisible damente en sus mecanismos de autodirección, hace crecer el valor
de que: « ... con ello quedan sin efecto las condiciones de aplica-
adicional de los dispositivos técnicos en la producción con más
ción por lo que se refiere a la teoría marxista del trabajo», y que- rapidez que la venta, de tal manera que cualquier descuento que
dan sin efecto ciertamente porque el trabajo proletario retrocede en se transfiera al valor de los productos aparece sin objeto en com-
relación con la racionalización tecnológica y la maquinaria. Tal pen- paración con el crecimiento de los valores de los medios de pro-
samiento podría seguirse discutiendo aún-el mismo Marx dice ducción que han de ser transferidos igualmente al producto. Surge
que: «tan pronto como el trabajo en forma inmediata ha dejado así la apariencia de que la superación automática del valor en la
de ser la gran fuente de riqueza, el tiempo de trabajo deja de ser técnica moderna añade al producto valor sustantivo. Si a la vista
y tiene que dejar de ser su medida»-, si Habermas no sacase la de un sencillo mecanismo de propulsión a nadie se le ocurriría
macabra conclusión de que «el progreso científico se ha converti- decir que hay un valor adicional de la maquinaria en la transfor-
do en una fuente independiente de plusvalía» 53 . mación de un movimiento de rotación en movimiento de palanca,
Aunque sectores aislados de la producción hayan desarrollado la identidad del proceso cognoscitivo técnico estructural del sujeto
la producción automática hasta tal punto que las fuerzas producti- con la variación en el dispositivo de designación de señales (es
vas allí engendradas no necesiten ya para su elaboración de la decir, la identidad de la actividad de los tecnólogos científicos tanto
fuerza de trabajo proletaria, por lo que, en lo referente a su reali- con un automatismo, que, en apariencia, trabaja de modo comple-
zación en el mercado, la fuerza de trabajo proletaria no juega ya tamente autónomo, como con un avance autónomo de las tareas
ningún papel, el proceso en su conjunto ha de considerarse, sin de información de este automatismo), facilita, sin embargo, la falsa
embargo, esencialmente desde el punto de vista de la división so- conclusión de que las funciones técnicas son en sí mismas idénticas
cial del trabajo: el reparto del mismo entre los que disponen de a la actividad con arreglo a un fin de unos sujetos, es decir, de
medios de producción y fuerza proletaria de trabajo. que estas funciones se orientarían de manera autónoma, como suje-
Empieza por producirse en primer lugar la apariencia de que, en tos humanos, a fines propuestos. Sin embargo, tanto por lo que
el proceso del empleo tecnológico de los conocimientos científico se refiere a la técnica moderna de mecanismo de dirección e infor-
naturales que van siendo asimilados y acoplados grado por grado mación como por lo que se refiere a la maquinaria tradicional,
en un sistema subjetivo, el trabajo subjetivo se ve eliminado y resulrn cierta la frase de Marx de que: «de modo idéntico a lo
la construcción técnica moderna, aún más que la maquinaria tra- que sucede con relación a cualquier otra parte constitutiva del
dicional, se convierte en una fuerza productiva independiente. Esta capital constante, la maquinaría no crea valor alguno sino que trans-
apariencia surge por el hecho de que un gran complejo de sujetos fiere su valor al producto para cuya elaboración sirve».
sociales en la división del trabajo se ha visto absorbido objetiva- Con este proceso, sigue explicando Bahr, se realiza el valor del
mente en ese proceso y el trabajo proletario productivo se ha trans- producto, pero no aún su plusvalía. Esta se produce tan solo por
fotmado en puro servicio administrativo. Pero «la construcciéSn la transformación de la fuerza abstracta de trabajo en trabajo con-
automática, considerada en sí misma, no puede ni ser una fuente se- creto, medido por un tiempo, por el hecho de que en el proceso
creta de plusvalía, ni, aislada de la división social del trabajo, apa- de esta transformación el trabajador produce algo más allá de su
recer como condición de plusvalía con mayor verosimilitud-en sí fuerza de trabajo. La apariencia de que puede producirse también
considerada-que la lluvia» 54 . plusvalía fuera de la actividad propia del trabajo viviente surge
A ello se une el hecho de que el progreso dinámico dentro de del hecho de que en la sociedad capitalista no es el valor de uso
el que constituye inmediatamente la fuerza impulsiva y el que es-
tablece los fines de la producción, sino el valor de cambio como
53
J. HABERMAS: Técnica y ciencia como ideología (T echnile und \Vissen- medio de realización de plusvalía; y como esto ocurre en una
schaft als Ideologie), loe. cit., pág. 79.
54
H. D. BAHR: loe. cit., pág. 44 y sg. progresión permanente en la que se señalan a la técnica fines que

128 129
no son inmediatamente humanos, sino siempre y solo fineo: ex- to que esta no puede realizarse directamente como tal, pues la
ternos, y esto hasta el infinito, se produce la apariencia «de que producción de plusvalía se manifiesta en la realización de un bene-
ia racionalidad del sujeto sigue subsistiendo solo en una forma ob- ficio. La verdadera producción de plusvalía se lleva a cabo tan
jetivada como técnica» 55 • El valor de uso solo se va descartando solo con la venta de los productos finales que están destinados al
paso a paso para servir a su vez de condición general para la comumo. Pero dentro de este proceso, que en su totalidad no
reproducción a escala ampliada del valor de cambio, «con:-::1 con- expresa otra cosa que la división social del trabajo entre trabajo
dición de una teleología que queda fuera de la infinidad viciada proletario y realización burguesa del beneficio, la producción de
del progreso». Pero ¿qué ocurre-y esta es aquí la preguma nás plus~;alía por determinado grupo, no plenamente pagado y aun
ilnportante-con el papel del científico, del investigador, del inge- mal pagado con el fin precisamente de conseguir un aumen-
niero, etc., en este proceso de realización de plusvalía? Se trr:I:J, de to de la plusvalía, de científicos, constructores, etc., tiene ente-
la cuestión del tiempo tecnológico de trabajo. ramente un valor posicional: la plusvalía engendrada por ellos
En el tiempo de trabajo tecnológico, dice Bahr, crece, por una con fa demora de todo el proceso productivo en su conjunto
parte, un tiempo materializado en los resultados científico-tecnoló- -aue va desde el experimento científico hasta el producto firial
gicos, que inmediatamente entra a formar parte del tiempo de a c;nsumir-se une a la engendrada por el proletariado inmediato y
trabajo invertido precisamente por los científicos, constructores e aumenta una magnitud del mismo expresada en dinero al fii.1al del
ingenieros. En este tiempo de trabajo inmediato se realizan las ciclo. Esa plusvalía engendrada por este estrato no es nada en sí,
condiciones futuras para un desarrollo ulterior de las fuerzas pro- pue3 en principio solo se transmite en forma de precio de la má-
ductivas. La actividad de este estrato se paga de acuerdo con unas ~uina a los co~tos totales de producción que han de ser asignados
condiciones de mercado históricamente dadas. No engendra en sí ;n relación con un producto final; por consiguiente, sin la inclu-
plusvalía alguna, aunque no se la púeda considerar separada de las sión en el ámbito del trabajo proletario, no es en sí plusvalía al-
condiciones técnicas que produce el incremento de la tasa de plus- guna. Pero vuelve a cobrar de nuevo su carácter de plusvalía dentro
valía 56 . Del progreso técnico mismo no surge plusvalía alguna. de la totalidad socialmente dividida del proceso.
La actividad tecnológica científica crea las condiciones generales Bahr completa en una carta las tesis de su libro de la siguiente
para una elevación de la tasa de plusvalía, pero solo en el supuesm manera 58 : «Si se admite que la presión misma de su rendimiento
de una división del trabajo entre el tiempo de trabajo burgués y la especialización desespiritualizadora de la inteligencia técnica
y el proletario. Tales «artes de malabarista» se ven posibilirndas, (posiblemente también de la inteligencia que contribuye a la re-
«com0 ocurre en Habermas», por el hecho de que el factor polí- producción del trabajo cualificado mediante la actividad formativa
tico dentro de la economía se vio desatendido y por no tenerse en ~rofesional) alcanza un grado como el que yo puedo experimentar
cuenta suficientemente la división del trabajo entre do121inantes ? do- ~quí por propia vivencia, incluso 1.500 marcos de salario mensual
minados 57 • se co;vierten rápidamente en puros costos de reproducción (gastos
Puede verse aquí cierta deficiencia en la argumentación de führ, elevados de médico, de vacaciones, del propio perfeccionamiento
que no es ciertamente de principio, pero que, sin embargo, es de prof=sional, para el que han de adquirirse libros, etc.), tanto más
importancia dentro de la confrontación con Habermas. Sin duda cuamo que la inteligencia técnica no puede llevar a cabo una jor-
algum, los científicos y los constructores de máquinas que no pue- nad:i. lin;itada establecida forma1!lent-:: de acuerdo con horas. Así
den servir para el consumo inmediato, sino a su vez solo parn la oues, en la medida en que no está en situación de acumular capi-
producción de otros bienes, no producen plusvalía alguna en cuan- tal o atesorar medios de trabajo para hacer trabajar a otros para
sí, y en la medida además en que esta inteligencia técnica verifica
55
Ibídem, pág. 46. un trnbajo productivo en el sentido de un aprovechamiento, del
56
Ibídem, pág. 48.
57
Ibídem. 5
i Carta de H. D. BAHR del 8-12-1970.

130 131
propio aprovechamiento, del capital, es decir, en la medida en que dale completamente distinta. Estas sociedades no conocían hechos
se halla en una relación de salario, produce como el prolerari;do íntrasociales en que cayesen por separado esencia y apariencia. Se
un trabajo adicional, crea entonces plusvalía en cuanto forma pmte vivía como fondo último del ser del hombre la Naturaleza externa,
de la clase proletaria en su conjunto, en la medida en que se con- cuyas fuerzas se interpretaban de una manera animista y sobre los que
sidera a esta como un todo frente a la clase de la burguesía en se trataba de influir mágicamente. Las reflexiones venían sugeridas
cuanto exponente del aprovechamiento del capital. Habermas ha a la sociedad desde fuera. Incluso con el nacimiento de la antigua
hablado, sin embargo, de una 'fuente material de plusvalía' refi- sociedad de clases, mucho más complicada, no se alteró fundamen-
riéndose a la ciencia, cosa que es falsa tanto por lo de 'material' talmente este principio. Los mitos justificativos de las relaciones de
como por lo de 'fuente'». dominio entre las clases estaban ampliamente sustentados por cos-
El resultado es que, si en el transcurso del progreso ciennnco mogonías orientadas en la Naturaleza (que, en oposición a lo que
tecnológico se ha ido haciendo más pequeño el valor adicional del ocurría en la época primitiva, la mayor parte de las veces incluían
trabajo proletario, esta desvalorización del tiempo de trabajo pro- dentro de la totalidad de su contenido el cielo y la tierra), a cuyos
letario, simultánea y exactamente a la inversa de lo que admite esquemas de ordenación correspondía la tarea ideológica de hacer
Habermas; se ha convertido precisamente, como consecuencia del comprensible, con una interpretación del mundo como jerarquía,
acortamiento del tiempo de trabajo necesario para la fabricación de un la gradación }erárquica existente en la vida social y justificarla. No
producto, en la condición «para sacar de ella una cantidad de plus- puede hablars~ aquí tampoco de una ideología que induzca a error,
valía nunca antes sospechada» 59 . Frente a ello, el valor de la mer- de una ideología ilusoria que extraiga su fuerza de la ilusión de
cancía constituida por la fuerza de trabajo (el salario) se convierte unas condiciones sociales impenetrables a la mirada, de un ámbito
en un factor que puede verse descuidado desde el punto de vista de de hechos, pues, ya en sí ilusorio. Incluso los grandes mitos del
la economía política. Habermas, por el contrario, desgaja de forma pecado original y de una igualdad originaria, de derecho natural,
violenta, separando inmediatamente uno de otro, el tiempo de ua- entre los hombres, relativizada empero por el pecado, y de la
bajo tecnológico y el proletario, y los juzga por separado. Con ello irrupción en la vida terrena, resultante de ello, de la propiedad y
consigue, en primer lugar, disminuir a un grado insignificante las el dominio, estaban en la Edad Media cristiana basados en un pri-
relaciones existentes en forma de contraposición entre las clases, mer término en la condición agraria de las relaciones de dominio
para hacerlas desaparecer luego en la niebla general de un «inte- de aquel entonces y, al mismo tiempo, ordenado a aquella, en la
rés de la especie en cuanto tal» 60. necesidad de una justificación de las diferencias de clase, pero no
La dificultad para ver y entender la realidad moderna no con- en el carácter ilusorio inmediato del mundo efectivo de esta so-
siste solo en su complicación, sino en un fenómeno peculiar que ciedad 61 .
no han conocido las sociedades anteriores: el poder ideológico ili- Los inicios de eso que llamamos la apariencia efectiva di-
mitado del fetichismo de los hechos. Este fenómeno es ideológico manante de las relaciones sociales mismas se encuentran en el Re-
no solo porque sea de naturaleza refleja y apologética, sino sobre nacimiento. Ha de remitirse como hecho capital al radical indivi-
todo, y en no menor medida, por el carácter de apariencia que dualismo ideológico y al derecho natural burgués. Por primera
lleva adherido, tanto «categorial», es decir, condicionante de un vez son las mismas relaciones sociales estructurales las que provo-
obrar regido socialmente, como también dimanante de modo for- can determinadas formas ideológicas aparentes. La irrupción dé la
zoso del ser mismo. libertad individual dentro de la Historia medieval civil y el papel
Las ideologías de las sociedades precapitalistas eran de un::1 ín- histórico que corresponde en ese tiempo a este individualismo, o
sea, el de forzar sin trabas una forma de vida completamente nue-
59 H. D. BAHR: Crítica de la tecnología política (Kritile der Politische;~ Tech·
nologie), Francfort, 1970, pág. 49.
61
L. KoFLER: Historia de la sociedad burguesa (Zur Geschichte der
'º Ibídem. bürgelichen Gesellschaft), Neuwied, 1966, págs. 56 y sg.

132 133
va dirigida en contra de todo lo feudal, se refleja en la conciencia forzosarneme bajo el revest1m1ento de una apariencia efectiva reifi-
de sus protagonistas como validez única de la voluntad y el obrar cada, pertenece «la técnica». Esta viene a coincidir con la idea de un
individuales. El que se trataba aquí de una ilusión fue algo que se avance que es resultado automático de premisas mecánicas maqui-
sospechaba de un modo marginal, pero que se achacaba a la vi. nales, de unos dispositivos ligados a la producción en los que el
gencia de influjos naturales de carácter extrasocial, algo que se ex. hombre representa solo el intermediario pasivo, el observador que
teriorizaba en la amplia difusión de la astrología 62 . Pero todavía registra pasivamente unas premisas que se deducen y siguen unas
en esta corriente ideológica nos seguimos encontrando con una es- a otras y que las realiza situado a la correspondiente y necesaria
pecie de reflexión que lleva adherida algo de carácter especular, distancia contemplativa. De acuerdo con esta contemplación distan-
pero nada, sin embargo, forzoso de un modo inmanente, como su- ciada, que no solo acoge dentro de su criterio de medida, de Sll
cede en todas aquellas partes en las que la cosa misma, el fenóme- «actitud» ideológica, a los interesados en el proceso técnico, si..'10,
no social en cuanto algo objetivado aparece ya en sí distinto de lo con mayor razón, a cualquier otro que se ponga a considerarlo, los
que es. factores subjetivos activos que sirven de medios con relación a la
Bajo el aspecto aquí suscitad0 de lo ideológicamente proble- totalidad, se mantienen fuera de consideración; y estos factores no
na de d'ustmgmrse
. . entre tres f ormas cap1ta.es
. 1 de rei.cexión son otros que los de la división del trabajo, del especíalismo y del
' t' 1 í.1
ma.1co
ideológica: dominio. En cuanto a su consistencia, que viene proporcionada ideo-
l. Una reflexión referida a la ~faturaleza que se transfi-:re a h lógicamente, la técnica no puede aparecer de otra manera que como
socied2.d. un mecariJsmo de movimiento reificado.
2. Una reflexión referida a lo social que, de modo ideal, con- Para entender más exactamente este fenómeno hemos de par-
vierte en absolutas relaciones sociales transparentes y relativamente tir de otros fenómenos más generales y fijarnos en el campo que
sencillas. No se transfiere, es vedad, a la sociedad, pero se verifica se extiende entre división de trabajo y dominio.
en ella. - El dominio burgués aparece como tal porque -se halla vin.cu-
3. Una reflexión sobre la apariencia efectiva. Dimana de la apa- lado a la propiedad privada capitalista. No se puede afirmar lo
riencia que va adherida a la cosa misma y que resulta inmedi;ta- uno y negar lo otro, por lo cual la inclinación moderna de los ideó-
mente de la esencia de esa cosa. logos burgueses a negar la existencia de un dominio de clases en la
Por lo que se refiere a los dos prL.'Tieros casos, puede hablarse época actual va siempre acompañada de la negación de la propiedad
de una cierta necesidad de reflexión ideológica, en la que este con- privada; ambas cosas se resuelven en una «gerencia» que no es pro-
cepto de necesidad va dotado de la limitación de incluir la posibi- piamente ninguna de ellas. Pero tampoco es posible afirmar la exis-
lidad de variantes ideológicas dentro del ámbito de lo análogo. Por tencia de la propiedad privada capitalista sLr1 ponerla en relación
lo que se refiere al tercer caso, le corresponde el concepto, termi- con el hecho de una división del trabajo, tanto social como especia·
nológicamente más duro, de forzosidad, por presentarse aquí pro- lizada. De lo único que puede tratarse es de hablar del hecho -de la
cesos sociales condicionados ya de un modo estructuralmente re· división del trabajo bajo la condición constituida por la propiedad
ferído a los bienes materiales mercantiles propios de la división del privada capitalista, y a la inversa.
trab8.jo en un se.:::itido ideológicamente ilusorio, tal como tienen que Considerando las cosas con la lupa del pensamiento dialéctico
presentarse, precisamente de esta manera y no de otra, es decir, de la totalidad, un hecho aparentemente tan sencillo como la divi-
de modo forzoso, en virtud de esa forma de realización objetivada sión del trabajo bajo la condición constituida por la propiedad pri-
abstractiva que les es inherente. vada capitalista se muestra como un poder que subordina a sí de
A las categorías ideológicas primarias que vienen a presentarse un modo peculiar la sociedad entera y su destL.'10. Con relación a
este fenómeno, el joven Marx escribe ya: «¿Cómo puede suceder que
º2 E. CASSIRER: Individuo y cosmos en la filosofía del Renacimiento (In- dentro de est::i. sustantivación de los intereses personales hasta con-
dividu11m tmd Kosmos in der Philosophie der Renaissance), 1927. vertirse en intereses de clase tenga que reificarse, enajenarse la con-

134 135
ducra del individuo y, al mismo tiempo, un poder independiente social Por otra, la racionalidad de la conciencia y la del proceso
de él, producido por el trato, subsista sin él, se transforme en re- no es más que formal. Pues, bajo la forma de una racionalización,
laciones sociales, en una serie de poderes que le determinan, que el oscurecimiento e irracionalización del proceso social va progre-
le subordinan ... ?» 63. sando con fuerza creciente al par de la complicación de las reia-
P:1ede parecer ª. primera vista que esta manifestación verbal ape- ciones económicas mercantiles sobre la base de un desarrollo en
nas s1 puede referme al problema de la técnica. Pues Marx en- la división del trabajo de las fuerzas productivas. Así como en la
tiende por conducta la del individuo que se rige por los intereses época precapitalista se tendía en torno a la transparencia de las
de clase, una conducta reificada que se transforma por medio relaciones una envoltura mística proporcionada por la Naturaleza,
del trato social en un poder sustantivo al que se somete al mismo bajo la condición que representa la sociedad mercantil individua-
tiempo este individuo, entiende evidentemente procesos que· se lista, en torno a un proceso que se ha hecho opaco e indomeñable
hallan sustraídos al ámbito de la influencia del hombre, procesos se pone un revestimiento tomado en préstamo de una «ratio» que
objetivos de «mercado». Los procesos técnicos se hallan dentro del camina mayestáticamente al par del lápiz de cálculo. Tal revesti-
ámbito de acción inmediata del hombre y, de acuerdo con su na- miento lo representa «la técnica». Es revestimiento porque, b2jo
turaleza entera, están racionalizados, mientras que el mercado ca- una forma de manifestación rigurosamente racional, ofrece una
rece de tal racionalización. Pero estos reparos descansan en una mera ideología. En realidad, la forma extremadamente racional con
ilusión. Consiste esta en extender en demasía la racionalidad de la que la técnica suele aparecer solo resulta cierta para una parcela
técnica hasta convertirla en una racionalidad sinóotica de todo el de la misma, pero en cuanto al movimiento progresivo de su tota-
proceso técnico en su conjunto, algo que resulta' tan poco cierto lidad es, como la economía burguesa en su conjunto, irracional; la
por lo que se refiere a este como por lo que respecta al «mer- tendencia de ese movimiento, considerada ideológicamente «como
cado», cuyo carácter irracional de conjunto descansa en la raciona- ley natural», es una expresión de ello.
lidad de una región parcial. Precisamente porque también en la En el concepto de «aparato» tecnológico, que una y otra vez
técnica solo es accesible a riguroso cálculo y definición racionales aparece en las discusiones sobre el problema de la técnica, se re-
una región parcial, mientras que, por el contrario, el curso total se fleja esa contradicción ideológicamente ambivalente que lleva adhe-
sustrae a una determinación racional por parte del hombre, puede rido lo que dentro de la conciencia burguesa quiere decir sin más
producirse la impresión de una sustantivación total del proceso téc- «técnica». No hablamos aquí de que al concepto de técnica así
nico hasta convertirse en una «técnica» que progresa automática- concebido le estén dadas de antemano de un modo irracional la
mente, en la «técnica» como un poder propio que no es esencial- división del trabajo entre las clases y las tareas y metas del pro-
mente influible. greso técnico resultantes de una estructura de dominio que tiene
En la sociedad precapitalista, la contextura es proporcionalmente su origen en ella, de tal manera que a una racionalización externa
más sencilla. La Naturaleza con que el hombre se encuentra y que del proceso técnico corresponda un contenido irracional. Esto tam-
aparece ante él místicamente le da pie para mistificar su propio ser bién representa una contradicción esencial en el concepto moderno
y adaptar tanto su concepción del mundo como su concepción de de técnica, pero que no entra dentro de la reflexión ideológica de
la sociedad a esta tendencia a la mistificación. En la sociedad ca- da técnica». Y no entra dentro de la misma porque no se encuen-
pitalista la mistificación no se ve introducida en la sociedad desde tra en ella relación algunaru con el previo antagonismo de clases
fuera, sino que constituye su misma esencia. Por una parte, la Na- ni con el correspondiente dominio. De acuerdo con la tendencia
turaleza se va despojando cada vez más de su carácter irracional de entera a ocultar tras un velo los fenómenos relativos al antagonismo
objetividad real y va siendo incluida en la racionalidad del proceso de clases, también estos se pasan por alto en el concepto de técnica.
Al hablar aquí de una contradicción ideológicamente ambivalente
63
K. M.'l.RX: La ideología alemana (Die detttsche Ideologie), loe cit., pá- que atraviesa el concepto burgués de técnica de parte a parte, nos
gina 236. referimos a la contradicción existente entre la aceptación de una

136 137
rigurosa racionalidad, que domina toda técnica, y el establecimienro ción burocrática a fondo de ia vida que llega a su plenitud con la
de un concepto de «aparato» técnico resultante de la sustantivación «ascesis intramundana» del capitalismo evolucionado. La i:endencia
«a modo de ley natural» de esta racionalidad tecnológica, concepto a la racionalización ascética se inicia ya en Europa, según \Veber,
cuyo movimiento ulterior va a terminar en lo incierto e implica antes de la irrupción de la primera empresa capitalista, de la ma·
una amenaza irracional. La perspectiva, articulada de un modo op. nufactura 66 . El juicio de conjunto que emite sobre este desarrollo
tim.ista, del trabajo tecnológico dentro de una parcela limitada, se es positivo 67 •
convierte de un vuelco en articulación pesimista en el juicio del Tan solo en autores posteriores, y esto enteramente demro de
proceso técnico en su conjunto. La negación de un persistente do.
minio de clase en favor de la identificación entre aparato tecnológico
1 la tendencia a una transformación general en la burguesía de la irn.a-
gen liberal optimista del mundo en otra decadente nihilista, se
y dominio, sugiere la imagen de una opresión del hombre por unas 1 adhiere el hálito del pesimismo nihilista a la tesis de un dominio
técnicas introducidas «por ley natural», imagen que, por su parte, de la racionalidad tecnológica, con su encarnación burocrática, que
no deja de obrar como medio para la interpretación burguesa de-
cadente del ser, de la reflexión ideológica del proceso total y reifi.
l todo lo somete a sí. Y a hemos señalado en este contexto el antro-
pologismo biologista de Gehlen y el sociologizante de Schelsky.
cado de la sociedad capitalista como algo fatal y amenazador que Como son pensadores que pertenecen a la época de la decadencia
degrada al hombre al rango de objeto pasivo de fuerzas indo- burguesa, no puede extrañar su actitud.
meñables.
Se halla todavía libre de este pes11msmo expreso la idea que
tiene Max Weber de la racionalización y técnificación progresivas de II. LA IDEOLOGIA MAF.XISTA NIHILISTA
la sociedad moderna. La vida de Weber toca ya a su fin en 1920, DE LA TECNOLOGIA
pero en 1923 Lukács puede citarle como testigo del efecto mons-
truoso de un reparto especializado de funciones y de una «raciona- Pero ¿cómo ha de entenderse el desemboque, directo o mediato,
lización formal» 64 . Si Weber se dirige al encuentro de este fenó- en la filosofía nihilista de la técnica de autores que se encuentran
meno de un modo puramente descriptivo y en el fondo casi afir- en oposición crítica al orden burgués reinante y están dispuestos a
mándolo, Lukács lo hace de un modo crítico. Pero en ninguno de reformarlo, como Habermas, o bien a superarlo, como Adorno,
ambos puede registrarse huella alguna de esa ideología del dolor Marcuse o Günther Anders, que se apoya de modo más sólido en
cósmico que suele acompañar más tarde e impregnar frecuentemente Marx y que, a pesar de todo, no puede escapar al pensamiento rei-
el pensamiento de los teóricos de la racionalidad y de la tecnología; ficado? La segregación del principio teleológico del proceso social
es decir, que ni siquiera corno objeto crítico aparece tampoco to- en su conjunto, segregación que se lleva a cabo bajo la presión
da vía en el análisis lukacsiano este fenómeno. Esto es tanto más lla- de la racionalización científica experimental, es en verdad una fuer-
mativo cuanto que \V/ eber desarrolla ya la idea del dominio de una za meramente ideológica, pero una fuerza, sin embargo, bajo la
burocracia que todo lo abarca y que ha de agradecer su forma de figura de una técnica sustantivada hasta convertirse en «algo a
existencia adherida al racionalismo al desarrollo de las ciencias modo de ley natural», de tal dominio que solo puede escapar a ella
experimentales y cuantificadoras y al régimen de vida racional in· el que se coloca en el punto de vista «preconcebido» de la solubi-
fluido por estas. Ese «encantamiento absolutamente inevitable de lidad teórica de todos los fenómenos reificados en fenómenos so·
toda nuestra existencialidad» 65 es el resultado de una racionaliza-
55
M. WEBER: Sociología de la religión (Religionssoziologie), vol. 1, Tü-
bingen, 1920.
6
' G. LUKÁCS: Historia y conciencia de clase (Geschichte und Klassen-
57
H. JACOBY: La burocratización del mundo (Die Bürokratisierung der
bewusstsein), loe. cit., págs. 110 y sg. Welt), Neuwied, 1969, pág. 230 y sg. Cf. también A. A.BRAMOWSKI: La imagen

5
M. WEBER: Colección de artículos sobre sociología de la religión (Ge- de la historia de .Max Weber (Das Geschichtsbild Max Webers), Stuttgart, 1966,
sammelie Aufséitze zur Religionssoziologie), Tübingen, 1920, págs. 1 y sgs. páginas 118 y sg.

138 139
ciales y no se deja apartar por nada de seguir radicalmente el rastro Anders recurre a la primera. Los objetos técnicos no aparecen en
de esta solubilidad. primer término como objetos de mercado listos para el consumo
. '
En su libro, tan considerado, La antigualla del hombre 68 smo como valores que producen valores. Frente a ellos, como dice
Günther Anders traduce el fenómeno del dominio tecnológico de Anders, el hombre se convierte en objeto pasivo, en «cosa». La rei-
la cosa sobre el hombre a una filosofía de la inferioridad del ficación de las relaciones humanas se ve elevada dentro de esta con-
hombre moderno ante los productos materiales objetivos. En su es- cepción al rango de un ser de hombre propio de cosa material. Esto
crito precedente, Kaf lea: pro y contra, se manifiesta, por lo que es algo que se aproxima ya mucho a esa concepción nihilista de la
se refiere a la perspectiva teórica en que ve la relación del hombre técnica propia de los ideólogos burgueses, ya que estos también en-
con su mundo material, de la siguiente manera: tienden el dominio de la técnica sobre el hombre de tal manera
«En el mundo moderno la Naturaleza se convierte en una Na- que este desciende al rango de sus manipulaciones materiales ob-
turaleza muerta e incluso el mismo congénere humano se convierte jetivas. Dentro de tal perspectiva el nihilismo decadente encuentra
a menudo en mera 'cosa'. No es de extrañar que las 'cosas' jueguen su mejor campo de ocupación.
en Kafka un extraordinario papel. .. » «Si hoy se nos presenta el hom- En Marx el hombre no aparece nunca como cosa. La «mesa»
bre como «inhumano», no es porque posea una naturaleza animal, como «cosa _sensible-suprasensible» es para él una mera expresión
sino porque se ve reducido por fuerza a funciones propias de cosas irónica del hecho de encontrarse los hombres desamparados ante el
materiales. Por eso, el fabulista de hoy, para denunciar públicamente movimiento de sus propios productos en el mercado, que es algo
ese escándalo de que 'los hombres sean cosas', tiene que inventar que en Marx quiere decir siempre ante esas relaciones sociales
fábulas en las que las cosas aparezcan como seres vivos. Ahora bien, suyas dimanantes de la actividad económica que se expresan en las
Kafka ha sido quien ha sacado esta consecuencia. Ha sido el pri- relaciones mutuas de los productos de su trabajo, pero no es nunca
mero, o, por lo menos, casi el primero, pues tiene un antecesor. expresión de la conversión del hombre en cosa. Reificación, por con-
'La mesa se transforma', como se dice en un famoso libro, 'en una siguiente, viene a querer decir siempre en Marx lo mismo que una
cosa sensible-suprasensible. No se halla ya en pie con las patas susfantivación de las relaciones humanas sociales, que se decanta en
apoyadas sobre el suelo, sino que se coloca de cabeza y desarrolla unas aparentes relaciones materiales, frente al hombre singular y,
dentro de esa cabeza de madera ideas extravagantes, mucho más más exactamente, frente a su conciencia. Y esto resulta cierto tam-
prodigiosas de lo que sería el que de pronto se pusiera a bailar bién por lo que se refiere a esa técnica con la que se encuentra el
espontáneamente'. Pero no, no es el Odraek, de Kafka ... , sino hombre bajo la figura de relaciones materiales, cuando en verdad
esa mesa convertida en objeto mercantil del parágrafo cuarto del su esencia la constituyen dos momentos de la conducta humana
capítulo primero de la primera sección del libro primero de El ca- que se hallan referidos mutuamente: trabajo científico tecnológico,
pital de Marx» 69 . que discurre por el camino de la fabricación de dispositivos técni-
La función de cosa material en el hombre no puede consistir cos, y trabajo proletario, dividido a efectos laborales, que discurre
más que en hallarse sometido a procesos materiales que llevan con- por el camino de la utilización de estos dispositivos para la fabri-
sigo la apariencia de una completa autonomía. Estos procesos mate- cación de artículos listos para el consumo.
riales, que en Marx reciben el nombre de reificación o fetichifica- El hecho también de que el hombre, como consecuencia de la
ción, pueden presentarse bajo una doble figura: como transacción división del trabajo y de la atomización individualista de la socie-
de géneros en el mercado y como automoción de la técnica. Günther dad, funcione como una partícula dentro de un proceso subordi-
nante «mecanizado», que limita su libertad individual de movimien-
to, y «tecnificado», racionalizado tecnológica y burocráticamente,
63 G. ANDERS: La antigualla del hombre (Die Antiquiertheit des Men- expresa, es verdad, su reificación, pero en modo alguno su cosifica-
schen), Munich, 1956. ción, no pudiendo por eso expresarse bajo el símbolo de la cosa.
69 G. ANDERS: Kafka: pro y contra (Kafka- pro und contra), Munich, 1951,

páginas 12 y sgs. Si en el proceso de reificación se elimina el aspecto de actividad

140 141
consciente, aspecto que corresponde a la «trascendentalicfad» de in.terpretación burguesa tecnológica del mur1do, también la ador-
principio e inamovible de toda existencialidad humana, se mistifica niana lleva adherido el presagio de una forzosa falta de salida.
la reificación convirtiéndola en materialidad de cosa. En Marx no «La razón», dice Adorno al hacer la interpretación de un texto de
hay problema sociológico o económico alguno en cuanto cosa ma- Sade, «es el órgano para el cálculo del plan, siendo neutral con
terial, si.r:io solo problema de reificación, por lo que significa para relación a las metas», y «el orden burgués establecido ha fun-
él un pecado contra el espíritu del conocimiento quedarse derenido cionalizado la razón por completo» 72 . Este concepto de funciona-
en esta reificación. Pero, al mismo tiempo, Marx ve el fenómeno de lización se establece en pro de una racionalización tecnológica: «La
la reificación como una condición inamovible de la consistencia sumisión del hombre a la Naturaleza no puede desprenderse hoy
práctica de la sociedad burguesa, es decir, como una categoría ideo- del progreso social. El aumento de la productividad económica, que
lógica iriamovible de la autorreproducción práctica de esta sociedad. crea, por una parte, las condiciones necesarias para un mundo más
En el pensamiento de Anders la fuerza impulsiva sigue sier;_do t justo, confiere, por otra, al aparato técnico y a los grupos sociales
siempre la preocupación por el progreso de la especie humana hacia que disponen de él una desmedida superioridad sobre el resto de
formas superiores de libertad. Esto precisamente es lo que se pier- la población ... en tanto que el individuo desaparece ante el apa-
de en la filosofía social negativista de Adorno. Lo que en esta filo- rato- a1 que suve
. ... » 73 .
sofía constituye la tesis fundamental, la progresiva dominación de
la Naturaleza, se mueve, teniendo en cuenta la puesta de relieve dei
1 Si todavía con la indicación de los «grupos sociales» puede des-
pertarse la impresión de que Adorno entiende los dispositivos téc-
papel de las ciencias racionales, en la proximidad de la teoría de f nicos como meros medios de que se sirven estos grupos, entrando
una tecnificación progresiva del mundo y de un sometimiemo del
hombre al dominio de esta, que se extiende con fuerza de «ley na-
tural». A pesar de cualesquiera otras diferencias, Herbert Marcuse
l
¡
l
con ello el concepto de técnica dentro del campo correcto de visión,
en el curso de la investigación todos aquellos conceptos que pueden
subordinarse al de «aparato» se ven concebidos en términos de rei-
recoge la hebra así hilada, y Habermas la enreda füialmenre hasta
convertirla en una maraña inextrkable de teoremas extremadamente
reificados desde un punto de vista ideológico.
l¡ ficación sin escapar ya a ellos en ninguna parte. Lo que en un
staiits de mera descripción tiene mucho de verdad, se convierte en
el curso de su ontologización en una imagen mecanicista vulgar no
¡
Como consecuencia de su estrategia filosóficamente tecnícista, muy diferente de la de Gehlen y Schelsky. La posición crítica, di-
Adorno proclama una inevitable «constancia perpetua» 70 • Pero esta vergente por lo que se refiere al objeto considerado y sus resul-
totalidad viciada, que se proclama única y solamente de manera tados opresivos, no evita una consecuencia similar en cuanto al ca-
visible como saber subjetivo de la «dialéctica negativa», se convierte rácter de una inevitabilidad natural. Así, dice Adorno: «La reali-
aquí en fundamento de un modo de pensar del que O. Massing 1 dad produce la apariencia de desarrollarse hacia arriba, cuando en
dice acertadamente que, «no de otro modo de lo que ocurre con el fondo sigue siendo lo que era» 74
el tópico de la invariabilidad de todo dominio dentro de la Histo- Mirándola en un contexto sistemático de conjunto, esta deter-
ria, 'qua' historia natural de la humanidad, corre el peligro además minación aparece como consecuencia de una demonización de los
de verse ontologizado en su negatividad» 71 • Como ocurre a t0da aparatos técnicos, por más que, a la inversa, esta demonización se
1
muestre como una consecuencia inevitable de la ontologización de
70
M. HoRKHEIMER y Ta. W. ADORNO: Dialéctica de la Ilustración (Diale.~tik la marcha mecánica de la historia. En esto último insiste Massing 75
der Aufklarung), loe. cit., págs. 22, 40 y sg. y, al mismo tiempo, en la falta de análisis concretos 76 y en la de-
71
O. :NIAssrNG: Adorno y las consewencias (Adorno und die Folgen),
Neuwied, 1970, págs. 39 y sg. Permítaseme hacer aquí la advertencia de que, 10 M. HoRKHEIMER y Ta. W. AnoRNo: loe cit., pág. 95 y sg.
a lo sumo en 1964, he llamado la atención acerca del peligro de una ontolo- 1
Ibídem, pág. 4.
i
gización de la imagen negativa del mundo en Adorno, en el artículo «La dispu- '' Ta. W. Ano1um: Lemas (Stichworte), 2, Francfort, 1969, pág. 50.
ta en torno a la estética marxista» ( «Zur Streit um die marxistische Asthetik»), ;s O. MASSING: loe. cit., pág. 40.
en res nostra, Kiel, 1964, págs. 8 y sg. 15
Ibídem, pág. 41.

142 143
nuncia, derivada de ello, de las posibilidades reales de ir desmon- el hombre, con un sometlm1emo, igual a esta ilustración racionali-
tando de un modo históricamente progresivo la coacción operati- zada, por parte del dominador, este nexo, que hay que valorar ne-
va 77 , en vez de esforzarse en reducir una mera historia conceptual gativamente, es tan viejo como el hombre mismo, viene dado sin
omnipresente en favor de un análisis concreto de factores 78 . Lo que más con la existencialidad humana. Adorno se integra así sin falla
Horkheimer llama «crítica de la razón instrumental» 79 no tiene dentró de esa imagen del mundo que desde los años treinta se va
mucho de crítica, por recordar la acomodación resignada a una extendiendo sobre el mundo burgués y que va ganando terreno pro-
historia sagrada tecnológica bajo presagios diabólicos. F. Tomberg fundamente dentro de las ciencias particulares, una imagen que se
expresa esto abiertamente con respecto a Adorno: «Allí (en la halla avecindada entre una tecnología, que encubr~ tras un velo
iviinima moralia de 1951, L. K.) desecha definitivamente la posi- el dominio inmediato de las clases, y el nihilismo ontologizador del
bilidad de lo nuevo. La práctica aparece aquí como algo sin sen- dominio del hombre por el hombre. El que esto en él no se vea
tido, despreciable incluso.» «Dialéctica no quiere decir en este exactamente así, es algo que debe agradecer a su origen marxista y
contexto mucho más que un decir que no elevado a la condición a algunos residuos, tanto objetivos como terminológicos, así mismo
de método. Adorno habla francamente de una 'dialéctica nega- marxistas.
tiva'» 80 • En el horizonte aparece ya la <mnidimensionalidad» de Mar-
Como un hilo conductor secreto se halla, tras el sistema teórico cuse, ante la CQal la historia se ve disminuida al grado de condi-
entero de la dirección de Francfort la proclamación de la «Cons- ción monocarril carente de vida y de contradicción. El que toda
tancia perpetua», tecnológicamente determinada. Pero como Adorno
historia de clases, desde la antigüedad hasta el presente, tenga que
no niega la enajenación-en el pensamiento de Gehlen y Schelsky
revocar una y otra vez por lo que se refiere a libertad todo lo que
encuentra esta lugar sistemático tan escaso cuan poco era lo que
unas fuerzas que irrumpen siempre de nuevo han logrado alcanzar,
evidentemente parecía ya interesar a M. Weber-, sino que, por
espiritual o prácticamente, tras una lucha, no significa la total ca-
el contrario, la eleva a condición de tema capital en los análisis de
rencia histórica de sentido de las mismas. También en el seno de
la existencialidad antagonista de la sociedad, esta, a pesar de cual-
la sociedad de clases hubo progresos de importancia esencial. Las
quier alteración de su forma histórica, sigue permaneciendo «cons-
tante», es decir, se ve elevada a la condición de esencialidad onto- críticas violentas y justificadas que se hacían a la época entonces
lógica. Partiendo originalmente de Marx, se halla, al final de un vigente hacen que este hecho no quede sin sentido. Tanto los
desarrollo ideológico macabro, la negación nihilista, un contradicto- grandes períodos clásicos como las grandes revoluciones no han
rio marxo-nihilismo. quedado sin efecto por lo que se refiere al desarrollo ulterior del
Es verdad que Adorno está lleno de una profunda aversión género humano. Sus promesas se van cumpliendo paso a paso, no
contra toda ontología, pero esta es algo que le adviene como con- obstante todas las bárbaras recaídas en el estadio de la decadencia
secuencia inevitable de la posición que adopta. Es esta la posición capitalista.
del establecimiento de una dialéctica de ilustración y mito que cons- El concepto adorniano de totalidad se ve desfigurado hasta
truye de la siguiente manera: si bien todo progreso en el dominio convertirse en algo unilateralmente negativo, contraviniendo así el
racional de la Naturaleza es ideológicamente al mismo tiempo una principio de toda dialéctica que permanece abierta hacia todos los
«ilustración» y se traduce siempre en un dominio del hombre por lados, ocupándose de todas las posibilidades implícitas, tanto las
negativas como las positivas. La verdadera dialéctica es objetiva, de
77
Ibídem, pág. 42. tal manera que hace hablar en su favor a la historia, con toda su
78
Ibídem, pág. 36. amplia contradicción, y no la sacrifica a un esquema de prejuicio
79
M. HoRKHEIMER: Crítica de la razón instrumental (Zur krítik dc:r ins-
trumentellen Vermmft), Francfort, 1967.
negativo, por obvio que sea, en virtud de unos indicios incontro-
so F. ToMBERG: «Utopía y negación» ( «Utopie und Negatiom>), en Das Ar· vertibles. La afirmación de que Adorno produce «teorías de la
gument (Argumento), Berlín, julio, 1963, págs. 46 y sg. inutilidad», cuya tendencia es la «absorción de posición y negación

144 145
de su pensamiento. Pero esta solo es verificable bajo el supuesto
en la resignación» 81 , es algo que no se puede rechazar, porque esa
de la desmembración de la realidad en un proceso objetivo aquí
evitación mediante un rodeo, que en la escuela de Francfort es
y un telas subjetivo allí, con la curiosa inversión, de la que Adorno
dimanante de premisas teóricas unilaterales, p. ej., de fenómenos
no liega a ser coasciente, de que el principio del telas se sustan-
tales como el proletariado o los sindicatos, tiene por consecuencia
tiva .hasta convertirse en la forzosidad de una «segunda Naturaleza»,
una reflexión naturalista positivista de estas manifestaciones por
mient:as que el proceso objetivo se volatiliza hasta convertirse en
medio de la cual, y a la vista de la pérdida del pensamiento pro-
la indeterminada posibilidad de una «resurrección de la Naturaleza»
letario de clase, puede fácilmente colocarse en oposición a Marx dentro de una «reconciliación» con ella.
y dejar hablar a su gusto al pensamiento tecnológico resignativo 82. Si bien ha de confesarse que la separación teórica de la di-
M. Theunissen sabe ver la contradicción no resuelta de la «teo- rección de Francfort entre ser y deber, realidad y telas, considera-
ría crítica»: «La posición de Horkheimer ante la historia dé la ción crítica y ética, es el resultado del encuentro entre el espírim
decadencia se halla entre dos luces. Por una parte, considera como cuidadoso del progreso y la profunda decadencia de la sociedad
única tarea que aún le queda a la filosofía la de describir el progreso burguesa, de la que tanto la conversión de la burguesía en pará-
reaccionario de un mundo cientificado y pin.tar sus consecuencias; sita como la conversión del proletariado en apático son solo im-
por otra, invita a la filosofía a preparar la reconciliación de la razón portantes indiCios, la retirada a la perspectiva no dialéctica, enten-
instrumental con aquella otra que un día supo aprehender la 'ob- dida primariamente de un modo tecnológico, de la unidimensiona-
jetividad absoluta'. Esta reconciliación se transforma, sin embargo, lidad, con la tesis que le es inherente de una total cerrazón e inevi-
subrepticiamente en una 'reconciliación con la Naturaleza'. La razón tabilidad, sigue siendo, sin embargo, una falsa interpretación de la
debe liberarse así de esa dialéctica viciada de dominio de la Na- realidad histórica. La Historia, en cuanto lugar del acontecer, se ha
turaleza y sumisión a la Naturaleza, abandonándose a una sana realizado siempre de tal manera que, precisamente cuando la des-
dialéctica ... » 83 • espiritualización de las masas y la decadencia de los dominadores
Frente a la dialéctica viciada de dominio de la Naturaleza y ha alcanzado su estadio más desesperanzado, la nueva esperanza y
sumisión a la Naturaleza, dialéctica en la que el «concepto tradi- la acción que la realizaba convertían esa contradicción que se abría
cional de ideología se ha convertido en absoluto», porque la men- entre realidad y posibilidad en un suelo fecundo para sí (el que
talidad pública se halla afectada todavía por ideas que coinciden esto hoy no parezca ser así no depende tanto de la satisfacción
con el proceso técnico de apariencia no ideológica y porque con la consumidora, que en cuanto algo exteriormente visible se halla más
sumisión del individuo a este la falta de libertad ha llegado a ha- adherida a la contrapartida ascética, que de la imagen ter'r'orista
cerse al mismo tiempo tan invisible como total 84, la «teoría crí- que el socialismo del Este, dirigido hacia el futuro, deja tras de sí
tica» permanece «al margen» 85 . Así, para Adorno, en oposición a en las cabezas de la masa de la población occidental).
la frase de Hegel de que «el todo es lo verdadero», la tesis de que La forma teórica en que la Historia ha de llegar a hacerse cons-
«el todo es lo no verdadero» 86 se convierte en motivo dominante ciente de este rasgo suyo esencial, no puede ser la crítica abstracta
de una totalidad abstractamente concebida, sino solo la crítica de
una totalidad cumplida compuesta de fenómenos que, de un modo
81
Kursbuch (Guía), núm. 9, 1967, pág. 190. real, han de diferenciarse, por una parte, en su realidad empírica y,
82
Cf. «Las investigaciones referentes a la situación de las clases proleta-
rias» («Die Untersuchungen zur proletarischen Klassenlage» ), en Dar Argument por otra, en la posibilidad que surge precisamente tanto de la crí-
(Argumento), diciembre, 1970. tica misma como de una educación ilustrativa, en estrecha conexión
83
M. THEUNISSEN: loe. cit., pág. 17. con ella, de ciertos cuadros directivos de las masas, y llevada a la
84 TH. W. ADORNO: Dialéctica negativa (Negative Dialektik), Francfort, 1970,
conciencia por medio de esta crítica. La dialéctica de realidad y
página 269.
85
TH. W. ADORNO: Prismas (Prismen), Francfort, 1955, pág. 27.
posibilidad, o bien se realiza solo como tal o no es dialéctica alguna.
86
TH. W. ADORNO: Minima moralia, loe. cit., pág. 57. Por más que la enorme desilusión de Adorno y Horkheimer ante

146 147
el curso de la historia moderna-aquí hay que buscar la verdadera que flota libremente, no deroga, es verdad, el pensamiento intencio-
diferencia entre ellos y otros pensadores incrédulos por lo que se nal, pero desplaza la parte puramente subjetivista a un ámbito en
feriere al futuro, como son Freyer, Gehlen y Schelsky-, por más que la comprensión intencional no se articula ya de un modo rea-
que pueda obtener una cierta comprensión, pone de manifiesto cla- lisra, como en la dialéctica materialista, por medio de una puesta
ramente, sin embargo, al mismo tiempo, un solo defecto: un mo- en relación de cada uno de los fenómenos singulares, de los que
mento histórico, aunque sea un momento de décadas, fue tomado forman parte también los normativos éticos, con la base causal,
por ellos por la Historia entera, por lo que su propia posición crítica dentro del proceso de totalidad, sino de un modo abstracto y, en
fue segregada de esta y puesta como algo absoluto desde un punto este sentido, metafísico. La posición presupuesta. de la trascen-
de vista metafísico. No solo se ha endurecido y sustantivado en su dentalidad presenta con sentido dialéctico y unitario, dando así paso
teoría el principio teleológico, sino que, más allá de ello, se ha a una posición abstracta.
escindido, sustantivándose a su vez una parte del telas, la de la Un esfuerzo seriamente crítico para, por medio de preciosos aná-
teoría «pura» en cuanto una teoría que se halla «fuera», frente lisis singulares, ir en pos de las posibilidades, soterradas y que de
a la «totalidad viciada» como un todo, hasta convertirse en «inte- nuevo han de ser reactivadas por la crítica, propias de una huma-
rés por el futuro», como dice Horkheimer 87 • Habermas, de un nidad efectiva y elevarlas hasta la conciencia de los interesados
modo enteramente abierto, da el siguiente paso en la acomodación -por lo menos de una vanguardia «selecta»-, trae naturalmente
al proponer simplemente una «doctrina de la política» que se en- un regreso def principio ético del deber, elevado, de acuerdo con
tiende como «sabia enseñanza de la práctica» 88 . Al mundo real, su propia intención, dentro del pensamiento subjetivo hasta lo
que se interpreta como sometido a un curso forzoso a modo de abstracto, al ámbito de la mediación dialéctica histórica de ser y
ley natural, se le añade desde fuera la ayuda de unos consejos bien deber. A la luz de esta mediación, la historia no se define ya me-
intencionados para que la fuerza natural de la tecnología junta- ramente por los hechos y procesos parciales mostrados por ella,
mente con sus consecuencias sociales pueda ser manejada a la ma- sino así mismo por la posibilidad que le es inherente de una pro-
nera de lo que ocurre con la Naturaleza exterior. Del «interés por gresión futura. La intelección de esta posibilidad suele condensarse
el futuro», concebido siempre de un modo revolucionario, según por lo común en normas humanístico éticas en la cabeza de los
la propia manera de entenderlo, no queda más, como consecuencia interesados. Una ética así obtenida significa conceptual y objetiva-
de la sustantivación no dialéctica de este interés frente a la His- mente lo contrarío de cuanto se da a conocer dentro de la teoría
toria, que una bien intencionada acomodación a lo establecido. de la escuela de Francfort, siendo indiferente que lo haga bajo unas
La transformación del aspecto subjetivo del telas en una ética u otras denominaciones; como una metafísica que brota de la ima-
de acuerdo con los intereses, o ética práctica, que reacciona desde aen trascendental de la historia establecida por sí misma.
fuera sobre la Historia, lesiona el principio de la «trascendentalidad» "' Sea lo que quiera que pueda argüirse para la explicación y
que Horkheimer ha colocado al principio del sistema y que Ha- disculpa de esta actitud, sigue siendo verdad que la separación
bermas ha adoptado. Si, de acuerdo con su sentido, trascendentali- de la historia en ser y deber devuelve aquel a sí mismo y lo aban-
dad no solo quiere decir conducta inmanente a la conciencia, sino dona a una forma de cumplimiento natural causal en la que el
también inmanente a la Historia-cosas ambas que, en un sentido hombre desciende a la condición de objeto más o menos pasivo. El
bien entendido, son idénticas-, la separación («diremptio») del resultado ideolócrico es una acomodación resignada y el estableci-
mundo fenoménico en una «naturaleza» histórica y en un deber miento de la e~ajenación y reificación como destino sombrío, no
lejos del usual nihilismo burgués. Ciertos dictámenes estudiados que
81
M. HoRKHEIMER: Teoría crítica (Kritische Theorie), II, Francfort, 1968,
hablan de un modo indiferenciado y superficial de «transformacio-
página 174. nes del capitalismo» y que extraen de ahí tanto el resultado de la
83
J. HABERMAS: Teoría y práctica (Theorie und Praxis), loe. cit., págs. 14 superación de la economía política de Marx como el del «abur-
y 31. guesamiento del proletariado» no se saben ver como lo que, de

148 149
acuerdo con su lugar ideológico, son: paradigmas concretamente Marx 92-esa triple tornea, que caracteriza a toda historia, de des-
de uná concepción de la Historia que se ha incorporado hace mucho arrollo de las fuerzas productivas, desarrollo social de las relaciones
tiempo dentro de la tendencia a una ontologización de la decaden- de producción y superestructura espiritual, por lo que se ve forzado
cia capitalista hasta convertirla en algo eterno e inevitable. Ya las a perder de vista el hecho de que la ciencia natural, que, desde los
formas expresivas lingüísticas de llana generalización delatan su siglos XVII y XVIII, hace posible un nuevo desarrollo de las fuer-
origen, y no, p. ej., del acervo ideológico nihilista burgués, sino zas productivas, tiene por su parte hincadas sus raíces a una al-
de la escuela de Francfort. Léase exactamente la siguiente senten- tura ya alcanzada tanto por las fuerzas productivas como por las
cia, que procede de B. Bubner, tratando de no perder el espíritu relaciones generales de producción: en aquellas, en la medida en
que aquí se agita: «El endiosamiento histórico que ha aparecido que provocaron una nueva forma de pensamiento ra'cional; en estas,
entre tanto, el hacerse cuestionable esa ciencia que lleva el nonibre en la medida en que se vieron estimuladas por nuevas necesidades
de crítica de la economía política, los imprevisibles cambios acon- de acumulación <le capital. La decisiva apertura hacia la raciona-
tecidos en la práctica dentro del sistema capitalista, y, no en último lidad científica con propósito tecnológico no se debe, por consi-
lugar, la tardanza de una prometida realización práctica de las ideas guiente, a un «proyecto» inicial recibido por tradición, sino a una
filosóficas en una sociedad racional de hombres libres, imprimen situación histórica cualitativamente distinta.
necesariamente su cuño a la relación de la teoría crítica con aquella En la medida en que plantea la cuestión de en qué relación se
doctrina paradigmática en cuya verdad se continúa existiendo, aun- halla la Naturaleza con el desarrollo social, Marcuse empieza cier-
que el estadio de su certeza inmediata haya desaparecido» 89 . tamente por seguir en primer lugar la opinión de Marx: «Teóri-
Herbert Marcuse, aunque procedente de la dirección de Franc- camente la transformación del hombre y de la Naturaleza no tiene
fort, no solo se ha distanciado de ella más tarde, sino que ha se- otros límites objetivos en cuanto tales que el impuesto por la
guido también su propio camino. Es conocida su importante inclu- áspera facticidad de la materia, en cuanto resistencia no dominada
sión de la psicología profunda en la ciencia sociológica. Pero Mar- todavía, frente a su conocimiento y control. En la medida en que
cuse sigue ligado todavía a la escuela de Francfort especialmente por esta concepción se hace aplicable y eficaz en la realidad, se pro-
un hilo: por el hilo de su teoría de la «racionalidad tecnológica» 90 • cede con esta (facticidad de la materia, L. K..) como con un (hipo-
La teoría de la racionalidad tecnológica de Marcuse se mueve entre tético) sistema de medios: el 'ser' metafísico 'en cuanto tal' se ve
tres polos: obligado a ceder ante un 'ser instrumento'» 93 .
1. Prejuzga un inicial «proyecto» 91 existencial, y ya estable- Estas palabras corresponden a lo que Marx entendía por des-
cido en la Antigüedad, de una racionalidad lógico-científica, que arrollo de las fuerzas productivas en virtud de un desarrollo, tras-
implica un dominio que pasa a través de las épocas históricas y cendentalmente determinado, de las relaciones sociales, que, por
va m2s allá de ellas. su parte, están determinadas por el desarrollo precedente de las
2. Une a esta teoría la idea de un progreso tecnológico que fuerzas productivas. Pero del hecho de que en tal acción alterna de
se renueva siempre por sí mismo y que, en la versión que le da las fuerzas productivas y de las relaciones de producción vaya implícita
Marcuse, ha de interpretarse como una «infinitud viciada». cierta lógica interna, porque el avance dentro de este efecto alter-
3. Descuida-parcialmente en una confrontación crítica con nativo solo deja poco espacio a la aleatoriedad y arbitrariedad, en
la medida en que, dentro de la continuada disposición teleológica
de la conducta humana, los individuos solo se proponen siempre
89 B. BUBNER: «¿Qué es teoría crítica?» («Was ist kritische Theorie?»),
metas que corresponden a las condiciones ya existentes y, por con-
en Crítica e interpretación de la teoría crítica (Kritik und Interpretation der siguiente, no se hallan fuera de toda causalidad, hace Marcuse una
kritischen Theorie), loe. cit., pág. 129.

0
H. MARCUSE: El hombre unidimensional (Der eindimensionale Mensch),
loe. cit., pág. 159. 9
~ Ibídem, págs. 168 y sg.
91
Ibídem, pág. 166 y passim. 93
Ibídem, pág. 166.

150 151
teoría ~el <'.~royecto» q.m~, .una vez que forma principio, no permite verdaderamente las cosas, la sospecha de que en su teoría algo no
?t~~ direcc1on .que la Inl.Clada. Por eso prosigue los pensamientos va bien la reviste con un giro lingüístico: «no me ocupo aquí
1111ciados anteriormente de la siguiente manera: de la relación histórica entre racionalidad científica y racionalidad
<'.?na ve~ pro?ada en su ,eficacia, esta concepción (o sea, la con- social al comienzo de la Edad Moderna» 99 •
cepc1on del ser mstrumento de la Naturaleza, dentro de las rela- Echemos una mirada al desarrollo del mundo moderno, tal
ciones sociales, L. K.) actúa además como un a priori: fija de an- como ha transcurrido realmente. Los resultados del modo de pen-
temano la experiencia, proyecta la dirección en que la Naturaleza sar propio del mundo antiguo, tal como los describe Marcuse ioo,
se tra?sformará, organiza el todo.» A la luz de ese «proyecto>>, es- se vieron prácticamente olvidados con la decadencia de la Edad
tablecido de una vez para siempre por la pujante razón racional Antigua o desracionalizados de un modo teológico metafísico. La
todo avance ulterior del pensamiento, en particular el científico-na~ cultura europea crece en cierto modo de la nada. Pero, poco a poco,
tural aprovechable tecnológicamente, se mueve a lo largo de una sobre el terreno de una total reagrarizacíón (las ciudades también
línea dada de antemano 94, independientemente de circunstancias so- habían involucionado hasta recaer en formaciones feudales) 101 , se
ciales extracientíficas y que se encuentra ante este de una manera va desenvolviendo la división del trabajo entre producción agraria
neutral 95 . Marcuse escribe: «La ciencia de la Naturaleza se desarro- y artesana. La paulatina racionalización del trabajo manual arte-
lla bajo un a priori tecnológico que proyecta la Naturaleza como sano, bajo el supuesto de la división vertical del trabajo, surge
medio potencial, como materia para control y organización» 96. de esta misma~y no de «proyecto» precedente alguno. Con el paso
Pero como, según Marcuse, «no hay nada que pueda conside- al pequeño taller y a la industria doméstica se fortalece la incli-
rarse como dominio per se» 97 , hay que preguntarse cómo pueden nación a la racionalización, para alcanzar un punto mlL>::imo, como
coincidir en suma tecnología pura y dominio, es decir, un dominio resultado de este desarrollo, en la manufactura. Paralelamente a
determinado por entero y no establecido arbitrariamente (la acepta- este desarrollo y entreverado con él, entre los siglos XIII y XVI el
ción de tal dominio volvería a conducir a la concepción extremada- pensamiento se racionaliza como consecuencia de la extensión del
mente idealista de la Historia), «proyecto» concebido de una vez ordenamiento individualista del mercado, que se vio posibilitado por
para siempre y movimiento histórico involuntario, con lo cual sola- la artesanía y el comercio al por mayor. Acompañada de una «ratio»
mente puede explicarse el empleo de un desarrollo técnico «pro- («razón») que impulsa al nacimiento de la mencionada manufactura,
yectado» de una vez para siempre, como medio del desarrollo no tan solo esta situación social individualista racionalista conduce a
meramente casual de una sociedad que procede de estadio en es- estimular el pensamiento científico natural y técnico y a llevarlo
tadio. Precisamente a esta pregunta central no da Marcuse respuesta
queda sin efecto; o bien los instrumentos son a priori medios de control pro-
a1guna 98 . En vez de mvesngar
. ·. '
exactamente como han ocurn'd o
ductivo, y entonces eso ha de demostrarse primero, cosa que no sucede en
nL11guna parte porque no puede ser demostrado.
94
Ibídem, pág. 170. 99
Ibídem, pág. 172. La observación de Marcuse en la pág. 174 de que
95
Ibídem. el dogos de la técnica» se traduce en un «logos de dominio» no contribuye a
96
Ibídem, pág. 168 (las cursivas son de Marcuse). la aclaración del problema. Cf. también págs. 139 y sg. y 173 y sg. Marcuse dice
91
Ibídem, pág. 172. allí: «La incesante dinámica del progreso técnico se vio penetrada de cante·
98
La increíble tesis de Marcuse dice: «Los principios de la ciencia moder- nidos políticos, y el lagos de la técnica traducido en el lagos de un continuado
na estaban construidos a priori de tal manera que, como instrumentos conceo- dominio. La fuerza liberadora de la tecnología-la instrumentalización de las
tuales, podían servir de control productivo de un universo, control que se ll~­ cosas-se convierte en una traba para la liberación, se convierte en instrumen-
vaba a cabo automáticamente... El método científico, que llevó a un dominio talización del hombre.» Esto no puede querer decir más que los instrumentos
de la Naturaleza que iba siendo cada vez más eficaz, proporcionó también luego técnicos oprimen de por sí al hombre, algo que viene a parar en un puro
tanto conceptos puros como los instrumentos de dominio de un dominio cada mecanismo.
100
vez más eficaz del hombre por el hombre 'por medio' del dominio de la Natu· Ibídem, págs. 140 y sgs.
raleza.» Pero el dominio se producía «por medio» del dominio de la Naturaleza, º Cf. L. KoFLER: Historia de la sociedad burguesa (Zur Geschichte der
1 1

y entonces vllelve a resurgir de nuevo la vieja teoría marxista, y el «proyecto» biirg:rlichen Gesellschaft), loe. cit., págs. 64 y sg.

152 153
a su desenvolvimiento. La ciencia natural y la técnica no están, ,.]~
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1
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.1stona 1 sm. OOJeLo.
1 • • T~oaa
1 H. . d ·
.1. 1stona mo erna expen-

pues, contenidas en modo alguno en el «proyecto» de Marcuse, :oema el destino de descender al rango de material pasivo de un
sino que son resultado posterior de unos desarrollos sociales. avance social que transcurre de acuerdo con coacciones racionales,
No puede hablarse, por consiguiente, de un «a priori cientí- científicas y técnicas preconcebidas. Con ello, se habla al mismo
fico» al que se hallen esencialmente adscritas determinadas estruc- tiempo en favor de un idealismo histórico. La conciencia, afirma muy
turas sociales. La «coacción científica» no fue causa, sino conse- bien K. Voss, deterrnL.1a aqlÚ al ser, la tesis de la tecnocracia de
cuencia de estados sociales ya desarrollados. El desarrollo técnico º
ll/farcuse toma una posición idealista 1 2 .
científico siguió al individualismo que se desenvolvía en el ám- En la medida en que pudimos comprobar que el desarrollo del
bito neociudadano y al racionalismo a él adscrito. También la «in- pensamiento científico natural ha estado socialmente condicionado,
humanidad del todo» existía ya de antemano con su figura repre- ha d.:: ser adscrito este a las ideologías. Esto precisamente lo dis-
siva propia de una sociedad de clases, concretamente con la figura cute Marcuse 103 , lo cual es algo que se desprende de su tesis de
feudal irracionalista; la relación era también aquí una relación in- que la razón racional ha precedido a toda historia futura. Sin duda
versa a como la establece Marcuse. No existe huella alguna de alguna, no han de per::!erse de vista determinadas diferencias en
«proyecto» de lo técnico como un a priori de desarrollo inhu- el papel ideológico que adopta la ciencia natural frente a la cien-
mano condicionado por las clases, a no ser que se deje de lado cia del espíÍitu.
el concepto de «proyecto» y se admita que la técnica ha ayudado a Primero:~ aunque la ciencia natural solo ha sido posible en el
agudizar la inhumanidad; pero esto es aigo enteramente distinto. terreno de la sociedad burguesa-racionalización de la conciencia
Naturalmente, la situación puede verse de tal manera que cierto individual por la economía mercantil de la ciudad, creciente ra-
rigor en el estudio de las exposiciones de 1VIarcuse revele un trozo cionalización del trabajo artesano, liberación del hombre urbano de
de verdad arreglada. Es verdad que conjuntamente entró en juego mu sumisión irracional a condiciones naturales camnesinas y ex-
una cierta forzosidad. Como la estructura de clases surgida de la ternas con la simultánea elevación del interés por el~ conccimient~
división del trabajo entre trabajo agrario y artesano, aproxin:?.:da- de la .Naturaleza, facilidad de un conocimiento de la Naturaleza por
mente hasta los siglos XVI y XVII, era precisamente esta y no otra, los progresos en los métodos de trabajo (p. ej., la rueda hidráulica,
produciendo por eso esta forma de inhumanidad precisamente y que ya estudió Leonardo), interés por el conocinliento científico
ninguna otra-p. ej., la manufacturera, que había precedido a cual- natural al servicio de la producción y de su técnica, algo que a su
quier «proyecto» científico y tecnológico-, no quedaba a la so- v-ez solo foe prácticamente relevante cuando las formas d~ .produc-
ciedad existente, ya h1J1umana de parte a parte, otra elección que ci6!1 postartesanas y manufactureras no se mostraron ya suficientes
fo. de hacer empleo de los conocimientos y adelantos científicos, y no se pudo eludir ya el desarrollo de nuevas fuerzas prodw:ti-
que ahora ya iban abriéndose paso poco a poco, y los técnicos que, v2s-, po:- motivos comprensibles solo ha resultado insoportable
como consecuencia, se iban derivando más tarde de ellos, y preci- para. las clases feudales aún existentes. A las clases de la sociedad
samente así y no de otra manera, o sea, de una manera a su vez bi..Eg1.1esa les pareció así mismo un medio indispensable de pro-
in1mmana y orientada en las clases, si quería situarse en un grado greso. De ese modo, y desde que hubo dejado tras de sí las im-
superior de productividad. Lo que en este sentido puede definirse pl<gmciones del feudalismo, se retiró de 1a lucha ideológica de in-
como necesidad histórica, puede interpretarse con alguna habilidad teres·':S de clase de esta sociedad, si se prescinde de unas consecuen-
sofística como «proyecto». Pero precisamente de esta manera se cias filosóficas de las qEe no se puede hacer directamente respon-
rompe de nuevo esa perspectiva, adoptada evidentemente de Sartre,
de una libre elección inicial entre varias posibilidades. A la vista 102
K. Voss: Manuscrito para una ponencia de seminario en Essen, oto-
de los hechos históricos, la contradicción es insoluble. En se sis- ño . 1969.
tema, por una elección hecha de una vez para siempre, Mar·::use 103
H. 1VW\CUSE: El hombre unidimensional (Der eindimensionale lvfensch),
convierte fácticamente, la marcha contradictoriamente dialéctica locución citada, pág. 169.

1)-.d. 155
sable a la ciencia natural misma (materialismo filosófico, histórico. Una vez que se ha entendido por qué la ciencia natural no es
filosófico y político). No se puede decir lo mismo de la ciencia so- ya objeto de disputa ideológica en su propio ámbito, es decir, ám-
cial, que jugó un papel inmediato en la lucha de clases dentro de bito teóricamente racional y experimental, no significa esto natural-
la victoriosa sociedad burguesa. mente que su nacimiento y su desarrollo, que puede resumirse en
Segundo: como consecuencia del interés general de todas las grandes épocas, no muestre ya de ninguna manera un condiciona-
clases de la sociedad burguesa por ella, la ciencia natural no solo se vio miento histórico y social. Aunque, particularmente, por lo que
preservada de caer víctima de una lucha ideológica de dirección respecta al desarrollo y los estadios que ha recorrido la ciencia
sino también, que es lo que ocurre en gran parte con la cienci~ natural moderna, la investigación sociológica está muy descuidada,
social, de manifestarse como falsa conciencia. Esto hubiera podido no puede negarse nunca, sin embargo, una determinación de este
ocurrir con modelos filosóficos y antropológicos de interpretación desarrollo desde lo social, cosa que, por otro lado, no excluye en
en que ciertamente no puede ser objeto de juicios ideológicos el modo alguno una sustantivación de las tendencias y resultados cien-
carácter experimental, aquí inexpugnable, de la ciencia natural, pero tíficos establecidos sociológicamente una vez. Desorientado por el
sí un papel dentro de la vida humana. Como ejemplo de tal posi- hecho de que la ciencia natural, como primera ideología objetiva
bilidad tenemos la técnica, cuyo origen experimental no la preserva de la Historia, reconocida de modo general y al mismo tiempo in-
de ser entendida de manera ideológicamente diversa. La misma teo- discutida, goza de un reconocimiento universal, Marcuse le niega
ría de Marcuse es una comprobación de que fenómenos de una cualquier carátter ideológico, tesis que viene a corresponder favora-
condición esencial rigurosamente racional y experimental («opera- blemente a aquella del «proyecto» inicial de una posición racional
cionable» ), en este caso la técnica, pueden ser estilizados hasta con- y científica, siendo por eso aceptada de buen grado.
vertirlos en concepciones sobre la técnica y su papel social, a las El texto que expone Marcuse dentro del fragmento discutido por
que adviene un significado ideológico. En la medida en que la nosotros, en llamativa oposición con el texto restante de sus es-
ciencia natural es concebida en cuanto aplicada, experimenta el critos, resulta ya cuestionable por no ser inequívoco; Marcuse sos-
mismo destino. pecha la contradicción no resuelta que hay en su concepción. Oca-
Tercero: la apariencia con que se ofrece la ciencia natural de sionalmente, y para poder mantener la «estrecha» relación entre ra-
ser extraideológica por principio, tiene además otro motivo par- cionalidad tecnológica y dominio, por él afirmada, vuelve a revocar
ticular que surge de la divergencia epistemológica entre ciencia na- de nuevo su tesis de la neutralidad de esa técnica, fijada en su di-
tural y ciencia social. La dificultad de superar la oposición entre rección de movimiento por el «proyecto» originario, y admite ahora
ser y pensamiento dentro de la doctrina social no es de tal índole <<Una estrecha relación» entre el pensamiento científico natural y
que resida desde un principio en la cosa misma, pues esta oposi- su «aplicación», «en que ambos se mueven bajo la misma lógica y
ción no es fáctica, sino solo ideológica, aunque condicionada por la racionalidad» 104 • Como la racionalidad social puede resultar muy
peculiaridad del ser. Pero como este ser es al mismo tiempo sujeto diferente, es decir, seguir históricamente una lógica muy distinta,
y objeto, circunstancia y actividad, realidad y pensamiento, se cons- la L.1dicación de <rnna misma» lógica de pensamiento racional y do-
tituye una oposición fundamental respecto a la ciencia natural en minio queda sumamente indeterminada y se parece más al estable-
que se excluyen naturalmente cosmos («set») y consideración. Co- cimiento de una fuerza mitológica, que una a ambos, que a la rea-
nocimiento social es autoconocimiento. Para la ciencia natural la lidad histórica. Concediendo una cierta libertad a la interpretación,
dificultad real no se halla superada todavía del todo con la elimi- la indicación de Marcuse pudiera interpretarse como una aproxi-
nación de eventuales obstáculos ideológicos; por el contrario, em- mación a Marx, en el sentido, p. ej., de que, con la ayuda de la
pieza tan solo entonces, pues conocimiento de un ser cosmológico ciencia natural, fuerzas productivas ulteriormente desarrolladas, bajo
extrahumano quiere decir que se trata de un conocimiento ajeno, la condición de las relaciones de producción (y dominio) de los
mientras que conocimiento social es idéntico a autoconocimiento de
la sociedad en cuestión. 10
• Ibídem, pág. 169.

156 157
ciencia», lo que equivale a decir que «la Naturaleza llegaría a
siglos XVI~ y XVIII, han hecho posible ciertas formas de dominio
conceptos esencialmente distintos». El objetivo de Marcuse no es
Pero precisamente esta interpretación la rechaza j\/farcuse en ·
expresiva polémica con Marx 105_Dor lo rlemás irnou~and una que los resultados de la ciencia natural y los medios técnicos ma-
,' - 1 .!. -· > --~ l i o a teriales que surgen de ella lleguen a alcanzar otro empleo en unas
LV,_a,_x, por ma entenderlo, la «reflexión especular» sensualista- L
condiciones sociales modificadas, sino que pierdan esas tendencias
contradicción que hay en su concepción queda sin resolver .L a
d - d1 . os que les son w_herentes de hacer posible un dominio modificando su
~<_'.uen~s e aparato» 106 aparecen, dentro de la concepción de la
misma esencia. Y fundamenta este punto de vista de la siguiente
H1stona
- dde 1Marcuse,
- como dioses insospechados
- ' xoues son ta•·' ',
- L101en manera: «En cuanto pensamiento y conducta conceptuales, la razón
se1~ores_ ;=. os ho1~1bres, señores de clase cuyo dominio tendría que
es esenciaL'Ilente poder, dorninio» no. ¿Y por qué. lo es? «Lagos
veLse exp11cado pnmero. Como por su parte los grados de desarro-
es ley, regla, orden en virtud de un conocimiento. En la medida
llo del ~<,aparato» (?e las fuerzas productivas) se hallan establecidos
en que se subsumen UJ.J.OS casos particulares bajo algo general, el
en func1~n de medios ~el desarrollo social, perspectiva, empero, que
pensamiento llega a conseguir poder sobre los casos particulares.
rechaza IVI~rcuse, ateméndose firmemente a ese «proyecto» suyo
No soio se hace capaz de concebirlos, sino también de intervenir en
que garan~1za la_ progresión rectilínea, el domi.i.J.i.o sigue siendo aquí
producto J.runechato «de la técnica», con lo que se viene a hablar ellos, de controlarlos» m.
Habría de · sacarse de ello la conclusión absurda de que el do-
de un modo. que hace el juego al materialismo teórico vulgar. Mas
minio histórica surge de la estructura del lagos; pero, de ese
de nuevo, sm embargo, el texto no resulta inequívoco. Por una
modo, quedaría al mismo tiempo siü explicar de qué manera el
pa~te, la ciencia s~ desarrolla en virtud de sus p;opios métodos y
principio del lagos permanece siempre idéntico, aunque el do-
«proyecta» un umverso; pero, por otra, el dominio de la Natura-
minio cambia continuamente sus formas sociales. Marcuse siente lo
leza así conseguido sigue estando «ligado» l07 al dominio del hom-
insostenible de tal tesis y de nuevo la retira dejándola sin efecto.
b_re. La «jerarquía racional se confunde con la social»: no se de-
«Los procesos (lógicos, L. K.) de confirmación y verificación pueden
rivan ambas una de otra, meramente se «confunden» 108.
ser de índole puramente teórica, pero no tienen lugar nunca dentro
~Qué ocurre entonces? ¿No se ve sujeto ·taobién Marcuse a esa
de un vado ni desembocan nunca en un espíritu privado, individual.
ambivalencia de lenguaje que caracteriza a toda la escuela de
El hipotético sistema de formas y funciones se hace dependiente
Francfort en su conjunto, algo que comparte su culpa con los
de otro sistema: de un universo de fines previamente dado (lo que
acortamientos, aquí usuales, de manifestaciones teóricas, hasta con-
solo puede querer decir: de un universo nacido históricamente de
vertirlas en ingeniosas fijaciones de tesis a modo de carteles? El
otras raíces, L. K.) en el cual y para el cual se desarrolla» Jl.2 •
aspecto que mecaniza automáticamente el proceso histórico es el
Con la concesión de que un «universo de fines previamente
que parece predominar ..Marcuse desconfía evidentemente de una
dado», un universo naddo de raíces históricas y no predispuesto
conceptuación científico natural adaptada a las leyes de la natura-
«lógicamente», hace <depender» de sí al teórico racional, vuelve a
lez~, cuando,_ ~n lugar de la posibilidad de poner, bajo condiciones
quedar abandonada de nuevo toda la voluntariosa teoría de una
sociales rnodíhcadas, naturaleza y ciencia natural al servicio de unos
determinación del dmr:inio por parte del desarrollo de la razón ra-
estados libres de dominio, pretexta la exigencia de que la misma
cional. El mismo Marcuse formula nítidamente esta tesis que con-
ciencia natural haya de ser cambiada; el progreso revolucionario
tradice la primera: « ... la pura objetividad se revela como objeto
debe «influir en la situación de la ciencia misma» 109 . Y Ivforrnse
para una subjetividad que prepara el telas, los fines» 113 .
añade expresamente la exigencia de modificar «el proyecto de la
Esto quiete decir que, en cuanto resultados de un esfuerzo men-
ios Ibídem.
10
• Ibídem, pág. 180.
11
º Ibídem.
º Ibídem.
1 1 w Ibídem, págs. 181 y sg.
108
Ibídem, pág. 181. m Ibídem, págs. 182 y sg.
113
109
Ibídem. Ibídem.

158 159
tal, que han de estimarse de un modo teóricamente objetivo, pueden tismo que le es inherente, determinado primordialmente de un
ser llevados a su aplicación por una determinada sociedad que toma modo científico-natural (progreso rectilíneo en el dominio de la Na-
sus fines inmanentes de la propia estructura, socialmente determi- turaleza que se vuelve al mismo tiempo contra el hombre), como
nada. Con lo que de nuevo hemos vuelto a la vieja teoría del «ma- algo al servicio de los dominadores. Solo que Habermas hace una
terialismo histórico», y sigue siendo incomprensible para qué fue- completa conversión dentro de la línea del concepto tecnológico
ron necesarios en suma esos grandes rodeos que enmarañaban la burgués, que declara superado el dominio tradicional de las clases
verdadera situación real. En todo caso, Marcuse permanece fiel a en favor de un dominio anónimo tecnológico y burocrático. En él
su idea de que la razón lógico-racional, aun dentro de la ciencia la teoría tecnológica se ve depurada de toda contradicción interna
natural, sigue su propia dinámica no determinada por el mundo y reducida al denominador unitario del puro mecanismo fetichista.
histórico externo, y que tan solo se ve exigida por este mundo ex- Indicaciones vagas no desarrolladas, que tienen en cuenta la
terno por lo que se refiere a unos resultados surgidos de sí misma. dependencia del pensamiento científico natural de las condiciones
En el ejemplo del nacimiento de la ciencia natural hemos in- sociales-«otra realidad social inauguró la nueva dirección y al-
tentado mostrar que, con esta concepción, Marcuse se ve sujeto a cance de lo observado» ll 4-contradicen en la obra de Marcuse
un error. Pero el que se vea sujeto a tal error tiene un motivo su teoría del autodesarrollo «lógico» y del carácter determinado
particular. Toda fase en el desarrollo del pensamiento racional cien- de la racionalidad científica, así como también su concesión de la
tífico, determinada de un modo histórico social, se constituye sobre persistencia del dominio de clase cae en una contradicción no re-
los resultados de fases precedentes, establece sobre ellas su avance suelta con su tesis, que señala el último grado de desarrollo, de
lógico racional. Como dentro de la posible ramificación de este que la tecnología no es hoy meramente un medio de dominio, sino
avance no se halla fijado a priori en qué dirección exacta habrá de el dominio mismo: «Esa fusión (se alude a la fusión de la ciencia,
moverse el mismo en particular, lo que decide acerca de ello (así construida a priori, de acuerdo con su naturaleza lógica, de tal ma-
como también sobre su detención o sobre su «tempo») es una ne- nera que 'pueda servir de control productivo', y un 'dominio del
cesidad social teleológica. Sin embargo, a posteriori, se produce la hombre por el hombre', hecho posible por medio del dominio de la
apariencia de una total autonomía lógica, tanto en el contenido Naturaleza) se muestra ventajosa para ambos. Hoy se eterniza y
del pensamiento como en la dirección del mismo, que se ve refor- extiende el dominio no solo por medio de la tecnología, sino como
zada cuando se reconstruye la marcha completa de este desarrollo tecnología ... » u 5 •
de un modo puramente «histórico espiritual». Por consiguiente, también para Marcuse el dominio se ha hecho
Las contradicciones en la teoría tecnológica de ivfarcuse no son tecnológico. La proximidad teórica con Gehlen, Schelsky y Ha-
casuales. En virtud de toda la concepción ideológica entera propia bermas es evidente. El principio idealista del «proyecto», que lleva
de nuestro tiempo-recubrimiento de la conciencia moderna por consigo una prepotencia de la idea originaria de la materialidad de
la categoría tecnológica del fetichismo, que, como consecuencia de toda la Historia en su conjunto, desemboca-de un modo consecuente,
su origen en la escuela de Francfort, sigue sin poderse superar-, en su apariencia dialéctica, pero implicando una dialéctica viciada-
se ve empujado a ceder a la idea de un desbordamiento del auto- en el establecimiento, de una manera vulgarmente materialista, del
matismo tecnológico y de un dominio del hombre que es inherente proceso tecnológico como señor de la Historia. Idealismo abstracto
a este, pero, por otra parte, en virtud de su orientación tradicional y materialismo abstracto se unen en una imagen de la Historia en
en Marx no se halla inmediatamente dispuesto a dar una nega- la que el hombre no tiene nada más que hacer que poner en prác-
tiva a la persistencia de un dominio de clase, buscando así un ca- tica unas acciones que, en su esencia y en su dirección, se hallan
mino intermedio que sirva de compromiso, pero que, a causa de preestablecidas. El salto a la utopía, que quiebra esta línea huma-
la incompatibilidad de los dos teoremas, no resulta viable.
En Adorno puede verse algo semejante: la «ilustración», en iu Ibídem, pág. 172.
cuanto una sumisión progresiva, es concebida, a pesar del automa- 115
Ibídem, pág. 173 (subrayado de Marcuse).

160 161
KOFLER.-6
nista, no anula esta perspectiva, sino que la completa; las concep- dio con respecto al todo no muestre correspondencia dialéctica al-
ciones mecanicistas del hombre y de la sociedad ya se habían visto guna con la función de medio que tiene el todo hacia ellos. Dentro
acompañadas desde siempre por sistemas de normas éticos o utó- de ese campo de tensión dialéctica entre reificación y precisamente
picos «complementarios» que las suplementaban incoherentemente. la forma de efectividad, diferente en cada caso, de esta reificación
La filosofía del espíritu del mundo retorna aquí con un signo en que se halla, es este «cada caso» de importancia decisiva
inverso. Ya la filosofía de la «ilustración» de Adorno representa para el análisis exacto de cada uno de los fenómenos singulares.
una especie de ideología del espíritu del mundo, que, no obstante Solo se habrán dicho sobre él cosas insuficientes, si en el análisis
su frecuentemente proclamada hostilidad al sistema 116, llega a fi. de esa «segunda Naturaleza», tecnológicamente determinada, se pien-
jarse en un sistema, insuficientemente camuflado en cuanto sistema san meramente de manera conjunta fenómenos tales como prole-
con un rechazo de cualquier «pretensión de identidad» que se base' tariado y burguesía, sindicatos y estamento gerencial, partidos y or-
en supuestos ya idealistas ya materialistas-que él identifica a su ganizaciones, etc., considerándolos en cierto modo como gotas homo-
vez entre sí como idealistas 117- . Pero si para Hegel el espíritu del géneas en un río unitario. Una mera función de medio de la «Se-
mundo es idéntico a la razón, para Adorno y Marcuse lo es a la gunda Naturaleza» respecto a sí misma no es ninguna función de
sinrazón, que en todo caso se hace dueña de la historia disfrazada medio. Tan solo la búsqueda de las cualidades diferentes y su es-
de razón racional. El resultado es una teoría, en ambos, de carácter pecial función de medio respecto al todo fetichista la convierte en
cuasi filosófico-natural: la «segunda Naturaleza» sigue sus propias auténtica.
leyes. De cualquier forma que se refleje siempre ideológicamente la rei-
Es verdad que todo proceso social, en particular el moderno, ficación, aparece siempre ante el sujeto engañado como una especie de
puede considerarse ante todo como si tuviera que ver en realidad «visión escatológica», como hace notar G. Hortleder 118 . Hortleder
con un fenómeno sujeto a ley natural, algo que constituye precisa- se figura haber arreglado el problema reduciendo la manifestación
mente la posibilidad de una ciencia de la sociedad. También Marx, «mitológica» de la tecnología a la manifestación personal de la «tec-
para quien, como él mismo dice, se trata de aclarar la contradicción nocracia», a las funciones de un estrato de especialistas que se hallan
entre el obrar subjetivo y el acontecer objetivo, no destruye en ocupados tecnocráticamente. Pero esto no basta, porque en el fondo
seguida teóricamente la estructura reificacia del capitalismo como es- se trata de algo distinto: de la explicación de lo que en una con-
cenario del movimiento práctico de los individuos, sino que em- ciencia burguesamente fetichizada quiere decir «coacción objetiva»,
pieza por colocarse ante todo en el terreno de la apariencia reifi- con todas las consecuencias que describe Schelsky, sobre todo de
cada, para desde allí mostrarlo finalmente como apariencia. La reifi- aquellas de acuerdo con las cuales ha desaparecido el domin'i'b de
cación se ha agudizado todavía más desde la época de Marx, ha clase de antaño y ha aparecido en su lugar el dominio· de una cien-
llegado a hacerse total. El error de la escuela de Francfort no con- cia técnicamente aprovechable, juntamente con su producción ba-
siste en ocuparse de este fenómeno, consiste más bien en quedarse sada en aparatos 119 . Schelsky saca además la consecuencia, que lleva
detenida en una generalización abstracta, que refleja inmediatamente hasta el extremo el pensamiento fetichista, de que la técnica des-
la reificación, hasta convertirla en una perspectiva cuasi filosófica arrolla sus propias leyes de un modo completamente independiente
natural. Esta abstracción, por su parte, es causa de que cada uno del hombre, que se orienta por una «magnitud de máximo rendi-
de los fenómenos singulares, que, no obstante el poder que les in- miento» que descansa en sí misma y que engendra también de un
funde mágicamente la reificación, muestran una diferenciación con- modo autónomo las necesidades y las impone a los hombres 120 . Es
creta, encuentre demasiado poca consideración y su función de me- independiente de las necesidades tradicionales de los hombres, en-

11
• TH. \Y/. ADORNO: lvfetacrítica de la teoría del conocimiento (Zur Meta· 118
G. HoRTLEDER: loe. cit., pág. 99.
kritik der Erkenntnistheorie), Stuttgart, 1956. págs. 32 y sg., 193 y sg. 119
H. ScHELSKY: loe. cit., pág. 36.
117
Ibídem, pág. 193. 100
Ibídem, pág. 12.

162 163
genclrando más bien las necesidades ele los mismos, y se halla sus- por otra, poder fundamentar su pos!Clon propia de un forzado y
tentada por la racionalidad técnica de una coacción objetiva uni- mutuo descoyuntamiento entre «actuación instrumental» e «inter-
versal. Cada paso de la racionalidad tecnológica somete así al hom- acción».
bre, lo vuelve a crear siempre y en cada caso de nuevo, revolucio- Como el mismo concepto de técnica se halla en Habermas erró-
nando «las relaciones corporales, anímicas y sociales» 121 . El hom- neamente definido, y en la misma dirección en que se dirige el re-
bre, que antes estaba sometido a la «coacción de la Naturaleza», se proche del mismo al concepto marxista de trabajo, será útil, tanto
somete a la «coacción de la producción técnica» creada por él mismo. en cuanto crítica contra el uno como en cuanto rectificación del
Los «impulsos» que de él proceden no le libran de seguir siendo otro, familíarizarnos con una vieja controversia que atañe también
objeto de la fuerza coactiva del desarrollo técnico. indirectamente a nuestro problema.
Habermas, prescindiendo de ciertos matices, ha llegado al mis- Lukács, en contra de un análogo malentendimiento por parte
mo resultado. Estos matices se refieren más al camino que al análisis de Bujarin, que toma posición ante los fenómenos de trabajo v
que toma Habermas, pero por este camino, no solo resulta ser el técnica, ha puesto ya bien en claro el punto de vista marxista 123 .
autor uno de esos que, debido a considerables puntos débiles epis- El reproche principal que hace Lukács en contra de Bujarin con-
temológicos (particularmente respecto a sus conceptos de «totalidad», siste en que este desconoce ese momento decisivo del método mar-
«confección de la historia» y a la distinción entre «trabajo e interac- xista que reduce todos los fenómenos de la economía y la sociología
ción»), llegan a resultados erróneos, sino que, en su controversia a relaciones 'Sociales entre los hombres. La teoría de Bujarin se
con Marx, malentiende también a este, siendo esto algo que tiene vuelve por eso fetichista, consiguiendo una falsa objetividad. Es
por consecuencia nuevos resultados erróneos. particularmente en el equivocado tratamiento de la técnica donde
Habermas desmembra evidentemente el concepto marxista de cobra expresión la actitud fetichista, al identificarla con el con-
trabajo social, poniendo de relieve un aspecto, el de la confronta- cepto de fuerzas productivas y elevarla así, «por encima de las
ción del hombre con la Naturaleza 122-Ia apariencia de éxito di- cabezas de los hombres»-obsérvese la temprana anticipación crí-
mana de una orientación unilateral en los primeros escritos de tica ·de las posteriores ideologías burguesas de la técnica, inclusive
Marx, en vez de dejar que la verdadera situación se deduzca del la de Habermas-al rango de motor decisivo del desarrollo social.
contexto teórico en su conjunto-, y desatendiendo el otro, el his- Bujarin pierde de vista con ello que la técnica, como medio exis-
tórico-social. Según Marx, el trabajo se lleva siempre a cabo bajo tencial de la sociedad humana, viene determinada en cuanto al-
formas también de socialización concreta: de las relaciones de pro- cance, dirección y «tempo» de desarrollo, por las relaciones de
ducción. Son estas las que determinan el modo y manera del en- producción dominantes, por las relaciones sociales, pues, de' io~ hom-
cuentro del hombre con las materias primas, energías y objetos bres entre sí.
de la Naturaleza. Conducta social del hombre, en cuanto intercam- Sobre su equivocada concepción de la función de la técnica, el
bio material con la Naturaleza, y conducta social, en cuanto su en- mismo Bujarin, en su controversia con H. Cunow, dice Lukács,
cuentro histórico con el hombre, son para Marx idénticas (en un proporciona la prueba. Rechaza con razón la concepción de Cunow
sentido dialéctico bien entendido, pues al mismo tiempo no son una de que la técnica esté ligada a determinadas condiciones naturales,
y la misma cosa). Habermas necesita del malentendimiento anti- de que la existencia de determinadas materias primas decida sobre
marxista para, por una parte, poder reprochar a Marx que no le determinadas técnicas. Mostrando el hecho de que las materias
resulte felizmente lograda la interdependencia entre trabajo («actua- primas suponen determinadas técnicas p:ira su elaboración, rechaza
ción instrumental») y relaciones de producción («interacción») y, la interpretación de la sociedad por Cunow como una interpreta-
133 G. LUKÁCS: Recensión del escrito de Bujarin «Sobre el materialismo
121
Ibídem, pág. 61. histórico» ( «Über den hlstorischen Materialismus»), en Controversia sobre
1
"' J. HABERMAS: Co11oci111ie11to e interés ( Erke11ntnis und Inieress11), loe cit., materialismo histórico y dialéctico ( Kontroverse über historiscben und dialek-
páginas 39 y sgs. tischen }1[aterialismus), editor: O. NEGT, Francfort, 1969, págs. 286 y sgs.

164 165
c1on naturalista. Cunow olvida, dice Bujarin, «que es necesa- hombres a determinados e insalvables límites de la Naturaleza, en
ria la correspondiente técnica para que árboles, minerales, fibras, este caso biológicos, se convierte en fundamento de toda otra con-
etcétera, puedan jugar el papel de materias primas. El influjo de sideración ulterior, desarrollándose también en esta dirección la
la Naturaleza en el sentido de la constitución del material, etc., es concepción de la Historia y de la sociedad, algo que en Gehlen
él mismo producto del desarrollo de la técnica». Pero esta justa transparece expresamente, pero que en Habermas solo se deja en·
crítica de Cunow, pregunta Lukács, «¿no ha de llevarse también trever al fondo. Gehlen habla así efectivamente de unas leyes mo-
a cabo frente a la técnica misma?». Si en Cunow se trata de una tivadas de un modo biológico orgánico, y por eso «instintivas»,
teoría naturalista que explica los cambios por la naturaleza existen- «que se imponen a través de toda la Historia de la cultura huma-
te, Lukács demuestra que Bujarin deriva de un modo formalmente na» 124 • No es, pues, ese hallarse dotado de conciencia, que dife-
correcto, es verdad, las variaciones en las relaciones sociales del rencia por principio al hombre de todos los demás seres vivos, y
momento variable de la técnica, pero con ello no hace más que con el cual van siendo derribadas en una permanente progresión
sustituir el grosero naturalismo de Cunow por un naturalismo di- las barreras de una Naturaleza tanto externa como corporal, de forma
námico. Pues si la técnica no se deriva por su parte de las rela- que se hacen posibles situaciones vitales enteramente nuevas que
ciones sociales, se halla frente al hombre de modo tan trascendente suprimen cualitativamente en suma estas barreras-por lo cual, y
como un principio fetichista, de la misma manera que la Naturaleza, a la vista de una mano dotada de asombrosas capacidades de mo-
materias primas, clima, medio, etc., de Cunow. Bujarin convierte vimiento, presiórr, golpeo, configuración, palpación, tracción, resulta
precisamente la técnica en este fetiche al adjudicarle una existencia sumamente problemático que pueda hablarse en suma de una limi-
autónoma frente a la estructura económica de la sociedad. tación orgánica del hombre-, no es, pues, este hallarse dotado de
En la medida en que Habermas sustantiva, una frente a la otra, conciencia lo que define al hombre, sino solo, de modo unilateral,
<<actuación instrumental» e «interacción», no procede, por principio, una biología que impone barreras, colocándose aquí además esa
de otra manera que Bujarin. Como quiera que pueda explicarse particular dotación de conciencia, que es tan solo la que hace hombre
este punto de vista-ideológicamente hunde sin duda sus raíces al hombre, de un modo anónimo, bajo la denominación de «cere-
en la fetichización general burguesa de la conciencia-, teórica- bro», como un hecho biológico más entre otros. No es, p. ej., la
mente se deriva de un principio en sí mismo naturalista que Ha- cualidad específica de conducirse teleológicamente, de elegir libre-
bermas toma sin crítica de Gehlen y lo presupone a su sistema: el mente entre diversas metas propuestas, de comparar, designar, y
biologismo antropológico. En la medida en que se coloca al prin- poseer por eso lenguaje, de analizar, deducir y, sobre todo, abstraer,
cipio de una vez una constante biológica, de tal manera que no se lo que interesa a Habermas, sino el «cerebro» como «centro rector».
inserta meramente con relevancia formal en la ulterior manifestación Y efectivamente adhiere a ello, como colgándoselo, el concepto de
teórica, sino que se concibe con un persistente efecto sobre el acon- «actuación con finalidad racional», así como también el de «des-
tecer social, el naturalismo es inevitable. Como en Habermas se arrollo técnico», naturalizándolo así de una manera biologista y
define esta constante biológica como negativa, en el sentido de un materialista sin remedio: «El desarrollo técnico se ajusta en todo
impedimento orgánico naturalmente condicionado, somete el horn· caso a un modelo de interpretación que ve las cosas como si la
bre entero a un juicio negativo pronunciado a priori que, en unión especie humana hubiera ido proyectando una tras otra las partes
de ciertas tendencias ideológicas pertenecientes a la decadencia de elementales constitutivas del círculo funcional de actuación con fi·
la burguesía tardía, tiene que desembocar en un nihilismo más o nalidad racional, firmemente asentado en principio en el organismo
menos oculto. Ese pesimismo que se trasluce a través de toda la humano, sobre el plano del medio técnico, descargándose a sí misma
concepción de Habermas en su conjunto, tiene aquí su motivo de las correspondientes funciones. (En este lugar Habermas se re-
más importante.
El naturalismo nihilista de la antropología biologista se maní· 124
A. GEHLEN: El alma en la edad técnica (Die Seele im technischen Zei·
fiesta como tal por el hecho de que una vinculación negativa del talter), loe. cit., pág. 64.

166 167
mite expresamente en una nota a Gehlen, L. K.) Primero se refuer- bermas fa mera «compensac1on» de las «deficiencias de la dotación
zan y sustituyen las funciones del aparato locomotor (manos y pier- orgánica del hombre» 127 • Lo que para el pensamiento dialéctico
nas), luego la ptoclucción ele energía (el cuerpo humano), luego bs constituye el supuesto formal de la existencialidad humana, y del
funciones del aparato sensorial (ojos, oídos, piel) y finalmente cual forma parte, al lado de algunos otros de tales supuestos, la
las funciones del centro rector (el cerebro)» 125 • peculiaridad biológica del hombre, se convierte para Habermas en
Obsérvese cómo, en esta manifestación, las manos y piernas fi- fundamento exclusivo de esta existencíalídad. A la vista de tal ac-
guran al lado del cerebro, y que, p. ej., el desarrollo ulterior de ·1a titud, solo puede interpretarse como desfachatez el que Habermas
finalidad en el empleo tecnológico de estos órganos no se llevó a ponga al mismo tiempo en duda en otro lugar el derecho al esta-
cabo, pues, siempre y desde un principio por medio del pensamiento, blecimiento de constar1tes antropológicas, con las palabras que dicen:
sino, de un modo cronológico, antes de él (<rnna tras otra», «pri- «Por distinguirse el animal que fabrica instrumentos de todas las
mero», «luego», «y finalmente»). La conclusión histórico-filosófica otras especies animales por su forma de reproducir el trabajo so-
corresponde a ese supuesto, tanto naturalista como, no menos, pe- cial, la especie humana no se halla caracterizada por dotación alguna
simista: «No puede verse bien cómo, mientras no se cambie la or- natural o trascendental invariable ... » 128 •
ganización de la naturaleza humana, por consiguiente mientras ten- Esrn contradicción teórica ha de llamar también la atención en
gamos que conservar nuestra vida con el trabajo social y con la otros lugares, como cuando R. Altmann manifiesta la impresión de
ayuda de medios que sustituyan al trabajo, hayamos de poder re- que «la crítica ele Habermas acaba por ser, mitad por mitad, una
nunciar a la técnica, y ciertamente a nuestra técnica en favor de defensa de Gehlen» 129 , lo que viene a traducirse en el hecho de
otra cualitativa» 126 • gue introduzca en su sistema las mismas constantes biológicas de este.
También aquí hay que fijar particularmente ia atención en la Desde que esto se dijo de Habermas, refiriéndose a un artículo
manera en que procede Habermas desde un punto de vista lógico. más antiguo sobre antropología, el punto de vista del mismo se
Este une eso que entiende por naturaleza humana, concretamente ha hecho todavía más biológico, deslizándose así todavía más hacia
la organización biológica, dentro de la que cuenta al cerebro (de una posición mecanicista materialista. En Gehlen, como muestra
modo significativo, no el «pensamiento») como un órgano más entre W. Lepenies, y como una consecuencia más que Habermas no se
otros y no como un órgano que distingue cualitativamente al hombre atreve a sacar, hasta la misma ética se ve degradada al rango de
de los animales, lo une al concepto de trabajo, de tal manera que una constante biológica, aunque institucionalizada, de la vida hu-
la base naturalista del mismo tiene que ser pensada conjuntamente mana. Lepenies cita a Gehlen-obsérvese la definición biológica de
sin crítica para sacar de ello la conclusión de que toda técnica, es «educación» del hombre, concebida, dentro del cambio histórico,
decir, «nuestra» técnica, mantendrá al hombre por siempre jamás como una conformación de la «vida impulsiva», biológicamente cons-
bajo su dominio-entendido por Habermas de un modo pura- tante, sobre la base de una «necesidad biológica»-: «Esa tarea,
mente mecanicista-. La imagen naturalista del hombre tiene por planteada en forma crónica con la existencia del hombre y replan-
consecuencia una idea naturalista de la técnica y esta lleva consigo teada de nuevo con cada generación, de una conformación de la
una imagen naturalista de la historia; como también, a la inversa. vida impulsiva, se ve necesariamente asumida siempre de nuevo por
La imagen de la Histeria y la idea de la técnica cambian, según la la educación y, después de ella, por la autodisciplína del hombre
necesidad, el sitio que ocupan en la clasificación. bajo condiciones siempre nuevas. El concepto mismo de conforma-
En lugar del sometimiento de la Naturaleza por medio de la
razón, que es tan solo lo que hace hombre al hombre, pone Ha-
121
Ibídem, pág. 161.
12
' J. HABER~IAS: Conocimiento e interés (Edeenntnis zmd Interesse), loe. cit.,
125
J. HABER..v!AS: Técnica y ciencia como ideología (Technik und \Vissen- páginas 36 y sg.
12
schaft als Ideologie), loe. cit., pág. 56 (subrayados de L. K.). ' \•7. LEPENIES y H. NoLTE: Crítica de la antropología (Kritik der An-
126
Ibídem, págs. 56 y sg. thJ'Opo!og;e), Munich, 1971, pág. 81.

168 169
KOFLC7'. -7
ción quiere decir moralidad y esta es, como aquí se demostró, una tamente al proceso de trabajo, y las relaciones de los hombres entre
necesidad biológica existente solo en el hombre» BO. sí al plano constituido por el modo de aplicación de las fuerzas pro-
Gehlen pone aquí el supuesto formal, es decir, que no da lugar ductivas, es decir, del trabajo, resulta de ello para Habermas la
de por sí a ninguna clase de determinaciones de contenido, el su- posibilidad de separar metodológica y realmente ambos dominios,
puesto formal de los dispositivos corpóreo-anímicos, que vienen algo que se hallaba desde un comienzo dentro de su propósito teó-
dados al hombre por naturaleza, en una relación indebida con conte- rico. Este propósito, por su parte, no surge sin motivo alguno, sino
ni~os históricos que se forman de una manera autónoma, aunque,· que se halla afectado del fundamento naturalista de una concepción,
ba10 este supuesto, como consecuencia de una actividad humana biológicamente cimentada, de la Historia. Si no se puede establecer
socializada. El punto débil antropológico-gnoseológico que sirve de desde aquí una conexión lógicamente sensata entre el proceso de
fundamento a ese nexo construido por Gehlen y no verificable, ha trabajo, concebido de un modo biologista, y el resto del movimiento
de buscarse en la mezcla de lo que este llama «vida impulsiva bioló- social, entre «actuación instrumental» e «interacción», si los planos
gica» con el plano histórico de desarrollo humano hacia adelante-en de acción, proporcionados de un modo cuasi biológico natural e inter-
el que, p. ej., la guerra de los Treinta Años necesita también del humano a través de representaciones ideales, permanecen ajenos entre
hecho biológico de la respiración de oxígeno para ser posible, pero sí en los primeros pasos de su ejecución, para entrar en contacto
que en modo alguno puede explicarse a partir de él-. Pensán- mutuo solo posteriormente, ha de negarse la razón a Marx, por lo
dolo bien gnoseológicamente, lo biológico no entra como supuesto que se refiere a su teoría de la relación dialéctica entre ambos, y la
en la categoría de contenido de la existencialidad histórica, aunque teoría habermasiana no debe correr peligro. La lógica que late en
no pueda perderse de vista en cuanto supuesto formal de esta ca- el fondo del esfuerzo de Habermas para rebatir a Marx se aclara
tegoría de contenido. Por eso, la ética no es derivable tamooco de un en el primer plano de su naturalismo.
fundamento biológico. Habermas, al intentar fundamen~ar la réc- Recurrir con exactitud a los textos del joven Marx, lleva ya
nica de una manera biologista, se deja arrastrar por Gehlen a una consigo dificultades en cuanto a la verificación de esa afirmación
posición biologista, y por eso gnoseológicamente insostenible, ca- de que Marx no ha entendido su bosquejo de una ciencia de la so-
yendo así en un materialismo biológico. De la única definición oo- ciedad de otra manera que como una ciencia natural. Marx no ha
sible, libre de contradicción, de la antropología como ciencia . . de revisado nunca, además, «su temprana intención, según la cual la
los supuestos invariables de la variabilidad humana, ni él ni la antro- ciencia del hombre debía formar una unidad con la ciencia de la
pología entera llevada a cabo de modo no dialéctico han comoren- Naturaleza» 132 . Ha de concederse a Habermas que es consecuente
dido nada 131 . ' • al negarse a hacerse cargo de esa puesta en claro llevada a cabo
Por eso es tanto más sorprendente que Habermas, desde esta hace mucho tiempo por los teóricos marxistas más tardíos tanto del
posición naturalista, emprenda la tarea de imputar al pensamiento concepto no científico natural de ciencia de la sociedad como de su
marxista tendencias naturalistas, considerando que Marx ha enten- oposición a la ciencia natural. Situado dentro de la peor tradición
dido su teoría de la sociedad como una especie de ciencia narnral, de la ciencia alemana de referirse en muchos aspectos a otros auto-
por lo que no le ha resultado felizmente lograda la prueba de una res con el fin de hacer alarde de erudición, le falta este don pre-
combinación orgánica del ámbito de las fuerzas productivas con el cisamente allí donde le es más necesario, o sea, en su controversia
de las relaciones de producción. Con esto último Habermas persigue con el marxismo. Solo así, en la penumbra del placer de una in-
un determinado propósito. Si Marx no consigue reducir las relaciones terpretación sofística, puede entenderse como una manera de pensar
de producción, es decir, el movimiento social, no idéntico inmedia- «científico natural» que Marx hable de la «industria» como «rela·

130
Ibídem, pág. 82. Cf. A. GEHLEN: El hombre (Der Mensch) Francfort
1966, pág. 362. ' '
130
J. HABERMAS: Conocimiento e interés (Erkenntnis und Interesse), loe. cit.,
131 página 63.
L. KoFLER: El eros ascético (Der asketische Eros), loe. cit., págs. 21 y sgs.

170
171
ción histórica real de la Naturaleza, y por eso de la ciencia rni<ural,
camino de un «proceso de formación social», y reprochar finalmente
con el hombre».
a Marx que «trate de aprehender en vano» la «interdependencia»
Habermas no se siente a gusto del todo con la afirmación de .
entre fuerzas pro duct1vas y re1ac10nes
. de pro ducc1on
. , 139 .
que Marx ha equiparado ciencia social y ciencia natural. Por eso,
Preso él mismo de un modo de pensar mecánico naturalista,
para la determinación de esta equiparación, usa designaciones que
Habermas solo puede imaginarse como realizable tal «interdepen-
vuelven a anular de nuevo esa afirmación, como «analogía», «CO·
dencia» por medio de una metodología idealista no dialéctica, por
locar al lado», «formar una unidad», aunque hable sin descanso de.
lo cual, bajo las designaciones de «actuación instrumental» e «in-
la «exigencia de una ciencia natural del hombre» que Marx debiera
teracción», que sustantivan de modo más intenso estos conceptos,
haber formulado. Dice así: «Aunque él mismo ha establecido la
explica ambas esferas como hallándose dentro de- un contexto laxo
ciencia del hombre en forma de crítica y no como ciencia natural
de influencias mutuas 140 .
(significa una nueva suposición de Habermas poder demostrar en
La «refutación» de Marx debe fortalecer la propia posición po-
Marx una falta de relación entre ambas esferas 133 , L. K.), se in-
sitivista no dialéctica. El que Marx no consiga realizar felizmente la
clinó siempre a colocarla al lado de las ciencias naturales» 134 .
puesta en relación dialéctica de ambas esferas, lo une Habermas
O bien que: «Para poner Marx en evidencia la. cientificidad de su
al reproche de haber emprendido en suma este intento, de tal ma-
análisis, ha destacado siempre la analogía con las ciencias natura-
nera que la suposición de un mecanismo automático en aquel no
les» 135 • O que Marx «no deja ver en ningún lugar que haya re-
se hace visible como tal, sino que parece ajustado a la misma teoría
visado su temprana intención según la cual la ciencia del hombre
marxista. En Marx, dice Habermas, bajo el título inespecífico de
forma una unidad con la ciencia natural» 136 . El mismo Marx tiene
práctica social, se ha reducido una cosa a otra, «concretamente la
en consideración «cómo la ciencia del hombre subsumirá bajo sí
actuación comunicativa a la instrumental... Esta actuación instru-
la ciencia natural». Es asombroso lo que Habermas, según sus
mental se convierte en paradigma de producción de todas las cate-
propias formulaciones, encuentra «asombroso» en Marx: «Esa exi-
gorías; todo se resuelve en el propio movimiento de la produc-
gencia, matizada ya de un modo positivista, de una ciencia natural
ción» 141. Este último reproche positivista tendría que ser demos-
del hombre es asombrosa» 137 •
trado primero y recae sobre el mismo Habermas, como, por lo
Como hemos visto que el concepto mismo de sociedad en Ha-
demás, ya se ha hecho notar en otro lugar 142 •
bermas, de cuño tecnológico, implica una concepción mecanicista
En varios escritos y colaboraciones hemos analizado detenida-
de la Historia, es todavía más asombroso que se eche en cara a
mente 143 la teoría metodológica y sociológica del marxismo y, de
Marx-naturalmente, malentendiéndolo por completo-tener presen-
acuerdo con los textos de Marx y Engels, hemos llegado· a un re-
te ante los ojos una «organización de la sociedad propia de autó-
sultado distinto del de Habermas. ¿Cómo va a ser esto· compatible
matas» 138. Como, en efecto, Habermas introduce supuestamente
con el supuesto pensamiento «científico natural» de los mismos,
bajo la teoría marxista una teoría mecanicista, y esto significa una
cuando Marx, mostrando su aversión contra un método que intenta
concepción de la Historia que se lleva a cabo de acuerdo con cone-
xiones causales científicamente irreflexivas, puede concluir además 139
Ibídem, pág. 77.
que, en una brusca ruptura, le sean ahorrados a esta «sociedad 140
J.
HABERMAS: Técnica como ciencia e ideología (Technik ds Wissen-
propia de autómatas» esos «grados de reflexión» inevitables en el schaft und Ideologie), loe. cit., pág. 46.
141
Ibídem, págs. 45 y sg.
142
133
Ibídem, pág. 59. Política socialista (Sozialistische Politik), núm. 4, diciembre, 1969, pá-
13 1
· Ibídem, pág. 62. gina 20: «El reproche de Habermas de que existe un positivismo larvado den-
135
Ibídem, pág. 63. tro de la teoría marxista recae además sobre él mismo.»
136 w L. KoFLER: La ciencia de la sociedad (Die Wissenschaft van der Gesell-
Ibídem.
137
Ibídem. schaft) Francfort, 1971; Historia y dialéctica (Geschichte und Dialektile), Franc-
138
Ibídem, pág. 76. fort, Í970; Historia de la sociedad burguesa (Zur Geschichte der bürgiter-
lichen Gesellschaft), Neuwied, 1967.

172
173
proceder de modo científico natural pos1t1v1sta, defiende un mé- lismo meramenre «contemplativo» 146 , es decir, un materialismo
todo exactamente opuesto a este, concretamente el que se halla receptor de conexiones externas de un modo «científico natural»,
adaptado al objeto de los procesos humanos conscientes y que ~s y le opone el método «intuitivo» 14 í, que se dedica, como diríamos
de índole completamente distinta: un método que lleva a cabo sm hoy, a una «consideración comprensiva de las cosas». En lugar de
violencia el tratamiento de la materia, en cuanto materia libre, y los· «hechos muertos», debe aparecer la «exposición real» del hom-
esto quiere decir de las relaciones multilaterales en los modos de bre en su «proceso de desarrollo intuitivo» 148 . Y Marx parece
aplicación de las fuerzas producti~as: relaciones sociale~ ~ "'ideolo~ías; presentir a Habermas cuando en El capital hace notar que es
complicadas y llenas de contradicc10nes, en su movirni....nto vivo. preciso distinguir entre la mera investigación de lo afectivo y el
Marx escribe: «Lange no tiene idea alguna de que este 'libre mo- «movimiento real» de la «vida de la materia»,· para llegar a la
vimiento de la materia' no es absolutamente nada más que la pa- conclusión de que: «si esto se logra, reflejándose entonces de un
ráfrasis del método de tratar la materia, o sea, el método dia- modo ideal como en un espejo, puede parecer como si se tratase
léctico» 144 . de una construcción a priori» 149 •
Si se compara esta caracterización esencial del método marxista, Sus palabras en contra de los «empíricos abstractos» que ge-
que da una negativa a todo autonomismo «científico natural», Y neralizan demasiado, para seguir prendidos de un modo tanto más
no solo esta caracterización-piénsese también en este contexto en seguro a la superficie del fenómeno singular' señalan en la misma
la acerba frase de los «predicadores ambulantes del materialismo», dirección. Esra lleva del modo más exacto al modo de pensar «tec-
que va dirigida expresamente contra los representantes de un «ma- nológico» de Habermas. Entiéndase bien lo dicho. El método mar-
terialismo científico natural»-, si se compara con la de Habermas, xista, contrarío a todo método empirista positivista, no se presenta
que reduce todas y cada una de las cosas al . automatismo . ~e la como dialéctico porque pretenda abordar el curso de un acon-
«racionalidad tecnológica», definiendo a esta misma como re1fi~a.da tecimiento histórico, entendido como «obediente a una ley natural»
y automática, ha de recordarse otra frase de Marx e~ la que c:1~1ca e interpretado teóricamente, con un instrumento metodológico de
irónicamente cualquier intento de hablar en un sentido mecamc1sta otra índole, sino porque se halla sustentado en el convencimiento
sumario acerca de contextos vivos de reflexión, tanto de naturaleza de que el camino metodológico de la reconstrucción del objeto
práctica como ideológica: «Así pues, en vez de analizar el struggle considerado tiene que ser exactamente adecuado a este: por no
of lije, tal como se presenta históricamente en distintas formas de hallarse ordenado el objeto mismo ni transcurrir con arreglo a
sociedad, no se tiene que hacer más que traducir, transformar toda «leyes naturales», precisamente por eso, el método no puede ser
lucha concreta por esta frase, struggle of life. Ha de confesarse tampoco un método «natural». Método y objeto se corresponden
que este es un método penetrante para una ignorancia y pereza aquí como ocurre en todo sistema que procede de modo verdade-
mental afectadas, pomposas y con visos de cientificidad» ~ •
45
• ramente dialéctico. El hombre, según Marx, hace por sí mismo su
También aquí rechaza Marx enérgicamente un trataffilento «cien· historia, no refleja sus problemas, como el animal determinado por
tífico natural» de los fenómenos, del mismo modo que nosotros, el instinto, de acuerdo con una causalidad natural, sino en virtud
en el texto precedente, hubimos de formular quejas sobre el hecho de unas condiciones encontradas previamente y de una manera que
de que toda la escuela de Francfort en su conjunto se h~ya hecho le es propia y que permite una contingencia interna (Engels); él
culp~ble de desatención de cada u~10 ~e los fen~men?s singula~es mismo decide, en virtud de estas condiciones, lo que ha de ha-
en favor de un mecanismo de la Historia construido v10lentameille. cerse, además, sin hallarse sometido en esto a pre-decisiones «natu-
Ya en La ideología alemana y en su tesis sobre Feuerbach, Mai:x,
enteramente en el mismo sentido, se sitúa en contra de un materia-
146 MEW, 3, págs. 533 y sg.
147
Ibídem, pág. 27.
w :MEW, 32, pág. 685. 143
Ibídem.
149 lvlEW, 23, pág. 27.
145
Ibídem.

174 175
[~______.¡ak!Sl2'-'w~.__j:ia--tifittimcki-8¡5iñma},eqüívC?ñcI~~??i~~~;-;-..-.-........:~-------~~~e~ercambio consciente en el modo de aplicar las fuerzas pro-
- oza , eqmvocán ose por eso cons- ductivas a unas relaciones sociales constituidas también consciente-
tantemente antes de encontrar el camino adecuado. Nada de todo mente, y a causa precisamente de ese modo de conducta determinado
esto debía haber sido desconocido para Marx, cuando distingue ex- oor la conciencia, obra de un mismo hombre en ambas esferas, son
presamente «la Historia de la humanidad de la Historia natural» ~iempre reacciones ideológicas las que se hallan en juego. No puede
porque «la una la hemos hecho y la otra no» 150 , o cuando, en hablarse en absoluto de automatismo en la conversión de las fuerzas
contra de la interpretación idealista, caracteriza sumariamente la productivas en relaciones de producción en un sentido «científico
Historia como «nada más que una sucesión de generaciones sin- natural» El correspondiente esquema de conjunto puede represen-
gulares de las que cada una explota las fuerzas productivas. . . trans- tarse de la siguiente manera:
mitidas a ella por todas las precedentes, continuando por eso, por
una parte, bajo circunstancias enteramente distintas, la actividad Esfera del trabajo o de Relaciones sociales como Superestructu-
recibida por tradición y modificando, por otra, con una actividad la producción como pro- proceso consciente ra ideológica
ceso consciente
enteramente distinta, las. viejas circunstancias» 151 •
El defecto capital de la crítica de Habermas a Marx consiste en Primera interconexión como Segunda interconexión
que en la teoría del materialismo histórico busca una interconexión proceso que transcurre de (interconexión ideológica
modo consciente, e interco- de grado superior)
mecánica que no se puede demostrar. Este malentendimiento, que
nexión ideológica de grado
descansa en un desconocimiento de la complicada situación teórica inferior
efectiva, es de gran alcance. Una dependencia mecánica de las re-
laciones ideológicas que constituyen la conducta y actuación socia- Ninguna interconexión (con ex-
les y que son idénticas a estas, relaciones que Habermas designa cepción de ciertos reflejos in-
mediatos sencillos)
como mundo de la interacción, una dependencia de los modos de
aplicación de las fuerzas productivas, que él llama «actuación ins-
La indicación de reflejos sencillos, puesta aquí entre paréntesis,
trumental», es algo que no puede demostrarse en la teoría marxista.
se refiere a ciertas denominaciones verbales y no concierne ya a
El fundamento de la dependencia y determinación de las dis-
nuestro problema 152 . El malentendimiento de que adolece Haber-
tintas esferas, todas las cuales han de entenderse como proporciona-
mas se manifiesta precisamente en el hecho de que, dentro de una
das «a priori» por la conciencia y sus distintas formas de reflexión
impugnación «crítica» a Marx, subraye particularmente la exigen-
ideológica-no hay actuación sin conciencia-, consiste en una triple
cia de una relación de esta interconexión. Tras de la crítica haber-
tónica:
masiana a Marx no se esconde otra cosa que su propia, y repetida
1. En la forma de trabajo correspondiente a un determinado
además una y otra vez, interpretación mecanicista del marxismo,
estado de las fuerzas productivas,
según la cual, la superestructura espiritual se determina por las
2. en las relaciones sociales generales o relaciones de produc-
fuerzas productivas o la producción. Como muestra nuestro esque-
ción resultantes de ello por mediación ideológica, y
ma, esta superestructura se forma tan solo en virtud de las relacio-
3. en las relaciones ideológicas que las reflejan, tanto a ellas
nes sociales, es decir, producidas por individuos que piensan y obran
como a sus problemas, en un sentido estricto (espontáneo) o am-
en sociedad. La conversión de la esfera de las fuerzas productivas en
plio (sistemático) y que tanto las constituyen como las desarrollan
la de las relaciones sociales, y de esta en la del proceso ideológico,
ulteriormente por ese camino. La nota decisiva, y completamente
en que la primera y la última no aparecen en relación inmediata
inadvertida por Habermas, en esta relación triplemente articulada,
es que también en el grado de desenvolvimiento del proceso social,
isz L. KoFLER: Stalinismo y burocracia (Stalinísmus tmd Biirokratie), Neu-
150
Ibídem, pág. 393. wied, 1971.
151
lvlEW, 3) pág. 45.
177
176
alguna, representan a su vez procesos sumamente complicados. In- Por el contrario, ia empresa de Habermas de sustantivar una
cluso allí donde, dentro de una importante, y en modo alguno mar- frente a otra «actuación instrumental» e «interacción» no puede
xista, teoría burguesa, como, p. ej., la de Max Weber, se habla escapar al peligro de una naturalización de la teoría de la Historia.
de una «relación causal» entre conducta económica y ética protes- Es verdad que los hombres, considerados en el aspecto de una tal
tante, se alude siempre con esta a la conducta social motivada por seoaración de ambas esferas, aparecen dentro del ámbito de la in-
las fuerzas productivas (en este caso manufactureras) y no en modo ce;acción libres y dueños totalmente de su decisión subjetiva, pues,
alguno meramente «instrumental». Con mucha razón subraya a~e~ bajo las condiciones económicas, nada puede forzarlos a nada, pero
más Hans Bosse, invocando a A. Maclntyre, «que a esa relación también aparecen de un modo tanto más cierto .entregados de una
causal entre ética protestante y conducta económica afirmada por manera mecánica a estas condiciones, ligados por ellas «a modo de
\Veber, le es inherente un carácter lógico, un carácter racional .. . » 153 , ley natural» allí donde, en virtud de su separación de la confección
aunque, por otra parte, M. \Veber haya creído ver también una consciente de su historia, de la «interacción», siguen un movimiento
interconexión de motivación psicológica. Con estas palabras se alude propio automático. Si, según Habermas, la Historia, enteramente en
críticamente a la cuestión, que implica al materialismo histórico, de el sentido de este supuesto teórico, tan solo ha llegado a hacerse
«si la relación entre 'belief' y 'action' no está ya contenida en el «factible» 1)1ás tarde 155 , «la factibilidad no puede afirmarse de la
resultado empírico de la tesis de Weber, aunque solo sea por el hecho Historia como un todo» 156 . Esa misma «categoría de la ... factibili-
positivista de su conexión; a la cuestión de si el análisis de un dad de la Historia», añade, «se ha hecho verdad tan solo en una
nexo como el de 'belief-action' no permite ver en él, sin embargo, determinada fase», concretamente con el «desarrollo de la planifi-
un nexo necesario que resulte de la cosa misma y exceda a la fuer- cación racional» 157 .
za enunciativa del método weberiano» 154 • Resulta evidente cómo llega Habermas a esta conclusión. Si, de
Con la cuestión aquí planteada queda aprehendido el sentido acuerdo con su punto de vista, la autorreflexión consciente es algo
auténtico y el valor verdadero del método histórico materialista, que se introduce tan solo más tarde, equiparando esta completa-
prnyectándose al mismo tiempo una nítida luz sobre el hecho de que x~1ente con la reflexión racional, ese hombre que antes no reflexio-
Habermas, en su interpretación mecanicista del marxismo, deje de naba sobre su existencialidad no puede haber hecho su historia, esta
haber concebido nada menos que esa índole peculiar del método tiene que transcurrir, así ha de concluirse ahora ya, de acuerdo con
marxista dialéctico, que no se puede captar solo con la relación, un automatismo propio de ley natural.
expuesta anteriormente por nosotros de un modo esquemático, entre Como Habermas se conduce también de un modo sorprendente
relaciones sociales e ideológicas, sino que solamente puede mostrarse en otro aspecto, concretamente, p. ej., en relación con el éoncepto
de la mano de ejemplos históricos concretos y de la propia exposi- de totalidad, y se desliza hacia un positivismo sin remedio, desde el
ción analítica de los mismos como un proceso que hace visible la cual no puede ya de ninguna manera entender a Marx, habrá de
contextura entera de ambas esferas-que, de un modo abstracto tomarse este concepto como punto de partida. Se pondrá de mani-
metodológico, solo puede representarse como diferencia-. La des- fiesto entonces que la separación no dialéctica, en el juego dialéctico
membración demasiado rigurosa que hace Habermas entre «actua- interdependiente, entre «actuación instrumental» e «interacción»,
ción instrumental» e «interacción>> es digna del siglo XVIII. Bajo ha de tener un efecto devastador sobre el concepto de «racionalidad
esa condición, en que insiste Marx, de que el hombre hace su his- tecnológica», que en Habermas se interpreta efectivamente de un
toria por sí mismo, no se puede interpretar la concepción materia- modo mecanicista. Habermas escribe: «Si los hilos sueltos del des-
lista de la Historia en el terreno de la dialéctica de otra manera arrollo histórico se anudan tan solo en un grado relativamente tardío
que no sea de este modo antinaturalístico.

153
H. BossE: Marx-Weber-Troeltsch, Munich, 1970, pág. 69.
155
J. HABERMAS: Teoría y práctica (Theorie und Praxis), loe. cit., pág. 21:3.
156
154 Ibídem, pág. 214.
Ibídem. 157
Ibídem.

178
179
para formar la red del contexto histórico universal ... , el hecho de forma una rntalidad, los esi:ados feudales del continente asiático otra,
que la unidad global misma haya llegado a hacerse tan solo histó- y esto no obstante la circunstancia de mostrar una relación mutua.
ricamente, contradice un modo de consideración que desde un prin- Mirándolo bajo una luz epistemológica, puede decirse lo mismo
cipio supone la totalidad bajo la Historia» 158 . del concepto de «confección de la Historia». Si Habermas trueca el
La confusión epistemológica es inequívoca. El concepto formal co.ncepto gnoseológico de totalidad por su c;ontrario, con este le pasa
de totalidad, que, según la cuestión que se plantee, ha de ser defi-. lo mismo. La situación fundamental de la «confección de la Histo-
nido de un modo antropológico, gnoseológico o metodológico, no ria por el hombre mismo», es decir, por el hombre dotado de con-
se ve separado aquí del concepto histórico real de la misma, recu- ciencia v referido trascendentalmente tanto a su .congénere como a
bierto arbitrariamente en Habermas por la misma designación de la Natu~aleza, situación que es formal, y que por eso no se puede
<mnidad global», que va imponiéndose desde el siglo pasado. ni exaltar ni atenuar en su pura y simple consistencia concreta, se
Gnoseológícamente, el problema de la totalidad puede reducirse convierte en Habermas en una situación en que se declara a la
al problema de la inmanencia de la conciencia que, como condición, Historia como, en parte, no hecha-«no puede afirmarse la factibi-
sirve de fundamento a todo acontecer social. Bajo el término in- lidad de la Historia como un todo»-y, en parte, factible-«en la
manencia de la conciencia no hay que entender en ningún caso, en misma medida en que la Historia se hace así factible»-y factible al
el contexto a que aquí se alude, cualquier forma de inmanencia máximo-«qiando... las relaciones sociales... se hacen accesibles
en el sentido del idealismo subjetivo, p. ej., en el de la apercepción a la planificación racional del hombre» 159.
trascendental kantiana. Se concibe más bien con ello, en una signi- L-a confusión se hace todavía mayor cuando se dice, finalmente,
ficación inmediata, el hecho de que «todo viene a pasar a través que es tan inadmisible prolongar los «conflictos actuales hasta el co-
de la cabeza humana» (Engels) y por eso, tanto cualquier actividad mienzo de la Historia» como que «se mantenga una hipotética anti-
como cualquier producción del proceso histórico, se presenta como cipación de su fin». Se imputa aquí, pues, supuestamente a Marx
llevada a cabo en todas sus partes a través del pensamiento. No haber elevado ese mero hecho (inventado por Habermas) de que
tenemos, pues, nada que ver aquí con la introyección «filosófica» solo recientemente, con la iniciación de «conflictos actuales», haya
del mundo exterior en una conciencia interpretada de modo tras- totalidad v confección de la Historia, a algo válido para toda la His-
cendental, sino con la identidad originaria, que forma un supuesto toria v e~to no solo hacia atrás, hasta el comienzo histórico, sino
formal inamovible de toda existencialidad humana, entre ser social también hacÍa adelante, con la anticipación hipotética de un fin his-
y conciencia social. Esta identidad es consecuencia de la circuns- tórico, dando la apariencia con esto último, y con un ap_rovecha-
tancia de que este ser se produce y se reproduce a través de su miento sofístico de la dialéctica de la totalidad, de haberse alega-
conciencia. En ello se funda la posibilidad de una consideración «in- do la «prueba» de que esta es idéntica a la idea de un «sujeto» 160
tuitiva» (Marx) o «comprensiva» de los fenómenos sociales e his- histórico que anticipa (es decir, un sujeto abstracto metafísico) el
tóricos, en contraposición a la meramente «contemplativa» de los fin de la Historia.
fenómenos no humanos. De un modo históricamente concreto se
Si, dentro del pensamiento de Habermas, la confección de la
define toda totalidad que puede ser concebida como una parte de Historia por el hombre mismo en cuanto principio inamovible de
la historia del mundo, la cual puede concebirse así mismo abstrac-
toda existencialidad humana, resulta anulada iniciándose tal con-
tamente como una totalidad ampliada, aunque sea algo que tiene fección tan solo, vistas así las cosas, en el siglo xrx con la «plani-
poco sentido efectivo, se define por la estructura económica que
ficación racional», toda la Historia precedente transcurre, de acuerdo
la delimita de otras totalidades sociales, por las relaciones de pro-
con esta perspectiva teórica, sin verdadera participación del hombre,
ducción. Así, p. ej., y a pesar de la extensa «red constituida por
es decir, sin conciencia, en un sentido irreflexivo no meramen-
el contexto histórico mundial», el capitalismo europeo-americano
151
153
Ibídem. Ibídem.
160
Ibídem, págs. 311 r sg. passii;i,

180
181
tecnología capitalista como del dominio de una clase sobre otra, con-
te racional (como en Marx), sino en un sentido naturalista sin más.
vierte al hombre nada más que en apariencia de su misma histo-
Como continuación de este hecho, la irrupción de la «planificación
ria. La Historia de la Humanidad se transforma aquí en historia
racional» no cambia ya nada esencial, pues esta se lleva a cabo bajo
«de un espíritu abstracto y, por eso, más allá del hombre real», o
la forma de una absoluta reificación, cuya expresión más tangible
sea, en historia del espíritu tecnológico.
es la técnica, que, como hemos expuesto detenidamente, susrnnti-
De ese modo, Habermas contribuye con algo esencial a la ideo-
vada por completo, en la perspectiva habermasiana, como «segunda.
logía de la conciencia del capitalismo tardío. Pues su espíritu tecno-
Naturaleza», no hace más que continuar esa pre-historia concebida
lógico es el que exime a los individuos, de acuerdo con el esquema
de modo mecánico natural. La «planificación. racional» en sí misma
teórico que ofrece, no solo de la obligación, sino· también de la po-
se muestra aquí como mero punto de apoyo para la propia imposi-
sibilidad de desconfiar de este espíritu y de ni siquiera atreverse a
ción con otros medios, de un proceso histórico interpretado n.atu-
ralís~icamente. Esa confección de la Historia que Habermas admi- intentar intuir sus entrañas.
Habermas tiene su propia ideología tecnológica por no ideoló-
te por lo que se refiere a la últLrna época de ia Historia de la ~u­
gica, cuando en verdad viene a completar la propia conciencia ideo-
manidad, desciende a su vez en sí misma al rango de mera aparien-
lócrica de la sociedad capitalista tardía, de tal manera que, en lugar
cia, a mero impulso externo para la puesta en marcha de una tec-
del fundamento viviente antagonista del proceso económico y social,
nología que transcurre de un modo automático y mecánico.
establece categorías extremadamente reificadas, y estas, no, por
Del mismo modo que en la concepción de ía Historia de Hegel
ejemplo, como hace Marx, como una apariencia ideológica que se
es el «Espíritu absolut~» el que hace la Historia, y la actividad del
pueda resolver críticamente, sino como una realidad ejemplarmente
hombre queda rebajada al rango de mera apariencia, así, a ~a in-
natural, con relevancia casi de ley natural-sentido con el cual el
versa, en la concepción de la Historia de Habermas es una tuerza
concepto marxista de una «segunda Naturaleza» entendida de un
impulsiva naturalista que empieza por impulsos biológicos y, conti-
modo- ideológico aparente, se Íllterpreta de otra manera, en un sen-
nuándolos 161 , termina en in1pulsos tecnológicos. Por lo que se re-
tido burgués fetichista-.
fiere a Habermas, solo que traducido de un modo naturalista me-
Con la complicidad activa de las instituciones que se niegan a
cánico riae lo mismo que Marx había ya objetado en contra de
' b ~ • realizar una penetración crítica Ílltuitiva a través de la apariencia
Hegel: «La concepción de la Historia de Hegel supone un espmtu
reificada, instituciones como son los partidos obreros, los sin-
abstracto o absoluto que se desarrolla de tal manera que la Huma-
dicatos, intelectuales aparentemente de izquierdas, el stalinismo,
nidad no es más que una masa que lo lleva consigo consciente o
etcétera, la conciencia de las masas trabajadoras puede hacer suyo
inconscientemente ... La Historia de la Humanidad se transforma así
el marco «categorial» de esta ideología, surgiendo así la renovada
en historia de un espíritu abstracto y, por eso, más allá del hombre
aoariencia ideológica de que «dos categorías clave de la teoría mar-
real, de la Humanidad» 162 .
xlsta, concretamente la lucha de clases y la ideología, no puedan
Hegel, sigue diciendo Marx, se guarda mucho de «declarar al
aplicarse ya sin considerar las circunstancias» 163 .
individuo filosófico real como espíritu absoluto», lo que equivale
Significaría colocarse en el punto de vista de la superada teoría
a decir, de tomar al hombre que piensa realmente, dotado, pues,
de la espontaneidad esperar de las masas trabajadoras que, sÍll una
de conciencia, por el verdadero generador de la Historia.
avuda en su ilustración por parte de las organizaciones llamadas a
En la medida en que Habermas, en su determinación del con-
eÍlo, estén nunca en situación de romper de una manera autónoma
cepto de «racionalidad tecnológica», hace abstracción tanto del tra-
la apariencia reificada de la conciencia capitalista vigente y llegar
bajo viviente y de esa finalidad ligada al interés propia de toda
a una crítica espontánea. Ni siquiera en la época de los siervos
"
1
J. HABERMAS: Técnica como ciencia e ideología (Technik ats T\Tissen- fue esto lo que ocurrió, y por eso apenas si se movieron en unas
schaft und ldeologie), loe. cit., pág. 56. m J. HABERMAS: Técnica y ciencia como ideología (Technik und Wissen-
162
K. MARX: Primeros escritos (Friihschriften), Hamburgo, 1932, vol. 1, schaft als ldeologie), loe. cit., pág. 84.
página 381.

183
182
~~~-----~~~~-~º~r-+r,,n-r-!lTT'n"n-:-:=~rf=~·a~-------....._ no menos ·e por . e os tra ªJU ores mascu os gana a
bles. La doctrina dominante del pecado original y sus consecuencias
ideológicas eran más poderosas que su situación social, una situa- .. 800 marcos, y frecuentemente un salario muy por bajo de esa cifra,
lo que equivale a decir que una gran parte de ese porcentaje ga-
ción que, vista independientemente, impulsaba a la revolución. Tan naba solo 700 y 600 marcos.
solo el espíritu pequeñoburgués rebelde (movimiento gremial y de Es evidente que la moderación en la actitud estratégica de la
las sectas), que soplaba de unas ciudades tardíamente desarrolladas lucha de clases tiene motivos ideológicos que no se derivan inme-
sobre el campo llano, pudo ponerlas en movimiento. Es también un diatamente del efecto de la «racionalídad tecnológica», como opina
prejuicio pensar que las masas proletarias de la época de Marx han Habermas. Si entre estos motivos se cuentan además unas con-
sido más revolucionarias que hoy. En su mayoría, se hallaban in-· cepciones del mundo y el hombre pesimistas y nihilistas recibidas
tegradas así mismo socialmente, algo sobre lo que Marx y Engels por tradición y profundamente sumidas en el inte;rior de la psique,
formulan a menudo quejas bastante violentas. Hoy medimos el pa- y que no se han superado en modo alguno como se afirma, por el
sado del proletariado de un modo demasiado unilateral por los contrario, de modo demasiado concluyente, queda redondeada la
esperanzados y dinámicos años veinte, que se hallaban profunda- imagen ideológica que caracteriza a las masas de hoy, de tal ma-
mente impresionados por una constitución democrática conseguida nera que parece absurdo «no» querer aplicar «ya, sin considerar
tras reciente lucha y por la revolución rusa y estaban penetra- las circunstancias», tanto el concepto de ideología, como así mismo
dos de un espíritu crítico que no venía sobre los trabajadores por el concepto de lucha de clases, que, en el contexto de una totalidad
sí mismo, sino difundido con ímprobos esfuerzos por los poderosos social en su pleno contenido y no fragmentaria, aparece como algo
sindicatos y los partidos socialistas. Lo que entonces se llamaba des- distinto que en la conciencia ideológica de Habermas.
pectivamente «reformista», en comparación con lo que hoy se en- Cuando Habermas habla de «capitalismo regulado estatalmen-
tiende por ello, era sumamente revolucionario. Lo que ha cambiado te» 164, algo que, mirado en sí mismo, resulta enteramente acertado,
-y esto, a pesar de esa pobreza, inadvertida por Adorno, Habermas pasa por alto que este Estado no podría conseguir nada sin la ayuda
y, desgraciadamente, también por Marcuse, que sigue estando vi- ideológica de numerosos intelectuales, entre los cuales se encuentra
gente todavía, en lo que se refiere a aquipamiento (p. ej., viviendas), él mismo. Si se toman sus efusiones teóricas como un todo y, tal
forma de vida, formación de la personalidad (léxico extraordLriaria- como corresponde a su condición esencial mostrada por nosotros,
mente reducido), cultura y disfrute de la vida (solamente uno de se las valora como una ideología interesada por el orden existente,
cada cuatro trabajadores sale de vacaciones), a pesar de un cono- hay que darle desde luego la razón cuando dice: «ciertamente la
cimiento claro de la propia situación («nosotros abajo y ellos arri- nueva ideología sirve también, como la antigua, para impedir la
ba») y de los profundos sentimientos de inferioridad que descansan tematización de los fundamentos sociales» 165 .
en él (el 90 por 100 de los trabajadores evitan asistir de cualquier Su manera particular de tratar el problema de la «racionalidad
forma al teatro, que, a sus ojos, es «burgués», y, corno ejemplo tecnológica» constituye efectivamente una <mueva ideología» que,
por lo que se refiere a otras muchas cosas en su conducta, a las dentro enteramente de la conciencia y el propósito de un «capita-
escuelas populares superiores e incluso a los llamados «locales me- lismo regulado estatalmente», resulta apropiada para «impedir la
jores»), en resumen, a pesar de la invariable situación de enajena- tematización de los fundamentos sociales».
miento, que ha de definirse como situación típicamente proletaria,
que no necesita más que ser elevada hasta la conciencia de la opi- 164
Ibídem.
nión pública para que alcance su eficacia política-, lo que, a pesar de
165
Ibídem, pág. 89.
todo, ha cambiado, pues, es la protección social y legal y los ingresos.
Esto último, al mismo tiempo, es algo que a menudo se sobreesti-
ma. Forma parte de esa manipulación ideológica de la opinión pú-
blica al uso no hacerla caer en la cuenta de que en el año 1969

184
liando los medios técnicos existentes, altamente desarrollados, de
una manera distinta a como se hace fácticamente al dirigirlos en el
sentido de una presuntamente insoslayable «coacción objetiva», o
sea, de dirigirlos en favor del hombre que usa y maneja estos me-
dios en un trabajo proletario.
Si bien no puede negarse lo inevitable, bajo determinadas con-
CAPITULO 5 diciones históricas y económicas, de una coacción tecnológica ob-
jetiva que se desarrolla según el modelo de un curso forzoso na-
tural, esto solo es así, sin embargo, por lo que· se refiere al pe-
ACUMULACION ORIGINARIA ríodo de la acumulación origL.-iaria, fundamento del capitalismo in-
Y COACCION TECNOLOGICA OBJETIVA dustrial. Este concepto de coacción tecnológica objetiva, limitado a
la acumulación originaria, se distingue, no obstante, de la burguesa
ideologizada por el hecho de no perder de vista la referencia dia-
EN cuanto entendemos por coacción tecnológica objetiva
léctica a la .base de la relación entre trabajo proletario e interés
una fo~r:1ª técnica de aplicación de las fuerzas productivas que, bajo
burgués por l!n provecho, sino que lo incluye en el concepto mismo
la pres1on de la pobreza y estrechez económica, fuerza a un modo
de coacción tecnológica objetiva. El que se reconozca como coacción
de producción tecnológica perfectamente determinado e inevitable
objetiva es algo que no reside en este concepto, sLno en la inevi-
para superar tal pobreza y estrechez, la consideramos adscrita ex-
tabilidad histórica, medida por la necesidad de un desarrollo social
clusivamente al período de «acumulación originaria». El salto de la
futuro, de un desenvolvimiento técnico de las fuerzas productivas
estrechez económica a la riqueza dentro de unos medios de pro-
lo más rectilíneo y sin compromiso que sea posible. Con lo que,
d~cc~ón ?~ índole tecnológica y dentro de los medios de vida-cuya
desde la perspectiva así alcanzada, se proyecta una nueva luz sobre
distnbuc1on representa una cuestión distinta que no nos atañe en
la fase de estructuración, tanto por lo que se refiere a los países
este lugar-pudo llevarse a cabo solamente sobre las espaldas de
comunistas, anteriormente agrarios, como también por lo que se
las masas trabajadoras y solo pudo efectuarse a costa de su miseria.
refiere al Tercer mundo.
~a ?bligación a producir medios técnicos para una producció~ que Puede parecer atrevido respecto a los países comunistas hablar
siguiera progresando hacia el futuro por el camino de la «acumula-
de una acumulación originaria que, según Marx, era consustancial
ción originaria», que, de acuerdo con su esencia, representa siempre
con la «separación del trabajador» (en la Edad :Media, del campesino
una acumulación de riqueza a través de una carencia constante, en
y del oficial artesano) de sus medios de producción, porque la so-
c?nt~aposición a la subsiguiente carencia «normal», es decir, la que
cialización de estos medios de producción ha creado una situación
dismmuye poco a poco, era inicialmente una coacción inevitable.
económica y social completamente distinta. Pero una aplicación no
Consistía, en primer término, en mantener dirigida la atención al
dogmática de este concepto a unos países comunistas que pueden
oportuno desarrollo de la fase siguiente de la maquinaria técnica definirse como hallándose dentro de la acumulación originaria, nos
fase que. era resultado de la precedente en una estrecha dependenci~ servirá de ayuda en lo sucesivo. Puede explicar así ese grado de se-
causal, s~ tener en cuenta a los trabajadores que se hallaban tras mejanza, destacado a menudo por los críticos burgueses, en el fenó-
ella:E! impulso para esto era, no menos que hoy, la codicia de los meno de una coacción tecnológica que se impone presuntamente del
c~p1tahstas por conseguir un provecho, con la decisiva diferencia,
mismo modo aquí que allí, pues en una consideración a conciencia
sm emb~rgo, de q~e, a la altura de la productividad de hoy y de de este fenómeno se ve pronto que nos encontramos ante fases fun-
to?a !ª.riqueza social de hoy en su conjunto, existe la posibilidad en damentalmente distintas de desarrollo económico: en los países
P.nnc1?;º (aunque impracticable dentro del capitalismo a causa de la capitalistas, ante la tercera fase, que empuja hacia una supermadu-
s1tuac10n de las clases e intereses) de dirigir, aplicar y seguir desarro- rez; en los comunistas, por el contrario, ante la primera, adherida
186 187
todavía a la acumulación originaria (fase que ya está abandonando obligado a adaptarse a la condición de medio para un arreglo de
la Unión Soviética, pero en la que se hallan, sin embargo, otros intereses (aunque favoreciendo a la burguesía). Puede imaginarse lo
países del Este). que sucederá, bajo el supuesto de una socialización de los medios de
Esto es algo que corresponde a nuestra definición del concepto producción, en los países socialistas, donde, por eso, empieza por no
de coacción tecnológica como adecuada a la acumulación originaria exis.tir una contraposición de intereses que pugne por un compromiso,
y, fuera del ámbito de validez de la misma, como ideológicamente y donde el estadio de acumulación originaria será dejado atrás a
adulterada, de modo que viene a corresponder a la sentencia de una distancia semejante a lo que ocurre hoy en los países del ca-
Marx de que: «el desarrollo de las fuerzas productivas ... (es) un pitalismo tardío, algo de lo que ya hoy encontramos un temprano
supuesto práctico absolutamente necesario, porque sin él solo puede indicio en el hecho de que, p. ej., en la RDA el número de acciden-
generalizarse la carencia. Así pues, con la necesidad comienza tam- tes en las empresas sea la mitad que en estos países. (El que la
bién la lucha por lo necesario ... » 1. RDA tenga que pasar en cierto modo otra vez por el proceso de
En cuanto «supuesto práctico absolutamente necesario», toda acumulación originaria, como consecuencia no solo de la guerra,
forma de acumulación originaria procede naturalmente de tal manera sino sobre todo como consecuencia del pago de reparaciones a la
como si una coacción objetiva puramente tecnológica, con fatalidad Unión Soviética por toda Alemania, es un hecho que no se puede
propia de ley natural y dimanante del nexo causal inmediato objetivo desestimar.) Hay que observar a este respecto que el proceso de
y material, fuera la fuente exclusiva de un desarrollo de acuerdo estructuración en los países comunistas se llevó a cabo, comparati-
con la producción, y más tarde técnico en sentido estricto. vamente, sin trabajo infantil y sin una jornada de trabajo de doce
Esto es válido por lo que se refiere incluso al desarrollo de a catorce horas, aunque, por otra parte, los procesos de aprendizaje,
una pura división del trabajo. El esclavo no surge porque lo hagan que se orientaron en un desarrollo occidental ya efectuado, vinieron
necesario formas de producción enteramente nuevas, sino sobre el en favor de la estructuración económica.
fundamento de unas formas de producción conocidas ya a través
La ideología de la forzosidad, con carácter casi de ley natural,
de un dilatado período de tiempo (segunda época de cultivo del de la racionalidad tecnológica, que se reviste de una forma riguro-
suelo) como resultado forzoso de una especie de acumulación ori-
samente racional, constituye una de las piezas maestras del irra-
ginaria, no ciertamente de capital, sino de una misma división de
cionalismo ideológico, a través del cual el proceso capitalista entero
trabajo promotora de la productividad. Una vez que la esclavitud
se siente asegurado contra cualquier inmanente puesta en cuestión.
tuvo existencia plena, pudo incluso degenerar hasta convertirse . en
Si en los años de la acumulación originaria capitalista, tanto ··la ma-
un lujo de los propietarios en la ciudad y en el campo, es decir, se
nufacturera del siglo XVII como la Revolución industrial del siglo XIX,
vio desarrollada hasta adoptar una forma que no era ya resultado
pudo mostrarse cierta tolerancia, pues la situación de miseria mo-
de la «coacción objetiva» inicial, sino de la persistencia de determi-
tivada tecnológicamente se superó rápidamente, en el capitalismo
nados antagonismos de clase. La suavización del triste destino de
los esclavos, en cierta medida limitada, fue la consecuencia de ello. tardío su posición sería un irracionalismo de defensa: por una parte,
Todavía hoy, en condiciones capitalistas altamente desarrolladas, la hacia dentro, contra la clase obrera; por otra, hacia fuera, contra el
deferencia sociolegislativa hacia las masas proletarias no es más que comunismo. Este irracionalismo ideológico cumple, y no en último
exoresión de coacciones de la acumulación originaria, dejadas atrás lugar, la tarea ideológica de engañar a sus mismos exponentes socia-
ha~e ya mucho tiempo, y de la posibilidad de manipular, fuera tam- les y tenderles en torno el velo de la autojustificación. Lo nuevo
bién de ese dominio de la coacción objetiva inamovible ideológica- de este irracionalismo es el aspecto científico natural que se da a sí
mente afirmado, de tal manera que el desarrollo técnico se vea mismo, y que puede darse empleando categorías que toma de su
objeto, o sea, de la tecnología.
1
K. lvlAR..'l:: La ideología alemana (Die deutsche Ideologie), loe. cit., pá-
Marx, en su análisis del fenómeno de la acumulación originaria,
ginas 28 y 34. recurre a la época del nacimiento de la manufactura. Pero a ella

188 189
fueron tan idealizados como la explotación actual de la fuerza de
precede otra, la que introduce el capitalismo mercantil del Rena-
trabajo proletaria y la maximalización del beneficio bajo la máscara
cimiento y que acontece desde el siglo x al XII (en el Sur de Euro-
ide~ló~ica de una coacción tecnológica objetiva, aunque para este
pa, antes; en el Norte, más tarde).
cap1tahsmo altamente desarrollado haga ya mucho tiempo que han
Sin hacer uso de esa denominación de acumulación originaria,
pasado las tres épocas de acumulación originaria: mercantil, manu-
es el historiador belga Henri Pirenne quien la descubre y describe
facturera e industrial. Indiferentemente de que se hiciese con rela-
minuciosamente por lo que se refiere a esta época 2 • Pirenne es un
ción a la correspondiente época de acumulación oricrinaria misma o
representante de la concepción idealista de la Historia, por lo qu~
con relación a cada una de las subsiguientes forma: de explotación
no quiere saber nada de la teoría de la sociedad de capitalismo
y afán de provecho, una y otra vez se encontraron las formas ade-
profesional y mercantil que precede a la manufacturera. En su opi-
cuadas y eficaces para un encubrimiento y justificación ideológicos.
nión, fueron audaces oficiales profesionales quienes, por afán de
Por eso, esa existencia enajenada gorgónica de las masas, de la que
ganancia, empezaron a establecer la unión entre países situados muy
era culpable la sociedad de clases, aparecía ante los individuos
lejos entre sí, creando de esta manera el comercio a grandes distan~
que conjuntamente la vivían como dada por naturaleza o debida a
cías y poniendo con ello la primera piedra de la sociedad en su
su propia culpa. En la ideología de la coacción tecnológica objetiva
forma capitalista. Pero del hecho de que estos comerciantes hicie-
vuelve a encontrarse de nuevo, bajo una forma moderna, la ideo-
sen su aparición tan solo después de que un cierto nivel del desarro-
logía del condicionamiento natural de la estrechez humana. Puede
ll~ econónüco exigiese el comercio a grandes distancias y de que
reconocerse este fenómeno, en cuanto mera ideología, por el hecho
además, antes, como consecuencia de las necesidades económicas
~e ~ue,. con los poderosos medios técnicos, científicos y orgánicos
que acababan de despertar, tuvieran que ser rotas las ligaduras que
(111stltuc1onales) de hoy, con un establecimiento de metas consciente
habían impuesto los rapaces normandos en el Norte y los así mismo
y radical que se pusiera al servicio del hombre, no quedaría nada
rapaces árabes en el Sur, sobre esto no dice nada Pirenne. Varios
de esa coacción tecnológica que se impone hoy aparentemente con
momentos contribuyeron a extender la acumulación oriainariao de
fuerza de ley natural.
esta época, acumulación que absorbía el capital procedente de un
Marx critica con ironía mordaz aquella cartilla infantil que
comercio a distancia que se iba desarrollando desmesuradamente.
habla del nacimiento del capital a través de las exclusivas cualidades
Hay que mencionar ante todo el aprovechamiento para el comercio
emprendedoras del ahorro y la laboriosidad 3 . Señalando la coinciden-
de la explotación feudal. En la medida en que el comerciante traía
cia del capital mercantil con el capital usurario 4 , vacila aún entre las
desde largas distancias los bienes de lujo apetecidos por la nobleza
opiniones de si ha fundado la manufactura el gran capital mer-
y por el patriciado, tomaba parte en la labor feudal de exprimir a
cantil o el estamento magistral artesano, decidiéndose la investiga-
los campesinos, consiguiendo amontonar enormes riquezas. Era ade-
ción m_oderna en favor de las últimas. Hoy sabemos que el gran
más raíz importante de acumulación de capital, como demuestra
comerciante ha adelantado créditos en materias primas y dinero a
Pirenne, el robo habitual. La usura (prohibida) de los intereses, el
los maestros artesanos con la misión de producir determinados bie-
comercio de los traficantes cristianos con esclavas, la renta del
nes, con lo que se fueron formando gradualmente la «artesanía
suelo, así como el despojo que representaban los impuestos, for-
local», la «industria doméstica» y, finalmente, la manufactura di-
maban otras nuevas fuentes de riqueza que hicieron posible la
rigida por un empresario independiente. De esta manera, se herma-
«cultura del Renacimiento».
naron el capital mercantil, nacido de modo usurario y rapaz, y la
No se puede discutir que estos caminos y métodos, no precisa-
explotación de la fuerza de trabajo proletaria más desvergonzada
mente honorables, de formación del capital constituyeran el camino
que conoce la Historia: la manufacturera. La relativa ascesis y roo-
más corto para llegar a la meta. Pero este camino y estos métodos
3
Cf. MEW, 23, apartado sobre la acumulación originaria, págs. 741-791.
2 H. PIRENNE: Historia social y económica de Europa en la Edad 1Vfedia
' Ibídem, pág. 715.
(Sozial-und Wirtschaftsgeschichte Europas ím JHittelalter), Berna, 1947.

191
190
ralidad de la burguesía manufacturera no se derivaba en modo al-
guno de hecho de que los miembros de esta burguesía, en contra- más que de un modo mucho más inseguro, no puede ya desde lue-
posición a los de las clases trabajadoras, representasen un estrato gp, sobre la base de una riqueza social que se ha desarrollado po-
humano selecto adornado de cualidades especiales de disciplina derosamente entre tanto, proceder de la forma que correspondía a la
moral, sino del hecho lapidario de que la empresa que desarrolló pura acumulación originaria. Teniendo en cuenta las luchas, a mu-
la manufactura, como consecuencia de su origen en el estamento chos niveles, de la clase obrera por sus derechos más primitivos,
magistral profesional, era pobre en capital y seguía por eso y tenía y teniendo en cuenta los peligros que la amenazan por esta parte
que seguir forzosamente la coacción «tecnológica» objetiva, com- en el futuro-y estos peligros se harán tanto mayores cuanto más
prensible por lo que se refiere a este estado de cosas. democrática y con más éxito se configure la so¡::iedad comunista
Si se divide esquemáticamente el desarrollo de la sociedad capi- del Este-, tiene que hacer ciertas concesiones. Mas el permanente
talista desde la Revolución industrial, es decir, desde comienzos del y vergonzoso debate en torno a la manera como ha de soportar
siglo XIX, en tres épocas, el principio que puede subsumirse bajo estas concesiones, p. ej., la codeterminación, demuestra cuán difícil
el concepto de coacción tecnológica objetiva resulta adecuado para le resultará. La discrepancia entre esa posibilidad a que se ha lle-
la primera época, para la de la acumulación originaria del moderno gado de transformar la sociedad en favor del hombre con avuda de
capitalismo industrial y es todavía quizá comprensible históri- la tecnología· moderna y la forma efectiva de racionalidad tecno-
camente por lo que se refiere a la segunda, teniendo en cuenta el lógica manipu]ada en el sentido de un mantenimiento de los inte-
hecho de que esta sociedad no había llegado aún a la plenitud y, reses burgueses de clase, demuestra que las convicciones propias
en cuanto sociedad de clases, seguía siendo tanto una sociedad ex- de la «acumulación originaria» siguen dominando todavía la acti-
plotadora como esclavizadora del hombre en lo individual (huma- tud de la clase burguesa.
namente depauperizadora, dice Marx); por el contrario, por lo que Resumamos. La «coacción tecnológica objetiva», en cuanto se
se refiere a la tercera época del capitalismo tardío, ha de conside- entiende a sí misma como forma técnico-científica de un movimiento
rarse como la mera emanación resultante de un somet11111ento hacia adelante del proceso tecnológico con relevancia casi de ley
del hombre a esa maximalización del beneficio, que es algo esta- natural, puede definirse ahora ya, prescindiendo de las tendencias
blecido y querido y, por consiguiente, en modo alguno inevitable. encubridoras que lleva adheridas, como el camino más corto con-
Al establecerse otras metas (lo cual supone un cambio de la cebible, recorrido con medios técnicos, para la explotación de la
sociedad), no solo es posible una mejor atención económica de fuerza de trabajo proletaria y para la maximalización del beneficio.
las masas-ordenación con sentido del rango de necesidades, con Si en la época de la «acumulación originaria» esta coacción objetiva
una simultánea, más rica y más barata satisfacción de estas nece- ha sido en general el camino más corto e inevitable para conseguir
sidades por medio de una técnica dirigida y reestructurada a su ser- la mayor maximalización del beneficio, en el capitalismo desarrollado
vicio-, sino así mismo una dirección social de la cultura y de la representa un puro medio de opresión de clase, aunque en un
formación del hombre para su disfrute (erotización tanto de la ac- plano de desarrollo, con mucho, más elevado, y velado por eso
tividad como del ocio). La coacción tecnológica objetiva, que era tras ciertas concesiones forzadas.
dominante en la forma que poseía hasta ahora, queda deshecha y En cuanto ideología, el concepto de «coacción tecnológica ob-
resulta ser pura ideología burguesa. De acuerdo con un intencio- jetív8.», a causa de un contenido enunciativo que encubre tras un
nado establecimiento de metas, el principio de la acumulación ori- velo el fondo social antagonista, es irracional; pero, al mismo tiem-
ginaria, es decir, del sometimiento y explotación sin miramientos po, en relación con el hecho de su situación al servicio de la ma-
de los trabajadores, sigue manteniéndose todavía en la tercera ximalización del beneficio, es racional. Esta dialéctica de irracionalidad
fase del moderno capitalismo industrial. La burguesía, que en esta y racionalidad del concepto de coacción tecnológica objetiva es
fase se ha hecho inactiva y parásita, escondiéndose tras el estamento algo que corresponde plenamente y por entero al hecho de tratarse
gerencial y no pudiendo mantener sin este su posición de dominio de una ideología tecnológica, es decir, de una ideología que se
mueve en el plano del fetichismo reificado.
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mismo tiempo el camino de una transformación del dcmiaio de
Si se tiene presente el fundamento económico de un futuro pro-
una materia tecnológicamente organizada sobre el hombre en do-
ceso de liberación del hombre, con una rigurosa distinción entre
minio del hombre sobre la materia, con lo que el dominio, en
ganancia, que indica la rentabilidad de la empresa, y que, por eso,
general, se hace superfluo. En comparación con esta últi...rna fase,
sigue siendo esencial al principio como nota de una razonable pro-
todo el desarrollo seguido hasta ahora por la tecnología y su pro-
ducción de bienes, y beneficio, que con su apetencia «natural» de blemática puede entenderse en sentido pleno, es decir, que sitúa
maximalización sigue los intereses condicionados por la clase, h:;in cada una de las fases en una relación dialéctica y es, por tanto, siem-
de contraponerse entre sí dos fases, en una previsión hipotética. pre: relativo. Constituye, pues, una forma de acumulación origi-
En la primera, el cálculo de la rentabilidad de las empresas, que naria. Por eso Marx la ha adscrito a la «prehistoria» del género
se rige por las necesidades reales (y que han de ser investigadas en
humano.
cuanto tales), introducirá un cierto límite en la orientación de la pro-
ducción hacia estas necesidades. En la segunda, fase de la más
amplia automatización, las necesidades humanas (es decir, económi-
cas y culturales), que en su conjunto pueden definirse como «eró-
ticas», y dentro de cuyo ámbito jugarán también un gran papel
actividades libres de represión que al mismo tiempo habrán de ser
útiles socialmente en múltiples sentidos, determinarán predominan-
temente en todos los casos las metas de la producción sin tener en
cuenta la rentabilidad. Con la satisfacción material más amplia,
hecha posible de esta manera, y tanto con la libertad de ocupación
como con la configuración de la vida que va unidad a ella, se
produce ese estado que puede describirse como desmaterialización.
En este estado, el proceso tecnológico mismo pierde la aparien-
cia de coacción objetiva ya que, mediante una ininterrumpida adapta-
ción a las necesidades extratécnícas que lo dirigen (y que hoy, bajo
una forma ideológicamente velada, se hallan vinculadas al beneficio),
se verá obligado a regirse por una satisfacción de necesidades cons-
cientemente racionalizada y sometida a una razón humanista.
Erotización del eros, esta es la expresión más inmediata de la
desmaterialización como negación del avasallamiento del individuo
por unas necesidades reificadas, la negación del dominio de la cosa
material sobre la vida y el quehacer del hombre, en lugar del do-
minio de la vida y el quehacer libremente querido sobre la cosa
material. Si la expresión más inmediata de la materialización, tal
y como se vio llevada al extremo en la sociedad de clases, es la
desmaterialización del eros, la expresión más inmediata de la des-
materialización es la erotización de la cultura, erotízación de la que
forma parte una ocupación libre y no enajenada.
El camino que va, dentro del proceso tecnológico moderno,
desde la primera fase de la acumulación originaria tecnológica,
a la última fase del mismo, completamente socialista, es al

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1V'M3:N3:D 3:JIGNI
INDICE GENERAL

PALABRAS DE GRATITUD ... ...... Pág. 11


PROPEDÉUTICA .. . . . . . . . 13
CAP. 1.-(0NCEPTUACIÓN FILOSÓFICA Y SOCIOLÓGICA 27
2.-lNTELIGENCIA, BUROCRACIA Y MINORÍA SELECTA EN LA «SOCIEDAD
TECNOLÓGICA» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
3.-LA IMAGEN IDEOLÓGICA DE CONJUNTO DE LA SOCIEDAD TECNO-
LÓGICA. ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 78
4.-EL PROBLEMA DE LA RACIONALIDAD TECNOLÓGICA . . . . . . 92
I. La ideología burguesa nihilista de la tecnología 92
II. La ideología marYista nihilista de la tecnología . . . 139
5.-ACUMULACIÓN ORIGINARIA Y COACCIÓN TECNOLÓGICA OBJETIVA 186

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