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ESCUELA DE LETRAS
INTRODUCCIÓN
Los años sesenta de Estados Unidos propiciaron un marco ideal para el surgimiento
de la generación beat reconocida mundialmente por su verso libre, arte con un componente
crítico de la sociedad, de la época; la escritura al ritmo de jazz y del rock, la juventud
maginada que cobra preponderancia y se conforma como autónoma.
Entre los beats argentinos se encuentra Marcelo Fox. Difícil encasillarlo o intentar
clasificar su literatura por el contenido malicioso e inmundo, por momentos, que configuran
su obra. Entre sus textos, Invitación a la masacre será el foco de interés para este trabajo,
porque allí se ve, claramente, la influencia de los poetas malditos del siglo XIX. La obra es
la constitución de Marcelo Fox como un poeta maldito del siglo XX.
Es necesario saber qué hechos históricos dieron el pie para nuevas formas de
creación literaria. Giovanni Martín estudia a la generación Beat en uno de sus trabajos y
comenta sobre la época: « Era la década del 50 y en Nueva York las cosas no estaban muy
bien. La depresión económica, la segunda guerra mundial y la amenaza de la bomba
atómica no hacían otra cosa que desesperar a la gente» (2009, p. 2). Generalmente, los
momentos de tensión a nivel político y social desprenden ideas y formas de rebelión que
suelen ser artísticas, debido al poder de manifestación que tiene el arte. Además, el arte
inspira a la catarsis, la liberación y la construcción de cosas nuevas.
Martín afirma: «Un grupo de amigos escritores que compartían su amor por la
prosa y la poesía, una interesante visión de la cultura y varias ideas nada convencionales
comenzaron a generar un nuevo movimiento literario que revolucionó la escena bohemia
norteamericana de fines de los cincuenta y principio de los sesenta» (2009, p. 2) y agrega
que este grupo de jóvenes era: «Caracterizado por su visión cruda y ácida de la terrible
realidad que los rodeaba» (2009, p. 2). Esas características iban aparejadas con ese contexto
sociohistórico particular. Manuel Brito indica que: « Fue especialmente en la última parte
de los años cincuenta cuando los sociólogos advierten de una nueva situación donde la
juventud desarrolla un papel preponderante» (2014, p. 44). La creatividad en la literatura y
la pintura fue el espacio en donde los jóvenes se encontraron más a gusto para trabajar.
Los años cincuenta fueron la antesala para la explosión cultural de los sesenta.
Aquello «Desembocó en la rebelión de la juventud del baby boom ante las convenciones de
una sociedad rígida, paralizada por el terror a la guerra fría, pacata, materialista y
alienante» (Duval, 2013, p. 15). La búsqueda de nuevos preceptos, romper con la estructura
demagógica y el clima alienante de una época que había vivido la Guerra Mundial fueron
temas claves para el surgimiento de esta generación.
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El influjo de ideas no abarcó a un pequeño grupo, sino que «Se dieron cuenta que
toda la sociedad estaba hundida del mismo modo, ocurría entonces nombrar no a un par de
pobres diablos sino a toda una generación abatida y derrotada. La llamaron `The Beat
Generation´» (Giovanni, 2009, p. 2). Más conocida como la Generación Beat en los países
hispanohablantes. El término hace referencia a la expresión beaten down, que podría
traducirse como «derrotado», entre otras acepciones.
Brito opina que los jóvenes tuvieron problemas, trabas, inconvenientes con el curso
de sus vidas que se originaron debido a la segunda Guerra Mundial y agrega que esas
frustraciones «derivaron en una marginación y divorcio de esa juventud con respecto a la
generación adulta, ya que ésta no se había preocupado de investigar las verdades interiores
del yo» (2014, p. 40). Lo interesante es que esa juventud que se emancipa pasa a cobrar
preponderancia en los focos culturales. Cuestiona las verdades dadas e indaga en nuevos
horizontes.
La generación Beat formó parte de una acción más individualista por parte de los
jóvenes en contra de una sociedad de masas o, mejor dicho, «fue una muestra más de la
búsqueda de una identidad propia a la que se habían lanzado los artistas de la generación
más joven» (Brito, 2014, p. 44). El contexto instó a este tipo de revelación enérgica que
exploró alternativas literarias.
Uno de los recursos para hacer eco de su arte era el verso libre. Brito comenta que:
«El uso de la prosa espontánea una sintaxis coloquialmente activa y un ritmo en
consonancia con la respiración física (muy relacionada con el ritmo del jazz)» (2014, p. 45)
los diferenciaron a nivel artístico y fueron claves a la hora de crear. Pero, «sobre todo,
plasmando en sus temas y narraciones sus vivencias experimentadas directamente y con
gran intensidad» (2014, p.45). Las andanzas, el frenesí y experiencias relacionadas con
drogas y alcohol forjaron una generación de rebeldes en contra de la moralidad, las
costumbres y las tradiciones tan respetadas por la sociedad estadounidense de esa época.
2) En segundo lugar, se puede originar en el jazz, que se suele ejecutar mediante una
serie de golpes, «beats» para llevar el ritmo.
3) Y, por último, de acuerdo con Jack Kerouac, se puede tomar como un derivado de
los términos «beatific» o «beautitude», haciendo referencia al estado de éxtasis que se
lograba mediante el uso de drogas o la práctica zen (2014, p. 45).
Jordi Costa afirma que: «La revolución beat fue, en definitiva, una revolución del
pensamiento, cuyo campo de batalla eran las mentes adormecidas por una sociedad
capitalista que debían ser despertadas de su letargo» (2014, p. 2). El consumismo había
convertido al individuo en una pieza más de las masas. Esta generación llegó para sacudir
los cerebros dormidos y liberar al hombre de su prisión. Además se puede resaltar que «La
figura del perdedor pasaría a formar parte de esa mitología beat hecha de anti-mitos, de
marginados, de vagabundos, de seres sin rumbo ni origen» (Costa, 2014, p. 3). Esos
antihéroes, marginados se configuran como los nuevos protagonistas sin cambiar esa
esencia.
La Argentina tuvo su generación Beat al mismo tiempo que ésta se gestó en Estados
Unidos. Para poder entender por qué un fenómeno como ese tuvo lugar en un país que tenía
otro tipo de realidad es necesario indagar en el contexto.
En el año 1955 fue derrocado el Presidente Juan Domingo Perón por las Fuerzas
Armadas. Se estableció, entonces, la Revolución Libertadora en manos del General
Eduardo Lonardi, reemplazado por Pedro Aramburu, quien quedó como Presidente.
Se convoca a elecciones en el año 1958 y toma el poder Arturo Frondizi hasta el año
1962. Fue un gobierno con una preponderancia militar que intervenía en hechos sociales y
políticos tales como las huelgas o la toma de decisiones.
Illia fue derrocado por un levantamiento militar que nombró como presidente a Juan
Carlos Onganía en la denominada Revolución Argentina. Este sistema duró hasta el año
1973 donde retorna el peronismo. Vuelto del exilio Perón y, luego de su fallecimiento,
sucedido por su esposa María Estela Martínez de Perón.
Entre los años 1963 y 1969 aparecen dos revistas en Argentina con un contenido
cultural particular, las voces de los beats. Esas revistas son Opium y Sunda. Rafael
Cippolini opina que se parecen o acercan a Kerouac, Ginsberg, Corso o Snyder y comenta:
«Su sintaxis es ritmo, pulso, respiración agitada, improvisación, ruido, es otra música. Hay
jazz, blues, pero también tango, bossa nova y bolero. Y el inevitable rock» (2016, pp. 9-10).
Los beats argentinos importaron la cultura beat norteamericana y la tiñeron con un estilo
local.
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Oscar Terán, en un libro en el que habla de esta década y estudia la juventud, dice:
Eran jóvenes disconformes que cuentan lo que les pasa, el lenguaje que utilizaban
era el conversacional e integraban espontaneidad al acto de la escritura. Eran métodos
novedosos para esa época. Federico Barea señala que: «Diagramar, editar, vender de mano
en mano, salir por los bares a canjear ejemplares fueron prácticas que empezaron en ese
momento» (2016, p. 19). Los beats porteños fueron quienes fundaron la primera editorial
autogestiva del país Sunda B.A.
Para Barea el gobierno de Illia propició un oasis creativo que los beats supieron
capitalizar en el bar El Moderno. Y comenta que allí: «Intercambiaban revistas, textos,
conformando una pequeña red subterránea, literaria, pseudoclandestina por su
marginalidad» (2016, p. 20). En esas revistas expresaron sus manifiestos, eran su forma de
existir. Las dos revistas eran Opium y Sunda. En Opium encontramos textos de Nestor
Sánchez, Mario Gómez, Gustavo Trigo, Vicky Rabín, José Peroni y en Sunda, textos de
Enrique Molina, Poni Micharvegas, Diana Machiavello, entre otros.
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UN BEAT MALDITO
Uno de los beats más difíciles de encasillar es Marcelo Fox, quien publicó un
escrito en Opium, pero poco se sabe de su vida. Nació en el año 1942 y falleció en 1972.
Publicó Invitación a la masacre (1965) y Señal de fuego (1968), entre algunos poemas o
cuentos que se fueron copilando por medio de las revistas donde aparecían.
Para llegar a conocer a Fox es interesante la descripción que hacen sobre él tres
contemporáneos que lo conocieron, cuyos testimonios se encuentran en el blog `Golosina
Canibal´. Yoel Novoa cuenta: « Lo conocí como “el gordo Fox” y lo leí cuando Opium lo
incluía en sus ediciones. Creo que jamás crucé una palabra con él, pero éramos ingredientes
de una misma sopa». En los bares y las fiestas de ese momento, coincidían, como se
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En cuanto a su estilo de vida, provenía de una familia de clase media, nunca le faltó
dinero, pero era una persona muy descuidada. Micharvegas describe su habitación de esta
forma:
Por último, les llega la noticia de su suicidio, Micharvegas dice: «Fox se habría
arrojado a las vías del tren. Otros aseptaron como más que posible la versión del asidente,
del tropieso de ese gran talento literario, enfrascado más en si mismo que en la realidad
vertiginosa que se yevó por delante». Su muerte fue de muy joven y algunos escritores que
lo conocieron hablaron de obras suyas que no habían sido publicadas pero que habían leído.
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Se conserva la misma escritura de Martín `Poni´ Micharvegas, por eso las erratas.
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Hoy día se destaca como la más importante Invitación a la masacre, también es la más
conocida. Marcelo Fox es un escritor olvidado, poco se sabe sobre su vida y obra y poco se
ha escrito al respecto.
No por favor. No aparten las miradas de estas líneas porque las crean escritas
por un degenerado. Concedan unos minutos de tregua al odio y ellas les explicarán la
verdad aunque yo ya no exista. Entonces me salvaré a través de sus conciencias. La
muerte sería más soportable sabiendo que voy a ser rescatado a posteriori. Nunca nadie
las leerá. Estoy condenado. Pero quizá. Escribo (Fox, 1965, p. 3).
Remontarse a los antecedentes del malditismo o al primer poeta maldito puede ser
una tarea difícil. Si bien Francia aparece como el país que gesta a estos poetas, hablar de
fechas es más complicado. En un trabajo conjunto de Diego Giraldo, Diego González,
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Lucas Arteaga, ellos dicen que buscar los inicios del malditismo es: «Remontarse al siglo
XV, a un poeta frenético, desordenado pero brillante. Nos referimos a François Villon, al
parecer nacido en 1461, desterrado por el parlamento francés en 1493» (2008, p. 179). Su
vida estuvo plagada de trifulcas, robos, acusaciones y estuvo varias veces en la cárcel, pudo
salir por sus capacidades intelectuales. Según estos autores: «La vida y la obra de François
de Montcorbier, François Villon, es reconocida por los poetas simbolistas como el
antecedente docto de la poesía maldita» (2008, p. 180). Por ende, el malditismo no surge,
como muchos piensan, en el siglo XIX. Sino que se remonta a varios siglos anteriores.
Los poetas malditos del diecinueve tienen un precursor que los nombra y les da
identidad. Jesus Ros del Moral dice: «El punto de arranque y primera acuñación de poètes
maudits se debe a Verlaine, que la crítica aplicó en lo sucesivo a los poetas que entraban en
la línea trazada por él mismo en su ensayo» (1985, p. 50). Verlaine inaugura estrictamente
lo que hoy conocemos como poetas malditos y de allí derivan otros poetas como Arthur
Rimbaud, Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé, entre otros.
La poesía maldita surge para reflejar una realidad, «Una verdad menos romántica y
más gótica, una verdad de suburbio, triste y sombría, una verdad moderna que se las
arreglaba con el nuevo modelo social naciente: el orden capitalista» (AAVV, 2008, p. 180).
Estos escritores, en su mayoría parisinos, se vieron decepcionados por los cambios que se
llevaron a cabo, por ejemplo, por Haussmann, en donde se dejó atrás todo lo rústico de
París y se dio paso a las remodelaciones más modernas y capitalistas que se conservan, en
gran medida, hasta nuestros días.
Los poetas malditos no formaron una escuela, Ros del Moral dice: «No nos
hallamos ante un movimiento con sus características peculiares de grupo literario; no hay
esquemas propios ni manifiesto del conjunto como tal, y lo que es más, muchos de ellos ni
llegaron a conocerse» (1985, p. 50). La historia los acuñó a todos bajo el mismo título y sus
escritos lo confirmaron, pero ellos no eran un grupo unido que practicaba el malditismo de
una forma consiente y queriendo implementar reglas o recursos literarios específicos. Ellos
compartían fines en común. «La obra de los malditos representa un elemento adverso, es
decir una contraparte que se resiste y procura desmantelar los criterios morales de una
época» (AAVV, 2008, p. 182). Su propio resquemor ante los cambios culturales, sociales y
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políticos los llevó a tener una lucha de fondo en común, un descontento que los identificó.
Pero como se dijo anteriormente: «No tienen conciencia de grupo ni preocupación por
formar escuela. Viven al día y sienten un desmesurado hastío, una viva repulsión por todo
lo que significa conformismo y tradición» (Ros del Moral, 2008, p. 56). Escritores que
rompen con los esquemas preestablecidos.
excluye de toda masificación posible. Él es un beat, pero por una cuestión más
generacional. Su esencia como escritor es de maldito.
Una de las posibles explicaciones es como opina Karl Rosenkranz: «De modo
enfermizo, cuando una época está física y moralmente corrupta, le falta la fuerza para
concebir lo bello auténtico pero simple, y desea disfrutar de las delicias de la frívola
corrupción» (1992, p. 93). Es por eso que en la corrupción misma de la década de los
sesenta, Fox escribe cosas como: «La Muerte es la Vida. El Sufrimiento es el Gozo. El
Odio es el Amor» (1965, p. 12). Como pasa con los poetas malditos, se canta a la muerte, el
sufrimiento, el odio porque son constantes en sus vidas. Con lo cual, «una época tal ama las
sensaciones mixtas que tienen como contenido una contradicción» (Rosenkranz, 1992, p.
93) y los valores se trastocan a sus contrarios, como el sufrimiento en gozo o la muerte en
vida. Y el poeta maldito tiene conciencia de ello.
En el mundo que pareciera al revés el poeta maldito exalta: «Solo son bellas las
estatuas rotas. Las paredes descascaradas. Los rostros horadados por la lepra» (1965, p. 12).
Porque los valores están opuestos, lo bello pierde su naturalidad y se exalta como bello lo
que en otro momento es feo. Según Rosenkranz: «Pero lo complicado, lo contradictorio, lo
anfibológico, y, por lo tanto, también lo criminal, lo extraño, lo delirante, es interesante»
(1992, p. 139). Otro de los temas tan familiarizados con los escritores malditos es el
infierno, lo satánico. O las tantas alusiones a la muerte. La apreciación de algo estético en
la muerte: «Qué hermosa es la muerte» (1965, p. 12). Las loas a la muerte son un tema
común que tiene que ver con la sintonía de la generación que se muere, decae y se destruye.
Para Rosenkraz:
egoísmo, que manifiesta su locura en los gestos pérfidos y frívolos, en las cicatrices de
la pasión, en la mirada torva del ojo, en el crimen (1992, p. 53).
Una vez que el escritor maldito sale del mundo del bien dice: «Con que ya me era
imposible volver a insertarme en el mundo» (1965, p. 36). Se va para no volver y se separa
del resto de la multitud y asume un lugar de superioridad. «Solo yo existo. Ustedes no son
más que sombras de sombras de mi fulgor. Soy el Sol» (1965, p. 49). Desde ese lugar de
Dios, apolíneo, exalta: «Me río de Pensar lo que pasaría si vieran los hilos que los unen a
mis manos y se dieran cuenta de que no son sino títeres a merced de ellas. Si les mostrara
los textos de lo que van a decir al segundo siguiente. Todo lo sé. Todo lo abarco. El poder
que detento es sin fronteras» (1965, p. 49). El poeta empoderado, el escritor maldito se
compara a un dios y asume a la sociedad como meros actores de una obra que él dirige,
porque ellos no tienen la posibilidad de ver la realidad que él sí. Entonces relata lo que ve:
«Veo al hombre como un absurdo porque el hombre ha perdido su sentido. Su razón de ser
que era ser la forma superior de la materia en el planeta Tierra. El futuro ya no es de él. Es
de la máquina y sus sucesores» (1965, p. 60). El avance de las ciencias, del capitalismo y
de los próximos posibles gobiernos militares hace que Fox plantee, en su ficción, una
mirada objetiva de las cosas. Se pregunta por el futuro: «Cuándo reventará el mundo y
seremos felices. Muertos. Sólo en la Muerte está la perfección. El acabamiento. Ella es la
Oscuridad que nos llama para salvarnos de los garfios de la oscuridad» (1965, p. 81). Y se
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reivindica como un maldito al creer que la salvación está en la muerte misma, como lo
vieron algunos otros poetas.
Luego, se enraiza diciend: «Soy mayor que Satán» (1965, p. 81), él se apodera de
todos los reinos, el del bien y el del mal, parte de los dominios de Satán. Y por último,
«Qué saben de esta oscura luz. Del placer de sentir las bocas de los bichos carcomiendo
despacio los nervios. Los tendones. La médula. Qué saben del infierno y sus goces. De la
hermosura del Mal y los sutiles ritos de la Peste» (1965, p. 82). En donde se consagra,
definitivamente como el amo y dueño de todos los males, quizás el escritor más maldito de
todos.
CONCLUSIÓN
Para finalizar el trabajo se deben tener en cuenta ciertos factores que prueban lo
estudiado. Entre ellos, saber que la generación beat surge en Estados Unidos y tiene mucha
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De los beats argentinos la atención del trabajo se centró en Marcelo Fox por ser un
escritor olvidado y por ser quien más influjo tuvo de los escritores malditos al punto de
querer consagrarse él como uno de ellos en Invitación a la masacre.
Entre sus cuentos, poesías y su obra Señal de fuego también puede verse, quizás con
menos preponderancia, los factores que lo van constituyendo como un maldito. Escribió
más textos pero no han aparecido hasta el día de hoy.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
16
Barea, F. (2016), Argentina Beat: Derivas literarias de Opium y Sunda, Prólogo de Rafael
Cippolini, Buenos Aires: Caja Negra.
Giraldo D., González D., Arteaga L. (2008), Los poetas malditos, una subversión a la moral
del siglo XIX, Medellín: Fundación Universitaria Luis Amigó, pp. 177-189.
Martín, G. (2009), Movimiento Beat: Sonidos desesperados, ecos del aullido que quedaron
en el camino, XXI Congreso de Investigación, Centro Universitario México A.C,
pp. 1-11.
Ros del Moral, J. (1985), Los «Poetas malditos» de lo subjetivo a lo concreto, Universidad
de Murcia, Anales de filología francesa, nº1, pp. 49-68.