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Los Dossiers de
NUTRICIÓN Y BIENESTAR
LOS NUEVOS TRATAMIENTOS NATURALES VALIDADOS POR LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Dr Jean-Paul Curtay Nº 45 SEPTIEMBRE 2017 S A L U D NUTRICIÓN BIENESTAR
FLORA INTESTINAL
las primeras consultas de nutriterapia
(curar mediante la alimentación) en Eu-
ropa y ha formado a más de 6.000 mé-
dicos en universidades de todo el mundo
(Bruselas, Lisboa, París, Viena…).
El Dr. Curtay es presidente del Green-
Cómo “cultivar” el órgano
que evita decenas de
health, un movimiento internacional
que persigue promover la salud (especial-
mente a través de la alimentación y el me-
enfermedades
dioambiente), miembro de la Academia
de Ciencias de Nueva York y forma parte
del equipo editorial de la revista Journal
of Nutritional and Environmental Medi-
cine, de la British Society for Ecological
Medicine (BSEM). Trabaja para difundir
la terapia nutricional, para introducir la
educación sobre nutrición en las escuelas
y con agricultores y la industria alimenta-
ria para evolucionar hacia productos más
saludables.
Por Jean-Paul Curtay
También es autor y coautor de nume-
rosos libros sobre salud y nutrición (por Pesa dos kilos de media en las personas adultas. Influye
ejemplo, La nueva guía de las vitaminas, en nuestro apetito, en el peso, en el estado inflamatorio,
prologada por el premio Nobel de Medi-
cina Jean Dausset, o la Guía familiar de en la velocidad a la que se envejece, en nuestra salud y
los alimentos que curan, entre otros). en el estado de ánimo. Es capaz de predecir las enfer-
Ha estudiado a fondo la alimentación y
el modo de vida que han hecho que los
medades que vamos a desarrollar… y favorecer (o, por
ancianos de Okinawa gocen de la mayor el contrario, combatir) estas mismas enfermedades. ¿De
longevidad del mundo y las ha adaptado
a nuestras costumbres occidentales.
qué estamos hablando? Se trata de miles de millones de
El Dr. Curtay es una auténtica “en- bacterias que viven en el cuerpo y, entre todas estas bac-
ciclopedia viviente” sobre salud natural, terias, las que han elegido establecerse en los intestinos
pero además una de sus mayores cuali-
dades es la pedagogía, el arte de transmitir desempeñan un papel fundamental. Un papel cuya in-
su saber de manera clara y práctica. fluencia determinante empieza ahora a medir la ciencia.
Lleva 35 años formando a otros profe-
sionales de la salud, introduciendo la
A las colonias de bacterias del colon se les llama micro-
educación nutricional en las escuelas y biota o flora intestinal.
promoviendo que los agricultores y la
industria agroalimentaria evolucionen
hacia productos que incorporen los
En este número de Los Dossiers de Salud, Nutrición y
conceptos de bienestar y salud. Bienestar el Dr. Curtay desentraña sus orígenes, su me-
Vive en el bosque de Fontainebleau y es canismo y, sobre todo, la increíble amplitud de su in-
padre de dos hijos a quienes ha trasladado
su amor hacia la naturaleza, el deporte, la fluencia... y le explica cómo cultivarla para que esté de
lectura, el arte, los conciertos, los viajes y su lado, del lado de su salud, en vez de jugarle malas pa-
la fotografía. De hecho, también es autor
de libros de otras áreas distintas a la salud, sadas. ¡Conviértase en el jardinero de su flora intestinal!
como poesía, educación o música.
V. RELACIÓN ENTRE LOS ALIMENTOS QUE DETERMINAN LA FLORA INTESTINAL Y LAS GRANDES
ENFERMEDADES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
La medicina está teniendo conocimiento en estos momentos de varios hechos revolucionarios: está to-
mando conciencia de forma exponencialmente creciente del impacto de la contaminación sobre la salud;
está haciendo descubrimientos esenciales sobre los mecanismos del envejecimiento que se encuentran de-
trás de todas las enfermedades degenerativas (cardiovasculares, cáncer, patologías autoinmunes, alzhéimer,
párkinson...); está tomando conciencia del hecho de que el sueño es un elemento clave de las operaciones
de mantenimiento de todos los órganos; está aumentando el interés por la epigenética, que permite al
entorno cambiar por completo la expresión de los genes…
Una de estas revoluciones es también, sin lugar a dudas, la consideración del papel fundamental de la
flora digestiva en la salud.
El desequilibrio de esta flora, llamado disbiosis, aparece implicado en la aparición de numerosas enferme-
dades: colopatía, patologías inflamatorias digestivas, sobrepeso, diabetes, enfermedades cardiovasculares...
e incluso la enfermedad de Parkinson y trastornos psiquiátricos.
Le propongo que descubramos juntos esta flora, sus alteraciones, las consecuencias de éstas y, sobre todo,
la forma de evitarlas y de corregirlas.
Eso supone aproximadamente 10 veces el número de nuestras células, y todas las bacterias alojadas en
el cuerpo pesan cerca de dos kilos (por tener un elemento de comparación, recuerde que el cerebro sólo
pesa un kilo y medio).
Pueden identificarse varios miles de especies de bacterias en este mundo interior cuya importancia hemos
subestimado durante mucho tiempo.
Sus genes, que contienen una información capaz de dirigir operaciones bioquímicas de todo tipo, son,
respecto a la diversidad total encontrada en los seres humanos del planeta, alrededor de 150 veces más
numerosos que los genes de nuestras propias células, lo que nos lleva a varios millones de genes. Pero cada
uno de nosotros sólo lleva una parte de estas especies bacterianas. Aproximadamente 160 de ellas (de un
10 a un 50%) se encuentran en nuestro interior, lo que hace que cada uno de nosotros, que existe gracias
a los 23.000 genes heredados del óvulo y el espermatozoide que han permitido nuestra concepción, sea
portador, además, de una fábrica bioquímica increíblemente más rica aún: de 500 a 800.000 genes, es
decir, de 25 a 40 veces nuestro genoma.
El metagenoma, que es el nombre que recibe el conjunto de genes de las bacterias que viven en nosotros, es
infinitamente más rico que nuestro propio genoma. Amplios estudios sobre miles de heces procedentes de los
cinco continentes, como Meta HIT o el Human Microbiome Project, han permitido describir tres enterotipos
humanos independientes del entorno, del sexo y de la edad centrados en las aproximadamente 160 especies
de microorganismos dominantes e incrementados con gérmenes subdominantes y otras bacterias “de paso”.
Lo que mejor explica las diferencias entre estos tres perfiles es la alimentación, tal como vamos a ver de
forma más detallada.
Pero hay otros factores que afectan también a la composición de las verdaderas colonias de poblaciones
bacterianas que viven en el tubo digestivo, en particular:
Nos permiten digerir glúcidos complejos y fibras que el estómago y el páncreas no son capaces de digerir,
lo que contribuye así a proporcionarnos los aportes energéticos que recibimos. También nos regulan el
apetito enviando, en función de los aportes que recibimos, una señal al cerebro que se llama propionato,
y este mismo propionato influye en la velocidad del vaciado gástrico.
Al comer, para saciarse y dar tiempo a que los alimentos sean digeridos, el estómago cierra su extremo
distal, que lo une al duodeno, con un esfínter: el píloro (cuando se está estresado, éste permanece dema-
siado tiempo cerrado y el estómago se encuentra lleno de forma anormal durante mucho tiempo, por eso
a veces en situación de estrés se es incapaz de probar bocado).
Gracias a este cierre, los alimentos son hidratados y giran como en una lavadora con el ácido clorhídrico
que los esteriliza y las enzimas que los dividen en moléculas más pequeñas en este ambiente ácido.
Cuando la digestión está suficientemente avanzada, el píloro se abre y autoriza a que pasen chorros de
bolo alimenticio hacia el duodeno, donde las secreciones biliares y pancreáticas neutralizan la acidez para
dar comienzo a una segunda fase de la digestión, que se produce en un ambiente alcalino.
A continuación viene la absorción (el paso desde el tubo digestivo a la sangre) de los alimentos digeridos
en pequeñas moléculas: glucosa, ácidos grasos, aminoácidos… Si la apertura del píloro es demasiado
rápida, entran alimentos que no están suficientemente digeridos y aumenta la velocidad de absorción de
la glucosa, lo que incrementa también la glucemia.
Por lo tanto, una buena flora que segrega la cantidad correcta de propionato contribuye a su vez a un
apetito adecuado y a la reducción de riesgos de intolerancia a la glucosa. Se trata de un mecanismo por el
que una disbiosis puede contribuir al sobrepeso y al riesgo de diabetes.
Los investigadores describen lo que llaman un “efecto de segunda comida”. Si tenemos una alimentación
pobre en fibras que no beneficia a la flora intestinal o, peor aún, rica en azúcares de absorción rápida,
grasas saturadas y proteínas animales que benefician a las bacterias patógenas, la tolerancia a la glucosa en
la comida siguiente va a ser peor (además de causar un efecto inflamatorio posprandial, es decir, en las
horas siguientes a la ingesta de alimento).
Las bacterias del colon también segregan otras moléculas, como el ácido butírico, que es un carburante. Este
ácido nutre las células que forman la pared del colon (los colonocitos), al darles una energía indispensable para
el mantenimiento y su buen funcionamiento (por ejemplo, como barrera opuesta a las bacterias, las endo-
toxinas, los contaminantes, los alimentos no suficientemente digeridos que no deben pasar a la sangre...). Si
esta barrera no desempeña bien su papel de frontera selectiva, se producen entradas indeseables que pueden
provocar inflamación general, intolerancias alimentarias e incluso modificaciones del funcionamiento cerebral.
El ácido butírico también es un agente antiinflamatorio capaz de contribuir a la reducción del riesgo de
colopatía y enfermedad de Crohn (inflamación crónica de origen no bien conocido que afecta al intestino
delgado en su porción terminal, antes de la unión con el colon ascendente), así como un protector contra
el riesgo de cáncer de colon.
Entre las demás moléculas que produce nuestra superfábrica bacteriana, tenemos el acetato, que es tam-
bién un sustrato energético para los colonocitos.
La microbiota contribuye también a la síntesis de vitaminas, sobre todo de la vitamina K, que no sólo
es un factor imprescindible para la coagulación sanguínea, sino que también juega un importante papel
antiinflamatorio, de protección cardiovascular y general. Un buen nivel de vitamina K está asociado a una
reducción significativa de la mortalidad por todo tipo de causas.
La pared del colon alberga también numerosas células implicadas en la inmunidad, cuyas actividades son
reguladas por las bacterias. Así, las bacterias de la microbiota, que coexisten con nosotros en simbiosis, si
han colonizado pronto nuestro sistema digestivo (volveremos a ello más adelante) son toleradas por los
delegados del sistema de defensa inmunitaria en el tubo digestivo. La falta de riqueza de estas bacterias, ya
desde el mismo nacimiento, supone un desequilibrio en beneficio de bacterias patógenas, lo que conlleva
fallos de tolerancia a antígenos.
Nuestros socios microbianos pueden hacer muchas otras cosas. Recuerde: cuentan con un abanico de
herramientas enormemente rico.
Por ejemplo, ¿sabía que contamos con algo parecido a una cervecería en nuestro interior?
En efecto, a partir de azúcares pueden producir etanol. En países como Suecia, en los que el índice de
alcoholemia permitido a los conductores es muy bajo, un consumidor de dulces puede encontrarse con
que da positivo en un test de alcoholemia sin haber tomado una gota de alcohol.
Nuestros socios microbianos pueden producir a partir de grasas saturadas como la mantequilla, el queso,
el aceite de palma, etc. hormonas sexuales, en particular estrógenos, que pueden añadirse a los estrógenos
endógenos y contribuir a los problemas de hiperestrogenia, como los del síndrome premenstrual, así como
incrementar la frecuencia de cáncer hormonodependiente (por ejemplo, de mama).
También pueden transformar las sales biliares que segrega la vesícula. Los investigadores han demos-
trado que estas sales biliares transformadas pueden pasar a la sangre debido a un mal funcionamiento de
la frontera digestiva (basta con estar estreñido, lo que irrita la pared) y ser dirigidas hasta la mama, donde
se convierten en carcinógenas.
Los polifenoles –esas señales de defensa extraordinariamente eficaces que utilizan las plantas para defen-
derse de casi todo tipo de agresión– que llegan al tubo digestivo cuando consumimos vegetales pueden
también defendernos. Pero todavía falta que pasen del tubo digestivo a la sangre. Sin embargo, a menudo
son gruesas moléculas complejas que resultan poco absorbibles, y por eso nuestros socios microbianos
pueden cortarlas de forma que las moléculas más pequeñas que se obtienen pasen mucho mejor a la san-
gre, se difundan por los tejidos y órganos y los protejan.
Muchos de estos polifenoles no actúan tampoco en forma bruta, sino una vez transformados. Nuestros socios
microbianos disponen de las herramientas necesarias para transformar, por ejemplo, un fitoestrógeno de soja
(la daiceína) en equol, la punicalagina (un polifenol de granada) en urolitina… que son los principios activos
que han demostrado ser capaces de hacer frente a los procesos cancerígenos que afectan a la mama y la próstata.
Cuando la flora está desequilibrada –en general debido a una alimentación inapropiada–, proliferan
poblaciones de bacterias o de hongos indeseables si se encuentran en gran número (como la Candida
albicans). Y estas bacterias y hongos de efectos nocivos pueden degradar aminoácidos (los elementos que
conforman las proteínas complejas).
Ahora bien, el triptófano, uno de los aminoácidos más complejos, es esencial en la producción de la
nicotinamida (otro nombre de la vitamina PP), un elemento clave de las defensas horméticas contra el
estrés (y por ello la vitamina más importante para contribuir a vivir más años y con buena salud.
Dicho de otro modo: nutrir mal la flora puede tener como consecuencia la alteración de nuestras facul-
tades intelectuales, el control de los impulsos, volvernos irritables y deprimidos, y todo ello acelerando la
velocidad del envejecimiento y aumentando el riesgo de contraer numerosas enfermedades.
Los investigadores han puesto de relieve el hecho de que las bacterias indeseables podían interferir tam-
bién con nuestra capacidad para producir un biofactor, la tetrabiopterina (BH4), que participa en la
síntesis de la serotonina, la dopamina y la noradrenalina. Y también que la inflamación generada por una
disbiosis en el tubo digestivo podría atravesar la barrera hematoencefálica que protege el cerebro, contri-
buyendo así a un estado depresivo.
Por lo tanto, la unión de varios mecanismos lleva a un desequilibrio digestivo que repercute en nuestro
estado de bienestar e incluso en nuestro comportamiento.
Las bacterias intestinales beneficiosas deben mantener la población de las bacterias patógenas suficiente-
mente baja para que no se vuelvan virulentas.
Durante estos últimos años hemos aprendido que las bacterias se comunican entre sí y, por lo tanto,
gracias a las señales químicas, saben si son pocas o numerosas. Si alcanzan una masa crítica, activan sus
factores de virulencia.
Basta así con una presencia abundante de bacterias intestinales buenas para prevenir una proliferación
peligrosa de los patógenos. Es lo que denominamos efecto contrabiótico, que explica que se utilicen
con éxito probióticos (en general, hoy por hoy, bacterias de los géneros Bifidus y Lactobacillus) contra las
gastroenteritis y otras diarreas infecciosas.
Y que, por el contrario, una antibioterapia (con demasiada frecuencia injustificada, pues ataca a las
bacterias en lugar de reforzar las defensas antiinfecciosas) o una quimioterapia pueden ir seguidas de
una gastroenteritis, una candidiasis o incluso complicaciones a largo plazo: intolerancias alimentarias,
colonopatías o patologías digestivas inflamatorias.
Uno de los ejemplos más espectaculares de este efecto contrabiótico es que un trasplante fecal a partir de
heces que contienen una microbiota sana cura entre un 90 y un 95% de las enteropatías de Clostridium
difficile, mientras que los antibióticos son prácticamente ineficaces, tal como lo demostró de forma con-
tundente el equipo de Louis Valiquette de la Universidad de Sherbrooke (Canadá).
Los sistemas de adherencia de las células entre sí hacen que la pared pueda desempeñar su papel de fron-
tera selectiva. Sin embargo, una disbiosis conlleva una inflamación de la pared del tubo digestivo. Y la in-
flamación provoca edema y congestión de la mucosa intestinal y la producción de zonulina, una proteína
que desorganiza uno de los sistemas más importantes de adherencia entre las células, las tight junctions.
La zonulina está estimulada también por la gliadina del gluten, lo que anima incluso a las personas que
no son celíacas a optar por los cereales sin gluten.
Así, si la frontera está desunida, llena de poros, llegamos a lo que se llama el leaky gut (intestino permea-
ble o microscópicamente perforado).
• El paso a la sangre de antígenos alimentarios (lo que provoca intolerancias alimentarias pero tam-
bién la simplificación de la reacción a los alérgenos, con lo que se agravan las patologías alérgicas
clásicas como el eccema o el asma).
• El paso de endotoxinas, factor de inflamación generalizado y de amplificación de enfermedades
autoinmunes, así como de diabetes y enfermedades cardiovasculares.
• Un estrés inflamatorio que daña los receptores de insulina, lo que es un factor de diabetes.
• Estrés inflamatorio del colesterol “malo” ligado a las liporpoteínas de baja densidad (LDL),
lo que le impide transformarse en colesterol “bueno” ligado a las lipoproteínas de alta densidad
(HDL), que provoca el fenómeno arterioesclerótico, bloqueando el flujo de sangre en su interior y
causando enfermedades cardiovasculares.
• Estrés inflamatorio del tejido adiposo, inflamación que lleva a la cronicidad del sobrepeso y a sus
complicaciones (síndrome metabólico, diabetes y enfermedades cardiovasculares).
• Estrés inflamatorio del hígado, factor de esteatosis o hígado graso (asociado con mucha frecuencia
a un sobrepeso importante y a la obesidad).
• El paso excesivo de ácidos orgánicos (sobre todo el propionato, que se encuentra anormalmente
elevado en patologías como el autismo).
• El estrés inflamatorio de la barrera hematoencefálica que protege el cerebro, lo que puede permi-
tir la entrada en éste de mediadores patógenos procedentes del tubo digestivo, como los péptidos
opioides derivados del gluten y los productos lácteos. Estos péptidos opioides se oponen a las en-
dorfinas y contribuyen a estados de malestar.
Hasta aquí hemos visto algunos de los mecanismos por los que una flora del colon apropiada resulta muy
útil, pero esta lista ni mucho menos termina aquí.
¿Podemos todavía vernos como simples individuos? ¿O bien ha llegado la hora de considerarnos como
una comunidad ecosistémica?
Un trasplante fecal de estos ratones obesos a ratones delgados provoca obesidad en estos últimos, cuyo
peso duplican en quince días. Y, por el contrario, si se trasplanta la flora de ratones sin sobrepeso a rato-
nes obesos o se les suministra la bacteria Akkermansia muciniphila, éstos reducen su sobrepeso. También
mejora al mismo tiempo la tolerancia a la glucosa.
Los polifenoles, como los del arándano rojo, la grosella, la fresa o la frambuesa, provocan efectos similares.
En 2006 el equipo de Jeffrey Gordon, de la Universidad Washington en San Luis, resaltó el hecho de que
esta relación existía también en el ser humano. Así, la microbiota de las personas con sobrepeso tiene su
diversidad empobrecida, en beneficio de la familia Bacteroides y en detrimento de las familias Prevotella
y Ruminococcus.
Sólo el 15% de los individuos sin sobrepeso presenta una flora empobrecida, mientras que la tienen así
entre el 25 y el 30% de las personas con sobrepeso u obesidad ligera y el 75% de los obesos graves. Pode-
mos predecir en un 90% el sobrepeso con un simple estudio del microbioma.
Esto permite explicar en gran medida por qué el sobrepeso puede provocar un síndrome metabólico y
evolucionar hacia la diabetes y complicaciones cardiovasculares.
La alimentación industrial de la sociedad actual –rica en glúcidos rápidos, grasas saturadas y proteínas
animales, a la vez que pobre en vegetales y fibras– produce este tipo de microbiota empobrecida y des-
equilibrada.
Un estudio llevado a cabo en 2015 en Francia probó una alimentación reducida en grasas saturadas y
enriquecida con fibras en cincuenta pacientes con sobrepeso durante seis semanas. Este cambio de dieta
alimentaria incrementó en un 25% la riqueza en genes de su microbiota.
Los investigadores observaron también que cuanto más pobre y desequilibrada estuviese la flora inicial,
menores eran los resultados de este cambio sobre el peso. Por el contrario, varios estudios aleatorios mos-
traron un efecto antisobrepeso del consumo de fibras.
Después va a ver cómo podemos aumentar de forma duradera la diversidad de la flora y favorecer las
bacterias intestinales beneficiosas.
Todos estos fenómenos contribuyen a una evolución hacia el sobrepeso, con las consiguientes com-
plicaciones inflamatorias como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
• Pobre.
• Más rica en patógenos oportunistas proinflamatorios, especialmente las betaproteobacterias.
La disbiosis favorece la acumulación de grasa en torno a las vísceras, lo que puede reconocerse fácilmente
por el aumento del perímetro de la cintura (obesidad abdominal), al aumentar la liberación de ácidos
grasos libres que, transportados por el sistema venoso de la cava inferior, favorecen el desarrollo de dia-
betes y síndrome metabólico.
Una disbiosis reduce las cantidades de propionato, el cual ralentiza el vaciado gástrico. Por este motivo, la glucosa
pasa más rápido a la sangre, y la inflamación provocada por el paso de endotoxinas altera los receptores de insulina.
En los ratones, la administración de Prevotella copri aumenta la tolerancia a la glucosa, pero este efecto
está anulado por una alimentación rica en grasas saturadas.
Por el contrario, el consumo de vegetales ricos en fibras aumenta de forma duradera las bacterias de la
familia Prevotella y contribuye de forma eficaz a prevenir la diabetes.
Las disbiosis, la inflamación del tubo digestivo y la alteración de la barrera mucosa pueden afectar también
a la barrera hematoencefálica que protege el cerebro. La inflamación de esta barrera puede favorecer la
entrada en el cerebro de fragmentos de proteínas que no se han digerido lo suficiente, péptidos opioides
derivados del gluten y de los productos lácteos, que impiden la acción de las endorfinas.
200 millones de neuronas intestinales que forman lo que se denomina “el segundo cerebro”, se comunican
con el sistema nervioso central en ambos sentidos por varios medios:
• El nervio vago.
• Neurotransmisores.
• Metabolitos como el propionato.
• Hormonas.
• Mensajeros inflamatorios.
Este mismo autor observó la frecuencia elevada de la ansiedad y la depresión entre los portadores de pa-
tologías digestivas inflamatorias como la enfermedad de Crohn.
Otro estudio ha resaltado las relaciones desconocidas hasta ahora entre la flora y el comportamiento, de
forma que la introducción de ciertas bacterias en ratones axénicos (sin gérmenes) los vuelve hiperactivos.
Una enfermedad que hoy por hoy sigue siendo incomprensible podría beneficiarse de los avances espec-
taculares que se han dado en este ámbito: el autismo.
En primer lugar, una observación que ya se conocía: los niños autistas presentan por lo general alteracio-
nes digestivas (entre un 25 y un 84% de los casos, según los estudios).
Al estudiar la flora de los autistas, ¿qué observamos? Múltiples diferencias de la microbiota, con una pre-
sencia anormal de bacterias de la familia Clostridium (una alimentación rica en azúcares rápidos y grasas
aumenta las clostridia).
Se ha dado otro avance: la alimentación rica en glúcidos de absorción rápida y grasas saturadas aumenta
la producción de propionato, encontrado en exceso en la sangre de los autistas.
Ahora bien, la administración de propionato en las ratas las vuelve hiperactivas y provoca comportamien-
tos agresivos.
Otros productos del metabolismo de las bacterias, como el ácido quinurénico y el ácido quinolínico,
provocan en animales comportamientos autistas, un mal control pulsional y alteraciones de la atención.
El análisis de la microbiota de 500 autistas, en un estudio dirigido por Dusko Ehrlich en MétaGénoPolis
(un nuevo centro de investigación abierto en el campus del instituto francés para la investigación agro-
nómica INRA), donde se estudia sistemáticamente el metagenoma de personas sanas y enfermas de todo
el mundo, ha confirmado la presencia de disbiosis.
El equipo de Patrizia D’Eufemia, de la Universidad La Sapienza (Roma), aportó otra pieza del puzle en
1996 al observar hiperpermeabilidad intestinal (leaky gut o intestino microscópicamente perforado) en
el 43% de los autistas.
En todos los países en los que se introdujo la alimentación industrial, la frecuencia del autismo se ha
multiplicado… ¡de 1 por cada 10.000 niños en 1970 a 1 por cada 100 en 2012!
Otros estudios indican que varias patologías neuropsiquiátricas van unidas a los problemas de la flora,
como la depresión, la epilepsia o el párkinson.
En 2010 un equipo francés hizo un descubrimiento importante: las neuronas (entéricas) del colon de 21
enfermos de párkinson sobre 29 eran portadoras de las mismas acumulaciones de proteínas patógenas
(cuerpos de Lewy) que las regiones nigroestriatales del cerebro, y su importancia estaba correlacionada
con el estado evolutivo de la enfermedad.
Esto presenta numerosas implicaciones. En primer lugar, permite, a través de una simple biopsia del
colon, hacer una detección o un diagnóstico precoz de la enfermedad, mientras que sólo se convierte
en sintomática cuando una proporción muy importante de las neuronas está afectada (hasta un 80%).
Por otra parte, sugiere un proceso digestivo en la patofisiología de la enfermedad: una inflamación intes-
tinal y un papel potencial de proteínas dañadas, pudiendo proceder algunas de la alimentación (moléculas
de Maillard), que podrían ser vehiculadas por vesícu-
las de neurona en neurona hasta el cerebro.
¿La flora se altera con la edad?
Un estudio llevado a cabo por un equipo del Hos-
pital Universitario de Helsinki en un grupo testigo
de 72 individuos y 72 pacientes afectados por la en- E l equipo de Joël Doré de MétaGéno-
Polis (Francia) estudió el metagenoma
de personas mayores y observó un dete-
fermedad de Parkinson observó que estos últimos
contaban con muchas menos bacterias de la familia rioro de la flora con la edad. Asimismo,
Prevotella en el intestino que los testigos. Los inves- el grado de fragilidad de las personas ma-
tigadores también detectaron una relación directa yores está ligado al grado de deterioro de
entre la cantidad de enterobacterias en el intestino su flora.
de los pacientes y el grado de gravedad de sus pro-
blemas de movilidad y equilibrio. La flora de las personas mayores interna-
das (en residencias de ancianos, por ejem-
Por otra parte, la enfermedad de Parkinson favorece plo) está más deteriorada que la de las
el estreñimiento, que es un factor agravante de la personas mayores autónomas, muy pro-
inflamación del tubo digestivo. bablemente debido a una alimentación
industrial inadecuada.
Por lo tanto, nuestro alimento es fundamental para la salud de la flora, componente clave de nuestra
propia salud.
• La carne.
• Las grasas saturadas.
• Los azúcares rápidos.
• El hierro.
Mientras que los siguientes alimentos benefician principalmente a los microorganismos intestinales:
• Los vegetales.
• Los glúcidos complejos.
• Las fibras.
• El zinc.
• Los omega 3.
La alimentación es lo que determina las diferencias en la composición de las microbiotas de gemelos
homocigóticos.
Importante: dada la frecuencia de las floras desequilibradas, cuando se pretende mejorar la composición
de la flora intestinal es a menudo necesario un suplemento de probióticos. Ahora bien, si no va asociado
a una profunda transformación de la alimentación sólo dará resultados a corto plazo, no duraderos, ya
que las bacterias estarán únicamente de paso.
Sin embargo, la frecuencia de cesáreas es aberrante: de un 20 a un 90% según los países, en lugar del
10% máximo (correspondiente a las indicaciones justificadas por un peligro para la salud de la madre o
del niño), tal como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La siembra de la flora por las vías naturales permite una colonización por bacterias vaginales y perianales,
como los lactobacilos y las Prevotella. Por el contrario, el niño nacido por cesárea ve así su intestino colo-
nizado por gérmenes procedentes de la piel y la atmósfera de las estancias de la maternidad.
Los estudios demuestran que el hecho de nacer por cesárea expone a una mayor frecuencia de patolo-
gías alérgicas, sobrepeso y enfermedades metabólicas. Y de los padres heredamos no sólo un patrimonio
genético, sino también una epigenética y un microbioma.
Un equipo de la Universidad de Nueva York ha perfeccionado una técnica por la cual se coloca una gasa
en la vagina de la madre unos días antes de la cesárea prevista. Ésta se retira en el momento de la operación
y, al alumbrar el bebé, una enfermera le embadurna el cuerpo con la gasa, insistiendo en la cara y la boca.
El estudio de la flora de los bebés así tratados muestra que ésta es más rica que las de los bebés nacidos
por cesárea no tratados, pero no tan rica como la de los bebés nacidos por vía natural.
Otros estudios clínicos están estudiando los trasplantes fecales para los niños nacidos por cesárea. Pero,
evidentemente, habría que empezar por controlar los abusos que se producen en la práctica de cesáreas
motivados la comodidad técnica de los obstetras, la preocupación estética de las madres (este argumento
aparece en las encuestas hechas en Brasil) e incluso las primas pagadas a los médicos en caso de operación
de cesárea.
En cuanto a la lactancia materna, es rica en probióticos (glúcidos no digeridos por el tubo digestivo
pero digeridos por las bacterias) llamados oligosacáridos bifidógenos, que no nutren al niño pero sí a su
microbiota y constituyen un factor determinante en el desarrollo de una flora sana.
El microbioma de los niños alimentados con leche materna es mucho más diverso.
En la flora de los niños alimentados con leche materna se cuentan dos veces más bifidobacterias que en
la de los niños alimentados con biberón.
Y, de nuevo, este factor está a la cola en los países de nuestro entorno, donde la frecuencia y la duración
de la lactancia son escandalosamente bajos. Así, hoy en día demasiados niños están expuestos desde el
nacimiento, debido a la falta de una flora diversificada, bien equilibrada y bien alimentada, a mayores
riesgos de:
• Intolerancias alimentarias.
• Patologías alérgicas e inflamatorias.
• Patologías infecciosas.
• Sobrepeso, con todas sus consecuencias.
• Diabetes.
• Alteraciones psicocomportamentales, tal como vamos a ver a continuación.
La exposición precoz de un sistema inmunitario inmaduro a diversidad de microbios permite que tomen
posesión de tolerancias que ya no son posibles más tarde. Así, los niños criados en granjas, colonizados
por variedad de bacterias procedentes también de los animales, mucho más rica que la de los niños de las
zonas urbanas criados en entornos asépticos, van a tener muchas menos intolerancias alimentarias, alergias
y patologías inflamatorias o autoinmunes.
Por último, la exposición precoz a antibióticos altera de modo considerable que se expanda una flora
diversificada y mutila la microbiota.
Otros estudios observan que la toma de antibióticos en el niño es un factor de riesgo de sobrepeso y sín-
drome metabólico a una edad más avanzada.
Las bacterias productoras, principalmente de butirato, acetato y propionato, están casi ausentes, mientras
que las bacterias adherentes a la mucosa con efectos proinflamatorios de tipo proteobacterias se multi-
plican.
Varios aditivos o edulcorantes como el aspartamo o la sucralosa modifican, incluso en poca cantidad, la
microbiota, lo que tiene como consecuencia un incremento de la intolerancia a la glucosa y las patologías
digestivas inflamatorias.
• Hinchazón.
• Dolores abdominales.
• Flatulencias.
• Diarrea.
Todos ellos síntomas de lo que se llama colopatía. Y, además:
5Grasas y flora
Un estudio experimental ha mostrado que una alimentación rica en grasas reducía la producción de bu-
tirato, favorecía la inflamación y estimulaba la acumulación hepática de grasas (esteatosis), mientras que
las fibras tenían el efecto inverso.
En otro estudio experimental, las grasas saturadas de la leche modificaron en el mismo sentido negativo
la relación bacteroides/firmicutes.
Las grasas saturadas inducen la proliferación de Bilophila wadsworthia, una bacteria proinflamatoria.
6Carnes y flora
El consumo de carne altera al mismo tiempo la flora y la mucosa digestiva.
Un estudio de la Universidad de Harvard muestra que una alimentación con dominio de proteína animal
estimula la proliferación de las bacterias proinflamatorias (que toleran los ácidos biliares): bacteroides,
alistipes y Bilophila. Inhibe también la proliferación de bacterias firmicutes, que metabolizan las fibras
para producir los ácidos orgánicos antiinflamatorios.
Los principios activos contenidos en las carnes que desequilibran la flora son el hierro, que es un factor
de crecimiento de todos los microorganismos patógenos, las grasas saturadas, la carnitina y la colina.
En los omnívoros, la flora transforma la carnitina y la colina en TMAO (óxido de trimetilamina), factor
aterogénico y probablemente de esteatosis hepática.
Los vegetarianos que comen un bistec o un complemento de carnitina no producen TMAO, al contrario
que los omnívoros.
Los huevos, a partir de la fosfatidilcolina de la yema, son también una fuente cuantitativamente impor-
tante de TMAO.
Por otra parte, el TMAO se asocia a un mayor riesgo de nefropatía, enfermedades neurodegenerativas y cáncer.
El aumento de TMAO vinculado al consumo de carne y alimentos ricos en colina aparece muy relacio-
nado con el riesgo de cáncer colorrectal.
Estudios efectuados en 2016 pusieron de manifiesto que el marcador microbiótico más relacionado con
el alzhéimer es el TMAO, que demuestra ser un verdadero factor de enfermedades degenerativas.
7Estreñimiento y microbiota
Unas heces duras, que rozan en el colon y el recto, son irritantes e inflamatorias. Además, contribuyen
a los desequilibrios de la flora (disbiosis) y alteran también la permeabilidad digestiva, lo que puede ser
un factor de riesgo de enfermedades inflamatorias y cáncer, no sólo de colon y recto, sino también, por
ejemplo, de mama.
Sorprendentemente, hay estudios que muestran que en la mama se produce un efecto procarcinógeno
derivado del estreñimiento, de una dieta pobre en fibras y fitatos y de derivados de los ácidos biliares, que
pasan del tubo digestivo a la sangre y después a la mama con mucha más facilidad si hay estreñimiento.
También se favorece a la bacteria Bilophila.
En el gran estudio gubernamental NHANES 1 (National Health and Nutrition Examination Survey, un programa
de estudios diseñado para valorar el estado nutricional y de salud de niños y adultos de Estados Unidos), se inclu-
yen 123 casos de cáncer de mama entre 7.702 mujeres, en los que una frecuencia baja de heces está asociada a un
aumento del 50% de riesgo de cáncer de mama, mientras que en el caso de las heces duras es del 80%.
En el estudio Vitamins and Lifestyle Study, realizado sobre 28.586 mujeres menopáusicas, las que defe-
caban tres o más veces al día contaban con una disminución del riesgo de cáncer de mama de un 46%.
1La fibra
Un metaanálisis (síntesis) de estudios epidemiológicos y de intervención dejó claro que una alimentación
rica en fibras vegetales, comparada con una alimentación industrializada, está asociada a una mayor diver-
sidad de la microbiota y a un fuerte aumento de bacterias simbióticas intestinales como las bifidobacterias
Prevotella, Roseburia y Faecalibacterium prausnitzii.
Está asociada también a ácidos orgánicos protectores como el butirato, el propionato y el acetato, así
como a una importante rarefacción (proceso por el que una sustancia se hace menos densa) de las pro-
teobacterias, que incluyen a las enterobacterias patógenas como la forma invasiva de Escherichia coli y las
Klebsiella, Salmonella y Shigella.
El consumo de alimentos ricos en fibra puede multiplicar por cien el número de Akkermansia muciniphila,
bacteria descubierta en 2004. Ésta juega un papel fundamental en el espesor de la capa protectora de la
mucosa del colon por el moco, lo que tiene un potente efecto antiinflamatorio y reductor del paso de
endotoxinas y, asimismo, conlleva capacidades preventivas espectaculares del aumento de peso, la intole-
rancia a la glucosa y la diabetes.
2Los polifenoles
Estas sustancias tienen potentes acciones antiinflamatorias. Uno de los mecanismos es la quelación del
hierro y del cobre, prooxidantes y proinflamatorios.
Por otra parte, el hierro es un factor principal de proliferación de todos los patógenos (virus, bacterias,
hongos y parásitos) y de las células cancerígenas.
La mayoría de los polifenoles son hidrolizados por la flora y convertidos en principios bioactivos. Por
ejemplo, la daiceína en equol, la punicalagina en urolitina y los glucosinolatos como la glucorafanina en
sulforafano.
A cambio, estos principios activos pueden tener impactos positivos al mismo tiempo en la flora y la
barrera digestiva. Es una de las principales explicaciones al hecho de que se observan buenas y malas
respuestas a los polifenoles.
Se ha demostrado que numerosos polifenoles tenían efecto trófico sobre la Akkermansia muciniphila; o,
lo que es lo mismo, que la hacían aumentar en volumen y tamaño.
Los polifenoles, que reducen la glucemia, mejoran la tolerancia a la glucosa y tienen potentes efectos
antiinflamatorios, son considerados por cada vez más investigadores como auténticos medicamentos en
el tratamiento de la diabetes.
Hasta aquí le he mostrado los conocimientos fundamentales que nos permiten comprender mejor la
importancia de las bacterias intestinales y favorecerlas con una alimentación juiciosa. Ahora va a ver la
relación entre enfermedades y consumo de alimentos beneficiosos, tanto para las bacterias simbióticas
que apoyan nuestra salud, como para las bacterias proinflamatorias y patógenas.
1Sobrepeso
Un metaanálisis realizado a partir
Por qué la fruta y la verdura reducen el riesgo
de sobrepeso y patologías degenerativas
2Diabetes
• Su riqueza en fibras solubles e insolubles, así como el
efecto trófico en la flora digestiva.
• Su riqueza en polifenoles.
En un amplio estudio reciente • La riqueza en microorganismos no sólo de los vegetales
realizado con más de 50.000 lactofermentados, sino también de los vegetales crudos
personas se demostró que la in- (por ejemplo, una hoja de espinaca contiene cerca de
tolerancia a la glucosa resulta pro- 800 especies de microorganismos, de los cuales muchos
porcional a la cantidad de carne permanecen vivos a pesar del ácido clorhídrico y la di-
consumida, y esto independien- gestión, ya que la mayoría son intracelulares; asimismo,
temente de los factores de riesgo las aceitunas albergan bifidobacterias plantarium).
genético.
Los vegetarianos, según el Adventist Cohort Study, disfrutan de una reducción del 25 al 49% del riesgo
de diabetes de tipo 2, y los veganos del 47 al 78%. Y el riesgo de desarrollar un síndrome metabólico se
reduce a la mitad.
Se han comparado los riesgos de diabetes y la glucemia en ayunas en 4.384 budistas vegetarianos y no
vegetarianos. Se observó un 51% de diabetes menos en los hombres estrictamente vegetarianos, mientras
que el consumo de carne era muy bajo en los demás (un 3% de lo que se consume en Estados Unidos en
el caso de las mujeres y un 8% en el de los hombres).
Otro estudio también profundiza en esa idea. En más de 340.000 europeos de ocho países diferentes se
compararon 16.154 participantes y 12.403 enfermos de diabetes de tipo 2. Los consumidores frecuentes
de hortalizas de raíz presentan una reducción del riesgo de un 13%, y entre los de las verduras verdes de
hoja esta cifra alcanza el 16%.
E
la frecuencia de la diabetes l riesgo de diabetes en personas vegetarianas que siguen fiel-
en un 74% de las premeno- mente este tipo de dieta aumenta en un 10% en el caso de las
páusicas y en un 75% de las mujeres y en un 40% en el de los hombres si la dieta vegetariana
menopáusicas. es interrumpida uno o dos días a la semana.
Si se comparan los casos de Si entre tres y cinco días a la semana come carne, aumenta un 20%
las 12.403 apariciones de dia- en la mujer y un 50% en el hombre. Si son seis días a la semana,
betes de tipo 2 y los 16.154 aumenta un 130% en la mujer y un 170% en el hombre (todas
controles del amplio grupo estas comparaciones se hacen con igualdad de peso).
europeo EPIC, se observa
una reducción del riesgo de
diabetes de tipo 2 con:
3Enfermedades cardiovasculares
Siguiendo las cohortes de 71.910 enfermeras del Nurses’ Health Study y de 37.725 profesionales de la salud
del Health Professionals Follow-up Study (todos los participantes al inicio sin enfermedades crónicas) du-
rante 14 años se observaron 1.964 patologías cardiovasculares, 6.584 casos de cáncer y 781 fallecimientos
por otras causas en las mujeres, así como 1.670 patologías cardiovasculares, 2.500 casos de cáncer y 787
fallecimientos por otras causas en los hombres.
Los mayores consumidores de fruta y verdura tienen un 12% menos de riesgo cardiovascular. La verdura
de hoja verde es la que tiene mayor relación con este efecto; así, por cada verdura de hoja verde consumida
al día de más, el riesgo se reduce en un 11% para las enfermedades cardiovasculares y en un 5% para el
conjunto de patologías crónicas.
En un grupo holandés de 20.069 hombres y mujeres a los que siguió durante más de 10 años, el riesgo de
enfermedad coronaria (angina, infarto…) resultó ser inferior al 34% en aquellos que consumían muchos
vegetales (> 475 g al día), tanto crudos como cocinados, comparados con los que consumían pocos (<
241 g al día).
En los 69.677 participantes con edades de 45 a 83 años de la Swedish Mammography Cohort y del
grupo Swedish Men, se observaron, tras un seguimiento de más de 10 años, 2.722 infartos cerebrales,
363 hemorragias cerebrales, 160 hemorragias subaracnoideas y 435 accidentes vasculares cerebrales no
especificados.
El consumo de fibras procedentes de la fruta resultó tener un efecto protector frente a estos riesgos, al
reducirlos en un 15% en los grandes consumidores.
Los hombres ovolactovegetarianos disfrutaban de una reducción del 23% en el riesgo de mortalidad
cardiovascular; los veganos, del 42% en el de mortalidad y del 55% en la incidencia de la enfermedad
aterooclusiva de las arterias coronarias.
En tres clínicas pediátricas canadienses se han comparado 130 pacientes afectos de la enfermedad de
Crohn con 202 testigos sanos.
• Verdura en un 31%.
• Fruta en un 51%.
• Fibras en un 88%.
• Pescado en un 54%.
• Omega 3 en un 56%.
Una relación elevada de omega 3/omega 6 está asociada a una reducción del riesgo de un 68% en los
niños.
Un metaanálisis de 19 estudios sobre 1.269 casos de enfermedad de Crohn, 1.340 de RCH y 4.000
controles revela que los que consumen más carne y grasas de todo tipo presentan un aumento de su fre-
cuencia de patologías digestivas inflamatorias, mientras que los que consumen más verdura, fruta y fibras
se benefician de una disminución de este riesgo.
Los aportes elevados en grasas y proteínas animales reducen la riqueza de la flora, mientras que los vege-
tales tienen el efecto inverso.
5Cáncer
La sustitución en voluntarios sanos de una alimentación equilibrada por un régimen lactovegetariano
durante tres meses hace caer el índice mutagénico de las heces y la orina.
En el estudio EPIC realizado a partir de 478.040 hombres y mujeres de diez países europeos diferentes, el
riesgo de cáncer colorrectal es un tercio más elevado en los individuos que consumen con regularidad dos o
más porciones de carne roja y embutidos al día en comparación con aquellos que comen una porción o menos
a la semana.
El CIRC (Clasificación Integrada de Revistas Científicas) publicó un gráfico que muestra que el riesgo de
cáncer colorrectal está, según los países, en relación directa con las cantidades de carne roja consumidas.
Así, los “campeones del mundo” son Australia, Países Bajos, Canadá, Italia, Alemania, Japón, Reino Unido,
Francia, Estados Unidos y Argentina, mientras que es menos frecuente en países como China e India.
Japón, cuyo consumo de carne era muy bajo, vio que éste se multiplicaba en un 700% desde el final de
la Segunda Guerra Mundial, lo que coincidió con un incremento de un 400% de la frecuencia del cáncer
colorrectal.
Un estudio llevado a cabo en Uruguay puso de manifiesto que los mayores consumidores de huevos tenían
una mayor incidencia de cáncer:
6Enfermedad de Alzheimer
En el grupo Adventist Health Study se puso de manifiesto que los consumidores de carne presentan un
riesgo de demencia incrementado en un 118% respecto a los vegetarianos. Si se tiene en cuenta la dura-
ción del consumo de carne de esas personas en el pasado, el riesgo pasa a ser de un 199%.
Este análisis recuerda que los estudios observan una reducción del declive cognitivo y de los riesgos de
predemencia y enfermedad de Alzheimer cuando se sigue una dieta mediterránea, que asocia un consumo
diario elevado de fruta y verdura, aceite de oliva virgen rico en polifenoles, pescado, poca carne y pocos
productos industriales, un poco de vino y un bajo consumo de ácidos grasos saturados y de proteína
animal, pero con aportes importantes de ácidos grasos monoinsaturados y omega 3.
7Mortalidad y longevidad
Un estudio de cohorte de centenarios sanos se caracterizó por índices elevados de acetato, butirato y pro-
pionato en correlación con aportes importantes de fibra. En una cohorte de más de 450.000 europeos
seguidos durante 13 años, 25.682 de ellos fallecieron.
Los que consumían como mínimo 569 g de vegetales al día en comparación con los que consumían
menos de 249 g registraron una mortalidad cardiovascular menor en un 13%, de causas respiratorias en
un 27% y de causas digestivas en un 40%.
Las asociaciones son más marcadas para la verdura que para la fruta, y aún más para la verdura cruda que
para la verdura cocida.
En 16 estudios prospectivos relativos a 833.234 personas a las que se siguió a lo largo de entre 4,6 a 26 años,
se observaron 56.423 fallecimientos: 11.512 de ellos por causas cardiovasculares y 16.817 por cáncer.
Por cada aumento de porción de fruta o verdura consumida a diario (hasta cinco porciones al día) el riesgo
de mortalidad de todo tipo se reduce en un 5%.
En tres estudios ingleses –Health Food Shoppers Study, Oxford Vegetarian Study (cada uno incluye unos
11.000 individuos) y EPIC-Oxford (con 56.000 individuos)–, los vegetarianos presentaron una mortali-
dad por todo tipo de causas muy inferior a la media nacional del:
u Debe evitarse
• La carne: hay que reservarla para las ocasiones especiales (debe ser ecológica y no estar quemada o
carbonizada), salvo para las personas con déficit o sobreutilización de hierro, que son:
• Mujeres embarazadas.
• Niños y adolescentes en período de crecimiento.
• Personas con anemia.
• Las grasas saturadas: mantequilla, queso, aceite de palma, palmito, coco, productos de pastelería y
bollería industrial que contienen estas grasas…
• Los glúcidos de absorción rápida: mermelada, dulces, productos de pastelería y bollería industrial
que los contengan, etc.
• El exceso de alcohol.
• Los alimentos industriales, medicamentos, complementos, etc. que contienen aditivos y edulcorantes
(en particular, aspartamo, sucralosa y glutamato monosódico).
• Las especias agresivas: pimienta negra, harissa (salsa picante que constituye uno de los ingredientes
habituales de la cocina magrebí, y que incluye pimientos picantes rojos, ajo, cilantro, alcaravea, etc.),
salsa de pescado nuoc-mâm (muy rica en histamina)…
En caso de estreñimiento
En caso de estrés
• Un suplemento de inicio de magnesio liposoluble (de 600 a 900 mg) combinado con retenedores
(taurina), seguido de una suplementación de equilibrio a largo plazo.
• Herramientas complementarias: naturaleza, deporte, natación, masajes, yoga, Qi gong, coherencia cardíaca…
u Debe priorizar
Las fuentes de fibra de diferentes tipos:
• Leguminosas: lentejas, alubias, guisantes, soja… • Fruta.
• Cereales semiintegrales, priorizando los que son • Oleaginosas, principalmente almendras integra-
sin gluten (arroz, trigo sarraceno, quinua, chía, les.
amaranto…) o pobres en gluten (avena, escanda,
pan de masa madre…).
• Verduras: cebolla, ajo, chalota, ajo de oso, hierbas • Chocolate y achicoria.
aromáticas, espárrago, alcachofa, remolacha, puerro…
Las fuentes de ácidos grasos omega 3:
• Las fuentes animales que están cada vez más con- • Durante uno o dos años, el 9% del ácido alfali-
taminadas (pescado, moluscos, marisco...) hay que noléico del aceite de colza es insuficiente: recurrir
reservarlas para ocasiones especiales. a aceites con un 33% de omega 3 (mezclas con
linaza o camelina).
• Optar por el aceite de colza ecológico en botella • Semillas de linaza trituradas.
de cristal (sólo como aliño).
Los vegetales ricos en microorganismos como el chucrut, otros vegetales lactofermentados, la
verdura de hoja verde, las aceitunas, la tapenade…
Los yogures de soja con bifidus y lactobacilos.
Las fuentes de polifenoles:
• Verduras y cereales, en especial morada/violeta: • Cúrcuma, jengibre y clavo.
berenjena, remolacha, patata violeta, arroz violeta,
arroz rojo, rúcula…
• Fruta, en especial: granada, arándano, grosella, • Chocolate negro.
mora, frambuesa, uva roja, açai, goji…
• Té verde, té oolong, té negro, rooibos, hibiscos… • Almendras integrales.
• Aceite de oliva virgen extra. • Vino tinto en dosis moderada (contraindicado si
hay una inflamación digestiva).
Los complementos alimenticios que pueden beneficiar a la flora:
• Probióticos: cura inicial de 10 000 millones de • Complejo que contenga citrato de zinc, pero sin
UFC al día durante 30 días y curas de manteni- hierro, ni cobre ni manganeso.
miento de 10 días cuya frecuencia hay que adaptar
en función de las indicaciones. • Vitamina D en función de los índices circulantes,
Nota: evitar los prebióticos y simbióticos (los prebió- curas correctoras y de mantenimiento invernal.
ticos pueden y deben ser aportados por la alimenta-
ción, los prebióticos de los complementos provocan a
menudo hinchazón y dolores abdominales).
En caso de estrés, una cura de inicio de magnesio de 600 a 900 mg al día de uno a tres meses para
pasar después a una adaptación personalizada.
En caso de inflamación del tubo digestivo (colopatía, enfermedad de Crohn…) e intolerancias ali-
mentarias: L-glutamina. Si la inflamación es intensa, tome omega 3 y polifenoles complementarios.
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