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Introducción
La Unión Cívica Radical (UCR) nacida a fines del siglo XIX, según las
interpretaciones más aceptadas ha sido concebida como el primer partido político “moderno”
de la Argentina, ya sea por sus bases sociales de sustentación, su estructura institucional o,
sencillamente, por el hecho de haber sabido capitalizar electoralmente las nuevas reglas del
régimen político democrático creadas por la llamada “Ley Sáenz Peña” de 1912.1 Pero como
también se ha destacado, gran parte de las prácticas desplegadas por el radicalismo y sus
principales dirigentes tenían antecedentes en una cultura política más amplia compartida por
la mayor parte de las organizaciones políticas de ese entonces.2 Sin embargo, el sentido que
los radicales le imprimieron desde sus orígenes a esas prácticas, de las cuales las electorales
se nos presentan como secundarias cuando no francamente marginales (por lo menos para el
caso aquí analizado, el santafesino), nos permiten entender algunas de las singularidades de
esta agrupación política. En este sentido, las revoluciones lideradas por aquellos en 1893
ocuparon un papel central en la construcción de una incipiente -y luego duradera- identidad
política, poniendo en su centro la figura del pueblo-ciudadano y dando lugar a una suerte de
“religión cívica”.3
1
Especialmente, Gallo y Sigal, 1965, y, en la renovación de los últimos años Alonso, 2000 y Persello, 2004.
2
Sabato, 1999.
3
Persello, op. cit.: 13.
2
4
Cientibeca, “Las Revoluciones Radicales de 1893 y 1905: sociabilidad y cultura políticas en los orígenes del
Radicalismo santafesino.”
5
Para la relación entre facciones y política en la provincia de Santa Fe, Bonaudo y Sonzogni, 1992.
6
Gallo, 2007: 40.
7
Sabato, 2003: 150-151.
3
8
A mediados de 1891 el mismo Leandro Alem (presidente de la UCR) había hecho escala en Esperanza en el
marco de una gira proselitista por el interior del país, y a fines del mismo año el Comité Nacional del partido
discutió un proyecto de nacionalización de extranjeros (constituidos en un importante porcentaje de la población
de la “Pampa gringa”) que, según La Unión, “atraería las simpatías y el apoyo moral y material del elemento
extranjero” hacia la UCR. LU, 22/11/1891 y 31/12/1892.
9
Nos referimos principalmente a Mariano Candioti (líder de las revoluciones de julio y septiembre), Joaquín
Lejarza, Gerónimo Cello, Carlos Gómez, Lisandro de la Torre, Agustín Landó, Martín Rodríguez Galisteo,
Manuel Cervera, Benjamín Abalos, Genaro Doldán, Atanasio Páez, etc.
10
Al respecto, Eduardo Hourcade alude a los vínculos que en instituciones como la Universidad de Buenos Aires
ligaban a jóvenes porteños y provincianos de la elite social con la política nacional: “Forman parte de antemano
de una ‘sociedad política’ en la que no todos tienen lugar. La vida política se lleva a cabo en una serie de
espacios (...) en donde se participa en virtud de credenciales de pertenencia que el mismo grupo otorga como
mecanismo de auto-reconocimiento...” Hourcade, 2001: 35.
4
miembros de las comisiones directivas de los clubes del Orden (Santa Fe) y Social
(Rosario).11 En cuanto a sus vínculos políticos previos, podemos rastrearlos en dos
experiencias significativas: el apoyo a la candidatura a gobernador de Juan Bernardo Iturraspe
en 1888-1889, frente a la luego victoriosa del autonomista Cafferata (aunque paradójicamente
ambas se habían colocado a nivel nacional bajo el paraguas del presidente Juárez Celman y
del PAN)12; y fundamentalmente la participación en los ecos locales de la revolución de 1890
y en la conformación de la Unión Cívica.13 Las dos características fundamentales que este
grupo compartía -amén de que en su mayoría eran jóvenes para haberse labrado una carrera
política, con poco más de 30 años- eran, antes que nada, su pertenencia a las redes de la
sociabilidad patricia, y luego, el no haber ocupado hasta allí cargos gubernamentales, esto es:
estar virtualmente excluidos del reparto del poder político en la provincia.
La composición de los clubes y comités iturraspistas, en un primer momento, y los
cívicos, luego, en Santa Fe, Rosario y las colonias nos permiten constatar la existencia de una
red política opositora (laxa, circunstancial, pero reproducida en varias ocasiones) al
autonomismo gobernante14, a la que se sumará hacia 1892 la facción iriondista del mismo -
nucleada en torno al “Club del Pueblo”-, después de su ruptura con el núcleo encabezado por
José Gálvez, anterior gobernador y senador nacional.15
Decíamos entonces que en ese clima de inestabilidad política que se abre a nivel
nacional con la revolución del Parque, y que dará origen a la creación de la Unión Cívica
Radical a mediados de 1891, los radicales santafesinos se encuentran mas bien dispersos,
concentrados en los ámbitos locales.16 La estrategia de intransigencia delineada por la
conducción nacional del partido, la cual implicaba en teoría rechazar toda colaboración con
las fuerzas gobernantes e incluso con otras opositoras, y el control que el aparto oficial
autonomista imponía a sus adversarios reducen, a su vez, el repertorio de acción radical en la
provincia o, mejor aún, lo subsume bajo otras formas.
11
Gran parte de esta información fue extraída de la prensa de la época, y de las obras de Abad de Santillán
(1967) y Avilés (1960).
12
Varios futuros radicales (Cello, Cervera y R. Galisteo) oficiaron como redactores del diario iturraspista La
Provincia (LP). Candioti coordinaba además los trabajos para la candidatura de Iturraspe en Rosario. Carta de
M. Candioti a M. Cervera, 07/10/1888, Archivo Manuel Cervera, Junta Provincial de Estudios Históricos de
Santa Fe (JPEHSF).
13
Ver el diario rosarino El Municipio (EM), 10, 11 y 13/04, 24/07, 01, 06 y 09/08/1890. En las manifestaciones
producidas en Rosario al recibirse las noticias de la revolución del Parque en Buenos Aires, Candioti y de la
Torre actuaron como los principales oradores. Sobre la organización de la Unión Cívica en la capital provincial,
la proclama Unión Cívica de Santa Fe, 27 de agosto de 1890, Imprenta “La Elegancia”, Santa Fe, Archivo
Manuel Cervera, JPEHSF.
14
LP, 05/12/1888.
15
Ver diario Nueva Época (NE), de Santa Fe, los días 08 y 09/01/1892.
16
Sobre los principales núcleos del radicalismo la provincia y su participación política a nivel municipal, ver
Bonaudo, 1998.
5
terreno en la provincia para las futuras acciones al dedicar sus editoriales a las distintas
revueltas armadas que comenzaban a producirse en varias provincias del país. De esta forma,
La Unión expresaba: “La revolución tiene que producirse forzosamente, fatal, tremenda,
irresistible (...) Las revoluciones en Santiago y Corrientes son el prodromo (sic) de la que se
producirá en breve tiempo...”22
Poco después, El Municipio legitimaba el recurso a la violencia como un derecho
fundado en los valores republicanos que tenían como principal referente, en su prédica, a la
revolución de 1890 -que el radicalismo había convertido tempranamente en su mito
fundacional-, y sin mayores embagues llamaba a la ciudadanía a rebelarse:
“(...) suprimida la constitución, negada la justicia, declarado el gobierno tenaz enemigo del pueblo, no
deben esperar los ciudadanos el triunfo de la soberanía nacional por medio de los comicios (...) La
razón natural indica que, agotados los medios pacíficos, debe recurrirse a la violencia que hoy está
justificada de antemano por la anarquía del poder y la continuación del régimen autoritario que motivó
el levantamiento armado del 90.”23
Sin embargo, y pese a la sanción de la Carta Orgánica de la Unión Cívica Radical en
noviembre de 1892 con el fin de “dar organización permanente a los partidos de principios”24,
la UCR de Santa Fe no demostraba una institucionalidad muy sólida. A raíz de ello, Alem
escribía a un importante dirigente santafesino y le exhortaba, en un lenguaje rayano lo
mesiánico, a un nuevo esfuerzo: “Creo que Ud. se alarma demasiado, llegando a pensar en la
disolución del partido. (...) si bien es cierto que en estos últimos tiempos sobrevinieron graves
dificultades que produjeron a la vez serias perturbaciones en nuestros trabajos –nuestros
propósitos se mantienen, no obstante, firmes (...) hablando con austeridad, franqueza y
legítima satisfacción, -nuestro partido es la única luz que se divise en el horizonte, la última
esperanza de salvación que tiene este país.”25
22
LU, 29/12/1892.
23
EM, 26/01/1893.
24
La misma establecía el organigrama del Partido Radical desde el Comité Nacional en la Capital Federal, hasta
los clubes urbanos y rurales de base, pasando por los Comités Provinciales y de circunscripción. Ver EM,
20/11/1892.
25
Carta de Leandro Alem a Gerónimo Cello, 06/05/1893, Archivo Gerónimo Escobar Cello, AHPSF.
7
intervenir y rápidamente sofoca el conato de revuelta, pero se apresa como “cabecillas” del
movimiento a varios miembros de la UCR que se encuentran en estrecho contacto tanto con el
Comité de Santa Fe como con las llamadas “sociedades de tiro”, institución “deportiva” de la
sociabilidad étnica extendida entre los habitantes de ascendencia suizo-alemana.26
Para el mes de julio los tiempos políticos se aceleran. Poco antes El Municipio
exhortaba a que “el partido radical debe lanzarse a la lucha, pero no sólo en la metrópoli, sino
también en las provincias [por] no hallarse estas en condiciones electorales.”27 Mientras tanto,
en Buenos Aires, el inestable gobierno de Luis Sáenz Peña convocaba a un nuevo gabinete
encabezado por Aristóbulo Del Valle, conocido enemigo del PAN. Al decretar -estando al
frente de la cartera de Guerra y Marina- la disolución de las milicias controladas por los
gobiernos provinciales, dejó a los mismos en una posición de vulnerabilidad frente a posibles
alzamientos opositores. Con el aparato político del roquismo desarticulado y un gobierno
nacional que prácticamente invitaba a actuar, el Partido Radical se lanzó a la toma del poder
en las provincias a partir de una estrategia que, como vimos, venía anunciando
insistentemente a través de sus voceros.28 En el caso de Santa Fe, la piedra de toque fue la
aparición del decreto provincial convocando a inscribirse al registro cívico para conformar el
padrón electoral, en vista de las futuras elecciones para legisladores y gobernador.29
La revolución radical estalla finalmente -después de un frenético intercambio
telegráfico entre los hombres de Santa Fe y Rosario- en esta última ciudad la madrugada del
30 de julio, al mismo tiempo que en las provincias de Buenos Aires y San Luis (si bien
simultáneas, las tres revueltas se presentan como movimientos estrictamente locales), según
las formas de una conspiración.30 Los principales y más violentos combates, bajo la jefatura
de Mariano Candioti, se dan durante dos días en la ciudad-puerto del sur provincial, en la
región de las colonias y en los departamentos del norte, arrojando un total de doscientos
muertos y unos cuatrocientos heridos.31 Dos Juntas Revolucionarias se establecen en Rosario
y en Esperanza (formada esta por radicales de la ciudad de Santa Fe). Los movimientos
revelan, en este sentido, un alto grado de organización y coordinación. Si bien no resulta
sencillo, algunas de las fuentes nos dan una pista de qué actores fueron movilizados por los
radicales en la revuelta.
26
LU, 09/02 y 12/02/1893, EM, 07/02/1893.
27
EM, 20/06/1893.
28
Alonso, op. cit.:169.
29
EM, 21/07/1893.
30
Publicación especial sobre la revolución de julio de 1893, sin nombre y autoría, Rosario, 1894, p. 2 (Archivo
Cervera, JPEHSF).
31
Los escenarios del enfrentamiento y las cifras en EM, 02, 03 y 04/08/1893, LU, 06/08/1893, y NE 06/08/1893.
8
Un testigo de los hechos comentará luego que “La del Rosario fue la más encarnizada,
donde hubo que lamentar numerosos muertos de parte de las fuerzas populares, compuestas
en su mayoría por jóvenes decididos, tanto de la clase trabajadora, como del comercio y clase
acomodada.”32 Por otro lado, los partes de los jefes de cada uno de los grupos armados que
participaron en la misma ciudad dejan traslucir (además de destacar los valores del honor y la
valentía desplegado en la lucha por los combatientes: “todos se han mostrado con valor,
mostrando entusiasmo y decisión, como bravos soldados del pueblo”) cómo los clubes
urbanos habían tenido como principal actividad desde principios de 1892 el reclutamiento de
hombres para un eventual alzamiento armado, aunque bajo un estricto secreto.33 Los
involucrados se presentan, por ejemplo, como propietarios de tiendas o empleados
dependientes, pero también se habla de otros tipos de vínculos entre los “iniciados”, como los
tejidos en ese particular espacio de sociabilidad que eran las logias masónicas (“Unión
Capitular”, “Light of the South”, etc.).34 Lisandro de la Torre, líder de cantón, había
encabezado además durante la lucha un contingente de varias decenas de italianos.
Los extranjeros de las colonias y sus descendientes también tuvieron un papel
destacado al encuadrarse en cinco batallones35, compuestos en gran medida por los miembros
de las “sociedades de tiro” que -como expresaría luego un decreto del interventor nacional en
la provincia- “celebran reuniones armadas con armas de guerra y sujetas a una disciplina y
organización militar.”36 Que estos colonos hayan encontrado en la revuelta radical un canal a
partir del cual luchar por sus reivindicaciones puede entenderse en parte por su posición
relativa dentro de la sociedad santafesina de ese entonces: según el Censo Nacional de 1895
los extranjeros varones mayores de 18 años (edad tanto para votar como para combatir) casi
duplicaban a los nativos de la misma condición (85.637 y 45.256 respectivamente).37 Los
dirigentes de la UCR de Santa Fe demostraban de esa forma la voluntad política de movilizar
a grupos de hombres con un origen y pertenencia social diversa, para zanjar sus disputas con
32
Fournier, 1957: 410-411.
33
Sobre el papel que podrían jugar los clubes dentro de la estrategia revolucionaria del radicalismo, Paula
Alonso comenta que ya durante la Convención Nacional de noviembre de 1892 Alem “había dado instrucciones
a sus representantes en las provincias para reorganizar el partido en clubes políticos, cuyas funciones principales
consistían en reclutar hombres dispuestos a combatir.” Alonso, op. cit.: 193.
34
Los funerales realizados poco después en Rosario de uno de los combatientes radicales, Ormando Van Oppen,
revela la conexión de ese ámbito con los militantes de la UCR en esa ciudad. EM, 25/08/1893.
35
NE, “Capítulos para la historia. Capítulo V. Entrada triunfal”, 03/09/1893.
36
Registro Oficial de la Provincia de Santa Fe, Tomo XXII, Año 1893, Santa Fe, Imprenta Nueva Época, 1898,
p. 340.
37
Censo Nacional de la República Argentina de 1895. Según el mismo, la provincia contaba además con
397.188 habitantes; la ciudad de Rosario sumaba 91.669 y la de Santa Fe 22.244.
9
una fracción de la elite santafesina que se había oligarquizado en el poder desde hacía unos
veinticinco años.
El gobernador autonomista Cafferata, después de intentar una ineficaz defensa citando
a la Guardia Nacional provincial, terminó renunciando y delegando el poder en una “comisión
de notables” compuesta por Mariano Comas (presidente de la Legislatura), Ignacio Crespo
(anterior miembro de la Unión Cívica) y Juan Bernardo Iturraspe, que ya estaban de acuerdo
con los revolucionarios.38 Vemos así que, antes de tomar el poder, la Junta Revolucionaria de
la UCR debía legitimarse ante estas y otras “personalidades espectables”, en palabras de El
Municipio, de la sociedad local que actuaban como mediadores en una disputa que parece, en
este sentido, de carácter faccioso; o sea, como una redistribución del poder dentro de la elite.
El manifiesto lanzado por los radicales el 30 de julio entiende a su vez la revuelta -pletórico
de retórica republicana- como una “reacción” de la “virtud cívica” en nombre de la libertad
política y la moralidad administrativa:
“La provincia de Santa-Fé se encuentra en una situación tal de su vida política, que el patriotismo
impone la obligación de hacer un esfuerzo supremo (...) la revolución queda como la fórmula última y
fatal a donde la necesidad lleva a los ciudadanos y a los pueblos que no se resignan a vivir bajo el
yugo eterno de la ilegalidad y del crimen.”
Y esgrimiendo argumentos que incluyen aspectos de la política económico-financiera
(tengamos en cuenta la crisis abierta en 1890), tributaria y de concesión de tierras, finaliza
apelando a los derechos sancionados por la Constitución:
Alzamos las armas y convocamos al pueblo de la provincia a reunión a la sombra de esta bandera
revolucionaria para derrocar los poderes que usurpan la autoridad del gobierno que la constitución ha
creado, para reabrir la libertad en los comicios que la violencia y el fraude han cerrado, para devolver
a la justicia la pureza (...) para que la moralidad reaparezca en el manejo de los dineros públicos (...) y
para que todos los derechos y garantías que consagran nuestras leyes fundamentales sean prácticos y
respetados.”39
Los radicales proponían entonces la revolución como restauración, en la clave de ese
amplio clima de época que constituyó el regeneracionismo finisecular, que Natalio Botana
distingue en su alcance respecto del reformismo al expresar que “mientras el reformista está
inspirado en una concepción del cambio que tensa su mirada hacia el porvenir en busca de
38
Conferencia telegráfica entre Joaquín Cullen y la Junta Revolucionaria, Publicación especial, op. cit., p. 4-6.; y
EM, 02/08/1893.
39
El Manifiesto de la Junta Revolucionaria aparece transcripto en EM, 30/07/1893. Los argumentos del mismo
guardan un obvio parentesco con los argumentos expuestos por Alem para justificar la revolución de 1890 desde
su banca en el Senado de la Nación al año siguiente. Como defensor de la tradición y los valores
constitucionales, argumentaba que: “Los que combatimos el sistema que aún impera, no somos propiamente los
revolucionarios; somos los conservadores: de nuestra revolución puede decirse lo que decía Macaulay de la
revolución inglesa, comparándola con la francesa (...) buscaba el restablecimiento de sus libertades y de sus
instituciones...”, Senado de la Nación. Sesión del 6 de junio de 1891, en Alem, 1954: 166.
10
nuevas instituciones y de un reordenamiento progresivo del poder social -como será el caso
del Partido Socialista fundado en 1896- el regeneracionista se empeña en poner en buena
condición una cosa deteriorada.”40
Las revoluciones de julio-agosto en las provincias, y la de Santa Fe en particular, no
dejaron de levantar voces autorizadas en su aprobación, como era, por supuesto, la de Del
Valle. Durante la sesión especial del Senado de la Nación el 30 de julio, y en vista de las
revueltas recientemente producidas, se trató un proyecto de intervención a las provincias
afectadas, en el transcurso del cual el ministro de Guerra y Marina, contestando las denuncias
del senador autonomista por Santa Fe José Gálvez, se refirió con estas palabras: “Hay en
Santa Fe una enfermedad política”, y luego agregó que “hace diez o doce años que vive
gobernada por un solo partido”. Su alocución finalizaba afirmando: “Santa Fe es una
provincia viril (...) ¡está combatiendo por su libertad!”41
Las Juntas Revolucionarias de Rosario y Santa Fe devinieron, a principios de agosto,
en un gobierno radical provisorio encabezado por Mariano Candioti como gobernador,
integrando los ministerios y cargos principales los otros miembros de aquellas (Agustín
Landó, Martín Rodríguez Galisteo, Joaquín Lejarza, Lisandro de la Torre y Manuel Cervera).
Los decretos más importantes del gobierno provisorio incluyeron medidas políticas y
administrativas, como la intervención de las entidades bancarias de la provincia, la disolución
de la Legislatura, el reemplazo de la Corte Suprema de Justicia, y, fundamentalmente, el
nombramiento de nuevos jefes políticos departamentales, comandantes militares, comisarios
de policía y jueces de paz en los distritos rurales. Estos últimos actores se erigían como una
pieza clave a la hora de controlar la población urbana y de la campaña.
Así, la colocación de adictos o aliados a la UCR en dichos cargos se reveló como
primordial en términos políticos, ya que a partir de ellos se podía influir decisivamente en la
confección de un nuevo registro cívico-electoral, medida anunciada prontamente por el
gobierno revolucionario.42 Dicha estrategia fue rápidamente denunciada por el diario
autonomista Nueva Época, a sabiendas de la importancia que conllevaba la nueva coyuntura
política ante las inminentes elecciones generales que se avecinaban, expresando respecto de
los radicales: “Estos son los mismos que desde las filas de la oposición clamaban contra el
nepotismo de los gobiernos, y cuando llegaron a escalar el gobierno llenaron los puestos
40
Botana, 2005: 122.
41
Del Valle, 1922: 270 y 273-274.
42
Boletín Oficial, 22/08/1893. Copia existente en el Archivo Manuel Cervera, JPEHSF.
11
públicos con miembros de sus familias.”43 Como vemos, los radicales santafesinos parecían
seguir reproduciendo prácticas que evidentemente no eran exclusivas de las gestiones
autonomistas cuando lo que estaba en juego era el mantenimiento de una amplia estructura de
poder político-burocrático, pero también se ocuparon de colocar en ciertos puestos a figuras
políticas opositoras al partido derrocado, en vista de una futura coalición anti-autonomista44,
“notables” que por lo demás se habían pronunciado a favor del gobierno de Candioti.45
Finalmente, la provincia fue intervenida por orden del ejecutivo nacional, a
consecuencia de caer el gabinete encabezado por Del Valle y ser reemplazado por otro
adverso al radicalismo, bajo la figura de Manuel Quintana. Sin embargo, la llegada a Santa Fe
del interventor federal Baldomero Llerena a fines de agosto fue considerada como un gesto de
“neutralidad”, lo que no obstó para que se mantuvieran en sus cargos a muchos de los
funcionarios locales nombrados por los revolucionarios.46 La UCR de Santa Fe obtuvo
importantes réditos de esta situación favorable. Apelando a una batería de acciones que
incluyó la movilización callejera y los actos públicos en las dos principales ciudades,
comenzó a instalar nuevos clubes seccionales urbanos, y a través de la mediación de notables
y caudillos locales alcanzó una mayor representatividad territorial al instalar una gran
cantidad de centros a lo largo y ancho de la campaña rural. Además, ello permitió algo que se
mostrará como más decisivo para el futuro del partido: dotó al radicalismo provincial de una
estructura institucional efectiva, al crearse los dos Comités Centrales de Santa Fe y Rosario,
así como los dieciocho Comités de departamento en que estaba dividida la provincia.47 La
revolución había permitido ocupar estructuras de poder, pero también había tenido un notable
efecto propagandístico en sí misma.
Volviendo a la dinámica política del país después de este racconto, avanzado el mes de
septiembre, desde el gobierno nacional se endurece la política de intervenciones ante el
inminente estallido de otros alzamientos en el interior. En Santa Fe, el interventor civil
Llerena es reemplazado por el general Liborio Bernal, el cual no duda en sustituir jefes
políticos, intendentes, jueces de paz y comisarios de policía.48 Habiendo participado con
43
NE, 25/08/1893.
44
De hecho, hombres del iriondismo, cívicos nacionales e “independientes” habían sido nombrados interventores
en ciertos rubros de la administración, como empleados de ministerios y miembros de las juntas electorales
departamentales. Al respecto, ver: Registro Oficial de la Provincia de Santa Fe, op. cit.
45
Manifiesto del 4 de agosto firmado por Tomás Cullen, Ignacio Crespo, Julio Busaniche, Néstor de Iriondo,
Estanislao López, Tomás Furno, Severo Basavilbaso, Gerónimo Cello, Luis Bonazzola, etc. En: Publicación
especial, op. cit.: 9.
46
EM, 20/08/1893 y NE, 25/08/1893.
47
Esta estructura piramidal bicéfala del radicalismo santafesino quedará plasmada en marzo del año siguiente
por la Carta Orgánica del Partido Radical de la Provincia de Santa Fe, Rosario, Imprenta La Minerva, 1894.
48
Registro Oficial de la Provincia de Santa Fe, 22/09/1893.
12
relativo éxito en la inscripción al registro electoral abierto durante un mes, los radicales veían
ahora reducido su potencial éxito en la contienda comicial. En una gran manifestación
realizada poco antes en Rosario, el dirigente santafesino Marcial Candioti había expuesto
cuáles podían ser las posibles vías de acción ante un cambio de escenario, exhortando desde
una tribuna: “Vamos a ir a los comicios con el arma de la ley, ya que se nos garante la libertad
electoral; pero si se nos cohíbe, si se pretende cortarnos el paso con amenazas o robarnos con
fraude el triunfo, iremos también, pero con la constitución en la mano y el revólver en el
cinto.”49 Por otro lado, después de la revolución de julio, en varias localidades del interior de
la provincia los simpatizantes del radicalismo seguían portando armas y realizando ejercicios
de entrenamiento, lo que provocó que el nuevo interventor aplicara medidas represivas.50
La segunda revolución radical de 1893 en Santa Fe, iniciada el 24 de septiembre, se
comprende mejor, por su parte, a la luz de la política nacional y de las opciones que la alta
conducción partidaria evaluó después de quedar desactivados los levantamientos provinciales
en agosto. Sus características fueron, por lo mismo, sensiblemente diferentes a las del 30 de
julio. Entendida ahora como una acción civil y militar, el mismo Leandro Alem se trasladó en
secreto a Rosario (considerada como una de las ciudades del interior donde más fuerte era el
radicalismo) junto a varios miembros del Comité Nacional y acompañado por algunos
dirigentes santafesinos.51 La movilización y el despliegue de hombres y armas fueron los
mayores del año, actuando nuevamente los clubes urbanos de Rosario y Santa Fe como los
centros de reclutamiento y encuadramiento de los combatientes.52 Los enfrentamientos,
especialmente violentos, se extendieron por tres días en esta última ciudad (encabezando a los
radicales nuevamente Mariano Candioti), así como en la región de las colonias,
movilizándose unos 1500 combatientes (incluido el 3° batallón de línea, pasado a los
revolucionarios) que resultaron finalmente derrotados por tropas de línea del Ejército nacional
apostadas en Santa Fe y Entre Ríos. En Rosario, por otro lado, la presencia de Alem generó
49
Transcripto en EM, 05/09/1893.
50
Para un ejemplo de lo primero, el juez de paz de la colonia Lehmann nombrado por el gobierno radical,
ayudado por el cura párroco del lugar (declarado “radical ultra”), instruía diariamente a varias decenas de
hombres armados “capacitándolos para el Dr Demetrio Iturraspe”, uno de los jefes de grupo durante las acciones
de julio, y el nuevo juez de paz nombrado por Bernal expresaba su “temor de que los individuos pertenecientes a
la revolución lo molestasen o ejercieran venganza personal contra él por formar parte (...) al partido contrario a la
revolución”. Catálogos de Archivo del Ministerio de Gobierno, 1893, Tomo 176, expediente N° 16, AHPSF.
51
Estos eran Ángel Ferreyra Cortés, Oscar Liliedal, Martín Torino, Víctor Molina, y los santafesinos Lisandro
de la Torre, Agustín Landó, Belisario Sívori, así como el teniente de la Armada Gerardo Ballota y el mayor
Guerrero, del Ejército. NE, 04/10/1893. Varios de los dirigentes radicales que habían encabezado las Juntas
Revolucionarias del 30 de julio se habían exiliado en Montevideo o estaban ocultos en Buenos Aires, ya que la
intervención había decretado su arresto ante la inminencia del nuevo levantamiento.
52
El radicalismo santafesino había tenido un crecimiento notable de sus afiliados después de la revolución de
julio, teniendo como objetivo las perspectivas electorales abiertas por la intervención y la instalación definitiva
de la estructura territorial del partido.
13
una agitación masiva, los clubes rosarinos lograron reunir entre 4000 y 6000 hombres y se
levantaron barricadas.53 La convocatoria parece haber resultado tal entre la población
rosarina, que hasta los primeros grupos anarquistas de la ciudad lanzaron un manifiesto para
explicar por qué no se sumaban a una revuelta política que consideraban inútil. 54
Con la derrota en Santa Fe y ante el avance de varios cuerpos del Ejército Nacional
sobre Rosario después de reprimir otras dos revueltas en Tucumán y Córdoba al mando de
Carlos Pellegrini y Julio A. Roca (nombrado de urgencia por el presidente Sáenz Peña jefe de
las Fuerzas Armadas), Alem ordenó desarmar los “batallones cívicos” que patrullaban la
ciudad y se entregó a las autoridades nacionales. El radicalismo nacional y provincial sufrió
las consecuencias de la derrota: dirigentes en prisión o exiliados, clubes y comités disueltos,
restablecimiento del aparato político-administrativo del autonomismo55, censura de la prensa
y, por último, una dura persecución de la intervención militar a los seguidores de la UCR y a
los colonos involucrados en la revolución.56
La emergencia de un ritual político: la revolución como “lugar de la memoria”
La Unión Cívica Radical, organización política nacida desde el espacio de la
oposición, parece haber demostrado tempranamente la preocupación por “inventarse una
tradición”57 para sí misma, como operación a partir de cual fortalecerse y suplir la precariedad
de mantenerse “intransigente” en el llano. Este fenómeno históricamente construido, creemos,
constituye un interesante aporte del radicalismo a la cultura política58 de esos años, a la vez
que permite resaltar el papel de la conformación de una (incipiente pero fuerte) identidad
política.
53
Los datos de la revuelta de septiembre fueron extraídos de la prensa santafesina de los días posteriores;
Etchepareborda, 1968: 216-230; Gallo, op. cit.: 71-81; Alonso, op. cit.: 175-181; y Fournier, op. cit.: 416-421.
54
La policía encontró en noviembre los volantes titulados “Manifiesto de los grupos anárquicos del Rosario de
Santa Fe a los compañeros y al pueblo todo”, Archivo de la Jefatura de Policía, Rosario, 1893, legs. 1601 a 1713.
En: Álvarez, 1981: 525.
55
Como escribía un dirigente en Santa Fe a otro en Montevideo: “(...) estamos mal porque se nos persigue de
todos modos, se nos complica reunirnos, se ha restaurado el antiguo régimen (...) Es necesario convencerse de
que el interventor tiene instrucciones de destruir el partido radical en la Provincia, para lo cual no desperdiciará
medios, siendo como es Roquista.” Carta a M. Rodríguez Galisteo, 12/11/1893, Archivo José Rodríguez y
Martín Rodríguez Galisteo, Caja 2, Carpeta A-G, folio 136, AHPSF.
56
Catálogos del Archivo de Gobierno de 1893 y 1894 (Tomos N° 174, 175, 176 y 190), AHPSF. En dichos
documentos constan las numerosas denuncias de los colonos y de representantes consulares del extranjero a raíz
de los abusos cometidos por las tropas de la intervención.
57
En palabras de Eric Hobsbawm, “(...) las tradiciones inventadas, hasta donde les es posible, usan la historia
como legitimadora de la acción y cimiento de la cohesión del grupo.” (2002: 19).
58
Seguimos aquí el planteo de Jean-Francois Sirinelli, según el cual la cultura política “(...) se puede
comprender como una especie de código y un conjunto de referentes (principalmente valores, creencias,
memoria específica, vocabulario propio, sociabilidad particular, ritualizada o no...) formalizados dentro de un
partido o de una tradición política, y que la dotan de una identidad propia (...) un conjunto de representaciones
que cohesionan a un grupo humano en el plano político...” (1999: 462).
14
El que devino en mito fundacional del partido, la revolución del Parque de 1890, es
paradigmático al respecto. Después de romper con la fracción mitrista de la Unión Cívica en
1891, Leandro Alem comenzó a arrogar para su grupo el monopolio de su reivindicación, al
conmemorar año a año la “gesta” de los “mártires-caídos” del ’90, construyendo un
“nosotros” que comenzaba a identificar a los radicales. 59 El ritual de realizar en fechas tan
significativas actos alusivos al acontecimiento y sus protagonistas, desplegando una panoplia
de símbolos litúrgicos, contribuía a reforzar el sentimiento identitario, destacando su
componente emotivo.
Los radicales santafesinos, apenas sucedidas las revoluciones de 1893, hicieron otro
tanto en su conmemoración (en particular la del 30 de julio), dándole un “sentido” particular a
su acción al representarse a aquellas como momentos que encarnaban un determinado tipo de
valores (morales, virtuosos, etc.). La forma en que llevaron adelante dicha operación en los
sucesivos aniversarios -en Rosario y Santa Fe, y en menor medida en localidades como
Esperanza o Rafaela-, fue la de los actos y las “procesiones cívicas”, ocupando el espacio
público-simbólico. La constante en dichas prácticas fue la de asociar la revolución del ’93 a la
del ’90; presentar las manifestaciones de la UCR como actos “patrióticos”, “unánimes” y “sin
distinción de clases”; así como realizar una demostración que interpelaba al conjunto de la
sociedad: los adversarios y posibles aliados, las mujeres y los niños, pero también al interior
del radicalismo, lo que llevaba a probar la situación de fuerza del partido y su relación con
esas otras fuerzas del espectro político.
Ya en enero de 1894, cuando todavía muchos dirigentes continuaban exiliados en
Montevideo, se conforma una Comisión especial “que desea conmemorar la jornada del 30 de
Julio de 1893, adjudicando una medalla de honor a los que tomaron en ella una participación
distinguida en las acciones”.60 Luego de participar en la Unión Provincial, coalición electoral
de las fuerzas opositoras al autonomismo (radicales, iriondistas, cívicos nacionales e
“independientes”)61 que finalmente fue derrotada por este en unos comicios escandalosamente
fraudulentos a instancias de la intervención nacional, se crea en junio de ese año en la ciudad
de Santa Fe la “Liga Patriótica 30 de Julio”, presidida por el radical Carlos Gómez, con el
objeto de “formar al ciudadano”: esto es, dar “conferencias doctrinarias” y “educar al pueblo
59
A dos años de los acontecimientos del ’90, Alem pronunciaba este discurso ante el monumento a los caídos en
la revolución, negándole legitimidad a la participación del mitrismo en la misma: “(...) estos muertos ante cuyas
tumbas hemos venido a inclinarnos, son nuestros, exclusivamente nuestros! (...) porque somos los únicos que
conservamos en nuestra alma el culto y en nuestra voluntad los propósitos, por los que ellos entregaron su vida
en la jornada del Parque!” En: LU, 28/07/1892.
60
Carta de Marcial Candioti a Martín Rodríguez Galisteo, 20/01/1894, Archivo José Rodríguez y Martín
Rodríguez Galisteo, Caja 2, Carpeta A-G, folio 54, AHPSF.
61
Ver diario La Unión Provincial (UP), 30/11/1893.
15
62
UP, 09/06, 10/06, 12/06 y 13/06/1894.
63
EM, 25/07/1894 y UP, 26/07 y 28/07/1894. El mismo día en que debe producirse la manifestación, El
Municipio expresa: “El pueblo del Rosario va a honrar hoy con un gran meeting la memoria de los que se
sacrificaron por sus libertades en las memorables jornadas del 30 y 31 de julio de 1893 y a demostrar una vez
más su civismo, su amor a la patria y a la augusta causa de las instituciones. (...) El rosario todo es radical,
porque el Rosario todo se compone de patriotas. (...) nuestras patriotas damas se han de asociar al meeting,
haciendo acto de presencia en los balcones y azoteas.”
“Del Paraná, de Santa-Fé, de Buenos Aires, de San Nicolás y de todos los departamentos, han llegado
delegaciones que formarán en la columna cívica (...) Una comisión de tenderos se ha apersonado ayer a nuestra
imprenta pidiéndonos anunciáramos que con el fin de permitir a sus dependientes formen parte de la columna
cívica...” EM, 29/07/1894.
64
Actas del Comité Central de la Unión Cívica Radical de Santa Fe, Archivo Manuel Cervera, JPEHSF, sesión
del 26 de julio de 1894.
65
EM, 31/07/1894.
16
66
“El pueblo, en su mayoría cívico; a rememoración de una fecha gloriosa para el patriotismo santafesino, y la
asistencia al acto de los Clubs cívicos radicales, eran motivos más que suficientes para dar a la conferencia el
aspecto de una asamblea popular.” UP, 31/07/1894.
67
Ibíd.
17
por esos días, con el objetivo de reunir voluntades y disciplinar a los militantes.68 Se espera
además concurrirán a la manifestación en la ciudad -pensada para agosto- altos dirigentes del
radicalismo nacional, incluido el propio presidente Leandro Alem.69
Mientras tanto, el interior de la provincia realizó por esos días sus propios actos por la
revolución de 1893: banquete de los radicales de San Gerónimo e inicio de la Convención
Departamental de la UCR de Las Colonias el mismo 30 de julio.70 En Rosario, igualmente, se
habían realizado ya para esa fecha ese otro culto que eran las exequias fúnebres de los
“mártires” de la revuelta santafesina, ejemplos del “civismo” radical.71 Santa Fe fue escenario
de una modesta conmemoración: una “conferencia cívica” en el Politeama, donde la puesta en
escena de la simbología radical72 se subsume en el ambiente patricio en que es desarrollado el
acto, destacando la prensa la presencia en los palcos de miembros de “distinguidas familias”,
junto a sus mujeres e hijos.73
En Rosario, en cambio, las celebraciones implicaron en 1895 un despliegue sin
precedentes. Previamente al desfile central, aquellas se iniciaron con una “jornada cívico-
literaria” a cargo de un grupo de mujeres en homenaje a la revolución,74 adquiriendo
nuevamente este actor una relevancia particular para pensar al radicalismo de esos años más
como una instancia de participación ciudadana (no olvidando de resaltar a su vez distintas
jerarquías) en el espacio público, que como una “máquina electoral”. El ritual de la procesión
cívica (30.000 manifestantes si creemos en los periódicos) que partió nuevamente de la plaza
Santa Rosa era descripto de la siguiente manera:
“(...) se formó a las dos p.m. llevando a la cabeza a los delegados del Comité Central, ocupando la
primera fila de ciudadanos los Dres. Alem, Demaría, De la Torre, Barroetaveña, Lejarza y otros
delegados de igual importancia. Después del comité central iban delegaciones y en seguida quince
numerosísimos clubs seccionales, todos con sus ricos estandartes y no pocos llevando bandas
militares.”75
68
“Esta noche darán principio las visitas de dicha comisión a los clubes seccionales para pasar revista de sus
elementos y recordarles que es menester no olvidar a los esforzados ciudadanos que por la defensa común
rindieron sus vidas.” EM, 25/07/1895.
69
EM, 08/08/1895.
70
UP, 01/08/1895.
71
“(...) la revolución de julio de 1893 fue obra santa, obra de varones (...) se ha hecho carne y hueso en la
conciencia pública la idea de que los Van Oppen, los Casterán, los Galato, los Ochoa y tantos otros ciudadanos
que hallaron gloriosa muerte luchando por las libertades santafesinas, serán siempre acreedores a la gratitud
de sus conciudadanos.” EM, 30/07/1895.
72
“(...) apareció en el escenario el Comité Central en pleno. En el fondo veíase, sobre un trofeo de banderas, el
retrato de San Martín; hacia el centro, de un lado la enseña del Parque y del otro la santafesina de la
revolución de Julio; en el frente mismo los retratos de Alem y Candioti. El efecto era apropiado al acto.” UP,
13/08/1895.
73
Las familias Aldao, Galisteo, Mántaras, Lassaga, Iriondo, Iturraspe, Aragón, Cervera, Gómez, etc. Ibíd.
74
UP, 17/05/1895.
75
Ibíd.
18
Epílogo
Pese a la gran movilización desplegada en los aniversarios del 30 de julio
inmediatamente posteriores a 1893, la conmemoración de la revolución por los radicales
santafesinos en la segunda mitad de la década de 1890 resistirá mal a los avatares internos de
la propia Unión Cívica Radical, así como a la situación relativa de ésta en la política
provincial. A fines de 1895 el radicalismo santafesino probó suerte en los comicios, en vista
de la renovación de la Legislatura provincial, pero junto a las otras fuerzas de la oposición
anti-autonomista (una táctica ya experimentada cuando la Unión Provincial en 1894) bajo el
nombre de “Partidos Unidos”.78 El fracaso electoral llevó nuevamente al partido a decretar la
abstención como bandera principista. El suicidio de Alem a principios de julio de 1896
también contribuyó al pesimismo reinante en las filas de la UCR.
En efecto, mientras ésta llamaba en Santa Fe a una Convención Provincial y la
reforma de la Carta Orgánica para el 30 de julio del mismo año, con la perspectiva de unificar
76
Ibíd.
77
EM, 17/08/1895.
78
UP, 23/03/1896.
19
la conducción del partido y conformar un Comité de Gobierno79; los actos por la revolución
del ’93 se verán opacados por dicho acontecimiento, aunque el mismo dará lugar ese día a una
manifestación con bombas y bandas de música en Rosario, sede de la Convención. El diario
El Municipio -más belicoso que la dirigencia partidaria- intentaba persuadir a ésta sobre la
necesidad de un nuevo levantamiento armado cuando publicaba en sus páginas que “la
organización que se dan actualmente las fuerzas populares debe proponerse por objeto único
la lucha franca y directa con los opresores (...) cuando sus esfuerzos han sido inútiles por los
medios conciliatorios.”80
Para 1897, la ruptura al interior del autonomismo santafesino entre la facción de José
Gálvez y la que respondía al gobernador Luciano Leiva deja vislumbrar la conformación de
una nueva coalición electoral para la renovación de la gobernación cuando el iriondismo
decide apoyar a Leiva.81 En ese contexto político provincial, los radicales santafesinos
comenzarán a mostrarse divididos en el momento de la conmemoración. Desde Rosario parten
un centenar de hombres de la UCR para participar del acto en Buenos Aires por la revolución
de 1890 llevando una placa para depositarla en la tumba de Alem82, pero no parece
organizarse algo similar para la de 1893.83 Lo que ocurre es que, a causa de la disputa
planteada en la conducción nacional entre los llamados “evolucionistas” encabezados por
Bernardo de Irigoyen (que propugnaban por una alianza electoral con otras fuerzas) y los
“reaccionarios” que seguían a Hipólito Yrigoyen (manteniendo una posición intransigente),
los presidentes de los clubes seccionales rosarinos pretenden participar de la inscripción al
registro electoral, mientras el Comité de Rosario y la Juventud Radical emiten un manifiesto
llamando nuevamente a la abstención.84 El diario La Unión Provincial, plegado ahora a la
alianza leivista-iriondista, en el artículo “En plena disolución”, percibe en la ruptura que
79
EM, 30/07/1896.
80
Ibíd.
81
UP, 23/07/1897.
82
“Bien hace, pues, la Unión cívica radical de Rosario, en llevar su homenaje a la tumba del patricio hoy que
se conmemora la revolución de Julio...” EM, 26/07/1897.
83
Como expresaba amargamente El Municipio en su editorial titulado “30 de julio. Fecha que debe
conmemorarse”: “Hasta ahora no conocemos que el comité de gobierno de la provincia, ni el comité
departamental del Rosario hayan adoptado resolución alguna para conmemorar la fecha (...) Si se considera
que ya es demasiado tarde para organizar una columna cívica (...) organícese cualquier otra ceremonia (...)
pero hágase algo...” EM, 29/07/1897.
84
EM, 01/08/1897. El mismo dice: “La furia de la evolución metropolitana (...) ha doblegado las vértebras al
parecer inconmovibles del radicalismo santafesino.”
20
85
Sobre la llamada “política de las paralelas” y la disputa entre B. de Irigoyen y H. Yrigoyen, ver Alonso, op.
cit., en especial el capítulo 6.
86
“(...) esa componenda es una claudicación que lleva a los radicales derechamente a una evolución política
que les quite el carácter radical para dejarlos simplemente como progresista.” UP, 03/09/1897.
87
EM, 31/07/1898.
88
UP, 12/10/1897.
89
UP, 28/09 y 30/09/1897.
90
“La marea sube, la reorganización del partido se ha iniciado en la masa popular espontáneamente (...) y el
aniversario de la gloriosa revolución de Julio será punto de arranque para que vuelvan a ocupar su puesto los
leales...” EM, 24/07/1903.
21
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As., Ediar.
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