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Aves.

Clasificación de las aves actuales.

Reino: Animalia.

Filo: Chordata.

Subfilo: Vertebrata.

Infrafilo: Gnathostomata.

Superclase: Tetrapoda.

Clase: Aves.

Subclase: Archaeornithes.

Subclase: Neornithes.

Superorden: Palaeognathae.

Superorden: Neognathae.
(Hickman, et al., 2009).

Se cree que los antepasados de las aves fueron


un grupo de reptiles pseudosuquios, carnívoros
del triásico (Matthews y Carrington, 1973). No
hay pruebas detalladas de las fases que
atravesaron los reptiles terrestres de sangre fría
para convertirse en aves voladoras de sangre
caliente (Young, 1985). Pero en alguna etapa,
sus escamas evolucionaron en plumas,
probablemente para regular la temperatura, y el Fósil de Archaeopteryx
desarrollo de las mismas condujo al vuelo encontrado en Alemania
(Carney, et al., 2012).
(Matthews y Carrington, 1973). El ave más
antigua conocida o Archaeopteryx, era un mediocre volador del tamaño de un
cuervo que vivió hace 150 millones de años (Matthews y Carrington, 1973). Sus
dientes son cónicos, sin bordes dentados y aparecen espaciados. El hueso
cuadrado con doble cóndilo, su sacro está formado por seis vértebras, los dedos
de las alas tienen garras, el esternón no es óseo ni hay quilla (no puede haber
puntos de inserción para los músculos del vuelo). Se dice que Archaeoteryx es
el ancestro de las aves porque posee varias características que son
definitivamente aviarias: la presencia de una fúrcula, la forma y anatomía de los
dedos y el pubis, la existencia de huesos huecos, el cerebro es parecido con dos
lóbulos largos, presencia de conductos pneumáticos en los huesos (esto,
permitiría la existencia de sacos aéreos) y, sobre todo, la presencia de plumas
(Esperante, 2004).

Las aves son el único grupo de vertebrados capaces de volar. A lo largo de la


historia se han postulado dos teorías de cómo se adquirió dicha capacidad, la
arbórea y la cursorial. La primera; plantea que los ancestros de las aves eran
dinosaurios cuadrúpedos que contaban con plumas y trepaban o vivían en los
árboles desplazándose de uno a otro aprendiendo a planear, aletear y volar. La
segunda teoría, postula que los ancestros de las aves eran dinosaurios bípedos,
carnívoros y con largos miembros anteriores con plumas, que intentaban atrapar
a los insectos manoteando y dando pequeños brincos. Estos, desarrollaron tanto
dicha técnica, que después de un tiempo empezaron a volar (Montellano, 2017).

Toda la anatomía de las aves está diseñada en torno al vuelo. Sus adaptaciones
son de dos tipos básicos: aquellas que reducen peso corporal y las que
promueven mayor potencia para el vuelo. Entre las primeras tenemos las
plumas, derivados evolucionados complejos de las escamas reptilianas,
combinando ligereza con fuerza, impermeabilidad y alta capacidad de aislante.
El peso corporal se reduce además por la eliminación y fusión de algunos huesos
(que proporcionan rigidez durante el vuelo), y por la presencia de huesos con
espacios aéreos o cavidades neumáticas (huesos huecos). El pico córneo, que
reemplaza a las mandíbulas y dientes de los reptiles (Bergillos y Rivas, 2013).
Las adaptaciones que proporcionan potencia para el vuelo incluyen endotermia,
alta tasa metabólica, corazón grande (Hickman, et al., 2009), un sistema
respiratorio que consiste en sacos aéreos dispuestos para pasar el aire a través
de los pulmones; músculos poderosos de vuelo y de las patas y una circulación
eficiente y de alta presión (Bergillos y Rivas, 2013). También desarrollaron una
siringe (aparato fonador), vista aguda y excelente coordinación neuromuscular
(Hickman, et al., 2009).
Referencias bibliográficas

Bergillos, F. y Rivas, M. (2013). Toxinología clínica: Lesiones por picaduras y


mordeduras de animales. Bubok. España. 459 p.p.

Carney, R. Vinther, J. Shawkey, M. D’alba, L. y Ackermann, J. (2012). New


evidence on the colour and nature of the isolated Archaeopteryx feather.
Macmillan. Estados Unidos. 02 p.p.

Esperante, R. (2004). ¿Qué es Archaeopteryx? Geoscience Research Institute.


N°68. Estados Unidos. 1-3 p.p.

Hickman, C. Roberts, L. Keen, S. Larson, A. I’Anson, H. y Eisenhour, D. (2009).


Principios integrales de zoología. 14a edición. McGraw-Hill. España. 655-661.

Matthews, H. y Carrington, R. (1973). Atlas del mundo animal. Reader´s Digest.


México. 336-337.

Montellano, M. (2017). Dinosaurios con plumas. UNAM. México. 10-11 p.p.

Young, J. (1985). La vida de los vertebrados. Omega. España. 421-422

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