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Introducción
Este escrito tiene como objetivo identificar los aportes de la metodología de la investigación en
Ciencias Sociales en el proceso de construcción de diagnósticos situacionales, específicamente
en el marco de la asignatura Trabajo Social III.
2 Se agradece la revisión y corrección realizada por la Dra. Laura Massa a la presente ficha de apoyo
académico.
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conocimiento/intervención profesional él “para qué” de su utilización. La propuesta desde el
enfoque ontológico es transitar desde una racionalidad formal abstracta (que aplica técnicas de
forma irreflexiva, apriorística y sistemática) hacia una crítico-dialéctica (Oliva: 2007), que
reflexione y resignifique ciertos instrumentos y recursos de acuerdo a las condiciones objetivas
y particulares de una situación que requiere ser modificada.
Por último, la dimensión ético-política refiere a cómo el análisis teórico de los valores que
orientan la praxis de la humanidad se objetiva en una acción transformadora de la realidad. La
unidad entre ética y política, dice Barroco (2003: 234): “… se hace efectiva en el campo de los
conflictos, de la oposición entre proyectos sociales, caracterizándose por la organización
colectiva de la lucha entre ideas y proyectos que contienen valores y una dirección ética”.
Aquí lo político es entendido en término de las acciones que realiza un colectivo (actores de un
territorio junto a la unidad de gestión, por ejemplo) en vistas a construir y disputar el poder
necesario para hacer viable cierto proyecto o acción en particular. Estas acciones llevan
implícitas ciertos valores: autonomía, libertad, emancipación, dominación, participación
controlada o emancipatoria, dependencia, etc., que le dan direccionalidad, y se encuadran en
un determinado horizonte de sociedad.
“…una forma de conocimiento que se caracteriza por la construcción de evidencia empírica elaborada a
partir de teoría aplicando reglas de procedimientos explícitas. En su contenido la investigación es
temporal-histórica, es acotada y acumulativa, está sujeta a inexactitudes y, por lo tanto, es parcial o
totalmente refutable.”
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vez, contribuirá a explicar cómo y por qué se construyó determinado “problema social” y no
otro, qué forma tiene, cuál es la situación problemática en la que se inscribe, etc.
- está sujeta a inexactitudes: a errores, ya sea que estos estén contenidos en los marcos
teóricos sobre los que se basan las investigaciones, o sobre la forma en que se recaba la
información. También podría ser que un diagnóstico tome de forma acrítica una demanda
institucional y se limite a reproducir los abordajes rutinizados. Por otra parte, puede darse la
elaboración de un diagnóstico situacional completo y riguroso, pero cuya utilización como
insumo de trabajo se prolongue en el tiempo, sin contemplar los cambios en las relaciones de
fuerzas que se dan en el escenario, las diferentes coyunturas, etc. Es por entender que la
realidad es dinámica y cambiante que la construcción del conocimiento en los diagnósticos sea
siempre situacional.
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(descripción, explicación) de la realidad, no al grado de adecuación o alejamiento a una teoría
previa.
“hace referencia al proceso de descripción, sistematización y análisis teórico y empírico del ‘problema’,
los factores que lo producen, los sujetos afectados y los distintos actores que están involucrados en el
escenario de su definición o atención. El ‘producto de este momento es el diagnóstico’”.
Acorde con esto, el “diagnóstico” no será entendido en el marco de esta materia como una
instancia previa a la intervención, ni como un momento de clausura en el proceso de
conocimiento, sino que, por el contrario, es una herramienta que sintetiza el conocimiento
alcanzado por los estudiantes luego de sucesivas instancias de recolección de información,
búsqueda y lectura bibliográfica, priorización de información, toma de decisiones, etc. Esta
instancia de síntesis -siempre parcial- recupera el proceso de reflexión-acción llevado adelante
por los estudiantes desde el momento en que estos inician el proceso de prácticas. Esto incluye
el momento de su aproximación a campo, las sucesivas interacciones con los actores, las
problematizaciones, la generación de acuerdos, etc., dando lugar a una elaboración que, con
sustentos teóricos y empíricos, de cuenta de las características y explicaciones por las cuales se
puede argumentar que cierto problema social se materializa en un tiempo y espacio
determinado.
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En todos estos casos se puede ver cómo ni los conceptos claves, los indicadores, las técnicas de
recolección de información, ni la intervención misma, pueden ser definidos a priori por el
investigador. Cuando Mallardi (2012: 20) dice “las preocupaciones metodológicas son
determinadas en relación con el objeto concreto” explicita el hecho de que en el ejercicio
profesional es lo real concreto, la cosa misma, la que irá condicionando los procesos de
intervención, intelectivos de análisis, organización de la información, construcción de evidencia
empírica, etc.
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etc.). Su selección se vincula a criterios diferentes, ya sea que se trate de construcción de
conocimiento situacional para intervenir o de una investigación desligada de un contexto que a
corto plazo requiera ser modificado.
El área temática, como el gran “paraguas” en el que se enmarcará una investigación (pj.
“salud”, “niñez”, “género”) requiere de una retroalimentación entre las preguntas –motivadas
por el trabajo de campo, los intereses del investigador, las demandas/priorizaciones de los
actores en campo, etc.- y la búsqueda, lectura bibliográfica y selección de marcos teóricos o
referenciales. Este movimiento permitirá tomar decisiones sobre aquellos conceptos, técnicas y
valores con los que se delimitará progresivamente la situación problemática sobre la que se
encuadrará el problema social que se construirá.
No se pueden estudiar de forma simultánea todas las facetas de un objeto teórico, sino que a
partir de la selección del área temática se delimita progresivamente aquello que será el núcleo
del análisis y el posterior despliegue de alternativa para abordarlo. Esta desagregación y
especificación sobre un área temática tendrá lugar, considerando la investigación en ciencias
sociales, luego de la indagación y construcción del “Estado del Arte”. Para las tesis, trabajos de
graduación, proyectos de investigación, etc., el Estado del arte o de la cuestión, es la instancia
en que se recupera todo lo escrito sobre hasta el momento: sus definiciones, estudios
empíricos vinculados, información estadística, artículos científicos, entre otros. Si bien este no
es un elemento requerido de forma explícita para la elaboración del diagnóstico, se encuentra
-en parte-contenido en la construcción del área temática, el cual expresará la búsqueda y
selección crítica de diversos marcos normativos y conceptuales.
La elección del tema de investigación en ciencias sociales, en aquellas instancias en las que el
proceso de conocimiento no tiene objetivos de intervención a corto plazo, está condicionado,
de acuerdo con Dei (2006), por: el conocimiento e interés del investigador en el tema, la
disponibilidad y capacidad de compresión de fuentes primarias y secundarias de información y
el grado de dificultad del cuadro metodológico general, éste debe estar al alcance de los
conocimientos del investigador.
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-las demandas de los diferentes actores presentes en el escenario
-y la posición estratégica que el profesional pueda tomar para desarrollar viabilidad en sus
distintas dimensiones.
Todos estos elementos determinarán la elección del área temática, el cual a su vez
condicionará la forma en que se organice, jerarquice y valore la información y la evidencia
empírica que se construya.
Mientras que a la hora de realizar una investigación prima el interés del investigador para la
elección del tema, en el caso de la construcción de diagnósticos –desde la planificación
estratégica situacional- se presenta la tensión existente entre: la autonomía relativa del
profesional/estudiantes y las demandas históricas dadas a la profesión. O sea que los acuerdos
y negociaciones que se lleven adelante entre el profesional y el conjunto de actores del
territorio constituirán un criterio de importancia a la hora de seleccionar el área a intervenir.
Por otra parte, estos acuerdos redundarán en las posibilidades de ampliar los márgenes de
autonomía del profesional y la capacidad de hacer posible una alternativa de intervención.
“Los conceptos ordenadores tienen una función de búsqueda de relaciones posibles, para lo cual deben
desarticularse de los corpus teóricos de los cuales provienen. A partir de la desarticulación conceptual se
trata de hacer una lectura problematizadora del concepto, tanto en su contenido como en sus relaciones
y jerarquías con otros conceptos.” (Escolar; 2000: 181)
Por medio de estos conceptos puede configurarse una descripción articulada del área temática,
que los vincule y establezca relaciones, abriendo interrogantes/problematizaciones fundadas.
Estos conceptos son, a su vez, “objetos teóricos preconstruidos” que deben ser analizados en
su historicidad y en su complejidad, o sea: debe identificarse el devenir histórico que tuvo el
concepto (qué actores motivaron su uso, con qué objetivos lo hicieron, cuáles son sus límites y
posibilidad respecto de otras categorías teóricas, qué tensiones políticas conlleva su utilización,
etc.)
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una reconstrucción integral de la situación que transitan los actores. En una primera instancia
el área aporta una mirada general para ordenar, jerarquizar y comprender el territorio, sus
actores, etc. Luego, a través de las observaciones que se realicen en campo, el área tendrá que
aportar insumos que delimiten la situación problemática que se atraviesa, permitiendo la
elaboración de un marco teórico que dé cuenta de la particularidad en la que se inscribe dicha
situación. De esta manera, en función de la evidencia empírica relevada y las
categorías/conceptos que se hayan utilizado para pensar la situación problemática, sumado a
las regularidades y tendencias y su cuestionamiento/problematización, la viabilidad, etc., se
procederá a la formulación del problema social.
Las preguntas de investigación son aquellos interrogantes que motivan la investigación y que
deberán ser respondidos a lo largo del proceso de conocimiento. Estas preguntas pueden
referir al área temática, a su vinculación con otras áreas, a los conceptos que están incluidos en
esa área, a los aspectos de algunos conceptos contenidos en él, etc. En general se trata de
preguntas de conocimiento que van acotando su alcance, y ampliando su profundidad, a
medida que se avanza en la lectura bibliográfica y la construcción del marco teórico.
Sobre la dimensión teórica del cómo se concibe a los actores sociales, cómo son sus vínculos,
cómo son los territorios en los que transitan, se deben recuperan los aportes de Catenazzi
(2009), Massa (2013), Merklen (2002) y Abramovich (2006), todos autores presentes en la
bibliografía obligatoria de la materia.
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Actor/ Rol/función/ Pedido/demanda/ Explicación que Tipo de Problematizac
informan posición interés dan al relación ión
te clave pedido/demanda con otros
/ interés actores
Las columnas están organizadas de forma que, al completarlo, se puedan visualizar aspectos
más relevantes para la identificación de cada uno: nombre y su rol o función, ya que como dice
Coraggio (1996: 15) se debe poder “discriminar entre agentes concretos y posiciones en las
estructuras […] en tanto la acción social a proponer deberá actuar sobre y con los primeros”.
Esta distinción debe explicitarse para no dar por sentado que ciertos roles o tareas conllevan
cierto poder para la toma de decisión, ya que esta puede no coincidir con el poder real que
dichos actores tienen en ese contexto específico.
“…una explicación situacional debe ser capaz de articular los factores causales objetivos (…) las
apreciaciones subjetivas (…) la acción que realizaron en el proceso analizado, las cuales son tensionadas
por un continuum de transformación-reproducción”.
Aquí el autor suma un eje de análisis que, aunque no esté incorporado en la grilla, es
importante que sea tenido en cuenta a la hora de proponer un abordaje, y esto es que se debe
conocer cuáles fueron las acciones que “se dieron” los actores para cambiar esa situación
considerada negativa. Este conocimiento permitirá identificar la permeabilidad o receptividad
que se tiene para ciertas propuestas, historizar cómo se fue pensando y abordando cierta
situación considera negativa por los actores del territorio, conocer los vínculos que dicha
acción generó entre ellos, los límites y posibilidades presentes para acompañar una propuesta
nueva o una que ya se implementó, etc.
La columna “tipo de relación con otros actores” es importante para reconocer tanto los
vínculos entre los actores de una organización institucional, como entre los de una y otra
organización, elemento que el equipo técnico debe reconocerlos en vistas a proponer, reforzar,
mantener relaciones entre actores diversos con el objetivo de dar viabilidad a la intervención
que se quiere llevar adelante.
Sobre la problematización, se les propone a los estudiantes que, las expresiones de los actores
y las observaciones que se hayan registrado en campo, se pongan en tensión con datos
provenientes del marco teórico, se identifiquen contradicciones, ya que “problematizar es
cuestionar y reformular, y a la vez es un proceso de búsqueda de relaciones posibles”
(Zemelman 1987 en Cora Escolar 2000: 181). Cuestionar las verbalizaciones de los actores es
necesario ya que remiten a construcciones del sentido común que naturaliza y remiten a lo
fenoménico desconociendo los aspectos estructurales de lo real. Se trata de recuperar la voz de
los actores atendiendo a los procesos de naturalización presentes en sus explicaciones.
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Las regularidades y tendencias, por su parte, son aquellos indicadores, observaciones y
verbalizaciones que se registran de forma frecuente a lo largo de la intervención y que
proveerán insumos para ir circunscribiendo la situación problemática. Es importante analizar
los registros de campo, los análisis y planteos que se tienen del marco teórico construido, y el
Mapeo de Actores, para dar argumentos cuantitativos y cualitativos sobre la existencia de un
problema y no de otro, y sobre el por qué se intervendrá sobre él.
Las preguntas a la qué debería responder esta instancia serían: ¿con qué frecuencia se visualizó
el indicador “x” en campo? ¿Cuántos actores mencionaron la ocurrencia de la situación “y” en
la institución? Aunque el “problema” “a” es el que mayor nivel de ocurrencia tuvo en función
de los indicadores observables y las verbalizaciones de los actores, ¿es viable intervenir sobre
él? ¿Con quienes deberíamos hacerlo? ¿De qué forma debemos proponer/presentar este
“problema” para que sea viable su intervención? La viabilidad que se construyó hasta el
momento, ¿permite la intervención sobre esta situación? ¿Con quienes deberíamos sostener
nuevos acuerdos, potenciar lo que se viene trabajando?
“Problematizar el ‘problema’ que viene dado al trabajo social (para constituirlo en el objeto de la
práctica profesional), quiere decir formularse preguntas, buscar múltiples definiciones y reconocer los
sujetos de éstas y los argumentos que sostienen (explícitos o implícitos), buscar relaciones entre
fenómenos, etc. a partir de los cuáles un acontecimiento o conjunto de acontecimiento deviene
“problema” que demanda algún tipo de intervención (o solución)”
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pusieron en agenda, los cambios que tuvo su definición o abordaje a lo largo de la historia, su
abordaje desde otras actores y perspectivas, la identificación del poder que se disputa cuando
se discute el contenido de dicho problema; por qué se plantea esa demanda y no otra, cuáles
han sido las configuraciones que han visibilizado determinadas demandas e invisibilizado otras,
etc., son elementos útiles y necesarios para sostener un proceso reflexivo que no tome la
demanda de forma acrítica y que sea capaz de reconstruir la complejidad. A su vez, la
utilización de la técnica del Mapeo de Actores contribuye a ampliar la mirada sobre los actores
intervinientes en la priorización del aspecto de la realidad sobre el que se intervendrá.
Puede ser de utilidad agrupar las problematizaciones de diferente forma: en función del
concepto ordenador al que refieren, en función del grado o nivel de ocurrencia con que se
visualizó en campo aquello de lo que trata la pregunta, en función de aquello que se
problematiza, en función del grado de amplitud o abstracción que tiene su planteo, etc.
También es una opción válida la graduación en términos de generalidad y concreción, o sea, ir
de las preguntas más amplias y abarcativas a las más acotadas y específicas.
En cualquier caso, debe ser posible identificar las categorías teóricas o conceptos que las
vinculan y la evidencia empírica que sustenta. Es de importancia recordar que cuando se habla
de evidencia empírica no alcanza solamente con el registro de verbalizaciones sobre las
percepciones, valores, explicaciones de los actores, ya que de basarse el problema social en
esto aspectos “subjetivos” se estaría tomando la demanda de los actores sin identificar los
aspectos objetivos que dan lugar a dichas apreciaciones. En el mismo sentido, siguiendo a
Mallardi (2012):
“el análisis de la subjetividad…implica pensarla en relación directa con las relaciones de producción y la
inserción de los sujetos en las distintas clases sociales existentes...-ya que-los procesos de alienación y de
reificación, repercuten directamente sobre las visiones y representaciones que poseen los trabajadores
acerca de sí mismos y su entorno inmediato.” (Mallardi; 2012: 32-33)
Las explicaciones que los actores hacen de su situación están indefectiblemente atravesadas
por los procesos de naturalización de la vida social que se singularizan en su vida cotidiana.
Estos procesos contribuyen a que el aspecto fenoménico de la situación invisibilice parte o
todo el origen estructural –genosituacional- de la misma.
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…acción y situación conforman un sistema complejo con el actor. La realidad adquiere el carácter de
situación en relación con el actor y a la acción de éste. Por eso, una misma realidad es al mismo tiempo
muchas situaciones, dependiendo ello de cómo está situado el actor y cuál es su acción” (Matus, 1980
en Mallardi 2012:13)
O sea que en una situación se encuentran el profesional, los referentes y demás actores
presentes en el territorio con sus intereses, objetivos, recursos, relaciones de fuerza (tensión,
cooperación, etc.). Pensar en términos de complejidad implica dejar de lado una concepción
estática y rígida de los problemas sociales y pensar en definir, analizar y abordar situaciones
problemáticas. Desde la perspectiva adoptada en la asignatura, para intervenir es necesario
comprender a los llamados “problemas sociales” como manifestaciones de la cuestión social
que sintetizan un conjunto de desigualdades (políticas, económicas, culturales, etc.). Este
conjunto de dimensiones o aspectos se implican mutuamente entre sí y dan cuenta de la
contradicción fundamental que le da origen, la relación capital-trabajo. El proceso analítico –no
real- de desagregación en área, situación, problema, factores, implica desarrollar en cada
momento un análisis de situación (incluyendo la identificación de aspectos subjetivos y
objetivos) que recupere la particularidad o coyuntura en la que se enmarcan el territorio y sus
actores.
“en primer lugar, realizar una descripción con la mayor precisión posible de la población afectada por la
situación problemática y, en segundo lugar, visibilizar como esta situación se está manifestando en el
cotidiano de esta población.”
“la dificultad en el problema puede ser teórica o práctica; del orden del conocimiento o del orden de la
acción, las dos grandes modalidades de la actividad humano”
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prácticas o en el ejercicio profesional en sí) para: identificar los actores vinculados al problema,
argumentar por qué se intervendrá sobre ese problema, sentar las bases para evaluar los
resultados alcanzados y argumentar cuál es la alternativa de intervención más viable para
modificar la situación negativa construida.
“un enunciado que está asentado sobre un inacceso que contiene en sí mismo el sujeto de nuestra
intervención pero que se elabora a partir de acervos teóricos-científicos, los cuales le dan un carácter
técnico y a la vez general, deslindando su existencia a la responsabilidad de los sujetos que padecen esa
situación de inacceso” (Massa; 2014: 10)
Un problema social sintetiza ciertos aspectos de una desigualdad estructural que se describen y
explican en un espacio y tiempo determinado. Es la explicación y argumentación (teórica y
empírica) que del problema se haga lo que evidenciará su anclaje o desvinculación en la lucha
por el acceso a la reproducción ampliada de la vida.
Se evidencia, una vez más, en la distinción realizada, el papel que juega la dimensión ético-
política en la construcción de problemas. En la metodología de la investigación no se explicitan
las condiciones que tiene el investigador a la hora de seleccionar un área y construir un
problema, en términos de lo que -si se quiere- constituye una “agenda académica” que permite
estudiar ciertos temas y otros no. Esta agenda está vinculada al rol de las ciencias sociales a la
hora de construir hegemonía en el campo de las políticas públicas, y de cómo los consensos
generados en estos ámbitos político-académicos repercuten en la forma en que se piensa y se
interviene sobre la realidad. Ni los temas de investigación, ni los métodos usados a tal fin son
neutrales, no se puede pensar/sentir/estudiar desde ningún lado. Las acciones/opciones
realizadas en el marco de la construcción de conocimiento sintetizan condiciones y opciones
ético-políticas.
Sobre la forma que asume la redacción de los problemas sociales, Escalada (2007:3) dice que
“se formula como una situación negativa actual (…) es un enunciado (…) no requiere de la
explicitación de sus causas o determinantes…”. Es dable aclarar que un problema enunciado
como problema social no necesariamente implica la relación entre dos variables, cuestión que
es propia de la formulación de problemas de investigación.
Ello remite a que, en estos casos se estaría planteando como variable independiente una
variable/concepto que puede ser una de las causas. Por ejemplo, en la siguiente formulación
de problema social:
Aquí se está enunciado que, habiendo considerado distintas causas para dar cuenta de ¿Por
qué hay un alto porcentaje de niños no escolarizado?, la “escasa presencia de establecimientos
educativos” es la causa más valorada sobre otras. Siguiendo a Escalada (2007: 3): “la
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formulación del problema no requiere de la explicitación de sus causas determinantes”. A su
vez, esa idea lleva a pensar que la explicación de los problemas es unicausal, cuando en
realidad, se entiende que los problemas son efectos de múltiples causas que en última
instancia tienen un origen común, la contradicción fundamental entre capital y trabajo. La
desagregación del conjunto de factores que provocan la ocurrencia de cierto problema es un
aspecto central a la hora de explicar por qué y cómo cierto problema existe en un tiempo y
espacio determinado.
“como un enunciado, como una frase que expresa una situación negativa actual; no se formula como
ausencia de solución, ni en referencia a situaciones futuras o probables”. (Massa; 2014: 15)
Hasta aquí se avanzó sobre el proceso de delimitación que lleva de la problematización de las
regularidades y tendencias hacia la situación problemática, y de esta a la construcción del
problema social. En adelante, será preciso argumentar teórica y empíricamente la existencia de
dicho problema, para esto se necesita describirlo y explicarlo (características, causas y efectos)
y explicitar la evidencia empírica que se tiene para argumentar la necesariedad de intervenir
sobre él.
Desde la perspectiva ontológica, los aportes de todas las teorías son válidos –en un diálogo
plural pero no ecléctico4- en la medida que permitan recuperar la particularidad de cierta
manifestación de la cuestión social en el aquí y ahora. Es la realidad la que orienta la selección
de unos conceptos y no otros para dar cuenta de sus aspectos fenoménicos y genéticos. No se
trata de que la evidencia empírica valide o no la teoría, sino de que la evidencia contribuya a
4 El pluralismo entendido como diálogo o debate entre teorías es válido en la medida que no se concilien
contribuciones teóricas con concepciones opuestas sobre conocimiento, la realidad, el hombre, la
sociedad, etc. Este es el caso, por ejemplo, del funcionalismo y el marxismo, en donde la tensión entre la
armonía del organismo y la lucha de clases impide la construcción de planteos comunes con algún grado
de coherencia, cayéndose en un eclecticismo radical.
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reconstruir de forma cada vez más acabada, con mayor profundidad y precisión cómo y por
qué se da aquella situación negativa que motiva una intervención. En palabras de Tonet (2010:
15), quien retoma a Netto (1989), existen dos perspectivas en relación al proceso de
conocimiento:
“…en la primer perspectiva, la reflexión teórica construye el objeto mientras que en la segunda ésta
“reconstruye el proceso del objeto históricamente dado””
En síntesis, en la construcción del marco teórico en los diagnósticos de la materia Trabajo Social
III, las categorías teóricas utilizadas permiten construir, ordenar y jerarquizar la información
necesaria para luego argumentar empíricamente y teóricamente la existencia de un
determinado problema.
El área temática, como se dijo más arriba, requiere de una síntesis de los acervos teóricos y
conceptos ordenadores vinculados a las primeras instancias de trabajo de campo, primeras
entrevistas, y delimitación progresiva del área más general sobre la cual intervenir. El marco
teórico, por su parte, implica una síntesis que condense la explicación del problema social
construido, su vínculo con el área temática más general, las definiciones conceptuales y/u
operacionales de las variables/conceptos centrales, la explicación de sus causas -¿por qué
ocurre ese problema?- y sus consecuencias- que efectos tiene ese problema. Todos estos
elementos deben articularse coherente y críticamente, intentando reconocer las implicancias
políticas de su selección entre otros marcos teóricos.
Sobre este punto es necesario recordar los criterios de citas y tipos de discurso (directo e
indirecto) necesarios para desarrollar la síntesis o integración conceptual de los conceptos
ordenadores seleccionados. Subtítulos específicos, graduación temática, pertinencia directa
con el problema de investigación, sus causas, efectos, factor crítico, dimensiones, indicadores
son elementos que se valoran a la hora de organizar la información y darle sustento teórico-
empírico al problema construido.
Este marco teórico permitirá transitar el proceso de operacionalización del problema social en
dos aspectos: por una parte, desagregando las múltiples determinaciones que lo constituyen
(las cuales se expresan como causas y efectos) y, por la otra, permitiendo identificar las
dimensiones, variables e indicadores para abordar el problema social.
La utilización de las técnicas de Árbol de problemas y Operacionalización del Factor crítico tiene
como finalidad, además de explicar por qué se da la presencia de cierto problema en el
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territorio, expresar cuantitativamente el grado de ocurrencia con que se presenta el factor
sobre el que se intervendrá.
El árbol de problemas es la técnica propuesta por el Marco Lógico (Ortegón; 2005), una de las
perspectivas de la planificación estratégica, para ordenar y definir cuál es el problema central,
cuáles son los problemas que generan su ocurrencia y cuáles son sus causas. A su vez, es la
forma más usada en los procesos de diagnóstico participativo.
Efecto
Efecto
Efecto
Efecto
Efecto
Efecto
Efecto Efecto
Efecto
Efecto Efecto
PROBLEMA
SOCIAL
Causa
Causa
Factores directos
Causa
Causa Causa
Causa
Causa
Causa
Factores indirectos
Causa Causa
Causa
Causa
Causa Factores
Causa estructurales
Causa
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La forma de “árbol” que toma la presentación identifica en el tronco al problema principal; en
las raíces a aquellos factores críticos que producen la ocurrencia de dicho problema; y la copa
del árbol representa los efectos que se producen. A su vez, en las “raíces” se pueden identificar
distintos grado o niveles de factores: directos, indirectos y estructurales. Los primeros son los
más próximos al problema, los más superficiales, de carácter fenoménico. En un segundo nivel
se encuentran los indirectos, aquellos que vinculan los factores directos que ocasionan el
problema con causas más estructurales –el principio de las raíces del problema-. En estos
niveles suelen encontrarse los factores críticos seleccionados para intervenir por medio de
proyectos sociales en el marco de la materia. Por otra parte, los efectos que se encuentran en
la copa del árbol indican que se trata de cuestiones fenoménicas, más superficiales que
aquellos efectos próximos al problema.
Esta técnica tiene como limitación que no explicita en su diseño el hecho de que, desde la
perspectiva de totalidad, y en función de la lógica analítica que desarrolle quien está realizando
esta operacionalización, los efectos son causas y las causas son efectos que se entrelazan en la
dinámica de lo real. La visión estática o, mejor dicho, unidireccional –en donde algunos
factores son sólo causas y otros sólo efectos- que puede tener esta propuesta aporta, sin
embargo, una claridad y orden conceptual muy necesarios teniendo en cuenta que se trata de
la primera vez que los estudiantes ejercitan la desagregación de un problema social en sus
causas y efectos, la selección de factores críticos para intervenir, la construcción de
indicadores, etc.
La identificación de las causas y efectos permitirá visibilizar con mayor claridad el problema
social, y en función de la viabilidad construida, entre otras cosas, seleccionar aquella “causa” a
partir de la cual proyectar acciones para abordar el problema social. Al hacerlo, esta se
convierte en lo que se denomina “factor crítico”. Abordar las causas, y no sus efectos, supone
dejar de lado una intervención inmediatista y basada en los aspectos fenoménicos.
Recuérdese que aquí los problemas sociales son entendidos como aspectos de las
manifestaciones de la cuestión social, con lo cual si se interviniese sobre sus efectos sólo se
estaría abordando la manifestación más fenoménica o fenosituacional del mismo. En otras
palabras, se estaría se estaría abordando alguna de sus consecuencias. Sin embargo, el hecho
de identificar los factores que producen un problema e intervenir sobre uno de ellos,
contribuye a abordar alguna de las causas que los producen, y éstas –como se dijo más arriba-
se vinculan estrechamente a las determinantes estructurales que le dan origen (aspectos
genosituacionales).
La Red causal explicativa, por su parte, consta de una matriz con columnas que permite la
desagregación de izquierda a derecha de los factores estructurales hacia la forma particular
que estos toman en una situación determinada, medidos a través de sus indicadores más
observables en la Línea de Base.
Factores Factores
Factores directos Indicadores Línea de Base
estructurales indirectos
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Una vez desagregado el problema social se selecciona una causa o factor sobre el cual
intervenir. Esta selección se basará en cuestiones tales como: la capacidad técnica de la unidad
de gestión, la coyuntura institucional, la cantidad y calidad de indicadores que expresen la
ocurrencia de dicho factor, entre otros aspectos. La construcción de evidencia empírica aquí
proveerá de insumos para comprender el grado de ocurrencia que presente en ese escenario el
factor seleccionado para intervenir. Esta información conformará la Línea de Base que permita
evaluar el resultado de las acciones realizadas para modificar la ocurrencia de dicho factor, y
con esto contribuir a la modificación del problema.
El proceso de operacionalización vincula los conceptos teóricos con la evidencia empírica, que
en metodología se conoce con el nombre de indicadores. A partir de la desagregación de los
conceptos en sus variables y respectivos indicadores se posibilita la valoración/ponderación de
éstos últimos, y con ello se concreta el proceso de operacionalización.
“una característica o aspecto de un objeto de estudio (Korn, 1973). Esta característica posee la
propiedad de adoptar dos o más atributos –valores o categorías- en los que puede clasificarse el objeto o
hecho a estudiar (Cea D’Ancona 1999:126).”
Los atributos son los diferentes valores que puede tomar una variable.
Las variables se pueden medir si se le designan valores o categorías que clasifiquen las
características del objeto de forma acabada y fiel a la definición conceptual que de él se haya
realizado en la construcción del marco teórico.
¿Qué tiene que darse para que nos estemos refiriendo a ese aspecto/dimensión y no a otro
perteneciente al mismo concepto pero a otra dimensión? Para poder dar cuenta que lo que se
va a medir es un aspecto/dimensión y no otra de la misma variable, (o sea, medir
correctamente) es que las categorías o sistemas de valores de las variables deben cumplir tres
requisitos:
a) Exhaustividad: se debe trabajar sobre todos los atributos posibles que es capaz de
tomar una variable.
b) Mutua exclusión: cada elemento observado sólo puede pertenecer a una categoría o
valor.
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c) Precisión: se deben incluir la mayor cantidad de alternativas posibles.
“es aquella que se asigna a un concepto (para definirlo y perfilarlo), pero que carece de las precisiones
necesarias para medir los fenómenos a los que hace referencia el concepto.”
Esta definición se desprende de las decisiones ético-política que atraviesan la construcción del
marco teórico de la investigación, presenta la relación que tiene con otros conceptos, y orienta
en la “traducción” hacia medidas observables.
Para llevar a cabo esta definición se deben identificar las subvariables o dimensiones del
concepto que se plantea medir. Se definen las características de estas dimensiones, y se
específica sus indicadores, o sea: la forma en que se materializan, cómo se presentan en la vida
real, en qué situaciones, etc.
Los indicadores, como su nombre lo dice, “indican/señalan” cómo se comporta una variable en
la realidad. Por su menor grado de generalidad y su precisión, son los que pueden sujetarse a la
observación directa por parte del investigador. Son estos indicadores los que permitirán
argumentar la existencia del factor crítico seleccionado y conformarán las bases sobre las
cuales comparar, al finalizar el proyecto, el grado de modificación alcanzado.
Los indicadores deben cumplir con las siguientes características (Chitarroni, 2008; Ortegon y
otro, 2005):
ser pertinentes: ya que deben dar cuenta del aspecto específico que intentamos
observar y no confundirse con otro
ser sensibles: porque debe poder medir la modificación del mismo en el tiempo
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Factor crítico Dimensiones o Subdimensión o Indicadores Línea de
variables subvariables Base
“Es dentro de la concepción procesual que la línea de base se presenta como el primer paso de la
evaluación a resultados, ya que tiene como objeto establecer los parámetros que permitan conocer
la situación de la que parte el programa, para poder compararla luego con la situación final y
obtener conclusiones acerca de los cambios ocurridos y del logro de los fines propuestos.”
(Niremberg, Braweman y Ruiz; 2003: 174)
Una vez realizado el relevamiento de la información esta tiene que ser desagregada de acuerdo
a los indicadores observados de cada dimensión o aspecto de la variable. Al organizar qué
indicador se presenta como aspecto observable de la presencia de las dimensiones del factor
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crítico se obtendrá un registro claro y preciso de qué forma toma cada aspecto de la variable
analizada en la situación problemática en la que se intervendrá.
Este conocimiento particularizado o situacional permitirá abordar cada aspecto del factor
crítico seleccionado sabiendo qué forma específica toma esa variable en el escenario en el que
se desarrollan las PPP. Este proceso de: recolectar toda la información obtenida en el
relevamiento de la Línea de Base, organizar su lectura y registro, determinar qué valor toma
casa subdimensión de la variable en el aquí y ahora de las prácticas, analizar/interpretar esos
datos para que su lectura contribuya a comprender las características de la problemática a
abordar, etc., refiere a la “sistematización de la información”.
La trayectoria es el camino que se propone recorrer una vez que, habiendo evaluado las
alternativas posibles, se selecciona la más viable. Proponer alternativas de intervención ante la
construcción y dimensionamiento –cuali y cuantitativo- de un problema social implica generar
posibilidades fundadas teórica y empíricamente de actuar sobre la situación negativa en vistas
a transformarla. A esta instancia se llega luego de haber transitado sucesivas aproximaciones al
territorio en el que se desarrollan las prácticas pre profesionales y se ha delimitado la situación
sobre la que es preciso intervenir. Ahora bien, la decisión sobre cuál alternativa de intervención
elegir se vincula a la capacidad de proyectar y sostener las acciones propuestas en el tiempo, o
sea a su viabilidad.
Sobre la base de los aportes de Massa (2013) se tiene que poder avanzar en la distinción de los
aspectos/dimensiones de la viabilidad construida y “a construir” que harán posible elegir una
alternativa de entre varias, y de que la seleccionada sea considerada la más viable para llevar a
cabo. En consecuencia, la flexibilidad del equipo de gestión para con la dinámica de lo real, y
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los acuerdos generados con los actores del territorio serán puntos clave para sostener la
intervención y lograr los objetivos propuestos por la intervención, la cual en el caso de la
materia Trabajo Social III toma la forma de “proyecto”.
Conclusiones
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Es por esto que las preguntas de investigación y la problematización, la selección del área
temática, la construcción del problema social, la elaboración del marco teórico, la
operacionalización metodológica de conceptos y el relevamiento de evidencia empírica son
elementos que, sin ser “propios” del Trabajo Social, le proveen de técnicas que han de ser
resignificadas dentro de la particularidad de las situaciones sobre las que se intervendrá. La
utilización de dichas técnicas desde una racionalidad formal-abstracta, como indican Oliva,
Mallardi y Pérez (2011) implica su uso acrítico en todos los escenarios, en las mismas instancias
del procesos de intervención, sin analizar la necesariedad de su uso, el significado que se le
dará, cómo hacerlo, con qué orientación, etc. En cambio, pensar las entrevistas, la construcción
de un marco teórico, la realización de un mapeo de actores en el marco de la modalidad
táctico-operativa implica dar cuenta de la direccionalidad que su realización conlleva, analizar
los aspectos ético-políticos que las sustentan, en fin, decidirse por una racionalidad critico-
dialéctica que supere el inmediatismo y el apriorismo de las intervenciones (pre) profesionales.
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