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La razón teórica no puede demostrar la existencia de la libertad pues solo es capaz de alcanzar
el mundo de los fenómenos, mundo en el que todo está sometido a la ley de causalidad, y por lo
tanto en el que todo ocurre por necesidad natural. Sin embargo, desde la perspectiva de la razón
práctica, y si queremos entender la experiencia moral, cabe la defensa de la existencia de la
libertad: si en sus acciones las personas están determinadas por causas naturales, es decir si
carecen de libertad, no podemos atribuirles responsabilidad, ni es posible la conducta moral.
CAPACIDAD DE LOS SERES RACIONALES PARA DETERMINARSE A OBRAR SEGÚN LEYES DE OTRA
ÍNDOLE QUE LAS NATURALES, ESTO ES, SEGÚN LEYES QUE SON DADAS POR SU PROPIA RAZÓN;
LIBERTAD EQUIVALE A AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD.
La razón teórica no puede demostrar la existencia de la libertad pues solo es
capaz de alcanzar el mundo de los fenómenos, mundo en el que todo está sometido a
la ley de causalidad, y por lo tanto en el que todo ocurre por necesidad natural. Sin
embargo, desde la perspectiva de la razón práctica, y si queremos entender la
experiencia moral, cabe la defensa de la existencia de la libertad: si en sus acciones
las personas están determinadas por causas naturales, es decir si carecen de libertad,
no podemos atribuirles responsabilidad, ni es posible la conducta moral; de este modo,
la libertad es la ratio essendi (la condición de la posibilidad) de la moralidad, a la
vez que la moralidad es la ratio cognoscendi (lo que nos muestra o da noticia) de la
libertad.
Mala fe (Sartre)
La Mala Fe (Del francés: «mauvaise foi») es un concepto filosófico, acuñado por
primera vez por el filósofo existencialista Jean-Paul Sartre, para describir el
fenómeno en el cual el ser humano se niega su libertad absoluta, y en cambio
elige comportarse como un objeto inerte ("cosificarse"). Este concepto está
íntimamente relacionado con la noción del autoengaño.
Una demanda crítica en el pensamiento existencialista es que estamos siempre
radicalmente libres para hacer opciones y dirigir nuestras vidas hacia el objetivo
final que hemos escogido o "proyecto"1 - el hombre desea llegar a "ser-en-sí" .2 No
podemos escapar de esta libertad, ni siquiera en circunstancias abrumadoras. Por
ejemplo, incluso la víctima de un atracador armado posee opciones, puede
entregar su carpeta, negociar, suplicar, irse corriendo, contraatacar o morir.
Aunque nuestras circunstancias3 nos limitan, éstas no pueden forzarnos, en tanto
seres radicalmente libres como somos, a seguir una línea de acción sobre otra.
Por esta razón, elegimos en medio de la angustia;4 sabemos que debemos
escoger, que la elección tendrá consecuencias, y que ciertas opciones son
mejores que otras. Pero, según Sartre, sostener que una entre nuestras
posibilidades conscientes tiene una prioridad innegable (verbigracia, "Como debo
apoyar a mi familia, no puedo arriesgar mi vida") es adoptar el papel de un objeto
en el mundo, simplemente estar a merced de los eventos fortuitos - reducirse en
un ser-en-sí que es solamente su propia circunstancia.