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La ficción audiovisual como instrumento de educación sentimental en la Modernidad

Sostengo que sí. El relato audiovisual nos modela.


Esto es así porque somos seres construidos, porque nos construimos con relatos, porque hoy la forma
preponderante del relato es la audiovisual y porque el relato audiovisual tiene una enorme capacidad
para educar emociones (25)
Sin embargo, el relato audiovisual que mayoritariamente se produce y se difunde no atiende al consejo
del evangelista, carece de esa mínima sensatez y se aferra una y otra vez —como más tarde veremos—
a esquemas anticuados que ya no pueden contener las innovaciones y los cambios que vivimos. (29)
La representación audiovisual, además de fabricar un mundo, fabrica un punto de vista sobre ese
mundo (30)
Quizá suene algo tremendo que califiquemos este hecho como «locura». Suena tremendo, pero es que
realmente es un tremendo desvarío de graves consecuencias. (34)
así como los guionistas se devanan los sesos para inventar sorprendentes artilugios, decorados
impactantes, historias novedosas, poderes cada vez más fabulosos, etc., en el terreno del reparto de
roles de género son absolutamente conservadores y no se les pasa por la cabeza la posibilidad de
romper ni siquiera con los esquemas más rancios.
Se puede alegar que estamos en un mundo de «libre mercado» y que, por lo tanto, se hace el tipo de
cine que goza de mayor éxito. Cierto, pero el éxito está ligado a la costumbre, a la educación, a los
hábitos creados, a las expectativas generadas. (35)
es esencial contar con relatos que den cuenta de estos cambios, que nos ayuden a elaborarlos, a
asimilarlos, a fabricarnos un lugar propio que armonice lo heredado con lo nuevo… (37)
solo sirven para que el protagonista y/o sus amigos vivan experiencias erótico-amorosas. (39)
Mirar supone, pues, una identificación del espectador y/o de la espectadora con la mirada de la
cámara, con la posición que el relato crea respecto a lo que nos muestra. (39)
la identificación/proyección con los personajes femeninos es vicaria, solo factible en la medida en la
que el protagonista las elige y aprueba. Es decir: los personajes femeninos, para existir, para
«encarnarse», han de gustar al protagonista. (41)
«La chica» ha de mostrarse dócil y secundar los proyectos del protagonista o, al menos, no inmiscuirse
en ellos. Si no lo hace, su belleza será solo una trampa. (41)
La mujer perfecta, pues, es la que acepta su papel secundario y admite que el varón ocupa el lugar
simbólico privilegiado. (42)
El universo femenino se invisibiliza, no se considera importante, resulta marginal, «cosas de tías».
(44)
El relato socialmente compartido. Ellos y sus historias importan. Las mujeres, por el contrario, son
seres vicarios, dependientes del varón. Tendrán papel en “la película” en tanto en cuanto “Él” las elija
como pareja y “Él” las elegirá si son guapas y si son dóciles (47)
la inmensa mayoría de las ficciones educan a la mitad de la humanidad, la masculina, para que no
sienta interés ni empatía con la otra mitad (48)
Cierto que todo influye, cierto que no se debe menospreciar la importancia que pueden tener las leyes,
por ejemplo, pero, en última instancia, la clave consiste en remover los territorios simbólicos y
emocionales (50)
Si hay un mundo en el cual el patriarcado se atrinchera más que en ningún otro, donde resiste casi
incólume a los embates del feminismo, ese es el de las emociones y sentimientos, el de la subjetividad.
Ese territorio imaginario y simbólico que se asienta en lo más profundo, en aquello que no se dice
pero se siente (50)

El género es cultura
El género es el conjunto de creencias, prescripciones y atribuciones que se construyen socialmente
tomando a la diferencia sexual como base.
Todas las sociedades clasifican qué es “lo propio” de las mujeres y “lo propio” de los hombres
La cultura es un resultado, pero también una mediación. Lo simbólico es la institución de códigos
culturales que, mediante prescripciones fundamentales como las de género, reglamentan la existencia
humana. (1)
Esta simbolización cultural de la diferencia anatómica toma forma en un conjunto de prácticas, ideas,
discursos y representaciones sociales que influyen y condicionan la conducta objetiva y subjetiva de
las personas en función de su sexo
Los habitus son, según Bourdieu, el conjunto de relaciones históricas "depositadas" en los cuerpos
individuales en la forma de esquemas mentales y corporales de percepción, apreciación y acción.
Estos esquemas son de género y, a su vez, engendran género. (3)
Durante mucho tiempo se creyó que las diferencias entre mujeres y hombres se debían a la diferencia
sexual. Hoy se sabe que son el resultado de una producción histórica y cultural. (4)
Si bien la diferencia sexual es la base sobre la cual se asienta una determinada distribución de papeles
sociales, esta asignación no se desprende "naturalmente" de la biología, sino que requiere un trabajo
de la cultura (5)
hay muchas maneras de ser mujer y muchas de ser hombre. (9)
El género es cultura, y la cultura se transforma con la intervención humana. (9)

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