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FACULTAD DE ODONTOLOGIA
DEDICATORIA
A mis padres, docentes y
comunidad universitaria.
FACULTAD DE ODONTOLOGIA
I. MARCO TEÓRICO
RADIACIONES IONIZANTES: EFECTOS EN LA SALUD Y MEDIDAS DE
PROTECCIÓN
Las personas están expuestas a fuentes naturales de radiación ionizante, como el suelo, el
agua o la vegetación, así como a fuentes artificiales, tales como los rayos X y algunos
dispositivos médicos.
A medida que aumenta el uso de las radiaciones ionizantes también lo hacen los
posibles peligros para la salud si no se utilizan o contienen adecuadamente.
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¿QUÉ ES LA RADIACIÓN IONIZANTE?
La radiación ionizante es un tipo de energía liberada por los átomos en forma de ondas
electromagnéticas (rayos gamma o rayos X) o partículas (partículas alfa y beta o neutrones).
La desintegración espontánea de los átomos se denomina radiactividad, y la energía
excedente emitida es una forma de radiación ionizante. Los elementos inestables que se
desintegran y emiten radiación ionizante se denominan radionúclidos.
Cada radionúclido se caracteriza por el tipo de radiación que emite, la energía de la radiación
y su semivida.
FUENTES DE RADIACIÓN
Las personas están expuestas a diario tanto a la radiación de origen natural o humano. La
radiación natural proviene de muchas fuentes, como los más de 60 materiales radiactivos
naturales presentes en el suelo, el agua y el aire. El radón es un gas natural que emana de las
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rocas y la tierra y es la principal fuente de radiación natural. Diariamente inhalamos e
ingerimos radionúclidos presentes en el aire, los alimentos y el agua.
La exposición humana a la radiación proviene también de fuentes artificiales que van desde
la generación de energía nuclear hasta el uso médico de la radiación para fines diagnósticos
o terapéuticos. Hoy día, las fuentes artificiales más comunes de radiación ionizante son los
dispositivos médicos, como los aparatos de rayos X.
Tipos de radiación ionizante Partículas alfa Una partícula alfa es un conjunto de dos protones
y dos neutrones estrechamente unidos. Es idéntica a un núcleo de helio 4 (4He). De hecho,
su destino último después de haber perdido la mayoría de su energía cinética es capturar dos
electrones y convertirse en un átomo de helio. Los radionucleidos emisores de partículas alfa
son en general núcleos relativamente pesados. Casi todos los emisores alfa tienen números
atómicos iguales o superiores al del plomo ( 82Pb). Cuando un núcleo se desintegra y emite
una partícula alfa, su número atómico (el número de protones) y su número de neutrones
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disminuyen en dos, mientras que su número másico se reduce en cuatro. Por ejemplo, la
desintegración alfa del uranio 238 (238U) a torio 234 (234Th) se representa por:
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PARTÍCULAS BETA
Una partícula beta es un electrón o positrón muy energético. (El positrón es la antipartícula
del electrón. Tiene la misma masa y la mayoría de las demás propiedades del electrón, salvo
su carga, cuya magnitud es exactamente la misma que la del electrón, pero de signo positivo.)
Los radionucleidos emisores beta pueden ser de peso atómico alto o bajo. Los radionucleidos
que tienen exceso de protones en comparación con nucleidos estables de número másico
similar al suyo pueden desintegrarse cuando un protón del núcleo se convierte en neutrón.
Cuando así sucede, el núcleo emite un positrón y una partícula extraordinariamente ligera y
que muy rara vez interactúa llamada neutrino. (El neutrino y su antipartícula carecen de
interés en protección radiológica.) Cuando ha cedido la mayoría de su energía cinética, el
positrón termina por colisionar con un electrón, con lo que se aniquilan ambos. La radiación
de aniquilación producida es casi siempre la de dos fotones de 0,511 keV
(kiloelectronvoltios) que se desplazan en sentidos separados por 180 grados.
donde el positrón está representado por β+ y el neutrino por ν. Obsérvese que el nucleido
resultante tiene el mismo número másico que el nucleido padre y un número atómico (de
protones) menor en una unidad y un número de neutrones mayor en una unidad que los del
nucleido original. En la desintegración, la captura de un electrón compite con la pérdida de
un positrón. En la desintegración con captura de electrón, el núcleo absorbe un electrón
orbital y emite un neutrino. Una desintegración típica con captura de electrón viene dada por:
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La captura de un electrón es posible siempre que el núcleo resultante tenga una energía total
menor que la del núcleo inicial. En cambio, la desintegración con positrón exige que la
energía total del átomo inicial sea mayor que la del átomo resultante en más de 1,02 MeV
(dos veces la energía másica residual del positrón). De manera similar a la desintegración
con positrón y con captura de electrón, la desintegración con negatrón (β–) ocurre en núcleos
que tengan exceso de neutrones en comparación con núcleos estables del mismo número
másico. En este caso, el núcleo emite un negatrón (electrón energético) y un antineutrino.
Una desintegración típica con negatrón se representa por:
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RAYOS X
Los rayos X son una radiación electromagnética y, en ese sentido, son idénticos a los rayos
gamma. La distinción entre rayos X y rayos gamma radica en su origen. Mientras que los
rayos gamma se originan en el núcleo atómico, los rayos X resultan de interacciones entre
electrones. Aunque a menudo los rayos X tienen energía inferior a la de los rayos gamma,
éste no es el criterio que los diferencia. Se pueden producir rayos X con energías mucho más
elevadas que las de los rayos gamma procedentes de la desintegración radiactiva. La
conversión interna antes explicada es uno de los métodos de producción de rayos X. En este
caso, los rayos X resultantes tienen energías discretas iguales a la diferencia de los niveles
de energía entre los que saltan los electrones orbitales. Las partículas cargadas emiten
radiación electromagnética siempre que son aceleradas o frenadas. La cantidad de radiación
emitida es inversamente proporcional a la cuarta potencia de la masa de la partícula. Por
consiguiente, los electrones emiten mucha más radiación X que partículas más pesadas, como
los protones, si todas las demás condiciones son iguales. Los sistemas de rayos X producen
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rayos X mediante la aceleración de electrones que circulan a través de una gran diferencia de
potencial eléctrico, de muchos kV o MV. Los electrones son después frenados rápidamente
en un material denso y resistente al calor, como el tungsteno (W). Los rayos X emitidos desde
estos sistemas tienen energías que se extienden en un espectro que va desde alrededor de cero
hasta la energía cinética máxima
adquirida por los
electrones antes de la
deceleración. A
menudo, a este espectro continuo se superponen rayos X de energía discreta, que se producen
cuando los electrones frenados ionizan el material del blanco o anticátodo. Como otros
electrones orbitales saltan para llenar los huecos dejados tras la ionización, emiten rayos X
de energías discretas similares a los rayos X que se emiten después de la conversión interna.
Reciben el nombre de rayos X característicos porque son característicos del material del
blanco (anticátodo). Véase en la Figura 48.15 un espectro típico de rayos X. En la Figura
48.16 se ofrece un esquema de un tubo de rayos X típico.
Los rayos X interactúan con la materia de igual manera que los rayos gamma, pero una
simple ecuación de atenuación exponencial no describe con precisión la atenuación de rayos
X con una gama continua de energía. Sin embargo, como los rayos X de energía más baja
son eliminados del haz a medida que atraviesan el material con más rapidez que los de mayor
energía, la descripción de la atenuación se aproxima a una función exponencial.
RAYOS CÓSMICOS
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generados por las interacciones de las partículas primarias con gases de la atmósfera. En
virtud de estas interacciones, la atmósfera sirve de escudo contra la radiación cósmica, y
cuanto más delgado sea este escudo, mayor será la tasa de dosis efectiva. Es decir, la tasa de
dosis efectiva de rayos cósmicos aumenta con la altitud. Por ejemplo, la tasa de dosis a 1.800
metros de altura es alrededor del doble que al nivel del mar. Como la radiación cósmica
primaria consta esencialmente de partículas cargadas, recibe la influencia del campo
magnético terrestre. Así, los habitantes de latitudes altas reciben dosis eficaces de radiación
cósmica mayores que los que se encuentran más cerca del Ecuador. La variación debida a
este efecto es del orden del 10 %. Por último, la tasa de dosis efectiva de rayos cósmicos
varía con la modulación de la salida de rayos cósmicos desde el Sol. En promedio, los rayos
cósmicos contribuyen en alrededor de 0,3 mSv a la dosis efectiva de radiación de fondo en
todo el cuerpo.
RADIONUCLEIDOS COSMÓGENOS
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radionucleidos cosmógenos entregan una dosis
efectiva anual de
unos 0,01 mSv,
que en su mayor
parte procede del
14C.
LLUVIA
RADIACTIVA
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MATERIAL RADIACTIVO EN EL ORGANISMO
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RADIONUCLEIDOS PRODUCIDOS POR MÁQUINAS
La exposición a la radiación puede ser interna o externa y puede tener lugar por diferentes
vías.La exposición interna a la radiación ionizante se produce cuando un radionúclido es
inhalado, ingerido o entra de algún otro modo en el torrente sanguíneo (por ejemplo,
inyecciones o heridas). La exposición interna cesa cuando el radionúclido se elimina del
cuerpo, ya sea espontáneamente (por ejemplo, en los excrementos) o gracias a un tratamiento.
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Las situaciones de exposición a la radiación ionizante pueden clasificarse en tres categorías.
La primera, la exposición planificada, es el resultado de la introducción y funcionamiento
deliberados de fuentes de radiación con fines concretos, como en el caso de la utilización
médica de la radiación con fines diagnósticos o terapéuticos, o de su uso en la industria o la
investigación. La segunda, la exposición existente, se produce cuando ya hay una exposición
a la radiación y hay que tomar una decisión sobre su control, como en el caso de la exposición
al radón en el hogar o en el lugar de trabajo, o de la exposición a la radiación natural de fondo
existente en el medio ambiente. La tercera categoría, la exposición en situaciones de
emergencia, tiene lugar cuando un acontecimiento inesperado requiere una respuesta rápida,
como en el caso de los accidentes nucleares o los actos criminales.
El uso médico de la radiación representa el 98% de la dosis poblacional con origen en fuentes
artificiales y el 20% de la exposición total de la población. Cada año se realizan en el mundo
más de 3600 millones de pruebas diagnósticas radiológicas, 37 millones de pruebas de
medicina nuclear y 7,5 millones de tratamientos con radioterapia.
El daño que causa la radiación en los órganos y tejidos depende de la dosis recibida, o dosis
absorbida, que se expresa en una unidad llamada gray (Gy). El daño que puede producir una
dosis absorbida depende del tipo de radiación y de la sensibilidad de los diferentes órganos
y tejidos.
Para medir la radiación ionizante en términos de su potencial para causar daños se utiliza la
dosis efectiva. La unidad para medirla es el sievert (Sv), que toma en consideración el tipo
de radiación y la sensibilidad de los órganos y tejidos.
Es una manera de medir la radiación ionizante en términos de su potencial para causar daño.
El sievert tiene en cuenta el tipo de radiación y la sensibilidad de los tejidos y órganos. El
sievert es una unidad muy grande, por lo que resulta más práctico utilizar unidades menores,
como el milisievert (mSv) o el microsievert (μSv). Hay 1000 μSv en 1 mSv, y 1000 mSv en
1 Sv. Además de utilizarse para medir la cantidad de radiación (dosis), también es útil para
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expresar la velocidad a la que se entrega esta dosis (tasa de dosis), por ejemplo en
microsievert por hora (μSv/hora) o milisievert al año (mSv/año).
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Para los agentes farmacológicos en general es válida la regla de que, para obtener un efecto
biológico dado, se requiere dar una determinada dosis mayor que la dosis umbral. La dosis
umbral es aquella que marca el límite arriba del cual se presenta un efecto, y debajo del cual
no hay efecto. Algunos de los efectos de la radiación caen en este caso, los no estocásticos.
Otras sustancias no tienen una respuesta de este tipo, es decir no tienen umbral, por lo tanto
no hay una dosis mínima para producir un efecto. Consecuentemente, cualquier dosis dada
produce un efecto; para obtener un efecto cero se requiere una dosis cero. Los efectos
estocásticos de la radiación se comportan de esta manera.
Ordinariamente, cuando se hace referencia a dosis equivalentes, se quiere indicar una dosis
promedio al cuerpo total. Esto es importante ya que en ocasiones pueden aplicarse grandes
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dosis de radiación a áreas limitadas (como en radioterapia) con un daño local. Si estas
mismas dosis se aplican a todo el cuerpo pueden ser letales. Por ejemplo, una persona podría
recibir 10 Sv (l 000 rem) en un brazo y experimentar una lesión local, pero esa misma dosis
a cuerpo entero le causaría inexorablemente la muerte.
Cuando la radiación ionizante incide sobre un organismo vivo, la interacción a nivel celular
se puede llevar a cabo en las membranas, el citoplasma, y el núcleo.
Cuando la radiación ionizante llega hasta el núcleo de la célula, puede producir alteraciones
de los genes e inclusive rompimiento de los cromosomas, provocando que cuando la célula
se divida lo haga con características diferentes a la célula original. Esto se conoce como daño
genético de la radiación ionizante, que si se lleva a cabo en una célula germinal
(espermatozoide u óvulo) podrá manifestarse en individuos de futuras generaciones.
Por lo expuesto, vemos que la radiación ionizante puede producir en las células: aumento o
disminución de volumen, muerte, un estado latente, y mutaciones genéticas.
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Vale la pena mencionar que estas propiedades destructivas de la radiación se pueden
transformar en un beneficio. La radioterapia busca eliminar tejidos malignos en el cuerpo
aplicándoles altas dosis de radiación. Sin embargo, por la naturaleza de la radiación, es
inevitable afectar otros órganos sanos cercanos. En un buen tratamiento de radioterapia se
proporciona la dosis letal al tumor, tratando de que sea mínima la exposición de otras partes
del cuerpo.
Los efectos estocásticos son aquéllos cuya probabilidad de ocurrencia se incrementa con la
dosis recibida, así como con el tiempo de exposición. No tienen una dosis umbral para
manifestarse. Pueden ocurrir o no ocurrir; no hay un estado intermedio. La inducción de un
cáncer en particular es un efecto estocástico. Su probabilidad de ocurrir depende de la dosis
recibida; sin embargo, no se puede asegurar que el cáncer se presente, menos aún determinar
una dosis. La protección radiológica trata de limitar en lo posible los efectos estocásticos,
manteniendo las dosis lo más bajas posible.
En los efectos no estocásticos la severidad aumenta con la dosis, y se produce a partir de una
dosis umbral. Para dosis pequeñas no habrá efectos clínicamente detectables. Al incrementar
la dosis se llega a niveles en que empiezan a evidenciarse, hasta llegar a situaciones de
gravedad. Para estos casos la protección consiste en prevenir los efectos, no excediendo los
umbrales definidos en cada caso. Las quemaduras caen en esta categoría.
El daño biológico por radiación puede manifestarse directamente en el individuo que recibe
la radiación o en su progenie. En el caso en que el daño se manifieste en el individuo irradiado
se trata de un daño somático, es decir, el daño se ha circunscrito a sus células somáticas. Por
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otro lado, el daño a las células germinales resultará en daño a la descendencia del individuo.
Se pueden clasificar los efectos biológicos en el hombre como somáticos y hereditarios. El
daño a los genes de una célula somática puede producir daño a la célula hija, pero sería un
efecto somático no hereditario. El término "daño genético" se refiere a efectos causados por
mutación en un cromosoma o un gen; esto lleva a un efecto hereditario solamente cuando el
daño afecta a una línea germinal.
Los efectos agudos pueden ser generales o locales. Los generales presentan la sintomatología
que se resume en el cuadro 8. Los locales pueden ser eritema o necrosis de la piel, caída del
cabello, necrosis de tejidos internos, la esterilidad temporal o permanente, la reproducción
anormal de tejidos como el epitelio del tracto gastrointestinal, el funcionamiento anormal de
los órganos hematopoyéticos (médula ósea roja y bazo), o alteraciones funcionales del
sistema nervioso y de otros sistemas.
Los efectos diferidos pueden ser la consecuencia de una sola exposición intensa o de una
exposición por largo tiempo. Entre éstos han de considerarse: las cicatrices atróficas locales
o procesos distróficos de órganos y tejidos fuertemente irradiados, las cataratas del cristalino,
el cáncer de los huesos debido a la irradiación del tejido óseo, el cáncer pulmonar, las anemias
plásticas ocasionadas por radiolesiones de la médula ósea, y la leucemia.
Enfermedad causada por la exposición del organismo o de una parte de éste a dosis altas de
radiación ionizante (radiación que altera los átomos sobre los que incide).
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Los síntomas aparecen por lo general debido a la exposición intensa a una radiación externa,
como la producida por los rayos X o los rayos gamma, pero también pueden originarse por
la absorción interna de materiales radiactivos (como el radiocesio) o por ambas causas.
La enfermedad por radiación se caracteriza por una sensación súbita de anorexia (pérdida de
apetito) o náuseas a las que sigue, en un periodo de tiempo corto, vómitos y, en ocasiones,
diarrea. La enfermedad progresa apareciendo síntomas por lesiones más graves debido a la
afectación de otros tejidos, como la médula ósea, que provoca una disminución progresiva
del número de células sanguíneas, lo que conduce a un aumento de la susceptibilidad del
organismo a las infecciones.
Las dosis elevadas de radiación pueden producir también esterilidad permanente como
consecuencia de la lesión de los órganos reproductores, lesiones graves en otros órganos, e
incluso la muerte con o sin tratamiento médico.
También pueden
existir otros
síntomas
dependiendo de la dosis, de la
frecuencia de exposición, y del área del organismo sometida a la radiación. Éstos pueden
consistir, a corto plazo, en caída del cabello, quemaduras cutáneas o hemorragias, y, a largo
plazo, en un aumento del riesgo de desarrollar cáncer.
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En una exposición aguda (durante segundos, minutos, horas) se puede producir la muerte. El
efecto biológico principal es la lesión celular, cuya intensidad depende del tipo de tejido
afectado. Las células pluripotenciales de recubrimiento del sistema gastrointestinal, que son
muy sensibles, en particular las del estómago e intestino delgado, liberan serotonina (5-
hidroxitriptamina, 5HT3) en el torrente sanguíneo.
Esta sustancia estimula el centro del vómito localizado en el cerebro y otros receptores para
la 5HT3 presentes en otras partes del organismo. Se acompaña de un aumento de la motilidad
intestinal (movimiento) que puede estar producido por la acción de las sales biliares sobre la
mucosa lesionada. Estos síntomas pueden variar dependiendo de la susceptibilidad individual
y de que en la mayoría de las situaciones no controladas la dosis de radiación recibida por las
diferentes personas afectadas no es la misma.
El gray (Gy) es la unidad de dosis absorbida, cuando la energía por unidad de masa aplicada
a la materia por la radiación ionizante es de 1 julio por kilogramo. La unidad que se utilizaba
antes, el rad, es equivalente a 10-2 Gy. Con dosis superiores a 1 Gy se produce una reducción
significativa del número de células sanguíneas como consecuencia de la disminución de la
médula ósea, lo que conduce a un aumento de la susceptibilidad a las infecciones, la presencia
de hemorragias y anemia. En las zonas en las que existe una exposición directa intensa o una
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contaminación superficial con materiales radiactivos, pueden aparecer quemaduras cutáneas,
lo que incrementa la pérdida de líquidos corporales y el riesgo de infección.
A veces, los síntomas agudos aparecen de forma simultánea y se conocen como síndrome de
radiación aguda. Las lesiones combinadas tienen un pronóstico peor, lo que se debe tener en
cuenta para el tratamiento médico. Una dosis aguda de aproximadamente 4 Gy producirá la
muerte de manera probable en el 50% de las personas en un periodo de 60 días si no reciben
tratamiento médico. Las dosis superiores a 10 Gy pueden producir la muerte de manera más
temprana, incluso con tratamiento médico. Dosis similares recibidas durante un periodo de
tiempo más prolongado (días, semanas) pueden producir diferentes síntomas, pero la muerte
es menos probable, ya que las células y los tejidos tienen tiempo para reparar las lesiones.
Las cifras que se aportan a continuación son orientativas en el caso de los adultos. Puede
aparecer anorexia en el 5% de las personas expuestas a 0,4 Gy y en el 95% si la dosis recibida
es de 3 Gy; náuseas en el 5% con 0,5 Gy y en el 95% con 4,5 Gy; vómitos en el 5% con
0,6 Gy y 100% con 7 Gy, y diarrea en el 5% con dosis de 1 Gy y por encima del 20% con
8 Gy. Si el tiempo transcurrido entre la exposición y la aparición de cualquiera de los
síntomas mencionados es inferior a una hora, es probable que la dosis recibida sea superior
a 3 Gy; si es superior a 3 horas, menos de 1 Gy, y si es superior a 24 horas, es probable que
la dosis haya sido inferior a 0,6 Gy. Estas referencias generales pueden ser útiles para el
personal sanitario a la hora de hacer la selección de los pacientes (priorizar el tratamiento
según el grado de afectación) antes de poder llevar a cabo estimaciones más precisas.
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Los efectos de una prueba de explosión termonuclear realizada por Estados Unidos en las
islas Marshall en 1954, afectaron a la población local, que recibió una dosis corporal total
estimada de 1,75 Gy. No se produjeron fallecimientos, pero aparecieron alteraciones de
diferente intensidad, con enfermedad de inicio temprano y diarrea en cerca del 10% de la
población y un descenso del número de células sanguíneas. La contaminación superficial del
organismo por el accidente originó quemaduras y ulceraciones cutáneas en el 20% de los
afectados.
En los casos de exposición crónica (medida en días, semanas o meses) a la radiación, los
síntomas suelen ser menos llamativos. Un hallazgo habitual es la sensación de malestar
general, con síntomas similares a la gripe, fiebre y, en ocasiones, diarrea y vómitos. Es muy
difícil diagnosticar estos casos que se han producido por exposición inadvertida a una fuente
de radiación industrial o a un equipo de tratamiento médico, en ocasiones obtenido o
manipulado de manera ilegal. En un caso ocurrido en Estonia, donde la fuente de radiación
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se había trasladado a una casa, el diagnóstico de exposición a la radiación se realizó después
de que un miembro anciano de la familia falleció y otros comenzaron a presentar malestar
general.
Consecuencias de la acción de una radiación ionizante sobre los tejidos de los organismos
vivos. La radiación transfiere energía a las moléculas de las células de estos tejidos. Como
resultado de esta interacción las funciones de las células pueden deteriorarse de forma
temporal o permanente y ocasionar incluso la muerte de las mismas. La gravedad de la lesión
depende del tipo de radiación, de la dosis absorbida, de la velocidad de absorción y de la
sensibilidad del tejido frente a la radiación. Los efectos de la radiación son los mismos, tanto
si ésta procede del exterior, como si procede de un material radiactivo situado en el interior
del cuerpo.
Los efectos biológicos de una misma dosis de radiación varían de forma considerable según
el tiempo de exposición. Los efectos que aparecen tras una irradiación rápida se deben a la
muerte de las células y pueden hacerse visibles pasadas horas, días o semanas. Una
exposición prolongada se tolera mejor y es más fácil de reparar, aunque la dosis radiactiva
sea elevada. No obstante, si la cantidad es suficiente para causar trastornos graves, la
recuperación será lenta e incluso imposible. La irradiación en pequeña cantidad, aunque no
mate a las células, puede producir alteraciones a largo plazo.
Trastornos graves
Dosis altas de radiación sobre todo el cuerpo, producen lesiones características. La radiación
absorbida se mide en grays (1 gray equivale a 1 julio de energía absorbido por kilogramo de
material; su símbolo es Gy). Una cantidad de radiación superior a 40 Gy produce un deterioro
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severo en el sistema vascular humano, que desemboca en edema cerebral, trastornos
neurológicos y coma profundo. El individuo muere en las 48 horas siguientes.
El individuo muere en los diez días siguientes a consecuencia del desequilibrio osmótico,
del deterioro de la médula ósea y de la infección terminal. Si la cantidad absorbida oscila
entre 1,5 y 10 Gy, se destruye la médula ósea provocando infección y hemorragia. La persona
puede morir cuatro o cinco semanas después de la exposición.
Los efectos de estas radiaciones poco intensas, son los que pueden tratarse de forma eficaz.
La mitad de las personas que han recibido una radiación de 3 a 3,25 Gy y que no hayan
recibido tratamiento, pierden la médula ósea.
La irradiación de zonas concretas del cuerpo (radiaciones accidentales) produce daños locales
en los tejidos. Se lesionan los vasos sanguíneos de las zonas expuestas alterando las funciones
de los órganos. Cantidades más elevadas, desembocan en necrosis (zonas de tejido muerto)
y gangrena.
No es probable que una irradiación interna, cause trastornos graves sino más bien algunos
fenómenos retardados, que dependerán del órgano en cuestión y de su vida media, de las
características de la radiación y del comportamiento bioquímico de la fuente de radiación.
Efectos retardados
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No obstante, el efecto retardado más importante comparándolo con personas no irradiadas,
es el aumento de la incidencia de casos de cáncer y leucemia.
Radiación no ionizante
Durante mucho tiempo se ha creído que este tipo de radiación era perjudicial sólo en cantidad
elevada, y que producía quemaduras, cataratas,
esterilidad temporal, etc.
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a materiales radiactivos deberá estar controlado, y no sólo en relación con los trabajadores
de la instalación a quienes se puede permitir la entrada en dichas áreas de trabajo, sino
también con respecto al tipo de ropa o equipo protector que deben llevar y a las precauciones
que deben adoptar en las zonas controladas. En la administración de estas medidas de control,
sirve de gran ayuda clasificar las zonas de trabajo en función de que exista o no radiación
ionizante, contaminación radiactiva o ambas. La introducción de estos conceptos
clasificatorios de las zonas de trabajo en las primeras fases de la planificación permitirá que
la instalación posea después todas las características necesarias para hacer menos peligrosas
las operaciones con fuentes de radiación.
• La instalación radiológica debe situarse en una parte poco frecuentada del edificio, de
manera que el acceso a la zona pueda controlarse con facilidad.
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Puede evitarse la necesidad de controles de ventilación complejos en laboratorios pequeños
si se utilizan campanas o cajas con guantes para manipular fuentes no selladas de material
radiactivo. Pero el sistema de ventilación debe diseñarse de manera que facilite la circulación
del aire en una dirección, de forma que el material radiactivo que pueda quedar suspendido
en el aire se aleje del trabajador expuesto. La circulación del aire debe ser siempre desde una
zona no contaminada hacia otra contaminada o que pueda estarlo. Para la manipulación de
fuentes no selladas de radiactividad baja o media, la velocidad media del aire por la abertura
de la campana deberá ser de unos 0,5 ms–1. Si la radiotoxicidad es elevada o el nivel de
radiactividad alto, la velocidad del aire por la abertura deberá aumentarse hasta una media de
0,6 a 1,0 ms–1. Ahora bien, se tendrá en cuenta que una velocidad excesiva del aire puede
extraer materiales radiactivos de contenedores abiertos y contaminar toda la zona de la
campana. La colocación de la campana en relación con las corrientes de aire que crucen el
laboratorio es importante.
En general, una campana debe situarse lejos de los pasos por donde entra el suministro o la
renovación del aire. Si se emplean ventiladores de dos velocidades podrán funcionar a
velocidad más alta mientras la campana se utiliceyamenor velocidad cuando esté cerrada. La
finalidad de todo sistema de ventilación debe ser:
• proporcionar renovaciones continuas de aire (de tres a cinco renovaciones por hora) para
eliminar y diluir los contaminantes indeseables del aire,
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encuentran en el camino del haz útil o el enterramiento total o parcial de la instalación pueden
reducir bastante la cantidad de blindaje necesario.
• las condiciones ambientales de temperatura, humedad y desgaste mecánico a las que pueden
estar expuestas las superficies;
FONTANERÍA
Los desagües, pilas de lavar y sumideros del suelo deben estar marcados. Las pilas donde
puedan lavarse las manos contaminadas deben tener grifos accionados con la rodilla o el pie.
Puede ser económico reducir el mantenimiento instalando tuberías que se descontaminen o
sustituyan con facilidad si es preciso. En algunos casos es recomendable instalar depósitos
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subterráneos donde guardar o almacenar materiales radiactivos líquidos para controlar su
eliminación posterior.
Para cada tipo de radiación es preciso considerar por separado el blindaje que será necesario
aplicar.
El diseño del blindaje puede ser una tarea compleja. Por ejemplo, el empleo de ordenadores
para encontrar el modelo de blindaje de aceleradores, reactores y otras fuentes de radiación
de alta energía escapa al ámbito de este artículo. En el diseño de blindajes complejos se debe
consultar siempre a expertos calificados.
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donde I(t) es la intensidad de los rayos gamma o la tasa de dosis absorbida transmitida por
un absorbente de espesor t. Las unidades de µ y t son recíprocas entre sí. Si el espesor del
absorbente t se mide en cm, entonces µ es el coeficiente de atenuación lineal y se mide en
cm–1. Si t tiene unidades de densidad superficial (g/cm2), entonces µ es el coeficiente de
atenuación por unidad de masa µm y se mide en cm2/g. Como aproximación de primer orden
basada en la densidad superficial, todos los materiales tienen aproximadamente las mismas
propiedades de atenuación para fotones con energías entre alrededor de 0,75 y 5,0 MeV
(megaelectronvoltios). Dentro de este intervalo de energías, las propiedades del blindaje
contra rayos gamma son aproximadamente proporcionales a la densidad del material de
blindaje. Si las energías
de los fotones son
menores o mayores, los
materiales absorbentes
de número atómico más
alto suministran
un blindaje más eficaz
que los de número atómico más bajo para una densidad superficial dada. En condiciones de
geometría imperfecta (por ejemplo, si el haz es ancho o el blindaje grueso), la ecuación
anterior subestimará en grado notable el espesor de blindaje necesario, porque supone que
todo fotón que interactúa con el blindaje será eliminado del haz y no será detectado. Un
número importante de fotones pueden ser dispersados por el blindaje hacia el detector, o
fotones que se hayan dispersado del haz pueden volver dispersados hacia él tras una segunda
interacción. El espesor del blindaje para condiciones de geometría imperfecta puede
estimarse mediante el factor de acumulación B, cuyo valor puede calcularse del modo
siguiente:
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El factor de acumulación es siempre mayor que uno, y puede definirse como la relación entre
la intensidad de la radiación fotónica en cualquier punto del haz, incluidas la radiación
primaria y la dispersada, y la intensidad del haz primario únicamente en ese punto.
Por consiguiente, una longitud de relajación viene dada por el valor numérico recíproco del
coeficiente de atenuación lineal (es decir, 1/µ).
fuente y blindaje estructural. El blindaje de la fuente suele ser efectuado por el fabricante o
proveedor de la carcasa del tubo de rayos X. Los reglamentos de seguridad especifican un
tipo de carcasa protectora del tubo en las instalaciones de rayos X para diagnostico médico,
y otro para las instalaciones de rayos X terapéuticos. Para aparatos de rayos X no médicos,
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la carcasa del tubo y otras partes del aparato de rayos X, como el transformador, se blindan
para reducir la fuga de la radiación X a niveles aceptables. Todas las máquinas de rayos X,
médicas y no médicas, tienen carcasas protectoras del tubo diseñadas para limitar la radiación
de fuga. La radiación de fuga, tal como se utiliza en estas especificaciones de carcasas para
tubos, significa toda la radiación procedente de la carcasa del tubo menos la del haz útil. El
blindaje estructural de una instalación de rayos X proporciona protección contra el haz de
rayos X útil o primario, la radiación de fuga y la radiación dispersada. Abarca tanto el aparato
de rayos X como el objeto que se irradia. La cantidad de radiación dispersada depende del
tamaño del campo de rayos X, de la energía del haz útil, del número atómico efectivo del
medio de dispersión y del ángulo que forman el haz útil entrante y la dirección de dispersión.
Un parámetro clave del diseño es la carga de trabajo de la instalación (W):
donde W es la carga de trabajo semanal, que por lo general se da en mA-min por semana; E
es la corriente del tubo multiplicada por el tiempo de exposición por proyección, que se suele
dar en mA s; Nv es el número de proyecciones por paciente u objeto irradiado; Np es el
número de pacientes u objetos por semana y k es un factor de conversión (1 min dividido por
60 s). Otro parámetro clave del diseño es el factor de uso Un de una pared (o suelo o techo)
n. La pared puede proteger cualquier zona ocupada, como una sala de control, oficina o sala
de espera. El factor de uso viene dado por:
donde, Nv,n es el número de proyecciones para las que el haz de rayos X primario es dirigido
hacia la pared n. Las necesidades de blindaje estructural de una instalación dada de rayos X
se determinan teniendo en cuenta los datos siguientes:
• el potencial máximo del tubo, en kilovoltios-pico (kVp), al que funciona el tubo de rayos
X; • la corriente máxima del haz, en mA, con que funciona el sistema de rayos X;
• la carga de trabajo (W), que mide en unidades adecuadas (por lo general, mA-min por
semana) la cantidad de uso del sistema de rayos X;
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• el factor de uso (U), que es la fracción de la carga de trabajo durante la cual el haz útil está
dirigido en la dirección de interés;
• el factor de ocupación (T), o factor por el que se debe multiplicar la carga de trabajo para
introducir la corrección por el grado o tipo de ocupación de la zona a proteger;
• la tasa de dosis equivalente máxima permisible (P) para una persona en zonas controladas
y no controladas (los límites de dosis absorbida típicos son de 1 mGy para una zona
controlada en una semana y 0,1 mGy para una zona no controlada en una semana),
REPUESTA DE LA OMS
La OMS ha establecido un programa sobre las radiaciones para proteger a los pacientes, los
trabajadores y la población contra los riesgos para la salud de la exposición planificada,
existente o de emergencia a la radiación. El programa se centra en los aspectos de salud
pública de la protección contra la radiación y abarca actividades relacionadas con la
evaluación, la gestión y la comunicación de los riesgos.
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BIBLIOGRAFÍA
http://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/ionizing-radiation-health-effects-and-
protective-measures
http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/TextosOnline/EnciclopediaOIT/
tomo2/48.pdf
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ANEXOS
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