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UNIVERSIDAD NACIONAL “SAN LUIS GONZAGA” DE ICA

FACULTAD DE ODONTOLOGIA

DEDICATORIA
A mis padres, docentes y

comunidad universitaria.

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I. MARCO TEÓRICO
RADIACIONES IONIZANTES: EFECTOS EN LA SALUD Y MEDIDAS DE
PROTECCIÓN

La radiación ionizante es un tipo de energía liberada por los átomos en forma de


ondas electromagnéticas o partículas.

Las personas están expuestas a fuentes naturales de radiación ionizante, como el suelo, el
agua o la vegetación, así como a fuentes artificiales, tales como los rayos X y algunos
dispositivos médicos.

Las radiaciones ionizantes tienen muchas aplicaciones beneficiosas en la


medicina, la industria, la agricultura y la investigación.

A medida que aumenta el uso de las radiaciones ionizantes también lo hacen los
posibles peligros para la salud si no se utilizan o contienen adecuadamente.

Cuando las dosis de radiación superan determinados niveles pueden tener


efectos agudos en la salud, tales como quemaduras cutáneas o síndrome de
irradiación aguda.

Las dosis bajas de radiación ionizante pueden aumentar el riesgo de efectos a


largo plazo, tales como el cáncer

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¿QUÉ ES LA RADIACIÓN IONIZANTE?

La radiación ionizante es un tipo de energía liberada por los átomos en forma de ondas
electromagnéticas (rayos gamma o rayos X) o partículas (partículas alfa y beta o neutrones).
La desintegración espontánea de los átomos se denomina radiactividad, y la energía
excedente emitida es una forma de radiación ionizante. Los elementos inestables que se
desintegran y emiten radiación ionizante se denominan radionúclidos.

Cada radionúclido se caracteriza por el tipo de radiación que emite, la energía de la radiación
y su semivida.

La actividad, utilizada como medida de la cantidad de un radionúclido, se expresa en una


unidad llamada becquerel (Bq): un becquerel corresponde a una desintegración por segundo.
La semivida es el tiempo necesario para que la actividad de un radionúclido disminuya por
la desintegración a la mitad de su valor inicial. La semivida de un elemento radiactivo es el
tiempo que tarda la mitad de sus átomos en desintegrarse, y puede variar desde una fracción
de segundo a millones de años (por ejemplo, el yodo 131 tiene una semivida de 8 días
mientras que el carbono 14 tiene una semivida de 5730 años).

FUENTES DE RADIACIÓN

Las personas están expuestas a diario tanto a la radiación de origen natural o humano. La
radiación natural proviene de muchas fuentes, como los más de 60 materiales radiactivos
naturales presentes en el suelo, el agua y el aire. El radón es un gas natural que emana de las

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rocas y la tierra y es la principal fuente de radiación natural. Diariamente inhalamos e
ingerimos radionúclidos presentes en el aire, los alimentos y el agua.

Asimismo, estamos expuestos a la


radiación natural de los rayos
cósmicos, especialmente a gran altura. Por término medio, el 80% de la dosis anual de
radiación de fondo que recibe una persona procede de fuentes de radiación natural, terrestre
y cósmica. Los niveles de la radiación de fondo varían geográficamente debido a diferencias
geológicas. En determinadas zonas la exposición puede ser más de 200 veces mayor que la
media mundial.

La exposición humana a la radiación proviene también de fuentes artificiales que van desde
la generación de energía nuclear hasta el uso médico de la radiación para fines diagnósticos
o terapéuticos. Hoy día, las fuentes artificiales más comunes de radiación ionizante son los
dispositivos médicos, como los aparatos de rayos X.

TIPOS DE RADIACIÓN IONIZANTE.-

Tipos de radiación ionizante Partículas alfa Una partícula alfa es un conjunto de dos protones
y dos neutrones estrechamente unidos. Es idéntica a un núcleo de helio 4 (4He). De hecho,
su destino último después de haber perdido la mayoría de su energía cinética es capturar dos
electrones y convertirse en un átomo de helio. Los radionucleidos emisores de partículas alfa
son en general núcleos relativamente pesados. Casi todos los emisores alfa tienen números
atómicos iguales o superiores al del plomo ( 82Pb). Cuando un núcleo se desintegra y emite
una partícula alfa, su número atómico (el número de protones) y su número de neutrones

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disminuyen en dos, mientras que su número másico se reduce en cuatro. Por ejemplo, la
desintegración alfa del uranio 238 (238U) a torio 234 (234Th) se representa por:

El superíndice de la izquierda es el número


másico (número de protones más neutrones),
el subíndice de la izquierda es el número
atómico (número de protones) y el subíndice
de la derecha es el número de neutrones. Los
emisores alfa corrientes emiten partículas alfa
con energías cinéticas entre unos 4 y 5,5
MeV. El alcance de estas partículas alfa en el
aire no sobrepasa los 5 cm (véase la Figura
1). Se necesitan partículas alfa con una
energía de 7,5 MeV para penetrar la
epidermis (capa protectora de la piel, de 0,07
mm de espesor). Los emisores alfa no
plantean por lo general ningún peligro de
radiación externa. Sólo son peligrosos si se
captan al interior del cuerpo. Como depositan
su energía a corta distancia, las partículas alfa
Figura 1 • Relación entre alcance y energía de
constituyen una radiación de alta transferencia
partículas alfa lentas en el aire a 15 y 760 mm
lineal de energía (TLE) y tienen un factor de
ponderación radiológica elevado, cuyo valor típico es wR = 20.

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PARTÍCULAS BETA
Una partícula beta es un electrón o positrón muy energético. (El positrón es la antipartícula
del electrón. Tiene la misma masa y la mayoría de las demás propiedades del electrón, salvo
su carga, cuya magnitud es exactamente la misma que la del electrón, pero de signo positivo.)
Los radionucleidos emisores beta pueden ser de peso atómico alto o bajo. Los radionucleidos
que tienen exceso de protones en comparación con nucleidos estables de número másico
similar al suyo pueden desintegrarse cuando un protón del núcleo se convierte en neutrón.
Cuando así sucede, el núcleo emite un positrón y una partícula extraordinariamente ligera y
que muy rara vez interactúa llamada neutrino. (El neutrino y su antipartícula carecen de
interés en protección radiológica.) Cuando ha cedido la mayoría de su energía cinética, el
positrón termina por colisionar con un electrón, con lo que se aniquilan ambos. La radiación
de aniquilación producida es casi siempre la de dos fotones de 0,511 keV
(kiloelectronvoltios) que se desplazan en sentidos separados por 180 grados.

La desintegración típica con emisión de un positrón se representa por:

donde el positrón está representado por β+ y el neutrino por ν. Obsérvese que el nucleido
resultante tiene el mismo número másico que el nucleido padre y un número atómico (de
protones) menor en una unidad y un número de neutrones mayor en una unidad que los del
nucleido original. En la desintegración, la captura de un electrón compite con la pérdida de
un positrón. En la desintegración con captura de electrón, el núcleo absorbe un electrón
orbital y emite un neutrino. Una desintegración típica con captura de electrón viene dada por:

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La captura de un electrón es posible siempre que el núcleo resultante tenga una energía total
menor que la del núcleo inicial. En cambio, la desintegración con positrón exige que la
energía total del átomo inicial sea mayor que la del átomo resultante en más de 1,02 MeV
(dos veces la energía másica residual del positrón). De manera similar a la desintegración
con positrón y con captura de electrón, la desintegración con negatrón (β–) ocurre en núcleos
que tengan exceso de neutrones en comparación con núcleos estables del mismo número
másico. En este caso, el núcleo emite un negatrón (electrón energético) y un antineutrino.
Una desintegración típica con negatrón se representa por:

donde el negatrón se representa por β– y el antineutrino por ν –. Aquí, el núcleo resultante


gana un protón a expensas de un neutrón, pero tampoco cambia su número másico. La
desintegración alfa es una reacción de dos cuerpos, de manera que las partículas se emiten
con energías cinéticas discretas. En cambio, la desintegración beta es una reacción de tres
cuerpos, de forma que las partículas beta se emiten en un espectro de energías. La energía
máxima del espectro depende del radionucleido que se desintegra. La energía beta media del
espectro es de alrededor de un tercio de la energía máxima (véase la Figura 2). Las energías
beta máximas típicas oscilan desde 18,6 keV para el tritio (3H) a 1,71 MeV para el fósforo
32 (32P). El alcance de las partículas beta en el aire es de unos 3,65 m por MeV de energía
cinética. Se necesitan partículas beta de 70 keV de energía como mínimo para atravesar la
epidermis. Las partículas beta son radiación de baja TLE.

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Figura 2 • Espectro de energía de negatrones emitidos por el 32P

Radiación gamma La radiación gamma es radiación electromagnética emitida por un núcleo


cuando experimenta una transición de un estado de energía más alta a un estado energético
más bajo. El número de protones y neutrones del núcleo no varía en estas transiciones. El
núcleo puede haber quedado en el estado de más energía después de una desintegración alfa
o beta anterior. Es decir, los rayos gamma se emiten a menudo inmediatamente después de
una desintegración alfa o beta. Los rayos gamma también pueden ser el resultado de la
captura de un neutrón y de la dispersión inelástica de partículas subatómicas por núcleos. Los
rayos gamma más energéticos se han observado en los rayos cósmicos.

RAYOS X

Los rayos X son una radiación electromagnética y, en ese sentido, son idénticos a los rayos
gamma. La distinción entre rayos X y rayos gamma radica en su origen. Mientras que los
rayos gamma se originan en el núcleo atómico, los rayos X resultan de interacciones entre
electrones. Aunque a menudo los rayos X tienen energía inferior a la de los rayos gamma,
éste no es el criterio que los diferencia. Se pueden producir rayos X con energías mucho más
elevadas que las de los rayos gamma procedentes de la desintegración radiactiva. La
conversión interna antes explicada es uno de los métodos de producción de rayos X. En este
caso, los rayos X resultantes tienen energías discretas iguales a la diferencia de los niveles
de energía entre los que saltan los electrones orbitales. Las partículas cargadas emiten
radiación electromagnética siempre que son aceleradas o frenadas. La cantidad de radiación
emitida es inversamente proporcional a la cuarta potencia de la masa de la partícula. Por
consiguiente, los electrones emiten mucha más radiación X que partículas más pesadas, como
los protones, si todas las demás condiciones son iguales. Los sistemas de rayos X producen

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rayos X mediante la aceleración de electrones que circulan a través de una gran diferencia de
potencial eléctrico, de muchos kV o MV. Los electrones son después frenados rápidamente
en un material denso y resistente al calor, como el tungsteno (W). Los rayos X emitidos desde
estos sistemas tienen energías que se extienden en un espectro que va desde alrededor de cero
hasta la energía cinética máxima
adquirida por los
electrones antes de la
deceleración. A
menudo, a este espectro continuo se superponen rayos X de energía discreta, que se producen
cuando los electrones frenados ionizan el material del blanco o anticátodo. Como otros
electrones orbitales saltan para llenar los huecos dejados tras la ionización, emiten rayos X
de energías discretas similares a los rayos X que se emiten después de la conversión interna.
Reciben el nombre de rayos X característicos porque son característicos del material del
blanco (anticátodo). Véase en la Figura 48.15 un espectro típico de rayos X. En la Figura
48.16 se ofrece un esquema de un tubo de rayos X típico.

Los rayos X interactúan con la materia de igual manera que los rayos gamma, pero una
simple ecuación de atenuación exponencial no describe con precisión la atenuación de rayos
X con una gama continua de energía. Sin embargo, como los rayos X de energía más baja
son eliminados del haz a medida que atraviesan el material con más rapidez que los de mayor
energía, la descripción de la atenuación se aproxima a una función exponencial.

RAYOS CÓSMICOS

La radiación cósmica se compone de partículas energéticas de origen extraterrestre que


inciden en la atmósfera de la Tierra (fundamentalmente partículas y en su mayor parte
protones). También incluye partículas secundarias, casi todas fotones, neutrones y muones

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generados por las interacciones de las partículas primarias con gases de la atmósfera. En
virtud de estas interacciones, la atmósfera sirve de escudo contra la radiación cósmica, y
cuanto más delgado sea este escudo, mayor será la tasa de dosis efectiva. Es decir, la tasa de
dosis efectiva de rayos cósmicos aumenta con la altitud. Por ejemplo, la tasa de dosis a 1.800
metros de altura es alrededor del doble que al nivel del mar. Como la radiación cósmica
primaria consta esencialmente de partículas cargadas, recibe la influencia del campo
magnético terrestre. Así, los habitantes de latitudes altas reciben dosis eficaces de radiación
cósmica mayores que los que se encuentran más cerca del Ecuador. La variación debida a
este efecto es del orden del 10 %. Por último, la tasa de dosis efectiva de rayos cósmicos
varía con la modulación de la salida de rayos cósmicos desde el Sol. En promedio, los rayos
cósmicos contribuyen en alrededor de 0,3 mSv a la dosis efectiva de radiación de fondo en
todo el cuerpo.

RADIONUCLEIDOS COSMÓGENOS

Los rayos cósmicos producen radionucleidos cosmógenos en la atmósfera. Los más


destacados de éstos son el tritio (3H), el berilio 7 (7Be), el carbono 14 (14C) y el sodio 22
(22Na). Son producidos por rayos cósmicos que interactúan con gases atmosféricos. Los

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radionucleidos cosmógenos entregan una dosis
efectiva anual de
unos 0,01 mSv,
que en su mayor
parte procede del
14C.

LLUVIA

RADIACTIVA

Desde el decenio de 1940 hasta el de 1960, se realizaron numerosas pruebas de armas


nucleares sobre la superficie terrestre. Estas pruebas produjeron grandes cantidades de
materiales radiactivos y los distribuyeron al medio ambiente de todo el mundo en forma de
lluvia radiactiva. Aunque muchos de estos desechos se han transformado desde entonces en
isótopos estables, las pequeñas cantidades que permanecen serán todavía una fuente de
exposición durante muchos años. Además, las naciones que siguen realizando pruebas
ocasionales de armas nucleares en la atmósfera añaden radiactividad a las existencias
mundiales. Los contribuyentes principales de la lluvia radiactiva a la dosis efectiva son en la
actualidad el estroncio 90 (90Sr) y el cesio 137 ( 137Cs), los dos con períodos de
semidesintegración de alrededor de 30 años. La dosis efectiva media anual debida a la lluvia
radiactiva es de unos 0,05 mSv.

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MATERIAL RADIACTIVO EN EL ORGANISMO

La acumulación de radionucleidos naturales en el cuerpo humano es sobre todo resultado de


la inhalación e ingestión de estos materiales del aire, los alimentos y el agua. Entre estos
nucleidos se encuentran radioisótopos de Pb, Po, Bi, Ra, K (potasio), C, H, U y Th. De ellos,
el 40K es el contribuyente máximo. Los radionucleidos naturales depositados en el cuerpo
contribuyen en unos 0,3 mSv a la dosis efectiva anual.

RADIACIÓN PRODUCIDA POR MÁQUINAS

La íutilización de rayos X en las artes curativas es la mayor fuente de exposición a la


radiación producida por máquinas. Millones de sistemas de rayos X médicos están en uso en
todo el mundo. La exposición media a estos sistemas de rayos X médicos depende en gran
medida del acceso de una población a los servicios sanitarios. En los países desarrollados, la
dosis efectiva media anual debida a radiación de rayos X por prescripción médica y a material
radiactivo para diagnóstico y tratamiento es del orden de 1 mSv. Los rayos X son un
subproducto de la mayoría de los aceleradores de partículas en la física de altas energías,
sobre todo los que aceleran electrones y positrones. Sin embargo, un blindaje y unas medidas
de seguridad adecuadas, más la escasa población en riesgo, convierten a esta fuente de
exposición a la radiación en menos importante que las fuentes anteriores.

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RADIONUCLEIDOS PRODUCIDOS POR MÁQUINAS

Los aceleradores de partículas pueden producir una gran variedad de radionucleidos en


cantidades variables mediante reacciones nucleares. Las partículas aceleradas son protones,
deuterones (núcleos de 2H), partículas alfa, mesones cargados, iones pesados y otros. Los
materiales que hacen de blanco pueden ser de casi cualquier isótopo. Los aceleradores de
partículas son prácticamente la única fuente de radioisótopos emisores de positrones. (Los
reactores nucleares tienden a producir radioisótopos ricos en neutrones que se desintegran
por emisión de negatrones.) También se utilizan cada vez más para producir isótopos de vida
corta destinados a aplicaciones médicas, en especial para tomografía por emisión de
positrones (TEP). Materiales y productos de consumo de tecnología avanzada En gran
número de actividades de la vida moderna aparecen rayos X y materiales radiactivos, unos
deseados y otros indeseables. En la Tabla 48.10 se enumeran estas fuentes de radiación.

EXPOSICIÓN A LA RADIACIÓN IONIZANTE

La exposición a la radiación puede ser interna o externa y puede tener lugar por diferentes
vías.La exposición interna a la radiación ionizante se produce cuando un radionúclido es
inhalado, ingerido o entra de algún otro modo en el torrente sanguíneo (por ejemplo,
inyecciones o heridas). La exposición interna cesa cuando el radionúclido se elimina del
cuerpo, ya sea espontáneamente (por ejemplo, en los excrementos) o gracias a un tratamiento.

La exposición externa se puede producir cuando el material radiactivo presente en el aire


(polvo, líquidos o aerosoles) se deposita sobre la piel o la ropa. Generalmente, este tipo de
material radiactivo puede eliminarse del organismo por simple lavado.

La exposición a la radiación ionizante también puede resultar de la irradiación de origen


externo (por ejemplo, la exposición médica a los rayos X). La irradiación externa se detiene
cuando la fuente de radiación está blindada o la persona sale del campo de irradiación.

Las personas pueden estar expuestas a la radiación ionizante en circunstancias diferentes, en


casa o en lugares públicos (exposiciones públicas), en el trabajo (exposiciones profesionales)
o en un entorno médico (como los pacientes, cuidadores y voluntarios).

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Las situaciones de exposición a la radiación ionizante pueden clasificarse en tres categorías.
La primera, la exposición planificada, es el resultado de la introducción y funcionamiento
deliberados de fuentes de radiación con fines concretos, como en el caso de la utilización
médica de la radiación con fines diagnósticos o terapéuticos, o de su uso en la industria o la
investigación. La segunda, la exposición existente, se produce cuando ya hay una exposición
a la radiación y hay que tomar una decisión sobre su control, como en el caso de la exposición
al radón en el hogar o en el lugar de trabajo, o de la exposición a la radiación natural de fondo
existente en el medio ambiente. La tercera categoría, la exposición en situaciones de
emergencia, tiene lugar cuando un acontecimiento inesperado requiere una respuesta rápida,
como en el caso de los accidentes nucleares o los actos criminales.

El uso médico de la radiación representa el 98% de la dosis poblacional con origen en fuentes
artificiales y el 20% de la exposición total de la población. Cada año se realizan en el mundo
más de 3600 millones de pruebas diagnósticas radiológicas, 37 millones de pruebas de
medicina nuclear y 7,5 millones de tratamientos con radioterapia.

EFECTOS DE LAS RADIACIONES IONIZANTES EN LA SALUD

El daño que causa la radiación en los órganos y tejidos depende de la dosis recibida, o dosis
absorbida, que se expresa en una unidad llamada gray (Gy). El daño que puede producir una
dosis absorbida depende del tipo de radiación y de la sensibilidad de los diferentes órganos
y tejidos.

Para medir la radiación ionizante en términos de su potencial para causar daños se utiliza la
dosis efectiva. La unidad para medirla es el sievert (Sv), que toma en consideración el tipo
de radiación y la sensibilidad de los órganos y tejidos.

Es una manera de medir la radiación ionizante en términos de su potencial para causar daño.
El sievert tiene en cuenta el tipo de radiación y la sensibilidad de los tejidos y órganos. El
sievert es una unidad muy grande, por lo que resulta más práctico utilizar unidades menores,
como el milisievert (mSv) o el microsievert (μSv). Hay 1000 μSv en 1 mSv, y 1000 mSv en
1 Sv. Además de utilizarse para medir la cantidad de radiación (dosis), también es útil para

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expresar la velocidad a la que se entrega esta dosis (tasa de dosis), por ejemplo en
microsievert por hora (μSv/hora) o milisievert al año (mSv/año).

Más allá de ciertos umbrales, la radiación puede afectar el funcionamiento de órganos y


tejidos, y producir efectos agudos tales como enrojecimiento de la piel, caída del cabello,
quemaduras por radiación o síndrome de irradiación aguda. Estos efectos son más intensos
con dosis más altas y mayores tasas de dosis. Por ejemplo, la dosis liminar para el síndrome
de irradiación aguda es de aproximadamente 1 Sv (1000 mSv).

Si la dosis de radiación es baja o la exposición a ella tiene lugar durante un periodo


prolongado (baja tasa de dosis), el riesgo es considerablemente menor porque hay más
probabilidades de que se reparen los daños. No obstante, sigue existiendo un riesgo de efectos
a largo plazo, como el cáncer, que pueden tardar años, o incluso decenios, en aparecer. No
siempre aparecen efectos de este tipo, pero la probabilidad de que se produzcan es
proporcional a la dosis de radiación. El riesgo es mayor para los niños y adolescentes, pues
son mucho más sensibles a la radiación que los adultos.

Los estudios epidemiológicos realizados en poblaciones expuestas a la radiación, como los


supervivientes de la bomba atómica o los pacientes sometidos a radioterapia, han mostrado
un aumento significativo del riesgo de cáncer con dosis superiores a 100 mSv. Estudios
epidemiológicos más recientes efectuados en pacientes expuestos por motivos médicos
durante la infancia (TC pediátrica) indican que el riesgo de cáncer puede aumentar incluso
con dosis más bajas (entre 50 y 100 mSv).

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DAÑO BIOLÓGICO POR RADIACIONES

Para los agentes farmacológicos en general es válida la regla de que, para obtener un efecto
biológico dado, se requiere dar una determinada dosis mayor que la dosis umbral. La dosis
umbral es aquella que marca el límite arriba del cual se presenta un efecto, y debajo del cual
no hay efecto. Algunos de los efectos de la radiación caen en este caso, los no estocásticos.
Otras sustancias no tienen una respuesta de este tipo, es decir no tienen umbral, por lo tanto
no hay una dosis mínima para producir un efecto. Consecuentemente, cualquier dosis dada
produce un efecto; para obtener un efecto cero se requiere una dosis cero. Los efectos
estocásticos de la radiación se comportan de esta manera.

La rapidez con la cual se absorbe la radiación es importante en la determinación de los


efectos. Una dosis dada producirá menos efecto si se suministra fraccionada, en un lapso
mayor, que si se aplica en una sola exposición. Esto se debe al poder de restauración del
organismo; sin embargo hay que tomar en cuenta que esta recuperación no es total y siempre
queda un daño acumulativo.

El lapso entre el instante de radiación y la manifestación de los efectos se conoce como


periodo latente. Con base en esto se pueden clasificar los daños biológicos como agudos (a
corto plazo), que aparecen en unos minutos, días o semanas, y diferidos (largo plazo), que
aparecen después de años, décadas y a veces en generaciones posteriores.

El daño biológico tendrá diferentes manifestaciones en función de la dosis. A bajas dosis


(menos de 100 mSv o 10 rem) no se espera observar ninguna respuesta clínica. Al aumentar
a dosis mayores, el organismo va presentando diferentes manifestaciones hasta llegar a la
muerte. La dosis letal media, aquella a la cual 50% de los individuos irradiados mueren, es
de 4 Sv (400 rem).

Ordinariamente, cuando se hace referencia a dosis equivalentes, se quiere indicar una dosis
promedio al cuerpo total. Esto es importante ya que en ocasiones pueden aplicarse grandes

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dosis de radiación a áreas limitadas (como en radioterapia) con un daño local. Si estas
mismas dosis se aplican a todo el cuerpo pueden ser letales. Por ejemplo, una persona podría
recibir 10 Sv (l 000 rem) en un brazo y experimentar una lesión local, pero esa misma dosis
a cuerpo entero le causaría inexorablemente la muerte.

EFECTOS DE LA RADIACIÓN EN LAS CÉLULAS

Cuando la radiación ionizante incide sobre un organismo vivo, la interacción a nivel celular
se puede llevar a cabo en las membranas, el citoplasma, y el núcleo.

Si la interacción sucede en alguna de las membranas se producen alteraciones de


permeabilidad, lo que hace que puedan intercambiar fluidos en cantidades mayores que las
normales. En ambos casos la célula no muere, pero sus funciones de multiplicación no se
llevan a cabo. En el caso en que el daño es generalizado la célula puede morir.

En el caso en que la interacción sucede en el citoplasma, cuya principal sustancia es el agua,


al ser ésta ionizada se forman radicales químicamente inestables. Algunos de estos radicales
tenderán a unirse para formar moléculas de agua y moléculas de hidrógeno (H), las cuales no
son nocivas para el citoplasma. Otros se combinan para formar peróxido de
hidrógeno (H202), el cual sí produce alteraciones en el funcionamiento de las células. La
situación más crítica se presenta cuando se forma el hidronio (HO), el cual produce
envenenamiento.

Cuando la radiación ionizante llega hasta el núcleo de la célula, puede producir alteraciones
de los genes e inclusive rompimiento de los cromosomas, provocando que cuando la célula
se divida lo haga con características diferentes a la célula original. Esto se conoce como daño
genético de la radiación ionizante, que si se lleva a cabo en una célula germinal
(espermatozoide u óvulo) podrá manifestarse en individuos de futuras generaciones.

Por lo expuesto, vemos que la radiación ionizante puede producir en las células: aumento o
disminución de volumen, muerte, un estado latente, y mutaciones genéticas.

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Vale la pena mencionar que estas propiedades destructivas de la radiación se pueden
transformar en un beneficio. La radioterapia busca eliminar tejidos malignos en el cuerpo
aplicándoles altas dosis de radiación. Sin embargo, por la naturaleza de la radiación, es
inevitable afectar otros órganos sanos cercanos. En un buen tratamiento de radioterapia se
proporciona la dosis letal al tumor, tratando de que sea mínima la exposición de otras partes
del cuerpo.

CLASIFICACIÓN DE LOS EFECTOS BIOLÓGICOS

Se han venido mencionando ya algunas maneras de clasificar los efectos biológicos


producidos por las radiaciones. Por su importancia conviene reiterar y resaltar los criterios
en que se fundamentan las diferentes clasificaciones.

Recientemente la CIPR ha introducido un nuevo concepto en la clasificación de los efectos,


basado en la probabilidad de ocurrencia: los efectos estocásticos y los no estocásticos.

Los efectos estocásticos son aquéllos cuya probabilidad de ocurrencia se incrementa con la
dosis recibida, así como con el tiempo de exposición. No tienen una dosis umbral para
manifestarse. Pueden ocurrir o no ocurrir; no hay un estado intermedio. La inducción de un
cáncer en particular es un efecto estocástico. Su probabilidad de ocurrir depende de la dosis
recibida; sin embargo, no se puede asegurar que el cáncer se presente, menos aún determinar
una dosis. La protección radiológica trata de limitar en lo posible los efectos estocásticos,
manteniendo las dosis lo más bajas posible.

En los efectos no estocásticos la severidad aumenta con la dosis, y se produce a partir de una
dosis umbral. Para dosis pequeñas no habrá efectos clínicamente detectables. Al incrementar
la dosis se llega a niveles en que empiezan a evidenciarse, hasta llegar a situaciones de
gravedad. Para estos casos la protección consiste en prevenir los efectos, no excediendo los
umbrales definidos en cada caso. Las quemaduras caen en esta categoría.

El daño biológico por radiación puede manifestarse directamente en el individuo que recibe
la radiación o en su progenie. En el caso en que el daño se manifieste en el individuo irradiado
se trata de un daño somático, es decir, el daño se ha circunscrito a sus células somáticas. Por

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otro lado, el daño a las células germinales resultará en daño a la descendencia del individuo.
Se pueden clasificar los efectos biológicos en el hombre como somáticos y hereditarios. El
daño a los genes de una célula somática puede producir daño a la célula hija, pero sería un
efecto somático no hereditario. El término "daño genético" se refiere a efectos causados por
mutación en un cromosoma o un gen; esto lleva a un efecto hereditario solamente cuando el
daño afecta a una línea germinal.

Síndrome de irradiación aguda es el conjunto de síntomas por la exposición de cuerpo total


o una gran porción de él a la radiación. Consiste en náusea, vómito, anorexia (inapetencia),
pérdida de peso, fiebre y hemorragia intestinal. Según su periodo de latencia, los efectos se
han clasificado en agudos (a corto plazo) y diferidos (a largo plazo).

Los efectos agudos pueden ser generales o locales. Los generales presentan la sintomatología
que se resume en el cuadro 8. Los locales pueden ser eritema o necrosis de la piel, caída del
cabello, necrosis de tejidos internos, la esterilidad temporal o permanente, la reproducción
anormal de tejidos como el epitelio del tracto gastrointestinal, el funcionamiento anormal de
los órganos hematopoyéticos (médula ósea roja y bazo), o alteraciones funcionales del
sistema nervioso y de otros sistemas.

Los efectos diferidos pueden ser la consecuencia de una sola exposición intensa o de una
exposición por largo tiempo. Entre éstos han de considerarse: las cicatrices atróficas locales
o procesos distróficos de órganos y tejidos fuertemente irradiados, las cataratas del cristalino,
el cáncer de los huesos debido a la irradiación del tejido óseo, el cáncer pulmonar, las anemias
plásticas ocasionadas por radiolesiones de la médula ósea, y la leucemia.

Enfermedades ocasionadas por la radiación

1.- Enfermedad por radiación

Enfermedad causada por la exposición del organismo o de una parte de éste a dosis altas de
radiación ionizante (radiación que altera los átomos sobre los que incide).

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Los síntomas aparecen por lo general debido a la exposición intensa a una radiación externa,
como la producida por los rayos X o los rayos gamma, pero también pueden originarse por
la absorción interna de materiales radiactivos (como el radiocesio) o por ambas causas.

La enfermedad por radiación se caracteriza por una sensación súbita de anorexia (pérdida de
apetito) o náuseas a las que sigue, en un periodo de tiempo corto, vómitos y, en ocasiones,
diarrea. La enfermedad progresa apareciendo síntomas por lesiones más graves debido a la
afectación de otros tejidos, como la médula ósea, que provoca una disminución progresiva
del número de células sanguíneas, lo que conduce a un aumento de la susceptibilidad del
organismo a las infecciones.

Las dosis elevadas de radiación pueden producir también esterilidad permanente como
consecuencia de la lesión de los órganos reproductores, lesiones graves en otros órganos, e
incluso la muerte con o sin tratamiento médico.

También pueden
existir otros
síntomas

dependiendo de la dosis, de la
frecuencia de exposición, y del área del organismo sometida a la radiación. Éstos pueden
consistir, a corto plazo, en caída del cabello, quemaduras cutáneas o hemorragias, y, a largo
plazo, en un aumento del riesgo de desarrollar cáncer.

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Enfermedad por radiación aguda

En una exposición aguda (durante segundos, minutos, horas) se puede producir la muerte. El
efecto biológico principal es la lesión celular, cuya intensidad depende del tipo de tejido
afectado. Las células pluripotenciales de recubrimiento del sistema gastrointestinal, que son
muy sensibles, en particular las del estómago e intestino delgado, liberan serotonina (5-
hidroxitriptamina, 5HT3) en el torrente sanguíneo.

Esta sustancia estimula el centro del vómito localizado en el cerebro y otros receptores para
la 5HT3 presentes en otras partes del organismo. Se acompaña de un aumento de la motilidad
intestinal (movimiento) que puede estar producido por la acción de las sales biliares sobre la
mucosa lesionada. Estos síntomas pueden variar dependiendo de la susceptibilidad individual
y de que en la mayoría de las situaciones no controladas la dosis de radiación recibida por las
diferentes personas afectadas no es la misma.

En la radioterapia, en la que las exposiciones son controladas y repartidas en varias sesiones


para permitir que los tejidos normales sensibles se recuperen, las náuseas y vómitos se
presentan de manera habitual sólo cuando se realiza una irradiación corporal total a dosis
elevadas, por ejemplo, tras la extirpación (extracción quirúrgica) de la médula ósea para un
trasplante ulterior de médula ósea. Es normal la administración de fármacos antieméticos,
como el ondansetrón, el cual contrarresta los efectos de la 5HT3, reduciendo estos efectos
colaterales de la radioterapia. Todos estos efectos pueden aumentar en intensidad por la
lesión debida a la radiación de otras líneas celulares, en especial las de la médula ósea.

El gray (Gy) es la unidad de dosis absorbida, cuando la energía por unidad de masa aplicada
a la materia por la radiación ionizante es de 1 julio por kilogramo. La unidad que se utilizaba
antes, el rad, es equivalente a 10-2 Gy. Con dosis superiores a 1 Gy se produce una reducción
significativa del número de células sanguíneas como consecuencia de la disminución de la
médula ósea, lo que conduce a un aumento de la susceptibilidad a las infecciones, la presencia
de hemorragias y anemia. En las zonas en las que existe una exposición directa intensa o una

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contaminación superficial con materiales radiactivos, pueden aparecer quemaduras cutáneas,
lo que incrementa la pérdida de líquidos corporales y el riesgo de infección.

A veces, los síntomas agudos aparecen de forma simultánea y se conocen como síndrome de
radiación aguda. Las lesiones combinadas tienen un pronóstico peor, lo que se debe tener en
cuenta para el tratamiento médico. Una dosis aguda de aproximadamente 4 Gy producirá la
muerte de manera probable en el 50% de las personas en un periodo de 60 días si no reciben
tratamiento médico. Las dosis superiores a 10 Gy pueden producir la muerte de manera más
temprana, incluso con tratamiento médico. Dosis similares recibidas durante un periodo de
tiempo más prolongado (días, semanas) pueden producir diferentes síntomas, pero la muerte
es menos probable, ya que las células y los tejidos tienen tiempo para reparar las lesiones.

La experiencia obtenida tras las explosiones de las bombas atómicas en Hiroshima y


Nagasaki, y tras otros accidentes con fuentes radiactivas, pruebas con armas nucleares y
plantas que emplean energía nuclear, ha permitido obtener conclusiones importantes. En la
actualidad se pueden calcular el tiempo que transcurre desde la exposición hasta la aparición
de los síntomas, el porcentaje de población afectada y la duración de la enfermedad por
radiación. Sin embargo, en la mayoría de los casos resulta extremadamente complicado
calcular la dosis de radiación con precisión.

Las cifras que se aportan a continuación son orientativas en el caso de los adultos. Puede
aparecer anorexia en el 5% de las personas expuestas a 0,4 Gy y en el 95% si la dosis recibida
es de 3 Gy; náuseas en el 5% con 0,5 Gy y en el 95% con 4,5 Gy; vómitos en el 5% con
0,6 Gy y 100% con 7 Gy, y diarrea en el 5% con dosis de 1 Gy y por encima del 20% con
8 Gy. Si el tiempo transcurrido entre la exposición y la aparición de cualquiera de los
síntomas mencionados es inferior a una hora, es probable que la dosis recibida sea superior
a 3 Gy; si es superior a 3 horas, menos de 1 Gy, y si es superior a 24 horas, es probable que
la dosis haya sido inferior a 0,6 Gy. Estas referencias generales pueden ser útiles para el
personal sanitario a la hora de hacer la selección de los pacientes (priorizar el tratamiento
según el grado de afectación) antes de poder llevar a cabo estimaciones más precisas.

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Los efectos de una prueba de explosión termonuclear realizada por Estados Unidos en las
islas Marshall en 1954, afectaron a la población local, que recibió una dosis corporal total
estimada de 1,75 Gy. No se produjeron fallecimientos, pero aparecieron alteraciones de
diferente intensidad, con enfermedad de inicio temprano y diarrea en cerca del 10% de la
población y un descenso del número de células sanguíneas. La contaminación superficial del
organismo por el accidente originó quemaduras y ulceraciones cutáneas en el 20% de los
afectados.

En el desastre nuclear de la planta de Chernobil en Ucrania en 1986, un total de 203 personas


afectadas por el accidente presentaron una enfermedad aguda por radiación. En el grupo con
mayor exposición (6 a 16 Gy) el primer síntoma fueron los vómitos, que aparecieron entre
15 y 30 minutos después de la exposición, seguidos de una diarrea intensa. Este grupo, que
incluía bomberos, también se vio afectado de forma aguda por la inhalación de materiales
radiactivos y sustancias tóxicas, así como por otras lesiones convencionales. A pesar de un
tratamiento intensivo en centros especializados, 20 de los 22 componentes de este grupo
fallecieron. También contribuyeron a estas muertes los efectos de la radiación sobre la
médula ósea y las quemaduras por la radiación externa por contaminación con isótopos
radiactivos que emiten radiación beta. Al disminuir la dosis, los signos y síntomas eran menos
graves. En las personas que habían recibido dosis entre 1 y 2 Gy los vómitos aparecieron más
tarde y, aunque algunas personas también presentaron contaminación cutánea, ninguna de
ellas falleció.

Enfermedad por radiación crónica

En los casos de exposición crónica (medida en días, semanas o meses) a la radiación, los
síntomas suelen ser menos llamativos. Un hallazgo habitual es la sensación de malestar
general, con síntomas similares a la gripe, fiebre y, en ocasiones, diarrea y vómitos. Es muy
difícil diagnosticar estos casos que se han producido por exposición inadvertida a una fuente
de radiación industrial o a un equipo de tratamiento médico, en ocasiones obtenido o
manipulado de manera ilegal. En un caso ocurrido en Estonia, donde la fuente de radiación

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se había trasladado a una casa, el diagnóstico de exposición a la radiación se realizó después
de que un miembro anciano de la familia falleció y otros comenzaron a presentar malestar
general.

Efectos biológicos de la radiación

Consecuencias de la acción de una radiación ionizante sobre los tejidos de los organismos
vivos. La radiación transfiere energía a las moléculas de las células de estos tejidos. Como
resultado de esta interacción las funciones de las células pueden deteriorarse de forma
temporal o permanente y ocasionar incluso la muerte de las mismas. La gravedad de la lesión
depende del tipo de radiación, de la dosis absorbida, de la velocidad de absorción y de la
sensibilidad del tejido frente a la radiación. Los efectos de la radiación son los mismos, tanto
si ésta procede del exterior, como si procede de un material radiactivo situado en el interior
del cuerpo.

Los efectos biológicos de una misma dosis de radiación varían de forma considerable según
el tiempo de exposición. Los efectos que aparecen tras una irradiación rápida se deben a la
muerte de las células y pueden hacerse visibles pasadas horas, días o semanas. Una
exposición prolongada se tolera mejor y es más fácil de reparar, aunque la dosis radiactiva
sea elevada. No obstante, si la cantidad es suficiente para causar trastornos graves, la
recuperación será lenta e incluso imposible. La irradiación en pequeña cantidad, aunque no
mate a las células, puede producir alteraciones a largo plazo.

Trastornos graves

Dosis altas de radiación sobre todo el cuerpo, producen lesiones características. La radiación
absorbida se mide en grays (1 gray equivale a 1 julio de energía absorbido por kilogramo de
material; su símbolo es Gy). Una cantidad de radiación superior a 40 Gy produce un deterioro

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severo en el sistema vascular humano, que desemboca en edema cerebral, trastornos
neurológicos y coma profundo. El individuo muere en las 48 horas siguientes.

Cuando el organismo absorbe entre 10 y 40 Gy de radiación, los trastornos vasculares son


menos serios, pero se produce la pérdida de fluidos y electrolitos que pasan a los espacios
intercelulares y al tracto gastrointestinal.

El individuo muere en los diez días siguientes a consecuencia del desequilibrio osmótico,
del deterioro de la médula ósea y de la infección terminal. Si la cantidad absorbida oscila
entre 1,5 y 10 Gy, se destruye la médula ósea provocando infección y hemorragia. La persona
puede morir cuatro o cinco semanas después de la exposición.

Los efectos de estas radiaciones poco intensas, son los que pueden tratarse de forma eficaz.
La mitad de las personas que han recibido una radiación de 3 a 3,25 Gy y que no hayan
recibido tratamiento, pierden la médula ósea.

La irradiación de zonas concretas del cuerpo (radiaciones accidentales) produce daños locales
en los tejidos. Se lesionan los vasos sanguíneos de las zonas expuestas alterando las funciones
de los órganos. Cantidades más elevadas, desembocan en necrosis (zonas de tejido muerto)
y gangrena.

No es probable que una irradiación interna, cause trastornos graves sino más bien algunos
fenómenos retardados, que dependerán del órgano en cuestión y de su vida media, de las
características de la radiación y del comportamiento bioquímico de la fuente de radiación.

El tejido irradiado puede degenerar o destruirse e incluso desarrollar un cáncer.

Efectos retardados

Las consecuencias menos graves de una radiación ionizante se manifiestan en muchos


órganos, en concreto en la médula ósea, riñones, pulmones y el cristalino de los ojos,
debido al deterioro de los vasos sanguíneos. Como consecuencias secundarias aparecen
cambios degenerativos y funciones alteradas.

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No obstante, el efecto retardado más importante comparándolo con personas no irradiadas,
es el aumento de la incidencia de casos de cáncer y leucemia.

El aumento estadístico de leucemia y cáncer de tiroides, pulmón y mama, es significativo


en poblaciones expuestas a cantidades de radiación relativamente altas (más de 1 Gy). En
animales de experimentación se ha observado una reducción del tiempo de vida, aún no se
ha demostrado en seres humanos.

Radiación no ionizante

La frecuencia de radiación de redes o tendidos eléctricos, radares, canales o redes de


comunicación y hornos de microondas, no es ionizante.

Durante mucho tiempo se ha creído que este tipo de radiación era perjudicial sólo en cantidad
elevada, y que producía quemaduras, cataratas,
esterilidad temporal, etc.

Con la proliferación de este tipo de mecanismos,


comienzan a ser materia de investigación
científica las posibles consecuencias de una
exposición prolongada a pequeñas cantidades de
radiaciones no ionizantes.

Aunque se han observado algunas consecuencias biológicas poco importantes, se desconoce


por el momento qué repercusión tienen sobre la salud.

CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DEL DISEÑO DE LAS INSTALACIONES RADIOLÓGICAS

Los peligros que entrañan la manipulación y el uso de fuentes de radiación exigen


características especiales de diseño y construcción de estas instalaciones que no se requieren
en laboratorios o áreas de trabajo normales. Estas características especiales de diseño se
incorporan de tal forma que los trabajadores no soporten incomodidades pero tengan la
seguridad de que no están expuestos a peligros radiológicos externos o internos excesivos.
El acceso a todas las zonas en las que pueda producirse exposición a fuentes de radiación o

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a materiales radiactivos deberá estar controlado, y no sólo en relación con los trabajadores
de la instalación a quienes se puede permitir la entrada en dichas áreas de trabajo, sino
también con respecto al tipo de ropa o equipo protector que deben llevar y a las precauciones
que deben adoptar en las zonas controladas. En la administración de estas medidas de control,
sirve de gran ayuda clasificar las zonas de trabajo en función de que exista o no radiación
ionizante, contaminación radiactiva o ambas. La introducción de estos conceptos
clasificatorios de las zonas de trabajo en las primeras fases de la planificación permitirá que
la instalación posea después todas las características necesarias para hacer menos peligrosas
las operaciones con fuentes de radiación.

EMPLAZAMIENTO DE UNA INSTALACIÓN RADIOLÓGICA EN UN EDIFICIO


Cuando una instalación radiológica forma parte de un edificio grande, se deben aplicar los
criterios siguientes en el momento de decidir su emplazamiento:

• La instalación radiológica debe situarse en una parte poco frecuentada del edificio, de
manera que el acceso a la zona pueda controlarse con facilidad.

• El riesgo de incendio debe ser mínimo en la zona elegida.

• El emplazamiento de la instalación radiológica y de la calefacción y ventilación deben ser


tales que sean mínimas las posibilidades de difusión superficial y aérea de la contaminación
radiactiva.

• El emplazamiento de la instalación radiológica debe elegirse con buen juicio, de manera


que con un gasto mínimo en blindaje, los niveles de radiación puedan mantenerse dentro de
los límites establecidos en la proximidad inmediata.

PLANIFICACIÓN DE INSTALACIONES RADIOLÓGICAS


Cuando se prevea una gradación de niveles de actividad, el laboratorio deberá estar situado
de manera que el acceso a las zonas donde existan niveles elevados de radiación o de
contaminación radiactiva tenga que ser gradual; es decir, que se entre primero a una zona sin
radiación, después a otra de baja actividad, a continuación a otra de actividad media, etc.

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Puede evitarse la necesidad de controles de ventilación complejos en laboratorios pequeños
si se utilizan campanas o cajas con guantes para manipular fuentes no selladas de material
radiactivo. Pero el sistema de ventilación debe diseñarse de manera que facilite la circulación
del aire en una dirección, de forma que el material radiactivo que pueda quedar suspendido
en el aire se aleje del trabajador expuesto. La circulación del aire debe ser siempre desde una
zona no contaminada hacia otra contaminada o que pueda estarlo. Para la manipulación de
fuentes no selladas de radiactividad baja o media, la velocidad media del aire por la abertura
de la campana deberá ser de unos 0,5 ms–1. Si la radiotoxicidad es elevada o el nivel de
radiactividad alto, la velocidad del aire por la abertura deberá aumentarse hasta una media de
0,6 a 1,0 ms–1. Ahora bien, se tendrá en cuenta que una velocidad excesiva del aire puede
extraer materiales radiactivos de contenedores abiertos y contaminar toda la zona de la
campana. La colocación de la campana en relación con las corrientes de aire que crucen el
laboratorio es importante.

En general, una campana debe situarse lejos de los pasos por donde entra el suministro o la
renovación del aire. Si se emplean ventiladores de dos velocidades podrán funcionar a
velocidad más alta mientras la campana se utiliceyamenor velocidad cuando esté cerrada. La
finalidad de todo sistema de ventilación debe ser:

• proporcionar condiciones de trabajo confortables;

• proporcionar renovaciones continuas de aire (de tres a cinco renovaciones por hora) para
eliminar y diluir los contaminantes indeseables del aire,

• reducir al mínimo la contaminación de otras zonas del edificio y del entorno.

En el diseño de instalaciones radiológicas, los requisitos de blindaje grueso pueden reducirse


al mínimo mediante la adopción de ciertas medidas sencillas. Por ejemplo, en al caso de
instalaciones de radioterapia, aceleradores, generadores de neutrones o fuentes de radiación
panorámicas, un laberinto puede reducir la necesidad de montar una puerta con capa gruesa
de plomo. El adelgazamiento gradual de la barrera protectora primaria en áreas que no se

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encuentran en el camino del haz útil o el enterramiento total o parcial de la instalación pueden
reducir bastante la cantidad de blindaje necesario.

Es preciso conceder la máxima atención a la colocación adecuada de las ventanas de


observación, de los cables de los conductos subterráneos y de los deflectores del sistema de
ventilación. La ventana de observación sólo debe interceptar la radiación dispersada. Mejor
aún es un circuito cerrado de televisión, que además puede mejorar la eficiencia.

ACABADOS SUPERFICIALES DENTRO DE UNA ZONA DE TRABAJO


Todas las superficies rugosas, como las de yeso, hormigón,
madera, etc., se deben sellar con un material adecuado. La
elección del material debe hacerse teniendo en cuenta las
consideraciones siguientes:

• conseguir una superficie lisa y químicamente inerte;

• las condiciones ambientales de temperatura, humedad y desgaste mecánico a las que pueden
estar expuestas las superficies;

• compatibilidad con los campos de radiación a los que se expone la superficie,

• la necesidad de una reparación fácil en caso de deterioro. No se recomiendan pinturas,


barnices y lacas corrientes para recubrir superficies de desgaste. La aplicación de una
material de revestimiento que se pueda eliminar con facilidad puede ser de ayuda si se
produce contaminación y se precisa descontaminación. Sin embargo, la eliminación de esos
materiales puede ser a veces difícil y engorrosa.

FONTANERÍA

Los desagües, pilas de lavar y sumideros del suelo deben estar marcados. Las pilas donde
puedan lavarse las manos contaminadas deben tener grifos accionados con la rodilla o el pie.
Puede ser económico reducir el mantenimiento instalando tuberías que se descontaminen o
sustituyan con facilidad si es preciso. En algunos casos es recomendable instalar depósitos

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subterráneos donde guardar o almacenar materiales radiactivos líquidos para controlar su
eliminación posterior.

DISEÑO DE BLINDAJES CONTRA LA RADIACIÓN

El blindaje es importante para disminuir la exposición radiológica de los trabajadores de la


instalación y del público en general. Los requisitos del blindaje dependen de varios factores,
incluidos el tiempo que los trabajadores de la instalación radiológica o el público en general
están expuestos a las fuentes de radiación y el tipo y la energía de la fuentes de radiación y
sus campos radiológicos. En el diseño de blindajes radiológicos, el material absorbente debe
colocarse lo más cerca posible de la fuente de radiación.

Para cada tipo de radiación es preciso considerar por separado el blindaje que será necesario
aplicar.

El diseño del blindaje puede ser una tarea compleja. Por ejemplo, el empleo de ordenadores
para encontrar el modelo de blindaje de aceleradores, reactores y otras fuentes de radiación
de alta energía escapa al ámbito de este artículo. En el diseño de blindajes complejos se debe
consultar siempre a expertos calificados.

BLINDAJE DE FUENTES GAMMA

La atenuación de la radiación gamma difiere cualitativamente de la de las radiaciones alfa o


beta. Estos dos tipos de radiación tienen un alcance definido en la materia y son absorbidos
por completo, mientras que es posible reducir la intensidad de la radiación gamma mediante
material absorbente cada vez más grueso, pero no puede absorberse por completo. Si la
atenuación de los rayos gamma monoenergéticos se mide en condiciones de buena geometría
(es decir, si la radiación está bien colimada en un haz estrecho), los datos de la intensidad,
cuando se registran en papel semilogarítmico frente al espesor del absorbente, se encontrarán
en una recta cuya pendiente será igual al coeficiente de atenuación, µ. La intensidad, o tasa
de dosis absorbida transmitida a través de un absorbente, puede calcularse del modo
siguiente:

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donde I(t) es la intensidad de los rayos gamma o la tasa de dosis absorbida transmitida por
un absorbente de espesor t. Las unidades de µ y t son recíprocas entre sí. Si el espesor del
absorbente t se mide en cm, entonces µ es el coeficiente de atenuación lineal y se mide en
cm–1. Si t tiene unidades de densidad superficial (g/cm2), entonces µ es el coeficiente de
atenuación por unidad de masa µm y se mide en cm2/g. Como aproximación de primer orden
basada en la densidad superficial, todos los materiales tienen aproximadamente las mismas
propiedades de atenuación para fotones con energías entre alrededor de 0,75 y 5,0 MeV
(megaelectronvoltios). Dentro de este intervalo de energías, las propiedades del blindaje
contra rayos gamma son aproximadamente proporcionales a la densidad del material de
blindaje. Si las energías
de los fotones son
menores o mayores, los
materiales absorbentes
de número atómico más
alto suministran
un blindaje más eficaz
que los de número atómico más bajo para una densidad superficial dada. En condiciones de
geometría imperfecta (por ejemplo, si el haz es ancho o el blindaje grueso), la ecuación
anterior subestimará en grado notable el espesor de blindaje necesario, porque supone que
todo fotón que interactúa con el blindaje será eliminado del haz y no será detectado. Un
número importante de fotones pueden ser dispersados por el blindaje hacia el detector, o
fotones que se hayan dispersado del haz pueden volver dispersados hacia él tras una segunda
interacción. El espesor del blindaje para condiciones de geometría imperfecta puede
estimarse mediante el factor de acumulación B, cuyo valor puede calcularse del modo
siguiente:

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El factor de acumulación es siempre mayor que uno, y puede definirse como la relación entre
la intensidad de la radiación fotónica en cualquier punto del haz, incluidas la radiación
primaria y la dispersada, y la intensidad del haz primario únicamente en ese punto.

El factor de acumulación puede aplicarse al flujo de radiación o a la tasa de dosis absorbida.


Se han calculado factores de acumulación para distintas energías de fotones y diversos
absorbentes. Muchas de las gráficas o tablas indican el espesor del blindaje en longitudes de
relajación. Una longitud de relajación es el espesor de un blindaje que atenúa un haz estrecho
hasta 1/e (en torno al 37 %) de su intensidad original.

Por consiguiente, una longitud de relajación viene dada por el valor numérico recíproco del
coeficiente de atenuación lineal (es decir, 1/µ).

El espesor de un absorbente que, cuando se introduce en el haz de fotones primarios, reduce


a la mitad la tasa de dosis absorbida se llamada capa de hemirreducción (HVL) o espesor de
hemirreducción (HVT). La HVL puede calcularse como sigue:

BLINDAJE DE APARATOS DE RAYOS X MÉDICOS Y NO MÉDICOS


El blindaje de aparatos de rayos X se considera bajo dos aspectos diferentes, blindaje de la

fuente y blindaje estructural. El blindaje de la fuente suele ser efectuado por el fabricante o
proveedor de la carcasa del tubo de rayos X. Los reglamentos de seguridad especifican un
tipo de carcasa protectora del tubo en las instalaciones de rayos X para diagnostico médico,
y otro para las instalaciones de rayos X terapéuticos. Para aparatos de rayos X no médicos,

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la carcasa del tubo y otras partes del aparato de rayos X, como el transformador, se blindan
para reducir la fuga de la radiación X a niveles aceptables. Todas las máquinas de rayos X,
médicas y no médicas, tienen carcasas protectoras del tubo diseñadas para limitar la radiación
de fuga. La radiación de fuga, tal como se utiliza en estas especificaciones de carcasas para
tubos, significa toda la radiación procedente de la carcasa del tubo menos la del haz útil. El
blindaje estructural de una instalación de rayos X proporciona protección contra el haz de
rayos X útil o primario, la radiación de fuga y la radiación dispersada. Abarca tanto el aparato
de rayos X como el objeto que se irradia. La cantidad de radiación dispersada depende del
tamaño del campo de rayos X, de la energía del haz útil, del número atómico efectivo del
medio de dispersión y del ángulo que forman el haz útil entrante y la dirección de dispersión.
Un parámetro clave del diseño es la carga de trabajo de la instalación (W):

donde W es la carga de trabajo semanal, que por lo general se da en mA-min por semana; E
es la corriente del tubo multiplicada por el tiempo de exposición por proyección, que se suele
dar en mA s; Nv es el número de proyecciones por paciente u objeto irradiado; Np es el
número de pacientes u objetos por semana y k es un factor de conversión (1 min dividido por
60 s). Otro parámetro clave del diseño es el factor de uso Un de una pared (o suelo o techo)
n. La pared puede proteger cualquier zona ocupada, como una sala de control, oficina o sala
de espera. El factor de uso viene dado por:

donde, Nv,n es el número de proyecciones para las que el haz de rayos X primario es dirigido
hacia la pared n. Las necesidades de blindaje estructural de una instalación dada de rayos X
se determinan teniendo en cuenta los datos siguientes:

• el potencial máximo del tubo, en kilovoltios-pico (kVp), al que funciona el tubo de rayos
X; • la corriente máxima del haz, en mA, con que funciona el sistema de rayos X;

• la carga de trabajo (W), que mide en unidades adecuadas (por lo general, mA-min por
semana) la cantidad de uso del sistema de rayos X;

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• el factor de uso (U), que es la fracción de la carga de trabajo durante la cual el haz útil está
dirigido en la dirección de interés;

• el factor de ocupación (T), o factor por el que se debe multiplicar la carga de trabajo para
introducir la corrección por el grado o tipo de ocupación de la zona a proteger;

• la tasa de dosis equivalente máxima permisible (P) para una persona en zonas controladas
y no controladas (los límites de dosis absorbida típicos son de 1 mGy para una zona
controlada en una semana y 0,1 mGy para una zona no controlada en una semana),

• tipo del material de blindaje (por ejemplo, plomo u hormigón),

• la distancia (d) desde la fuente hasta el emplazamiento protegido

REPUESTA DE LA OMS

La OMS ha establecido un programa sobre las radiaciones para proteger a los pacientes, los
trabajadores y la población contra los riesgos para la salud de la exposición planificada,
existente o de emergencia a la radiación. El programa se centra en los aspectos de salud
pública de la protección contra la radiación y abarca actividades relacionadas con la
evaluación, la gestión y la comunicación de los riesgos.

De conformidad con su función básica de “establecer normas y promover y seguir de cerca


su aplicación en la práctica”, la OMS ha cooperado con otras siete organizaciones
internacionales en la revisión y actualización de las normas internacionales básicas de
seguridad de la radiación. La OMS adoptó las nuevas normas en 2012 y en la actualidad está
prestando apoyo a su aplicación en los Estados Miembros de la Organización.

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BIBLIOGRAFÍA

http://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/ionizing-radiation-health-effects-and-
protective-measures

http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/TextosOnline/EnciclopediaOIT/
tomo2/48.pdf

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ANEXOS

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