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Dirigido por Andrés Ortiz-Osés y Patxi Lanceros

Diccionario interdisciplinar de

Hermenéutica
HG. Gadamer E. Dussel
P. Ricoeur L.A. Schokel
G. Durand M. Frank
G. Vattimo E. Neumann
J.L. Aranguren M. Maffesoli
R. Panikkar E. Coreth
J. Rof Carballo L. Cencillo
E. Trías J.L. Abellán
J. Oteiza J. Gómez-Tabanera
C. Moya M. Beuchot
X. Rubert de Ventós C. García Gual y otros

Quinta edición revisada y ampliada

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2006
Universidad de Deusto
Bilbao

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N1m111r1.-J prirlP de e,tJ publicJción, incluido 01 d1s0ño rlP lri rnb1Prt.-J, puPdP
ser reproducida, ;,lmrirPn.-Jd.-Jo tr.-J11c,111itid.-J
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501 Ricoeur, Paul

Inexorable, la Revolución impuso su prosa y su poe- El entusiasmo es un contagio sagrado, un cumpli-


sía, arraigó como mito. Y conquistó todas las dimen- miento de la promesa -o de la amenaza- de «ser
siones de lo posible, todos los territorios de la teoría y como dioses». Conocedora del bien y del mal, la Revo-
de la praxis. lución se apareó con la Historia e hizo historia. Incluso
Pronto, ella y sus hijos exigieron reverencia, absolu- reinterpretó la «prehistoria» precedente corno ardua
ta sumisión, exigieron sacrificios en justa retribución singladura hasta llegar a la costa del progreso. A la
por las bendiciones prometidas, por los paraísos ya vi- mayoría de edad, digamos. Y el relato se convirtió en
sibles, todavía no -siempre no- tangibles. mito.
No es que la Revolución fuera inhumana. Era ya su- La Revolución, se habrá adivinado, no es ya -no es
prahumana. Invariable, como las órbitas celestes, inso- sólo- la francesa de 1789, ni la de 1848. Ni la ameri-
bornable y rigurosa como la ley del movimiento de los cana. No es la rusa de 1917, ni la china. No es la revo-
planetas. Permanente, casi eterna. lución, siempre adolescente, de 1968. La Revolución
Una nutrida procesión de metáforas certificaba su es la Revolución como Dios es el que es, el que fue y
fuerza incontenible: el caudal de la historia, el vendaval el que será.
de la revolución, o el volcán, o el torrente, o el huracán, LJ Revolución: ya pasada, todavía presente, siempre
o la tormenta. Meteoros, alusión constante a fuerzas futura. Es ella la que instituye nuestro pasado moder-
primordiales a fuerzas superior!'~ quf', con la vif'ja natu- no -y el pretérito. irnperfetto. de ese pasado-. la
raleza, han estado siempre presentes, siempre amena- que nos instruye en nuestro incierto presente, la que
zantes. En algún momento, cuando al ciencia, la técnica mantiene abierto el futuro; la que deja ser. i Hay tiem
y la industria puedan imponer rn formidable rnusculatu po sin rnvolución? ¿ H.iy tiempo sin mito?
ra, las metáforas --las rnrteras rnetáfor.is .icudirán V'-' Nuestro tiempo, nuestra experiencia y nuestra medi-
lorns. Y se hablará del tren de la historr.i, o d.:>l.i loco- da del tiempo, nuestra esperanza y nuestro deasasosie-
motora del progreso. go, nuestra réplica a ese tiempo en el que nada pasa,
Los que t11ueron la Rwolución --los que fueron he- en el que nada acaba de pasar, todo eso es hijo, es
chos por ella y por ella se vieron atrapados. a ella consa- huérfano, de la Revolución.
grados, en ella redimidos- experimentaron su tuerza Y la Historia, esa necesidad que no nos necesita, es
incontenible: violencia de ciclón, de torbellino. Los que su concubina. Nuestra madrastra. Nuestra tortura.
la observaron desde una prudente distancia. con un lú- Quizá algún día -buenos hijos, aunque prófugos,
cido e indisimulable arrebato, vieron otra cosa. O vieron seguimos invocando al Futuro, a la Historia, al Progre-
lo mismo. Pero resguardados del contacto directo --de so ... - las meras rebeliones, las discretas revueltas, que
la profanación, del sacrilegio- con la divinidad. no conocen una dirección y no se orientan por un sen-
Kant y Hegel -sirvan como testigos y beneficiarios tido, puedan alcanzar el prestigio que hoy no tienen.
del proceso- extrajeron del proceso revolucionario Quizá algún día -se trate de política o de ciencia, de
verdaderos tesoros, patrimonio perenne de nuestra economía o de cultura- se deje de creer (pues de una
lánguida modernidad: el primero, una Idea de la His- fe se trata) que «la solución es la Revolución». Tal vez
toria; el segundo, una Historia de la Idea. Ambos, ya un día se pueda empezar a pensar y a actuar en mi-
no profetas, se consagraron al sacerdocio de la nueva núscula, en masculino y en femenino, en neutro. Y, so-
verdad revelada. Y ambos se refirieron a la revelación bre todo, en plural.
-al acontecimiento revolucionario- con una misma
palabra: entusiasmo. Patxi Lanceros

Ricoeur, Paul
Itinerario intelectual reconocido la estructura polémica de las influencias
que ha recibido.
Paul Ricoeur, nacido en Valence (Francia) en 1913, Cuando comienza a publicar, a finales de los años
es uno de los exponentes máximos de la filosofía her- cuarenta, la tradición neo-kantiana gozaba de gran
menéutica europea. Su pensamiento se caracteriza por prestigio en el ámbito europeo. A esta tradición opo-
un talante de diálogo permanente con aquellos auto- ne el existencialismo, en un intento de equilibrar des-
res y corrientes más destacadas de la contemporanei- de un compromiso con el hombre concreto el carác-
dad. En sus primeros años de investigación recibe una ter de nuevo racionalismo de aquella corriente. En
doble influencia: por una parte, Gabriel Marcel y Em- una etapa intermedia enfrenta a la filosofía del sujeto,
manuel Mounier; y, por la otra, Edmund Husserl. Los derivada del existencialismo, las categorías de análisis
dos primeros le encaminan hacia la búsqueda existen- propias del estructuralismo. A continuación su pensa-
cialista, hacia la problemática del compromiso. Husserl miento, siempre atento a los fenómenos del presente,
representa para él la rigurosidad intelectual y reflexiva detecta una inflación de la filosofía del lenguaje, fren-
dentro del ámbito de la fenomenología. Ya desde el te a la defensa de lo vivido o de la acción. Muy cerca
comienzo apreciamos como Ricoeur confronta sus de estos años se produce el siguiente enfrentamiento
puntos de vistas con los de otros autores para optar, al entre la filosofía analítica, propia del mundo anglosa-
final, por una vía enteramente original. El mismo ha jón y americano, que Ricoeur conoce bien, y la herme-

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Ricoeur, Paul 502

néutica filosófica, propia de una tradición continental su particular manera de expresarse a través de un len-
cuyos epicentros se ubican en Alemania y Francia. guaje indirecto, simbólico en ocasiones y siempre con
Los dos ultimas frentes con los que polemiza en Soi- un doble sentido latente.
méme comme un autre (1990) son el Cogito solitario El segundo volumen de su Filosofía de la voluntad
cartesiano, contra una filosofía de la acción que im- aparece bajo el título de Finitud y culpabilidad (1960).
plica una comunidad de participantes coimplicados. La Se trata de un libro dividido en dos partes (El hombre
acción es siempre una acción con otros y, por tanto, lábil y La simbólica del mal). Es la contrapartida del
también el problema del otro está implicado en la primer volumen la medida en que pretende despren-
narración. Mientras que para Descartes el punto de derse de la abstracción pura, del paréntesis eidético,
partida es el sujeto como yo y como yo pensante, en la introduciendo lo que está dentro de él. Estamos ahora
narración se supera la primera persona y tomamos en una empírica de la voluntad y no en una eidética
como sujeto todas las personas gramaticales, aunque o en una descripción esencial, que nos lleva sobre dos
empleemos la tercera de modo privilegiado. Esta es la ideas directrices: por una parte, sobre el carácter opa-
razón de que en este libro use la palabra soi para de- co y obscuro de la falta; y, por otra, sobre una mítica
signar la capacidad reflexiva de todas las personas. concreta pues no es posible explicar el paso de la ino-
cencia a la falta mediante ninguna descripción abs-
tracta. Su proyecto, en este momento, es el de ligar
una empírica de la voluntad a una mítica concreta. Al
introducir el problema del mal en la estructura de la
voluntad fue necesaria una renovación del método
descriptivo. Para captar los rasgos específicos de una
voluntad mala era preciso recurrir a la mediación de los
símbolos y los mitos. Esto demanda la aparición de una
hermenéutica filosófica que trabaje en el descifra-
miento de este lenguaje simbólico y metafórico.

La Hermenéutica

La etapa siguiente confirma el giro hermenéutico de


su pensamiento. En ella nos ofrece sus reflexiones en
torno a la obra de Freud y sus repercusiones para la fi-
losofía y la Hermenéutica, a través de su libro De la in-
terpretación: ensayo sobre Freud (1965). Se atisba ya la
polaridad que daría lugar a lo que Ricoeur denominó
el conflicto de las interpretaciones. La interpretación
practicada en La simbólica del mal era una interpreta-
ción amplificadora, es decir, una interpretación atenta
al exceso de sentido que albergaba implícitamente el
simbolismo del mal y que sólo la reflexión elevaba a
una plenitud significante. Sin embargo, esta interpre-
P. Ricoeur y A. Ortiz-Osés tación se oponía a una interpretación reductora, que
en el caso de la culpa Ricoeur creía ver perfectamente
ilustrada en el psicoanálisis freudiano. Se anunciaba,
Etapas de su pensamiento como decíamos, una nueva polaridad que sería el lla-
mado conflicto de /as interpretaciones, aunque dentro
En cuanto a las etapas de su pensamiento aprecia- de los límites de una simbología determinada. Se tra-
mos cómo, tras una inicial preocupación por la obra de ta de un conflicto entre dos hermenéuticas: una «ampli-
Karl Jaspers, fruto de la que nacen sus dos primeros li- ficadora» y otra que llama de la «sospecha» (soupi;;on),
bros, uno en colaboración con Mikel Dufrenne (Karl en la que figura además de Freud, Feuerbach, Marx y
Jaspers y la filosofía de la existencia) de 1947, y otro Nietzsche. De esta forma, en la fase que comienza tras
de su autoría titulado Gabriel Marce/ y Karl Jaspers la publicación de su obra sobre Freud, la cuestión ya
(1948), Ricoeur emprende su primera gran obra Filoso- no estaba limitada a un conjunto simbólico particular,
fía de la voluntad. La primera parte de este magno sino abierta a la estructura simbólica en tanto que es-
trabajo, aparecido en dos volúmenes, es Lo voluntario tructura de lenguaje específica.
y lo involuntario (1950). En ella se intenta describir y La Hermenéutica, tal como es entendida por Ri-
comprender las estructuras fundamentales de la vo- coeur, es heredera de la tradición reflexiva en su con-
luntad. Para ello recurre a una teoría eidética de lo junto y de su variante fenomenológica en particular.
voluntario y lo involuntario pero sin olvidar, como ha- Así pues, a la aportación de Schleiermacher, Dilthey,
bía hecho Husserl, hacer gravitar la realidad empírica Heidegger y Gadamer, hay que añadir la huella dejada
del hombre alrededor del hecho fundamental de la por la filosofía reflexiva de Nabert, Fichte, Kant y Des-
voluntad y sus disfraces. La presencia del tema de la cul- cartes. La Hermenéutica añade a la fenomenología la
pa da lugar a un cambio metodológico profundo por necesidad de un gran rodeo (détour) a través de los
503 Romanticismo

signos, símbolos y normas de nuestra cultura; la fini- producción de una nueva pertinencia semántica me-
tud de la comprensión y el conflicto de las interpreta- diante una atribución impertinente. En la narración,
ciones que resulta de esa finitud; el carácter abierto de por su parte, la innovación semántica consiste en la
las mediaciones. creación de una trama (intrigue). En virtud de ella, fi-
El concepto de interpretación ya no puede ser en- nes y causas se reúnen en la unidad temporal de una
tendido como un mero aspecto técnico, perteneciente acción total y completa. Los tres volúmenes de Tiempo
a una ciencia exegética que busca descubrir significa- y narración se ocupan, respectivamente, de la configu-
ciones. La interpretación, objeto primordial de la Her- ración del tiempo en el relato histórico, en el relato de
menéutica, es una búsqueda constante de sentido, y ficción y de un «tercer tiempo», entre el cosmológico y
por medio de esta vía supone un encuentro con el ser, el fenomenológico, que se genera con la configura-
o mejor dicho, con la necesidad de desvelar el sentido ción de la trama.
del ser. El concepto de interpretación ya no pertenece Su última gran aportación (que no su último libro)
a una dimensión estrictamente metodológica sino que es Soi-meme comme un autre. En el titulo está expre-
,e ñ(Pr(il" una lined ontológica. Pero no es tiempo de sado el punto dP convPrgenci.i entre id, tre, intencio-
ontología, ,ustancialistas. y la que Rícoeur nm propo- nes filnsófic ·" funddmentdles que podemos rastrear a
ne. a través de su proyecto hermenéutico, t;impmo lo lo l,iryo de la obra. La primera intención prima la mf'-
es. Ser viene a coincidir, SPCJLlll la mwv,1 dleptiór1, ton diación reflexiva sobre la po,irión inm...cJiata del ,u¡e
u\Pr inh_1 rprPtddou to, tal corno \r rxprt'"lñ en Id primera persona del sin-
En El wnflicto de las interpretaciones (1969), subti- quien «yo p1enson. Dicha intención encuentra en la
tul.ido Ensayos de hermenéutica, continúa su modo dr qrnrn,1'1<¡¡ de las lenguas naturales un importante
proteder tragmentario. En él están pre,ent<'s ,..¡"''"" ,,poyo ,11poder distinguir el «si-mismo» (soi) del «yo»
turalismo, el psicoanálisis, la fenomenolog1<1, "t'"mprr (1e) La ,eyundu intención filosófica está inscrita en el
en diálogo con la Hermeni-utiu1. Rir<w1n h<1bl,,r.i de titulo a través del término «méme» y pretPndP diso
una «víñ <ortñ» 11uee, la de una ontología de la com- ciar las dos siqnifirarionps fund.1111ent..ill•,de IJ identi-
prensión, a la manera de Heidegger. Esta denomina ddd: ,eyún ,e entienda por idéntico lo equivalente
ción responde al hecho de que, evitando los debates del idem o df'I ipse latino. Esta equivocidad del térmi-
sobre el método, se vuelca en una ontología del ser fi- no «idéntico» estará inmersa en la reflexión sobre la
nito para encontrar allí el comprender, no como modo identidad personal y la identidad narrativa, en rela-
de conocimiento sino corno modo de ser. La «vía lar- ción con la temporalidad como carácter dominante
ga», que es la que nuestro autor se propone recorrer. del si-mismo. La tercera intención filosófica se en-
también tiene la ambición de llevar la reflexión al pla- cadena con la precedente al plantear una dialéctica
no ontológico, pero de una forma gradual, siguiendo entre el «si-mismo» (soi) y el «otro» (autre que soi).
los reclamos de la semántica y de la reflexión. Soi-meme comme un autre sugiere de entrada que la
La metáfora viva (1975) y Tiempo y narración (1983-85) ipseidad del sí-mismo implica la alteridad en un grado
son, tal como manifiesta Ricoeur, dos obras gemelas. tan íntimo que uno no se deja pensar sin el otro. Y,
Aunque la metáfora se incluye tradicionalmente en la por último, en el «como» (comme) Ricoeur establece
teoría de los «tropos» (o figuras del discurso) y la narra- una significación fuerte, no solamente en el sentido
ción en la teoría de los «géneros» literarios, los efectos de una comparación (uno-mismo parecido a un otro)
de sentido producidos por una y por otra incumben al sino más bien de una implicación: uno mismo en tan-
mismo fenómeno central de innovación semántica. En to que otro.
la metáfora, entendida como tensión entre dos senti-
dos en el plano de la frase, la innovación consiste en la Marcelino Agis

Romanticismo
A pesar de las imprecisiones que puedan existir en movimiento romántico como tal, con el que mantuvo
torno a la naturaleza y la amplitud del movimiento ro- unas peculiares relaciones.
mántico -no sin fundamento se ha podido afirmar que La filosofía trascendental kantiana constituye uno
la historia del Romanticismo es la historia de sus erradas de los referentes inmediatos tanto del movimiento ro-
interpretaciones- se puede señalar de forma inequívo- mántico como del giro hermenéutico propiamente di-
ca que dicho movimiento reviste una peculiar relevancia cho. La Crítica de la razón pura constituye un análisis
para la historia de la Hermenéutica. Esto es válido ante paradigmático de la finitud de la razón, que considera
todo por lo que se refiere al Romanticismo alemán, incognoscibles las cosas en si y postula una concentra-
pues fue aquél que con mayor decisión y lucidez abordó ción en el análisis de la estructura del sujeto cognos-
la cuestión de la naturaleza del movimiento romántico. cente a la búsqueda de las condiciones bajo las que es
Indiscutiblemente es Alemania quien detenta un claro posible el conocimiento objetivo del mundo fenomé-
liderazgo teórico en el seno del movimiento paneuro- nico. En el análisis del conocimiento se opera así un
peo que fue el Romanticismo. Fr. Schleiermacher es la desplazamiento desde las cosas en cuanto tales, hacia
figura señera del giro hermenéutico que entonces se el sujeto del conocimiento y sus estructuras a priori. El
produce, pero resulta ineludible referirse asimismo al entendimiento humano en cuanto intellectus ectypus

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