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Diccionario interdisciplinar de
Hermenéutica
HG. Gadamer E. Dussel
P. Ricoeur L.A. Schokel
G. Durand M. Frank
G. Vattimo E. Neumann
J.L. Aranguren M. Maffesoli
R. Panikkar E. Coreth
J. Rof Carballo L. Cencillo
E. Trías J.L. Abellán
J. Oteiza J. Gómez-Tabanera
C. Moya M. Beuchot
X. Rubert de Ventós C. García Gual y otros
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2006
Universidad de Deusto
Bilbao
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1 Eliade, M., From primitives to Zen. A thematic Sourcebook on 3 Frank, M., Der kommende Gott. Suhrkamp, Frankfurt am Main
the Hístory of Religions. Harper & Row, New York 1987. 1982.
2 Husserl, E., Die Krisis der europdischen Wissenschahen und die 11 Ortiz-Osés, A., Las claves simbólicas de nuestra cultura, Anthro-
trata de una provocación, de una invitación a pensar enfermedad o la muerte implacable, todas las formas
la radicalidad ontológica de la herida y, simultánea- del mal, la injusticia ...
mente, la necesaria inestabilidad de la sutura. El desgarro es fundamenta/ y constitutivo, es onto-
lógico. Tematizado como abismo y caída (así en Gen 3;
así en el mito del ángel arrojado a los infiernos) impli-
a) La realidad de la fisura
ca la vigencia del mal e instituye una relación agónica
«En el principio era la plenitud, la totalidad» 5• Esa y polémica entre el hombre, la naturaleza y los dioses.
totalidad indolente y callada que atesora toda forma De esa relación, que no se deja seducir por las prome-
de devenir, toda potencialidad, reposa en sí misma y se sas del diálogo y del consenso, da cuenta el mito de
percibe como oscuridad y silencio. E. Neumann la deno- Prometeo y, de forma particularmente plástica, la
mina Uroboros, y la presenta como el punto cero del maldición de Dios a Adán (Gen 3) que le enfrenta tam-
tiempo mítico, previo a todo conocimiento y a toda bién a la naturaleza, o la lucha de Jacob, que le en-
acción. En ese no-lugar --dice- «el mundo y la psique frenta -en Gen 32, 22ss- al propio Dios.
son todavía uno» 6 • No hay todavía distinción ni crite- La historia del hombre está, en todas sus formas y
rio, no hay todavía conciencia ni objeto (ni, evidente- estadios de evolución, ligada al destino cuyo prólo-
mente, cada uno de los atributos que presuponen ta- go es la mencionada batalla: de aquí surge la necesi-
les categorías). Se trata del todo potencial y -a la dad del culto para atenuar la ira de los dioses o solici-
vez- de la nada actual (tal vez la única forma conce- tar su favor, de aquí surge la necesidad de armarse
bible de la nada, que se insinúa como plenitud no ac- técnicamente para agredir a la naturaleza o defender-
tualizada y no como vacío). se de ella, de aquí tanto la ética como el derecho para
La primera acción que se ejerce sobre y desde esa regular la convivencia.
totalidad urobórica es acción de ruptura': la separa- ¿Hay sentencia más adecuada que aquella de Herá-
ción originaria (Ur-trennung) de la que surgen el Dios, clito, reiterada por Nietzsche, al respecto de que la
la Naturaleza y el Hombre. No hay, evidentemente, guerra (pólemos) es el padre de todas las cosas?
una única versión de esta ruptura. Hay, y eso es lo de-
cisivo, una experiencia múltiple y unánime de la que
b) La sutura simbólica
dan cuenta todas las mitologías, todos los relatos cos-
mogónicos, todos los textos que nos hacen llegar el La radicalidad ontológica de la herida impele a la
eco de la primitiva palabra humana. búsqueda de formas de sutura que, si nunca recompo-
A través de diferentes imágenes se transmite esa nen la unidad rota, impliquen los fragmentos en dis-
ruptura, ese desgarro originario: imágenes que aluden persión. Que tal sutura no se satisface con la propues-
a la irrupción de la luz en las tinieblas, a la separación ta de un consenso racional es evidente, puesto que el
del cielo y la tierra, a la separación del continente y las desgarro al que aludimos es pre-racional: se impone al
aguas. Sabemos por Hesíodo y por el Génesis, por la hombre ab ínítío, hasta el punto de que el hombre
mitología egipcia, por los mitologemas que sobreviven mismo es parte desgajada de la unidad originaría.
en Empédocles o Platón, por las cosmogonías persas o Para la calidad del vínculo que se trata de estable-
amerindias, que a ese primer desgarro le suceden cer, la razón es insuficiente. Porque la razón sólo con-
otros, que la creación se consuma a través de sucesivas cede el título de sujeto -y eso en el mejor de los ca-
rupturas, de sucesivas separaciones que generan indi- sos- al hombre, sea individual sea socialmente
viduos, géneros, especies. considerado. La naturaleza y los dioses aparecen obje-
Pero es el desgarro primigenio (la fisura real) el que tivados, se mantienen a distancia, se pretende atrapar-
provoca la doble reacción de la añoranza y el anhelo: la los en el concepto o re-presentarlos a través del signo.
vuelta a los orígenes (en to pan) y la tierra prometida. Otro es. sin embargo, el talante de la sutura simbóli-
Símbolos que no sólo tienen valor y efecto para el hom- ca: en el símbolo hay acción, implicación material. Pro-
bre primitivo, sino para el hombre en general, en cual- cede -la palabra símbolo- del verbo irregular griego
quier etapa de su desarrollo (so/ange es Menschheit bailo, que significa lanzar. Se trata de un lanzar que,
gibt). Como dice Neumann: «Todos los símbolos con cualificado por el prefijo, inicia una búsqueda, preten-
los que la humanidad pretende apalabrar el principio, de establecer un vínculo (symbal/o: unir, vincular, enla-
gozan ahora de tanta vida como en el tiempo origi- zar). De ahí que el símbolo sea siempre una pieza de
nario. Tienen su lugar, no sólo en el arte y la religión, unión. No es representativo (como el signo) sino impli-
sino también en el acontecer vivo del alma individual, cativo; no alude a un «estar por» sino a un «estar con».
en el sueño y en la fantasía»ª. No sólo la etimología sino el uso de la palabra sím-
El arquetipo de la ruptura está a la base del imagi- bolo en los textos de Plutarco, Eurípides o Diodoro,
nario colectivo (de la humanidad) y su dotación sim- confirma el carácter vinculante arriba mencionado.
bólica -fecunda y continuamente actualizada- se Habría que recordar la importancia sacral de la hos-
convierte en perpetua búsqueda de sentido. Se apre- pitalidad en la Grecia clásica para comprender en su
cia la ruptura en todo lo que, a nivel religioso, consti- justa medida la densidad del símbolo (symbol/on). La
tuye su herencia: el rostro múltiple de la sinrazón, la hospitalidad genera una suerte de parentesco entre el
5 Neumann, E., Ursprungsgeschichte des Bewusstseins. Fischer 7 Quizá la acción que Goethe en su Faust ubicaba «en el princi-
Verlag, Frankfurt am Main, 1989, p. 18. pio»: «/m Anfang war die Tat».
6 fbidem. s Neumann, E., op. cit., p. 22.
513 Sentido
9 Jung, C.G., El hombre y sus símbolos. Caralt, Barcelona 1977, 12 Lévi-Strauss, C., El pensamiento salvaje. F.C.E., Méjico 1964,
p. 28. pp. 60 ss.; Le totémisme aujourd'hui P.U.F., Paris 1985 (6), pp. 29 ss.
10 Neumann, E., op. cit., p. 22.
11 Frazer, J.G., The Golden Bough. Macmillan, London, 1987,
pp. 11 SS .
....
Sentimiento 514
en Empédocles devorado por el Etna, síntesis agresiva El sentido sólo puede construirse como imagen des-
de naturaleza y dios. bordando los límites de una razón que ha olvidado su
traumático nacimiento y que progresivamente se ha
vaciado de contenido simbólico.
c) El sentido
Lo dicho no debe entenderse como reactivación de
La filosofía moderna ---5i no la historia de la filosofía un combate improductivo contra la razón. Puede afir-
en su conjunto- ha sido generosamente reiterativa en marse, pervirtiendo una frase ya célebre, que el símbo-
la producción de análisis y definiciones. Puede afirmar- lo sin racionalidad es tiránico pero la racionalidad sin
se que, de forma simétrica, ha sido prodigiosamente símbolo es estéril.
inepta en el ámbito de la creación y del imaginario, El ensayo de una hermenéutica simbólica, siempre
cuya contextura es fundamentalmente simbólica (la ex- inconclusa y abierta, es lo que nos concierne. Y es lo
clamación, entre irónica y resignada, de Nietzsche que nos acerca -puesto que en el breve suspiro que
«¡Veinte siglos y ningún dios nuevo!» da cuenta de tal es la historia todos somos contemporáneos- a Empé-
inepcia). Nunca el pensamiento se había visto tan coac- docles y a Heráclito, a Hólderlin y a Nietzsche; a todos
cionado como en estos últimos tiempos, desde que la los que por y para nosotros han asumido que pensar
clausura judicial del Tractatus de Wittgenstein -se implica riesgo: el riesgo de perder en la apuesta la pre-
debe callar- ha sido objeto de veneración sin réplica. sunta autonomía de la propia existencia.
Contra ese imperativo se rebela el símbolo, puesto
que opera en aquel lugar en el que se da una radical
inadecuación entre significado y significante, en aquel Bibliografía
lugar frente al cual dimite el signo. Porque de lo que se
trata es de arraigar la voz en el desgarro ontológico, LANCEROS, P.,La herida trágica. El pensamiento román-
de dar la palabra al silencio o al grito, de transitar la tico tras Holder/in y Nietzsche. Ed. Athropos, Barce-
herida en busca de una eventual sutura. En ese lugar lona.
comparece el símbolo como «imagen de sentido»
(Sinnbild): sutura de la herida. Patxi Lanceros
Sentimiento
Los órganos de los sentidos en general, o sea, la sen- pensamiento piensa auditivamente» (García Bacca). E
sitividad, nos dan la objetividad presencial de los obje- inversamente, cada vez que veo, oigo, toco, gusto,
tos y abren las puertas a su realidad definitiva, brutal, también amo, sueño y apetezco; es decir, mis sentidos
inmediata. Es cierto que puedo ver algo sin que sea materiales son, a la vez, espirituales, humanos porque
verdadero (verme a mí mismo como otro, sufrir una son inteligentes, volitivos.
alucinación), pero de lo que no cabe duda es que es- Antes de la división entre e/ sentido y lo sentido,
toy viendo, que saboreo al gustar y palpo al tocar. que corresponde a la exterioridad e interioridad de los
Sentimos los sentidos porque «no solamente notamos órganos sensibles en su ejercicio dinámico, pre-existe
que vemos, sino notamos que vemos con ojos» (García una vivencia o familiaridad con el Mundo como mate-
Bacca). La diferencia entre /o sentido y e/ sentido, que ria que sentimos. Este sentimiento primordial que nos
establece, implica una unidad porque el dominio obje- dan los sentidos en su actividad objetiva, revela una
tivo del sentido-ver una cosa y saber lo que es- no tónica general unívoca, que se difunde como una at-
se puede separar de lo que se siente por ella. Esta es la mósfera ante nuestros sentidos asombrados: es el sen-
experiencia básica de lo que llama García Bacca /a fa- tir cósmico o espíritu único de los sentidos. En este
miliaridad; es decir, por lo que sentimos con los senti- caso primario, los sentidos no se pueden separar del
dos, se nos hace habitable el Mundo y lo convertimos sentido, estado indiviso entre lo que es y lo que se
en morada. Entre lo sentido y el sentir media la dife- siente. Ahora bien, cuando sentimos a través de la di-
rencia que existe entre lo subjetivo de un objeto y lo versidad de sentires, es una totalidad espiritual domi-
objetivo de un sujeto. Todo lo que veo, oigo y toco nante. El tono es la sentimentalidad audible, la forma
con los sentidos es, a su vez, sentido por mí. Los senti- intima de percibir que tenemos pues, ante lo que ve-
dos nos proporcionan la posibilidad de los sentimien- mos, no somos sólo espectadores, ponemos nuestro
tos, porque estamos viviendo siempre en tonos senti- acento íntimo y, así, al presenciar, nos presentamos.
mentales. La experiencia de los sentidos nos revela el Los sentidos no son únicamente objetivadores y objeti-
desdoblamiento que vivimos; o sea, que lo sentido es, vos, son también sentimentales porque la percepción
a la vez el sentido del objeto. de la realidad objetiva es un sentido sentimental del
Cuanto sentimos, imaginamos o pensamos es in- Mundo.
separable de la visión, del tacto, del oído. Necesito El sentido con-sentido es una participación conjunta
ver para pensar, oír para representarme las cosas, to- de todos los sentidos, pues lo que siento me acompa-
car para valorarlas y poder sentir como verdaderamen- ña en todos mis contactos mundanales; es consentir,
te son. «Mis ojos son pensantes y mi pensamiento es que significa, además de sufrir, tolerar y permitir que
vidente, porque mis oídos son oídos pensantes y el los otros participen en mis actos y voliciones. Para sen-