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Dirigido por Andrés Ortiz-Osés y Patxi Lanceros

Diccionario interdisciplinar de

Hermenéutica
HG. Gadamer E. Dussel
P. Ricoeur L.A. Schokel
G. Durand M. Frank
G. Vattimo E. Neumann
J.L. Aranguren M. Maffesoli
R. Panikkar E. Coreth
J. Rof Carballo L. Cencillo
E. Trías J.L. Abellán
J. Oteiza J. Gómez-Tabanera
C. Moya M. Beuchot
X. Rubert de Ventós C. García Gual y otros

Quinta edición revisada y ampliada

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2006
Universidad de Deusto
Bilbao

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N1m111r1.-J prirlP de e,tJ publicJción, incluido 01 d1s0ño rlP lri rnb1Prt.-J, puPdP
ser reproducida, ;,lmrirPn.-Jd.-Jo tr.-J11c,111itid.-J
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Sentido
ausculta los l1m1te, d<' I;, rd/Cltl, estudia las variables
formas de adecuación entre ,,1h<•<ho y Id pdlabra, en-
L:i ,.,ligión moderna es fundament11lm .. ntr ,n,t,tu tre el sujeto y el objeto, entrí' <'I p<>n,drriicnto y el
tión y dottrina: conjunto de norma, y, orpu, de verda mundo.
de~ que se asisten mutuamentr b,ijo el título de dog- En ese desplazamiento radi<.Hl l.i fuerza y la debilidad
rna. No es tal la experien<ia rf'ligimn or,ginoria que se del pensar moderno: ,u fuerz.1 ,,, de índole veritativo-
transluce en la multitud de n/Hrñ< innrs mitológicas. en funcional y se percibP ,m Id notable capacidad de la
la infinidad de expresiones 11rt1Sti,,,,. líté,rqicd, o voti- ciencia y la técnica contPmpor.'.lnPds para proponer pro-
v.:i, que constituyen el primer donm,rnto' .. n el que se blemas y soluciones, para provo,.ir dltcrdtiones y ensa-
muestran las problemátirns rela,iones del hombre con- yar correaivos. El diálogo 4ue, desde Galileo, ha estable-
sigo mismo, ron rl mundo y con el misterío. Estos tres cido la u<'ntia moderna consigo misma, el desafio que la
f'lementos. que el proceso occidental de civilización hd técnica plantea a la técnica, la espiral (o el circulo) que
separado progresivamente, constituyen, en los prime- dibujan ese diálogo y ese desafio se han convertido en el
ros estratos de la humanidad, los tres rostros solidarios centro de atención del pensamiento. Centro en contacto
de una misma figura: el Dios, el Hombre, la Naturaleza, con el cual el pensamiento se ejercita y se anula.
trinidad primigenia (preludio de toda trinidad ulterior), La debilidad del pensar en la modernidad radica en
evocación permanente de la totalidad escindida, de la el olvido de lo que podemos denominar su «tarea» o
herida trágica, del sentido fragmentado y roto. «talante» inicial: la construcción y reconstrucción del
De ahí que la primera referencia del pensamiento y sentido. Tal vez Husserl se refiriera a ese olvido cuan-
del lenguaje sea el sentido: entendido éste como cons- do habló de la pérdida de la dimensión teórica (= con-
trucción eventual e inestable, como vínculo vulnerable templativa) en la historia del pensamiento occidenta12;
entre aquellos tres elementos que, simultáneamente, sin duda se refiere a él M. Frank cuando alude al «dé-
añoran y rechazan su unidad originaria. La misma in- ficit mítico» de la cultura contemporánea 3 • Tematizar
tención subyace al relato (mythos), a la palabra (lagos) con amplitud, diversidad y rigor esa tarea inicial, estu-
y al símbolo (symbolon): tender un lazo o puente, es- diar el múltiple ejercicio que de ella han hecho las reli-
tablecer una malla de relaciones (systema) que evo- giones, las artes, las filosofías, ha sido la dedicación
que, siquiera de forma frágil y nebulosa, aquella tota- fundamental de la hermenéutica.
lidad primigenia.
El sesgo del pensamiento moderno (que se apunta
ya en la filosofía de Descartes y se consolida, a través 11
del empirismo, en la de Kant) es bien distinto: El dis-
curso no apunta ya hacia el sentido sino hacia la ver- De forma densa y escueta (así conviene al aforismo)
dad. La aventura moderna es fundamentalmente epis- define A. Ortiz-Osés el sentido como «sutura simbóli-
temológica; enuncia las condiciones de la certeza, ca de una fisura real» 4 • Más que de una definición se

1 Eliade, M., From primitives to Zen. A thematic Sourcebook on 3 Frank, M., Der kommende Gott. Suhrkamp, Frankfurt am Main

the Hístory of Religions. Harper & Row, New York 1987. 1982.
2 Husserl, E., Die Krisis der europdischen Wissenschahen und die 11 Ortiz-Osés, A., Las claves simbólicas de nuestra cultura, Anthro-

traszendentale Phdnomenologie. M. Nijhoff, La Haya 1954. pos, Barcelona 1993.


Sentido 512

trata de una provocación, de una invitación a pensar enfermedad o la muerte implacable, todas las formas
la radicalidad ontológica de la herida y, simultánea- del mal, la injusticia ...
mente, la necesaria inestabilidad de la sutura. El desgarro es fundamenta/ y constitutivo, es onto-
lógico. Tematizado como abismo y caída (así en Gen 3;
así en el mito del ángel arrojado a los infiernos) impli-
a) La realidad de la fisura
ca la vigencia del mal e instituye una relación agónica
«En el principio era la plenitud, la totalidad» 5• Esa y polémica entre el hombre, la naturaleza y los dioses.
totalidad indolente y callada que atesora toda forma De esa relación, que no se deja seducir por las prome-
de devenir, toda potencialidad, reposa en sí misma y se sas del diálogo y del consenso, da cuenta el mito de
percibe como oscuridad y silencio. E. Neumann la deno- Prometeo y, de forma particularmente plástica, la
mina Uroboros, y la presenta como el punto cero del maldición de Dios a Adán (Gen 3) que le enfrenta tam-
tiempo mítico, previo a todo conocimiento y a toda bién a la naturaleza, o la lucha de Jacob, que le en-
acción. En ese no-lugar --dice- «el mundo y la psique frenta -en Gen 32, 22ss- al propio Dios.
son todavía uno» 6 • No hay todavía distinción ni crite- La historia del hombre está, en todas sus formas y
rio, no hay todavía conciencia ni objeto (ni, evidente- estadios de evolución, ligada al destino cuyo prólo-
mente, cada uno de los atributos que presuponen ta- go es la mencionada batalla: de aquí surge la necesi-
les categorías). Se trata del todo potencial y -a la dad del culto para atenuar la ira de los dioses o solici-
vez- de la nada actual (tal vez la única forma conce- tar su favor, de aquí surge la necesidad de armarse
bible de la nada, que se insinúa como plenitud no ac- técnicamente para agredir a la naturaleza o defender-
tualizada y no como vacío). se de ella, de aquí tanto la ética como el derecho para
La primera acción que se ejerce sobre y desde esa regular la convivencia.
totalidad urobórica es acción de ruptura': la separa- ¿Hay sentencia más adecuada que aquella de Herá-
ción originaria (Ur-trennung) de la que surgen el Dios, clito, reiterada por Nietzsche, al respecto de que la
la Naturaleza y el Hombre. No hay, evidentemente, guerra (pólemos) es el padre de todas las cosas?
una única versión de esta ruptura. Hay, y eso es lo de-
cisivo, una experiencia múltiple y unánime de la que
b) La sutura simbólica
dan cuenta todas las mitologías, todos los relatos cos-
mogónicos, todos los textos que nos hacen llegar el La radicalidad ontológica de la herida impele a la
eco de la primitiva palabra humana. búsqueda de formas de sutura que, si nunca recompo-
A través de diferentes imágenes se transmite esa nen la unidad rota, impliquen los fragmentos en dis-
ruptura, ese desgarro originario: imágenes que aluden persión. Que tal sutura no se satisface con la propues-
a la irrupción de la luz en las tinieblas, a la separación ta de un consenso racional es evidente, puesto que el
del cielo y la tierra, a la separación del continente y las desgarro al que aludimos es pre-racional: se impone al
aguas. Sabemos por Hesíodo y por el Génesis, por la hombre ab ínítío, hasta el punto de que el hombre
mitología egipcia, por los mitologemas que sobreviven mismo es parte desgajada de la unidad originaría.
en Empédocles o Platón, por las cosmogonías persas o Para la calidad del vínculo que se trata de estable-
amerindias, que a ese primer desgarro le suceden cer, la razón es insuficiente. Porque la razón sólo con-
otros, que la creación se consuma a través de sucesivas cede el título de sujeto -y eso en el mejor de los ca-
rupturas, de sucesivas separaciones que generan indi- sos- al hombre, sea individual sea socialmente
viduos, géneros, especies. considerado. La naturaleza y los dioses aparecen obje-
Pero es el desgarro primigenio (la fisura real) el que tivados, se mantienen a distancia, se pretende atrapar-
provoca la doble reacción de la añoranza y el anhelo: la los en el concepto o re-presentarlos a través del signo.
vuelta a los orígenes (en to pan) y la tierra prometida. Otro es. sin embargo, el talante de la sutura simbóli-
Símbolos que no sólo tienen valor y efecto para el hom- ca: en el símbolo hay acción, implicación material. Pro-
bre primitivo, sino para el hombre en general, en cual- cede -la palabra símbolo- del verbo irregular griego
quier etapa de su desarrollo (so/ange es Menschheit bailo, que significa lanzar. Se trata de un lanzar que,
gibt). Como dice Neumann: «Todos los símbolos con cualificado por el prefijo, inicia una búsqueda, preten-
los que la humanidad pretende apalabrar el principio, de establecer un vínculo (symbal/o: unir, vincular, enla-
gozan ahora de tanta vida como en el tiempo origi- zar). De ahí que el símbolo sea siempre una pieza de
nario. Tienen su lugar, no sólo en el arte y la religión, unión. No es representativo (como el signo) sino impli-
sino también en el acontecer vivo del alma individual, cativo; no alude a un «estar por» sino a un «estar con».
en el sueño y en la fantasía»ª. No sólo la etimología sino el uso de la palabra sím-
El arquetipo de la ruptura está a la base del imagi- bolo en los textos de Plutarco, Eurípides o Diodoro,
nario colectivo (de la humanidad) y su dotación sim- confirma el carácter vinculante arriba mencionado.
bólica -fecunda y continuamente actualizada- se Habría que recordar la importancia sacral de la hos-
convierte en perpetua búsqueda de sentido. Se apre- pitalidad en la Grecia clásica para comprender en su
cia la ruptura en todo lo que, a nivel religioso, consti- justa medida la densidad del símbolo (symbol/on). La
tuye su herencia: el rostro múltiple de la sinrazón, la hospitalidad genera una suerte de parentesco entre el

5 Neumann, E., Ursprungsgeschichte des Bewusstseins. Fischer 7 Quizá la acción que Goethe en su Faust ubicaba «en el princi-

Verlag, Frankfurt am Main, 1989, p. 18. pio»: «/m Anfang war die Tat».
6 fbidem. s Neumann, E., op. cit., p. 22.
513 Sentido

anfitrión y el huésped, parentesco que se transmite a


su descendencia. El símbolo es la pieza que garantiza la
unidad pretérita, que mantiene el recuerdo en la dis-
tancia, y que asegura el reconocimiento en el futuro.
La misma factura del símbolo (en la antigua Grecia)
manifiesta la mencionada dialéctica de totalidad y
ruptura, de unidad y separación. Hemos insistido en
que el símbolo no es una marca o signo que represen-
ta o indica. El símbolo primario y por antonomasia es
el astragalos, la vértebra de un animal partida en dos
mitades que ajustan perfectamente y con ello recono-
cen su mutua apertenencia, al completar la unidad ori-
ginaria.
Cuando se produce la separación (tras un período de
hospitalidad otorgada y recibida) cada uno de los im
plícados retiene una parte de IJ vértebr .i, que poste-
riormente fue un anillo o un dado, la conserva y la
transmite como herencia, como sello y muestra del
vínculo establecido para siempre entre las dos familias.
A esto alude Jasón en la obra de Eurípides (Medea 613)
cuando dice « ...dispuesto estoy a enviar símbolos»: no
se trata de marcas de su poder, de signos de su fuerza. Hermes, Herak/és y A te nea
Se trata de estas piezas que aseguran reconocimiento,
acogida y favor.
La sutura simbólica es, por lo tanto, más profunda Puede enunciarse, a partir de lo dicho, la vigencia de
que el mero acuerdo, el pacto o el consenso. Más pro- un radica/ simbólico que admite infinidad de expresio-
funda que la tolerancia o el respeto. Supone y exige nes, multitud de manifestaciones concretas -ligadas
implicación afectiva y efectiva. De ahí que se pueda sin duda a la especificidad de cada grupo humano y su
afirmar que, en un sentido radical, toda sutura es sim- cultura. Ese radical simbólico no pretende explicar la
bólica y todo símbolo ha de ser comprendido como coyuntura o dar respuesta a los problemas que se ge-
vínculo o sutura. neran en los distintos ámbitos de la acción o el conoci-
La facultad del hombre de «producir símbolos» a miento humanos, sino reparar --<Je forma discreta- la
la que se refiere C.G. Jung 9 enlaza con la persistencia totalidad quebrada de la que el hombre es fragmento.
-postulada por Neumann- en el inconsciente tanto El énfasis en la discreción merece una pequeña
individual como colectivo de residuos de la Urtrennung, nota: el símbolo asume la distancia, asume la fisura;
de la ruptura originaria'º: a través de la actualización de proclama que el fundamento es herida o desgarro,
tales residuos (símbolos) se produce el re-conocimien- que la historia es colisión y conflicto. Pero el símbolo
to de dioses, naturaleza y hombre, el saberse mutua- sabe también que tanto la fuerza del arco como el
mente concernidos por el destino de la totalidad des- canto de la I ira se deben a la tensión de sus cuerdas.
garrada. Dar voz e imagen a esa tensión es el cometido del sím-
A esa complicidad, que subyace a toda comunicación bolo: evitar, por consiguiente, la dispersión y el colap-
radical, es, sin duda, a lo que se refería -con expresión so, los dos extremos en los que la tensión se deshace y
harto imprecisa- Lévy-Bruhl cuando hablaba de «parti- el sentido se desvanece.
cipación mística». Es el mismo fundamento que requie- Cabe sugerir con un breve trazo la honda compren-
re la «magia simpatética», que Frazer sitúa como subs- sión simbólica del romanticismo: como el personaje en-
trato de la experiencia religiosa". De forma todavía lutado del cuadro emblemático de C.D. Friedrich, el sím-
más nítida, el totemismo, magníficamente analizado bolo mira directamente hacia el abismo, hacia el
por C. Lévi-Strauss12, se basa en la unidad originaria de enigma frente al cual no se puede decidir si es plenitud
los dioses, el hombre y la naturaleza: el mismo signifi- o vacío.
cado de la palabra tótem(= es de mi familia) manifiesta La poesía de Hólderlin -el poeta simbólico más cla-
de manera clara el carácter simbólico del totemismo en rividente que ha dado la historia- recorre completa-
el sentido anteriormente expuesto. Cabe señalar final- mente el camino de la dispersión al colapso: la tensión
mente la contextura simbólica (= radicalmente vinculan- se mantiene como tal en poemas como Patmos o El
te) de los ritos eucarísticos -como los de los misterios único; afronta la dispersión en el final de la novela Hi-
de Dioniso o la eucaristía cristiana-, cuya estructura y perión, donde al hombre abatido no le asisten ni la hu-
contenido suponen la perpetua actualización de la dia- millada naturaleza ni los dioses huidos, de los cuales no
léctica totalidad-fragmento (herida-sutura). cabe esperar ayuda ni sanción; el colapso se manifiesta

9 Jung, C.G., El hombre y sus símbolos. Caralt, Barcelona 1977, 12 Lévi-Strauss, C., El pensamiento salvaje. F.C.E., Méjico 1964,
p. 28. pp. 60 ss.; Le totémisme aujourd'hui P.U.F., Paris 1985 (6), pp. 29 ss.
10 Neumann, E., op. cit., p. 22.
11 Frazer, J.G., The Golden Bough. Macmillan, London, 1987,
pp. 11 SS .

....
Sentimiento 514

en Empédocles devorado por el Etna, síntesis agresiva El sentido sólo puede construirse como imagen des-
de naturaleza y dios. bordando los límites de una razón que ha olvidado su
traumático nacimiento y que progresivamente se ha
vaciado de contenido simbólico.
c) El sentido
Lo dicho no debe entenderse como reactivación de
La filosofía moderna ---5i no la historia de la filosofía un combate improductivo contra la razón. Puede afir-
en su conjunto- ha sido generosamente reiterativa en marse, pervirtiendo una frase ya célebre, que el símbo-
la producción de análisis y definiciones. Puede afirmar- lo sin racionalidad es tiránico pero la racionalidad sin
se que, de forma simétrica, ha sido prodigiosamente símbolo es estéril.
inepta en el ámbito de la creación y del imaginario, El ensayo de una hermenéutica simbólica, siempre
cuya contextura es fundamentalmente simbólica (la ex- inconclusa y abierta, es lo que nos concierne. Y es lo
clamación, entre irónica y resignada, de Nietzsche que nos acerca -puesto que en el breve suspiro que
«¡Veinte siglos y ningún dios nuevo!» da cuenta de tal es la historia todos somos contemporáneos- a Empé-
inepcia). Nunca el pensamiento se había visto tan coac- docles y a Heráclito, a Hólderlin y a Nietzsche; a todos
cionado como en estos últimos tiempos, desde que la los que por y para nosotros han asumido que pensar
clausura judicial del Tractatus de Wittgenstein -se implica riesgo: el riesgo de perder en la apuesta la pre-
debe callar- ha sido objeto de veneración sin réplica. sunta autonomía de la propia existencia.
Contra ese imperativo se rebela el símbolo, puesto
que opera en aquel lugar en el que se da una radical
inadecuación entre significado y significante, en aquel Bibliografía
lugar frente al cual dimite el signo. Porque de lo que se
trata es de arraigar la voz en el desgarro ontológico, LANCEROS, P.,La herida trágica. El pensamiento román-
de dar la palabra al silencio o al grito, de transitar la tico tras Holder/in y Nietzsche. Ed. Athropos, Barce-
herida en busca de una eventual sutura. En ese lugar lona.
comparece el símbolo como «imagen de sentido»
(Sinnbild): sutura de la herida. Patxi Lanceros

Sentimiento
Los órganos de los sentidos en general, o sea, la sen- pensamiento piensa auditivamente» (García Bacca). E
sitividad, nos dan la objetividad presencial de los obje- inversamente, cada vez que veo, oigo, toco, gusto,
tos y abren las puertas a su realidad definitiva, brutal, también amo, sueño y apetezco; es decir, mis sentidos
inmediata. Es cierto que puedo ver algo sin que sea materiales son, a la vez, espirituales, humanos porque
verdadero (verme a mí mismo como otro, sufrir una son inteligentes, volitivos.
alucinación), pero de lo que no cabe duda es que es- Antes de la división entre e/ sentido y lo sentido,
toy viendo, que saboreo al gustar y palpo al tocar. que corresponde a la exterioridad e interioridad de los
Sentimos los sentidos porque «no solamente notamos órganos sensibles en su ejercicio dinámico, pre-existe
que vemos, sino notamos que vemos con ojos» (García una vivencia o familiaridad con el Mundo como mate-
Bacca). La diferencia entre /o sentido y e/ sentido, que ria que sentimos. Este sentimiento primordial que nos
establece, implica una unidad porque el dominio obje- dan los sentidos en su actividad objetiva, revela una
tivo del sentido-ver una cosa y saber lo que es- no tónica general unívoca, que se difunde como una at-
se puede separar de lo que se siente por ella. Esta es la mósfera ante nuestros sentidos asombrados: es el sen-
experiencia básica de lo que llama García Bacca /a fa- tir cósmico o espíritu único de los sentidos. En este
miliaridad; es decir, por lo que sentimos con los senti- caso primario, los sentidos no se pueden separar del
dos, se nos hace habitable el Mundo y lo convertimos sentido, estado indiviso entre lo que es y lo que se
en morada. Entre lo sentido y el sentir media la dife- siente. Ahora bien, cuando sentimos a través de la di-
rencia que existe entre lo subjetivo de un objeto y lo versidad de sentires, es una totalidad espiritual domi-
objetivo de un sujeto. Todo lo que veo, oigo y toco nante. El tono es la sentimentalidad audible, la forma
con los sentidos es, a su vez, sentido por mí. Los senti- intima de percibir que tenemos pues, ante lo que ve-
dos nos proporcionan la posibilidad de los sentimien- mos, no somos sólo espectadores, ponemos nuestro
tos, porque estamos viviendo siempre en tonos senti- acento íntimo y, así, al presenciar, nos presentamos.
mentales. La experiencia de los sentidos nos revela el Los sentidos no son únicamente objetivadores y objeti-
desdoblamiento que vivimos; o sea, que lo sentido es, vos, son también sentimentales porque la percepción
a la vez el sentido del objeto. de la realidad objetiva es un sentido sentimental del
Cuanto sentimos, imaginamos o pensamos es in- Mundo.
separable de la visión, del tacto, del oído. Necesito El sentido con-sentido es una participación conjunta
ver para pensar, oír para representarme las cosas, to- de todos los sentidos, pues lo que siento me acompa-
car para valorarlas y poder sentir como verdaderamen- ña en todos mis contactos mundanales; es consentir,
te son. «Mis ojos son pensantes y mi pensamiento es que significa, además de sufrir, tolerar y permitir que
vidente, porque mis oídos son oídos pensantes y el los otros participen en mis actos y voliciones. Para sen-

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