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9. El grifo sigue cerrado.

(24/01/2009, con retoques).


Ha pasado algún tiempo desde que en octubre de 2008 empezaron
los rescates financieros con inyección del dinero público en el
sistema bancario para establecer mayor liquidez al mercado. Sin
embargo, el efecto de alcanzar a las empresas y a los ciudadanos,
todavía no se ha logrado, porque los bancos han tomado esas
ayudas para sanear sus cuentas y aumentar la parcela de seguridad
sin contar con la desconfianza de otorgar créditos.

Y sigue así el panorama. Triste, el ambiente está triste. Todos los


días con datos económicos negativos, con repuntes cada vez más
agudos de los datos. Así está el ambiente de desconfianza. Mientras
dure el sueño de la era Obama que más de uno se habrá creído, no
se podrá ver como esta crisis está adquiriendo formas que hace muy
poco tiempo nada ni nadie hubiera predicho.

El grifo sigue sin emanar el crédito. Las familias siguen resignadas a


la evidencia, unos pensando en lo mal que están y los demás
pensando en lo mal que pueden llegar a estar. Son períodos de
restricciones, de pensar en ahorrar, en fijarnos en que las bombillas
de aquel cuarto que siempre estaban encendidas hay que apagarlas.
Nos hemos dado cuenta de los gastos que tenemos que afrontar y
ya sea a nivel particular o a nivel de empresa, el cinturón se impone.

No hace mucho, las cafeterías estaban a rebosar. Ahora, malviven


con pocos clientes. Ya no es el boom del ladrillo, ahora aparece el
boomerang del tsunami financiero mundial, una ola gigantesca que
parece que nos va a engullir. No será así, porque se está preparando
ya desde ahora mismo la recuperación en su ciclo bajo.

Mientras tanto, meditemos. ¿Sirve para algo haber dado tanto dinero
público a los bancos? ¿Son necesarias las obras públicas a
“cualquier precio”? ¿Los ayuntamientos verdaderamente pueden
crear tanto trabajo como dicen en base a ese tipo de obras
planificadas por el Plan E que fue un cheque en blanco para gastar
en lo que fuese?
El Estado ya está empeñado en hipotecar hasta a nuestros hijos.
Ellos nunca pierden, tiran del contribuyente con la deuda pública. Los
bancos y entidades financieras usan el multiplicador del dinero
bancario, artilugio que se utiliza para la creación del dinero mediante
créditos encadenados, pero que con la parada de crédito se está
produciendo una destrucción del dinero y una posibilidad de
agudizarse esta maldita crisis.

El grifo de los bancos está cortado, pero el caudal de dinero público


para favorecer (presumiblemente) esa liquidez está ahí. Y mientras
leemos esto, cantidad de empresas se están planteando cerrar y
mucha gente se está quedando en el desempleo.

Las 7 plagas ya están aquí: ZP, Solbes, la corruptela socialista, el


paro, la crisis, la corrupción y la miseria política engañosa. Puedo
haber sido redundante, no lo niego, pero detrás de un gobierno
socialista se halla generalmente una crisis sin precedentes y a eso
fuimos acostumbrados ya hace décadas con Felipe González.

Todos más o menos vamos a sufrir esta crisis. Es período de reflexión


sobre las farsas que nos han contado acerca del intervencionismo.
Se va a ver cómo papá Estado canaliza unos recursos públicos para
tapar los agujeros de ciertos bancos que en un principio acudieron a
la llamada que le ofrecía el amigo ZP y que no va a existir la garantía
de que ese dinero se ponga en circulación posibilitando el crédito a
miles de PYMES y ciudadanos que ven con angustia como pueden
desaparecer envueltos en una marea arrolladora de descontrol.

Luego nos contarán la misma farsa de siempre: el mercado no era


transparente o no estaba regulado. El descontrol financiero fue
ocasionado por unos tipos ultrabajos desde la FED y algunos
anarcocapitalistas, a los cuales he estudiado en profundidad,
explican como el mecanismo de auge-recesión se realiza con certeza
matemática (ellos creen en la praxeología, lo cual no quita cierta
perplejidad en las aseveraciones) desde la banca central para hacer
una ilusión inversora para luego acabar en una recesión-depresión.
Después de darle vueltas al asunto, he descubierto que ésa sí es la
causa, pues un BC confiere estabilidad al conjunto de bancos (su
interés es favorecerse a sí mismos), pero no a los ciudadanos,
imprime la política monetaria de restricción o expansión de la masa
monetaria sin un criterio técnico, que a veces parece hecho adrede
para que surjan las crisis y actúa de sostén a posibles caídas
bancarias (pero no a las caídas de empresas ni la miseria que genera
la destrucción de una crisis), aparte de decir que controlan la inflación
(cuando ellos mismos la crean al generar más dinero en circulación)
y la presumible estabilidad financiera entre los bancos y el Estado
solo es un maridaje perfecto entre políticos y banqueros para
ayudarse mutuamente en su enriquecimiento a costa del ciudadano
común.

La causa de la crisis financiera, a mi entender, fue doble:

1. Efectivamente desde los años 2.000 - 2.001 se establecieron unos


tipos de interés en la banca central de EEUU ultrabajos. Esto se debió
al miedo a la recesión de 2.001 y su contención de la inflación, debido
también al pinchazo de las tecnológicas del Nasdaq y el ataque
terrorista al World Trade Center. Esto produjo una relajación en los
ratios de solvencia de la concesión de créditos entre los directivos
bancarios de nivel intermedio que tienen sus sueldos basados en
incentivos (comisiones), por lo que era necesario hacer más
hipotecas para ganar dinero, por el escaso margen debido a los tipos
bajos. Los hedge founds y demás productos exóticos concedidos a
ciudadanos homeless fue producto de la avaricia humana.

2. Los tipos se deciden a día de hoy por la Autoridad del Banco


Central. Esa decisión se hace con retardo, con imprecisión y con
desacompasamiento. Para extraer el tipo correcto de interés debería
obtenerse directamente de todas las transacciones financieras entre
el BC, el Estado y todos los bancos. De esa forma mediante fórmulas,
se podría obtener el tipo medio estadístico a tiempo real, para
analizarlo y establecerlo en lapsos breves de tiempo, al igual que el
cambio de moneda varía cada día, de acuerdo a leyes del mercado
y el propio conocimiento del mismo. Los liberales austriacos y
especialmente los vehementes anarcocapitalistas como el
excelentísimo Jesús Huerta de Soto, no razonan de esa manera, y
mediante el discurso filosófico político dicen que no hay manera de
conocer lo que ocurre en el mercado. Y engañan o no saben lo que
dicen, pues el conocimiento del mercado de valores en una bolsa se
puede seguir en tiempo real, y se sabe cómo sube o baja en tanto
porcentual de acuerdo a todas las compras-ventas efectuadas, luego,
¿por qué no se tasa el tipo de interés de un banco central de la misma
forma? La avaricia humana, si se frena con un tipo de interés
corregido de acuerdo al mercado, no es tan grande... Por lo tanto, la
amortiguación a situaciones como esta crisis hubiera hecho que no
se hubiera dado.
La experiencia posterior a este experimento brindará una ocasión
única para echar la vista atrás dentro de unos años y analizar esta
complicada crisis que comenzó con unos tipos de interés muy bajos
allá por los años 2000/2001 y que ocasionaron una coyuntura inflada,
boom de la construcción en este país y un arrebato consumista sin
precedentes que frenado en seco ha ocasionado una desconfianza
terrible en el sistema. ¿Hubiera habido crisis con un tipo de interés al
compás de lo que sucede cada poco tiempo entre las transacciones
financieras del propio BC? ¿Para cuándo una BC con tipo de interés
acompasado?

¿Quizás fuese la fórmula mágica junto con una vuelta a un patrón


cambio-oro el que definitivamente estabilizase las coyunturas
económicas?

Probablemente, no, pues las bancas centrales son propiedad de


banqueros internacionales y jamás acompasarán los tipos del BC. Lo
que se necesita es hacer una revolución para destronar a los
banqueros centrales de su poder omnímodo dentro del Estado y una
vez llegado a ese estadio, prohibir paulatinamente la banca comercial
y de inversión, siendo el Estado el que expropie a los banqueros,
para que el único ente capaz de hacer el dinero, sea el Estado.

Una moneda internacional común no necesitaría respaldo en nada,


si fuese comúnmente aceptada por todos los países de la Tierra.
Además, existen intereses en el oro por parte de familias banqueras
como los Rothschilds que tienen las mayores reservas de oro del
mundo.

La moneda ideal del futuro sería una moneda mundial que operase
electrónicamente, sin haber dinero físico. De esta forma, los
diferentes estados podrían controlar el dinero de cada ciudadano y
así, en caso de que necesitara ayuda, el Estado le daría la cuantía
necesaria para vivir, y no como ahora.

José Manuel Gómez Vega, es ingeniero industrial y máster MBA. Estudioso de


problemas políticos estructurales del Estado y de soluciones a los problemas
económicos derivados de la crisis del sistema capitalista.

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