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SÉPTIMA LECCIÓN
enjuicien.
3º) El dictamen pericial puede versar, por un lado, sobre la simple comprobación
de un hecho, siempre que tal actividad requiera especiales conocimientos técnicos, tal
lo que ocurre vr.gr., cuando se trata de establecer la exacta dimensión de un terreno o
de compulsar los asientos contenidos en los libros de comercio, e incluso en el caso
de que resulte necesario llevar al conocimiento del órgano judicial el contenido de
ciertos preceptos que integran el sector de la especialidad técnica del perito, como
puede ser normas jurídicas extranjeras, normas consuetudinarias o máximas de
experiencia.
Por otro lado –y éste es el ámbito más corriente dentro del cual se desenvuelve
la prueba pericial-, el dictamen puede consistir en la enunciación de los juicios o
deducciones técnicas que el perito ha extraído del hecho examinado (vr.gr.
autenticidad o falsedad de un documento) o de sus causas o efectos (vr.gr.: origen de
una enfermedad o grado de incapacidad ocasionado por lesiones sufridas en un
accidente).
La prueba pericial puede ser voluntaria o necesaria, según que,
respectivamente, las partes la requieran o el juez la disponga de oficio en forma
espontánea, o su práctica sea impuesta por la ley para acreditar determinada clase de
hechos, como ocurre, v.gr., para establecer la edad de una persona a falta de otras
pruebas, para posibilitar la declaración de incapacidad o el cese de ella.
Naturaleza jurídica.
Algunos autores niegan a la actividad pericial el carácter de medio de prueba,
arguyendo fundamentalmente en apoyo de esa tesis que los peritos son auxiliares del
juez en la búsqueda de circunstancias o de reglas de experiencia que, por razones de
especialidad, no se encuentran al alcance de aquél. Sostiene, por consiguiente, que el
dictamen pericial sólo configura un medio para la obtención de una prueba,
limitándose a aportar elementos de juicio a fin de que ella sea libremente valorada por
el órgano judicial. En otras palabras, los peritos no serían más que intermediarios en
el reconocimiento judicial de los hechos controvertidos, supliendo conocimientos de
los cuales el juez habitualmente carece.
Cabe observar, a la tesis precedentemente expuesta, que el carácter de
auxiliares judiciales que revisten los peritos, en tanto se vincula exclusivamente a la
estructura orgánica de la pericia, no resulta de ninguna manera incompatible con la
índole incuestionablemente probatoria de esta última. Si se atiende, en efecto, a la
naturaleza funcional de la pericia, no cabe duda alguna de que ella es un verdadero
medio de prueba, ya que, aun cuando el dictamen sustituya la percepción directa del
hecho por parte del juez, incorpora al proceso un datos susceptible de provocar la
convicción judicial acerca de la existencia o inexistencia de los hechos controvertidos,
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circunstancia que, como hemos visto oportunamente, constituye la finalidad genérica
de la prueba. (Lino Enrique Palacio).
Designación de los peritos. Cada parte designará un experto y el juez un tercero para
el caso de discordia. Pueden también las partes ponerse de acuerdo y designar un solo
experto, en cuyo caso no será necesaria la designación del tercero por parte del juez.
La designación de experto debe hacerse al solicitar la prueba y al contestar la
audiencia a que nos hemos referido. En caso contrario, el juez hará el nombramiento
de oficio.
Aceptación del cargo, recusación y renuncia. La resolución por la cual se tiene por
nombrados a los peritos se notifica a las partes y a los propios peritos, éstos últimos,
dentro de los cinco días siguientes aceptarán personalmente el cargo, en cuya
oportunidad el juez se los discernirá. Si no comparecieren o no aceptaren dentro del
mencionado término, la parte interesada deberá proponer por una sola vez nuevo
experto dentro del término que le fije el juez bajo apercibimiento de hacer la
designación de oficio.
Los expertos podrán ser recusados por las partes dentro de cuarenta y ocho
horas de notificado el nombramiento, por los mismos motivos de recusación de los
jueces. Las partes sólo podrán recusar a los expertos que hubieren designado, por
causas posteriores a su nombramiento.
Objeto de la pericia.
El juez en su oportunidad dictará el auto de recepción de la prueba y en él se
referirá a los siguientes puntos:
1º.- Conformación del nombramiento de los expertos.
2º.- Fijación de los puntos sobre los que deberá versar el dictamen.
3º.- Determinación del plazo dentro del cual deberán rendir los expertos su
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dictamen, pudiendo exceder del término ordinario de prueba.
7.5 Fuerza probatoria. Respecto a este tema, Devis Echandía dice que el juez es
libre para valorar mediante una sana crítica. Lo ideal es dejar la valoración del
dictamen al libre criterio del juez, basado en sus conocimientos personales, en las
normas generales de la experiencia, en el análisis lógico y comparativo de los
fundamentos y de las conclusiones del dictamen, como se acepta en los modernos
códigos de procedimientos.
Es absurdo ordenarle al juez que acepte ciegamente las conclusiones de los
peritos, sea que lo convenzan o que le parezcan absurdas o dudosas, porque se
desvirtúan las funciones de aquél y se constituirían a éstos en jueces de la causa. Si la
función del perito se limita a ilustrar al juez y a llevarle el conocimiento sobre hechos,
como actividad probatoria, debe ser este quien decida si acoge o no sus conclusiones.
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En nuestro sistema, el CPCYM establece que el dictamen de expertos, aun
cuando sea concorde, no obliga al juez, quien debe formar su convicción teniendo
presente todos los hechos cuya certeza se haya establecido en el proceso.