Sunteți pe pagina 1din 17

EL JUEZ DE LA INVESTIGACIÓN PREPARATORIA EN LA ETAPA

INTERMEDIA

Por: RAMIRO SALINAS SICCHA1

1. El juez de la investigación preparatoria. 2. Principios de independencia e


imparcialidad en el juez de investigación preparatoria. 2.1. Principio de
independencia judicial. 2.2. Principio de imparcialidad. 2.3. El principio de
imparcialidad y la prueba de oficio.

1. EL JUEZ DE LA INVESTIGACIÓN PREPARATORIA

De acuerdo al modelo acusatorio garantista con ciertos rasgos


adversariales adoptado por nuestro Código Procesal Penal de 20042, la etapa
intermedia es dirigida o conducida por el juez de investigación preparatoria 3
quien no cumple labor alguna de investigación del delito ni participará en la
etapa central del proceso penal común: el juzgamiento. Sin embargo, según lo
que se viene sosteniendo, no es del todo cierto que el juez de garantías
“mantiene una posición neutral y puede cumplir con razonabilidad, sin
contaminación de ningún tipo, los objetivos que la etapa persigue”4. Lo real y
concreto es que al haberse dispuesto normativamente5 que el juez de
investigación preparatoria es competente para conocer y resolver todo tipo de

1 Mg. en derecho con mención en ciencias penales por la UNMSM, Juez Superior Titular de Lima e
integrante de la Sala Penal Nacional.
2 Respecto del contenido y características de este modelo procesal penal véase: Salinas Siccha, El modelo

acusatorio recogido y desarrollado en el Código Procesal Penal de 2004, en Rev. Gaceta penal y procesal
penal, T. 61, julio 2014, pp. 245 -257.
3 El inciso 1, artículo V del Título Preliminar del CPP de 2004, prevé que corresponde al órgano

jurisdiccional la dirección de la etapa intermedia. En igual sentido, el inciso 4, artículo 29° del mismo
texto legal, establece que compete a los juzgados de investigación preparatoria conducir la etapa
intermedia y la ejecución de la sentencia.
4 Como lo sostiene Del Río Labarthe, La Etapa Intermedia en el Nuevo Proceso Penal Acusatorio, Lima,

2010, p. 63. Incluso este autor para reforzar su argumento, cita a Peña Cabrera Freyre, quien sostiene en
forma desatinada que el juez de garantías “al no dirigir la investigación preparatoria no está en la
posibilidad de contaminarse con una dosis de subjetivismo”. La etapa intermedia en el Código Procesal
Penal de 2004. Las funciones del Ministerio Público y el Juez de la investigación preparatoria, en
Actualidad jurídica, N° 157, diciembre 2006, Lima, p. 135.
5 Vid. artículo 29° del CPP de 2004.
incidencias que las partes de una investigación preparatoria le planteen,
durante la etapa intermedia, el juez sin duda alguna está totalmente
contaminado en cuanto al conocimiento del caso, así haya tenido el cuidado de
no leer los requerimientos. Es posible que conozca del caso más y mejor que el
fiscal y el abogado defensor juntos. Puede darse el caso que ni bien el fiscal
inicie la oralización de la acusación, el juez recuerde de qué caso se trata. Es
más, es posible que ni bien el fiscal o el abogado defensor, comience a ofrecer
oralmente sus medios probatorios, el juez tenga definido ya si los admitirá o los
declarará inadmisibles. Por otro lado, es factible que ante el planteamiento de
determinada excepción, ni bien el abogado defensor comience a oralizar su
pretensión en audiencia, el juez tenga ya definido cómo resolverá la incidencia,
etc. La pregunta que surge en forma inexorable es la siguiente: ¿Cómo queda el
principio del juez imparcial que el modelo acusatorio pretende cautelar?

La respuesta a la interrogante es sencilla. El citado principio sigue


incólume. No le pasa nada. Lo cierto es que el juez profesional de la
investigación preparatoria entra a la audiencia preliminar de la etapa
intermedia conociendo todo el caso. Tal situación sucede en razón que en el
curso de la investigación preparatoria, tanto el fiscal como los abogados de la
defensa y del actor civil, le han planteado una serie de requerimientos, tales
como medidas coercitivas ya sean personales o reales, cesación de medidas
coercitivas, control de plazos, constitución de actor civil, tutela de derechos,
exclusión de material probatorio, realización de prueba anticipada, etc. El juez
para resolver los requerimientos de las partes, previamente convoca a
audiencia, la misma que se materializa de acuerdo a los parámetros previstos
en el artículo 8 del CPP de 2004. Allí como es natural, se produce el debate
respecto de la pretensión de la parte solicitante. En la audiencia,
necesariamente y con el fin de ubicar al juez sobre el tema de debate, alguna de
las partes le expondrá los hechos objeto de imputación. Si las partes no lo
exponen, el juez preguntará al respecto para efectos de mejor resolver.
Asimismo, las partes le expondrán los elementos de convicción existentes y que
sustentan la pretensión, o en su caso, la desvirtúan. Igual, si las partes no lo
indican, el juez está facultado para preguntar respecto de los elementos de
convicción existentes. No hay otra forma de resolver con propiedad y de acuerdo
a ley la incidencia, o al menos, todavía no se ha inventado otra forma razonable
de resolver los incidentes planteados al interior de un proceso penal.

En tal contexto, al final de la investigación preparatoria se tiene que se


han realizado varias audiencias en las que ha participado el mismo juez de
investigación preparatoria, de modo que cuando se llega a la audiencia
preliminar de la etapa intermedia, aquel juez conoce si no es en su totalidad, en
lo central, el caso. Sin duda, entra a la audiencia de control, seriamente
prejuiciado con el caso. Es posible que el juez esté convencido, ya que el
acusado por ejemplo, es suficientemente sospechoso de la comisión del delito
que se le atribuye o, en su caso, esté convencido antes de la audiencia, que el
acusado no es el autor o partícipe del delito objeto de acusación. En el primer
supuesto, el juez entrará a la audiencia de la etapa intermedia seguro de que
emitirá el auto de enjuiciamiento, en tanto que en el segundo supuesto, el juez
entrará a la audiencia convencido de que sobreseerá el caso incluso de oficio6, si
la defensa no le solicita.

En conclusión, no hay forma de evitar que el juez profesional de la


investigación preparatoria se contamine (en el sentido de conocimiento) con los
hechos y medios de prueba del caso concreto. A menos que se proponga que en
una investigación preparatoria participen tantos jueces como incidencias se
planteen. Situación que es imposible toda vez que en un país como el nuestro
no existe presupuesto económico para contratar tantos jueces como incidentes
se planteen al interior de un determinado proceso penal. Los que propugnan
erróneamente que nuestro CPP de 2004 ha recogido el sistema adversarial,
proponen que el juez para no contaminarse con el conocimiento del caso, no
debe leer los requerimientos fiscales ni peticiones de los abogados defensores,

6 El artículo 352°.4 de nuestro CPP de 2004 habilita al juez de investigación preparatoria a sobreseer el
caso de oficio.
sin embargo, como se tiene ya expresado, así el juez profesional no lea los
requerimientos, igual va a conocer el caso antes de la audiencia de control 7, ya
que participa en todas las audiencias anteriores. Otros podrían alegar que debe
establecerse una norma jurídica por la cual se disponga que el juez, una vez
que concluya una audiencia en la cual se debate un incidente, está en la
obligación ética y jurídica de olvidarse de todo lo sucedido en ella. Norma que
sin duda caería en el vacío, pues resulta también imposible que ello pueda
suceder en la realidad.

En tal línea argumentativa, la imparcialidad entendida como el no


conocer previamente los hechos ni elementos de convicción del caso, no es para
los jueces de la investigación preparatoria del modelo acusatorio adoptado en el
CPP de 2004. La imparcialidad entendida solo desde la óptica de no
conocimiento previo del caso, de acuerdo a nuestro modelo procesal, está
reservada para los jueces de fallo, es decir, para los jueces de juzgamiento8. Por
tal razón, el legislador nacional ha separado y señalado que el juez de
juzgamiento de un caso es diferente al juez de investigación preparatoria.
Incluso se ha previsto como causal de inhibición del juez penal, la
circunstancias de haber conocido el proceso en una etapa anterior. Es más, si el
juez penal no se inhibe voluntariamente será recusado por alguno de los sujetos
procesales9.

Pero entonces ¿se desnaturaliza el modelo acusatorio garantista con


ciertos rasgos adversariales adoptado? de ninguna manera. El tipo de modelo
acusatorio recogido en nuestro Código Procesal de 2004, no es uno
químicamente puro. No es acusatorio puro. No es adversarial ni siquiera se
acerca a ello, como lo sería si se hubiese adoptado el sistema de jurado. Aquí no

7 Nuestra posición es que el juez profesional antes de la audiencia debe leer los requerimientos y escritos
presentados por las partes del caso, con la finalidad primordial de gerenciar o mejor, conducir de manera
amena y razonable la audiencia.
8 Aquí es necesario precisar lo siguiente: cuando el CPP de 2004 se refiere al juez de juzgamiento le

denomina “Juez Penal”, para diferenciarlo del juez de investigación preparatoria. Así también, se refiere a
juzgados penales para diferenciarlos de los juzgados de investigación preparatoria.
9 Los requisitos y trámite de los institutos procesales de inhibición y recusación se encuentran en los

artículos 53° al 59° del CPP de 2004.


se ha previsto que el jurado (ciudadanos escogidos por sorteo) administre
justicia penal10. En el Perú, solo administran justicia penal a nombre del
pueblo, los jueces profesionales. Los jueces juristas11. Los jueces conocedores
del derecho. Jueces que por más que conozcan los hechos del caso con
anterioridad a la audiencia, siempre van a resolver las incidencias o dictar la
sentencia de fondo bajo los principios de independencia e imparcialidad
judicial, pues saben perfectamente que administran justicia penal solo de
acuerdo a la Constitución, a la Ley y en estos tiempos, también de acuerdo a los
precedentes vinculantes tanto del TC como de la Corte Suprema.

En tal contexto, los jueces juristas de la investigación preparatoria con la


finalidad de gerenciar o conducir mejor sus audiencias de control de
requerimientos fiscales, antes de ingresar a la audiencia, deben darse un
tiempo prudencial para leer los escritos de acusación, de sobreseimiento y las
peticiones efectuadas por los abogados defensores. Tal proceder de modo alguno
significa prejuzgamiento o lesión al principio de imparcialidad, por el contrario,
consideramos que sirve para realizar una audiencia de manera dinámica y
entretenida para las partes y el mismo juez.

La lectura previa de la acusación por ejemplo, de modo alguno constituye


pérdida de la imparcialidad por las siguientes razones: primero, porque la
acusación fiscal es solo la afirmación de una de las partes, y es claro que el juez
profesional del derecho deberá escuchar a las otras partes para tomar la
decisión que corresponda; segundo, porque de todas formas el juez tomará
conocimiento del contenido de la acusación antes del mismo debate o de la

10 El acusatorio puro prevé que administra justicia penal el jurado, el mismo que es integrado por
personas legas en derecho, escogidas del pueblo. Al jurado sí se le exige escrupulosamente que no esté
contaminado con el caso. El jurado toma su decisión con base en lo que escuche en el juicio oral, luego que
el juez profesional le instruya. El veredicto del jurado nunca es motivado. Esto implica que cada jurado no
se sentirá inducido a valorar las pruebas racionalmente y según las instrucciones del juez, pues sabe que
nadie le pedirá justificar ex post la propia decisión. Al respecto, Vid. Taruffo, Simplemente la verdad, el
juez y la construcción de los hechos, Marcial Pons, Madrid, 2010, pp. 208-217.
11 Como juez único o como miembro de un tribunal colegiado, este juez determina ante todo, sobre la base

de la pruebas adquiridas en el proceso y sin recurrir a su propio conocimiento privado, como se


desarrollaron los hechos en que se basa la controversia (iudex secundum alligata et probata, non
secundum conscientiam, indicare debet), y aplica a los hechos así determinados la regla de derecho que
rige la situación sustantiva deducida en juicio. Cfr. Taruffo, Op. Cit., 2010, p. 205.
decisión a adoptar, sea que lo lea él mismo, o que el fiscal exponga o lea la
acusación, con lo cual resulta ilógico afirmar un prejuzgamiento o una pérdida
de imparcialidad. En el trasfondo de esta forma errónea de ver las cosas, está el
hecho de considerar que los principios y reglas de la etapa del juicio oral son
también aplicables escrupulosamente en las audiencias previas, y ello desde
luego no es así, por cuanto muchos de esos principios y reglas se centran en la
actuación probatoria, circunstancia que de modo alguno se produce en las
audiencias previas12.

Consideramos que al igual que el juez de fallo o juzgamiento, el juez de


investigación preparatoria, en el ejercicio de sus funciones no se limita a
convalidar formalmente las solicitudes del Ministerio Público o del abogado
defensor, sino que asume o mejor, debe asumir un papel activo en defensa de
los derechos del imputado y de los demás sujetos procesales13. En su rol activo y
dinámico, resuelve todo tipo de incidencias, emite el auto de sobreseimiento
incluso de oficio y emite el auto de enjuiciamiento siempre bajo los parámetros
de los principios de independencia e imparcialidad judicial. Estos principios
constitucionales si bien están íntimamente relacionados entre sí tienen un
contenido jurídico propio.

5.2. PRINCIPIOS DE INDEPENDENCIA E IMPARCIALIDAD EN EL JUEZ


DE INVESTIGACIÓN PREPARATORIA

5.2.1. Principio de independencia judicial

Es lugar común en la doctrina procesal que el principio de independencia


judicial comprende dos aspectos debidamente diferenciados. El primero está
referido al Poder Judicial. Este poder del Estado se le concibe como una
institución estatal que no se encuentra subordinada a algún otro poder del
Estado, ni administrativa ni políticamente. La independencia del juez está en

12 Cfr. Delgado Velásquez, el problema de la lentitud en la justicia penal. Algunas críticas y propuestas
respecto a la fase intermedia, en Rev. Gaceta Penal y Procesal Penal, T. 55, enero 2014, p. 200.
13 En el mismo sentido, Miranda Estrampes, El juez de garantías vs. El juez de instrucción en el sistema

procesal penal acusatorio, en Revista Peruana de Ciencias Penales, N° 17, Lima, 2005, p. 456.
función de otros poderes frente a los cuales el juez es capaz de auto
determinarse. Incluso en nuestra patria para garantizar este aspecto, tanto el
Ejecutivo como el Legislativo carecen de cualquier forma de competencia en los
procesos de nombramiento, ratificación, destitución o procesos disciplinarios
que eventualmente puedan seguirse a los jueces14.

En tanto que el segundo aspecto está referido al juez en particular o


individual. Se exige la indisponibilidad del juez ante presiones u órdenes que
provengan de otros poderes estatales, sujetos procesales o personas ajenas al
proceso, tales como los medios de comunicación, partidos políticos, entre otros15.

La independencia judicial significa que el juez debe resolver el caso de


acuerdo a lo vivido, visto y escuchado a los sujetos procesales al interior del
proceso penal. No debe hacerlo con interferencias de terceros 16. Se sostiene con
propiedad que uno de los objetivos de la separación de los poderes públicos es la
garantía de la independencia de los jueces.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido que el


objetivo de la independencia judicial “radica en evitar que el sistema judicial en
general y sus integrantes en particular se vean sometidos a posibles
restricciones indebidas en el ejercicio de su función por parte de órganos ajenos
al Poder Judicial o incluso por parte de aquellos magistrados que ejercen
funciones de revisión o apelación”17.

Se pretende, con el principio de independencia judicial, evitar tanto las


injerencias externas como internas. Y estas dimensiones tienen el siguiente
contenido18: la externa significa que el juez en el desarrollo de la función
jurisdiccional, no puede sujetarse a algún interés que provenga de fuera de la

14 Según la Constitución de nuestra patria, de tales procedimientos se encarga el Consejo Nacional de la


Magistratura cuya finalidad última es garantizar el ejercicio de la función judicial en términos de
independencia.
15 Ore Guardia, Manual de Derecho Procesal Penal, T.1, Editorial Reforma, Lima, 2011, p. 109.
16 El profesor Ore Guardia sostiene que “la independencia judicial significa que el juez actúa de forma

libre en el ejercicio de su función jurisdiccional, teniendo como único referente a la Constitución y el resto
del ordenamiento jurídico” Op. Cit. 2011, p., 110.
17 Sentencia del 5 de agosto de 2008, caso Apitz Barbera y otros vs. Venezuela.
18 Al respecto, vid. la sentencia del TC recaída en el Exp. 00004-2006-PI/TC.
organización judicial en conjunto, ni admitir presiones para resolver un caso en
un determinado sentido. Las decisiones del juez no pueden depender de la
voluntad de otros poderes públicos, partidos políticos, medios de comunicación o
particulares en general, sino tan solo de la Constitución y de la Ley que sea
acorde con aquella.

En tanto que la dimensión interna significa que la independencia judicial


implica, entre otros aspectos, primero, que el juez en el ejercicio de su función
constitucional, no puede sujetarse a la voluntad de otros órganos judiciales,
salvo que medie un recurso impugnatorio; y segundo, que el juez en el
desempeño de su función no puede sujetarse a los intereses de órganos
administrativos del gobierno que existan dentro de la organización judicial.
Aquí es necesario precisar que así exista recurso impugnatorio, el juez
jerárquicamente superior al que emitió la recurrida solo puede confirmar,
revocar o anular la resolución venida en grado. Jamás puede ordenar a la
instancia inferior cómo debe resolver un litigio o cuestión judicial. A lo sumo
puede disponer la realización de determinadas diligencias o actuaciones
probatorias o que se emita nueva decisión pronunciándose como corresponda 19.

Al final se busca consolidar la confianza que deben tener los ciudadanos


de a pie en sus jueces en un Estado democrático de Derecho.

No obstante, es necesario precisar que la independencia del juez no va al


extremo de resolver los casos que conoce de acuerdo a su libre arbitrio, sino que
el juez para resolver un caso concreto se encuentra sometido a los derechos
fundamentales, a la Constitución, a la Ley, a los hechos en conflicto y a la
actividad probatoria que en el proceso se haya realizado. En tal sentido, el juez
no tiene por qué acatar órdenes del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo, de

19 Al respecto, vid. la sentencia del TC recaída en el Exp. 2920-2012-PHC/TC-Lima, Caso Castañeda


Lossio. Incluso en esta sentencia, el TC peruano aclara que para los fiscales del Ministerio Público no le
alcanza la independencia en su dimensión interna, toda vez que en aplicación del artículo 5º de la Ley
Orgánica del Ministerio Público, los fiscales de primera instancia se sujetan a las instrucciones que
pudieran impartirles sus superiores. Por ejemplo, un Fiscal Supremo puede ordenar a un Fiscal Superior
que formule acusación; en igual sentido, un Fiscal Superior puede ordenar a un Provincial formule
acusación.
una persona o de un grupo de poder, pero no puede invocar su independencia
para resolver un caso en contra del derecho ni en contra de los hechos en
conflicto20, pues le impide de manera categórica el principio de interdicción de
la arbitrariedad.

5.2.2. Principio de imparcialidad


El principio de imparcialidad es el sustento del principio acusatorio
general21. Al inicio ya hemos dejado establecido que el principio acusatorio
tiene por finalidad garantizar en todo momento la imparcialidad del juez de
juzgamiento. Se constituye en una de las garantías constitucionales más
importantes de cualquier proceso democrático. El primero de los requisitos
estructurales que ha de cumplir necesariamente cualquier juez o tribunal, para
poder ser considerado como tal, es el carácter o condición de tercero ajeno al
conflicto que ante él plantean las partes procesales demandando su solución.
La imparcialidad es la principal de las virtudes del juez, a tal punto que, sin
ella, sencillamente el juez deja de existir22. En consecuencia, al constituir una
garantía constitucional, los institutos procesales de inhibición y recusación23 se
presentan como remedios o mecanismos fundamentales para resguardarla y
asegurarla, y de esa forma, garantizar la confianza de los justiciables en una
administración de justicia objetiva y libre, fuera de toda sombra de prejuicios.
La recusación es una institución procesal de relevancia constitucional.
Garantiza, al igual que la abstención o inhibición, la imparcialidad judicial,
esto es, la ausencia de prejuicios; y, como tal, es una garantía específica que
integra el debido proceso penal -numeral 3 del artículo 139° de la Constitución-.

20 Chocano Núñez, Percy, Derecho Probatorio y Derechos Humanos, Idemsa, 2da. edición, Lima, 2008, p.
700.
21 Tal garantía se encuentra expresamente reconocida a favor de toda persona que recurra a un juez o

tribunal, en el artículo 14º.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y en el artículo 8º.1 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Al ser un componente del debido proceso a que se
refiere el artículo 139º.3 de la Constitución, se configura como un deber judicial previsto en el artículo
184º.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, cuya infracción genera responsabilidad disciplinaria,
conforme lo señala el artículo 201º.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
22 Chocano Núñez, Op. Cit. 2008, p. 700.
23 Respecto de las causales de los institutos procesales de inhibición y recusación, véase el contenido de los

artículos 53° y 54° del Código Procesal de 2004.


Persigue alejar del proceso a un juez que, aún teniendo las características de
ordinario y predeterminado por la ley, se halla incurso en ciertas
circunstancias en orden a su vinculación con las partes o con el objeto del
proceso -el thema decidendi- que hacen prever razonablemente un deterioro de
su imparcialidad24.
En general, la imparcialidad es entendida como falta o ausencia de
prejuicios y toma de posición ex ante al conocimiento del proceso. Es el modo de
posesionarse del juez frente al conflicto que le ha llegado para tramitarlo y
darle solución, es decir, frente al objeto del proceso y frente a la pretensión de
las partes, de forma que sea equidistante a los mismos, a fin de poder analizar
y concluir con prudente objetividad cuál es la solución más justa para el caso en
concreto25. En el caso judicial como siempre hay dos partes en conflicto, el juez
debe proceder sin parcializarse, sin tomar partido por alguna de ellas. La
imparcialidad está en función a las partes en conflicto: “La imparcialidad es
pues una actitud que debe encontrarse presente en el juez durante todo el
proceso y no sólo al momento de emitir pronunciamiento, tomando
permanentemente distancia frente a las partes, evitando cualquier tipo de
preferencia, afecto o animadversión”26. Se lesiona la imparcialidad cuando el
juez director del proceso crea una situación de ventaja o privilegio de una de las
partes con respecto a la otra.

Al principio de imparcialidad, se le entiende desde un punto de vista


subjetivo, tratando de determinar lo que el juez piensa del proceso en su fuero
íntimo, o bien desde un punto de vista objetivo, dirigido a comprobar si el juez

24 Fundamento 6 del Acuerdo Plenario Nº 3-2007/CJ-116 del 16 de noviembre de 2007.


25 Cfr. Ore Guardia, Op. Cit., 2011, p. 113.
26 Fundamento vigésimo tercero de la Resolución del CNM Nº 625-2012-PCNM del 17 de octubre de 2012,

publicada en El Peruano el 16 de abril de 2013, recaída en el proceso disciplinario seguido al ex juez


supremo provisional Ferreyra Vildózola por haber lesionado, entre otros, el principio de imparcialidad al
haberse acreditado que mantuvo conversaciones telefónicas con el abogado Quimper Herrera que
patrocinaba casos en la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema. A tenor de la resolución de
destitución, el ex Juez Supremo, vía telefónica suministró información interna de la Sala Suprema donde
laboraba, además de consejos jurídicos al abogado patrocinante.
ofrece garantías suficientes para excluir toda duda legítima27. La primera debe
ser presumida mientras no se demuestre lo contrario; y, la segunda reclama
garantías suficientes para excluir cualquier duda legítima sobre su
imparcialidad -test objetivo-28. Precisando, desde el punto de vista subjetivo, la
imparcialidad es entendida como ausencia o falta de sentimientos adversos a
alguna de las partes por parte del juez (odios, prejuicios raciales, religiosos,
sexuales, políticos, etc.), en tanto que desde el punto de vista objetivo, la
imparcialidad es entendida como ausencia o falta de causas de
incompatibilidad establecidas en la ley29 del juez para conocer el proceso (tener
interés directo o indirecto en el proceso, tener amistad o enemistad notoria o
ser acreedor o deudor con alguno de los otros sujetos procesales, haber
intervenido anteriormente en el caso como juez, fiscal, perito, testigo, abogado,
etc.).

La garantía del juez o tribunal imparcial pretende contar con órganos


jurisdiccionales que aseguren a los ciudadanos que sus controversias serán
decididas por un juez que no tiene algún interés o relación personal con el
objeto del conflicto, o con alguna de las partes y que mantendrá una posición
objetiva al momento de emitir pronunciamiento de fondo 30, siempre con base en
la verdad material de los hechos que encierra el caso.

Sin duda, las circunstancias que lesionan la imparcialidad del juez,


desde la óptica subjetiva, son difíciles de evitar, desde que el juez es un ser
humano de carne y hueso. Desde su niñez adopta determinados prejuicios y

27 Cfr. Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del 1 de octubre de 1982- Caso Piersack. En
el mismo sentido se ha pronunciado la Corte Interamericana de Derecho Humanos en la sentencia del 5
de agosto de 2008 en el caso Apitz Barbera y otros vs. Venezuela. Por su parte, nuestro Tribunal
Constitucional desde su sentencia de 9 de junio de 2004, recaída en el Exp. Nº 0023-2003-AI/TC sostiene
que el principio de imparcialidad -estrechamente ligado al principio de independencia funcional- se
vincula a determinadas exigencias dentro del proceso, definidas como la independencia del juez frente a
las partes y al objeto del proceso mismo, pudiendo entenderse desde dos acepciones: imparcialidad
subjetiva e imparcialidad objetiva. En el mismo sentido, Landa Arroyo, El derecho al debido proceso en la
jurisprudencia V. I, AMAG, 2012, p. 26.
28 Última parte del fundamento 6 del Acuerdo Plenario Nº 3-2007/CJ-116 del 16 de noviembre de 2007.
29 Vid. el contenido del artículo 53° del CPP de 2004, donde se establecen las causales que originan la

separación del Juez de un caso concreto con la finalidad de garantizar el principio de imparcialidad.
30 En parecido sentido, Chocano Núñez, Op. Cit., 2008, p. 827.
posiciones respecto de la realidad que le rodea. Adopta determinada ideología.
De modo que no es posible garantizar una absoluta imparcialidad subjetiva. El
juez, como cualquier otra persona, se ha formado en determinados valores ya
sea por su origen, educación, religión, posición económica, etc., que
irremediablemente inciden al momento de emitir una resolución judicial.

Estas circunstancias por estar íntimamente vinculadas al fuero interno


del juez, son difíciles de acreditar, a menos que él mismo las ponga en evidencia
por medio de palabras, posturas o gestos. Y solo cuando esto último suceda
podrán materializarse los institutos procesales de inhibición o la recusación al
interior del proceso penal.

Conscientes de tal realidad, solo queda exhortar al juez en el sentido de


que si en un proceso que conoce tiene algún prejuicio ideológico, racial,
religioso, de género, etc., respecto de alguna de las partes, no los utilice al
momento de emitir pronunciamiento sobre la incidencia o sobre el fondo del
proceso, pues en el Perú, como todo juez tiene el deber de emitir sus decisiones
debidamente fundamentadas31, es posible que se pongan en evidencia. En tal
línea de razonamiento, no debe obviarse que mediante la motivación de las
resoluciones judiciales, los jueces atestiguan o dan fe de la imparcialidad e
independencia de su actuación jurisdiccional32.

No hay margen de duda que la imparcialidad puede verse afectada por


las declaraciones que realice el juez fuera de la investigación o del proceso que
se encuentre conociendo. Si bien el juez es titular del derecho a la libertad de
expresión, cuando efectúa declaraciones relacionadas con el ejercicio de las
funciones que ejerce, debe actuar con neutralidad y prudencia, no puede
evidenciar o proyectar prejuicios o juicios de valor sobre el imputado, acusado u
otro sujeto procesal; tampoco puede expresar convicciones personales sobre lo

31 Vid. inciso 5 del artículo 139° de la Constitución.


32 Landa Arroyo, Op. Cit., 2012, p. 27.
investigado o sobre el objeto del juzgamiento, hacerlo afectaría su
imparcialidad33.

Este aspecto lo grafica muy bien el literato Anatole France cuando en su


novela “Los dioses tienen sed”34, hace decir al juez Evaristo Gamelin: “Soy
magistrado, mi conciencia guiará mis determinaciones, ligarme a vosotros con
alguna promesa, sería contrario a mi deber. Sólo en el Tribunal han de oírse
mis opiniones, y en cualquier otro sitio he de callarme. A nadie prefiero; soy
Juez; no conozco amigos ni enemigos”.

En otro extremo, el juez a lo largo de todo el proceso debe evitar crear


situaciones de ventaja o privilegio de una de las partes respecto de la otra.
Actuar de manera contraria es lesionar irremediablemente la imparcialidad.
Un caso real es el que da cuenta la Resolución del Consejo Nacional de la
Magistratura N° 625-2012 antes citado, donde en la ratio decidendi35 se afirma:
En el presente caso el doctor Ferreira Vildózola al conversar amicalmente con
el doctor Quimper Herrera, abogado del sindicato minero de trabajadores de
Orcopampa, informarle que había emitido una opinión favorable a su interés,
luego instruirlo y proporcionarle pautas y estrategias de defensa, ha vulnerado
los principios de independencia e imparcialidad, privilegiando a una de las
partes con respecto a la otra, proporcionándole información que lo pone en
ventaja con respecto a la otra, tomando partido por una de las partes en
relación a la otra, cuando el juez debe privilegiar y tomar partido por la
imparcialidad y el debido proceso.

33 Cfr. La sentencia del Exp. Nº 00156-2012-PHC/TC, 8 de agosto de 2012 del TC, caso Tineo Cabrera.
Incluso para preservar la reserva del proceso, el inciso 6, artículo 47° de la Ley N° 29277, Ley de Carrera
Judicial, publicada en el diario oficial El Peruano el 7 de noviembre de 2008, sanciona como falta grave
del juez el “comentar a través de cualquier medio de comunicación aspectos procesales o de fondo de un
proceso en curso”.
34 En novelas completas, T. II, traducción de Luis Ruiz Contreras, editorial Aguilar, 1968, p. 346.
35 Segundo párrafo del fundamento vigésimo octavo de la Resolución del CNM Nº 625-2012-PCNM del 17

de octubre de 2012. Aquí se concluyó que se llegó a acreditar que el juez instruyó, proporcionó pautas y
estrategias de defensa al abogado patrocinante, conducta impropia y reprochable para un magistrado de
nuestro país.
Resulta obvio que al dictar sentencia también pueden ponerse en
evidencia circunstancias que afectan o contravienen el mandato constitucional
de la imparcialidad judicial. Ello por ejemplo, se presentará cuando el juez al
construir o redactar la sentencia realiza o efectúa una motivación apologética
de la prueba, esto es, al valorar una prueba de pronto guarda silencio respecto
de otra prueba que aporta o lleva a un resultado probatorio distinto al que
aquel quiere llegar36.

Es indiscutible que para efectos de estimarse lesionado el principio de


imparcialidad no es necesario que concurra la obtención de alguna ventaja o
prebenda por parte del juez; basta con acreditarse tener algún tipo de
preferencia o crear una situación de ventaja o privilegio de una de las partes
con respecto a la otra. Así por ejemplo, en el caso antes citado del CNM, se
materializó una situación de privilegio de una de las partes respecto de la otra
por el suministro de información interna de la Sala Suprema donde laboraba el
juez y por los consejos brindados al abogado Quimper Herrera, quien litigaba
ante aquella Sala Suprema37.

De ahí que si en el caso en concreto se acredita que el juez obtiene alguna


ventaja o prebenda de cualquier naturaleza por su compromiso con el caso o con
alguna de las partes, estaremos ante un hecho delictivo que nuestra
normatividad penal conoce como cohecho y sanciona en forma drástica con pena
privativa de libertad38. Aquí el bien jurídico general a proteger es el normal y
recto funcionamiento de la administración pública. En tanto que el bien
jurídico específico que se pretende proteger es, por un lado, los deberes que
nacen del cargo, función o atribución con la consiguiente fidelidad hacia la
administración pública a la que están obligados los jueces; y, por otro, tutelar el
principio de imparcialidad en el desenvolvimiento de las funciones y servicios

36 Cfr. Talavera Elguera en el prólogo al libro La motivación de la valoración de la prueba en materia


penal de Castillo Alva, Grijley, Lima, 2013, p. 14.
37 Así se precisa en el fundamento vigésimo octavo de la resolución 127-2013-CNM, del 3 de abril de 2013,

publicada en El Peruano el 16 de abril de 2013, que declaró infundado el recurso de reconsideración y el


pedido de nulidad interpuesto por Ferreira Vildózola contra la Resolución Nº 625-2012-PCNM.
38 Vid. artículo 395º del Código Penal.
por parte de los jueces en tanto sujetos públicos. Se busca con ello preservar la
regularidad e imparcialidad en la correcta administración de justicia en el
ámbito jurisdiccional y administrativo39.

En suma, queda claro lo siguiente: mientras que la garantía de la


independencia asegura que el juez u órgano juzgador se abstenga de influencias
externas de parte de los poderes públicos o privados, la garantía de la
imparcialidad se vincula a la exigencia interna de que el juzgador no debe tener
algún tipo de compromiso con alguna de las partes procesales o con el resultado
del proceso40.

5.3.3. El principio de imparcialidad y la prueba de oficio

Aquí es necesario precisar que la posibilidad de actuar prueba de oficio


en forma excepcional o complementaria, de modo alguno lesiona el principio de
imparcialidad, sino por el contrario le consolida. No existe contradicción entre
imparcialidad y búsqueda de la verdad material. Más bien, la búsqueda de la
verdad material de los hechos objeto de imputación es elemento esencial de la
imparcialidad del juez.

La posibilidad de actuar prueba de oficio en forma excepcional, coloca al


juez en una posición de imparcialidad (que no equivale a neutralidad o a
pasividad) en la búsqueda de la verdad de los hechos 41. El juez será totalmente
imparcial cuando la solución del caso la realiza sobre la verdad material de los
hechos a la que llegó luego de valorar toda la prueba actuada en el juicio. El
juez no será imparcial si resuelve el caso pensando que alguna de las partes no
ofreció y actuó una prueba vital en beneficio de sus intereses. El juez en su
búsqueda de la verdad no puede quedarse en el limbo o en la incertidumbre de
haberlo encontrado42. No debemos obviar que la excepcional prueba de oficio

39 Cfr. Salinas Siccha, Delitos contra la administración pública, 3º edición, Grijley, 2014, p. 514.
40 Landa Arroyo, el derecho al debido proceso en la jurisprudencia V. I, AMAG, 2012, p. 26.
41 Cfr. Taruffo, Op. Cit., 2010, p. 202. De modo que no resulta correcto la posición que le asigna al proceso

penal la finalidad de encontrar la verdad formal de los hechos.


42 Debe desecharse la idea facilista de algunos teóricos que se sintetiza en lo siguiente: “Si alguna de las

partes no ofrece todos los medios probatorios para determinar la verdad de los hechos, no es problema del
tiene como principal finalidad que la decisión judicial del caso sea todo lo justa
que merece la sociedad -por los intereses públicos que están involucrados en el
conflicto penal-, y las partes, en cuyo ejercicio el juez no está limitado al pedido
de estas últimas, sino a las exigencias de justicia que dimanan de la materia
controvertida y cuya dilucidación le está encomendada 43.

El juez imparcial debe emitir su decisión final ya sea absolviendo o


condenando al acusado, seguro que lo hace sobre la verdad material del caso.
Aquí como ya lo hemos dejado establecido ut supra, verdad se entiende como
correspondencia entre los datos fácticos que brindan los sujetos procesales al
interior del proceso y lo ocurrido en la realidad concreta. Toda vez que cuando
se dice que un enunciado o una afirmación es verdadera, quiere decir que
aquello que tal afirmación describe, ha ocurrido en la realidad. La verdad
representa una relación de correspondencia o conformidad entre el lenguaje, de
un lado, y los hechos o la realidad, del otro44. Solo cuando el juez llega a la
convicción que ha encontrado la probable o aproximada verdad material del
caso y sobre ella emite su decisión, podemos sostener que ha resuelto la causa
con imparcialidad y justicia.

No es cierto que la prueba de oficio haga perder imparcialidad al juez 45.


No hay fundamento alguno para sustentar el temor que el juez ejerciendo un
papel activo, se vuelve parcial e incapaz de valorar correctamente el material
probatorio por él propuesto y actuado. El juez solo cumple su rol de tender a

juez. Este debe resolver con lo que las partes han actuado”. Este argumento es dañino para el sistema
acusatorio adoptado por el Código Procesal de 2004. En efecto, si el que no ofreció la prueba relevante es
el fiscal, es posible que se absuelva al culpable, imponiéndose la impunidad. Por el contrario, si el que no
ofreció la prueba pertinente en beneficio del acusado, es el abogado defensor, es posible que se condene a
un inocente, imponiéndose de esa forma la arbitrariedad. Para evitar estos deslices, el juez en el sistema
adoptado, tiene la posibilidad de actuar prueba de oficio en su misión esencial de administrar justicia de
acuerdo a la Ley y la Constitución.
43 Cfr. El fundamento décimo tercero de la Casación Nº 22-2009-La Libertad, sentencia de casación del 23

de junio de 2010.
44 Cfr. Gonzales Lagier, Hechos y argumentos (racionalidad epistemológica y prueba de los hechos en el

proceso penal) III, en Rev. Jurídica Jueces para la Democracia, N° 47, julio 2003, Madrid, p. 48.
45 Al respecto, Talavera Elguera precisa que “la imparcialidad no se ve afectada por la incorporación de

prueba de oficio; la imparcialidad no debe ser confundida con la pasividad o absoluta neutralidad del
juzgador”, Manual del Derecho probatorio de la valoración de las pruebas, Academia de la Magistratura,
Lima, 2009, p. 52.
aproximarse a la verdad material de los hechos. Igual, no pierde su
imparcialidad o al menos nadie lo ha propuesto, que el juez se convierte en
parcial cuando por ejemplo, admite el material probatorio propuesto por una de
las partes en perjuicio de la otra o cuando no admite una prueba deducida por
una de las partes.

Más bien con esos temores infundados se mansilla la imagen del juez. En
efecto, si se piensa en un buen juez, capaz de ejercer correcta y racionalmente
sus poderes discrecionales, no hay razón para temer que él se vuelva parcial, e
incapaz de valorar las pruebas, por el solo hecho de haberlas dispuesto o
sugerido su adquisición. Solo si se piensa en un juez incapaz y psíquicamente
débil se puede temer que él pierda su propia imparcialidad al valorar material
probatorio por él propuesto, o que no sea capaz de valorar una prueba de modo
equilibrado porque ha sido por él dispuesta46. Consideramos que un juez
normal y capaz, está en capacidad de establecer si un testimonio, por él
propuesto, es creíble o no, de la misma manera de cómo valora la credibilidad
de un testimonio ofrecido por una de las partes. En consecuencia, como juez
conocedor de derecho en ejercicio me opongo que algunos teóricos nos ofendan
con sus temores infundados. No de confundirse a un juez jurista de nuestro
sistema jurídico con un juez lego en derecho (jurado) del sistema
angloamericano47. Hacerlo resulta hasta temerario48
.

46 Cfr. Taruffo, Poderes probatorios de las partes y del Juez en Europa, en la revista Ius Et Praxis, vol. 12,
N° 2, Universidad de Talca, Chile, 2006, p. 121.
47 Este trabajo es un capítulo de mi libro: La etapa intermedia y resoluciones judiciales según el Código

Procesal Penal, editorial Grijley-Iustitia, Lima, 2014.


48
TODO CONSTITUYE UN CAPÍTULO DE MI LIBRO “LA ETAPA INTERMEDIA Y RESOLUCIONES
JUDICIALES SEGÚN EL CÓDIGO PROCESAL PENAL DE 2004”, ed. Grijley, 2014.

S-ar putea să vă placă și