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LOS
CRIMINALES DE CUBA
Y EL

INSPECTOR TRÜIILLO,
POR

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Premiada en la Exposición de Filadelfia


IMPRENTA. LIBRERÍA.-—PAPELERÍA. MÚSICA. ÉNC^UADERNAGION.
O'REILLY, NUMERO 54.
1881-

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LOS

CRIMINALES DE CUBA
Y EL

INSPECTOR TRUJILLO,
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Premiada en la Exposición de Filadelfia


IMPRENTA.—LIBRERÍA.—PAPELERÍA.—MÚSICA.—ENCUADERNACION.
O'RIELLY NUMERO 54,
1881-
iff osé ¡¡¡rujillag ^fonagas.
hA SOCIEDAD, EL C BJJAEN Y LA P O L I C Í A ,

Decia ya hace más de tres siglos el célebre Montaigne, después de


haber viajado mucho tiempo por las más adelantadas naciones, que en
todas partes habia encontrado, y funcionando desde remotas épocas, la
horca y el hospital; prueba clara y evidente, según el gran filósofo francés,
de que en todos tiempos y países y bajo cualquier forma de gobierno que
la sociedad tenga establecida, se han de encontrar en ella seres perverti-
dos á quienes se debe contener por medio de severos castigos y seres des-
graciados que necesitan el amparo de la caridad pública. Dejando aparte
la cuestión de si puede haber ó no sociedades políticas ó naciones tan
perfectamente organizadas y tan sabiamente regidas, que no puedan
encontrarse en ellas criminales que castigar ni desgraciados que necesiten
socorros del público ni de particulares ricos; dejando aparte también cuáles
deben ser las condiciones y prescripciones de las leyes, hay que convenir
en la necesidad de jueces encargados de interpretarlas y aplicarlas, y en
que ni las leyes ni los jueces pueden servir de garantía á la Sociedad sin
el auxilio de los encargados de perseguir á l o s que, contraías prescripcio-
nes de la ley, perturban el orden social ó atentan contra las propiedades ó
las personas. Sin entrar en apreciaciones acerca de las causas que pue-
den influir más ó menos en que los que infringen las leyes y cometan crí-
menes sean más ó menos numerosos, es lo cierto que en todo pais bien
gobernado h a d e haber hoy una Policía bien organizada, dirigida por
hombres de clara inteligencia, que tengan á sus órdenes un personal idó-
neo y bastante numeroso para desempeñar los múltiples y delicados servi-
cios que debe prestar y que pueda responder de la tranquilidad pú-
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blica y de la seguridad y bienestar de los ciudadanos pacíficos y honrados.
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• I-
LOS CRBÍIMALES DE CUBA

Teniendo esto en cuenta, vamos á exponer cómo describe las condiciones


que debe reunir en estos tiempos un buen jefe de Policía, cómo debe estar
organizada, de qué facultades deben el jefe y sus agentes estar investidos,
y cómo se debe prestar el servicio, un escritor extranjero, considerado
como de los hombres más competentes para tratar de tan delicada
materia.
"Debe el jefe de la Policía observar las tramas de los enemigos del
Estado y descubrir sus tentativas, sin ningún poder extraordinario y bajo
el imperio de una ley que no permite las prisiones preventivas. El jefe
de Policía, lo mismo que todos los jefes de la Administración, debe velar
más bien que obrar, prescribir más bien que ejecutar, y aunque sus em-
pleados sean muchos y estén abrumados de trabajo, en el exterior y en los
servicios activos es donde el jefe debe maniíestar más cuidadosamente su
poder. Las oficinas conciertan las medidas que deben tomarse, dan el im-
pulso, recogen y comprueban los resultados, preparan, deliberan, organi-
zan: son el pensamiento y la inteligencia. Los servicios activos vigilan,
ejecutan, impiden; previenen, reprimen, en relación inmediata con los ciu -
dadanos; ocupan todos los puestos de dia y de noche: son los ojos y los
brazos de la Administración: pero en la multitud de deberes que tienen
que cumplir, el papel de instrumento pasivo y mudo no bastaría, y su obe-
diencia tiene siempre necesidad de ser ilustrada por la reflexion y guiada
por el discernimiento."
"La administración de los servicios, dice el mismo autor más adelante,
es fuerte y poderosa. Todos los agentes dependen exclusivamente del
jefe, quien puede destituir aquellos cuyo nombramiento le compete, y
suspender á todos, arreglar sus sueldos y disponer de ellos con entera
libertad."
"Para el cumplimiento de sus funciones, el jefe de la Policía está
investido de dos derechos importantes, y que son como la base y el com-
plemento de su autoridad: dicta reglamentos que tienen fuerza de ley, en-
trega á los que contuvieren á ellos y tiene derecho de mandar detener al
presunto criminal ó delincuente."
Los precedentes párrafos, copiados de un escritor extranjero, que
está reputado en Europa como hombre de conocimientos especiales en el
ramo, no tan sólo nos demuestran la importancia que se dá á la Policía en
las naciones más adelantadas y mejor organizadas, sino que pueden
darnos una idea clara de las raras cualidades que debe reunir un jefe que
de tan importantes facultades está investido; de su importancia y de la de
sus agentes y subalternos, para que un servicio tan complejo como impor-
tante resulte perfectamente desempeñado. El jefe debe escoger á los que
han de proporcionarle en secreto las noticias, los que han de ayudarle á
combinar los planes y los que se han de encargar de ejecutar sus órdenes.

p.
Y EL INSPECTOR TRUJILLO.

En estos últimos tiempos, al frente de la Policía de Inglaterra, Francia,


Alemania, España y los Estados Unidos se han visto hombres de raras
condiciones y que han dado pruebas de verdadero genio, por el modo con
que han desempeñado sus difíciles cargos: la inteligencia y sagacidad con
que la policía ha sabido descubrir y desbaratar los trabajos de los que en
algunos países conspiraban contra el Estado; la incansable perseverancia
con que ha seguido la pista á los que proyectaban un robo de importancia,
con el objeto de poderles echar mano en el acto de consumarlo, y la pers-
picacia con que han sabido sacar partido de algún indicio, al parecer in-
significante, para descubrir y capturar los autores y cómplices de un cri-
men, aunque todos fuesen al parecer personas honradas y respeta-
bles, han dejado á los pueblos asombrados y á los criminales aterrados.
Algunos de los funcionarios de Policía se han distinguido por el tino con
que han calculado quiénes podían ser los autores de las falsificaciones, de-
fraudaciones, estafas mas hábilmente verificadas, por sugetos entendidos,
y que habian tenido cuidado de que no quedara rastro del sendero por donde
se pudiera venir en conocimiento de los que tales delitos hubiesen perpe-
trado: éstos y aquellos funcionarios han merecido los más entusiastas elo-
gios del público y han sido espléndidamente recompensados por sus
respectivos gobiernos.
Aunque, como se ha dicho, en todos tiempos y países se han cometido
crímenes y ha sido necesario perseguir y castigar á los criminales, éstos
han pertenecido á clases distintas, y los medios de que se han valido para
atentar contra las personas y las propiedades han variado según las cos-
tumbres, los pueblos y las circunstancias. Por esto la Policía ha tenido
necesidad de variar su organización y sus procedimientos según lo han
exigido las evoluciones y los procedimientos de los criminales. Hoy, por
ejemplo, aunque desgraciadamente no dejan de cometerse robos y asesi-
natos en las carreteras y ferrocarriles; en las casas de campos y en las
quintas de recreo, por malhechores á mano armada y organizados en
cuadrilla, como lo prueban los cuerpos de Guardia Civil, Gendarmería,
Cazadores y otros de la misma clase, que han de mantener en activo ser-
vicio los Gobiernos de todas las naciones, para mantener el orden y ase-
gurar las propiedades y las vidas de los habitantes de los campos y de los
viajeros, es notorio que actualmente son más frecuentes que en otras
épocas cierta clase de delitos que se cometen en las grandes poblaciones
contra personas y contra propiedades, por medio de procedimientos que
en nada se parecen á los que emplean los malhechores organizados en
cuadrilla para robar á mano armada. Los envenenamientos y los asesi-
natos á domicilio, introduciéndose los criminales en las casas de los veci-
nos pacíficos por medio de llaves falsas ó con el auxilio de servidores
infieles; las falsificaciones, estafas y otros delitos de la misma índole, son
LOS CRIMINALES DE CUBA

hoy más frecuentes que en otras épocas; y esto en gran parte consiste en
que ha variado por completo el modo de ser de las sociedades: el movi-
miento mercantil, el crédito; el papel moneda; las sociedades anónimas;
las compañías de seguros de vidas y de establecimientos que pueden excitar
en las mujeres el deseo de enviudar, quedando con dinero, y en el hombre
el de cobrar por triplicado el valor de los efectos que se le quemen, facili-
tan á la gente pervertida en nuestros dias los medios de cometer crímenes
de cierta clase, que solo podrán ser descubiertos y sus autores castigados
en los países donde la Policía t é n g a l a organización que este mismo nuevo
modo de ser de las sociedades modernas ha hecho necesaria: esto no pue-
den desconocerlo en ningún pais los que han de nombrar á los jefes de la
Policía y proporcionarle el personal y los elementos que necesita para des-
empeñar bien su difícil cargo. Si se tiene en cuenta que los delitos de
cierta clase han de tener por autores y cómplices a personas de reconoci-
da inteligencia y de esmerada instrucción; que ocupan importantes posi-
ciones y tienen buenas relaciones en la sociedad; que desempeñan altos
cargos en las compañías y empresas, en los establecimientos de crédito,
en la banca, en el comercio y en la Administración pública; que tienen
fama de artistas distinguidos ó que son hombres de ciencia aventajados, se
comprenderá cuánta habilidad, cuánto tino, cuánto celo deben desplegar
los jefes y agentes de la Policía para descubrir los delitos cuando sus au-
tores pertenezcan á los indicadas clases. En estos tiempos se han visto
criminales que para consumar delitos de cierta índole han aprovechado los
últimos descubrimientos de las ciencias y de las artes.
Nadie puede desconocer le necesidad de conferir la dirección de la
Policía á personas que conozcan perfectamente el país y las costumbres de
sus habitantes y que hayan tenido la oportunidad de estudiar el modo de
vivir de las diversas clases de la sociedad y los vicios que en cada una de
ellas predominan. Deben los encargados de la policía conocer los pun-
tos donde se reúnen las gentes de mal vivir: las relaciones que personas
al parecer honradas pueden tener con otras de malos antecedentes;
debe la policía conocer los jefes que eligen á los ladrones y combinan los
robos y quiénes son los encubridores que se encargan de vender los efec-
tos robados. El jefe de policía y sus principales agentes deben saber
quiénes pueden ser los sujetos más á propósito para falsificar documentos
y para negociarlos; y hasta debe tener noticia de los cafés, fondas y paseos
públicos donde se alojan, se encuentran y se reúnen los criminales de
cierta clase para preparar sus negocios. Como es imposible que los falsi-
ficadores puedan consumar sus delitos sin que varios individuos de distin-
tas profesiones se pongan en contacto y queden de una vez acordadas las
funciones que debe desempeñar cada uno de los comprometidos, la policía
puede sacar gran partido del conocimiento de sujetos que se encargan de
Y EL INSPECTOR TRUJILLO.

poner en relaciones á los criminales de distintas profesiones, cobrando su


parte del botin y sin contraer compromisos serios. Para esto es necesario
que los agentes de policía conozcan bien el pais é inspiren confianza suficien-
te' á las personas honradas, para que les digan sin temor de ser descubier-
tos lo que sepan respecto á las relaciones y conferencias entre sugetos
sospechosos. Sin la confianza que en el jefe ó agente de policía han de
tener las personas honradas, cuya confianza no se conquista sino después
de haber dado pruebas repetidas de formalidad y de prudencia, la mitad
de los delitos que se cometan en una ciudad no podrán ser descubier-
tos ni castigados. Esto lo ha probado ya la experiencia en todos los paí-
ses; y por esto al tratarse de organizar una buena policía lo primero que
los gobiernos procuran es buscar jefes que á las altas condiciones de inte-
ligencia, valor y elevación de carácter que se necesitan para ejercer dig-
namente tan elevado cargo, conozcan además el país y sus habitantes;
tengan relaciones íntimas con gentes de todas condiciones y clases y hayan
conquistado suficiente nombre para imponer temor á los perversos y para
inspirar ciega confianza á las personas honradas.
II.

LA POLICÍA DE LCUuB A EN L O PASADO,

En la Isla de Cuba, como en todas partes, se han cometido siempre,


como se cometen ahora, delitos y crímenes contra las personas y contra
las propiedades. En Cuba, como en todos los demás países, nunca han
faltado gentes corrompidas y perversas, de todas clases y condiciones?
dispuestas á cometer crímenes por inclinación, por interés, por satisfacer
malas pasiones ó por el deseo de vengar verdaderos ó supuestos agravios-
Nadie ignora que en la mayor de las Antillas Españolas, á pesar de en-
contrarse la sociedad en estado floreciente y de estar aumentando con
asombrosa rapidez el bienestar general, la población y la riqueza particular
y pública, hubo una época en que el número de crímenes y de criminales
aumentó de una manera extraordinaria; habiendo llegado la audacia de las
gentes de mal vivir hasta el extremo de convertir las calles de las más
importantes poblaciones en teatro de escenas sangrientas: los propietarios
del campo y los habitantes de las ciudades estaban asustados: los crimina-
les de distintas razas al parecer habian perdido el miedo d la justicia, como
vulgarmente se decia entonces; y lo mismo exigían dinero á los hacenda-
dos, amenazándoles con pegar fuego á los cañaverales ó á los edificios si
se negaban á dárselo, como se apoderaban de cuanto habia en las tiendas
y almacenes del campo ó asaltaban á los cobradores de las casas de co-
mercio en las calles más concurridas de la capital de la Isla. Sea porque
los encargados de perseguir á los malhechores desplegasen poca actividad;
sea que la policía estuviera á cargo de sugetos poco idóneos para desem-
peñar sus difíciles cargos, ó sea que cuando los criminales caian en poder
de la justicia, al momento encontraban defensores hábiles y protectores
influyentes para salvarles, lo cierto es que salían pronto en libertad por
IO LOS CRIMINALES DE CUBA

no habérseles podido probar nada ó por haberse escapado de los carcele-


ros ó del presidio. No son pocas las personas que viven todavía y recuer-
perfectamente lo que pasaba en la Habana, en las demás poblaciones y
en los campos de Cuba antes que llegara el General Tacón á encargarse
del Gobierno Superior de esta Isla. ¿Quién ignora que en pleno dia y en
las calles más concurridas de la Habana eran muy frecuentes los robos y
los asesinatos? ¿Quién no sabe que en aquellos tiempos los criminales más
conocidos y más temidos, cuando caian en manos d é l o s agentes d é l a
Autoridad, permanecían pocos dias en la cárcel? ¿No es notorio que los
criminales sacados de la cárcel por secretos protectores, lo primero que
hacían al verse libres, era vengarse de los que habian declarado contra
ellos, y hasta de los agentes de la Autoridad que se habian atrevido d
echarles mano? El General Tacón, hombre inteligente y enérgico, al ver
tantos escándalos y deseando devolver la tranquilidad de ánimo á las per-
sonas honradas y pacíficas que vivían en continuo sobresalto, tomó acerta-
das disposiciones; escogió algunos hombres de valor y de toda confianza,
dándoles las instrucciones que consideró convenientes y oportunas para
perseguir álos ladrones y asesinos de las ciudades y á los bandoleros é in-
cendiarios de los campos; procuró que los que cayeran en poder de la jus-
ticia no salieran tan fácilmente sin castigo como antes de su llegada á la Is-
la; y estas prontas y acertadas medidas dieron tan buenos resultados
prácticos, que al cabo de pocos meses la situación del país habia cambiado
por completo y con gran satisfacción de todas las personas pacíficas y
honradas.
Gracias al buen tino con que el General D. Miguel Tacón puso fin á
los escándalos y abusos inveterados, castigando á tiempo y como merecían
los criminales que cayeron en manos de la justicia, transcurrieron largos
años sin que en la Isla de Cuba, en proporción al número de habitantes y
á la extension de territorio, fuese el número de delitos tan grande como
en otros países de América y de Europa; á pesar del rápido aumento de
la población estable y flotante de distintas razas entre sí poco afines, á pe-
sar de haberse relajado bastante las antiguas buenas costumbres, y á pesar
de haberse desarrollado algunos vicios, como el del juego, de una manera
lamentable. ¡Por desgracia se aproximaban para la Isla de Cuba dias de
prueba! ¡Una revolución y diez años de guerra bastan y sobran en todos
los países para aumentar el número de las gentes de mal vivir, de las que
salen la mayor parte de los criminales!
Prescindiendo de estas y otras causas que pueden haber contribuido
más ó menos en el aumento de los delitos que se cometen en la Isla de
Cuba en estos últimos tiempos, ¿no es bien sabido que en la Habana hace
tiempo que no se ha castigado á nadie con pena de muerte? ¿No es bien
sabido que se han cometido homicidios y que sus autores han sido cap tu-
Y EL INSPECTOR TRUJILLO.

rados? ¿No es cierto que para gentes de ciertas clases y condiciones, fuera
de la pena de muerte, no hay otras que les inspiren serios temores? ¿Quién
ignora que en la Isla, de Cuba tenemos mucho que desear respecto á la
organización del servicio de cárceles y presidios? ¿No es un hecho que en
la mayor parte de las jurisdicciones de la Isla el criminal qne puede pro-
porcionarse un caballo y conoce bien el terreno, se puede burlar^por mucho
tiempo de los encargados de perseguirle? Todo esto es bien sabido, y sin
embargo, á pesar de estas desfavorables circunstancias; á pesar de la diver-
sidad de razas que tenemos en el país; á pesar de lo poco que sienten al-
gunas clases el vivir en las cárceles y presidios, y apesar de carecer mu-
chos hombres de los lazos de familia, que siempre contienen las malas p a -
siones, moralizan y suavizan las costumbres y sirven de freno á las gentes
de todas las condiciones de la sociedad, sin distinción, es un hecho fácil de
probar que en proporción del número de habitantes en la Isla de Cuba no se
cometen tantos crímenes como en otros países, donde hay menos diversidad
de razas y donde las circunstancias no son tan favorables para los crimi-
nales de cierta clase. El temor saludable que todavía inspira la justicia
entre determinadas gentes, contribuye mucho á contenerlos: los buenos
servicios que hace tiempo viene prestando en los campos la benemérita
Guardia Civil, y las mejoras que en estos últimos tiempos ha recibido la
organización de la Policía de la Isla, entre cuyos funcionarios algunos han
probado con hechos que poseen las grandes condiciones que se necesitan
para el buen desempeño de sus difíciles cargos, han contribuido más que
todo á que en estos tiempos de perturbación la, sociedad no haya tenido
que lamentar mayores males. Y aquí es del caso advertir que, si muchos
criminales salen absueltos de las cárceles, porque los jueces no han podido
encontrar las pruebas necesarias para imponerles pena; si nadie quiere de-
clarar contra los delincuentes, aun cuando hayan visto cometer el delito; si
los penados cumplen pronto sus condenas y salen de los presidios con ins-
, tintos é intenciones peores que los que les impulsaron antes á cometer los
anteriores crímenes, y si parte de los condenados consiguen escaparse, no
se pueden achacar estos males á la benemérita Guardia Civil ni á la Policía,
que están desempeñando con celo y actividad el servicio, puesto que pro-
curan y consiguen en los más de los casos, prender á los criminales y en-
tregarlos á los Tribunales de Justicia.
Según se ha indicado antes, en Cuba, como en los países muy ade-
lantados, se cometen muchos delitos contra propiedades y hasta contra
personas por medio de combinaciones más ó menos hábiles, en las que
toman parte varios individuos: la afición al lujo y á los goces materiales
de la vida; los gustos y caprichos dispendiosos de gentes de todas condi-
ciones y clases; las pasiones desordenadas, fruto de la desidia de los padres
y de la falta de creencias religiosas; la pasión por el juego y otras que
12 LOS CRIMINALES DE CUBA

exigen grandes gastos, que no se pueden satisfacer con el producto de


trabajo honrado, ni con el modesto sueldo de un empleado público ó de
empresa particular, ni con la escasa renta de un pequeño propietario, que
no quiere vivir en el campo, sino en las grandes poblaciones, con el fin de
divertirse, ponen en contacto hombres de distintas procedencias; pero to-
dos dominados por un mismo sentimiento y no pocas veces se reúnen y
se conciertan para emprender de mancomún algo que ha de dar por re-
saltado la desgracia y la deshonra. Del notorio desnivel entre los recursos
y los gastos de ciertas familias é individuos, que no pueden moderar su
ambición ni contener sus malas pasiones, proceden el descrédito de muje-
res desgraciadas, y la mayor parte de los delitos de muchos hombres jó-
venes y de reconocido mérito, que emplean los conocimientos adquiridos
en los colegios y universidades y el talento que Dios les ha dado para co-
meter un crimen, ¡No pocas veces se emplean para el robo y el asesinato,
para las falsificaciones y estafas, para encubrir desfalcos y defraudaciones
los conocimienios adquiridos en la química y en la física, en la contabili-
dad, en las artes mecánicas y en la caligrafía!
Cuando los criminales pueden valerse, y se valen con frecuencia, de
los últimos inventos de las ciencias y de las artes, ¿no es necesario que
los encargados de descubrir los delitos y de prender á los delincuentes
tengan condiciones que no necesitaban los agentes de Policía hace medio
siglo? En Cuba, quizás más que en otra parte, esta necesidad se hace sen-
tir de una manera más sensible.
III.

S E R V I C I O ACTUAL D E LA POLICÍA.

Habiendo observado ya que actualmente son más frecuentes que en


épocas anteriores los delitos contra la propiedad, perpetrados muchos de
ellos por sujetos de talento é instrucción esmerada, y valiéndose de sus
conocimientos de las ciencias y las artes, hemos de ver si la Policía de la
isla de Cuba, tal como está organizada actualmente, está prestando los
buenos servicios que el público y las autoridades tienen derecho á exigir
de sus jefes y subalternos. Debemos ante todo observar, como ya se ha
indicado, que merece llamar la atención el gran número de delitos de los
que, como se ha dicho, se cometen en las grandes ciudades, han sido
oportunamente descubiertos y no pocos de sus autores y cómplices redu-
cidos á prisión, aunque hubiesen tomadb grandes precauciones para dejar
burladas las pesquisas de los agentes de policía. Y cumple á nuestro de-
ber observar aquí, que una buena parte de los títulos, billetes y otros do-
cumentos falsos que se han descubierto y recogido, habian sido confeccio-
nados en país extranjero, valiéndose los falsificadores de la facilidad con que
puede introducirse todo por cualquiera de los puertos de la Isla, y porque
han preferido siempre hacer los trabajos más difíciles y largos fuera de Cu-
ba. Por último, debemos llamar la atención del público y de las autoridades
acerca de la facilidad que ofrece á los delincuentes para burlarse de sus
perseguidores, el gran número de buques de distintos portes y de todas
nacionalidades que salen de los puertos de la Isla de Cuba para los del
extranjero inmediatos y distantes; por cuya circunstancia el que tiene ne-
cesidad de embarcarse clandestinamente puede hacerlo de noche y de dia,
aprovechándose de toda clase de buques, desde el pequeño vivero y el
pailebote que van á los cayos inmediatos hasta los más grandes vapores
¡
P. M J P I
14 LOS CRIMINALES DÉ CUBA

que salen con un gran número de pasajeros á bordo, entre los que puede
fácilmente confundirse, ocultarse y pasar cualquier delincuente, para
puertos de Europa, de los Estados Unidos, de las Antillas extranjeras y
de la República de Méjico: á pesar de todas estas circunstancias que tanto
favorecen á los que tratan de escaparse, la policía de Cuba consigue con
mucha frecuencia apoderarse, al embarcarse ó después de embarcados ya,
de muchos criminales á quienes buscara en vano desde que habian perpe-
trado el crimen. Por lo que toca á los que no quieren salir de la Isla, des-
pués de haber cometido un delito cualquiera, contando que no serán
descubiertos, ó bien que si no los ven, nadie se acordará de perseguirlos, ya
se sabe con qué facilidad cualquier individuo, con nombre verdadero ó
supuesto, puede proporcionarse una cédula de vecindad, con cuyo docu-
i
mento se puede trasladar libremente de una á otra provincia de la Isla.
Por desgracia, como se ha dicho también, no ha bastado que la Poli-
cía de la Isla haya reducido á prisión muchos criminales para que el cas-
tigo de estos haya dado los buenos resultados que siempre produce el
escarmiento: no tan sólo por falta de pruebas materiales y por no haber
querido declarar nadie han quedado libres muchos delincuentes, sino que
en las causas que se han seguido por desfalcos, defraudaciones y alza-
mientos, como por lo regular los autores y cómplices han sido personas
entendidas, que lo han sabido preparar bien todo y que han tenido hábi-
les abogados por defensores, casi siempre han conseguido que toda la
culpa recayera sobre algún prófugo ó algún muerto. De estas habilidades
de los que saben defender y defenderse, que hoy abundan en todos los
países donde han de juzgarse grandes banqueros, administradores de so-
ciedades anónimas y de establecimientos de crédito ó funcionarios públi-
cos, no debe ni puede ser responsable la policía de ningún país y menos
la de la Isla de Cuba.
Preciso es reconocer que en estos últimos años la organización del
personal ha recibido notables mejoras en su organización y reglamentación
y que se ha procurado proporcionar á los empleados del ramo les medios
de que se ha podido disponer para desempeñar mejor su servicio. La
fuerza pública, que de noche y de dia debe atender á la seguridad de las
poblaciones, está mejor dispuesta que en otros tiempos, y se ha escogido
su personal entre los hombres que con mejores notas han servido en los
cuerpos del ejército. Sin embargo, es preciso reconocer que á pesar de
estas mejoras en la organización y del aumento de la fuerza armada que
tiene á su cargo el servicio, ele Orden Público, no posee aún la policía de
la Isla de Cuba el personal y los elementos que necesita para desempeñar
su delicado servicio ni cuentan sus jefes con los recursos necesarios para
atender á los gastos que en estos tiempos se necesitan hacer en determina-
dos casos, para impedir la perpetración de grandes delitos ó capturar á los

IL
Y EL INSPECTOR TRUJILLO. 15

criminales que reclaman los tribunales de justicia. Si se ha de seguir la pista


á sujetos sospechosos; si se ha de averiguar si son ciertas las noticias que
haya recibido el Gobierno respecto á trabajos secretos de perturbadores
del orden 6 de sociedades de mala gente; si se han de tomar medidas pa-
ra coger infraganti á los ladrones; si se han de vigilar casas é individuos
con el objeto de saber dónde tienen los falsificadores sus talleres y labora-
torios, con planchas, materiales y líquidos, es necesario invertir respetables
sumas en agentes secretos, en alquileres de habitaciones y en compra de
trajes para las personas que tengan necesidad de vestirse de una manera
determinada. Es necesario que la policía pueda gastar cantidades respe-
tables en viajes de comisionados, que en sus expediciones con frecuencia
han de tomar pasaje de primera clase en los trenes de los ferro-carriles y
en los vapores; que deben alojarse en las mejores fondas y frecuentar los
cafés y los teatres, no con el carácter de agentes de la policía, sino como
caballeros particulares, que por casualidad conoceny se ponen en relaciones
y conquistan la confianza de las personas que pueden ayudarles á descu-
brir los criminales y hasta con los criminales mismos. Esto no ha podido
verificarlo la Policía de Cuba, como la de otros países, por la escasez de
recursos, pues ya se sabe que son pocos los que están consignados para
este ramo de servicio público; cuando vemos con frecuencia á los agentes
secretos de la policía de otros países, que siguen en sus largos viajes por
mar y por tierra desde América á Europa y viceversa á los hombres sos-
pechosos, hasta que logran asegurarse de que son, en efecto, autores de
las falsificaciones, estafas, robos ú otros delitos cometidos en sus respecti-
vos países.
Sin embargo de estas dificultades, cuyo origen está en la situación
del Tesoro y en el mecanismo de la Administración de la Isla, y de otras
que, como es sabido, proceden de la diversidad de clases y de razas; de las
costumbres de ciertas gentes y de las condiciones de esta sociedad tan po-
co dispuesta á facilitar el descubrimiento de los delitos de cierta clase y
de prestar auxilio á los agentes de la Autoridad en ciertos casos, la poli-
cía de la Isla de Cuba,"durante la pasada guerra y después de terminada,
ha podido prestar al país muchos y muy importantes servicios.
Después de haber observado lo que en Cuba ha sucedido en estos
últimos años; después de haber meditado acerca de lo que ha pasado en
otras épocas y de lo que aquí se ha visto, se habrá de convenir en que con
menos celo, menos actividad y menos inteligencia de parte de los emplea-
dos en el importante ramo de la Administración, que tiene á su cargo la
seguridad pública, atendiendo á las circunstancias que hemos atravesado
y estamos atravesando todavía y al aumento que con la guerra y la trans-
formación política y social que se ha verificado en la Isla de Cuba han te-
nido las clases faltas de instrucción y de lazos de familia, pudiera haber
i6 LOS CRIMINALES DE CUBA

llegado esta sociedad á una situación idéntica, si no peor, á la que, á pesar


de su creciente prosperidad y riqueza, estaba atravesando cuando D. Mi-
guel Tacón fué nombrado Gobernador y Capitán General de esta Isla.
Para probar que esta opinion tiene sólido fundamento, basta recordar
que los malhechores habian ensayado ya el sistema de asaltar á personas
indefensas en pleno dia y en las calles de la Habana, y el de organizarse
en cuadrillas para ejercer sus fechorías en los campos. Pero en las pobla-
ciones se han encontrado con unaPolicía mejor organizada que la de 1833,
y en los campos han tenido que habérselas con la benemérita Guardia Ci-
vil, que no los ha dejado descansar de dia ni de noche, hasta que ha conse-
guido acabar con ellos.
Para que se comprenda lo que la Policía de la Isla ha hecho en estos
últimos años en favor de la pública seguridad, nos bastará reseñar los de-
litos que ha descubierto y los delincuentes que ha conseguido reducir á
prisión el actual Inspector del Tercer Distrito de esta Capital, D . José
Trujillo y Monagas, de acuerdo con sus jefes y auxiliado por los subalter-
nos é individuos de la fuerza pública que ha considerado necesarios para
asegurar el éxito de sus peligrosas empresas. Las pruebas de actividad,
celo é inteligencia que ha dado el Inspector Trujillo en el desempeño de
sus funciones, le han valido un renombreque hasta ahora no ha alcanza-
do ningún otro funcionario del ramo: esto y el dese'o de hacer algunas ob
servaciones respecto á la sociedad de la Isla de Cuba, de las clases en que
está dividida, las costumbres de cada una de ellas y los vicios que más se
han desarrollado en estos últimos tiempos, nos han impulsado á emprender
este trabajo, que quizás en algo podrá contribuir á contener á los crimina-
les, estimular á los buenos servidores del Estado, mejorar las costumbres
I
y estirpar los abusos.
Antes de empezar la reseña de los delitos descubiertos y de los de-
lincuentes capturados por el actual Inspector del Tercer Distrito de la
Habana, bueno será poner en conocimiento del lector los antecedentes
que tenia cuando fué empleado por vez primera en la Policía.

M—m
IV.

A N T E C E D E N T E S D E L INSPECTOR TRUJILLO,

Don José Trujillo y Monagas, según consta en su Hoja de Servicios


que tenemos á la vista, nació en la ciudad de las Palmas de la Gran Ca-
naria el dia 8 de Marzo del año de 1841, siendo sus padres D. Pedro y
Doña María Antonia. Después de haberse educado en la escuela de
primera enseñanza de D. Pedro Alfonso con notable aprovechamiento, se
matriculó para hacer su curso de filosofía en el Colegio *de los P. P. Je-
suítas de la misma ciudad de las Palmas, donde estudió dando pruebas de
su buen talento. Su padre, que durante la epidemia del Cólera que asoló
la Gran Canaria, habiendo muerto gran número de médicos y desapare-
cido otros, se había quedado solo en el Hospital de San Martin de la
ciudad de las Palmas, cuidando á los coléricos, por lo que habia merecido
la estimación del público y la condecoración de la Cruz de la Orden de la
Beneficencia con que le honró el Gobierno de S. M. llamó después á su
lado á D. José y lo tuvo de practicante en el mismo Hospital: con el autor
de sus dias aprendió el joven Trujillo á observar, vijilar y desafiar los pe-
ligros. Con la práctica que habia adquirido al lado de su padre Don
José Trujillo, en el año de i860 pudo ingresar en el Cuerpo de Sanidad
Militar de la Isla de Cuba, y fué destinado al Hospital de Trinidad en
aquel mismo año, como practicante de segunda clase.
En 1861, con motivo de la anexión á España de Santo Domingo,
fué destinado como practicante de primera clase á la vecina isla. Ascen-
dido despuen á Aparatista, recibió la orden de pasar á las Matas de Far-
fan á establecer un Hospital, quedándose al frente del mismo como encar-
gado de la asistencia médica. En el año de 1862 pasó Trujillo á prestar
servicio á la provincia de Azua, y desde allí fué destinado al Hospital de
la ciudad de Santo Domingo. Un año después pasó á Santiago de los
3
i8 LOS CRIMIMALES DE CUBA

Caballeros, y con motivo de la revolución de Febrero, que fué sofocada,


hubo de pasar á encargarse del Hospital de Guayubin y después del de
Sabaneta.
En esta población se encontraba cuando en el mes de Agosto del
año de 1863 estalló la insurrección en la anexada tierra de Santo Domin-
go. El General Hungría que con una pequeña fuerza se refugió en el
pueblo de Sabaneta, en aquellos momentos de apuro nombró á Trujillo su
Secretario. No pudiendo permanecer en aquel punto aislado y con tan
reducidas fuerzas, el intrépido Hungría se vio en la dura necesidad de
abandonar á Sabaneta y trató de incorporarse al batallón de San Quintín
que, según sus noticias, debía estar en la frontera del Oeste.
E r a el General Hungría un militar de valor y conocía á palmos el
terreno: tenia por costumbre, cada vez que habia de atacar al enemigo,
ponerse al frente de los soldados, fuesen pocos ó muchos y embestir á los
contrarios á fin de que las tropas imitaran su ejemplo. Con un gefe de
tales condiciones y en aquella guerra de montaña y en las circunstancias
en que se encontraban aquel pelotón de españoles, el nuevo Secretario
de campaña, que debía estar y estaba siempre al lado del gefe, si es que
tenia miedo á los peligros debia dejarlo pronto por aquellos ásperos sen-
deros del centro de la Isla de Santo Domingo. Es verdad que Trujillo solo
contaba entonces veinte y dos años de edad y habia dado pruebas de tener
el alma templada y el cuerpo acostumbrado á las privaciones y á las fati-
gas. Al llegar á las inmediaciones de Dajabon, punto fronterizo donde el
General Hungría habia contado que estaría aun el batallón de San Quin-
tín, supieron que habiendo atravesado la frontera y penetrado en el terri-
torio de Haiti, se habia embarcado en uno de sus pequeños puertos.
Terrible era la situación en que se encontraba aquella pequeña fuerza, que
solo constaba de sesenta soldados veteranos y algunos voluntarios que les
habian seguido desde Sabaneta porque querían permanecer- fieles á Es-
paña. El intrépido Hungría se encontraba en la dura alternativa de pe-
netrar en el territorio de Haití, donde á no dudarlo se vería obligado,
teniendo tan pocas fuerzas y no pudiendo embarcarse á deponer las armas,
ó emprender una marcha de treinta leguas por un territorio ocupado por
los enemigos, á fin de reunirse con los españoles que guarnecían la ciudad
de Santiago de los Caballeros. Era necesario tomar pronto uno de los
dos partidos: no habia tiempo que perder y Hungría se decidió por atra-
vesar por entre los dominicanos, abiendose paso ó morir con sus valientes
soldados si no podia llegar á la ciudad que ocupaban los españoles.
Tomada esta resolución, se puso al frente de los sesenta soldados y
de los voluntarios y emprendieron la marcha colocándose el Secretario
Trujillo al frente al lado del valiente gefe. A los pocos minutos de estar
marchando y cuando llegaban á la cumbre de una montaña, la pequeña
Y EL INSPECTOR TRUJILLO. 19

columna recibió la primera descarga del enemigo, que estaba apostado en


posiciones excelentes. Desde entonces fué necesario abrirse paso á la
fuerza, peleando durante once horas y avanzando lentamente por aquel
terreno montuoso y sufriendo sensibles pérdidas: los enemigos perdieron
muchos hombres y entre ellos tres cabecillas de los revolucionarios y
fueron sucesivamente desalojado de todos los puntos, donde intentaron
cerrar el paso á los pocos pero denodados españoles. Viendo la resolu-
ción con que éstos atacaban, los dominicanos que continuaban perdiendo
gente y que estaban cansados después de once horas de continua lucha,
se limitaron á seguir de cerca á la pequeña columna y á tirotearla de bas-
tante lejos, Al llegar á San José de las Matas, los intrépidos defensores
de la bandera española, diezmados y muertos de hambre y de fatiga se
encontraron con otras fuerzas enemigas, mandadas por el general Megia.
Aprovechándose éste de la triste situación en que los leales se encontraban
discurrió el modo de poderse apoderar de ellos mas fácilmente. Empezó
por ofrecer al intrépido Hungría, que, estaba dispuesto á dejarle descansar
y á proporcionarle los víveres que necesitase, pero después añadió que era
preciso que antes depusiesen sus soldados las armas. Al mismo tiempo
Megia hizo presente al gefe de los fatigados españoles que era inútil que
pensara en continuar su marcha hacia Santiago de los Caballeros, puesto
que los españoles que habia allí de guarnición estaban sitiados por mas
de tres mil dominicanos, cuyas líneas no podría atravesar con tan poca
gente; dado el caso que aquella ciudad no hubiese caido ya en poder de
los revolucionarios. Hungría contestaba á estas y otras observaciones de
su adversario con evasivas, procurando ganar tiempo: entonces Trujillo le
propuso un golpe atrevido; le dijo que aprovechándose de la oscuridad de
la noche, el solo, con un buen caballo podría llegar á Santiago de los Ca-
balleros, y que con tal que la pequeña columna pudiese resistir algunas
horas, el gefe de la guarnición podría destacar algunas fuerzas para facili-
tar el paso de los restos de los soldados y voluntarios que habian salido
de Sabaneta. El General Hungría no quiso aceptar el generoso sacrifi-
cio de su joven Secretario; manifestándole sin rodeos que su intención era
proporcionar alimento y algunas horas de descanso á los soldados y que
después pensaba burlar la vigilancia de sus enemigos, aprovechando el
resto de la noche y penetrar luego en la ciudad sitiada atravesando las
líneas de los sitiadores. Efectivamente, después de haber descansado
algunas horas, Hungría y sus valientes soldados salieron de San José de
las Matas guardando el más profundo silencio, aprovechando el resto de
la noche, atravesaron por entre los enemigos sin ser sentidos. Al fin
después de haber vencido toda clase de dificultades y después de haber
perdido una buena parte de sus intrépidos soldados, el General Hungría
consiguió reunirse con los españoles que defendían la ciudad de Santiago
rats

20 LOS CRIMINALES DÉ CUBA

de los Caballeros, como se habia propuesto al encontrarse en la frontera


de Haití solo y con tan reducida fuerza. El General Hungría tributó los
más entusiastas elogios á su su joven Secretario, diciendo en sus partes y
relaciones que D. José Trujillo, durante aquellas largas y peligrosas mar-
chas, tan pronto asistía á los heridos en el mismo campo, como ponién-
dose al frente de unos cuantos soldados, daba una carga al enemigo para
desalojarle de las posiciones que • ocupaba é impedir la marcha de la
columna.
Las fuerzas de los dominicanos que sitiaban á los españoles en la
ciudad de Santiago de los Caballeros se aumentaban todos los dias: el
Comandante General, que apenas podia contar con setecientos hombres
en aptitud de prestar servicio, se vio en la necesidad de dejar abandonada
la pobiacion y reconcentrar sus tropas en el fuerte de San Luis; aunque es-
taba desmantelado y de no poder proporcionarse agua ni víveres. Aquellas
tropas, careciendo de todo, se veían obligadas á pelear de dia y de noche
contra un enemigo que contaba que no podia tardar en rendirse. Viendo
que habia pasado ya una semana y que los españoles en vez de rendirse
peleaban siempre con el mismo brío, los dominicanos estaban furiosos:
resueltos á apoderarse del destrozado fuerte, si es que el nombre de fuerte
merecía, determinaron incendiar aquella antigua ciudad, contando que
favorecidos por las llamas y el humo podrían vencer mas fácilmen-
te á los españoles del fuerte reducidos á la última miseria. ¡ Todo
cuando hicieron los enemigos .fué en vano! ¡A pesar del incendio y de la
falta de víveres y de agua, aquellos hombres no se rendían! ¡Y habian
los dominicanos reunido más de cinco mil hombres al rededor de Santiago
de los Caballeros! Entre aquellos decididos defensores del fuerte de San
Luis se distinguía Don José Trujillo por su valor é inteligencia, y á pesar
de que solo contaba veinte y tres años de edad, habia conquistado a l a vez
el cariño y la admiración de aquellos españoles que habian jurado morir en
aquel aislado fuerte del centro de Santo Domingo. ¡Por fortuna quiso la
Divina Providencia que los intrépidos y sufridos defensores de Santiago
de los Caballeros no cayesen en poder de los exasperados enemigos!
Poco después del incendio de la ciudad y de haber dado un infructuoso
ataque al fuerte, los enemigos reunieron todas sus fuerzas y tomaron posi-
ciones: los españoles pudieron hacer salidas y desde la ciudad oyeron un
ruido sordo, como de lejanos truenos: pronto distinguieron las detonacio-
nes de la artillería y las descargas de la fusilería y no dudaron que era
socorro de tropas españolas que les venia de la parte de la costa del
Norte. Así era en efecto: una columna de tropas desembarcadas en
Puerto Plata se batía ya con los sitiadores de Santiago de los Caballeros
á poca distancia de los sitiados. En aquellos momentos, considerando
estos que debían mandar á recoger los heridos de los españoles que avan-
!

lm
ESOS

Y EL INSPECTOR TRUJILLO. 21

zaban, obligando al enemigo á batirse en retirada, Trujillo fué el encar-


gado de esta delicada comisión: trasladóse al campo de batalla con los
hombres que consideró necesarios, y encontraron más de doscientos muer-
tos, heridos y asfixiados por el humo; teniendo la dicha de poder paestar
auxilio á todos los desgraciados que lo necesitaban, mucho antes que lle-
garan los medicos de la columna, y sin que le arredrase el fuego del ene-
migo que batiéndose en retirada cruzaba el campo en varias direcciones.
El dia 13 de Setiembre de 1863 el Brigadier Buceta se vio en la
triste necesidad de abandonar la ciudad de Santiago de los Caballeros y
de dejar en ella mas de doscientos heridos y enfermos. Don José Tru-
jillo y Monagas recibió la orden de quedarse al frente del Hospital y al
cuidado de aquellos infelices, bajo el mando del Gefe de Sanidad Militar
D . Eusebio Gaston. ¡Triste era la situación de Trujillo! Pero ¿cómo
podia negarse á aceptar un puesto de confianza y de gran peligro? Aceptó
sin vacilar el honroso cargo; aunque contaba que le habia de ser difícil
salvar la vida! Sin detenerse un instante, se trasladó á la Iglesia que
servia de Hospital á l o s enfermos y heridos, cuando ya el enemigo encar-
nizado habia mandado que se abriese una gran fosa para enterrar en ella
los prisioneros sentenciados á morir á machetazos, porque la pólvora estaba
escasa y no querían malgastarla en fusilar españoles teniendo buenos ma-
chetes. Quizá aquellas terribles amenazas tenían por objeto asustar álos
prisioneros, áfin de que tomasen partido con los revolucionarios;-pero los
que saben como se hace la guerra en ciertos países y como se exaltan las
pasiones en tiempos de revolución y de lucha civil; teniendo presente ade-
mas que los dominicanos, exasperados por los golpes que habian recibido,
según el autor de la relación que tenemos á la vista, estaban en extremo
encarnizados, los infelices que se veian así amenazados, tenían razón de
sobra para considerarse en gran peligro. En cuanto á Trujillo no tan sólo
le ofrecieron conservarle la vida, sino darle el grado de coronel y un mando
importante si abrazábala causa de los enemigos de España. ¡Como ha-
bian rechazado las promesas y los ofrecimientos, Trujillo y sus compañeros
de desgracia esperaban resignados la hora de la egecucion de la terrible
sentencia! Por dicha suya llegó á Santiago de los Caballeros el Presi-
dente José A. Salcedo que se impuso á todos los exaltados, diciendo: Que
no consentiría nunca que se derramase más sangre que la que por necesidad
hubiese de correr en los campos de batalla, A este generoso proceder de
un enemigo mas noble y humano que sus compañeros, Trujillo y los infor-
tunados heridos y prisioneros españoles debieron entonces la vida.
Durante veinte y tres meses permaneció el joven prisionero en poder
de los enemigos de España, arrostrando de continuo grandes peligros
y sufriendo miserias y hambre: siguiendo la instrucciones que pudo darle
el entonces coronel y hoy general D. José M. Velazco y Postigo, que
5-5*3

LOS CRIMINALES DE CUBA

también estaba prisionero, Trujillo se entendía secretamente con muchos


de los dominicanos leales, que esperaban la oportunidad de levantarse
contra el gobierno que habian nombrado los revolucionarios y volver á
enarbolar la bandera española. Por haberse descubierto algo de esos
tratos, Trujillo estuvo varias veces á punto de ser fusilado. El Ministro
de los insurrecto D. Gregorio Luperon pidió terminantemente la cabeza
del joven Trujillo, diciendo en pleno consejo que mientras no se fusilara al
joven audaz la revolución no podría triunfar por completo. Opusiéronse
al fusilamiento de Trujillo algunos de los gefes, y entre ellos D. Pedro
A. Pimentel; pero no pudieron evitar que fuese trasladado sucesivamente
en los calabozos de Sabaneta, de San José de las Matas y últimamente
en los de Jánina.
Al fin después de veinte y tres meses de tan penoso cautiverio y
habiéndose retirado ya las tropas españolas de Santo Domingo, Trujillo
fué trasladado á la capital, y allí fué canjeado por seis señoras de apellido
Travieso, embarcándole luego para Santiago de Cuba en la goleta de
guerra "Guadiana;" donde llegó tan enfermo y estenuado que para poder
atender á su curación se vio en el caso de pedir su separación del servi-
cio, justamente cuando por la Orden General dada en Santo Domingo
antes de embarcerse las tropas, se le habia concedido el grado de Sub-
ayudante de Sanidad Militar, y en virtud del expediente que se formó
respecto á la conducta observada por los prisioneros, habia sido condeco-
rado con la medalla de Sufrimiento por la patria. En el estado en que
estaba conocía bien que no podría recobrar la salud y las fuerzas perdidas
sino con el auxilio y los asiduos cuidados de la familia.
Mas de un año estuvo Trujillo en lamentable estado de salud, por
fortuna la edad, la tranquilidad de espíritu y el buen cuidado triunfaron
de las enfermedades contraidas en una campaña de cuatro años, en la que
tanto habia sufrido de cuerpo y de espíritu. Al fin en 1866 encontrándose
ya en el caso de poder prestar servicio, pidió y obtuvo el empleo de Ce-
lador de Policía del barrio de San Francisco, en la capital de la Isla
de Cuba.
Habiendo cumplido siempre sus deberes fielmente y con celo en el
Cuerpo de Sanidad Militar; después de haber dado tantas pruebas de va-
lor, inteligencia y patriotismo, y después de haber recobrado la perdida
salud á costa de su familia, Don José Trujillo y Monagas entraba en el
Cuerpo de Policía, no por la puerta del favor y de las recomendaciones,
sino en virtud de servicios bien comprobados y de méritos contraidos en
una larga y peligrosa campaña.
En la ñor de la edad, con valor é inteligencia y con abnegación, acti-
vidad y celo ¿cómo no habia de llegar pronto á figurar en primer térmi-
no entre los funcionarios de la Policía de la Isla de Cuba?
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V.

P R I M E R O S SEF^VÍCIOS DE CELADOR

Apenas el joven Trujillo se hizo cargo de la Celaduría del barrio de San


Francisco, cuando tuvo ya la buena suerte de prestar algunos servicios
importantes: con esto consiguió, primero infundir saludable temor á las
personas de mal vivir que pudieron conocerlo, y luego tener la satisfac-
ción de ver su nombre citado por el Jefe de Policía, que lo era entonces
D. Ignacio Yoller y Lersundi, en la Orden del Cuerpo y lo mismo en el Bo-
letín Oficial del mismo, con una relación de los servicios que habia pres-
tado, á fin de que su egemplo sirviera de estimulo á los demás funciona-
rio i del Cuerpo que tenia á su cargo la seguridad pública. Este elogio
que de su Jefe mereció el Celador Trujillo, al poco tiempo de estar eger-
ciendo su cargo, no fué tampoco debido al favor: fué un acto de justicia
de un Jefe recto, que á un tiempo tributaba merecidos elogios al subalter-
no que se distinguía por su celo, inteligencia y actividad en el desempe-
ño de su cargo y de paso excitaba á los demás funcionarios del ramo
á seguir el egemplo de Trujillo si querían merecer los mismos elo-
gios. Para probar que el joven Celador mereció esta recompensa y al
mismo tiempo para dar una idea de los delitos que en aquella época se
cometían con más frecuencia en la Habana y de los buenos servicios que la
policía prestaba, estractaremos la Hoja de servicios de Trujillo, dejando
los hechos de poca importancia y haciendo algunas observaciones acer-
ca de los delitos que llamaron más la atención del público.
Nombrado Celador del Barrio de San Francisco el dia 28 de Diciem-
bre de 1866, desempeñó este cargo hasta Marzo de 1869: no referiremos
todos los servicios que presto en este tiempo, porque como se ha dicho
este trabajo resultaría largo y monótono; nos limitaremos pues á extrae-
24 LOS CRIMINALES DE CUBA

tar los servicios que tienen verdadera importancia por el peligro que al
prestarlos corrió el joven Celador; por el temor que infundieron á las gen-
tes de mal vivir; por el carácter de las personas que hubo de reducir á
prisión y por el intimo enlace que tenian entonces algunos de los delitos
comunes que se cometían con ciertos proyectos políticos.
El dia 2 de Marzo de 1867 en el muelle de Luz se trabó una lucha ter-
rible, que presenciaba un gran número de hombres de todas clases y con-
diciones, entre un salvaguardia y un carretonero: como este último era
hombre de grandes fuerzas y se veia excitado por una parte de los espec-
tadores, no tan solo había desarmado al salvaguardia, sino que le estaba
infiriendo mortales heridas con su mismo sable: en aquellos momentos
llegó Trujillo solo, y sin ver otra cosa que al agente de la autoridad atro-
pellado, y al agresor bañado en la sangre de la víctima, se abre paso por
entre la compacta multitud y poniendo la punta de su estoque al pecho del
criminal le obligó á entregar el sable y á darse preso sin oponer resisten-
cia. El que sabe cuan impresionable es el pueblo en esta Isla, podrá fá-
cilmente comprender el grande afecto que entre aquellas gentes de distintas
razas y condiciones debió causar el acto de un joven Celador de Policía,
entonces desconocido, que tan oportunamente se habia presentado y que
con tanta resolución habia procedido.
El dia 1? de Abril de 1867, dos famosos bandidos conocido el uno de
ellos por el Habanero, que acababa de herir al Capitán de Cojimar, se
hallaban en un café del Mercado de Cristina, Súpolo Trujillo, y auxilia-
do por un artillero que á su paso encontró, pudo capturar á los dos ban-
didos que se habian hecho célebres entre los criminales de su tiempo.
El dia 1? de Mayo del mismo año de 1867 auxilió al Inspector del se-
gundo distrito en el descubrimiento del autor del asesinato que se perpe-
tró en la fonda del Templete, y cuyo cadáver aparació embaulado, á bor-
do de la goleta "Golondrina," atracada entonces en el muelle de Paula.
El asesino con el dinero y el pasaporte de la víctima, se habia embarcado
en un buque de vela, despachado para la Coruña: descubierto el crimen
y sabiendo quien era y hacia donde se dirigía el criminal, se aprovechó la
Policía del cable submarino, y al llegar el buque á la Coruña, el asesino
fué en el acto reducido á prisión y conducido inmediatamente a l a Haba-
na, donde fué sentenciado á muerte, y en segida ejecutado en garrote en
el lugar de costumbre junto al castillo de la Punta.
El dia 14 de Junio de 1867 consiguió Trujillo capturar á un moreno
llamado José Govino, autor de un asesinato.
El 21 de Julio el Excmo. Sr. Gobernador General tuvo noticia de que
D. Fernando Curaveda, conocido por el Asturiano, y que habia sido cé-
lebre capitán de bandoleros en la misma Isla de Cuba, acababa de llegar
procedente de la Península, con nombre supuesto y con el propósito de
Y EL INSPECTOR TRUJILLO.

reunir de nuevo á sus antiguos cómplices, que habian quedado dispersos, y


capitanearlos como antes para repetir sus antiguas fechorías. El General
comisionó á los funcionarios de Policía más distinguidos de aquella época
para que descubrieran y redujeran á prisión á tan temible sujeto: á Tru-
jillo cupo la suerte de descubrir el paradero del Asturiano y cap-
turarlo, sin auxilio de ninguna clase. El 13 de Setiembre siguiente, con
el auxilio de varios vecinos de la calle del Sol, capturó á un pardo que
acabada de herir á cuatro personas respetables y quedando muerta una de
ellas.
En 17 de Enero de 1868, y cuando otro funcionario habia reducido á
prisión á varios individuos por un robo de consideración, hecho á D. José
Albisu, y cuya causa instruía la Comisión Militar, Trujillo descubrió los
verdaderos delincuentes y los capturó, por lo que en el acto la Comisión
Militar puso en libertad á los que otro habia preso por sospechas infun-
dadas.
El dia 8 de Julio de 1868 capturó al bandido Ramon Carranza y Rubio
(á) el Mono, capitán de la partida conocida con el nombre de habitantes
de la Luna, reduciendo á prisión á la mayor parte de los individuos que
la componían, en diferentes batidas que dio debajo de los muelles, en don-
de tenían aquellos sus guaridas. El citado Mono era uno de los ladrones
más atrevidos; pues un dia en que un dependiente de una casa de Co-
mercio pasaba por la Plaza de Armas, llevando al hombro un saco de on-
zas de oro, el Mono lo asaltó allí, frente la misma guardia de la Capita-
nía General, y corriendo hacia el muelle de Caballería, logró escaparse de
sus perseguidores, arrojándose al mar, y sin que su captura se pudiera
llevar á cabo hasta que la verificó el Celador Trujillo. Entonces fué
cuando según se ha dicho antes, el Sr. Jefe de Policía, que lo era en aque-
lla época D. Ignacio Yoller y Lersundi, publicó este servicio en la Orden
del Cuerpo y en el Boletín Oficial del mismo, del 19 de Julio, para estí-
mulo de los demás empleados del ramo de seguridad pública.
Por espacio de algunos meses continuó desempeñando el mismo cargo,
capturando un gran número de criminales y de desertores, descubriendo
delitos de varias clases y prestando importantes servicios á la Comisión
Militar, que en aquel tiempo funcionaban en la Habana y entendía de
los delitos graves, como asaltos, robos y asesinatos, hasta que después de
la Revolución de Cádiz de ,1868 dicha Comisión Militar fué suprimida.
También D. José Trujillo y Monagas fué declarado cesante de su destino
de Celador del Barrio de San Francisco, en el mes de Marzo de 1869, por
disposición del nuevo Gobernador de la Habana Sr. López Roberts, y en-
contrándose otra vez bastante enfermo, resolvió embarcarse para su país
natal, á fin de descansar durante su cesantía, ya que esperaba que no ha-
bia de ser larga, puesto que el nuevo Gobierno habia de reconocer sus
4
E3tt2

26 LOS CRIMINALES DE CUBA

servicios una vez regresara de su país natal, como pensaba verificarlo tan
pronto como recobrara la salud perdida. En efecto, habiendo regresado
á la Habana, en el mes de Mayo de 1871, el mismo Gobernador Sr. Ló-
pez Roberts nombró á D. José Trujillo Celador de Policía, cuyo destino
el agraciado no aceptó por entonces, y permaneció cesante. En el mes
de Agosto de 1873 el Sr. Jefe de Policía D. Ricardo Sanchez, deseando
aprovechar las reconocidas aptitudes del que con tanto acierto habia
desempeñado el cargo de Celador del Barrio de San Francisco, propuso á
Trujillo para la plaza de Subinspector del Tercer Distrito de esta Capital,
y el Gobierno lo nombró para este puesto, donde debia volver a distin-
guirse por su actividad, sagacidad y celo, como lo habia hecho siempre,
según se verá en el siguiente capítulo.

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VI.

TF\UJILLO SUBINSPECTOR,

Pocos dias habian transcurrido desde que Trujillo se encangara de


la Subinspeccion del tercer Distrito de la H a b a n a , cuando ya se le pre-
sentó la oportunidad de prestar un buen servicio, poniendo su vida en
peligro. El dia 11 de Setiembre de 1873, al anochecer habia, en la capital
de la Isla de Cuba un hermoso mercado llamado de Tacón, y al amanecer
ya no quedaba de sus tiendas y depósitos mas que montones de cenizas y
carbones mal apagados, y del extenso edificio solo las calcinadas paredes!
En altas horas de la noche las llamas y el humo obligaron á saltar desnu-
dos de sus camas á los numerosos habitantes de aquel grande edificio; y
por más esfuerzos que se hicieron para dominar el fuego, todo cuanto
habia dentro quedó reducido á cenizas! Durante aquel horroroso incen-
dio, Trujillo, como otros funcionarios de Policía, prestó muy buenos servi-
cios; mas á la mañana siguiente observó que al desplomarse una de las
paredes del edificio sobre la calle del Águila, habia quedado un hombre
debajo de los escombros; y aun cuando un oficial y cuatro bomberos tra-
taron de prestar auxilio al infeliz que allí estaba sepultado en vida, como
los desplomes continuaban, no se atrevieron á cruzar por debajo de aque-
llas paredes; Trujillo no pudo resistir al sentimiento que le dominaba al
contemplar aquél desgraciado: obedece á su corazón, olvidando los desplo-
mes: cruza y saca al infeliz estropeado y lo conduce al hospital de sangre,
donde se le aplican oportunos remedios.
El 21 de Octubre del mismo año, comisionado por el Jefe de la Po-
licía de la Isla, D. Ricardo Sanchez, se dirigió Trujillo á las doce de la
noche al Colegio de Escribanos de la Habana y llamó á la puerta, que se
le abrió, porque los que estaban dentro ignoraban quién era y lo que pre-
RiS

28 LOS CRIMINALES DE CUBA

tendía el que llamaba en aquella hora. Una vez conocidos el funcionario


y el objeto de la visita, aquellos fieles guardianes de la fé y de la riqueza
pública se negaron á franquear la entrada en las escribanías al delegado
de la Autoridad, diciendo que en aquellas horas ni el mismo Regente de la
Audiencia podia penetrar allí; mandándose al funcionario, en nombre de las
leyes, que se retirara en el acto. Trujillo, que conocía bien sus deberes y sus
facultades, y que además conocía el negocio de que se trataba y la habilidad
y diligencia de los que le tenian entre manos, contestó que podían hacer
todas las protestas que quisieran; pero en aquellos momentos él represen-
taba algo más que la Autoridad del Regente de la Audiencia: "Yo soy el
Estado, dijo, que viene a buscar el papel sellado falso que hay aquí." In-
mediatamente dio la orden de abrir una de las escribanías, y en efecto, se
encontró en ella el papel sellado falso que buscaba. Más tarde, dos de
los delincuentes de aquella falsificación, que estaban en libertad bajo fian-
za, fueron sentenciados á presidio por la Excma. Audiencia, y Trujillo á
quien se encargó especialmente su captura, tomó sus medidas para que
no pudieran escaparse y consiguió su objeto, entregándolos á la Autori-
dad competente.
Es inútil hablar de la importancia que en aquellas circunstancias te-
nia el descubrimiento de un delito que privaba al Tesoro de una parte
importante de sus recursos, cuando estando en apuros el Gobierno de la
Isla por la subida del oro, el nuevo incremento que tomaba la insurrec-
ción y los atrasos de todos los pagos, se encontraba en situación muy crí-
tica. Además, es necesario tener presente que desde mucho antes de
estallar la insurrección, todos los delitos que se cometían en la Isla de
Cuba tendentes á defraudar las rentas del Estado, tenian un carácter polí-
tico bien marcado: siempre tomaba parte en ellos, de una manera más ó
menos directa, alguno de los que simpatizaban con los enemigos de España
que permanecían firmes en su propósito de continuar la guerra, hasta que
01 los nuevos disturbios que esperaban y les hacían esperar sus agentes en
lá Península y la falta de recursos del Gobierno Superior de Cuba pon-
drían en sus manos la suerte de la Isla. Hoy que tanto se trabaja para
desfigurar los hechos, y para hacer olvidar lecciones que los españoles de
corazón debieran conservar siempre en la memoria, bueno será recordar
que hubo autor de delitos de defraudación de fondos*del Tesoro de Cuba
que logró escaparse con una gran cantidad de dinero, y que á su llegada á
Nueva-York puso parte de él á disposición de la Junta Cubana y que por
esto fué el delito común considerado como delito político. Sin duda el pro-
ceder hábil de los que durante los primeros años de la insurrección, que
convirtieron en político un delito de robo, sirvió de ejemplo á los que ha-
biéndoles conferido empleos el Gobierno, á pesar de haber estado en la
emigración ó en campo enemigo, cuándo en Agosto de 1878 volvieron
3m

Y EL INSPECTOR TRUJÍLLO. tg

Guillermon y otros caudillos á encender la guerra, se apoderaron de los


fondos del Tesoro de que pudieron echar mano y fueron á unirse con los
rebeldes. Ahora que hemos hecho estas observaciones, que á nuestro
juicio no pueden ser más oportunas, continuaremos el relato de los impor-
tantes servicios de la misma clase que siguid prestando Don José Trujillo.
El dia i o de Enero de 1874, bajo la dirección de su jefe Don Ri-
cardo Sanchez, Trujillo emprendió una verdadara campaña contra un
enemigo peligroso: después de unos tres meses de diligencias, hábiles
combinaciones, trabajos inútiles y golpes en vago; después de haber gas-
tado Trujillo de sus particulares recursos importantes cantidades, pudo al
fin descubrir á los verdaderos falsificadores de Billetes del Banco Español
de la Habana, que durante tanto tiempo habia estado buscando. Con
verdadero peligro de su vida, consiguió Trujillo capturar á los principales
autores de la falsificación mayor que se habia intentado, encontrándoles
y ocupándoles las planchas y demás útiles y materiales de que se servían,
y además unos SETECIENTOS MIL PESOS en billetes ya falsificados y otros
valores efectivos.
Cuantas personas en la Isla de Cuba y en la Península conozcan el
íntimo enlace que tenian los intereses del Tesoro de Cuba con los del
Banco Español de la Habana, con cuyas planchas se habian tirado mu-
chos millones de pesos en billetes, emitidos por cuenta del Estado, com-
prenderán que esta vez no se habia dado el golpe en falso. Cuantos
separatistas esperaban que el Gobierno de Cuba, no teniendo fondos para
pagar los gastos de equipo y trasporte de soldados de la Metrópoli, ni
para mantener á los que alistara en Cuba, no podría vencer á los insurrec-
tos, y que por consiguiente habría de entrar en tratos con ellos, conside-
raban pronta y segura la victoria: y no andaban fuera de camino: en
varias poblaciones de la Isla se habian verificado prisiones de personas
pacíficas y honradas por habérseles encontrado billetes falsos, y sin que
les valiera su inocencia, puesto que se les habian encontrado billetes falsos
y no podían decir de dónde los habian recibido^ no podían evitarse los
perjuicios y los disgustos de un encarcelamiento y una causa que habia
de seguir largos trámites en los tribunales. D e aquí sacaban dos ventajas
los enemigos de España: los inocentes encarcelados, si se podían escapar
con la ayuda de sus parientes y amigos, ó puestos en libertad por los tribu-
nales, por venganza ó exasperados debían ir muchos de ellos á en-
grosar las filas de los rebeldes, arrastrando á los que al ver lo que debían
llamar injusticias de las Autoridades, les habian de seguir por no verse ex-
puestos á semejantes desgracias. El segundo peligro era quizá de más tras-
cendencia: si no se hubiese descubierto la falsificación y no hubiesen sido
presos los falsificadores, en todas partes las personas honradas se habrían
negado á recibir los billetes del Banco por temor de que fuesen falsos y
LOS CRÍMlMALES DE CUBA

de verse expuestos á una causa: de aquí hubiera venido la quiebra del Ban-
co Español de la Habana y del Tesoro de la Isla, siendo los billetes emiti-
dos por cuenta del Gobierno iguales á los del Banco, al que el mismo Teso-
ro debía además grandes cantidades de dinero, de lo que resultaba que, el
crédito del Gobierno y el del Banco Español, cuyos accionistas y directores
eran todos españoles leales, estaban completamente identificados. ¿No
hubiera sido la mayor de las victorias para los separatistas, si aquellas fal-
sificaciones en grande escala hubiesen dado por resultado la quiebra del
Banco Español de la Habana? ¿No era esto quizá lo que los laborantes y
simpatizadores en aquella fecha deseaban y esperaban? ¿No pudiera ser
que en aquella causa, como en otras muchas en que los delitos comunes se
enlazan íntimamente con los delitos políticos, no fuesen los que resultaron
más comprometidos los que eran en realidad los primeros y más peligro-
sos criminales?
Dejemos este asunto y terminaremos diciendo que, ni el público ni las
personas que debían calcular mejor la importancia del servicio que Tru-
jillo acababa de prestar, lo apreciaron como era debido. ¡No pocas veces
las pequeñas pasiones, la vanidad y la avaricia sofocan en el corazón del
hombre los sentimientos de reconocimiento á los beneficios recibidos y
los deberes que imponen la equidad y la justicia! Sin embargo, la Direc-
ción del Banco Español impetró entonces del Gobierno una recompensa
para Trujillo. De resultas de aquel servicio fueron tres de los delincuen-
tes sentenciados á diez años de presidio con retención; dos á diez años;
dos á ocho; y tres á seis, cuatro y tres años respectivamente, y fueron
absueltos los demás complicados en la causa.
31»

VIL

ASCIENDE A ÍNSPECTOF\.

El dia 12 de Marzo de 1874, después de haber prestado los importan-


tes servicios que á la ligera se han relatado, Don José Trujillo fué aseen -
dido á Inspector del Tercer Distrito de la Habana. A los nueve dias de
haber sido nombrado, esto es, el dia 19 del mismo mes de Marzo de 1874,
estando en la Inspección, situada entonces en la calle d é l a Amistad, esqui-
na á la de San José, oyó la voz de "ataja:" corrió á la esquina y vio un
negro que corría, navaja en mano; Trujillo le intimó la rendición, y aquel
se le fué encima, por lo que le hizo un disparo, al mismo tiempo que un
guardia que le seguía le disparó otro: las dos balas se encontraron en el
cuerpo del negro, que cayó muerto con la navaja en la mano.
El dia 10 de Mayo de 1874 descubrió Trujillo una sociedad de falsi-
ficadores de letras de giro, establecida en esta plaza con el nombre de
Raphell y Comp?, ocupándoles unos doscientos mil pesos en letras y pa-
garés, capturando á unos treinta individuos, entre los que figuraban los
principales estafadores de la Habana, que habian conseguido engañar y
comprometer á mucha gente, y en particular del Comercio, con sus docu-
mento falsos, y hasta al Banco Español de la Habana.
Un periódico titulado El Foro Cubano, que se publicaba en aquella
época en la capital dé la Isla, se atrevió á calificar de arbitrarias las pri-
siones que Trujillo llevó á cabo; pero la Excma. Audiencia, con más eleva-
do criterio, después de haber tomado exacto conocimiento de los hechos
Y juzgado la causa, se encargó de dar la razón al Inspector Trujillo, sen-
tenciando á presidio á muchos de los asociados en la empresa que la Po-
licía desbarató; á pesar de todo cuanto habia dicho El Foro Cubano en
EUCi

32 LOS CRIMINALES DE CUBA

contra del Inspector, que habia verificado tan oportunamente su captura,


sin considerar la posición que los delincuentes ocupaban.
El dia 10 de Octubre de 1874 el Inspector Trujillo, auxiliado de va-
rios empleados, procedió á la captura del terrible bandido y desertor del
presidio Antonio Díaz, pardo conocido, de cuyo paradero llegó á tener
exactas noticias: habiendo encontrado al bandido en la calle de Jesús Pe-
regrino, la policía fué recibida á tiros, porque el atrevido Diaz sabía la
suerte que le esperaba: después una lucha desesperada, en que el criminal
disparó quince ó veinte tiros, parapetado en un cuarto, se consiguió darle
muerte. Por haber conseguido librar á la Isla de Cuba de este célebre
bandolero, Trujillo fué felicitado por varias autoridades de los pueblos por
donde más crímenes habia cometido Diaz. El Sr. Teniente Gobernador
de Güines' fué de los primeros en mandar su felicitación á Trujillo, porque
el bandido habia asesinado al Inspector de aquella población y á un guar-
dia. También recibió felicitaciones que le dio el Jefe Superior de Po-
licía de la Isla, en nombre del Excmo. Sr. Capitán General, que lo era
entonces Don José de la Concha, contra quien habia disparado dos tiros
aquel bandolero, mientras el General se paseaba de noche por la Quinta
de los Molinos.
El dia 25 de Enero de 1875 capturó al autor de una herida inferida
al Sr. Don Manuel Delmonte, Ministro Plenipotenciario de la República
Dominicana, cuyo reo fué condenado á presidio por los tribunales de jus-
ticia.
El dia 17 de Febrero del mismo año, consiguió prender, primero al
bandolero Felipe Quiñones y Ortega, y sucesivamente á todos los saltea-
dores que componían la banda que aquel capitaneaba. La cuadrilla de
Quiñones habia cometido infinidad de asesinatos, asaltos y robos en va-
rias jurisdicciones de la Isla, y en particular en la de Guanajay, donde
los bandoleros y su cabecilla tenian sus madrigueras y encubridores. Con
sus continuos robos y con su refinada crueldad, Quiñones y sus bandole-
ros habian conseguido aterrar á los habitantes de aquellas pacíficas co-
marcas, mayormente desde que habiendo asaltado á una señora, y después
de inferirle varias heridas, habian querido quemarla viva! Quiñones Or-
tega fué sentenciado á muerte y ejecutado en la Punta, y sus compañeros
fueron condenados á presidio por toda la vida. Entre los sentenciados á
cadena perpetua figuraba el prófugo de presidio desde largos años llama-
do Benito Noa Palmero, que durante su larga y horrible carrera habia
cometido muchos y muy grandes crímenes.
Por este servicio recibió Trujillo del Ilustre Ayuntamiento de Gua-
najay el testimonio de la mención honorífica que de él habia hecho aque-
lla respetable Corporación, cuyo testimonio le fué trasmitido por conduc-
to del Excmo. Sr. Corregidor de la Habana.
mm

Y EL INSPECTOR TRUJILLO. 33

El día 29 de Marzo de 1875 sorprendió infraganti á un individuo,


ocupándole 31.300 pesos en billetes del Banco Español falsos y que pro-
curaba expenderlos entre personas que no pudieran distinguirlos de los
verdaderos.
El 2 de Abril del mismo año supo Trujillo que se hallaba preso
en la cárcel de Matanzas, con el nombre de Marcelino Garcia, uno de los
supervivientes de los que tripulaban el vapor Virginius, cuyo individuo,
desertor del presidio de la Habana, se llamaba Francisco Garcia Díaz (a)
"el Trigueño;" y que habia tomado parte en aquella expedición bajo el
nombre de Alejandro Cruz Estrada. El tal individuo logró poco después
fugarse de la cárcel de Matanzas: preso de nuevo, lo identificó Trujillo en
la cárcel de la Habana, donde figuraba con el nombre de Juan Gonzalez.
Este criminal, de tales antecedentes y que tantos y tan distintos nombres
habia sabido darse, fué por último remitido con su verdadero nombre y
apellido al presidio de Ceuta.
En el mes de Mayo de 1875 Don José Trujillo, como Inspector del
Tercer Distrito, fué el escogido por el Gobierno para otra misión tan de-
licada como importante: fué encargado de iniciar el expediente para ave-
riguar quiénes eran los autores de la sustracción de los billetes del Banco
Español que habian sido retirados de la circulación é inutilizaados, según
prescribíanlos proyectos de amortización de la Deuda: los que habian
sustraído los billetes taladrados, como lo sabe todo el mundo en la Isla
de Cuba, pegando las partes de dos billetes distintos hacían uno, y así
circulaban en bastante número. Que el trabajo estaba bien hecho lo
prueba la circunstancia de haber ocupado algunos billetes así arreglados
en el mismo Banco. Si otra cosa no pudo conseguirse, á lo menos se obli-
gó á quien tenia la comisión de taladrar los billetes que se retiraban de
la circulación, á verificar el taladro de tal modo, que fuera imposible vol-
ver á ordenar de cada dos uno.
El 7 de Junio de 1875 sorprendió Trujillo la tirada de recibos falsos
de la contribución de Guerra, apoderándose de la plancha con que se ti-
raban aquellos documentos y capturando á los autores del delito.
En los siguientes dias del mismo mes, consiguió capturar á los auto-
res del asalto, robo y herida cometido en una de las calles de esta capital
en pleno dia y de que fué víctima el Doctor Don Joaquin Lastres.
El dia 10 de Julio de 1875, habiéndose cometido un asesinato alevo-
so en la calzada de Galiano esquina á la de San Lázaro de esta misma
capital, el Inspector Trujillo emprendió la persecución del asesino, y al
fin consiguió encontrarle y capturarle en la vecina villa de Guanabacoa.
El dia 20 de Junio de 1875 consiguió descubrir y prender á los au-
tores del asalto y robo de que fué victima un italiano de la calle del Sol,
y de un asesinato alevoso cometido en la misma fecha. También capturó
5
34 LOS CRIMINALES DE CUBA

en los siguientes dias á varios otros criminales, reclamados por la Comi-


sión Militar de la Isla, que entonces entendía de juzgar y sentenciar á los
autores de cierta clase de delitos.
Cuando ménosTrujillo lo esperaba, se recibió un telegrama de Las Cru-
ces, donde se encontraba entonces el Gobernador General de la Isla, por el
cual se le nombraba Jefe de Policía de Puerto-Príncipe. No sabiendo lo que
aquel inesperado nombramiento pudiera significar, el nombrado no aceptó
un cargo que, á su juicio, no era el más á propósito para poder prestar en él
los servicios que venia prestando en la Habana, con gran satisfacción del
público. Pero conociendo al mismo tiempo que algunas personas de in-
fluencia tendrían interés en que se alejara de esta ciudad, pidió una licen-
cia para viajar y en el acto le fué concedida. Embarcóse para la Península
y se trasladó á Madrid, donde permaneció algún tiempo esperando futuros
acontecimientos.
Cuando el Excmo. Sr. D. Joaquin Jovellar fué nombrado Goberna-
dor Superior y Capitán General de la Isla de Cuba, Trujillo se apresuró
á regresar á la Habana, seguro de que en el caso de haberse fraguado
alguna intriga contra él, el digno Gobernador General le oiría y le haría
justicia, No anduvo en esto desacertado: nada menos se pretendió que
acusarle de un delito que ni siquiera habia existido. Trujillo, que supo
lo que se le preparaba, para eludir todo atropello, se presentó anticipada-
mente en persona al castillo del Príncipe, donde, sin tomarle siquiera de-
claración, fué puesto inmediatamente en libertad por su probada inocen-
cia. ¿No se presta este hecho á graves comentarios? No es del caso ni
es necesario hacerlos. Nos bastará observar que, cuando se quiere
perder a un hombre, á quien los delincuentes temen y detestan, es muy
fácil conseguir que algún preso declare algo contra él; y por absurdo que
.:i;i
sea el cargo que se le haga, un juez no puede prescindir de mandar que
se proceda á su prisión. Preguntaremos ahora, sabiendo lo que con har-
ta frecuencia sucede en la cárcel de la Habana, ¿no podría alguno de los
numerosos presos capturados por el Inspector Trujillo asestarle una puña-
lada? ¿Qué hubiera importado á la víctima ni á su familia, que después
se hubiera descubierto la verdad; que habia sido preso por haberle acusa-
do de un supuesto delito algún criminal que quería vengarse? Trujillo
procedió perfectamente presentándose en una fortaleza, y no exponiéndo-
se á que le hicieran entrar en la cárcel. En cuanto al resultado de la cau-
sa que se le formara, le tenia sin cuidado. ¡Bien sabia que nada contra él
habia de resultar, aunque declararan lo que quisieran algunos encausados
por inspiración propia ó por sugestiones extrañas!
Sffitf

VIII.

NUEVA CAJA. PANA.

El General Don Joaquin Jovellar, cuya clara inteligencia nadie pue-


de poner en duda, después de haber relevado al Sr. Jefe de Policía Don
Manuel Asensio, comprendiendo lo que valían los servicios que durante
cerca de diez años habia prestado Trujillo, y los que podia prestar en
adelante, le nombró de nuevo Inspector del Tercer Distrito.
Desde entonces, á las inmediatas órdenes del Sr. D. Ricardo San-
chez, que habia sido nombrado por segunda vez Jefe de Policía de la Is-
la, empezó, ó mejor dicho, continuó Trujillo prestando servicios de grande
importancia, persiguiendo á los que atentaban contra las vidas y propie-
dades de los pacíficos habitantes y á los que conspiraban contra la tran-
quilidad del Estado ó facilitaban auxilios á los enemigos de la Patria.
El dia i i de Marzo de 1877, habiendo ingresado en la cárcel de esta
capital un individuo por haber hecho varios disparos de revólver contra
un sereno, Trujillo lo identificó, descubriendo que estaba allí con nombre
supuesto, que era desertor del presidio y presunto autor de un asesinato
• reciente. En aquellos mismos dias capturó sucesivamente á varios otros
desertores de presidio y criminales, que vagaban por la ciudad y sus in-
mediaciones, siendo los más notables entre ellos los de una cuadrilla que
tenian organizada los famosos ladrones Gorrín, Angurria y Manuel Edu-
vigis del Valle, que habian cometido toda clase de fechorías. El 28 de
Marzo por la noche capturó en Regla al autor de una herida grave de re-
vólver inferida á una señora de la Habana. Habiendo sabido pocos dias
después, por conducto de personas que tenian en él confianza, y que le
comunicaban cuanto sabían, si podia guiarle para descubrir los delitos y
apoderarse de los delincuentes, que el pardo Valentín Pulgaron se en-
BÉ3

36 LOS CRIMINALES DE CUBA

contraba preso en la cárcel de Matanzas con nombre supuesto, no le


valió este recurso á que con tanta frecuencia apelan los criminales orga-
nizados en cuadrillas y que saben defenderse y prestarse mutuo apoyo
cuando son llamados á declarar en las causas de sus compañeros: Trujillo
mandó á Matanzas los antecedentes del pardo Pulgaron y un retrato, con
cuyos documentos se pudo identificar que era el verdadero Pulgaron
autor de dos homicidios.
El dia i o de Abril de 1877 el Inspector Trujillo prometió á su Jefe
Don Ricardo Sanchez llevarle por la noche cuatro bandidos, que habian
cometido muchos crímenes en la Habana y otras poblaciones de la Isla.
El uno de ellos estaba reclamado por homicidio y robo; el otro habia sido
sentenciado á muerte por haber asesinado á un Capitán de Partido: este
bandolero, conocido por el apodo de Centella, habia logrado escaparse
de una sorpresa que le prepararon y ejecutaron fuerzas combinadas del
Orden Público y de la Guardia Civil. Cuando Trujillo prometió al Jefe
de Policía prender aquella noche á los cuatro bandidos, el Sr. Sanchez le
contestó que con tal que lograse capturar al famoso Centellas, que se
habia escapado de la bien combinada sorpresa, se podrían dar por satisfe-
chos. Sin más auxilio que el del Celador Oliva se puso Trujillo en movi-
miento y pudo capturar solo el citado Centella y le dejó marcharse por-
que habia prometido á su Jefe y amigo llevarle los cuatro bandidos juntos;
y capturando á Centella solo, los tres restantes se le habrían escapado.
Todo sucedió como el sagaz funcionario habia calculado: los cuatro crimi-
nales se juntaron en el lugar que tenia previsto Trujillo, quien, acompa-
ñado tan solo del Celador del Barrio de Colon, les sorprendió; y aunque
Ü los cuatro bandidos estaban armados de puñal y revólver todos, tan per-
turbados quedaron al ver al Inspector y al Celador, que fueron en el acto
desarmados, presos y conducidos al cuartel de Policía, donde Sanchez
les aguardaba, y de allí conducidos á la cárcel pública á disposición de
los jueces.
El 17 de Abril, auxiliado por el Celador de Colon, logró capturar á
un oficial del ejército que, estando preso en la Cabana, habia conseguido
fugarse, burlando la vigilancia de las guardias y centinelas. Este desgra-
ciado habia sido sentenciado á muerte por los tribunales militares, por
delito de deserción frente del enemigo. Dos dias después capturó tam-
bién á un conocido bandido.
El dia 25 del mismo mes se encontró Trujillo por la noche frente del
Cementerio de Espada con el desertor del presidio Juan Diaz Cepero
Peñalver: el Inspector, sin tener en cuenta la hora que era ni el lugar
donde se encontraba; sin calcular que aquel criminal podia tener compa-
ñeros, y que él estaba solo y sin más arma que un bastón, mandó al de-
sertor que le siguiera, y habiéndose negado á darse preso, se trabó una
KS¿3^n^HMHKEQ¿UmflKi

Y EL INSPECTOR TRUJILLO. 37

horrible lucha entre el agente de la Autoridad y el criminal, consiguiendo


al fin Trujillo derribar al desertor de resultas de un golpe que con su bas-
tón le dio en la sien: al verse en el suelo, hubo de darse por vencido y fué
conducido á la cárcel pública. El dia 3 de Julio consiguió también cap-
turar á otro bandolero desertor del presidio.
Nadie ignora en la Habana que en determinadas épocas, sea por fal-
ta de celo de los vigilantes y guardias, ó sea por el modo como se ha-
cia trabajar á los presidiarios en puntos lejanos y á cargo de particulares,
es lo cierto que se desertaban muchos presidiarios. Como es bien sabi-
do, en su inmensa mayoría, los desertores de los presidios solo pueden
tener relaciones con criminales. ¿No es de extrañar que en la Isla de Cu-
ba en tales circunstancias no se cometieran más crímenes? Lo que esto
implica es que los presidiarios escapados, como los criminales de todas
clases, eran precavidos, porque tenian miedo á la policía. Algunos más
perversos, más audaces ó más necesitados, emprendían alguna expedición;
pero en su mayor parte, si podían se alejaban de la capital, se escondían
ó se embarcaban para otros países.
El dia 4 de Julio consiguió Trujillo capturar dos empleados de la
Administacion de Cárdenas que trataban de embarcarse clandestinamente
para el extranjero, por haber cometido fraudes en el desempeño de sus
cargos, ocupándoles el dinero que llevaban. El dia 10 de Agosto del
mismo año de 1877 capturó á otro bandolero y á tres estafadores que ya
se habian hecho célebres por las muchas personas que habian sabido en-
gañar con sus malas mañas.
El dia 31 del mismo mes y año se apoderó de un Comisionado de
los insurrectos que se encontraba en la Habana procurando reanimar las
esperanzas de sus amigos, reclutando gente y buscando recursos para la
insurrección. En aquella noche, auxiliado por algunos funcionarios del
ramo, capturó á un criminal reclamado por los tribunales como autor de
asesinato y robo.
El dia 10 de Setiembre de 1878 se apoderó Trujillo de la Corres-
pondencia que del extranjero venia á la Isla para los agentes de los i n -
surrectos. Nadie ignora los esfuerzos que en aquella época se hacían para
infundir valor y confianza á los hombres obcecados que estaban con las
armas en la mano, y es bien sabido que del extranjero se comunicaban
entonces las más extravagantes noticias á los agentes de los insurrectos
para que las trasmitieran al campo enemigo.
El día 13 del mismo mes, llevando á sus inmediatas órdenes al Sub-
inspector Don Pedro Batlle, capturó seis malhechores y los conducían
hacia la cárcel. Al llegar á la calle de Zulueta, uno de ellos emprendió
la fuga: Trujillo dejó al cargo de Batlle la custodia de los cinco y empren-
dió la persecución del que pretendía escaparse por los terrenos de la anti-
3« LOS CRIMINALES DE CUBA

gua muralla, donde con facilidad hubiera podido esconderse: el sagaz Tru-
jillo tuvo la feliz ocurrencia de arrojar una piedra al fugitivo, disparando al
mismo tiempo un tiro de revólver al aire: el malhechor se creyó herido
(por confesión propia) y se dejó aprehender. Este hombre se figuraba que
la bala del Inspector le habia alcanzado: era un desertor del presidio, lla-
mado Lorenzo Reinoso.
En el mes de Octubre de 1877, en la calle de las Damas de esta capi-
tal, fué asesinada una anciana: Trujllo se puso á trabajar para descubrir
y capturar á los autores de aquel crimen: á los pocos dias consiguió su
objeto, aprehendiendo y entregando á la justicia el dia 17 del mismo mes,
á los criminales, que fueron sentenciados á presidio,
Solo pasó tres dias sin echar mano á otros malvados: el dia 10 cap-
turó á cuatro de. los hermanos conocidos por Los Gallegos, que habian
cometido toda clase de crímenes, dentro y fuera de la Habana, y de cuya
vida se contaban entre ciertas gentes muchas cosas que contribuían en
gran manera á que fuesen temidos, y á que nadie descubriera sus madri-
gueras ni dijera una palabra contra ellos. El 16 del mismo mes, el incan-
sable Trujillo consiguió descubrir y capturar á los ladrones de una cuadri-
lla organizada, que, entre otras fechorías que habian cometido sus afiliados,
la última era haber robado de dia y revólver en mano, á un vendedor de
billetes de la Lotería en el camino del Vedado. El 23 de Noviembre con-
siguió capturar á otro malhechor reclamado por el Gobierno Militar de la
Habana.
El dia 29 de Diciembre cooperó á seguir y capturar á un individuo
que, habiendo sido jefe de insurrectos, se encontraba en la Capital de la
Isla, donde se proporcionaba armas y pertrechos de guerra y los remitía
á los insurrectos de Las Villas.
En aquel mismo mes de Diciembre de 1878, fué comisionado por el
Excmo. Sr. Gobernador General para pasar á la Jurisdicción de Artemi-
sa con el objeto de practicar ciertas diligencias y enterarse de ciertos he-
chos. Al poco tiempo fueron indultados algunos hombres que habian sido
cabecillas de insurrectos, y que de nuevo estaban alzados de resultas de
algunos desórdenes y amagos de insurrección que poco antes se habian
notado en las Mangas y otros puntos de las inmediaciones. En esto como
en otros asuntos, el Inspector Trujillo dio pruebas de habilidad y pruden-
cia, y el Excmo. Sr. Capitán General quedó altamente satisfecho del fun-
cionario que con tanto acierto habia procedido.
Al terminar el año de 1877, Don José Trujillo habia probado ya con
hechos que, si cuando el General Jovellar le nombró de nuevo Inspector
de Policía, teniendo en cuenta sus anteriores servicios, esperaban que
los prestaría mejores en adelante, el entendido General no se habia equi-
vocado. No hay más que ver los delitos que habia descubierto, los crimi-
Y EL INSPECTOR TRUJILLO. 39

nales que habia capturado y las comisiones que habia desempeñado desde
principios de Marzo en que se hizo cargo de la Inspección del Tercer Dis-
trito hasta últimos del año, para comprenderlo. Es preciso no olvidar
las circunstancias en que el país se encontraba, lo que en la Isla de Cuba
habia sucedido en los dos últimos años, y lo que el General Jovellar se
habia propuesto hacer para mejorar la Administración, mientras se traba-
jaba para acabar de una vez con los insurrectos. Cuantas personas hayan
observado con atención los sucesos de los últimos años, habrán de conve-
nir en que, algo se trabajó, á pesar de lo mucho que ciertas enfermedades
sociales habian adelantado, para contener la desmoralización y perseguir
el crimen. Si los que defraudaban los intereses del Tesoro no eran des-
cubiertos y severamente castigados, no era por falta de buenos deseos de
la primera Autoridad, ni por falta de actividad y celo de la Policía: el de-
lito que no deja huella, porque se comete entre varios de los individuos
que desempeñan empleos de confianza, aunque se sepa que se ha cometido,
no puede desubrirse ni probarse. Los delitos y crímenes cometidos por
criminales comunes fueron perseguidos con mejor éxito. Sin embargo,
se ha visto ya que bajo las órdenes del Jefe Superior de Policía Don Ri-
cardo Sanchez, el Inspector Trujillo durante los diez meses que en 1877
desempeñó su cargo, además de los criminales comunes, ya echó mano á
algunos defraudadores de las rentas del Tesoro y cogió el hilo por donde
más tarde debían llegar al descubrimiento de grandes delitos cometidos
por sujetos que se creían que nunca se fijarían en ellos las miradas de la
Policía.
KüMMMSI

IX.

AÑO N U E V O Y /AONEDA NUEVA,

E n los primeros dias del año de 1878 inició el Inspector Trujillo la


campaña, sorprendiendo una fábrica de moneda falsa. Los que pretendían
enriquecerse pronto, en vez de dedicarse á la confección de billetes del
Banco, como algunos de sus predecesores, determinaron falsificar monedas
de plata. Dos de \os fabricantes fueron capturados por el activo funcionario,
el dia 19 de Enero y el dia 27; y procurando averiguar el paradero de los
compañeros y cómplices de los presos, consiguió reducir otros dos á pri-
sión, apoderándose al mismo tiempo de una gran cantidad de pesetas
nuevas, de las que habian salido de la fábrica de aquellos industriales.
El dia 11 de Febrero tuvo la suerte de prender por segunda vez al
famoso Gorrión, que habiendo conseguido escaparse de las manos de la
justicia, habia organizado de nuevo su cuadrilla y emprendido las opera-
ciones contra las gentes honradas. Con el conocido pájaro cayeron dos
de sus subalternos, que eran bien dignos de ocupar un puesto en el presi-
dio al lado de su jefe. Doce dias después, cayó en manos del incansable
perseguidor de los malhechores^ el pardo Manuel Soriano, á quien los
tribunales reclamaban por suponérsele autor de un homicidio. En los
primeros dias del mes de Marzo consiguió prender al desertor del Presidio
Quintín Abana, que se habia hecho célebre por los muchos crímenes co-
metidos en distintas fechas.
El dia 9 del mismo mes y año, acompañado solamente del Inspector
Urrutia, Trujillo emprendió activamente la persecución de dos bandoleros
muy temidos, que recorrían el campo á caballo: se llamaban José de la
Luz Cáceres y Santiago Garriguen (alias) el Gago: ambos fueron presos
6
42 LOS CRIMINALES DE CUBA

con sus caballos y armas. Enseguida se apoderó de otro bandolero, ocu-


pándole dos caballos robados.
El 29 de Marzo capturó al desertor D. Francisco Fernández, (alias)
Paco el Malagueño, que acababa de llegar de Veracruz con nombre supues-
to, creyendo sin duda que así podría fácilmente burlar la sentencia que te-
nia que sufrir por deserción, atropello de guardia, heridas á un centinela)
falsificación y estafa. A los pocos dias consiguió Trujillo descubrir y
prender á los dos conocidos ladrones Cachucha y el Currillo, que habian
cometido un robo. El 23 del mismo mes capturó á un moreno por conato
de robo á mano armada, y á tres individuos más, reclamados por los tribu-
nales como autores de robo; y á los tres dias redujo á prisión á otro sujeto
también reclamado por los tribunales por conato de robo á mano armada.
El 28 capturó otro ladrón célebre, reclamado como los anteriores por los
tribunales.
Tantos y tan importantes servicios prestados en los primeros meses
del año, debieron llamar la atención de las Autoridades. No cabía duda
en que el Inspector del Tercer Distrito de la Habana reunía condiciones
especiales para ejercer su difícil cargo: ¿quién podia negar los hechos evi-
dentes? Sus mismos compañeros, como su Jefe, reconocían que podia
disponer de buenos confidentes para descubrir los delitos y prender á los
delincuentes, y que las personas honradas tenian en él gran confianza-
estás circunstancias, acompañadas del valor, actividad y celo de que habia
dado tantas y tan evidentes pruebas, le facilitaban los medios de conse-
guirlo.
En el mes de Mayo, habiendo llegado á ser escandalosos los robos
de ganados en el territorio de las Villas, recien pacificado, Trujillo fué co-
misionado por el Gobierno General para que, acompañado del Inspector
del Primer Distrito de la Habana fuese á perseguir á los que cometían tan
graves como repetidos delitos, que inutilizaban por completo los esfuerzos
que se hacían para la reconstrucción del país y asegurar las propiedades
á las pacíficas gentes del campo. Durante diez dias Trujillo con su acom-
pañante recorrió las jurisdicciones de Matanzas, Ságua y Santa Clara,
apoderándose en la primera, de quince bueyes y dos caballos robados en
la segunda. En la jurisdicción de Santa Clara, donde esta clase de delitos
habia tomado grandes proporciones, el activo Inspector consiguió detener
setecientas reses y capturar á la vez varios ladrones, con lo que se consi-
guió poner remedio á esta clase de delitos, que no podían evitar todos los
esfuerzos de las autoridades locales; porque los habitantes del campo ha-
bían cogido miedo á los ladrones, El Jefe de Policía y el Gobierno General
se manifestaron satisfechos del celo y actividad con que habia desempe-
ñado Trujillo este servicio. En la primera quincena de Junio, ya de re-
greso en la Habana, capturó dos desertores de presidio.
Y EL INSPECTOR TRUJILLO. 43

El dia 26 de Junio, cuando ya en la Capital de la Isla de Cuba se


habian celebrado las fiestas de la Paz, y cuando todos creían que en el
Zanjón habia terminado definitivamente la lucha, Trujillo sorprendió en
la Habana una imprenta clandestina, con diferentes documentos impresos
entre ellos circulares y nombramientos para los jefes y oficiales de una
nueva insurrección: á la noche siguiente, en una casa de la Calle Ancha
del Norte, encontró un carro cargado de pertrechos de guerra. Los que
se vieron sorprendidos por el activo Inspector, le dispararon un tiro que
afortunadmente no le hirió, á pesar de haber hecho fuego contra él desde
poca distancia. A consecuencia de esta sopresa, fueron reducidos á prisión
varios individuos complicados más ó menos en el proyectado movimiento:
Trujillo inició las diligencias sumarias, que con 110 fojas, entregó ala Au-
toridad á las veinte y cuatro horas de haberse descubierto el delito.
El dia 4 de Julio consiguió prender á un pardo reclamado por homi-
cidio, y desde aquel dia hasta el 13 del mismo mes, capturó á otros tres
desertores del presidio, uno de los cuales fué identificado en la cárcel por
haberse cambiado el nombre. En aquellos mismos dias prendió otros dos
desertores con un bandolero. El 19 cayó en poder del activo Inspector
otro criminal reclamado por los tribunales.
El dia 21 del mismo mes consiguió Trujillo descubrir y prender á dos
sujetos que habian robado un chek de 4,000 pesos oro. El 22 cayó en
sus manos otro desertor de presidio, y el 25 del mismo mes se apoderó de
un Colector de Rentas, acusado de un desfalco de más de 80,000 pesos,
Al dia siguiente, acompañado del Subinspector Sr. Batlle, buscando los
autores de un robo que se habia hecho en la casa del Sr. Franchi Alfaro,
consiguió apoderarse de 5,000 pesos que tenia guardados una negra, á la
que prendió y entregó al Juzgado correspondiente. En Agosto y primeros
dias de Setiembre capturó primero á un desert or de presidio y luego á tres
bandoleros.
El dia 15 de Setiembre, acompañado del Inspector del Cuarto Distri-
to de la Habana, sorprendió Trujillo en la Estación de Bemba, ó sea de
Jovellanos, siete cajas de pertrechos de guerra, con cuya sorpresa se con-
siguió probar que los incansables enemigos de la tranquilidad pública
preparaban los materiales para levantar partidas en varias jurisdicciones
délas Villas y en la parte Oriental de la Isla. El dia 16 de Setiembre
descubrió y se apoderó de 96 arrobas de opio que se introducían de con-
trabando; siendo lo más notable, que como barriles de frijoles y cajas de
salsa de tomate, venían rotulados para determinadas personas.
El dia 24 del mismo mes, efectuó la captura de cuatro bandoleros.
El dia 7 de Octubre de 1878, habiendo comunicado el Señor Cón-
sul de S. M. Británica que de un buque de su nación habian sido robados
doce bocoyes de Ron de Jamaica, Trujillo los encontró, se apoderó de

iff
44 LOS CRIMINALES DE CUBA.

ellos y redujo á prisión al que los tenia en su poder, á fin de que se ave-
riguara cómo y por quién habian sido robados.
El dia 4 de Octubre prendió á un desertor del presidio, y por la no-
che, auxiliado por el Inspector del Quinto Distrito, se apoderó de otros
tres desertores del mismo presidio. El 11 del mismo mes capturó fuera de
la Habana á un individuo que habia herido gravemente á una mujer con
un disparo de revólver.
El dia 13 capturó á dos sujetos de pésimos antecedentes, reclamados
por robo en cuadrilla. A la noche siguiente prendió á un individuo por
conato de robo y amenaza de muerte. El 15 prendió á D. Ramon Cerezo
(á) Cataté, por homicidio. El 16 capturó cinco individuos de malos ante-
cedentes, uno de ellos bandolero indultado, á quien ocupó un caballo
robado. Pocos dias después prendió á D. Vicente Tirado (á) Tirabeque,
encontrando y ocupando en uno de los cuartos de su casa dos bueyes ro-
bados. Este individuo habia estado preso por el asesinato de las señoras
Ramirez Gallo, de Marianao, por cuya causa parece que no fué sentencia-
do, pero sí lo fué después por el robo de los bueyes.
El 25 de Octubre á media noche, Trujillo, que estaba en acecho, con-
siguió apoderarse de un individuo que intentaba embarcarse para Méjico,
huyendo de la justicia, porque habia cometido un asesinato en Guanajay.
El dia 1? de Noviembre capturó á otro desertor del presidio, y á un com-
pañero de éste el dia 9 del mismo mes.
El 14 de Diciembre, acompañado del Inspector del Quinto Distrito,
pasó Trujillo á Guanabacoa y descubrió el paradero de quince bueyes que
habian sido robados, apoderándose de ellos antes que los ladrones pudie-
ran beneficiarlos, como pensaban. Cuatro dias después capturó á un in-
dividuo, prófugo de Sevilla, que residía en la Isla con nombre supuesto y
que estaba reclamado de Real Orden. En el mismo mes prendió á cuatro
individuos de malos antecedentes, acusados de robo y heridas á mano ar-
mada; y otro en la jurisdicción de Arroyo Naranjo, reclamado por los
tribunales como autor de un homicidio. En el úliimo dia de aquel año de
1878, en que tantos criminales cayeron en manos del activo Inspector,
capturó dos desertores del presidio: el uno de ellos condenado á cadena
perpetua, al que encontró sus correspondientes puñal y revólver.
Inútil seria hacer reflexiones acerca de los servicios que durante el
año de 1878 prestó el Inspector D. José Trujillo. Nos limitaremos á ob-
servar, que además de los desertores del presidio, que en aquella época
abundaban, porque en los años anteriores se habian fugado muchos;
además de los numerosos autores de asaltos, robos, heridas y asesinatos
que redujo á prisión, como se acaba de ver, consiguió descubrir otros de-
litos y apoderarse de varios de sus autores, á pesar de pertenecer á clases
que saben en todas partes burlarse de los agentes de la Policía. Empezó
¡¿¡fc2ü

Y EL INSPECTOR TRUJILLO. 45

el año descubriendo que se fabricaba moneda falsa: toma Trujillo sus me-
didas y se apodera de los útiles, de una gran cantidad de moneda ya
fabricada y de algunos de los que la trabajaban y expendían. Es necesario
fijar la atención en que desde el principio del año de 1878, y cuando todos
los habitantes leales de la Isla de Cuba más confiados estaban en la paz y
en los buenos propósitos de los que hasta entonces habian estado traba-
jando para que la guerra continuara, Trujillo recibe noticias de bien
informadas personas y consigue apoderarse de los pertrechos que prepa-
raban los hombres mal avenidos con la tranquilidad pública, Esto basta
para probar cuan necesaria es en la Isla de Cuba una buena policía, que
conociendo á tiempo los proyectos de los enemigos del orden, pueda des-
baratarlos antes que se levante gente y se derrame sangre de infelices
hombres del campo y de razas poco previsoras, que se dejan alucinar por
solapados intrigantes. Si en algún país del mundo son necesarias las me-
didas preventivas contra los enemigos de la tranquilidad, es en la Isla de
Cuba, y estas no pueden tomarse sin que haya siempre en los primeros
puestos de la Policía hombres de confianza, de inteligencia y de actividad,
que sin pasión de partido, sin dejarse corromper con dádivas, ni asustar
por amenazas, puedan tener al corriente á la primera Autoridad del estado
del país y ejecurar fielmente las disposiciones que se consideren necesarias
para cortar las alas á los conspiradores. Tanto daño pueden causar en
Cuba la extremada condescendencia y el descuido, hijo de la confianza,
como el mal calculado rigor contra gentes sencillas.
Se ha visto ya que en 1878, alarmados los hombres honrados con
los desfalcos, falsificaciones y contrabandos que se venían cometiendo,
llamaron la atención del Gobierno Superior, y Trujillo tuvo la buena suer-
te de ensayar con éxito sus condiciones en esta clase de trabajos.
Por último, los servicios que en el curso del año de 1878 prestó la Po-
licía, persiguiendo á los cuatreros ó ladrones de ganado, sólo podrán
apreciarlos en su justo valor las personas que sepan cómo se encontraban
después de la guerra los habitantes de los campos, y que conozcan la nece-
sidad de asegurar á cada campesino la propiedad de sus bestias de trabajo
y de cria, y el temor que infunden á los sitieros los ladrones si no están
en la seguridad de que han de ser amparados por las Autoridades locales y
superiores. Sólo conociendo el pais y recordando lo que en aquella épo-
ca pasaba, se podrá comprender lo que debe la Isla de Cuba á la benemé-
rita Guardia Civil y á la Policía.
Y EL INSPECTOR TRUJILLO. 47

X.

E/V1PIEZA C O N L O S COBRADORES.

Empezó el año de gracia de 1879, siendo de desgracia para algunos


que se daban buena vida y reunían capital á costa de los contribuyentes
de la Isla de Cuba y de las rentas del Tesoro. El dia 18 de Enero, sin
pasarles aviso ni mandarles previamente tarjeta, el Inspector Trujillo pasó
á visitar á tres señores, que no lo esperaban por cierto: aunque de mala
gana, hubieron de permitirle que examinara sus libros y papeles con tan-
to cuidado como examina un erudito los Archivos de la Corona de Ara-
gón ó el de Simancas. Entre los libros y documentos de aquellos señores,
nada encontró el Inspector de Policía que pudiera servir para ilustrar
puntos oscuros de la historia patria; pero en cambio, descubrió que dos
de los tres señores á quienes hizo la visita del año nuevo, guardaban en
sus gavetas gran cantidad de RECIBOS sustraídos de la Administración Eco-
nómica de la Provincia de la Habana; otra cantidad de recibos falsificados
é ítem más un Protocolo, encuadernado en pergamino, que contenia ocho-
cientos testimonios de Escritura de bienes de Regulares y de censos del
Estado, cuyo valor ascendía á más de un millón de pesos. Gracias al Ins-
pector Trujillo, que mandó á la cárcel á los tres bibliófilos, no pudieron
éstos cobrar directamente las contribuciones directas por su cuenta, ni en-
trar en convenios con los arrendatarios de las fincas del Estado y con los
que pagan censos á la Hacienda, que debe percibirlos como antes los
percibían los Regulares. Los jueces encargados de la causa que se formó,
pudieron saber cómo se habian sustraído de las Oficinas públicas los re-
cibos y el importante Protocolo.
El dia 23 del mismo mes, T r a i l l o perseguía á un criminal desertor
48 LOS CRIMINALES DE CUBA

del presidio: el fugitivo disparó tres tiros de revólver contra el Inspector


de Policía, sin haberle podido herir, y al fin se vio obligado á darse preso.
Tres dias después descubrió y prendió á otro desertor de cadena perpe-
tua, pasando el resto del mes de Enero y los primeros dias de Febrero en
ciertos barrios, donde supo que tenian sus viviendas los desertores del pre-
sidio, consiguiendo capturar á cuatro, y obligando á los demás á buscar
otras guaridas.
El dia i o de Febrero, acompañado del Inspector Urrutia, trató el
perspicaz Trujillo de sorprender un negocio que se estaba tratando ha-
cia algunos dias, y de cuyo secreto habia conseguido apoderarse. Toma-
das todas las medidas que juzgó oportunas, logró sorprender á varios em-
pleados de la Administración Económica de la Provincia de Matanzas, en
el momento en que estaban preparados para negociar OCHENTA MIL PE-
SOS ORO en papel sellado y efectos timbrados, que habian sustraído de
aquella Administración de Provincia.
Merece este hecho referirse con todos sus detalles. La policía tuvo
conocimiento de que se trataba de realizar este negocio, y Trujillo encon-
tró el medio de descubrirlo todo, y calculó cuál sería el mejor modo de
sorprender á los criminales infraganti. Disfrazóse lo mejor que pudo, y
se presentó á los empleados en el mismo momento en que estaban reu-
nidos al rededor de una mesa, encima de la cual tenian ya preparados y
contados los pliegos de papel sellado y efectos timbrados: estaban espe-
rando al sujeto que debia entregarles el dinero y llevarse los ochenta mil
pesos en efectos, según estaba pactado. Al entrar Trujillo disfrazado en el
aposento, los empleados se creyeron que era el sujeto que esperaban con
el dinero: considérese la sorpresa que les causarían las palabras del Inspec-
tor, que al quitarse la barba y el disfraz les dijo: "Están Vs. presos:" ¡To-
dos se quedaron petrificados! Largo rato permanecieron extáticos, sin
saber lo que les pasaba. Por fin, se les hizo volver de su sorpresa; se em-
paquetaron los valores ó efectos, y con los que los habian sustraído del
Depósito de la Provincia, fueron remitidos á disposición de los jueces.
El servicio que entonces prestó la policía, y especialmente el Inspec-
tor Trujillo, fué de trascendencia incalculable: además de haber recobrado
la Hacienda los ochenta mil pesos, que hubieran sido vendidos en perjui-
cio del Estado, se descubnó el único camino por el cual se podia llegar á
la extirpación de los delitos, que hacían en Cuba improductiva una de las
mejores rentas con que pudiera contar el Estado. Hacia años que eran
públicos y notorios los fraudes y sustracciones; falsificaciones y convenios
que se hacian con los papeles de multas, timbres, papel sellado y hasta
sellos de correos: se sabia que los fraudes procedían en su mayor parte de
las sustracciones clandestinas de los depósitos; porque, quizá estudiada-
mente, se entregaban y se recibían de manera que, en el caso de notarse
Y EL INSPECTOR TRUJILLO. 49

faltas, no se sabia á quiénes debian' achacarse. El efecto moral que produ-


jo la prisión de los empleados de Matanzas fué grande. Si más tarde se co-
metieron nuevos delitos de la misma clase, no pudo decirse que la Policía
no se afanase por descubrirlos y reducir á prisión á los culpables. Aunque
muchos delitos de esta clase han quedado impunes, con gran dolor de los
ciudadanos honrados, que desean ver una buena administración estableci-
da en esta Antilla, porque sin ella no pueden terminar nuestras desgra-
cias, no cabe duda que la actitud del honrado General Blanco y la activi-
dad de la Policía obligan á los malos empleados á ser más cautos que
antes. ¡Cada defraudación que se descubre y se castiga es una derrota
para los enemigos de la nación, por más que lo contrario supongan los
que medran con los abusos, las dilapidaciones y los fraudes! Esto de vi-
vir con el Credo en la boca se les hace muy pesado! ¿No consideran los
que tienen tres de sueldo y gastan nueve, que algún dia habrán de expiar
sus culpas?
El dia 10 de Marzo de 1879, ayudado por el Inspector Urrutia, con-
siguió Trujillo descubrir y capturar á los autores del robo y asesinato de
un honrado extranjero, que se habia cometido en el mes anterior en la
Habana. El 17 del mismo mes capturó á un desertor de presidio, con-
denado á cadena perpetua, desarmándole de un cuchillo. Pocos dias des-
pués, descubrió, un engaño que podia haber costado caro á los infelices
soldados que se hubiesen dejado alucinar por los que se proponían librar-
les del servicio. Habian falsificado licencias absolutas, como las que se
dan á los licenciados del Ejército y las ofrecían á los soldados bajo precio.
A los pocos días consiguió prender á cuatro individuos que habian ataca-
do á mano armada, dentro de una casa desocupada, á un señor Canóni-
go, robándole el reloj que tenia en los bolsillos.
A principios de Mayo, habiéndose quejado varias veces los comer-
ciantes, y algunos por medio de los periódicos, de que del Correo se sus-
traían cartas con letras, billetes y documentos, Trujillo tomó disposiciones;
después de haber recibido algunos informes, consiguió prender á un in-
dividuo, justamente en el acto de cpbrar un libramiento en el escritorio
de un comerciante de esta ciudad: una vez en la cárcel el portador de
aquel documento, se hicieron las correspondientes averiguaciones y se des-
cubrió que el libramiento habia sido sustraído de una carta conducida por
el Correo.
El dia 14 del mismo mes de Mayo, consiguió descubrir y prender á
un sujeto circulado por conato de estafa, con chekcs falsos que habia tra-
tado de cobrar en el Banco de Barbón de la Habana.
Como en aquella época el Gobierno Superior de la Isla tenia cono-
cimiento de los trabajos de los que, mal avenidos con la paz, trataban de
levantar de nuevo la bandera de la insurrección, Trujillo fué el encargado
7
LOS CRIMINALES DE CUBA

de seguir la pista á los que, según noticias fidedignas, alistaban gente,


reunían armas y ponían en comunicación los cabecillas comprometidos que
residian en la Isla, con los que permanecían en el extranjero. Como eran
muchos los hombres que habian espado en la insurrección, que no querían
tomar parte en nuevas intentonas, era necesario proceder con gran tacto,
persiguiendo a los malos y dejando tranquilos á los que nada querían sa-
ber de guerra. Cómo desempeñó Trujillo .su delicado encargo, lo dice el
siguiente documento:
"El qx-jefe de la insurrección D. Pedro Martínez Freiré, capturado
por V. el dia anterior, en la estación de Jovellanos, fué uno de los últimos
que capituló recientemente en el Departamento de Oriente y el que mar-
chaba en los momentos de su captura á ponerse otra vez al frente de una
nueva conspiración en Santiago de Cuba, de la cual tenia conocimiento
el Gobierno; y lo comprueba la correspondencia que V. le ocupó y los des-
pachos impresos y firmados por Calixto García en Enero del corriente
año en los Estados Unidos.
"De tanta importancia es la captura verificada por V., con riesgo in-
. minente de su vida, que me complazco en manifestarle á V. se le debe el
aborto de esa nueva conspiración que tal vez nos hubiera envuelto en otra
guerra tan atroz como la que acaba de terminar el ilustre General Mar-
tínez de Campos.
"Sírvale, pues, de satisfacción esta comunicación que me complazco
en dirigirle, como una débil muestra de lo satisfecho que estoy por tan
eminente servicio.
"Dios guarde á V. muchos años.—Habana 24 de Mayo de 1879,—
Ricatdo Sanchez.—Sr. D. José Trujillo y Monagas, Inspector del Tercer
Distrito."
Habiendo regresado á la Habana, el dia 5 de Junio, capturó al autor
de un asesinato alevoso, ocupándole un revólver. En aquellos mismos dias
descubrió y prendió á un sujeto sentenciado por la Excma. Audiencia y
á otros dos criminales desertores de presidio. El dia 15 del mismo mes
sorprendió y capturó á unos individuos que negociaban Abonarés de va-
rios cuerpos del ejército falsificados, y con las primeras diligencias practi-
cadas mandó á la cárcel á los falsificadores, para que fuesen juzgados por
tribunal correspondiente.
El dia 19 de Junio de 1879, estando ya á las órdenes del Jefe Supe-
rior de Policía D. Miguel Rodriguez Blanco, se apoderó de una maleta
en la que se encontraron unos dos mil pesos en efectos timbrados, y ade-
más varios talonarios de recibos, dispuestos como para poder falsificar con
facilidad los recibos de las mismas contribuciones. Con este servicio, la
Policía, y particularmente el Inspector Trujillo, consiguió evitar conside-
rables pérdidas al Tesoro, y no pocos disgustos y quebrantos á los habi-
Y EL INSPECTOR TRUJILLO.
51

tantes de la Isla, tan agobiados por las contribuciones directas, como asus-
tados con los abusos que cometieron y con los escándalos que daban los
recaudadores y ejecutores.
El dia 27 capturó á otro desertor del presidio, y por la noche, acom-
pañado de los Inspectores de 4? y 8? distritos, capturó al célebre bandido
Cayetano Esquivel, (á) el Chincho, que después fué muerto al tratar de
desarmar á una pareja del Orden Público. El bandido Esquivel, antes de
ser capturado, habia hecho'dos disparos á los Inspectores que lo pren-
dieron.
Lo que claramente se desprende de la relación precedente, es que la
Policía de la Isla, y especialmente el Inspector Trujillo, durante los seis
primeros meses del año de 1879, prestaron tantos y tan buenos como en
los anteriores semestres; pero es del caso observar que, entre los delitos
descubiertos y los delincuentes reducidos á prisión, en este, último perío-
do de tiempo, abundan más los falsificadores de recibos, defraudadores de
las rentas del Estado, y los perturbadores de la tranquilidad pública. E s
claro que esta clase de delitos son más temibles para la sociedad que los
robos á mano armada, las heridas y los asesinatos, porque desprestigian á
los agentes de la Autoridad, privan al Tesoro de los necesarios recursos
para atender á los gastos indispensables, como .. á todas las clases de
la misma sociedad. Desde mucho tiempo se hace sentir en la Isla de Cu-
ba la necesidad de cortar toda clase de abusos. Los que matan el senti-
miento moral de un pueblo, le causan más daño que los enemigos arma-
dos, y mucho más en esta Antilla. ¿Qué confianza se pudiera tener en el
porvenir si no se castigase á los que, teniendo tres de sueldo, gastaran
nueve y se quedaran con treinta y seis? ¿Acaso los pueblos no saben sa-
car las cuentas á los que administran?
El dia 7 de Julio de 1879, Trujillo redujo á prisión al Secretario Con-
tador del Ayuntamiento de Santa María del Rosario, que dejando un gran
desfalco en la caja del Municipio, trataba de embarcarse para el extran-
jero. A los pocos dias consiguió descubrir la morada y capturar en ella
una cuadrilla de malhechores, entre los cuales habia dos desertores del
presidio: prendió además á un bandolero que no pertenecía á la cuadrilla;
pero que era muy temido en las inmediaciones de la Habana y en otras
jurisdicciones por sus fechorías.
El dia 29 de Julio de 1879, bajo la dirección del Jefe de Policía D.
Miguel Rodríguez Blanco, consiguió Trujillo sorprender y capturar á va-
rios individuos, uno de ellos portador de 19,000 pesos en papel sellado,
que resultó ser falsificado, según las activas y oportunas diligencias prac-
ticadas por el recto y entendido Juez de primera Instancia de Guadalupe
D. Lúeas Garcia Ruiz al tomar conocimiento de la causa. Aquel mismo
dia, por algunas noticias que tuvo y por las consecuencias que pudo sacar
POM

52 LOS CRIMINALES DE CUBA

de ciertos antecedentes, Trujillo pudo sorprender y capturar á varios in-


dividuos que tenian depósito de efectos timbrados y los expendían al pre-
cio que podían. El papel de éstos no era falsificado, sino sustraído de
los almacenes ó depósito de la Hacienda. . ¿A qué reflexiones no se pres-
tan estos hechos de que han entendido los tribunales? ¿Qué otro reme-
dio queda, para contener á los que así se han pervertido, que los severos
castigos que para el caso tienen las leyes señalados?
A la hora en que escribimos, el General Blanco está dando pruebas
evidentes de que es el hombre que los buenos españoles de Cuba necesi-
tamos para contener á los que, confiados en su influencia y careciendo de
conciencia, creen que nada les importan los intereses ni la dignidad de la
Patria. Para tales hombres despreocupados no puede haber mejor desti-
no que los presidios y las penitenciarias: es necesario decirlo á todas ho-
ras y bien alto, sin hacer caso de los que dicen que no debe privarse de
prestigio á los servidores del Estado. Los que minan el prestigio y la
fuerza de la Autoridad, son los que se enriquecen por malos medios y los
que insultan con sus riquezas á las personas honradas, porque defraudan
las rentas del Tesoro y cometen mil abusos que quedan impunes porque
no pueden ser probados.
El dia 14 de Agosto, el Inspector Trujillo redujo á prisión á un indi-
viduo complicado en la falsificación de un Chek de 25,000 pesos oro, que
se trataba de hacer recibir y pagar en un banco. En aquellos mismos dias
capturó á dos desertores del presidio y á un prófugo sentenciado por la
Excma. Audiencia de la Habana.
El dia 19 de Setiembre redujo á prisión á un prófugo de la Cabana,
que se escapó estando sentenciado á muerte por homicidio. Trataba de
embarcarse disfrazado de carbonero y en el acto de ser preso se le ocupa-
ron un revólver y treinta onzas de oro.
Con motivo de un asalto y robo á mano armada que se habia come-
tido en una casa del 7? distrito, Trujillo comunicó al Inspector de Policía
de aquel barrio la noticia de quiénes habían sido y cómo podian ser presos
los autores de aquel crimen: con esta noticia los criminales fueron captu-
rados y el hecho esclarecido, quedando los autores en poder de los tribu-
nales. En aquellos últimos dias, y para terminar el año, redujo á prisión á
varios criminales, entre ellos al autor de dos asesinatos, y á un prófugo
que habia cometido un homicidio mientras estaba juzgándosele por ante-
riores crímenes.
Todo bien considerado, puede decirse que el año de 1879 fué
para la Policía de la Isla de Cuba, y en particular por el Inspector de
quien nos ocupamos, bien aprovechado.

*
XI.

jblGUEN LOS CONSPIRADORES Y DEFRAUDADORES.

Durante la primera quincena de Enero del año de 1880. se dedicó


Trujillo á la persecución de los bandoleros y ladrones de ganado, consi-
guiendo prender á cuatro, siendo uno de ellos desertor de presidio.
En aquellos dias el Inspector del tercer distrito y su jefe sacaron de un
pozo de Guanabacoa el cadáver de una morena, que habia sido arrojada
en él de una manera violenta.
El dia 26 de Marzo de 1880, acompañado del Inspector de segunda
clase y del Celador auxiliar del Distrito, Trujillo se apoderó de una can-
tidad de billetes falsos, de á diez pesos, prendiendo y remitiendo á la
cárcel á varios individuos que los estaban expendiendo como legítimos
del Banco Español de la Habana. El dia 10 de Abril, en virtud de noti-
cias reservadas qué tuvieron el Jefe de Policía y Trujillo, éste consiguió
capturar á un individuo acusado de falsificación y estafa de 45,000 pesos
oro: al dia siguiente descubrió que el mismo individuo acusado de la fal-
sificación y estafa de dicha cantidad, en connivencia con otros cómplices,
por medio de una carta orden falsificada, habian conseguido sacar de la
Caja de Ahorros de la Habana 32,000 pesos oro, y aunque uno de los
autores de la estafa habia salido ya para Méjico, estaba de vuelta, sin du-
da para tomar el dinero que habia dejado y dar otro golpe. El activo y
sagaz Inspector consiguió después descubrir la existencia de un Pagaré
de 6,000 pesos, que otro de los cómplices habia negociado, y cuya canti-
dad, después de tomar todas las medidas conducentes, fué oportunamente
interceptada.
El dia 15 de Mayo capturó á un individuo que, frente á la misma
54 LOS CRIMINALES DE CUBA

guardia de la Capitanía General, negociaba tres mil pesos de sellos de


giro sustraídos del Depósito de la Hacienda: aquel mismo dia echó mano
a u n cómplice del delito. Sin perder de vista á los que habian tomado
parte en la negociación, y por lo que pudo averiguar, el dia 22 del mismo
mes de Mayo prendió á otro sujeto, á quien ocupó 7,500 pesos en efectos
timbrados de la misma procedencia: el dia 26, siguiendo á los cómplices
de aquel gran robo ¡verificado en uno de los departamentos de la Direc-
ción General de Hacienda! Trujillo se apoderó de otro individuo, ocu-
pándole 1,177 pesos 5 o centavos oro de la misma procedencia.
¿Qué significan tantas y tan grandes sustracciones de efectos tim-
brados? ¿Quiénes eran los depositarios de tan importantes valores del
Estado? ¿Cómo se sacaban de los depósitos y se vendían por las calles
y cafés, con menos reserva y menos escrúpulos que los tabacos de contra-
bando en los países donde el artículo está estancado? ¿Quiénes eran los
que compraban los efectos robados? ¿No eran negociantes y consumido-
res? ¿No temian ser descubiertos y castigados?
A todas estas preguntas se puede contestar con pocas palabras:
todos contaban con la impunidad, porque los autores y cómplices de tales
escándalos tenian poca conciencia y mucha influencia. Los hombres más
circunspectos y honrados se dejan arrastrar por el ejemplo que les dan
las personas que les son superiores en fortuna y en rango: nadie quiere
despreciar la ocasión de ahorrarse el 50 por ciento de una carga, cuando
está seguro de poderlo hacer sin correr peligro de ninguna clase. Si las
primeras sustracciones no hubiesen tenido por autores y cómplices hom-
bres sin dignidad ni conciencia, hubieran sido en el acto descubiertas y
castigadas. ¿Quién se hubiera atrevido á repetir la sustracción, si com-
probada la primera, sus autores hubiesen tenido que vestir la camiseta
del presidiario? ¿Quién se hubiera atrevido á comprar por la mitad de su
valor los efectos robados? Pero se repetían las sustracciones: se ofrecía
el papel sellado de todos los precios y todos los sellos por la mitad de su
valor: y al fin la mayor parte de los consumidores, sabiéndolo ó no, de-
fraudaban las rentas del Estado.
Continuando la influencia de los hombres sin conciencia, adonde
habríamos llegado, sin la enérgica actitud del General Blanco?
Pocos dias después de las prisiones de los autores de los que sabían
el modo de sacar, sin tomar cuenta ni razón, grandes cantidades de efectos
timbrados de los almacenes de Hacienda, la Policía de la Habana hizo
una limpia de gente mala, empezando Trujillo por capturar á un deser-
tado de presidio condenado á cadena perpetua y al autor de un robo en
la calle. En seguida se apoderó del pardo Joaquin Diaz y Diaz, que seis
años antes habia desertado del presidio, y en este largo período de tiem-
po habia cometido toda clase de crímenes. Luego capturó á Juan José
MháB

Y EL INSPECTOR TRUJILLO.
55

Paula, su cómplice, y una vez entregados á la justicia, procedió á prender


á los individuos siguientes: D. Leocadio Paramo, D. José-Tejeiro Lopez
(á) Cachucha, D. Angel Oliver (á) La Mulata, D. Francisco Subirat, (á)
Trancapitos, D. José Alejandro Alonso, ó sea D. Cipriano Gonzalez Ro-
dríguez, D. Enrique Martínez Zúñiga (á) Pata de banco, D. Julio Arias
Montero (á) Mosca, D. Francisco Perez Ruiz (á) Pancho Giro, pardo
Rufino Alfaro, D. Pedro Cagigal (á) Pescador y D. José Jimenez Valdes
(á) Tiburón, todos de malos antecedentes, que no podian explicar cuál era
su modo de vivir, y considerados como vagos, fueron trasportados á la
Isla de Pinos, donde permaneciendo bajo la vigilancia de la Autoridad, no
constituyen un peligro permanente contra las personas pacíficas y honra-
das, como estando en las grandes poblaciones con sus amigos y cómpli-
ces y teniendo seguras madrigueras donde esconderse.
El dia i o de Agosto cayó en poder de Trujillo, y fué conducido á la
cárcel, un desertor del presidio portador de 240 billetes del Banco Español
falsos. Aquel mismo dia identificó en la cárcel á otro desertor del presi-
dio, que estaba preso y encausado por nuevos delitos, con nombre supues-
to. En seguida detuvo á los individuos de una sociedad de estafadores,
que fueron puestos á disposición de los tribunales, con el expediente for-
mado. Identificó luego á otro desertor de presidio, que ingresó en la
cárcel también con nombre supuesto. Con el Jefe de Policía capturó
Trujillo á dos ladrones que fracturaban la puerta de un establecimiento.
Cogidos infraganti y conducidos por el Orden Público, trataron de resis-
tirse y fueron muertos por la fuerza que les custodiaba.
El dia 27 de Octubre auxilió Trujillo á su jefe en una delicada in-
vestigación secreta respecto á dos individuos que trataban de fugarse al
extranjero. Después de haberlo descubierto y averiguado todo, el Jefe
y el Inspector tomaron tan acertadamente sus medidas, que los dos sujetos
fueron detenidos, teniendo encima el dinero ajeno, que no bajaba de mil
onzas de oro.
El dia 31 del mismo mes, Trujillo, que sabia lo que pasaba en el
puerto, se apoderó de seis barriles de efectos de contrabando, desembar-
cados por el muelle de Caballería, formando enseguida el oportuno
expediente, y remitiendo á la cárcel como cómplices del fraude á dos
Aduaneros.
El dia 10 de Noviembre sorprendió infraganti á cuatro individuos
que tenian dos pagarés con firmas falsificadas del conocido hacendado don
Roque de Lara, cuyos falsificadores remitió Trujillo á la cárcel, después
de haber instruido las correspondientes primeras diligencias sumarias.
Comisionado por el Sr. Jefe, detuvo á tres individuos á quienes se vigila-
ba hacia más de tres meses, por creérseles falsificadores de papel sellado,
y siguiendo el curso del procedimiento que inició, pudo sorprender en la
5* LOS CRIMINALES DE CUBA.

calle del Cristo la fábrica de dichos efectos, con los útiles necesarios para
veinte y dos falsificaciones distintas, ó mejor dicho, para falsificar veinte y
dos clases de sellos, con más unos treinta y seis mil pesos en papel sella-
do y de reintegro de varias clases, quedando, por consiguiente, descubier-
to el delito y presos sus principales autores.
El 17 del mismo mes se trasladó Trujillo, á las inmediatas órdenes
del Sr. Jefe de Policía, á la ciudad de Cárdenas, sorprendiendo en la
Recaudación de contribuciones de dicha ciudad una maleta llena de recibos
en blanco los unos y los otros ya numerados y llenados, pero todos falsos,
deteniendo á los tenedores de la maleta Al dia siguiente, también á las
inmediatas órdenes del Jefe del ramo, el mismo Inspector se apoderó de
cuarenta y siete mil pesos oro, en recibos de contribución, que habian si-
do sustraídos de la Administración Económica de esta ciudad, detenien-
do á varios cómplices de aquel delito y formando el oportuno expediente.
El dia 29, de orden del Excmo. Sr. Gobernador de la Provincia,
inició Trujillo expediente por fraudes escandalosos habidos en la Recau-
dación de Contribuciones de Matanzas, auxiliando á S. E. en la detención
del segundo Jefe de la Tesorería General, á quien se ocuparon documen-
tos importantes, y deteniendo, en su consecuencia, tres individuos, termi-
nando el expediente, y de orden del Excmo. Sr. Gobernador General, lo
entregó con los presuntos reos al Sr. Juez de 1? Instancia del distrito
Sur de Matanzas.
El dia 8 de Diciembre capturó en la calzada de Luyanó, auxiliado
por fuerzas de Orden Público y Guardia Civil, y acompañado por el Ins-
pector del distrito, á dos bandoleros, ocupándoles bestias robadas y ma-
chetes, y el 19 capturó, de orden del Jefe, á tres individuos, autores del
asesinato de un tal Pericón, cuyo cadáver, cuatro meses antes, se habia
encontrado sin cabeza, en un baúl en la calle de Monserrate.
El dia 26 de Diciembre de 1880, por comisión especial del primer
Jefe de Policía, Trujillo prendió y remitió á la cárcel á D. E. C. y G.;
D. O. P. C , D. S. P.; D. N. P.; D. M. M.; D. M. F. M. y D. J. G.; total
nueve individuos, como socios en la falsificación y cobro de recibos de
contribuciones, ocupándoles una gran cantidad de recibos falsos, y cerca
de doscientos legítimos, que habian sido sustraídos de la Sección de Atra-
sos, procesando á otros varios y dando cuenta el dia 31 del mismo mes,
con el expediente iniciado, compuesto de 499 hojas.
Habana 31 de Diciembre de 1880.
En esta fecha termina la relación que tenemos á la vista, y de la cual
nos hemos servido para reunir los datos que para este trabajo nece-
sitamos.
XII.

CONCLUSION

Desde las primeras páginas de este sencillo trabajo, habrá compren-


dido el ilustrado lector que no nos hemos propuesto únicamente hacer una
relación curiosa de los delitos cometidos y descubiertos y de los delin-
cuentes capturados por los empleados de Policía de la Isla de Cuba; lo
que nos hemos propuesto ha sido poner en evidencia ciertos males socia-
les, señalar su origen hasta donde nos ha sido posible é indicar los re-
medios más eficaces que á nuestro humilde juicio debieran aplicarse á
ciertos abusos que si continuaran agravándose pudieran tener resultados
funestos.
En todos los países del mundo se cometen delitos de todas clases: en
la Isla de Cuba, teniendo en cuenta los elementos de que se compone es-
ta sociedad y las circunstancias que se han atravesado, no se podrá decir
que sea grande el número de crímenes y delitos comunes que se cometen.
Esto prueba que las clases menos ilustradas, más numerosas y más pro-
pensas á delinquir conservan todavía el saludable temor á las leyes y á la
justicia, que en todas partes es lo que más contribuye á contener las ma-
las pasiones y por consiguiente á evitar toda clase de delitos. Pero es el
caso que atravesamos un periodo de transformación política y social y
debe todo hombre amante de su patria procurar no tan solo que los deli-
tos no queden impunes, sino que con los malos ejemplos y con la impuni-
dad de ciertos delitos no se mate el sentimiento moral, que es necesario,
mantener vivo y robusto en todas las sociedades políticas, y sobre todo
en las que se componen de distintos elementos con aspiraciones, costum-
bres y tendencias diferentes. Los acontecimientos siguen su curso sin
que sea dable calcular donde hemos de llegar dentro de poco. Quizá si
LOS CRIMINALES DE CUBA

llega lo que no deseamos, siguiendo nuestra costumbre de proceder según


las inspiraciones de un corazón leal y de una conciencia tranquila podremos
continuar este trabajo, entrando de lleno en la exposición de las reformas
que sin ser de orden político, económico ni administrativo, necesitan plan-
tear los gobiernos, sean democráticos, constitucionales ó absolutistas las
instituciones ó formas de Gobierno establecidas.
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ÍNDICE.

h La Sociedad •.».. , 3
II. La policía de Cuba en lo pasado - 9
III. Servicio actual de la Policía .. 13
IV. Antecedentes del Inspector Trujillo. ..-,...* • — 17
V. Primeros servicios de Celador . 23
VL Trujillo Subinspector 27
VII. Asciende á Inspector... * 31
VIII. Nueva campaña - * 35
IX. Año nuevo y moneda nueva 41
X. Empieza con los cobradores - 47
XI. Siguen los conspiradores y los defraudadores 53
XII. Conclusion 57
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