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Resumen: Barnetche, et al. (2010). Libre de Adicciones. Patria.

Capitulo 1: El anhelo del hombre: Relaciones íntimas. Los seres humanos fuimos
creados para ser felices, para amar y ser amados y ese amor se expresa a través
de las relaciones intimas con nosotros mismos y con los demás. Se llama
relaciones intimas a aquellas que son autenticas, profundas y sinceras. La
intimidad del ser humano consigo mismo implica el saber quiénes somos, hacia
donde vamos y cuáles son nuestros valores en la vida. Para saber quiénes somos
es necesario ser consientes de nuestros sentidos, emociones, mente, voluntad y
de nuestra interioridad. Nuestros sentidos perciben al mundo y al darnos cuenta
de esas percepciones experimentamos una inmensa gama de sensaciones
positivas y negativas, que producen en nosotros diversas reacciones emocionales,
es entonces cuando nuestra voluntad decide como actuar. Este proceso podrá
realizarse de manera más sana e integral a medida que nos vayamos dando
cuenta de las raíces de las conductas que tenemos y las veamos a la luz de
nuestros valores. Como resultado, nuestras respuestas a las percepciones,
sensaciones y emociones adoptaran vías cada vez más adecuadas de manejo,
aceptación y expresión dentro de una identidad propia. La intimidad con nosotros
mismos es la clave para relacionarnos bien con nosotros mismos, los demás y
Dios. Puesto que cuando se ha logrado un avance en este proceso de
autoconocimiento, (de conocer y ser conocido), es posible comenzar a compartir
en ese mismo nivel de profundidad con otras personas. La intimidad es una
experiencia trascendente que se expresa y llega a su plenitud en relación con el
otro, es un proceso que nos va llevando al cambio para crecer y madurar, es
dinámica y por tanto siempre va en aumento.

Por otra parte, la otra necesidad básica del ser humano son las relaciones sanas.
Tener una relación sana significa ser quiénes somos y poder permitirle al otro ser
quien es, es aquella que nos permite crecer y madurar y nos deja ser libres para
ser nosotros mismos. Por tanto, las relaciones sanas no se logran fácilmente pues
los modelos de relación que hemos tenido en nuestra vida han sido pobres,
enfermos o no han existido. Después de reconocer como son nuestras relaciones
y ver lo ideal que sería relacionarnos sanamente, podremos tomar la decisión de
curar las heridas del pasado para vivir el presente.

Capitulo 2 Adicciones. En ocasiones el anhelo de intimidad desaparece de nuestra


conciencia, solo sentimos un vacio y la energía con la que lo buscamos es
usurpada por otras fuerzas que son contrarias al amor y la intimidad. Nuestro
deseo es atraído por algo distinto y de pronto nos encontramos haciendo algo que
no hubiéramos querido hacer. La psicología señala como responsable de dicho
hecho a dos fuerzas: la represión y la adicción. La represión sumerge en nuestro
inconsciente el deseo de amar, por que el amor nos hace vulnerables. Por
supuesto, lo que reprimimos no desaparece, permanece en nosotros en la
periferia de nuestra conciencia. La represión sofoca el deseo y la adicción lo
encadena, y esclaviza toda la energía del deseo a ciertas conductas específicas,
objetos o personas que llegan en muchas ocasiones a regir nuestras vidas.

La adicción es un estado de compulsión, obsesión y preocupación que esclaviza la


voluntad y el deseo de la persona. Es una relación patológica con cualquier cosa,
persona o experiencia que altera nuestro estado de ánimo y tiene consecuencias
en la salud física, mental, emocional y espiritual. La adicción se desarrolla cuando
queremos evadirnos o defendernos del dolor. Posee ciertas características:
Tolerancia: Cada vez se necesita más del objeto de la adicción para lograr el
mismo resultado. Síntomas de abstención: Cuando voluntariamente o por
cualquier circunstancia no se obtiene el objeto de adicción, se presentan
repercusiones somáticas y psicológicas. Engaño de si mismo: Aparecen los
mecanismos de defensa para impedirnos ver la verdad, tales como, negación,
racionalización y desplazamiento. Perdida de la fuerza de voluntad: Surge porque
las motivaciones son contradictorias; por un lado se pretende parar la conducta
adictiva y al mismo tiempo, otra parte de la voluntad no lo desea. Distorsión de la
atención: Las adicciones son nuestra principal preocupación y requieren completa
atención. En el adicto se manifiestan diferentes facetas que pueden verse de
manera independiente o actuando simultáneamente: negación, autoengaño,
distorsión de la realidad, deshonestidad, estar a la defensiva, desesperanza,
sustentarse en promesas, depender de las expectativas, dualismo o pensamiento
de todo o nada, la ilusión de ser siempre lógico y racional, la referencia externa
para desarrollar el concepto de sí mismo, invalidación de nuestras percepciones y
procesos, la ilusión de poseer control, olvido de actividades y conductas, procesos
de pensamientos confusos, obsesivos, rumiantes y paranoicos; perfeccionismo y
centrados en sí mismos.

Capitulo 3: Diferentes clases de adicciones. El deseo y el apego tienen dos


aspectos: el atractivo y el repulsivo, y ambos pueden convertirse en adicción. Es
importante recordar que lo que caracteriza a la adicción es la falta de libertad, la
compulsividad y la esclavitud. No importa cuál sea el objeto de la adicción, la
persona no puede controlar la atracción o la aversión hacia el objeto, persona o
experiencia. Una de las clasificaciónes de las adicciones es en ingestivas y de
proceso. Las adiciones ingestivas se refiere a la dependencia de sustancias
artificialmente refinadas o producidas que deliberadamente se introducen en el
cuerpo. Alterando el humor, el estado de ánimo y conducen a una dependencia en
aumento, tales como: alcohol, drogas, cafeína, tabaco, alimentación, chocolate,
azúcar y fármacos. En las adicciones de procesos la persona queda atrapada en
el proceso mismo, obligada a una serie de acciones o interacciones especificas.
Estos procesos son formas enfermas y destructivas de adaptarse al mundo.
También considera la adicción a las relaciones como una manera equivocada de
relacionarse con las personas y no poder romper esa forma de vincularse
ejemplificada con la codependencia. La cual se distingue por la falta de relación
con uno mismo y la búsqueda de relacionarse de manera enfermiza con los
demás. Los síntomas de la falta de relación con si mismo son los siguientes:
relaciones enmarañadas y entremezcladas molestias físicas, culpa, vergüenza,
búsqueda de validación externa, cuidado excesivo de otros, sentimiento de
víctima, cooperación en las adiciones de otros, agresividad, ofensivo y controlador.
En las adiciones de proceso se incluye las mentales tales como: pensamiento
obsesivo, obsesión por describir los detalles, pensamiento negativo, preocupación
y exageración. También se considera las adiciones de comportamiento, las cuales
se caracterizan por que la alteración del estado de ánimo se inicia desde el
momento en que se anticipa el logro de la excitación que produce la adicción.
Varias se mezclan entre sí con adicciones mentales, emocionales y de relación,
pero cada una de manera independiente reúne las características de una adicción;
tales como adicción al robo, compras, trabajo, mentira, sexo, perfeccionismo,
romance, ejercicio, televisión, juego, crimen, acumular dinero, activismo,
religiosidad, computadoras, chisme y critica, etc.

Capitulo 4: El proceso adictivo Las raíces del proceso adictivo se encuentran


principalmente en el vacío que hay en el interior del ser humano, de las carencias
físicas y afectivas, heridas, emociones reprimidas, resentimientos y una familia
disfuncional, que impiden el desarrollo normal del niño en el nivel emocional y
hacen que su identidad no se forme adecuadamente, crezca distorsionada o no
exista. Esa falta de identidad, de relación consigo mismo va dejando un vacio, un
hueco que inútilmente trataremos de llenar durante toda nuestra vida con
relaciones adictivas, relaciones codependientes o adicciones a sustancias y
procesos.

Las emociones que interviene en el proceso adictivo son las de enojo, miedo,
culpa y vergüenza. El proceso de reconocerlas, sentirlas, escucharlas, aceptarlas
y manejarlas nos ayuda a tener una vida emocional equilibrada e integrada. Este
proceso de curación y manejo de las emociones se inicia cuando dejamos de
reprimir y en cambio reconocemos y le damos nombre a alguna emoción.

Capitulo 5: Desarrollo del proceso adictivo. El desarrollo del proceso adictivo se


puede estudiar desde la teoría psicoanalítica como aquel en el cual los apegos se
forman al invertir nuestra energía psíquica en actividades, cosas o personas que
nos producen placer o alivio de la tensión de manera inconsciente. Desde la teoría
conductista sostiene que si una conducta es asociada con un efecto placentero o
con el alivio de la tensión tiene a repetirse. Logrando el aprendizaje de la misma,
la formación de hábitos o la dificultad al sentirse a disgusto con la conducta.
Desde la neurología al explicar cómo a partir de mecanismos de retroalimentación,
habituación, y adaptación surge el apego que progresivamente lleva a la adición.
Por tanto una adicción envuelve muchos multisistemas nerviosos y romperla
requiere cambios en diferentes áreas de la vida. Desde la sociología se considera
que vivimos en un sistema social adictivo cerrado que presenta pocas alternativas
a las personas en términos de los papeles que desempeñan en el sistema y de las
direcciones o metas que persiguen. Desde la teología el problema de las adiciones
trata la relación del hombre con el todo, en el apetito desordenado, sustituimos el
todo, por la nada, por la adicción.

Capitulo 6: Proceso de recuperación. En primer lugar lo que se necesita para la


recuperación es desearla, identificar la crisis como una oportunidad de cambio que
nos permite romper los moldes que ya no nos sirven, hacer nuevas elecciones y
observar lo que sucede a nuestro alrededor. En un principio, para resolver las
crisis, necesitamos ayudas externas, alguien que nos impulse a seguir el camino.
La recuperación es un proceso que empieza cuando la persona acepta que es
adicto y no solamente tiene adicciones, por tanto se acepta que la identidad está
dañada. Para posteriormente ayudar a la persona a enfrentar su situación actual y
buscar las raíces de sus adicciones. Si esta búsqueda tiene éxito, la persona se
encuentra frente a una dolorosa realidad y puede empezar a tratar de manejarla y
aceptarla. Las autoras proponen la terapia de oración pidiéndole ayuda a Dios al
percibir impotencia. Una vez que estamos dispuestos, para recibir la gracia de
Dios se empieza el proceso de recuperación. Esto se realiza a través de la
curación interior, para posteriormente permitirle a la persona sacar el dolor y el
coraje, la culpa o la vergüenza en presencia de Jesús. Una vez que sabemos
quiénes somos, debemos trabajar con nuestras emociones en la presencia de
Jesús y de alguna otra persona confiable sanando el resentimiento. Para
posteriormente dar inicio al proceso del perdón, las etapas del mismo Mathew Linn
y Dennis Linn consideran que son: negación, enojo, regateo, depresión y
aceptación. El proceso de curación incluye sanar las actitudes y los patrones de
pensamiento, sanar conductas, buscar mejores motivaciones, aprender a diferir
nuestra satisfacción inmediata, para después repetir actos positivos con la
finalidad de cambiar los hábitos negativos, la repetición debe ser constante hasta
que el sistema nervioso lo registre y lo convierta en un hábito.
OPINIÓN PERSONAL

En mi opinión el libro presenta fortalezas y debilidades, en relación a la


primera nos amplia la visión del concepto de adicción al descentrarse de la
adicción del consumo de sustancias y considerar adicciones a procesos,
emociones, relaciones, mentales y de comportamiento. Analiza las causas y raíces
presentes en cada una de las adicciones e incluye el componente espiritual del
ser humano en el tratamiento de las adicciones. No obstante, presenta
inconsistencias en cuanto a la descripción del proceso de recuperación al faltar la
descripción de las estrategias psicológicas y cognitivas para no sustituir una
adicción; puesto que debido a las características del proceso, se podría dar el
riesgo de adquirir la adicción a la religiosidad, la catarsis o al perdón. De igual
manera, a pesar de que considera que la estructura del individuo es adictiva y
coexiste en una sociedad adictiva no expone las estrategias específicas para
cambiar la forma de relacionarse consigo mismo y con los demás. Por otra parte
considero que no vuelve a la persona ejercedora de su propia libertad y voluntad
sino que delega dicha responsabilidad a otra persona como reguladora de su
conducta. Por tanto, ¿que pasaría si la otra persona falla, si desarrolla una
conducta adictiva a la sobre corrección o codependencia? ¿Qué capacitación o
entrenamiento se le daría para poder realizar su papel de manera optima y no
promover conflictos familiares?
Resumen: Sarámago, J. (2010). Las Intermitencias de la muerte. Santillana.

Esta obra relata la historia de que en un país después de año nuevo, dejaba de
ocurrir la muerte de personas; a pesar de los accidentes, enfermos moribundos, la
agonía de la Reyna madre, todos se quedaban suspendidos entre la frágil línea
entre la vida y la muerte. Creándose un caos de inició de entusiasmo que poco a
poco se fue transformando debido a los paradójico de dicha anormalidad; en
primera instancia los medios de comunicación salieron a las calles a entrevistar a
las personas, realizaron llamadas a los hospitales, a la cruz roja, funerarias y
policía; buscaron las declaraciones del ministro de sanidad quién expresó que no
se debían alimentar falsas esperanzas, no obstante el jefe redactor del periódico,
considero desaconsejable desde el punto de vista empresarial desalentar la
alegría colectiva por lo que uso el titular de siempre “Año nuevo vida nueva” .

El jefe de gobierno difundió un comunicado en el cual ratificaba que no se había


registrado ninguna defunción en todo el país desde el inicio del año, solicitando
sentido de responsabilidad en el análisis del extraño suceso, recordaba que no se
debería excluir la posibilidad de que se tratará de una casualidad fortuita.
Concluyó con que se aceptaría el reto de la inmortalidad del cuerpo si esa era la
voluntad de dios. En consecuencia el cardenal le llamo por teléfono para discutir
en relación a su declaración ya que sin muerte no hay resurrección y sin
resurrección no hay iglesia. Le hizo reflexionar sobre el impacto de sus palabras
considerándolas una blasfemia. Eran las tres de la madrugada cuando el cardenal
tuvo que ser trasladado al hospital por presentar apendicitis agudo para ser
intervenido quiriurgicamente. Pero, antes de perder el sentido por la anestesia
paso por su mente la idea de que si a pesar de todo muriese significaría que
habría vencido a la muerte. Sin embargo la anestesia le impidió que pudiese
organizar sus palabras, ahorrándole el sacrilegio de querer transferir los poderes
de la muerte hacia un Dios conocido como dador de vida.

Con el paso de los días y ante el hecho de que nadie moría la población
empezaron a salir a la calle a proclamar y gritar que ahora si la vida era bella; sin
el miedo cotidiano a morir. Además, tras la idea de una señora viuda empezaron a
colocar en los balcones y ventanas la bandera nacional. Era imposible resistirse a
su fervor patriótico. No obstante, importantes sectores profesionales, preocupados
por la situación, empezaron a transmitir la expresión de descontento. Como era de
esperarse las primeras reclamaciones fueron de las empresas del negocio
funerario y ante la escasez de muertos humanos solicitaron al gobierno declarar
obligatorios los entierros o la incineración de todos los animales domésticos que
murieran. Posteriormente, los directores y administradores de hospitales se
unieron al descontento, pues que tenían problemas de logística al no tener
espacio para los enfermos de nuevo ingreso pues aquellos que en condiciones
normales deberían morir no lo habían hecho, teniendo que colocarlos en los
pasillos tentativamente pero pronto no habría ningún espacio disponible; hacían
hincapié que la decisión de lo que debía hacerse no sería ni medica, ni
administrativa sino política. Obteniendo como respuesta por parte del gobierno
que aquellos pacientes que tienen el perfil no haber muerto según se esperaba
fueran entregados a los cuidados de su familia, asumiendo los establecimientos de
salud la responsabilidad de asegurarles los exámenes y tratamientos médicos.
Cabe mencionar, que en situaciones similares vivían los hogares de la tercera
edad y las compañías de seguros.

Por lo que se llevó a cabo una comisión interdisciplinaria entre filosos y delegados
de las religiones, para que reflexionaran sobre las consecuencias de un futuro sin
muerte, identificaran los retos a los cuales la sociedad se tendría que enfrentar y
las posibles formas de intervención. No obstante, no llegaron a ninguna conclusión
ya que tanto la filosofía necesita de la muerte como las religiones. Monsieur de
Montaigne dijo que filosofar es aprender a morir y algunos en el sentido común
estaban aprendiendo en el camino, paradójicamente no tanto a aprender a morir
ellos mismos sino a engañar la muerte de otros ayudándola. Lo cual se reflejó en
una familia de pequeños agricultores, quienes vivían la desgracia de que el abuelo
y el nieto estaban en la agonía entre la vida y la muerte, sin lograr bien morir. Por
lo que el abuelo, solicitó fuera llevado a la frontera donde aún había muerte y se le
enterrará. Por lo que esperaron a que los vecinos apagaran las luces y salieron en
el carromato para enterrar al niño y al abuelo en la frontera donde pudieron
liberarse de la agonía y morir. Sin embargo fueron vistos por un vecino, quien a la
mañana siguiente le preguntó al yerno del abuelo a donde habían ido a media
noche y tras interrogatorios le contó la verdad y le pidió lo acompañase a la
policía. No fueron juzgados ni condenados. Pero fueron criticados como asesinos
y criminales. No obstante, otras familias repitieron la acción después de oír la
historia. Provocando inconformidad por parte de los gobiernos países limítrofes y
la oposición política interna; por lo que el jefe de gobierno condenó la acción
inhumana, apelo al respeto por la vida y anunció que fuerzas armadas se
posicionarían en la frontera para impedir el paso de cualquier ciudadano que
buscase la muerte por iniciativa propia o por decisión de los parientes. Durante
dos semanas la acción funcionó pero después recibieron amenazas telefónicas
de una mafia denominada maphia, quienes buscaban establecer acuerdos con el
gobierno para encargarse del que ahora era un negocio el llevar a los moribundos
a la muerte en la frontera. Al principio no se logró el acuerdo, por lo que varios
policías perecieron en manos de la maphia en consecuencia la mafia consiguió el
negocio con gran demanda y ahora con una oferta de encuentro a la muerte; para
ello se alió con las agencias funerarias. Pero, debido a la invasión de territorio de
los países limítrofes por parte de comandos de enterradores maphiosos, los tres
gobiernos decidieron establecer sus tropas para disparar al tercer aviso. El país
se encontraba agitado, con un poder confuso, la autoridad diluida, la pérdida del
sentido cívico aunado a que la justicia del país se encontraba desprovista para
actuar jurídicamente contra los enterradores tras su pacto. Por lo que se propuso
que en el certificado de defunción se registraran como suicidas aquellos que eran
llevados a la frontera para morir.

Un aprendiz de filósofo, hablo con el espíritu que paira sobre las aguas del acuario
y le explicó que no solo había una muerte sino varias, que la muerte de los seres
humanos se había suspendido pero que la de los animales y vegetales seguía
operando y le solicitó lo contara a los demás. Por lo que surgió la polémica en
contra y a favor. La iglesia retomo la tesis para reafirmarse pues bastaba con
remitirse a los milagros que dios había hecho, solo que ahora en lugar de afectar a
un individuo le daba a un país el elixir de la inmortalidad. La polémica sobre la
muerte y las muertes se agudizo con el artículo de un economista el cuál expuso
en materia económica la catástrofe que se avecinaba ante la posible inmortalidad
afectando en la actitud de la sociedad hacia los pacientes terminales para peor al
considerarlos una carga interminable.

Esta situación de caos social, moral y espiritual tuvo un giro radical cuando una
carta misteriosa de color violeta llegó al gerente de la televisora local, en la cual se
le pedía que diera a conocer al público en general que el acontecimiento de morir
se reanudaría a partir de las doce la noche de ese día y que de ahí en adelante a
cada persona se le anunciaría su fecha de defunción –con carta violeta de por
medio-- con una semana de anticipación para que tuviera tiempo suficiente de
realizar los preparativos que tuviera a bien hacer antes de dejar este mundo.

Las reacciones en general fueron de regocijo, inicialmente las funerarias, los


carpinteros y sepultureros se vieron favorecidos por ser ampliamente solicitados
por otro lado, tanto los Hogares del feliz ocaso como los hospitales al fin pudieron
tener espacio para nuevos pacientes, la iglesia por su parte recuperó la legitimidad
que la ausencia de la muerte le había quitado, las compañías de seguros
reiniciaron su negocio, y la maphia tuvo que reencauzar sus actividades hacia la
protección de las funerarias.

Por otro lado, la semana de anticipación que la muerte otorgaba a las personas
fue motivo de diferentes reacciones, unos cumplían sus deberes ciudadanos, otros
se entregaban a orgías de sexo y alcohol, algunos otros se suicidaban como un
reto hacia la muerte, pero en general se provocó angustia y tanto las iglesias como
los psicólogos se vieron rebasados en la demanda de sus servicios al
requerírseles para hallar una guía o consuelo ante tal situación. Este estado de
cosas orilló a que ahora a la muerte se le llamara cruel, tirana, malvada, etc.

Como no hay regla sin excepción, sucedió que una de las cartas violeta que la
muerte enviaba a los próximos a morir, le fue devuelta, ante la sorpresa la volvió a
enviar y le fue nuevamente devuelta, lo intentó una tercera vez y sucedió lo
mismo, causándole enormes dudas sobre su efectividad, consultó sus registros y
para mayor asombro comprobó que esa persona ya debía de haber fallecido, esto
le causó gran estupor tanto que llegó a consultar su libro que le fue otorgado
desde que se le asignó la misión de ser la segadora de vidas, encontró en él que
ante un caso así ella tenía la libertad de obrar como bien le pareciera, ante esto,
decidió realizar una visita a la persona cuya carta de muerte le era devuelta,
resultó que se trataba de un músico violonchelista que vivía con un perro, no era
nada extraordinario, así que reflexionó sobre lo que debería hacer y decidió
entregar la carta ella misma, para ello tomó la forma de una hermosa mujer de 36
años y se tomó una semana para cumplir su cometido, asistió a los conciertos en
los que el músico participó, entabló una conversación poco usual al término del
primer concierto pero no pudo entregarle la carta porque la había olvidado en el
cuarto de hotel donde se hospedaba de modo que le avisó que se la entregaría en
el próximo concierto, el músico quedó intrigado por la presencia de tan extraña
mujer en su vida a tal grado que no podía dejar de pensar en ella lo que le llevó a
enamorarse. La muerte no acudió al segundo concierto pero sí al parque donde
cada domingo el músico paseaba con su perro, no le entregó la carta pero sí se
despidió de él, aunque a media noche fue a su casa, le pidió que tocara algo de
música para ella, una obra de J.S. Bach que duraba media hora, al término de la
cual la emoción los llevó a hacer el amor, después la muerte enamorada decidió
quemar la carta con una cerilla y se quedó con el músico, y al día siguiente nadie
murió.
OPINIÓN PERSONAL

Esta obra nos hace reflexionar sobre la idea de que se hiciera realidad la
posibilidad de que las personas no murieran, de primera instancia parecería
maravilloso dejar de sentir miedo hacia la muerte; no obstante tras leer la obra
cambió mi percepción hacia la muerte en sí misma como un proceso natural y
necesario, liberador del alma, que precisa ser revalorado desde una perspectiva
de equilibrio ontológico. Esta visión de equilibrio es la que se requiere introyectar a
la sociedad a través de la sensibilización organizada por parte de los profesionales
del sector salud, ampliando la conceptualización de la salud mental al considerar
la muerte como un indicador de la misma, ya que en muchas ocasiones solo se
enfoca su intervención en grupos sociales que están próximos a vivir un proceso
de duelo y aquellos que están a punto de fallecer.

Por otra parte el autor ejemplifica la manera en cómo giran alrededor de la muerte
diferentes subsistemas sociales como la religión, la política, el Estado, los medios
de comunicación, la economía y hasta las organizaciones delictivas que pueden
llegar a beneficiarse o verse afectados por la misma cuando cambia la oferta y la
demanda de la muerte al no presentarse.

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