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INSUFICIENCIA VENOSA

Es una afección en la cual las venas tienen problemas para retornar la sangre de
las piernas al corazón.

¿Qué es la insuficiencia venosa crónica?

La Insuficiencia Venosa Crónica, conocida por sus siglas como IVC, es la


incapacidad de las venas para realizar el adecuado retorno de la sangre
al corazón, lo que provoca la acumulación de ésta en las piernas, dando lugar a
diferentes síntomas y problemas.

Las venas y arterias juegan un papel fundamental en el correcto funcionamiento


de nuestro sistema circulatorio, puesto que son las encargadas de transportar la
sangre desde el corazón a todo el cuerpo en dos direcciones: desde el órgano a
las diferentes partes del organismo –arterias-, y a la inversa –venas-. Las paredes
de las venas tienen unas válvulas diminutas que se abren y se cierran, y sirven
para ayudar a controlar la presión y el flujo de la sangre, facilitando su adecuado
retorno al corazón.
Insuficiencia Venosa Crónica (IVC)

En el caso de las piernas, existen fundamentalmente dos sistemas que permiten


que la sangre venza la fuerza de la gravedad y regrese al corazón:

 Las válvulas que existen en las paredes de las venas. Sólo tienen un
movimiento unidireccional ascendente hacia el corazón, lo que permite el
flujo.
 El segundo sistema es conocido como bomba muscular. Las venas de las
extremidades inferiores se encuentran situadas entre los músculos, por eso,
con cada paso que damos, se produce una contracción muscular que
exprime las venas y permite el flujo ascendente de la sangre. Este es el
motivo por el que se aconseja caminar o realizar ejercicio físico para
favorecer la circulación.

Sin embargo, cuando las venas de las piernas pierden elasticidad, se dilatan y
provocan que las mencionadas válvulas estén muy separadas unas de otras y no
cierren bien. Como consecuencia, la sangre, atraída por la fuerza de la gravedad,
se acumula en las piernas, produciendo la Insuficiencia Venosa Crónica (IVC), una
enfermedad cuyas principales manifestaciones son las varices y
las piernas cansadas. El sedentarismo y la falta de ejercicio también pueden
predisponer al desarrollo de esta patología, dado que la bomba muscular no se
activa.

¿Qué personas son más propensas a padecer IVC?

Los síntomas de la IVC afectan al 30% de los adultos españoles, según datos del
Capítulo Español de Flebología. Así pues, en nuestro país la padecen cerca de 15
millones de personas, de las cuales se estima que un 60% de los casos no está
diagnosticado.

En general, puede decirse que la IVC es más frecuente en mujeres a partir de los
35 y 40 años, por una predisposición hormonal, y su prevalencia aumenta con los
embarazos y con la edad (a partir de los 50 años, la mitad de la población la
padece). No obstante, cada vez afecta a pacientes más jóvenes debido
principalmente a que esta patología tiene mucho que ver con el estilo de vida.

En muchas ocasiones, el propio paciente infravalora esta enfermedad, pero si bien


es cierto que habitualmente no representa un problema grave para la salud,
merma severamente la calidad de vida personal y laboral de las personas que la
sufren y supone un problema sanitario de primera magnitud. De hecho, según
datos de la Asociación Cuida tus Venas (ACTV), basados en el estudio Vein
Consult Programme, más del 67% de los pacientes que acuden a Atención
Primaria presentan síntomas de insuficiencia venosa crónica, por lo que resulta
fundamental prevenirla y tratarla cuanto antes.

¿Cuáles son sus causas?

Existen diversos elementos que pueden influir y ser determinantes en la aparición


de esta afección.

 La edad y los factores genéticos. Con el paso de los años, el


revestimiento elástico de las venas empieza a debilitarse, incrementando
así la posibilidad de que las venas se dilaten. Así mismo, el factor genético
influye en la aparición de insuficiencia venosa de manera directa. De hecho,
es una de las enfermedades que más se hereda.
 El embarazo. Las hormonas propias de este estado provocan la dilatación
de las venas. Se trata de un proceso necesario que contribuye a que llegue
más sangre al útero con los nutrientes y el oxígeno necesarios para que el
feto pueda crecer, pero que no obstante, también pueden facilitar el
desarrollo de la IVC y la aparición de varices. Además, el útero, al crecer,
comprime las venas de drenaje de la pelvis, lo que dificulta el vaciado de la
sangre de las piernas y también hace que las venas se dilaten. También
influyen en esta etapa el aumento de peso y la disminución de la actividad
física. Así, alrededor del 40% de las embarazadas sufren varices y otros
síntomas de IVC. Sin embargo, estos problemas pueden desaparecer
tras el parto, puesto que cesan los factores que los provocaban.
 Alteraciones hormonales. La enfermedad venosa es más frecuente en
la mujer debido a la influencia hormonal. Además, las hormonas
anteriormente citadas en el embarazo también se encuentran en las
píldoras anticonceptivas, por lo que su consumo puede aumentar la
permeabilidad venosa y su dilatación. En estos casos, se hace necesaria la
vigilancia médica.
 El sobrepeso. El peso corporal excesivo incrementa la presión en las
venas de las piernas y agrava su estado, lo que deriva en un mayor riesgo
de aparición de IVC y complicaciones asociadas.
 La vida sedentaria y falta de ejercicio. El sedentarismo o la inactividad
influyen directamente, ya que el estar de pie de manera prolongada
incrementa la presión en las venas.
 La vertiente ocupacional. En las actividades laborales en las que se
pasan muchas horas seguidas de pie o sentado, o que implican muchos
viajes largos en periodos cortos, las posturas adoptadas con las piernas y la
inmovilidad dificultan la correcta circulación sanguínea, lo que puede
evolucionar en problemas circulatorios como la IVC. Se considera pues,
que las personas que trabajan en estas condiciones son grupos de riesgo,
por estar especialmente predispuestas a desarrollar problemas de IVC.
 El calor. Habitualmente, en verano se agravan los síntomas más
frecuentes de la IVC. El calor provoca que las venas se dilaten, con lo que,
por efecto de la gravedad, la sangre se acumula en las piernas,
intensificando la sensación de pesadez y cansancio y agudizando los
problemas de circulación. Por ese motivo, hay que evitar temperaturas altas
en las zonas de las piernas y evitar el uso de mantas eléctricas, braseros,
etc.

¿Qué síntomas produce?

La IVC es un problema que no desaparece con el tiempo, por lo que cuanto antes
se diagnostique y se trate, mayores son las posibilidades de prevenir las
complicaciones asociadas y el progreso de la enfermedad. Por eso, es importante
consultar al farmacéutico o al médico si se observa alguno de estos primeros
síntomas:

 Dolor, hormigueo, pesadez y cansancio habitual en las piernas. Estas


molestias pueden distinguirse de otras porque se agudizan al estar en
reposo y con el calor, y por el contrario disminuyen al levantar las piernas y
con el frío.
 Hinchazón de la parte inferior de las piernas y los
tobillos. Especialmente después de períodos prolongados de pie.
 Calambres nocturnos. También se conocen como ‘síndrome de
las piernas inquietas’. Pueden dificultar la conciliación del sueño y el
descanso.
 Sensación de calor, enrojecimiento, sequedad y picor constante en
la piel. Se debe a que el exceso de sangre retenida provoca un aumento de
la temperatura, por lo que la piel se deshidrata y origina estos efectos.
 Arañas vasculares o telangiectasias. Son dilataciones de los capilares, a
nivel superficial, que se traducen en pequeñas líneas rojizas o violetas con
aspecto de telaraña. Son antiestéticas pero indoloras e inofensivas.
 Varices reticulares. Son dilataciones de las venas de pequeño tamaño que
aparecen en una zona de la piel más profunda que las telangiectasias; en la
dermis reticular.
 Varices o venas varicosas. Constituyen el signo clínico más prevalente y
conocido de la IVC. Son dilataciones y alargamientos de las venas
superficiales, que se producen cuando la insuficiencia venosa se prolonga
en el tiempo.
 Signos dérmicos. Alteraciones cutáneas de la piel producidas por la mala
circulación: dermatitis, eccemas, hiperpigmentaciones, etc.

La aparición de las úlceras venosas supone el estadio más avanzado de la


enfermedad. Se definen como la pérdida localizada o irregular de epidermis y
dermis. Tienen forma redondeada u oval, y son superficiales con los bordes mal
delimitados. Generalmente, se cronifican o se convierten en recurrentes. Tienden
a sobreinfectarse y pueden ser invalidantes, afectando en gran medida a la calidad
de vida de los pacientes. Es frecuente que dejen secuelas en la piel.

Por último, a medida que la enfermedad progresa, se puede producir hinchazón en


los tobillos y piernas (edema), coágulos en las varices (varicoflebitis), o
hemorragia por rotura de las varices (varicorragia).

¿Qué complicaciones puede conllevar?

El control de los signos y la evolución de la IVC es importante para evitar que el


paciente presente complicaciones, como tromboflebitis o trombosis venosa
profunda. Ésta última afecta al sistema venoso profundo y consiste en la presencia
de un trombo (coágulo) en el interior de una vena. La localización más frecuente
de esta patología es en los miembros inferiores. Puede dar lugar a complicaciones
importantes como un embolismo pulmonar con consecuencias muy graves.

Por este motivo, es importante un abordaje integral de la patología, con el objetivo


de reducir la evolución de la IVC y minimizar la aparición de complicaciones que
puedan comprometer la vida del paciente.
¿Cómo se diagnostica la IVC?

El primer paso para diagnosticar la insuficiencia venosa crónica es la exploración


física de ambas piernas, mediante la observación y la palpación por parte de un
especialista. Así mismo, el profesional médico realizará lo que se conoce como
anamnesis, que consiste en la recopilación de información proporcionada por el
propio paciente acerca de aspectos que puedan influir en la patología, como su
edad, antecedentes personales y familiares, signos y síntomas que experimenta,
etc.

A partir de estos datos, se establece la gravedad de la patología (de acuerdo a la


clasificación clínica conocida como CEAP), que será fundamental para confirmar
el pronóstico y el tratamiento más adecuados.

El diagnóstico se completa con una prueba denominada eco-doppler, que es una


variedad de ecografía y constituye la prueba de referencia para el diagnóstico.
Mediante el empleo de ultrasonidos, esta técnica permite visualizar el flujo,
dirección y velocidad de la sangre en los vasos sanguíneos.

¿Cómo prevenir y controlar la IVC?

Actualmente no existe un tratamiento definitivo que permita recuperar totalmente


el daño producido en el sistema venoso, pero existen diversos tratamientos
disponibles para el abordaje de la IVC:

 Adopción de hábitos de vida saludables. Como ya hemos mencionado


en varias ocasiones, los hábitos de vida tienen un papel fundamental en el
desarrollo o prevención de IVC, y pueden suponer, así mismo, una vía para
aliviarla. Así mismo, hay una serie de ejercicios específicos de “higiene
venosa” que favorecen la circulación de las piernas y pueden aplicarse.
Ambas opciones se desarrollan en detalle en la pestaña de “Consejos”.
 Terapia compresiva. Las medias terapéuticas son la medida fundamental
para el tratamiento de la IVC, por contar con una mayor evidencia científica
tanto a la hora de prevenir como a la hora de tratar la enfermedad. Su
función es ejercer presión sobre las piernas para facilitar el buen
funcionamiento del sistema de retorno venoso y, por lo tanto, que la sangre
ascienda correctamente. Ejercen una presión decreciente desde el tobillo
hasta la cintura (panty), rodilla (medias cortas), o ingle (media larga), y se
clasifican en medias de compresión ligera, normal y fuerte. A la hora de
recurrir a esta solución, se deben tener en cuenta las características de
cada persona, con el fin de escoger el tipo y talla de media adecuada a su
caso y situación. Así mismo, es importante que las medias se coloquen
antes de levantarse de la cama.
 Terapia farmacológica. Dentro de los tratamientos farmacológicos, existen
sustancias con efecto flebotónico (diosmina, oxerutina, rusco, castaño de
indias, etc.), que suelen ser principios activos naturales como flavonoides,
que reducen la fragilidad capilar y cuya intención es mejorar los síntomas.
Pueden ser administrados de forma tópica, como geles y cremas, o bien de
forma oral, como cápsulas y comprimidos. No obstante, estos tratamientos
son complementarios, y en ningún caso reemplazan a la terapia
compresiva.
 Cirugía. El tratamiento mediante cirugía puede ser necesario en ciertos
casos.

En resumen, dado que existen diversos factores que influyen en el desarrollo de la


IVC, es de vital importancia mantener un cuidado integral y tener en cuenta todos
los aspectos que pueden trabajarse, así como llevar a cabo un abordaje
multidisciplinar de la enfermedad, donde intervengan todos los profesionales
sanitarios.
TROMBOSIS

Trombosis venosa

Resumen del contenido

La formación de un trombo en una vena se conoce como trombosis venosa. Si el


trombo se desprende y viaja a través del sistema circulatorio, se conoce como
émbolo. Los trombos venosos se manifiestan como trombosis venosa profunda
(TVP) y embolia pulmonar (EP). La TVP es el tipo más común de tromboembolia
venosa (ETV) pero los pacientes con TVP tienen también riesgo de EP, que puede
ser potencialmente mortal. La ETV está asociada al cáncer, traumatismos y
cirugía, y se han identificado varios factores de riesgo que la favorecen, entre los
que se incluyen el embarazo, la obesidad y la inmovilidad. La ETV puede también
dar lugar a complicaciones graves a largo plazo, incluyendo el síndrome
postrombótico (SPT) y la hipertensión pulmonar tromboembólica crónica (HPTC).

Trombosis venosa profunda

Trombos venosos

La formación de un trombo en una vena se conoce como trombosis venosa. Si el


trombo se desprende y viaja a través del sistema circulatorio, se conoce como
émbolo.11
Trombos venosos:

 Presentan eritrocitos incorporados


 Tienden a fragmentarse, creando un émbolo
 Se manifiestan como trombosis venosa profunda (TVP) y embolia pulmonar (EP)

Émbolo pulmonar

Tromboembolia venosa

El tipo más común de ETV es la TVP, que se presenta predominantemente en las


grandes venas de las piernas.11, 26

Cuando un trombo o parte de él se desprende de la pared del vaso sanguíneo,


dicho trombo es transportado en la dirección del flujo sanguíneo hacia el pulmón y
puede bloquear una de las arterias del pulmón (émbolo pulmonar). Los pacientes
con TVP tienen riesgo de EP que puede ser potencialmente mortal.

Factores de riesgo

La ETV está asociada al cáncer, traumatismos y cirugía. Ocurren casos idiopáticos


cuando un paciente no tiene factores claros de riesgo que lo predispongan (es
decir, no hay un acontecimiento que la desencadene).34 Los factores de riesgo
importantes para la ETV incluyen:35,36
Factores que predisponen al riesgo:

 Mayor edad (especialmente >60 años)


 Embarazo y puerperio
 Obesidad (índice de masa corporal >30 kg/m2)
 Inmovilidad (incluyendo la parálisis de las extremidades inferiores)
 Antecedentes familiares/personales de ETV
 Deshidratación
 Uso de anticonceptivos orales con estrógenos
 Uso de tratamiento hormonal sustitutivo
Factores que exponen al riesgo:

 Cirugía
 Cáncer activo o tratamiento contra el cáncer
 Insuficiencia respiratoria o cardíaca
 Enfermedad no quirúrgica aguda
 Ingreso en cuidados intensivos
 Compresión venosa (p. ej., por un tumor, hematoma, anormalidad arterial)
 IM o accidente cerebrovascular reciente
 Patologías metabólicas, endocrinas o respiratorias
 Cateterización venosa central
 Enfermedad inflamatoria intestinal (p. ej., colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn)
 Infección grave
 Enfermedades mieloproliferativas
 Venas varicosas con flebitis asociada
 Trombofilias heredadas o adquiridas
 Moduladores selectivos de los receptores de estrógeno
 Agentes estimulantes de la eritropoyesis
 Síndrome nefrótico
 Hemoglobinuria paroxística nocturna
 Viajes de largo recorrido
Incidencia y prevalencia

La enfermedad tromboembólica venosa es un problema importante en la Unión


Europea (UE), con más de un millón de casos al año.

Se ha estimado que aproximadamente 1,1 millones de acontecimientos


tromboembólicos venosos ocurren cada año en la UE, incluyendo:

 Un total de 1.118.742 acontecimientos tromboembólicos venosos


 684.019 (61 % del total) casos de TVP
 543.454 (49 % del total) muertes relacionadas con la ETV
 434.723 (39 % del total) casos de EP
En los EE. UU., se calcula que la TVP y la EP juntas afectan a un número
comprendido entre 350.000 y 600.000 personas al año, estimándose que causan
entre 100.000 y 300.000 muertes al año.

Se ha indicado que la tasa de incidencia anual para la ETV (ajustada por edad y
sexo) es de 1,17 por 1.000 al año, o:

 TVP: 0,48 por 1.000 personas al año


 EP: 0,69 por 1.000 personas al año
En la UE, se estima que más de 1,1 millones de casos de ETV ocurren cada año,
lo que origina más de medio millón de muertes.1 Se ha señalado también que la
ETV es responsable de más del doble de muertes que las causadas por el SIDA,
el cáncer de mama, el cáncer de próstata y los accidentes de tráfico juntos. 39

Complicaciones

La ETV puede también conllevar complicaciones graves a largo plazo, incluyendo:

 Síndrome postrombótico (SPT)


 Hipertensión pulmonar tromboembólica crónica (HPTC)
El SPT es la complicación más común de la TVP. Habitualmente ocasiona dolor
crónico e hinchazón de la pierna afectada, pudiendo dar lugar a úlceras venosas
en los casos graves.

Tras la TVP sintomática, el 20-50 % de los pacientes desarrolla SPT.

La HPTC es una complicación importante a largo plazo de la EP. La HPTC


ocasiona que el lado derecho del corazón trabaje más de lo normal debido a la
anormalmente alta tensión arterial en las arterias de los pulmones. Esto puede dar
lugar a insuficiencia cardíaca y a otras consecuencias graves.

Trombos relacionados con la fibrilación auricular

La fibrilación auricular (FA), una forma de arritmia cardíaca, está también asociada
a la formación de trombos de «tipo venoso». La FA supone una falta de
contracción auricular organizada. Al reducir el movimiento de la sangre, la FA crea
sangre estancada, lo que favorece la formación de trombos. Estos trombos
pueden desprenderse y embolizarse para bloquear una arteria cerebral,
ocasionando una lesión isquémica. En consecuencia, la FA está asociada a un
mayor riesgo de accidente cerebrovascular.

Pese a formarse en la aurícula izquierda o en la orejuela auricular izquierda del


corazón, se considera que los trombos relacionados con la FA son más bien
«trombos de tipo venoso». La patogenia es similar a la del sistema venoso y da
lugar a trombos ricos en fibrina, cumpliendo así con la tríada de Virchow para la
trombogénesis.11

Factores de riesgo

El grado de riesgo de accidente cerebrovascular varía en los pacientes con FA.


Los factores de riesgo incluyen:

 Insuficiencia cardíaca
 Antecedentes de hipertensión
 Edad
 Diabetes
 Antecedentes de accidente cerebrovascular o AIT
Se encuentran disponibles varios sistemas de puntuación para ayudar a los
médicos a estimar el riesgo de accidente cerebrovascular en la FA. Una
herramienta de valoración del riesgo validada y utilizada es «CHADS2». Este
sistema asigna un punto por insuficiencia cardíaca congestiva, hipertensión, más
de 75 años de edad y diabetes, y dos puntos por antecedentes de accidente
cerebrovascular o de AIT. Una puntuación total mayor de 2 se considera riesgo
alto. Recientemente, se ha propuesto el sistema de puntuación CHA2DS2-
VASc como una mejora de la puntuación CHADS2 para la identificación de
pacientes con FA «con un riesgo realmente bajo».

Incidencia y prevalencia de la FA

La FA es la arritmia prolongada más común que se observa en la práctica


clínica. Se ha indicado que afecta a un número estimado de 4,5 millones de
personas en la UE y a 2,2 millones de personas en los EE. UU. Se ha señalado
que la incidencia global de FA en el Reino Unido es de 1,7 por 1.000 persona-
año.46

Complicaciones

El accidente cerebrovascular isquémico, resultado de una embolia, es una


complicación grave de la FA. La incidencia de accidente cerebrovascular en
pacientes con FA no valvular (es decir, FA no causada por daños en la válvula
mitral) es entre dos y siete veces mayor que en la población en general. Para
pacientes con FA causada por valvulopatía, el riesgo de accidente
cerebrovascular aumenta 17 veces

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