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Capítulo 13
Lipoproteínas Plasmáticas. Su Relación con la Aterotrombosis.
Las lipoproteínas circulantes, el endotelio vascular y el espacio subendotelial se relacionan entre sí en una
trama compleja que se pone en juego en los procesos aterogénicos. La aterosclerosis es una enfermedad
degenerativa crónica y multifactorial que se caracteriza por la acumulación intra- y extra-celular de
lípidos, la infiltración de monocitos-macrófagos, la proliferación de células musculares lisas y la
acumulación de componentes del tejido conectivo en la pared de las arterias (1). La historia natural de la
aterosclerosis se inicia en la infancia pero son los factores de riesgo los que aceleran significativamente el
desarrollo de la enfermedad. Por lo tanto, la aterosclerosis evoluciona lenta y silenciosamente durante
varias décadas antes de manifestarse con eventos agudos característicos como el infarto de miocardio y el
accidente cerebrovascular.
En base a numerosos estudios experimentales, epidemiológicos y de intervención con fármacos, se pudo
establecer que la elevación de colesterol de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) en plasma y/o de
triglicéridos, y la disminución del colesterol de las lipoproteínas de alta densidad (HDL), predisponen al
desarrollo de la aterosclerosis y constituyen unos de los principales factores de riesgo de enfermedad
coronaria (2-5). El pasaje de lipoproteínas desde el plasma hacia el espacio subendotelial depende
fundamentalmente de su tamaño y concentración (6). La LDL posee un tamaño lo suficientemente
reducido como para filtrar libremente, por lo tanto, cuanto mayor es la concentración plasmática mayor es
la tasa de filtración. Este evento constituye el inicio de una serie de diversas alteraciones bioquímicas y
celulares interrelacionadas que culminan en la formación de la placa de ateroma.
Las dislipemias o dislipoproteinemias son trastornos en el metabolismo lipoproteico que pueden tener
causas primarias o secundarias a otras patologías. Existen varias clasificaciones pero ninguna es
totalmente satisfactoria. La clasificación de Fredrickson, dada a conocer en 1965 (7) y modificada en
1967 (8), constituyó un avance muy importante en el estudio de las hiperlipemias, aunque con el paso del
tiempo se observó que esta clasificación no contemplaba otras alteraciones aterogénicas como el descenso
del colesterol-HDL o el aumento de subclases lipoproteicas, como la LDL pequeña y densa. Es de notar
que las lipoproteínas circulantes son más aterogénicas cuanto más alterada se encuentra su estructura y su
composición química. El aumento de las lipoproteínas modificadas puede ocurrir aún cuando se
encuentren normales los valores plasmáticos que se miden como parte del perfil lipídico-lipoproteico.
En el presente capítulo se presentará una clasificación de las lipoproteínas, su función y metabolismo, una
descripción de las principales lipoproteínas aterogénicas y de las dislipemias secundarias más frecuentes
asociadas con el riesgo cardiovascular, y finalmente, se intentará dilucidar los mecanismos de acción de
las diferentes lipoproteínas sobre la pared arterial.
Las lipoproteínas son complejos micelares macromoleculares constituidos por lípidos y proteínas. De esta
manera, los lípidos, compuestos hidrofóbicos, pueden ser vehiculizados a través de fluidos acuosos como
aquellos que bañan los compartimientos intra y extravasculares.
La estructura general de las lipoproteínas maduras es globular. En esta configuración, los lípidos
no polares (colesterol esterificado y triglicéridos) se sitúan en el centro de la lipoproteína, mientras que
los lípidos más polares (colesterol libre y fosfolípidos) se encuentran en la superficie, exponiendo los
grupos cargados hacia el medio acuoso. Desde el punto de vista fisicoquímico, la estabilidad de esta capa
lipídica superficial está garantizada por la presencia de proteínas específicas, denominadas
apolipoproteínas o apoproteínas
Asociadas a las lipoproteínas existen además, enzimas y proteínas transportadoras de lípidos, que
intervienen en su transformación a lo largo del metabolismo lipídico y en el cumplimiento de las
diferentes actividades fisiológicas.
Las lipoproteínas presentan una gran diversidad en su composición química y en sus propiedades
fisicoquímicas, lo cual hace que su clasificación sea relativamente compleja. Las mismas pueden ser
clasificadas de acuerdo a su densidad hidratada, movilidad electroforética, tamaño o contenido de
apoproteínas. La clasificación más utilizada es la relacionada con la densidad de las lipoproteínas (alta,
2
intermedia, baja y muy baja), excepto para los quilomicrones y la Lp(a) (Tabla 1). En general, cuanto
mayor es el contenido lipídico, menor es la densidad, mayor es el tamaño de la lipoproteína y menor la
movilidad electroforética.
En la tabla I, se resumen las características más relevantes de las lipoproteínas.
3
Los quilomicrones
LDL se sintetizan en el intestino con
1,019-1,063 β la función de 20
transportar los lípidos
COL dietarios haciaB100el
hígado, estando constituidos en un 90 % por triglicéridos. Son las lipoproteínas menos densas y más
grandes, lo cual determina que en la electroforesis
1,063-1,210 α en gel de agarosa
9 no adquieranCOL movilidad.
/ FL SiA-I,A-II,C,E
bien los
HDL
quilomicrones recién sintetizados contienen apo B-48, apo A-I, A-II y A-IV, en el proceso de maduración
que ocurre en la circulación plasmática, pierden las apo A y reciben
1,055-1,120 25
apo C-I, C-IICOL
y E de las HDL.(a),B
En
Lp(a) pre-β1 100
ausencia de apo B-48, la síntesis de quilomicrones no se produce, generándose el síndrome de
malabsorción conocido como abetalipoproteinemia. En condiciones normales no persisten quilomicrones
en el plasma después de un ayuno de 12 horas.
TG, Triglicéridos; COL, Colesterol; FL, Fosfolípidos.
Las VLDL se sintetizan en el hígado. También son consideradas lipoproteínas poco densas, grandes y en
la electroforesis tienen movilidad de pre-beta, coincidente con las alfa-2-globulinas. Junto con los
quilomicrones, se las denomina lipoproteínas ricas en triglicéridos. Cabe destacar que existe un solo mol
de apo B-100 por mol de VLDL. Estas lipoproteínas tienen la función de transportar los triglicéridos de
síntesis endógena, que son secretados a la circulación, impidiendo así la esteatosis hepática, además de
redistribuir ácidos grasos a diferentes tejidos que los requieran.
Las IDL son el producto del catabolismo parcial de las VLDL. Estas lipoproteínas son más pequeñas y
más densas que las VLDL. Su movilidad electroforética coincide con las beta globulinas. Las IDL
transportan aproximadamente igual proporción de colesterol y triglicéridos. En condiciones normales, la
concentración de IDL después de un ayuno de 12 horas es prácticamente indetectable. En estado
postprandial aumenta progresivamente su concentración plasmática, alcanzando su pico máximo a las seis
horas después de la ingesta. Estas lipoproteínas poseen un elevado potencial aterogénico (9).
Las LDL se originan a partir de las IDL. Son lipoproteínas más densas, de menor tamaño y ricas en
colesterol esterificado. En la electroforesis en gel de agarosa migran en posición de beta globulinas, junto
a las IDL. Su función es la de distribuir colesterol a los tejidos que lo requieren, para la reposición de sus
componentes de membranas celulares o para la síntesis de hormonas esteroideas. Cabe destacar la
participación de esta lipoproteína en la regulación de la biosíntesis del colesterol a través de su unión a
receptores específicos. Son susceptibles a sufrir modificaciones como consecuencia de alteraciones del
medio o de origen genético. Estas lipoproteínas modificadas poseen mayor capacidad aterogénica que las
nativas.
Las Lp(a) están constituidas por una especie de LDL con una glicoproteína denominada apo (a) unida
mediante un puente disulfuro a la apo B100. Mientras que la apo B100 rodea y penetra el núcleo lipídico
de la lipoproteína, la apo (a) está desplegada hacia el medio acuoso circundante. La apo (a) y el
plasminógeno derivan de un gen ancestral común y presentan importantes homologías estructurales. Por
tal motivo, la Lp(a) no sólo es aterogéncia, sino también trombogénica. El papel fisiológico de la Lp(a)
aún no se conoce.
Las HDL recién sintetizadas o nacientes son discoidales y se las conoce como pre-beta HDL. Estas
partículas nacientes migran en posición pre-β, mientras que el resto de las HDL migran en posición de α-
1-globulinas. Las pre-β HDL están constituídas por apo A-I, fosfolípidos y colesterol libre. En el plasma
estas partículas maduran adquiriendo forma esférica (HDL3 y HDL2). Son las lipoproteínas más densas y
de menor tamaño que cumplen un papel antiaterogénico. Su función más conocida es la de vehiculizar el
colesterol en exceso desde los tejidos periféricos hacia el hígado, para su posterior reciclaje o
catabolismo a ácidos biliares. Otras funciones de las HDL se encuentran relacionadas con la inhibición de
la oxidación de las LDL en la pared arterial y la inhibición de la expresión de moléculas de adhesión
endotelial (10).
4
Lipoproteínas modificadas
La acción pro-aterogénica de las LDL no solamente depende de su concentración plasmática sino también
de su heterogeneidad, dado que cada familia de lipoproteínas esta conformada por un conjunto de
partículas que varían en su tamaño, densidad y composición y que pueden tener diferente distribución
5
acelera marcadamente el proceso aterosclerótico (28). Existen numerosas evidencias que apoyan
fuertemente la hipótesis oxidativa de la aterosclerosis como la extracción de LDL de la placa ateromatosa
con las mismas propiedades físicas, químicas e inmunológicas que las LDL oxidadas in vitro (29); la
presencia de autoanticuerpos contra LDL oxidadas en la placa (30), o el hecho de que el tratamiento con
antioxidantes en modelos animales hipercolesterolémicos conduce a la supresión de la aterogénesis (31).
Por otro lado, varios estudios en humanos han demostrado el incremento en la susceptibilidad de LDL a
la oxidación en pacientes con enfermedad cardiovascular aterosclerótica (18).
La oxidación de LDL ocurre en el subendotelio, por lo tanto su medida en plasma no expresaría lo que
realmente ocurre en la pared arterial. La susceptibilidad de la lipoproteína a la oxidación depende, por un
lado, de su contenido en ácidos grasos poliinsaturados que constituyen el sustrato oxidable inicial, y por
otro, de la defensa antioxidante de la lipoproteína y del medio, como las vitaminas E y C o la enzima
superóxido dismutasa. Otros factores como la presencia de metales de transición (cobre, hierro, selenio),
la producción de óxido nítrico (32) y la capacidad antioxidante de HDL (33), determinan el grado de
oxidación de la LDL. Más adelante se detallará el papel de las LDL oxidadas sobre la pared arterial.
Cabe destacar, además, que las LDL modificadas previamente descriptas, como la LDL pequeña y densa,
la LDL rica en triglicéridos y la LDL glicosilada, presentarían, a su vez, una mayor propensión a la
oxidación.
Lipoproteína (a): Además de las lipoproteínas modificadas que se mencionaron, existen otras como la
Lp(a) cuyo aumento constituye un factor de riesgo independiente para el desarrollo de la enfermedad
cardiovascular. Esta lipoproteína cobra importancia después de 1980 cuando se demostraron elevadas
concentraciones en pacientes que habían sufrido infarto agudo de miocardio (34). Esta partícula de
estructura compleja, ya descripta previamente, tiene una acción aterotrombótica, no sólo por depósito de
su colesterol en las placas de ateromas, sino también por interferencia con el sistema de la coagulación
por su similitud con el plasminógeno. La Lp(a) inhibe los activadores fisiológicos del plasminógeno, t-PA
o uroquinasa, inhibiendo a su vez, la estimulación del plasminógeno e impidiendo la formación de
plasmina (35). Por otra parte, la Lp(a) puede atravesar la pared arterial y tener funciones semejantes a la
LDL como la función quimiotáctica para los monocitos circulantes o la interacción con varios
componentes de la matriz extracelular (36). La síntesis de Lp(a) está en gran parte regulada
genéticamente, controlada por un gen único con multiples alelos, el gen de la apo (a), aunque también
participan en su síntesis factores ambientales y determinadas enfermedades. Con el avance de la
metodología se han identificado más de 35 isoformas diferentes, y cada individuo puede tener hasta 2
isoformas. Si bien esto dificulta la medida de esta lipoproteína, se ha establecido un valor de corte de 30
mg/l por encima del cual la Lp(a) se asocia con enfermedad cardiovascular.
La medida de estas subclases de LDL en plasma sería de utilidad para conocer en mayor profundidad el
riesgo total de un individuo, lo cual puede resultar útil para guiar al médico respecto del abordaje
terapéutico a implementar, según la necesidad de cada paciente en particular.
La aterosclerosis comienza con la formación de estrías grasas, subyacentes en el endotelio de las grandes
arterias. Estas estrías grasas que contienen acúmulos característicos de lípidos, productos de
lipoperoxidación lipídica y monocitos/macrófagos, se han detectado ya desde la etapa intrauterina, en la
aorta de fetos humanos prematuros (37). De hecho, la hipercolesterolemia materna, se asocia con
incremento en la formación de estrías grasas en arterias de fetos humanos y en la progresión acelerada de
aterosclerosis durante la infancia (38).
Papel de la LDL:
La principal lipoproteína involucrada en el depósito de lípidos en el subendotelio es la LDL. Esta puede
penetrar dentro de la pared arterial pasando entre ó a través de las células endoteliales con una velocidad
dependiente de su concentración plasmática. La LDL nativa estaría en condiciones de retornar al lumen,
sin embargo, numerosas líneas de evidencia sugieren que esta lipoproteína es rápidamente modificada en
el subendotelio, lo que genera su retención. La oxidación, lipólisis, proteólisis y agregación son los
procesos más frecuentemente descritos que sufre la LDL, y contribuyen al proceso inflamatorio que se
desencadena consecuentemente.
La modificación oxidativa de la LDL es una de las modificaciones más significativas para el desarrollo de
la lesión aterosclerótica temprana. Numerosos sistemas oxidantes se han descrito en la matriz
extracelular, que podrían directa o indirectamente afectar a la LDL (39):
7
Las dislipemias secundarias a otras patologías son las más frecuentes. Es de esperar que tratando la
enfermedad de base se corrija la dislipemia, aunque muchas veces estas se asocian con enfermedades
crónicas difícil de revertir, por lo tanto, la dislipemia merece tratarse por sí misma. Se comentará
brevemente los mecanismos que producen dislipemias secundarias en las patologías más frecuentes
asociadas con riesgo cardiovascular incrementado.
El Panel de Expertos para el Tratamiento del Colesterol en Adultos (ATPIII), del National Cholesterol
Education Program (EE UU), estableció claramente que la presencia de diabetes es equivalente a la
preexistencia de enfermedad coronaria y aconseja tratar a quienes la padecen como si fueran coronarios
(56).
La hiperlipemia es un hallazgo muy frecuente en pacientes con diabetes mellitus pobremente controlada.
Es difícil establecer la incidencia de hiperlipemia en esta población. Aunque la prevalencia oscila entre el
30 y el 60 %, éstas dependen del tipo de diabetes, del grado de control y del tratamiento.
Si bien es posible encontrar valores de lípidos basales normales, se puede afirmar la existencia de
alteraciones en el metabolismo intermedio de las lipoproteínas, que se traducen en disminución de los
niveles de HDL, persistencia de IDL en el plasma y/o formación de LDL de composición alterada. Más
aún, con valores basales normales, suele encontrarse niveles postprandiales de lipoproteínas más elevados
que lo esperado (57,58). Estas situaciones contribuyen, junto a otros factores de riesgo, a que los
pacientes presenten una aterosclerosis acelerada y una morbi-mortalidad cardiovascular de dos a tres
veces mayor que la población normal (59).
Los mecanismos que producen las alteraciones lipoproteicas van a diferir según el tipo de diabetes. En la
diabetes tipo 1, la dislipoproteinemia ocurre como consecuencia de la deficiencia de insulina. La
actividad de la lipoproteína lipasa está disminuida, por lo tanto el catabolismo de las lipoproteínas ricas en
triglicéridos, quilomicrones y/o VLDL, se encuentra reducido y como consecuencia, estas lipoproteínas se
acumulan y los niveles de HDL descienden. La hipertrigliceridemia que se produce depende del grado de
control del paciente diabético (60). La administración adecuada de insulina corrige el cuadro.
9
Síndrome Metabólico
La insuficiencia renal crónica está íntimamente asociada a un mayor riesgo de aterosclerosis acelerada.
Más del 50 % de los pacientes afectados mueren por complicaciones cardio o cerebrovasculares (67). Es
frecuente observar alteraciones en el metabolismo lipoproteico que conducen a un perfil plasmático
aterogénico representado por hipertrigliceridemia, con aumento de VLDL e IDL, y disminución de HDL
(68). Aún bajo tratamiento de hemodiálisis, los pacientes presentan alteraciones lipoproteicas que, en
general, parecen ser independientes de la presencia de diabetes tipo 2 (23).
El aumento de triglicéridos se asocia, en gran parte, con el incremento de la apo C-III que es inhibidora
de la enzima LPL (68). Por otro lado, la actividad de la lipasa hepática también se encuentra disminuída,
lo cual determina un aumento en la concentración de IDL y la formación de LDL ricas en triglicéridos,
reconocidas como aterogénicas (23). También se ha demostrado predominio de subfracciones de LDL
pequeñas y densas, probablemente asociado al aumento de triglicéridos (69).
Hipotiroidismo:
Los niveles de HDL pueden estar normales o algo elevados en el hipotiroidismo severo, asociado a la
disminución de la actividad de CETP y de lipasa hepática, ambas reguladas por las hormonas tiroideas
(72). Las alteraciones lipoproteicas revierten, en la mayoría de los casos, con la terapia hormonal de
reemplazo correspondiente.
Postmenopausia
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Leyenda
Figura 1
Esquema de parte del metabolismo de las lipoproteínas. Los quilomicrones se absorben en el intestino, en
el plasma se convierten en remanentes de quilomicrones por acción de la lipoproteína lipasa (LPL) que
hidroliza sus triglicéridos. La enzima es activada por la insulina y la apoproteína C-II (Apo C-II). Los
remanentes son captados por los receptores específicos hepáticos (LRP). Por otra parte, en el hígado se
sintetizan triglicéridos endógenos (TG) y apoproteína B100 (ApoB), para conformar las VLDL. Una vez
secretada, esta lipoproteína se degrada en el plasma por acciones sucesivas de la LPL y de la lipasa
hepática (LH), conduciendo a la formación de lipoproteína intermedia y LDL, las cuales pueden ser
captadas por los receptores de LDL (R-LDL) hepáticos o extrahepáticos. Existe interacción entre las
lipoproteínas con Apo B (VLDL, IDL y LDL) y las HDL, intercambiando moléculas de colesterol (col) y
TG. En este proceso interviene la proteína de transferencia de colesterol esterificado (CETP),
contribuyendo al remodelamiento de las lipoproteínas. En el esquema se representa este intercambio
solamente con VLDL.