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«Bajo la luz de Su gracia»

Todos conocemos esta narrativa en Lucas 13:10-17. Jesús reprendió el espíritu de enfermedad y liberó a la
mujer. No importa cuántas veces lea esta historia siempre me hago la misma pregunta: ¿Por qué el Salvador,
sanador, protector y compasivo Señor la expuso a esta humillación ante tanta gente? ¿Por qué la hizo
caminar si sabía su condición? ¿Acaso no le causaría más dolor del que ya tenía? ¿Por qué no le ministró en
privado?

¿Por qué Jesús nos llama entre la multitud y expone nuestra vulnerabilidad y las cargas de nuestro pasado?
¿Por qué utiliza nuestros fracasos y heridas como ejemplo? Esta mujer –atada por sus enfermedades físicas,
por las limitaciones culturales de su época y los efectos del mundo a su alrededor, herida por la vida y quizá
por su propia familia– estaba a punto de encontrarse con Aquel que tenía el poder para convertirla en una
vasija que representara y glorificara a Dios. Las cosas estaban a punto de cambiar para ella.

Debemos ser transformados para vernos a través de Sus ojos y no los nuestros. Él es omnisciente —lo sabe
todo—, pero nosotros poseemos una mente finita. Jesús miró a la mujer detenidamente. Ella se vio a sí
misma bajo la luz de su aflicción, pero Él la vio bajo la luz de Su gracia. Ella caminó entre la multitud, tratando
de protegerse de los prejuicios y desprecios del mundo; pero Jesús la vio a través de Su gloria. Él sanó su
enfermedad y el daño que le había causado. Él no se preocupó por los comentarios de la gente alrededor,
tampoco le preocupó su posición o condición, ¡simplemente la miró!

“Un sábado, Jesús estaba enseñando en una sinagoga. Allí había una mujer que tenía dieciocho años de estar
jorobada. Un espíritu malo la había dejado así, y no podía enderezarse para nada. Cuando Jesús la vio, la
llamó y le dijo: «¡Mujer, quedas libre de tu enfermedad!» Jesús puso sus manos sobre ella, y en ese
momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios. El jefe de la sinagoga se enojó mucho con Jesús,
por lo que Jesús había hecho en un día de descanso obligatorio. Por eso, le dijo a la gente que estaba
reunida: «La semana tiene seis días para trabajar, y uno para descansar. Ustedes deben venir para ser
sanados en uno de esos seis días, pero no en sábado.» Jesús contestó: «¿A quién tratan de engañar? Ustedes
llevan a su buey o a su burro a beber agua el día sábado, y esta mujer vale mucho más que un buey o un
burro, porque es descendiente de Abraham. Si Satanás la tuvo enferma durante dieciocho años, ¿por qué no
podría ser sanada en un día sábado?» Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron avergonzados. El resto
de la gente, en cambio, se puso muy feliz al ver las cosas tan maravillosas que Jesús hacía.”
San Lucas 13:10-17 TLA

“Sólo tú, Dios mío, me proteges como un escudo; y con tu poder me das nueva vida. A gritos te llamo, y
desde tu templo me respondes. Yo me acuesto, y me duermo, y vuelvo a despertar, porque tú vigilas mi
sueño. No me asustan los muchos enemigos que me tienen acorralado.”
Salmos 3:3-6 TLA
http://bible.com/176/psa.3.3-6.tla

«Tal y como estamos»

Las mujeres a menudo necesitamos ajustar nuestra visión o entendimiento para que poder ver y entender
más allá de nuestras circunstancias, —ver y entender el llamado de Dios sobre nuestras vidas. Es importante
que toda mujer entienda claramente el plan y propósito de Dios para su vida.

El primer factor poderoso que observamos en la historia de la mujer encorvada es que Dios ministró a su
necesidad en el momento preciso; Jesús la sanó. El Señor nos alcanza tal y como estamos —en nuestros
momentos de necesidad. Dios no espera que nos purifiquemos primero para ser dignas de Su amor y para
que obre en nosotras. Tampoco espera que seamos perfectas para que entonces Él nos pueda ministrar. Sin
duda alguna, no somos merecedoras de Su toque divino. Es Su fidelidad –la gracia inmerecida de Dios– la
que nos alcanza y nos redime. No hay nada que podamos hacer para merecerla, sólo Dios nos la puede
ofrecer. Nadie puede llegar a Él por sí mismo/a, aunque muchos lo intentaron a través de la ley. Cristo llega
justo en el momento que Lo necesitamos y nos coloca en el lugar correcto para recibir nuestra sanidad de la
misma manera que lo hizo con la mujer en este pasaje.

“Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: «¡Mujer, quedas libre de tu enfermedad!» Jesús puso sus manos
sobre ella, y en ese momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios.”
San Lucas 13:12-13 TLA

“Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no era capaz de hacer, ni podría haber hecho, porque nadie puede
controlar sus deseos de hacer lo malo. Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los
pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de él, Dios destruyó al pecado.”
Romanos 8:3 TLA

«Un lugar de dignidad»

Hay agendas en este mundo que constantemente están desafiando a los cristianos a someterse o a tolerar sus
demandas y leyes anti-bíblicas. Muchos de nuestros hermanos alrededor del mundo están siendo perseguidos
por no someterse a las demandas corruptas de su propia cultura. Y como mujeres muchas veces nos toca
presenciar demandas de una sociedad y cultura que distorsionan nuestra identidad –quién Dios dice que
somos– y menosprecian el llamado de Dios sobre nuestras vidas.

En aquella época, un hombre, y sobre todo un rabino, no podía conversar ni dirigirse a una mujer. Me imagino
a la mujer encorvada acercándose, aunque sabía que no tendría la oportunidad de verlo de cerca. Ella era una
simple mujer —vasija de maldición (según la cultura). Posiblemente sólo le permitirían entrar a la parte
superior de la sinagoga, y quizá allí, en su condición, tendría un vistazo de Él. Sin embargo, al mirarla, llamarla
y sanarla, Cristo ignoró la cultura de la época. Cristo no sólo la vio y sintió su necesidad, también le habló
directamente y la reconoció. La llamó a salir de la multitud.

Como hijas del Dios Altísimo, debemos aferrarnos a nuestra integridad cristiana y no conformarnos a las
agendas ocultas y deseos de este mundo. Y recordemos la encomienda que nos dio Pablo en Romanos 12:2.
Cristo le dio a esta mujer un lugar de dignidad y, al igual que la mujer encorvada, Él nos llama a no
conformarnos a este siglo, o a la cultura que nos rodea; Él nos llama a salir de la multitud y nos da un lugar de
dignidad y reconocimiento.

Dad y reconocimiento.

“Pero Dios es muy compasivo, y su amor por nosotros es inmenso. Por eso, aunque estábamos muertos por
culpa de nuestros pecados, él nos dio vida al resucitar a Cristo. Nos hemos salvado gracias al amor de Dios.
Dios, al resucitar a Jesucristo, nos resucitó y nos dio un lugar en el cielo, junto a él. Hizo esto para mostrar,
en el futuro, la bondad y el gran amor con que nos amó por medio de Jesucristo. Ustedes han sido salvados
porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló. La
salvación de ustedes no es el resultado de sus propios esfuerzos. Por eso nadie puede sentirse orgulloso.”
Efesios 2:4-9 TLA
“Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán
saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto.”
Romanos 12:2 TLA

«Un lugar de justicia»

El principal [sacerdote] de la sinagoga reaccionó con indignación porque Jesús había sanado a una mujer en
el día de reposo. Sin embargo, inmediatamente después de realizar el milagro, Jesús se enfrentó a los
religiosos. Cristo ignoró el prejuicio religioso de la época al darle importancia a la mujer por encima de la
importancia del día de reposo.

Me imagino a la mujer encorvada, probablemente avergonzada de su condición, intentando esconderse y


ocultar su vulnerabilidad detrás de las personas a su alrededor; pero reaccionó demasiado tarde. Él
inmediatamente la llamó entre la multitud. Todos los ojos que Lo miraban a Él ahora estaban fijos en ella. Sin
una posible salida, sin dónde esconderse en la multitud, ella comenzó a caminar hacia Él.

Muchas veces actuamos como la mujer encorvada; queremos escondernos y ocultar nuestra vulnerabilidad.
Permitimos que nuestros propios prejuicios limiten la obra de Dios en nuestras vidas. Creemos que nuestras
propias experiencias son las que deben dictar la manera en que Dios debe obrar en medio de Su pueblo.

Pablo nos recuerda claramente que el querer como el hacer son producidos por Dios en nosotros y debemos
ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor. Ninguna mujer debe permitir que la religiosidad o los
preceptos de la época definan su identidad. Cristo no sólo sanó a la mujer, también le dio dignidad y un lugar
de justicia sobre el cual descansar. Y hoy en día, Cristo nos ofrece la misma libertad, dignidad y descanso en
Él.

“El jefe de la sinagoga se enojó mucho con Jesús, por lo que Jesús había hecho en un día de descanso
obligatorio. Por eso, le dijo a la gente que estaba reunida: «La semana tiene seis días para trabajar, y uno
para descansar. Ustedes deben venir para ser sanados en uno de esos seis días, pero no en sábado.»”
San Lucas 13:14 TLA

“Queridos hermanos, cuando yo estaba con ustedes, siempre me obedecían. Ahora que estoy lejos, deben
obedecerme más que nunca. Por eso, con respeto y devoción a Dios, dedíquense a entender lo que significa
ser salvado por Dios. Porque es Dios quien los motiva a hacer el bien, y quien los ayuda a practicarlo, y lo
hace porque así lo quiere.”
Filipenses 2:12-13 TLA

“» Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar.”
San Mateo 11:28 TLA

«Un lugar en la familia»

Puedo imaginarme a la mujer encorvada agobiada por las situaciones difíciles en su vida y llevando las cargas
de su pasado. Probablemente estaba tan sumergida en sus propios pensamientos que le tomó varios
segundos darse cuenta que Él la estaba mirando fijamente. Y al llamarla, probablemente sintió humillación,
aislamiento y el menosprecio de la multitud que la rodeaba. Sin embargo, Jesús la miraba con gracia. Jesús la
llamó a salir de la multitud porque reconocía en ella propósito. Y más allá de reconocerla, darle dignidad y un
lugar de justicia, Jesús le dio un lugar en la familia.
Jesús la llamó «hija de Abraham». Cristo le recordó al principal [sacerdote] de la sinagoga los derechos
familiares y privilegios que ella tenía. Ella era hija de Abraham, por lo tanto, tenía derechos y privilegios
como un miembro de la familia. A través de la Escritura encontramos referencia a los hijos de Abraham y
simiente de Abraham, pero en esta historia neotestamentaria encontramos a Jesús llamando a la mujer «hija
de Abraham».

Él la restauró y le dio un lugar en la familia. ¡Qué gran fortaleza podemos ver en esta mujer! Como hija
también le dio libertad para establecer una relación personal con el Padre. Cristo le dio un lugar en la familia
con todos los derechos y privilegios.

Al igual que la mujer encorvada, Cristo nos llama hijas y nos llama a una relación personal con Él. Tenemos
un lugar en la familia de Cristo con todos los derechos y privilegios también.

“16 y esta mujer vale mucho más que un buey o un burro, porque es descendiente de Abraham. Si Satanás la
tuvo enferma durante dieciocho años, ¿por qué no podría ser sanada en un día sábado?» 17 Cuando Jesús dijo
esto, sus enemigos quedaron avergonzados. El resto de la gente, en cambio, se puso muy feliz al ver las cosas
tan maravillosas que Jesús hacía. San Lucas 13:16-17

“» Yo seré para ustedes como un padre, y ustedes serán para mí como mis hijos y mis hijas. »Esto lo afirmo
yo, el Dios todopoderoso.»”
2 Corintios 6:18 TLA

“Por todo esto, me arrodillo a orar delante de Dios el Padre, creador de todo lo que existe, tanto en el cielo
como en la tierra. Por la inmensa riqueza de su gloria, pido a Dios que, por medio de su Espíritu, los haga
cristianos fuertes de ánimo. También le pido a Dios que Jesucristo viva en sus corazones, gracias a la
confianza que tienen en él, y que ustedes se mantengan firmes en su amor por Dios y por los demás. Así
ustedes podrán comprender, junto con todos los que formamos el pueblo de Dios, el amor de Cristo en toda
su plenitud. Le pido a Dios que ustedes puedan conocer ese amor, que es más grande de lo que podemos
entender, para que reciban todo lo que Dios tiene para darles. Dios tiene poder para hacer mucho más de lo
que le pedimos. ¡Ni siquiera podemos imaginar lo que Dios puede hacer para ayudarnos con su poder! Todos
los que pertenecemos a la iglesia de Cristo, debemos alabarlo por siempre. Amén.”
Efesios 3:14-21 TLA

«Propósito en Él»

Ya no había excusa para esconderse. La mujer encorvada había sido liberada de todas las restricciones y
limitaciones que le impedían estar completamente en el plan de Dios. Finalmente, Cristo le dio libertad para
descubrir su propósito en Él.

Ella se acercó a Jesús herida y encorvada, y Él la sanó y transformó. Sus ataduras fueron erradicadas, y ahora
caminaría erguida y segura de la libertad que Cristo le dio. Él nos ofrece esta misma libertad a cada una de
nosotras.

A veces Dios nos llama a salir de la multitud, a salir de nuestro escondite y es en esos momentos que nos
sentimos expuestas, solas, en el ojo del público, juzgadas y desechadas. Y quizás nos preguntemos ¿por qué
Jesús expone nuestra vulnerabilidad? ¿Por qué usa nuestros fracasos y heridas como ejemplo? Seguro que
así mismo se sintió la mujer encorvada. Sin embargo, Jesús demostró un amor puro e incondicional por esta
mujer.
Él nos ama tal y como amó a esta mujer —tanto así que no quiere que permanezcamos en un estado de
estancamiento y amargura. Él no nos ha llamado a vivir vidas «encorvadas» por las heridas sufridas en el
camino. Él nos llama a salir de nuestro escondite porque en Sus manos nos espera libertad, sanidad,
restauración, y una nueva identidad. Él es quien nos endereza y nos da poder y un sentido de dignidad y
propósito.

“Pero también nos alegra tener que sufrir, porque sabemos que así aprenderemos a soportar el sufrimiento.
Y si aprendemos a soportarlo, seremos aprobados por Dios. Y si él nos aprueba, podremos estar seguros de
nuestra salvación. De eso estamos seguros: Dios cumplirá su promesa, porque él nos ha llenado el corazón
con su amor, por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.”
Romanos 5:3-5 TLA

“Nosotros somos creación de Dios. Por nuestra unión con Jesucristo, nos creó para que vivamos haciendo el
bien, lo cual Dios ya había planeado desde antes.”
Efesios 2:10 TLA

'Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene en cuenta nuestra antigua
manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva. Y todo esto viene de Dios. Antes éramos sus
enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha encargado que
anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace las
paces con todos. Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene en cuenta
nuestra antigua manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva. Y todo esto viene de Dios.
Antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha
encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados
y hace las paces con todos. Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene
en cuenta nuestra antigua manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva. Y todo esto viene
de Dios. Antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos
ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los
pecados y hace las paces con todos.
2 Corintios 5:17-19

«Sal de tu escondite»

Tal vez esta historia en Lucas representa lo que Jesús, más que cualquier otra persona, ha hecho y está
haciendo por las mujeres hoy en día; mujeres como tú y yo. Él vio a una mujer encorvada, incapaz de caminar
derecha, y la sanó de su enfermedad. Ella encontró en Él un lugar seguro y fuerte sobre el cual apoyarse.

Quizá las circunstancias de la vida te han herido y te han dejado «encorvada». Quizá el menosprecio de otros
ha distorsionado tu identidad y la oposición y los obstáculos han cortado tus alas y no puedes volar. Quizá las
desilusiones han sido tantas que te has dado por vencida. Sea cual sea tu historia y la razón por la cual has
renunciado a tu llamado y has tirado la toalla, Dios te llama a que salgas de tu escondite.

Como siervas del Señor, hemos sido llamadas a salir de nuestro escondite en medio de la multitud para
convivir, confiar, descansar, y recibir poder y propósito. Hoy más que nunca, debemos acudir a Él para que nos
libere y nos restaure. Debemos acudir a Él para que nos dé la fuerza y el valor necesario para salir de la
multitud, confiar en Él y caminar en nuestra nueva identidad. Él es nuestro fundamento sólido; Él es nuestra
confianza, y Él nos llamó para este tiempo y propósito.

Mujer: es tiempo de mantenernos alerta, permanecer firmes en la fe, ser valientes y fuertes.
'Manténganse siempre en estado de alerta, pero confiando en Cristo. Sean fuertes y valientes, '
1 Corintios 16:13

'Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he
recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer. Así que sigo adelante, hacia la meta,
para llevarme el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Jesucristo. '
Filipenses 3:13-14

'¡Todas esas personas están a nuestro alrededor como testigos! Por eso debemos dejar de lado el pecado que
es un estorbo, pues la vida es una carrera que exige resistencia. Pongamos toda nuestra atención en Jesús,
pues de él viene nuestra confianza, y es él quien hace que confiemos cada vez más y mejor. Jesús soportó la
vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, sería muy feliz. Y
ahora se ha sentado a la derecha del trono de Dios. Piensen en el ejemplo de Jesús. Mucha gente pecadora lo
odió y lo hizo sufrir, pero él siguió adelante. Por eso, ustedes no deben rendirse ni desanimarse,
Hebreos 12:1-3

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