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TEMA 14/1.- REINADO DE ALFONSO XIII.

CRISIS DEL
SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN. (1.902 – 1.923).
REGENERACIONISMO Y REVISIONISMO POLÍTICO. LA
CRISIS DE 1.909 Y 1.917. LA GUERRA COLONIAL DE
MARRUECOS. EL DESASTRE DE ANNUAL.
Cuando en 1.902 Alfonso XIII alcanza la mayoría de edad y comienza su reinado
personal seguía vigente el sistema político de la Restauración e imperaba un pesimismo
generalizado fruto de la crisis del 98. Durante una primera etapa, hasta 1.912, se
caracterizará por los intentos renovadores que no dieron el fruto deseado y se abrieron a
una profunda crisis que, a partir de 1.917, se convertirá en un auténtico proceso de
desintegración que se cerrará en 1.923 con la Dictadura del general Primo de Rivera. En
conclusión: asistimos a la quiebra final del sistema iniciado en 1.875, que terminará con
la caída de la monarquía y la proclamación de la II República.

ASPECTOS POLÍTICOS. REVISIONISMO Y REGENERACIONISMO. CRISIS


DEL SISTEMA CANOVISTA.
El llamado “desastre del 98”, si bien no generó una crisis política inmediata, provocó
una gran conmoción en todo el país, que se tradujo en una fuerte corriente revisionista
promovida los mismos políticos del sistema, como Francisco Silvela que había sucedido
a Cánovas al frente del partido conservador, y que proponía reformar la monarquía
parlamentaria y la Restauración desde el propio régimen.
Por otro lado los opositores al régimen y un nutrido grupo de intelectuales
capitaneados por Joaquín Costa proponía un hondo regeneracionismo que incluía
transformaciones más profundas que sacasen a España de su crisis y atraso económico,
cultural y social. El regeneracionismo del país suponía el saneamiento de la Hacienda,
el crecimiento económico, la mejora de la educación.... que Costa resumía en la frase
“despensa y escuela”.

Durante este periodo se continúa el sistema político canovista basado en una


monarquía parlamentaria, la constitución de 1.876 y el bipartidismo en el que aparecen
Antonio Maura liderando el Partido Conservador y José Canalejas al frente del
Liberal. El caciquismo seguía asegurando el turno de ambos partidos en el gobierno y el
resto de fuerzas políticas (socialistas, republicanas, nacionalistas...), así como la
mayoría de la población, se alejaban cada vez más de la España oficial, pues se les
cerraba todo posible acceso al gobierno.
Es sistema canovista dio muestras de una creciente fragilidad y con el paso de los
años se aceleró su desmoronamiento. Encontramos dos pruebas de que este sistema
había entrado en crisis:
 El aumento de la inestabilidad política, cuya medida eran los continuos
cambios de gobierno y la brevedad de los gabinetes ministeriales (tan solo cinco
gobiernos duraron más de un año entre 1.902 y 1.923).
 La fragmentación cada vez mayor de los dos partidos turnantes, afectados por
las divisiones internas y enfrentamientos por el liderazgo tras la muertes de
Cánovas (1.897) y Sagasta (1.903). En el partido conservador se distinguieron

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como principales líderes Francisco Silvela, Antonio Maura y Eduardo Dato. En
el partido Liberal encontramos a Segismundo Moret, Juan Canalejas y el Conde
de Romanones.

Por otra parte, la gestión del rey Alfonso XIII como jefe del Estado se puede
calificar de desafortunada, pues ejerció un papel irresponsable e imprudente al
entrometerse, extralimitarse e intervenir cada vez más en los asuntos de gobierno
reservados hasta entonces a otras instituciones como las Cortes o el Consejo de
Ministros. Aunque su reinado se desarrolló en circunstancias históricas difíciles,
complejas y cambiantes, contribuyó con su actitud al hundimiento final del sistema
parlamentario.

LA OPOSICIÓN AL SISTEMA.
Varias fuerzas diferentes se opusieron, en conjunto con poca efectividad, al régimen
político durante el primer cuarto del siglo XX.
Junto a la oposición articulada en torno a partidos políticos surge una oposición
intelectual, formada por una minoría crítica de pensadores, profesores universitarios y
literatos enfrentados al sistema que influyeron en la opinión pública a través de sus
artículos en periódicos, discursos etc.... Destacó José Ortega y Gasset, catedrático de
Filosofía y partidario de modernizar y europeizar España.

EL SOCIALISMO.
En la primera década del siglo el PSOE fue abandonando su aislamiento político
practicado desde su fundación. Se mostró partidario de colaborar con otras fuerzas de
izquierda sin renunciar a sus principios revolucionarios. Se aceptó la coalición electoral
con los republicanos y en 1.910 Pablo Iglesias se convierte en el primer socialista con
escaño en el Congreso.
A partir de este momento el PSOE conoció un notable incremento de su fuerza
electoral y su influencia en la vida política del país, ya que se inició un traspaso de votos
desde el republicanismo al socialismo, sobre todo en los núcleos urbanos. A pesar de
todo en número de diputados siempre fue menor que el que correspondería a su
influencia social y a la capacidad de movilización de la UGT.
Aunque sin abandonar el carácter revolucionario de su programa el socialismo
evolucionó hacia una práctica política reformista y moderada desde el parlamentarismo.
Los nuevos dirigentes, Julián Besteiro e Indalecio Prieto, favorecieron esta tendencia.
El estallido de la Revolución Rusa suscitó una fuerte controversia dentro del partido,
surgiendo un grupo de dirigentes partidarios de apoyar al régimen bolchevique y de
ingresar en la III Internacional. Ante la falta de entendimiento con el resto del partido
este sector más radical abandonó el PSOE y fundó en 1.921 el Partido Comunista de
España (PCE), que aunque en principio contó con escasa influencia, sí que tuvo
núcleos activos en Vizcaya y Asturias.
La UGT conoció un importante crecimiento desde los 33.000 miembros de 1.902 a
los 240.000 de 1.921. Ello fue debido a que no tuvo una adscripción ideológica rígida y
supo atraerse a los trabajadores que, sin ser socialistas, rechazaban al anarquismo y su
actitud mucho más radical de lucha sindical.

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ANARQUISMO.
El impulso del anarquismo sindicalista fue grande en Cataluña, donde se fundó
Solidaridad Obrera en 1.907 y de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en
1.910, que llegó a convertirse en el sindicato hegemónico de Cataluña, con una fuerte
implantación también en Valencia y Andalucía.
La CNT tenía un carácter revolucionario y proponía que la lucha obrera debía ser
autónoma e independiente de los partidos políticos, y que esta lucha debía ser
protagonizada por los sindicatos y concretarse, finalmente, en una huelga general. La
huelga provocaría la paralización de todas las actividades, lo que daría paso a la
insurrección obrera, a la ocupación de las fábricas, instituciones oficiales y medios de
transporte, y a la proclamación de la sociedad libre.
Mientras llegaba el momento de la huelga general se ensayaban huelgas parciales o
actos revolucionarios, y se debía preparar al obrero mediante una educación que
afianzase su conciencia mediante la propaganda, la discusión etc..
El sindicato tuvo una evolución con notables altibajos. Tras un periodo expansivo
que duró hasta 1.911 se siguió otro de represión y clandestinidad. Tras la huelga general
de 1.911 el sindicato estuvo prohibido hasta 1.914. Los años que siguieron a la Primera
Guerra Mundial (1.914-17) fueron de una intensa agitación social tras la desaparición de
la bonanza económica que acompañó a la guerra. La CNT pasó de 15.000 afiliados en
1.915 a 700.000 a fines de 1.919. En este incremento fue muy importante el Congreso
de Sants (1.918) que significó la refundación del sindicato tras años de prohibición.
Los líderes más representativos fueron Salvador Seguí, Ángel Pestaña y Joan Peiró.

REPUBLICANISMO
Los partidos republicanos defendían un programa de reformas sociales y recibían el
apoyo de las clases medias urbanas. Las constantes divisiones internas debilitaron al
republicanismo. Podemos destacar en este periodo los republicanos moderados de
Melquíades Álvarez y el Partido Radical Republicano, liderado por Alejandro Lerroux,
un demagogo extremista y anticlerical.

NACIONALISMO
Las opciones nacionalistas crecen como reacción al centralismo exagerado y sus
reclamaciones autonomistas fueron ignoradas por el gobierno. En la oposición
nacionalista Partido Nacionalista Vasco y la Liga Regionalista Catalana, que habían
surgido en el periodo anterior y se despierta el nacionalismo gallego y valenciano.

LAS CRISIS DE 1.909 y 1.917.


El régimen político recibió dos grandes golpes que hicieron peligrar la continuidad
de la monarquía parlamentaria en España

LA SEMANA TRÁGICA DE 1.909.


Con el nombre de Semana Trágica o Semana Roja se denominan los violentos
acontecimientos sucedidos en julio de 1.909 en Barcelona y Cataluña, los mayores
núcleos industriales de la Península.
Entre los motivos destacamos la protesta contra la guerra colonial de
Marruecos, al producirse el llamamiento del gobierno a los reservistas catalanes para
partir en expedición militar a África. Estos reservistas, muchos de ellos casados y con
hijos, habían finalizado su servicio militar seis años atrás. Por todo ello, las clases
obreras sentían un profundo rencor hacia un gobierno y una monarquía que enviaba a

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los pobres de España a morir a Marruecos, para defender allí los intereses económicos
de unos pocos industriales mineros deseosos de explotar las minas del Rif y satisfacer a
los oficiales del ejército, favorables a esta aventura colonial, pues veían la posibilidad
de conseguir ascensos fáciles y rápidos en la guerra. También se protestaba por el
injusto sistema de reclutamiento.
En la base se encontraba también el continuo malestar económico del
proletariado barcelonés y un anticlericalismo fuertemente arraigado y alimentado
por la propaganda de Lerroux, al que se apodaba el “comecuras”.
Inicialmente se produjeron manifestaciones y luego se declaró la huelga general
promovida por anarquistas, socialistas y radicales lerrouxistas, que degeneró en una
violenta insurrección espontánea apoyada por toda la clase obrera barcelonesa. La
ciudad quedó paralizada, las masas ocuparon las calles, se levantaron barricadas, se
volcaron tranvías, quedaron cortadas todas las comunicaciones con el resto de España y
fueron incendiados más de 50 conventos e iglesias ante la indignación de los
aterrorizados burgueses.
El gobierno presidido por el conservador Antonio Maura proclamó el estado de
guerra en Barcelona y envió al ejército para sofocar la insurrección. En los
enfrentamientos callejeros murieron 75 amotinados y 9 miembros de las fuerzas de
seguridad.
La durísima represión gubernamental sobre el movimiento obrero se saldó con el
encarcelamiento de más de 1.000 personas y la ejecución de cinco obreros. Especial
repercusión tuvo el fusilamiento de Francisco Ferrer Guardia, que tras ser juzgado
por un Tribunal Militar fue acusado sin pruebas de organizar y liderar la rebelión. Ferrer
era un conocido anarquista, fundador en Barcelona de las “Escuelas Modernas” para
enseñar a los trabajadores los ideales revolucionarios anarquistas. El injusto
fusilamiento de Ferrer tuvo repercusiones internacionales y a los ojos de la opinión
pública europea se había convertido en un sabio mártir de la barbarie inquisitorial
española.
A nivel político cayó el gabinete conservador de Maura, sustituyéndose por otro
del Partido Liberal. Por otro lado se inició el acercamiento entre socialistas y
republicanos para hacer frente común contra el régimen monárquico, siendo el primer
paso de un proceso de colaboración que acabaría en la proclamación de la Segunda
República.

LA CRISIS DE 1.917.
La crisis de 1.917 debe entenderse en el contexto internacional. El impacto de la
Primer Guerra Mundial (1.914 – 18), conflicto ante el que España se mantuvo neutral,
supuso una reactivación económica al aumentar la demanda de productos industriales
por parte de los países beligerantes. Los principales beneficiados fueron las clases
burguesas que vieron aumentar sus beneficios, mientras que los obreros lo que
percibieron fue un aumento generalizados de los preciso y una carestía de productos
debida a la caída de las importaciones y al aumento de las exportaciones. Por otro lado
después de la revolución rusa el socialismo español tomó nuevo impulso.
Socialmente se vuelve a convocar una huelga general por parte de los sindicatos
obreros (UGT y CNT).
Otro sector social descontento era la oficialidad del ejército, que se agrupó en las
llamadas Juntas de Defensa en defensa de sus intereses.
La crisis de 1.917, además de su vertiente social, tuvo una vertiente política.
Políticamente los sectores nacionalistas (con la burguesía catalana dirigida por Cambó
al frente) y de izquierda convocaron en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios

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que tenía como objetivo exigir una reforma de la constitución. Se pedía una
convocatoria a Cortes constituyentes que preparara el cambio de la estructura política de
país.
Es fácil advertir la gravedad de la situación; la monarquía se veía en este momento
atacada por tres fuerzas distintas: la burguesía, el ejército y el proletariado. La
acción conjunta de las tres fuerzas hubiera muy probablemente ocasionado una
revolución profunda.
El movimiento revolucionario fue duramente reprimido por el gobierno conservador
apoyado por el ejército, que apoyó a la Corona; también fue decisiva para explicar su
fracaso la no participación de las clases medias ante el matiz radical de la revuelta ni del
campesinado que seguía siendo muy abundante en España. Finalmente la burguesía
pactó con la monarquía pactando un gobierno de concentración, con Cambó como
ministro, que prometió elecciones para 1.918. Todas las cuestiones planteadas quedan
sin solucionar.

LA GUERRA COLONIAL DE MARRUECOS.


La política africanista emprendida por España a principios de siglo queda
encuadrada dentro de las consecuencias de la crisis del 98. La depresión moral
provocada por el desastre ultramarino había provocado dos tendencias divergentes: por
un lado, una corriente anticolonialista y antimilitarista sostenida desde frentes
marginales del sistema político (republicanos, movimiento obrero) e impulsada por el
regeneracionismo de Costa.
Por otro lado encontramos la corriente que buscaba en la penetración española en
Marruecos renovar nuestro prestigio frente a los que en Europa la consideraban una
nación moribunda. En ese sentido se inició una política de acercamiento a algunos
países europeos (Francia y Gran Bretaña) con objeto de abandonar nuestro
aislacionismo.
Muy importante es el papel jugado por el ejército que buscaba rehacer su prestigio
militar.
También encontramos motivos económicos para la política norteafricana,
fundamentalmente mineros y la construcción de ferrocarriles, donde la oligarquía de la
Restauración, que deseaba resarcirse de las pérdidas coloniales del 98.
Uniendo todos estos factores Maura aceptó en la Conferencia de Algeciras (1.906)
intervenir en el reparto colonial de Marruecos, uno de los pocos Estados independientes
que quedaban en África, para establecer un protectorado.
A España le correspondió la zona norte de Marruecos, especialmente pobre y difícil.
La guerra de Marruecos, iniciada a partir de 1.906 cuando se intenta hacer efectiva la
ocupación colonial del territorio marroquí, abre un periodo de conflictos bélicos que no
terminará hasta 1.927.
Las cabilas (tribus) rifeñas presentaron una fuerte resistencia y cuando se inició la
penetración desde Melilla, las tropas españolas empezaron a sufrir descalabros, como el
del Barranco del Lobo (1.908). La necesidad de mandar refuerzos provocó la Semana
Trágica. La ocupación de Marruecos siguió con más éxito en la zona occidental del
protectorado (toma de Larache, Tetuán...). A partir de 1.914, con el estallido de la
Primera Guerra Mundial, se reduce la actividad militar por la neutralidad que España
Mantuvo durante el conflicto.

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EL FINAL DEL SISTEMA PARLAMENTARIO DURANTE EL REINADO DE
ALFONSO XIII (1.918-23)

EL DESASTRE DE ANNUAL
La guerra llegó en 1.921 y con ella el desastre de Annual. En 1.919 , terminada la
Primera guerra Mundial, Francia intensificó su acción en Marruecos, amenazando con
instalarse en toda la región sin respetar los pactos anteriores con España. En respuesta a
esto, y también en 1.919, el gobierno español inició una especie de carrera de toma de
posiciones desde las bases de Ceuta y Melilla.
También entre los marroquíes repercutió el fin de la Gran Guerra porque apareció un
nacionalismo revolucionario que se iba a enfrentar simultáneamente con la autoridad
“oficial” del sultán y con la administración española.
El general Dámaso Berenguer, alto comisario de España en Marruecos, fue
encargado de ocupar la zona accidental del protectorado, y el general Fernández
Silvestre, inclinado a tomar iniciativas por cuenta propia y más antiguo en el escalafón
que Berenguer, se le confiaron las operaciones de la zona oriental.
En general las campañas de la zona occidental habían tenido éxito; pero cuando el
general Silvestre inició una penetración más rápida y mal organizada en la zona oriental,
hacia la región montañosa del Rif, la resistencia de las cabilas, capitaneadas por el líder
nacionalista Abd-el-Krim, se hizo más fuerte. Ante el avance marroquí el general
Silvestre ordenó la retirada de la plaza de Annual, que se convirtió en una carnicería de
más de 12.000 hombres (junio de 1.921). Parece ser que Silvestre se suicidó.
En España se produjo una verdadera conmoción nacional. Las responsabilidades se
repartieron entre los militares, el Gobierno y el propio monarca, que según parece, había
incitado al general Silvestre a la alocada ofensiva.
El informe de investigación, encomendado al general Picasso (Expediente Picasso),
no logró aclarar las cosas porque hubo muchos interesados en acallar el escándalo. Este
informe provocó fuertes debates en las Cortes y contó con la oposición del ejército, que
quería frenar el asunto puesto que de él podían derivarse responsabilidades de los
mandos militares y llegar a la propia monarquía del desastre.
De este modo la cuestión de Marruecos se convirtió en un factor básico de la crisis
política. El expediente no llegó nunca a las Cortes, ya que días antes de la fecha prevista
parta su discusión se produjo el golpe de Estado de Primo de Rivera.

LOS PROBLEMAS SOCIALES


Un hito importante fue la huelga de la Canadiense en 1.919. Esta empresa era un
complejo hidroeléctrico que suministraba electricidad a Barcelona y su industria.
Durante 44 día media Cataluña quedó paralizada. Se declaró el Estado de guerra y hubo
detenciones masivas, pero al final se tuvo que acabar aceptando las peticiones de los
obreros (liberar a 3.000 detenidos, aumento de salario, aprobar la jornada de 8 horas),
suponiendo una gran victoria para la CNT. Los industriales catalanes, al ver que no
podían luchar contra el sindicato por vía pacífica, iniciaron una campaña de guerra
sucia, con la colaboración de la policía y el gobierno (cierres patronales, persecución de
líderes sindicales, pistoleros a sueldo y aplicación de la “ley de fugas”). Los sindicatos
contestaron con violencia, utilizando también a sus propios pistoleros. En noviembre de
1.920 se declara ilegal a la CNT. La escalada de violencia continua (En 1.921 hay en
Barcelona 300 atentados con 100 muertos), se deporta a la plana mayor del sindicato a
Menorca y el presidente del gobierno Eduardo Dato muere en Madrid bajo los disparos
de tres pistoleros de la CNT. Este ambiente ayuda a explicar la descomposición final del
sistema de la Restauración y el Golpe de Estado de Primo de Rivera.

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