NÓBEL SANTA ROSA DEL SUR (BOL) 16/10/2018 La felicidad, ¿Hay alguna definición para este estado humano? , desde que el ser humano pisa la faz de la Tierra ha tratado de algún modo u otro encontrar la dicha. Y de eso hace ya 400.000 años. Dicen los científicos que si no, no hubiéramos podido sobrevivir. Que si la mayoría de los individuos de la especie no se hubieran sentido satisfechos o no hubieran tratado de conseguirlo, se habría autodestruido, habrían perdido interés por la procreación y, probablemente, se habrían extinguido. Tratar de ser feliz es un mecanismo evolutivo impreso en nuestros genes, desde aquellos inmemoriales y alejados tiempos hemos buscado la felicidad, pero hay un gran problema de opiniones en este mundo evolucionado, en este mundo donde la tecnología y la ciencia ha cambiado nuestra forma de vivir, hasta destruir nuestros aspectos morales y éticos de la vida, y es precisamente donde será lo que abarcaremos en este gran escrito hecho con estupendas manos de personas que apenas están conociendo aquel estado humano llamado felicidad, como lo dice el célebre escritor y con orgullo de la Colombia caribe, enriquecida con las aguas saladas que se estampan en los muros medievales de la ciudad amurallada, de la hermosa ciudad madre de la sierra nevada y del magnífico cabo de la Vela. La felicidad esta en ser libres corriendo con nuestra alma desorientada por las sabanas de Bogotá, ser felices en caminar con pasos de colombianidad por las calles empedradas de Villa de Leyva, en comer con gigantes deseos una deliciosa bandeja Paisa, un ajiaco santandereano, un original mute de queso y sobre todo testamentar en nuestras mentes que esos platos típicos de nuestras tierras y ancestros no son nada inferiores a una grasosa hamburguesa de McDonald’s, a unas pastas italianas, o a un sushi japonés. Desde que la sangre de nuestros antepasados fue derramada por bárbaros españoles y mezclada con la sal de nuestras costas hasta nuestros días, las costumbres han sufrido un cambio total, Colombia es una mezcla de todo lo bello, extravagante y genuino, una sopa de sabores, un mar y caños teñidos mágicamente por miles de colores, un pedazo de papel difuminado, somos miles de colores mezclados, todos únicos, diferentes, sin iguales, cada región es algo irremplazable y que nos hace Colombia, dicen que somos vagos, relajados y despreocupados, un país de gente con mentalidad de pobres, pero qué explica que de nuestro país, ese que se cree un país lleno de violencia y crueldad salgan los mejores premios nobel, los mejores cantantes, promesas de creatividad, cerebros llenos de imaginación, escritores que revientan el papel con sus letras, bandas llenas con hermosas melodías, qué explica que sea un país lleno de talento, gente echada para adelante, que en cualquier circunstancia sea benéfica o no, siempre están dispuestas a apoyarse mutuamente. La cultura es la principal característica de un país, moldea gustos, apariencia y la visión de lo bello o lo inestético, puede vestirnos con nuestros trajes típicos, mover nuestro cuerpo con las melodías hechas cultura, llenar nuestro estomago con los deliciosos y ya casi olvidados platos típicos. Ser feliz ahora quizás lo distingamos con lo primero que se nos viene a la mente y es vivir en otro país, tener dinero, comer cosas diferentes que son “moda” en este gravitante siglo XXI, pero estamos tan equivocados en esta definición, cegados por unos estereotipos que nosotros mismos los generamos, los construimos con empezar a despreciar la cultura de nuestro país, creemos que la cultura es algo “viejo y ajado”, pero en realidad si nos posicionáramos y observáramos que estamos cambiando oro por cobre, que no somos felices si no nos deleitamos con platos típicos de diferentes países, que un buen plato amazónico, caribeño, andino o lleno de los santanderes ya no son deliciosos y no nos alegran, que bailar un gran joropo, lleno de alegría por ver el llano en plena caída del sol, de bailar un magnifico bambuco por las calles coloniales de nuestra capital, que bailar la jota con una negra, negra pura, oriunda del pacífico, llena de Buenaventura en sus ojos, Tumaco en sus brazos y Cali en su sonrisa no es felicidad, que tocar las divinas teclas casi hechas oro de un acordeón ya no es lo mismo que tocar las de una guitarra eléctrica, que sentir como la melodía no solo entra por los oídos sino por el corazón valduparense, que bañarnos en las ricas fuentes del magdalena, las aguas del rio de los siete colores, el hermoso Atrato, del Orinoco que nos deja en las nubes con su hermoso chispotear sobre las piedras sudamericanas puestas en nuestra tierra indígena, ahora solo nos hace feliz sumergir nuestros cuerpos en las costas de Miami, donde creemos que son más hermosas que las Cartageneras. No cambiemos lo original y genuino de las estrambóticas tierras de nuestro país por algo tan vano, estético y vacío, nada lleno de sabor y alegría, porque somos un país extraordinario, porque nuestra música es sabor, nuestras costas son fiesta y el sol escondiéndose en el agua salada de nuestras mares es el mejor sentimiento, llena cada parte de nosotros, porque Colombia es salsa, bambuco y jota, sabor y alegría en cada esquina, en cada respiro, en cada baile, en cada sonrisa zamba, mestiza o afro descendiente, porque sin importar las diferencias étnicas, sociales y culturales somos Colombia, somos país, somos nación, somos futuro en 3 colores, progreso, felicidad con lo que tenemos, ser felices no es material, ser feliz es ser uno mismo en el mismo lugar de nacimiento y crianza. Abramos las puertas de nuestra felicidad escondida, abrámosle la puerta a Colombia.