LA UNIVERSIDAD PÚBLICA: DEMOCRACIA COGNITIVA Y DEMOCRACIA
POLÍTICA.
POR: Marco Antonio Vélez Vélez
Presidente Asociación de Profesores Universidad de Antioquia
La universidad pública hoy y específicamente la universidad pública
colombiana se mueve bajo presupuestos y condiciones reales. Aquellos que tienen que ver con el marco económico, son evidentes hoy, en una forma de sociedad que hizo de los mercados y del principio del mercado su gran religión, desfalleciente, quizá, bajo la emergencia de una renovada crisis del capitalismo global. Condiciones en el campo del desarrollo de la democracia universitaria, como tema que agita la estructura de gobernabilidad de las universidades públicas y condiciones de movilidad de los saberes en la denominada sociedad del conocimiento. Abordaré estos supuestos y condiciones.
1. La condición de lo real social: globalización y hegemonía de los
mercados.
Lo real social en que vive la universidad contemporánea es el dominio de la
globalización con hegemonía de los mercados. El término globalización puede aparecer como concepto inflado, pero, es importante pensar que el designa interacciones del orden económico, político y cultural. Formas de interdependencia que profundizan una tendencia propia de la modernidad a expandirse o mundializarse. Ha habido otros momentos de fuerte mundialización. Para algunos historiadores, el momento previo a la primera guerra mundial fue un momento de intensiva mundialización, tan intensiva como la actual ola globalizadora. Para la universidad como institución lo global se presenta con los caracteres de la competencia en el campo del conocimiento. Emerger en el mercado supone posicionarse como agente competitivo global y desde allí generar perspectivas. La economía de servicios educativos destacaría como un domino a colonizar por los mercados. La instrumentalización de lo educativo y por lo tanto de la educación superior es evidente. Un amplio mercado de servicios transfronterizos se abre a la capacidad canibalizadora del capital.
Los tratados de libre comercio abren la expectativa de este mercado
incrementado y a colonizar. El tratamiento de proveedores nacionales a las universidades extranjeras que se benefician de los TLC es solo una de las expresiones mas intensivas de la mercantilización de la educación en general. El estudiante ya no es pensado como sujeto en formación, sino que entra en el mercado en la condición de sujeto consumidor de un bien más, solo que se trata de un bien público por excelencia que es la educación. Hablar de sociedad del conocimiento o de capitalismo cognitivo es solo un eufemismo para situar la entrada de la educación y por lo tanto de las universidades en la órbita de los mercados de símbolos. Se piensa en esta visión limitada que las universidades y la educación superior en general, preparan un trabajador del conocimiento hábil en la manipulación de signos y símbolos. Históricamente las universidades han tenido referencia al mundo profesional, pero, no es esta su razón de ser. La formación en ciencias y disciplinas ha sido su más importante misión. Y pensado en perspectiva cultural: la formación de un sujeto, de un ciudadano para integrarse a los desarrollos de sus sociedades. Formar para el trabajo, para la empleabilidad como eje de la universidad pública, ha sido posible a partir de una concepción, la neoliberal, que ha hecho del mercado de trabajo el envite fundamental para el conocimiento.
La institución empresa define ahora el perfil de las universidades. Hoy, los
modelos para la universidad pública emergen del campo del empresario y del gerente. La estructura administrativa de las universidades tiende a configurarse según modelos gerenciales, exitosos en la empresa privada. El saber científico es suplido y relevado por un saber gerencial que debe acreditarse bajo exigencias de performatividad, es decir, bajo una expresión de pragmatismo e instrumentalismo. Desde el punto de vista del educando se pasa de una idea enfática de formación del sujeto a una expectativa de definición, o más bien, de cualificación de las capacidades de mercado por la vía del trabajo en competencias que van desde refinadas habilidades en el dominio del conocimiento hasta competencias para un “saber hacer”. Se constituye así un renovado capital humano integrable funcionalmente a los mercados ahora globales. La empresa tiene estándares y mediciones en la era del toyotismo, evaluaciones e imperativos de calidad. Ese es el modelo empresarial y de mercado que triunfa en el capitalismo cognitivo de hoy y que redefine radicalmente el papel de la universidad.
La investigación en la universidad busca seguir los parámetros de una
investigación preferentemente aplicada, redituable, situable en perspectiva de explotación comercial, de empresarialización, de rendimientos tangibles. Formación de empresas producto de la investigación, modalidades de spin-offs y diversas expresiones de la exigencia de los mercados, entran a determinar qué se investiga y cómo se investiga. Ello, en medio, sin embargo, de fondos irrisorios para desarrollar opciones para la ciencia, la tecnología y la innovación. La extensión de mercado, las consultorías y la venta de servicios tienden a dejar de lado la clásica noción de una universidad pública al servicio de la sociedad y de las comunidades. Vender servicios de extensión es solo una de las modalidades de financiación de una universidad cuyos déficits acumulados demandan la opción por los recursos propios.
Frente a esta realidad de la empresarialización de la universidad, no basta
hacer el diagnóstico es necesario hallar salidas y caminos de reconducción de esta institución recuperando su razón de ser, sin desconocer el contexto renovado de su acción. Ya, quizá, no es suficiente el adscribirse al modelo francés de las profesiones, ni al modelo Humboldtiano de la cientificidad. Es pertinente combinar, un énfasis en los saberes en tanto complejos y transdisciplinarios; una expectativa de formación de sujetos y ciudadanos atentos al nomadismo y la movilidad de la sociedad contemporánea; una configuración de espacios y escenarios democráticos de decisión; pensar en la universidad en su dimensión de inserción en lo global sin caer en la mera concepción de aportar al mercado de los símbolos; apostar por una universidad red, sin magnificar la sola vigencia de las tecnologías de la comunicación. He allí en principio un conjunto de acciones y de visiones sobre el futuro de la universidad.
2. La condición de la democracia: Universidad y procesos de
democratización.
La democracia es un asunto de ciudadanía, derechos y representación más
participación. En estos tres niveles se define lo democrático en una sociedad. Como ejercicio de ciudadanía debe haber coherencia en el ejercicio democrático en la sociedad mayor y su ejercicio en las instituciones sociales, entre ellas la universidad. La disyuntiva de lo democrático hoy en la universidad pública colombiana es que los universitarios, tanto profesores como estudiantes tienen vedado el acceso a la democracia en cuanto a la posibilidad de decidir sobre las autoridades académico-administrativas. Un decano o un director de Escuela o Instituto son elegidos por el Consejo Superior Universitario o por el Rector, por lo menos en el caso de la Universidad de Antioquia. Algunas universidades han ensayado ya el mecanismo de la elección directa, por los estamentos de sus directivas académicas y no por ello se han sometido al reinado del populismo o la manipulación electoral. Toda democracia tiene sus riesgos. Pensar que el populismo va a campear en el campus universitario por implementar elección directa de las directivas, es asumir una sistemática minoría de edad para los universitarios. Las prácticas de la clientela y la politiquería han penetrado lo suficiente los espacios de la universidad como para poder pasar a formas diferentes de nombramiento en los cargos de dirección. Este es, pues, el escenario de la democracia política en la universidad que deberá atravesar a los órganos supremos de dirección como es el Consejo Superior Universitario y el Consejo Académico. El primero debe dar cabida a expresiones más amplias de la sociedad civil en su conformación. Y a formas más transparentes, finalmente más democráticas, en la definición de los representantes que allí fungen como expresión de la voluntad política de determinadas fuerzas sociales. El Consejo Académico puede ser conformado con un mayor peso de los estamentos básicos, profesores y estudiantes, como lo ha venido formulando la Asociación de Profesores de la U de A. La democracia es también un conjunto de prácticas que posibilitan la participación y la conformación de los espacios del pluralismo y el respeto por el otro, por la minoría y la disidencia. Como conjunto de prácticas requiere de una cultura política democrática formada en la propia institución desde un aprendizaje concreto desde formas de acción participativas y que tomen en cuenta la voluntad de los miembros de la comunidad universitaria. Las prácticas van acompañadas por las virtudes de la democracia: tolerancia –sin indiferentismo-, pluralismo, respeto por la diferencia y por la disidencia. Las virtudes de la democracia posibilitan una ciudadanía activa y participante en la vida colectiva, más allá de cualquier partición de la acción entre minorías activas y mayorías silenciosas.
La democracia es también cognitiva. El conocimiento cada vez más es un
producto colectivo y de construcción conjunta. Es el resultado del intelecto general del que habló Marx. El cerebro colectivo es apropiado por el capital para inscribir los conocimientos científicos en la esfera de la producción material. Es perentorio que la universidad propicie un uso no solamente productivista de los resultados del intelecto general. Aquí aparece un esfera de lo común, suficientemente destacada por Negri y Hardt. La democracia cognitiva y el cerebro colectivo se potencian mutuamente para generar nuevos modos de conocimiento interdisciplinario y transdisciplinario. La tendencia a la performatividad del conocimiento es lo propio del capitalismo cognitivo. Ella significa un conocimiento apropiado para las urgencias de lo útil, lo pragmático y lo calculístico. En síntesis un ejercicio y un campo abonado para la llamada racionalidad instrumental. Del lado de la democracia cognitiva tenemos un conocimiento multidimensional, global y pertinente. Conocimiento dialógico y comprensivo de las realidades contemporáneas. A este último tipo de conocimiento es al cual le debemos apostar. Un conocimiento crítico y que se inscriba críticamente en nuestra compleja realidad. Conocimientos útiles sí, pero, no solo a favor del incremento desmesurado de las ganancias del gran capital y las multinacionales.
3. La condición de la dignidad profesoral.
Para el profesor universitario en la actualidad un tema central de su
cotidianidad, en las universidades públicas, es el tema de su dignidad y de la dignificación de su labor, cada vez más envilecida por la progresiva desaparición de la figura del profesor vinculado a tiempo completo y la proliferación de los contratos de hora cátedra u ocasionales. En la Universidad de Antioquia la proporción de profesores de cátedra, en una cifra cercana al 70% del profesorado nos muestra la degradación de la figura del profesores, desde el punto de vista de su realidad contractual.
La ampliación de cobertura demanda constante del estado para la universidad,
no se hace en condiciones financieras viables, el presupuesto prácticamente congelado de las universidades nutre contratos profesorales indignos, ya que se busca obviar las implicaciones de apostar por una educación superior de calidad, con la vinculación de profesores de tiempo completo. La situación salarial del profesorado de planta, es cada vez más precaria. Salarios que se incrementan por debajo del IPC y que año a año disminuyen su capacidad adquisitiva, van menguando la calidad de vida del profesorado universitario. Lugares de trabajo poco gratificantes en las universidades públicas, carencia o negación progresiva de garantías laborales, insuficiencia de una política de bienestar profesoral hacen en conjunto que la realidad cotidiana del docente universitario sea menos que precaria y desalentadora.
La escasa financiación para la investigación hacen de este campo de la
relación del profesor con el conocimiento nuevo, un campo de desesperanza y de angustias renovadas. Investigar sin libertad en la práctica para hacerlo, pues, debe someterse a las líneas y exigencias que las convocatorias determinan, saltando por encima del principio constitucional de la libertad de cátedra y de investigación. Ausencia, muchas veces de una real dinámica investigativa en los grupos de investigación, exigencias investigativas que copan su plan de trabajo y no permiten que pueda situarse como ciudadano con intereses gremiales y políticos, o por lo menos como alguien portador de un pensamiento crítico. Son estas, algunas de las deprimentes realidades que hacen de la vida cotidiana del profesor universitario, un campo de indignidad y de desestimulo para una labor socialmente importante.
Y cuando se trata de que el profesor vinculado es un docente que ha hecho el
esfuerzo de la formación avanzada doctoral, la universidad pública le ofrece salarios de enganche que no logran cubrir el esfuerzo citado, además de precipitarlo al domino de la universidad privada, mejor pagada y con mayores estímulos para sus docentes. La formación doctoral no logra aun por lo demás llenar las exigencias de una masa crítica de investigadores que logre un despegue del país en ciencia, tecnología e innovación.
4. La condición de los saberes: los saberes de la complejidad y
transdisciplinarios.
La universidad contemporánea está convocada por una nueva concepción de
los saberes y del conocimiento. Se está a la búsqueda de saberes que permitan enfrentar las incertidumbres y los riesgos del presente. Saberes abiertos, fiables y con pertinencia. Capaces de integrar el caos y la desorganización. Atentos como diría Morin a lo lógica organización, desorganización, reorganización. Saberes con capacidad de autogeneración o autoproducción. Los saberes disciplinares y segmentados de la modernidad temprana ya poco nos pueden auxiliar en el nuevo contexto de transición hacia la modernidad tardía. Los nuevos retos epocales son los de la incertidumbre en todos sus niveles, cognitiva, social, mental. La incertidumbre afecta con particular virulencia a las ciencias sociales. Estas últimas difícilmente tienen espacio para predecir tendencias de desarrollo u opciones vitales en términos de modos de vida y modos de interacción. La proliferación de la información que desborda exponencialmente nuestra capacidad de asimilación hace más dramáticas las expresiones de incertidumbre. Los soportes tecnológicos novedosos vacían de contenido a los saberes y soportes tradicionales. Algunos hablan de la defunción de la Era Gutenberg. El libro impreso y la imprenta estarían dando cabida a la digitalización. Esto significa un cambio de códigos, de soportes y de maneras de interpretar lo real.
El presentismo es el riesgo de un saber afectado por la instantaneidad y los
modos de lo light. Se trata de la pérdida de capacidad para una mirada de largo plazo y de horizonte. El saber líquido es presente viviente y utilización inmediata. Resuelve las urgencias del momento, pero es incapaz de proyectar futuros posibles. Nos sumerge en la desesperanza de un ahora evanescente. El saber se hace obsoleto rápidamente. Una urgencia de actualización informática inunda la escena de los conocimientos, a la vez que, el triunfo de lo banal, de lo superfluo, definen la dinámica de conocimiento de este saber liviano.
Saber nómada. Es decir, saber en permanente mutación y cercano a un sujeto
nómada atento a sus mutaciones y desplazamientos. A sus transformaciones e identificaciones. El saber clásico se situaba del lado de la rigidez de una forma de la modernidad. . El saber nómada está próximo de lo que no permanece y urge los cambios. Por ello es de gran importancia reclamar un saber complejo, transdisciplinario, abierto, cuya fluidez no sea mutación leve. Un saber dialógico y que sea expresión de lo común humano. Y saber abierto a una nueva forma de racionalidad aquella que Maffesoli denomina razón sensible, una razón que nos excluye el dato de los sentidos, que integra discurso e imaginación. Un saber, pues, conectado a redes de conocimiento y a la proliferación crecimiento horizontal de las mismas. Este saber nómada debemos producirlo en las universidades al calor de la construcción de la democracia política y cognitiva y en perspectiva de una función profesoral dignificada y dignificante.
5. La condición de la movilización política del profesorado
universitario
El profesorado de las universidades públicas colombianas, dadas estas
condiciones de deterioro de una concepción de universidad pública, conforme a la visión de una universidad al servicio de las comunidades, de la calidad educativa, del desarrollo de una investigación pertinente y en pro de un fortalecimiento de la universidad pública, como única opción para las grandes mayorías del país, debe recuperar su capacidad de movilización y enfrentamiento a la carencia de una política pública de Educación Superior. Lo único que emerge como propuesta desde el Estado, aun hoy, en el gobierno Santos es el modelo de la desfinanciación y la empresarialización de la universidad, cuando no de su abierta tecnologización.
El recuperar la idea de una universidad pública abierta, pluralista, sin represión,
con capacidad para albergar el pensamiento crítico, exige del movimiento profesoral universitario y de su alianza con lo otros estamentos universitarios, una capacidad de movilización que propenda por financiación adecuada en primera instancia. Unos recursos acordes con el crecimiento de la cobertura y las necesidades de infraestructura. Movilización por una ampliación de la planta profesoral vinculada para responder a los retos de la cobertura y la calidad. Una movilización por salarios dignos y por un bienestar profesoral conforme a la dignidad del profesor universitario. Movilización en pro de la apertura hacia un pensamiento crítico que no sea satanizado, ni perseguido bajo el pretexto del unanimismo de las opiniones vigentes.
Son estas exigencias movilizadoras las convocan hoy, al profesorado
universitario y a los demás estamentos universitarios, articularlos en una gran movilización por la defensa y recuperación del verdadero sentido de la universidad pública es el gran reto de la actualidad.