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Lección 13 para el 29

de septiembre de 2018
Apartado de la predicación pública durante varios años, Pablo al
fin podía predicar en la capital del Imperio. El camino hasta Roma
estuvo lleno de dificultades, pero las circunstancias, los peligros y
las pruebas no pueden detener la propagación del evangelio.
Hechos 27:1-26

«Señores, veo que nuestro viaje va a ser desastroso y que


va a causar mucho perjuicio tanto para el barco y su carga
como para nuestras propias vidas» (Hechos 27:10 NVI)
Partiendo al final del verano
(septiembre), hubieran llegado a
Roma sin dificultad, en
circunstancias favorables.
A causa del lento avance, y apreciando las
dificultades que conllevaría continuar el
viaje, Pablo dio un sabio consejo. Pero
Julio, el centurión, aunque trataba
amablemente a Pablo, desoyó su consejo.
El consejo inspirado de una persona
piadosa es mejor que el consejo técnico de
los sabios según el mundo.
Durante la tormenta, cuando ya habían
perdido toda esperanza de salvación,
Pablo les dio un segundo mensaje: un
ángel le había dicho que todos se
salvarían. Esta vez sí escucharon a Pablo.
Hechos 27:27-44

Catorce días después del mensaje de Pablo, la nave naufragó frente a Malta.
Aunque Dios había prometido que todos se salvarían, debían cooperar
cumpliendo ciertas condiciones: Debían cobrar ánimo y
tomar algo de alimento
(v. 33-36)

Si los marineros
huían, todos
morirían (v. 30-32) Si los soldados mataban a los
presos, no se salvarían (v. 42)
Debían trabajar Dios cumple sus promesas cooperando con
juntos y ayudarse el elemento humano.
mutuamente
Observa también que la presencia de un
(v. 43-44)
único cristiano salvó la vida de 276 personas.
Hechos 28:1-10

“Los isleños nos trataron con toda clase de atenciones.


Encendieron una fogata y nos invitaron a acercarnos,
porque estaba lloviendo y hacía frío” (Hechos 28:2 NVI)

Agotados y mojados, los náufragos fueron


recibidos amablemente por los malteses.
Mientras colaboraba poniendo leña en la
hoguera, Pablo fue mordido por una
víbora muy venenosa. El hecho de que
Pablo no sufriese ningún daño dejó
Aunque no queda constancia de que
perplejos a los lugareños.
Pablo predicase el Evangelio en Malta, sí
que realizó allí una importante obra de
sanación (Evangelio en acción). Sanó al
padre de Publio, el principal de la isla, y a
todos los enfermos que acudieron a él.
En el momento de zarpar, los habitantes
de Malta proveyeron a los viajeros de
todo lo necesario para continuar su viaje.
Hechos 28:11-22

“Aconteció que tres días después, Pablo convocó a los principales de


los judíos, a los cuales, luego que estuvieron reunidos, les dijo: Yo,
varones hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra
las costumbres de nuestros padres, he sido entregado preso desde
Jerusalén en manos de los romanos” (Hechos 28:17)

En Roma, Pablo cobró ánimo al ser recibido


con todos los honores por parte de los
hermanos.
Las autoridades romanas le dieron también a
Pablo un trato especial, permitiéndole vivir
aparte en una casa alquilada (bajo vigilancia,
por supuesto).
Inmediatamente, convocó a los principales de
los judíos para preparar su juicio ante el
emperador. Deseaba explicarles su inocencia.
Ellos no habían recibido ninguna instrucción
de Jerusalén, pero estuvieron interesados en
escuchar la doctrina que Pablo enseñaba.
Hechos 28:23-31

“Y predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo


sin impedimento y sin temor alguno” (Hechos 28:31 NVI)
Los judíos estuvieron divididos a
la hora de aceptar el Evangelio,
así que Pablo se dirigió a los
gentiles y les predicó durante
dos años.
Por sus cartas, sabemos que
Pablo fue absuelto por Nerón, y
realizó un cuarto viaje misionero.

Durante este viaje, fue


apresado y llevado
nuevamente ante Nerón. Esta
vez, Pablo fue decapitado.
El libro de Hechos acaba abruptamente, sin un final lógico. Es un libro abierto,
donde nos toca a nosotros escribir el último capítulo.

Animados por la valentía del atribulado apóstol, debemos tomar su antorcha


y continuar su interrumpida labor: llevar el Evangelio eterno a todo el mundo.
“Nuestra luz debe brillar en medio de
las tinieblas morales. Muchos de los
que están hoy en las tinieblas verán
que hay una esperanza de salvación
para ellos, cuando perciban un destello
de la Luz del mundo. Tal vez vuestra
luz sea pequeña; pero recordad que es
Dios quien os la ha dado, y que él os
tiene por responsables de hacerla
brillar. Es posible que alguien encienda
su antorcha en la vuestra, y que su luz
sea el medio de sacar a otras personas
de las tinieblas”

E.G.W. (Consejos sobre la salud, pg. 393)


“He peleado la buena batalla, he acabado la
carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está
guardada la corona de justicia, la cual me dará el
Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí,
sino también a todos los que aman su venida”
2ª de
Timoteo
4:7-8

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