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Los medios y la democracia

Es fundamental reflexionar sobre los diversos aspectos que definen el lugar de los
medios de comunicación en las sociedades democráticas modernas. Algunos de
estos aspectos, sin duda complejos, que es posible identificar tienen que ver con:
las garantías efectivas que existan sobre la libertad de expresión y de prensa; las
formas de propiedad y de financiamiento de los medios; la regulación para evitar la
concentración horizontal (distintos tipos de medios) y vertical (distintas agencias
encargadas del diseño hasta la distribución de contenidos) de la industria
mediática; la cultura periodística profesional; la existencia de mercados
competitivos; la exigencia de calidad informativa por parte de los públicos y las
audiencias; y la presencia de un compromiso por parte de los empresarios
mediáticos con una libertad de información responsable y respondiente frente a los
grandes temas que definen la vida pública de una sociedad.

Todo esto implica que los medios son espacios clave para socializar no sólo
los temas de la vida pública, sino los ángulos desde los cuáles se tratan. Y ello
nos lleva a reflexionar acerca de cómo las principales democracias han
establecido modelos de comunicación político-electoral con el propósito de
garantizar condiciones para la competencia equitativa y la difusión de información
suficiente y apropiada sobre las alternativas políticas para así incentivar la
participación de la ciudadanía en los procesos electorales. Por tanto, las áreas que
atañen a estos modelos de comunicación político-electorales tienen que ver con la
regulación en materia de propaganda (sobre todo en periodos de campañas) y, a
veces, con criterios para los medios sobre la cobertura informativa (también en
campañas).

En el caso de Europa, es importante tomar en cuenta que hasta hace un par


de décadas, casi todos los servicios de radio y TV eran sólo públicos, por lo que es
relativamente reciente la entrada de nuevas opciones de TV y radio gracias a la
popularización de nuevas plataformas, como la TV satelital y de cable y las nuevas
tecnologías de comunicación e información. En este continente muchas de sus
democracias más consolidadas han establecido regulaciones estrictas que
prohíben la transmisión de propaganda y de mensajes políticos –todos aquellos
cuyo propósito es promover el voto—en radio y televisión por parte de los partidos,
agrupaciones que compiten por el poder y terceros favorables a ellos durante los
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procesos electorales. El sentido de estas prohibiciones busca evitar que los


partidos más grandes y con mayores recursos desequilibren la competencia. Sin
embargo, en casi todos los países democráticos de Europa es posible adquirir
espacios publicitarios en los periódicos para insertar la propaganda política de
partidos y candidatos. En Dinamarca, por ejemplo, se prohíbe la compra de
espacios publicitarios en radio y TV para la propaganda política. Además, la Ley
de Responsabilidad de Medios de 1998 (aún vigente) obliga a que el contenido y
la conducta de los medios deben sujetarse a los códigos de ética profesional, que
en términos generales establece el Consejo de la Prensa, un organismo colegiado
que integra a los editores y medios impresos, y que revisa las quejas relativas a
temas como sesgo, parcialidad, y otros relativos a la cobertura.

Un modelo interesante es el de Albania, en donde los medios públicos están


obligados a dar un tiempo para la difusión de los mensajes de todos los
candidatos, y donde los medios privados comerciales pueden vender espacios
para la propaganda electoral durante las campañas con tope de tiempo de no más
de 90 minutos por estación, siempre y cuando las tarifas de este tiempo se hagan
públicas a través de la página digital de la autoridad electoral. En cuanto a la
cobertura, se espera se haga de forma imparcial y profesional.

En Alemania, con un modelo de gobierno federal, donde hay medios públicos


estatales y medios privados, es importante considerar que si bien existen algunos
canales públicos nacionales, como el Canal 2 de TV (Zweites Deutsches
Fernseher, ZDF), son los estados (o Lands) los que pueden crear estaciones y
establecer acuerdos de transmisión de contenidos comunes. Así, por ejemplo,
están las nueve corporaciones públicas regionales que forman la Asociación de
Corporaciones Públicas de Radiodifusión, la ARD, por sus siglas en alemán. La
señal de la Deutsche Welle, por ejemplo, se compone de uno de estos acuerdos
para compartir contenidos mediante una distribución de contenido cuya audiencia
es, sobre todo, internacional.

En relación con la propaganda política, el Acuerdo Estatal de Radiodifusión


(Rundfunkstaatsvertrag) la prohíbe, en principio, para evitar “influencias
desproporcionadas sobre la opinión pública mediante la compra de tiempo aire”
(Artículo 7), por lo que no se puede adquirir espacios publicitarios en medios
electrónicos privados; en la prensa sí, aunque se espera que la separe de las
noticias informativas (Código de Prensa, Pressekodex). Asimismo, se permiten
excepciones en épocas electoral en el caso de los medios públicos de
radiodifusión, por lo que la mayoría de estas estaciones estatales otorga tiempo

gratuito para la propaganda de los partidos, siempre y cuando se ciñan a la


obligación legal de otorgar un tiempo a cada partido que sea proporcional con su
peso electoral (porcentaje de votación anterior y número de representantes en el
parlamento o Bundestag), esto con base a una decisión de la Corte Constitucional
desde 1957. Es importante señalar que los partidos son los únicos responsables
del contenido de sus mensajes y que las estaciones pueden rehusarse a su
transmisión sólo en el caso en que infrinja con claridad la legalidad.

En relación con la cobertura electoral, en Alemania no hay leyes que


establezcan provisiones legales que la definan ni siquiera en tiempos electorales.
Sí se prohíbe a todo tipo de medios (con base en la Ley Federal Electoral) la
publicación de encuestas de salida o exit polls antes del cierre de todas las
casillas en la jornada electoral. Asimismo, el Acuerdo Estatal obliga a que los
medios que publiquen encuestas quedan obligados a verificar su validez y
representatividad. Es importante considerar que, al no existir una autoridad
especializada en lo electoral, la mayor parte de las disputas –por ejemplo,
inequidad en la cobertura a los partidos pequeños—se canaliza hacia las cortes
estatales.

En Francia existen numerosas regulaciones en su modelo de comunicación


político-electoral aplicables a todo tipo de medios, siendo la más reciente una ley
propuesta por el Presidente Macron y aprobada en marzo de 2018 sobre el
combate a las llamadas fake news, de lo que se habla en el tercer bloque con
mayor detalle. Se trata quizá de uno de los modelos más restrictivos. Por ejemplo,
el artículo L.52-1 del Código Electoral prohíbe todo tipo de propaganda política en
todos los medios, incluyendo digitales, durante los seis meses anteriores a la
jornada electoral. Más aún, con base en el artículo L.48 del mismo código, los
candidatos que se sientan atacados o criticados por los medios pueden llevar a
cabo acciones legales que van desde solicitar un derecho de réplica hasta entablar
demandas por difamación, discriminación o insulto. Desde luego, no se pueden
publicar encuestas desde el día anterior a la elección, ni encuestas de salida antes
del cierre de todas las casillas.

En cuanto a la cobertura informativa, los medios deben seguir también


regulaciones estrictas de parte del Consejo Superior de lo Audiovisual, por
ejemplo, que durante las seis semanas previas a la jornada electoral, los
candidatos y sus seguidores deben ser presentados equilibradamente y deben
poder tener acceso equitativo a tiempo aire para poder responder cualquier
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situación. Los medios pueden invitar a los candidatos siempre y cuando les
otorguen a todos espacios equivalentes, y pueden organizar debates.

En España, el modelo de comunicación político-electoral queda definido por


los siguientes aspectos. Primero, está prohibido todo tipo de propaganda política
en medios de radiodifusión privados, aunque en épocas electorales, los medios
públicos otorgan tiempo gratuito a los partidos con base en su peso electoral
(sobre todo, aquí porcentaje de votación en la pasada elección). La Junta Electoral
Central, a través de su Comisión de Radio y TV, se encarga de esta distribución
de tiempos. Es importante señalar que, en España, las campañas en elecciones
generales duran aproximadamente dos semanas, concluyendo la medianoche
previa a la jornada electoral. La propaganda política sólo puede tener lugar
durante este periodo. Asimismo, se prohíbe la difusión de encuestas durante los
cinco días previos a la jornada electoral.

Segundo, la cobertura informativa queda regulada por la Ley Orgánica del


Régimen Electoral General en tiempos de el. Los medios públicos están obligados
por esta ley a garantizar el pluralismo, la equidad, la proporcionalidad y la
neutralidad informativa en su cobertura. Los medios públicos quedan obligados a
entregar un plan de cobertura a la Junta Electoral, o las juntas regionales en caso
de elecciones locales, en donde especifiquen si harán entrevistas, si organizarán
debates y si harán reportajes o contenidos específicos para el caso. Cualquier
queja al respecto se puede canalizar durante el periodo de campañas a la Junta
Electoral. Los medios privados no quedan obligados a entregar un plan similar,
pero sí a respetar los principios de pluralismo, equidad, proporcionalidad y
neutralidad informativa en sus programas, entrevistas y cobertura. Estos medios
pueden, si lo desean, organizar debates. Finalmente, el día previo a la jornada
queda prohibida toda transmisión de propaganda electoral, aunque en la era digital
esto es difícil de cumplir.

Pero no todas las democracias establecen regulaciones tan amplias en cuanto


a su modelo de comunicación político-electoral. En un sitio intermedio se
encuentra el Reino Unido. Por ejemplo, si bien las campañas comienzan 25 días
hábiles previos al día de la elección, no hay impedimento para que los partidos
comiencen su propaganda cuando lo deseen. Si bien la propaganda política
pagada en radio y TV está prohibida, durante las campañas la Oficina de
Comunicaciones (OFCOM) ofrece a los partidos en contienda tiempo aire gratuito
con base en el peso electoral de cada fuerza política. Incluso se puede hacer

campaña el mismo día de la elección, pero no cerca de las casillas. Los medios
pueden organizar debates, si lo desean.

En cuanto a la cobertura, en radiodifusión sí existen reglamentaciones que


obligan a ser imparciales (Ley de Comunicaciones de 2002, implementada a
través de la OFCOM y sus diferentes ordenamientos), mientras que en la prensa
escrita se puede tomar cualquier posición. Es la OFCOM, la autoridad encargada
de supervisar y revisar las quejas relativas a la cobertura en momentos
electorales, aunque la BBC cuenta también con su propia oficina de atención.

Por su parte, Finlandia es un caso extremo, pues no limita la adquisición ni la


difusión de ningún tipo de mensaje político en sus periodos electorales, con
excepción de no hacer campaña el día de la elección en los alrededores de las
casillas electorales. No obstante, es importante señalar que Finlandia tiene un
panorama mediático de lo más amplio y pluralista, así como un consumo
informativo muy importante, que en temas políticos, ocurre a través del servicio de
medios públicos (Yleisradio –YLE), que tiene por mandato la obligación de dar un
trato equitativo a todas las fuerzas políticas con base en criterios uniformes.
Durante las campañas y por iniciativa de este servicio público, se presentan
programas sobre las principales fuerzas políticas en competencia y se le otorga 30
minutos a cada candidato en tiempo preferencial –el llamado Prime Time de la
noche para que un mayor número de personas puedan verlo en vivo--, así como
también se organiza un debate entre ellos. Los canales privados han buscado
copiar un tanto este modelo. A diferencia de otros países, los medios aquí gozan
de amplio prestigio y de altos niveles de confianza, según las mediciones del
Eurobarómetro 2017. En el caso de Finlandia, la autoridad encargada de revisar
las quejas relativas a la falta de equidad o mala cobertura es el Consejo de Medios
Masivos, un cuerpo colegiado independiente, con facultades de investigación, que
establece lineamientos sobre profesionalismo periodístico y cuyo objetivo es
promover el uso responsable de la libertad de expresión. Este Consejo publica sus
fallos en línea y debido al enorme prestigio y peso moral, los medios y los
periodistas los acatan, lo que habla de una sociedad democráticamente muy
avanzada y madura.

En Estados Unidos, gracias a que la Primera Enmienda de su constitución


prohíbe toda restricción a la libertad de expresión, la regulación sobre el modelo
de comunicación político-electoral es muy laxa y se enfoca, sobre todo, al tema de
los recursos empleados para el pago de los anuncios publicitarios en radio y TV.
En este país, en el caso de la Presidencia, entre el proceso de nominación de
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candidatos dentro de cada uno de los partidos y la campaña propiamente, el


proceso puede durar un año completo. El organismo regulador es la Comisión
Federal de Comunicaciones (FCC), que no establece límites a la cantidad de spots
que los candidatos y sus partidos pueden adquirir en radio y TV, siempre y cuando
los candidatos mismos mencionen al final de cada anuncio que autorizan esa
pieza y se reporten los recursos utilizados. Al mismo tiempo, se exige que las
estaciones publiquen estos contratos en sus sitios de Internet. En Estados Unidos
también es posible que terceras organizaciones –sindicatos y empresas—
adquieran espacios publicitarios para promover a los candidatos y partidos de su
preferencia. En éstos, no hay topes de gasto ni de contribución individual a su
financiamiento, pero sí hay obligaciones de hacer públicos los contratos con las
estaciones que transmiten esta propaganda. Esto se conoce como “comunicación
electoral” (Electioneering communication), aunque desde 2002 (Ley de Reforma a
las Campañas Bipartidistas, BCRA) este tipo de publicidad se encuentra regulada
y ya no pueden transmitirse estos anuncios durante los 30 días previos a las
primarias y 60 días previos a la jornada electoral. Durante estos periodos, sólo se
pueden transmitir anuncios pagados por los partidos, los candidatos y personas
físicas donantes y en todos estos casos se obliga a la transparencia de recursos.
Sin embargo, desde 2007 la Corte ha dado un par de fallos contra esta restricción,
que probablemente termine por ser abrogada. En cuanto a la regulación acerca de
la cobertura de las campañas, no existe ninguna, por lo que cada medio y estación
es totalmente libre de decidir cómo cubre las campañas, desde qué ángulos y si
privilegia, o no, a determinados candidatos y partidos sobre otros. Aquí impera,
entonces, la Primera Enmienda constitucional.

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