Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
La oración es un privilegio muy grande y sagrado, además de un deber y una obligación imperativa, muy
imperativa, por lo cual debemos cumplirla. Pero la oración es mas que un privilegio, mas que un deber. La
oración es el instrumento, el medio por el cual el hombre se comunica con Dios y a su vez la oración es el canal
por el cual fluye todo bien desde Dios al hombre.
No orar es mas que desobedecer un mandamiento o desatender una obligación; al no orar se pierde mucho
más que el disfrutar de un elevado y dulce privilegio. No orar es fallar en un nivel mucho más importante que el
de no cumplir con una obligación; al no orar se desperdician tantas bendiciones que Dios tiene para darnos sí
oráramos. La oración es la condición establecida por Dios para obtener su ayuda; es la condición que Dios ha
puesto para moverse en nuestras vidas, familias, proyectos y planes.
El orar no es una opción como muchos piensan, sino un mandamiento y es pecado no Orar ó ser negligente en
la oración (orar solo de vez en cuando). Probablemente este mandamiento es uno de los más importantes; y
tristemente uno de los mas descuidados por muchos. Los mandamientos de Dios no se cuestionan o
argumentan; él dijo “velad y orad” y no hay excusa que valga, debemos orar; de lo contrario, las consecuencias
vendrán.
Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de orar. 1 Samuel 12: 23
2. Para mantener viva nuestra relación con Dios y vivir cerca de Él.
Si alguien tiene un amigo y desea mantener esa relación viva, no debe descuidar la comunicación con esta
persona, de otra manera la relación se ira enfriando poco a poco, y un día morirá. Lo mismo sucede con nuestra
relación con Dios, si no se mantiene abierta la comunicación con él por medio de la oración, poco a poco nuestro
amor por él ira disminuyendo hasta que no quede nada de esa relación y comunión que hoy tenemos con él.
Por más buenas intenciones que alguien tenga de servir al señor y serle fiel, nadie podrá por sí
mismo hacerlo. Nuestro cuerpo (carne) no tiene la capacidad; no puede ni quiere. Por medio de la oración
recibimos fortaleza de Dios, y el poder para vencer las tentaciones que vendrán a nuestra vida; y lograr serle
fiel en medio de un mundo perverso y malo que lucha por corromper a todos sus habitantes.
Desde el día que usted se comenzó a acercar a Dios y se bautizó, usted le declaró la guerra al diablo, el ahora
es su enemigo, su peor enemigo. Él lo odia a usted y hará todo lo posible por destruirlo; no descansara hasta
que usted caiga en sus diabólicas garras una vez más. La oración mantiene nuestros ojos espirituales abiertos
para detectar cualquier trampa o ataque de nuestro antiguo amo. Satanás sabe por donde llegarnos, conoce
nuestras debilidades, él esta al tanto de lo que nos gusta ó nos atrae; el diablo se vale de este conocimiento
para ponernos trampas y tentaciones con el fin de hacernos caer.
Sed sobrios y velad porque vuestro adversario el diablo Anda como león rugiente buscando a quien devorar.
1 Pedro 5: 8
La oración es el mejor ejercicio para el intelecto humano. El más sabio de los hombres es aquel que ora mas
y mejor, ya que la oración es una escuela de sabiduría. Nuestra vida esta llena de decisiones que tomar; de
hecho donde hoy estamos y lo que ahora somos es el resultado de decisiones que tomamos anteriormente.
La oración es la fuente de nuestra sabiduría en medio de situaciones difíciles y complejas; es en los
momentos de oración que Dios habla a nuestro corazón e impresiona en él su voluntad y dirección respecto a
cualquier situación.
Velare para ver lo que se me dirá, y que he de responder tocante a mi queja. Habacuc 2: 1
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin
reproche, y le será dada. Santiago 1: 5
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Jerem 33: 3
El hombre en si es un ser compuesto de cuerpo alma y espíritu. El alma (corazón) se mueve utilizando el
cuerpo como vehículo; el espíritu le da la vida. El corazón de cada humano se encuentra vacío, y ese vacío le
trae infelicidad, tristeza e insatisfacción. Durante el transcurso de su vida el hombre trata de llenar ese vacío
buscando ser feliz.
En su afán por llenarlo se envuelve en toda clase de experiencias; lo prueba todo, y según sean su
mentalidad, cultura o costumbres, buscara en los placeres, diversiones, emociones, amor, sexo, triunfo, éxito,
conocimiento, sabiduría, fama, poder y riquezas, lo probara todo con tal de llenar ese hueco que le produce
tanta infelicidad. Ese vacío solo lo puede llenar la presencia de Dios, y no es sino hasta que Cristo entra en el
corazón de la persona que esta, experimenta verdadera felicidad y satisfacción (vida en abundancia).
La oración trae la presencia de Cristo a nuestras vidas; cuando oramos nuestro ser se impregna de ella y ese
vacío es llenado. Si alguien después de ser bautizado experimenta nuevamente esta infelicidad, es probable
que sea porque ha descuidado esta disciplina vital de la oración. La vida cristiana sin oración se torna en una
vida desabrida e insípida; por increíble que parezca, un cristiano que no ora puede llegar a ser más infeliz y
sentirse más vacío que cuando no conocía de Dios.
Dios nos ha constituido a todos los que hemos sido bautizados, en sacerdotes. La función del sacerdote es la
de interceder por alguien; o sea pedir a Dios por el bienestar de alguien, sea salvación, sanidad, ayuda,
fortaleza, liberación, sabiduría, etc. Por medio de la oración usted puede pedir a Dios por sus familiares,
hermanos, vecinos, amigos y líderes. Dios responde cuando oramos intercediendo por otros. Por medio de la
oración se obtienen favores de Dios que no pueden obtenerse de ninguna otra manera y que no serán
concedidos por Dios a menos que oremos.
Y velando en ello con toda perseverancia y suplica por todos los santos. Efesios 6: 18
Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. Juan 16: 2
La desidia
Como ya mencionamos la carne no desea ni quiere practicar las cosas espirituales; es por eso que siempre
presentara excusas para posponer la oración. El dejarse llevar por la desidia lo llevara al punto de orar muy
poco o no orar en lo absoluto.
Venza a este enemigo proponiéndose a orar disciplinadamente todos los días y de preferencia a la misma ora
sin fallar un solo día. [Satanás tratara de hacernos cambiar lo mejor por lo bueno lo indispensable por lo
necesario] {El cristiano nunca llegara a ser lo que Dios quiere que sea, sin oración; nunca llegará al lugar que
Dios lo quiere llevar a menos que ore; nunca crecerá ala estatura que Dios le ofrece si es negligente en la
oración}
Jesús vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar
conmigo una hora? Mateo 26: 40
El orgullo
La oración es un trabajo que humilla, que derriba el orgullo y el intelecto, crucifica nuestra vanagloria humana,
nos hace ver nuestra bancarrota espiritual, y todo esto es difícil de sobrellevar para la carne.
Al orar se reconoce nuestra dependencia de Dios; y el corazón orgulloso se niega a aceptar esta realidad.
Quien no sabe humillarse delante de Dios, jamás lograra comunicarse con él.
Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Más al altivo mira de lejos. Sal 138:6
La duda
Para orar a Dios es necesario antes que se crea que Dios es real y existe y que él puede escucharnos y
contestar nuestras peticiones. A esta seguridad se le llama FE y sin ella nunca nadie podrá orar a Dios
eficazmente. Lo contrario a la fe es la duda y esta es el principal estorbo a nuestras oraciones.
Es sorprendente la cantidad de personas que oran dudando en sus corazones; todo el que así lo hace no
piense que recibirá algo de parte de Dios.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y
que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11: 6
Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada
por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del
Señor. Santiago 1: 6,7