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en México
contralinea.com.mx/archivo-revista/2018/04/28/resistencia-y-autogestion-obrera-versus-neoliberalismo-en-mexico/
Pareció un operativo contra un ente criminal, pero en el fondo estaba en marcha una
política de privatización, de la mano del neoliberalismo en boga desde entonces, y el afán
de criminalizar al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), con un historial de luchas y
servicios al país por más de un siglo.
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De la noche a la mañana miles de trabajadores quedaron sin trabajo y sustento. La
intención gubernamental era la desaparición del SME, bajo el supuesto de que la lucha de
los smeítas sería corta. La Suprema Corte de Justicia de la Nación avaló en enero de 2013
un decreto de extinción contra ese sindicato. Legalmente no había adónde acudir.
En las negociaciones el gobierno pretendía la desmovilización por liquidación para los 44
mil empleados de Luz y Fuerza del Centro, afiliados al sindicato. Había entonces dos
alternativas: rendirse o resistir sin saber por cuánto tiempo.
Se creó entonces el Grupo Fénix con el consorcio portugués Mota-Engil y el SME, que
consiguió así la reinserción laboral de 500 de sus afiliados cuyos contratos de trabajo
mantuvo vigente el registro sindical.
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También como parte de los acuerdos bilaterales, alrededor de un millar de smeítas se
acogieron a la jubilación mediante una renta vitalicia acordada con la parte gubernamental,
todavía en proceso de cumplimiento.
Pero quedan aún varios miles de compañeros sin trabajo, por lo que en asamblea general
del SME se decidió la creación de la cooperativa LF del Centro, precisamente en alusión a
aquella empresa pública que el neoliberalismo extinguió.
Autogestión obrera
¿Por qué la cooperativa? Se trata del único modelo en el país en el que los obreros, de
manera colectiva, pueden ser dueños de los medios de producción, afirma su presidente,
Eduardo García.
La relación con la empresa Luz y Fuerza del Centro son sus trabajadores, “pero no
queremos que se repitan los modelos gerenciales de entonces”. El cooperativismo tiene
sus principios y estamos en un franco proceso de educación y adaptación para que tenga
éxito, apunta.
Ante todo somos sindicalistas, pues nuestra empresa existe gracias a la lucha sindical,
pero lo comercial y productivo es cosa de la cooperativa; con el SME mantenemos nuestra
afiliación y vinculación ideológica, subraya.
La cooperativa tiene un consejo administrativo y ocho unidades productivas: construcción,
telecomunicaciones, fábricas y talleres, comercial, distribución, producción, administración
e inteligencia de negocios, y la comisión de educación cooperativa.
Presenta un catálogo en potencia de unos 500 rubros, algunos de los cuales ya están en
oferta, pues la cooperativa se encuentra en proceso de consolidación. Estamos recibiendo
predios y recuperándolos para alistar en ellos nuestros centros de producción, dice
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Eduardo García, quien a su vez subraya el incumplimiento del gobierno en la entrega de
instalaciones comprometidas.
Nuestro mejor capital -insiste- es la mano de obra calificada que durante años demostró su
capacidad y entrega.
Lo mismo ocurre con la Unidad Productiva de Construcción, encargada de la ejecución de
obras internas, privadas y públicas, por las que más de mil 600 sindicalistas volvieron a
trabajar.
Tenemos el proyecto para volver a tener nuestra fábrica de postes para líneas de
transmisión; también pretendemos construir una bloquera para diversificar nuestra oferta y
presencia en el mercado, añade entre otros planes que darán sustentabilidad económica.
Hay que buscar el trabajo, remarca María Patricia Sánchez, al frente de la Unidad
Productiva de Telecomunicaciones. Al respecto refiere que tienen cuatro cuadrillas en la
instalación de antenas de microondas y dos con vistas a las instalaciones de gabinetes
para Telmex.
Las iniciativas son varias, como la de una máquina recuperada por los trabajadores para la
producción de taquetes, tanto con vistas a obras de construcción como eléctricas. Se
suman, entre otros, los proyectos para instalar granjas fotovoltaicas y generar energía
limpia.
Recuperar lo destruido
Un recorrido por varios de los predios que fueron de Luz y Fuerza del Centro, y hoy están
en proceso de rehabilitación por la cooperativa, permiten comprobar la saña con que se
desmanteló la capacidad productiva de esas instalaciones, víctimas de saqueo,
vandalismo y destrucción.
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Así ocurre en el taller mecánico-industrial
de Salónica, donde antes se le daba
mantenimiento a las plantas
hidroeléctricas y subestaciones de la
empresa liquidada.
El mismo propósito se persigue en lo que fue el taller eléctrico de Luz y Fuerza del Centro.
Es también en el predio de Salónica, en la delegación de Azcapotzalco. Allí se le daba
mantenimiento a los transformadores, tanto de distribución como de potencia; también se
reparaban motores.
El taller no sólo fue saqueado, también destruido. “Se lo llevaron absolutamente todo”,
consigna Martín Carrillo, quien trabajó en la empresa durante 21 años. El despojo resulta
evidente: se robaron grúas, estufas de secado de los transformadores, máquinas de
rebobinar, de filtrado de aceites, cuadro de pruebas, techos, regaderas, muebles sanitarios
y otros útiles.
Muchos de los que allí laboran lo hacen sin recibir remuneración económica. Pero el
ambiente es de trabajo, conciencia y confianza en el futuro.
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Como sostiene Héctor Medina, con casi 22 años de servicios en instalación y
mantenimiento de líneas energizadas: “Fue un golpe muy duro la extinción de la empresa.
Pero levantaremos el Parque Industrial y lo haremos producir con los compañeros que
fueron despedidos”, sentencia.
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