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En general suele confundirse los términos “tema” y “motivo, historia contada, argumento". Por eso, y
sin tener la intención de generar un texto propiamente teórico, vamos a tratar de diferenciar estos términos, a
fin de que les resulte útil dicha distinción.
Debemos comenzar por recordar que llamaremos “argumento” a la sucesión de diferentes hechos o
acciones debidamente encadenadas que constituyen, o dan cuerpo, a la historia contada. Así, podríamos decir
que el argumento de la Ilíada de Homero sería el siguiente:
Comienza el relato con· la llegada de los aqueos a tierras troyanas; el asalto al templo
de Apolo y la toma de los botines de guerra (Agamenón a Criseida y Aquiles a Briseida),
lo que provocará la peste al tiempo que la obligada devolución de la sacerdotisa y
posterior toma del botín aquileo por parte de Agamenón, lo que causa el retiro de aquel
del campo de batalla… (etc.)
Por otro lado, llamaremos “tema” a la enunciación (en pocas palabras) de un sentido englobante -es
decir que dé cuenta de la totalidad de la obra- surgido de la interpretación realizada a través de la lectura: ese
juego entablado por el sujeto-lector y las posibilidades de sentido (finitas) contenidas en el texto. A la luz de
esto, podríamos decir que:
Para aclarar este punto, imaginemos la siguiente situación comunicativa: se encuentran dos amigas en
la calle y una le dice a la otra:
En este diálogo se filtran dos enunciados que implican una puesta en juego de relaciones intertextuales.
Por un lado Doña Flora y sus dos maridos es una cita sin referencias que actualiza el conocimiento de la obra
literaria homónima en el receptor y, por otro, la alusión a Penélope, que actualiza el sentido de la mujer solitaria
pero que espera pacientemente la llegada del ser amado. En ambos casos, se hace imprescindible en el receptor
dichas actualizaciones de las obras y los sentidos para poder entender y significar los mensajes recibidos, pues
si no dichos mensajes se tornarían incomprensibles. Paralelamente, la intervención de estos intertextos, es
decir, su inclusión en un texto mayor, imprimen en él una significación particular; en ambos casos, ponen de
relieve el tono humorístico o irónico. En fin, la intertextualidad, posibilita esta copresencia de textos con lo cual
se actualizan los sentidos, las formas y las funciones pero, al mismo tiempo, se evidencia una significación y
función nuevas por participar de un texto mayor distinto.