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Introducción a la Sociología

Guillermo Andrés Barriga

El trabajo en sus distintas etapas hasta la actualidad

Introducción
En este ensayo, propongo desarrollar como a través de la historia los trabajadores, y acá me refiero, a los obreros asalariados
(teniendo en cuenta que también están los asalariados no obreros), se han comportado, en la mayoría de los casos de manera
inevitable, en los diferentes estadios de la vida humana, a partir de la edad media hasta la actualidad. En primer lugar comenzare a
delinear algunas precisiones sobre el significado del trabajo en la vida social, y describiendo algunas diferencias entre el trabajo en
la economía de subsistencia y el trabajo en la sociedad industrial. Por otro lado también desarrollare algunas características del
trabajo en el paso de la economía de producción al trabajo asalariado, pasando de las comunidades primitivas, la utilización de
esclavo, la familia y las aldeas. Por consiguiente será también necesario dar detalles de esta idea de conversión del trabajador
independiente en trabajador asalariado. Por último tratar el tema al que he denominado como la decadencia del trabajo asalariado del
obrero, haciendo una reseña desde sus comienzos, a partir de etapa industrial , y como los diferentes procesos políticos que la fueron
atravesando, fortalecieron a la clase obrera, a partir de la creación de diferentes instituciones, pero veremos que más adelante la
clase capitalista a través de diferentes mecanismos( recesión y desocupación) que por supuesto tiene en alguna medida aval político,
pudo seguir manteniendo su poder, pero a costa de la perdida de grandes beneficios y derechos de la clase trabajadora que había
logrado con tanto esfuerzo y tantas luchas.
El trabajo como elemento de necesario para la vida humana y condición de ejercicio de nuestra libertad.
El trabajo es necesario para la reproducción de la vida humana, pero es algo más que su mera reproducción mecánica. Incorpora un
elemento de libertad que lo convierte en actividad libre y de manera general en la base de toda libertad. Puesto que en las
necesidades sociales, en cuanta unión de las necesidades inmediatas o naturales y las necesidades espirituales de la representación, es
esta ultima la preponderante, y hay en el momento social un aspecto de liberación. Se oculta la rígida necesidad natural de la
necesidad y el hombre se comporta en referencia a una opinión suya que es en realidad universal, y a una necesidad instituida por él,
ya que no está en referencia a una contingencia exterior, sino interior, el arbitrio 1. Resumiendo este pasaje, el hombre solo se
reconoce como ser libre en el trabajo (la acción formativa), al modificar el universo material que lo rodea (el elemento de la
permanencia) haciendo efectivos sus propios designios (su ser para sí, la negatividad). Dicho de otro modo, al modificar su contexto
puede el ser humano considerarse libre.
Esta es la idea que Marx retomo para proclamar el trabajo como elemento constitutivo y distintivo del hombre, como individuo y
como especie. Concebimos el trabajo bajo una forma en el cual pertenece exclusivamente al hombre. Al consumarse el proceso de
trabajo surge un resultado que antes del comienzo de aquel ya existía en la imaginación del obrero, o sea idealmente. El obrero no
solo efectúa un cambio de forma de lo natural, en lo natural, al mismo tiempo, efectiviza su propio objetivo, objetivo que él sabe que
determina, como una ley, el modo y manera de su accionar y al que tiene que subordinar su voluntad2.
Ambos autores, Marx y Hegel conciben el trabajo como la efectivización de una voluntad transformadora de la naturaleza. Donde el
aspecto de libertad reside en el elemento de voluntad, la autoconciencia de Hegel, y no puede existir sin ella. Pero en el trabajo
organizado, esa simbiosis de voluntad y acción puede romperse, quedando cada una de un lado de la organización polarizada del
proceso productivo. Esa es la transición del trabajo libre al trabajo alienado.
La organización actual del trabajo y nuestra actitud hacia la misma, son cosas que datan de fechas bien recientes y que nada tiene que
ver con la naturaleza de las cosas. La organización actual del trabajo y la cadencia y secuenciación actuales de tiempo de trabajo no
existía en absoluto en el siglo XVI, y apenas comenzaron a implantarse puntualmente a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo
XIX. La humanidad trabajadora ha recorrido un largo camino antes de llegar aquí, y cada individuo debe recorrerlo para incorporarse
al estadio alcanzado. Hay que entender que la evolución ha consistido en todo un proceso en de conflictos.

Algunas diferencias entre la economía de subsistencia y la sociedad industrial.


Ahora bien, para tener encuentra las grandes diferencias entre el trabajo, en determinados procesos de su evolución histórica,
describiré de manera comparativa, como se dio el trabajo en la economía de subsistencia, y en que consistía, el trabajo en la
sociedad industrial. En primer lugar, en la economía de subsistencia 3 se produce para satisfacer una gama de necesidades limitada y
poco cambiantes. El trabajo es indisociable de sus fines y como consecuencia de la vida misma en su conjunto. Persigue una
finalidad inmediata y no puede ser considerado como un fin en sí mismo. Dentro del marco de una división del trabajo tan simple
que se agota o casi en el reparto de tareas entre hombres y mujeres, el trabajador decide que producir, como producirlo, cuando y que
ritmo. Incluso esta formulación resulta excesiva para lo que pretende expresar. Sencillamente, los individuos y los grupos satisfacen
sus necesidades con un grado de esfuerzo variable, dependiendo de la mayor o menor generosidad de la naturaleza, de la tecnología a
su alcance y de la composición demográfica del grupo, cuyos individuos, de acuerdo con su edad, protagoniza combinaciones
diversas de trabajo y consumo. En todo caso el tiempo y el ritmo de trabajo raramente son sacrificados a la satisfacción de
necesidades no materiales, sea porque no existe o porque se ha renunciado a satisfacerla a ese precio. La situación es muy distinta en
una sociedad industrializada 4. La mayoría de la gente no cuenta con capacidad de decidir cuál será el producto de su trabajo. Los
asalariados no lo hacen en general, y quienes trabajan por cuenta propia solo hacen de manera limitada, pues están sujetos a
las constricciones del mercado o de monopolio de compra de sus productos. El trabajador de la economía de subsistencia
tampoco tenía mucho donde elegir, dada su magra tecnología, pero no podía vivirlo como una falta de opciones, pues la elección
entre trabajar o no, entre cazar o pescar, entre sembrar o tejer, era tan simple como la de comer o no, alimentarse o vestirse. El
trabajador moderno, en cambio, ve desplegarse ante sí una amplísima panoplia de opciones teóricas o imaginarias, pero muy pocos
posibilidades prácticas. La libertad no es algo absoluto sino relativo a la realidad que nos rodea. En las sociedades preindustriales 5, la
distinción entre trabajo y ocio y actos sociales rituales, pues la actividad como la caza en las sociedades cazadoras-recolectoras o los
mercados en las sociedades agrícolas mezclan, las tres dimensiones recreativas y actividades productivas comprenden, más a menudo
que lo contrario, dimensiones recreativas y sociales. Aunque el ocio y los ritos sociales presenten una mayor concentración en
determinados momentos en el tiempo, raramente existen periodos del día o del año destinados solo al trabajo de manera ineludible,
aunque si solo al ocio o solo a los rituales comunitarios, sino que los tres tipos de actividades se superponen constantemente de
manera irregular pero reiterada. Por el contrario, la sociedad industrial y los individuos en ella viven permanentemente escindidos
entre el trabajo, considerado como una carga, un esfuerzo y una fuente de displacer, y el ocio, tiempo exclusivo del disfrute y de la
entrega a las inclinaciones personales. El tiempo de trabajo debe quedar libre de toda interferencia externa. Trabajo y no trabajo
forman comportamientos estancos, y en el correspondiente a este último, las actividades sociales se presentan de manera localizada.
El espacio es también objeto de una distribución distinta. En la sociedad preindustrial un mismo espacio sirve para el desarrollo de la
vida familiar, las actividades de consumo y ocio y las funciones productivas. Pero lo esencial en la vida activa de las personas, la
producción de sus medios de vida y la reproducción de sus propias vidas, la producción y el consumo, se lleva a cabo en un mismo y
único lugar, sea el hogar familiar o el espacio comunal. El nómada arrastra su hogar tras su trabajo, el cazador recolector vive de los
recursos que rodean a su hogar y los elabora en el mismo, el campesino vive junto a su parcela y desarrolla gran parte de sus

1
. Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 6

2
. Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 7

3
. Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 3

4
. Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 3 y 4

5
. Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 4 y 5
actividades productivas en el hogar y el artesano vive en o junto a su taller. En cambio, en la sociedad industrial y urbana, los
espacios de la producción y el consumo se diferencian sistemáticamente por primera vez, y la separación entre espacio privado y
espacio público es llevada hasta sus últimas consecuencias. El lugar de producción está habitualmente separado por una gran
distancia del lugar de residencia, separación física que exige, refleja y refuerza la separación temporal entre trabajo y ocio. Los ritos
sociales (ceremonias religiosas, fiestas participativas, actividades políticas, etc.) generan su propio espacio y hasta las relaciones
sociales interindividuales que trascienden el contexto familiar lo hacen también. A diferencia de estos, los trabajadores
preindustriales controlaban su proceso de trabajo. En una economía primitiva, los medios de producción son rudimentarios y su
elaboración está al alcance de cualquiera. Es el hombre quien pone los medios a su servicio, y no al contrario. Las técnicas son
simples y pueden ser dominadas por todos. Ello coloca al trabajador en una posición de control absoluta de su proceso. Incluso en la
producción agrícola para el mercado o en la producción artesanal, aunque el trabajador haya perdido ya parcialmente, el control
sobre su producto sigue siendo dueño del proceso. Las técnicas y los instrumentos de los campesinos siguen siendo simples y
excepto la tierra, de fácil acceso. Las técnicas he instrumento del artesano, son más complejos, pero lo que escapa a su control
individual puede ser sometido al control colectivo a través de la organización gremial. Tanto si decide libremente que producir o no,
el trabajador preindustrial conserva la capacidad total o casi de decidir como producirlo. En su mayoría, los trabajadores de hoy no
cuentan con la capacidad de controlar y determinar por si mismos su proceso de trabajo. Los trabajadores asalariados, que son la
mayoría parte de la población llamada “económicamente activa” de la que un claro sesgo sexista excluye a las mujeres que
solamente realizan tareas domesticas, consecuentemente clasificadas como inactivas, se ven insertos en organizaciones productivas
con una división del trabajo más o menos desarrollada para cuya conformación no se ha contado ni se va a contar con ellos. Los
procesos de trabajos son organizados desde las oficinas de métodos y tiempo, o sencillamente desde la discrecionalidad de los
patronos o los cuadros intermedios. Quienes trabajan por cuenta propia evitan la división interna del trabajo, la descomposición del
proceso que conduce a un bien o que constituye un servicio consumible en tareas parcelarias, pero deben también moverse entre los
límites marcados por la división social del trabajo, entre unidades productivas que producen distintos bienes o servicios y por la
competencia que generaliza los procesos que arrojan mayor productividad. Por ello su situación dista ya también mucho de la de los
campesinos o artesanos pre-industriales. Finalmente, en las economías preindustriales los hombres disponen discrecionalmente de su
tiempo de trabajo y su tiempo en general, o sea, deciden su duración, su intensidad, sus interrupciones. Esto puede considerarse
como un aspecto más del control del proceso de trabajo, pero merece ser señalado en su especificidad. Pueden prolongar su jornada,
acelerar su ritmo o eliminar las interrupciones cuando urge la consecución de un objetivo, pero también acortar la primera, disminuir
el segundo o prodigar las ultimas cuando no es así. Esto significa ser dueño del propio tiempo, y el tiempo como señalo Marx 6 es el
espacio en el que se desarrolla el ser humano. En la sociedad industrial, no ocurre lo mismo, la mayoría de los trabajadores no
controla la duración ni la intensidad de su trabajo. El trabajador asalariado debe someterse a los ritmos impuestos por la maquina,
los flujos planificados de producción y las normas de rendimiento establecidas por la dirección. El trabajador por cuenta propia solo
controla de manera limitada, pues el movimiento de los precios le fuerza a no alejarse demasiado del calendario, el horario y el ritmo
impuesto por quienes menos escrúpulos tienen en autoexplotarse a sí mismo. Este puede, teóricamente establecer su propio equilibrio
entre trabajo y consumo, pero el primero se ve alentado por la competencia y el segundo por las normas sociales y culturales
acercando a todos hacia los patrones aceptados. Por último, estas diferencias pueden resumirse en la que separa a la dependencia de
la independencia. La unidad económica de la producción de subsistencia es plenamente autosuficiente y, por ello mismo, económica
y socialmente independiente. El artesano pre-industrial también era sustancialmente independiente, en parte por sí mismo y en parte
a través de su organización gremial. Incluso el siervo medieval tendría poco que envidiarle al asalariado moderno, pues su
dependencia del señor no era unilateral, sino parte de un sistema de dependencia y obligaciones mutuas, aunque asimétricas. Así
tampoco podía abandonar su tierra pero tampoco ser expulsado de ella7.

Del paso de la producción de subsistencia al trabajo asalariado.


Para adentrarnos más en el mundo del trabajo, señalare a continuación algunas de características salientes, en el paso de la
producción de subsistencia al trabajo asalariado8. En la economía de subsistencia en sentido estricto solo ha existido en los primeros
estadios de la humanidad y posteriormente en contextos aislados. Fuera de la comunidad primitiva, todas las formaciones sociales
han conocido alguna forman de redistribución del excedente producidos por las unidades económicas de subsistencia o han recurrido
a diversas formas de trabajo forzado para producirlo de manera directa. Aunque el trabajo forzado regular llegó a tener una
importancia primordial en la forma de esclavitud, el trabajo excedente ha sido extraído durante la mayor parte de la historia
mediantes punciones sobre las unidades económicas se subsistencia. Las familias o las aldeas de los imperios fluviales o los
campesinos de la época feudal, tenían que entregar parte de su producto o de su trabajo a sus emperadores o señores, pero seguían
viviendo fundamentalmente en una economía de subsistencia, regida por la lógica de la producción domestica aunque sometida a la
presión de tener que producir un excedente expropiable. Podemos afirmar que las grandes formaciones económicas precapitalistas,
salvo las basadas de manera generalizada en la esclavitud, estuvieron compuestas, en realidad por inmensas redes de economías
domesticas sobre la que se elevaban superestructura políticas que se apropiaban del plusproducto. Estas estructuras políticas podían
aumentar su presión, pero no fueron capaces de romper la lógica de la producción para el uso imperante en las unidades de
economía domestica, ni de transformar sustancialmente los procesos de trabajo correspondientes. Incluso al recurrir al trabajo
forzado parcial, las prestaciones en trabajo, la corvea, etc., o absoluto, importan los hábitos de trabajo propios de la producción de
subsistencia, sin dudas hasta degradados, como lo muestran la baja productividad de esclavos y siervos. El primer paso
verdaderamente importante, en lo que concierne al proceso de trabajo, desde la producción de subsistencia es el que lleva a la
producción para el cambio. Por un lado va acompañado siempre del desarrollo de la división del trabajo, pues se trata de artesanos
que se especializan en un tipo de producción frente a las labores artesanales complementarias de la familia campesina, o de
campesinos que pasan de la agricultura de subsistencia, necesariamente variada, a la agricultura comercial, lógicamente especializada
en los productos más demandados por el mercado o más rentables. Al mismo tiempo se romper la relación directa entre la producción
y las necesidades, ya no se produce para el uso o consumo, sino para el cambio. Aunque el pequeño productor puede seguir y sigue
buscando un punto de equilibrio entre su esfuerzo de trabajo, producción y la satisfacción de sus necesidades, consumo, ya están

6
. Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 5

7.
Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 6

8
. Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 8
dadas las bases desde las cuales llegar a que su norte sea sencillamente, producir más para ganar más, si bien este recorrido requiere
toda una historia. A demás si su producción no encuentra salida en el mercado colindante, el trabajo del pequeño productor puede ser
explotado por el comerciante a través del intercambio desigual y de la estructura de los precios. La venta de su producto a su valor
requiere condiciones que nunca se han dado, como son las de la competencia perfecta en un mercado transparente, o condiciones que
solo han existido parcial y transitoriamente, como el monopolio de oferta ejercido por los gremios de artesanos, pero nunca por los
campesinos.
Al contrario de lo que supone la ingeniería marxista ortodoxa, el trabajo del productor mercantil simple es tan explotable como el del
trabajador asalariado, y sin dudas éste es uno de los factores, pero no exclusivos, que ha contribuido a hacerla perdurable, en contra
de todas las profecías sobre su desaparición. El llamado tercer mundo ofrece hoy los casos más extremos en este sentido, aunque no
los únicos. Para el capital es posible, explotar el trabajo de un campesino con la misma o mayor intensidad que el de un obrero si es
capaz de organizar como mercado de vendedores el de las semillas, el abono y otros medios de producción agrícolas y como
mercados de compradores el de los productos agrarios, es decir, de monopolizar u oligopolizar uno y otro. Entonces puede permitirse
no ya una simple explotación errática, sino incluso convertir el coste de reproducción de la fuerza de trabajo del campesino, aunque
ésta no se venda cono tal en el mercado, como un elemento de coste racionalmente calculable, e igual que lo hace el capitalista
industrial con los salarios. Muchos proyectos tercermundistas de poblamientos de zonas no explotadas agrícolamente no son sino
esto, incluso cuando toman la rimbombante forma de cooperativas de propietarios financiadas inicialmente con fondos públicos. En
lugar de pagar la reproducción de la fuerza de trabajo a través de los salarios, se paga a través de los precios de venta de los
productos, pero de manera que, al estar controlados estos y los de los insumos, no hay escapatoria posible para el campesino. Como,
por lo demás no se trata de campesinos aislados sino de unidades familiares, y como es imposible, carece de sentido evitar que el
campesino se coma parte de lo que cosecha o cría e incluso se puede alentar la pequeña producción de subsistencia, el capital
comercial desplaza así sobre la esfera doméstica una parte d los costes de reproducción mayor que la que puede desplazar el capital
industrial en un contexto urbano. Las parcelas de subsistencia permiten, asimismo, explotar indirectamente el trabajo de la mujer
como ama de casa, ya que llevan a una mayor contribución por su parte a la reproducción de la fuerza de trabajo y disminuyen así el
coste monetario de ésta, o sea el salario. Podemos apostar a que la mayor parte de la pequeña producción mercantil, y especialmente
agrícola, que la historia moderna ha conocido se ha situado en algún lugar entre su figura idílica en un mercado perfecto inexistente y
casos del tipo citado, pudiendo llegar fácilmente a ubicarse entre estos últimos pero raramente o nunca en consonancia con su imagen
ideal. Este mecanismo no sólo ha jugado para pequeños productores de nueva planta como los de los poblamientos, sino, en un u otra
medida, para los campesinos en general en un sector dominado por los comerciantes, y también, en su momento, para la pequeña
industria doméstica rural, con el sistema de trabajo a domicilio para un comerciante que aporta las mismas primas y lleva el
productos a mercados inaccesibles para el productor o que, simplemente, cuenta con el capital necesario para esperar al momento
oportuno para comprar y vender, algo que raramente puede permitirse hacer el pequeño productor. En estas condiciones, el capitalista
puede forzar al productor a trabajar más a través de la baja de los precios, pero todavía no es dueño y señor de su trabajo. El
trabajador aún se apoya, en buena parte, en la producción para la subsistencia y, en cualquier caso, puede en todo momento elegir la
combinación de trabajo y consumo o de esfuerzo e ingreso que mejor le parezca dentro de parámetros dados y resistir de mil maneras
las presiones del capitalista comercial.
El siguiente paso es la conversión del trabajador independiente en trabajador asalariado 9, bien sea dentro de la misma rama de la
producción o en otra, con la misma tecnología o con otra. Esto da lugar a lo que Marx denominaba la subsunción o subordinación
formal del trabajo al capital, o la forma simple de la explotación capitalista del trabajo, correspondiente a la extracción de plusvalor
absoluto. El trabajador ha sido arrancado de la esfera domestica y desposeído de los medios de producción, pero el capitalista se sitúa
todavía, por así decirlo, al principio o al final del proceso de producción propiamente dicho. Aporta los medios de producción,
entrega al trabajador los medios de subsistencia a cambio de su fuerza de trabajo y se apropia del producto final, pero todavía no
controla el proceso de trabajo en sí, que sique realizándose, básicamente como si el trabajador fuera todavía un elemento
independiente. El capitalista puede ya supervisar indirectamente la intensidad del proceso de trabajo o prolongar la jornada laboral,
pero hacer eficazmente lo primero elevaría enormemente los costes de supervisión y tanto lo uno como lo otro son fuente
permanente de conflicto. El trabajador se encuentra ya en una posición de alienación respecto del producto y de los medio es de
producción, que pertenecen a otra persona, respecto de sus medios de vida, que no obtiene como resultado directo de su trabajo o a
cambio del producto del mismo, sino a cambio de su fuerza de trabajo, de su capacidad de trabajo, pero conserva todavía, en los
fundamental, el control sobre el proceso de trabajo, su ritmo y su intensidad. Por otro lado, el trabajador que ya había perdido la
capacidad de determinar el producto, pierde ahora el control de su proceso de trabajo, entra en una relación alienada con su trabajo 10.
Por ello el paso de la producción para el mercado al trabajo asalariado, con independencia de las diversas subformas que puedan
adoptar una y otro, representa el paso de la independencia a la dependencia, o de depender tan sólo de fuerzas impersonales como
son o semejan ser las del mercado, aunque estén mediadas por las personas, a verse inserto en unas relaciones de dependencia
personal, aunque estén mediadas por las cosas, el paso de la elaboración completa del producto, que puede ser la base del orgullo
profesional, a la contribución parcial y fragmentaria al mismo, en la que solamente puede basarse la sensación de insignificancia, el
paso en fin, del dominio del proceso de trabajo en su totalidad a la inserción en el seno de una organización estructurada en torno a
un poder jerárquico y ajeno a la persona del trabajador. La división manufacturera del trabajo puede desarrollarse simplemente como
descomposición de un proceso en sus tareas integrantes. La maquinaria 11 establece un ritmo mecánico al cual el trabajador, como
apéndice suyo, tiene que subordinarse, incorporando en su mecanismo una regulación del tiempo y la intensidad que, que sin ella,
exigiría elevados costes de supervisión. Se apoya en la división manufacturera del trabajo, pues solo la descomposición del proceso
en tareas simples permite la sustitución del hombre por la maquina. Al hacerse cargo de parte de las tareas, simplifica el cometido del
trabajador o, lo que es lo mismo, descualifica su puesto de trabajo. Esta descualificación procede también de la sustitución de la
mano de obra en las tareas que requieren una mayor precisión y en general, de la práctica eliminación de cualquier discrecionalidad
en el proceso productivo Por eso el taylorismo supone un salto cualitativo en la organización del trabajo. Su objetivo es la
descomposición del proceso de trabajo en las tareas más simples, mediantes el análisis de tiempo o sea el análisis de los
movimientos.

9
. Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 9

10.
Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 10

11.
Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 11
Algunas consideraciones del capitalismo.
Por eso decimos que la llegada y expansión del capitalismo no ha sido precisamente un paseo, ni siquiera de la mano de su
superioridad tecnológica, sino el resultado de un proceso prolongado, inacabado e irregular de luchas de clases, competencia
económica y enfrentamientos políticos12. Tendemos a fijarnos solamente en la parte de estos conflictos que concernió y concierne a
las relaciones de propiedad y a los regímenes políticos, pero tanto o más importante ha sido la pugna en torno a la organización, las
condiciones y la intensidad del trabajo. A través de ella, aunque no sin pasos atrás, la industrialización en general y el capitalismo en
particular han empujado y arrastrado a millones de personas a pautas de trabajo radicalmente distintas de las que correspondían a sus
deseos y preferencias y a sus patrones culturales profundamente arraigados e necesario arrancar a los campesinos del campo, lo que
se logró gracias a la combinación del crecimiento demográfico, la supresión de las tierras comunales, la extensión de las grandes
propiedades en detrimento de las pequeñas y la capitalización de las explotaciones agrarias, en Europa, y a métodos distintos pero de
objetivos similares en otros continentes. Hubo que empujar a los oficios tradicionales a la ruina y la disolución, para lo cual se
quebraron sus privilegios monopolistas, se les arrebato el control del aprendizaje y el acceso, se diseño maquinaria fuera de su
alcance económico y hasta se prohibió su organización colectiva, lo que juntos con las presiones del mercado, determino su
degradación hasta su práctica desaparición en los terrenos de la actividad económica codiciados por el capital. Por los demás, este
proceso no pudo completarse sino a medida que se cerraban las fronteras económicas. Hay que entender que la organización del
trabajo que hoy conocemos, es el resultado de una larga cadena de conflictos globales, sector a sector, industria a industria, fabrica a
fábrica y taller a taller entre los patrones y los trabajadores. En este escenario los patronos pudieron valerse no solo de su prepotencia
económica, sino también y mucho del poder policial, judicial y militar del estado. Muchos de estos conflictos no tuvieron ni tienen la
forma de enfrentamientos colectivos abiertos y declarados. Consistieron y consisten en resistencias informales, individuales o
colectivas, de los trabajadores a las reorganizaciones inducidas por la patronal. También fue necesaria una profunda revolución
cultural. La economía moral, de los artesanos y las tradiciones de los campesinos fueron barridos por la ideología capitalista del libre
mercado. El profundo respeto por el trabajo personal bien hecho dejo paso al fatichismo de la maquina. La búsqueda de un equilibrio
entre la satisfacción de las necesidades de consumo y el esfuerzo laboral necesario para ello fue sustituida por la identificación del
bienestar con el mito del consumo sin fin. La estimación del trabajo como parte integral de la vida que debía ser juzgada por sus
valores materiales y morales intrínsecos cedió el terreno a su consideración como mero medio de conseguir satisfacciones
extrínsecas. Las redes comunitarias de solidaridad, reciprocidad y obligaciones mutuas de artesanos y campesinos, e incluso el
rígido código de derechos y obligaciones entre el campesinado y la nobleza, fueron reemplazados por la atomización de las
relaciones sociales, la expansión del individualismo y la guerra de todos contra todos, guerra económica, pero en caso necesario
también armada. Por último, hizo falta una sistemática política represiva dirigida contra quienes se negaban a aceptar las nuevas
relaciones sociales13. No en vano los inicios del trabajo fabril habían estado asociados a las prisiones, los hospitales los orfanatos y
otras formas de internamiento, se persiguió implacablemente, a los pobres, a los vagabundos y a los marginales, expulsándolos a
castigos corporales. Aunque sin el carácter masivo de los comienzos de la industrialización, la persecución de quienes optan por
mantenerse al margen ha durado hasta nuestros días, y ha perdurado en todo momento y perdura hoy en manifestaciones como la
represión de la mendicidad, las leyes de peligrosidad social, los estrictos requisitos de elegibilidad para los subsidios sociales, el
control que acompaña a las prestaciones estatales, la psicosis sobre el fraude en el desempleo.

La decadencia del obrero asalariado.


Fue la industrialización la que dio origen al asalariado, y la gran empresa es el lugar por excelencia de la relación salarial moderna.
Con la revolución industrial comenzó a desarrollarse un nuevo perfil de obreros de las manufacturas y las fabricas que anticipaba la
relación salarial moderna. Los principales elementos de esta relación salarial de los inicios de la industrialización, correspondientes a
lo que acabamos de llamar la condición proletaria, se caracteriza por una retribución próxima a un ingreso mínimo que aseguraba
solo la reproducción del trabajador y su familia 14. El carácter débil de la relación del trabajador con la empresa cambiaba a menudo
de lugar, se alquilaba al mejor postor. Con esta forma se dirá que una relación salarial supone un modo de retribución de la fuerza de
trabajo, el salario, una forma de disciplina del trabajo que regula el ritmo de la producción y el marco legal que estructura la relación
de trabajo. De manera que, provoco una separación rígida entre quienes trabajan efectiva y regularmente, y los semiactivos y los
inactivos, considerando activos aquellos que están presentes en un mercado que le procura una ganancia monetaria, mercado de
trabajo o mercado de bienes y servicios 15. Y para aquellos trabajadores que se negaban a someterse a la rigurosa disciplina
promulgada por el mercado de trabajo se tomaron medidas como el de la represión contra el vagabundo, esto se debía a la figura de
la asociabilidad, que había que erradicar porque maculaba a una sociedad que estaba estrechando las regulaciones del trabajo. Más
adelante la fijación del trabajador a su puesto de trabajo y la racionalización del proceso del trabajo en el marco de una gestión del
tiempo preciso, dividido y reglamentado. O sea llevar adelante los intentos de regular la conducta obrera a partir de las coacciones
técnicas del propio trabajo que florecían con el taylorismo. Con la organización científica del trabajo, el trabajador no es fijado por
una coacción externa sino por el despliegue de las operaciones técnicas cuya duración ha sido definida de modo riguroso mediante
un cronometraje. De tal modo se elimina el paseo del obrero y con él, el margen de iniciativa y libertad que el trabajador había
logrado preservar. Al hacerse simples y repetitivos las tareas parcializadas, resultaba inútil la calificación refinada y polivalente. Se le
quitaba al obrero el poder de negociación que podía tener gracias al oficio 16. Por otro lado, el acceso a través del salario a nuevas
normas de consumo obrero, que convertían al obrero en el propio usuario de la producción en masa. Tenía que producir todo lo
posible, pero los márgenes de utilidad generados por su trabajo resultaban más importantes si su salario era bajo, como no podría se r
de otra manera, según la lógica capitalista. El consumo legítimo del trabajador se reducía a lo necesario para que reprodujera
decentemente su fuerza de trabajo y mantuviera a su familia en el mismo plano de mediocridad 17. Es cierto que a partir de Ford se
afirmo una concepción de la relación salarial según la cual el modo de consumo está integrado en las condiciones de producción.

12
. Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 19
13
. Enguita Mariano Fernández, “El trabajo actual como forma histórica” pág. 20
14
. Robert Castel, “La metamorfosis de la cuestión social” pág. 328
15
. Robert Castel, “La metamorfosis de la cuestión social” pág. 329
16
. Robert Castel, “La metamorfosis de la cuestión social” pág. 334
Pero fue después de la gran depresión, año 1930 con la ruptura de la etapa liberal y a partir del estado benefactor, en el que, las
situaciones extra laborales se podía desplegar una red mínima de seguridades vinculadas al trabajo, para poner al obrero al abrigo del
desamparo absoluto.18 Sin dudas en esta primera forma de los seguros sociales esas prestaciones eran demasiado mediocres como
para tener una verdadera función redistributiva y gravitar significativamente sobre el nivel de consumo. Evidentemente, este modelo
se aplicaba de manera privilegiada a los obreros de la gran industria, aunque también regia mucho más allá de esa población.
Reconocía la especificidad de una condición salarial obrera y al mismo tiempo la consolidaba, puesto que tendía a asegurarles
recursos para su autosuficiencia en caso de accidente, enfermedad o después de la cesación de la actividad, la jubilación. Este
conjunto de instituciones públicas tendiente a mejorar la condición obrera, se daba a través de transferencias monetarias directas
(pensiones, prestaciones por desempleo, y asignaciones familiares), o indirectas (subsidios a productos de consumo básico),
provisiones de bienes (programa de complementación alimentaria) y prestaciones de servicios (educación o salud) 19. Esto marco una
etapa decisiva de su reconocimiento como fuerza social determinante, una ampliación de sus derechos. Ahora bien, en la etapa del
estado de bienestar keynesiano, consolidada a partir de la segunda guerra mundial, fortaleció a la clase obrera, a través de sus
políticas tendientes al pleno empleo, acarreando beneficios para el trabajador como por ejemplo, una situación de menor competencia
en el mercado laboral y una mayor capacidad de negociación 20. Pero estos logros de los trabajadores solo lograrían sostenerse hasta
los 70, debido a una gradual perdida de negociación por parte de la clase obrera, cuyas instituciones que a partir del EBK le habían
fortalecido, habían sido desplomados. De manera que por la aplicación de políticas inflacionarias y no inversión, de la clase
capitalista, acabaría por llevar, gracias al desempleo, reducción salarial y políticas de recesión, a lo que Isuani llama “el
desciplinamiento de la clase trabajadora”21, impulsando así la pérdida del poder sindical. O sea que para los capitalistas era urgente
quebrar por ese lado la combatividad de los asalariados, el poder de negociación de los sindicatos, las rigideces que las convenciones
colectivas, los acuerdos de empresas, los derechos sociales habían introducido en las relaciones de producción, era preciso liberar el
mercado de trabajo. A partir de los 70, se desato el proceso denominado neoliberalismo, que acelero el desarrollo de lo que se
conoció como, las Multinacionales, es decir empresas que instalaban filiales de producción en países extranjeros. Pero todavía
estaban, las multinacionales, limitadas por barreras aduaneras y la transferencia de capitales estaban sometida al control y a la
autorización previa de los estados. Solo a partir de fines de los 70 estas trabas a la circulación iban a ser progresivamente abolida,
bajo la presión de los grandes grupos. Las multinacionales se iban a convertir en transnacionales, mundiales 22. Este aumento de su
participación en el mercado mundial exigía la liberalización no solo de los intercambio de mercancía sino también de la circulación
de los capitales (dinero). El estado nación, base para las políticas del estado benefactor, donde los habían podido conquistar muchos
beneficios y derechos sociales, había culminado, convirtiéndose en un estado de capital. Donde las firmas funcionan a través de una
red trasnacional y su centro de coordinación y de decisión estratégica no tiene nacionalidad, la firma realiza sus beneficios allí donde
paga menos impuestos o ninguno, negocia de potencia a potencia con los estados, los pone en competencia ( esto es, los estados
compiten con otros estados, reduciendo sus impuestos, para que las firmas se instalen), e implanta sus unidades de producción donde
obtienen las subvenciones y las desgravaciones fiscales, mas importantes, las mejores infraestructura, y como era de esperar, una
mano de obra disciplinada y barata. Este estado supranacional del capital aparece por primera vez, como un estado emancipado de
toda territorialidad, es independiente y separado de toda sociedad, situado en un no-lugar o sea sin base ni constitución política, es un
puro aparato que enuncia el derecho del capital globalizado, y con ella el abandono, precarización y flexibilización de los derechos
que con tanto esfuerzo y luchas habían conseguido los trabajadores o mejor dicho la clase obrera.
Ahora este es el nuevo panorama, en donde los capitalistas han ganado millones gracias a reducciones de personal, reestructuración y
a la flexibilización( un ejemplo de ella, son los contratos de trabajo a prueba) de trabajadores efectivos, a la precariedad, esta es el
resultado de lo que Gorz afirmaba, cuando decía que, “los capitalistas le habían declarado la guerra a la clase obrera y que habían
ganado”23, pero como bien dice Castell, hay categorías sociales que se polarizan, en la cual aparecen tres niveles tomando como
referencia a los salarios( altos, medios y bajos). La pregunta sería si se crean o no puestos de trabajo de alto nivel o de bajo? La
respuesta es que se crean proporcionalmente mucho más los de alto nivel que los de bajo nivel( el panchero), son los informáticos,
los analistas financieros, ejecutivos medios-superiores, gerentes-directores, técnicos-expertos, los que más han crecido en términos
de la masa del trabajo.(los denominados asalariados no obreros)24
Por eso podemos decir que cuando se observa retrospectivamente lo que le ha pasado a los trabajadores-obreros en los últimos 50
años, es que no han conseguido prácticamente nada 25. La clase capitalista se las ha ingeniado para para seguir el camino de la
acumulación de capital, un claro ejemplo de ello se da a principios de 1965, con la fomentación de la emigración (que se dio en
EEUU), para tener acceso a suministro de trabajo más baratos y dóciles. Mas adelante con la introducción de tecnología, las cuales
venían a remplaza la fuerza de trabajo obrera. También se daba el caso, como ya lo he mencionado al hablar de las multinacionales y
posteriormente las transnacionales, en el cual el capital se desplaza hacia donde hay mano de obra excedente y barata( bajo los
principios de deslocalización y la utilización de containers). Esto por supuesto llevo a resolver, problema de la clase capitalista, la
escasez de trabajo, nuevamente, barato y dócil. De este modo vemos que el problema no es del capitalista, sino de la clase obrera,
que recibe salario bajo, y una limitada participación en el mercado de consumo. Pero como una cosa lleva a la otra, los capitalistas
empezaron a tener problemas con sus mercados. Claro seguramente se habrían olvidado que sin consumo no hay mercado. Y el
remedio no tardo mucho en llegar, por lo tanto ocurrieron dos cosas, en primer lugar el creciente hiato entre los ingresos del trabajo
y lo que los trabajadores gastaban comenzó a salvarse mediante el auge de la industria de las tarjetas de crédito y mediante el
creciente endeudamiento de los hogares26. Y tomando como referencia a los EEUU, en los 80 nos encontramos con que la deuda

17
. Robert Castel, “La metamorfosis de la cuestión social” pág. 336
18
. Robert Castel, “La metamorfosis de la cuestión social” Pág. 339
19
. Ernesto A. Isuani, BISMARK O KEYNES:¿Quién es el culpable? pág. 10
20
. Ernesto A. Isuani, BISMARK O KEYNES:¿Quién es el culpable? pág. 16
21
. Ernesto A. Isuani, BISMARK O KEYNES:¿Quién es el culpable? pág. 20
22
. Gorz André, “Del estado social al estado de capital” pág. 22
23
. Gorz André, “Del estado social al estado de capital” pág. 19
24
. Manuel Castell, “Globalización, tecnología, trabajo, empleo y empresa” pág. 9
25
. Harvey David, “¿Estamos realmente ante el fin del neoliberalismo? La crisis y la consolidación del poder de las clases dominantes” pág. 2
26
. Harvey David, “¿Estamos realmente ante el fin del neoliberalismo? La crisis y la consolidación del poder de las clases dominantes” pág. 3
media de los hogares rondaba los 40.000 dólares, mientras que ahora es de unos 130.000 dólares por hogar. En segundo lugar lo que
ocurrió fue que, desde 1980 los ricos se volvieron más ricos, por supuesto que a causa de la represión salarial, y subvenciones
tributarias. Se suponía que invertirían en nuevas actividades, pero no lo hicieron, el grueso de los ricos empezó a invertir en activos,
es decir pusieron su dinero en la bolsa, (así se generaron las burbujas en el mercado de valores-2008), incluyendo acciones, compara
de otras empresas, propiedades inmobiliarias, propiedades de ocio, fondos de inversión, compañías de seguro, como también fondos
alternativos como los fondos de cobertura, fondos de capital de riesgo, y fondos soberano 27. Ahora que le queda a la clase obrera,
donde sus salarios son bajos, y no les alcanza para mantener una vida de consumo y materialista que el sistema les impone? Los
capitalistas tienen la solución y es la llamada financiarizacion, que es la que viene a sostener la deuda de los hogares, esa deuda que
con el tiempo más se ensancha. Pero no de cualquier hogar sino la de la clase trabajadora-obrera cuyos ingresos han dejado de
crecer, de modo que las entidades financieras se lanzan a sostener el financiamiento por deuda de gente prácticamente sin ingresos.
Por ultimo puedo decir que los hogares de la clase trabajadora-obrera han visto mermadas en las últimas décadas sus rentas
provenientes de trabajo, esto es, los ingresos salariales, llevándole a la inevitable consecuencia de tener que sostener el consumo
gracias tanto de las rentas financieras, derivadas de las inversiones financieras en acciones o más generalmente en los inversores
institucionales, como a un fuerte endeudamiento28.
Con este panorama, decimos que no todas las personas por no decir obreros, tienen la posibilidad de verse en la encrucijada, de tener
que acceder al crédito de las honorables financieras que la clase capitalista apoya desde sus inicios, pero hoy con mucha más
contundencia, para poder mantener una vida digna dentro del sistema materialista y a la vez opresivo de la clase trabajadora. De
manera que también hay lugar en este mundo para los excluidos del sistema, pero de qué sistema?, del sistema de mercado de
consumo masivo. Y los excluidos, quienes son?, los que están fuera del mercado laboral, los desocupados, y en muchos casos
también los discriminados. Por eso como dicen mucho, es verdad que muchas sociedades industriales avanzadas, han sido invadidas
por el delito. Por eso la mayoría de los votantes en todas estas sociedades, pero especialmente en EEUU, ha afirmado la creencia de
que el control social se está resquebrajando y que el castigo del delito es la estrategia más prometedora para corregir esa quiebra 29.
Desde esa perspectiva resulta útil recordar que las problemáticas del delito y del castigo han estado en gran medida asociadas a las
dificultades de los gobiernos de poblaciones urbanas. Si bien se han presentado proyectos que representan a la vida social como una
serie de redistribuciones de riesgos agregados que podían ser gobernados por medio de su redistribución, a través de estrategias de
gobierno en la cual incluían a los seguros de desempleo, al trabajo social y a las estadísticas sociales, pero lo cierto es que al parecer
en los últimos años estamos experimentando una crisis de estos modos de gobierno, lo cual nos lleva a que el gobierno a través del
delito, en toda su amplitud podrá ser visto como una respuesta a esta crisis para mantener un orden social precario, como un paso
adelante a nuevas plataformas para gobernar un orden social que verdaderamente está teniendo un notable cambio demográfico y
económico30. Pero bien dice Simon, que gobernar a través del delito hace a las comunidades menos gobernables a través de
estrategias alternativas, además el encarcelamiento aumenta perceptiblemente las posibilidades de que alguien cometa un nuevo
delito y además hace difícil que el sujeto sea absorbido por una economía alternativa de poder 31. Y por último las sentencias
condenatorias por delitos provocan enormes agujeros en el status político y económico de una persona, alejándolo de la posibilidad
de resocializarlo e intentar integrarlo a la sociedad. Pero en fin, seguramente la clase dominante y en gran medida los mismos
ciudadanos se ven seducidos por estas políticas criminales, que muy lejos están de resolver el problema de fondo.

Conclusión:
Bueno, como hemos visto, a través de la historia, los trabajadores y acá me refiero a los obreros asalariados, han luchado frente a la
represión de los capitalistas para poder tener una vida más humana y menos esclavizante. A esto también hay que sumarle que en
proporción del tiempo que lleva el asalariado, lamentablemente han sido muy pocos los años que han podido vivir en un grado
superior de satisfacción de sus derechos y beneficios logrados gracias a las luchas y movimientos obreros. Ahora me pregunto, habrá
sido el estadio del estado de bienestar keynesiano su mejor etapa?, o nuestro porvenir nos estará preparando un camino mejor?,
bueno el tiempo nos dará la respuesta, pero a esto hay que sumarle, y que así se ha dado a partir de los 70, en que hay una clase( me
refiero a la trabajadores no obreros) que visto mejorar su calidad de vida, y cuyos remuneraciones salariales y ocupación han ido en
aumento en los últimos años, pero en lo personal no es que me compadezca de ellos pero, creo que en la mayoría de los casos sus
vidas también han sido compradas, sus vacaciones, sus horas extras, y para aquellos que no puedan soportarlo el estrés agudo de
tantas presiones laborales.
Vivimos en un mundo teñido por la globalización, donde los capitales se mueven de un lugar a otro sin límites ni fronteras, y donde
cada vez más la inversión se arroja hacia el mercado financiero. y entonces que le quepa por hacer al obrero?, porque hay que tener
en cuenta por lo menos hasta donde yo sé, de que todos no podemos ser ejecutivos o gerente de alto rango, porque esto implicaría
sociedades altamente desarrolladas, en niveles de educación y desarrollo tecnológico, o sea instituciones de la cual la clase
trabajadora a nivel mundial, se ve privada. Creo que lamentablemente hemos sido arrastrados por políticas de gobiernos que están
por sobre los estados nacionales (FMI, BM, OMC, etc.), y que hasta tanto los países no se unan para fijar políticas comunes en
materia fiscal, social y económico, nos encontraremos en la encrucijada de que los países sigan manteniendo sus economías y lo que
es peor aun la burocracia, en base a la crédito con bancos o entidades financieras mundiales. Y por ultimo y a mi parecer lo más
importante, que dentro de esas políticas cuyos estados deberían coordinar es la puesta en marcha de mecanismos de control
financiero, bancario, para desalentar la especulación, hacer una fuerte puesta en marcha en la reactivación de la economía real
(industria), y con apoyo de gobiernos locales impulsar política que alienten a la creación de cooperativas de producción tanto de
bienes como servicios. Es necesario brindar a la sociedad y en especial a la clase obrera las herramientas que le permitan poder
sostener su fuente de ingresos en el tiempo y acorde a las necesidades fundamentales (educación, salud, vivienda, etc.), para que

27
. Harvey David, “¿Estamos realmente ante el fin del neoliberalismo? La crisis y la consolidación del poder de las clases dominantes” pág. 3
28
. Alberto Garzon Espinoza ¿ Que es la financiarizacion?, pág. 2
29
. Jonhatan Simon “Gobernados a través del delito”, pág. 81
30
. Jonhatan Simon “Gobernados a través del delito”, pág. 82
31
. Jonhatan Simon “Gobernados a través del delito”, pág. 89
dejen, o disminuyan la actitud de recurrir al mercado financiero para endeudarse o en el peor de los casos refinanciar sus deudas,
mecanismo conocido como, financiarizacion.

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