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Comentario de texto de Es hielo abrasador, es fuego

helado, de Francisco de Quevedo


SONETO
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo;
enfermedad que crece si es curada.
Este es el Niño Amor, este es su abismo:
¡mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!
Francisco de Quevedo

LOCALIZACIÓN
El texto que vamos a comentar es un soneto, escrito por Francisco de Quevedo, un escritor
español del siglo XVII, cuya vida se desenvolvió en el ambiente palaciego. Sus padres
sirvieron a doña Ana de Austria, y él intervino activamente en la política de su tiempo con
desigual fortuna. Apoyó al duque de Osuna (virrey de Nápoles) y se opuso a la política del
conde-duque de Olivares, lo que le llevó a presidio, de donde salió enfermo y desengañado.
Está considerado como el máximo representante del conceptismo español, un movimiento
literario que aspiró a expresar con muy pocas palabras (mediante conceptos y
correspondencias, que el lector tiene que descubrir) mucho contenido. Su lema lo definió
Baltasar Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.
Siguió la línea poética platónico-petrarquista y del amor cortés, al mismo tiempo que la
satírica de Marcial y Juvenal. En la métrica, adoptó formas renacentistas y barrocas, como el
soneto, el terceto encadenado, el romance, la silva, la letrilla, etc.
Escribió poesía amorosa, metafísica, moral, religiosa, filosófica, satírico-burlesca, etc. Canta
la belleza y el poder de seducción de la mujer que hace arder en deseo amoroso al enamorado
y lo convierte en un ser celoso, abatido y angustiado, al no corresponderlo y mantenerse fría y
distante. Siguiendo a Jorge Manrique, retoma el tema de la brevedad de la vida y de la
muerte, mostrando un gran pesimismo y desengaño. Sigue la concepción cristiana de la vida
en su poesía religiosa, al tiempo que critica y pone de manifiesto la decadencia del imperio
español en su poesía de carácter político.
En prosa escribió obras satírico-burlescas, como Los Sueños, una novela picaresca, La vida
del Buscón llamado don Pablos, y otras políticas, ascéticas, satírico-morales y festivas de
gran importancia.

ANÁLISIS DEL CONTENIDO


Tema Los efectos contradictorios del amor.
Estructura del texto
En el texto se pueden establecer dos partes:
I. Los doce primeros versos: imágenes tópicas y contradictorias con las que se define el amor.
II. Reflexión-conclusión: el amor no es amigo ni de sí mismo.
De la enumeración de los tópicos se extrae una reflexión final, que sirve de aviso a los
amadores, para que lo eviten.

Punto de vista y actitud que toma el autor


El autor adopta un punto de vista externo y distante, de quien ve los efectos del Niño Amor
tras haber sentido y sufrido, seguramente, sus efectos, por lo que lo define de forma escéptica
y desengañada.
Tono
Desengañado, severo, persuasivo.

ANÁLISIS DE LA FORMA POR NIVELES

Recursos gráficos
Por la disposición del texto en la página, se percibe que es un poema, en el que se agrupan los
versos en estrofas.

Recursos fónicos
Métrica
El poema es un soneto, una composición culta renacentista, de origen italiano, que se
introdujo en la poesía española a través del marqués de Santillana y que posteriormente, con
gran éxito, incorporó de forma definitiva en el siglo XVI el poeta Garcilaso de la Vega,
animado por su amigo Juan Boscán. Se utilizó mucho en el barroco y ha llegado hasta
nuestros días.
El soneto es un poema estrófico que está formado por dos cuartetos y dos tercetos.
Todos los versos son endecasílabos, es decir, tienen once sílabas, como es usual en el soneto.
Son, por tanto, versos de arte mayor.
La rima es consonante (-ado, -ente, -ada, -ismo) puesto que en la última palabra del verso, a
partir de la vocal sobre la que recae el acento prosódico, coinciden los sonidos vocálicos y
consonánticos. Es frecuente en los poemas cultos, frente a los populares o tradicionales, en
los que es más común la asonante.
La rima es la siguiente: ABBA ABBA CDC DCD. En los cuartetos riman el primer verso con
el cuarto y el segundo con el tercero; en los tercetos rima el primero con el tercero. La rima
del segundo verso del primer terceto se recoge en el segundo terceto, por lo que los tercetos
están encadenados.
Todos los versos tienen un acento rítmico en la penúltima sílaba.
Coinciden generalmente las pausas versales con las sintácticas, menos en el terceto final, en
que entre el segundo y tercer verso existe un encabalgamiento suave.
Salvo la rima al final del verso, no existen recursos fonéticos dignos de mención.

Recursos morfosintácticos
Predominan en el poema los sustantivos (algunos de ellos abstractos) o elementos
sustantivados, a través de los cuales se plasman los conceptos con los que se identifica al
amor. Prácticamente todos los sustantivos aparecen complementados por un adjetivo
calificativo antepuesto o pospuesto, un participio o una proposición subordinada de relativo
que desempeñan la misma función que el adjetivo. Estos elementos aportan al sustantivo
cualidades o aspectos semánticos negativos.
Junto a los sustantivos, el verbo que aparece casi con exclusividad es el verbo copulativo ser,
que sirve, sobre todo en los dos cuartetos, de puente para establecer la relación de identidad
entre el sujeto (el amor) y aquello con que se lo identifica metafóricamente (hielo, fuego,
herida…). El verbo ser no transmite el significado de acción, más o menos pasajera, sino que
implica esencia o permanencia, por lo que el amor es cada una de las cosas o conceptos con
las que se lo identifica siempre, sin variación posible. Y como esto se presenta como objetivo,
el poeta utiliza la tercera persona verbal.
El periodo sintáctico es muy conciso y breve. Los sintagmas verbales atributivos están
yuxtapuestos, por lo que en el poema no se utilizan apenas enlaces o nexos, excepto en las
proposiciones subordinadas adjetivas, que van introducidas por el relativo que: que duele y
[que] no se siente (verso 2), que nos da cuidado (verso 5), que dura hasta el postrero
parasismo (verso 10), que crece (verso 11).
Utiliza con profusión el recurso deíctico de la anáfora. El primer verso de las tres primeras
estrofas comienza por la forma verbal es, que, además, se repite también al inicio de los
versos segundo, tercero y cuarto del primer cuarteto. Igualmente existe anáfora en el
comienzo de los mismos versos del segundo cuarteto, aunque el elemento coincidente es el
artículo indefinido o indeterminado un. Con la anáfora se recuerda machaconamente la
conexión entre el amor, que se mantiene elíptico -la elipsis es otro de los recursos utilizados
por Quevedo en el poema- en las tres primeras estrofas, con los elementos con los que se lo
relaciona y establece la identidad, con un significado que entendemos aditivo, aunque no lo
exprese directamente.

Recursos léxico-semánticos
Predomina el léxico característico del amor cortés y del petrarquismo. El amor se identifica
con imágenes metafóricas tópicas y antagónicas, como era frecuente. Lo original de
Francisco de Quevedo en este poema no son los tópicos que utiliza, que siguen la tradición,
sino el número de ellos que presenta, que va disminuyendo conforme van sucediéndose las
estrofas. Así, en la primera incluye seis tópicos: el amor es hielo, fuego, herida, bien, mal,
descanso; en la segunda, la mitad, tres: cobarde, andar y amar; en la tercera, solo dos: libertad
y enfermedad. En la última el amor se convierte en abismo.
El léxico que emplea no es de difícil compresión. Solo algunas palabras pueden presentar
alguna dificultad por ser el estilo del poema cuidado y culto: descuido, ‘flaqueza’; cuidado,
‘preocupación’; postrero, ‘último’; parasismo, ‘paroxismo’ o ‘acceso violento de una
enfermedad que hace perder al paciente el sentido y la acción durante mucho tiempo’, y
curada, ‘remediada’.
Es en este apartado donde el escritor utiliza más recursos literarios. Ya hemos señalado que el
conceptismo, con muy pocas palabras, expresaba el mayor número de significados.
Señalaremos algunos de los más destacados:
La metáfora o identificación de dos elementos que aparentemente no tienen conexión entre sí,
pero que en el poema la adquieren: amor se identifica, como ya hemos señalado
anteriormente, con hielo abrasador, fuego helado, herida, bien, etc.
La antítesis: algunos sustantivos van complementados por adjetivos que, fuera del contexto
poemático, son incompatibles semánticamente, pero que en el poema no solo se hacen
compatibles, sino que aportan una mayor fuerza poética y expresiva a la imagen, causando un
mayor impacto en el lector al desviarse notablemente de la norma habitual y producir gran
extrañeza: hielo abrasador, fuego helado, descanso muy cansado, libertad encarcelada. Estas
imágenes son también claramente hiperbólicas. Igualmente se ponen muy cercanos términos
antónimos, que contrastan entre sí: bien-mal, cobarde-valiente.
La derivación o utilización de palabras que comparten el mismo lexema o raíz, pero cuyo
significado es claramente diferente o antitético: descanso-cansado, descuido-cuidado, amar-
amado.
Con el Niño Amor se refiere a Cupido o a Eros, el dios del amor, que en la mitología
grecorromana se le representa como a un niño con los ojos vendados.

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