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CAPÍTULO QUINTO

LAS IDEAS DE NACIÓN, ESTADO Y FEDERACIÓN . . . . . 77


I. Planteamiento general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
II. Significados esenciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
1. La idea de nación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
2. La soberanía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
3. Las formas de gobierno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
III. Idea de nación y de Federación . . . . . . . . . . . . . . . . 80
IV. Idea de Estado y de Federación . . . . . . . . . . . . . . . . 81
1. Presentación del tema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
2. Recordemos algunos ejemplos . . . . . . . . . . . . . . . 81
3. Secuencia histórica de estas formalidades . . . . . . . . . 82
V. ¿Qué es la Federación hoy en día?. . . . . . . . . . . . . . . 85
CAPÍTULO QUINTO
LAS IDEAS DE NACIÓN, ESTADO Y FEDERACIÓN

I. PLANTEAMIENTO GENERAL

Las opiniones que sostienen que lo federal en México es una forma de


Estado necesariamente, en términos metafísicos, conducen a los siguientes
dos extremos: primero, a establecer una igualdad esencial entre la idea de
nación, por un lado; y la idea de Federación, por otro; y, en segundo lugar,
a establecer otra igualdad esencial entre la idea de Federación, por un lado;
y la idea de Estado, por otro. Hablamos de una equivalencia esencial de
términos y de sustancia.
Esto es, que todo lo que se pueda predicar de nación debe convenirle a
la Federación y viceversa; y que todo lo que pueda predicarse de Federa-
ción debe convenirle al Estado y viceversa.
Las equivalencias solamente se dan en un lenguaje coloquial, de uso
común. Podemos decir que México es un Estado federal; que la nación
mexicana está organizada bajo la forma de una Federación. Podemos
usar las expresiones coloquiales de Estado federal mexicano, de Federa-
ción mexicana y otras parecidas. Sin pretender nunca sostener una equi-
valencia lógica y metafísica entre dichas ideas.
Pues bien, para llegar a una diferenciación esencial entre dichas ideas,
primero, vamos a recordar brevemente el significado que a estos términos
se les dio en los textos y en los debates de 1823 y 1824 por el Constitu-
yente mexicano; para, en un segundo momento, poder precisar sus diferen-
cias.

II. SIGNIFICADOS ESENCIALES

Vamos a recoger, de manera resumida, los diferentes planteamientos,


las diversas tesis y opiniones que se han venido manejando tanto en los
textos como en el debate de esta etapa histórica de 1823 y 1824 sobre la

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idea de nación, la idea de soberanía y la idea de lo federal. De hecho, ya


lo sabe el lector. Por ello, hacemos un breve recuento o recordatorio.

1. La idea de nación

Es fundamental en todo este planteamiento la idea de nación, no sólo


porque la nación es la sede de la soberanía, sino también porque la na-
ción adopta para su gobierno la forma de República representativa popu-
lar federada.
Pues bien, por nación se entiende, en palabras de Miguel Ramos Ariz-
pe, quien habla a nombre de la comisión, al territorio y los habitantes:
“El sr. Ramos Arizpe dijo que la comisión consideraba por nación al te-
rritorio y los habitantes”.
La nación es una entidad moral, en palabras de Osores: “Después ob-
servó que aunque el proyecto reconoce un ente moral en quien reside
esencialmente la soberanía”.189
La nación, de que se habla, es una sociedad bien organizada, que tiene
leyes, como lo recuerda Zavala, que tiene comercio y tiene instituciones
políticas estables, como son sus ayuntamientos y las demás autoridades
civiles, eclesiásticas y militares.
La nación, debido a todas y a cada una de esas prerrogativas es la sede
de la soberanía, que es inalienable, imprescriptible, etcétera.
La nación, en expresión del debate, es la que se presenta al universo
para alternar con otras naciones libres independientes y soberanas. De
hecho, este mismo Congreso por estas fechas se puso a discutir un trata-
do entre la nación mexicana y Colombia.
Otra idea capital referida a la nación, es la de que los habitantes de los es-
tados, que estaban demandando una Federación, eran la mayoría de los ha-
bitantes de la nación.

2. La soberanía

El debate diferencia de manera clara y precisa, el significado de la so-


beranía de lo que es la sede de la soberanía; así como del objeto que tiene
como propio y del ejercicio mismo de dicha soberanía.

189 Ibidem, p. 237.


LAS IDEAS DE NACIÓN, ESTADO Y FEDERACIÓN 79

La nación es la sede y la fuente de la soberanía. Este poder es una per-


tenencia de la esencia de la nación; pertenece a la esencia de la nación,
por eso se habla de que reside radical y esencialmente.
Pero la nación no puede ejercer de manera directa dicho poder y por
ello se acepta, como parte de las decisiones soberanas y fundamentales,
la teoría de la representación; la teoría del gobierno republicano y po-
pular y, desde luego, la teoría de lo federal como forma también de go-
bierno.

3. Las formas de gobierno

Precisamente dependiendo de quien, o quienes ejercen la soberanía; o


de a quien o a quienes se encomienda el ejercicio del poder, procede la
categoría, o proceden las categorías del gobierno, elaboradas por las doc-
trinas griegas y romanas; lo mismo que por los autores de la Iglesia, co-
mo Santo Tomás, o los autores del llamado derecho de gentes, como
Suárez y Francisco de Vitoria.
“Y de aquí las diferentes formas de gobierno monárquico, aristocráti-
co y democrático”. Son palabras del obispo Lera, diputado a las Cortes
de Cádiz. Otro obispo, el de Calahorra, decía:

Y también el que ésta (la nación) tenga acción para depositarla en un solo
hombre, en muchos, o en toda la comunidad, bajo de estas o las otras con-
diciones, pactos o limitaciones; cuya diferencia en comunicarse la potestad
soberana constituye la variedad de las formas de gobierno que ha habido
en la superficie de la tierra.

Esta doctrina está clara. Nosotros hemos estudiado el tema de la sobe-


ranía tanto en el debate gaditano, como en el debate del primer constitu-
yente mexicano y, más en particular, el debate que provocó el tema de la
soberanía prevista en el proyecto de Acta Constitutiva que comentamos.
Lo importante entonces es reconocer que este debate de diciembre de
1823, consideró lo federal como una forma de gobierno, es decir, como
un sistema para distribuir el ejercicio del poder soberano.
Y así es como nace el sistema federal mexicano, imitando o no imitan-
do al modelo norteamericano; nos guste o no nos guste; separando lo que
ya estaba unido; o uniendo lo que estaba separándose; mediante la apli-
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cación y manejo de esta o de aquella teoría sobre la soberanía; aceptando


una o dos soberanías, etcétera. Ahí está el planteamiento y el debate.
Lo verdaderamente cierto es que, terminado el debate, se aprobaron,
entre otros, el principio de la soberanía nacional; el principio de la teoría
de la representación democrática; y el de la distribución del poder para
su ejercicio, consagrándose, en primer lugar, lo federal como principio
para hacer dicha distribución como se hace en un sistema federal; y, en
segundo lugar, la teoría clásica de la división poderes.
Es decir, aprobado que existieran dos órdenes, el orden federal y el or-
den de estados libres independientes y soberanos, se aprobó que en cada
orden el poder se dividiera en tres ramas.
Se quedó en el debate la posibilidad de organizar a la nación mediante
un sistema federal compuesto de provincias, no de estados. Lo cual, de
paso, demuestra que se estaba usando lo federal nada más como un siste-
ma para evitar la concentración excesiva del poder en un centro.

III. IDEA DE NACIÓN Y DE FEDERACIÓN

El punto de partida es que nación y Federación son dos cosas esencial-


mente diferentes. Ambas cosas fueron diferenciadas en los textos y en el
debate de esta etapa histórica de 1823. La nación, lo acabamos de ver, es
un ente moral que consta de los elementos de población y de territoriali-
dad. Lo federal, la Federación es una forma de gobierno; es una forma de
organizar a la nación mexicana.
Lo federal, en cuanto forma de gobierno, y la Federación, como entidad
moral, carece del elemento de la territorialidad, como elemento esencial de-
finitorio; y carece del otro elemento, el poblacional, como elemento esencial
o definitorio. Por lo mismo es una cosa esencialmente diferente a la idea de
nación.
Por otro lado, cuando las provincias en unos proyectos de nación; o los
estados en otros casos acuerdan organizarse bajo la forma de una Federa-
ción, entonces se dice que la Federación es un pacto de unión; o entonces
se puede hablar de la Federación como pacto, como una creación del dere-
cho, como una entidad moral creada por el derecho, y por ello con domici-
lio propio y voluntad propia.
En todo caso, esta entidad moral nunca tendrá ni al territorio ni a la
población, como elementos esenciales propios y no podrá equipararse
nunca con lo que es la nación.
LAS IDEAS DE NACIÓN, ESTADO Y FEDERACIÓN 81

IV. IDEA DE ESTADO Y DE FEDERACIÓN

1. Presentación del tema

Desde luego, todos los autores que consideran lo federal como una
forma de Estado deben atenerse a algo.
En el mundo existen muchas naciones que adoptan la forma federal,
de manera que cuando estos autores sostienen que se trata de una forma de
Estado, será debido a que existen muchos, o algunos supuestos reales,
en donde efectivamente lo federal es una forma de Estado.
Esto tiene que quedar muy claro. Nosotros no negamos esta posibili-
dad, ni entramos en su estudio. Nosotros nada más afirmamos que en
México lo federal no es una forma de Estado, ni nunca lo ha sido, como
se va comprobando.
Es evidente que se conoce muy bien la idea de Estado desde siempre.
Y, desde luego, los constituyentes a las Cortes de Cádiz, como Miguel
Guridi y Alcocer, Ramos Arizpe, Gordoa y los Congresos mexicanos do-
minan estos conceptos sobradamente.
Ahora bien, ni los textos, ni el debate refieren lo federal al Estado.
Siempre, o por regla general refieren lo federal a la nación y, en su caso,
se usa el término República, que también es una forma de gobierno.

2. Recordemos algunos ejemplos


El llamado Plan de la Constitución de la Nación Mexicana, ya citado,
trae las siguientes referencias:
1o. La nación mexicana es la sociedad de todas las provincias del Anáhuac
o N. España, que forman un todo político.
La soberanía de la nación, única, inalienable e imprescriptible puede
ejercer sus derechos de diverso modo y de esta diversidad resultan las di-
ferentes formas de gobierno.
El de la nación mexicana es un república representativa federal.

El original manuscrito del proyecto de Acta Constitutiva, así como el


original del texto aprobado como Acta Constitutiva, traen la siguiente le-
yenda: “Original. Acta Constitutiva de la Federación”.
El original impreso, lleva el nombre de: “Proyecto de Constitución de
la República Mexicana...”.
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Después viene el discurso preliminar y, al iniciar el articulado trae el


siguiente encabezado: “Acta Constitutiva de la Nación Mexicana”.
Por último respecto de este documento, el texto original manuscrito
definitivo trae después del título primeramente reseñado arriba de estas
líneas, lo siguiente: “Acta original. El soberano congreso constituyente
mexicano, ha tenido a bien decretar la siguiente constitución de la fede-
ración”.
Y pasando al texto de la Constitución del 4 de octubre de 1824, trae la
siguiente leyenda en su original manuscrito: “Constitución Federal de los
Estados Unidos Mexicanos”.
Como se aprecia muy bien, ambos textos llevan el nombre de Consti-
tución de la Federación, o Constitución Federal de los Estados Unidos
Mexicanos. Ambos textos son fundacionales de dicha Federación o pacto
de unión y lo regulan. Nunca se hace referencia al Estado mexicano, por
ejemplo. Pero sí a la nación: he aquí la secuencia del Acta Constitutiva:

Artículo 1o. La Nación Mexicana se compone de las provincias compren-


didas en el territorio del virreinato llamado antes Nueva España, en el que
se decía capitanía general de Yucatán, y en el de las comandancias genera-
les de Provincias internas de Oriente y Occidente.
Artículo 2o. La Nación Mexicana es libre e independiente para siem-
pre, de España y de cualquier otra potencia; y no es ni puede ser patrimo-
nio de ninguna familia ni persona.
Artículo 3o. La Soberanía reside radical y esencialmente en la Nación,
y por lo mismo pertenece exclusivamente a ésta el derecho de adoptar y
establecer por medio de sus representantes, la forma de gobierno.
Artículo 5o. La Nación adopta para su Gobierno la forma de República
representativa popular federal.
Artículo 6o. Sus partes integrantes son estados independientes, libres y
soberanos, en lo que exclusivamente toque a su administración y gobierno
interior, según se detalle en esta Acta y en la Constitución General.190

3. Secuencia histórica de estas formalidades

Sobra decir que estas formalidades se continuarán después, en lo esen-


cial, hasta nuestros días.

190 Ibidem, en donde se reproducen el texto original manuscrito, así como el original
impreso.
LAS IDEAS DE NACIÓN, ESTADO Y FEDERACIÓN 83

En efecto, en la Constitución del 4 de octubre de 1824 se repetirán los


mismos principios que ya había consagrado el Acta: “Artículo 3o. La na-
ción adopta para su gobierno la forma de República, representativa, po-
pular federal”.
Por la reacción centralista de 1835 y 1836 se buscó, ante todo, una re-
forma sobre la forma de gobierno vigente hasta entonces.
Esta fue la intención de la convocatoria del Congreso de 1835 y ésta
fue, en esencia, la afectación trascendental que se enuncia en las Bases
Constitucionales de la República Mexicana, suscritas en la ciudad de
México el 23 de octubre de 1835, en las que, como dice la Base tercera,
el sistema gubernativo de la Nación es el republicano, representativo po-
pular, es decir, se suprime única y exclusivamente la palabra federal.
Con la simple supresión de esta palabra, pasamos de un gobierno fede-
ral, de una Federación compuesta de estados libres independientes y sobe-
ranos, a un gobierno centralizado y unitario, que dividió políticamente el
territorio nacional en departamentos, todo ello sin que se afectara para na-
da lo relativo a la idea de nación, o a la idea de Estado.
Más adelante, en julio de 1840, sobrevino la reacción por la vuelta a la
restauración del federalismo y se hace un pronunciamiento enérgico, a im-
pulsos, entre otros, de Valentín Gómez Farías. En esta ocasión se fracasó y
en medio de los problemas políticos, que todos conocemos, llegamos a los
proyectos de 1842, conocidos, uno como proyecto de la mayoría y el otro
como proyecto de la minoría.
Es decir, aquella Asamblea recibe de la Comisión de Constitución dos
proyectos, en lugar de uno solo, por existir una profunda división entre
sus integrantes.
En el fondo la división era motivada principalmente por la palabra fe-
deral, de manera que el proyecto de la mayoría no la incluía al enunciar
la forma de gobierno; mientras que el proyecto de la minoría se pronun-
ciaba a favor de la forma federal, por ello es que el artículo 20 de este
proyecto decía que “el gobierno de la nación, es el sistema republicano,
representativo popular federal”.
Ahí están ambas propuestas: un proyecto formula un gobierno unita-
rio y el otro establece la forma de gobierno federal. Ahí está perfecta-
mente planteado el problema de lo federal en México, que nunca se
pensó como forma de Estado, sino como una técnica, en palabras de
Tena Ramírez, para distribuir las facultades de gobierno, no obstante
que podamos encontrar diferencias muy grandes entre la forma de go-
84 EL FEDERALISMO MEXICANO

bierno federal de 1824 y la forma de gobierno unitario y centralizado a par-


tir de 1835 y 1836.
Después de estos dos proyectos, se hizo el encargo de redactar un ter-
cer proyecto, que pretendía conciliar ambos extremos, en noviembre de
1842. En este tercer proyecto se recogió la tesis del proyecto de la mayo-
ría, es decir, se decidió la adopción de la forma de gobierno representati-
va popular, rechazándose la forma federal.
Un año más tarde, en 1843, tenemos nuevas Bases de gobierno, cuyo
artículo 1o. volvía a repetir la preferencia por la forma de gobierno unita-
ria, y estaba redactado de la siguiente manera: “Artículo 1o. La Nación
mexicana, en uso de sus prerrogativas y derechos como independiente,
libre y soberana, adopta para su gobierno interior la forma de república
representativa popular”.
Nada más claro: la idea de nación, que es una, que es libre y que es
independiente y soberana, no se discute. Lo que, en todo caso, está a dis-
cusión y a debate es la forma de gobierno, optando en esta ocasión por el
gobierno unitario en vez del gobierno federal.
Luego de esta insistencia por una forma de gobierno unitario vino la
reacción federalista de 1847. Estamos ahora ante el documento llamado
Acta de Reformas de dicho año, denominado así porque se concibió co-
mo un documento solemne para restablecer la vigencia de la Acta Consti-
tutiva del 31 de enero de 1824 y la Constitución del 4 de octubre del mis-
mo año, tal como lo decía el proyecto: “III. Que el Acta Constitutiva y
Constitución Federal, sancionadas en 31 de enero y 4 de octubre de
1824, forman la única Constitución Política de la República”.
A partir de esta fecha, pasamos a la Constitución de 1857, lo mismo
que a la Constitución vigente de 1917, en las que se repiten exactamente
los mismos enunciados, considerando lo federal como una forma de go-
bierno, tal como lo expresa el artículo 40 del texto en vigor: “Es voluntad
del pueblo mexicano constituirse en una república representativa, demo-
crática, federal...”.191

191 En nuestra opinión, este texto no permite ni puede tomarse como fundamento jurí-
dico para afirmar “que México es un Estado federal por voluntad del pueblo”, como ha-
cen Carpizo y Madrazo en el sentido de que lo federal es una misma identidad que el
Estado. Así como tampoco puede ser fundamento jurídico, como piensan Burgoa y otros,
para incluir lo federal mexicano entre las formas de Estado, si con ello se insiste en con-
fundir lo que son formas de gobierno con el Estado mismo.
LAS IDEAS DE NACIÓN, ESTADO Y FEDERACIÓN 85

V. ¿QUÉ ES LA FEDERACIÓN HOY EN DÍA ?

Por supuesto que, de conformidad con el texto vigente de la Constitu-


ción de 1917, la Federación no guarda equivalencia alguna con el Estado
mexicano, aunque ahora aparece en muchas ocasiones este vocablo. Más
aún, hay un artículo que hace una precisa diferenciación entre Estado y
la Federación. Es el tercero, que, hablando de la educación, dice en la
parte conducente: “...la educación que imparta el Estado —Federación,
Estados, Distrito Federal y Municipios—...”.
He aquí el ejemplo, explícito, categórico, que diferencia al Estado de
la Federación. Más elocuentemente no se podrían decir las cosas: el Esta-
do es el todo y abarca a la Federación, lo mismo que a las entidades loca-
les, incluidos los municipios. Más aún, la Constitución, al hacerle la en-
comienda de responsabilidad de la educación al Estado, de manera
directa e inmediata, por igual, les hace a la Federación, lo mismo que a los
estados, al Distrito Federal y a los municipios sendas asignaciones sobera-
nas.192
Sin duda, es un ejemplo muy elocuente. Sin embargo, hoy en día las
tesis de nuestros constitucionalistas han ya persuadido al llamado poder
revisor de la Constitución, para confundir las cosas, de manera que en
sus más de seiscientas reformas, algunos pasajes son francamente con-
fusos, se habla de la Federación como si fuera una misma cosa que el
Estado.
Un ejemplo de mezcolanza y confusión lo tenemos en el mismo ar-
tículo 3o., pero en las fracciones III y VIII, por las cuales se le encomien-
da al Ejecutivo Federal determinar los planes y los programas de estudio
en toda la República. ¿Por qué? ¿Acaso la asignación del primer párrafo
no es lo suficientemente clara, categórica y explícita?
Sí lo es, lo cual significa que, si queremos mantener la congruencia en-
tre lo dicho por el primer párrafo y lo dicho por las fracciones III y VIII
debemos interpretar estas fracciones en el sentido de que esos planes y
programas tendrán que limitarse y circunscribirse al sistema educativo
federal, respetando el poder estatal y el poder municipal para crear sus
propios planes y programas dentro de sus áreas de jurisdicción.

192 La soberanía del Estado federal mexicano en materia de educación se asigna, por
igual, a la Federación que tiene competencia en todo el territorio nacional; a los estados
dentro de su respectivo territorio; y a los municipios, también dentro de su t erritorio.
86 EL FEDERALISMO MEXICANO

Ahora bien, el contrasentido es mucho más violento al expedirse la


Ley General de Educación, la cual se olvida por completo de lo dicho
por el primer párrafo del artículo 3o. y considera a México como si fuera
un país unitario y fuertemente centralizado.
En el artículo 4o. tenemos nuevos ejemplos: se emplea primero la voz
nación y más adelante la voz Estado. Aquí ambas voces se emplean con
el mismo sentido que se empleó la voz Estado en el primer párrafo del
artículo 3o.
En el artículo 4o. se habla de que la ley es igual para el varón y la mu-
jer; que la ley protegerá el desarrollo de la familia; que la ley definirá las
bases para el libre acceso a los servicios de la salud, etcétera.
¿De qué leyes hablamos? Naturalmente que en el ámbito de la Federa-
ción, la ley en cuestión es la ley federal; pero en el ámbito de los estados,
la ley en cuestión será la ley estatal; sin perjuicio del libre acceso a los
servicios de salud, al registro de nacimientos, defunciones y matrimonios
ante los municipios.
En el artículo 5o. encontramos otra vez la exacta distinción entre Esta-
do y Federación y entre Federación, estados y municipios, aún sin men-
cionarse para nada la voz Estado ni la voz nación.
Este artículo consagra la libertad del ser humano para realizar cual-
quier trabajo o actividad siendo lícita; pero precisa que la ley determina-
rá en cada estado cuáles son las profesiones que necesitan título.
En el artículo 10 se dice que en los Estados Unidos Mexicanos, que es
el nombre oficial de nuestra Federación y, tal vez, también de México,
del Estado y de la nación mexicana, todos sus habitantes tendrán derecho
a poseer armas, con excepción de las prohibidas por la ley federal...
etcétera.
Ahí está el Estado por un lado, como el todo y lo federal como una
parte del todo, no obstante que, en este caso por razón de la materia,
estamos ante una competencia reservada exclusiva a la Federación por lo
que hace a la posibilidad de prohibir el uso de ciertas y determinadas ar-
mas, como serían, por ejemplo, las que están reservadas para el uso del
Ejército.
Podríamos seguir con las citas de ejemplos. No es el momento. Con
todo, son más que bastantes para ilustrar la tesis de que lo federal o la
Federación es algo diferente a lo que es el Estado o la nación. ¿Qué cosa
son?
LAS IDEAS DE NACIÓN, ESTADO Y FEDERACIÓN 87

Al Estado se le define por sus elementos de que consta: un territorio,


la población y el elemento poder. A la nación se le define asimismo por
el elemento territorial y el poblacional. Esto está claro. ¿Y cómo se defi-
ne a la Federación?
La respuesta es muy sencilla. Leamos lo que dicen los artículos 42 y
43 de nuestra Constitución, que cito:

Artículo 42. El territorio nacional comprende:


I. El de las partes integrantes de la Federación;
II. El de las islas, incluyendo los arrecifes y cayos en los mares adya-
centes;
III. El de las Islas de Guadalupe y las de Revillagigedo, situadas en el
océano Pacífico.
IV. La plataforma continental y los zócalos submarinos de las islas, ca-
yos y arrecifes;
V. Las aguas de los mares territoriales en la extensión y términos que
fija el derecho internacional, y las marítimas interiores;
VI. Y el espacio situado sobre el territorio nacional, con la extensión y
modalidades que establezca el propio derecho internacional.
Artículo 43. Las partes integrantes de la Federación son los Estados de
Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Coahui-
la, Colima, Chiapas, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo,
Jalisco, México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Pue-
bla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco,
Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán, Zacatecas y Distrito Federal.

¿Qué cosa es la Federación, volvemos a preguntarnos?


Muy sencillo, pues el artículo 42 nos dice que la Federación es lo que
integra a las partes que la componen; es el elemento espiritual que une e
integra; es la unión misma que se crea; es el pacto de unión. Mientras
que el artículo 43 nos da los nombres de esas partes componentes.
En cambio, territorialmente hablando, el Estado mexicano o la nación
mexicana es algo más, pues comprende no sólo al territorio de las partes
que integran la Federación (fracción I) sino también los territorios y los es-
pacios de las restantes fracciones, que hablan de las islas, cayos, etcétera.
Eso es la Federación, desde el punto de vista territorial.
¿Acaso podríamos definirla también políticamente?
Claro que sí, pues todos sabemos que la Federación es la entidad que
fue creada por el pacto federal, formalizado histórica y originalmente por
88 EL FEDERALISMO MEXICANO

un documento público, muy solemne, más importante o tan importante


como la Constitución, llamado así Acta Constitutiva de la Federación
del 31 de enero de 1824.
Esto es la Federación políticamente hablando. Es, volviendo al texto
de los artículos 42 y 43, el componente político que aglutina a todas y
cada una de las partes integrantes o signatarias de dicho pacto.
La Federación, en suma, es una creación jurídica, es una ficción del
derecho, como dijeron los romanos de las personas morales. No tiene co-
mo esenciales ni al elemento territorial ni al elemento poblacional. Prue-
ba de ello es que su sede o domicilio podrá cambiar en cualquier momen-
to, según reza una previsión puesta desde 1824, sin que por este cambio
mengüen o se altere la esencia de lo federal ni ninguna de sus caracte-
rísticas.

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